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Cerebelo
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Cerebelo
Apuntes basados en la clase realizada por: Dr. Jorge Henríquez
Apuntes compilados por ayudantes alumnos: D. Ibarra y V. Mansilla
Hasta el momento se ha estudiado todo lo referente al sistema segmentario, médula espinal y tronco
encefálico. Ahora empezaremos a estudiar los órganos suprasegmentarios, Cerebelo y Cerebro.
Cerebelo
Es un cerebro pequeño, pesa 150 a 180 grs. aproximadamente (1/8 del peso cerebral). El del hombre es
9 grs. más pesado que el de la mujer.
Tiene una función predominantemente motora.
Se origina de una vesícula común con el puente (metencéfalo, placa alar), en la cual, por dorsal, se
levantan dos labios, llamados labios rómbicos, los que corresponderán a los primeros esbozos de
cerebelo.
El cerebelo se localiza inmediatamente detrás del IV ventrículo, constituyendo parte de él junto al bulbo y el
puente. Está rodeado por líquido cerebroespinal, donde se forma una gran cisterna en la parte inferior
(cisterna magna).
Se conecta con el tronco encefálico mediante 6 pedúnculos cerebelosos:
2 superiores: que conectan al mesencéfalo (a los pedúnculos cerebrales).
2 medios: que conectan al puente.
2 inferiores: que conectan al bulbo.
El cerebelo esta alojado en la fosa craneana posterior, quedando por lo tanto localizado inmediatamente
por detrás del IV ventrículo y debajo de los lóbulos occipitales (región posterior del cerebro), de los que
queda separado por un repliegue de duramadre, llamado tienda del cerebelo.
La tienda del cerebelo ha permitido que el acceso quirúrgico al cerebelo sea totalmente diferente al del
cerebro.
Estructura externa
Generalmente, su superficie presenta muchos surcos, que corresponden a incisuras o canales de distintos
tamaños (de 1º, 2º y 3º orden).
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La superficie inferior es convexa, con un surco profundo en la línea media, denominado vallécula, a través
del cual aparece el vermis.
La superficie dorsal es más bien plana, en esta cara no es evidente la demarcación entre vermis y
hemisferios.
Toda su superficie presenta surcos de dirección predominantemente transversal, los que delimitan finas
láminas, denominadas hojas del cerebelo. Existen también surcos más pronunciados: las fisuras del
cerebelo, las que delimitan lóbulos; cada lóbulo puede contener varias hojas.
En una vista lateral, se tiene una cara superior y una cara inferior, más una cara anterior.
En el cerebelo se describe una región central o vermis y dos zonas laterales o hemisferios.
Cara superior
Parece una mariposa. Presenta en la línea media un levantamiento alargado llamado vermis cerebeloso.
Lateralmente al vermis están las alas, que corresponden a los hemisferios cerebelosos.
Esta cara es convexa, con su punto más alto correspondiente al vermis, y desde allí los hemisferios
cerebelosos van descendiendo como el techo de una casa.
Presenta una gran cantidad de surcos y fisuras (los surcos son pequeños; las fisuras son más grandes y
profundas).
Presenta una incisura o escotadura anterior y posterior.
La incisura anterior recibe al tronco encefálico, es como una semiluna.
Cara inferior
Es mucho más accidentada desde el punto de vista anatómico, hay más fisuras, repliegues y surcos.
Presenta el vermis bastante hundido hacia arriba, por lo que no sale hacia la superficie inferior,
quedando escondido entre los hemisferios. Esto deja una especie de surco profundo por su cara inferior,
que se llama vallécula (valle pequeño).
Cara anterior
Su cara anterior es más compleja, ya que en ella se encuentra el hilio, que es el punto de comunicación
del cerebelo con el tronco encefálico a través de los pedúnculos cerebelares.
Pedúnculo cerebelar superior: conecta al cerebelo con el mesencéfalo.
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Pedúnculo cerebelar inferior o cuerpo restiforme: conecta al cerebelo con el bulbo. Posee gran cantidad
de fascículos aferentes y eferentes.
En este pedúnculo encontraremos principalmente los siguientes tractos:
Tracto espinocerebeloso dorsal.
Tracto cúneocerebeloso.
Tracto olivocerebeloso.
Tracto retículocerebeloso.
Tracto vestíbulocerebeloso.
Tracto arqueadocerebeloso.
Tracto trigéminocerebeloso.
A la altura de la cara anterior del vermis, se ve el nódulo y la úvula. También se encuentra una región de
mucha importancia desde le punto de vista filogenético, los flóculos.
En la parte inferior de la cara anterior se ven las tonsilas.
Clasificaciones
Clasificación anatómica
La división anatómica del cerebelo en lóbulos no tiene
ningún significado funcional y su importancia es apenas
topográfica. La nomenclatura de lóbulos y fisuras del
cerebelo es bastante confusa, existiendo considerables
divergencias entre los autores. Los lóbulos reciben
denominaciones diferentes en el vermis y en los
hemisferios, que es lo que señalaremos a continuación.
Si queremos estudiar la región del vermis y la región lateral
o de los hemisferios, debemos abrir al cerebelo como una
especie de “sándwich”.
En la parte vermiana se encuentra una serie de surcos y fisuras importantes, que van a hacer una división
del vermis en varios lóbulos pequeños.
Comenzando desde la parte anterior hacia la parte posterior vamos a encontrar los siguientes lóbulos en
el vermis, con su respectiva parte de hemisferio lateral (alas):
Língula —————— vínculos
Lóbulo central —— ala
Culmen -————— lóbulo cuadrangular
Declive —————— lóbulo simplex
Folium —————— lóbulo semilunar superior
Túber ——————– lóbulo semilunar inferior y grácil
Pirámide ————— lóbulo biventre
Úvula ——————— tonsila
Nódulo —————— flóculo
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Fisuras:
Fisura precentral: se ubica anterior al lóbulo central.
Fisura postcentral: se ubica detrás del lóbulo central.
Fisura prima: se ubica detrás del culmen.
Fisura postclival: se ubica detrás del declive.
Fisura horizontal: se ubica detrás del folium.
Fisura prepiramidal: se ubica detrás del tuber.
Fisura secundaria: se ubica detrás de la pirámide.
Fisura uvulonodular: se ubica detrás de la úvula.
Clasificación ontogénica:
Está dada por lóbulos cerebelosos. Se dice que el cerebelo tiene tres lóbulos cerebelosos:
Lóbulo anterior:
Se aprecia desde una vista de la cara superior del cerebelo.
Está constituido a nivel del vermis por: la língula, el lobulillo central y el culmen.
Está separado del lóbulo posterior por una gran fisura, llamada fisura primaria o prima.
La fisura prima, contrario a lo que se cree, es la segunda en aparecer en el desarrollo ontogénico
(embriológico) del cerebelo.
Lóbulo posterior o medio:
Es el más grande.
Se encuentra entre la fisura prima y la fisura dorsolateral o uvulonodular, esta última lo separa del lóbulo
flóculo-nodular.
Está constituido por el declive, el folium, el tuber, la pirámide y la úvula.
La fisura dorsolateral o uvulonodular es la primera en aparecer en el desarrollo embriológico del
cerebelo.
Lóbulo flóculo-nodular.
Es el más pequeño del cerebelo, se aprecia desde una vista anterior del cerebelo aislado del tronco
encefálico.
Está constituido solamente por el nódulo y el floculo.
Es una zona que queda distante por la fisura uvulonodular del resto del cerebelo.
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Tracto espinocerebeloso anterior: Se origina del núcleo torácico de la médula espinal. La mayoría de los
axones de las neuronas de éste núcleo cruzan al lado opuesto, otros axones ascienden por el mismo
lado. Este tracto penetra al cerebelo por el pedúnculo cerebeloso superior, terminando en la corteza del
paleocerebelo como fibras musgosas. La información que conduce es propiocepción de los husos
neuromusculares receptores de tendones y articulaciones de miembro superior e inferior, además de
información de la piel y fascia superficial.
Tracto espinocerebeloso posterior: También se origina en el núcleo torácico de la médula espinal, pero
en éste caso todos los axones que forman este tracto no se decusan, ascendiendo por el mismo lado de
la médula para luego entrar al cerebelo vía pedúnculo cerebeloso inferior y terminar en la corteza del
paleocerebelo como fibras musgosas. La información conducida es propiocepción del tronco y
extremidad inferior.
Tracto cuneocerebeloso: Se origina en el núcleo cuneatus accesorio del bulbo raquídeo (cuneiforme
accesorio). Los axones penetran al cerebelo por el pedúnculo cerebeloso inferior terminando en la
corteza del paleocerebelo como fibras musgosas. Este circuito lleva información propioceptiva de
músculos del cuello.
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Esta región recibe aferencias de la corteza cerebral vía núcleos pontinos, vía núcleo olivar inferior y vía
formación reticular.
Las funciones de este lóbulo están relacionadas con la armonía, coordinación y metría (distancia) de los
movimientos.
Recibe aferencias de:
Fibras musgosas provenientes del haz espinocerebeloso dorsal con información sómato sensorial,
táctil, propioceptiva y cinestésica.
Fibras del haz espinocerebeloso ventral con información de las células internunciales (sobre la
actividad del centro segmentario).
De tres circuitos: el córtico-póntico-cerebeloso, el córtico-olivo-cerebeloso y el córtico-retículo-
cerebeloso.
