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MISTERIOS DOLOROSOS

(Días 2,5,8,11.14,17,20,23,26)
Acto de Contricción

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre


verdadero, creador y redentor mío, por ser
tú quien eres y porque te amo sobre todas
las cosas me pesa de todo corazón el
haberte ofendido me propongo
firmemente confesarme a su tiempo y
evitar toda ocasión de pecado, ofrezco mi
vida, obras y trabajo en satisfacción de
mis pecados y confío en que en tu infinita
misericordia me perdonaras y me darás
las gracias para no volverte a ofender.
Amén.
Ofrecimiento del Rosario

Me uno a todos los santos que están el cielo,


a todos los justos que están en la tierra, a
todas las almas fieles que están en este lugar.
Me uno a ti, oh, Jesús, para alabar
dignamente a vuestra Santa Madre y alabarte
a ti, en Ella y por Ella.
Renuncio a todas las distracciones que me
vinieren durante esta novena de amor
dedicada a la Virgen de Pompeya, que quiero
recitar con modestia, atención y devoción
como si fuera la última de mi vida. Amén.
Invocación al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo, ven por


medio de la poderosa
intercesión del Inmaculado
Corazón de María, tu
amadísima Esposa. (3 veces)
Intenciones

●Por la paz, la libertad, la justicia y la


vida en cada uno de nuestros países.
●Por nosotros, por la familia de quienes
estamos aquí, para que nuestro Señor
nos ilumine y nos asista en nuestras
necesidades.
●Por todas las peticiones que tienen en
sus corazones y las escriben en el chat o
comentarios.
Oración para el Beato Bartolo Longo

Dios, Padre de Misericordia,te alabamos por haber


dado a la historia de los hombres al Beato Bartolo
Longo, ardiente apóstol del Rosario y luminoso
ejemplo de laico comprometido en el testimonio
evangélico de la Fe y de la Caridad.
Te agradecemos su extraordinario camino espiritual,
sus intuiciones proféticas, su incansable dedicación
por los últimos y los marginados, la entrega con la
cual sirvió fielmente a tu Iglesia y construyó la nueva
ciudad del amor en Pompeya.
Te pedimos, haz que el Beato Bartolo Longo sea
pronto incluido entre los Santos de la Iglesia
Universal, para que todos puedan seguirlo como
modelo de vida y gozar de su interseción. Por
Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Súplica a la Virgen de Pompeya
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

¡Oh augusta Reina de las Victorias, oh Virgen soberana del Paraíso!, cuyo nombre poderoso
alegra los cielos y hace temblar de terror a los abismos. ¡Oh gloriosa Reina del Santísimo
Rosario!, nosotros, los venturosos hijos vuestros, postrados a vuestras plantas -en este día
sumamente solemne de la fiesta de vuestros triunfos sobre la tierra de los ídolos y de los
demonios-, derramamos entre lágrimas los afectos de nuestro corazón, y con la confianza de
hijos os manifestamos nuestras necesidades.

Desde ese trono de clemencia donde os sentáis como Reina, volved, ¡oh María!, vuestros ojos
misericordiosos a nosotros; a nuestras familias, a nuestra nación, a la Iglesia Católica, al mundo
todo, y apiadaos de las penas y amarguras que nos afligen. Mirad, ¡oh Madre!, cuántos peligros
para el alma y cuerpo nos rodean; cuántas calamidades y aflicciones nos agobian. Detened el
brazo de la justicia de vuestro Hijo ofendido, y con vuestra bondad subyugad el corazón de los
pecadores, pues ellos son nuestros hermanos e hijos vuestros, que al dulce Jesús costaron
sangre divina y a vuestro sensibilísimo Corazón indecibles dolores. Mostraos hoy para con
todos Reina verdadera de paz y de perdón.

Dios te salve, Reina y Madre...


Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados
hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después de
este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen
María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para
que seamos dignos de alcanzar las promesas
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
II
En verdad, en verdad, Señora, nosotros, aunque hijos vuestros, con
las culpas cometidas hemos vuelto a crucificar en nuestro pecho a Jesús y
traspasar vuestro tiernísimo Corazón. Si, lo confesamos, somos merecedores de los
más grandes castigos; pero tened presente, oh Madre, que en la cumbre del Calvario
recibisteis las últimas gotas de aquella sangre divina y el postrer testamento del
Redentor moribundo; y que aquel testamento de un Dios, sellado con su propia
sangre, os constituía en Madre nuestra, Madre de los pecadores. Vos, pues, como
Madre nuestra, sois nuestra Abogada y nuestra Esperanza. Y por eso nosotros,
llenos de confianza, entre gemidos, levantamos hacia Vos nuestras manos
suplicantes y clamamos a grandes voces: ¡Misericordia, oh María, misericordia!
Tened, pues, piedad, ¡oh Madre bondadosa!, de nosotros, de nuestras familias, de
nuestros parientes; de nuestros amigos, de nuestros difuntos, y, sobre todo, de
nuestros enemigos y de tantos que se llaman cristianos y, sin embargo, desgarran el
amable Corazón de vuestro Hijo. Piedad también, Señora, piedad, imploramos para
las naciones extraviadas, para nuestra querida patria y para el mundo entero, a fin
de que se convierta y vuelva arrepentido a vuestro maternal regazo. ¡Misericordia
para todos, oh Madre de las misericordias!
Dios te salve, Reina y Madre...
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados
hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después de
este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen
María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para
que seamos dignos de alcanzar las promesas
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
III

¿Qué os cuesta, oh María, escucharnos, qué os cuesta salvarnos? ¿Acaso vuestro Hijo
divino no puso en vuestras manos los tesoros todos de sus gracias y misericordias?
Vos estáis sentada a su lado con corona de Reina, rodeada de gloria inmortal sobre
todos los coros de los Angeles. Vuestro dominio es inmenso en los cielos, y la tierra
con todas las criaturas os está sometida. Vuestro poder, ¡oh María!, llega hasta los
abismos, puesto que Vos, ciertamente, podéis librarnos de las asechanzas del
enemigo infernal. Vos, pues, que sois todopoderosa por gracia, podéis salvarnos; y si
Vos no queréis socorrernos por ser hijos ingratos e indignos de vuestra protección,
decidnos, a lo menos, a quién debemos acudir para vernos libres de tantos males. ¡Ah!,
no: vuestro Corazón de Madre no permitirá que se pierdan vuestros hijos. Ese divino
Niño, que descansa sobre vuestras rodillas, y el místico Rosario que lleváis en la mano
nos infunden la confianza de ser escuchados, y con tal confianza nos postramos a
vuestros pies, nos arrojamos como hijos débiles en los brazos de la más tierna de las
madres, y ahora mismo, sí, ahora mismo, esperamos recibir las gracias que pedimos.

Dios te salve, Reina y Madre...


Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados
hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después de
este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen
María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para
que seamos dignos de alcanzar las promesas
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
PIDAMOS A MARÍA SU SANTA BENDICIÓN

Otra gracia más os pedimos, ¡oh poderosa Reina!, que no


podéis negarnos en este día de tanta solemnidad.
Concedednos a todos, además de un amor constante
hacia Vos, vuestra maternal bendición. No, no nos
retiraremos de vuestras plantas hasta que nos hayáis
bendecido. Bendecid, ¡oh María!, en este instante al Sumo
Pontífice. A los antiguos laureles e Innumerables triunfos
alcanzados con vuestro Rosario, y que os han merecido el
título de Reina de las Victorias, agregad este otro: el
triunfo de la Religión y la paz de la trabajada humanidad.
Bendecid también a nuestro Prelado, a los Sacerdotes y a
todos los que celan el honor de vuestro Santuario.
Bendecid a los asociados al Rosario Perpetuo y a todos los
que practican y promueven la devoción de vuestro Santo
Rosario.
Oración antes de la recitación: Señal de la cruz. Ave María.

Señal de la Cruz
Por la señal de la Santa Cruz, de
nuestros enemigos, líbranos Señor,
Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén
Ave María

