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CAPITULO XI.

Individuos que quodaron forrnando ci Poder ejeeutivo.—Variacion en ci mi-


nisterio.—Revolucion del coinandaiite general (le ()ajaca D. Antonio Leon.
—Asesinato coinetido por ci sargento Reina en el espaflol Machado.—Apaci-
gua Victoria in revoiucion.—Son condenados A Ia pena (le inuerte los asesi-
nos de Machado. y la sufren en Puebla.—Eleccion de presidente.—Es nom-
brado presidente do in reptblica D. Guadalupe Victoria. y vice-l)residoflte
D. Niculds Bravo.—El congreso concede una amplia ainnistma por todos los
deiitos politicos.—'Irata(lo de Inglaterra con M(jico y las (Iemás republicas
hispano-arnericanas.—Buena marelia de la cosa piblica.—CornpaflhflS ingle-
sas do minas.—OrIgen dc osas compañmas.—Milloncs de duros qite pusieron.
—Las tripulaciones do los huques espafloles do guorra J.sh y C;n.cfantc los
venden al goWerno rnejieano.—Prete.sto con que se le hace salir del minis-
terio a Teran.—Se Ic coniisiona a que vaya ( demarear la frontera del Norte
con los Estados-Unidos.—Se separan del ministerio Amman y IaLlave.—En-
tran en sit lugar ('amacho y Ramos Arizpe.—Se celebra un trata&lo IIICOIIVC-
iliente (le coniercio con Inglaterra.—Capitula la guarnicion eSpafiola del
castiilo de San Juan do Ulua.—Llega ;t Mjico de ministro do los Estados-
Unidos ci Sr. Poiiisett.—Estableciruiento de his 16gias orkinas.—Conspira-
cion del padre Arenas.—Movimientos contra los espaiioles.—Prision de los
generales Negrete y Eclidvarri.—Prixnera icy de expulsion do espafloles.-
Se coniprende en ella a Echdvarri y Negrete.—Su suerte ulterior.—Ejecu-
cion do Arana.—Papeles excitantes contra los espafioles.—Te.rrilles acusa-
)96 HISTORIA DE MEJICO.
Ciones contra stos en una oracion patriOtica pronunciada ci 16 de Setjem_
bre.—Reacc• ion de lo g ilamados escoceses.—Plan liarnado de Montafjo.S
resultado.—Dj y jdense lo g yorkinos.—Eleccion de presi den te.—Revol uci ones
que causO.—Es nombra(Lo Guerrero.—Segunda Ivy de expuIsion.—e tiisp.
ne en in Habana ina expe.licion contra M&jico.ai niando de Barradas.a1e
de in Habana in expedicion.—Temporal en in rnar.—Uno de los huques. con
trescientos honihres. es arrojado por ci temporal A Ins costas de N ueva-Or-
leans.—El resto de In expedicion deseinbarca en el sitio ilaruado playas de
San tartder.—Ernprende so rnarclia por tierra hácia Tainpico.—Iiia ernbosea.
da de lo g mejicanos.—Entran en Tampico lo g expedieionarios.—Accion de
l og Colclios.—Aecion en ci paso de D Cecilia.—Accion del ('llocoiate.—Ac_
cion 'le Altaiuira.—Atacan los mejicanos ci fortin de la barra.—Capitulacjoii
tie liarradas.

De 1824 a. 1829.

1824. Terminada la canipafla en ci Estado de .Ja-


lisco, regreso D. Nicolas Bravo a Méjico. Con su liegada,
quedO coiupuesto ci Poder ejecutivo, por disposicion del
eungreso, del expresado D. Nicolãs Bravo, de D. Guadalu-
lie Victoria y de D. Vicente Guerrero. A este so le djO en
libertacI (10 retirarse cuando el estado de su salud lo re-
quiriese, en cuyo caso debia reemplazarle Dominguez, (1)
corno sucedjO durante todo el tiempo que permaneciO en
(jercicio este gobierno. Con la presencia do D. Guadalu-
pe Victoria, se efectuO en el ministerio un eambio que
influyO de una inanera decisiva en los sucesos posteriores.
Habia vuelto al ministerio de relaciones el 15 de Mayo,
1). Lucas Alarnan, ballãndose dcsernpeando la cartera
del de guerra ci general D. Manuel Mier y Terán. Uni-

(1) Decreto del 4 de Octubre.


CAPITULO XI. 597
dos ambos entre Si por identidad de opiniones, (1) habian
ej ercido hasta que Victoria figurO en ci Poder ejecutivo,
la principal influencia en ci rninisterio, pues D. Francis-
co de Arrillaga. espaflol, que era ci de hacienda, no se
ocupaba mas que de los negocios peculiares de suu, ramo,
y el de justicia, U. Pablo de la Liave, dedicaba toda su
atp ncion a materias cientificas. Aunque D. Guadalupe
Victoria tenia poderosos motivos de gratitud liãcia ci mi-
nistro de hacienda Arrillaga. pues en epoca anterior le
habia hecho ci notable servicio de haberle escondido, pa-
ra qu.e no cayese en poder de los realistas, en su fiuica de
campo de Paso de Ovejas, atendiéudole en coniida y yes-
tido, sin que de nada careciese, creyO conveniente su se-
paraciou y que ocupase su puesto D. José Ignacio Este-
Va. Se opouian et que entrase éste en ci rninisterio, Don
Nicolás Bravo y Dominguez, asi como ci ministro de re-
laciones Don Liicas Alaman y ci de guerra Don Manuel
Mier v Teran; pero habiendo cedido Dominguez, quedo
elegido Esteva. [). Lucas Alainan no quiso firinar aquel
nombrainiento que era costumbre se hiciera por la secre-

1 El general 1). José Maria Tornel en su Resefla histtirica, supone que


1). Lucas Alarnan profesaba en esa poca OpiniOflCS tnoiiarquistas adquiridas
desde su juveutwi en sus viajes en Europa: pero segun ae'rura ci expresado
señor Amman en nun nota de su €Historia do Méjico.contestando Ala suposi-
cion del sefiorTorneLprecisarnente fné lo contrario, pues dice clue las personas
a quients trató mas inrnediatarnente en esos viajes. forinaroim en éI las opinlo-
nes opuestas. y que en la époea do que se trata, las que profesaba eran las
mismas que las del general Terán: In repdblica central con cierta amplitud de
facultades en Ins provincias, divididas estas en territorios mas pequeños para
poder Imacer ci bien local osin los inconvenieuIes. (lice. que producen las
soberan ins tie los Estados.
598 HISTORIA. DE MEJICO.

taria de relaciones que desempeflaba, pero lo firmO el de


justicia D. Pablo de la Liave. Era D. .José Jgnacio Este-
'Va, persona de capacidad natural y de talento, que habia
tenido comercio de libros y de otros ramos de menudeo
en Veracruz. Apreciado en la pobiacion, habia sido regi-
dor del ayuntamiento de Veracruz en 1814, diputado en
el primer congreso por su provincia en la que estaba de
intendente, y uno de los que Iturbide habia designado
como traidores en la sesion de 3 de Abril de 122, aun-
c1 ue luego supo hacerse lugar con el, siendo del n'(nnero
de los que firmaron la proposicion para su coroiiacion,
aunque tambien fué luego de los que votaron la nulidad
de esta. Aunque su instruccion no correspoudia a. su ta-
lento, este y su extremada facilidad de comprension, uni-
dos a. una actividad y coustancia admirable en ci trabajo,
le hicieron aparecer como uno de los ininistros mas infa-
tigables. No descansando un solo instante en sus tareas,
en breve tiempo se vieron las Gacetas del gobierno ilenas
de Ordenes y reglamentos quo circulO no solo sobre todos
los ranios de su departamento, sino tainbien de los perte-
cientes a. los otros ministerios. Esto le atrajo la enemis-
tad del ministro de la guerra D. Manuel Mier y Terán, y
fué ci principio de la rivalidad que se estahleciO entre
ambos.
1824. A medida que la discusion de la constitu-
Agosto. cion se adelantaba, se iha procediendo a. po-
ner en prãctica cada una de sus partes, acordándose igual
cosa respecto a Ia eleccion de presidente, que desde en-
tonces vino a. ser ci blanco de todas las intrigas. Las opi-
niones so dividieron segun los partidos: los centralistas se

Fr CAPITULO XL 599
declararon por D. Nicolás Bravo, v los federa-listas por
D. Guadalupe 'Victoria. Cuando las cosas se hallaban en
el estado referido, hicieron un inovirniento revolucionario
en Oajaca, D. Antonio Leon, comandante general de la
provincia, que habia sido uno de los mas activos capita-
s u hermano D. Manuel. El intento era
ties realistas, y
ci mismo que el de Lobato; despojar a los espaIioies de los
empleOS que tenian, aunque, por desgracia, esta vez el
movimiento fué acompaflado con ci asesinato cometido en
ci receptor de alcabalas de Huajuapan P. Cayetano Ma-
chado. Este honrado espaflol que se retiraba a Oajaca con
su esposa y sus dos hijos, que constituian su familia, fuO
asaltado en ci camino por el sargento Trinidad Reina,
qmen le quito la vida de una manera, cuvo relato haria
estremecer. El Poder ejecutivo queriendo contener aquel
movimiento revolucion ario, que juzgO sumamente peli-
groso, creyO necesario cornisionar a uno de sus miembros
para que fuese a sosegarlo, y la eleccion recayO en Don
Guadalupe Victoria, que lo habia solicitado. (1) El mi-
nistro de relaciones D. Lucas Alarnan, al saber que ci
nombrado para apaciguar ci movimiento habia sido Vic-
toria, le dijo al general P. Nicoiãs Bravo al salir del des-
pacho del Poder ejecutivo : Todo lo han echado ustedes
1bi con esta eeccion; 't lo que contestO Bravo: "Lo

1 Dice ci general I). .iosé Maria Tornel cii su Resefla liistOrica. (liie este
nuinbramiento fué nu lazo que tendieron el ministro tie relaciones D. Lucas
Alaman. v ci (IC guerra I). Manuel Mier y TerLn .1 Victoria: nero este es Ull
error. El nombramiento. segun asegura el sefior Aiaan en una nota de su
Ili;toria (le \Itjico. . to süiicitó ci inismo Vicorh.
600 RISTORIA DE MEJICO.

creo asI pero no estal)a en su lugar quo yo me opusie-


se. (1)
(2ornisionado, pues, D. Guadalupe Victoria l ala sose-
gar ci rnovimieuto revolueionario, partiô inmediatameute
hácia el teatro do los acontecimientos. Para conseguir su
objeto, hizo entender a D. Antonio Leon y las autorida-
des de aquel Estado asi como . las do otros, que, lo que
pretendian, se efectuaria de uua manera legal, obteiiiendo
Ia presidencia. Con esta indicacion, y por la mediacion
del eclesiástieo D. Tgnacio Ordoñez, a quien respetaba mu-
cho D. Antonio Leon, cedieron los que habian hecho ci
movimiento, sin que Victoria hiciese uso do la fuerza. (2)
Sin embargo, como el asesinato de D. Cayetano Macha-
do, habia excitado un horror general en la sociedad ente-
ra, que no pudo escuehar sin indiguacion la inanera in-
huinana con que fiië muerto, Don Guadalupe Victoria
mandO quo so procediese a instruir causa a los asesi-
nos. (3)En la que se forrnO en la comandaucia gene-
ral de Puebla, declarO ci sargento Trinidad Reina, quo
habia procedido de Orden de Don Guadalupe La Ma-
drid, que liabia formado una compaflIa que diO el nom-
l)re do <<los asesinos. Preso La Madrid, <<aeusO ft. Don.
Antonio Leon y a su liermano Don Manuel, no solo do

(1) Asf 10 dice P. LUcas Alarnan cii ],I que me re fie' en la m.a an-
terior.
(2) Parte do Victoria do 1' do Agoto. en IzUcar. Gaceta extraordiiiaria del
19, torn. IV. ndrn. 211, fol. 101. Tambien pueden verse en las Gacetus (le esos
dias. Ins proclarnas do Victoria.
(3) PartO do 'Victoria al ininistro de la gaierra. de 15 de Setiembre. en Pue-
bla. Gaceta do 21 del mismo, nUm. 40, fol. 1'5.
CAPITCLO XI. 601
haberlo mandado,>> dice Don Lucas Alaman, ?SiflO de
baber prevenido t los alcaldes de los pueblos de indios,
para hacer lo mismo con todos los espaüoles quo por ellos
trausitaSen.)> D. Antonio Leon, a consecuencia do esta
adusacion, fué procesado en la comandancia general de
Méjico en donde estuvo preso, pero se vindicO cumplida-
meute, y su vindicacion s p, publicO en los periOdicos, ha .
0 ene—-ciéndolaremp stlimoen•<E1R-
rador,> de Oajaca, en Marzo de 1845. El sargento Trini-
dad Reina y Guadalupe La Madrid fueron condenados a.
la pena capital que sufrieron en Puebla. Respecto a. Don
Manuel Leon, hermano do Don Antonio, aunc jue apare-
than aigunos cargos sobre é, fuO indultado por ci con—
greSO.
1824. La lucia electoral para presidente de la
Octuhre. repi'iblic.a, se decidiO en favor de D. Guada-

lupe Victoria, no solo por las insinuaciones que hizo 't


las autoridades do Oajaca para sosegar el movirniento re-
volucionario y a. las de otros Estados, de ejecutar legal-
mente lo quo pretendian, sino tambien por haberse sepa-
rado D. Miguel Ramos Xrizpe, de sus autiguos compafle-
ros, arrastrando consigo los votos de los Estados internos
de Oriente. Segun lo prevenido en los articulos relativos a
la constitucion, la eleccion de presidente de la repñblica,
debia hacerse nombrando el congreso de cada Estado dos
individuos, de los cuales quedaria nombrado presidente el
que tuviese mayor nüiuero de votos, y vice-presidente el
que sacase ci nümero inas inniediato al mayor. En caso do
que ninguno reuniese mayoria, la eleccion so haria por el
congreso general; pero debiendo recaer en los que hubiesen
T0M0 XI.
302 HISTORIA, DE MEJICO.

obtenido 'votos de los Esta1os. (1) En 'virtud de esa disposi-


cion, ci congreso declarO presidente de in iiacion al gene-
ral D. Guadalupe Victoria, que reuniO la mayorIa de los
diez y siete Estados que votaron. Repartidos los votos para
vicepreidente entre D. Vicente Guerrero y D. Nico'lás
Bravo, ci mismo congreso noinbrO al se-undo de éstos. (2)
Aunque la constitucion prevenia que los nomi)rados toma-
sen posesion el 1." de Abril, esta disposicion se cambiO por
esta vez, debiendo entrar inmediatamente en ejercicio, pa-
ra plantear lo mas pronto posible todo lo relativo al nuevo
sisteina. Dispuesto asi. el 4 de Octubre se proclarnO y ju-
rO de una manera solenme la constitucion de los Estados-
Unidos Mejicanos, que fué el nombre que se diO en ella
(t la repiiblica rnjic.ana, y el IO del mismo mes, presta .
-ronjuaietlpsdyvc-reint,ga
do el Poder ejecutivo ci timon del Estado que habia din-
gido por cerca de aflo 'v medio, en manos de D. Guada-
lupe Victoria. Se declarO fiesta nacional ci 4 de Octubre
por haerse proclamado y jurado en 61 la constitucion, no
debiendo en lo sucesivo haber mas que ella y el 16 de Se-
ti,embre. (3)
Et ministerio siguiO forinado de los misrnos individuos
que se hallaban en el al hacerse la eleccion de presidente
esto es, de D. Lucas Alaman, encargado de la cartera de

(1) En la reforma de la constitucion hecha cuando so restableci5 en 1843,


so supriinió el empleo do vice-p roidente: P°O respecto al inodo do nombrar
presidente, se observó el misruo Orden.
(2) 1)ecreto de 2 de Octubre.
(3) Decreto do 4 de Diciembre do 1821.
xi.
CAPLTULO 603
relaciones, de D. Pablo de la Uave, que desempeflaba la
de justicia; de D. Ignacio Esteva, de la de hacienda, y
de 1). Manuel Mier: y Tern de la de guerra.
A.caz peligroso y turbulento habia sido el periodo du-
rante el cual ci Poder ejecutivo habia conducido las rien-
das del gobierno. En ese año y iiiedio que estuvo encar-
gado de la cosa ptlblica, no huio dificultad contra la cual
no tuviese que luchar. Una de las mas terribles fuè la es-
casez de recursos con que tropezO at principio, pues no
encontrO en la, tesoreria, el dia de su. instalacion, mas
existeucia nuneraria que cuarenta y dos duros. (1) En
enanto 6, las otras que le acompafiaron en el eurso do
su duracion, figuran las coutinuas revoluciones que apa-
recieron por distintas provincias y que llegO i. reprimir
desplegando una actividad prodigiosa. En rnedio de la in-
certidumbre que en sus providencias causaba la frecuen-
to variacion de los individuos que lo componian, no ohs-
tante ser estos y sus ministros opuestos al sisterna que se
trataba de establecer, supieron, como dice acertadarnente
D. Licas Alatnan, <sobreponerse a sus opiniones,>i y <<'tra-
bajaron con buen celo en plantear lo mismo que repug-
naban, y empleando alternativatnente la condescendencia
y el rigor, el dia quo cesaron en ci ejereicio de su auto-
ridad, dejaron restablecida la tranquitidad y la paz, abun-
dantes recursos, aunque procedentes del origen funesto
de los emprOstitos, y removidos todos los obsta.eulos que
pudieran embarazar la aceion gubernativa. Se ha ilega-
do a. acusar al Poder ejecutivo de extrernada severidad;

(1) Manifiesto del Poder ejecutivo.


604 HISTORIA. DE MEJICO.

pero por los heclios que expuestos quedan, se y e que no


usO de aquella sino en cuarito fué indispensable para con-.
servar el Orden publico, y que supo hacerse obedecer sin
castigo ningurio arbitrario, pues cuantos Ilegaron a. irnpo_
ilerse, fueron conforme a. ]as leyesy por los tribunales es-
tablecidos por éstas.
La época de la presideucia del general D. Guadalupe
Victoria, empezO, pues, bao los mas favorables auspicios
para el, y do las mas prOsperas circunstancias. <La re-
publica gozaba de sosiego; lo .,partidos liabian. sido repri-
midos, y Ia esperanza de un feliz porvenir lisonjeaba los
a.nimos de todos: su autoridad estaba por todos reconocida,
y en cuanto al gran inconveniente que tauto habia con-
tribuiclo a hacer caer a Iturbide, la falta de foudos, su
niinistro do hacienda 110 tenia quo hacer otra cosa quo
girar librauzas sobre LOndres, para disponer de cuantos
quisiese, y la buena inversion de ellos era todo cuanto te-
nia que atenderse.
1824.
Noviemljre '<Variado ci sistema do gobierno, se tratO
a DicieLIIhIe. de acornodar a. este las épooas, los tratarnien-
tos y otros incidentes, a. la manera de lo que se hizo en
la, revolucion francesa. En Ia designacion do las feehas,
además do la cifra correspondiente al aflo de los cristia-.
nos, se introdujo la, costumbre de añadir, 40 do la jude-
pendencia, 3.° de la libertad, y 2.° do la federacion: en
lugar de <Don, so dijo: <ciudadano,> y a la salutacion
cortës y re].igiosa de: <<Dios guarde a V. muchos años,>
con que se acostumbraba terminar las notas oficiales, so
sustituyO la frase Volteriana: <'Dios y libertad, (1) a que
(1) Cuaiido Voltaire ejercia una especte de patriarcato filosófico,le fué pre-
CAP!TCL0 xi. 605
otros segun su aficion. agre.gal)afl justicia y ledeTacion, y
otras palabras de esta clase. Con el tiempo, las épocas
se han suprimido. el tratamiento de ciudadano> ca—
vó pronto en ridiculo, y lo mismo va suced.ieudo con
la terininacion extraña de las comunicaciones por es-
crito.
1)Antes de dar término sus funciones constituyentes,
el congreso, para celebrar el juramento de la constitu-
ciOfl. concediO una ainplia amnistla por todos los delito
politicos, inas no cuando habian sido acompaflados de
excesos de otro gOnero, por la cual quedaron en libertad
I3ustamante, Quintanar, y todos los que estaban presos.
por los sucesos de .Jalisco y de otros Estados, y dictO otras
muchas leyes, que tenian por objeto completar Ia organi-
zacion de Ia nacion, conforme al sistema adoptado, de las
cuales solo haremos especial mencion de la creacion del
Distrito federal y de Ia formacion de la corte suprema de
justicia. No so liabia tenido idea alguna durante la dis-
cusion de la constitucion, do segregar el lugar destinado
A la residencia de los poderes generales, quo siempre so
supuso haber de ser Méjico, del Estado de este nombre,
pero apenas se establecieron las autoridades peculiarias
do este, cuando comenzaron a suscitarse diferencias con
4 gobernador, quo lo era el general Don Melchor Mtiz-
quiz, y entonces se resolviO, (1) que la ciudad de Méjico

O11tad() 1 jóven prilicipe Poiiiatowki,1ij0 del rev de Polonia, y 10 saludO p0-


Ia mane soi)re la cabeza, eon ]as palabras: Dios v llbertad. Este es
l arigen tie esa frase (IfiCial.
(1) 1)eereto de 20 de Novieibre de 124.
606 HISTORIA DE MiJICO.

con un cIrculo de dos leguas de radio, trazado desde el


centro de la plaza mayor, quedase bajo la jurisdiecion del
gobierno general, el cual nwnbraria uu gobernador que
ejerciese la autoridad. civil, siendo el primero que obtuvo
este empleo el general D. José Maria Mendivil. El Esta-
do de Méjico reclamó fuertemente contra este despojo,
que conforme a la constitucion que acababa do jurar,
era una violacion maniflesta de la soberania que se habia
ieconocido a. los Estados; pero se llevO adelante lo resuel-
to, y la ciud.ad. de Méjico, la de mayor ilustracion y ri-
queza del pais, la que contribuye con las sumas ma
cuantiosas a los gastos de la nacion, quedo privada de
tener parte en la forinacion de las leyes, sin voto en la
eleccion de presidente, obligada a. pagar las contrWuciones
que quisiesen imponérsele, en lo que ha sido muy poco
considerada, y suj eta a. la administracion de las personas
que el presidente nombra para gobernarla, con otros
gravisimos inconvenientes en cuanto a su seguridad
con respecto a. las inundaciones, peages de los caminos
que a ella conducen, y otros, que es ageno de este lugar
referir.
>>Conforme a. la constitucion, la corte suprema de justi-
cia de la federacion debe coinponerse de doce inagistrados,
incluso el presidente y el fiscal nombrados por los Esta-
dos, procediéndose en su eleccion de la misma manera
que en la de presidente de la repiiblica. Observadas las
formalidades reqneridas por la ley fundamental, el con-
greso declarO quienes eran los individuos quo debian for-
mar aquel supremo tribunal, y esta eleccion recayO en las
personas mas respetables de la capital y de losEstados.>>
CAPtTUL0 XI. 607
1824. El 24 de Diciembre terniinO sus sesiones el
Dicienibr. congreso constituyente. Las elecciones para

el primerO constitucional, re.cayeron, an lo general, en


jndividuos de recto criterio, de Orden y de propiedad, ha-
biendo sido reelegidos algunos de los constituventes, y co-
sa igual- sucediO respeoto de los gobernadores y do las le-
gislaturas de los Estados. Esto hizo concebir a la sociedad
inejicana que anhelaba la terminacion de las discordias
politicas y el establecimiento de una paz durable, lison-
jeras esperanzas de felicidad en la nueva era en que iba
entrar la riacion.
Al sabir D. Guadalupe Victoria al elevado puesto de
primer magistrado de la nacion, todo parecia dispuesto a.
facilitarle una direccion acertada y feliz. El estado po-
litico interior era al mismo tiempo el mas favorable para
la consolidacion del órden en ci interior. Los Etados-
Unido, cuyo presidente hahia recibido con atencion al
ininistro Zozava, noml)rado por Iturbide, sin extenderse
sin embargo a reconocer la independencia, lo habia hecho
por una aclaracion general con respecto a. todos los nue-
vos Estados americanos. La Inglaterra, qua an los diver-
SOS congresos en qua se habia tratado acerca de la Ame-
rica espaüola 10r los ministros de la Santa Alianza, se
habia reservado proceder segun conviniese a. sus intere-
ses, inpidiendo Ia intervencion de ninguna otra potencia
que no fuese la Espaila. a. la qua habia dejado la priori-
dad para que sacase an sus negociaciones con los nuevos
Estados, las ventajas que tenia derecho a. pretender, diO
por terminada la contienda por la victoria obtenida por
las armas colombianas contra el ejército real del Per(i.
608 HISTORIA DE MEJICO.
1825. En medio de esa risnefla perspectiva con que se
presentaba el porvenir a la sociedad mejicana, ahriO el 1. 0
de Enero de 1825, el presidente las sesiones del congreso
constitucional, con el misino ceremonial monrquico es-
tablecido en el reglamento de las cOrtes de Espaa. En el
mismo dia, el rniuistro de negocios extranjeros de ].a Gran
Bretafla, Mr. Canning. dirigio una nota a los agentes di'-
plomaticos de todos Jos gobiernos con qnienes la Inglater-
ra estaha en relaciones de amistad, manifestando que el
sup habia resuelto entrar en relaciones directas con los
de la America, celebraudo con ellos tratados de atnistad.
comercio y nave cr acion. Manifestada esta determinaejori
A las potencias amigas, procediO inmediatamente a dar
instrucciones a los comisionados que antes habia nom-
brado. Parece cj ue estas instrucciories Se reducian a un
inodelo de tratado que se paso a los comisionados. igual
para todas las repiib1icas que habian sido colonias espa-
flolas, fundado en el principio de la reciprocidad, consi-
derándose las partes coutratantes respectivamente, con
los derechos que se concediesen a la poteucia mas fa-
vorecida. No titubearon los gobiernos de in America
meridional en firmar el modelo que se les diO. quo era
extraordinariamente ventajoso para Inglaterra; pero no
encoutrO, afortunadamente, en ci gobierno mejicano la
inisma ciega acogida. El presidente Don Guadalupe Vic-
toria tuvo en esa ocasion el acierto de noinbrar para ci
arreglo de ese tratado a su ministro de relaciones Don
Micas Alaman y al de guerra D. Manuel Mier y Terán,
ambos verdaderamente notables hombres de estado que
ha tenido Mejico, muy especialmente ci primero, y lejos
CAPITULO XI. 609
de acceder a las pretensiones interesadas de los comisio-
nados de la Gran-T3retafla, consiguieron celebrar un tra-
tado enteramente opuesto al del modelo enviado de Irigla-
terra; contrario a todas las máxiinas del derecho marItimo
que esta potencia ha sostenido con las armas, y como era
conveniente t una nacion que empezala a teller existen-
cia: se asignaron franquicias en favor de las mercancias
y 1)nques no solo mejicanos, sino de las demãs repablicas
bispanoamericanas, y se reservO la nacion mejicana el
derecho de conceder ventajas a Espaa, cuando esta p0-
tencia reconociese la independeucia. Las condiciones jus-
tas cj ue los comisionados mejicanos querian en el tratado,
no podiau convenir al gobierno ingles que anhelaba al .
-canzrlsvetjmyoparubeln.
Entre tauto la marcha de la cosa piib1ica empezaba
A ir favorablemente, aunque los partidos trabajaban Se-
cretaineute para sobreponerse cada uno de ellos a su con-
trario. Sin embargo, los pueblos veian que el Orden no
se alteraha, y la gente honrada y laboriosa estaba conten-
ta, porque podia entregarse sin temor al fomento de su
comercio, de su industria y de la agricultura. Tambieii
el importante ramo de la minerla que liabia decaido coii-
siderablemente desde la prilnera revoluciou de 1810, se
liallaba en via de recibir un impulso poderoso. Reconoci-
da la independencia por la Gran-Bretafla y establecidas
las relaciones entre arn.bas potencias, los capitalistas de
Inglaterra empezaron a dirigir sus miras al vasto campo
de las especulaciones que Méjico les presenta'ba, siendo
uno de los ramos que mas liamaba su atencion, la explo-
tacion de sus ricas minas. Eutouces se pudo lievar a efec-
ToMo XI. 77
610 HISTORIA. DR MEJICO.

to la compaliIa para habilitacion de éstas, que Don Lucas


Alarnan habia formado en Paris, en Marzo de 1822,
cuando terniinadas las sesiones extraordinarias de las cór-
tes, se marchO do Madrid a Francia. Hombre amante del
desarrollo de la riqueza de su patria, empezO A solicitar
fondos para la habilitacion do la mina, conocida con el
noml)re de Cata, en Guanajuato, cuya grail bonanza
principios del siglo xviii, hizo ricos a sus abuelos, y en
1825. la que su casa tenia una parte considerable.
Dado el paso, y calculando que en LOndres seria mas fa-
cii conseguir los fondos, diO el encargo a D. Francisco de
Borja Migoni, amigo suyo, que se hallaba en aquella ciu-
dad. y que, como hemos visto, fué el encargado de nego-
ciar el primero do los empréstitos. Poca esperanza liego
A tener bien pronto Don Lucas Alaman do obtener los
solicitados fondos, segun las noticias quo Migoni le ha-
bia dado, cuando se presentO en la casa que liabitaba,
Mr. Andriel, con una carta del sabio baron D. Alejandro
do Humboldt para D. Lii.cas Alanian, clonde recomenda-
ba A éste quo these al recome.ndado los informes quo le
pidiera para las empresas que proyectaba formar en Mëji-
cc. Despues do haber hablado largamente Mr. Andriel
respecto de ellas, y encontrándolas el Sr. Alaman dema-
siado iinaginarias, le dijo quo, en su concepto, la mejor
especulacion que se podia hacer era desaguar las minas
anegadas durante la guerra. La idea le pareciO buena a
Mr. Andriel; pero no contando este con todo para el ob-
jeto, se tratO de formar, por sus relaciones, una compania
por acciones con un milTon doscientos mil duros, a que se
diO el nombre de compafiIa Franco-mejicana. Como los
CAPITULO XI. bil
franceseS eran poco aficionados a especulaciofles distan-
tes, se procurO colocar una parte de las acciones en In—
glaterra, cuyo encargo dió D. Lucas Alaman a los seño-
res Hullett hermanos y compafiIa, con quienes entrO en
comunicacion por medio de D. José Maria del Barrio que
estaba entonces en Paris, y que inas tarde fuO ministro de
Guatemala en Méjico donde se radicO y muriO. Los seño-
res Hullett creyerou necesario trasladar todo el negocio a
Inglaterra, y teniendo D. Lucas Alaman que volver a MO-
jico, dejO su poder a D. Vicente Gonzalez Arnao, célebre
abogado español que se hallaba en Francia por haber sido
consejero de Estado de José Bonaparte. El capital primi-
tivo fué de millon y medio. de duros, que despues se as-
cendiO a seis millones. Siguiendo este ejemplo, se formO
la compafifa Anglo-mejicana con igual capital, y despues
otras varias no solo en Inglaterra sino tambien en Ale-
mania. Asi el conocimiento casual de Mr. Andriel por
una carta de breves renglones del baron de Humboldt a
Don Lucas Alaman, fueron el origen de ese torrente de
duros que fué a dar vida a las minas mejicanas que se, ha-
liaban en la mayor decadencia.
1825. A las lisonjeras esperanzas de prosperidad
que la nacion concibiO en el ramo de mineria, se agregO
otra no menos haagueña de poder formar una marina de
guerra que hiciese rendir al castillo de San Juan de Ulua,
ünico punto del pais ocupado por las fuerzas espaiiolas.
El riavio de guerra español <Asia, mandado por el bri-
gadier D. Roque de Guruceta, y el bergantin <Constau—
te,> lograron salir del Callao cuando aquella plaza se
entregO a las fuerzas unidas de Colombia y del Peru. In-
612 HISTORIA DE MEJICO. MR
mediatarnente se dirigieron hácia Manila ; pero cuando
se hallaban en las aguas de Filipinas, se suble'varon las
tripulaciones, prendieron a los cornandantes y a la oficia-
lidad, y marchando hacia las costas mejicanas, liegaron
al puerto de Acapulco, donde dieron fondo, haciendo en-
trega de los bnques a condicion de que se les pagase lo
que se les debia por sueldos 'encidos. En junta de minis-
tros y generales se tratO en Mejico sobre lo que seria con-
veniente hacer respecto del navIo <Asia, y el general
Negrete, marino de profesion, propuso que. sacándose to-
do lo que podia ser ütil, se echase el casco a pique, sino
podia venderse por madera, porque seria inütil en Vera-
cruz, a donde se trataba de en-viarlo. JuzgO que se alcan-
zarian mejores resultados comprando corletas nuevas y
buques menores en los Estados-Lnidos con Ia suma que
se habia de gastar en componer el navIo Asia, que en ha-
cer que este pasase a. Veracruz, y lo mismo opinO el mi-
nistro de relaciones D. Lucas Alaman. No podia ser mas
juicioso el voto; pero fué desestimado, porque se atribuyO
it que. eran borbonistas. La resollucion, pues, que se tomO
tue que el na'vIo hiciese su viaje a Veracruz, lievando de
paso a. Panamd a los plenipotenciarios que, en representa-
cion de la repüblica mejicana habian de asistir al con-
greso de todas las otras que habian sido colonias espa-
fiolas, convocado por Bolivar para aquella ciudad. Esto
lisonjeaba la vanidad de D. Guadalupe Victoria. En con-
secuencia de esa determinacion, se completO la gente de
la dotacion del na'vio con tropa de infanterla, y babiendo
sido compietamete carenado en Valparaiso, diO la vuelta
al cabo de Hornos, gastandose en todo esto, incluso los
CAPITULO XT. 613
sueldos atrasados de los marinos espanoles, mas de un
muon de duros, no ilegando despues a servir de otra cosa
pie de ponton en Veracruz para encerrar a varios presos
politicos, acabando por irse a pique, podrido el casco. El
viaje se hizo bajo el mando del capitan de navlo D. José
Maria Tosta.
Aunque D. Guadalupe Victoria habia conservado en el
ininisterio a los mismos individuos que lo formaban antes
de que hubiese sido nombrado presidente, sin embargo,
no estaba bien con el ministro de la guerra D. Manuel
Mier y Teran, a quien miraba con antipatia descie la epo-
ca de la insurreccion, en que se habia burlado de el por-
que dejO su nombre por el de Guadalupe Victoria, para
simbolizar la causa de la lucha y el triunfo de ella. Para
separarle del ministerio de una manera disimulada, le co-
misionO desde el principio del aflo para que fuese a reco-
nocer los puntos que debian fortificarse en el Estado de
Veracruz, para el caso de una invasion, y fué nombrado
en su lugar P. Manuel Gomez Pedraza. Concluida su
comision, D. Manuel Mier y Terán volviO a desempeflar
el empleo de director de artillerIa que se le habia confe-
rido por el Poder ejecutivo en el gobierno anterior; pero
ni auu aqul le dejO permanecer P. Guadalupe Victoria,
lievado de su resentimiento. Para separarle de este pues-
to, como le liabia separado del minsterio, se le confiriO la
comision de ir a demarcar la frontera del North con los
Estados-Unidos, no estando todavIa liecho el tratado que
confirmaba el de Onis. Esta expedicion se dispuso a mu-.
cha costa, pues entonces el dinero de los empréstitos daba
para todo. El general D. Manuel Miery Terãn, conociendo
614 HISTORIA. DE MEJICO.

perfectamente ci espiritu con que se le mandaba, le dijo


a su amigo D. Lucas Alaman: 'Quitarme del ministerio
de la guerra le ha costado a la nacion mas de veinte mu
duros gastados en el reconocimiento del Estado de Vera-
cruz, y separarme de la direccion de artilleria va a cos-
tarle mas de sesenta mu, tan sin fruto lo uno coino lo
otro, por no atreverse Victoria a decirnie francamente que
no me quiere en ninguna parte..'i
1825. Par el mismo tiempo cjue el general Ter.n
fué separado de la manera refeida del ministerio de la
guerra y entrO a sucederle D. Manuel Gomez Pedraza,
trabaj aba por entrar en ci gabinete D. Miguel Ramos
Arizpe, quien no habiendo sido reelegido para el congre-
so constitucional que se reuniO ci L° de Enero de 1825,
anhelaba reemplazar en la cartera de justicia a D. Pablo
de la Liave que desealia retirarse. No pudo conseguirlo por
entonces, a causa de la oposicion del mninistro de relacio-
nes D. Liicas Alaman y del de hacienda D. José Igna-
cio Esteva; pero contentandose con entrar de cualquiera
manera que fuese, hizo que se le nombrase oficial mayor.
Por este medio puede decirse que iIegO d ser ci verdadero
ministro, aun antes de tener este nombramienlo que Se le
diO a fin de aflo, Jior haberse retirado D. Pablo de la Lia-
ye. Pronto se unieron, por estrecha amistad D. Miguel
Ramos Arizpe y D. Ignacio Esteva, y ambos, de acuerdo
con D. Manuel Gomez Pedraza, trataron de remover al
ministro de relaciones D. Lucas Alaman, contra quien
trabajaban otras muchas personas de las que rodeaban al
presidente D. Guadalupe Victoria y que influian en su
ánimo. En consecuencia de esa trama, el señor Alaman
CAPiTULO XI.

liizo diiniion de su puesto, que entrO a ocuparlo provi-


sionalflleflte D. Manuel Gomez Pedraza, hasta que fuó
nombrado D. Sebastian Carnach o.
Poco tiempo antes de que se hubieran operado estos
cambios en el ministerio, se recibiO la noticia de no ha-
ber sido aprobaclo por el gobierno ingles el tratado de co-
mercio y navegacion de la manera que lo ha'bian propues-
to D. Licas Alaman y el general 'Ferãn, siendo minis-
tros, que era el con'veniente a los intereses de Méjico. La
Gran-l3retaiia queria uno a. su entera satisfaccion, y pa-
ra hacer que se adoptae el modelo que habia rernitido,
enviO a. uno de sus mas hãhiles diplomzIticos, Sr. Morrier,
que se habia distinguido en una comision delicada en
Persia.
El diplornãtico ingles obtuvo que el tratado se celehra-
se en LOndres. El presidente D. Guadalupe Victoria, co-
misionO con este obj eto al nuevo ministro de relaciones
D. Sebastian Camacho. Era este un abogado jOven, ins-
truido en su carrera y de honrada farnilia, aunque de lao-
desta posicion, Pero sin los necesarios coriocimientos en
los neoocios diplornãticos ni de hacienda v desconocido en
la alta clase de la sociedad. Su viaje a Inglaterra, como
coinisionado Para el arreglo del tratado, pudo considerar-
se como una especie de satisfaccion cjue se daba al go-
1)ierflO de la Gran-Bretafla, por no haber cedido a. sus pri-
meras disposiciones. Camacho convino en todo cuanto le
propuso el gobierno ingles: en el tratado so estableciO la
reciprocidad donde era imposible cjue la hubiera, y con
ella y la perpetuidacl del rnism.o tratado, se privO a. Méji-
co de tener una marina mereante y un coiuercio marfti-
()1) 11STOR1A DE MEJICO.

mo nacional. (1) Durante la ausencia de D. Sebastian


1825. Camacho en el desempeflo do su conhision,
estuvo ocupando la cartera do relaciones, el abogado Don
Juan Espinosa de los Monteros, autor del '<Aeta de Inde-
pendencia,>> que ci lector recordarã, y a quien Victoria
nziiraba con sumo respeto. L pesar de haber sido sus con-
sejos altamente desacertados a Iturbide, como lo fueron
despues para el mismo Victoria.
Aunque el cambio en el ministerio hizo temer a las
personas pensadoras que los nuevos ministros no obrasen
con el acierto que los que habian dejado sus carteras, sin
embargo abrigaban la esperauza de que siguieran los mis-
mos pasos y que la paz liegase á consolidarse de una ma-
nera estable. Hasta entonces, ningun movimiento revo-
lucionario. se habia operado desde que Victoria subió al
poder, y no se habian escuchado mas estruendo de armas
en todos los árnbitos del pals, que el que de vez en cuan-
do se dejaba oir en la plaza de Veracruz contra el casti-
Ilo de San Juan de lJlua y el do las bombas que la guar-
ilicion de este empezO it enviar sobre la ciudad desde ci
mes de Setiembre de 1825. El general D. Francisco Le-
maur que mandaba en el castillo, hacia quo de vez en
cuando se lanzasen aquellos proyectiles, sin c1ue so pueda
comprender el motivo pie para ello tenia y sin. otro re-
sultado quo la destruccion do inuchos edificios, la mayor
parte pertenecientes a espafloles, pues el comercio perte-

(1) Sufre un error D. José Maria Tornel al decir en sit Resefia histOrica,
p(-. 33, pie el tratado no 11eg5 (t celebrarse. Zavala, lierfeetamente instruido
en ose asunto, asegura lo contrario.
CAPITULO XI. 617
necia en gran parte a estos, causando, en consecuencia,
mas daflo a sus pacificos cornpatriotas que a la guarnicion
mejicana. SucediO en el mando a Leinaur, el brigadier
D. José Coppinger, cubano, hombre de valor y de senti—
mientos caballerescos, inuy apreciado en el ejército espa-
fbi. El presidente D. Guadalupe Victoria habia conferido
el man-do del Estado de Veracruz al general D. A.Eguel Bar-
ragan, que fué nombrado tambien gobernador del irnsrno. y
se manifestaba surnamente activo en sus disposiciones miii-
tares. Por ese tieinpo ilegaron a la reptblica mejicana los
buques de guerra comprados en luglaterra con el dinero
del empréstito, mandados por oficiales ingleses y norte—
americanos. Formada asi una escuadrilla, so estableciO
con ella el bloqueo del castillo, para impedir que recibiese
viveres de la Habana, que es de donde se le enviaban. El
mando de la escuadrilla se le dió al capitan de navio Don
Pedro Saenz de Baranda, nativo de Yucatan. Cortadas de
esta manera las comunicaciones del castillo, cuya guar-
nicion so componia de cuatrocientos hombres, einpezaron
bien pronto a escasear las provisiones de boca, careciendo
absolutamente do legumbres y de vIveres frescos. La pro-
longacion del bloqueo hacia que aun los escasos comesti-
bles viejos con que se ahmental)a la tropa, empeorasen
de condicion y que faeran en aurnento las enfermedades
epidétnicas de la guarnicion en aquel clima insalul)re y
mortifero. La rendicion del castillo tenia indefectible-
monte quo verificarse, si no era prontamente socorrido
por el capitan general de la Habana.
1825. El presidente Don Guadalupe Victoria, en
estas circuustancias que se presentaban favorables a las
ToMoXI.
618 HISTORIA DR MEJICO.

armas inejicanas, cornisionO al ministro de hacienda Doti


Ignacio Esteva para que fuese a activar las operacione
del hloqueo, deseando, se-:Y- han imagin ado algunos,
que la gloria do la rondicion '7' del castillo que se conside
raba segura. recayese en él, quitando una parte do aque-
ha al general Barragan a quien, sin duda aiguna, le per_
tenecia. Entre tanto los buques españoles quo conducian
el relevo de la guarnicion v los viveres de que esta care-
cia 7 so presentaron a la vista. Pronto, sin enibargo, se
conveuciO el jefe que los mandaba, quo era irnposil)le SO-
correr ci castfllo. El capitan general de Ia isla de Cuba,
Vives, no tuvo en cuenta la fuerza con que contaba Ia
esciiarlrilla qu bloqueaha el castillo, y juzgando el que
iba con los auxilios, quo la suva no era competente para
atacarla, re ,rresO a. la Habana sin liaber podido intentar
nada en favor do los bloqueados. Viéndose D. José Cop-
pinr sin vIveres, con toda la guarnicion enferma y sin
esporauza do socorro, tuvo precision de capitular. Con
efecto: el dia 18 de Noviembre do 1823. firrnO una capi-
tulacion honrosa. (1) En virtud do ella, la guarnicion es-
pailola saliO con los honores de la guerra, siendo condu-
cida a. la Habana a. expensas del gobierno inejicano, y
dejando a. este la artilleria. municiones do guerra y arma-
mento que en ci castillo habia. El mismo dia 18 ocuparon
este las tropas mejicanas, y el pabellon de las tres garan-

(1) Sufre una equivocacion el general D. José Maria Tornel al asentar en


su ap?eeiahle Resena histriea. que los inejicanos oeupziron el castillo ci 15 do
Setienbre, pues todjs los doaurueutos oficiales patentizan quo fué ci 18 do
Novierubre.
CAPITCLO XI. 319
tias se viO flamear en el Anico punto de la repüblica en
que babia permanecido el poder de la antigua inetrOpoli.
La noticia de la capitulacion, llenO de indescriptible re-
gocijo a todos los mejicanos, y la bandera espafiola que
habia tremolado en el castillo, fué colocada con la mayor
solennidad, como trofeo de guerra, en el venerado san-
tuario de la Virgen de Guadalupe, a una legua de la ca-
pital, el dia 12 de Diciembre. ei cuu dia se ceL"bra la
notable fiesta de su aparicion.
Todo parecia favorecer la marcia del pals iiáeia la
prosperidad y la eonsolidaeion de la paz interior. Los
masones escoceses que hahian sido contrarios a la elee-
cion de 1). Guadalupe Victoria, no solo le protestaron,
por medio de una comision su obediencia, desde quo fnO
elevado . la silla presidencial, sino que le hicicron saber
que estahan dispuestos a sostenerle, puesto que por mi-
nisterio de la ley habia recaiclo ell la direccion de los
destinos de la patria. Victoria recibiO las protestas de la
comision con manifestaciones de aprecio, pero, en su in-
terior, no las creyO sinceras. Seria muy aventurado asen-
tar Si esas protestas habian sido O no sinceras; pero en lo
que si no hay duda es en que aquella sociedad, despues
de la caida de Iturbide y formacion del congreso consti-
tucional habia ido disminuyendo de importancia, y es de
creerse que se habria extinguido por Si uiisma, Si Victo-
ria, ell de desconfiar de sus promesas, hubiese obrado
COflLO Si creyese en ellas. Pero una circunstancia 'vino a.
que se aumentasen los recelos del primer magistrado de la
repiiblica respecto de las logias escocesas. Habia ilegado
A Méjico a. prixicipio del año, con el carácter de ministro
IM
2O HISTORIA DE MEJICO.

plenipotenciario del gobierno de los Estados-Unidos, el


Sr. B. Joel Poinsett, natural de la Carolina del Sur, horn-
1825. bre de capacidad, de instruccion y de finos
modales, pero de espiritu inquieto y sagaz. Poinsett ha-
bia sido designado por el ministro de España en Was-
hington, D. Luis de Onis, cuando daba inforines al virey
Venegas de lo que en aquella repüblica se hacia en favor
del movimiento de independencia liecho por el cura Hi-
dalgo como uno do los agentes destinados por el gobier-
no notte-arnericano, para propagar el fuego de la revolu-
cion en contra del golnerno español. Hecha la indepen-
dencia por Iturbide, Poinsett visitO el pals en 1822. y de
regreso a los Estados-TJnidos, publicO una obra con el ti-
tub de Xotcts subie JI/ico. Habia viaj ado por varios pun
tos de Europa asi corno por la America del Sur, y en las
sangrientas guerras civiles que se promovieron en la re-
piblica de Chile, tomO hastante parte, adhiriCndose al
partido de los hermanos Carreras. Nombrado, como he di-
Clio, ininistro p' el gohierno do los Estados-Unidos, cerca
del de Méjico, fuC causa del estableciiniento de una flue-
va masonerla que, poniendose en pugna con la antigua,
hizo que esta tomase nuevo vigor y que se establecie-
se entre ellas una rivalidad que debia producir funestos
resultados para el pals. Las logias escocesas parecia, con
efecto, que habian aceptado de buena fe el gobierno do
Victoria; pero a este sin embargo se le persuadiO por los
que le rodeaban, que los miembros de aquellas sociedades
trabajaban sin descauso por el triunfo de sus ideas politi-
cas, y que, para contrarestar su influjo era preciso opo-
nerles otra asociacion de la misma especie. Se dijo por
CAPITULO Xl. 621
algun tlelTflpO que la que se intentO eStal)leCer con-el nom-
bre de <EI Aguila Negra, fornentO la idea un habanero,
liamado Chaves, que habia sido lego belemita; pero esa
aseveracion quedo completamente desmentida despues. La
ilegada de Poinsett, cuyas ideas eran conocidas, animO
los que anlielahan oponer a las logias escocesas otras que
sirviesen A sus luiras poilticas. D. Lorenzo Zavala y Don
Jose Maria Alpuche, cura de Cunduacan, en Tabasco, que
desempeflaba ci empleo de senador y que, separados de
los escoceses a quienes habian pertenecido, liabian traba-
jado por formar una masoneria diversa, fueron los prime-
ros que confiaron il Poinsett su proyecto. El ministro nor-
te-americano les aplaudiO la idea, y les ofreciO incorpo-
rar, en ci rito de York, que se hallaba preponderante en
los Estados-Unidos. Con el fin de que la nueva lOgia,
opuesta i la escocesa, adquiriese un poder superior áesta,
y sus doctrinas se extendiesen r'tpidamente, dispusieron
establecerla, poniOndola bajo el amparo del gobierno, cu-
ya proteccion no dudaban alcanzar. Habiéndose unido a
ellos el eclesiãstico D. Miguel Ramos Arizpe, el logro del
objeto era seguro, pues Alpuche, por su catheter sacerdo-
tal, disfrutaba de notable prestigio en la cãmara de sena-
dores t que pertenecia, y Don Miguel Ramos Arizpe
que se haflaba de oficial mayor del ministerio de justi-
cia y era un defensor ardiente del sistema federal, mo-
1825. veria todos los resortes que fuesen necesa-
rios. Presentado el proyecto al presideute D. Guadalu-
pe, Victoria, éste. consuitO con sus ministros; y aunque
el de relaciones Don Sebastian Carnacho hizo algunas oh-
servaciones manifestándose opuesto al establecimiento de
322 HISTORIA. DE MEJICO.