- Circuito córtico-póntico-cerebeloso:
Se origina en amplias regiones de la corteza frontal, parietal, temporal y occipital. Los axones de las
neuronas piramidales de esas áreas descienden a través de la corona radiada, cápsula interna y pedúnculos
cerebrales, para sinaptar luego en los núcleos pontinos ipsilaterales. Desde estos núcleos, los axones cruzan
al lado opuesto formando las fibras transversales del puente para luego ingresar por los pedúnculos
cerebelosos medios a la corteza del hemisferio contralateral, como fibras musgosas.
- Circuito córtico-olivo-cerebeloso:
Se origina también en áreas de la corteza frontal, parietal, temporal y occipital, igual que el circuito anterior.
Los axones descienden a través de la corona radiada y cápsula interna, para terminar sinaptando
directamente en el núcleo olivar inferior o llegar a éste a través de una conexión previa en el cuerpo
estriado. El núcleo olivar inferior proyecta, a su vez, a la corteza neocerebelosa por los pedúnculos
cerebelosos inferiores mediante las fibras trepadoras.
- Circuito córtico-retículo-cerebeloso:
Se origina en áreas amplias de la corteza cerebral, especialmente las áreas somatosensorial y motora. Desde
allí los axones descienden hasta la formación reticular del tronco, la que conecta, a su vez, con el
neocerebelo vía pedúnculo cerebeloso inferior y medio.
Todos los circuitos que la corteza cerebral establece con el cerebelo son importantes en el control de los
movimientos voluntarios, ejerciendo estos circuitos los mecanismos de ajuste, coordinación y
sincronización necesarios.
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Estructura interna
Al hacer un corte sagital del cerebelo, destaca la distribución de la sustancia gris y de la sustancia blanca.
El cerebelo tiene una capa de sustancia gris muy plegada, la corteza cerebelosa, que rodea un centro de
sustancia blanca, que contiene los tractos aferentes y eferentes.
Sumergidos en el centro de la sustancia blanca se encuentran 4 pares de núcleos cerebelosos profundos:
del fastigio, globoso, emboliforme y dentado.
Sustancia gris
1. Corteza cerebelosa
Forma una delgada capa superficial, que se encuentra
muy plegada formando los lobulillos, las láminas y las
laminillas. Las laminillas tienen un centro de sustancia
blanca como la nervadura de una hoja.
El conjunto de todo esto visto en un corte sagital de
cerebelo da la apariencia de un árbol, es el llamado
“ìarbor vitaeî”.
Sus funciones son: regular, controlar y modular el
funcionamiento del impulso motor.
La corteza es uniforme en todo el cerebelo, está constituida por tres capas:
Capa molecular: es la más externa
Capa de las neuronas de purkinje
Capa granular: es la más interna
En estas capas encontraremos:
Tres neuronas inhibitorias (funcionan con gaba).
Neurona granular es la única excitatoria, que se conecta con fibras musgosas.
La neurona eferente (purkinje), que va a los núcleos centrales, donde los inhibe.
Capa molecular:
Tiene principalmente fibras que recorren paralelamente las láminas corticales.
Tiene dos tipos de neuronas, las células estrelladas que son más externas y las células en canasto
ubicadas más internamente.
Células estrelladas:
- Su soma está en la capa molecular y sus dendritas contactan fibras paralelas.
- Inhiben a algunas células de purkinje, ya que sus axones terminan en algunas de ellas (en las zonas
espinosas de las dendritas).
Células en cesta:
- Son estimuladas por las
fibras paralelas.
- Su axón va pasando por
todas la neuronas de
purkinje (8-10 por cada
célula en cesto), a las cuales
les va enviando una
prolongación que las cubre
como canastillo e inhibe.
- Inhiben a las células de
purkinje y éstas se conectan
con los núcleos centrales, es
decir, con el fastigial, el
emboliforme, el dentado y
el globoso.
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Capa granulosa:
- Tiene una gran densidad de pequeñas neuronas llamadas células granulosas (3-7 x 107/ mm3 de
tejido).
Célula granulosa (son como “postes”):
- Son numerosas neuronas pequeñas con el núcleo densamente teñido y escaso citoplasma.
- Sus axones se dirigen a la capa molecular donde se bifurcan en forma de t, tomando el nombre
“fibras paralelas”, se extienden por apróx. Un tercio de la extensión de la lámina.
- Hacen sinapsis con numerosas dendritas de las células de purkinje y células en cesta.
- Son excitatorias (tienen glutamato como nt).
- Recibe aferencias que vienen desde el exterior, las fibras musgosas, las cuales ascienden y hacen
sinapsis con las dendritas de las células granulares.
Glomérulos:
- Son condensaciones de dendritas de células granulosas + roseta terminal de fibras musgosas.
- Las rosetas liberan glutamato, por lo tanto, son excitadores.
Células de golgi:
- Son de gran tamaño, en comparación con la neurona granular.
- Es una neurona de asociación.
- Sus dendritas hacen contacto con las fibras paralelas de la capa molecular en la mayoría de los
casos, pero algunas dendritas hacen contacto con los glomérulos.
- Inhiben a los glomérulos (ya que su axón termina siempre en ellos, liberando GABA).
- Las fibra musgosa también se conecta con la fibra de golgi en su entrada, y al hacer esto, la
sobreexcitación que recibe la neurona de golgi hace que esta neurona se estimule, pasando el
umbral y se inhibe, no es excitadora, sino que inhibidora.
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2. Núcleos cerebelares
Núcleo fastigial:
- Es el núcleo más medial, se ubica prácticamente en el vermis cerebelar.
- Son 2, uno a cada lado.
- Pasan por él fibras vestíbulo cerebelares.
- Está conectado con las fibras del arquicerebelo, por lo tanto, tiene que ver con funciones de
equilibrio.
Núcleo globoso:
- Se encuentra lateral al núcleo fastigial.
- Tiene una forma de s en sentido anteroposterior, por lo tanto, al corte se ven como tres núcleos
separados, pero en realidad es uno solo.
- Recibe fibras paleocerebelares.
Núcleo emboliforme:
- Se ubica lateral al núcleo globoso.
- Hace las veces de émbolo sobre el núcleo dentado.
- Recibe fibras paleocerebelares.
Núcleo dentado:
- Está lateral al núcleo emboliforme.
- Es como la oliva bulbar, con un lado abierto que queda hacia medial.
- Es el más desarrollado, tiene relación con el neocerebelo.
- Es un neonúcleo, que está conectado con fibras que vienen de la corteza cerebral.
Los núcleos globoso y emboliforme, son núcleos que están relacionados con el paleocerebelo (en algunos
animales este núcleo es uno solo y se llama núcleo interpósito, o interpuesto).
Los cuatros núcleos del cerebelo tienen una conexión definida y muy bien determinada, es decir, no están
conectados al azar.
Sustancia blanca
Aferencias cerebelosas.
1. Fibras trepadoras:
- Se originan del complejo olivar inferior, es decir, de la oliva bulbar, a través del tracto
olivocerebeloso.
- Hacen sinapsis con dendritas de las neuronas de purkinje, estrelladas externas y en cesto. Estas
fibras, por lo tanto, atraviesan la capa granular, sin hacer sinapsis allí.
2. Fibras musgosas:
- Son todo el resto de las aferencias que vienen de otro lado que no sea el complejo olivar inferior.
Hacen sinapsis con dendritas de las neuronas granulares y estrelladas internas, es decir, llegan sólo
hasta la capa profunda.
- Aquí destacaremos la existencia del glomérulo cerebeloso, que corresponde a una fibra musgosa
que termina en roseta y se encuentra recubierta por tejido fibroso. En la roseta, hacen sinapsis:
dendritas de neuronas granulares y axones o dendritas de neuronas estrelladas internas.
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3. Fibras multilaminadas:
- Sinaptan con neuronas corticales y núcleos centrales, y se originan en lugares específicos que son:
- Hipotálamo.
- Núcleos del rafe, desde donde vienen fibras serotoninérgicas.
- Locus ceruleus, desde donde vienen fibras noradrenérgicas.
- Núcleos mesencefálicos, desde donde vienen fibras dopaminérgicas.
Eferencias cerebelosas.
La corteza cerebelosa envía todas sus eferencias por medio de las neuronas de purkinje hacia los núcleos
intracerebelosos. Estos núcleos a su vez, proyectan hacia el tronco cerebral y al diencéfalo a través de
diversos circuitos que transcurren por el pedúnculo cerebeloso superior.
Vía dentotalámica.
- Los núcleos dentados envían axones que transcurriendo por el pedúnculo cerebeloso superior, lugar
en que decusan al lado opuesto, terminan sinaptando en el tálamo (núcleo ventral lateral
principalmente). Luego los axones del tálamo ascienden por cápsula interna y corona radiada para
terminar en el área motora primaria de la corteza cerebral. Este circuito permite que el neocerebelo
de un lado influya en la actividad de la corteza motora del lado opuesto. Como la corteza motora a
su vez controla los movimientos voluntarios de las motoneuronas inferiores del lado contralateral,
se entiende que el hemicerebelo de un lado coordine la actividad muscular del mismo lado del
cuerpo.
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La corteza cerebelosa en realidad, cumple una función bien especial, que no es una función de aumentar,
sino que de regular, coordinar y manejar una situación, y no la de excitar o de estimular el funcionamiento
de una vía.
Mecanismo de regulación
- Cada fibra que ingresa al cerebelo, antes de llegar a la corteza, emite una colateral hacia un núcleo
central, estimulándolo, por ejemplo: una fibra musgosa excita a una neurona granular, y ésta, a
través de las fibras paralelas, estimula a neurona de golgi, purkinje y en cesto. Lo que sucede es
que, al estimularse la neurona en cesto, se vuelve a estimular la de purkinje, produciéndose una
sobreexcitación, que se traduce en inhibición (la neurona eferente de la corteza inhibe los núcleos
centrales), por lo tanto, podemos decir que la función del cerebelo es modular los movimientos
gruesos que envía la corteza cerebral.