Dios te salve María, llena eres de


gracia, el Señor es contigo,
bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre: Jesús
Santa María Madre de Dios, ruega por
nosotros pecadores; ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén.
En Petición...
Dios te salve, Reina del Santísimo Rosario, mi Madre
María, ¡A ti aclamo! A tus pies humildemente me
arrodillo para ofrecerte una corona de rosas rojas
rosas de sangre para recordarte la pasión de tu Hijo
divino, con quien participaste plenamente de su
aflicción, cada rosa te recuerda un misterio santo;
cada una de diez buques de rosas junto con mi
petición por una gracia particular.
¡Oh Reina y dispensadora de las gracias de Dios y
Madre de todos los que te invocan! Tú no puedes mirar
sobre mi ofrenda y sin logran ver lo entrelazada que
está. Como tú recibes mi regalo, te pido que cuándo
recibas mi súplica, te pido que por tu generosidad me
facilites el auxilio que con tanto ahínco y
confiadamente busco. Pierdo la esperanza por esta
nada que se te pido. ¡Muéstrate Madre mía!
Credo
Creo en Dios Padre todopoderoso, creador
del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo,
su único Hijo, nuestro Señor, que fue
concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo, nació de Santa María Virgen;
padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado; descendió
a los infiernos, al tercer día resucitó entre
los muertos; subió al cielo y está sentado a
la derecha de Dios Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar
a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo;
la Santa Iglesia Católica; la comunión de los
Santos; el perdón de los pecados; la
resurrección de los muertos y la vida
eterna. Amén
Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre, venga a
nosotros tu reino, hágase tu
voluntad, así en la tierra como en el
cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas, así como
nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en tentación y
líbranos del mal. Amén.
Devoción de las 3 Ave Marías

María Madre mía, líbrame de caer en pecado


mortal...
Por el Poder que te concedió el Padre Eterno
Dios te salve, María, Hija bien amada del
Padre Eterno, llena eres de gracia, el Señor
es contigo, bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre:
Jesús
Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros
pecadores; ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Devoción de las 3 Ave Marías

Por la sabiduría que te concedió el


Hijo.
Dios te salve, María, Madre admirable
de Dios Hijo, llena eres de gracia, el
Señor es contigo, bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el
fruto de tu vientre: Jesús
Santa María Madre de Dios, ruega por
nosotros pecadores; ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
Devoción de las 3 Ave Marías

Por el amor que te concedió el Espíritu


Santo.
Dios te salve, María, Esposa fidelísima de
Dios Espíritu Santo, llena eres de gracia, el
Señor es contigo, bendita Tú eres entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu
vientre: Jesús.
Santa María Madre de Dios, ruega por
nosotros pecadores; ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
Devoción de las 3 Ave Marías

Dios te salve, María, Templo y Sagrario de la Santísima


Trinidad, Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre por los
siglos de los siglos. Amén.
María, por tu Inmaculada Concepción, purifica mi
cuerpo y santifica mi alma...
Primer misterio doloroso: La Agonía de Cristo

«Entonces Jesús fue con ellos a un huerto,


llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos:
"Sentaos aquí mientras voy a orar". Y
tomando consigo a Pedro y a los dos hijos
de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y
angustia. Entonces les dijo: "Mi alma está
triste hasta el punto de morir; quedaos aquí
y velad conmigo". Y adelantándose un poco,
cayó rostro en tierra, y suplicaba así: "Padre
mío, si es posible, que pase de mí esta copa,
pero no sea como yo quiero, sino como
quieras tú"» (Mt 26, 36-39).
¡Oh Lo más dolorosa Madre María, meditando el misterio de la Agonía
jjjjj de Nuestro Señor en el Huerto, cuando en la gruta del Huerto de los
Olivos, Jesús vio a los pecados del mundo desarrollándose ante Él por Satanás,
quien trató de disuadirlo del sacrificio que estaba a punto de hacer; cuando Su
alma encoge de la vista, y su preciosa sangre que fluye por todos los poros de la
visión de la tortura y la muerte que habría de someterse, de tus propios
sufrimientos, querida Madre, los futuros sufrimientos de su Iglesia, y sus propios
sufrimientos en el Santísimo Sacramento, clamó con angustia: "¡Abba Padre si es
posible, que este cáliz de mí!"; pero, de inmediato resignarse a la voluntad de su
Padre, Él oró: "No sea como yo quiero, sino como tú!"

Ruego humildemente: Padre Nuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre.


Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre, venga a
nosotros tu reino, hágase tu
voluntad, así en la tierra como en el
cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas, así como
nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en tentación y
líbranos del mal. Amén.
10 Ave Marías

Dios te salve María, llena eres


de gracia, el Señor es contigo,
bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre: Jesús
Santa María Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores;
ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
Gloria

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo


Como era en un principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ato estos botones de rosas de sangre roja


por la petición de la virtud de la Renuncia
a la Voluntad de Dios y humildemente
pongo este ramo a tus pies.
Jaculatorias

V/ Oh Jesús mío, perdona nuestros


pecados, líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de
tu divina misericordia.
V/ María, Madre de Gracia, Madre de
piedad y misericordia
R/ en la vida y en la muerte ampáranos
Oh Gran Señora. Amén
V/ Oh María concebida sin pecado,
rogad por nosotros que recurrimos a
vos.
Novena para casos dificiles
¡Oh Santa Catalina de Siena, mi protectora y maestra! Tú
que proteges a tus devotos cuando rezan el Rosario de
María, asísteme en este instante, y dígnate rezar conmigo la
Novena en honor de la Reina del Rosario, que ha colocado el
trono de sus favores en el Valle de Pompeya, para que por
tu intercesión obtenga yo la gracia que deseo. Así sea.

Luego se dice:

V. Dios, venid en mi ayuda.

R. Señor apresuraos a socorrerme.

V. Gloria al Padre y al hijo y al Espíritu Santo.

R. Como era en el principio, ahora y siempre y por todos los


siglos de los siglos. Así sea.
I.

¡Oh Virgen Inmaculada y Reina del Santo Rosario! en estos tiempos en


que, apagada la fe en las almas, domina la impiedad, has querido
levantar tu trono de Reina y Madre sobre la antigua Pompeya,
morada de muertos paganos y desde aquel lugar, donde eran
adorados los ídolos y demonios, Tú hoy, cual Madre de la divina
gracia, derramas por doquiera los tesoros de las celestiales
misericordias; ¡ah! desde aquel trono donde reinas vuelve, también a
mí, oh María, esos tus ojos benignos, y ten piedad de mi, que tanto
necesito de tu socorro. Muéstrate también conmigo cual te mostraste
con tantos otros, verdadera Madre de misericordia, "Monstra te esse
Matrem", mientras de todo corazón Te saludo e invoco por mi
Soberana y por Reina del Santísimo Rosario. Dios Te salve, Reina,
Madre de misericordia…
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados
hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después de
este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen
María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para
que seamos dignos de alcanzar las promesas
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Segundo misterio doloroso: La Flagelación

«Pilato puso en libertad


a Barrabás; y a Jesús,
después de haberlo
hecho azotar, lo
entregó para que fuera
crucificado» (Mt 27, 26).
¡Oh La más dolorosa Madre María,
meditando en el Misterio de la
Flagelación de Nuestro Señor, cuando
por orden de Pilato, tu Divino Hijo,
despojado de sus vestiduras
y atado a un pilar, fue lacerado de pies a
cabeza con azotes crueles y su carne
desgarrada hasta que su cuerpo
mortificado podía soportar más.

Ruego humildemente: Padre Nuestro, 10


Ave Marías, Gloria al Padre.
Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre, venga a
nosotros tu reino, hágase tu
voluntad, así en la tierra como en el
cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas, así como
nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en tentación y
líbranos del mal. Amén.
10 Ave Marías

Dios te salve María, llena eres


de gracia, el Señor es contigo,
bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre: Jesús
Santa María Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores;
ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
Gloria

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo


Como era en un principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ato estos botones de rosas de sangre roja


por la petición de la virtud de la
Mortificación y humildemente pongo este
ramo a tus pies.
Jaculatorias

V/ Oh Jesús mío, perdona nuestros


pecados, líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de
tu divina misericordia.
V/ María, Madre de Gracia, Madre de
piedad y misericordia
R/ en la vida y en la muerte ampáranos
Oh Gran Señora. Amén
V/ Oh María concebida sin pecado,
rogad por nosotros que recurrimos a
vos.
II.