nue'vas lOgias, se declararon en favor, corno era de espe-.


rarse, D. Miguel Ramos Arizpe v D. José Ignacio Esteva
que participaba entouces do las misinas ideas. Victoria
que no seguia otra opinion quo la de su ministro de ha-
cienda, Esteva, aceptó el proyecto, sin prever las funes-
tas consecuencias quo podrian sobrevenir a la nacion de
Ia lucha de principios que debian surgir (le las opuestas
masonerias. El ministro norte-americano Poinsett, coino
antiguo mason del rito de York, r(- rularizO la nueva see-
ta, y él mismo hizo la consagracion del templo y la aper-
tura de la gran lOgia. Pronto siguieron abriéndose otras
do la misma secta. y en el mes de Aosto do 1825 se
hallaban establecidas ya cinco lOgias yorkinas.
El ministro de hacienda 1). José lgnacio EstOva fué
nombrado gran maestro de la sociedad, y D. Miguel Ra-
mos Arizpe llego zi ser nombrado venerable de otra. El
niimero de adictos la secta yorkina fué creciendo con
rapidez admirable al verla favorecida por ci gobierno, y
al frente de ella al ministro do hacienda quo tenia a su
disposicion todos los fondos de los empréstitos. Este era
un poderoso aliciente para los hombres quo 'viven do Ia po-
utica, y asj es que se afiliaron en aquella sociedad todos
los que pretendian empleos, los que aspirahan a ser elegi-
dos cliputados para tener tres mil duros do sueldo, todos
los que querian librarse de alguna persecucion O de res-
ponsabilidad en el inanejo de los intereses piib1icos, y en
fin, cuantos anhelaban liegar a desempeflar algun cargo
productivo. Muchos individuos del rito escocés, seduci-
dos por las venta.jas que a la ambicion de medrar ofrecia
la nueva secta, entraron en las lOgias yorkinas, revelando
CAPITULO xi. 623
los secretos de aquellas t que habian pertenecido, v lo
mismo hicieron los iturbidistas, enemigos constautes de
los escoceses.
Las logias escocesas, por su parte, al 'ver a sus contra-
rios politicos trabajar con actividad, se esforzaron en dar
vida a las suyas y en anmeutar el niimero do prosiitos.
Los eleinentos de discordia quo algunos habian juzgado
extinguidos, cobraron de repente toda su. fuerza, y la
gente peusadora del pals, la que vivia de su industria, do
su cornercio de la a(-ricultura. de la minerIa y del traba-
jo, mirO en las tenebrosas juntas a quo se entregal)afl los
dos partidos opuestos, la fuente de interminables males
1)ara la patria.
Asi terininO el ailo de 1823 y ernpezO ci do 1820.
1826. El 1)artido centralista 6 escocés y ci federalista 6
vorkino, continual)an trabajando por auinentar el nürnero
de sus partidarios. Pertenecia al primero ci vice-presidente
D. Nicolás Bravo, -v ficruraba en el sec 'undo, comb principal
caudillo, ci general D. Vicente Guerrero. Ambos habian
figurad.o en la primera epoca de la gurra de la indepen-
d.eucia, y ambos teuian considerables adictos. La actividad
ile las lOgias fué creciendo a. medida que s aproximaba la
ëpoca do las elecciones do diputados y de la mitail del Se-
nado, c1 ue debian efectuarse a. fines del aflo de 1826. Cada
partido hal)ia puesto en juego toclos los meclios do quo po-
dia disponer, Para alcanzar ci triunfo, y tenia su Organo
on lit prensa Para quo extendiera sus doctrinas. El parti-
(-10 escocés contaba con ci periOdico intitulado <<El Sol,i> y
cl yorkino, con ci KKCorreo de la Federacion.>> Las mas
insignificantes cuestiones se trataban en esas puhuicacio-
624 HISTORIA DE MEJICO.

nes, con una aeritud V un encono bãcia sus contrarios,


que hacian presagiar terribles males.
En esta agitacion transcurrian los meses, exaItindose
mas y mas las pasiories. Por fortuna para la nacion, en
rnedio de esos preparativos para la lucha electoral, no
lIegO a efectuarse durante el aflo, ningun moviiuiento re-
volucionario i mano armada, y la sociedad pacifica y la-
boriosa pudo continuar entregada al fomento de sus di-
versas negociaciones.
AsI fué acerc1ndose el fin del año de 1826, con impa-
ciencia esperado por los yorkinos y escoceses para 'ver -
quien alcanzaba ci triunfo en las elecciones. Liegado ci
momento de obrar, cada partido procurO quedar vencedor,
sin detenerse en los inedios para couseguirlo. Aquello,
mas que elecciones, pudiera liamarse asalto a los puestos.
En casi todos los Estados triunfaron los vorkinos; y solo
en algunos, como el de Veracruz, ilegaron los escoceses
t conservar su influencia. Por lo que hace al Estado de
Méjico, la victoria fué igualmente de los primeros, como
era de esperarse, considerando ci influjo que debian ejer-
cer ci ministro de hacienda I). Jose' Ignacio Esteva, que
era gran rnaestre de la logia yorkina, y D. Miguel Ra-
mos Arizpe que figuraha de gran venerable.
1827. Fatal debia ser para la nacion que los
hombres que se hailaban al frente del poder se manifesta-
sen dispuestos de esa manera marcada a favorecer a un
partido, poniOndose en pugna con el otro. El gobernante,
at empuñar ci tirnon del Estado, no debe pertenecer a
ningun partido, sino é la nacion eutera, por muchas que
sean las opiiiiones en que difi.eran sus habitantes. Al su-
CAPITULO XL 625
bir al poder por la opinion nacional, debe dejar a hi puer-
ta sus opiniones particulares de partido qua como indivi-
duo de una fraccion politica tenia, para qua su gohierno
sea protector de la sociedad entera, y prerniando el me-
rito de los ciudadanos, sin distincion de color politico,
hacer apreciable su administracion con su justicia unida
la equidad.
En medio do la agitacion de los partidos politicos y del
disgusto qua sentia la sociedad por el desOrden causado
por las elecciones, no menos qua por el desbordamiento
de una parte do la prensa quo daba a luz producciones
qua herian los sentimientos religiosos de la rnayoria de
la sociedad, llego a verificarse un acontecimiento ines-
perado.
Dos religiosos espailoles, de acuerdo con unos pocos in-
dividuos de su misma nacionalidad, interpetiando mal
las quejas qua an el seno de la amistad manifestaba con-
tra el gobierno la clase pacifica, juzgaron qua seria fa-
cii restablecer ci pasado Orden do cosas vireinal, imagi-
nandose qua encontraria la idea muchos adictos entre los
1827. jefes del ejCrcito mejicano. Acariciado ci pen-
samiento, resolvieron ganar la voluntad de los mas nota-
bles, sin contar con otra cosa para conseguirlo, quo con
liamarles la atencion sobre at estado de inquietud on qua
se hallalia el pais. La concepcion no podia estar inenos
de acuerdo con el recto juicio, y por ella sola so deduce
qua los quo la aceptaron como realizable, tenian de can-
dorosos todo lo qua carecian de capacidad.
Convenido entre ellos ci intentar quo entrasen an ci
proyecto los jefes mejicanos de mas importancia, solieitO
ToMo XI. 79
026 HISTORIA. DR MEJICO.

el padre Fray Joaquin Arenas, el dia 19 de Enero, tener


I
una entre'vista con el comandante general de Méjico Don
Ignacio Mora. El padre Arenas era dieguino; pero su con-
ducta pasada no habia sido de las que mas corresponden
a un sacerdote. Haldendo estado de capellan en las corn-
paflias presidiales de Chihuahua, le en-66 preso 6, Me-
jico, por faitas graves, antes de haberse efectuado la in-
depeiidencia del pals, ci oliispo de Durango, marques de
Castafuiza: terminado el tiempo de su arresto, volviO
1)urango, hecha ya la independencia, con efectos de co-
mercio, en compaflia de la modista baronesa que hizo los
trajes imperiales para la coronacion de Iturbide; y en los
momentos en que concibiO la ilusoria idea de la posibi-
lidad de que el pals volviese a su pasada dependencia,
persuadiendo a los jefes mejicanos A que lo hicieran, te-
ha en MCjico una fâbrica de moneda falsa, disimulada
con el nombre de fábrica de jabon, cerca de la capilla de
la Candelarita.
Concedida irimediatarnente la audiencia por D. Tgnacio
Mora ciue habia sido coronel veterano en el ejército rea-
lista, el padre Arenas le expuso, con la mayor franqueza,
el proyecto concebido, y le invitO a que entrase en ci
plan. Sin haber procurado antes conocer Ia manera do
pensar del liombre d quien confiaba su secreto, le dijo
que, como militar de honor y antiguo servidor del rey, no
menos que como amante del Orden y hienestar de su pa-
tria, clebia proteger el pensamiento, a fin de que el pals
volviera a ser gobernado por los mouarcas espafuoles; que
existia en la repüblica un comisionado rOgio, enviado Se-
cretamente por la corte de Madrid, y que el plan contaba

I
CAPITULO XI. 627
ya con un nümero considerable de adictos do todas las
clases de la sociedad, porque veian levantar la cabeza a
la impiedad, amenazando destruir la religion catOlica, y a
una parte de la prensa derramando ideas altamente irre-
ligiosas y contrarias it la moral de los pueblos; que estos,
victimas de las revueltas y de la lucha que se hacian los
partidos, se hallaban desengaflados de que no podria es-
tablecerse un gobierno estable de órden, y c jue si se de-
jaba por algun tiempo mas marchar a la nacion por don—
de la dirigian los que empuñaban la nave del Estado,
caeria en el alismo de la anarquia y de la disolucion
social, de donde seria imposibie sacarla.
1827. El comandante general D. Ignacio Mora,
escuchO con la mayor atencion todo lo que ci sacerdote
expuso; y fingiendo dar oidos (t sus proposiciones, le citO
para otra entrevista, diciéudole que era preciso meditar
detenidameute, pues el asunto lo exigia asI por su impor-
tancia y gravedad. No ijien se despidiO ci padre Arenas
Reno de lisonjeras esperanzas, cuando el general Mora
puso en conocimniento del presidente y sus mninistros lo
que se le acahaba de comunicar. Reunid.os éstos en junta
para ver las providencias que seria conveniente tomar,
acordaron nombrar cuatro testigos que, ocul&tndose en
una pieza inmediata a donde se tuviese la segunda confe-
rencia, pudiesen escuchar las proposiciones del padre Are-
nas, y suministrasen las pruebas suficientes para la for-
macion de la causa. Al dia siguiente, 20 de Enero, se
presentO ci referido religioso en ci salon a que habia que-
dado citado ci dia anterior, y recibido por Mora con afa-
bilidad, le preguntO si estaba resuelto a fa'voreccr el plan
II
628 HISTORIA. DE MEJICO.

concebido. El general Mora tocO la cuestion con tino, de


inanera qu.e su interlocutor volviese t repetir todo lo que
en la entrevista anterior le habia expuesto. No sospechan_
do ni remotamente el padre Arenas que se le habia tenth-.
do un lazo en que se pretendia hacerle caer, manifesto
que el plan liabia sido formado por la corte de Madrid;
que el comisionado régio enviado por ella y que, COmO
habia dicho, residia en el pals, habia logrado disponer los
ánimos en favor de la causa del soberano, y que varias
personas de las inas respetables de la sociedad estaban de
acuerdo con el proyecto. Mora le preguntO quiënes eran
esas personas; pero el religioso contestO pie no le revela-
na sus nombres sino despues de que se hubiese ligado,
con juramento, a proteger el plan que le proponia. 11a-
biendo continuado la conferencia por un gran rato, en que
Arenas siguiO exponiendo todo lo mas iinportaute, salie-
ron de rep ente los testigos del sitio en que habian estado
ocultos, y le afearon su conducta de querer alterar el Or-
den establecido. El. padre Arenas se manifestO indignado
de haher sido traicionado, y no tratO de dar disculpa nm-
gina. Conducido preso, se le tomaron las declaraciones,
y por la instruccion de la sumaria resultO complicado en
la conspiracion, un religioso dominico liamado Fr. Fran -
cisco Martinez, que se decia ser comisionado régio, su.
escribiente D. Manuel Segura, los padres Hidalgo y Tor-
res, un religioso apellidado Amat, y un vecino de Puebla
cuyo apellido era David. La conspiracion, considerada con
iinparcialidad, era, como dice con mucho acierto el his-
toriador mejicano D. Lucas Alaman, <<un verdadero acto
de deinencia, pues los conspiradores no contaban con me-
CAPiTtLO XI. 629
dios algunos de ejecucion, y para hallar complices, ha-
bian tenido que empezar buscindolos entre los principa-
1827. Jes empleados del mismo gobierno. Con efec-
to; nada dernuestra de una nianera mas patente i jue en el
plan proyectado no podia existir niugun hombre de im-
portancia, ni comisionado régio, ni nada que indicase que
era dirigido pc' r una inano siquiera inedianamente dies-
tra, como el haberse presentado el padre Arenas a in-
vitar at comandaute general de la inanera poco cauta
que to hizo, sin mas antecedente que la de haber ser-
vido en el ejército realista, a que protegiese el proyecto,
declarándole, en la priluera entrevista, el pensamiento
concebido. Si hubiera habido realmente un comisiona-
do régio, enviado por la corte de Madrid, en quien se
debian suponer el talento, el tacto y la sagacidad ne-
cesaria para manejar mi asuuto de aquella importancia
y gravedad, es seguro que el individuo a quien se hu-
biera nombrado para descubrir si se podia contar con la
cooperacion del distinguido jefe mejicano, hubiese sido
de mas prudencia y mejor relacionado en la buena socie-
dad que el padre Arenas, cuyos autecedeutes no le eran
muy favorables. Hombre de lirnitada capacidad, conio los
que se asociaron a el, diO crédito a la voz que alguno hi-
zo circular secretamente de que habia ilegado a la repü-
Mica mi comisionado régio, y juzgando de la opinion ge-
neral de los pueblos, por la de algunos de los individuos
del corto circulo que trataba, que dabau por imposible que
se constituyera un gobierno benéfico, cuando las pasiones
de partido iban en escala ascendente, creyO, en su falta de
buen criterio y en la alucinacion de su idea, que seria
030 HISTORIA DE MEJICO.

aceptado el plan por los principales jefes mejicanos que


habian servido en las filas realistas, sin ver que ellos hi-
cieron la independencia de Méjico, y que no hay hombre
que no prefiera los contratiempos eon su patria libre, que
las 'venturas eon la dependencia de ésta a otra nacion cual-
quiera.
La conspiracion, pues, no habia sido, mirado a. la luz
de la verdad, mas cjue un delirio de unos cuantos ilusos,
que no podia haber pasado do simple deseo de sus sofiado-
res autores, puesto que éstos no contabau ni con inilujo en
la alta sociedad ni en ci pueblo, ni con dinero, ni con
ninguno de los m.edios para realizar la idea. Pero el mi-
nistro de la guerra D. Manuel Goinez Pedraza y ci parti-
do yorkino cjue vieron en ese acontecimiento un inedio
para despojar zt los espaoles do los empleos que ocu-
paban y ani(juilar at mismo tiempo at partido escocés
O centralista, le dieron at hecho una importancia que
estaba rnuy lejos de tener, y se esforzaron en persuadir
que los eseoceses estaban do acuerdo con el plan descu-
bierto. Estos, sin detenerse a. negar una complicidad que
ciertamente no habia, pues amaban la independencia de
la patria, con ci noble ardor con que la aman todos los
mejicanos, negaron la existencia ruism.a de la conspira-
cion; y como ésta, aunque absurda y sin relacion eon na-
die, habia existido, la negacion de su existencia dli) at
partido federalista 0 yorkino una gran ventaja en las acu-
saciones que les hacian il sus contrarios.
El miuistro de la guerra D. Manuel Gomez Pedraza
1827. se propuso realizar con motivo de la conspi-
racion deseubierta, una idea cjue acariciaba. <<Estimulado

0
CAPITULO XI. 631
por el odio que profesaba it los españoles desde que mudO
de partido,> dice D. Lñcas Alainan, tquiso dirigir sus
golpes a mas altos personajes; y en la noche del 22 de
Marzo, diO Orden para prender a los generales Negrete y
Echvarri, haciendo que el prilnero fuese conducido al
castillo de Acapulco, y el segundo al de Perote.> Entre
tanto se iba siguiendo la causa contra los religiosos,
<'ernpleando para penetrar mejor sus secretos..,> dice el
mismo luistoriador antes mencionado, oel reproliado artifi-
cio de pouer en la prision en que estaba el padre Marti-
nez, a un oficial ilamado Velasco, que, fingiendose cOrn-
plice, sirviese de acusador. En todo esto intervenia el
ministro de justicia Ramos Arizpe. que tornO grande em-
peflo en que nada se omitiese para sacar al patibulo it los
reos.
Los dos religiosos Fray Joaquin Arenas y Fray Fran-
cisco Martinez fueron condenados it la pena capital. El
prilnero fuO fusilado cerca del bosque de Chapultepec, a
mano derecha del camino en que este tuerce para Tacu-
baya, tras del puente cjue alli hay, y el segundo, con su
desgraciado escribiente D. Manuel Segura, lo fn6 dentro
de la ciudad. La misma pena de muerte suf'rieron los pa-
dres Hidalgo y Torres, el religioso Amat y el seglar Da-
vid, vec.ino de Puebla, los cuales, coino he dicho, resul-
taron coinplicados en la conspiracion. El padre Fray
Francisco Martinez, muriO sin haber querido descubrir
quiOn fuese el verdadero comisionado regio en concepto
suyo; pero despues se supo que el individuo it quien cre-
yO enviado con aquel cariteter, fuO Don Eugenio Avira-
neta, español, que se habia introducido en la repiiblica
632 HISTORIA DE MEJICO.

desde el aflo de 1823, y Se ocupaba en escribir en ci


periOdico El Yacu:aw Lihic que se putlicaba en Ve-
racruz. Xunca ilego a averiguarse si aquel titulo Ile-6 a
conferirsele realtnente; pero todo hace creer que janias se
le confiriO la referida comision, y que el mismo se diO por
comisionado para hacerse hombre de importancia entre
los que dan crédito a. cuanto se les refiere.
Tambien fué preso en Méjico, por denuncia quo liego
de Puebla a. la capital, el general Don Gregorio Arana,
vizcaino, secretario de Echa.varri, que habia sido antes, en
la expresada ciudad de Puebla, objeto de la persecucion
de D. Manuel Pedraza. Como persona de importancia, se
tratO de sacar de sus declaraciones grandes resultados, y
se le ernpezó a. instruir causa con el mayor empeflo, cuyo
resultado reeriré a. Sn debido tiempo.
1827. Verificadas las ejecuciones referidas , se
renovaron, dice I). Lucas Alaman, olas pretensiones del
despojo de empleos y total expulsion de los espalioles,
queriendo los yorkinos persuadir que todos tenian parte
en el plan del P. Arenas, fomentãndolas los quo espera-
ban ocupar los puestos quo aquellos dejasen: en sus pe-
riOdicos propagaban tales ideas con furor, y para apoyar-
las con hechos, promovieron revoluciones, en una de las
cuales excitada en. Toluca por ci capitan del nümero 6
de eaballeria Guadarrarna, fueron asesiriados el teniente
coronel Elguero y un oficial Gracia, ambos de aquel on-
gen. El gobierno no puso los medios necesarios para re-
primirlas, pareciendo mas bien fomentarlas, (1) y el con-

(1) Pedraza en c Maniflesto que public en Nueva-Orleans. confiesa que


CAPiTULO XI. 633
greso despues de una viva resistencia por los hombres mas
respetables de ambas cãrnaras, dió ci -decreto de 10 de
Mayo de 1827, por ci que se declarO: <eque ningun espa-
ol por nacimiento, podia ejercer cargo ni ernpieo ecle-
siástico, civil ô militar de nombramiento de los poderes
generales,> excepto ci episcopal, hasta que el rev de Es-
pafla reconociese la independencia, dejándoies ci goce de
los sueldos. Fueron entonces destituidos de sus etnplos en
el ejército, Ramiro, Bustillos, Hidalgo, Matiauda, y to—
dos los españoies qu.e en Iguala firinaron ci plan que Ile—
v6 este nombre; Garcia Moreno, que coiubatiO con honor
en la Huerta; Arista, que evitO en Puebla todos los ma-
les que pudo, en la conspiracion deseubierta en los llanos
de Apan; Miota, que despues de haberse distinguido bajo
las banderas reales, liabia prestado tantos servicios a. lit
independencia; Miangolarra, ci primero que liabia repre-
sentado con su regimiento nUmero 11 en favor de un go-
bierno republicano; Batres y D. Eulogio Villa Urrutia,
aunque hijos de padres alnericanos y tan lienos de me-
ritos, de los cuales ci segundo los habia contraido
personaimente, muy distinguidos en la defensa de Vera-
cruz, cuando se rompieron los fuegos por ci castillo, y ci
primero ha muerto despues con honor en Tejas: Cela y
tautos otros que habian servido con edo a. la nueva patria
que habian adoptado, y de quienes se publicO, con aire
de triunfo, una larga lista con un titulo insultante. (1)

el ünico medio que empleó, fué escribir eartas O. los quo Ins suscitaron. sobre
lo quo deben verse Ins Notas> a aquel docurnento pubUcada por Cabrera.
(1) <Ejecucion dejustici en eoviite4 j'bse el nombre deco-
To M o XI. ! \ 8()
RAFAEL GAGA GRMADO
HISTORIA. DR MEJICO.
El partido yorkino, alcanzado su primer objeto que ha-
lila sido el de separar de los empleos a los espafloles,
procurO exaltar las pasiones del pueblo contra todos los
individuos de la misina nacion radicados en el pals pre-
sentándoles como fomentadores de las revoluciones, con el
fin de quo se these una ley de expulsion contra ellos. En
presentarles corno perturbadores del Orden, lievaba Un
objeto politico; el de anicj uilar at partido escocés, a quien
se esforzaba sieinpre en hacerle aparecer como do acuer-
do en miras con los peninsulares. Un nimero crecido de
papeles sueltos, impresos en diversos establecimientos,
salian ñ luz con el objeto do excitar el odio de las masas
contra los espafloles y so hacian circular con profusion
por todos los barrios. El vuilgo, quo en todos los paises,
1827. no conoce la historia, y da crédito a los irn-
l)resos apasionados en quo sus autores han tenido el jute-
rés de desfigurarla, empezO a no ver en los naturales do
Espafia, establecidos en Méjico, mas quo hombres quo
atentaban contra la independencia, y en los hombres quo
gobernaron por tres siglos, otros tantos tiranos que ha—
bian tenido oprimido de cadenas at pueblo, cercado de es-
birros y sin permitirle siquiera exhalar una queja. La
manera con quo presentO at gobierno vireinal y a los es—
panoles el licenciado D. Ignacio Sepüi.veda en la oracion.

yotes 6 gafli-coyotes. a los espailoles en los papeles sueltos que se esparcian


en gran nünero entre el pueblo, tomando uno y otro apodo de una fábula
que tuvo mucha celebridad, en que se representaba a los espaColes como los
coyotes, especie de lobo peculiar de Mijico, persiguiendo (t los mejicanos fl-
,-, urados en las gallinas.
xi.
CAPITELO 635
patriOtica que pronunciO en San Luis Potosi el 16 do Se-
tiembre de ese aflo de 1827, celebrando el aniversario del
grito de independencia dado por el cura Hidalgo en 1810,
puede dar una idea al lector de lo que dirian los papeles
excitantes que se derramaban en el pueblo, y cuyos re-
sultados eran fáciles de prever. ,Me lieno de horror,.
einpieza diciendo el autor en ese discurso, .'y mi alma se
cubre de espanto cuando considero los terribles y funes-
tos efectos que produjeron Ia aml)icion, tirania y despo-
tismo de nuestros bâ.rbaros opresores, mas feroces ann que
tigres y leones hambrientos, y mas inhumanos y desnatu-
ralizados que los Nerones y los (2aligulas. (1) Por donde
quiera que dirijo mis ojos no encuentro mas que los tristes
vestigios de una mano desoladora, y nionumentos peren-
nes de unadominaciou duray cruel.,,) El orador que. cega-
do por la pasion de partido, no acertaba a ver las magnificas
haciendas de campo que por todas partes se presentaban a
la vista del viajero, ya enriquecidas por millares de cabezas
do ganado de tocla especie quo no habia antes do la ida de
los espanoles; ya por la productiva cafia de azücar y del Ca-
fé, quo tainpoco se conocian; ya por las extensas semente-
ras de trigo, arroz, garbanzos, habas, lentejas y otros di-
versos productos agricolos lievados a aquel pals por los pe-
ninsulares; que no descubria, por la preocupacion que le
dominaba, las multiplicadas huertas que ante sus ojos so
descorrian , cubiertas de naranjas, peras, melocotones,

(1) Est-a' iinpresa la oracion patri5tica ci ue doy a conocer. en San Luis Po-
tosi. en la iinprenta del Estado en Palacio. a cargo de D. Ladislao VildOsoIa,
aflo (le 1827.
3G HISTORIA DE MEJICO.

higos, duraznos. ciruelas, dátiles, castaflas, manzanas,


melones, sandias, uvas, alberchigos, aceitunas, fresas, y
otra diversidad de frutas que antes no se conocian en el
pals: quo tampoco conseguia ver, por la misma preocupa.
CLOTh que le embargaba. cubierto el campo en eole, le.-

chugas, zanahorias, coliflor, nabos, cebolla, ajos, toma-.


tes, patatas, ni otra porcion de objetos no menos gratos al
paladar que alimenticios que lievaron los espafloles; que
no obstante tenor delante do su vista notables acueductos
como los quo conducen el agua a Queretaro y la ciudad
do Méjico, populosas ciudades como Méjico, Puebla, Oaja-
Ca, Guadalajara, Queretaro, Leon, Veracruz, Guanajua-
to, Zacatecas, San Luis, Morelia, Lagos, Durango, ()riza-
ha, Ures, Chihuahua, Monterey, Aguascalientes, (]ela-
ya, Toluca, Cuernavaca, y otras cien quo han ilarnado la
atencion de los viajeros extranjeros como el baron de Hum-
boldt, no encontraba mas quo vestigios do una mano de-
solaclora; que no lograba ver ni los magnificos templos
dedicados t mi Dios todo piedad y mausedumbre que sus-
tituyeron a los sangrientos teocallis donde se sacrificaban
anualmente millares de vIctimas humanas; ni los sun-
tuosos colegios de donde salieron hombres verdaderamen-
te ilustres que honrarn constantemente a Mejico; ni los
benéficos y numerosos hospitales levantados por la fllan-
tropia de los peninsulares quo consagraban al bermoso
suelo en que vivian un cariflo profundo que les honra; ni
esos reales de minas, que constituyen uno de los princi-
pales ramos de la riqueza del pals, quo antes do la con-
quista eran montalias desiertas, cuyos tesoros desconocian.
sus naturales; el orador en fin que nada do lo mucho y
CAPITULO XI.
(:37
herinoso que encierra la repiibHca mejicana vein, sigue
diciendo que el triste cuadro de la desolacion que con-
templa. es debido a .1as atrocidades mas sanguinarias quo
nunca oyeron los siglos, ni cometieron las trihus mas gro-
seras é incuitas: el fuego y el hierro precedidos del terror
y el espanto: la muerte causada de diversas maneras por
tigres que so cornpiacian en hacer exhalar ci ii1timo alien-
to a sus infelices 'vIctimas en rnedio de los mas atroces
tormentos.>>
1827. Despues do este horripilante cuadro quo
excede en inexactitud y negro colorido a los presentados
con ci mejor celo, pero inadmisibles, del padre ]as Casas
Para ningun hombre de mediana instruccion y criterio,
pinta con pincel no mas exacto Ia conducta observada con
Los pueblos por los primeros espafioles que ilegaron al
suelo del Anãhuac. Cuando la Itistoria nos ensefla quo las
diversas naciones que se hallaban estabiecidas en aquel
estaban supeditadas por el duro cetro do los empe-
radores mejicanos que las haliian conquistado, -v que de-
seando romper el yugo que las opritnia se unieron expon-
tánearnente a Hernan Cortés. ayudaudole a derrocar el
imperio azteca: cuando la misma historia nos dice por
medio de la elocuente pluma del notable historiador nor-
te-americano Prescott, como varias veces he hecho notar,
que los españoles rara vez maneharon su espada con san-
gre. sino cuando fué indispensable para.el éxito de Ia
guerra;>> que, <'aun en el i1tirno sitio de la capital las
penalidades de los aztecas, si hien terribles, no fueron
efeeto de ninguna desusada crueldad de los veneedores;>
y qu.e 'ccuando alguno de los guerreros mejicanos caia en
638 HISTORIA. DE MEJICO.

sus manos era tratado con consideracion, se ocurria a sus


necesidades y se tocaron todos los medios para inspirarles
un espiritu do couciliacion, a. pesar de la terrible muerto
a. que los aztecas destinaban sus prisioneros cristianos;>
cuando esto, repito, nos ensefla la imparcial historia, el
señor Sepiilveda, en su oracion patriOtica, preocupadG
por la idea politica que le doniinaba, dice que, oel obje-
to do los españoles fué exterminar a todos los pueblos,
desde los que el sol ilunjina con sus primeros rayos hasta
los quo reciben el postrer impulso de su benéfica influen-
cia. No hubo distincion de edades ni sexos; no hubo con-
sideraciones que les contuviesen en la marelia devastadora
de sus excesos: los sentimientos mas eiicaces que la na-
turaleza imprilniO en el corazon de los hombres, fueron
desoonocidos por aquellos mOnstruos. Ni la niflez inocen-
te, ni la débil infancia, ni la impotente vejez, ni la im-
becilidad femenil pudieron suspender el golpe tremeudo
de su safludo brazo. Acobardados los infelices por tan hor-
riljies carnicerias, abanclonaban sus casas y corrian a. lo
bosques para buscar un asilo; pero los espafloles les daban
caza y adiestraban perros quo hicieron grandes destrozos..
Asi es como ci Anthuac todo, quedo desierto, y solo so-
brevivieron aquellos que pudieron servir a. Sn propio in-
terés; pero quiza habrian preferido morir a. los fibs del
acero, quo arrastrar una existencia odiosa y mas amarga
que la muerte misma. Los pocos que quedaron, fueron
repartidos como se hiciera con un rebaflo de ovejas, y he-
chos viles esciavos recibieron un trato, cual era de espe-
rarse de sus crueles amos. Muchos fallecieron toda'vla
agobiados con ci peso enorme de las fatigas que coino A.
CAP1TtLO x. 639
brutos les impusieron: otros terrninaron Sn infortunada
xistencia en fuerza do los golpes y latigazos con quo los
maltraban: otros por fin eran victinias del hambre, por-
que sobre entregarles a trabajos los mas penosos, no les
proporcionaban los alimentos. > Tras esta fantástica y es-
peluznante descripcion do un pals convertido en un vas—
to matadero por la sola voluntad del orador quo inventaba
1827. una historia que desmentian en aquel mis-
nio momento mas de cinco mullones de indios, cuyos pin-
torescos puei)1OS y sitios de labranza se encuentran cx-
tendidos por toda la repüblica, desde que se sale do las
puertas de la capita', pregunta en su discurso: '< Y quién
1

. la vista de este cuadro seth tan insensible pie no vier-


ta lagrimas do dolor? QuiOn tan apático c ue no se liene
j

de indignacion y cubra de execraciones a los mOnstruos


que asI hollaron los derechos todos de la humanidad?
V luego, con siderItndose descendiente de los indios del
imperio de Moctezuma lo mismo quo al auditorio en que
puede asegurarse que no hahia uno de raza pura azteca,
pues no acostumbran los indios salir de sus pueblos y
rancherlas, continua preguntando: Y quien será el quo
<< i

no deteste a los tiranos que asi cimentaron nuestra esela-


vitud y reinacharon las pesadas caclenas quo otros de su
misma raza y tan insolentes como ellos, nos hicieron
arrastrar por ci largo espacio de trescientos aflos? iDios
Eterno! vos mirábais desde vuestro exeelso trono la esce-
na horrible pie se representaba acá en este snob: obser-
váljais las atroces iniquidades quo se cometian y los gro-
seros insultos con que os ultrajaban queriendo cubrir sus
maiclades con ci velo de la religion, cuyo celo jamâs co-
640 HISTORI.A. DE MEJICO.

nocieron; penetraron hasta la mansion eterna quo Os


oculta a la do los mortales, los gritos y ex.cllamaciones do
los inoceutes, y desde alli fuhuinasteis el terrible anate.-.
ma de proscripcion contra los violadores mas impudentes
do tus leyes santas: lanzasteis contra ellos una mirada de
reprobacion que hiciera estremecer al universo todo, y
desde entouces quedo decretada la libertad del americano
y la venganza reservada O sus descendientes.?> El orador,
como se ye, olvidaba quo descendia, lo mismo quo el con-
curso que le escuchaba, de espaiioles, a cuya marcha a la
America debia la existencia, y continuaha de esta mane-
ra: jTiembla, miserable Espafla, par el peso de tus enor-
mes crinienes y pide perdot it la humanidad toda a quien
has agraviado quebrantando sus fueros. No; no pienses
que el ainericano solo te detestara; las naciones todas cjue
1827. circundan el orbe entero, verán con horror
tus inicuos procedimientos. ;Apercibete, desgraciada Es—
pafla, que el cielo irritado coinienza ya a d.esplomarse so-
bre ti, v los efectos tremendos de su cOlera, se dejan ya
percibir y amenazan tu cabeza! Quiza una catastrofe
haM quo expies la larga sCrie de iniquidades con quo to
has coinquinado.
Asi dominados los hombres por !as pasiones de partido,
y desfigurando la historia, so valian en sus escritos y en
sus discursos del lenguaje mas vehemente para con seguir
sus fines, excitando en ci vulgo odios que no tenia, y quo
eran contrarios a la bella indole del verdadero pueblo me-
jicano. No so mostraba mas generoso el orador con Don
Agustin de Iturbide, con el hombre que habia hecho la
independeucia de su patria, y cuya memoria, despues del
CAPITULO xl. 641
funesto fin que tuvo en Padilla, no debia ser sino de gra-
titud y respeto. Despues de ensalzar los méritos de todos
Los caudillos de la primera epoca, ni un solo elogio dedica
al que ernancipO ci pals de su metrOpoh por medio del
plan de Iguala. Lejos de eso, y como si desease borrar el
inérito de sus servicios del corazon de sus compatriotas,
esciama aludiendo al ex-emperador Iturhide: <<Es necesa-
rio haceros rrese n te que no basta nuestra emancipacion
para hacernos felices: entre nosotros mismos pueden le-
vantarse tiranos que intenten oprimirnos; y por desgra-
cia vimoS uno que quisO impofler el yugo t Sn patria;> y
luego tratando de quitar toda influencia al partido cen-
tralista Hamado escocés, añadie: <<Entre nosotros hay tam-
bien codiciosos que tratan de convertir ci bien comun en
el propio: hay rnuchos falsos patriotas, amigos verdaderos
1827. de su interés y enemigos solapados del Orden:
hay, por ignorancia, enemigos de nuestro sistema, ci mni-
co mas a prol)Osito para conservar nuestras 1ibertades.>
El discurso que acabo de dar a conocer y los numerosos
impresos sueltos que se repartian entre la clase menos ins-
truida, pintaudo a los espao1es aun con colorido mas re-
pugnante, no podian menos que producir en ci pueblo
bajo ci efecto que sus autores se habian propuesto. Otra
nhira politica lievahan además los que se esforzaban en
sus escritos v discursos en trazar esos fautástieos cuadros:
la de hacer cj ue nadie pudiese echar de menos, por agi-
tado que se hallase el pals por sus coutiendas de partido,
La paz octaviana y la abundancia que antes de la lucha
empezada en 1810, disfrutO Méjico, presentando como pre-
ferible cuanto sobrevenir pudiera, a la vuelta del gobier-
ToMo XI. 81
612 HISTORIA DE MEJICO.

no colonial; y aunque ningun mejicano pensaba en esto


itltimo, pues todos, como era justo, amaban la indepen-
dencia de la patria, a la cual habian contribuido todos,
realizândola precisamente ci ejército realista por el plan
conciliador de Iguala formado por Iturbide, se liacia creer
que existia un partido que anhelaba la vuelta del pasado,
haciendo pasar a los españoles radicados en el pals, por
fomentadores de esa idea. Asi algunos hombres ambicio-
sos, los que anhelaban alcanzar el aura popular para con-
seguir un empleo lucrativo, presentaban en sus escritos,
cuadros parecidos al quo acabo de dar a. conocer ligera-
mente. Que una de las ideas que se lievabaii en esos
disciirsos dirigidos al pueblo era quo nadie creyese prefe-
rible ci pasado al presente, aun prescindiendo del inapre-
ciable bien de la independencia, se ye por ci mismo dis-
curso del orador antes mencion ado. Despues de asentar
que los espafloles radicados en Mjico en aquellos momen-
tos ((eran los mismos quo en otros tiempos esto es, igua-
les a los prinleros que hacia tres siglos habian pisado el
suelo de Anáhuac, <"idOlatras viles del oro, y por conse-
cuencia, acOrrimos enernigos de los bijos del pals;> que
para ellos eran voces vanas la justicia y los derechos del
hombre;?> que <se despojaron 1e la naturaleza de raciona-
les y no se vió en ellos el mas ligero asomo de humani—
(lad ,0y que asI <<consiguieron sofocar casi del todo los
esfaerzos. heehos por los cauddlos de 1810 para emanci-
par el pals de su inetrOpoli. dice: No quiero quo. fijeis la
atencion en el rango de nacion libre en que hemos en-
trado, ni que examineis lOS bienes incalculables que co-
menzamos ya a. disrutar; para que reeonozcais todo el
CAPfTtLO XI. 643
precio de nuestra dicha, representaos las iniquidades de
nuestros conquistadores que Os he hosquejado, las injurias,
ultrajes y vejaciones que en seguida nos hicieron sus su-
cesoreS.,' (1)
1827. La nacion. en general desaprobaba estos
ataques do los hombres que Vivian de la politica, no solo
porque conocia la injusticia de ellos, sino porque refluia
en daIlo do millares do familias mejicanas, y por la falta
que harian los crecidos eapitales de los espafloles, Si estos
saliari del pais, no menos que por el impulso quo daban
a. la agricultura, al comercio y a. la Inineria. Pero asl
me no son culpables los pasajeros que van en Un exce-
lente buque con objeto do liegar a. un punto en que real-
mente esperan liallar la felicidad, si los encargados de
dirigir la nave, por intereses particulares, la lievan por
revueltos mares a sitio muy distinto, asi no se puede cul-
par, sin notoria injusticia, a. la sociedad mejicana, porque
los hombres encargados do los negocios piiblicos, dirigie-
sen la nave del Estado por rumbo opuesto al deseo de los
gobernados. No era preciso ciertamente para hacer ama-
ble la independencia, recurrir a. falsear Ia historia. Por
hueno que sea un padre de fainilias con sus hijos, cuando
estos han Ile,-,ado a su mayor edad, so emancipan para
formar familia, v dejan la dulce dependencia en que han
vivido por el inapreciable bien de dirigirse por Si mismos,

(1) El orador. no obstanto ser descendiente do espailoles, so considera en


u discurso indio conquistado: esto es. liijo de aquellos que defendieron la
ciudad do Tenochtitlan, y no de las varias naciones de Anlivac que so unie-
ron Cortés para derrocar el trono do Moetezurna.
344 HISTORIA DE MEJICO.

sin que por esto dirijan palabra ninguna ofensiva a sus


ascendientes. X[éjico halia liegado al grado de cultura y
de grandeza que la pusieron en esado de gobernarse por
si misma, y su emancipacion de la metrOpoli estaba jus_
tificada con solo eso, sin tener que pretestar ningun otro
motivo. AsI lo comprendia la clase pensadora que no a-
piraba a. destinos; y aunque estaban persuadidos de lo
mismo los hombres que Vivian de la politica, obraban, no
como deseaba aquella, sino como convenia 't los intereses
de ellos.
Conseguido, por el pretexto de la conzpiracion del pa-
dre Arenas, separar de los empleos it los españoles que
coadyuvaron (i. la independencia, parecia que debian ha-
ber quedado satisfechos los deseos de los quo habian tra-
bajado porque se dictase aquella disposicion; pero no fué
asi. '<Lejos de contentarse con el triunfo quo habian al-
canzado,>. dice D. Lucas Alaman, 1os yorkinos aspira-
ron a otro mas coinpieto, y excitando nuevas y continuas
revoluciones, lograron que ci congreso decretase en 20 do
Diciembre, la expulsion de los espafloles eapitulados, de
los demá.s de que hablaba el artIculo 10 del tratado do
COrdoba, de los que se hubiesen introducido desde el aflo
de 1821, y do los individuos del clero regular, dando
además facultad al gobierno durante seis meses, para ha-
cer salir del pais a todos aquellos euya permanencia juz-
gase peligrosa. A los capitulados y religiosos se les man-
do habilitar para su viaje hasta ci primer puerto espaflol
0 de los Estados-Unidos, y a los empleados se les conti-
nuO el goce do su sueldo, siempre que fijasen su residen-
cia en alguna nacion amiga. Los espaiioles que hubiesen
CAPITULO XI. 645
de continuar en la repib1ica, debian prestar nuevo jura-
mento de fidelidad a esta, Si 110 podian fijar su residencia
en las costas, y a. losque en ellas estuviesen estabiecidos,
podia ci gobierno mandarlos internar en caso de tener in-
vasion enemiga. Por ci ültimo articulo de esta icy, se
concediO una ainplia amnistia a. todos los que habian to-
1827. mado parte en los movimientos sobre expul-
sion de espafloles, que varias veces fueron acompaflados
de sucesos atroces, como Ia muerte de D. Tomãs Esperon,
el cuai fuO asesinado en Putla, en el Estado de Oajaca,
por órden del capitan D. Hilario Alonso, conocido con ci
nombre de Hilarion, de la carrera y costumbres de Vicen-
te Gomez.
ViOse entonces ci espectaculo doloroso de aquella inul-
titud de soldados expedicionarios, que se habian quedado
en ci pals en virtud de las capitulaciones que les asegu-
raban este derecho, de los que Iturbide no queria que sa-
liese ni uno solo, invitándoles a. alistarse bajo las banderas
de la independencia: (1) casi todos estos infelices se ha-
bian casado, y tenian hijos a quienes arrastraban en su
miseria, la mayor parte de los cuales fueron a. ilenar los
cementerios de Nueva-Orleans, liasta donde se les condu-
jo a. expensas del gobierno, siendo alli victimas del rigor
del clima y de las privaciones de toda especie a. que que-
daron reducidos. Otro espectaculo no menos sensible pre-

(I) El general Tornel cree, que no hubo abierta lesion dejusticia respec-
to a los capitulados, que supolie residian en el pais por pura gracia.v Son pre-
cisamente los que tenian mayor derecho para permanecer en él, porque se le
daba el pacto expilcito que celebraron al rendir las armas.
646 HISTORIA DE ME.JICO.

sentaron los misioneros de Californias, religiosos del


convento de Propaganda fide de San Fernando de Mejico.
Habian estos forinado aquellas colonias de cristianismo y
civilizacion, algunas de las cuales habian venido a ser ya
poblaciones florecientes, que hacian un comercio conside-
rable con los productos de su agricultura, y uno de aque-
lbs religiosos, el catalan Fr. Antonio Peire, fundO desde
su principio la mision de San Luis Rey, en que habia
reunido mas de tres inil indios y se hailaba en un estado
prospero. rrodos estos establecimnientos iban a quedar aban-
donados; pero ci inflexible Ramos Arizpe, que tenia espe-
cial ojeriza a los frailes espafloles, no se detuvo por esto
en dar la Orden para que saliesen los misioneros, a quie-
nes sus neOfitos acompaflaron con lagrimas hasta la pla-
ya, y las misiones secularizadas cayeron en poder de la
diputacion provincial, cuyos individuos hicieron de sus
bienes un amplio despojo.
Aunque la icy de expulsion limitase a seis meses ci
perlodo durante ci cuai el gobierno podia hacer salir de
la repüblica a los que juzgase sospechosos, Gomez Pedra-
za se reservO esta facuitad para ejercerla con los genera-.
les Negrete y Echâ,varri, en caso de que no fuesen conde-
nados a otra pena mayor por ci consejo ordinario de guerra
que debia juzgarlos, conforme a la icy de 27 de Setiem-
bre de 1823, prorogada iiimitadamente por la do 6 de
Abril de 1824. Negrete, desde ci clima abrasador do Aca-
pulco, fué trasiadado al heiado de Toluca, despues a Ta-
cubaya, y por cdiimo, a la inquisicion de Méjico, como
Si se quisiese acabar con su existencia por estos medios
indirectos. No habia contra el mas que indicios tan lige-
CAPITtLO XI. 647
ros y cargos tan infundados, que toclos fueron desvaneci-
dos en la esforzada defensa que en el consejo de guerra
presentO su defensor el coronel D. Cirilo Gomez Anaya,
la que fué escrita por Tagle; pero habiendo sido absuelto
1828. y lo mismo EcMvarri, contra quien ni mdi-
cios habia, el ministro de la guerra en uso de la reserva
que habia hecho en cuanto al tériniuo de la ley de 20 de
Diciembre, los mandO salir de la repib1ica. El general
Guerrero, cuando, como veremos, ocupO el puesto de pre-
sidente con facultades extraordinarias en 1829, (1) los
privO del empleo de generales de division que ambos
tenian, dejándoles el sueldo, y aunque se les repuso, de-
clarada por el congreso en 1831 nula aquella providen-
cia, (2) fueron de nuevo despojados de la faja y del suel-
do por el congreso de 1833, (3) que les fueron restitui-
dos por el de 1835, cuando ya Echávarri habia inuerto.
Espafla quedo pues plenamente vengada por mano de los
mismos mejicanos, de los agravios que aquellos dos jefes
le causaron con la gran parte que tuvieron para hacer la
independencia, y Negrete, ilevando en su rostro la cica-
triz de la herida que recibiO en Durango, no debiO i
aquella ciudad que hizo independiente tanta costa, que

(1) Deere to de 19 de Setiembre. Tambien fu 6 despojado p)r el :nismo de-


creto, el general Orbegoso, a pretexto de quo se necesitaba deja: vacantes los
puestos para ilenarlos con generales aptos patL hacer la guerra t los espafio-
Joe. comb Si por las facultades de que tan excesivamnente so usa, no so hubiera
poclido aumentar ci ndmnero de generales do cada elase.
(2) Decreto de 15 de Febrero de 1831.
(3) Decreto de 3 de Mayo 1833, clue comprendid tambien a D. Melchor Al-
varez.
HISTORIA DE MEJICO.

se interesase en salvarle la vida 6 en mejorar de alguna


manera su suerte, cuando se habia manifestado tan dis-
puesta a dare ãmplia y extraordinania recompensa.
Ni uno ni otro en su desgracia recibieron auxilio al-
guno del gobierno español que por el contrario los ex-
cluyO, como a todos los de aquella nacion que tomaron
parte en la independencia, de la amnisti a que el rey Fer-
nando coucediO cuando recobrO el poder absoluto; buena
prueba de que en la revolucion que fomentaron para ha-
cer bajar del trono a Iturbide, no obraron de acuerdo con
los comisionados de aquel gol)ierno, como se les ha acu-
1827. saclo, de una manera tan absurda como in-
justa. Echáxarri muriO en los Estados—Unidos, habiendo
tenido que dar lecciones de castellano en un colegio, pa-
ra poder subsistir, y muriO auxiliado en su ilitima enfer-
medad por la sefiora viuda de Iturbide, nunca mas digna
de ocupar un trono, que cuando prodigaba a quien le ha-
bia hecho bajar de 61, los eficaces cuidados, no de una
amistaci tan gravemente ofendida, sino de la caridad ens-
tiana cfue se enciende con los mismos agravios. Negrete
falleciO algunos aflos despues en Burdeos, siempre flel a
los intereses de Méjico, siempre deseando el bien de esta
nacion, a la que no quiso volver, sin poder entrar a Sn
pais nativo de donde habia sido proscrito.> (1)
Mientras el partido yorkino veia coronaclos sus deseos,
ci escocés trabajaba sin descanso para derrocarie. Las 16-

