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LA CARTOGRAFÍA EN EL AULA

(Prof. María del Rosario Bottino)


En nuestra tarea como docentes de Geografía, en nuestra labor de explicar el mundo en que
vivimos, el elemento cartográfico está siempre presente en el aula, o lo ideal es que debiera
estarlo. Así hemos notado algunas dificultades que se les presentan a nuestros alumnos para
la comprensión de los mismos.
Mucho de lo que acá expongo, ha surgido de diálogos con colegas, que con su invalorable
colaboración, hemos intercambiado experiencias e ideas, no sólo de Geografía sino también de
Historia. La intención no es la de subsanar todas las dificultades que se nos puedan presentar
en nuestra labor cartográfica diaria, como docentes de Geografía, ni dar “recetas” de cuáles son
las mejores técnicas a seguir; sino compartir algunas experiencias con respecto a esta temática.
Es bien conocida por todos los que nos dedicamos a la enseñanza de esta ciencia, la
importancia de la cartografía, la cual es una de nuestras más preciadas herramientas, no sólo
como geógrafos, sino también en nuestra labor en el aula; la importancia que tiene en la
localización de los hechos, y su representación cartográfica. Los mapas son prácticos,
informativos, son una gran fuente de datos que permiten resolver muchos problemas, facilitando
el aprendizaje visual de nuestros alumnos, pudiendo incluso también prever el futuro de un
determinado espacio, con mapas que demuestren las condiciones físicas, demográficas,
biológicas, en un período de varios años, y en los que los alumnos puedan apreciar qué
condiciones han cambiado.
Es así, entonces, que la enseñanza de la Geografía debe estar basada siempre en el uso de
los mapas. Los alumnos deben tener presente a la cartografía, como una herramienta más en
su aprendizaje, deben realizar un manejo constante de la misma; además de localizar en los
mapas, tratar de imaginarse, a través de ellos, cómo es la realidad; por lo que deben desarrollar
destrezas mentales para lograr el aprendizaje, como ser la comprensión de que los mapas nos
están demostrando una parte del mundo real, que allí se seleccionaron contenidos, según la
finalidad del mapa; se están usando símbolos para representar los hechos, y que se está
empleando una escala para mantener las proporciones, igual a la realidad. Puede resultarles
atractivo también, el hecho de que los mapas emplean un lenguaje internacional, los nombres
de lugares distantes; pueden llegar a imaginar los distintos y distantes espacios allí
representados, hasta aventurarse en una expedición imaginaria de exploración
Mientras se emplean los mapas, los alumnos deben familiarizarse con la terminología
cartográfica; aunque gran parte del vocabulario ya lo manejen en otros contextos, como ser:
datos, símbolos, cuadrícula, longitud, altura, distancias, anchura, expansión, extensión, escala,

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ruta, población, comunicación, transportes diversos, etc.; son terminologías que los alumnos
deberán adquirirlas como corrientes para un correcto manejo de los mapas, y tener presente
que los mapas son el resultado lógico de la necesidad de dejar registrado los estudios y
descubrimientos sobre la Tierra, en sus aspectos humanos, físicos y biológicos.
Resulta de gran ayuda las condiciones y experiencias previas que cuentan los alumnos;
aquellos pertenecientes a zonas urbanas podrán ser más concientes de los rápidos cambios, y
si estos se reflejan
en el mapa o en el plano de la ciudad; mientras que un alumno del medio rural está más atento
a los cambios del tipo físico, como una sequía, una inundación, los cambios en la vegetación, la
salida y la puesta del Sol. Es útil tener en cuenta la experiencia propia para conocer la
percepción que tienen de su entorno, de sus concepciones espaciales, qué elementos tienen en
cuenta para percibir su medio, su país, el continente o el mundo.
Son, entonces materiales con doble finalidad: registro de datos, codificados; y por otra, son
instrumentos muy eficaces de investigación, de búsqueda y de imaginación. Aunque los
alumnos no tengan la experiencia directa, se intentará por medio de los mapas que perciban el
medio allí representado. Los estudiantes necesitan observar, medir, registrar, evaluar, y
principalmente comparar con lo que conocen de antemano.
Algunas de las dificultades notadas en estos años de docencia, y en una buena parte de
nuestro alumnado adolescente, son las siguientes:

El mapa es una representación convencional:


Todos los mapas emplean símbolos para representar la realidad; pero ¿qué normativas
existen para el uso de los mismos, para el uso de los colores? ¿Por qué usamos el color azul
para simbolizar el agua, si ésta es incolora; o no se nos muestra azul en un pantano, o en un
lago?, ¿o el color rojo para una ruta si ellas no son de ese color?
Pero si les pedimos a nuestros alumnos que pinten la hidrografía, siempre lo hacen con el
color azul. La simbología de los mapas las podemos cambiar; pero con el ejemplo del agua, ¿si
no usáramos el azul, qué otro color emplearíamos? El verde nos da la idea de vegetación,
cultivos, bosques; el marrón y sus diferentes tonalidades para las alturas. Entonces, el uso de
los colores se hacen más por lógica que por su afinidad con la realidad.
Podemos cambiar el uso de la simbología, a excepción de aquellos usados
internacionalmente, pero lo importante es que después de establecer una simbología, se
mantenga siempre la misma, durante el transcurso del año; no conviene cambiar los colores
usados para caracterizar los accidentes geográficos, a cada mapa hecho, ya que esto llevaría a
confusiones. Resulta interesante comparar los símbolos usados en el mapa, con lo que ellos

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representan, si son parecidos a la realidad que ellos conocen directamente, o por medio de
láminas; indagar por qué se emplean esos símbolos, si es algo propio de nuestra cultura, cómo
se los representa en otras culturas; esto nada más lo podemos imaginar, ya que nos es difícil
conseguir en nuestros liceos mapas realizados en otras sociedades; si logramos obtener mapas
en otros idiomas vamos a poder observar con nuestros alumnos, que aunque el mapa está, por
ejemplo en inglés, ellos van a poder descifrarlos por medio del lenguaje simbólico empleado por
los mapas. Podemos establecer con los estudiantes nuestro propio sistema de símbolos, para
reemplazar aquellos más abstractos, pero después seguir empleándola todo el año.
Los estudiantes deben ser capaces de formarse imágenes mentales de todas las condiciones
geográficas representadas en el mapa. Al proponer, por ejemplo, un mapa de climas o de
vegetaciones
(Tundra, Taiga, selvas), suponen que el usuario tiene las nociones básicas de las diferencias
entre los distintos elementos allí representados.
Aprender a leer correctamente un mapa, es algo que requiere práctica; nuestros alumnos
deben adquirir a conocer los objetivos de los mapas, los diversos códigos empleados, para que
lo aprendido en uno les sirva para otros mapas, siempre que usen las mismas técnicas. Así
mismo, deben desarrollar aptitudes para buscar coordenadas, usar la escala, descifrar los datos
empleados en el mapa.
Los mapas son selectivos:
¿Qué sucedería si le pidiésemos a nuestros alumnos, la elaboración de un plano de su
barrio, y no le especificásemos más nada? Puede suceder que algunos nos entreguen planos
donde ubicaron hasta el más mínimo detalle; mientras que otros realizaron planos donde, hasta
para ellos les resulta difícil la ubicación, justamente por la falta de referencias del lugar en
cuestión.
Debemos hacerles notar que ningún mapa nos muestra todo. Todos los mapas tienen una
finalidad, un propósito, para el cual fueron trazados; y atendiendo a esa finalidad los mapas
deben ser selectivos.
No les resulta fácil notar que allí en el mapa, está el área donde residen, o donde está el
liceo; pueden encontrar mucha dificultad, por ejemplo en un mapa topográfico. Debemos
hacerles ver que en un mapa no podemos representar todo lo que queremos, se debe atender
así a la selectividad; por ejemplo ¿qué debe contener un mapa destinado a los turistas?, ¿o qué
detalles deben tener o desecharse de un mapa sobre zonas agroeconómicas?
La necesidad de selectividad en los mapas va a ir surgiendo, a medida que los alumnos van
desarrollando sus propios mapas, pero primeramente necesitan nuestra orientación.
Relieve y curvas de nivel:

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Los mapas hipsométricos y batimétricos, donde nos muestran las elevaciones y
profundidades marinas, señaladas por colores no muestran dificultades; pero éstas si se
presentan en muchos alumnos, cuando las cambiamos por curvas de nivel: Muchos alumnos
entienden el principio en que se basan las curvas de nivel, pero encuentran dificultad para
leerlas.
A los mismos les dificulta “ver” el relieve de un terreno, a través de las curvas de nivel; y más si
se enfrentan con situaciones de una carta topográfica y una fotografía aérea del mismo espacio.
Para esto podemos valernos del uso reiterativo de las curvas de nivel; del levantamiento de
perfil, el cual nos ayuda a poder visualizar de forma más aproximada, la realidad que el mapa
nos representa.
También podemos trazar en un papel vegetal las curvas de nivel de la carta, y luego
superponerlas a la fotografía aérea, haciéndolas coincidir. Podrán así notar que las curvas de
nivel coinciden con alturas y depresiones del terreno, que cuanto más juntas o más separadas
las mismas, nos muestran mayores o menores pendientes del relieve.
Un mapa es una representación a escala de la realidad:
Nosotros trabajamos normalmente con alumnos, cuyas edades oscilan entre los doce y los
quince años; según Jean Piaget, la edad en que los jóvenes logran entender la noción de
escala del mapa con respecto a la realidad, es alrededor de los catorce años; pocos son los que
lo logran anteriormente.
Así que a la mayoría de nuestros alumnos les resulta difícil entender, por ejemplo, que el
mapa de Rusia que él está observando, mantiene una escala con la realidad, y que no podemos
dibujar a este inmenso territorio en un planisferio, con menor tamaño a lo que nos dice la
escala. Debemos mantener las proporciones.
Además de captar los principios generales de que un mapa es una representación a escala
de la realidad; debemos hacerles notar que por medio de la escala podemos visualizar
distancias; siendo ésta una capacidad que se relaciona con la propia experiencia del paisaje
que se tenga; tenemos algunos alumnos que mal conocen el centro de la localidad donde viven,
para éstos la noción de distancias les es más difícil comprenderla en un mapa. Podemos
mediante el uso de un retroproyector, ir comparando con la misma escala, distintos mapas,
partiendo por el departamento o por la región donde habitan, superponiéndole mapas del país,
de otros países, del continente. También podemos valernos de algún recorrido que les sea
conocido, como ser desde su barrio al centro de la ciudad, o de su ciudad a otra cercana, y así
apreciar en el mapa de otro lugar la misma distancia que ellos la recorren en su realidad
cotidiana.

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Otro método para comprender la relación de escala que guardan los mapas, es por medio de
salidas de campo; si los alumnos realizan un recorrido de algunos kilómetros, entenderán mejor,
luego, la distancia de este mismo recorrido en un mapa a escala del lugar . También podemos
medir una distancia en el mapa, por ejemplo de 300 kilómetros, ¿hasta dónde se llega desde su
lugar de residencia, en 300 kilómetros?
Orientación en los mapas:
Es por todos bien sabido que el reconocimiento de los puntos cardinales Norte y Sur, no
ofrece mayores dificultades a la gran mayoría de nuestros alumnos, siempre que les
presentemos la visión planteada por la cartografía del hemisferio Norte, con el mismo en la
parte de superior del mapa. Pero es sólo dar vuelta el mapa con el hemisferio Sur en la parte de
arriba del mismo, ya pierden la referencia para reconocimiento de los puntos cardinales.
Debemos, para esto, hablarles de por qué tenemos esa visión norteña del mundo, y acá
adentrar un poco en la historia de la cartografía; para luego llegar a que cualquiera de las dos
posiciones del planisferio están correctas, haciéndoles notar que para nosotros, habitantes del
hemisferio Sur, la ideal sería la que no estamos acostumbrados: con el hemisferio Sur en la
parte superior del mapa; ya que en nuestro cielo tenemos elevado el polo celeste sur.
Los demás puntos cardinales, el Este y el Oeste, siempre que tengamos el Norte en la parte
superior del mapa, los determinamos con la mano derecha el Este, y con la mano izquierda el
Oeste. Lo contrario
sucederá si tenemos el Sur en la parte superior del mapa. Pero cualquiera sea la orientación,
debemos insistir en que los mapas siempre deben tener los puntos cardinales señalados; lo
mismo nosotros, los docentes, al dibujar un croquis en el pizarrón, marcarle los puntos
cardinales.
Es muy común nuestra lucha diaria para desterrar el tan conocido “arriba” o “abajo” en el
mapa, para determinar el Norte y el Sur. Para esto les pedimos que señalen los puntos
cardinales en el salón de aula; y luego que señalen donde está la parte de arriba y la parte de
abajo en el salón; así nos queda claramente que el Norte no es el “arriba” del mapa, y el Sur no
es el “abajo” del mismo.
Otra forma es mediante el “No sé”, ¿qué significa?; si tenemos el mapa orientado en su forma
tradicional, y si leemos los puntos cardinales, partiendo desde el Norte, en sentido antihorario,
se nos forma lo siguiente: N-O-S-E, o sea “No sé”.
La clase destinada a orientación, podemos también aprovecharla para la correcta orientación
del mapa; señalando en el suelo del salón de clase o en otra superficie horizontal, el Norte con
un color destacado, una tiza roja por ejemplo, a continuación dibujamos junto, una rosa de los
vientos; hacemos coincidir el mapa también en posición horizontal, con el diseño de la rosa de

