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EL ORO DE MOSCU

Hoy se cumplen 81 años del mayor atraco de la historia de la humanidad. Como suena!!. Sucedió en
Madrid y aún así es desconocido en sus verdaderas dimensiones por la mayor parte de los españoles.
Imagínate la de estudios, novelas históricas, películas, obras de teatro, óperas, cuadros y esculturas se
podrían hacer con semejante suceso. Pero no pasa nada de nada porque lo perpetraron gentes que
tienen patente de corso aquí, allí y allá.
Veamos;En la madrugada del 14 de septiembre de 1936 un grupo de cerrajeros, sindicalistas y pistoleros
de la motorizada (la guardia personal del líder del PSOE Indalecio Prieto que menos de dos meses antes
habían asesinado a Calvo Sotelo) asaltaron el Banco de España que estaba donde ahora, en la plaza de
Cibeles. Los enviaba el ministro de Hacienda, del PSOE, Juan Negrín. El gobierno lo presidía Francisco
Largo Caballero, también del PSOE.
Arramplaron con la que era la cuarta reserva de oro del planeta. El cajero mayor se suicidó de un
disparo en su despacho, abrumado por semejante expolio
El presidente Azaña no fue informado y tampoco las Cortes, lo que despeja cualquier duda: no fue, en
absoluto, una operación digamos económico-política sino un atraco monstruoso.
El 25 de octubre, los buques soviéticos Kine, Kursk, Neva y Volgoles zarparon de Cartagena con el oro,
cientos y cientos de toneladas, una de las 3 mayores reservas mundiales de oro, rumbo a Odesa y donde
Stalin se quedó con todo.
Posteriormente le siguió el asalto a las cajas de seguridad de los bancos de Madrid.
Los mandarines de la memoria histórica callan.
Pero es evidente que todo lo malo que hace la izquierda en éste país no tiene importancia o carece de la
difusión necesaria.
https://es.wikipedia.org/wiki/Oro_de_Mosc%C3%BA

El término Oro de Moscú, u Oro de la República, se refiere a la operación de apropiación y


traslado de 510 toneladas de oro en monedas, correspondientes al 72,6% de las reservas de oro
del Banco de España, desde su depósito en Madrid hacia la Unión Soviética, a los pocos meses
del inicio de la Guerra Civil Española, por parte del gobierno de la II República, presidido por
Francisco Largo Caballero, y a iniciativa de su ministro de Hacienda, Juan Negrín, así como a las
posteriores gestiones relacionadas con su venta a la URSS y la utilización de los fondos
obtenidos, y los similares envíos a la URSS de bienes incautados por el gobierno frentepopulista
a lo largo de la contienda. La cuarta parte restante de la reserva del Banco, es decir 193
toneladas, fue trasladada a Francia y también vendida en su mayor parte, una operación que,
por analogía, se conoce como el «Oro de París».

Estas monedas trasladadas a la URSS tendrían actualmente un valor mínimo bruto de 12.200
millones de euros (en términos del año 2010), por su contenido metálico, y un valor
numismático que podría superar los 20.000 millones de euros.

La expresión «Oro de Moscú» ya había sido utilizada en la década de 1930 por la prensa
internacional, siendo popularizada durante la Guerra Civil española y los primeros años del
régimen franquista en referencia al episodio histórico español. Durante la Guerra Fría, también
fue empleada a nivel internacional por la propaganda antisoviética y la contraria a partidos y
sindicatos comunistas occidentales para descalificar las fuentes de financiación de las
actividades de estos últimos, considerando que los fondos provenían en su mayoría de la URSS,
por lo que se popularizó la expresión «a sueldo de Moscú».

El episodio histórico español ha sido, desde la década de 1970, tema de numerosas obras y
ensayos a partir de documentos oficiales y privados, pero también objeto de debate
historiográfico y fuertes controversias, especialmente en la propia España. Los desacuerdos se
centran en la interpretación política de sus motivaciones, su venta a la Unión Soviética, la
presunta utilización y destino de las divisas obtenidas con la misma y sus consecuencias para
con el desarrollo de la contienda, así como su influencia posterior en la República en el exilio y
en las relaciones diplomáticas del gobierno franquista con el soviético.

Mientras que para algunos autores (como Ángel Viñas o Enrique Moradiellos) el envío del oro a
la URSS fue la única opción viable ante el avance de los sublevados y la no-intervención de las
democracias occidentales, que permitió la supervivencia de la República, para otros (como
Francisco Olaya Morales) se trató de un gigantesco fraude y uno de los factores más
importantes de la derrota republicana, culpando directamente a Juan Negrín.

Índice
 1 La revolución comunista mundial y el Moscow Gold
 2 El episodio español
o 2.1 Contexto: los primeros meses de la Guerra Civil
o 2.2 Situación de las reservas y estatus del Banco de España
o 2.3 El «oro de París»
o 2.4 La orden de traslado y sus motivaciones
o 2.5 Apropiación del oro y traslado a Cartagena
o 2.6 El viaje y la recepción en Moscú
o 2.7 Valoración del oro
o 2.8 Uso del depósito
o 2.9 Los otros envíos
o 2.10 Consecuencias para la peseta republicana
 3 El oro de Moscú en la Guerra Fría
o 3.1 División en el exilio
o 3.2 El expediente Negrín
 4 Historiografía y mito
 5 Véase también
 6 Referencias
 7 Bibliografía
 8 Enlaces externos

La revolución comunista mundial y el Moscow Gold


La expresión «oro de Moscú» tiene su origen en la crítica a la financiación de los partidos y
sindicatos de ideología comunista en Europa Occidental. Con anterioridad a 1935, mientras el
gobierno de Iósif Stalin orientaba parte de su política internacional hacia la promoción de la
llamada revolución mundial del proletariado, medios de habla inglesa como la revista Time1
utilizaban la expresión Moscow Gold para referirse a los planes soviéticos de intensificar las
actividades del movimiento comunista internacional, que por entonces se manifestaba
tímidamente en Estados Unidos y el Reino Unido. Time consideraba que esta evolución de la
política soviética, que en 1935 se manifestó en favor de la participación comunista para la
formación de diferentes agrupaciones frentepopulistas en diversos países del mundo, se debía
en parte a la necesidad de Stalin de contrarrestar las críticas del trotskismo.

A principios de los años 1990, tras la descomposición del sistema soviético que marcó el
comienzo de un periodo de transformación de los partidos comunistas de Europa occidental, la
expresión «oro de Moscú» fue retomada en Francia (l'or de Moscou), nuevamente en una
campaña de desprestigio y acusaciones contra la financiación del PCF, dirigido entonces por
Georges Marchais.2

El episodio español
Contexto: los primeros meses de la Guerra Civil
Léon Blum, jefe del gobierno francès.