(1) Don Lüeas Alarnan tenia, segun asegura on una nota de su obra Histo-
na de Mejic, varias cartas que Negrete le escribió desde Nueva-York y Bttr-
deos, que son uua prueba de la lealtad do sus sentimientos.
CAP!TIJLO xi. 649
gias eran Jos sitios en que Jos hombres politicos de uno y
otro bando, disponian Jos medios de hacer que sus ideas
se sobrepusieran a las de sus contrarios. El encarniza-
miento de Jos partidos habia liegado al mas alto grado, y
Jos pacificos pueblos veian con dolor salir de las logias
las negras nubes que se iban condensando en el horizonte
politico, amenazando una série de revoluciones sangrieu-
tas. Entre tanto, Jos numerosos millones de los empres-
titos iban desapareciendo sin que se hubiese dado paso
ninguno al arreglo de la hacienda. El partido escocés for-
mulaba con este motivo formidables cargos, censuran-
do la falta de tino con que se gastaba cuauto entraba en
las cajas del gobierno, pintando el desconcepto en quo
babia caido el crédito mejicano, siendo causa de que no
pudiesen coutratarse nuevos prestamos, cjue eran necesa-
rios para que la nacion pudiese marchar, sin obstáculo,
por el sendero de la prosperidad y del Orden. Todos estos
cargos iban dirigidos al ministro de hacienda D. José Ig-
nacio Esteva cjue se habia lisonjeado en la memoria quo
hizo al principio del ailo, de tener en las cajas püblicas,
despues de cubrir todos Jos gastos del gobierno, un so-
brante de medio millon de duros. Sus contrarios le acu-
saban del poco tino en el empleo de las cantidades que
salian del erario; y auncjue no le podian echar en cara
que tomase para si la mas leve suma, porque era hoiubre
verdaderamente de probidad, le criticaban el despilfarro
quo observaba. Convencido al fin D. Ignacio Esteva de quo
no le era posible salvar las dificultades que al ültimo se
le presentaban para atender al pago de todo, en el lamen-
table estado a que liabia venido A quedar el erario, hizo
T0MO Xl. 82
650 HISTORIA. DE MJ1CO.

dimision de la cartera, que entró a ocuparla el doctor Don


Tomás Salgado, abogado muy apreciable en su profesion;
pero de ninguna manera a propOsito para clesempeflar el
empleo que entraba a ejercer, pues no tenia ni aun la
menor idea respecto de asuntos de hacienda. D. Ignacio
Esteva que gozaba de todo el favor y confianza del presi-
dente D. Guadalupe Victoria, fué enviado por éste at Es-.
tado de Veracruz como comisario de hacienda, encargan-
dole que apresurase su marcha para impedir que hubiese
algun movimiento contra el gobierno, pues se tenia noti-
cias de que se preparaba aill una revolucion por la que
1827. se trahajaba secretamente. Acaso no existia
ese pensamiento; pero era de sospecharse que si, pues
se hahian aglomerado en aquel punto elementos propios
para ello.
La disposicion del gobierno de enviar a D. Ignacio Es-
teva de oomisario de hacienda, fué la voz de alarma. Los
actos verificados por el partido yorkino no habian sido
bien recibidos por una parte considerable del pals, y la
legislatura del Estado de Veracruz mandO que Esteva no
fuese recibido, desobedeciendo asI la disposicion del go .
-bierno,dsa ucmiond.Evrtesa
determinacion, el ex-ministro de hacienda, pocas horas
despues de haber ilegado a Veracruz, tuvo que salir de
la ciudad y regresar a Méjico. El paso dado por Ia le-
gislatura de aquel Estado expidiendo un decreto de ex-
pulsion contra un ciudadario nacido en él, y que era
at mismo tiempo funcionario del gobierno general, lie-
n6 de indignacion at partido contrario, y puso en guar-
dia at gobierno que, en el desaire que acababa de ha-
C&PiTULO XI. 651
cérsele, considerO que estaba prOximo un motin popular.
Los periodicos yorkinos, viendo en el acontecimiento
referido la mano del partido escocés, le diriglo terribles in-
culpaciones y acusaban a muchos individuos de ocuparse
en maquinar trastornos contra el Orden publico. Señala-
ban entre los que abrigaban ideas opuestas at gobierno,
al comandante general del Estado de Veracruz D. Manuel
Barragan, al vice—gobernador Iberri, y a. los coroneles
D. Manuel Lopez de Santa-Anna, D. Ciriaco Vazquez,
D. Pedro Landero y D. Manuel Portilia, que pertenecian
al partido escocés.
Yarios movimientos se habian efectuado para entonces
por los escoceses para destruir la influencia del partido
yorkino; pero todos fueron sofocados inmediatainente, no
lograudo con ellos mas que empeorar su situacion y ha-
cer mas poderoso ci partido contrario. El movimiento ye-
rificado en Durango por el teniente coronet D. José Maria
Gonzalez que disolviO la legislatura, fué de breve dura-
cion, pues el general D. Joaquin Parres, trabajando en fa-
vor del gobierno, logro que la tropa que habia conse-
guido seducir ci primero, vol'viese at Orden, y el mis-
mo resultado tuvieron los demás promovidos en diversos
puntos.
1827. Viendo ci partido escocés que ci yorkino
iba aumentando con el prestigio que le daban los triunfos
alcanzados por ci gOl)ierflO y que ci nüinero de las logias
do sus contrarios creciau a. medida que varios individuos
desertaban de las suyas, tratO do valerse de personas que
veiau como un mat para ci pais los trabajos secretos do
las logias, para ver Si lograba la extincion de todas. La
652 HISTORIA DE 1EJICO.

exaitacion de las pasiones entre los dos banclos politicos


habia liegado a un grado que hacia temer funestos males
para la nacion.
Cuando las cosas se encontraban en ese estado de efer-
vescencia, el teniente coronel D. Manuel Montaflo, que
habia luchado en las filas independientes en la primera
êpoca, y que era un propietario honrado, proclamO un
plan, de acuerdo con ci partido escocés, cuyo objeto era
impedir que el gobierno continuase obrando bajo la in.-.
fluencia de las logias yorkinas y que pusiera término al
despilfarro que se notaba en los caudales de la hacienda
pübiica. El partido escocés contaba con hombres verdade-
ramente notables por su saber, honradez y buena posicion
social; y como las ideas de los jefes que regenteaban ese
partido eran moderadas y opuestas a las avanzadas que
respecto a religion manifestaba ci yorkino, la sociedad
perteneciente a la clase mas elevada, anhelaba su triun-
fo. El pronunciamiento de Montao se verificO ci 23 de
Diciembre de 1827, en ci pueblo de Otumba, sitio nota-
ble en la historia de Méjico, por haberse dado aill la gran
hatalla que abriO a ilernan Cortés ci camino para voiver
a. Tlaxcala. El plan, que lieva ci nombre del jefe que lo
proclamO, tenia los siguientes cuatro articulos, que de-
cian asi: <Articulo 1.0 El supremo gobierno haM iniciati-
va de icy al congreso general de la union, para la exter-
minacion, en la republica, de toda clase de reuniones Se-
cretas, sea cual fuere su denominacion y origen. 2.° El
supremo gobierno renovará en lo absoluto, las secretarlas
de su despacho, haciendo recaer semejantes puestos, en
hombres de conocida probidad, virtud y mérito. 3.° Ex-
CAPITULO XI. 653
pedirá, sin perdida de tiempo, el debido pasaporte al en-
viado cerca de la repüblica mejicana por los Estados-lJni-
dos del Norte. 4•0 Hard cumplir exacta. y religiosamente
nuestra Constitucion Federal y leyes vigentes.>>
Empezada asi la revolucion por el teniente coronel
D. Manuel Montaño, saliO de la capital ci 31 del mismo
mes de Diciembre ci general y vice .-presidente de la re-
publica D. Nicolás Bravo para ponerse al frente de ella.
Bravo era t la sazon Gran Maestre de los escoceses, y su
nombre y los servicios que habia prestado a la causa de
la independencia, le daban notable prestigio en la socie-
dad. Los motivos que le obligaron a tomar parte en ese
inovimiento que juzgO preciso, los da a conocer en un
manifiesto que publicO posteriormente. <Era necesario,
dice, <<curar ci mal en su origen, arrancando de raiz las
sociedades secretas que lo causaban, e inutilizar los ins-
trurnentos principales de las facciones que eran a lo me-
nos dos de los tres que estaban al frente del ministerio, y
ci plenipotenciario de los Estados-TJnidos:del Norte. Era
igualmente importante pedir se restableciese la observan
cia de las leyes tantas veces y tan escandalosamente ho-
iladas por los mismos a quienes la nacion habia encarga-
do cuidasen de su ejeducion y observancia. Convencido
de ser esta la opinion de los pueblos, de lo cual habian
dado testimonios inequivocos, asI en la mayorIa inmensa
con que informaron los gobernadores de los Estados con-
tra las sociedades secretas, en la casi unanimidad con que
se acordO en ci senado su extincion, me resolvi a vaierme
de algunos amigos, a efecto de que se pronunciasen por
un plan que en cuatro articulos abrazara todas estas dis-
654 HISTORIA DE MJICO.

posiciones. >' Como se deja deducir por estas palabras,


aunque ci plan lievaba ci nombre de Montaflo, el que lo
habia formado no era éi sino que habia sido obra del mis-
mo general D. Nicolás Bravo, de acuerdo con otros mdi-
viduos de importancia. El plan estaha hecho de una ma-
nera que no pudiese atribuirse a miras ambiciosas dc
ninguna naturaleza, pues no se dejaba percibir en el na-
da atentatorio contra ci regimen constitucional ni contra
el presidente elegido por la nacion. D. Nicolás Bravo, en
su manifiesto antes referido, tratando de justificar la ma-
nera con que se hizo ci movimiento, dice: <(Semejaute
procedimiento se haliaba autorizado por ci gobierno, y la
causa era justa y popular, cosa en que convinieron aun
los agentes de aquel. El gobierno no podia negarsc
cionalmente a eseuchar a sus autores, puesto quc lo habia
hecho con los que le habian pedido otras cosas de una
manera insolente y atrevida. , Que era, pues, lo que po-
dia detenerme? Nada ciertamente. ,Y cuãles eran los mo-
tivos que me determinaban a obrar? Solo el bien y felicidad
de una nacion que estaba para perderse, y euya inminen-
te ruina no habia podido precaverse por los otros medios
que se habian intentado.>>
1827. El deseo de que desaparecisen las iogias
masOnicas era general en todas las clases de la sociedad,
pues veian que de eilas no brotaban mas que diseordias
cntre los partidos, y eleinentos de desunion que no podian
producir sino males de incalculable gravedad. El primer
artIculo del plan, per lo mismo, podia considerarse como
ci ceo de la voluntad dc los pueblos. Lo que parecerd sin
duda extraflo, será que pidiesen la cxtinciou de las lO-
CAPITULO Xl. 655
gias los que, como Bravo, figuraban en las escocesas;
pero debe tenerse presente que con este paso debian ima-
ginarse, los que lo daban, atrâerse la adhesion de la ma-
yorIa de la sociedad, manifestá.ndose de acuerdo con sus
ideas al tocar ci convencirniento de que eran funestas
toda clase de reuniones secretas para la 1)uena marcha de
la cosa püblica.
Don Nicolas Bravo,* al salir de la capital, como he di-
cho, el 31 de Diciembre, para unirse al movimiento efec-
tuado por Moutaflo, marchó acompaflado de varios jefes y
oficiales, entre los cuales iba el teniente coronel Don
Francisco Vidaurri. Antes de salir, dejO encargados de
promover en el misrno sentido un movimiento en Méjico,
a los coroneles D. Pedro Landero y D. JoscS Antonio F'a-
cio. Bravo tomO el rumbo de Azeapozalco, y se dirigiO a
la hacienda do la Salitrera donde se le reuniO la fuerza
de Montaño.
El año de 1827 terminaba, como se y e, presentãndose
al frente de un movimiento revolucionario ci vice-presiden-
te de la repüblica, pidiendo al gobierno modificaciones en
su marcha. Para complemento de males, aconteciO en 61 la
quiebra de la casa de Barclay y C. 3 do LOndres, en cuyo
poder quedaba todavIa, de los fondos procedentes del pre..
tatno contratado en ella, la cantidad. de 448 7 908 1bras
esterlinas, ocho peniques y tres chelines, O scan mi-
hones, doscientos cuarenta y cuatro mil, quin .entos cua-
renta y dos cluros. El gobierno mejicano, .yor este con-
tratiempo, no solo se encoutrO sin aquell.a surna con que
contaba, sino quo tuvo que pagar ha. I.ibranzas que ha-
bia girado, y que fueron devueIta, protestadas. Para lie-
656 HISTORIA DE MEJICO.

nar el deficiente que la falta de estos fonclos causaba, se


le autorizO al gobierno, en Novieinbre del misino aflo de
1827, para que contratase uu empréstito de cuatro millo-
nes de duros en dinero y cantidad igual en créditos re-
conocidos, sobre los productos de las aduanas marItimas
y renta del tabaco; condiciones que, Para que pudiera
realizarse el emprestito fué preciso 'variar con mayor per-
juicio del erario: asi es que auncjue el. ministro de ha-
cienda se iinaginaba en sus risueños cãlculos poder cu-
brir con las rentas ordinarias el presupuesto de gastos
aprobado por el congreso para el año siguiente, que as-
cendiO a quince millones quinientos cincuenta y ocho
mu, closcientos setenta y seis duros y medio, se vió en la
imposibilidad de cumplirlo, quedando desde entonces sus-
pendido el pago de los dividendos de la deuda exterior,
que ha sido una de las causas por las cuales ha subido
aquella a la elevada suma con que se halla gravada la
nacion.
1828. El aflo de 1828 se presentaba con ci as-
pecto triste Para la sociedad mejicana con que habia ter-
minado el anterior. Los partidos se disponian a la lucha
empuflando las armas, y la prensa lanzaba artIculos im-
wegnados de odio que aumentaban el fuego de la discor-
diL El haber ilevado a cabo el gobierno la destitucion de
los eb )leados espafloles y luego la expulsion de los que
habian cp ituiado, coino habian pedido a mano armada
Lobato y Otlis diversos jefes a quienes no se impuso cas—
tigo alguno 01 las sublevaciones en aquel sentido, abriO
la puerta a esa clae de peticiones que debieron castigar-
se desde un princip. Quedaron impunes los primeros
CAPITULO XI. 657
instigadores, porque sus ideas se hal.laban en armonla con
las del gohierno, el cual reputo aquellos movimientos co-
mo el efecto natural de la opinion piiblica, y con esa con-
ducta autorizO a que otros siguiesen el mismo ejemplo
por extrafla que fuese la peticion que hicieran. El minis-
tro de la guerra D. Manuel Gomez Pedraza creyO quo no
dehia contrariar la solicitud de los que se manifestaron
contrarios a los espafloles y mucho menos emplear la
fuerza para rçsistirlos, y no habiendo empleado, como
dice ci historiador mejicano Don Juan Suarez Navarro,
'otra metralla contra tales peticiones que mil cartas ii-
sonj eras y bondadosas que el rninistro dirigiO a los conju-.
rados,>> (1) dejaba con igual derecho a los que juzgasen
conveniente hacer cualquiera peticion. <<EL partido esco-
cé.>y dice ci mismo historiador, <,contra quien eran din-
idos todos los tiros, temiO que ilegara el dia en que los
1828. diputados que en su mayoria eran enemigos,
decretaran la total proscripcion de todas aquellas personas
que fueron hostiles ó sospechosas a los yorkinos; y como
las cãmaras habian entrado en el camino de someterse a
los caprichos del partido dominante, los vencidos apelaron
A las armas, baciendo uso del derecho de peticion de que
se hahian valido sus antagonistas para oprimirles: no ha-
bia otra esperanza para estos hombres que un cambio en
todo el personal de la administracion.>
Varias circustancias se presentaban, que hacian espe-
rar el triunfo t los autores del movimiento. La parte pen-

(1) Hitorit tie Méjico y del general Antonio Lopez de Santa-Anna, desde
1821. hasta 1818.
ToMo XI. 83
ILIA
HISTORIA. DE MEJICO.

sadora de la nacion que no estaba obeecada por las pasio...


nes de partido; la que sin ambicionar puestos püblieos no
anlielaha otra cosa que la marcha recta del gobierno,
siendo igual para todos los ciudadanos de diversas opi-
niones, mientras no atentasen a alterar el Orden piIblico,
habia visto, con disgusto, al congreso obrar con inconse—
cuencia, deliberando y haciendo propios los gritos 1)opula-
res, y sancionar, dominados por sus pasiones que nunca
debieron existir en esos cuerpos deliberantes, los desOrde-
nes que son consiguientes a las peticiones hechas i mano
armada. El ministro de la guerra D. Manuel Pedraza da
A conocer en un maniflesto que pubhcO posteriormente en
Nueva-Orleans, al tratar de sineerar la condueta que se oh-
servO, la poco satisfactoria situacion que guardaba la cosa
püblica pocos dias antes de que so rompiesen las hostilida-
des con los que habian levantado la bandera do la rebelion.
Méjico,> dice, <<ofrecia un cuadro de ansiedad, cual pre-
sentan las capitales en las grandes crisis de los pueblos:
la ceremonia do apertura de las cámaras, fuë silenciosa y
fünebre; los hombres, cuando se ocupan de sus intereses,
so distraen y olvidan ]as esterioridades, que no son otra
cosa que un lujo del orgullo; y note en ese dia quo las
miradas do los calculistas, se convertiau al astro nuevo
que parecia en el horizonte; pero sin voltear la espalda
al ocaso pr si aquel se eclipsara: el 5 do Enero por Ia
noche ya no so cuidaba de apariencias, y la comitiva del
presidente estaba reducida d mi sola persona; me acuer-
do que el general Victoria me preguntO entonces: iqu6
juicio forma V. de la posicion del gobierno? Si V. ye a
su derredor, le respondi, me ahorrará la contestacion .
CAPITULO xi. 659
Este era el estado que guardaba la cosa p'iblica en los
niomentos en que el general D. Nicolás Bravo se dirigia
A tomar parte en el plan proclamado por el teniente coro-
nel D. Manuel Montao.
El ministro de la guerra D. Manuel Pedraza tornO inme-
diatamente todas las disposiciones necesarias para conibatir
la revoluci011. Para los autores de ella, en vez de emplear,
corno babia hecho con los de las anteriores que estaban de
acuerdo con sus ideas, cartas sua'ves y lisonjeras, preparO
fuerzas considerables que fueron a batirlos. Al defender
abora la constitucion y las prerogativas del presidente
para cambiar hbremente de ministros, defendia su causa
personal que hacia tiempo era objeto de los ataques de la
prensa escocesa, asI como de diversas acusaciones en la
tribuna. En la actividaci y elementos que desplegase es-
tal.)a.pues, el sostenerse en el poder. Sin pérdida de mo-
mento mandO formar una fuerte division por el rumbo en
que se presentO la revolucion, y el mando de las fuerzas
lo conflriO al general D. Vicente Guerrero, que era uno
de los hombres de mas intluencia del partido yorkino. El
nilmero y la calidaci de las tropas que Pedraza puso en
movimiento eran muy superiores (L las que tenian los pro-
nunciados. D. Nieolás Bravo que habia marehado a la
hacienda de la Salitrera cuando saliO de Méjico, escribiO
clesde ese punto al teniente coronel Montaño una carta
con fecha 2 de Enero, manifestlndole el oljeto que le ha-
bia hecho salir de la capital, y pidiOndole noticias res-
pecto a la fuerza con que contaba. <<Deseando ampliar y
propagar el pronunciamiento de V, le decia <<me resolvi
a salir de Mejico; y hallándome en este puntol (el de la
660 HISTORIA DE MEJICO.

Salitrera) <<quiero dirigirmePero. los que V. ocupa;


antes de ejecutarlo quiero que en contestacion me diga
en cuáJes se halla situado, qué fuerza tiene a la fecha, y
cuáles han sido hasta ahora las operaciones que sore V.
haya emprendido el Sr. Guerrero, porque apetezco con
ansia imponerme circunstanciadamente de todo.i>
1828. No habiendo podido reunir el general Don
Nicolãs Bravo una fuerza competente para salir al en-
cuentro de las tropas que mandaba Guerrero, se situO en
Tulancingo, cuya poblacion tratO de fortificar, constitu-
yéndola en cuartel general. Entre tanto las fuerzas del
gobierno marchaban sobre los sublevados a toda prisa pa-
ra evitar que su nilmero se aumentase. El general Don
Antonio Lopez de Santa—Anna, que se hallaba de vice-
gobernador del Estado de Veracruz y a quien el gobierno
removiO de la comandancia de Yucatan, porque habia in-
tentado sorprender el castillo de la Cabafla, de la Haba-
na, con quinientos hombres, proyecto que se juzgO como
un delirio, dirigio una comunicacion al ministro de la
guerra, ofreciendole sus servicios contra los pronunciados.
<Habiendo ilegado a. mi noticia,> le decia, dos alborotos
promovidos por el teniente coronel Montaflo, y que S. E.
ci general Guerrero ha salido de esa capital a la cabeza
de una fuerte division, me ha parecido oportuno ofrecer
en • estos criticos momentos mi crecida inutilidad, Para
que el supremo gobierno la ocupe y disponga de ella del
modo que fuere servido. La misma oferta tengo hecha al
Sr. Guerrero en este dia por extraordinario violento, y
tendré la mayor satisfaccion de ser empleado por S. E. 6
por el mismo supremo gobierno, a quien me ofrezoo, con-
CAPITULO Xl. 661
secuente con mi deber y principios; asegurando que mi
conducta hara. ver a [a nacion entera, que mi patriotisnio
sin afectacion, j am.s es desmentido .•>
Esta comunicacion la escribió Santa-Anna el 2 de Ene-
ro, en Huamautla, en cuyo pueblo se presentó repentina-
mente sin esperar contestacion. del gobierno, por ser ur-
gentes los momentos. Se dijo por los escoceses, a cuyo ri-
to pertenecia, (1) que su intento fué unirse a. Bravo; pero
que teniendo noticias de las considerables fuerzas que
enviaba el gobierno, ofreció sus servicios a éste, calcu-
lando que la derrota de los disidentes era segura. Como
lo dicho por ci partido escocés no descansa en dato nm-
guno, he creido que mi deber es creer sincero el ofreci-
miento heoho al gobierno por Santa-Anna. Incorporado a
la division que marchaba a operar contra los pronuncia-
dos, fué admitida su oferta, y se le dió el mando de una
parte de las tropas. Cuando Guerrero supo que ci general
Bravo preparaba su resistencia en Tulancingo, punto que
ciertamente no era militar, apresurô su marcha, para ma-
tar la revolucion antes de que tomase cuerpo. La rapidez
de las operaciones de parte de los jefes del gobierno, no
dieron lugar a. D. Nicolás Bravo para prepararse a. una
vigorosa resistencia. El general Guerrero, acompaflado do
Santa—Anna, se presentO bien pronto con sus tropas al

(1) Dioe D. Lucas Alaxuan en una nota de su Historia de Mjico. que Ia


pancba de la afla dignidad que tenia Santa-Anna entre Jos miembros de las
bgias escocesas, estaba on poder de un amigo del expresado Sr. Alaman; y
aflade clue se expidi'S en Yucatan, en papel vitela, con muchos geroglificos y
al U si ones.
mw
662 HISTOB.IA. DR MEJICO.

frente de Tulancingo, cuyas débiles fortificaciones hechas


it toda prisa, no podian ser obstáculo para un asalto vigo-

roso. Bravo, conociendo que la resistencia quo opusiera


no podria dar otro resultado que el derramamiento in.iitil
1828. de sangre, tratO de celebrar un arreglo paci-.

fico, haciendo ver las razones que los sublevados habian


tenido para proclamar el plan formaclo por Montaño, es-
perando que se podria conseguir algo de lo que se pedia.
MediO en estas comunicaciones el capitan retirado D. Jo-
s6 Antonio Mejia, que despues llego a ser general tie
brigada. Bravo diO Orden a. sus soldados de que, durante
ocho horas. que eran las convenidas de arinisticio, en las
cuales debia tener una conferencia con Guerrero, no se
hiciese fuego sobre los contrarios, aun cuando las colum-
nas de éstos se acercasen. Cuando asi descansaba en la
buena fe del arrnisticio, las fuerzas del gobierno se lan-
zaron, al amanecer del dia 7 de Enero, sobre la pobla-
cion, saliendo rápidamente de la hacienda de San Antonio
Ahuehuetitla, situada a tiro tie fusil de los parapetos con-
trarios. La resistencia fué insignificante, pues no ilego a.
ocho el nümero de muertos, ni pasarori de seis el que re-
sultO de heridos, contándose entre éstos el coronel Correa
que muriO de resultas do sus heridas. Bravo, con toda su
gente, cayO prisionero; contándose entre los jefes que cor-
rieron la misma suerte, los coroneles D. Felix Trespalacios,
D. Mariano Rea, D. José Ignacio Gutierrez, D. Joaquin
Correa, que, como he dicho muriO de resultas de sus he-
ridas: los tenientes coroneles D. Alvaro Muñoz, D. Ma-
nuel Hernandez, D. José Maria Garmendia, D. José Ma-
nuel Moutaflo, D. Francisco Vidaurri, D. José Campillo,
CAPITULO XI. 663
D. Miguel Olavarria y catorce subalternos de diversas
graduaciones. Todos estos prisioneros fueron conducidos
Méjico y puestos a disposicion de la autoridad militar,
excepto el general D. Nicolás Bravo, al cual por su Ca-
rácter de vice-presidente de la repiblica se sujetO al ju-
rado de la cá.mara de diputados. El general D. Vicente
Guerrero, en el parte detallado que diO de las operaciones
al gobierno, recomendO los servicios del general Santa—
Anna, porque con ellos contribuyO al feliz éxito de la
empresa. Tambien enviO una comunicacion a. las logias
de los Estados-Unidos del Norte, suscrita por el mismo
comb Gran Maestro de los yorkinos y por MejIa que hacia
de secretario de la gran lOgia yorkina. En ella refiriO el
triunfo alcanzado, no como el do las tropas del gobierno
contra los disidentes, sino como el de una masoneria con-
tra su rival. (1)
En los momentos mismos en que los pronunciados su-
frian en Tulancingo el terrible golpe que dejo referido,
secundaban el plan de Montailo la legislatura del Estado
do Veracruz, y el comandante general del mismo D. Mi-
guel Barragan que en la mañana del dia 8 de Etiero se
pronunciO con una corta fuerza en las inmediaciones do
Jalapa, juzgando que tendria feliz resultado el movimien-
to de Bravo. Inmediatamente marcharon contra el ci co-
ronel D. Juan Azca.rate con doscientos cincuenta hombres
do buena tropa, y D. Crisanto Castro con cuatrocientos y
dos piezas de artilleria. Estas fuerzas, unidas a. las quo
maudaha el general D. Manuel Rincon, pusieron bien
pronto fin al pronunciamiento. D. Miguel Barragan tratO
1) El general D. Jos(- MarIa Tornel reliere esto muy minucosarneflte.
664 HISTORIA DR MJ!CO. 4
de ponerse en salvo; pero en la noche del 30 de Enero
fué aprehendiclo en la hacienda de Manga do Clavo en
compañia del coronel D. Manuel. Santa-Anna quo con el
iba, y ambos fueron enviados al castillo de San Juan de
TJlua y luego a la fortaleza de Perote. El que los hizo
prisioneros fué el coronel D. Crisanto Castro. El congreso
del Estado, 'viendo vencida la revolucion por la cual so
1828. habia declarado, tuvo quo hacer una retrac-
tacion poco honrosa. Igual resultado tuvo el movimiento
promovido en San Luis Potosi por el general D. Gabriel
Armijo y el coronel D. Antonio Gaona.
Contento el ministro do la guerra D. Manuel Gomez
Pedraza del triunfo completo alcanzado por las arinas del
gobierno sobre los contrarios, contestO con fecha 8 de
Enero, el siguiente dia de la victoria, a la comunicacion
del general D. Vicente Guerrero, en los términos mas ii-
sonjeros. oExemo. seflor,x le decia: <<A V. E. fueron en-
cargados desde el aflo de 1810 los primeros trabajos y sa-
crificios por la libertad de la patria. V. E. realizO su
independencia el aflo de 1821: de entonces acá en las tur-
bulencias quo ha resentido, V. E. con su mediacion las
ha disipado, v ahora que grandes convulsiones iban a
despedazarla, a disolver la sociedad, a. romper las institu-
ciones y a volvernos a las cadenas de la ignominia, acaba
V. E. de conservar sus glorias aprehendiendo de un solo
golpe a todos los enem ig os do la repüblica mejicana: oeü-
pese V. E. de la satisfaccion qu.e proclucen los altos ser-
vicios, y en nombre del presid.ente y do toda la nacion,
reciba y comunique a los señores oficiales las gracias rnas
sinceras por una jornada tan distinguida.^>
CAPfTULO XI. 665
En esta felicitacion ci señor Pedraza por niostrar su
gratitud at general D. Vicente Guerrero, quitaba a Itur-
hide, de quien hahia sido compaflero de armas en las fi-
las realistas, y del cual habia sido siempre adicto, la glo-
ria de haber heoho la independencia en 1821. .Justo era
pie elogiase los servicios de Guerrero que fué uno de los
caudillos mas constantes de la primera ópoca, y ci apoyo
que presto a Iturbide en los momentos supremos en quc
este tiltimo proclamo ci plan de Iguala; pero no debiO
despojar at hoinbre que realizO la independencia, del bri-
haute mérito que habia contraido para con la patria.
Dos dias antes de que las fuerzas del general Guerrero
alcanzasen ci completo triunfo sobre las de Bravo en Tu-
lancin(y o; esto es, ci dia 5 de Enero, sufriO la pena de
muerte en MOjico, ci general D. Gregorio Arana, vizcai-
no, que habia sido secretario del general Echávarri, y a
quien se habia acusado de estar complicado en ci ab-
surdo plan del padre Arenas. Los cargos que se le hacian
fueron contestados de una manera elocuente por su de-
fensor ci eapitan I). Luis A.nteparan; pero t pesar de ha-
ber sido hábilmente defendido por este, fuO condenado
' por meros indicios,>> dice D. J4iIcas Alaman, <á la pena
capital por ci consejo de guerra quo le juzgO.>> Los efec-
tos que en ci ãnimo del vulgo habian producido los pape-
les que parte de la prensa yorkina habia producido con-
tra los espafloles asI como los discursos sernejante.s at que
he dado a conocer, pronunciado en San Luis Potosi por ci
licenciado Sepalveda, se dejaron ver entonccs de una ma-
nera triste. El buen caracter y la indole compasiva y
duke del pueblo mejicano, sufrieron una aiteracion in-
Toio XI. 81
666 HISTORIA DE MEJICO.
I
cornprensible en aquellos mornentos en la clase baja. Al
ser conducido el desgraciado general Arana al patibulo,
el populacho le dirigio terribles insultos, cosa verdadera
mente extrafla aun en la parte mas descuidada en su edu-
cacion, naturalmente inclinada a la compasion en esos
conmovedores espectáculos. Arana marchO con sereno pa-
so y profundo recogilniento religioso al sitio de la ejecu—
cion: al ilegar a éste, estrechO entre sus manos el cruci-
fijo que le diO ci sacerdote que iba A su lado, y exclamô
con voz fuerte que fué oida por la inultitud: e4uro por
este clivino Señor, en cuya presencia he do hallarme den-
tro de un mornento, que rnuero inocente. .> Pocos instan-
tes despues cayO sin 'vida a la descarga hecha por los
soldados encargados de su ejecucion. Ni aun su cadaver
se viO libre de los insultos de uua parte de la multitud.
Pocos dias despues, aicanzado el triunfo en Tulancingo
sobre los que habian proclam ado el plan de Montaflo y con-
ducidos prisioneros sus jefes a Méjico como dejo dicho, se
empezO d instruirles sum aria. El general D. Nicolás Bravo
fué puesto preso en el convento de carmelitas de San Joa-
quin, extramuros de Méjico. El 15 de Enero so reunieron
en el expresado ediflcio los diputados que componian la sec-
cion del j urado que, corno a vice-presidente de la repiihlica,
le tocaba tornarie la declaracion. Al hacerilo, Bravo empezO
en este punto sus descargos, diciendo: Cierto como esta y
que probará en caso necesario, que el gobierno dirigio y
protegiO iiiipvieiiientc los levantamientos anteriores, con
el sano objeto de que se these un decreto por el congreso
1828. general, para que salieran do la repiiblica
los malos españoles, se creyO faciitedo el quo habla, ba-
CAPITTJLO XL 667

ju la jnisrna HH;1',1ula(/, de j opuir/oilai' a la nacion Un.


bien: que, a. su parecer, lo on los cuatro articulos que
aparecen en el plan de Montaflo; y que, al efecto, acordO
con éste, ci que se diera al püblico, cierto de que usando
el gobierno de la poIitU?( a,iteiwi, atraeria al orden las
partidas que se levantasen por este plan, con la misma
/wilul"d que lo hizo el gobierno con las anteriores.i
Con efecto; la condu.cta observala por los gobernantes
con los que se habian levantado anteriormeute pidiendo
mano armada lo que auhelaban a1canzar, parecia que fa-
cultal)a A otros tt ol)rar de la misina manera. El historia-
dor mejicano D. Juan Suarez Navarro, ocupandose de la
conducta observada entonces por el gobierno, y de la po-
utica del ministro de la guerra 1). Manuel Gomez Pedra-
za, dice: <<El secietario de la guerra, en los primeros dias
del mes de Diciembre de 1827, promo-66 en la cãrnara
de diputados una amnistla para los que hubieran tornado
parte en los movimientos sobre expulsion de espanoles; es
decir, un indulto aisoluto (i. todos aquellos facciosos que
Pedraza protegia por no chocar con el partido que impu.l-
saba esas frecuentes insurrecciones. Ea efecto, la ley se
diO, intercalando su testo en el. misino decreto que man-
daba la expulsion: tod.o el partido que se interesaba en
esta inedida, levautO hasta las nubes ci nombre del go-
bierno y de su ministro Pedraza: aflade que fueron con-
siderados como patriotas los revoltosos que se pusieron al
frente de aquellos movimientos, asi como los aspirantes y
mucha gente de no buenas costumbres <<que recorrian ar-
mados los pueblos indefensos, pidiendo tales y cuales le-
yes;> -v termina diciendo: -E1 congreso y el gobierno al
668 HISTORIA DE MEJICO.

amnistiarlos, se unieron i ellos en sentimientos, y echa-


ron un velo sobre los crirnenes cometidos con el pretexto
del derecho de peticion.
1828. Parecia, por lo mismo, consecuente, pie no
se usase de mas rigor con los prisioneros do Tulaucingo
que con los individuos de las pasadas peticiones a mano
armada. El gobierno, colocado en una situacion dificil,
queria evitar que se aplicase la pena de muerte a los pri-
sioneros, considerando que el aplicarles la pena capital, le
atraeria la acusacion de una marcada parcialidad, y te-.
mia al mismo tiempo la grita del partido triunfante si les
dejaba impunes.
Las causas do los reos seguian entre tanto con una ac-
tividad desusada hasta entonces. El partido escocés tra-
bajaba con actividad con ohjeto de ver si salvaba zi los
prisioneros de la pena do muerte, al mismo tieinpo que el
yorkino movia cuantos resortes estaban a su alcance a fin
de que de todos los Estados se pidiera la aplicacion de la
pena capital a los jefes de la revolucion vencida. LTno y
otro partido se movian con celeridad extraordinaria para
aloanzar su objeto lo mas pronto posible, pues so sabia
que las causas seguian sus trámites con una celeridad y
empeflo asombrosos. Los escoceses, por medio del senador
D. Florent.ino Martinez Zurita, presentaron en la sesion
del dia 23 de Febrero, una proposicion de amnistia. <<Es-
to,> dice D. Lucas Alaman, <'puso en agitacion a todos
los congresos de los Estados adictos a los yorkinos, y co-
mo so ha dado al derecho de iniciativa una extension ii-
mitada y se ejerce ann para las cosas mas agenas del co-
nocimiento de las legislaturas de los Estados, las hicieron
CAPiTULO XI. 669
easi todas pidiendo eon extraflo furor la sangre de Bravo
y de sus compafleros: distinguiOse sobre todos el ayunta-
miento de Méjico, con una exposicion que redactO el sin-
dico Lie. Azcárate, suegro del ministro Pedraza, el mis-
mo que con igual empleo hizo en tiempo do Iturrigaray
las célebres representaciones pidiendo la convocacion do
la junta general, y la flrmO en primer lugar el mayoraz-
go Cadena, a quien Iturbide hizo marques y pie como al-
gunos otros de noble familia, se habia alistado en los yor-
kinos, acaso eon la idea de preservarse do la tormenta,
contrihuyendo a aumentarla. (1) El congreso tomO un
término medio, el ii.nico posible en las cireunstancias: no
aecediO a la amnistla como querian los escoceses, ni dejO
proseguir la causa corno pretendian los yorkinos, y remi-
tiendo la pena capital a varios oficiales prisioneros c1ue
habian sido condenados a ella, deeretO la expatriacion do
todos.> La ley fuC expedida ci 15 de Abril de 1,928, y en
virtud de ella fueron conducidos a los puertos del mar del
Sur por el cororiel Andrade, nombrado para el efecto, quo
habia sido fiscal en la causa do Arana, y despues ci
mas acérrimo enemigo del partido yorkino. Liegados al
punto del embarque, salieron del territorio de la Repit-
blica ci 12 do Junio del mismo aflo. El general Bravo, eon
otros diez y seis eompafleros de prision, fué conducido en
ci bergantin Riesqo a. Guayaquil, de donde pasO a Guate-
mala, y luego a. los Estados-linidos, teniendo la pena, en
1828. estos viajes, de perder a su hijo i'inieo que le

(1) Muchas de estas furibundas exposiciones, insertas entonces en los pe-


ri(dicos, ban sido recopiladas por ci general Tornel en Sn Reseiia ist5riCa
670 HISTORIA BE MEJICO.

acompaiaba. Tambien muriO durante la penosa navega-


cion, el coronel D. Manuel Santa-Anna, hermano del ge-
neral del mismo apellido. Entre los oficiales que so unie-
ron al plan de Montaflo y fueron hechos prisioneros, sin
que les haya mencionado entre estos, se hallaba D. Felix
Luna, célebre capitan de las partidas de guerrilla en laz
inmediaciones de Orizaba, antes de la independencia, que
contribuyO de una inanera eficaz a la derrota de Rosains
y de Terán en la barranca de Jainapa. Lievado por Orden
del ministro de la guerra D. Manuel Gomez Pedraza al
eastillo de San Juan de Llua. rnuriO all del vOiuito an-
tes de que se hubiese dado la ley de expatriacion.
Con la expatriacion del general Bravo y de los princi-
pales je.fes que proclamaron el plan de Montaüo, el parti-
do escocés quedO destruido. El triuufo de sus contrarios
haliia sido completo; pero ese mismo triunfo quo dejO sin
fuerzas a los escoceses para continuar la lucha, fuO la
causa de la ruina de los yorkinos. Estos, al verse ya sin
contrarios, se dividieron entre si mismos, 'envolviendo al
pals en nuevas revueltasy desgracias. Se aproxirnaba el
tiempo en que debia hacerse la eleccion de presidente de
la Repiiblica, cuyo periodo debia empezar el dia I.' do
Abril de 1829. Los escoceses, faltos de sus prineipales je-
fes para entrar en esa lucha, dejaron libre el campo al
partido vencedor. Dos fueron los candidatos de los yorki-
DOS, D. Manuel Gomez Pedraza y el general D. Vicente
Guerrero. Se declararon por el primero todos los iturbi-
distas incorporados en los yorkinos, ]as personas mas jui-
ciosas y distinguidas de éstos, y los fragmentos de los es-
coceses que, teniendo que escoger entre uno y otro, aun-
CAPITULO XI. 671
que d ninguno de los dos querian, se decidieron por quien
juzgaban que tendrian mas garantias. Favorecian a Pe-
draza el presideute D. Guadalupe Victoria, asi como Don
José Ignacio Esteva y D. Miguel Ramos Arizpe que ha-
bian modificado mucho sus ideas y anhelaban una mar-
clia mas moderada y recta en la politica. Por D. Vicente
Guerrero se manifestaron todos los que habian hecho la
guerra de independencia desde 1810 hasta el plan de
Iguala, y la parte mas exaltada del partido yorkino. Sos-
tenian su candidato el gobernador del Estado de Mejico
I). Lorenzo Zavala, el senador Alpuche y el ininistro
norte-arnericano Poinsett, que trabajaban activamente
por alcanzar ci triunfo. Igualmente favorabies a. él se
inostraron el gobernador D. Vicente Romero en el Esta-
do de San Luis Potosi, D. Agustin Viesca en Coahuila,
Lopez Yergo, en Yucatan, Baca Ortiz en Durango, Don
Trinidad Salgado en Morelia; en Veracruz ci general Don
Antonio Lopez de Santa-Anna, y en el Distrito general
D. José Maria Tornel.
1828. Liegado el dia 1. de Setiembre del mismo
año de 1828, se hizo la eleccion de presidente y vice-
presidente, con arreglo la icy. Dc los diez y echo esta-
z't

dos que sufragaron, once votaron por D. Manuel Gomez


Pedraza: los restantes se repartieron entre ci general Don
Vicente Guerrero y ci de igual graduacion D. Anastasio
Bustamante. La eleccion, pues, de presidente recayO en
D. Manuel Gomez Pedraza; y ci partido exaltado yorki-
no que habia trabajado por D. Vicente Guerrero, quedO
vencid.o en ci terreno legal por ci yorkino inoderado, en
quien los escoceses miraban mas puutos de contacto con
LA
672 HISTORIA DE MEJICO.

el suyo, por lejos que aun estuviese de sus ideas. No pu-


diendo, sin embargo los yorkinos exaltados conforinarse
con la derrota y queriendo hacer triunfar su candidato,
apelaron a las armas para invalidar la eleccion. El pri-.
mero que saltO a la arena fué el general D. Antonio Lo-
pez de Santa—Anna que profesaba un odio prof undo t Don
Manuel Gomez Pedraza y habia trabajad.o, por lo mismo,
en elEstado de Veracruz en favor de D. Vicente Guerre-
ro. El motivo de esa mala 'voluntad que le tenia y le do-
minaba, no era sin embargo de una gravedad que mere—
ciese grande importancia. Cuando, como dejo referido,
Santa-Anna, estando de comandante general en Yucatan
inteutó sorprender con quinientos hombres el castillo de
la Cabafia, en la Habana, D. Manuel Gomez Pedraza, opi_
no en el gobierno, <<que se le dejase ir a ejecutar su proyec-
to, pues si obtenia su intento, seria un suceso glorioso pa-
ra la nacion, y si perecia, se lograba siempre la ventaja
de deshacerse de él. Estas ültimas palabras del ministro
de la guerra, no las podia olvidar Santa-Anna que sabia
muy bien que las habia pionunciado, yjuzgandose ofendi-
do se declarO su contrario. No le faltO un pretexto para em.-
puilar las armas en la ocasion que los votos de los Estados
le dieron ci triunfo a Pedraza. El ayuutamiento de Jala-
pa, cuyos miembros pertenecian al partido yorkino exalta-
do, dirigieron una exposicion a. la legislatura de Veracruz
el 22 de Agosto, para que cuando liegase el caso de su.-
fragar por la presidencia, lo hiciese por el general D. Vi-
cente Guerrero. Desempenaba entonces ci cargo de go-
bernador interino del Estado de Veracruz D. Antonio
Lopez de Santa—Anna, adicto a Guerrero, y el mando de
CAPITULO Xl. 67
las armas to tenia el general D. Ignacio Mora. parcial de
Pedraza. La legislatii'ra desaprobO la conducta observada
por los municipales por 'a representacion que le envia-
ron, y obrando, segun j uzgaba en conciencia, sufragO,
como dejo referido, por D. Manuel Gomez Pedraza. El
ayuntamiento de .Jalapa tratO entonces de desconocer at
congreso del Estado, por no haber dado su voto al candi-
dato por &l propuesto, y con este iritento autorizO un mo-
1828. tin que se efectuO en .Jalapa, la noche del 3
4e Setiembre. En vista de esto, el congreso encargó at co-
mandante general D. Ignacio Mora, quo 'velase por el Or-
den y seguridad de la poblacion. D. Antonio Lopez de
.Santa-Anna se manifestO disgustado con esta medida; y
cruzando entre el y el congreso del Estado varias comu-
nicaciones, acabO éste por declararle con lugar a forma-
ciori do causa, destituyéndole at mismo tieinpo del cargo
de gobernador, nombrando interinamente para quo des-
empeflara su puesto, al general D. Ignacio Mora. El amor
propio do Santa-Anna se creyO herido con la disposicion
de la legislatura, y se propuso rebelarse contra ella. Do-
tado de un catheter insubordinado que no admitia qu.e so
le impusiese ley ninguna a su voluntad, a la vez que am-
bicioso de brillar, fué el primero cjue levantO la bandera
de rebelion contra el einperador Iturbide por el solo moti-
vo de haberle quitado el mando; en la cuestion con la le-
gislatura, el inisino motivo le iinpulsO a no conformarse
con sus disposiciones. Rssuelto, pues, a desobedecer at
congreso del Estado y a. nulificar los votos de las legisla-
turas que habian sufragado por la presidencia de D. Ma-
nuel Gomez Pedraza, sedujo parte de la fuerza quo habia
ToMo XI. 85
(;74 HISrORLA DE MEJICO.

en Jalapa, y eludiendo la'vigilancia del comandante ge-


neral D. Ignacio Mora, saliO de Jalapa el 11 de Setiem-
lre, con irna parte del quinto Iatallon de linea, cuyos
soldados dejaron encerrado en el cuartel a su coronet Don
Juan Azcrate. Tainbien se unio y saliO con Ol, de la
misma villa do Jalapa, at frente de sti escuadron, el ca-
pitan D. Mariano Arista, que mas tarde Ile-6 a ser presi-
(lente de la Repüblica, hijo de un teniente coronet español
de notable niérito que aun vivia. El general D. Antonio
Lopez de Santa-Anna se dirigio con la referida fuerza y
dos caflones de montafla con su correspondiente dotacion
de artilieros, a la fortaleza de Perote. Al acercarse ésta,
6L

que se lialla situada en una vasta Hanura, fué saludado


por la guarnicion con una salva de cuarenta y dos caflo-
nazos y recibido en ella con el mayor entusiasmo. El co-
mandante general I). Ignacio Mora no supo la salida de
Santa-Anna de la villa de Jalapa con la fuerza que habia
1828. logrado seducir, sino en la manana del dia
siguiente, hora en que ci segundo se haliaba ya en Ia
fortaleza de Perote, inerced A la rapidez con que habia
caminado. La fortuna parecia dispuesta it favorecer el
inovirniento del jefe pronunciado, pues poco despues de
hallarse en Perote, lIegO este punto una cuerda con
(t

cuatrocientos desertores que eran conducidos hãcia Vera-


cruz, condenados a servir en el noveno batallon de lInea.
Santa-Anna aurnentO su fuerza con ellos, poniendoles en
libertad, y les vistiO y armO con los uniformes y fusiles
del depOsito del batalloll provincial de Tres-Villas que
encontrO en aque11a fortalleza. Con esto y haber tornado
en Tepeyahualco diez y ocho mil duros que remitia la te-
CAPTULO XI. 67
soreria general para Jalapa, con destino al pao delas tro-
pas, se encontr6 en disposicion de empezar las bostili-
dades.
Considerandose con los elementos precisos para soste-
ner la lucha, juzgO necesario publicar un plan que these
a conocer ci objeto de su pronunciamiento. En conse-
cuencia, el 16 de Setiembre manifestO, desde la fortaleza
de Perote, la nulidad de la eleccion de presidente hecha
en favor de D. Manuel Pedraza, exigiendo que lo fuese
ci general Guerrero, y pidiendo la expulsion de españo-
les, que era la cuerda que el partido yorkino exaltado to-
caba en todos sus pronunciamientos, pretestando que eran
los que con sus caudales fomentaban ]as re'voluciones del
partido escocés. El plan estaba concebido en los siguien-
tes términos:
<Articulo 1. * El pueblo y el ejército anulan las
elecciones hechas en favor del ministro de la guerra Don
Manuel Gomez Pedraza, a quien de ninguna manera se
aduite, ni de presidente ni de vice-presidente de la repü-
Mica, por ser enemigo declarado de nuestras instituciones
federales.
<'Art. 2.° Que siendo el origen de nuestros males los
españoles residentes en la RepiIblica, se pide a las cáma-
ras de la Union una ley de su total expulsion.
<Art. 3.° Que debiéndose afianzar la paz y ci siste-
ma federal que felizinente nos rige, sea electo presidente
de la Reptiblica ci Sr. general benernérito de la patria
D. Vicente Guerrero.
Art. 4.° Que las legislaturas que han contraido ci
voto de los pueblos, procedan inmediamente a nuevas
676 flISTORIA. DE MEJICO.