- Si este proceso inhibitorio no existiera, realizaríamos movimientos entrecortados y bruscos: ataxia
cerebelosa.
En conclusión...
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Vestibulocerebelo
Colabora con los núcleos vestibulares en las funciones de mantenimiento del equilibrio y de ajuste del
reflejo vestibuloocular.
Las lesiones del vestibulocerebelo en un lado producen síntomas parecidos a las lesiones de los núcleos
vestibulares en el lado cotralateral. La razón de esto es que, puesto que la corteza del vestibulocerebelo
inhibe a los núcleos vestibulares ipsilaterales, la lesión del vestibulocerebelo produce hiperactividad
vestibular ipsilateral, que equivale a una lesión de los núcleos vestibulares contralaterales.
Espinocerebelo.
Incluye al vermis cerebeloso y la zona intermedia de los hemisferios cerebelosos. El vermis junto con el
núcleo fastigio se asocia a los movimientos axiales (del tronco y raíz de los miembros) y la zona
intermedia de los hemisferios junto con el núcleo interpósito se asocia a los movimientos la parte distal
de las extremidades.
El espinocerebelo se encarga de controlar la ejecución de los movimientos. Recibe información por las
vías espinocerebelosas de cómo se están realizando los movimientos, y si detecta que el movimiento
comienza a apartarse del objetivo deseado, envía señales correctoras. El núcleo fastigio envía las señales
correctoras al origen de las vías que controlan los movimientos axiales, que son la vestibuloespinal y
reticuloespinal, mientras que el núcleo interpósito envía señales correctoras al origen de las vías que
controlan los movimientos distales, que son la vía corticoespinal lateral y rubroespinal.
El espinocerebelo coordina la actividad de músculos agonistas y antagonistas durante los movimientos.
Regula la relajación del antagonista durante realización del movimiento, y también la contracción del
antagonista al final del movimiento para frenarlo cuando llega al objetivo.
Cerebrocerebelo.
Participa en la preparación del movimiento. Recibe información de la corteza, a través de los núcleos del
puente, acerca del movimiento que se desea realizar; elabora el plan motor, determinando qué
músculos hay que contraer y en qué secuencia para realizar ese movimiento; y envía ese plan motor a la
corteza motora, a través del tálamo, para que se ejecute.
El cerebrocerebelo es necesario para el aprendizaje de movimientos complejos (p. Ej. Aprender a tocar el
piano). También interviene en funciones cognitivas no relacionadas directamente con el movimiento.
Trastornos
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Apuntes extras
Introducción
El estudio de pacientes con enfermedades cerebelosas hereditarias o adquiridas ha mostrado una afección
importante en ciertas funciones nerviosas superiores. Casos de familias con degeneración cerebelosa
aunada a retraso mental muestran de forma consistente alteraciones graves cuantitativas y cualitativas en
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las células de la granulosa, así como en las células de Purkinje y en los núcleos olivares inferiores. El estudio
de familias con atrofia olivopontocerebelosa (AOPC), síndrome de Marinesco-Sjögren y gran cantidad de
ataxias hereditarias muestran resultados similares en cuanto a la presencia de retraso mental y trastornos
psiquiátricos [24-27]. A pesar de la detección de estas deficiencias en la literatura, era realmente muy poco
el énfasis en determinar la relación de la afección cerebelosa y la presencia de déficit cognitivos. Pacientes
con ataxias hereditarias con labilidad emocional, irritabilidad, pobreza de asociación de ideas y, en general,
con afección intelectual importante, también fueron descritos, alejándose un poco del contexto de
alteraciones mentales graves descritas en las enfermedades ce-rebelosas degenerativas que ponen de
manifiesto todos los rasgos clínicos considerados como típicos y tradicionales de un daño al cerebelo.
Uno de los estudios más amplios al respecto fue el llevado a cabo por Landis et al [28] en 1974. Estos
autores comunican hasta un 33% de trastornos mentales en su serie de pacientes con AOPC, en los cuales,
al ser evaluados con cuestionarios sobre inteligencia verbal y no verbal, se encontró una relación directa
entre la gravedad de la ataxia y los déficit cognitivos. Datos similares se detectan en series de pacientes con
ataxia telangiec-tasia [29]. Estudios de autopsia en pacientes con ataxia de Frie-dreich también muestran
una pérdida neuronal importante en la corteza cerebral aunada a la degeneración cerebelosa, con la
consecuente disminución de las funciones cognoscitivas [30].
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Desde el punto de vista motor, la descripción de las vías de conexión entre los diferentes núcleos del
cerebelo con numerosas áreas en el tallo cerebral y la corteza está muy bien determinada, ya que es la
parte anatómica y funcional del cerebelo más estudia-da y entendida.
La relación del cerebelo con los procesos cognitivos requiere también de un sustrato anatómico extenso
que explique la interconexión entre la corteza cerebral y cerebelo en el desarrollo de los diferentes
procesos mnésicos.
La principal vía de aferencia de la corteza cerebral al cerebelo es la vía córtico-ponto-cerebelosa que recoge
información proveniente de los lóbulos frontal, parietal, temporal e incluso de muchas áreas del sistema
límbico [1]. La vía corticopontina recoge aferencias de estas estructuras para hacer sinapsis en el puente,
pasar a través del pedúnculo cerebeloso medio contralateral y terminar en la corteza cerebelosa. Las
neuronas de las regiones basales del puente proyectan fibras de manera casi exclusiva al cerebelo con la
existencia de gran cantidad de interneuronas moduladoras, cuya actividad es motivo de estudio [42-46].
También existen proyecciones menores recíprocas del puente hacia los núcleos cerebelosos profundos y
toda la información de la sustan-cia gris pontina ventral se destina a los hemisferios del cerebelo. Es
precisamente esta interconectividad estrecha entre las fibras corticales en el puente y sus eferencias al
cerebelo uno de los puntos claves en el estudio de la regulación de procesos cognitivos [1,44,45].
Se piensa que existen regiones pontinas con función multimo-dal en cuanto a sus aferencias y eferencias
con el cerebelo, lo que explicaría muchas de las complejas interconexiones establecidas entre la corteza y el
cerebelo, con el puente como una zona de convergencia y regulación [47-50].
El estudio de diferentes lesiones en estos niveles y su correlación con daño cerebeloso ha llevado a conocer
numerosos síndro-mes clínicos enumerados en la tabla II.
La aferencia directa de todas estas áreas al cerebelo implica una relación muy estrecha de éste con las
principales partes de la corteza encargadas de llevar a cabo procesos cognitivos, no simplemente de
planificación motora, sino de aspectos más complejos como el procesamiento del lenguaje, la memoria y la
emotividad. La relación del sistema límbico con el cerebelo no es bien conocida aún, pero desempeña un
papel muy importante en los procesos de memoria, lo cual explica las alteraciones en procesos de
aprendizaje de secuencias motoras en las diferentes enfermedades cerebelosas.
La complejidad de las conexiones entre el cerebelo y la corteza se manifiesta en el estudio de lesiones
corticales. Según su localización, las lesiones corticales pueden originar una serie de síndromes
conductuales muy bien establecidos, pero en ningún momento afectan a la función motora del cerebelo, a
pesar de su conexión con éste. En cambio, las lesiones cerebelosas sí pueden afectar los procesos regulados
por las estructuras superiores, por lo que la modulación ejercida por el cerebelo debe ser mucho más
compleja de lo que los estudios anatómicos han alcanzado a determinar [73,74], y con un gobierno de estas
funciones por parte del cerebelo, el cual ejercería el control sobre las regiones corticales y no de forma
inversa.
La forma de lograr dicha modulación ha sido tema de numerosas teorías. Se ha tratado de explicar [73-75] el
aprendizaje motor y de coordinación según la citoarquitectura cerebelosa, donde complejos celulares
corticonucleares influyen e interac-túan con los diferentes sistemas neuronales relacionados con el
cerebelo. Es posible que dicho modelo de regulación pueda aplicarse a los procesos cognitivos mediante las
vías anatómicas ya comentadas. Tras la llegada al cerebelo de la información proveniente del sistema
límbico o de áreas de asociación, ésta se modula por mecanismos desconocidos para, posteriormente, re-
dirigirse a su sitio de origen con la expresión de la influencia cerebelosa.
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supratentoriales tal y como se ha propuesto en estudios similares de pacientes con enfermedades cere-
belosas degenerativas. A todos los enfermos se les realizaron numerosas pruebas sobre tiempos de reacción
en la realización de diferentes actividades motoras que implicaron el aprendizaje de secuencias complejas,
en comparación con el desempeño de seis sujetos control sanos. Los resultados mostraron un déficit impor-
tante en la capacidad de detectar la secuencia y conocerla sin que importara el sitio de lesión, puesto que
las que se presentaron de forma unilateral afectaron a ambas manos. Las ventajas de este estudio son
muchas, ya que las lesiones focales estudiadas ayudan a delimitar mucho más las regiones específicas del
cerebelo relacionadas con los procesos cognitivos, en especial, los casos de daño unilateral que mostraron
una representación motora bi-lateral; este hecho se encontró también en estudios de imagen funcional
[84,85], donde la activación cerebelosa fue bilateral independientemente de la mano con la cual se
ejecutara la tarea. Sin embargo, es interesante señalar que el hemisferio cerebeloso izquierdo se activa de
manera más importante en el aprendizaje de una tarea y disminuye tras el aprendizaje de la prueba. El
hemisferio cerebeloso derecho muestra áreas de activación en el núcleo dentado y áreas aledañas, tanto en
el aprendizaje de secuelas motoras como en la ejecución de dichas tareas, cuando ya se han aprendido.
