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La historia comienza con la vida del protagonista llamado Paul Rusesabagina, el cual vivía

en Ruanda y era director del “Hôtel des Mille Collines”. Tenía una vida relativamente normal
y una familia a la cual quería mucho y tenía un gran aprecio. Éste era hutu, mientras que su
familia era Tutsi. Esto estaba muy condicionado en su país por la pasada colonización belga
y el mandato de la gente blanca sobre los negros. Se diferenciaban en dos: Tutsis
(Mayoritariamente negros que ayudaron a los blancos (belgas) en la colonización de
Ruanda) y Hutus (Negros los cuales fueron maltratados por los blancos y tutsis en la
colonización belga). Las razas y etnias ruandesas eran determinadas por los belgas y se
guiaban según la tonalidad de su color de piel. Por aquella época tutsis y hutus vivían en
paz, con altercados, pero sin ir a mayores y aunque los hutus tenían gran odio a los tutsis,
no podían atentar contra ellos. El presidente de Ruanda, Juvénal Habyarimana y el
presidente de Burundi, Cyprien Ntaryamira, ambos hutus, fueron asesinados en un avión
presidencial destino a Kigali (Ruanda) por artillería pesada el 6 de abril de 1994. El motivo
del vuelo era para firmar un tratado en el que se terminarían las guerrillas entre hutus y
tutsis. Los acuerdos de Arusha permitían la entrada de tutsis al ejército para así regular la
balanza entre diferentes desigualdades sociales en el país y que el poder militar estuviese
repartido. Ambos gentilicios (Tutsis y Hutus) se echaron la culpa por el asesinato del
presidente y desencadeno un caos sociopolítico en todo el país. La mayoría de los hutus
tomaron las armas queriendo exterminar la raza de los tutsis y terminar con sus diferencias.
Lo que ellos no sabían era que lo mismo que habían hecho los tutsis antes, ahora lo
estaban haciendo ellos. Exterminar una raza por simplemente querer ver arder el mundo y
no soportar a esa gente, sean inocentes o no, es un genocidio. Organizaciones mundiales
como la ONU le dieron la espalda a los inocentes y al país de Ruanda ya que no les
interesaba perder económicamente las ganancias que sacaban del conflicto. Muchos otros
países vendían armas a varios bandos sin tener ningún tipo de remordimiento o ética, y por
supuesto sin tener ningún tipo de sanción internacional. Otros enviaban ayudas al país para
sacar una mínima parte de la población. Y es que a la ONU no le interesaba que ese
conflicto se viese, ya que así nadie se preocuparía por mover un dedo para salvar a la
población de Ruanda.
Reflexión personal: Vivimos en una sociedad en la que todo es espontáneo y no nos
preocupamos por los demás hasta que nos pasa a nosotros. Una parte de la sociedad ha
nacido en un país desarrollado sin tener que sufrir las catástrofes tercermundistas. Y es que
muchas veces miramos a otro lado para así creer que lo que está pasando realmente no se
está haciendo. Todo va por modas y lo que hoy creemos que puede ser el fin, mañana es un
problema más que ya se solucionará.

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