elecciones, en conformidad con el voto de sus comitentes


salvarido asI a la nacion de la, guerra civil que la ame-
naza.
<Art. 5.° El ejército libertador ileva el fin de que
no se derrame sangre mejicana en el presente pr0fluncia
miento. sino es que se y ea comprometido a su defensa.;
La fuerza quo sostiene el derecho de los pueblos, protesta
obediencia a la constitucion general de los Estados-Uni_.
dos Mejicanos, y al Excmo. Sr. presidente de la Republi-
ca benemérito de la patria D. Guadalupe Victoria, y no
dejara las armas de la mano sin ver prilnero cumplidos
los precedentes artIculos que ha jurado sostener.
Asi se abusaba del nombre del pueblo y se hacia re-
presentante de su voluntad todo el que promovia una
revolucion, siendo asi que el pueblo niejicano solo anhela-
ba la paz, ymiraba las contiendas politicas como un ver-
dadero mal para la patria, y como escala de engrandeci-
miento para los aspirantes politicos.
1828. El gobierno, al tener noticias do la rebelion
de Santa-Anna, se propuso sofocarla, poniendo en activi-
dad todos los recursos de su poder. El ministro do la guer-
ra D. Manuel Gomez Pedraza, que era el inas interesado
en ahogar el movimiento, se presentO en la mañana del
15 en ambas cámaras, a dar cuenta de los acontecimien-
tos de Jalapa, despues de pintar en un discurso elocuen-
te el estado politico que guardaba el pais y los funestos
males que amenazaban a la nacion si no se cortaba pron-
tamente el movimiento revolucionario, concluyO manifes-
tando la necesidad de que so concediesen al gobierno fa-
cultades extraordinarias, puesto que tenia que luchar
CAPITULO XI. 077
<con un poder mayor que el que la (Jonstitucion conce-
dia al presidente. El discurso produjo el efecto que Pe-
draza se habia propuesto. Preparadas como estaban las pa-
sioneS a la exaltacion por las continuas agitaciones poli-
ticas, se iniciO inmediatamente una ley que, aunque se
hubiese dado con objeto de evitar cj ue se repitiesen con la
frecuencia que hasta alli los pronunciamientos, excedia
los lirnites de lo justo. La ley era de proscripcion contra
Santa-Anna y los jefes que le acompanaban, y aunque
hubiera sido mas conveniente no lievar hasta ese grado el
rigor, la ley so diO por el congreso, dndola conocer el
gobierno el 17 de Setiembre. He aqui como estaba conce-
hida: <El presidente de los Estados-Unidos Mejicanos, a
los habitantes de la Repüblica, sabed que el congreso ge-
neral ha decretado lo siguiente: ArtIculo 1.0 Se pone fue-
ra la ley al general D. Antonio Lopez de Santa-Anna,
identificándose su persona, si dentro del término que pre-
fije el gobierno, no rinde a su disposicion las armas. En
el caso de entregarlas, se le indulta de la pena capital. Ar-
ticulo 2.° Los jefes y oficiales que se hayan pronunciado
por el plan revolucionario del expresado general, si den-
tro del tCrmino que se les seflale, segun el arliculo an-
terior, no se separasen de aquel cabecilla poniCndose a
disposicion del supremo gobierno, serãn juzgados con ar-
reglo a ordenanza. Los que por el contrario, lo verifica-
ren dentro de dicho tCrmino, seran juzgados en consejo
de guerra de generales, O indultados de la pena capital;
y Si antes del consejo acreditaren seduccion O engao, Se-
ran coriservados en SUS empleos, sin nota en su hoja de
servicios. Art. 3.° Los militares, de sargento abajo, quo se
HISTORIA DE MEJICO.

hayan adherido al mismo pronunciamiento, quedaran en


sus clases y goces, indultados de toda pena, y Sin nota en
sus filiaciones, siempre que en el término que les seflale
el gohierno se pongan bajo su obediencia; y no verificn-
dolo, serãn juzgados con arrego a ord.enanza como reos
de alta traicion. Art. 4.° Los milicianos cIvicos y los pai-
sanos que se hayan agregado a los revolucionarios, y los
al)andonaren en el término que les seflale segun el artIcu-
lo anterior, quedan libres de toda notay de toda pena.
En el caso contrario tambien sern juzgados con arreglo
a las leyes. Art. 5.° Los que voluntariamente prestaren
auxilios para ci sostenimiento del plan de Santa-Anna,
apová.ndolo de hecho, 6 promoviéndolo de palabra 6 por
escrito, serán reputados traidores y castigados como ta-
les.ì
Mientras el gobierno declaraba fuera de la ley al jefe
de la revolucion y ponia en mo'vimiento sus tropas, escalo-
nando entre la capital y Jalapa una fuerza que no bajaba
de tres inil hombres, Santa-Anna trabajaba con activi-
dad, y viO aumentadas sus filas con los cortos destaca-
mentos de Coatepec, Orizaba y Tres-Villas. La revolu-
cion, a pesar de la actividad desplegada por el caudillo
del movimiento, hubiera sido sofocada sin duda cuando
empezaba a nacer, si ci gobierno hubiese puesto al frente
de sus tropas un jefe a propOsito para dirigir una cainpafla
que exigia mas actividad que conocimientos militares;
pero habiendo dado el mando al general Rincon que, aun-
que pundonoroso, valiente, honrado y de saber, no tenia
el requisito de obrar con prontitud, transcurrieron los dias
sin que op.-rase resueltamente sobre su contrario, y San-
CAPITULO XI. 679
ta-Anna qu e reuflia todas las condiciones de un verdade-
ro revolucionario, recörria diversos puntos, teniendo en
jaque a las fuerzas del gobierno. Viendo el ministro de
la guerra Don Manuel Gomez Pedraza que nada se ha-
bia adelantado, enviO al general Don José Maria Calde-
ron con nuevas tropas, a. fin do que obraudo de acuerdo
con Rincon, sucumbiesen los pronunciados. Conocien-
do Santa-Anna que no podria resistir a las fuerzas reu-
nidas del gobierno, y resuelto a ilevar la guerra a. otro
1828. punto donde fuese secundado el rnoviiniento,
saliO en la noche del 19 de Octubre, de la fortaleza de Pc-
rote al frente de seiscientos hombres, lievando cuatro
piezas de artilleria do campafla, y emprendio la marcha
en buen Orderi, ilegando sin tropiezo a Tepetitlan, en
donde hizo alto para que descansara la tropa. El general
P. JosO Maria Calderon no so puso en marcha en segui-
miento de sus contrarios hasta el 22 en la tai-de, y San-
ta-Anna quo llegO a. Tehuacan, marchO ra.pidainente ci
27 sobre Oajaca, que era el teatro de operaciones que bus-
caba, burlando a. sus contrarios, que se habian imagina-
do que su intento era dirigirse a Puebla, cuya ciudad se
hallaba desgu aria ecida. El general D. Manuel Riiicon,
al descubrir el intento del caudillo del pronunciarniento,
avisO por medio de una comunicacion al comandante de
las armas del Estado de Oajaca P. Tiinoteo Reyes, de la
marcha de los reheldes liâcia aquel rumbo, al mismo
tiempo que el les iba picando la retaguardia. Recibido ci
aviso del general Rincon, inmediatamente marcharon dos
batallones de Tehuantepec, a. San Juan del Estado ; fue-
ron ilamados al servicio cuatrocientos civicos de 1-Tuajua-
000 HISTORIA DE MEJICO.

pan, y trescientos hombres de los batallones de Oajaca y


Tamiltepec ocuparon el pueblo de Cuicatlan. El cbman...
dante de las armas D. Timoteo Reyes, dejando de puntos
de defensa San Juan del Estado, la villa de Etla y Don
Doniinguillo, avanzO hasta el rio Blanco. Todas estas corn-
binaciones que debian dar un resultado favorable para el
gobierno. vinieron (t tierra por haber abrazado la causa de
la revolucion ci coronel D. Pedro Pantoja que ocupaba el
punto de Cotahuastla, y por la capitulacion del teniente
coronel D. Tirnoteo de los Reyes situado en la villa de
Etla. En la manana del 2 de Novieiubre fué ocupada la
ciudad de ()ajaca por el capitan graduado de teniente co-
rone] D. Mariano Arista que destacO Santa-Anna con una
fuerza, v el 14 del mismo mes llegO el general D. Ma-
nuel Rincon al freute do las tropas del gobierno a los su-
burbios de hi expresada ciudad, con ánimo de batir dentro
A los suhievados, a quienes habia obligado a encerrarse
en la poblacion despues de un reflido combate tenido en
las lomas de Montoya, inmediatas a Oajaca. Santa-Anna
ocupO dentro de la ciudad los puntos que •juzgO conve-
nientes para resistir a sus contrarios, y estos se sitnaron
en otros de la misma poblacion, hostilizandose rnU.tua-
inente, pero sin resultado decisivo. El dia 15, las fuerzas
de los pronunciados, despues de repetidos encuentros fe-
nidos en las calles, se situaron en los puntos de la Sole—
dad, el Carmen, Santo Domingo. Guadalupe y Sangre de
Cristo. El general D. Manuel Rincon ocupO la plaza prin-
cipal, la catedral. San Pablo, San Juan de Dios y las ca-
lies de San Francisco y del Hospital. La lucha segnia
dentro de la ciudad con daflo de los pacIficos habitantes
CAPITULO XI. 681
ruina de los edifleios, siendo cada vez mas critica la
posicion de los disidentes. El general D. Antonio Lopez
de Santa-Anna, para salir honrosamente y con gloria del
lance estrecho en que se encontraba, recurriO a un medio
1828. favorable que las circunstancias le presenta-
ban. El presidente de la repüblica, D. Guadalupe Victo-
ria, llal)ia anunciado, por meaio de una proclama que d.iO
el 23 de Octubre, que en la Habana se estaban reunien-
do fuerzas epaño1as con objeto de hacer un deseinbarco
en las costas mej icanas, cuyo plazo 110 debia estar lejano.
En ella se hacia un ilamamiento a los mejicanos para que,
d.ejando a un lado sus encontradas opiniones, se unieran
al ejecutivo, a fin de rechazar a los in'vasores cuando se
presentaran. Este llainam.iento del gobierno se ereyO en-
tonces por sus contrarios, que no era mas cjue una noti-
cia inventada para que no encontrase ceo el plan de los
disidentes. Santa-Anna c1ue entonces se creia fuerte y es-
peraba que su movimiento fuera secundado, despreciO
aquel ilarnainiento; pero ahora, al ver en mal estado su
causa; despues de un mes de baber sostenido la revolu.-
cion en cuyo tieinpo podia haberse efeetuado la invasion;
ahora que no tenia esperauza de que triunfase su plan;
ahora, inanifestá.ndose alarinado por aquel anuncio del
gobierno de qu.e entonces no hizo aprecio, tratO de que le
sirviese de tabla de salvarnento en el naufragio de su em-
presa. En consecuencia, vaiiOndose de él, y tratando de
hacer ver que ante el anunciado peligro de la patria ha-
cia ci sacriflcio de todos los demãs intereses, levantO ci
20 de Noviembre una acta que suseribieren todos los je-
fes y oficiales de las tropas pronunciadas. En ella ofrecian.
ToMo XI. 86
682 HISTORIA DE MEJCO.

Santa-Annay los suyos ponerse f. disposicion del gobier..


no para ir a. cornbatir, an union de las fnerzas do êste,
los qua liegasen a invadir at suelo mejicano: pero se po-
niau condiciones que dejaban a. los disidentes an estado
de volverse a. sub levar, puesto qua quedaban uiuidos y Co
las armas, si el fallo del prOxiino congreso, a quien so so-
meteria la cuestion do si liabia sido justo ô no el pronun-
ciamiento, les era contrario, aunque prometian Someterse
a. ël, pues poca conflauza podia inspirar al gobierno la
promesa de un hombre que se habia sublevado contra
Iturbide sin mas inotivo quo el de haberle quitado el man-
do, y acababa do ponerse al frente do la revolucion por
motivo parecido, desconociendo el norubrarniento de pre-
sideute hecho por las legislaturas de los Estados. Para
que el lector pueda juzgar por si misino de las proposicio-
nes liechas por los sublevados en el acta referida, qua
Santa-Anna enviO en la mañana del mismo dia 20 al ge-
neral contrario con un parlamentario, voy a. dar a. con ocer
los cinco articulos que coritenia. Despues do una intro-
duceion en que so ponia por causa del paso que so daba,
<.las noticias adquiridas do una prOxima invasion espaflo-
la,i invasion contra la cual <<cada uno queria ofrecerse
an sacriflcio an las aras do la patria; do manifestar qua
las alarinantes noticias quo corrian' no pudieron menos
qu.e causar una sena(;iou inesp1icab1e en los me, jicanos
qua habian coinpuesto la juuta de jefes y oficiales del
ejército prouuuciado, qua ilevaba ci nombre de jëICtiL)
1bc,1adoi; y de asegurar quo <la patria, y no mas quo la
patria, la santa independencia y la federacion era et nor-
te do sus operaciones, seguian los articulos del acta quo
CAPTULO XI. 683
decian asI: Art. I. ' El Excmo. Sr. general D. Antonio
Lopez de Santa-Anna, se somete A las Ordenes del supre-
mo gobierno, con toda la f'uerza que hoy tiene a. sus Or-
denes, para componer la division de vanguardia que mar-
che a. batir las huestes espaflolas en Yucatan, 0 donde
convenga, como enemigos de la independencia nacional.
2.° Pedimos que ningun jefe, oficial ni tropa, de los que
componen el ejército libertador, seamos separados bajo
ningun pretexto, Si no fuere en los momentos de obrar
contra el enemigo, y siempre a las Ordenes del Sr. gene-
ral Santa-Anna. 3.° El objeto de nuestro pronunciamien-
to, siendo santo, justo, y boy mas que nunca necesario,
se decidird en el prOximo congreso general, 0. cuyo fallo
nos sornetemos respetuosos: bien entendido, que si la so-
beranla lo juzga criminal, nos sujetarernos gustosos 0. la
pena que nos ilnpongan. 4.° Para arreglar los puntos que
indica esta acta, y convenir Inejor en las providenc.ias
que puedan adoptarse, para poner tOrmino a los males
presentes y marchar sobre el eneinigo, si conviniere, ha-
brd una entrevista en ci intermedio que hay del portal
de la plaza de Santo Domingo, calle recta, con todas las
formalidades admitidas en la guerra, y en la misma ca-
lie, a presencia de ambas fuerzas. Las personas que 0.
ella con curran, serán los generales, cuatro jefes y un ofi-
cial por clase. 5.° Teniendo fundados motivos para creer
quo at Excmo. Sr. presidente do la repübhca le ocultan
negocios de la mas alta importancia, y que solo ci Exce-
lentIsimo Sr. ministro de la guerra los despacha, un ofi-
cial de este ejOrcito serO. ci conductor del acta, para que
pueda instruir at gobierno de incidentes tambien de im-
684 HISTORL½ DE MEJICO.

portancia, de que resultara. sin ducla la conclusion de su-


cesos infaustos que devoran hoy Ia cara patria. : (1)
1828. El general D. Manuel Rincon que tenia
instrucciones del gobierno de que no entrase en a'veni-
miento ninguno con el caudillo de la revolucion, sino de
obligarle a que se rindiera sin condicion alguna, contes-.
to al siguiente dia, manifestando que nada podia admitir
sino el que se rindieseu a discrecion. Don Juan Suarez
Navarro que en su <Historia de Méjico y del general
Santa-Anna se ha propuesto sincerar a. éste de todos los
cargos que se le han hecho, cree que el gobierno <debia
haber admitido los articulos que cornprendia la acta le-
vantada el dia 20,>> porque <<alli nada se exigia de jude-
coroso para las autoridades supremas,> pues <'los revolu-
cionarios se sornetian al fallo del poder legislativo, que
era a. quien por la Constitucion competia declarar qué in-
dividuo debia desempeflar la primera magistratura. Pe-
ro el señor Navarro no tuvo presente al asentar esto, que
el general Santa-Anna debia suponer que el poder legis—

(1) El acta estaba firinada por los individuos que a continuacioii so expre-
san y en la siguiente forma.—Antonio Lopez do Santa-Anna.—Mayor general.
Francisco Arce.—Pedro Pantoja, comandante del fuerte Guerrero.—Coinan-
dante de artilleria. Ignacio Ortiz.—Coinandante do las COmpafifaS del prirnero
perinanerite. Jose Maria Boaitta.—Comandante del 5. 0 batallon. Jose A utonio
Heredia —Do la compafi ía de Tres Villas. I)omingo Huerta.—Jldefonso De!yudo,
coniandante de la escolta, empleado.—Del batallon do Jamultepec, Julian Goi-
zalez.—Del batallon de Tehuantepec, Francisco Ocanpo.—Joaqui'a (vialejo, CO-
manilante del activo do Oajaca.—Comandante do los cfvicos. Jfaniel Vazquez.
—Comandante. de Ia caballeriade Tehuantepec. AIarcelo Herrera. —Comundante
del escuadron del se-undo reginilento. Mariano Ariia.—Coniandante del es-
cuadron tie Orizaba. Francisco Tafert.—Josó Antonio JTejia, secretario.
CAPITULO XI. 65
lativo elegiria por presidente, observando lo dispuesto en
Ia Constitucion, al señor Pedraza que habia obtenido el
pilmero mayor de votos por las legislaturas de los Esta-
dos; tambien debia considerar que el go'bierno no debia
conflar mucho en que se resignara al fallo del nuevo con-
greso general, cuando no habia acatado la disposicion del
existente, que emanaba tambien de la voluntad nacional,
y que le habia ofrecido no aplicarle la pena capital Si en
determinado tiempo desistia de su 1)ronunciamiento, y se
presentaba a dar los descargos de su conducta. Además,
el caudillo de la revolucion pedia estar al frente de los
que eon ci militaban, sin que el gobierno pudiera em-
plearlos bajo las filas de otros jefes, y esto era quedar
con el poder para sublevarse cuando juzgase que lo debia
hacer. Cree el expresado escritor que <<los ofrecimientos
del general Santa-Anna fueron sineeros:., pero por pro-
funda que fuese su conviccion de que asi era, no debia
dejar de conocer que el gobierno tenia justos motivos para
terner que pensase de otra manera, guianclose por la con-
dueta que habia observado anteriormente. Por otra parte,
el gobierno sabia muy hien que la invasion que se anun-
ciaba no podia verificarse, en caso de que sucediera, sino
despues de haber transcurrido inuchos meses, como lo
sabia el mismo Santa-Anna, y debiO creer que era peli-
groso dejar A éste con todo su poder en cualquier punto
de la repiiblica, dejando en pie una revolucion que el
acta misma calificaba de asanta , justa y mas que nunca
necesaria.
1828. Viendo el general Santa—Anna que la
contestacion del general que le sitiaba era que no podia
tSG HISTORIA DE MEJICO.

escuchar mas proposicion que la de ponerse la fuerza pro-


nunciada a la disposicion del gobierno, sin garantla nm-
C.
para el ni para sus jefes y oficiales, se propuso sos-
tenerse en sus posiciones, defendiéndose con la constan-
cia del que sabe que no le espera otra cosa que la muerte
Si cae prisionero. Nada, sin embargo, le hubiera valido
su resistencia y Se habria visto obligado a sucumbir, si
en los moinentos mas aflictivos no hubiera sido abrazado
u plan en otros puntos de la repüblica por diversos jefes.
El general P. Isidro Montes de Oca y el coronel D. Juan
Alvarez, antiguo subalterno de D. Vicente Guerrero, que
ascendiO despues al grado de general y ilego a ser pre—
side:te de la repiibiica, levantaron la bandera de rebe-
lion en la parte Sur del Estado de MOjico que boy se co-
noce con el nombre de Estado de Guerrero, recorrian con
una respetable fuerza los distritos de Tasco y Acapulco,
despues de haberse apoderado de la fortaleza de este nom-
bre: el coronel D. danuel Orriera ejecutO el inisino mo-
vimiento revolucionario en los distritos de Cuautla, Amil-
pas y Honacatepec, mientras el coronel Don Manuel
Reye Veramendi ponia en insurreccion a Monte Alto y
otros puntos prOximos a la capital, situados al Poniente de
ella, y Loreto Cataflo ponia en insurreccion el distrito de
Chalco. Pero ci movimiento que vino a hacer cambiar la
faz de la cosa ptThlica, fuO el que llegO a efectuarse en la
capital. Desde el dia 1.0 de (i)ctubre habia presentado en la
camara ci senador D. Pablo Franco, coronel, una acusa-
cion contra el gobernador del Estado de Méjic.o, D. Lo-
renzo Zavala, acusandole de estar complicado en el plan
proclamado por Santa—Anna. Zavaia ha negado esa corn-
CAPITULO XI. 687
plicidad en su obra intitulada <Ensayo histOrico sobre las
revoluciones de Mejieo;. pero es lo cierto que hahiéndo-
sele declarado con lugar a formacion de causa en la Se-
sion del dia 5 de Octubre, lejos do esperar . contestar a
los cargos para desvanecer1o, se ocultO, y lanzándose a
la revolucion, recorria al frente de una partida de paisanos
armados, los partidos de Ocuila, Chaico y Apan, lo cual
venia a confirmar su ausacion. ViOndose perseguido por
las diversas partidas de tropa que contra él enviO el go-
bierno, logro burlar la vigilancia de sus enemigos refu—
giandose en un cerro prOximo t Ixtapalapan, cerca de la
capital, desde donde se puso en relaciones con los diversos
agentes de la revolucion, y por ültimo entrO furtivamen-
te a Méjico con el objeto de liacer que estallase en la
ciudad el movimiento que anhelaba. Oculto en la casa de
D. Juan de Dios Lascano y protegido por 1). Mariano
Zerecero y D. Agustin Gallegos, siguiO trabajand acti-
vamente por la realizacion de su plan. Los áuimos do
muchos estaban preparados para lauzarse a la lucha, y
facil le fué, por lo mismo, a Zavala, ordenar las cosas no-
cesarias para dar ci grito contra el goliierno. El ol:jeto
era derrocar al ministro de la guerra D. Manuel Gomez
Pedraza para iiuiiflcar su nombramiento de presidente y
1828. que fuese elegido D. Vicente Guerrero. En-
tro alguno.s cuerpos del ejército empezaba a notarse la
animadversion contra él, y los cIvicos de la capital esta-
ban dispuestos a levantar el grito para derribarle del p0—
der. Dispuesto cuanto era necesario para emprendor la
lucha, se seflalO la noche del 30 Jo Noviembre, quo era
domingo, para ci moviiniento revolucionario. Desde ci
88 HISTORIA DE MEJICO.

dia anterior tenia noticia el ministro de la guerra que se


trataba de efectuar al siguiente una asonada; Pero no
viendo nada que revelase el intento, llegO a persuadirse do
que eran ternores infundados de gente asustadiza y meti-
culosa, y A las seis de la tarde del mismo dia 30, asegu-
raba ileno de confianza al presidente D. Guadalupe Vic-
toria, que no eran ciertas las alarmantes nuevas qu.e ha-
bian ilegado al gobierno. Cuando estaba aseguraudo que
nada habia qué terner, se oyO un cañonazo, que era la Se-
flal couvenida Para empezar la revolucion. La sorpresa de
Pedraza, de sus compañeros de rninisterio y del presiden-
te, fué indescriptible al oir el estampido del cañon que les
anunciaba que la tempestad estaba encirna, sin baber to-
rnado providencias Para conjurarla. El presidente Don
Guadalupe Victoria diO Orden a Pedraza Para que inme-
diatarnente dispusiese que las tropas del gobierno se reu-
niesen en palacio, y que dictase al cornandante general
las disposiciones necesarias P ara batir a los pronunciaclos.
Pero nada importante lie-6 a hacerse: la sorpresa causa-
da por un acontecirniento inesperado, introdujo la confu-
sion, y no se acertaba a tornar una resolucion defluitiva.
El aturdimiento y la vacilacion en que se hallaron los
miembros del gobierno en aquellos instantes, estan des-
critos por el mismo D. Manuel Gomez Pedraza en su ma-
nifiesto. ' Eia aquel iustante,> dice, aera preciso obrar
con la velocidad del rayo: tal vez si hubieran marchado
doscientos hombres al punto de reunion de los sediciosos,
la revolucion habria tornado otro sesgo; Pero no se hizo
asi; la sorpresa preocupO los auimos; de todas partes se
pedian informes y no se tomaba uinguna proviclencia; el
CAPITULO XI. 689
palacio so llenO de to&Ia clase do gente; ci gobierno, de-
bit y sin prestigio, no era ya ni un siululacro do poder;
asi fué quo despues de dos horas, no so habia dictado la
inas leve disposicion: los sediciosos, entre tauto, iban de-
rechos a su fin. con tanta mayor facilidad, cuanto quo no
se les oponia el menor obstácu1o. Con efeto: es do
creerso que si so hubiese lanzaclo prontamente una fnerza
respetable sobre los pronunciados en los priineros momen-
tos, la revolucion hubiera sido vencida facilniente.
iis28. El caüoaazo de señ.al para enipezar el mo-
vimiento revoluciouario, se disparO en la puerta del edi-
ficio que liabia sido la inquisicion y quo es actualmente
Escuela de Medicina, situado en la plaza do Santo Do-
mingo y esquina do Ia calle de la PerpOtua. Su pruxiini-
dad at palacio del gOl)ierflO, pubs solo le separan do este
las dos calles do Santo Domingo que son cortas, y el an-
oho espacio de la Plaza de A.rmas en quo estã el mismo
palacio, hizo que la alarma del gobierno fuese grande,
pues juzgaba enciina al enemigo. El individu.o que habia
hecho thsparar el cañonazo fué el capitan D. Lucas Bal-
deras, que se hahia puesto a las Ordenes de los d.isidentes
y quo se hallaba mandando la brigad.a de la artilleria lo-
cal quo tenia por cuartel el expresado edificio de la In-
j uisicion. Inmediataniente quo los conjurados oyeron la
seflal, cIiO el grito revolucionario ci coronet D. Santiago
Garcia, comandante del batallon de Tres-Villas, que ha-
bia militado en las filas d' los independientes del ao do
1810, y c1 ue ocupaba el cuartel del vasto y sOlido ediflcio
Ilarnalo la Acordacla en que estaba la cãrcel y ofleinas do
aquel tribunal. La defeccion do Garcia fué para ci go—
Too XI.
GtJO HISTORIA DE I1EJ1CO.

bierno un golpe terrible, pues con ella so hicieron los


disidentes de un nümero considerable de caflones y de
abundantes municiones, y podian recibir viveres de fue-
ra de la ciudad, por hallarse la Acordada cerca de la sa-
lida de la poblacion. En union del coronel Don Santiago
Garcia, se pronuuciO, en ci mismo edificio, D. José Ma-
nuel Velazquez de la Cadena, coronel de un batallon de
milicia nacional, a quien Iturbide habia dado titulo de
marques; pero este se separO a poco de haber empezado
el movimiento. Garcia era uno de los jefes mas entusias-
tas por la revolucion empezada, pues hahia intentado
hacer una semejante en Oajaca. La Acordada, por su so-
lidez, su capacidad y su exceleute situacion, vino a ser
ci cuartel general do los pronunciados, y por esto se le
diO A aquella sedicion, ci nombre de <revolucion de la
Acordada.> D. Lorenzo Zavala se presentO inmediatamen -
te en las filas disidentes y aumentO ci entusiasino de to-
dos con su palabra elocuente y arrebatadora. Poco des-
pues llegO ci general D. José Maria Lobato, quien por su
graduacion fué considerado como primer jeie. Esto diO
motivo a que se juzgase ofendido el coronel D. Santiago
Garcia que habia sido ci primero en dar el grito, facili-
tanclo todos los elementos de guerra; y D. Lorenzo Zava-
Ia, vahOndose de su elocuencia y de las coils ideraoiones
quo los de su partido le tenian, logrO cj ue continuasen
ambos en la mejor arrnonia, quedando Garcia con ci man-
(10 do las fuerzas situadas en la Acordada, y haciéndose
cargo del importante punto de la ciudadela ci general
1828. Lobato. El gobierno il su vez se disponia pa-
ra el combate. El coinandante do las artuas D. Vicente
CAPXTLLO XI. 691
F'ilisola. situO las tropas que se mantu'vieron fieles al go-
bierno, en ci paiacio, en las torres de la catedral, en la
azotea de la diputacion y en las alturas de otros edificios
que dominan la Plaza de Armas, situando conveniente-
monte algunas piezas de artilleria en las bocacalles que
daban entra 'Ela a la expresada plaza.
Los pronunciados, despues de estar perfectarnente pre
parados a la lucha, iutimaron rendicion al golilerno, bajo
la base de cainbiar ci ministerio y dar la, icy de expulsion
do espaoles. El presidente D. Guadalupe Victoria hizo
que se reunieran en junta los ministros antes do empren-
der las operaciones sobre los disidentes. En ella, oido el
parecer de los jefes do mayor graduacion y do los mas al-
tos funcionarios, se dispuso comisionar al general Rayon
y a D. José Maria Tornel, para que disuadiesen de su in-
tento a los pronunciados, liaciéndoles ver los males quo
sobrevendrian al pais si se empezaba la lucha, prometién-
doles que se recomendaria al congreso decretase la expul-
sion (Ic espafloles. Viendo los disidentes en esta proposi-
cion, que ci gobierno no se consideraba fuerte para resis-
tir, la dcsecharon, dicienclo que no admitian otra condicion
quo la de concederles todo lo que habian pedido. La cues-
tion. pues, no podia resolverse sino por medio de las ar-
mas, y a ellas recurrieron ambos contendientes. A poner-
se al frente de los sublevados se presentO ci general Don
Vicente Guerrero, que debiera haber evitado hacerlo en
aquella ocasion, 1puesto que se trataba de unacuestion en
que se inteutaba hacer desaparecer do Ia escena politica
al quo babia alcanzado la mayoria do 'votos de las legis-
laturas para presidente y hacer que recayese el nombra-
miento en el.
;92 HISTORIA DE MEJICO.

A las ocho de la mañana del 2 de Diciembre los pro-


nunciados rompieron las hostilidades, dirigiendose hãcia
varios puntos del centro de la ciudad, retirãndose al fin a
sus posiciones, Ilevando la peor parte de la jornacla. Esta
ligera 'ventaja alcaxizada por las fuerzas del gobierno, hizo
concebir extrema confIanza en el triunfo a D. Manuel
Gomez Pedraza, hasta el grado de asegurar a. las cámaras,
en aquella tarde, que los pronunciados serian vencidos
dentro de muy breves horas. El dia 3, muy de mañana,
los sublevados, formando una columna de ataque, avanza-
ron con decision sobre sus contrarios, liegando hasta la
esquina de la calle del Puente de San Francisco, donde
fueron recibidos con un nutrido fuego de fusileria por las
tropas del gobierno al maudo del coronel Inclan. Despues
de un combate reñido, los pronunciados fueron rechaza-
dos con pérdidas considerables, contándose entre ellas la
del coronel D. Santiago Garcia, que cayO muerto de un
halazo. El gobierno perdiO en este encuentro sangriento
varios oficiales, contãndose entre los que murieron, el pun-
donoroso coronel I). Gaspar Lopez. Los pronunciados, para
liamar la atencion de sus contrarios por varios puntos y
poder aumentar su nümero con los partidarios que tenian
en la ciudad, ocuparon, en el mismo dia 3, el colegio de
1828. Mineria, San AndrOs, el convento de San
Agustin y el de San Bernardo, poco distante de palacio.
En el intermedio de una de esas reflidas acciones, el ge-
neral D. Vicente Guerrero se retiró al pueblo de Tlahua,
dejando a. los suyos. La lucha continuO todo el dia en di-
versas calles, causando sensibles pérdidas en uno y otro
ejército. El ministro D. Manuel Gomez Pedraza quo has-
CAPITL'LO XI. 093
ta entonces habia eon valor animado sus soldados, sin-
6L

tió tlaquear su ánimo, y sucediendo a la conflauza que al


principio tuvo de triunfar, el temor de ser 'vencido y he-
cho prisionero, tomO la determinacion, poco horirosa, de
abandonar el teatro de la lucha, dejando cornprometidos a.
sus partidarios, y a las ocho de la noche saliO, disfrazado,
de la ciudad, sin que nada supiesen sus compafleros de ar-
mas que continuaban luehando, y huyO hasta Guadala-
jara. No bien briIlO la luz primera del dia 4, cuando se
divulgO rápidamente en palacio y entre las fuerzas del go-
bierno la fuga del ministro de la guerra. Esto difundiO el
desaliento en los que habian combatido contra los suble-
vados, y aumentO la eonfianza de éstos, no dudando ya de
que el triunfo seria muy en breve suyo. Mientras la con-
fusion y el ternor reinaban en las filas del gobierno, los
pronunciados veian aumentarse el nmero de su gente
eon millares de hombres del populacho a quienes D. Lo-
renzo Zavala y el general D. José Maria Lobato habian
ofrecido, para atraerle a su partido, el saqueo del Parian,
donde estaban las tiendas de ropa de los comerciantes es-
pafloles.
1828. El presidente D. Guadalupe Victoria, pa-

ra reanimar el valor de las tropas que habia decaido con


la desaparicion del ministro de la guerra que habia sido
el jefe principal en aquella lucha, las arengO y dictO di-
versas disposiciones para continuar el combate. Los pro-
nunciados, aprovechando las ventajas que les daba sobre
sus contrarios el desaliento esparcido en estos, avanzaron
bãeia la Plaza de Armas, donde el gobierno habia situado
una bateria, cerca del palacio. Los suble\ados se lanza-
694 HISTORIA DE MEJrCO.

ron sobre ella con decision, y la tomaron tras do un ligero


combate. Viendo el presidente D. Guadalupe Victoria que
el triunfo iba a decidirse en favor de los contrarios, tratO
do hacer cesar el derramamiento de sangre, celebrando
un convenio quo pusiera término a la lucha. Animado do
este deseo, con'vino en tenor una entrevista con el general
de las fuerzas disidentes D. José Maria Lobato, pues el
general Guerrero se habia retirado, como queda dicho, a
Tlahua. Eli esta entrevista se convino en que el presiden-
te pasaria a la Acordada para conferenciar con I). Loren-
zo Zavala y arreglar una transaccion que evitase a la re-
püblica nuevas desgracias y trastornos. Eran las dos do
la tarde del dia 4 de Diciembre cuando Don Guadalupe
Victoria so dirigiO al sitio sefialado por los jefes disiden-
tes. En los momentos en que el presidente se dirigia a
entrar en arreglos con los pronunciados, el comandante
general de las armas D. Vicente Filisola, desainparO la
capital, dirigiendose a Puebla con las tropas quo le que-
daban, dejando solo y sin defensa al primer jefe de la na-
cion. Con la retirada do Filisola, los pronunciados se lii-
cieron dueiios del palacio y de todos los demas puntos
que habia ocupado el gobierno. Entoncos so veriflcó una
escena lamentable quo la pluma se resiste a describir.
Mientras en la Acordada se discutian entre el presidente
D. Guadalupe Victoria y D. Lorenzo Zavala, acompaa-
dos de varios jefes de una y otra parte, los puntos de la
capitulacion, mas de cinco mil individuos de la hez del
pueblo. unidos a la tropa, se entregaban a los excesos mas
reprensibles. Referido queda que D. Lorenzo Zavala y
1). José Maria Lobato habian ofrecido al pueblo bajo, at
C.PTrL0 XI. 095
fin de atraerle a sus filas, el saqueo del Parian, -donde te-
than sus ricas tiendas de comercio los espafloles. El Pariau
era un edificio sOlido, cuadrilongo, corno de doscientas va-
ras de largo, por sesenta de ancho: se componia de dos cuer-
pos; en el inferior no liabia otra cosa que tiendas de ropa,
y en el superior almacenes, pertenecientes d esas misinas
tiendas, pues cada una de estas so coinunicaba con su
correspondiente almacen por una escalera interior que
partia del centro de la tienda at piso alto. La parte exte-
rior de este vasto ediflcio, asI por sus dos frentes como
por sus dos costados, era una série no rnterrumpida de
tiendas de ropa en que se encontraban las telas mas ex-
quisitas y 'valiosas. Eno de los frentes formaba calle con
el edificio liamado la l)iputacion; el otro miraba at costa-
do de la eatedral que da at Einpedradillo; uno de los cos-
tados forinaba calle con el Portal de Mercaderes, pues te-.
nia la misma extension que este, y el otro miraba at pa-
1828. lacio. El espacio que inediaba entre este y el
Parian se hallaba enterarnente libre, pues entonces no
habia los jardines que ahora se yen en m.ed.io de la Plaza
de Armas, que fueron hechos en tiempo del emperador
Maximiliano, per el ilustrado y activo al.calde D. Ignacio
Trigueros, a quien la ciudad do Méjico es deudora de
muchas benélicas mejoras. En rnedio de cacla uno de sus
frentes, asi coino en ci do sus costados, tenia ci Parian una
ancha y elevada puerta c1 ue daba eutrada at interior, en
que se encontraban diversas ealles, perfeetamente empe-
dradas, con tiendas do uno y otro lado, con sus corres-
pondientes almacenes en el piso superior, en la forma que
dejo ya referida. En. el Parian no vivia fling una familia:
696 HISTORIA DE MEJICO.

era un punto destinad.o exciusivamente al comercio de


ropa, cuvas puertas cerraban a la oracion de la noche lo
empleados del ayuntamiento, a quien pertenecia el cdi-
ficio, no quedandose en él ningun cornerciante, pues to—
dos cerraban sus tiendas al oscurecer, y quedando vigi-
lado p' los guardas necesarios para su seguridad. El Pa-
ran era entonces uno de los puntos en que se reunia mas
riqueza, pues aunqu.e ci comercio habia decaido mucho
por causa de los trastornos politicos, aun contaba con Ca-
pitalistas de importancia. Rara era la tienda del Parian
que, además de las considerables sumas que tenia en
cas telas y pafios, no contaba con un decente nürnero de
miles de duros en metlico, entalegados, colocados, no en
cajas de fierro, sino debajo el mostrador, pues la buena
fe, la conflanza y ci respeto habian sido hasta entonces
las cualidades que habian resaltado entre los cornerc.ian-
tes espafloles radicados en aquel pals, lo mismo que entre
los inejicanos.
La promesa del saqueo del Parian, habia sido pues un
poderoso aliciente para que ci pueblo bajo se hubiera
unido los pronunciados desde ci mornento que empezO
la lucha en la capital. Apoderados del palacio los disi-
dentes y no teniendo fuerza contraria que se opusiera a
sus intentos, se ianzaron sobre ci Parian para apoderarse
de la riqueza que en el halia. No quiero ser yo el.que
pinte ese triste acontecimiento do que no es culpable la
sociedad mejicana, y del cual solo son responsables los
que, lievados de sus pasiones bastardas, no solo lo promo-
vieron, sino quo d.ejaron quo se ilevara a cabo, con ruina,
no de los pacificos comerciantes espafloles üuicamente, si-

In
xi.
CAPITCLO 697
no de millares de fainilias mejicauas, pues no habia en el
pals un solo coinerciante espanol O propietario que no estu-
viese casado con mejicana. Para dar a conocer se hec.ho
que todas las clases honradas de la nacion reprolaron, me
vaidré de las descripciones hechas por varios escritores
mejicanos que presenciaron los hechos, y que, justamente
indignados contra ellos, los han censurado, constituyén-
dose asi en ceo de los rectos sentimientos del uiicleo de
18,28. la nacion mejicana. Esas descripeiones hon-
ran A sus autores y al pals, pues revelan la indignacion
que produjo en ellos el aeto reprobable del saqueo. He
aqul como refiere este hecho el general D. José Maria
Tornel en su. apreciable 1?eseTha Ifi'. ((Mientras el
general Victoria atravesaba t caballo las calles de San
Francisco, numerosos gru.pos de insolente plebe forzaban
las puertas del Parian sin defensa alguna desde que el
general Filisola huyO con unos cuantos dragones con di-
reccion l Puebla. Entonces comenzO ci saqueo del edi-
ficio O llámase Bazar, que por mas de un siglo fuC ci em-
porio del comercio de Nueva-Espafla, y que, ann en su
estado de decadeucia, encerraba un valor en nurnerario y
en efectos, que se hace subir a la suma de dos y medio
millones de pesos.....El empeflo de azuzar al pueblo
contra los espafloles-europeos, habia producido sus efee-
tos,y como eran ellos los propietarios del mayor nimero
de cajones (1) del Parian, fcil fuO a. los iristigadores
marcarlo como botin de la innioral guerra de que era pre-
sa la infeliz ciudad. >

1) En \IjiCQ liatatu cajone :t la. ticiidas de 1opL.


ToioXI. 88
kdj

HISTORIA. DE MEJICO.

<Apenas habia regresado el presidente a palacio, Za.


vala, en cumplimiento (10 su oferta, mandó una pieza y
alguna tropa para contener los vergonzosos excesos del
Parian; pero nada se consiguiO, si es que algo se procu-
rO, pues que en el resto del aciago dia y en toda la no-
che, se robO sin intermisjofl alguna y se cornetieron cr1-
inenes de mucho tamaflo, incluyénclose entre ellos asesi-
natos i sangre fria; y para disputar valiosos articulos, que
pasaban de las rnanos de unos ladrones a las de otros.
La devastacion del Parian so asemejaba A la que causa
un voraz incendio; todas las puertas fueron desquiciadas
y rotas: algunos techos ardieron, y no quedO ileso ni an
rnostrador ni una sola tienda. Quien conozca la buena
Indole de la plebe mejicana so cuhrirá. el rostro de asom-
bro al observar quo se precipitO, para mengua de la na-
cion, a sus acostumbrados desmanes, y quo sobrepasO en
furor it cuanto se dice que ha pasado en otros pueblos en
lances sernej autos. Leccion es esta muy terrible para las
facciones que todo lo posponen al logro do momentáneas
miras, y que tarde O temprano se arrepienten do su obra
de perdicion. Los yorkinos so lisonjeaban de un triunt'o
que era su derrota, de haijerso sobrepuesto a sus enemi-
gos en una guerra cuyo térinino sirviO eficazmente para
disipar las ilusiones. Los hombres honrados do aquel par-
tido lainentaron y condenaron ss aberraciones; pero por-
que previeron la falsa posicion en que se iba it colocar el
g eneral Guerrero, merecedor de distinta suerte.>>
1828. El historiador D. Lucas .A.laman, dice quo
< los revolucionarios se apoderaron del paacio y se siguiO
el saqUeo do los almacenes del mismo palacio, del Parian

I
1.