También se apreció que los sujetos con lesio-nes del hemisferio cerebeloso izquierdo realizaron las tareas
motoras peor que quienes presentaban lesiones derechas; ello podría indicar un predominio funcional
izquierdo en las tareas de aprendizaje. En general, la capacidad de reconocer una se-cuencia motora fue la
más afectada y se conservó la realización de la misma una vez aprendida.
Este es un hallazgo significativo, pues indica que el cerebelo tiene una función mayor en la detección y
ordenamiento de una serie de eventos, que en su simple ejecución mecánica. Al realizarse en sujetos sanos
RMf y de PET, se comunica una activación del cerebelo durante la detección y discriminación de secuencias
motoras [86]. Los estudios funcionales realizados por Rae et al [87] con espectroscopía por RMf, junto con
pruebas neuropsico-lógicas en 16 pacientes con enfermedad de Wilson en comparación con 48 controles
sanos, muestran una disminución importan-te del N-acetil-aspártico (NA) en el cerebelo, correlacionada con
la capacidad de resolver las pruebas aplicadas. La disminución de NA se acompaña de un descenso de la
capacidad cognitiva, con valores muy bajos, en sujetos con retraso psicomotriz (CI menor de 80) [88] y con
una relación directa entre sus niveles y la capacidad de realizar pruebas para la medición de inteligencia en
pacientes con epilepsia del lóbulo temporal [89]. En su estudio se encuentra una relativa preservación de la
masa neuronal con la detección de una alteración bioquímica como la principal responsable de la disfunción
del cerebelo y de las alteraciones en la velocidad de procesamiento de la información [87].
Estudios recientes han mostrado que las regiones laterales de los hemisferios cerebelosos están
íntimamente relacionadas con la ejecución de procedimientos aprendidos que desempeñan un papel
primordial en el aprendizaje de los mismos [1,90]. Otras funciones relacionadas con la memoria que se ven
afectadas en sujetos con enfermedades cerebelosas ya sean adquiridas o hereditarias son la percepción de
la velocidad y el tiempo, la planificación motora anticipada, la ideación, así como la atención selectiva entre
diferentes modalidades sensoriales con respecto a distractores, todas ellas similares a un síndrome frontal,
pero con lesión cerebelosa única [91-93]. Las vías involucradas en estos procesos son la neocórtico-ponto-
cerebelosa y la dento-tálamo-neocortical [13].
La afección de la memoria motora en pacientes con lesiones cerebelosas es controvertida por la realización
de pruebas de memoria en sujetos con ataxia tipo Friedreich y otras enfermedades degenerativas del
cerebelo, en las que se ha detectado una demencia subcortical con cambios por imagen objetivos en
hemisferios cerebrales; por ello, se ha propuesto una afección más amplia del proceso degenerativo, que la
únicamente presente en cerebelo [94-96].
Sin embargo, el estudio de enfermedades ‘puramente’ cerebe-losas (atrofia cerebelosa cortical y AOPC), sin
evidencia por imagen de afección de otras estructuras supratentoriales, ha demostrado que los sujetos
presentan coeficientes intelectuales normales (cercanos a 100), pero dificultades importantes para la
realización de pruebas que requieren de reconocimiento motor así como de otras funciones ejecutivas. Los
pacientes mostraron la misma desenvoltura que los sujetos normales para realizar pruebas de memoria
automática o implícita. Ello lleva a concluir que todos aquellos procesos de memoria automáticos en los que
no interviene ninguna actividad cognitiva consciente son realizados de forma adecuada por pacientes con
daño cerebeloso, mientras que pruebas que requieren de un aprendizaje y memoria motora reciente se ven
claramente afectados. También la velocidad para procesar información es significativamente menor en los
afectados. La fluidez del lenguaje también se ve alterada en enfermedades cerebe-losas [97], lo cual es
atribuible a déficit en la planificación y organización cognitivas [98].
Los errores de iniciación y perseveración motora se han atribuido tradicionalmente a alteraciones
prefrontales, pero los hallazgos en numerosos pacientes con afección cerebelosa indican que los errores
cometidos son muy similares a los de un síndrome frontal puro; ello es sugestivo de una interrupción de
17
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complejas vías de interconexión entre estas estructuras, con un papel fundamental del cerebelo en la
realización de dichas tareas. Los resultados son más evidentes cuando las pruebas se alargan, ya que se
muestran más errores en la ejecución, mientras mayor sea el tiempo de duración de la tarea, lo cual es una
evidencia más de la dificultad para realizar esfuerzos mentales sostenidos, con un déficit privativo de
funciones ejecutivas.
EL CEREBELO EN LA ADQUISICIÓN Y DISCRIMINACIÓN DE LA INFORMACIÓN SENSITIVA
El cerebelo recibe información de prácticamente todos los sistemas sensoriales [1] y se activa con estímulos
sensoriales [36]. La discriminación de la capacidad sensitiva del cerebelo con respecto a la motora es difícil
de determinar, puesto que el comportamiento motor es guiado por la adquisición de información sensorial
(características de un objeto, coordinación, tono, etc.) que modulan la conducta motora.
Para diferenciar ambas modalidades, Gao et al [99] midieron la actividad en el núcleo dentado de seis
sujetos control sanos que, tras recibir estímulos cutáneos diferentes (goma, lija), debían discriminar los
estímulos sin emitir respuesta (sólo pensándola), así como mediante la realización de diferentes actividades
motoras sencillas que involucraban el movimiento de los dedos. La discriminación sensorial produjo una
activación del núcleo dentado mucho mayor que la simple actividad motora; de la misma manera, cuando la
actividad motora se aunaba a la adquisición de información sensorial la activación fue aún mucho mayor.
Estos hallazgos indican una actividad cerebelosa estrechamente relacionada con procesos de adquisición y
discriminación de información sensorial, con la finalidad de proveer un mejor control de las actividades
motoras.
CEREBELO Y LENGUAJE
La relación del cerebelo con la producción lingüística –y no con la articulación motora del mismo– se ha
documentado en diversos casos de lesiones cerebelosas agudas (infartos, lesiones por virus del sida) y
presenta diversos grados de afección que van desde errores en la composición sintáctica hasta incluso la
disartria grave y el mutismo [100-102].
Existe evidencia de afección cognitiva lingüística posterior a infartos hemisféricos cerebelosos [103]. En este
caso se documentó una pérdida importante de la estructura del lenguaje con agra-matismo y numerosos
errores por omisión de vocablos así como en la conjugación de verbos. El agramatismo se ha interpretado
como un proceso adaptativo por déficit en el sistema lingüístico mental, el cual no depende del
conocimiento sintáctico sino de una representación e ideación mental de los morfemas que requiere de la
memoria, con la consecuente desintegración del sentido de las frases. Se piensa que las operaciones
sintácticas complejas se representan en las áreas de asociación posteriores y necesitan una modulación
temporal proporcionada por un sistema complejo, en el cual interviene el cerebelo (más específicamente, el
hemisferio cerebeloso contralateral).
Así como el cerebelo interviene en el control de movimientos para hacerlos precisos, es posible que tenga
una función semejante en el procesamiento temporal del lenguaje con la representación mental de la
estructura de las frases.
Los estudios de imagen funcional han mostrado también datos concretos sobre la relación del cerebelo con
los procesos cogniti-vos relacionados con el lenguaje. Los estudios de RMf, PET y de flujo sanguíneo cerebral
[104] demuestran la participación de estructuras cerebelosas en procesos como la asociación de palabras
con su utilización, cálculos aritméticos mentales, estereoagnosia y procesos asociativos durante el
aprendizaje [104]. Las áreas infero-laterales del cerebelo tienen una activación importante en los procesos
motores cognitivos. Alteraciones importantes del lenguaje también se han documentado con posterioridad
a la realización de cirugías de fosa posterior [104].
Mariën et al [104] describen un caso de afasia expresiva acompañado de agramatismo en una mujer
afectada por un evento vascular cerebeloso hemisférico derecho. Esta paciente mostró alteraciones en la
comprensión verbal, fragmentación del lenguaje oral con descomposición de ideas, perseverancia,
disminución de la producción del lenguaje, pérdida de artículos con lenguaje telegráfico y alteraciones en la
conjugación y uso de género. A pesar de tener una recuperación parcial al cabo de un año, persistieron
alteraciones de afasia dinámica y agramatismo.
Los estudios de tomografía computarizada por emisión de fotón simple (SPECT) mostraron una
hipoperfusión en el hemisferio cere-beloso derecho, así como en las regiones parieto-occipitales derecha e
izquierda, giro frontal medio, precentral y poscentral. Todas estas áreas tienen activación a los estímulos
psicológicos y su hipofunción fue una evidencia directa de la conexión con el cerebelo.
La presencia de lesión cerebelosa derecha con hipoperfusión del giro frontal medio e inferior y las
alteraciones ya descritas en el lenguaje se han denominado diasquisis cruzada cerebelo-cere-bral, y de ella
existen numerosas documentaciones clínicas y por imagen en la literatura [100-104].