A partir del 19 de julio de 1936, a los pocos días de la sublevación militar, tanto el gobierno de
José Giral como el general Franco, entonces responsable del ejército de África, realizaron
gestiones simultáneas en Francia, por una parte, y a través de emisarios en Roma y Berlín, por
la otra, para solicitar apoyo material. Con estas iniciativas dio comienzo la progresiva
internacionalización del conflicto ante la conciencia común de las carencias en medios y
equipamientos militares de ambos bandos para sostener el esfuerzo bélico. 3

Al comienzo de la Guerra Civil Española, la situación política de Francia era confusa, con un
gobierno frentepopulista que incluía entre sus elementos mayoritarios al centrista Partido
Radical. Aunque Léon Blum, como el PCF, pretendió intervenir a favor de la República, los
radicales se opusieron y amenazaron con retirarle su apoyo. A ello se unieron las advertencias
británicas sobre el riesgo de obstruir la política de apaciguamiento emprendida por el
conservador Stanley Baldwin. De tal modo, el consejo de ministros reunido el 25 de julio de
1936 aprobó la cancelación de cualquier suministro desde Francia.4 El mismo día en que se
confirmaba la no intervención de las democracias occidentales, Hitler daba su consentimiento
para el envío de un primer lote de aviones, tripulación y equipo técnico a Marruecos, mientras
que el 27 de julio, Mussolini enviaría una partida de aviones de transporte, material que sería
utilizado posteriormente para el puente aéreo de tropas hacia Sevilla establecido el 29 de julio
de 1936. El gobierno nazi utilizó una empresa fantasma, la Sociedad Hispano-Marroquí de
Transportes, como tapadera para canalizar sus suministros a Franco.

El 1 de agosto de 1936 el gobierno francés emitió la propuesta a la comunidad internacional


para la adopción de un «Acuerdo de No Intervención en España», apoyada por el Foreign Office
a través de su embajada en París el 7 de agosto.5 El acuerdo fue también inicialmente suscrito
por la Unión Soviética, Portugal, Italia y el Tercer Reich, sumándose al Comité de supervisión de
Londres creado el 9 de septiembre de 1936. No obstante, estas tres últimas naciones
mantuvieron su apoyo logístico y material mientras que los agentes de compras del gobierno
republicano adquirieron suministros procedentes de México y del mercado negro.6
Áreas de control de los bandos enfrentados hacia septiembre de 1936.

En el terreno de las hostilidades, durante los meses de agosto y septiembre de 1936 las fuerzas
sublevadas lograron importantes avances, consolidando la frontera portuguesa tras las Batalla
de Badajoz del 14 de agosto y cerrando la vascofrancesa, tras la entrada en Irún del 4 de
septiembre de 1936. Este avance coincidió con un progresivo viraje de la política de la URSS
hacia una intervención activa. Se emprendió entonces el establecimiento de relaciones
diplomáticas con la República española y el nombramiento del primer embajador soviético en
Madrid, Marcel Rosenberg (antes representante soviético en la Sociedad de Naciones), el 21 de
agosto de 1936.7

A finales de septiembre de 1936, partidos comunistas de diferentes países recibieron


instrucciones del Komintern y de Moscú para el reclutamiento y organización de las Brigadas
Internacionales, que entrarían en combate durante el mes de noviembre. Mientras, el 28 de
septiembre, el final de las operaciones en torno al Alcázar de Toledo permitiría a las fuerzas
dirigidas por el general Varela orientar su esfuerzo hacia la Batalla de Madrid.

A lo largo del mes de octubre de 1936, la URSS envió material en ayuda del nuevo gobierno de
concentración frentepopulista presidido por Largo Caballero, que incluía dos ministros
comunistas, acción que el embajador soviético en Londres, Iván Maisky, justificaría ante el
Comité de No Intervención el 23 de octubre de 1936, denunciando el previo sabotaje italo-
alemán al mismo y reclamando la restitución del derecho a la República a armarse. 8 Cinco días
más tarde, el 28 de octubre de 1936, zarparon de Cartagena cuatro cargueros soviéticos
conteniendo el oro evacuado el 14 de septiembre del Banco de España.

Situación de las reservas y estatus del Banco de España

Pocos meses antes del inicio de la Guerra Civil la reserva española de oro había sido registrada
por las estadísticas internacionales en mayo de 1936 como la cuarta más grande del mundo.9
Fue acumulada principalmente durante la Primera Guerra Mundial, en la que España se
mantuvo neutral. Gracias a los estudios de la documentación del Banco de España (BDE), 10 se
conoce que estas reservas se distribuían principalmente en la sede central de Madrid, las
delegaciones provinciales del BDE y otros depósitos menores en París, desde 1931, estando
constituidas en su mayor parte por monedas, extranjeras y españolas, mientras que la fracción
de oro antiguo era menor al 0,01% e insignificante la cantidad de oro en barras pues tan sólo
había 64 lingotes.11
Sobre el valor de las reservas movilizables, este era conocido por las diversas publicaciones
oficiales que se emitían regularmente y así el The New York Times del 7 de agosto de 193612
informaba de la cifra de 718 millones de dólares estadounidenses de la época para las
disponibles en la sede de Madrid. Para el historiador Ángel Viñas, esta cifra se correspondía con
635 o 639 toneladas de oro fino o bien a 20,42 o 20,54 millones de onzas troy. Según el balance
del Banco de España del 30 de junio de 1936, publicado en la Gaceta de Madrid (el BOE de la
época) el 1 de julio, las reservas de oro existentes, tres semanas antes de iniciarse la contienda,
alcanzaban un valor de 2.202 millones de pesetas-oro, equivalente a 5.240 millones de pesetas
efectivas. Viñas calcula que la cifra de 719 millones de dólares de 1936 correspondería,
actualizada con los índices de inflación, a 9.725 millones de dólares de 2005. En comparación,
las reservas españolas disponibles en septiembre de ese año eran de 7.509 millones. 13

En 1936, el Banco de España estaba constituido como sociedad anónima por acciones (al igual
que sus homólogos francés e inglés) con un capital de 177 millones de pesetas, el cual se
hallaba distribuido en 354.000 acciones nominativas de 500 pesetas cada una. A pesar de que
el banco y sus reservas no eran de propiedad estatal -pues no devendrían en tales hasta la
promulgación del Decreto-Ley 18/1962 del 7 de junio de 1962, sobre Nacionalización y
Reorganización del Banco de España-,14 la institución estaba sometida al control tanto del
gobierno, quien designaba al gobernador, como del ministerio de Hacienda que nombraba a
varios miembros del Consejo General del banco.12

La Ley de Ordenación Bancaria (LOB) del 29 de diciembre de 1921 (o Ley Cambó)15 intentó por
vez primera ordenar las relaciones entre el Banco de España como banco central y la banca
privada. En la ley se regulaban también las condiciones para la movilización por parte del Banco
de las reservas, el cual debía contar con la preceptiva autorización del Consejo de Ministros. En
la base 7.ª del Artículo 1º la LOB estipulaba la facultad del Gobierno para acudir a la entidad y
solicitar la venta de oro exclusivamente para influir en el tipo de cambio de la peseta y «ejercer
una acción interventora en el cambio internacional y en la regularidad del mercado monetario»,
en cuyo caso el Banco de España participaría en dicha acción con una cantidad igual a la
arbitrada por el Tesoro Público.