CA.PITULO Xt. 699


y portales inmediatos repitiéiidose todos los excesos que
en la insurreccion se vei.an cuando entraban los insur-
gentes en una poblacion. El escritor D. ,Juan Suarez
Navarro, pintando el mismo triste suceso dice <' Mas de
cinco mil iej,eiosy parte de la tropa, se habian entrgado
al robo en ci edificio del Parian, quo era el emporio del
comercio. Los iuejores capitales estaban allI depositados,
y Ia fortuna de inillares de familias iba a desaparecer por
un saqueo do la multitud deseufrenada. Los jefes de la
ciudadela mandaron al lugar del desOrden alguna tropa
1 ara coutenerlo: nada hicieron, porque mayor era el nü-
inero de los interesados en consurnar el crImen. Alinace-
iies y tiendas fueron abiertas sin excepcion de una: todo
£rénero de mercancIas desapareciO instantáneamente, y el
populacho, arrastrado por sus instintos de ferocidad, se
disputO no solo los intereses y las inercancias, sino lo ac-
tos mas inhuinanos y salvajes.
Estas fueron las consecuencias de los papeles quo hacia
tiempo se venian publicando excitando las pasiones del
populacho contra los espafloles, y de las promesa de sa-
queo hechas por D. José Maria Lobato y 1). Loreuzo Za-
vala all pueblo bajo al pronunciarse, a fin de aumentar el
nürnero de partidarios. El ftltiLuo do estos individuos,
asombrado de los desmanes cometidos por la deseiifrenada
multitud, dice en su 1sayo /iskiico We Las eeulucioue,s
de Ilf(Jw0: <<Yo me consterné a la vista de las terribles es-
cenas quo produce la guerra civil, y deseaba sinceramen-
te mejor haber sido vIctima de la tiranla, Si SUS efectos
se hubieran liinitado iiuieamente a mi persona, quo ser
testigo y parte en semejautes cat..strofes.> Hubiera sido
7 0 HISTORIA DE MEJICO.

mejor que antes de hacer la fatal promesa, y para evitar


ser test qo , pane, coino asienta, en aquellas escenas, se
hubiera despojado de sus pasiones de partido. que flunca
pueden producir en ci hoiubre mas cl ue desgracias de in-
calculable trasoendencja. Pero no solo excitO con sus pro
mesas el sentimiento del populacho al saqueo, sino que se
manifestO poco hurnano con algunos individuos con quie-
nes hubiera ganado mucho para el püblico, en usar de
generosidad con ellos. D. José Maria Tornel, hablando en
su J?eseita 1/1ct'$ii(-a de los excesos que acompaflaron al sa-
queo del Parian, aflade: oCuando los pronunciados se din-
gieron a palacio, el teniente coronel 1). Vicente Gonzalez,
aprovecliandose de la confusion, saliO de la ciudad; mas
habiendo sido prontamente reconocido, se le aprehendiO
y llevO a. la terrible presencia de Zavala. Este se excusa
con los gritos de muerte que partian de boca de todos sus
oficiales, para decretai1a. Gonzalez f'uO conducido al cos-
tado del Poniente de la Acordada, y aI]i fué fusilado. Es-
ta mancha indeleble de sangre se notaba aun en ci patio
mortuorio que cubriO en Tejas el cadaver y la traicion de
D. Lorenzo Zavala . Igual Orden diO con respecto al co-
ronel D. CristObal Gil de Castro, no obstante haber en-
tregado el punto de San Francisco bajo palabra de tener
salvas las vidas; y en ac1 uella misma noche fué, acompa-
ñado de algunos amigos de no muy nobles sentimientos, a.
la casa del digno magistrado, dechado de probidad, Don
Juan Raz y Guzman que habia comeuzado a. instruir la
sumaria contra el, aquien pudo saivar su persona,>> dice
D. Liicas Alaman, apartando con la mano un tiro de
pistola que Zavala le dirigio, hirién dole la mano.> El co-
CAPITULO XL 701
1828. ronel D. CristObal Gil de Castro logrO el sal-
varse do ser fusilado, A, una casualidad. Le habian puesto
en capilla en iana pieza del descanso de la escalera de la
Acordada, y consiguiO escaparse aprovechando el momen-
to de alboroto quo so veriflcO cuando el presidente Don
Guadalupe Victoria fué a conferenciar con los jefes pro-
nunciados. Busc.O tambien. segun asienta D. José Maria
Tornel, en su mencionada Resefla histOrica, al Sr. Sena-
dor Vargas, quien, por la casualidad de hallarse ausente,
se librO do otra venganza sernejante a. la que usO con el
inagistrado Guzman. PareciO,; aflade el expresado es-
critor, <que Zavala, desvanecido por la embriaguez del
triunfo, y dolorido por el comportamiento inicuo que su-
friO, olvidO para detriinento de su farna, que la clemenc.ia
irve para ennoblecer mas la 'victima.
Don José Ignacio Esteva que habia viielto a hacerse
cargo del rninisterio de hacienda, buscO la manera do no
caer en manos de los pronunciados, y el doctor Arede-
chederreta, que era entonces vicario general de monjas.
le ocultO en un convento de éstas. D. Miguel Ramos Ariz-
pe que se liabia separado del ministerio de justicia y que
se hallaba no menos detestado de los escoceses que do los
yorkinos, huyO hâcia las provincias internas: y habiendo
acaecido al pasar por Queretaro la revolucion en esta ciii-
dad, tuvo pie buscar un asilo en el casi desierto colegio
apostOlico do la Cruz, 6, cuyos misioneros espaioles habia
hecho salir del pals con extremado rigor.
i)ueflos de la cuudad los disidentes, siguieron por tres
dias ]as conferencias entre el presidente de la repühlica
1). Guadalupe Victoria y los autores del movirniento, sin
V
eL IIISTORIA. DE MEJICO.

producir ningun resuitado, liasta c1 ue por fin el 8 de Di-


ciembre decidiO nombrar ministro de la guerra al general
U. Vicente Guerrero. Siete dias ünicamente perrnanecio
éste en el rninisterio, y habiendo hecho renuncia de la
cartera, entrO en su lugar el general D. Francisco Moe-
tezurna, que ciertaniente no era el hombre mas a. propO-
sito para ocupar ese puesto. A U. Vicente Guerrero se le
conIiriO el mando de las armas de los Estados de Puebla,
Oajaca y Veracrnz.
1828. Aunque el partido yorkino habia triunfado
en Méjico contra Pedraza, los adictes a éste csjieraron en-
coutrar apoyo en las autoridades de Puebla, hácia donde
habian marehado todos los que se liabian propuesto hacer
frente a la revolucion. No dudando que la resistencia pa-
saria de Puebla a. Queretaro, Guanajuato y Jalisco, don—
de estaban U. Luis Quintanar, D. Luis Cortazar y Don
Joaquin Parres todos preparados para defender la causa de
1). Manuel Gomez Pedraza, esperaban ciue el triunfo fue-
se al fin suyo.
Esta circunstaucia hacia que el general del gobierno
D. José Maria Calderon continuase estrechando mas y
mas al general Santa—Anna, procurando obligarle a. ren-
dirse con toda su gente. Para conseguirlo estrechO mas el
sitio, y horadando los edificios llegO ft apoderarse de la
factoria del tabaco. Desde este sitio los sitiadores lograban
batir con ventaja a. los sitiados, causándoles graves daflos.
No transcurria Un solo dia sin que no hubiese algun corn—
bate entre las Iuerzas beligerantes. El 25 de Diciembre
hubo uno bastaute sangriento en la calle de Santa Cata-
rina, y el 27 se verifico otro ha.cia ci ilano de las Cante-
CAPiTtLO XI. iO3
ras, con no menos sensililes pérdidas de una parte v otra,
pero sin producir resultado definitivo. En los momentos
mas aflictivos para Santa—Anna, se reeibiO Ia noticia de
haberse pronunciado por el plan suyo, Puebla y Huajua-
pan, y esto vino a Caml)iar compietarnente SR situacion.
El general sitiador se viO obligado a pedir un parlarnento,
y por un couvenio celebrado, levantO ci sitio dejando los
puntos que habia ocupado en la ciudad, y saliO de ésta a
las cuarenta y ocho horas de haberse pactado las condi-
ciones. QuedO, pues, el general Santa—Anna dueflo de la
plaza, y el dia 30 de Diciembre ocupO toda la ciudad, vic-
toriado por sus tropas y por el pueblo.
De esta manera terrninO el aflo de 182, triunfando
una revolucion en que ci autor de ella, constituyéudose
en represeutante de los deseos de los pueblos y de la vo-
luntad nacional, desconociO los votes de las legislaturas
de los Estados que no estaban de acuerdo con su opinion,
y desobedeciendo las disposiciones del Coiigreso general
que le exhortO al principio de haber (lado el grito de re-
belion, a que volviese a la obediencia, garantizaridole la
vida, mirO sobreponerse su voluntad a la autoridad del
gobierno y de las leyes.
1829. No empezO con sintomas mas lisonjeros de
bien social y de trauquilidad para Méjico el aflo de 1829.
He aqul corno describe la entrada del nuevo aflo, para la
politica de aquel pals, el escritor inejicano D. Juan Sua-
rez Navarro. 'Algunos sIntomas do desunion comenzaron
a aparecer en los Estados del interior al principio de Ene-
ro. Una coalicion intentO hacerse entre ellos, para con-
trariar al partido vencedor: los ánirnos estaban en la ma-
704 HISTORIA DE MEJICO. IN
or agitacion, porcj ue el pueblo iba contrayendo el habite
de los pronunciamientos, estimulado por los partidos y
con la esperanza de adquirir beneficios en un cambio, que
sierupre eran ilusiones, pero siempre sednetoras. Parecia,
pues, que habia ilegado la época en que reuniéndose to-
dos los elementos de disolucion social, sonaba la hora del
exterminio: parecia ij ue se hahian amontonado todos los
materiales para una conflagracion universal; que se ha-
bian relajado todos los 'vinculos, y que los resortes de la
administracion se debilitaban 'visiblemente.
Nada es mas exacto que el cuadro presentado en las
anteriores palabras por la diestra pluma del señor Suarez
Navarro. La sociedaci, semejante a un enfermo que no
encuentra alivio a sus padecimientos, esperaba encon-
trar el remedio a sus dolencias en la realizacion de cada
lisonjero plan que proclamaba todo el que emprendia una
revolucion, sin que jamãs 'viese realizadas sus esperauzas
y sus justos deseos. Los partidos se agitaban conio las olas
de un revuelto mar, y la ambicion de los hombres politi-
cos empujaba al pals hácia su aniquilamiento y su des-
gracia. Ciento 'veinte lOgias yorkinas, eran los lahorato-
rios de las intrigas. y de ellas se derramaban en las clases
mas pacificas las doctrinas mas exageraclas, propagadas
por el ininistro norte-americano Poinsett, D. Lorenzo Za-
vala y otros funestos directores de la poiltica, cuyas am-
biciosas miras produjeron sensibles males a u.n pals lieno
de elementos de felicidad.
Don Manuel Gomez Pedraza que, abandonando Sn causa
habia salido disfrazado de la capital, determinO abaudo-
nar el pals, y renunciando sus derechos (t la presidencia
CAPiTULO XI. 705
segun ci mayor nmero de votos que, como hemos visto,
1829. tuvo de las le- 0 islaturas de los Estados, se em-
barcO en ci puerto de Tampico y marchO A los Estados-
Unidos.
Habian salido favorables para los partidarios del gene-
ral D. Vicente Guerrero, las elecciones para la renovacion
completa de la cámara de diputados. El éxito que, en
consecuencia, tendria la eleccion de presidente de la re-
püblica, no era dudoso. Todos los cliputados de la comi-
sion que debia calificar ci resultado de la eleccion, perte-
necian al partido yorkino exaltado.
El dia 12 de Enero de 1829, despues de h.aber presen-
tado la comision su dictáinen, protestando respeto y con-
sideracion a los Estados que forman la federacion mejica-
na, de hacer inencion de los pronunciamientos que se
habian verificado contra la eleccion de D. Manuel Gomez
Pedraza, presentá.ndolos como prueba de la voluntad de
los pueblos, y de manifestar que la cámara de diputados
del congreso estaba en la obligacion de corresponder a la
confianza que ci pals habia depositado en ella, la cámara
declarO insubsistentes y de ningun valor los votos que las
legisilaturas dieron en favor de D. Manuel Pedraza, sin
dar valor ninguno a la renuncia que éste hizo al salir de
la repiib1ica, y nombrO presidente a D. Vicente Guerre-
ro, y vice-presidente al general D. Anastasio Bustainan-
te, que, como liemos visto, habia sido elegido constitu-
cionalmente. El partido yorkino vió en aquel dia satisfe-
chas sus aspiraciones, y sus adeptos, que habian ocupado
du.rante la sesion las espaciosas galerlas de la cãmara, re-
corrieron las calles dando vivas a los padres de Ia patria,
ToMo XI. 8')
706 HISTORIA. DE MJICO.

en medio de las salvas de artilleria, del repique gene-


ral de campanas y del estruendo de los cohetes vola-
dores.
Parecia como consecuencja de los sentirnientos de hu-.
manidad que deben distinguir al hombre, pie la ruina
que habian sufrido los comerciantes espafloles y sus fa-
milias mejicanas con el completo saqueo del Parian, cal -
mase la persecucion contra ellos de parte de los que antes
de esa desgracia pidieron su expulsion. En la mas es-
pantosa miseria, mendigando un pedazo de pan, se habian
quedado acj uellos hombres laboriosos y honrados que p0-
cos dias antes guardaban una brillante posicion social,
y daban a sus hijos una educacion escogida con que fue-
sen ciudadanos ütiles a la patria. Pero lejos de manifestar
esa piedad los jefes que habian hecho la revolucion, pa-
recian empeflados en hacer caer sobre sus desgraciadas
vIctimas todas las calamidades, demostrando contra ellas
un odio y una inquina que solo la ceguedad de las pasio-
nes pudiera concebir.
1829. Don Lorenzo Zavala, ci ministro norte-
arnericano Poinsett, el general D. Antonio Lopez de San-
ta-Anna y todos los jefes mas exaltados del partido yorki-
no, coutinuaban avivando el fuego de la discordia, en
vez de procurar calmar el devorador incendio de la desu-
nion. Ernpeflados en que se ilevasen a cabo los articulos
del plan cjue publicO ci ültimo al pronunciarse en la for-
taleza de Perote, lograron que todo el partido triunfante
se uniese a sus ideas, y pronto se presento al congreso el
proyecto de ley para la expulsion de espafloles. El punto
empezO a discutirse en la câmara con el mayor calor. Las
CAPITULO xi.
atligidas esposas de los españoles y sus amantes hijos, hi-
cieron una exposicion, suplicando, con las frases mas do-
cuentes y tiernas, que no se. ilevase a. cabo el proyecto.
Hecho ci escrito, se presentaron aquellas desoladas esposas
en union de sus hijas, a D. Vicente Guerrero, y le entre-
garon ci papel poniOndose de rodillas y pidiéndole entre
sollozos y lagrimas que partian del fondo del corazon, que
con su influjo, hciera suspender el funesto golpe que
iba a verter la desolacion en el seno de las familias, arro-
jandolas a palses desconocidos donde les esperaba la mi-
seria y la muerte. Profundamente conmovido el corazon
de D. Vicente Guerrero con el tierno y patetico cuadro
que tenia a la vista, les ofreciO hacer todo lo que estaba
de su parte para evitar la desgracia que ternian, y paso
ci escrito al congreso con una recomendacion suya en fa-
vor de la desgracia. Durante los dias que durO la discu-
sion, las espaciosas galerlas de la cámara de diputados, se
veian ilenas con las esposas, hijas 0 hijos de espafloles
que escuchaban con ansiedad la discusion, bendiciendo
interiormente a. los diputados que se oponian con razones
enOrgicas al inhumano proyecto, y exhalando hondos ge-
midos y lastimeros ayes cuando tomaban la palabra los
que opinaban por la expulsion. Pero iii la noble entereza
y sOlidas razones de los dignos diputados que defendian
la inocencia y la justicia, ni el cuadro desolador que pre-
sentaban en las galerias las tiernas esposas y amantes hi-
jos de los espafloles, fueron capaces de hacer variar la re-
solucion tomada por la mayorIa. La voz de Jas pasiones
fuO mas fuerte que la de la equidad y la justicia: ci furor
de partido habia ahogado ci sentimiento de la piedad, y
08 HISTORIA DE MEJICO.

- uu diputado de los mas exaltados del bando yorkino y


que en tiempo de Maxirniliano fuê uno de los mas entu-.
siastas imperialistas, sin que le moviera a compasion el
aflictivo cuadro que presentaban las galerias, exclaiuO con
duro acento que desgarro ci alma de los afligidos séres
que estaban interesados en la salvacion de sus esposos y
padres: <(Si hoy mismo no se vota el pro yecto, no vuelvo
a la cãmara; no quiero ver a los asesinos de los mejica-
nos. Su deseo quedo complacido en aquel mismo dia,
votando la inmensa mayoria de los diputados por la ex-
pulsion, que aprobO ci senado, aunque por muy escaso de
senadores mas. En 'virtud de lo resuelto, la ley de expul-
sion se diO el 20 de Marzo, siendo su publicacion uno de
1829. los ilitimos actos del gobierno de D. Guada-
lupe Victoria. Esa terrible icy no exceptuaba mas que a
los que tuviesen aiguna imposibilidad fisica de salir por
razon de enfermedad: todos los demas debian salir en el
término de sesenta dias, plazo en extremo breve, si se con-
sidera la vasta extension del pals; las dificultades que en-
tonces habia para viajar; que un ni.imero considerable de
ellos teniau negociaciones y propiedades de grande 'valor
en el pals, que debian vender ó dejar arregladas; y que
la mayor parte eran casados con numerosa familia. La es-
tacion quo comprendia ese piazo; esto es, la do los meses
de Abril. Mayo y Junio, no podia ser tampoco mas con-
traria para los expulsos; en ella reina el inortifero vOmito
en las costas mejicanas, en las de la isla de Cuba, y en
las de los Estados-Unidos hasta Charleston. Todos los que
no se hallaban imposibilitados de salir por alguna enfer-
inedad notoria, tuvieron cj ue dejar su domicilio; los que
CAPITULO XI. 109
tenian bienes de fortuna, con sus farnilias: los que care—
clan de todo recurso para ilevarlas, dejandolas; aunque
dándolas todo lo que tenian y podian recoger de sus corn-
patriotas. Como en todos los Estados se dieron las leyes
mas severas para que no pudieran permanecer en ellos
los que salian expulsos de otros sino un corto rnimero de
dias, y en el Distrito federal su gobernador reglamentO el
cumplimiento de la ley de una manera tiránica, <aque-
lbs desgraciados, dice D. Lucas Alamari, no encontra-
ban tierra en que poner los pies, y eran empujados a la
mar con una 'violencia irresistible. En algunos Estados,
los gobernadores ofrecieron proteger a las esposas de los
españoles que no quisieran seguir a sus maridos; pero en
honor y honra de las mejicanas, que pueden presentarse
en cualquiera parte, como modelos de esposas y de amo-
rosas hijas, me es satisfactorio decir que, desde la señora
de la mas escogida sociedad unida a espariol de buena
posicion social, hasta las inas pobres indias O mestizas,
casadas con los soldados expedicionarios, siguieron a sus
maridos, prefiriendo al lado de ellos las penalidades que
no ignoraban les esperaban fuera de su pass, que lejos de
su compaflIa, las comodidades y el reposo.
Entonces salieron los capitalistas españoles que aun
quedaban en el pals, llevándose no solo cuanto les fuó p0-
sible recoger de sus capitales que asceudiO a una suma
de mas de doce millones de duros, sino lo que fué mayor
pordida, la industria con que los hacian valer. MuchIsimos
de los que babian perdido toda su fortuna en el saqueo del
Parian, marchaban ahora a embarcarse para un pals leja-
no, pobres y sin recursos, lievando consigo a sus virtuosas
710 HISTORIA DE MEJICO.

familias que no querian abandonaries en su desgracia.


No se exceptuO de la expulsion ni a los militares que ha-
bian contribuido poderosarnente al. triunfo de la indepeu-
dencia y que habian sido antes separados de sus empleos
por una icy anterior, ni los marinas que habian entrega-
do el navIo Asia, no obstante haber representado el ries-
go a quo se les exponia si caian en poder de las autorida-
des españolas. Tambien saliO del pais y pasar algunos
aflos en los Estados-Tjnidos, el canOnigo Monteagudo, pie
fué el primero que promoviO el plan de Iguala, aunque
no marchO con ci carácter de expulso, sino con pretexto
de licencia pedida por el. Otro de los individuos notables
que abandonO la republica, llevándose a su familia, fué
1829. el español D. José Maria Fagoaga, persegui-
do ahora por los independientes, coma antes de la mdc-
pendencia habia tenido que salir, persiguido par los rca-
listas. No eran menores las penalidades y trabajos que
esperaban al embarcarse y en la mar a los desgraciados
expulsos. Siendo pocos los buques quo se haliaban en los
puertos, quo entonces todos eran de poca capacidad para
pasageros, pues aun no se conocian los grandes vapores
que hoy cruzan los mare, los capitanes de elios, que eran
norte-americanos, exigian enormes cantidades por ci pa-
sage que los expulsos se veian en la precision do pagar..
La codicia de los marinas de los Estados-Tjnidos no que-
daba satisfecha con la excesiva ganancia que sacaban del
pasage, y para sacar toda la utilidad de la desgracia do
las victimas, les daban una comida escasa y mala que
apenas liegaban a probar la mayor parte de las sefloras me-
jicauas. Pero no solo se vieron precisados los desventura-
CAPITULO XI. 711
dos expulsos y sus familia a suf'rir el pésirno trato de los
capitanes de los barcos norte-americanos, sino que algu-
na vez corrieron el riesgo de la vida, por quererles despo-
jar del dinero y efectos que habian logrado lievar con-
sigo. Asi sucediO a los pas?.geros que marchaban para
Nueva-Orleans en un buque de aquel puerto: el capitan,
con depravado inteuto, alargaba la navegacion: los pasa-
geros, recelando que se intentaba algo funesto contra
ellos y sus familias, se sublevaron cerca de las costas de
Yucatan para desembarcar en ellas. El capitan fué juz-
gado en los Estados-Unidos, y poco despues se le conde-
nO a la pena capital, quo sufriO en seguida, por haber in-
tentado asesinar los pasageros, asi como por el robo que
cometiO de los equipajes que quedaron a bordo.
La triste suerte a que so vieron reducidos en los Esta-
dos-TJnidos los expulsos que habian salido del pals sin re-
cursos y numerosa familia, fuO de las ixias angustiosas y
terribles. Sin relaciones, sin conocimiento del pals ni del
idioma, sin encontrar trabajo para sustentar con el fruto
de el a sus esposas y sus hijos, no sabian a donde dirigir
sus pasos para encontrar el remedio a sus necesidades.
Ellos, y los idolatrados séres que formaban sus familias,
agobiados por la miseria y la tristeza, iban perdiendo la
salud y las fuerzas, y muchos sucumbian victimas del cli-
ma y de la miseria. El escritor Inejicano I). Francisco de
Paula de Arrangoiz que se haIlO en los Estados-Unidos
poco despues de haberse decretado la expulsion, describe
con pluma conmovedora la situacion horrible de los e-
pulsos y sus familias, asentando que la mas cruel de la
suertes les estaba reservacla a los quo no habian sudum-
712 HISTORIA DE MEJICO.

bido victimas del vOrnito en los mortiferos meses en que


salieron de la repüblica mejic.ana. "'Yo mismo,i dice, <<ful
testigo en Enero de 18:30, en Nueva—Orleans, en donde
murieron novecientas personas de las expulsadas, de la
Iniseria espantosa de infinidad de los pobres expulsos y
1829. de sus familias, reducidas muclias por ci vO-
mito, a Ia mitad de ]as personas que la componian un
ailo antes. Cuarenta y ocho años ban pasado, agrega,
<y aunque solo tenia diez y nueve entonces, no puedo re-
cordar sin conrnoverrne, las escenas de miseria quo vi.>>
Algunos años despues, cuando el pals estaba regido por
hombres que no pertenecian al partido que decretO la ex-
pulsion, el gobierno mejicano, sabiendo ci estado do po-
breza en que se hallaban, en paises extraujeros, las es-
posas y los hijos do los espafloles expulsos, excitO el 7 do
Mayo do 1837, por medio de una circular, la piedad de los
mejicanos para quo socorriesen a las muchas familias del
pals quo perecian de necesidad en los Estados—Unidos,
Francia y otros puntos, y quo fueron victirnas la ex-
pulsion de los espafloles. Cuá.nto mejor hubiera sido,,'
exclaina con noble sentitniento ci escritor mejicano Don
Carlos Maria Bustarnarite, <que no hubiese sancionado (el
gobierno do 1829) aquella inicua icy quo nos privO do
muchos millones de pesos quo boy formarian la riqueza
püblica, y que disminuyO en gran parte nuestra escasa
poblacion! '> (I) Todos los escritores mejicanos de aiguna
valla, ban reprohado, como fleles intérpretes de los senti-
mientos del nücieo de la sociedad mejicana, la terrible

(1) 'E1 Gahinete Mejieano;'* carta priaera. pig. 1I.


- CAPITtLO x. 713
ley dada por un congreso. que, haciéudose eselavo de sus
pasiones de partido, coinpaciO los innobles deseos de los
jefes de la revolucion triunfante. El instruido abogado
mejicano D. Ignacio Alvarez, en una obra suya, iutitu-
lada Estudios sobic la liis1o,1a jeiiewl dc 1&jico, censu-
randojustamente el d.ecreto de expulsion, dice que, pa-
ra caracterizar la ley con un refinamiento de barbarie, se
fijO un término de sesenta dias, con lo cual se obligO a
los espafloles y sus familias a pasar por las costas en los
meses de Abril y Mayo, cuando ci vOinito se desarrolla
con tanta fuerza. El resultado de esto, fuO precisamente
el que debia haber sido; pues saliendo violentamente ml-
hares de fauiilias, muchas empresas quedaron arruinadas,
recibiendo con esto un per•juicio irreparable la riqueza
pübhca del pals; y las familias expulsas, aglomeradas so-
bre las costas en la estacion en c 'ue la inuerte bate su
guadalia de una manera terrible, fueron a. ser vlctimas l
las poblaciones de los Estados-Unidos, donde presentaban
un cuadro desolador. Este acto de inhumanidad con que
el partido yorkino echO sobre 01 una mancha indeleble,
no podia menos que ser ci man antial de innurnerables ma-
les para MOjico.> (1)
129. Los españoles que ilevaron bienes de for—
tuna, se establecieron con sus familias en Burdeos y en
otras ciudades de F'rancia, siendo muy pocos los que se
trasladaron a Espafla. Los que salieron pobres, permane-
cieron en los Estados—LTnidos.
(1) La obra del abogado D. Ignacio Alvarez. de donde he copiado ci troz
qite acaba de ver el lector, consta de seis tomos y estit impresa en Zacatecas-.
en iS6.
ToMo XI. 90 ;.

.4 1 )
7 1 HISTORIA DE MEJICO.

No parecia sino que el partido exaltado yorkino quo


acababa de triunfar, anhelaba provocar una guerra con
Espaila, cuando lo conveniente habria sido consolidar la
paz interior y procurar la exterior, para que los pueblos,
reponienclose de los males causados por las contiendas p0-
liticas, marchasen por la senda de la prosperidad, entre-
gandose enteramente al comercio, a la industria, a la
agricultura, las ciencias v las artes. Desde el mes do Di -
ciembre de 1826 dispuso el gobierno mejicano quo fuesen
a las aguas de la isla de Cuba los buques de guerra que
componian su escuadrilla, a unirse a los que el gobierno
de Colombia ofreciO para hostilizar al comercio español.
La escuadrilla mejicana, formada de los bergantines I?-
VO. Victoim, Gei'ie,o y bTe1i;w,, y de la fragata Libc-
i"-1, salieron, al mando del marino norte-americano David
Porter, que se hallaba al servicio de Méjico, y estable-
ciendo un crucero en las costas de la isla de Cuba, hizo
varias presas de buques mercantes españoles quo Ileva-
ban valiosos cargamentos. Porter, para acosar mas al co-
mercio espauol, expidiO patentes de corso, y aun ilegO a
aproximarse a [as costas de Esparia, haciendo algunos da-
flos a varios buques mercantes. El gobierno espaflol, vien-
do que se hostilizaba su comercio, en-,-i6 algunos buques
hãcia las aguas de Méjico para ejercer represalias, y ci
mes de Diciembre de 1S27, habiendo salido a otra nueva
expedicion la escuadrilla mejicana, so trabO un combate
en que sucumbiO el bergantin G?'t1ero. de veinfidos ca-
flones, muriendo en la accion el capitan David Porter,
que lo mandaba. Esta pCrdida no irnpidiO ciue los bergan-
tines B;'ar vIIeimo continuasen cruzando las aguas
1
CAPITULO xi. 713
de Cuba, hostilizaudo el comercio maritimo do la isla.
Esto, unido a todos los actos cometidos contra los espano-
les pacificos, radicados en Mëjico, por algunos jefes revo—
lucionarios; al saqueo del Parian, y por Ultimo a la ex-
pulsion de ellos con sus familias, no podia inenos que
provocar una guerra y de hacer que se esperase el envio
de una expedicion de la Habana.
El dia 1.0 de Abril terminO el gobierrio de
D. Guadalupe Victoria, y empuño el timon de la nave del
Estado el nuevo presidente D. Vicente Guerrero. El iilti-
mo acto de la administracion del priinero, que fué, como
queda referido, la publicacion de la ley de expulsion, fu
una mancha sensible que dejó caer en el periodo de su
presideucia, que habia empezado bajo los mas felices aus-
picios y dejando coneebir las mas lisonjera esperanzas do
prosperidad y ventura.
Con inuy contrario aspecto del risueñ.o con que se pre-
sentO a D. Guadalupe Victoria el estado do la cosa pii-
blica cuando subiO a la silla presideucial, se dejO ver a!
ocupar Guerrero el primer puesto de la nacion. Por
todas partes, dice el escritor mejicano D. Juan Suarez
Navarro, << se percibian siutomas de una desorganizacion
completa en quo tenian no pequeña parte los errores y los
desaciertos del pasado gobierno. Las areas piiblieas esta-
ban vaclas y era indispensable hacer frente los gastos y
6L

riecesidades de la Union. Diez y nueve Estados corn-


ponian la Federacion: autoridades, tribunales, oficinas,
ejército y marina, requerian un desembolso do mas do
doce millones de pesos, sin los gastos extraordinarios que
debian hacerse para la defensa de la nacion. Las aduanas
7 16 HISTORLA DE MEJICO.

inaritirnas habian rebajado considerablemente sus produc-


tos, porcj ue el comercio no se aventuraba a hacer impor-
taciones, a consecuencia de los disturbios ocurridos, y
de la guerra que nos amenazaba con Espana. Los contin-
gentes que pagaban los Estados, no producian lo bastan-
te para cubrir el deficit que resultaba para acudir a las
necesidades del niomento. Bajo el gobierno de Victoria
comenzO a ocurrirse al ruinoso arbitrio de pedir dinero
anticipado, en cuenta de los derechos que causaban los
efectos introducidos O que introdujeran por las aduanas
inaritimas. Esta medida que al principio no causO mayor
quebranto, vino con el tiempo a ser una de las causas
principales de la ruina de nuestra hacienda. Desde el año
de 1827 se desminuyeron los valores de las rentas pübli-
cas, y progresivamente los productos de las aduanas: so—
lire estas habia pesado mas ha de tres aflos una suma de
Ordenes flotantes, que cada dia hacian mas difIcil las
transacciones al gobierrio, por el aumento de sus necesi-
dades y escaseces de recursos.....Si del estado que guar-
daba la hacienda, pasamos a exarninar los demás ramos
de la adininistracion pblica, verernos un caos y Un des-
concierto extremado, en nuestras relaciones internaciona-.
les, en la organizacion del ejército y aun en [a aplicacion
de las leyes por nuestros tribunales: viviamos verdadera-
mente en un laberinto, del que no podia salir un gobier-
no como el del general Guerrero.>
No podian ser menos lisonj eras las circunstancias en que
empezO a regir los destinos de la nacion el general Don
Vicente Guerrero. Para hacer ann mas critica su situa-
cion, se tuvieron noticias, a fines de Mayo y durante ci
CAPLTLLO XT. 71
mes de Junio, de que en la Habana se disponia una ex-
pedicion para invadir la rep'a.hlica. La guerra provocada
1829. COfl los actos cometidos por el partido exalta-
do yorkino contra los espanoles radicados en Méjico, iba
desgraciad amen te a. realizarse. Las noticias que circula-
ron en toda Europa despues de la expulsion, respecto a.
la desunion que reinaba entre los mejicanos, al malestar
eli que se encontraba el pals y al disgusto que man ifesta-
ban los pueblos por las continuas revoluciones en que le
tenian envuelto sus hombres politicos, hicieron coucebir
al rey Fernando VII la esperanza de poder recobrar alli
su poder, imaginandose que la sociedad aceptaria gustosa
volver al pasado Orden de cosas para disfrutar de tranqui-
lidad y calma. Creia, por la pintura que le liacian del
afecto que los pueblos habian manifestado siempre a. los
reyes de Espafla, y por la lealtad con quo las tropas meji-
canas habian combatido hasta 1821 contra los indepen-
dientes, que el pals recihiria con los brazos abiertos a los
expedicionarios que se enviasen; que el ejército mejica-
no se uniria ,i ellos con la mejor voluntad, y que ci pais
volveria a. unirse a. su antigua inetrOpoli sin que so Ilega-
se a disparar tin tiro, O al menos, sin sérios O1)StáCU1OS
que se opusieran a eflo. Esto era no conocer el corazon
humano, y juzgar por la superficie, del fondo de las co-
sas. Cierto es que los pueblos de la Nueva-España habian
manifestado siempre tin afecto sin cero hácia los monarcas
de Castilla, siendo Fernando VII uno de los reyes por
quien mas ardiente entusiasmo manifestO Méjico, al ser
invadida España por Napoleon primero; pero no es me-
nos cierto que, al ver que podian gobernarse por si mis-
7 1 HISTORIA DE MEJICO.
- iiios y quo la indepeudencia era conveniente para la ma-
yor prosperidad del pals, las clases todas de la sociedacl
saludaron con jiibi10 el plan de Iguala, y que entraron en
posesion de la independencia como del bien mayor quo
existe para el hombre en el mundo. Duefios de este tesorc
el mas precioso pam todo el que abriga nobles sentimien-
tos de patriotismo y de dignidad, no era posible que nadie
estuviese dispuesto A renunciar a él, pi mucho que Ia-
mentase ]as contiendas politicas en que se agitaba el
pais. La sociedad mejicana queria la paz; pero con el
bien inapreciable de su independencia. Tomar el disgus-
to que manifestaban por la mala administracion de sus
gobernantes, como arrepentimiento de ser independien -
tes, era una interpretacion engañosa; no conocer el ar-
dient2 patriotismo de los mejicanos que, asi como los es-
paoles, prefleren la independencia de la patria con
todas las penalidades que puedan caer sobre ella, it la
posicion mas tranquila bajo la dependencia de otra na-
cion; Si es que puede haber tranquilidad para los hijos do
un pais gobernado por otro, cuando se han saboreado las
delicias de la independencia y de la soberania.
1829. El gobierno mejicano empezó a dictar las
disposiciones que juzgó mas convenientes para la defensa
del territorio de la nacion, desde que so tu.vo noticia do
los aprestos que se hacian en la Habana; y el general
D. Antonio Lopez de Santa-Anna, que desempenaba las
!unciones de gobernador y comandante de las arinas del
Estado do Veracruz, puso sobre las armas a. las milicias
nacionales de la demarcacion de su mando. No todos sin
embargo creian que so preparaba la expedicion que so
CAPITCLO M. I

decia, juzgaban que era un pretexto de quo anhelaba


valerse el ejecutivo para que se le concediesen par el con-
greso facultades extraordin arias. La prensa do Ia oposi-
cion al gobierno, atacaba duramente a los individuos que
componian el ministerio, y que eran D. Lorenzo Zavala,
de hacienda; el pres'bitero D. José Manuel Herrera, do
justicia; de guerra, el general 1). Francisco Moctezuma;
v de relaciones el abogado I). José Maria Bocanegra. Los
ataques inas terribles eran dirigidos a I). Lorenzo Zavala,
contra quien habia -tin encono profundo, y el descrédito
suyo no solo perjudicaba a sus compafleros de gabinete,
sino tainbien al con junto de la adininistracion. El 5 de
Agosto fueron durisimos los cargos que la prensa de opo-
sicion dirigiO al ministro de hacienda: y en los siguien-
tes no se inostrO inas benigna con el (le justicia y guerra,
Iibrándose inicamente de sus tiros el de relaciones Don
José Maria Bocanegra, cuya honradez y probidad respe-
taban todos. Con igual dureza c1 ue a los ministros so ata-
caba al presidente de la repiiblica 1). Vicente Guerrero,
do una manera poco clecorosa que no debiera jams usar
ci escritor püblico, cuya elevada mision es ilustrar las
cuestiones y ensear sin ofender ni humillar: defender y
patentizar la excelencia de las doctrinas que juzga ütiles
para el buen gobierno do los pueblos: pero sin zaherir las
de sus contrarios, quo tienen igual derecho a defender las
suyas cuando las creen buenas, deiuostrando con razones
s Olidas los defectos de ellas.
Entre tanto quo el gobierno luchand.o con nuinerosas
;iilicultades por lo exhausto que se hallaba ci erario, die,-
talia las clisposiciones que juzgaba convenientes para ha—
mt

7 2 HISTORIA DE MEJICO. -

cer freute a la expedicion que se ariunciaba, en la Haba-


na se haciau los preparativos para enviarla. Los que con
sus actos antipoliticos habian provocado una guerra con
1829. su antigua metrópoli, podian tener la triste
satisfaccion de haberlo conseguido. lJno de los que mas
parte tuvieron en Ia provocacion de esa sensible lucha
que se preparaba entre los hijos de dos paises que debie-
ran vivir siempre en la mayor armonia, era D. Lorenzo
Zavala, que habia sido el alma de la revolucion verifica-.
da en la capital, que dió por resultado el saqueo del Pa-
ran y la expulsion, y que ahora se liallaba de miriistro
de hacienda.
Eran las ocho de la mañana del G de Julio de 182931
cuando la expedicion espaflola, compuesta de tres batallo-
iies, que hacian una fuerza total de tres mil hombres, salia
de la Habana, para dirigirse las playas mejicanas. Al
frente de la expedicion iba el brigadier D. Isidro Barradas,
jefe dotado de valor; pero no ci masA propOsito para la em-
presa que se le conflaba. El capitan general de la isla de
Cuba, D. Francisco Dionisio Vives, presenciO la salida de
los expedicionarios que marchaban conteutos y ilenos de
esperanza de ser bien acogidos en ci pals a. donde se din-
gian. Los expedicionanios, subidos todos en Ia cubierta de
los buques que se detuvieron a la vista de la notable for-
taleza del Morro, en espera del navio Soberano en que de-
bia einbarcarse ci brigadier D. Isidro Barradas, saludaban
con sus pailuelos a. los amigos que dejaban en la ciudad
y que les miraban desde el espacioso muelle. La escuadra
se componia de los buques de guerra, navio Soberano,
fragatas Restauracion y Lealtad, que despues se llamO
CAPITULO XI. 721
El Cortés, goleta Amalia, bergantin Cautivo, de 'varias
lanchas cafloneras, y de quince buques de transporte, en
que se contaban el bergantin mercante Tres-amigos, per-
teneciente a la casa de Solavarrieta y C., y la corbeta
norte-americana Biq1taii en que iban cuatrocientos solda-
dos COfl su comandante D. Manuel de los Santos Guzman.
Todo el dia permaneciO la iota en la misma posicioñ, en
espera del navIo Soberano que no pudo salir en union de
ella, por habérsele roto el cabrestante al levar el ancla, y
en que iba el jefe de la expedicion. (1) Arreglado todo,
se verificO la marcha a las nueve y media de la mañana
del siguiente dia 7, navegando con viento bonancible
hasta el dia 10 inclusive, en que liegaron a la sonda de
Campeche. El dia 11 bajO mucho el barOmetro, anuncian-
do una próxima tempestad. Con efecto; hallãndose toda-
via la flota sobre la sonda, arreciO el viento y solirevino

(I) Me valgo para dar los pormenores do la expedicion de Barradas, del


(liarlo inanuscrito de un subteniente espaflol do los quo fueron en la misma,
liamado D. Eduardo Agusti. quo me lo did en Madrid en 18.S9. En ese inanus-
crito en que apuntaba por curiosidad y con la mayor sencillez las ocurrencias
(liartas que acontecieron en aquella campafia, so veji referidas todas Ins accio-
nes quo so dieron, do in manerafranca eon quo pudiera hacerlo Bernal Diaz del
Castillo. Esos hechos los tengo referidos ya en una novela histdrica intitulada
El capz&n Rossi, que publique en Espalia y quo se reiinprimiu en Méjico en
1861. Do la verdad de la narracion del quo escribid ci diarto. me convenci,
cuando, hallándotne en in repdhlica mejicana. varios jefes mejiennos quo .se
habian hallado en la campafla contra Barradas, admirdndose do la exactitud
con que estaban narrados, me preguntaron quo qui&n me habia proporcionado
aqucilos dates irrecusabies. El diario manuscritO lo conservo en mi po(Ier. as[
cono varias noticias que respecto do la misina cainpafla se dignaron facilit.ar-
me en uji perinanencia en Méjico, varios jefes inejicanos quo se haliaron en
ella.
ToMo XI. 91
2 HISTORIA DE MEJICO.

una tormenta espantosa que, siguiendo cada vez mas im-


ponente, obligO el dia 12 a. pasar por entre los bajos con
1829. una mar espantosa y gruesa, obligando a. se-
pararse a los luques, y ilevando la capitana ci rumbo
mas seguro de todo el convoy. El tiempo continuO de es-
ta manera terrible, y la flota estuvo a. la capa hasta las
doce'del dia 13, con viento S. E. y fuertes chubascos que,
continuando sin interrupcion, fueron causa de que, al
liegar la noehe, no se hallase ningun buque a. la vista
del otro, ignorando cada cual la suerte que le habia toca-
do al resto de la expedicion, hasta que el tiempo le per-
mitiese aproximarse a Cabo-Rojo, punto convenido de reu-
nion, que se habia dispuesto en caso de temporal. Cal-
mado algun tauto ci 'viento, aunque siempre cubiertos los
horizontes de negros nubarrones, pudieron dirigirse los
barcos al sitio seflalado, y cambiando al fin en favorable
ci viento, se presentaron, a. las nueve y media de la maña-
na, cinco 'velas a. la vista de Cabo-Rojo, que eran Ia go-
leta do guerra Amaii&, y los trasportes nümeros 5, 9, 14
y 15. El siguiente dia 15, al amanecer, se reuniO ci tras-
porte nümero 7; siguiO a. éste el bergantin de guerra Can-
112iii: y ci dia 22 se presentaron por flu las fragatas de
guerra Lealtad y Restcwiacion, el trasporte nilinero 6 y
ci bergantm mercante Ties-aiiuqos que, juntos con ci na-
-vio Sobeiano, se extendieron enfrente de la playa, con-
templando los soldados con satisfaccion la tierra. Solo fal-
taba para completar el mimero de velas cjue habian sali-
do de la Habana, la corbeta norte-americana Biqhaim en
que, como he dicho, se habian embarcado cuatrocienfos sol-
'lados y su comandante D. Manuel do los Santos-Guzman.
- CAPITULO XI. I.)
Desde antes de haber salido de la isla de Cuba se hallaba
el buque en muy mal estado; y no pudiendo resistir ci
terrible temporal, fué arrojado a las costas de Nueva-Or-
leans, salvándose providencialmente la gente de Ufl si-
niestro cierto. Las autoridades norte-americanas acogie-
ron con benevolencia 6. los lanzados a. sus playas por la
teinpestad, y aquella fuerza española se acuarteiO en el
punto liamado Torno do los Ingleses, recibiendo las prue-
-has de la mas cordial hospitalidad, esperando ci momen-
to en que, reparadas las averias del buque, pudiesen ha-
cerse a la 'vela para reunirse a sus compañeros de armas.
El comandante espaflol, reconocido a. Ia filantrOpica con-
sideracion con que habia sido recibido, diO una proclama
a. sus soldados, en que les decia c jue la nacion que les ha-
bia acogido con cristiana hospitalidad, contaba con la dis-
ciplina y virtudes de sus huespedes, para creer que nun-
ca ilegarian a comprometer su neutralidad: cjue éI les
habia prometido asI en nombre de todos, y que este era
un acto de justicia que les tributaba, pues que sabia muy
bien que no habia un solo soldado de cuya conducta pu-
diera desconfiar. (1)

(1) La proclama decia de esta manera: <So1dados: La furia de los mares nos
haarrojado a las playas de una nacion extranjera. privandonos de ceflir nues-
tras sienes con el laurel de la victoria; pero la palma civica adorna vuestras
cabezas, porque serenos é impavidos habeis sufrido todos los riesgos de una
espantosa muerte, probando al mundo que sois espafioles, dignos de este
nombre. La nacion que 08 acoge boy en su seno con una hospitalidad tan ge-
uerosa, cuenta con vuestra subordivaeion con vuestra disciplina y con vues-
tras virtudes, para creer que nunca ilegareis a coinprometer su iieutralidad:
O lo he prometido ast en vuestro nombre, y este es un acto de justicia quo us
724 HISTORIA DE MEJIco.

1829. Por este coritratiempo sufrido en la flota,


la fuerza de la expedicion quedo reducida a 2,600 hom-
bres.
El dia 24, a las seis y media de la tarde, diO fondo la
escuad.ra en quince brazas de agua, eufrente a la punta
de Jerez, a distancia de seis millas de esta; en el siguien-
te se diO la Orden de aproximarse los trasportes a tier-
ra; y el 26, a. las seis de la maflana, eljefe de la expedi-
cion D. Isidro Barradas y el almirante de la escuadra Don
Angel Laborde, salieron en dos falüas con objeto de apro-.
ximarse a. tierra, para buscar punto conveniente para el
desembarco, porque en la ensenada de toda aquella costa

tributo. No ha y tin solo soldado de cuya conducta pueda yo desconflar. En bre-


a
ve volaremos bu.scar nuestros cornpañeros de armas: cuando ellos nos reel-
ban en sus brazos. los diremos: Pties que nuestros padecimientos y la cons-
a
tancia con quo los hemos sufrido, igualan vuestro valor. soinos (lignos de
vosotros: y ellos repetirin sus abrazos, y despues vuestra sangre probará que
tan solo in inclemencia de los tiempos pudo privarnos, por un corto perlodo,
a
de liaber contribuido In heróica empresa que el rey nuestro señor Don Fer-
nando VII se ha propuesto, y en la que tenemos la envidiable gloria de ser
participes. Yo espero quo los soidados que tengo in gloria do inandar, no des-
conozean. n pol u momen to, sus deberes; pero si. por desgracia, hay uno tan
a
solo que dé lugar la menor reclamacion de una nacion amiga y generosa que
nos tiende sus brazos en in desgracia que sufriinos, el castigo inns severo cae-
i-asobre ci cuello del criminal. La Inclita Espafiajamas perdona al quo inten-
ta mancillar su nombre siempre puro. siempre respetado.
Soldados: Os lo repito: sod, como hasta aqul. dignos del herdico titulo do
a
espafioles: corresponded la conflanza que en nosotros todos ha depositado
nuestro augusto y amado monarca: y acordaos do las pruebas de una tierna
a
afeccion que debeis vuestro jefe el Sr. comandante general. que dentro de
pocos clias Os ira 6t cubrir de gloria en los campos de Marte.—Torno de los In-
gieses. 31 do Julio de 1829.—El comandante del 2.° batallon de la Corona.—Ma-
nuel de los San/os (ii&:rnan.>>
xi.
CAPITULO '725
, hay mucha resaca que hace muy dificultoso verificarlo.
Estando en esta operacion, aparecieron en la costa seis
hombres a caballo, que temieron acercarse a la orilla.
Entonces el general de marina, Laborde, dispuso que pa-
sase un marinero, a nado, hasta ella: al verle solo, se
acercO uno de los seis 6L quien entregO una onza de oro y
algunas proclamas de parte de Barradas, que ilevO en un
cañuto de hojalata perfectamente cerrada. El mejicano
- recibjO el dinero en premio del servicio que le pedian de
repartir aquellos papeles, y se fué, prometiendo volver
por la tarde, y diciendo que para ser conocido pondria
una banclerita blanca. CurnpliO su palabra; y a las cuatro
se la viO flamear sobre el médano, correspondiendole con
la misma señal el bergantin Uauto. Media hora despues,
Barradas y Laborde, deseando dirigir a1gunas preguutas
al indivicluo que parecia dispuesto it servirles, se metieron
en una fahia, y se acercarou, cuanto les fué posible, a.
tierra: pero como era impOsil)le liegar a esta, por lo fiierte
de la resaca, ordenaron al mismo marinero de la mañana,
que se dirigiese a nado a la orilla, lievando en el mismo
cafluto de hojalata, proclamas y papeles de Barradas, en
que exhortaba a los naturales de los pueblos cercanos,
que se mantuviesen traoquilos en sus hogares, y viniesen
A la playa con toda clase de comestibles, los cuales se les
pa(-aria con religiosidad. (1) El mejicano, cj ue no debia

(1) El iapel en quo Barradas invitaba a los pueblos a quo acudiesen con los
-objetos que necesitaba, decia asi: Dios y rey.—Vecinos honrados; venimos do
paz, sotuos hermanos y cristianos como vosotros. Venid la playa con gallinas
y demás comestibles .. que se Os cornprará todo. Asimismo los caballos que p0-
HISTORIA DE MEJJ(O.

ser hombre muy timido, manifesto al marinero deseos de


hablar con el jefe de la expedicion: y habiêndose echado
al agua, ilego a nado a la fahia, hallãndose a poco a bor-.
do con los dos jefes principales. Barradas le hizo algu-
nas preguntas respecto al estado que guardaban los pue-
blos, a las cuales contestO el campesino con el mayor
despejo, agregando que el dia anterior se habia dado par-
te a la autoridad de Tampico de la aparicion de la flota.
Barradas, agradecido a las noticias que consiguiO saber,
le dio otra onza de oro, le recomendO mucho que repar-
tiese las proclamas que le habia entregado, y le encargO
que al amanecer del siguiente dia se presentase en la pla-
ya ) a cuyo fin se le condujo a tierra.
El general espaflol esperaba que dana un brillante re-
sultado la reparticion de las proclamas, piles, como he
dicho, se habia hecho creer al gobierno español, que el
pals anhelaba volver a unirse L SU antigua metrOpoli pa-
ra salvarse de la anarquia a que le conducian los aspi-
rantes politicos, y que el ejército mejicano' que habia
pertenecido al partido realista antes de 1821, Ile-aria a.
adherirse a. la expedicion. Todos los papeles que Barradas
diO al llegar a. las playas mejicanas para que se repartie-
ran entre los habitantes del pals, revelaban que se abri-
gaba esa esperanza. Una de las proclamas dirigidas a. las

dais y algunas mulas que necesitaLnos, las que comprarernos en dinero al con-
tado. El comandante general que manda las tropas de vanguardia que esti'i. al
frente, es el brigadier Isidro I3arradas, clue viene por Ia primera vez, asi eorn
sus tropas, a este pals. Confiad en él que Os quiere y os tratará bien, segun
inanda el rey nuestro sefior.—Isidro liarralas.
CAPITtJLO XI. 727
tropaS mejicaflas, patentiza de una manera indubitable
que esa era la creencia general fuera del pals, y solo
asi se comprende que se hubiera enviado una fuerza, cu-
yo corto nümero apenas bastaria para guarnecer una o
dos poblaciones de la mortifera costa. La proclama a que.
me refiero, dedicada (L las tropas mejicanas, decia asi:
<<Despues de ocho años de ausencia, volveis por fin a ver
a vuestros compafleros, a cuyo lado peleasteis con tanto
- valor para sostener los legltimos derechos de vuestro au-
gusto y antiguo soberano el Sr. D. Fernando Vu. S. M.
sabe que vosotros no teneis la culpa de cuanto ha pasado
en ese reino, y se acuerda que le fuisteis fieles y constan-
tes. La traicion os vendiO a vosotros y a vuestros corupa-
fleros.
,,El rey nuestro señor manda que se olvide todo cuan-
to ha pasado, y que no se persiga a nadie. Vuestros corn-
pafleros de armas vienen animados de tan nobles deseos
y resueltos a no disparar un tiro, siempre que no les obli-
gue la necesidad.
1829. <Cuando serviais al rey nuestro seflor, es-
tabais bien uniformados. bien pagados y mejor alimenta-
dos: ese que Haman vuestro gobierno, os tiene desnudos,
sin rancho ni paga. Antes serviais bajo el imperio del
Orden para sostener vuestros hogares, la tranquilidad y
la religion: ahora sois el juguete de uuos cuantos jefes de
partido, que mueven las pasiones y arnotinan a los pue-
blos para eusaizar a un general, derribar un presidente y
sostener los asquerosos templos de los fracmasones yor-
kinos y escoceses. >
<<Las cajas de vuestro liamado gobierno están. vaclas
72 HIST)RIA DE MEJICO.

saqueadas por cuatro anibiciosos, enriquecidos con los em-


préstitos quo han hecho con los extranjeros, para corn-
prar buques podridos y otros efectos iniltiles. Servir bajo
el inlperio de esa anarquia, es servir contra vuestro pals
y contra la religion santa do Jesucristo. Estais sostenien-
do, sin saberlo, las heregias y la impiedad, para derribar
poco a poco la religion cat61ica.
(Oflcia1es, sargentos, cahos y soldados: abandonad el
campo de la usurpacion: venid a las filas y a las bande-
ras del ejército real, al lado de 'vuestros antiguos compa-
ñeros do arinas, que desean, como buenos compafleros,
daros un abrazo. Sereis bien recibidos, admitidos en las
filas: a los oficiales, sargentos y cabos se les conservaràn
los empleos quo actualmente tengan, y a los soldados se
lea abonará todo el tiempo que tengan do servicio, y ade-
mas se les gratificara con media onza de oro al itue so
presente con fusil. Cuartel general, etc.—El corandan-
to general de la division de vanguardia..—lthlio Ba'-
rad('s.
No podia ser mas falsa la idea quo se tenia fuera do Ia
repithlica mejicana del espiritu que anirnaba ii sus habi-
tantes, juzgandoles deseosos de volver a ser colonia do
Espafla, para librarse de las guerras civiles en quo, por
desgracia, se hallaban envueltos. El. arnor a la inclepen-
dencia era igual en todos los partidos; y aunque el esco-
cOs desaprobo siempre los actos do persecucion del yor-
kino contra los pacificos espafloles radicados en el pals,
se indigno del saqueo, hizo todos los esfuerzos posibles
para que no so these la ley de expulsion, y anhelaba quo
se estableciese la mejor ammonia entre las dos naciones
9