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Silvieri et al [103] proponen que las operaciones morfosintác-ticas están reguladas por regiones corticales
cerebrales hemisféricas izquierdas posteriores, y que el cerebelo contralateral tiene la función de controlar
aspectos dinámicos relacionados con el tiempo y velocidad de producción del lenguaje.
Ackermann et al y Mariën et al [100,104] sostienen que la afasia dinámica producida por daños en el
hemisferio cerebeloso derecho es de localización típica prefrontal.
Las regiones laterales del cerebelo tienen conexiones con los núcleos ventro-laterales del tálamo y, de ahí,
con diferentes regiones del lóbulo frontal (áreas 4 y 6 de Brodman), así como con el área de Broca en la
corteza prefrontal inferior.
Leiner et al [105] proponen la existencia de una activación simultánea de las regiones infero-laterales del
cerebelo con el área 45 de Broca para la modulación del lenguaje.
Se desconoce aún la forma en que el cerebelo modula la conducta. Se ha postulado que el cerebelo puede
servir de conexión entre los actos motores y la expresión del estado de ánimo, así como de motivación
inconsciente, en relación estrecha con el lenguaje paraverbal. De la misma manera que regula la velocidad,
la fuerza, el ritmo y la precisión de los movimientos, el cerebelo podría también controlar la capacidad,
consistencia y velocidad de los procesos cognitivos, mediante la normalización y equiparación de la realidad
con la percepción de la misma y corrigiendo errores de pensamiento y comportamiento presentando al
dañarse una dismetría del pensamiento [1] con falta de unidad entre el pensamiento y el comportamiento.
CONCLUSIONES
A medida que se ha incrementado el perfeccionamiento de los estudios de imagen mediante el
refinamiento de las diferentes pruebas neuropsicológicas, son cada vez más evidentes las alteraciones
cognitivas detectadas en pacientes con enfermedades que comprometen la función cerebelosa.
El antiguo esquema concebido sobre el cerebelo como un órgano únicamente relacionado con aspectos
motores tiende a desaparecer para colocarlo como una región de regulación y co-ordinación esencial entre
las diferentes estructuras encefálicas a nivel cognitivo, sensitivo y motor.
Los estudios de imagen funcional muestran no sólo la activación del cerebelo en tareas puramente mentales
sin componente motor, sino que también señalan conceptos funcionales novedosos como el cambio en la
activación basada en el aprendizaje de la tarea, el grado de activación según la complejidad de la actividad y
la influencia bilateral de cada hemisferio sobre las funciones de cada mano con un dominio hemisférico,
todas ellas signo de una profunda complejidad y especialización neuronal dentro del cerebelo.
El conocimiento de la existencia de regiones especializadas en ciertas tareas cognitivas específicas como el
núcleo dentado y las regiones laterales de los hemisferios cerebelosos, así como el concepto del dominio
hemisférico cerebeloso izquierdo sobre determinadas funciones, pone de manifiesto la necesidad de inves-
tigar con mayor precisión todas estas vías con el fin de evitar cualquier tipo de lesiones cerebelosas a las
que anteriormente se les restaba importancia (lesiones quirúrgicas, intoxicaciones con alcohol y ciertos
fármacos, etc.), lo cual resultaría en un mejor devenir clínico de los pacientes afectados.
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Resumen. Objetivo. Revisar los principales procesos cognitivos regulados por el cerebelo así como los
circuitos anatómicos involucrados con su correlación clínica. Desarrollo. El cerebelo es considerado en forma
general como un regulador de las funciones motoras con un papel clave en la coordinación del movimiento.
La evidencia clínica de la relación del cerebelo con funciones nerviosas consideradas como típicamente
corticales está dada por las múltiples alteraciones neuropsicológicas detectadas tanto en enfermedades
degenerativas del cerebelo como en daño agudo al mismo por eventos vasculares cerebrales, trauma y
cirugía. Existen circuitos anatómicos entre el cerebelo con prácticamente todas las áreas básicas a nivel
cortical y sistema límbico, con la región ventral del puente como principal centro de relevo de la aferencia y
eferencia de todas estas vías. Las estructuras filogenéticamente más antiguas del cerebelo como el lóbulo
floculonodular, vermis, núcleos fastigiales y globoso tienen una relación estrecha en el control de emociones
y manifestaciones autonómicas, mientras que las áreas más complejas y evolucionadas están involucradas
con el aprendizaje, la planificación motora y el lenguaje. Los estudios de imagen funcional han ayudado a
corroborar la relación del cerebelo con procesos de memoria, y han encontrado una activación selectiva de
las regiones laterales durante el aprendizaje activo. Se han descrito numerosos síndromes cognitivos en
relación con daño cerebeloso, como alteraciones semejantes a síndromes frontales, deficiencias de memoria,
afasia e incluso una posible dismetría del pensamiento con una incoordinación entre la velocidad de los
procesos mentales y su ejecución motora. Conclusiones. Todos los datos aportados por estudios clínicos y
funcionales indican que el cerebelo tiene una función coordinadora central no sólo del movimiento sino
también de la regulación del pensamiento, por lo que el cerebelo debe ser reevaluado como un sistema
neuronal complejo muy a la par de las estructuras corticales más avanzadas [REV NEUROL 1999; 29: 1075-
82]. Palabras clave. Afasia cerebelosa. Cerebelo. Cognición. Memoria. Planificación.
Estructura y función del cerebelo
J.M. Delgado-García
INTRODUCCIÓN
Si se observa con detenimiento el comportamiento motor de los vertebrados puede concluirse, en una
primera instancia, que las diversas especies alcanzan un alto grado de perfección en la elaboración de sus
actos motores, con un orden creciente de coordinación y armonía –incluso de belleza formal–, a lo largo de
la escala evolutiva. Por ejemplo, aunque animales como los lagartos, las gallinas y los linces son capaces de
desplazarse por la superficie terrestre, no todos lo hacen con la misma habilidad y elegancia. El cerebelo es
una porción significativamente importante del sistema nervioso central (SNC) de los vertebrados a la que se
le supone una participación importante en la ejecución de actos motores eficaces y ajustados. En esta
revisión se describe su anatomía y organización celular, las vías nerviosas que entran y salen de él, las
funciones que se le atribuyen y el déficit funcional que se produce por su lesión experimental o patológica.
El término latino cerebellum significa ‘pequeño cerebro’, lo que sugiere que los anatomistas clásicos lo
consideraron comouna especie de añadido, de menor tamaño, al cerebro principal. Desde el punto de vista
de la organización del SNC, el cerebelo se sitúa en una posición marginal con respecto a los grandes centros
y vías sensoriales y motores. De ahí que, de siempre, al cerebelo se le haya supuesto una función
coordinadora o reguladora de los actos motores en realización o en preparación, pero no la de un elemento
neuronal iniciador del movimiento. Su papel sería dar continuidad, suavidad y armonía al comportamiento
motor. Su lesión total o parcial perturba esta función de coordinación motora y produce, por lo tanto,
alteraciones en la postura y el movimiento. Recientemente se ha extendido esta función reguladora a los
procesos de carácter perceptivo y cog-nitivo. De este modo, el cerebelo se contempla hoy como una
estructura especializada en la regulación de funciones percep-tivas, cognitivas y motoras generadas en otras
porciones del sistema nervioso [1-3].
El cerebelo es un centro nervioso impar que se sitúa a hor-cajadas sobre el tronco del encéfalo, apoyado en
tres pedúnculos cerebelosos (superior, medio y inferior) por los que se conecta con el resto del cerebro. En
los mamíferos, el cerebelo está formado por una sucesión de folios o láminas, que se repiten de delante a
atrás como las páginas de un libro, y emplazado transversamente al eje longitudinal del tronco encefálico.
Las dimensiones relativas del cerebelo crecen enormemente con el proceso evolutivo. Por ejemplo, la
superficie extendida del cerebelo en la rana representa unos 10 mm2, mientras que en el hombre alcanza
unos 50.000 mm2. Si se desplegase la superficie foliar del cerebelo humano en el eje anteroposterior sería
como una lámina de un metro de longitud y unos 50 mm de ancho [4].
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La organización neuronal del cerebelo es peculiar por varias razones. En primer lugar, aunque el cerebelo
representa tan sólo un 10% del peso del encéfalo, contiene la mitad del total de neuronas de éste. Por otra
parte, podría afirmarse que la organización celular de la corteza cerebelosa es casi cristalina, pues mantiene
una disposición y conectividad que se repite sin apenas variación desde los vertebrados más primitivos. Así,
cada zona discreta del cerebelo presenta la misma disposición celu lar; lo que varía es la procedencia de las
vías aferentes y el destino de las eferentes. Esta regularidad estructural, en la que sólo se modifica el origen
y destino de las señales neuronales, sugiere que el cerebelo es un órgano especializado en el análisis de la
información eléctrica neuronal, independientemente del uso o función de ésta.
El cerebelo recibe información procedente de receptores de la piel, articulaciones, músculos, aparato
vestibular y ojos en relación con el movimiento realizado, así como de la corteza cerebral motora en
relación con los planes motores. A su vez, el cerebelo proyecta a centros motores del tronco del encéfalo
(núcleo rojo, formación reticular, núcleos vestibulares, etc.) y a la corteza motora. En primates, la porción
más moderna del cerebelo (o neocerebelo) está interconectada con áreas corticales relacionadas con
funciones perceptivas, cognitivas y emotivas. Conviene recordar que el carácter regulador del cerebelo no
se circunscribe a las funciones de la musculatura estriada. Por ejemplo, el cerebelo se desarrolla
extraordinariamente en mamíferos marinos (ballenas, delfines), sobre todo en sus porciones relacionadas
con la regulación de funciones vegetativas (circulación sanguínea, respiración) implicadas en los
mecanismos de adaptación a la inmersión .