Mi alma rendida al pie de tu trono, oh grande y gloriosa Señora, te venera


entre los gemidos y angustias que sobremanera la oprimen. En medio de las
penas y agitaciones en que me hallo, levanto confiado los ojos hacia Ti, que te
dignaste elegir para tu morada las campiñas de pobres y desamparados
labriegos; y que frente a la ciudad y anfiteatro de deleites paganos, en donde
reinan el silencio y las ruinas, cual Señora de las Victorias elevaste tu poderosa
voz llamando de todas partes de Italia y del mundo católico a tus devotos hijos
para que te levantasen un templo. ¡Oh! apiádate finalmente de está alma que
yace aletargada bajo el polvo y las sombras de la muerte! Ten piedad de mi,
¡oh! Señora; ten piedad de mí que me hallo abrumado de miserias y
humillaciones. Tú que eres exterminio de los demonios defiéndeme de los
enemigos que me asedian. Tú que eres el Auxilio de los cristianos, sácame de
las tribulaciones en que me hallo sumido. Tú que eres nuestra vida, triunfa de
la muerte que amenaza mi alma en los peligros a que se halla expuesta.
Devuélveme la paz, la tranquilidad, el amor, la salud. Así sea.
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados
hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después de
este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen
María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para
que seamos dignos de alcanzar las promesas
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Tercer misterio doloroso: La Coronación de espinas

«Entonces los soldados del procurador


llevaron consigo a Jesús al pretorio y
reunieron alrededor de él a toda la cohorte.
Lo desnudaron y le echaron encima un manto
de púrpura y, trenzando una corona de
espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y en
su mano derecha una caña, y doblando la
rodilla delante de él, le hacían burla diciendo:
"Salve, Rey de los judío"». (Mt 27, 27-29)
¡Oh más dolorosa Madre María,
meditando en el Misterio de la
Coronación de espinas de Nuestro
Señor, cuando los soldados, insertaron
sobre su cabeza una corona de espinas,
lo llenaron de golpes, insertando las
espinas profundamente en su cabeza; en
aquel momento, el soldado se arrodilló
delante de Jesús y con adoración
burlona gritó: "¡Salve, Rey de los Judíos!"
Ruego humildemente: Padre Nuestro, 10
Ave Marías, Gloria al Padre.
Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre, venga a
nosotros tu reino, hágase tu
voluntad, así en la tierra como en el
cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas, así como
nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en tentación y
líbranos del mal. Amén.
10 Ave Marías

Dios te salve María, llena eres


de gracia, el Señor es contigo,
bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre: Jesús
Santa María Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores;
ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
Gloria

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo


Como era en un principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ato estos botones de rosas de sangre roja


por la petición de la virtud de la Humildad
y humildemente pongo este ramo a tus
pies.
Jaculatorias

V/ Oh Jesús mío, perdona nuestros


pecados, líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de
tu divina misericordia.
V/ María, Madre de Gracia, Madre de
piedad y misericordia
R/ en la vida y en la muerte ampáranos
Oh Gran Señora. Amén
V/ Oh María concebida sin pecado,
rogad por nosotros que recurrimos a
vos.
III.

¡Ay!... el oír que tantos han sido colmados de favores sólo porque a Ti
acudieron con fe, me infunde nuevo aliento y valor para llamarte en mi
socorro. Tú prometiste a Santo Domingo que el que deseara gracias
las obtendría con tu Rosario; y yo con el Rosario en la mano, te llamo,
oh Madre, al cumplimiento de tus maternales promesas. Aún más: Tú
misma, oh Madre, has obrado continuos prodigios para excitar a tus
hijos a que te levantaran un templo en Pompeya. Tú, pues, quieres
enjugar nuestras lágrimas y aliviar nuestros afanes; y yo con el
corazón en los labios, con fe viva te llamo e invoco: ¡Madre mía! ¡Madre
querida! ¡Madre bella!... ¡Madre dulcísima, ayúdame! Madre y Reina del
Santo Rosario, no tardes más en tender hacía mí tu poderosa mano y
salvarme; porque la tardanza, como ves, me llevaría a la ruina. Dios te
salve, Reina y Madre de misericordia...
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados
hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después de
este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen
María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para
que seamos dignos de alcanzar las promesas
de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Cuarto misterio doloroso: Jesús lleva la cruz a cuestas

«Y obligaron a uno que


pasaba, a Simón de
Cirene, que volvía del
campo, el padre de
Alejandro y de Rufo, a que
llevara su cruz. Lo
condujeron al lugar del
Gólgota, que quiere decir
de la "Calavera"» (Mc 15,
21-22).
Oh más dolorosa Madre María, meditando
en el Misterio de Jesús cargando la Cruz a
cuestas, cuando con la pesada cruz de
madera sobre sus hombros, tu divino Hijo fue
arrastrado, débil y enfermo. Sin embargo,
siguió paciente, a través de las calles, en
medio de los insultos del pueblo su camino
hacia el Calvario; cayendo a menudo, pero
siguió exhortando a lo largo de los crueles
golpes de sus verdugos.
Ruego humildemente: Padre Nuestro, 10 Ave
Marías, Gloria al Padre.
Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre, venga a
nosotros tu reino, hágase tu
voluntad, así en la tierra como en el
cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas, así como
nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en tentación y
líbranos del mal. Amén.
10 Ave Marías