CAPITtLO XI. 72
herinanas, no poT esto estaba menos dispuesto a defender
la soberania de la nacion, cuya independencia habia pro-
clamado en Iguala. Además, por graves que fuesen los
males que sufria la sociedad por las revoluciones, liabia
fe en el remedio de ellas; se esperaba que al fin, se esta-
bleceria nfl buen gobierno cjue condujese a la nacion per el
sendero de la prosperidad; y sobre todo, como dice acertada-
mente el escritor mejicano D. Juan Suarez Navarro, <des-
pues de 1821 se habia operado una revolucion moral en los
espiritus, y durante ese periodo los mejicanos habian cam-S
biado no solo en sus aspiraciones y tendencias politicas,
sino aun en su carãcter.> <Esta -ran revoluciou,^> afla—
de, que todos veian, pero que no todos juzgaban de un
mismo modo, diO motivo a la invasion española, cuvo
gobierno tomO estos cambios como producidos por un ac-
cideiite. Dominados los soldados expedicionariQs por estas
preocupaciones, pensaron no encontrar resistencia en los
puntos que ocupasen .
A las cinco de la mañana del 27, el comandaute gene-
ral de marina D. Angel Laborde, comunicO las Ordenes
desde ci bergantin de guerra Cautico, para que todas las
falüas que desde la caida del sol del dia anterior estaban
atracadas en el cuartel general, saliesen para los traspor-
tes que a cada uno le estaba señalado. Las lanehas, lie-
nas de soldados se aproximaron a tierra cuanto les fué
posible, y a las seis de la mañana empezO el desembarco.
Los soldados, desnudándose y colocaudo la ropa y ci fusil
sobre ci hombro, se arrojaban al agua, y ayudandose con
las amarras de tierra unos, y otros auxiliados de sus corn-
pañeros, salian a la arenosa orilla, donde se vestian in-
ToMo XI. 92
JINTORIA DE MEJJCO.

mediataniente. El misino Barradas, con fun diénclose entre


los soldados, metido en el agua hasta el pecho, y desnu-
do como ellos, animando a unos y ayudando personal-.
mente A otros, perinaneciO asi desde que empezO el de-
sembarco hasta que terininO completamente, sufriendo,
con semblante risueiio, los rayos abrasadores de un sol
que parecia incendiar la tierra. Mientras una parte de la
tropa se ocupaha en ayudar a los que ann estaban en ci
agua, otra se ocupaba en construir barracas y abrir pozos
para aguada, que era abundante y de buena calidad la que
habia inmediata al campamento.
1829. Si ex-profeso se hubiera buscado la mane-
ra de destruir a los soldados que componian la expedi-
cion, no hubiera escogido ci gobierno espaflol época mas
terrible, ni Barradas punto menos conveniente para de-
sembarcar. El vOmito y las fiebres amarillas que diezman
en toda estacion la gente europea que desembarca en las
costas de Mejico, en el mes terrible de Julio en que Ia
expedicion espaflola liegaba, debia necesariamente termi-
nar con ella, sin necesidad de otros enemigos. Si se hu-
bieran enviado tropas aclimatadas en la isla de Cuba, la
disposicion podria haber encontrado alguna disculpa; pe-
ro todas habian sido enviadas de España a la Habana en
los meses de Mayo y Junio, y era preciso que la mayor
parte fuesen victimas del mortifero clima de las costas.
Bajo los rayos abrasadores del sol de los trOpicos, en la
estacion mas calurosa del ailo, desembarcaban los soldados
espafloles de la manera referida, cantando unos, maldi-
ciendo otros, y sedientos y fatigados todos. Este penoso
desembarco que, como he dicho, empezO a las seis de la
CAPITULO XI. 731
maflana, terminO poco antes de ponerse el sol, con.virtién-
dose, corno por encanto, aquel desierto arenal, en una p0-
blacion animada.
X[archaba de vicario castrense de la expedicion un sa-
cerdote mejicano, Fray Diego Miguel Bringas, natural de
Sonora, decidido partidario de la causa realista en la in-
surreccion de 1810, y que salió del pals al hacerse la in-
dependencia: habia sido guardian del convento de los mi-
sioneros de Queretaro, y era uno de los que no dudaban
de que el pals anhelaba volver a unirse a su antigua me-
tropoli. Al saltar a tierra y hallarse en la tienda de cam-
paña en que estaban Barradas y Laborde, arrebatado de
entusiasmo por el Orden con que se habia efectuado el de-
sembarco y animado con la esperanza de que el pals iba
A recibirles amistosamente, improvisO un soneto felicitãn-
doles por su acierto en las disposiciones que habian to-
rnado.
Desde una distancia regular de la playa en que los es-
pafloles habian formado el campamento, observahan sus
operaciones seis mejicanos, montados a caballo, que per-
manecieron auh hasta la puesta del sol: eran guarda-costas
de Tampico, que se alejaron al oscurecer y que sin duda
irian a dar parte de lo que habian presenciado.
El siguiente dia 28, se les leyO a los soldados, a la hora
de la lista, una proclama del general Barradas. En ella les
recomendaba que fuesen indulgentes y generosos con sus
contrarios; que en los pueblos y humildes cabaflas fuesen
el amparo del desvalido; les recomendaba la mas severa
disciplina y el buen comportamiento con los naturales del
pals, y terminaba diciendo que asi como recompensaria
HISTORlA DE MiJlCo.
las buenas acciones, castigaria los excesos. (1) Pocas ho-
1829. ras despues se diO la Orden de marcha para
el dia prOximo 29, y se repartiO a los soldados otra pro-
clama del general de marina D. Angel Laborde, reduci-.
da a ensaizar la fortaleza con que habian sabido hacer
frente a los obstáculos y a augurarles ci buen Oxito en la
empresa r1 ue les liabia confiado el soberano. (2) El padre
Fray Diego Miguel Bringas que era uno de los que mas
confianza habia heeho concebir a Barradas de que el pals
anhelaba volver a ser regido por los monarcas espafloles,
diO tambien una proclama, no a los soldados expediciona-
rios, sino a los habitantes de los pueblos comaroanos, con

(1) La proelaina, Integra, decia a.sI: <So1dados: Hemos emprendido la nave-


gacion en la estacion inas rigorosa del aflo. en la que se tienen por inaccesi-
bles estas J)la.Vas: el Dios de las batdilas quo vela por nosotros. nos ha traido a
puerto de salvarnento. y es ci Inejor preludio de que saidremos victoriosos en
in grandiosa etupresa que ci rev nuestro sefior ha confiado a nuestro valor,
constancia y ncleIidad. Soldados: dehemos primoro dar gracias al Ser Supre-
mo. y en se. uida emprendamos la mareha por tierra, a ininortilizarnos en los
campos de las armas y on los pueblos y humildes cabaflas. siendo ci amparo
del desvalido, y gerierosos é indulgentes con los vencidos. Os recomiendo de
nuevo in mas severn disciplina y el buen COmportarniento con los naturales de
estos palses. Me conoceis, y sabeis quo, asI como recornpensaré vuestras bue-
nas acciones, castigaré los excesos. Viva ci re y nuestro señor. Cuartel general
de las playas dc San tander a 27 de Julio de 1829.—Comandante general de la
division de van guardia.—Jsjdro Barradas.
(2) La proclaina decia asi: SoIdados y marineros: He visto con placer cum-
plidas mis esperanzas: sabia que inandaba a cspañoles valientes y arrojados,
y contaba con estas virtudes cuando Os habld en la Habana: solo con ellas pue-
den vencerse los obstáculos que opuso Ia naturaleza par operar un desembarco
n estas costas. El Dios de los ejércitos protegid vuestros esfuerzos: el pabe-
lion espafiol ha vuelto a tremolar en las riberas de Méjico. y la valerosa van-
guardia del ejército real, en torno suvo unio sus aclamaciones a las vuestras,
Y inil y rail vivas que partieron do vuestros corazonos. saludd aquella noble
CAPITULO XI. 733

la i lUOriU creencia de atraerlos a la causa realista, ex-


hortandOles It que se presentasen al general espanol que
iba autorizado por el rey para ofrecerles el ramo de oliva
y restituirles a la paz y abundancia que antes habian dis-
frutado. (1)
Al brillar la luz primera del dia 29 de Julio, y al to-
que animador de diana, la division espafiola se formO en
tres secciones, fijando la direccion hácia Tampico La

insirflia con que vuestros abuelos inmortalizaron su memoria. El mundo en-


tero observa v admira vuestro denuedo: esta empresa era digna de vosotros.
Regocijaos. marineros y soldados: el rew nuestro señor, el padre de sus pue-
blos, el amado Fernando 'VII oirá con complacencia vuestros hechos: yo os lo
aseguro, y os doy las gracias en su real nombre. Démoslas nosotros al Ser Su-
premo. y en la efusion de nuestros seutitnientos de amor al Inejor de los mo-
narcas. hagamos resonar en todo el orbe los votos que nos arranca el mas sin-
cero de todos los afectos. ;Viva ci rey, viva ci rey, y siempre viva el rey! Navlo
obcra,io, al anela, freiite ñ Punta de Jerez, en la costa do Nueva, fit 28 do Julio
tie 129.—Angel Labordc.
(1) No quiero privar al lector de conocer esa prociama quo da una idea de
la falsa creencia en que se estaba en Europa, y aun en los Estados-Unidos, de
quo la sociedad mejicana anhelaba volver al estado colonial, al ver al pals pre-
sit de los revolucionarios. He aqut, copiado al pie de la letra 1a expresada pro-
damn. El It. 1'. Fr. Diego Miguel Briugas, misionero apostólico del culegiu
de Santa Cruz de QuerCturo, predicador honorario de S. M., a nuestros henna-
nosy tides de los pueblos de Nueva-Espafla: Salud y paz en Nuestro SeñorJe-
sucristo.
>Las desracias y imuestros pecados, hermamios mios. os han sepultado en el
abismo de males que estais experimeutaudo, desde que, como ovejas descar-
riadas. abandonundo la verdadera guia do vuestro real pastor, os introdujeron
en in tortuosa senda que seguis hace ocho aflos, desoyendo la voz de vuestro
monarea. Comupatriota vuestro, hijo de nuestro serático padre San Francisco,
y profesor de su pobreza, sin aspirar jamis ;I los caducos tesoros do in tierra,
no os puedo sen sospeehoso; y me complazco de quo los votos quo continua-
inente he dirigido IL Dios Nuestro Señor por vuestra felicidad y in salvacion de
vuestras almuas. han sido oidos.
No perdais tiempo: presentaos con conflauza al efe de in vanizardl el se-

(EA H GA GRANADUZ
3•4 HISTORIA DE MEJICO.
priruera seccion, compuesta del primer l)atallohi A las Or-
denes del teniente coronel, primer comandante D. Luis-
Antonio Freire, form aba la vanguardia; la segunda, corn-
puesta del segundo batallon, mandada por el coinandante
D. Juan Falomir, formaba el centro; y la tercera que la
componian seiscientos soldados, por faltarle los cuatrocien-
tos hombres que con su comandante D. Manuel de los
Santos Guzman, arrojO el temporal a las costas de Nueva-
Orleans, forinaha la retaguardia, mandada por el capitan
mas antiguo D. Juan Descallart, custodiando el pequeño
convoy con cajas de guerra, parte del almacen, caja de
fondos, algunas municiones de guerra y boca y dos boti-
quines. En el mismo dia y p' unnirne acuerdo de los
comandantes de mar y tierra, se dispuso que la escuadra
se hiciese a. la vela con objeto de hacer el crucero sobre
el puerto de Tampico y Veracruz, hasta que las circuns-
tancias no obligasen it variar de parecer.

iior comandante general D. Isidro Barradas que, autorizado por vuestro an-
gusto soberano y antiguo monarca, viene con el ramo tie oliva :1 ofreceros ha
paz y restituiros la antigua Ventura que liabeis perdido. Antes erais felices, y
disfrutabais todos los bienes terrenales, con in tirme esperanza do line en Ia
otra vida gozariais de la gloria en premio (le vuestra virtud; mas desde que ci
espiritu de impiedad vino a introducirse en vuestro suelo, no habeis tenido un
instante de reposo: guerras. pestes. robos. homicidios y cuantas plagas han
tornado asiento en esta moderna Egipto. han sido el castigo que el Redentor
del linaje humano Os ha enviado. Dios es grande. misericordioso, y está entre
nosotros: su piedad ha sido los votos cl ue , sin cesar, le he dirigido por vosotro.
Contiad en ml. y restituios al seno de la paz, bajo ci amparo del mejor de los
monarcas ci Sr. D. Fernando VII. y éi Os recibirá comb Ia tierna inadre recibo
en su regazo i su querido hijo. Cuarte] general en ]as playas de Jerez, a 28 de
Julio de 1529.—J"r. Diego Miguel BrSiyas.>
CAPfTULO xi. 1735

1829. Puesta en marcha la reducida columna en


medio del sol al)raSadOr de los trOpicos y sobre un terreno
de arena suelta y calcinada por el astro abrasador, en que
se enterraban los pies del soldado. entorpeciendo su. mar-
cha, pronto se hizo sentir, como era natural, el cansan-
cio, la sed devoradora, y la necesidad de algun alimento.
Es preciso haber viajado por aquellas abrasadas playas
donde no se encuentra una choza, ni una fuente, ni un
arroyo; donde cayendo a plomo los rayos del sol vierten
un calor sofocante que convierte en abrasada lava aun la
escasa brisa que se recibe del mar, para apreciar cual
merecen las penalidades que sufrir debiO aquel pequeño
ejército que eaminaba bajo un cielo de fuego, respirando
una atmOsfera sofocante, y sobre un pavimento de lla-
mas, pues no era ya otra cosa el inmenso arenal que atra-
vesaba. Despues de haber carninado de esta suerte hasta
las once del dia, el jefe mandO hacer alto para que des-
cansara el soldado y tomase algun alimento. Ea aquella
hora en que el sol se encOntral)a casi en la plenitud de su
fuerza, reflejando en la abrasada arena como en un la-
go de fuego, los expedicionarios, sin encontrar un árbol
donde guarecerse, l)a j o la influencia de un calor asfixia-
dor que apenas dejaba sentir la brisa del mar que se ha-
liaba a. la derecha a muy pocas 'varas de distancia, cu-
biertos de sudor y agobiados bajo el peso de las armas,
dispusieron un rancho con arroz, patatas y tocino, que
reanimnó las agotadas fu.erzas del soldado. Einprenclida de
nuevo la marcha, acamparon, al liegar la noche, sobre
los mortIferos rnéd.anos, despues de haber hecho una jor-
nada de cinco heguas, que es una marcha asombrosa, si se
736 BISTORIA. DE MEJICO.

atiende JL lo abrasador del clima y al ir marchaudo sobre


un suelto arenal en que se enterraban los pies. Tendidos
aquellos hoin'bres sobre los maisanos médanos que aun
conservaban el calor de los ardientes rayos del sol, abra-
sadas las piantas de los pies por el calcinado arenal en que
habian caminado, apenas pudieron disfrutar del sueño,
acosados por el ponzoiiosojejeit (1) y el mosquito que in-
festan aquellas cenagosas costas, forruando una especie do
nube quo envuelve al que viaja por ellas. Al alnanecer
del dia 30 so prosiguiO la marcha en las misma direceion
y on las misinas circunstancias quo el anterior. ('orno a
]as nueve de la maflana se presentO ti caballo Un campe-
sino que, aproximtndose a Barradas, le advirtiO que mar-
chase con precaucion, pues tenia entendido que se trata-
ha de hostilizarle en su inarcha. El jefe expedicionario le
diO las gracias; pero no tonió precaucion alguna no dando
1829. crédito al aviso. ;Descuido reprensible en un
general que no cuenta con ningun ejercito de reserva y
quo camina sobre un pals contrario y inortif'ero!
A las pocas horas do marcha, el calor elupezO a. ser in-
soportable: ci sol parecia caer con mas fuerza. caldeando
Ia suelta arena en que hundian sus calcinados pies log
soldados, cuyas manos y rostros lievaban las terribles
marcas del agudo aguijon del jejen y del mosquito. La
sed era intensa y no habia ni una fuente ni un arroyo
donde mitigarla. Era cerca del medio dia, y I3arradas, co-
nociendo los incalculables padeciiniento do la columna

(1) Especie de mosquito, cuyo pitpiete leranta gr;tnde npua, causandi


una comezon insoportable.
CAPITULO XI. 737
expedicionaria, mandO hacer alto, y ordenO que con los ins-
- trumentos que cada cual pudiese conseguir, se hiciesen
hoyos en la arena para proporcionarse agua. Los soldados,
con una ansiedad indecible emprendieron el trabajo, y al
descubrir el anhelaclo liquido, se arrojarori sedientos a. el,
filtrando, para poder beber aquella a(- ,-ua salobre 'V areno-
sa, por los paüuelos, por un trapo, y muchos que de esto
carecian, por la punta de la camisa que sacaban para
conseguirlo. (1) En aquellas criticas y angustiosas cii'-
cunstancias en que el salobre liquido lejos de disminuir
auinentO terriblemente la devoradora sed de la tropa, un
recio aguacero, tan frecuentes en acjuellas costas en el
mes de Julio, vino de repente a reanimar el espiritu de los
que hacia un inomeuto pensaban desfallecer. Xgual...
;Xgua!'> exciarnaban henchidos de placer indescriptible;
y todo ci mundo, soldados y oficiales, recogian el agua,
abriendo unos sus pafluelos, recibiéndola otros en sus
chacos, algunos en las fundas que quitaban a sus morrio-
nes y otros en las ollas de hojalata en que se cocia ci
rancho, <celebrando el acontecimiento de la iluvia,>> dice
en su manuscrito el oficial expedicionario que me lo re-
gab, <como si fuese el primer festin de la vida: hubo
momentos de efusion dificiles de explicar. El agua era

1) El ouicial que me dk el diario manuscrito que hizo de esta expedicion


en que êl fuê, dice: <<Se da alto y Orden para que con los ilistrumentos que ca-
da uno pueda proporcionarse se hag-an P0Z0S. cuya agua habia que beberla a
Leneticio de un trapo 6 pafluelo, y muchos soldaclos que carecian de M. saca-
ban la delantera de sus camisas. y por ellas filtraban aquella agua arenosa y
ualobre.
ToMo XI. 93
38 HISTORIA DE MEJICO.

para aquellos sedientos hombres, lo que el puerto para el


afligido naufrago que se salva de las olas. Habian creido
encontrar el principal elemento de la vida; y, sin embar-
go, aquel celebrado aguacero no era otra cosa que el ger-
men de las enfermedades, de las dolencias y tal vez de la
muerte. Nada hay mas inortifero en aquellas abrasadas
costas, para quien no ha nacido en ellas, que mojarse
despues de caminar bajo la influencia del ardiente sol de
su brillante cielo. Cada gota caida sobre el cuerpo agita-
do por el calor, debe consid.erarse como otros tantos agen-
tes de la muerte; y tan seguro es su dailo, que aun los
hijos de aquellas playas, procurari no inojarse, pues ni
ellos niismos se libran, de lo contrario, de molestas calen-.
turas dificiles de curarse. En las guerras civiles de aquel
pals se ha dado el caso de tener que levantar el sitio pues-
to a. Veracruz, por haberse enfermado ochocientos hom-
bres de los sitiadores, el dia siguiente de un fuerte agua-
cero sufriclo a la intemperie.
Despues del pequeflo respiro concedido a la tropa y
aplacada la devoradora sed, se continnO la marcha hasta
1829. la caida del sol, haciendo una jornada igual
de leguas a la del dia anterior, y forniando el camparnen-
to sobre los rnédanos para pasar la noche. El dia 31, al
brillar la luz primera, se emprendiO la marcha en el
mism.o Orden que en los auteriores. A. medida que avan-
zaba el ejército, el aspecto del carnino era menos triste,
pues se veia alguna vegetacion ti la izquierda, que ale—
graba la vista del soldado: la vegetacion se mostraba ca—
da vez mas 'vigorosa, y pronto caminaron ya teniendo a
un lado el mar, y al otro espesos matorrales. Eran las diez
CAPITULO XI.

de la mañana. El primer batallon habia pasado -por en-


frente de Un sitio mucho mas frondoso que los dems, dis-
tante cien pasos de la playa: empezaba ; pasar la cabeza
del segundo, cuando se escuchO la terrible detonacion
de varias piezas de artilleria, acompañada de mortifera
metralla, que tendiO en el suelo once soldados. Aquella
inesperada emboscada y la sorpresa causada con ella, in-
trodujo algua desórden en las primeras filas del segundo
batallon que sufriO la descarga; pero la serenidad y san-
gre fria del comandante D. Juan Faloinir, hizo que reco-
brasen su aplomo, y inandO que inmediatamente salieran
el teniente D. Antonio Sanjurjo y el subteniente Don
Eduardo Agusty, con media compaflia de cazadores, a.
reconocer el sitio de donde liabia salido la detonacion y
la descarga de metralla. La ôrden fué puesta en ejecucioli
al momento, y penetrando los exploradores por distintas
direcciones a. la espesura, sorprendieron a su vez a los
que habian hecho fuego, asaltando una especie de reduc-
to circular, formado de ramaje, donde tenian colocados
cuat-ro caflones de a doce. Los mejicanos se disponian a.
hacer otra descarga, pues tenia uno de sus artilleros ya la
mecha encima del oido de un caflon, cuando se vieron
acometidos por los cazadores españoles, uno de los cuales
matO al que iba a disparar el cañonazo, sin darle tiempo a.
que lo hiciera. La sorpresa que les causó a. los que defen-
dian el reducto la presencia inesperada de la guerrilla
expedicionaria, fué grande; y no pasando la fuerza que
tenian, de cincuenta hombres, se vieron precisados a ren-
thrse.
1829. No se concibe cOmo aquel corto nümero de
7 4 HIST0RIA DE MEJICO.

mejicanos se atreviese zi preparar una eiuboscada a la ex-


pedicion, y es de créerse ue se habia dispuesto el reduc-
to por algun jefe de los de la costa, que penso salir a la
vez a hostilizar a los expedicionarios con alguna caballe-
na, pero que, viendo la actitud que tornO la tropa expe-
dicionaria, no se atreviO a atacarla. Entonces se viO que
el as-iso dado el dia anterior por el campesino que se acer-
cO a. caballo al brigadier Barradas diciéndole que marcha-
Se con cuidado pues creia que estaban dspuestas fuerzas
para hostilizarle en la marcia, era fundado. El no ha-
i)erse aprovechado, pues, el jefe español de aquel aviso,
causO la desgracia de algunos de sus soldados, y hubiera
causado muclio ma yores a no haber tornado el reducto
con la prontitud que lo hicieron los cazadores enviados
por el comandante D. Juan Falomir.
Duefla la division expedicionaria de los cuatro caflo-
nes, recogidos los once heridos que causO la descarga, y
heclia la primera curacion de ellos por el fisico D. Pedro
Sautell, continuO su marcia, ilevando prisioneros, pero
perfectamente tratados, a los cincuenta prisioneros que se
habian portado con valor, y que, por lo mismo, eran vis-
tos con aprecio por los soldados.
A las cinco de la tarde del siguiente dia 1.0 de Agosto,
entraron las avanzadas de los espafloles en Tampico,
abandon ado por sus habitantes desde por la maflana en
que tuvieron noticia de que se acercaban las tropas expe-
dicionarias. Solo quedaron en la poblacion algunos ex-
tranjeros avecindados en ella, que estaban bien seguros
de la buena disciplina del ejército espafiol. Poco despues
liego toda la division y entrO en el mayor Orden, respe—
CAPITtLO XI. 741
tando todo, como era justo, observando oficiales y solda-
dos una moderacion digna y noble. Como ningun meji-
cano habia quedado en la ciudad temiendo sin duda a!-
gun desman. en la tropa por los heridos que habian tenido
en la emboscada, Barradas tratO de formar inmediataiuente
un nuevo ayuntamiento, para lo cual ofreciO la vara de
alcalde a. uno de los extranjeros avecindados en el pals,
distinguido por su probidad y honradez. Siendo conside-
rable el nürnero de soldados atacados de malignas calen-
turas, y procurando colocarlos en un sitio ventilado, se
escogiO, para hospital, el convento de San Francisco, en
el cual murieron cinco de los once expedicionarios hen-
dos en la embosoada.
El almirante D. Angel Laborde, obedeciendo las Orde-
nes c1ue tenia del capitan general de la isla de Cuba Don
1829. Francisco Dionisio Vives, despues de haber
desembarcado la expedicion en Cabo-Rojo, O sea Playa de
Jerez, volviO a la Habana, no dejando bucjue ninguno a.
Barradas, pues coino dejo manifestado, se habia creido
que el pals entero acogeria fraternalniente a la fuerza ex-
pedicionaria. ; Imprudente confianza que dejaba a. una
corta division abandonada en un pals mortIfero, sin un
barco para reembarcarse silas esperanzas de adhesion sa-
han fahlidas, y sin poder internarse a chima benigno por
no ser suficiente niimero de gente para dejar cubierta la
retirada y poder avanzar!
A la alarmante noticia de que los espafloles habian de-
sembarcado, el cornandante general del Estado en que se
presento la expedicion, I). Felipe de la Garza, puso en
movimiento toda la tropa de llnea y batallones de milicia
742 HISTORIA DE MEJICO.

con que contaba, para operar sobre los invasores. Inme-


diatamente diO aviso de lo que pasaba, al general de bri-
gada D. Manuel X[ier y Terán que, como tengo dicho,
habia ido comisionado, en la administracion del presiden-
te D. Guadalupe Victoria, ;k reconocer los limites de la
frontera de Tejas y los Estados-Tnidos, y que se hallaba
en aquellos momentos en Matamoros, de regreso de las
Nueces, invitãndole para que acudiese ;i la defensa del
pais. Terán se puso en camino inmediatamente hácia ci
lugar invadido, doncle sus conocimientos militares podian
ser de suma utilidad.
En Veracruz se tuvo la noticia de haber salido de la
Habana la expedicion espaiola, el 16 de Julio, por una
fragata de guerra francesa que arribO a. las aguas de aquel
puerto; esto es, en el mismo dia en que los primeros bu-
ques de la flota ilegaban frente a. Cabo-Rojo. Con prodi-
giosa actividad trabajO el general D. Antonio Lopez de
Santa-Anna, cjue era ci gobernador y comandante general
delEstado de Veracruz, por reunir las milicias naciona-
les para la defensa del puerto y de las costas, ignorando
aun el punto en que harian el desembarco los espao1es,
pues el o6cial frances, bien por evitar compromisos de go-
bierno a. gobierno, bien porque realmente no supiera ci
sitio del litoral elegido por ci general expedicionario, so-
lo pudo dar noticias de su salida. Como las areas püb]i-
cas se encontraban exhaustas, a excitation del general
Santa-Anna, el vecindario de Veracruz le hizo un prés-
tamo y donativo de trece mil setecientos treinta y cinco
duros, con cuya cantidad empezO :1 organizar las fuerzas
que preparaba para el combate.
CAPITULO xi. 74
El 31 de Julio recibiO el gobierno mejicano la noticia
de haber desembarcado en Cabo-Rojo la expedicion espa-
ñola. Sin dinero en las areas nacionales y acosado hasta
eitonces por la guerra que le habia hecho la oposicion,
tuvo que hacer esfnerzos supremos para disponer fuerzas
numerosas, no solo que marchasen sol)re Tampico, sino
que se acantonasen en otros puntos en que se creia se
efectuarian otros desembarcos.
El general D. Antonio Lopez de Santa-Anna, en cuan-
to SUO el lu-n ar en que se hallaba la division de Barra-
1829. das, reuniO sin tardanza las tropas que tenia
t sus Ordenes, las cuales habia preparado con antic.ipa-
cion, desde que tuvo la primera noticia de la salida de la
expedicion por e1 oficial de marina frances, y venciendo
con laudable patriotismo cuantos obsteu1os se presenta-
ban t su noble afan de combatir al enemigo, ordenO la
inarcha hácia Tampico, embarctndose eon la infanteria,
y enviando por tierra la fuerza de caballeria. Los esfuer-
zos de Santa-Anna para formar esta expedicion, fueron se-
cundados por ci patriotismo del pueblo veracruzano que
le facilitO un prestamo de veinte mil duros. Como Méji-
co no tenia marina nacional, el general Santa-Anna dis-
puso una flotilla que supliese la falta de aquella para con-
ducir por mar su infanterla al teatro de Ia guerra. La
expresada flotilla se componia do la goleta mercante Lu-
.cia;u' , de sOlida construccion, que hizo armar en guerra,
y en que il.)a el con su estado mayor y la banda de müsi-
ca del se-undo batallon; de los bergantin goletas forte-
americanos William y , 1e,d11, que ilevaban, ci primero
doscientos nueve soldados, y el segundo ciento ochenta y
74-4 HISTORIA DE MEJICO. (p
uno; el bergautin goleta T,/i/dad, que ilevaba ciento
cuatro; las goletas Fe/, ecpc,on y Ucsi'l, que con-
ducian la primera ciento veinte soldados, la segunda cm-
cuenta y siete, y la tercera ciento cincuentay siete; y las
lanchas Oaiiipechana, Fbi i/c ía J!ai, JCGCI":aila, ()b '-
seia y C'habilti7uieca que Ilevaban, la primera. cincuenta
y cuatro hombres: cincuenta la segunda; treinta la ter-
cera; y nümero igual la cuarta y la quinta, liaciendo un
total la fuerza que iba por mar, de mit veintidos hom-
bres, que con la caijafleria que inarchO por tierra, aseen-
dia a dos mil hombres. (1)
El dia 4 de Agosto saliO Santa-Anna con sus tropas de
Veracruz para hatir a los espafloles que tenian ya enci-
ma ]as fuerzas puestas en movirniento por el comandante
general de los Estados internos de Oriente I). Felipe de
la Garza. Si el capitan general de la isla de Cuba Don
Francisco Dionisio Vives, en su ilusoria creencia de que
el pais se apresuraria a unirse a España, no liubiera he-
cho 'volver inmediatarnente a la Habana la escuadra, es
claro que Laborde habria impedido el paso a la flotilla en
que iba Santa-Anna; pero él, lo mismo que Barradas, es-
taban muy lejos de peusar que la empresa acometida en-
contraria obstá.culos, y mientras el primero djaba sin un
buque a los soldados. para el caso de una desgracia, el Se-

(1) Don Lorenzo Zavala que era eutonces ministro de hacieuth. da esta
fuerza C. Santa-Anna, en su obra <Ensayo histOrico:>> pero el esoritor P. Juan
Suarez Navarro, dice que se componia de mil setenta y cuatro hombres. El lee-
tor verlL Si Ic merece nias concepto ci primero, que era ministro del gobierno
ci segundo.
CAPITtLO XI. 743
gundo les colocaba en los cuarteles, esperando tranquilo
y conflado, con el candor de un nub, que el pals se pro-
nunciara por Fernando VII.
1829. Entre tanto, no solo el genei'al Don Felipe
de la Garza y D. Antonio Lopez de Santa-Anna acudie-
ron con sus tropas al lugar del peligro, sino que todos los
Estados, entre ellos el de Zacatecas, San Luis Potosi y
Méjico, se apresuraron a hacer lo misino. De suerte que
los que habian soñado en la adhesion de los hijos del pais
bácia la causa espaflola, se encontraron, de repente, cer-
caclos de enemigos, faltos de recursos, enfermos y sin
punto de retirada.
En el momento en que el gobierno reciljiO noticias oil-
ciales del desembarco de los españoles, el congreso auto-
rizO al presidente de la rep'Ib1ica mejicana Don Vicente
Guerrero, para que toniase cuantas providencias juzgase
necesarias para la conservacion de la independencia, del
sistema federal que regia el pals y de la tranquilidad pu-
blica, sin otra restriccion que la de no poder disponer de
la vida de los mejicanos, ni lanzarlos de la reptblica. (1)
En virtud do estas facultades extraordivarias que se le con-
cedieron, levantO inmediatarnente el destierro (L los genera-
los Barragan y D. Nicolas Bravo, asI como i todos los que
habian salido expulsos por el plan de Montaño, restitu-
yéndoles sus emplos, despojO a Echávarri y Negrete de sus
grados militares, quo, aunque desterrados, loss conserva-
ban para el goce de sus sneldos, y para cubrir el Estado
de Veracruz y atender a la defensa de la ciudad del mis-

(1) Decreto do 25 de Agosto de 182).


ToMo XI.
71t HISTORIA DE MEJICO.

mo nombre, pues se temia que se presentu par aquel


puerto una expedicion mas formidable, situO en Jalapa
ui-i cuerpo de reserva bajo el mando del general y vice-
presidente de la repibliea I). Anastasio Bustamante.
Pronto liego a tocar el brigadier D. Isidro Barradas el
duro desengaño de las lisonj eras esperanzas que le habian
halagado al enviar sus proclamas por los pueblos. al lie-
gar a las playas mejicanas. En vez de huestes ainigas que
se acercasen a engrosar sus filas, vio por todas partes flu-
merosos batallones que se dirigian a combatirle. No ha-
bia transcurrido una semana desde su ilegada a Tampi-
co, cuando tu'vo aviso de que las tropas regulares que
cubrian el Estado de Tamaulipas, entre las cuales se con-
taba el batallan de Puelilo- i7ej, asi como las milicias,
1)aj aban por los Corchos, para provocarle a un combate.
Los principales jefes que iban a la cabeza do estas tropas
eran D. .Juan Cortina, y el coronel D. Andrés Ruiz Es-
parza. En el momento que Barradas recibiO aviso de este
movirniento, dispuso ci 9 de Agosto, la salida de cuatro
compaflias del primer batallon, cuatro del segundo v dos
del tereero, a las Ordenes del comandante D. Juan Falo-
rnir, cuya fuerza saiiO con direccion a los Corchos, por ci
rumbo conocido con el nombre do CaIiU)W r/e/ o de Vic to-
y 'i. Toruadas las posiciones do un pequeflo barranco que
se halla las ininediaciones de dos lomas quo separan
ambos caminos, y defendida la avenida de otro que mar-
cha en direccion al rio, se presentO un campesino de las
inmediaciones, anun ciando la aproximacion de iue1ten.-
le f71,)e('da, término suyo. Aprovechando ci comandante
1829. D. Juan Faiomir ci oportuno aviso, hizo des-
CAPfTULO xi. 747
plegar en guerrilla, como a las seis de tarde, la segunda
compañia del primer batallon, mandando una descubierta
quo observase a sus contrarios, para impedir, en todo ca-
so, una sorpresa do noche. La Orden fué ejecutado en ci
jiistarite mismo, y a. la caida del sol, la avanzada espaflo-
la viô ti las tropas mejicanas trasponer un coliado y pre-
pararse a. pernoctar en aquel sitio. La noclie la pasaron
los españoles a. la espera, y con bastante precaucion, dur-
miendo por mitad toda la fuerza. Con el alba del siguien-
to dia, se vieron distintamente los mejicanos, solire los
cuales hizo fuego la avanzada, al pie contestaron ellos
inmediatamente. Entre tanto, se hizo ci despliegue por la
guerrilla do la segunda compafiva, y antes de un cuarto
de hora se habia generalizado el fuego. En esta situacion,
ci cornand ante Falomir ordenó que las coiupaias restan-
tes, formadas p' mitades en columna, avanzasen al paso
do carga, mientras las guerrillas de la segunda compa-
lila, flanqueaban a. los contrarios. Los mejicanos, al cono-
cer la crItica posicion en que se encontraban por aquellas
acertadas maniobras del jefe enemigo, trataron de hacer
un esfuerzo para coutener a sus contrarios, mantenien-
do un fuego sostenido y combatiendo con valor. Claras
pruebas dieron de este en aquel encuentro; pero por he-
rOicoie p fuese el ardor con que combatian, compouién-
dose su mayor fuerza de milicias poco instruidas en el
arte do la guerra, era preciso que se vieran obligados a.
ceder zi la táetica, instruccion y pericia de tropas verda-
deramente disciplinadas. Con efecto, asl sucediO; despues
de haber resistido valientemente, viendo continuar a los
espafloles en su proyecto de ilancjuearlos por un lado mien-
748 HISTORIA DE MEJICO.

tras la columna de ataque marchaba de frente, empezaron


- desordenarse. hasta que, por (iltimo, considertndose in-.
feriores en instruccion militar, y mirando descubiertos sus
ilancos ) y el centro sobre ellos, se pronunciaron en corn-
pleta retiradal dejando sobre el campo 97 muertos, 132
heridos, 180 prisioneros, muchisirnas armas, mantas, Ca-
jas de guerra y algunas provisiones. Los españoles tam-
bien sufrieron al gunas pérdidas. Recogidos los despojos
ganados en este encuentro, el cornaridante D. Juan Falo-
mir emprendiO su vuelta hãcia Tampico, donde Barra-
das puso en libertad 6L los prisioueros mejicanos, conduc-
ta ciertainente noble que revelaba sus generosos senti-
mientos.
Entre tanto ci general mejicano D. Antonio Lopez de
Santa-Anna que habia desembarcado con su gente en la
1829. barra de Tecolutla, dispuso su marcha hcia
Las Piedras, donde se situO para operar sobre las fuerzas
expedicionarias de Tampico. El gobierno, en premio de
la actividad que habia desplegado para marchar de Vera-
cruz al teatro de la guerra, le nombrO general en jefe del
ejército de operaciones, cuyo nombramiento recibiO el dia
11 de Agosto. (1) Toda la gente que componia ci ejército
mejicano pertenecia ;'i aquellas costas mortiferas, y por lo

(1) Al(-unos escritores han creido que quien estuvo encargado del mando
antes que Stnta-Anna fué D. Manuel Mier y Terán. y que habiéndose presen-
zado acjuel en ci teatro de la guerra despues de Terán, logró ser nombrado ge-
neral en jeté. En esto han sufrido esos escritores tin error, pites Santa-Anna
se hallaba va en Tupan el dia Ii de Agosto en que recibiO ci noiuhramiento,
y Terctn no lleg-i al teatro de los sucesos hasta el 15, come veremos despues.
CAPITCL() Xt. 749
inismo, niriguna influencia perjudicial ejercia sobre su
salud el clima abrasador en que estaban. En camhio, los
españoles, aCOSfUml)radOS a temperatura mas fria, caian
enfermos en considerable nümero, y cada dia se aurnen-
taba la surna de 'haj as de su corto ejército.
Mientras el brigadier Barradas veia disminuir visi-
blemente la cifra de sus soldados. las fuerzas mejicanas
hahian ido en considerable aumento, presentándose en el
teatro de la guerra numerosos batallones de tropas milicia-
nas y de algunos de linea que ocupaban todos los puntos
prOximos â Tampico. El general D. Manuel Mier y Terán
a quien, como tengo referido, habia enviado aviso del de-
sembarco de los españoles el general D. Felipe de la Garza,
invitándole a que tornase parte en la lucha contra los in-
vasores, se presentO en Altamira el dia 15 de Agosto, Ile-
no de ardiente afan por combatir en defensa de la patria.
La ilegada de Terán al campamento mejicano, fué de
suma importancia para las armas de la rep'(iblica. Born-.
bre de ciencia, de saber. de talento y de capacidad, dota-
do de rele'vantes prendas militares. profundo niatemãtico
y sabio ingeniero, reuniendo a una prudencia justa un
valor a toda prueba, sus conocimientos tenian que ser su-
mamente atiles en aquella campafla. El jefe 1). Felipe do
la Garza quiso entregarle el mando de su division, por
ser general activo: pero Terán rehusO admitirlo obstina-
darnente, y para manifestar que no le lle'vaba otro deseo
que el patriOtico de luchar por la honra nacional, se puso
a sus Ordenes, como si fuese su subalterno. Acto continuo
se puso D. Manuel Mier v Ter;in a dictar las mas acerta-
das disposiciones para fortificar algunos puntos de la ma-
750 HISTORIA DE MEJICO.

yor importaricia, y se ocupo de cuanto pudiera conducir


al logro del triunfo sobre los contrarios. Eutre tanto, ci
general D. Felipe de la Garza, con una division respeta-
Iji
F
r

ble, se dirigio hcia Pueblo Viejo, ,tratando de reducir z i


la expedicion espaiiola a un estrecho circulo, para lo cual
habia situaclo ya diversas fuerzas en distintos punto. El
brigadier D. Isidro Barradas al saber el movirniento em-
prendido por Ia Garza, y despues de oir el parecer del en-
tendlido jefe de estado mayor D. Fuigencio Salas, sali
de Tampico, Cori una columna de dos mil hombres, al
encuentro del general mejicano que, aunque ilevaba una
fuerza de cinco mil. hombres, se componia una gran par-
to de ella de milicias que, aunque de gente valiente, no
podia tener la disciplina y la instruccion militar de las
tropas de lInea. (2erca ann del punto de salida y el sitio
ilamado El Bejuco O Beji'c-'i, ordenO Barradas que su fuer-
za se dividiese en dos secciones, una por la extrema dere-
cha en direccion al rio Páuuco, y la otra por el sitio do
las lomas, marchando per el centro una conipaflia de Ca-
zadores, extendida en Orden de guerrilla. (2olocada de es-
ta manera la fuerza expedicionaria, ronipiO al inmediato
dia ci fuego la expresada guerrilla, cuyos extremos se
hallaban fuera del alcance de vista de las dos secciones..
Esto bizo creer al general D. Felipe de la Garza, que la
fuerza espafiola no era mas que la que habia eutrado en
accion, y sus tropas se lanzaron zi paso de carga, pero sin
Orden militar, pues como he dicho, eran niilic.ias en su
mayor parte. La guerrilla, por movimiento estratégico,
se replegO, haciendo fuego en retirada, hasta que, bien cal-
culado el tiempo, diO lugar a. que la seccion de la izquier..
CPITtLO XI. 131
da les presentase la batalla. mientras la, de la derecha se
corriO ocupándoles su retaguardia, cuya operacion se ye-
rificO en la calle Real de Pueblo Viejo. \ Tiéndose las fuer-
zas de Garza atacadas por tres puntos diferentes a la 'voz
1829. de ;riia ci iey! se hallaron sin poder mover-
se, en medio de la expresada calle Real, entre los dos ba-
tallones expedicionarios que por uno y otro lado les im-
pedian ci paso. Inütil hubiera sido todo esfuerzo para
resistir en aquellas circunstancias en que se veian cogi-
dos entre dos fuegos. El general D. Felipe de la Garza
que se hallaba a la cabeza de sus soldados, deponiemlo su
actitud hostil, pidió hablar con el brigadier Barradas,
dndose lo mismo quo su tropa, por prisioneros de gu.er-
ra. El jefe espaflol le recibiO con agrado, y en la confe-
rencia ij ue tuvieron. al declararse Garza priionero, Bar-
radas le contestO que podia irse libre, halo palabra de
honor de no voiver a hostilizarle, puesto que no podria
hacerlo si Ic tenia prisionero. Garza, quo quedaba asi en
disposicion de poder luchar en defensa do la patria si,
eomo se c•reia, clesembarcaban mas fuerzas espanolas en
otro punto, pues solo se le habia pedido quo no hostiliza-
se a las ya desembarcadas, ofreciO lo que se le pedia, y
procurO antes de separarse del jefe espaflol, persuadir it
éste a que desistiese de la empresa que habia acometido,
diciendole que ci pals esta'ba en muy distinto sentido del
que le liabian hecho creer a la, corl.e de Espafla; quo le
acoflSejal)a en nombre do la humanidad quo reeml)areaSe
.0 tropa, para evitarla penalidades infru.ctuosas, pues si
permanecia mucio tiempo en aqwel mortifero clima, sin
halas v solo eon la, enfermedades so quedaria sin un solo
i.)2 HisroRlA DE MEJICO.

hombre de su valiente division. Barfadas le escuchO con


aabilidad, y Garza se alejo formaudo un juicio altarnen-
te favorable de los nobles sentirnientos del jefe espaflol.
Este, obrando con la generosidad con que se habia con-
ducido anteriormente y continuO portándose liasta el ill-
timo instante. dejó tanibien en libertad a todos los prisio-
neros hechos en aquella accion, perinitiêndoles que fu.esen
A donde i.ustasen. (1)
1829. Poco tiempo despues de haher regresado
Barradas con su coluinua a Tampico, ocupO ci general
mejicano U. Antonio Lopez de Santa-Anna, como punto
importante para las operaciones militares, Pueblo-Viejo,
donde situO el cuartel general, dejando situadas en los
puntos convenientes, fuertes secciones que opusiesen re-
sistencia al enemigo par cualquiera parte que se din-
giera.
A la accion en que, como queda referido, fué hecho p '-
sionero ci general D. Felipe de la Garza, se siguio la del pun-
to ilamado El C/wcoiuie, dada por ci jefe del estado mayor
1). Fulgencio Salas con novecientos ochenta soldados expe-

(1) El escri tor Inej icano D. Juan narcz Navarro, aunqiie no habla do esta
aecion ni do otras quo se (heron en esta carnpaña, st Ilega :1 indicarla. (Iiciendo
i n e <Garza on un encuentro con ellos> ' con los espafloles) cayd prisiojero, en-
trd en plaiticas eon el enemigo. y volvid su campamento corno si nada hubie-
ra ocurrido.' No teniendo sin duda el expresado escritor Sr. Navarro. noticia
do lo quo acontecid en la conversacion j ue Garza tuvo con Barradas. thee: 'El
comportamiento del general Garza est;i envuelto bajo ci velo (le mil COfljOtIi-
ras desfavorabies. El lector que estzlt instruido do lo que paso, po(lr:i juzgar
con mas I inparclali dad de la coiid act' orvada por ci general, a] scr hecho
prisionerO.
CAPITULO XI. 753
dicionarios., al brigadier mejicano Rojas, que tenja una di-
vision de doi mil hombres, inclusos doscientos soldados de
caballeria del 9.° de linea. Aunque las tropas de Rojas se
batieron con el notable valor que siempre mostraron los
mejicanos, la inferioridad de Ia disciplina en los cuerpos
inilicianos de que se componia la mayor parte de su gen-
te, tuvo que ceder el campo a la pericia del jefe contra-
rio. y se retiraron al rancho liamado El Ohocoy, dejando
sobre ci cainpo ochenta y dos muertos, veintidos heridos y
ciento treinta y tres prisioneros que, corno de costumbre,
fueron puestos en hhertad por Barradas.
1829. Con intermedio de rnuy pocos dias, esto
es, el 13 de Agosto se 'veriflcO otro reñido encuentro en ci
punto liamado Do7a Cectha, antes de que este hubiese si-
do fortificado por Terãn. El jefe de las fuerzas expedicio-
narias, cj ue ascendian a mil. doscientos hombres, era ci
coronel I). Luis Vazquez. Los mejicanos resitierou ci
ataque con notable denuedo; pero al fin, cedieron ci cam-
po a la ventaja de Ia disciplina de sus cont.rarios, dejando
sobre ci campo 29 muertos, 340 prisioneros que fueron
puestos en libertad, muchas armas, algunos bagajes y 57
lieridos, muchos de gravedad, entre ellos tres oficiales.
Tambien los espafloles tuvieron sensihies pordidas; entre
ellas Ia del teniente de la cuarta compañia, D. Alejandro
Cajiga, jOven valiente que muriO por su temerario arro-
jo; la del subteniente D. Manuel Blanco y cadete D. Ru-
fino Robles, que salieron heridos; la del soldado distin-
guido D. Juan Sol, y, por iltimo, la de los sargentos Se-
gundos Tartajada y Ramos, aunque no de gravedad.
Pero las ventajas alcanzadas en las aeciones referidas,
ToMo Xl. 95
HISTORIA DE MEJI(O.

en nada inej orahan la comproinetida posicion de los espa-


üoles. Por el eontrario; cada encuentro de esos, aumenta-
ba sus ba j as que, unidas a las que diariamente causaba
con sus enferinedades el inortIfero clima, tenian c jue dar
por resultado el completo aniquilainiento de la expedicion.
El brigadier español D. Isidro Barradas se veia preci—
sado t veriflear continuas salidas para obligar a sus con-
trarios a permanecer a. regular distancia y no carecer de
provisiones frescas para la plaza. Con este motivo y el de
hacer ver que su tropa se hallaba con todo el brio necesa-
rio para no desistir de la empresa acoinetida, dispuso salir
ha.cia Altarnira, distante siete leguas de Tampico, donde
se hatia situado el general D. Felipe de la Garza que,
aunque hatia ofrecido, cuando fué hecho prisionero, no
hostilizar a las tropas expedicionarias de Barradas, se
, juzgaba libre de todo compromiso para resistir y luchar
cuand.o se viese hostilizado en cualquiera punto que se
hallase. Para impedir el paso de las tropas expediciona-
rias, habia colocado sus fuerzas en diversos puntos, y el
general D. Manuel Mier y Terãu habia hecho construir
dos reductos que defendiesen el carnino, uno en Villerias
y ci otro a. distaiicia de legua y media del primero, en un
desfiladero que solo permitia un ataque de frente. Barra-
das, dejando una corta guarnicion en Tampico y cuatro-
cientos hombres en ci fortin de la barra, saliO ha.cia Alta-
mira, al frente de una division de mil cuatrocientos hom-
bres, que era de cuanto podia disponer, pues pasaban de
ochocientas las bajas sufridas en su ejército por las enfer-
1s29. medades y las balas, (1) djando encargaclo de
1; El ocial de ha epedicion. de cnyo diario me valgo en esta parte de la
CAPITULO XI.

