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(Días 2,5,8,11.14,17,20,23,26)
Acto de Contricción
¡Oh augusta Reina de las Victorias, oh Virgen soberana del Paraíso!, cuyo nombre poderoso
alegra los cielos y hace temblar de terror a los abismos. ¡Oh gloriosa Reina del Santísimo
Rosario!, nosotros, los venturosos hijos vuestros, postrados a vuestras plantas -en este día
sumamente solemne de la fiesta de vuestros triunfos sobre la tierra de los ídolos y de los
demonios-, derramamos entre lágrimas los afectos de nuestro corazón, y con la confianza de
hijos os manifestamos nuestras necesidades.
Desde ese trono de clemencia donde os sentáis como Reina, volved, ¡oh María!, vuestros ojos
misericordiosos a nosotros; a nuestras familias, a nuestra nación, a la Iglesia Católica, al mundo
todo, y apiadaos de las penas y amarguras que nos afligen. Mirad, ¡oh Madre!, cuántos peligros
para el alma y cuerpo nos rodean; cuántas calamidades y aflicciones nos agobian. Detened el
brazo de la justicia de vuestro Hijo ofendido, y con vuestra bondad subyugad el corazón de los
pecadores, pues ellos son nuestros hermanos e hijos vuestros, que al dulce Jesús costaron
sangre divina y a vuestro sensibilísimo Corazón indecibles dolores. Mostraos hoy para con
todos Reina verdadera de paz y de perdón.
¿Qué os cuesta, oh María, escucharnos, qué os cuesta salvarnos? ¿Acaso vuestro Hijo
divino no puso en vuestras manos los tesoros todos de sus gracias y misericordias?
Vos estáis sentada a su lado con corona de Reina, rodeada de gloria inmortal sobre
todos los coros de los Angeles. Vuestro dominio es inmenso en los cielos, y la tierra
con todas las criaturas os está sometida. Vuestro poder, ¡oh María!, llega hasta los
abismos, puesto que Vos, ciertamente, podéis librarnos de las asechanzas del
enemigo infernal. Vos, pues, que sois todopoderosa por gracia, podéis salvarnos; y si
Vos no queréis socorrernos por ser hijos ingratos e indignos de vuestra protección,
decidnos, a lo menos, a quién debemos acudir para vernos libres de tantos males. ¡Ah!,
no: vuestro Corazón de Madre no permitirá que se pierdan vuestros hijos. Ese divino
Niño, que descansa sobre vuestras rodillas, y el místico Rosario que lleváis en la mano
nos infunden la confianza de ser escuchados, y con tal confianza nos postramos a
vuestros pies, nos arrojamos como hijos débiles en los brazos de la más tierna de las
madres, y ahora mismo, sí, ahora mismo, esperamos recibir las gracias que pedimos.
Señal de la Cruz
Por la señal de la Santa Cruz, de
nuestros enemigos, líbranos Señor,
Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén
Ave María
Luego se dice:
¡Ay!... el oír que tantos han sido colmados de favores sólo porque a Ti
acudieron con fe, me infunde nuevo aliento y valor para llamarte en mi
socorro. Tú prometiste a Santo Domingo que el que deseara gracias
las obtendría con tu Rosario; y yo con el Rosario en la mano, te llamo,
oh Madre, al cumplimiento de tus maternales promesas. Aún más: Tú
misma, oh Madre, has obrado continuos prodigios para excitar a tus
hijos a que te levantaran un templo en Pompeya. Tú, pues, quieres
enjugar nuestras lágrimas y aliviar nuestros afanes; y yo con el
corazón en los labios, con fe viva te llamo e invoco: ¡Madre mía! ¡Madre
querida! ¡Madre bella!... ¡Madre dulcísima, ayúdame! Madre y Reina del
Santo Rosario, no tardes más en tender hacía mí tu poderosa mano y
salvarme; porque la tardanza, como ves, me llevaría a la ruina. Dios te
salve, Reina y Madre de misericordia...
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados
hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después de
este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen
María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para
que seamos dignos de alcanzar las promesas
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Cuarto misterio doloroso: Jesús lleva la cruz a cuestas
¡Oh Virgen y Reina del Santo Rosario! Tú que eres la Hija del Padre
celestial, la Madre del Hijo divino, la Esposa del Espíritu Santo; Tú que
todo lo puedes ante la Trinidad Santísima, debes obtenerme esta
gracia para mi tan necesaria, a no ser que sea de obstáculo para mi
eterna salvación... (aquí se especifica la gracia que se desea). Te la pido
por la Concepción Inmaculada, por tu divina Maternidad, por tus gozos,
por tus dolores, por tus triunfos. Te la pido por el Corazón de tu
amoroso Jesús, por aquellos nueve meses que lo llevaste en tu seno,
por los trabajos y sinsabores de su vida, por su acerba Pasión y Muerte
de Cruz, por su santísimo Nombre y por su sangre preciosísima. Te la
pido, finalmente, por tu dulcísimo Corazón, por tu glorioso Nombre, ¡oh
María! que eres Estrella del mar, Señora poderosísima, Puerta del
paraíso y Madre de todas las gracias. En Ti confío.., todo lo espero de Ti:
Tú me has de salvar. Así sea. Dios Te salve, Reina, Madre de
misericordia…
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados
hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después
de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen
María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
V. Hazme digno de alabarte, oh Virgen Sagrada.
ORACIÓN.
Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada
siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas
de la vida presente y gozar y disfrutar de las
alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Letanías de San José
Señor, ten misericordia de nosotros. José, castísimo.
Cristo, ten misericordia de nosotros. José, prudentísimo.
Señor, ten misericordia de nosotros. José, valentísimo.
Cristo óyenos. José, fidelísimo.
Cristo escúchanos. Espejo de paciencia.
Dios Padre celestial, Amante de la pobreza.
ten misericordia de nosotros. Modelo de trabajadores.
Dios Hijo, Redentor del mundo. Gloria de la vida doméstica.
Dios Espíritu Santo. Custodio de Vírgenes.
Santa Trinidad, un solo Dios. Sostén de las familias.
Santa María, Apoyo en las dificultades.
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ruega por nosotros. Consuelo de los desgraciados.
San José Esperanza de los enfermos.
Ilustre descendiente de David Patrón de los exiliados.
Luz de los Patriarcas Patrón de los afligidos.
Esposo de la Madre de Dios. Patrón de los pobres.
Custodio del Redentor. Patrón de los moribundos.
Casto guardián de la Virgen. Terror de los demonios.
Padre nutricio del Hijo de Dios. Protector de la Santa Iglesia.
Celoso defensor de Cristo.
Servidor de Cristo.
Ministro de salud.
Jefe de la Sagrada Familia.
José, justísimo.
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Letanías de San José
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
ten misericordia de nosotros.