Dios te salve María, llena eres


de gracia, el Señor es contigo,
bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre: Jesús
Santa María Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores;
ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
Gloria

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo


Como era en un principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ato estos botones de rosas de sangre roja


por la petición de la virtud de la Paciencia
en la adversidad y humildemente pongo
este ramo a tus pies.
Jaculatorias

V/ Oh Jesús mío, perdona nuestros


pecados, líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de
tu divina misericordia.
V/ María, Madre de Gracia, Madre de
piedad y misericordia
R/ en la vida y en la muerte ampáranos
Oh Gran Señora. Amén
V/ Oh María concebida sin pecado,
rogad por nosotros que recurrimos a
vos.
IV.

¿Y a quién he de acudir yo sino a Ti, que eres el alivio de los


miserables, el refugio de los desamparados, el consuelo de los
afligidos? ¡Ah, si; lo confieso: abrumada miserablemente mi alma
bajo el enorme peso de las culpas, no merece más que el infierno y
es indigna de recibir tus favores! Mas, ¿no eres Tú la esperanza de
quién desespera, la poderosa Medianera entre Dios y el hombre, la
Abogada ante el trono del Altísimo, el Refugio de los pecadores?
¡Ah, basta que digas una sola palabra en mi favor a tu divino Hijo,
para que El te escuche! Pídele, pues, oh Madre, la gracia que tanto
necesito… (se pide la gracia que se desea). Sólo Tú puedes
obtenérmela. Tú que eres mi única esperanza, mi consuelo, mi
alegría, mi vida. Así lo espero, así sea. Dios Te salve, Reina, Madre de misericordia…
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados
hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después
de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen
María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
Quinto misterio doloroso: La Crucifixión

«Llegados al lugar llamado "La Calavera",


le crucificaron allí a él y a los dos
malhechores, uno a la derecha y otro a la
izquierda. Jesús decía: "Padre,
perdónales, porque no saben lo que
hacen"... Era ya eso de mediodía cuando,
al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre
toda la tierra hasta la media tarde. El
velo del Santuario se rasgó por medio y
Jesús, dando un fuerte grito dijo: "Padre,
en tus manos pongo mis espíritu" y, dicho
esto, expiró» (Lc 23, 33-46).
Oh la más dolorosa Madre María, meditando el
misterio de la Crucifixión, cuando después de
haber sido despojado de sus vestiduras, tu
divino Hijo fue clavado en la cruz, en la que
después de tres horas de agonía indescriptible
nuestro Señor murió, tiempo durante el cual Él
suplicó perdón al Padre por sus enemigos.
Ruego humildemente: Padre Nuestro, 10 Ave
Marías, Gloria al Padre.
Padre Nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo,


santificado sea tu nombre, venga a
nosotros tu reino, hágase tu
voluntad, así en la tierra como en el
cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas, así como
nosotros perdonamos a los que nos
ofenden; no nos dejes caer en tentación y
líbranos del mal. Amén.
10 Ave Marías

Dios te salve María, llena eres


de gracia, el Señor es contigo,
bendita Tú eres entre todas las
mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre: Jesús
Santa María Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores;
ahora y en la hora de nuestra
muerte. Amén.
Gloria

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo


Como era en un principio, ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.

Ato estos botones de rosas de sangre roja


por la petición de la virtud del Amor a
nuestros enemigos y humildemente
pongo este ramo a tus pies.
Jaculatorias

V/ Oh Jesús mío, perdona nuestros


pecados, líbranos del fuego del infierno,
lleva al cielo a todas las almas,
especialmente a las más necesitadas de
tu divina misericordia.
V/ María, Madre de Gracia, Madre de
piedad y misericordia
R/ en la vida y en la muerte ampáranos
Oh Gran Señora. Amén
V/ Oh María concebida sin pecado,
rogad por nosotros que recurrimos a
vos.
V.