Ia defensa de la plaza al coronel D. Miguel Salomon, y


del fortin de la barra al coronel D. Luis Vazquez, uno de
los inilitares mas pundonorosos y valientes que fueron en
Ia expedicion. Barradas, forinando su columna conve-
nientemente, emprendiO la marcia,y se dirigiO primera-
mente i Villerias, que era ci pruner reducto, el cual lo
defendia ci general D. Manuel Mier y Terán. El jefe es-
pafiol a'vanzO sobre VillerIas en la noche del 16 de Agos-
to, y a las nueve de la mañana del 17 atacO la posicion
con extraorclinario denuedo por el frente y los flancos. El
reducto estaba construido en un paso estrecho del cami-
no que circundaba un espeso bosque, y aunque bastante
fuerte, tenia la desventaja de poder ser envuelto. Pre-
viendo esto, ci general Tern que al saber reunia la ex-
periencia, babia construido, a su retaguardia, otra fortifi-
cacion, O reducto, distaute, como dejo dicho, legua y me-
dia del prirnero, que reunia todas las condiciones para una
excelente defensa. El primer reducto fué tornado por los
espafloles despues de una tenaz resistencia, y en seguida
niarcharon sobre ci segundo, a donde Terán se habia reple-
gado en buen Orden. Los expedicionarios se lanzaron sobre
las murallas con inTipetu terrible despreciando ci fuego de
Ia artillerla, y los mejicanos les recibieron con extraordi-
nario denuedo. La lucha fué, en consecuencia, terrible. El
valiente general Terán, subiéndose sobre ci parapeto, dijo
a sus soldados estas entusiastas palabras al tiempo que

historia, dice: <Conciuidos estos encuentros. ]as bajas iban en aurnento, y ya


se contal)a el crecido nOmero de 800 soldados. sargeiitos y 1.3 oficiales eufer-
Inos por coilsecuencia de ins intluencias del clirna.
HISTORIA DE MEJICO.

resistia a sus contrarios: Soldados, si Méjico ha de ser ii-


bre, es menester regar con la sangre de sus hjos el cami-
no que disputan sus enemigos. Entonces se redoblaron
los esfuerzos de los combatientes: los expedicionarios sal-
tando el parapeto, penetraron en el reducto, donde se
tral)O una luclia a la bayoneta; y auncjue Terán se viO
precisado a retirarse y ceder el campo a. sus contrarios,
logrO salvar su artilleria. Tomados por Barradas los dos
reductos, marchO en seguida sobre Aitamira, donde pene-
trO despues de un ligero coml)ate, retirándose el general
ft Felipe de la Garza, a. distaucia regular, situando su
campo en medio de los caminos que salen de Altarnira
para Presas y para. Horcasitas. Muclias - sensibles fueron
las pOrdidas que tuvo el general 'ferán en su tropa entre
inuertos y heridos en la defensa de los dos reductos; algu-
nas las cajas de guerra que tuvo que abandonar y no p0-
eas las armas que se perdieron en la retirada; pero esas
pérdidas las sufriO en rnedio de una lucha gloriosa, en
que, batiéndose con valor, dejO bien puesto su nombre y
ci de sus soldados. Tainbien la division española tuvo al-
gunas baj as, contándose entre los que murieron en et
ataque del segundo reducto, un comerciante espaflol de
Tampico, de los que habian salido en la expulsion, lla-
mado Zubiaga, que se habia ofrecido a. servirles de gnia..
El general expedicionario D. Isidro Barradas alojO su
fatigada tropa en los puntos mas convenientes de Alta-
mira, observando él y sus soldados una couducta noble y
afable con sus habitantes.
Acontecia esto el 17 de Agosto por la tarde, hora en
que la division tenia necesidad de descanso y de alimen-
CAPITULO xl. 757
1829. to, pues habia sido un dia de continuos corn-
bates en el penoso trayecto de siete leguas que anduvo,
sin haber tornado otra cosa que el rancho al salir de
Tampico.
El general mejicano D. Antonio Lopez de Santa-Anna,
conociendo lo importante que seria apoderarse de Tampi-
co en aquellos momentos en que Barradas se hallaba en
Altamira, pues consiguiéndolo. la, division espaflola se
ncontraria sin punto de refugio, se propuso sorprender a
la corta guarnicion. Las circunstancias eran favorables:
si lograba la sorpresa que meditaba, la rendicion de la
plaza so efectuaria antes de que Barradas puiliese tener
aviso del ataque y hacer una jornada de siete leguas, en-
contrandose, en cousecuencia, en la precision de rendirse.
Sin pérdida de momento empezo Santa-Anna a preparar
todo lo que era necesario para dar el golpe proyectado,
y al mismo tiempo enviO una Orden a los generales Don
Felipe de la Garza y D. Manuel Mier y Terãn para que
inolestasen en su marcha al brigadier Barradas, en caso de
que hiciera algun movimiento con direccion a Tampico.
(on una aetividad y un empeño que le eran propios reu-
niO cuantos botes, lauchas y canoas habia disponibles
para pasar ci rio Pãnuco y penetrar en Tampico sin ser
visto iii sentido hasta que no estuviese encima de los sol-
dados que guarnecian la poblacion. La plaza no tenia for-
tificaciones por ese lado, y se podia penetrar en las calles
sin encontrar obstáculo, Si el desembarco se hacia sin
estrépito. Era la noche del 20 de Agosto: Santa-Anna,
con la mayor prontitud y sigilo embarcO en las canoas,
botes y lanchas, una division de seiscientos hombres do
HISTORIA DE MEJ1CO.

tropa escogida, compuesta del 3.° de infanteria de ii-


iiea, cuatro compaflias de preferencia del 2.°. 5. y 9.
de linea, y cuarenta artilleros con dos piezas de mon-
tafla. A esta excelente tropa. se agregO alguna fuerza de
milicianos qiie se manifestaron deseosos de combatir, y
dos escuadrones, con muv corta fuerza, de los que perte-
ilecian a Jalapa, Orizaba v Veracruz. El embargue se hi-
zo con el mayor Orden, y a las diez de la noche la divi-
sion se hallaba y a al otro lado del rio, en el punto ha-
mad el Espartal, que es donde desembarcO. a tiro de
fusil de Tampico, en las (-oteras de la ciudad. Sin pérdi-
da de momento distribuvO Santa-Anna su fuerza en tres
column as: al frente de una se puso el en persona: el man-
do de otra lo diO al coronel I). Antonio Mejia, que algun
tiempo despues muriO en Amozoc 'vIctima de la guerra
civil; y la tercera la puso bajo las órdenes del teniente
coronel Tellez, ambos jefes de valor y de valia. Lo mas
granado de la oficialidad se hallaba en esas columnas que
se disponian para entrar en la ciudad y sorprender a su
guarnicion, contndose entre ella el jOven capitan Don
Francisco Tarnariz, cuya serenidad y valor eran prover-
biales entre sus compaeros de armas, y el de igual gra-
duacion Gomez del Cid, a quien correspondia perfecta-
mente su apellido.
1829. Dispuestas las columnas de ataque, uno
de los milicianos disparO antes de tiempo su fusil, y ese
tiro anunciO A la guarnicion del pligro que le amenaza-
ba. El coronel espaol D. Miguel Salomon, puso inme-
diatamente sobre las armas zi sus soldados y dictO las dis-
posiciones necesarias para resistir el ataque, tomando el
CAPITtLO x1. ?59
fusil hasta los enfermos que. dejando el lecho, se coloca-
ron en las ventanas del ed.iflcio en que estaban, para ha-
cer fuego desde ellas a los asaltantes que se aproxirnaran.
Salornon, desde el instante que conociO el peligro, enviO
un recado al brigadier Barradas, con una persona de con-
flanza. dãndole aviso de lo que pasaba y dicindole que
inarchase en Sn socorro. El eneral D. Antonio Lopez de
Santa-Anna, para no dar tieinpo a que sus contrarios to-
inasen tod.as las disposiciones que el caso exigia, apresu-
rO el paso y penetrO en las calles de la ciudad formando
dos columnas paralelas, resuelto a tomarla a. todo tran-
ce. Al liegar a. los edificios ocupados por los soldados
espafloleS, un fuego mortiier() cayO sobre los asaltan-
tes, secundado por el que hacian dos lanchas que flan-
queaban las columnas de ataque : los mejicanos, lejos de
desivayar por aquella terrible resistencia, sintieron crc-
cer su bravura, y continuaron esforza.ndose por alcanzar
el triunfo. La lucha continuO con igual ardor y valentia
por una y otra parte, disputndose palino a palmo el ter-
reno. Naclie queria ceder a su contrario el punto en que
combatia. No podia darse la preferencia en valor a mm-
guno de los conteudientes. pues si cierto es (1UC los in-
trépidos asaltantes fueron rechazados en varios edificios,
tainbien lo es que se apoderaron de la casa del frances
Mr. Tuger, pesar de la resistencia herOica con que la
defendieron los espaüoles, tremolando en seguida en ella
la bandera del 3.' de lInea, que fu6 el cuerpo que asaltO
el edilieio. En esta obstinada lucha, en que n.adie estaba
dispuesto ui. ceder, las pérd.idas eran ya considerables en.
relacion al niirnero de coinhatientes. Las bajas de los es-
.11
760 HISTORIA. DR MEJICO. -

pañoles puede asegurarse que estaban a ignal altura que


las sufridas por los mejicanos; y la do estos ascendia a
cien hombres entre muertos y heridos, de la clase de soT-.
dados; de la oficialidad, murieron ci comandante Jáure-.
gui, por un golpe de metralla disparado de una de las dos
lanchas que tenian los espaoles; el coronel D. Luis Lo-
pez, el capitan D. José Garduüo, y el subteniente I)ori
Manuel Diaz; heridos hubo tres oficiales suhalternos.
Tambien rnuriO en el combate D. Ramon Castillo que,
con el noble afan de combatir en defensa de su patria, se
agregO a la cornpañia de cazadores del 2.° de linea. El
general Santa-Anna estuvo varias veces en riesgo de per-
der la vida: el frac que vestia, estaba agujerado en el
cuello y los faldones, pi tres halas de fusil. (1)
La lucha se prolongo hasta las dos de la tarde del 21.
Conociendo el general Santa-Anna que no podria tardar
Barradas en liegar en auxilio de la guarnicion, y tratando
de lograr que esta se rindiese antes de que fuese socorri-
da, enarbolO bandera de parlamento con objeto de hacerla
capitular, para quedar asi dueño de la plaza, aunque otros
dicen que fué D. Miguel Salomon quien la presentO. Pe-
ro sea de esto lo que fuere, porque en uno y otro lo que
supondria es estrategia, Santa-Anna para lograr su objeto
antes de que acudiesen en auxilio de la plaza, y Salomon

(1) Estas noticias dcl ataqile dado (t Tampico ]as deho it los apuntes quc
me did en Méj leo el Sr. Iturria, coronel mejicano que se baUd en aquella cam-
paia y hombre suinamente vcraz, pues de este hecho no da porruenores ci dia-
rio manHserito dcl oficial expedicionario. porque se hallaba en Altainira con
Barradas.
CAPITULO XI.

para dar tiempo a ciue liegase, pues lo habia pedido des—


de el principio del combate, es lo cierto que en vista de
la bandera blanca se suspendieron los fuegos. El general
mejicano intirnO entonces al jefe espaflol la rendicion con
toda su fuerza. Salomon contestO que escucharia las pro-
posiciones, y poco despues se avistaron los jefes nombra-
dos para arreglar los triiiinos de la capitulacion.
1829. No bien habian empezado las couferencias
entre los comisionados de una y otra parte, cuando llegO i.
la ciudad un indi'viduo enviado pi Barradas, para anun-
ciar al coronel Salornon su pronta liegada; pero la persona
enviada fué capturada por el coronel Castrellon, ayudante
de Santa—Anna, y no pudo comunicar la noticia al jefe
español. Viendo Castrellon que, con efecto, la division ex-
pedicionaria Ilegaba ya, pues se descubria a, poca distan-
cia la nube de polvo que levantaba en su veloz marcha,
corriO a. decir a. su general lo que pasaba, y en seguida,
con serenidad imperturbable se preseutO a donde estaban
los conferenciantes, diciendo zt sus compafleros de ar-
mas: <<Seflores, acahan de ilegar dos mil hombres rnas.
Los comisionados espafioles creyeron que se referia a. un
refuerzo mejicano y se miraron sorprendidos, mientras
Castrellon, haciendo una seila de inteligencia a. los nom-
brados por Santa—Anna, saliO a reunirse con su general,
da.ndoles a. enteuder lo c1 ue pasaba. Santa—Anna, aprove-
chando los instantes en quo so trataha de las condiciones
de la capitulacion, tratO de embarcar su tropa en las ca-
noas y botes en que la habia pasado; pero en aquellos
mornentos se presentO Barradas con su division, sin que
hubiesen podido inolestarle en el camino Garza ni Terãn
ToMo XI.
762 HSTORIA. DE MEJICO.

por el mal estado en que se hallaba su gente con moti-


vo de los encuentros anteriores, y entonces permanecio
quieto a la cabeza de sus soldados, haciendo saber al
bri gadier espaflol. por medio de un ayudante. c1ue se ha-
bia entrado en conferencia con el coronel Don Miguel
Salomon, porque èste habia pedido parlamento. Barra-
das pudo romper el arinisticio, puesto que aun nada se
habia arreglado, ni se habia acordado que nadie pudiese
ir en auxilio de sus respectivos compafleros; pero querien -
do usar de una politica de moderacion y conciliadora, se
lirnitO a tener una entrevista con el jefe mejicano, en
rnedio de ambas fuerzas. La conferencia se redujo de par-
te de Barradas O. manifestarle que no habia sido enviado
por su monarca para hacer daflo a los pueblos, sino en la
de que anhelaban unirse a España; que, por lo inistho,
podia dirigirse hbremente con sus tropas a su cuartel
general. para entrar desde alil en contestaciones que evita-
sen el derramamiento de sangre y los horrores do la guer-
ra. Santa-Anna contestO que nadie como el anhelaba ahor-
rar a la hurnanidad las dolorosas escenas de una lucha, y
embarcanclo en seguida su tropa, cruzó tranquilo el rio,
dirigiendose {t Pueblo Viejo, donde tenia su cuartel ge-
neral.
Este acto generoso de IBarradas ha dado lugar a que
algunos, sin conocimiento de los hechos, le hayan acusa-
do de traidor, diciendo que se veudiO al oro de Santa-
Anna. Nada mas injusto que esta adusacion. Barradas
deseaba captarse la voluntad de los mejicanos, manifes-
tando que solo combatia cuando se veia precisado a ello.
Que este era el plan de conducta que se habia trazado al
CAPfTCLO xi. 703
empezar la campaa, lo revela el haber dejado en liber-
tad a todos los que en los diversos encuentros habia he-
cho prisioneros, sin esceptuar a los jefes y oficiales.
El general D. Antonio Lopez de Santa—Anna, aunque
vió frustrado su intento de apoderarse por sorpresa de Tam-
pico, se propuso continuar sus ataques sobre la ciudad,
hostilizándoia COil SU artilleria, construyendo reductos en
los puntos principales, y situando convenientemente las
fuerzas de su ejército, formando diversas divisiones. Acto
continuo de haber ilegado a su cuartel general, estabieciO
en ci sitio ilamado El Huio, una bateria de obuses: otras
dos piezas de i doce se situaron en ci punto denomi-
iiado Las Pied)-as; y para cortar la comunicacion entre
Tampico y el fortin que los espafloles habian construido
en la harra, situO otra baterla de cuatro cañones de grue-
so calibre, por consejo del inteligente general D. Manuel
Mier y Terán, en la rancherla liamada Doim Cecilia, Cu-
yas fortificaciones, lo mismo que todas, fueron dirigidas
por ci referido Terán.
1829. Viendo Barradas que ni los hechos de ar-
mas ni las proclamas liarnando a los pueblos y al ejérc.ito
a! pasado Orden de cosas vireinal, hahian producido ci re-
sultado que se habia hecho concebir a Fernando VII,
liaciOodole creer que ci pals anhelaba volver it ser gober-
nado por el, resolviO recurrir a un medio qne arreglase la
cuestion sin mas derramamiento de sangre. El medio era
entrar en conferencias amistosas con ci general D. Anto-
dio Lopez de Santa—Anna. Es de presumirse que ci obje-
to que Barradas se propouia en ellas era hacerse de prue-
has que patentizasen que ci pals no anhelaba volver a
7 6 HISTORIA DE MEJICO.

unirse a España, para asI poder informar al capitan de la


isla de Cuba el error en que se habia estado, y con las
instrucciones de éste, desistir de la empresa, salvando asi
su responsabilidad. El escritor mejicano D. Juan Suarez
Navarro, opina que Barradas tratO de poner en juego ese
medio upara proseguir el plan de seduccion pie quiso lie-
var a efecto desde que saltO en tierra; y que opor medio
de entrevistas y ofrecimientos se creia conseguir lo quo
no era posible por la fuerza.> Pero no es verosimil quo
13arradas hubiese formado un concepto desfavorable de
Santa—Anna juzgandole accesible a la seduccion en con-
tra de la independencia de su patria, ni es concebible clue
pensase en hacerle ofrecimientos, cuando ci general me-
•jicano contaba con fuerzas nurnerosas y se hallaba en po-
sicion muy ventajosa a la suya. Adernãs, Barradas sabia
muy bien que Santa—Anna era el jefe que proclamO en Ia
fortaleza de Perote, entre otros articulos, la expulsion de
españoles, y mal podia esperar de el nada favorable a la
expedicion, respecto a dominio. Otra circunstancia viene
en apoyo de que el jefe espaflol trataha de entrar en con-
ferencias, no con la idea de seduccion, cosa que era im-
posible cuando todo se le presentaba desfavorable, sino,
de no caer en desgracia de su soberano, si desistia de la
empresa, conocido el error en que se habia estado al aco-
meterla. Acompaflaba a Barradas en la expedicion, pues
le hahia suplicado en la Habana que le lievase en ella,
D. Eugenio de Aviraneta, el mismo que para pasar por
personaje de importaucia entre algunos ilusos espafloles,
les habia hecho creer en aios anteriores que estuvo en
Veracruz redactando El Veiaciu:ano Liljre, que era co—
CAPITCLO XI. iGk)
inisionado regio para trabajar porque el pals volviese a
unirse t Epafla. Fusilados los sacerdotes Arenas y Mar-
tinez que, creyendo en ese absurdo, trataron de formar
una conspiracion, D. Eugenio de Aviraneta se marchO a.
la Habana, donde permaneciO hasta que, dispuesta la cx-
pedicion, se presentO a Barradas haciOndole ver que co-
nocia mucho Méjico, y solicitando acompañarle. El jefe
expedicionario, juzgando que podria serle muy iitil por
esa circunstancia, y viendo que era un hombre de talen-
to, accediO a su solicitud, llevãndole de secretario politi-
co. Aviran eta hahia tratado a Santa-Anna en Veracruz,
y viendo que ci pais lejos de adherirse a la expedicion,
enviaba de todas partes fuerzas para cornbatirla, es de
suponerse que. esperando alcanzar de Santa-Anna por la
1829. arnistad que mediaba entre cUbs, la manera
de que Barradas quedase bien a los ojos de Sn soberano,
aconsejase al jefe espaflol a que solicitase una entrevista
eon el general en 3efe mejicano. No es posible saber, sin
embargo, cii;il fuO el verdadero objeto que se propuso Bar-
radas al intentar tener esas conferencias con Santa-Anna,
porque éste rehusO entrar en ellas. Lo que hay de cierto
s, que el jefe expedicionario dirigiO al general mejicano
una carta el 95 de Agosto, esto es, cuatro dias despues de
haber vuelto de Altamira, en que solicitaba tener con
una entrevista en el punto ilamado El How, que era
uno de los fortificados por Santa-Anna, al cual ñnica-
mente le acornpañaria su secretario politico D. Eugenio
Aviraneta. Este, incluyO la expresada carta dentro de
otra suya que escribiO tambien al general mejicano, en
la que, dandole el nombre de estmado (WfliqO, le decia,
HISTORL DE MEJICO.

<que le incluia adjunta la carta del señor comaudante ge-


neral;;' que 'con'venia que se viesen, hablasen con fran-
queza solos los tres. v arreglasen algo que redundase en j
provecho de Santa-Anna y de todos en general.> Avira-
neta terminaba su brevisima carta con estas palabras: Se
va de buena fé: soy su amigo, v nunca capaz de faltar al
afecto que profesa a V. su amigo.ii En el luismo dia 25
contestO a las dos cartas el general mejicano, desde su
cuartel general de Pueblo Viejo, escusandose it la entre-
vista solicitada. En la dirigida a Barradas le decia que:
<'Desde luego se prestaria gustoso, como le Labia ofrecido,
A la entrevista que le pedia, si a virtud de la que tuvo
con el señor general Garza>> (cuando éste cayO prisionero)
t? fl o hubiera prevenido el supremo gobierno que las evita-.
se en lo sucesivo. i Estas palabras de Santa-Anna mani-
fiestan que Barradas liabia solicitado la conferencia, por-
que aquel le Labia ofrecido entrar en pláticas amistosas
cuando se encontrO colocado en Tampio entre las fuerzas
de la guarnicion y la division del jefe expedicionario; pe-
ro que, salido de aquel conflicto y viéndose ya en posi-
cion inuv -ventajosa, juzgO conveniente no entrar en con-
ferencias, disculpandose con que el gobierno se oponia i
ellas. Que la disposicion no babia emanado del guinerrio
y que fué un recurso de que Santa-Anna echO mano para
negarse a la entrevista que Labia ofrecido, se ye en la
nota oficial que, con fecha 20 de Agosto, esto es, al si-
guiente dia, dirigiO al ministro de la guerra con todas las
cartas, en que le dec.ia entre otras cosas:,Yo me prome -
to que el supremo gohierno cip'oba . ã ml eoi,dwta en este
particular, penetrándose de q'ue ni Opiiuofl ts que no ca—

I
CAPITULO XI.
con unos hombres
,e,,lt'S esi ii,€',iaa ciase (le coi tcs(a'/uites
con quienes no debemôs hacer otra cosa que lidiar, en es-
tas circunstancias. Jo ,lo he po/ulo elConhiai un sesgo
mas decoroso que el que apunto en mi contestacion, no
solo para negarine a la entrevista que me pidiO el gene-
ral espaflol, xio liacec ee que el gobirno mejicano
esta distante de entrar en transacciones con los enemigos
de la independencia. > (1)

I i.a c;tri.t vserita pi lrr


1
i .Vir:1tt1. V las OliVil-
Ias pur Sant:t-Aiiia e ll cojitestaciOn a cIa su:i ins siguientes:
Sr. D. Antonio Lopez de Santa-Anna.—Tampico do Tamaulipas. 25 de Agos-
to de 1829.—Muy Sr. mb: V. S. deho estar penetrado de ml honrado proceder,
asi couio lo estoy ye de los sentiinieatOs que animan V. S. Deseo toner con
V. S. una entrevista en ci Humo. acoinpañado de mi secretario politico Don
Eugenic Aviraneta. para tratar asuntos que le interesan ( V. S. y a todos en
.ceneraL
cSe ofrece de V. S. este su ;itento servi'lor q. b. s . in.—JS(ltO Ba,...
Tampico de Tamaulipas. 25 de Agosto de 1829.—Mi estimado amigo: Incin-
ye a V. la adjunta carta del señor comandante general. Conviene que nos y ea-
mos. liableinos con franqueza solos los tres. F arreglemos algo que redunde eit
provecho de V. y do todos ell
<5e va de buena fé: soy su amigo. y nunca capaz de faltar al afecto que
lesa (i V. su amigo q. b. S. m.—EigeniO Aci neM.—Sr. D. Antonio Lopez de
Santa-Anna.
Las cartas con quo contestt, el general mejicano. decian do esta uianera:
Sr. I). Isidro l3arradas.—Pueblo Viejo tie Taupico. Agosto 25 de J.82S).—Muy
Sr. i nto.—Eectivamente no ha padecido V. S. e(juivocuOion al penetrarse del
buen concepto qtie me merece. Desde luego me prestaria gustuso. cuino ofre-
ft V. S.. d hi entrevist:L que me pide en su atcuta de hoy, Si A virtud de Ia
pie tuvo V. S. con el señor general Garza. no hubiera preveiiido ci supremo
gobierno que las evitase ell sucesivo.
<(In extraordinario que me llegó anoche de la capital. con fecha 22 del ([U(
corre. me t rajo in nota iiidicada. prescribiendome que no oyese a V. S., Si nO
era para capitular, 6 paa evacuar el territorio de la repablica. Yo soy sübdito
do un gobil.riio enyas tirdenes debo obedecc. y no me es permitido iufringir
HIST0RIA DE MEJICO.

1829. Negada la entrevista, Santa-Anna conti-


nuO fortificando, con una actividad extraordivaria, todos
los pantos prexitnos a Tampico, y nombró segundo en je-
fe al. general Don Manuel Mier y Terán, cus o nombra-
miento fuC aprobado por el ejecutivo. Dispuestas todas
las baterias, la de obuses, situada en El Hiiio, rompiO
sus fuegos sobre Tampico. La primera graiiada quo se
lanzO, fué a. caer a. los pies de Barradas, que, providen-
cialmente no Ile(-r6 a. herirle, aunque los pedazos de los
cascos pasaron a su lado al reventar. Igual cosa liizo la
colocada en el sitio denoniinado Lus Pieil,as con sus
zas de a doce: anabas baterias, servidas por excelentes
artilleros, arrojaban sin cesar sus proyectiles sOlidos y
huecos sobre la plaza, impidiendo, l la vez, it los espa-
ioles la navegaciou por el rio, mientras el reducto cons-
truido en el sitio denorninado Dü7i: Cecilia, con sus cua-
tro cailones de grueso calibre y una fuerza respetable de

on manera aiguna. Sin embargo. si V. S. qujere manifestarme oricialmente


a
egos asuntos interesantes que se reilere, yo ofrezco a V. S. quo los elevar* al
alto conocimiento de S. E. ci general presidente. y fl ue apoyarc con in petjne-
a
iiez de ml influjo, cuanto conozca conviene los intereses pUblicos.
<Es do V. 4. con la mas alta consideracion su afectisiino servidor (1 . b. s. ui.
— An(o,io Lope: de Santa-A nna.>
<Sr. D. Eugenio Aviraneta.—Pueblo Viejo. 23 do Agosto de 1.).—Mi esti-
mado amigo: La carta que pongo en contestacion al Sr. brigadier I). Isidro
a
Barradas, penetrará V. do las razones qua me impiden prestarme (i Ia entre.
a pie se contrae V. en su grata de esta fecha: ellas sun poderosas. y con--vista
veticen de Ia imposibilidad de quo so verifique. Nunea he (ludado tie Ia buena
VI del Sr. brigadier Barradas, asi como V. no dehe dudar de que soy su afecti-
sitno seguro servidor q. b. s. m.—Antoio Lopez de Santa Anna.>)
stas cartas se publicaron en ci Boletin Ojicial del gobierno, nüm. iS.
I CAPITULO XI.

excelente tropa de linea, bajo las Ordenes del entendido


76

general D. Manuel Mier v Terá.n, que estaba entre el


fortin de la barra y de la ciuclad de Tampico, quitaba la
comunicacion A las fuerzas expedicionarias de un punto
con el otro. El gobierno, para premiar los servicios de
Santa—Anna, le ascendiO, con fecha 29 de Agosto, al gra-
do de general de division, siendo este premio motivo pa-
ra que redoblase sus esfuerzos en acumular elementos
con que estrechar 6. las fuerzas expedicionarias. Desde
el momento que el general en jefe de las tropas meji-
canas estableciO la série de baterias y reductos, las tro-
pas de Barradas se vieron precisadas a. ponerse a la de-
fensiva, pues era imposible que dieran un paso fuera de
la ciudad sin verse rodeadas por tod.as partes de numero-
sos batallones sit uados en posiciones perfectamente forti-
ficadas, en cuyo auxilio marcharan inmediatatnente fuer-
zas formidables. Ecasos los espafloles de vIveres, bajo las
Iluvias terril)les del ines de Agosto, mortales para todos
los que no han nacido en aquellas costas; cuando las lie-
bres y el vOrnito estaban en su mayor fuerza, Tampico se
viO bien pronto convertido en un inmenso hospital, en don-
de los que morian eran envidiados de los que aun tenian
espIritu para sufrir. Horror causan los padecimientos que
sufrieron los expedicionarios en esa campaña, originada
por las falsas ideas que en Europa se habian esparcido por
algunos ilusos de que el pals anhelaba volver al pasad.o Or-
den de cosas. i Pasaba ya de novecientos el nümero de solda-
dos enfermos; sienclo no corto el de sargentos oficiales! Si
i esta enorme cifra, para un ejéreito que deembarcO con
solo dos mil seiscientos hornbres, se agregan los que ha-
ToMo XL 97
H1STORIA DE MEJICO.

bian sucumbido a. las enfermedades y a. las balas en los I


diversos encuentros, nos veremos obligados confesar que
la fuerza expedicionaria ciue defendia Tampico y la bar-
ra, se veia reducida a la mitad del nümero que llegO a
desembarcar mes y medio hacia en Cabo-Rojo. No hay
mas que leer lo que dice el historiador mejicano Don Lo-
renzo Zavala, ministro de hacienda en aquella época,
para formar una idea de las penalidades que acosaban a

los soldados expedicionarios. .<La estacion,i dice, <:era de u

las mas calurosas en aquellas costas, y por consiguiente,


las tropas invasoras comenzaron desde el momento del de-
sembarque, a experiinentar la funesta influencia del cli-
ma. Cada dia se aumentaba el nürnero de enfermos; y el
campo de batalla, antes de ningun atac jue, se habia con-
vertido en un 'vasto hospitaL>>
Fortificados por Santa—Anna todos los sitios importan-
tes, y reunido su numeroso ejército, se aproximaba el iuo-
mento de atacar a. los expedicionarios en los puntos qua
ocupaban. La importante fortificacion construida en la
rancheria liamada Doila Cecilia, situada, como ten go
1829. repetido, entre el fortin de la barra y Tam-
pico, cortando la comunicacion eutre ambos puntos, esta-
ba a cargo del general D. Manuel Mier y Terán, con una
fuerza de dos mil hombres.
El S de Setiembre, en el momento en cjue todo estuvo
dispuesto para poder emprender el atacj ue con probabili-
dades de buen éxito sobre la fuerza expedicionaria, el ge-
neral 1). Antonio Lopez de Santa-Anna intimO a. Bar-
radas rendicion, por medio de una nota durisima y ame-
nazante. En ella le decia que <el territorio sagrado de la
CAPITULO XI. ni

opulenta Méjico habia sido invadido por el jefe expedicio-


nario, tan solo por el ominoso y bárbaro derecho de la
fuerza: que ala sangre del mejicano virtuoso ë inocente
habia sido derrarnada: ' que <<obedeciendo at poder abso-.
luto de su dueflo, habia puesto en conflagracion y alar-.
ma , con un puflado de aventureros, a ocho millones de ha-
bitantes, a ocho millones de libres que habian jurado
morir mil veces antes de ser esciavos, iii sujetarse a po-
der ninguno extraflo;?> y que el gobierno mejicano, desean-
do vengar en un solo dia tantos ultrajes, ale liabia puesto
at frente de numerosas legioues,> para castigar aá los
que osados cometieron tan injusta agresion. Santa-Anna
afladia, aque apenas podia contener el ardor de sus nu-
merosas divisiones,> y amenazaba a Barradas con que <se
arrojarian sobre su campo sin dar cuartel a ninguno, si
para evitar tan evidente desgracia, no se rendia a discre-
cion con la fuerza que tenia en Tampico y en el fortin de
la barra:.> para cuya resolucion ale daba el perentorio
término de cuarenta y ocho horas. ? (1)

(1) La intiinacion Integra do Santa-Anna. al brigadier espaflol, decia asi:


((El territorio sagrado de In opulenta Méjico ha sido invadido por V. S. tan
solo por el ominoso y hrharo derecho de la fuerza: In sangre del mejicano
virtuoso é inocente, que defendia sus patrios lares. ha sido derramada por laB
huestes de un rev quo desconoce el derecho sacrosanto de los pueblos, que
sumergiera en époea mas triste Ii su dominacion tirániea: yen fin, V. S., obe-
deciendo al poder absoluto de su dueno. ha puesto en conflagracion y alarma,
con un piiiiado de avintureros. IL ocho millones do habitantes, a ocho millones
de libres quo ban jurado morir inil veces antes de ser esciavos, iii sujetarse a
poder alguno ext.raño; y yo, seflor general. he tenido el alto honor de que mi
robierno me haya puesto iii frente de numerosas legiones de valientes, para
772 HIST0Rli DE MEJICO.

Casi al mismo tiempo que ci general Santa-Anna die-


taba la intimacion referida, cuyo ilitimo arnenazante par-
rafo parecia no merecer el que habia dejado libres a to—
dos sus prisioneros, sin excepcion ninguna, tratándoles
con las mas altas consideraciones, el brigadier l3arradas,.
le enviaba, a su vez, otra nota, proponiendo se celebrase
un con'venio para evitar que continuase la lucha. "La di-
vision de mi mando, decia en ella, <despues de haber
cumplido con honor la mision a que fué destinada de Or-
den del rey mi amo, y deseoso, por mi parte, de que no
se derrame mas sangre entre hermanos, por cuyas ye-
nas circula una misma, he determinado evacuar el pals,
A cuyo efecto propongo que entre V. S. y yo se celebre
un tratado sobre ci particular, bajo las bases que se de-
tallarãn, nombrándose dos comisionados por eada parte
contratante, para que se extienda y ratifique en la forma

vengar en un solo dia tantos ultrajes. haciendo victimas d los ijue osados co-
metieron tan injusta agresion.
Cumpliendo con tan caros como precos deberes, he bloqucado por todas
partes a V. S., le he cortado todo auxilio, he puesto zi cubierto las costas de
una nueva tentativa.yapenas puedo contener ci ardor de mis nunierosas divi-
siones, que se arrojarán sobre su campo sin dar cuartel a ninguno. si V. S. Pa-
ra evitar tan evidente des,-, racia, no se rinde a discrecion con la fuerza que
tiene en esa ciudad de Tampico de Tanioulipas a BUS inmediatas drdenes, y de
los pocos que guardan ci fortia de la barra, pertenecientes a sit- division, pa-
ra cuya resolucion le doy el perentorio término de cuarenta y ocho horas, el
cual pasado. acometeré a V. S. sin admitir mas parlainento, ni medio alguno
que retarde lajusta venganza que reclamael honor mejicano, de los ultrajes
que le han inferido sus invasores.
Dios y libertad. Cuartel general en Pueblo Viejo, Setiembre 8 de 19, a las.
ocho de la maflana.—Antonio Lopez de Santa-Ann4.—Sr. D. Isidro Barradas.
<.Es copia.—Jose Antonio .3lejia, secretario.
CAPITULO xi.
de estilo, suspendiéndose entre tanto todo género de hos-
tilidades, y dejándose franca la comunicacion entre este
punto con la barra. El portador de este oficio, es ci capi-
tan D. Mauricio Casteló.—Dios guarde a V. S. muchos
aios. Cuartel general de Tampico de Tamaulipas, S de
Setiembre de 1820.—Isidco Baiculas.—Sr. general Don
Antonio Lopez de Santa-Anna.
1829. Algun escritor ha calificado de ridIcula la
anterior cornunicacion del jefe espafiol, creyendo que la
daba como contestacion a la intimacion del general meji-
cano; pero en esto ha sufrido un error sensible. Ambas
notas, como he dicho, fueron escritas casi en los mismos
instantes, y se cruzaron, por decirlo asi, en ci camino, lie-
gando cada cual a su destino en unos mismos momentos.
Pero no es solo esto: la comunicacion de Barradas fué en-
viada en consecuencia de otros documentos que varios
dias antes habian mediado entre el y Santa-Anna, y clue,
sin duda, no tuvo presente el escritor a que me refiero,
pues no hace ni siquiera mencion de ellos: esos documen-
tos son las cartas que, en particular, se escribieron el 23
de Agosto, que tengo dadas ti conocer en páginas anterio-
res, en que Santa-Anna, en contestaeion a la entrevista
que solicitO tener con él D. Isidro Barradas, corno le ha-
bia prometido en Tampico cuando se viO colocado entre la
guarnicion de la plaza y la columna expedicionaria que
se presentO en su socorro, le decia: que <desde luego se
prestaria gustoso, como le ofreciO, a la entrevista que Ic
pedia; si por una nota que habia recibido del gobierno,
por <un extraordinario que le ilegO la noche anterior, no
se le hubiese prevenido que evitase las entrevistas en
74 HISTORIA DR MEJICO.

sucesivu: ijue en tal virtud solo podria oirle, como is


prevenia el mismo gobierno, cuando tratase de capitular
O e'vacuar el territorio de la repiibIica; y terminaba ofre-
ciéndoie <que apo's-aria, con la pequefiez de su influjo,
cuanto conociese que convenia a los intereses pi:iblicos.
La nota, pues. de Barradas, proponiendo que se nombra-
sen cornisionados de una y otra parte para celebrar un
convenio, pues estaba dispuesto a evacuar el pals, era
propia, guardaba relacion con Ia contestacion que le ha- =
bia dado Santa-Anna; guardaba perfecto enlace con las
cartas del general enjefe mejicano; revelaba sentimientos
nobles, v en ella se ye al hombre que, habiendo cumpli-
do con el deber del honrado militar, sin haber acosado a
los pueblos, y portándose lealmente con sus prisioneros,
solicita un arreglo que ponga tOrmino a una lucha que él
no buscO, ni creyO que hubiese, segun las ideas errOneas
que se habian vertido en Europa.
El general Santa-Anna viendo ilegar a sus manos la
nota del jefe espailol en los misnios instantes en quo le
enviaba la suya intimãndole rendicion, volviO el mismo
dia 8 a poner otra nota en contestacion, diciendo a Bar-
radas, que <cuando le remitia un oficio intimáudole se
rindiese a discrecion, es cuando liegO a. sus manos su no-
ta oficial que le entregO el capitan Don Mauricio Caste-
10;>> que <podria tal vez dudar de la admision de lo que
le proponia, sino fuera por las ültirnas terininantes Orde-
nes que hahia recibido de su gobierno, las cuales no le
permitian otra alternativa que destruirle completamente
por la fuerza de las armas, hasta no dejar un solo indivi-
duo, 11 obligarle a que cediese bajo un tOrinino perento-
CAPiTULO XI.

rio, entregandose a discreciou. Barradas, que habia pro-


1829. puesto entrar en arreglos para evacuar ci
pais, en virtud de que so, le habia ofrecido que en eso sen-
tido se entraria en contestaciones con ei, se sorprendiO do
los conceptos en jue estaba concebida la prilnera coiuu-
nicacion en quo se le intirnaba se rindiese a discrecion,
y contestO a Santa-Anna, el siguiente dia 9, en términos
dignos y caballerosos. Le decia, que <<no era la impoten-
cia ni la debilidad la que le habia sugerido abrir nego-
ciaciones para evacuar el pais-o que razoaes de Estado,
y el evitar un derraniarniento imitil de sangre, era
que le moviO a dar el paso j ue motivaba la coutestacion
que daba. Afladia que, " no habia podido menos de ex-
trailar que tratase de aventureros y escla'vos I soldados
quo en tantas batall ,fs y conibates habian acreditado que
preferian el honor sobre todo; cjue, soIdados del rey, y
de uria nacion tan ilustre y respetada en los anales de la
liistoria, conservaban acj uel pundonor inilitar que no sabe
transigir con el oprobio y la ignoiuinia; que <1a division
de su mando, al partir para Méjico, habia obedecido las
Ordenes do su rey, porque liabia sido y era un deber ha-
cerlo asi;> y que <<ci gobierno mejicano, asi comb los
pueblos por donde habia trausitado, y ci mismno general
Santa-Anna, no podian quejarse, con justicia, de que hu-
biese cometido la inas leve estorsion, porque habia reSpe-
tado has vidas y las propiedades de sus habitantes. Bar-
radas terminaba su comnunicacion con estas palabras: <<En
vista de esto, V. S. es tirbitro de elegir, O una transac-
cion con honor, o los efectos de que es capaz una division
de valientes que dista mucho de liegar al estad.o que V. S.
HISTORIA DE MEJICO.
la supone. y ciue prefiere sobre todo sus virtudes milita-
res.> (1)

L
]) Las dos corn nicaciones anteriores. Integras. decian asi, empezandopor
la de Santa-Anna A l3arradas.
<Cuandorenijtf ; V. S. un oficio en que Ic intimaba se rindiese a diserecion.
respecto i que le tengo por todas partes hloqueado, para en su vez atacarlo eon
mis divisiones. sedientas de lidiar con los que ban osado invadir el territorio
sagrado de la repübliea. es entonces cuando liego ( mis manos su nota oficial
de hoy. que me fué cntregada por ci capitan D. Maurieio Castel6. y podria tal
vez dudar en la admision de to t i ne me propone, si no fuera por las ültimas ter-
minantes Ordenes que tie mi gohierno he recibido, ins cuales no permiten otra
alteriiativn (jUC (leStrUir A V. S. completamente por la fuerza de mis armas,
hasta no dejar tin solo individuo. U ohiigarle ( que ceda bajo tin término pe-
rentorio. entreg(uidose ft discrecion ft in generosidad mejicana, que no puede
V. S . tie modo aiguno dudar so comportarft cual siempre to ha heclio con ci
oldado iner.me y ci enemigo rendido. En tal virtd. pues, le adjunto el pliego -
it que me refiero. y cuyo contenido ratifico; esperando que V. S. eaiculando to
critico de su situacion. ceda at imperio de Ins circunstancias en que se mira,
eximléndose tie tin derramamiento tie sangre. que serti tan preciso como sen-
sible.
Entre tanto, lie ordeitado ft ]as divisiones cjue circundan ii V. S.. suspendan
las hostilidades per ci tiriuino que ciejo prefijado.
Dios y libertaci. Cuartel general en Pueblo 'Viejo, Setiembro 8 de 1 7429, ii las
once del dia.—i g io;io Lopez de &i,th-Anna.—Sr. brigadier Don Isidro liar-
radas.,
Es copia.—Josë •1nton.io Jiejkt. secretario.

CON'1'EST1CON DI BARRADAS • SANTA-ANNA.

<No es In irnpotencia ni In debilidad la que me ha sugerido ft abrir negocia-


ciones par evacuar ci pals: razones tie Estado, y el evitar flu derraniamiento
inUtil de sangre. es to que me inovi ft dam ci paso que motiva la contestacion
de V. S.
<'No lie podido menus de extrafiar que V. S. trate de aventurerosy esciavos, a
soldados que en tantas hatallas y combates han acreditado que prefleren el ho-
nor sobre todo. Soldados del rey, y de una nacion tan ilustre y respetada en los
anuies tie in historia, conservamos aquei pundonor niiiitar que no sabe transi-
gir con ci oprobio y Ia ignominia.
<<La division de mu mando, at partir para este pals, ha obedecido ]as 6rdenes tie
—*
CAPITELO XI. d l i

1829. El jefe nombrado para poner en manos del


general Santa-Anna esta comunicacion, fué el coronel
Don José Miguel Salomon, con el cual le decia que espe-
raba saber la resolucion que tomase. El general en jefe
inejicano recibiO con afabilidad al comisionado español,
y en junta de jefes y oficiales que convocO Santa-An-
na, este y aquella ofrecieron verbalmente al expresa-
do coronel Saloinon, bajo palabra de honor, garantir
las vidas y propiedades y el honor de los capitulados.
Aunque este ofrecimiento verbal era de esperarse que
fuese cumplido, sin embargo, como en la comunicacion
enviada al mismo tiempo con el mismo coronel Don José
Miguel Salomon no se hacia men.-ion de esa circunstan-
cia, el jefe espaflol quiso que constase por escrito lo que
se le ofrecia. A pedir que asI se hiciera le obligaba el to.-
no exigente en que estaba coucebida la nota en que San-
ta-Anna le decia en el mismo dia 9 de Setiembre: que

sit rev. poique era y es Un deber liacerlo asI. V. S., sit gobierno y los pueblos
por donde ha transitado. no pueden quejarse con justicia de cjne haya cometi-
do la inns love estorsion. porque ha respetado las vidas y las propiedades do sus
liabitantes.
<<En vista de esto. V. S. es árhitro de elegir, 6 una transaccion con honor. 6
los efoctos de qiie es Capaz una division de valientes que dista roucho de lie-
gar al ostado qne V. S. lit supone 7 y que prefiere sobre todo sus virtudes miii-
tares.
El portador de esto pliego es el coronel D. José Miguel Salomon, por euyo
conducto aguardo la resolucion do V. S.
Diosgiuirde d V. S. muclios afios. Cuartel general tie Tampico de Tamanli-
pas. 9 de Set iembre do 129.—Jsi4ro lJarrada,c.—Sr. general D. Antonio Lopez
e Sarita-Anna.>
Es copia.—Josë Dasülcrio Aijofin, secretarie.
TOM0 XI. 98
uS HISTORIA. DE MEJ1CO.

ni ci creerie débil ni impotente motivO la intimacion quc


le habia heclio, si no ci considerarse con fuerzas mas que
suficientes para rendirles en sus atrincherainientos: ' pie
muy en breve habria sabre las fuerzas espaflolas veinte
mil. mejicanos;ii que ' ejércitos aguerridos de las nacio-
nes mas civilizadas y bizarras habian tenido c 1ue ceder
a la imperiosa necesidad de las superiores fuerzas y ven-
tajas de sus contrarios:)> que el se hallaba respecto a la
expedicion espailola en esa favorable posicion, y cjue
<prevalido de las ventajas y superioridad, con que con-
taba, <<le intirnalia nuevainente escogiese entre rendirse
la generosidad de los mejicanos, O resignarse zl una
evidente catastrofe.
El brigadier espaflol Don Isidro Barradas, en virtud
de esto y de lo que con referencia al ofrecimiento verbal
se le hizo par medio de Salomon, contestO al siguiente
dia 10 de Setiembre: que, con efecto, 'era evidente que
la imperiosa necesidad habia obligado inuchas veces a ejér-
citos numerosos y aguerridos A rendirse al contrario; perot
que <tambien era constante, por los hechos de la liisto-
na, clue siempre lo hicieron precediendo una capitulacion
que pusiera a cubiero sus vidas y propiedades, y honor
de los vencidos.>> Presentaba en seguida, como ejemplos,
las capitulaciones del general frances Dupont en los cain-
pos de Bailen y la de Junot en Portugal: y luego, para
manifestar que la seguridad de los ejCrcitos exigia que
asi se obrase, añadia, aludiendo a Napoleon I. aEl capi-
tan mas ilustre del siglo, se entregO en los brazos v bajo
la buena fe de su inas poderoso y constante enemigo, y
par no haber precedido un tratado que lo garantizase, fué
xr.
CAPITELO 77
aherroj ado it una isla mortifera que concluyO con su exis-
tencia. F'undado en estos antecedentes y en las explica-
ciones verbales que se hicieron por V. S. y la junta de
señores oficiales y jefes al coronel Salomon, de garantir
bajo su palabra de honor estas tres bases princ.ipales en
que se fundan todas las capitulaciones, vuelve el mismo
coronel Salomon, acompaflado del comandante D. Ful-
gencio Salas, jefe de la plana mayor, autorizados compe-
tentemente para que conferencien. arreglen y concluyan
con V. S., O con las personas que se sirva designar, un
convenio bajo las bases de asegurar y respetar las 'vidas
,y propiedades y honor militar de la division de mi man—

do, sin cuyas garantias V. S. puede conocer tan Lien co-


mo yo, que esta no puede presentarse a rendir sus armas
A discrecion. (1)

(1 Las dos cotnunicaciones. mntegras.decian asf.empezando porlade San-


ta-Anna.
<No Ia nota tie V. S. que recibi Ia mañana de ayer, ni el ereerle débil ni im-
potente, motivó In intiinacion que le hice antes de que liegara fL mis manos
su correspondencia, Si no el considerarme con fuerzas inns que suticientes pa-
ra rendirles en sus atrincijeramientos. y hacerles sufrir la muerte que debe
esperar el enemigo que se arroja a profanar el suelo sagrado tie una nacion
culta. valiente y celosa tie .sus derechos civiles é independencia politica. ni es-
to lenguaje puede serle nuevo a V. S. cuando tal vez de mi labio escuchara ci
señor coronel Salomon en esa posicion misma que ocupa V. S., el que muy en
breve habria sobre sus fuerzas 20,000 mejiCanOs que impidieran ci reenibarque
de uno solo de los que osaron insultarnos iii acometer nuestros pueblos iner-
mes, sojuzgándolos por el derecho bárbaro de In fuerza: asi es que, sin descen-
der a pormenores de pie no es ocasion oportuna para ocuparnos, solo be mani-
festaré. que ejércitos aguerridos de las naciones inns civilizadas y bizarras, ban
tenido que ceder a Ia iinperiosa necesidad de las superiores fuerzas y ventajas
del contrarie.
<Vo. plies. me hallo respecto de V. S. con bastantes ventajas y superioridad,
SO HISTORIA DE MEJICO.