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los vientos. Los estudiantes verán que hay mapas donde no está señalado el Norte, en especial
aquellos que representan todo un continente, o un hemisferio, o un planisferio; acá hacemos
notar que la dirección norte no es la misma en todas partes, y que debemos familiarizarnos con
la posición de las masas de tierra en el planeta.

Coordenadas geográficas:
Al explicar las coordenadas geográficas, latitud y longitud, la mayor dificultad que he notado
es que, al no usárselas regularmente, terminan por olvidarlas; por lo que podemos, según el
criterio de tiempo adoptado por cada uno, hacer ejercicios con las mismas , o juegos, también
regularmente, por ejemplo “¿la ciudad de Sydney está más al Sur que nuestra ciudad?” o “¿la
península de California está más al Oeste que las islas Galápagos?”
Al explicar las coordenadas geográficas, las comparamos con la dirección de una persona; si
decimos que alguien vive en determinada calle, ¿qué nos falta? decir que en qué número de
esa calle es su residencia. Así igual con las coordenadas, si sólo nombramos una de ellas nos
falta la otra para encontrar el lugar deseado; o si decimos los grados de latitud debemos
necesariamente explicar si es al Sur o al Norte del Ecuador, de igual forma la longitud al Este o
al Oeste del Meridiano de Greenwich.
Con los husos horarios podemos también podemos realizar ejercicios del tipo: “Si conocemos
la distancia en grados de longitud de un lugar a otro, y sabiendo que cada hora son 15º de
longitud ¿cuántas horas de diferencia hay entre ambos lugares?”
Proyecciones:
La necesidad del uso de las proyecciones para el diseño de mapas, se les hace clara a los
alumnos, si llevamos a clase un globo terráqueo, y suficiente papel de calco como para
envolver al globo por el ecuador; dejemos que ellos intenten transcribir toda la superficie del
globo a la superficie plana, van a notar que se les hace imposible. Así verán porque los
cartógrafos usan diversos sistemas para obtener la
menor deformación posible. Llevémosles diversos mapas con distintas proyecciones, y de
diversos lugares: planisferios o mapas de un continente o de una región.
Hagámosle notar como un mismo continente, puede adquirir una forma distinta, según sea las
proyecciones empleadas; como sucede con la Antártida, por ejemplo. También comparar la
superficie de dos espacios diferentes, pueden estar muy alteradas, según la proyección usada;
como en una cilíndrica conforme Groenlandia está muy distorsionada, pero América del Sur no,
la primera aparece más grande que la segunda, siendo que América del Sur es nueve veces
mayor que Groenlandia.