La lesión del cerebelo no produce alteraciones sensoriales o parálisis motoras evidentes, pero sí trastornos
notables en la eje-cución del movimiento. Desde el punto de vista funcional, se supone que el cerebelo es la
estructura nerviosa encargada de la coordinación y ordenación de los actos motores. Existen diversas
propuestas acerca del modo en que el cerebelo regula las funciones motoras, las cuales pueden resumirse
en dos teorías antagónicas. Una supone que el cerebelo es un centro que ‘organiza’ el movimiento, por lo
que su lesión lo desorganiza; de ahí el término ataxia (sin orden) que sustantiva al síndrome cerebeloso.
Según la otra teoría, el cerebelo es un centro que, fundamentalmente, se encarga de ‘reforzar’ el
movimiento; en este caso, su lesión produce errores en la interacción secuencial de músculos agonistas y
antagonistas, cuyo resultado será la discontinuidad y desarmonía en el acto motor [2,7,8].
La literatura científica sobre el cerebelo es abundantísima, por lo que me limito a indicar los artículos
originales y revisiones utilizadas en la preparación de este texto. A efectos orientativos, se indican algunos
libros y revisiones recientes.
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desarrollo en sus porciones laterales y forman gran parte de los denominados hemisferios cerebelosos,
como se observa en el primate adulto. El espectacular desarrollo del neocerebelo ocurre en pa-ralelo al de
la corteza cerebral en los mamíferos. De acuerdo con lo indicado, las aferencias principales que llegan al
neocerebelo proceden de dicha corteza, a través del haz córtico-ponto-cerebe-loso. Esta proyección del
cerebro al cerebelo debe tener una importante función, desconocida por ahora, ya que dicho haz está
formado en el hombre por unos 20 millones de axones, mientras que, en comparación, el nervio óptico está
compuesto por un millón de fibras [4]. Además de la información procedente de la corteza cerebral, el
neocerebelo recibe aferencias de origen espi-nal, visual y acústico. Dada su conectividad, se supone que el
neocerebelo se ocupa de la coordinación de los distintos grupos musculares para la realización de
movimientos finos y precisos, con un alto grado de complejidad y/o en la ‘comparación’ entre las órdenes
motoras procedentes de la corteza cerebral con su resultado motor.
A la sistematización macroscópica del cerebelo en lóbulos transversales descrita hasta aquí se puede
contraponer una dispo-sición o diferenciación longitudinal en zonas o bandas sagitales, es decir, que se
extienden en paralelo a la línea media. Esta dife-renciación longitudinal no es observable
macroscópicamente, pero sí mediante técnicas inmunohistoquímicas o con el estudio de la expresión de
proteínas específicas. Dicha diferenciación longitudinal es interesante al considerar tanto la disposición de
las pro-yecciones de la corteza cerebelosa a los núcleos situados en la profundidad del cerebelo, como la
organización de la proyeccio-nes a la corteza procedentes de la oliva inferior. De hecho, este orden de
conectividad entre las proyecciones de la oliva cerebral a regiones discretas longitudinales de la corteza
cerebelosa y de ésta a los núcleos profundos del cerebelo puede que tenga una importancia fundamental
en el procesamiento de la información eléctrica neuronal que se realiza en cada módulo o zona funcional
del cerebelo [3].
De todos los tipos neuronales que componen la corteza del cerebelo, sólo los axones de las células de
Purkinje salen de la misma. Los axones de cada zona del cerebelo proyectan sobre un núcleo cerebeloso
distinto. A su vez, de los núcleos del cerebelo parten vías nerviosas hacia distintas estructuras del tronco del
encéfalo y del tálamo. El arquicerebelo proyecta sobre los núcleos vestibulares, que pueden considerarse
como núcleos cere-belosos localizados fuera del cerebelo. En los felinos hay una importante proyección de
las neuronas de Purkinje localizadas en los lóbulos anteriores (I-V) hacia el núcleo vestibular lateral, que no
está presente en primates. La porción más medial del paleoce-rebelo y del neocerebelo (vermis cerebeloso)
proyecta al núcleo fastigial, el cual ocupa una posición medial en el centro del cerebelo. La banda de
cerebelo inmediatamente contigua al vermis (región paravermal o paravermis) proyecta fundamentalmente
al núcleo interpósito, que se divide en globoso (anterior) y emboliforme (posterior) en el hombre. Por
último, los hemisferios cere-belosos proyectan al núcleo dentado, u oliva cerebelosa, que es el que ocupa
una posición más lateral en el centro del cerebelo. Así pues, las proyecciones de la corteza cerebelosa
siguen una distribución longitudinal a lo largo de los folios, mientras que éstos presentan una disposición
macroscópica transversal en el eje ros-trocaudal .
Al cerebelo llega información neuronal de ambos extremos del sistema nervioso, es decir, tanto de los
receptores sensoriales como de la corteza cerebral. Estas señales aferentes entran en el cerebelo en forma
de haces o vías nerviosas procedentes de la médula espinal, del tronco del encéfalo y de la corteza cerebral.
A su vez, el cerebelo proyecta tanto a centros motores localizados en el tronco del encéfalo, como a
diversas zonas de la corteza cerebral. La proporción de fibras axonales que entran y salen del cerebelo es
del orden de 40:1, lo que sugiere que en éste se lleva a cabo un complejo proceso de elaboración de la
información neuronal difícil de explicar -de momento- en términos funciona-les [4,9,10,15-17]. Las vías
aferentes llegan al cerebelo principal-mente por el pedúnculo medio, algo menos por el inferior y, en menor
grado aún, por el superior. Por el contrario, las vías eferen-tes salen del cerebelo por el pedúnculo superior
y, en menor grado, por el inferior.
Vías aferentes al cerebelo
El tracto o haz espinocerebeloso dorsal (o posterior) procede de la médula espinal y se origina en las
columnas de Clarke (niveles T1 a L2) del lado homolateral. Este haz lleva información proce-dente de los
propioceptores musculares (husos musculares y órganos tendinosos de Golgi), de los receptores articulares
y de mecanorreceptores cutáneos de bajo umbral, es decir, información ‘posterior’ al movimiento. También
aporta información de carácter polisináptico global. Este haz termina fundamentalmen-te en el vermis y el
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paravermis. El haz cuneocerebeloso lleva al cerebelo una información similar a la del haz espinocerebeloso
dorsal, pero procedente en este caso de la cara, el cuello y los miembros superiores. Ambos tractos
penetran en el cerebelo por el pedúnculo inferior.
El haz espinocerebeloso ventral (o anterior) se origina en la médula espinal, en la lámina VII del asta dorsal
homolateral. Sus axones cruzan dos veces la línea media hasta terminar en el ver-mis y paravermis del
mismo lado, y entran en el cerebelo por el pedúnculo cerebeloso superior. Este haz lleva información de las
órdenes motoras en elaboración en los circuitos propioespinales, es decir, información ‘previa’ al
movimiento.
El haz tectocerebeloso procede de los tubérculos cuadrigéminos y lleva al cerebelo información visual y
acústica. Esta proyec-ción se dirige fundamentalmente al paravermis de los lóbulos VI y VII, aunque
información visual relacionada con el movimiento ocular llega también al lóbulo noduloflocular y a
determinadas porciones del vermis anterior (lóbulos I-V) y posterior (lóbulos VIII-IX).
Existen diversas rutas indirectas por las que llega información a la corteza cerebelosa procedente de la
médula espinal y del tronco del encéfalo. Entre estos tractos destaca el haz olivocere-beloso que se origina
en el lado contralateral y que penetra en el cerebelo por el pedúnculo cerebeloso inferior. La oliva inferior
recibe aferencias de origen espinal (propioceptivas y cutáneas), así como del núcleo rojo parvocelular, de la
corteza cerebral, de los ganglios basales y de diversos núcleos troncoencefálicos (trigémino, núcleos
preópticos, etc.). Se ha propuesto que la oliva inferior desempeña un papel importante como marcapasos o
cro-nometrador en la secuencia de activación de músculos agonistas y antagonistas para el desarrollo
armónico del acto motor, o, por el contrario, que indica al cerebelo el error cometido en un determinado
movimiento al objeto de poder corregirlo en siguientes repeticiones del mismo.
Otras vías de entrada al cerebelo de procedencia indirecta son las originadas en los núcleos cervical central,
reticular lateral y perihipoglósicos, así como en determinadas regiones de la forma-ción reticular
paramediana pontobulbar. La función de estos circuitos es poco conocida en la actualidad. Por ejemplo, el
núcleo reticular lateral recibe aferencias propioceptivas y cutáneas, a la vez que colaterales de vías
descendentes, como del tracto ru-broespinal. A su vez, el núcleo reticular lateral proyecta al vermis y al
paravermis.
La corteza cerebral informa al cerebelo de los planes motores que en ella se elaboran a través del haz
córtico-ponto-cerebeloso. Estas fibras provienen de la corteza cerebral por el tracto pirami-dal y hacen
sinapsis, en los núcleos del puente, con neuronas que proyectan principalmente a los hemisferios
cerebelosos del lado contralateral.