Liegados D. José Miguel Salomon y I). Fulgencio Sa—


]as al cuartel general mejicano, se diO principio A ld con-
ferencia. El coronel D. José Miguel Salomon, de quien
el escritor mejicano D. Juan Suarez Navarro hace justos
elogios diciendo que era un anciano respetable que unia
la inteligencia al pundonor mas acendrado, manifestO
la justicia y conveniencia de que se garantizase, por me-
dio de un convenio, las vidas y propiedades y honor de


y de ellas prevalido. Ic intiino nuevamente escoja entre rertdirse a la gencro-
sidad (10 los mejicanos, a tin tie quo volvieran otra vez i su patria natal coos
desgraciados quo comanda. 3 resignarse V. S. a una evidente catistrofe, quo
experimentará dentro de pocus lioras esa division. a pesar mio: peru quo mis
deheres mao preciosos me liaraii ejecutar.
<<En tal concepto. reitero pues a V. S. el contenido tie mi nota oticial de ayer,
recordandole cjue maüana ( las ocho tie ella se concluye ci armisticio en que he-
mos convenido. no habiendo tratado nada sobre el particular con el Sr. coronel
Salomon. respecto a su ninguna inision para este asunto, segun la nota citada
do V. S. do hoy. a que contesto.
Dios y libertad. Cuartel general en Pueblo Viejo, Setieiubre 9 do 129.—
Antonio Lope: de Santa-Anna.—Sr. brigadier D. Isidro Barradas.
Es copia.—Josd Antonio Jfejia, secretario.

C0N'FESTAcIoN DE I3ARRA OAS A SANTA-ANNA.

<Segun manifiesta V. S. en su nota de ayer, es evidente que la imperiosa ne-


cesidad ha obligado muchas veces a ejércitos numerosos y aguerridos a rca-
dirse al contrario: peru tainbien es constante. por los heclios de la historia, quo
siempre lo hicieron precediendo iina capituiacion mao 6 menos honrosa quo
pusiera a cubierto las vidas y propiedades, y honor tie los vencidos. Las capi-
tulaciones do Dupont en los cainpos tie Bailen, y la de Junot en Portugal. Son
)os testimonios mas recientes. El capitail inas ilustre del siglo se entregd en
los brazos y bajo la buena fé tie su xnas poderoso y constante enemigo, y por
no haber precedido un tratado que lo garantizase, fué aherrojado a una isla
inortifera quc coricluyó eon su existencia. Fundado en estos antecedentesy en
CAPiTULO XI. 781
los individuos que formaban la division expedicionaria:
pero Santa-Anna, cj ue aspiraba a la gloria de obligarles
que se rindiesen a. discrecion, dejando a su generosidad
su suerte los rendidos, se negO a ello, repitiendo que no
admitia otras condiciones que las de rendirse. Los comi-
sionados espanoles manifestaron que era inadinisible lo
que se les proponia, y volvieron a. Tampico para preparar-
se a la defensa de la plaza. En la misma actitud se puso
el coronel expedicionario D. Luis Vazquez, valiente y
pundonoroso militar que defendia el fortin de la barra con
una fuerza de cuatrocientos hombres.
Si el capitan general de la isla de Cuba D. Francisco
Dionisio Vives hubiese dej ado algun buqu.e a. los expedi-
cionarios, estos hubieran podido dare aviso de la situa-
cion que guardaban y haberse reembarcado en los barcos
que les habria enviado, sin necesidad de solicitar convenio
alguno; pero nada les dejó, y en el mes y medio pie Ile—

his explicaciones verbales que se hicieron por ' y la junta (le señores ofi-
ciales yjefes iii coronel D. José Miguel Salomon, de garantir bajo su palabra
e honor estas tres bases prineipales en que so fundan todas las capitulacio-
nes, vuelve el mismo cororiel Salomon. acompailado del comandante D. Ful-
gencio Salas, jefe do la plana mayor. autorizados competentemente para quo
conferencien, arreglen y concluyan con V. S. O con ]as personas que se sirva
designar, un eonvenio bajo las bases de asegurar y respetar las vidas y propie-
dades, y honor militar de la division de mi inando, sin cuyas garantlas V. S.
puede conocer tan bien coino yo, que esta no puede presentarse a rendir sus
armas a discrecion.
Dios guarde a V. S. muchos afios. Cuartel general de Tampico de Tamauli-
pas, 10 de Setiembre de 1829.—Isidro Barradas.—Sr. D. Antonio Lopez de San-
ta-Anna. general en jefe de ]as tropas mejicanas.>
Es copia.—Josë Deside,io .1/felix. secretario.
7 8 HISTORIA DE MEJICO.

vaban de hallarse en una costa mortifera, no enviO ni si-


quiera una simple goleta para informarse del estado en
que se hallaban las operaciones militares. Este abandono
II
en que se dejO a. los sufridos expedicionarios, a penas so
hace creible, y solo puede explicarse por la creencia er-
rOnea que alguuos ilusos habian hecho concebir de quo
1
el pais entero se declararia adicto a España.
No bien habian vuelto a su cuartel general el coronel
Salomon y el jefe de estado mayor D. Fulgencio Salas,
cuando se desatO una tremenda tempestad, acompanada
de torrentales aguaceros y de un espantoso viento hura-.
canal que parecian destinados a destruir la tierra. Las
barracas levantadas en los puntos fortificados del campa-
mento mejicano, fueron arrastradas con impetu violento, y
cosa igual sucediO con las que los esparioles habian cons-
truido en el fortin de la barra: las aguas del rio Pánuco,
aumentadas por las enviadas por la tormenta. y la marea
que subia, salieron de su cauce, inundando el punto mi-
litar situ.ado en la rancheria de Doi'ta Cecilia., inutilizan-
do gran parte de las municiones, y el general Terán para
salvar a sus soldados de ser ahogados, les condujo a un bos-
que inmediato. Tambien la fuerza española que guardaba
el fortin de la barra, tuvo que refugiarse a. un monte que
estaba a. corta distancia, para no perecer victima de la hor-
rorosa inundacion. Mucho padecieron las tropas mejicanas
en esa terrible tempestad; pero en ella dieron pruebas de
la fortaleza COn que en todos tiempos han sabido soportar
las penalidades y las fatigas. A la una de la tarde calma-
ron su furia los elementos, la inundacion bajO, aunque
de ando fangoso el terreno del punto de Doula Cecilia, y
CAPiTULO xi. 783
los soldados mejicanos 'voivieron a. su posicion, donde
apenas podian andar, por el inmenso lodo en pie se les
enterraban los pies. Los espanoles, a. su vez, ocuparon el
fortin que no estaba en estado mas lisonjero. Tres horas
despues, el general D. Antonio Lopez de Santa-Anna, ha-
biendo salido del cuartel general de Pueblo 'Viejo con seis-
cientos hombres dc tropa escogida de linea, paso, en canoas.
el rio con ellos, para reforzar la fuerza de dos mil soldados
que ci general D. Manuel Mier y Terán tenia en Do;-,a Ce-
cilia, pues se babian propuesto asaltar el fortin de la barra,
sin perdida de momento. No bien llego, a. las cinco de la
tarde, al campamento de Tera.n, se informO del espIritu
que animaba a la tropa, y procurO saber la situacion que
guardaha la guarnicion espaflola del fortin, despues del
horrible huracan. Segun asienta el escritor mejicano Don
Juan Suarez Navarro, eAodas las noticias que habian co-
municado las avanzadas de la segunda division, situadas
en las chozas inmediatas al fortin, estaban contestes en
que ci invasor lo habia abandonado. >> El jefe mejicano
1829. quedo contento con las nuevas que se le da-
ban, y <<en esta inteligencia,> dice ci eseritor antes men-
cion ado, odispuso ci general sus columnas para ocupar ci
fortin si estaba abandonado, 6 batir al enemigo antes de
que este reparara los estragos que ci huracan hahia hecho
en su campo.>
Eran las seis de la tarde cuando estos preparativos se
hacian, con ci objeto de dar el asalto en la noche, pues
ci enernigo no podia esperar que se le atacase cuando de-
bia suponer ocupaclos a. sus contrarios en reparar los des-
perfectos que en sus posiciones hubiese causado la tern-
7 8 HISTORIA DE MEJECO.

pestad. Esta era la conviccion de Santa—Anna; pero el


general D. Manuel Mier y Teráu que reunia a una nota-
ble prevision uu conociiuiento profund.o del arte de la
guerra, no participaba de la opinion del general en jefe.
Muy lejos de eso, le manifesto su opinion contraria, espo-
niendo las razones de la ciencia, que hacian peligroso ci
ataque en aquella noche por lo crecido que ann iba ci
rio y por lo fangoso del terreno para maniobrar con pre-
cision. Despues de emitir Sn parecer, terniinO diciendo:
Compaflero, los ataques de noche tienen graves incon-
venientes: yo ofrezco a V. que mañana ocuparemos el
fortin, porque durante la noche situaremos proporciona-
dainente nuestras baterias, que en paralelas, romperan sus
fuegos al ser de dia, las estacadas serán derribadas, y
nuestras coluinnas sufrirá,n poco en penetrar al reduc-
to. (1)
Aunque Santa-Anna conocia perfectamente la fuerza de
las razores de su se-undo, podian mas que ellas en sa
án.imo belicoso, los deseos de hacer rendir sin mas tardan-
za al enemigo. Animados del mismo deseo de no retardar
la lucia, se sentian ci coronel D. Nicolás Acosta, ci Ca-
pitan D. Francisco Tamariz y el teniente coronel polaco
D. Cários Beneski, el mismo que habia desembarcado en
1824 con ci ex-eiuperador D. Agustin Iturbide. Los tres,
lienos de ardiente eutusiasuao, le instaron a que se ataca-

(1) Estes pormenores referentes a lo que pasaba en ci eampo de Santa-


Anita, Jos (lebo a! coronel mejicano I). Manuel Maria Iturria c'ue se 1ia11 en
aquella campaia y que me dió en I84. estando yo en Méjico. varios apuntes
znanuscritos heehos por él.
CAPITUL() XI. 785
se, come liabia pensado. El general Santa-Anna dispuso
inmediatamente las tropas que habian de dar el asalto,
compuestas del 3. de linea, coinpallias de preferencia del
:.:, 9° y 5., todo el 11 de lIn.ea, y alguna fuerza de arti-
ileria, que eran los cuerpos mas selectos del ejército me-
jicano. F'ormadas dos colurunas de atac jue, se diO ci man-
do de la principal at teniente coronel D. Pedro Lernus,
que debia marchar A la izquierda, y el de la otra el
comandante de bataliori D. Domingo Andreis; dos compa-
ñias de cazadores, que formaban las guerrillas de vanguar-
dia, se pusieron, una, bajo las Ordenes del capitan Don
Francisco Taniariz que debia avanzar por la derecha, a la
orilla del rio; y la otra, bajo el mando del coronel D. Ni-
colas Acosta; at mando de otro jefe se pusieron dos lan-
chas armadas cada una de un caflon, con su correspon-
diente dotacion de artilleros, cj ue debian situarse en punto
conveniente para lanzar sus proyectiles sobre ci fortin.
1)ispuesto ci ataque on la forma referida, se emprendiO Ia
inarcha entre diez y once de la noche. (1)

(1) Esta es Ia hora que tija ci coronel iuej icano D. Manuel Maria Itijrria que
mandaha Ia compafila de grana(leros. on los apuntes manuseritos que tiivo Ia
bondad de darine; y aiinquc ci escritor 1). J u;tn Suarez Navarro dice que el corn-
hate einpez6 :1 las dos de in tarde, no eabe duda en que sufri6 un error, puesto
que el misino asegura. poco antes. quo das aguas invadieron los terrenos don-
c.te campaban las tropas de in repItb1iea: quo <seis pi*s de altura tenia Ia
inundacion. V que <hasta in una del din 10 no rninorO in fuerza do los ele-
rnentos.> Pam (lue bajase. pues, el au-un, era preciso que transcurriese por 10
menos una horn: do inanera, que d ins dos do In tarde seria In horn en quo vol-
viesen al punto do Doña Cecilia los soldados quo se habian refugiado en el bos-
itte intnediato. No era tampoco posible que Santa-Anna. que tenia su cuartel
u-eneral en Pueblo Viejo. so tuoviose de tl hasta esa horn en quo empezaba
TOo XI. 9)
'S HISTORIA DE MEJICO.

1829. Dado IL conocer el Orden eon que marelia-


ban los asaltantes, agradabie le será al lector saber las
condiciones que tenia el punto que iba a ser atacado. El
fortin de la barra habia sido construido por las fuerzas ex-
pedicionarias, para evitar un goipe de mario; y por lo mis-
mo su construccion no era fuerte, pues aunque rodeado
de foso, sus parapetos eran dos estacadas, dominaudo la
segunda a la primera, y defendidas por seis caflones de
los que los espafloles encontraron en Tampico, y por una
fuerza de cuatrocientos hombres, bajo ci inando del coro-
nel D. Luis Vazquez, uno de los jefes mas valientes do
los que fueron en la expedicion. El coronel mejicano Don
Manuel Iturria, que fué uno de los que dieron el asalto,
en los apuntes manuseritos que me regalO, da la deserip-
cion del fortin en los siguientes términos: <<El reducto de
la barra, tenia la figura de un tambor, circunvalado de
una estacada gruesa y alt a en el centro de dos fosos: su
posicion d.efendia la margen izcj aierda del rio de desem-
barcadero a la mar, y toda la parte de la campifla oriental
A Doila Cecilia; la fuerza ciue lo defendia era de cuatro-
cientos infantes con seis piezas de artilleria.>>
Las coluinnas de ataque dispuestas por Santa-Anna,
cruzando ci espacio que les separaba del fortin y eaminan-

bajar la inundacion y se hacia menos intransitable ci cainino. y que en ha-


cerlo, ilegar al sitio en que tenia las canoas, embarcar su gente en ellas, lie-
gar al fuerte do Dofia Cecilia, conferenciar con TerLn y disponer las columnas
de ataque, pudiese empezar éste ins dos de la tarde, sino entrada la noche,
puesto (tile en Méjico, en verano, oscurece poco despues de las siete, y en in-
vierno muy poco antes.
CAPITULO xi. '87
do por un terreno fangoso, marchaban serenas al asalto.
Los espaIioles percibieron a sus contrarios cuando casi
los tenian al pie de su posicion, y descargaron Ia.,pie-
zas de artilleria que mirabaa hacia ese punto, causando
a1gun estrago; pero sin que su segunda descarga produ-
jese daño alguno, pues los mejicanos se hallahan ya bajo
los fuegos de las piezas. Liegados a este punto, saltaron
el foso con asombrosa intrepidez, y empredieron escalar la
estacada. Entonces se trabO un combate sangriento cuer-
p0 6L cuerpo y al arma blanca: los combates se hicieron
personales, y se vieron rasgos de valor no comunes de una
y otra parte. Once ataques dieron a la bayoneta los me-
jicanos con un arrojo indescriptible, siendo recibidos con
igual intrepidez. D. Rafael Ramirez, jOven cadete expe-
dicionario, de un valor verdaderamente ternerario, agar-
rado a. una estacada con la mano izquierda y empuando
1829. con la derecha su bayoneta, despues de he-
Fir It uno de los bravos oficiales mejicanos que se habia
asido a. la misma estacada, eayO sin vida al foso tras és-
te, atravesado de once heridas que recibiO de los soldados
que seguian al oficial herido. (1) La luna apareciO en el
cielo en aquellos instantes con toda su claridad para
alumbrar el sangriento cuadro, y, como horrorizada. vol-
viO a. ocultarse a. pOCO entre los oscuros nubarrones. El
coronel espaflol D. Luis Vazquez que se habia propuesto
defender el fortin hasta que pereciese el ültimo soldado,
t pesar de haber recibido dos balazos en la clavicula del.

(1) Este heeho lo refiere en sit diario man userito el oficial expedieionario,
(l u e precisatnente se hallaba en el fortin.
788 rnSTORIA. DE MEJICO.

hombro izcj uierdo, continuaba animando a. su gente sin


atender a. la sangre que en abundancia manaba de sus
heridas, cargando compuertas de arena con los oficiales,
para formar nuevos parapets. (1) Hablando del bizarr&.
comportamiento de este jefe expedicionario dice el coro-
nel ineicano D. Manuel Iturria en los apuntes con que
se digriO favorecerme: Las primeras balas de los mejica-
nos pasaron el valiente pecho del coronel Vazquez, quien
no obstante sus graves heridas, siguiO inandando perso—
nalmente la defensa del fortin. La lucha se hacia cada
vez mas terrible y sangrienta. Los jefes mejicanos Le-
mus, Acosta, Andreis, Tamariz, Iturria y otros varios,
combatian con asombroso denuedo, lienando de entusias-
mo a. sus soldados que, como ellos, deseaban distinguirse
por su valor. Los defensores del fortin, sabiendo rnuy
bien que no podrian ser auxiliados por Barradas, porque
le impedia enviar refuerzo alguno ci fuerte de Do7a C'e-
cilia, en que se hallaba el general Terán, interpuesto en-
tre la barra y Tampico, habian resuelto perecer lidiando
antes que rendirse. Las acertadas disposiciones de sus je-
fes para acudir con oportunidad a. los puntos necesarios,
parecian centuplicar el nürnero de aquellos cuatrocientos
soldados que reunian a. la instruccion y la disciplina, el
valor y la constancia. Los mejicanos lograron, despues
de herOicos esfuerzos, apoderarse de la primera estaca-
da; pero al verse dentro, se enoontraron con la segunda,
a. donde se habian replegado los españoles, retirando sus
piezas y sin perder un solo fusil, desde cuyo punto lan-
zaron un fuego destructor solre los asaltantes. Este se-
(1) Diario manuscrito del oficial expedicionario.
CAPITULO Xl. iS9
gundo atrincheramiento dominaba el primero; y los me—
jicanos, al marchar a, tomarlo, se vieron despedazados por
las balas de sus contrarios. Obligados a. retroceder. 'vol .
-vieronalstugcmyorbi;pelnutd
fuego de la fusileria les hizo retroceder de nuevo para
emprender en seguida con mas furia la lucha. La mayor
parte de la oficialidad mejicana, que aill Se porte con un
valor que honraria a. los oficiales del primer ejército del
mundo, habia sido vIctima de su arrojo. El valiente co—
ronel D. Nicolás Acosta, ci comandante D. Domingo An-
dreis, los capitanes Gomez del Cid, D. Francisco Tama-
riz, D. Manuel Maria Quintero, los tenientes D. Fran-
cisco Mendoza, D. Matias Moreno, D. Francisco Abosa y
D. Ignacio Valdes, y el subteniente D. José Aguero, ha-
bian muerto unos en el pruner asalto, y otros al acometer
la segunda estacada; ci coronel Don Pedro Lemus que
mandaba l'a columna principal de ataque, se hallaba
gravemente herido, asi como el teniente coronel Gonza-
lez, los capitanes D. N. Sandi, D. Agustin Franco, Don
1829. Manuel Maria Iturria y el teniente D. Ig-
nacio Agtiero: los fosos estaban lienos de cadaveres y do
heridos de los valientes asaltantes, mezclados con no p0-
cos de los asaitados que haliian perecido. (on la pérdida
de esta brava oficialidad y de doscientos ochenta y siete
soldados entre muertos y heridos que yacian tendidos so-
lire ci teatro del coin'bate, los mejicanos se vieron obliga-
dos a. desistir de la empresa; y despues de haber comba-
tido con notable denuedo hasta las cuatro de la mañana
del 11, se retiraron al punto de Dolia Cecilia, (1) con in-
(1) El nümero de muertos quo tuvieron los rnejicanoS quo asaltaron el
790 HISTORIA DE MEJICO.

tencion de reorganizar sus columnas y 'volver con nuevos


refuerzos al combate. Los que mas anhelaban que se re-
pitiese el asalto, eran los oficiales D. José Antonio Me-
jia, D. Pedro Landero, el avudante de Santa-Anna Cas-
trillon, (1) Mellado, Coca, Franco, y Don Cãrlos Benes-
ki, que se habian conducido en la lucha con admirable
valor.
El general D. Antonio Lopez de Santa-Anna, resuelto
a no dejar que descansasen los contrarios, marchO a.
cuartel general de Pueblo Viejo, y a las cinco y media
de la mañana del misujo 11 de Setiembre, enviO , t la po-
sicion de Dolia Gecilia, una fuerza de nail hombres para
que. unida it las tropas anteriores, organizase el general
D. Manuel Mier y Terãn las columnas para emprender
de nuevo el asalto al fortin de la barra. En los momentos
en que se hacian en el campo mejicano los preparativos
para volver al combate, se presentO al general Terán un
oficial parlamentario, espaflol, enviado por el jefe del for-
tin de la barra. Recibido con las atenciones debidas, ma-
nifestO do parte del coronel D. Luis Vazquez, que el ter-
reno arenoso de la barra no permitia tener bien a. los he-
ridos por lo mal sano que era, y quo, por lo mismo, le

fortin ascendi6 it ciento veintisiete de. In clase de tropa. y el de heridos a cien-


to cincuenta y nub. No entran en las expresadas cifras los jefes y oficiales.
(1) Al hablar de este mismo individuo cuando se presentO en Tampico a
Los cornisiona(los espafioles y mejicanos clue se habian reunido para tratr de
in capitulacion de in fuerza que guarnecia La plaza, haciendo creer que Ilega-
ban dos mil mejicanos de refuerzo. siendo asf que era la, fuerza de Barradas La
que se aproNimaba, se puso que se ilamaba Castrellon, debiendo poner Cas-
trilion.
CAPfTULO xl. 791
pedia que le permitiese enviarlos a Tampico. La so1icitucl
era justa, y TerAn no podia de ninguna manera oponerse
a. ella, y mucho menos cuando en el campo habian qu.e-
dado muchos heridos mejicanos. Pero al general mejica-
no le importaba mucho que, con motivo de conducir los
expedicionarios que guarnecian el fortin a sus heridos a.
Tampico, no se abriesen comunicaciones entre aml)os
puestos: y para conciliar los deberes de la humanidad con
las hostilidades de la guerra, se encargO de recoger los
heridos espafloles y mejicanos, y conducirlos en lanchas
y canoas a Pueblo Viejo, lo cual einpezO it. verificarse IL
los pocos momentos. Mientras se efectuaba la traslacion
de los heridos del campo de batalla al punto convenido, el
brigadier espaflol D. Isidro Barradas, juzgando c lue des—
pues de la ventaja conseguida por la guarnicion del fortin,
aunque a. grande costa, no se le negaria una capitulacion
honrosa que ahorrase nuevas vIctimas IL la humanidad,
enarbolO bandera de parlamento. El general Santa-Anna
quo habia perdido lo mas selecto de su oficialidad y de
sus soldados por haber emprendido un ataque de noche,
contra la opinion juiciosa de D. Manuel Mier y TerILn, y
comprendienclo que la gloria de las victorias no se inide
por el mayor nILmero de victimas que cuestan, sino por
los resultados ventajosos que proporcionan IL la nacion,
mandO suspender las hostilidades y avanzar a los parla-
mentarios espafloles. Eran estos el coronel D. José Miguel
1829. Salomon y el comandante, jefe do estado
mayor, D. Fulgencio Salas. Las proposiciones que pre-
sentaron fueron las mismas que las do la mañana ante-
rior, y que ahora les fueron admitidas. Las bases eran,
792 HISTORIA. DE MEJICO.

como se expresan en la nota que paso el señor Barradas


ci dia 10, antes del terrible huracan que precediO al corn-
bate, y que enviO con los expresados jefes Salomon y Don
Fulgencio Salas, garantir la 'vida y las propiedades de
los expedicionarios, y su honor militar. Santa-Anna noin-
brO, por su parte, para celebrar la capitulacion, al coronel
I). Pedro Landero, coronel de ingenieros D. José Ignacio
Iberri, y al coronel del 30 de Imnea D. José Antonio Me-
jia. Reunidos los comisionados mejicanos y espafloles en
ci cuartel general de Pueblo Viejo, convinieron, sin mu-
cha discusion, en los articulos de una capitulacion honro-
sa, que fuO ratificada a las tres de la tarde del mismo dia
11 de Setiembre. En ella se convino, que las fuerzas es-
iaflo las cjue defendian el fortin de la barra, lo evacuasen,
saliendo los oficiales con sus espadas y las tropas con sus
armas y tambor batiente a entregarlas a la division me-
jicana, lo mismo que las cajas de guerra, al general Te-
ran que ocupaba el punto de DoYia Cecilia, conservaudo
los ofkiaIes sus espadas. La expresada fuerza del fortin
continuaria su camino a Tampico, y a las seis de la ma-
ñana del dia 1, toda la division expedicionaria que ocu-
paba la expresada ciudad, saidria bãcia Altamira de la
misma mauera que lo habia hecho la guarnicion de la
barra, a.1 mando del general mejicano D. Manuel Mier y
Terãn, sin que la oficialidad fuese despojada de sus espa-
das. El ejOrcito y la repiblica mejicana, garantizaban de
la manera mas solemne las vidas y propiedad.es particular
de los individuos de la division espaflola; esta se trasla-
dana a la ciudad de Victoria, donde permaneceria mien-
tras liegasen buques para volver a la Habana, a CUQ
CAPiTULO XI. 793
punto se enviarian dos oficiales españoles para que soli -
citasen los trasportes: la manutencion de las tropas expe-
dicionarias , mientras extuviesen en el pals, seria de
cuenta del jefe espaflol, y lo niismo el trasporte de ellas
a la isla de Cuba; los enferinos y heridos imposibilitados
de marcliar, quedarian en Tainpico mientras se traslada -
ban al hospital del ejército mejicano, donde serian asisti -
dos a costa de la division espaflola: a. est a se le franquea-
nan los bagajes que necesitase para su traslacion a los
puntos indicados, pagando las cabalgaduras segun los al-
quileres corrientes en ci pals, y lo mismo se verificaria
respecto de los viveres. Por uno de los artIculos adi-
cionales, se convino en que si la fuerza de trescientos
hombres ciue con ci comandante D. Manuel de los Santos
Guzman fué arrojada a. las costas de Nueva-Orleaus, ilega-
ba a. las aguas inejicanas, (1) se le hiciese saber que habia
sido incluida en la capitulacion, por lo cual debia 'voiver
A la Habana, sin desembarcar en territorio inejicano. (2)

(1) Por una equivocacion sufrida por el itnpresor que public6 una obra
mia. intitulada aEl Cap ; tan Rossi. so puso quo la fuerza arrojada por ci ten-
pornl a las costas de Nueva-Orleans. fué de cuatrocientos hombres. en yes de
poner trescientos. resultando de ap.iI que. en consecuencia, se dijese que fue-
ron dos mil seiscientos los expedicionarios cLue desembarcaron. habiendo sido
dos mil setecientos. No habiendo tenido presente ahora aquella equivocacion, v
lmabiendo itecho uso. por no ocurrir at diario manuserito. do to quo entonces
se asentO, se ha incurrido. at priiicipio. en la misma equivocacion quo Inc apre-
suro a savar.
(2) La capitulacion Integra deem de esta inanera:
En ci cuartel general de Pueblo Viejo de Tampico, (t los once dias del mes
de Setiembre de 19, reunidos los eiudadanos mayor general del ejército de
operaciones. coronel D. Pedro Laudero. el coronet de ingenieros José Ignacio
ToMo Xl. 100
794 HISTORLA. DE MEJICO.

1829. Cu eseritor actual, 110 teniendo sin duda a la


vista este convenio que daba a los mejicanos el triunfo sin

Iberri. y ci de igual clase del tercer batallon permanent( , Jost Antonio Mejia.
facultados por parte del Excmo. Sr. general enjefe del ejército mejicano Don
Antonio Lopez de Santa-Anna. y los señores brigadier Don José Miguel Salo-
inon, y teniente coronel, jet(- tie la plana mayor. D. Fulgencio Salas. por par-
te del general de las tropas espaflolas invasoras de la Repüblica. D. Isidro Bar-
radas, y eangeados sus poderes respectivos para acordar los capitulos Z11 qua
debieron sujetarse los primeros y garantir los segundos, confornie las con-
testaciones oficiales que sobre ci particular han ocurrido. y convinieron:
a
Articulo 1. 0 Mañana las 9 de ella evacuarán ]as fuerzas españoias que en-
bren la barra. ci fort in ciue poseen. saliendo los oficiales con sus espadas, lag
a
tropas con sus arinas y tarnbor batiente a entregarlas la division inejicana.
lo mismo quo las cajas tie guerra, al mando del Exemo. Sr. ciudadano Manuel
de Mier y Terén. segundo general del ejército qua ocupa ci paso Ilainado tie
Doña Cecilia en ci antiguo cainino do Altamira: dicha tropa seguirá ;i la ciii-
dad 'le Tampico de las Tamaulipas. con sus oflciales que conservarári sos es
padas.
Art. 2.1 Pasado mañana. i la g seis do ella. saldrL toda Ia division del e.ne-
ral espafiol que ocupa Tampico cia Tamaulipas, en los mismos términos quo
(ltIe(lan indicados para la fuerza de la barra, y entregart las armas y cajas tie
guerra en el cuartel suhalterno tie Altamira, al inando del referitlo ciudadano
Mier y Ter(tn, conservando sus espadas los oficiales.
Art. 3." El ejército y la replblica inejicana garantizan (Ic Ia manera alas
soleinne la vida y propiedades particulares de todos los individuos do la divi-
sion invasora.
Art. 4.° La division espaflola se trasladará it Ia ciudad tie Vitoria. donde
permanecerá inientras se reembarca para la Habana.
Art. 5.° Se concede al general espafiol mande al puerto de la Habana uno
ó dos oficiales que soliciten los trasportes que dehen trasladar sit (i
aquel puerto.
Art. 6.1 Costearit ci general espaiiol la manutencion do sit division durante
sit en el pals, y del mismo modo serán tie sit los trasportes.
Art. 7." LOB enfermos y heridos que tenga la division espaflola imposibili-
tados de marchar, quedarán en la ciudaci de Tampico mientras Sc trasladen al
hospital inejicano. donde seritn asistidos it costa do la division espafiola. Ia
cual proporcio.nar.'t un cirujano y soldados y cabos que calcuic para quo que-
a
den su cuidado.
Art. 8.0 Se franquearitn it la division espailola los hagajes qua necesite

.
CAPITULO XI. 795
menoscabo de la honra niilitar de la division expediciona-
na, a cuyos individuos se garafltiZal)a la vida y sus propie-
dades, que es lo que habian solicitado, asienta equivocada-
mente, que '1os invasores tuvieron al fin pie acceder a.
las pretensiones de Santa-Anna.)> que habia dicho el dia
anterior a Barradas <'que no admitia mas capitulacion si-
no que se nindiera a. discrecion. Nada es mas fa.dil, por
mucho talento y buena fe que el escritor tenga, que equi-

pard su trasiacion t los puntos indicados. pagatido las cabalgaduras segun los
aiquileres que son corrientes en ci pals. y lo mismo se hard respeeto a vfveres.
Art. 9.° El toniente coronel jefe de la plana mayor de la division espafiola,
queda encargado del cumplimiento (IC la, capitulacion respecto de la tropa
que Sc lialla en la barra. para lo cual le franqueará el paso el general que
manda el punto de Dofia Cecilia.
Art. 10. El Excmo. Sr. general ciudadano Manuel Mier y Terimn nombrarii.
uii jefe y un otieial de su Estado mayor, para que facilite la expresada divi-
sion las provisiones. bagajes. direccioti. ;icuartelamiento y demás de lo que se
hace meitcion en los precedentes articulos.
\T convenidos en un todo en el presente acuerdo, lo firmaron los infrascri-
tos, en el cuartel general de Pueblo Viejo, a los 11 dias del mes de Setiembre
del atio de 1$2.—Pedro Landero.—José Ignacio lberria—José Antonio MejIa.
—José Miguel Saloinon.—Fulgencio Salas.—Rectiflco la antecedente capitu-
I flciofl. Antonio Lopez de Santa-Anna.—Recti fico la an tecedente capi tulacion'

Isidro Barr:uilas.
ARTT(t LOS A I)ICt()NA I.ES.

Propuesto pur el general espafloL—Si liegase en este puerto la tropa espaflo-


Ia que pertenece a la, division del general Barradas, so le prevendrá siga su
rumbo directo ;i la Habana, haciéndole conocer este convenio.
Propuesto por ci general mejicano.—L os SS. general. jefes, oticiales y tr-o
pas espaiiolas que pertenezcan a Ia division del Sr. general Barradas se corn-
prolueten a no tOmar ins armas contra in repdblica mejicana.—Josë if iguel .S'a-
tomon.— Fitiqeiicio $alts. - Pedro Lazdero.—Josë Igncw I1erh.—Josë Antonio
JIejia.—Ratiflco los anteriores articulos atiicionales.—Antonio Lopez de Sauzf'i-
A 9taa.— Rati fico los an teriores articulos adicionales.—Isidro Barruias.
7O( HISTORIA DE MEJICO. IT
vocarse cuando tiene que referir un hecho que ha sido
presentado do diversas maneras, y carece del precioso do-
cumento en que cousta ci liec]io de Ia ivauera eacta con
que se verificO.
En virtud del couvenio celebrado, la fuerza que guar-.
daba el fortin de la barra saliO el dia 12, a. las diez de la
mafiana, arma a discrecion y hatiendo marcia, hasta el
punto de Doila ('cell/a. donde entregO sus fusiles, con ser-
vando los oficiales sus espadas, pasaudo en seguida a.
Tampico, donde so hallaba el resto de la division. En
igual forina marcharon las deinás tropas de J3arradas en
la mañana del siguiente dia, hácia Altamira, donde el
vecindario y las tropas mnejicanas les recibieron comi sumo
agrado, dando inequlvocas pruebas de sus nobles y gene-
rosos sentimientos. Despues de haber permanecido tres
dias en Altamira, pasaron d la ciudad de Victoria, <'don-
do se nos facilitaron,>> dice en su diario manuscrito el
subteniente espanol D. Eduardo Agusty, <alojamientos,
hospitales para nuestros enfermos y heridos, y otros recur-
SOS de que nos veiamos privados.

Ambas partes contratantes cumplieron con la mayor


religiosidad el tratado, reinando entre los liijos do uno y
otro pals la mas agraclable armonia, hija de los nobles
sentimientos quo distinguen a las dos naciones. La defe-
rencia de los mejicanos rayaba en generosidad, tratando
A los soldados españoles con toda la hospitalida.d debida a.

los que padecen, y proporcioua.ndoles todos los recursos


pie requeria su triste situacion, aunque los mismos meji-
canos tambien sufrian muchas escaseces. 1-Te aquf como,
en pocas palabras, expresa el oficial expedicionario Don
CAPiTtLO XI. 797
Eduardo Agusty, en su diario manuscrito que conservo,
la galaiiteria de los mejicanos. oA la espera de buques de
nuestra arrnada,> dice, 'permanecimos un mes en el se—
no de aquellos habitantes, que nos trataban con la inas
alta deferencia, con carioso respeto, con una afabilidad
sin linaites y con las mayores muestras de cordial hospi-
taIidad..> Me complazco en consignar en las humildes p-
ginas de esta historia esos humanitarios sentimientos de
Jos hijos de Méjico, porque son dignos de que se imiten y
del aprecio universal. D. Antonio Lopez de Santa-Anna
con suma faniiliaridad manifestaba a. los soldados expedi-
cionarios su estimacion, y lo mismo hacia el valiente y
entendido general D. Manuel Miery Terán. Los soldados
mejicanos y espafloles, lo mismo que la oficialidad, frater-
nizaron de tal manera, que mas parecian intimos amigos
nacidos en un mismo suelo, que hombres que pocos dias
antes se habian buscado en el combate para darse muer-
te. Un brindis pronunciado por el valiente oficial mejica-
no D. Pedro Landero en un convite con quo ohsequiaron
varios oficiales del ejército de Santa-Anna a. los oficiales
espafioles, estft revelando la fraternidad que Ile(-6 a. esta-
blecerse entre ellos: Brindo.> dijo chocando su copa con
la de un capitan espanol apellidado Burgos, porque don-
de se encuentren españoles y mejicanos, no haya brazo
derecho ni izquierdo para herirse, sino c1ue ambos sean
para abrazarse..> ;Brindis filantrOpico y digno de run hom-
bre ilustrado, quo honra a su autor en particular. y a. los
mejicanos en general!
Aunque se habia seiialado corno punto de residencia de
la division expedicionaria hasta su ernbarque, la ciudad
I
798 HISTORIA DE MEJICO.

de Victoria, el general D. Antonio Lopez de Santa-Anna;


1829. obsequiando una peticion del brigadier Bar-
radas, concediO permiso para que pudiesen estar en el
mismo Victoria y en los pueblos de Santa Catalina, Ozu-
luama, Tantima, Altamira y Pánuco, siendo este otro
motivo de gratitud para los capitulados.
El brigadier D. Isidro Barradas, con objeto de contratar
buques que trasportasen a sus tropas a la Habana, se em-
barcO en una goleta forte-americana para Nueva-Orleans,
ilevando en su. compaflia a uno de sus oficiales. Los sol-
dados expedicionarios y la oficialidad se reembarcaron
durante los meses de Noviembre y Diciembre, lienos de
sincero reconocimiento hácia los ha'bitantes de la repübli-
ca niejicana. La prilnera fuerza, compuesta de seiscientos
cuarenta y nueve hombres, salió el 9 de Noviembre; otra
de cuatrocientos ochenta y siete, el 16 del mismo; y la
U.ltima, de seiscientos cincuenta y seis, en los primeros
dias de Diciembre, en las fragatas de transporte Lein/de.s
y Eddinux y el bergantin Noble, haciendo un total de mil
setecientos noventa y dos hombres. Como la expedicion
se componia cuando clesembarcó en Cabo-Rojo, de dos mu
setecientos hombres, (1) resulta que las pérdidas ascen-
dieron a novecientos ocho hombres, de los cuales doscien-
tos quince perecieron de bala; y de enfermedad, en los
hospitales, seiscientos noventa y tres. <<La peste,>> dice

El

(1) Ia tengo man ifestado en la nota de la página 791 de este tomo, que fuê
una equivocacion poner que desembarcaron dos mil seiscientos, pues fuerorm
dos inil setecientos, y que los arrojados a ]as costas de Nueva-Orleans fueron
trescientos y no cuatrocientos.
CAPITtLO XT. 799
el general D. Manuel Mier y Terán en una comunicacion
enviada al ministro de la guerra, "'les castigo de una ma-
nera cruel.> En menos, pues, de dos meses habia pere-
cido, victirna del mortIfero china de las costas y de los
combates, una tercera parte exacta de los expediciona-
rios, lo cual pru.eba los horribles padecimientos que tuvie-
ron que soportar. (1)

(1) He arj i i f ci ptrte qile el general Ter(ui envh3 al ministro de Ia guerra,


dãndole noticia del n(iinero de fuerzas capituladas que se reembarcaron.
<Ejército de operaciones.—Exeino. Sr.—Ayer me participd el ciudadano ca-
pitan de este puerto. haber salido para Ia Habana las fragatas de trasporte
Leonides y Edd,nu-s. y ci bergantin Noble, ilevando zi su hordo 0543 espaflo1es
eapitulados, resto de los quo forinaron la division invasora: como eran los i'il-
tiruos que se reeinharcaron. no (heron estado cireunstanciado de las clases
respectivas; pero uniendo aquel nOrnero al de 649 hombres de tropa que se
embarcaron el 9 del l)IXtIflO PtSa(lO. (Ic que di pane cL V. E. en el Oficlo nfl-
mero 104 del (ha 14. y ci (IC 487 ciue salieron el 16 del mismo. segun avisé a
V. E. en ci oticio nflinero 109 del (ha 19, restilta que se han reembarcado 1.
hombres de tropa. pudiCndose inferir que si invadieron Ia repOblica eon 3.500
honibres. corno se asegura con rnas prohabilidad. perdieron 1.708 en acciones
y con Ia peste que los castigó de una manera cruel. Segun ci apunte que en
nota inciuyo V. E. parece que los espafioles ban querido ocultar dicha per-
dida. disminuyendo ci nt'imero de los muertos. aunque dcho apunte no lo he
recibido por coiiducto oficial.
Tengo ci honor (IC co!nunicar todo a V. E.. para que liegu * ' :11 superior CO-
nocirniento de S. E. el general presidente.—Dios y lihertad. Pueblo Viejo. Di-
ciembre 12 de 1&29.—Jlanael de .Ilier y Tei .—Exciuo. Sr. secretanio de guerra
y niarina.
<Nota de ia pCrdida que ha tenido la division en acciones y enfermedad.
copiada de una de la letra del cornandante D. Fuigencio alas.—En aecion, 7
oficiales. 78 tropa. En los hospitales 10: tropa 905. Total 17 oficiales. 983 tropa.
<Entre los hospitales puede regularse que 130 son de resuitas de henidas.
cEs copia. Pueblo Viejo, Diciembre 12 de 18211. —Jose .Jfaria Guerra.
Son copias. Mci ico, 22 de 1)iciembre de 1829.>
Lo que ci general D. Manuel Mier y Terân dice respecto a que 'parece que
Jos espailoles quisieron ocultar sus pCrdidas disminuyendo ci nflmero de muer-
tos, Cs en la suposicion de que fuese cierto que la expe(l!eion se hubiese corn-
800 I-IISTOR1A DE MAJICO.

Asl teriuinO la expedicion que bajo el mando del bri-


gadier D. Isidro Barradas, hijo de la ciudad de Palina,
en las islas Canarias, fué enviada, en la estacion mas
mortifera del aflo, a las malsanas costas de Méjico, soñan...
do en que seria acogida por los mejicanos con muestras
de regocijo. La fantastica creencia de los ilusos qae acon-
sejaron el envIo de esa expedicion, asegurando que los
pueblos, agobiados por los aspirantes politicos, deseaban
volver al pasado Orden de cosas, se desvaneciO por corn-
pleto y para siempre. El brigadier Barradas, temiendo,
acaso, que se le hicieran cargos por haber dej ado salir de
Tampico d Santa-Anna y volver a su cuartel general,
cuando se liallaba colocado el jefe mejicano entre la guar.
nicion y la division con que llego de Altainira, no volviO

puesto de 3500 hombres: pero no es posible que en an apunte particular. tra-


tase de ocuitar el coinandante espauol el ndmero de pérdidas, ni que el diario
manuscrito que por curiosidad lievaba tambien el suhteniente Agusty. se
these un ndmero menor a In expedicion. Ni Salas iii :gusty habian visto ci
zIpunte que ci otro ilevaba, y at ver que estãn de acuerdo, debemos suponer
que to que asientan es cierto. La expedicion se coinponia, cuando salió de In
Habana, de tres batallones, dice el subtenient Agusty: y como el maximum
de un batallon es de mil hombres, resulta que la fuerza total, cuando zuas. po-
dia ascender ;i. tres mil: de estos. <trescientos fueron arrojados a las costas do
Nueva-Orleans con su coinandante D. Manuel de los Santos Guzman.> segun
ienta ci mismo referido subteniente. y, en consecuencia, la expedicion que
desembarcO en Cabo-Rojo, quedó reducida a dos mil setecientos hombres. No
hubo, pues. ni pudo haber ocultacion de ninertos en apuntamientos particu-
lares hechos por mera curiosidad, y sin ponerse de acuerdo entre los quo los
hicieron. En la copia sacada del manuscritu del comandante D. Fulgencio Sa-
las, hay una equivocacion, sin duda, de parte del individuo que iacopid. pues
pone 983, cuando lit suina exacta fué 891 que unida a los 17 oficiales, hacen el
total referido de J8 individuos.
CAPITULO XI. S01
't la Habana ni a Espafla. Sabia que cuando las empresas
tienen un resultado opuesto al que so esperaba, es dificil
1829. vindicarse, y se quedo en pais extranjero.
No debiO tampoco son.reirle en lo sucesivo la fortuna, pues
ii. ser ciertas las noticias de algunas personas que le vieron
algunos años despues, muriO en Francia, en la ciudad de
Bayona, triste y en la mayor miseria!
Nadie, hasta ahora, habia dado a conocer. sino de una
manera incompleta, los hechos que dejo referidos desde ci
desembarco de la expedicion hasta su capitulacion; y la
generalidad del pib1ico iinicamente sabia que el de,enla-
ce habia sido contrario para los expedicionarios, pero no la
inanera con que se habia ilegado a él. Para el comun de
las personas, la liegada de la division expedicionaria, y
su rendicion, liabia sido obra de un momento. El que mas
so ha ocupado de ella ha sido el escritor D. Juan Suarez
Navarro; pero aunque bastante al)uudante su obra en do-
cumentos, algunas veces, al citarlos, mas ha procurado
que sirvieseu para dar un sentido ambiguo a algunos he-
chos que anhelaba favoreciesen su intento, que para dar
A conocer claramente la verdad histOrica. (1)

(1) Esto sucede precisamente con la coin unicacion que env16 Barradas t
Santa-Anna ci dia 10 de Setiembre con el coronel Salomon y ci comandante
D. Fulgencio Salas. para que. en virtud de lo que verbalmente liabia ofrecido
al primero (IC estos cornisionados, se arreglase la capitulation. El Sr. Suarez
Navarro liace aparecer ese documento al hablar de los convenios celebrados ci
signiente din ii. intentando hacer creer que en in entrerista del 10, nada se
habia resuelto, por motivo de haber sobrevenido el huracan; y que, ci 11, fu(
enando en virtud de haber sido enviados de nitevo los comisionados, se celehrS
Ia capitumacion bajo ]as bases referidas. Peru ci Sr. Suarez Navarru no tuvo pr-
ToMo XI. 101
802 HISTORIA DE MEJICO.
Ir
El mérito contraido por el general mejicano D. Anto-
nio Lopez de Santa-Anna en esa campaña, fué grande.
Puede decirse que si éI provoco la invasion con el plan
proclarnado en Perote que dió p' resultado la expulsion,
tambien es cierto que, lieno de ardiente patriotismo, fué
el primero en volar al sitio del peligro para luchar Con
sus contrarios. Si en la direccion de la campafla no siem-
pre estuvo acertado y dejO de seguir los excelentes con-
sejos do su segundo el entendido general D. Manuel Mier
y Terán, siempre se batiO con valor, sielnpre tuvo en con-
tinua alarma al enemigo; y f ecundo en crear recursos

[1
sente, al asentar to expuesto, tjue si no se linbiese dado nun formal negativa r,
Jos cornisionados In mañana del 10. Hi éstos hull)jeraii marchado (t Sn campamen-
to sin alcanzar in proluesa de 'me se prolongaria ci armisticio hasta quo Se re-
solviese el punto. ni Santa-Anna hubiera dado el asalto it fortin de In barra de
noche, sin haberse vucito it toner conferencia ninguna duraitte todo ci din.
)tra de las equivocaciones en que inclirre ci expresado escritor. sin thida por-
.[ue no tuvo (L Ia vista ci duenmento cjue cita. es asentar que I3arradas. despues
(to apoderarse de 'l'uinpieo de Tamaulipas. dO <una pomposa proclaina anun-
ciatido at in undo qite ci pahel ion i bero volvin ii tremolar en ci vireinato tie
Nueva-Espafia. y quo ci monarca. su antiguo senor. habia reconquistado las
coioiiias.> Ni la proclama que alude ci Sr. Suarez Navarro fu dada por el
brigadier Barradas. ni cuntenia nun sula palabra de vireinato y de haber re-
conquistado ins colonias. La pruclama In did ci altuirante de in escuadra Don
Angel Laborde. al deeinlmrcar ]as tropas en Cabo-Rojo. y el lector. ii quien he
(lado a conocer esa proelnuin integra. en su lugar respectivo. hnbrt ViStO que
nada tiene de arrogante, y que no es nias que una de taiitas proclainas que
todos losjefes do todos los ejércitos dan sin inas objeto que ci de alentar a sits
soldados. Tarupoco se encuentra exactitud. y silo contrario i ella. en un par-
rafo en que dice que los expedicionarios usaron de arrogancia at saltar d tier-
ra.> El lector ha visto las pruelamas enviadas por Barradas a los pueblos ma-
uifestdudose benevoIentt asi coino ci iiamamiento que Itizo A los soldados me-
jicanos, y sabe por to nuisiuo que el ienguaje usado en ellas est iuuy lejos del
que supone el Sr. Suarez Navarro.
CAPITtLO XI. 803
aUfi donde parecia pie no existian, quito a. los expedicio-
narios toda esperanza de avanzar un paso mas del terreno
en que por itltimo se vieron precisados a. encerrarse. El
con su actividad, Terãn con su prudeucia, prevision y
saber, los oficiales con su intrepidez, los soldados con su
valor, y todos en fin con su patriotismo y constancia en
los trabajos, contribuyeron a. dar feliz cima a. la empresa
pie ci gobierno habia encomendado al priinero.

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