Aunque autores como Pío Moa consideran que el traslado del oro violaba claramente la Ley
Cambó,16 en opinión de Ángel Viñas la aplicación laxa de la misma por parte del gobierno
republicano fue válida, basándose en los testimonios del que fuera último ministro de Hacienda
de la Monarquía, Juan Ventosa y Calvell (18 de febrero a 15 de abril de 1931), que la juzgaba,
poco antes del golpe militar, demasiado ortodoxa, 17 limitando las posibilidades de crecimiento
de la economía del país. Para Viñas -que evita entrar en aspectos jurídicos- la situación
excepcional creada por la rebelión explicaría el cambio de actitud con respecto a la Ley Cambó
por parte del gobierno, que pasó a ejercer los mecanismos necesarios para realizar una
nacionalización parcial encubierta del Banco de España, guiado por la máxima «Salus patriae,
suprema lex»-18 Otros historiadores, como Sardá, Miralles o Moradiellos, coinciden con esta
interpretación.

La actuación del gobierno republicano sobre el Banco de España para colocar en su dirección a
personas fieles a la República se concretó en el Decreto de 4 de agosto de 1936, que destituyó
a Pedro Pan Gómez como subgobernador primero en favor de Julio Carabias, que 10 días más
tarde fue seguida de la destitución de otros consejeros y altos ejecutivos. Después del traslado
del oro a la Unión Soviética, el 21 de noviembre, se decretó la modificación del Consejo, que
sufrió nuevas modificaciones y ceses hasta que el 24 de diciembre de 1937 nueve consejeros
fueron sustituidos directamente por representantes institucionales. Pan Gómez huiría a la zona
sublevada, para ocuparse unos meses después de organizar el nuevo Banco de España de
Burgos.19

El «oro de París»

Artículo principal: Oro de París

Real Casa de la Aduana (Madrid), sede central del Ministerio de Hacienda.

Con el comienzo de la guerra, los sublevados pusieron en marcha su propia maquinaria estatal,
considerando ilegítimas e ilegales las instituciones que quedaron bajo el control del gobierno de
Madrid. Así, se constituyó también un Banco de España, con sede en Burgos, dirigido por el ex-
subgobernador Pan Gómez. Cada banco afirmaba ser el legítimo, tanto en el interior como en el
exterior.20 En poder del gobierno republicano quedaron la sede central con su reserva de oro y
las delegaciones más importantes, en tanto que el de Burgos administraba las reservas y
delegaciones provinciales del Banco de España en el territorio sublevado. Cuando ambos
reunieron sus respectivas juntas de accionistas, en la rebelde hubo 154.163 y en la republicana
31.389.21

El 27 de julio el Gobierno Giral anunció el inicio del envío a Francia de parte del oro, por el
acuerdo del Consejo de Ministros de 21 de julio de 1936.22

Los sublevados, informados puntualmente de los envíos de oro por sus agentes y amigos en
Francia y la zona republicana,23 afirmaron que estos gastos estaban muy alejados de lo previsto
en la mencionada Ley Cambó. Por tanto, los consideraron ilegales. Así, la Junta de Defensa
Nacional de Burgos emitió el 25 de agosto de 1936 un decreto, el nº 65, declarando nulas, por
lo que a ellos concernía, las operaciones de crédito realizadas por el gobierno frentepopulista
con cargo a esta reserva:

Decreto número 65:

Interesa a esta Junta, en el orden moral, destacar, una vez más, el escándalo que ante la
conciencia universal ha producido la salida de oro del Banco de España, decretada por el mal
llamado Gobierno de Madrid. Pero la incumbe más principalmente señalar las consecuencias de
esas operaciones en el terreno jurídico, porque efectuadas con abierta infracción de preceptos
fundamentales de la vigente Ley de Ordenación Bancaria, es evidente conducen por su
manifiesta ilegalidad a la conclusión inexcusable de su nulidad, que ha de alcanzar en sus
efectos civiles a cuantas personas nacionales o extranjeras hayan participado en ellas, con
independencia de la responsabilidad criminal, ya regulada en otro Decreto. Y es lógico
complemento de esta declaración, el prevenir los daños que se irroguen, con medidas de
caución, que han de adoptarse con la urgencia que la defensa de los intereses nacionales exige.
En su virtud, como Presidente de la Junta de Defensa Nacional, y de acuerdo con ella, vengo en
decretar lo siguiente:
Artículo primero. Se declaran nulas todas las operaciones que se hayan verificado o se
verifiquen con la garantía del oro extraído del Banco de España, a partir del dieciocho de julio
último, y en su día se ejercitarán cuantas acciones correspondan en Derecho, para el rescate
del oro referido, sea cual fuere el lugar en que se halle.
Artículo segundo. Sin perjuicio de la responsabilidad criminal definida en el Decreto número 36,
los valores, créditos, derechos y bienes de todas clase que posean en España las personas o
entidades nacionales o extranjeras que hayan intervenido o intervengan directa o
indirectamente en las operaciones a que se contrae el artículo precedente, serán
inmediatamente embargados, a fin de asegurar las responsabilidades de cualquier especie que
se deriven de tales actos.
Dado en Burgos a 25 de agosto de 1936.