¡Oh Virgen y Reina del Santo Rosario! Tú que eres la Hija del Padre
celestial, la Madre del Hijo divino, la Esposa del Espíritu Santo; Tú que
todo lo puedes ante la Trinidad Santísima, debes obtenerme esta
gracia para mi tan necesaria, a no ser que sea de obstáculo para mi
eterna salvación... (aquí se especifica la gracia que se desea). Te la pido
por la Concepción Inmaculada, por tu divina Maternidad, por tus gozos,
por tus dolores, por tus triunfos. Te la pido por el Corazón de tu
amoroso Jesús, por aquellos nueve meses que lo llevaste en tu seno,
por los trabajos y sinsabores de su vida, por su acerba Pasión y Muerte
de Cruz, por su santísimo Nombre y por su sangre preciosísima. Te la
pido, finalmente, por tu dulcísimo Corazón, por tu glorioso Nombre, ¡oh
María! que eres Estrella del mar, Señora poderosísima, Puerta del
paraíso y Madre de todas las gracias. En Ti confío.., todo lo espero de Ti:
Tú me has de salvar. Así sea. Dios Te salve, Reina, Madre de
misericordia…
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados
hijos de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y
llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después
de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto
bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen
María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
V. Hazme digno de alabarte, oh Virgen Sagrada.

R. Dame fortaleza contra tus enemigos.

V. Ruega por nosotros, Reina del Santísimo


Rosario.

R. Para que seamos dignos de alcanzar las


promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

ORACIÓN. Oh Dios, cuyo Hijo Unigénito con su


vida, muerte y resurrección nos adquirió el
premio de la salvación eterna, concedenos, os
suplicamos, que meditando estos misterios en el
Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen
María, imitemos las virtudes que contienen y
alcancemos los bienes que prometen. Por el
mismo Jesucristo Nuestro Señor. Así sea.
Comunión espiritual

Mi Jesús, realmente presente en el


Santísimo Sacramento del Altar, ya que
ahora no puedo recibirte bajo el velo
sacramental, yo te ruego con un corazón
lleno de amor y anhelo, puedas venir
espiritualmente a mi alma a través del
Corazón Inmaculado de Tu Madre
Santísima, y quedarte conmigo para
siempre.
“Tú en mí, y yo en ti, en el tiempo y en la
eternidad, en Nuestra Señora Santa María”
En petición

Dulce Madre María, te ofrezco esta


comunión espiritual para unir mis
ramos de flores en una guirnalda, la
cual quiero colocar sobre tu frente.
¡Oh Madre mía! contempla con buenos
ojos mi obsequio, y en tu amor
consigue para mí (especificar
petición…)
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida,
dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve. A Ti clamamos los desterrados hijos
de Eva, a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en
este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, vuelve a
nosotros tus ojos misericordiosos, y después de
este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito
de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para
que seamos dignos de alcanzar las promesas de
Nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración
Reina Santísima del Rosario de Pompeya, Madre
Nuestra, al pie de tu trono glorioso y triunfante de
Pompeya; dejo todas mis intenciones teniendo de
testigos a la Trinidad Santísima representada por tu
Divino Niño, a los Santos y fieles representados por
Santo Domingo y Santa Catalina de Siena y la belleza
de la creación de la cual eres reina absoluta por gracia,
representada por tu Hermoso trono de Flores Oh
Triunfante Reina del Amor en Pompeya, teniendo como
gran promesa rezar lo más pronto posible tu refulgente
Novena de Rosarios que nos dejaste como regalo y
promesa máxima de tus propios labios, por tanto
nunca dejarán de ser cumplidas nuestras humildes
peticiones y engrandecerán nuestras almas porque
rebosarán de tu inconmensurable amor. Bendita seas
por siempre Reina de todos los rincones de este mundo
y rogamos para que cada uno de ellos sean vuestros
reinos triunfantes de Nueva Pompeya, así como ha de
triunfar en el mundo tu Inmaculado Corazón. Amén
Letanías de la Virgen

