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Yo ante la presencia

La comunicación NO violenta me viene rondando hace varios años, incluso en 2.019 en


mi último viaje a Buenos Aires quise comprar el libro de Marshall Rosenberg y no logré
conseguirlo, también averigüé como armar grupos alrededor del tema y con el tiempo lo
fui olvidando, en ocasiones llegaba a mi mente como uno de esos grandes pendientes que
tengo en mi vida, y que espero resolver en algún momento.

Es curioso, pues, aunque lo veía como un tema aislado, él me ha acompañado


permanentemente y lo he abordado desde diferentes aristas; la escucha, los juicios, la
empatía, la compasión, el observador, el auto respeto, la presencia en fin tantos aspectos
de mi relación conmigo y con el mundo que llego la hora de abordar en su conjunto.

Llevo más de un año preparándome para la certificación como Master Coach y


nuevamente sigue siendo más de lo mismo, de qué manera establezco una relación con
otro (en este caso mi coachee) desde el profundo respeto entre iguales, creando una
hermosa intimidad a través de la cual él o ella y yo podamos encontrar mundos nuevos
que nos hagan sentido en el proceso de crecimiento de nuestras vidas y la comunicación
NO violenta vuelve a hacer su aparición.

Con el objeto de abordarla desde el cuidado por mí misma, tomé la decisión de dejarme
sentir en que estoy y por donde quiero iniciar y mi amiga la presencia hizo su aparición,
quiero empezar por definir que es la presencia para mí: es atemporal en ella mi SER está
disponible completamente y no existe nada más que el ahora, en palabras de Rosenberg
es “vaciar la mente y escuchar con todo nuestro ser.” En este punto quiero confesar que
para mí es un ejercicio de mucha consciencia y disciplina en el que a menudo me pierdo
y me veo avocada a volver a mí.

Trabajar en la presencia me ha llevado al silencio, pues he empezado a observar más, a


estar atenta a mi alrededor, a escuchar a mi hijo, a observar a mi hija, a quedarme en la
ducha mirando las gotas de agua al caer y observar que me pasa antes de iniciar una
sesión con un coachee; me he dado cuenta que aparece la ansiedad y el miedo y ellos me
restan presencia conmigo y con el otro.

A pesar de mis miedos continúo buscando mi presencia, y lo más bonito que me ha


ocurrido es que he empezado a habitar instantes de presencia plena y los observo como
diamantes, en silencio es más fácil observarlos, y en ellos aparece mi propia belleza y la
de mi coachee, emerge la intimidad entre los dos que da paso a la compasión y así sigo
caminando y abriendo posibilidades.

María Fajardo Rodríguez

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