Todas las vías aferentes al cerebelo, con la excepción de la olivocerebelosa, terminan en la capa granular de
la corteza cerebelosa en forma de fibras musgosas, donde hacen sinapsis excitadoras con las dendritas de
las células de los granos. Por el contrario, la oliva inferior proyecta a la corteza cerebelosa mediante axones
que forman las denominadas fibras trepadoras. Las fibras trepadoras se extienden hasta la capa molecular
de la corteza cerebelos, donde se encuentran las dendritas de las células de Purkinje, por las que trepan a lo
largo de sus ramificaciones primarias. Cada célula de Purkinje recibe una sola fibra trepadora, aunque una
neurona de la oliva inferior suele proyectar unas 8-10células de Purkinje localizadas normalmente en la
misma banda o zona longitudinal [1,5,13,14].
Tanto las fibras musgosas como las trepadoras envían colaterales a las neuronas de los núcleos cerebelosos,
sobre las que también proyectan las células de Purkinje relacionadas con dichas fibras aferentes. Esta
peculiar conectividad caracteriza la organización interna de los circuitos cerebelos, los cuales -de acuerdo
con lo dicho- se organizan en módulos o elementos fun-cionales relativamente independientes, aunque
contiguos. En cualquier caso, conviene recordar que la densidad de las colaterales axónicas que las fibras
musgosas y trepadoras envían a los núcleos cerebelosos es muy baja en relación con la enorme proyección
de fibras que se dirige a la corteza cerebelosa.
Otras dos fuentes de fibras nerviosas aferentes a la corteza y/o núcleos del cerebelo procede del locus
coeruleus (vía nora-drenérgica) y de los núcleos del rafe (vía serotoninérgica). Estas vías aferentes se han
relacionado con funciones relativas al nivel de alerta o atencional (locus coeruleus) y con la regulación de la
circulación sanguínea en el microambiente local (núcleos del rafe).
Vías eferentes del cerebelo
Como se explica más adelante, la célula de Purkinje ejerce una acción inhibidora sobre las neuronas de los
núcleos cerebelosos sobre las que proyecta. Por el contrario, las neuronas de los núcleos cerebelosos son
excitadoras sobre sus neuronas diana del tronco del encéfalo y del tálamo, con la excepción, hasta ahora, de
la proyección de los núcleos cerebelosos sobre las neuronas de la oliva inferior, que es inhibidora.
En los felinos, células de Purkinje del arquicerebelo y pa-leocerebelo proyectan directamente a los núcleos
vestibulares –en especial al lateral– y a la formación reticular, de manera que ejercen una acción
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moduladora o reguladora sobre las vías vestíbulo-espinales y retículo-espinales. Se entiende así la hiperto-
nía de extensores que se produce por lesión del vermis anterior en dichas especies, consiguiente a la
liberación de la vía vestíbulo-espinal lateral de la acción inhibidora directa procedente de las células de
Purkinje del vermis cerebeloso, lo que no ocurre en humanos.
El núcleo fastigial del cerebelo proyecta de modo homolate-ral y/o contralateral a numerosas estructuras
troncoencefálicas, como la formación reticular pontobulbar y los núcleos vestibulares; por ello, al igual que
la vía eferente anteriormente descrita, actúa a través de las vías descendentes vestíbulo-espinales y re-
tículo-espinales, regulando los reflejos posturales, sobre todo en referencia a la musculatura proximal. Así,
el núcleo fastigial y, a través suyo, el vermis cerebeloso influencian principalmente los sistemas motores
descendentes mediales [1,5,18].
El núcleo interpósito del cerebelo proyecta por el pedúnculo cerebeloso superior a la porción magnocelular
del núcleo rojo contralateral, por lo que tiene una influencia directa sobre la vía rubroespinal. Parte de las
neuronas del núcleo interpósito proyectan también a determinados núcleos mesencefálicos (sustancia gris
central, núcleo de Darkschewitsch, etc.), así como al núcleo ventrolateral del tálamo contralateral. Este
último proyecta a la corteza motora primaria relacionada con el control motor de las extremidades. A través
de la rama descendente del pedúnculo cerebeloso superior, los axones procedentes de neuronas del núcleo
interpósito alcanzan el núcleo accesorio medial de la oliva inferior contralateral. Por lo dicho, el núcleo
interpósito y el pa-ravermis que proyecta sobre él influencian particularmente los sistemas motores
descendentes laterales [1,2,5,16,18].
Por último, el núcleo dentado proyecta a la región caudal del núcleo ventral lateral del tálamo contralateral;
éste, a su vez, proyecta principalmente a la corteza motora primaria. La vía den-to-talámico-cortical alcanza
también, en menor grado, áreas específicas de la corteza motora suplementaria (SMA, del inglés
Suplementary Motor Area) y de la corteza premotora (PMA, del inglés Premotor Area). Una parte de la
proyección del núcleo dentado se dirige a la porción parvocelular del núcleo rojo con-tralateral. Finalmente,
el núcleo rojo parvocelular proyecta a la oliva inferior de su mismo lado, cerrando así un circuito dento
rubro-olivo-cerebeloso. Por lo tanto, la actividad funcional del núcleo dentado y del neocerebelo se
relaciona principalmente con la corteza cerebral y no directamente con las vías motoras descendentes
[1,2,5,16].
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La capa intermedia entre la molecular y la de los granos está formada por los somas de las células de
Purkinje, que se disponen de forma ordenada siguiendo el contorno de la superficie de cada folio. Son
somas de gran tamaño (20-40 mm) y de ellos parten los árboles dendríticos hacia la capa molecular. El axón
de la célula de Purkinje se dirige a través de la capa de los granos hacia la sustancia blanca que ocupa la
porción central del folio hasta alcanzar los núcleos cerebelosos. Por lo tanto, los axones de las células de
Purkinje representan la única salida de la corteza del cerebelo.
La capa de los granos, situada inmediatamente por debajo de los somas de Purkinje, está formada
principalmente por las célu las granulosas, de tamaño pequeño (5-10mm), pero tan numero-sas (5x1011 en
el hombre) que representan la mitad del total de neuronas del SNC. Estas células son el origen de los axones
ascendentes hacia la capa molecular para formar las fibras paralelas. Las dendritas (4-5 por célula) de las
células granulosas hacen sinapsis en las terminaciones engrosadas (rosetas) de las fibras musgosas y forman
los glomérulos característicos de la capa de los granos. Los axones de las células de Golgi terminan también
en los glomérulos y hacen sinapsis sobre las dendritas de los granos. En la capa de los granos existen otros
dos tipos celulares poco conocidos en sus aspectos electrofisiológicos: las células de Lugaro y las células en
cepillo. A las primeras se les supone una función similar a las células de Golgi. Por su parte, las células en
cepillo reciben aferentes de las fibras musgosas y proyectan a su vez en forma de fibras musgosas sobre las
dendritas de las células de los granos. Es peculiar que las células en cepillo sólo se encuentran en los lóbulos
I, IX y X de los mamíferos [19].
CIRCUITOS CEREBELOSOS
Hay que considerar los circuitos neuronales que se establecen en la corteza cerebelosa y aquellos otros que
tienen lugar en los núcleos profundos del cerebelo. También hay que tener en cuenta las características
electrofisiológicas y la sinaptología de las proyecciones de los núcleos cerebelosos a las distintas estructuras
troncoencefálicas y talámicas.
Circuitos corticales
De acuerdo con lo comentado hasta el momento, hay dos tipos de aferentes principales a la corteza del
cerebelo: las fibras musgosas y las fibras trepadoras, y una sola vía de salida: la formada por los axones de
las células de Purkinje. El procesamiento de la infor-mación neuronal que tiene lugar en la corteza
cerebelosa es bas-tante complejo, dada la variada conectividad entre los distintos tipos neuronales
presentes en ella, la diversidad de mensajes afe-rentes y los diversos circuitos que se establecen desde un
punto de vista funcional. Hay dos aspectos básicos que conviene tener presentes al considerar la
organización funcional de la corteza cerebelosa en el ámbito celular y con respecto a su microcircui-tería. En
primer lugar, todos los elementos neuronales presentes en la corteza cerebelosa (células de Purkinje,
estrelladas, en cesto y de Golgi) son de tipo inhibidor, salvo las células de los granos, que son excitadoras.
En segundo lugar -y como se sugirió en la Introducción-, la corteza cerebelosa se organiza en pequeños
módulos funcionales, que se repiten a lo largo de toda su extensión. La circuitería interna de cada módulo
es similar, así que la única diferencia es el distinto origen de sus vías aferentes y el destino final de sus
eferencias.
La activación de las fibras musgosas produce la excitación de las células de los granos por medio de un
neurotransmisor que se supone es el glutamato. Las células de los granos excitan a su vez a las células de
Purkinje a través de las fibras paralelas; en este caso parece que el neurotransmisor implicado es el
glutamato, el cual actúa sobre receptores tipo AMPA y metabotrópico (tipo 1). Ambos tipos de receptor se
localizan en las espinas de las arbo-rizaciones terciarias de las dendritas de la célula de Purkinje. Las células
de Purkinje son gabérgicas y proyectan finalmente sobre las neuronas de los núcleos cerebelosos
inhibiéndolas; pero, al mismo tiempo, envían colaterales axónicas recurrentes que inhiben, a su vez, a las
células de Purkinje, estrelladas y en cesto contiguas.
La excitación de las células de los granos produce también la excitación de las células estrelladas y en cesto,
las cuales inhiben a continuación a las células de Purkinje. Las células en cesto liberan GABA como
neurotransmisor y se supone que las estrelladas utilizan taurina para el mismo cometido. Finalmente, las
células de Golgi se excitan también por las señales propagadas por las fibras paralelas. Por su parte, las
células de Golgi producen la inhibición, en los glomérulos, de las dendritas de las células de los granos.