Miguel Cabanellas.
24

Vincent Auriol, ministro de finanzas, y Émile Labeyrie, gobernador del Banco de Francia,
coincidieron en permitir estas operaciones para ayudar económicamente a la República, tanto
por sus convicciones antifascistas como por la conveniencia de reforzar sus reservas y la
estabilidad del franco.25 La creación del Comité de No Intervención no paralizó el envío de oro a
Francia y el gobierno de Largo Caballero, constituido en septiembre, prosiguió dicha política.
Londres y París ignoraron las protestas de los sublevados sobre el uso indebido del oro. 26

Hasta marzo de 1937 se enviaron 174 toneladas de oro fino (193 brutas) al Banco de Francia,
equivalentes al 27,4% de todas las reservas españolas, para convertirlas en divisas con que
pagar las compras de armamento y víveres.La Hacienda republicana recibió 3.922 millones de
francos (unos 196 millones de dólares) con tal objeto. 27 Se tiene constancia además de otros
muchos envíos de oro, plata y joyas introducidos en el país galo de contrabando 28 Estos envíos
se justificaron con un decreto reservado del 30 de agosto, en razón de la gravedad provocada
por la insurrección armada, y a fin de «poder desarrollar la lucha con la extensión e intensidad
que exija el aplastamiento de la execrable rebelión». Por acuerdo del Consejo de Ministros, se
autorizaba «al Ministro de Hacienda para disponer que, por el Centro Oficial de Contratación de
Moneda, se sitúe en una o varias veces, por cuenta del Tesoro, en el extranjero, a disposición de
la representación diplomática, consular o persona que designará en cada caso, la cantidad de
francos franceses que estime precisa para atender los gastos que las necesidades de campaña
impongan».29

Durante el último año de guerra, 40,2 toneladas depositadas en Mont de Marsan fueron
retenidas judicialmente, reclamadas por el gobierno franquista al ser reconocido por la
República francesa y finalmente recuperadas al término de la guerra, en la que fue la única
reclamación exitosa del oro del Banco de España por parte de los sublevados. 30

La orden de traslado y sus motivaciones


¡Oro! ¡Amarillo, brillante, precioso oro!
¡No, dioses, no hago votos en vano, sino con fundamentos!
Un poco de oro bastaría para volver blanco al negro;
bello al feo; justo al injusto; noble al infame;
joven al viejo, valiente al cobarde.
¡Ven! Polvo maldito, ramera del mundo,
que siembra la discordia entre los pueblos.

—William Shakespeare, Timón de Atenas, acto IV, escena 3.

El 13 de septiembre se firmó un decreto reservado del Ministerio de Hacienda, emitido a


iniciativa del nuevo ministro, Juan Negrín, por el cual se autorizaba el traslado de las reservas
metálicas del Banco de España y se preveía una futura rendición de cuentas a las Cortes que
nunca llegó a producirse:31

Ministro de Hacienda

Excmo. Sr:
Por su excelencia el presidente de la República, y con fecha 13 del actual, ha sido firmado el
siguiente decreto reservado: La anormalidad que en el país ha producido la sublevación militar
aconseja al Gobierno adoptar aquellas medidas precautorias que considere necesarias para
mejor salvaguardar las reservas metálicas del Banco de España, base del crédito público. La
índole misma de la medida y la razón de su adopción exigen que este acuerdo permanezca
reservado. Fundado en tales consideraciones, de acuerdo con el Consejo de Ministros, y a
propuesta del de Hacienda, vengo en disponer, con carácter reservado, lo siguiente:

 Art. 1º: Se autoriza al Ministro de Hacienda para que en el momento que lo considere oportuno
ordene el transporte, con las mayores garantías, al lugar que estime de más seguridad, de las
existencias que en oro, plata y billetes hubiera en aquel momento en el establecimiento central
del Banco de España.
 Art. 2º: El Gobierno dará cuenta en su día a las Cortes de este decreto.

Madrid, 13-9-36.
32

El decreto está firmado por el presidente de la República, Manuel Azaña, el cual afirmaría
posteriormente su desconocimiento sobre el destino final de las reservas. Según justificó más
tarde Largo Caballero, el Presidente no fue informado hasta mucho después debido a su
«estado emocional» y el «carácter reservado de la operación»:

¿De esta decisión convenía dar cuenta a muchas personas? No. Una indiscreción sería la piedra
de escándalo internacional [...] Se decidió que no lo supiera ni el Presidente de la República, el
cual se hallaba entonces en un estado espiritual verdaderamente lamentable, por consiguiente
sólo lo sabía el Presidente del Consejo de Ministros [el propio Largo], el Ministro de Hacienda
[Negrín] y el de Marina y Aire [Indalecio Prieto]. Pero los dos primeros serían los únicos que se
habían de entender con el Gobierno de Rusia.
33
Francisco Olaya Morales34 indica que, «poniéndose legalista», esto podría violar el artículo 76
de la Constitución del 31, que facultaba al Presidente parar firmar «los decretos, refrendados
por el Ministro correspondiente, previo acuerdo del Gobierno, pudiendo el Presidente acordar
que los proyectos de decreto se sometan a las Cortes, si creyere que se oponen a alguna de las
leyes vigentes».

Diversos autores, como Viñas, han señalado que la decisión de trasladar el oro fuera de Madrid
estuvo motivada por el rápido avance del ejército de África, que desde su llegada a la Península
había realizado un rápido avance hacia la capital, encontrándose, en el momento de tomarse la
decisión, ya en Talavera de la Reina, a 116 kilómetros de Madrid, sin que ninguno de los
esfuerzos hechos para detenerlos o frenar su avance hubiesen tenido éxito, siquiera parcial. Sin
embargo, las tropas sublevadas no llegarían finalmente hasta dos meses después, no debido a
la resistencia de las fuerzas republicanas, sino a una decisión del propio Franco, que decidió
desviarse para socorrer a los sitiados en el Alcázar de Toledo, en una operación de prestigio que
le consolidó políticamente y le permitió ascender a la jefatura del Estado el 29 de septiembre
de 1936. La capital resistiría hasta el fin la guerra, y el propio gobierno republicano no se
trasladó a Valencia hasta el 6 de noviembre.

Uno de los principales protagonistas de los hechos, Largo Caballero, justificó posteriormente,
en su exilio francés, el envío del oro en el Pacto de No Intervención y la defección de las
democracias con respecto a la República, y la amenaza de los sublevados sobre Madrid. 35 No
obstante lo cual, su compañero, el también socialista Luis Araquistáin, lo atribuyó
posteriormente a la coacción soviética:

Como estoy seguro de que Largo Caballero, de quien era yo entonces amigo íntimo, no se
hallaba en tal estado de desesperanza en cuanto al desenlace de la guerra, y me cuesta
también mucho trabajo imaginar presa de tal abatimiento a Negrín, no me queda otra
alternativa que volver a la hipótesis de la coacción soviética, o declarar simplemente que la
entrega del oro a Rusia fue una locura de todo punto inexplicable.
36