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Podemos ayudarles con preguntas de razonamiento, como ser: “¿en qué mapas las distancias
a escalas son exactas sólo en latitudes medias, o sólo en latitudes altas, o sólo en latitudes
bajas?” “¿En qué mapas está el Norte o el Sur en el centro?”
Mal diseño del planisferio:
Muchas veces cuando le pedimos a nuestros alumnos que nos traigan calcado un planisferio,
nos lo traen sin dibujar al mar Mediterráneo, o al golfo Pérsico, o a las islas Antillas, por
ejemplo.
Estaremos de acuerdo que en un planisferio, si no dibujan a las islas Fidji, por su escasa
extensión, no va a variar la situación; pero sí cambia mucho si no está el Mar Mediterráneo, o el
golfo Pérsico.
Entonces, acá podemos seguir varios caminos; directamente podemos no aceptar el mapa mal
dibujado, y hacer al alumno calcarlo de vuelta, tantas veces como sea necesario hasta lograr lo
correcto. También podemos hacerles dibujar sobre el mapa mal dibujado, el diseño correcto.
Otra solución es aceptar que los primeros mapas sean fotocopiados, pero hacerles repasar con
color, todos los contornos continentales; así, mediante la repetición del diseño, lograrán
recordar luego las correctas formas continentales.
Reconocimiento de accidentes geográficos:
Tal vez la dificultad más común encontrada por todos nosotros, sea la del reconocimiento de
océanos y continentes. A muchos nos habrá pasado que algunos alumnos confunden, por
ejemplo, el océano Índico con el Glacial Ártico, o señalan Australia como uno de los
continentes, olvidándose de Oceanía. También señalan mal el recorrido de un río, haciéndolo
desde su desembocadura hacia su naciente.
A decir de una colega “un coro canta mejor cuanto más repite una canción”; y en esta
situación nos sucede algo parecido. La forma para que nuestros alumnos aprendan la situación
de océanos y continentes, es mediante la repetición, y si es necesario hacerlo que lo hagan uno
por uno, varias veces, en distintas clases durante el transcurso del año.
El recorrido de un río también puede ser por medio de la repetición; pero lo mejor es
mediante el lógico razonamiento de que el agua baja siempre de un lugar alto a un lugar bajo,
siguiendo la pendiente del terreno. Podemos hacerlo con una maqueta que nos muestre el
relieve; o en el patio de liceo con una jarra de agua vertiéndola en algún lugar del patio y seguir
el camino del agua; o sencillamente demostrarle en un día de lluvia cual es el recorrido que
sigue el agua; luego traspasar esto a los mapas, siguiendo distintos recorridos fluviales.
CONCLUSIONES:
Los mapas son una herramienta imprescindible y de trabajo casi diario, no sólo para los
docentes de Geografía, de Historia, y para las demás Ciencias Sociales.

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Además de ser valiosos e inagotables materiales didácticos, los mapas también pueden servir
de ayuda a los estudiantes en otras áreas, no sólo la social; así ellos ven lo imprescindible que
pueden llegar a ser el correcto manejo y la clara interpretación de los mapas, lo cual sólo es
posible después de una buena comprensión de lo qué son, qué nos pueden decir, o transmitir,
qué nos traen los mismos.
Podemos coordinar con el área de lengua, alguna lectura de aventuras, donde sea necesario el
manejo de mapas; o con el área de ciencias para explicar el desarrollo de especies de animales
y vegetales en tierras aisladas como Australia o las islas Galápagos.
Por lo expuesto, se hace necesario subsanar, en la medida que nos es posible, las
dificultades que puedan presentar nuestros alumnos; y así también hacerles atractiva la tarea
cartográfica, para que también lo vean como un instrumento de comunicación, especial, fácil de
usarlo y de construirlos; un instrumento que nos comunica con otras sociedades más allá de
nuestras diferencias, siendo un instrumento de gran importancia estratégica. Sin olvidar nunca
que un mapa es una representación estática de un espacio que está en continuo cambio.

BIBLIOGRAFÍA:
 BAILLEY, P. “Didáctica de la Geografía” - Editorial Cincel-Kapeluz , Madrid, 1981
 CORONAS TEJADA, L. “Didáctica de la Geografía” – Ediciones Anaya, España 1972
 TURCO GRECO, C. A. “Los mapas”
 COLECCIÓN EDUCACIÓN Y ENSEÑANZA “Cómo explicar los mapas” - Ediciones
CEAC

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