Señor, ten piedad


Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,
Letanías de la Virgen
Santa María, Virgen prudentísima,
ruega por nosotros. Virgen digna de veneración,
Santa Madre de Dios, Virgen digna de alabanza,
Santa Virgen de las Vírgenes, Virgen poderosa,
Madre de Cristo, Virgen clemente,
Madre de la Iglesia, Virgen fiel,
Madre de la misericordia, Espejo de justicia,
Madre de la divina gracia, Trono de la sabiduría,
Madre de la esperanza, Causa de nuestra alegría,
Madre purísima, Vaso espiritual,
Madre castísima, Vaso digno de honor,
Madre siempre virgen, Vaso de insigne devoción,
Madre inmaculada, Rosa mística,
Madre amable, Torre de David,
Madre admirable, Torre de marfil,
Madre del buen consejo, Casa de oro,
Madre del Creador, Arca de la Alianza,
Madre del Salvador, Puerta del cielo,
Letanías de la Virgen
Estrella de la mañana, Reina de la familia,
Salud de los enfermos, Reina de la paz.
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los migrantes,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de Amor del Santísimo Rosario de Pompeya,
Letanías de la Virgen
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de
Cristo.

ORACIÓN.
Te rogamos nos concedas, Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada
siempre Virgen María, vernos libres de las tristezas
de la vida presente y gozar y disfrutar de las
alegrías eternas. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Letanías de San José
Señor, ten misericordia de nosotros. José, castísimo.
Cristo, ten misericordia de nosotros. José, prudentísimo.
Señor, ten misericordia de nosotros. José, valentísimo.
Cristo óyenos. José, fidelísimo.
Cristo escúchanos. Espejo de paciencia.
Dios Padre celestial, Amante de la pobreza.
ten misericordia de nosotros. Modelo de trabajadores.
Dios Hijo, Redentor del mundo. Gloria de la vida doméstica.
Dios Espíritu Santo. Custodio de Vírgenes.
Santa Trinidad, un solo Dios. Sostén de las familias.
Santa María, Apoyo en las dificultades.
.
ruega por nosotros. Consuelo de los desgraciados.
San José Esperanza de los enfermos.
Ilustre descendiente de David Patrón de los exiliados.
Luz de los Patriarcas Patrón de los afligidos.
Esposo de la Madre de Dios. Patrón de los pobres.
Custodio del Redentor. Patrón de los moribundos.
Casto guardián de la Virgen. Terror de los demonios.
Padre nutricio del Hijo de Dios. Protector de la Santa Iglesia.
Celoso defensor de Cristo.
Servidor de Cristo.
Ministro de salud.
Jefe de la Sagrada Familia.
José, justísimo.
.
Letanías de San José
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:
ten misericordia de nosotros.

V.- Le estableció señor de su casa.


R.- Y jefe de toda su hacienda.

Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te


dignaste elegir a San José por Esposo de tu
Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que
merezcamos tener por intercesor en el cielo al que
veneramos como protector en la tierra. Tú que vives
y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Oración de consagración a la Sagrada Familia

Oh Jesús, Redentor nuestro amabilísimo.


Que habiendo venido a iluminar al mundo con la doctrina y con
el ejemplo has querido pasar la mayor parte de tu vida, humilde y
sujeto a María y a José en la pobre casa de Nazareth,
santificando a aquella familia que había de ser el modelo de
todas las familias cristianas.
Acoge benigno la nuestra que ahora se dedica y consagra a ti .
Dígnate protegerla, guardarla establecer en ella tu santo temor
con la paz y concordia de la caridad cristiana para que imitando
el ejemplo divino de tu familia pueda alcanzar toda entera, sin
faltar uno solo de los miembros la tierna bienaventuranza.
María , madre de Jesús y madre nuestra, con tu piadosa
intercesión haz que sea aceptable a Jesús esta humilde ofrenda
y otórganos su gracia y bendición .
Oh San José, custodio santísimo de Jesús y de María, socórrenos
con tus plegarias en todas las necesidades espirituales y
temporales; a fin de que en unión con María y contigo podamos
bendecir eternamente a nuestro divino Redentor Jesús.
Amén.
Oración final

¡Oh Dios! Cuyo unigénito Hijo, por su vida, muerte y


resurrección, ha conseguido para nosotros la
recompensa de la vida eterna; concedemos, te
rogamos, que meditando en estos misterios del
Santo Rosario de la Bienaventurada Virgen María,
imitemos lo que contienen y obtengamos lo que
prometen. Por el mismo Cristo nuestro Señor. Amén.
Que la divina asistencia permanezca siempre con
nosotros. Y que las almas de los fieles difuntos, por
la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén.
Virgen Santa, ante tu Niño amoroso, danos tu
bendición a nosotros este día (noche). En el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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