También se habló del peligro faísta, y de la intención anarquista de asaltar las bóvedas del
Banco de España y transferir las reservas de oro a Barcelona, el bastión de la CNT y la FAI, no
sólo para mantenerlo a salvo, sino para comprar material de guerra por su cuenta. 37 Este plan
habría sido preparado por Diego Abad de Santillán, uno de los más ardientes detractores de
Negrín, pero tal extremo es considerado falso por el historiador libertario Francisco Olaya
Morales, que opina que el oro se trasladó a Cartagena no por motivos de seguridad o por
ninguna amenaza franquista o anarquista, sino con la intención preconcebida de enviarlo a
Moscú.38

Aunque la mayoría de los historiadores consideran a Negrín el artífice del envío del oro (por
iniciativa propia o confabulado con los soviéticos, dependiendo de las interpretaciones), no está
claro quién tuvo la idea de sacar la reserva fuera de España. El historiador británico Antony
Beevor cita que existen versiones que atribuyen al agregado comercial soviético y agente del
NKVD Arthur Stashevski la sugerencia a Negrín de tener una «cuenta corriente en oro» en
Moscú, debido a la amenaza que pendía sobre Madrid y a la necesidad de comprar armas y
materias primas.39 Pero también cita a Gabriel Jackson y Víctor Alba, los cuales en su libro Juan
Negrín le atribuyen la idea al propio Negrín, sosteniendo que la idea tomó por sorpresa a los
soviéticos y que Negrín tuvo que explicar cuidadosamente la idea al embajador Rosenberg. 40 Su
amigo y compañero Mariano Ansó lo defendía afirmando:

no pudo ser ni fue el artífice del envío a Rusia del oro español; fue a lo sumo un cooperante de
menor importancia del Lenin español y sus consejeros áulicos, a la cabeza de los cuales figuraba
Luis Araquistáin.
41

Según Martín-Aceña,42 fue igualmente Stashevski quien propuso a Negrín depositar el oro en
Moscú, en tanto que Válter Krivitski, general del Ejército Rojo y encargado de la inteligencia
militar en Europa Occidental durante la época, posteriormente huido a Estados Unidos, afirma
que cuando Stalin decidió intervenir en España, no quiso arriesgar nada, sino que se aseguró de
que existía suficiente oro como para pagar la ayuda a la República. 43

En cualquier caso, no fue hasta el día siguiente, el lunes 14 de septiembre, que el Consejo del
Banco de España (muy reducido tras el inicio de la guerra) fue informado de la decisión de
incautar el oro y trasladarlo.44 Dado que el traslado había comenzado hora antes de la sesión
informativa, el Consejo del Banco no pudo impedir dichas medidas. No obstante, los dos únicos
consejeros representantes de los accionistas del Banco de España que no se habían pasado a
los sublevados (José Álvarez Guerra y Lorenzo Martínez Fresneda), presentaron su dimisión. 45
Martínez Fresneda expresó su más enérgica protesta alegando que el traslado era ilegal, puesto
que el oro era de exclusiva propiedad del Banco de España, y ni el Estado ni el Gobierno podían
disponer de él; además señaló que el oro garantizaba por ley la convertibilidad de los billetes
del Banco, y, por tanto, debía permanecer en la caja de seguridad del Banco:

A mediados de septiembre [de 1936], según información personal y directa del señor Martínez
Fresneda al Asesor Jefe, el día 14, se citó a un Consejo extraordinario y secreto para el siguiente
día 15. En él se dio cuenta por el señor Gobernador de que el Gobierno había dispuesto, ante el
avance de las tropas insurrectas, incautarse de todo el oro del Banco, para trasladarlo a sitio y
localidad donde estuviera con más seguridad que las ofrecidas por Madrid, al cual se dirigían
dichas tropas con intención de tomarlo, y que al efecto había ya comenzado dicha traslación.
Entonces el señor Martínez Fresneda dijo que, simultánea la noticia del acuerdo del Gobierno
de la incautación y traslación del oro del Banco, con la ejecución del acuerdo, no cabía discutir
sobre tal acuerdo para impugnar e impedir su realización, toda vez que está ya ejecutándose,
pero si no cabía discusión, sí cabía y lo hacía constar del modo más solemne su enérgica
protesta, por considerar el acuerdo ilegal e ineficaz en derecho. Era ilegal, porque siendo el oro
de propiedad exclusiva del Banco, ni el Estado ni el Gobierno podían disponer de él. Por otra
parte, dijo, el oro es la reserva que previene la ley y que garantiza la convertibilidad del billete,
y siendo ello así, en parte alguna puede estar, sino en la caja del Banco y precisamente cuando
se acaba de inaugurar la nueva caja, que responde a todos los adelantos de seguridad a prueba
de incendios, de bombas, etc., todo ello demuestra lo desafortunado del acuerdo. Concluyó
reiterando su protesta y a ella se sumó en iguales términos de energía el señor Álvarez Guerra
(Asesor Jefe). Añadió que, corolario de esa protesta y lógica consecuencia era su dimisión que
anunciaba al Consejo.
46

Apropiación del oro y traslado a Cartagena


Vista de la estación de Atocha de Madrid, todavía conocida como del Mediodía en la época de la guerra
civil.

Menos de 24 horas después de la firma del decreto, la madrugada del 14 de septiembre de


1936 entraron en el Banco fuerzas de carabineros y milicias, enviadas por el ministerio de
Hacienda de acuerdo con los comités de la UGT y de la CNT en el mismo Banco. Dirigió la
operación de apropiación el entonces Director General del Tesoro y futuro ministro de
Hacienda en el gobierno de Negrín, Francisco Méndez Aspe. Le acompañaban el capitán Julio
López Masegosa, 50 o 60 metalúrgicos y cerrajeros y un grupo de empleados de banca
pertenecientes al Sindicato de Madrid, cuyo presidente era Amaro del Rosal, futuro director de
la Caja General de Reparaciones.47 El cajero principal, al ver que la reserva de oro iba a ser
evacuada, se suicidó en su despacho.48

Obtenidas las llaves, se abrieron las cajas y cámaras donde se custodiaban las reservas, y
durante varios días los agentes del Gobierno estuvieron extrayendo todo el oro allí depositado.
El metal precioso se colocó en cajas de madera de 30,5 x 48,2 x 17,7 cm, las utilizadas
habitualmente para el transporte de municiones, que no estaban numeradas ni acompañadas
de facturas que indicasen cantidad, peso o contraste del oro. Las cajas fueron transportadas en
camiones a la Estación del Mediodía, y desde allí a Cartagena, donde se depositaron en los
polvorines de La Algameca.49 Viñas considera la elección de Cartagena lógica, ya que «se
trataba de una gran base naval, pertrechada y defendida adecuadamente, un tanto alejada del
teatro de operaciones y desde la cual cabía la posibilidad de, llegado el caso, transportar por vía
marítima las reservas a algún nuevo lugar».50