En su conjunto, una oleada activadora que se propague por un folio a través de las fibras paralelas produce,
en primer lugar, la excitación de una banda de células de Purkinje a lo largo del eje transversal del folio y,
simultáneamente, la inhibición de las células de Purkinje que flanquean dicha banda. Esto último se debe
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tanto a la acción de las células de Purkinje activadas, como a la actividad de las células estrelladas y en
cesto, ya que, en los tres casos, las colaterales axónicas de las células de Purkinje y los axones de las
estrelladas y en cesto se proyectan hacia los laterales de la banda central de las neuronas excitadas. En
segundo lugar, la acción inhibidora de la célula de Golgi en el glomérulo bloquea la excitación ulterior de las
células de los granos, desactivando, por lo tanto, la acción excitadora de las fibras paralelas sobre el resto
de neuronas de la corteza cerebelosa.
Cuando en un animal despierto y alerta se registra la actividad eléctrica de las células de Purkinje, éstas
‘disparan’ de un modo continuo a frecuencias de entre 20-80 potenciales de acción por segundo. Esta
actividad media se modula o modifica de modo continuo de acuerdo con la actividad presente en las
aferentes musgosas y con la situación central o periférica de la célula res-pecto de la o las fuentes de
activación.
Las aferencias procedentes de las fibras trepadoras funcionan de forma muy distinta. La estimulación de
una fibra trepadora produce una intensa despolarización de la célula de Purkinje, la cual se traduce en un
brote de sucesivos (4-6) potenciales de acción que se prolonga durante 30-50 milisegundos. Estos brotes de
potenciales de acción reciben el nombre de espigas complejas, para diferenciarlos de los potenciales de
acción con un solo componente, denominados espigas simples. La intensa despolarización que produce la
espiga compleja se sigue normalmente de un período de silencio (0,1-0,5 segundos) en el que la célula de
Purkinje no produce ningún tipo de potencial de acción. Como las fibras trepadoras excitan también a las
células estrelladas, en cesto y de Golgi, el efecto conjunto es la inhibición lateral de las células de Purkinje
contiguas a la zona central de excitación. Al contrario que las fibras musgosas, las fibras trepadoras se
activan de modo individual a frecuencias muy bajas, del orden de 1-2 potenciales de acción por segundo. Sin
embargo, la actividad promedio de los grupos neuronales de la oliva inferior es de unos 10 potenciales de
acción por segundo. El potente efecto de las fibras trepadoras sobre las células de Purkinje y la posibilidad
funcional de que las neuronas de la oliva inferior sincronicen su disparo confieren a esta estructura la
capacidad de actuar como un sincronizador o temporizador de la actividad neuronal en la corteza
cerebelosa. La oliva inferior, en este supuesto, cronometraría las secuencias de activación e inhibición de los
distintos módulos corticales, lo que se traduciría, desde el punto de vista motor, en una secuencia ordenada
de activaciones e inhibiciones musculares de manera que se produce un movimiento secuencial y ordenado
[4,20].
Circuitos nucleares
Las neuronas de los núcleos cerebelosos presentan una actividad tónica de producción de potenciales de
acción, a una frecuencia media de 10-60 por segundo, que se modifica en función de las señales inhibidoras
que reciben de las células de Purkinje [21]. Es decir, las células nucleares disparan a mayores frecuencias
cuando no son inhibidas por las células de Purkinje que cuando lo son; no obstante, presentan siempre un
cierto grado de actividad eléctrica -según se ha comprobado experimentalmente en animales despiertos-
sostenida probablemente por las colaterales de las fibras aferentes musgosas y trepadoras y/o por sus
propiedades intrínsecas para generar potenciales de acción de modo sostenido. El resultado final es que la
célula de Purkinje cincela de forma continua el perfil de actividad que los núcleos envían hacia los centros
troncoencefálicos, origen de tractos motores descenden-tes, o hacia la corteza motora cerebral [21,22].
Por lo que se conoce hasta el momento, las neuronas de los núcleos profundos del cerebelo son excitadoras
sobre sus blancos neuronales, con la excepción de un grupo de neuronas nucleares de pequeño tamaño que
liberan GABA como neurotransmisor. Estas neuronas gabérgicas proyectan a través del brazo descendente
del pedúnculo cerebeloso superior hacia las neuronas de la oliva inferior, de manera que inhiben su
actividad.
A pesar de la enorme cantidad de información neuronal que recibe, el cerebelo no es imprescindible para la
percepción de los estímulos sensoriales, ni su lesión imposibilita los procesos cog-nitivos o el estado
consciente. En debida correspondencia y en contraste con su intensa conectividad con los centros y tractos
encargados de la elaboración de los actos motores, el cerebelo no es tampoco imprescindible para la
realización del movimiento, ni su extirpación produce parálisis motora. En su conjunto, el cerebelo funciona
como un ‘comparador’ de las diferencias existentes entre las órdenes motoras y sus resultados prácticos,
tratando de disminuir los desajustes que se producen durante el movimiento. Esta función como
comparador es más evidente, si cabe, en la actividad del neocerebelo. Otra función adscribible al
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neocerebe-lo sería la de actuar como ‘coordinador’ del movimiento, haciendo que los distintos actos
motores que componen la secuencia de un comportamiento complejo se sucedan en armonía y sin sobre-
saltos. Por otra parte, el cerebelo actúa también como un ‘reforzador’ del movimiento, facilitando las
señales motoras generadas inicialmente en los centros motores corticales y troncoencefáli-cos, lo que
ayuda a mantener el adecuado tono muscular de extensores y flexores durante los cambios de posición de
las distintas articulaciones. Esta función es característica de la actividad reguladora del paleocerebelo sobre
los mecanismos espinales del control motor [4,20,22,23].
En su conjunto, el cerebelo recibe información de los planes motores que se elaboran en la corteza cerebral
a través de la copia de las señales eferentes que se le envía por el tracto córtico-ponto-cerebeloso y por el
haz espinocerebeloso ventral. Además, el cerebelo es informado del resultado conductual de dichos planes
motores, mediante las señales aferentes que recibe de propio-ceptores musculares, de receptores
articulares y cutáneos y de los sistemas visual, acústico y vestibular. Mediante la comparación de ambas
informaciones, el cerebelo corrige la evolución de los actos motores durante su desarrollo en cada
momento determinado, así como ayuda, mediante el entrenamiento y la repetición, a su sincronización y
perfeccionamiento. De este modo, la continuidad, suavidad y armonía de los actos motores es fruto de la
acción del cerebelo, cualidades que el movimiento pierde tras la lesión de esta estructura.
Conviene matizar lo comentado en el apartado anterior, ya que, si el cerebelo, desde el punto de vista
celular y electrofisiológico, es una estructura homogénea, cumple funciones muy distintas y específicas
localizadas en zonas muy precisas de su estructura en función de la procedencia de sus aferencias y del
destino de sus proyecciones. Por ejemplo, el cerebelo vestibular (arquicerebelo) controla
fundamentalmente los movimientos oculares y el equilibrio corporal durante la inmovilidad y el
movimiento. En concreto, el flóculo cerebeloso recibe aferencias específicas de origen vestibular y visual y
se relaciona con los cambios de ‘ganancia’ (razón entre la entrada sensorial y la respuesta motora) del
reflejo vestíbulo-ocular en función de las circunstancias del entorno. El cerebelo espinal (paleocerebelo)
controla la actividad de la musculatura espinal proximal a través de las proyecciones del vermis y de éste al
núcleo fastigial y la musculatura de las extremidades a través de las proyecciones del paravermis sobre el
núcleo interpósito. Por último, el cerebelo cerebral (neocerebelo) interacciona con distintas regiones
corticales de carácter fundamentalmente motor, pero también perceptivo y cognitivo, por sus proyecciones
de los hemisferios cerebelosos hacia el núcleo dentado. Por lo tanto, habría que pensar que lo común a
todo el cerebelo es su peculiar modo de procesar la información neuronal, pero no así los resultantes con-
ductuales de dicho procesamiento [1,4,5,16,20].
Por otra parte, el cerebelo debe realizar un procesamiento doble y paralelo de la información
sensitivomotora, ya que los sistemas motores están organizados bajo el diseño de sistemas
agonista/antagonista. Normalmente, el cerebelo facilita la acción de los músculos flexores, al tiempo que
inhibe a los sistemas extensores, lo que supone la activación e inhibición simultánea de circuitos córtico-
nucleares contiguos y antagónicos [13,15].
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el mantenimiento de la mirada (nistagmo espontáneo) o con los reflejos posturales (dificultad para
mantener la postura erguida sin ayuda visual, andar bamboleante). Las lesiones del cerebelo espinal o
paleocerebelo afectan principalmente a las funciones referentes a la coordinación motora, a la marcha, a la
realización de secuencias de actos motores coordinados o a la localización de las distintas partes del cuerpo
en su entorno físico inmediato. Es característica en las lesiones que afectan al cerebelo espinal o a su vía de
salida, el núcleo interpósito, la presencia de temblor intencional al realizar actos motores voluntarios para,
por ejemplo, alcanzar un objeto y, al tiempo, una pobre amortiguación de determinados reflejos espinales.
Por último, las lesiones de los hemisferios cerebelosos afectan a funciones motoras menos estereotipadas y
de más compleja ejecución como el desarrollo de nuevas habilidades motoras, el cálculo de la amplitud y
fuerza con las que hay que realizar un movimiento o, incluso, la elaboración mental de actos motores en
proceso de generación y/o aprendizaje.
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