El traslado por vía férrea hasta Cartagena fue protegido por la «Brigada Motorizada» del PSOE
como explica el testimonio de testigos del hecho.51 A los pocos días de la extracción del oro del
Banco de España, los mismos funcionarios, utilizando idénticos procedimientos a los empleados
con el oro, recogieron la plata, por una cuantía total de 656.708.702,59 pesetas, 52 que fue
vendida a los EE.UU. y a Francia entre junio de 1938 y julio de 1939 por una cifra algo superior a
20 millones de dólares (una parte fue embargada por las autoridades francesas). 53

Con la reserva de oro en lugar seguro, a cientos de kilómetros del frente, parecía que se había
cumplido el mandato del Decreto Reservado del 13 de septiembre. El bando sublevado,
enterados del traslado del oro, calificaron el hecho de «expolio» y protestaron
internacionalmente.54 Viñas cree que su destino final no estaba decidido todavía. «De hecho,
inmediatamente después de su llegada a Cartagena lo que se decidió fue, precisamente,
aumentar el volumen de los envíos que se remesaban a Francia».55 Sin embargo, el 15 de
octubre Negrín y Largo Caballero decidieron trasladar el oro de Cartagena a Rusia.
El 20 de octubre, el director del NKVD en España, Alexander Orlov, recibió un telegrama cifrado
de Stalin ordenándole organizar el envío del oro a la URSS y concertar los preparativos con
Negrín:

Junto con el embajador Rosenberg, organice con el jefe del gobierno español, Caballero, el
envío de las reservas de oro de España a la Unión Soviética... Esta operación debe llevarse a
cabo en el más absoluto secreto.
Si los españoles le exigen un recibo por el cargamento, niéguese. Repito, niéguese a firmar nada
y diga que el Banco del Estado preparará un recibo formal en Moscú.

Iván Vasiliévich.56

Orlov le dijo que llevaría a cabo la operación con los tanquistas soviéticos que acababan de
llegar a España. En su posterior informe al Subcomité del Senado de los Estados Unidos declaró
lo siguiente:

Deseo subrayar que, en aquel tiempo, el gobierno español (...) no controlaba completamente la
situación. Le dije francamente al ministro de Hacienda Negrín que si alguien se enteraba de
ello, si los anarquistas interceptaban a mis hombres, rusos, con los camiones cargados de oro
español, los matarían y sería un tremendo escándalo político en todo el mundo, que incluso
podría provocar una revolución interna. Por ello (...) le pregunté si el gobierno español podría
extenderme credenciales bajo algún nombre ficticio (...) como representante del Banco de
Inglaterra o del Banco de América, porque entonces (...) podría decir que el oro se estaba
transportando a América por razones de seguridad (...) Negrín no puso ninguna objeción. Pensó
que era una buena idea. Yo hablaba un inglés relativamente bueno y podía pasar por
extranjero. Por lo tanto, me extendió las credenciales de un hombre llamado Blackstone y me
convertí en el representante del Banco de América.
57

El día 22 de octubre de 1936 se personó en Cartagena Francisco Méndez Aspe, jefe del Tesoro y
hombre de confianza de Negrín, que ordenó la extracción nocturna de la mayoría de las cajas
de oro, con un peso aproximado de setenta y cinco kilos cada una, las cuales fueron
transportadas en camiones y cargadas en los buques Kine, Kursk, Neva y Volgoles. Según Orlov:

Una brigada de tanques soviéticos había desembarcado en Cartagena dos semanas antes y
ahora estaba estacionada en Archena, a 40 millas. La mandaba el coronel S. Krivoshein, que los
españoles conocían como Melé. Krivoshein me asignó veinte camiones militares y otros tantos
de sus mejores tanquistas (...) Los sesenta marinos españoles habían sido enviados al polvorín
con una hora o dos de anticipación (...) Y así, el 22 de octubre, al anochecer, me dirigí, seguido
de una caravana de camiones, al depósito de municiones (...) La salud de Ménez Aspe era algo
muy serio. Era un hombre muy nervioso. Nos dijo que debíamos interrumpir la carga o
pereceríamos [a causa de un bombardeo alemán]. Le respondí que no podíamos hacerlo,
porque los alemanes continuarían bombardeando el puerto y el barco se hundiría, así que
debíamos seguir. Entonces huyó y dejó solo a un ayudante, un español muy agradable que se
encargó de contar las cajas del oro.
58
El oro tardó tres noches en ser embarcado, y el 25 de octubre los cuatro barcos se hicieron a la
mar rumbo a Odesa, puerto soviético del Mar Negro. Acompañaban a esta expedición, como
personas de confianza, cuatro claveros del Banco de España (un clavero era un custodio de las
llaves de las cajas fuertes del Banco): Arturo Candela, Abelardo Padín, José González y José
María Velasco. Cabe indicar, asimismo, que Orlov había reseñado 7.900 y Méndez Aspe 7.800
cajas; el recibo final fue por 7.800,59 y no se sabe si fue un error o desaparecieron 100 cajas de
oro.60

El viaje y la recepción en Moscú

Moneda de oro estadounidense de cinco dólares: Media Águila de 1914. Las reservas de oro del Banco
de España se encontraban fundamentalmente en forma de monedas, entre las que las estadounidenses
eran muy abundantes.

El convoy puso rumbo a la URSS, y la noche del 2 de noviembre Stalin se encontró con que
habían arribado a Odesa tres barcos cargados con oro —el Kursk se retrasaría unos días por
avería—, concretamente con 5.779 cajas de metal precioso. Uno de los colaboradores del
general del GPU Válter Krivitski le describía así la extraordinaria escena en el puerto ruso:

Toda la zona próxima al dique fue despejada y rodeada por cordones de tropas especiales. A
través de ese espacio vacío entre el muelle y las vías del ferrocarril, los más altos jefes de la
Ogpu transportaban las cajas de oro a sus espaldas. Durante varios días estuvieron
transportando el oro, cargándolo en los camiones y llevándolo a Moscú en convoyes armados.
Intentó darme una idea de la cantidad de oro que habían descargado en Odesa mientras
caminábamos por la gran Plaza Roja. Señaló la extensión que nos rodeaba y dijo: «Si todas las
cajas de oro que apilamos en los muelles de Odesa se colocaran aquí una al lado de otra,
cubrirían completamente la Plaza Roja».
61

El oro, custodiado por el 173 regimiento del NKVD, se trasladó inmediatamente al Depósito del
Estado de Metales Preciosos del Comisariado del Pueblo para las Finanzas (Gojrán), en Moscú,
donde fue recibido en calidad de depósito de acuerdo a un protocolo, fechado el 5 de
noviembre, por el que se nombraba una comisión receptora formada por los representantes
del Comisariado de Finanzas, J.V. Margoulis, director del Servicio de Metales Preciosos, O.I.
Kagan, director del Servicio de Divisas, el representante del Comisariado de Negocios
Extranjeros y el embajador español en la Unión Soviética, Marcelino Pascua. El oro arribó a la
capital soviética un día antes del 19º aniversario de la revolución de octubre. Entre los días 6 y 7
tuvo lugar la llegada y aceptación de las cajas que contenían metales preciosos de acuerdo con
«la declaración verbal del embajador de la República Española en Moscú... y de los empleados
del Banco de España que acompañan el convoy... (puesto que) las cajas no están numeradas ni
provistas de facturas de acompañamiento que hubieran indicado la cantidad, el peso y el
contraste del metal».62 Según Orlov, Stalin celebró la llegada del oro con un banquete al que
asistieron miembros del Buró Político en el que habría dicho: «Los españoles no verán su oro
nunca más, como tampoco ven sus orejas», expresión que tomó de un proverbio ruso.63

Valoración del oro

El oro quedó a buen recaudo en el Gojrán bajo guardia militar, y entre el 9 y el 10 de noviembre
llegaron las últimas 2.021 cajas, las que viajaran en el Kursk, firmándose en la segunda de
dichas fechas el protocolo de rigor. A continuación se procedió al recuento de una muestra de
372 cajas que habría de servir para redactar el acta de recepción preliminar, la cual quedó
levantada el 20 de noviembre. Seguidamente, se recontó el total del depósito, para lo cual los
cuatro claveros españoles habían previsto un plazo de un año, trabajando ellos solos en dos
turnos diarios de siete horas; sin embargo, el recuento, que comenzó el 5 de diciembre,
terminó el 24 de enero de 1937, pese a haberlo efectuado con el máximo esmero. Se abrieron
15.571 sacos, encontrando en su interior 16 clases distintas de monedas de oro: libras
esterlinas (el 70%), pesetas españolas, luises y francos franceses, marcos alemanes, francos
belgas, liras italianas, escudos portugueses, rublos rusos, coronas austriacas, florines
holandeses, francos suizos, pesos mexicanos, pesos argentinos, pesos chilenos y, por supuesto,
una extraordinaria cantidad de dólares estadounidenses.64 El depósito completo ascendía a
509,287.183 kilogramos de monedas y 792.346 kilogramos de oro en lingotes y recortes: un
total, pues, de exactamente 510'079,529.30 gramos de oro bruto, que a una ley media de 900
milésimas equivalía a 460.568.245,59 gramos de oro fino (unas 14.807.363,8 onzas troy). El
valor de este oro era de 1.592.851.910 pesetas-oro (518 millones de dólares). 65 Aparte de ello,
el valor numismático de las monedas era muy superior al del oro que contenían, aunque los
soviéticos no lo calcularon ni tuvieron en cuenta.66 Sin embargo, sí pusieron extraordinario
cuidado en enumerar las monedas que eran falsas, defectuosas o que contenían menos oro del
debido. Los soviéticos jamás explicaron qué hicieron con las monedas raras y antiguas, aunque
es dudoso que las fundieran. Burnett Bolloten plantea que es posible que se apartaran todas las
monedas de valor numismático con la idea de venderlas gradualmente en el mercado
internacional.67

Martín Almagro Gorbea estima el valor del oro de Moscú en un mínimo metálico de 12.200
millones de euros (según la cotización del oro en marzo de 2010, 824 euros la onza) y considera
posible que su valor numismático excederá de los 20.000 millones. 68

Terminada la contabilización, el 5 de febrero de 1937 el embajador español y los responsables


soviéticos G. F. Grinkó, comisario de Hacienda, y N. N. Krestinsky, su adjunto para asuntos
exteriores, firmaron el acta de recepción definitiva del depósito de oro español, un documento
en francés y en ruso.69 El párrafo 2, sección 4 de este documento estipulaba que el Gobierno
español quedaba libre de reexportar o disponer del oro, y el último punto incluía una cláusula
conforme a la cual los soviéticos se desentendían de cualquier responsabilidad sobre el
depósito según lo fuesen empleando las autoridades republicanas. Dicha cláusula establecía
que «en el caso que el Gobierno de la República ordenase la exportación del oro recibido en
depósito por la URSS, o bien en caso que dispusiera del mismo de otra manera, la
responsabilidad asumida en el presente acta por el Comisariado del Pueblo para las Finanzas
será reducida automáticamente, en todo o en parte en proporción a las disposiciones del
Gobierno de la República española». Quedaba claro, pues, que se trataba de un depósito que la
República Española podía emplear libremente, exportándolo o enajenándolo, con lo que las
autoridades soviéticas no asumían ninguna responsabilidad por el destino de este oro. Cabe
señalar que la URSS otorgaba la titularidad del depósito al Estado español republicano, y no al
Banco de España, su verdadero propietario.70

Cuando el 15 de enero de 1937 el periódico de la CNT Solidaridad Obrera denunció la


«descabellada idea de enviar las reservas de oro al extranjero», la agencia gubernamental
Cosmos publicó una nota oficiosa (20 de enero), afirmando que la reserva aún se encontraba en
España.71 Poco tiempo después, las querellas entre las organizaciones anarquistas y del POUM
con el gobierno de socialistas y comunistas se manifestaron en los violentos enfrentamientos
de mayo de 1937,72 que finalizaron con la derrota anarquista.

En los meses siguientes, varios de los soviéticos implicados en el asunto del oro español
tuvieron un final dramático. Stashevski murió ejecutado por el NKVD en 1937 y el embajador
soviético Rosemberg siguió ese mismo destino en 1938; Orlov, temiendo ser el siguiente, huyó
ese mismo año a los EE.UU. al recibir un telegrama de Stalin donde se le ordenaba volver a la
URSS. Los Comisarios del Pueblo de la Hacienda Soviética, Grinkó, Krestinski, Margoulis y Kagán,
fueron ejecutados el 15 de marzo de 1938 o fueron víctimas de desaparición forzada por
distintos modos, tras ser acusados de pertenecer al «bloque trotskista-derechista»
antisoviético. Grinkó en particular fue acusado de hacer «esfuerzos por socavar el poder
financiero de la URSS». Los cuatro funcionarios españoles enviados para supervisar la operación
fueron retenidos por Stalin hasta octubre de 1938 y sólo entonces se les permitió salir para
lugares dispersos del extranjero: Estocolmo, Buenos Aires, Washington y México,
respectivamente. Con respecto al embajador español, Marcelino Pascua, fue trasladado a
París.73

Uso del depósito

En el Archivo Histórico del Banco de España se conservan los documentos del llamado «dossier
Negrín», entre los que se encuentran los registros contables e informaciones sobre las cuentas
de la operación y que fueron entregadas por su hijo, Rómulo Negrín al gobierno de Franco el 18
de diciembre de 1956. Esta documentación ha permitido a los investigadores reconstruir lo que
ocurrió tras la recepción de las reservas españolas en Moscú,74 cuando los soviéticos fundieron
las monedas, transformándolas en barras de baja aleación de oro (cobrando un precio
exorbitante por hacerlo) y aprovisionando, a cambio, las cuentas bancarias de la Hacienda de la
República en el extranjero.

Negrín firmó 19 órdenes de venta consecutivas entre el 19 de febrero de 1937 y el 28 de abril


de 1938, dirigidas a los sucesivos comisarios del Pueblo para las Finanzas: G.F. Grinkó (hasta
mayo del 37), V. Tchoula (hasta septiembre del 37) y A. Zvérev (hasta el final de la guerra). En
ellas, el valor de la onza de oro troy, al curso del día de la orden de venta en el mercado de
Londres, era convertido en libras esterlinas, dólares o francos franceses según el cambio de la
City. Según Martín-Aceña, en 1937 se vendieron 415 toneladas brutas (374 de oro fino), entre
enero y abril de 1938 otras 58 (52), y, de las restantes, 35 (31) fueron separadas del depósito
original para constituir un segundo depósito que garantizaba un crédito de 70 millones de
dólares. Así, en agosto de 1938 restaban 2 toneladas. La República obtuvo de las ventas de oro
un total de 469,8 millones de dólares, 131,6 de los cuales quedaron en la URSS para saldar
diversas compras y gastos. Los rusos se quedaron un 2,1% en concepto de comisiones y
corretajes, y otro 1,2% en concepto de transporte, depósito, fundición y refino: en total, menos
de un 3,3%, unos 14,5 millones de dólares. El 72% restante, 338,5 millones, fueron transferidos
a la Banque Commerciale pour L'Europe du Nord , o Eurobank, de París, la organización
financiera soviética en Francia, propiedad del Gosbank, el banco nacional de la Unión
Soviética.75 Desde París, los agentes del Tesoro y diplomáticos pagaron las compras de armas y
materiales adquiridos en Bruselas, Praga, Varsovia, Nueva York y México, entre otros lugares.

Con el oro español depositado en Moscú, los soviéticos mudaron el carácter de su ayuda y
reclamaron inmediatamente al Gobierno republicano el pago de los primeros envíos, que
aparentemente habían llegado como un regalo para combatir al fascismo internacional.76
Stashevski reclamó a Negrín 51 millones de dólares de deuda acumulada y los gastos de
transporte del oro de Cartagena a Moscú. En la zona sublevada, las ayudas alemana e italiana
tampoco fueron desinteresadas y tuvieron que ser pagadas, si bien alemanes e italianos
permitieron que Franco fuese satisfaciendo la deuda una vez acabada la guerra. Autores como
Guillermo Cabanellas,77 Francisco Olaya Morales78 o Ángel Viñas79 critican la actuación y
comportamiento de los soviéticos:

La Unión Soviética ofrece su ayuda a los republicanos, pero exige que el pago sea efectivo. Se
desploma así todo idealismo. Rusia ha puesto su mirada de buitre en las reservas acumuladas
en los sótanos del Banco de España (...) Rusia realiza un contrato mercantil en que una de las
partes fijaba a otra condiciones leoninas. La Unión Soviética enviaba, abonándosele a un alto
precio, material que, en definitiva, serviría a los rusos para probar su eficacia.
77

Los historiadores que han accedido al Archivo y al «dossier Negrín» creen que se puede afirmar
que los soviéticos no abusaron de su posición ni estafaron a los españoles en las transacciones
financieras, pero que tampoco hicieron concesión alguna; en palabras de María Ángeles Pons:
«nada obtuvo gratis la República de sus amigos rusos» pues se encuentran registrados todo
tipo de gastos y servicios facturados al gobierno.80 Sin embargo, autores como Gerald Howson
sostienen la existencia de una estafa soviética en la gestión del depósito en Moscú, en la idea
de que Stalin habría hinchado el precio del material de guerra vendido manipulando los
cambios de rublos a dólares y de dólares a pesetas, cargando los tipos de cambio
internacionales hasta un treinta y un cuarenta por ciento.81 En todo caso, Negrín ni estudió ni
custodió los comprobantes de las compra de material militar para asegurarse de que fuese el
necesario, y no el que los consejeros soviéticos consideraban oportuno, para asegurar su
correcta distribución en el frente y para asegurar su calidad y precio.

También se habla del poder omnímodo que ejercieron entonces los comunistas, aprovechando
la presión que podía ejercer la Unión Soviética con el control del oro. Según José Giral, a pesar
de tener pagadas todas las compras de armamento, la Unión Soviética no enviaba ningún
material si el gobierno de la República «no accedía antes a que fueran entregados a los
comunistas importantes puestos militares y policíacos».82

Ángel Viñas llegó a la conclusión de que el depósito de oro se agotó menos de un año antes del
final de la Guerra Civil, gastándose íntegramente en pagos de armamento (incluyendo los
costes de la operación). Autores como Martín-Aceña u Olaya Morales critican los modelos
hipotéticos de Viñas, que en su opinión carecen de pruebas que los validen al cien por cien,
resultando por el momento imposible afirmar si fue así.83 Si, efectivamente, el depósito de oro
fue íntegramente vendido a los soviéticos, queda no obstante sin responder la cuestión del
gasto de todas las divisas generadas por la venta del oro y transferidas a la Banque
Commerciale de l'Europe du Nord de París, ya que no se ha encontrado ningún documento,
soviético o español, referente a tales operaciones. Martín-Aceña concluye que «la investigación
del oro no se ha cerrado del todo».84 En cualquier caso, agotado el oro, el escaso crédito de la
Hacienda republicana se esfumó.85

Los otros envíos

Además de las reservas de oro del Banco de España, a lo largo de la Guerra Civil Española afluyó
a Moscú una cantidad indeterminada de metales preciosos de origen desconocido y procedente
supuestamente de las incautaciones de la Caja General de Reparaciones, en una serie de envíos
posteriores.

Están documentados el caso del mercante español Andutz Mendi, de 3.800 Tm. de
desplazamiento, que atracó en Estambul el 14 de febrero de 1937 con un cargamento de cajas
de oro. Su destino era Odesa, al igual que el del vapor Latymer, que en noviembre de 1938
declaró a las autoridades griegas una carga de «plomo argentífero». Igualmente, se sabe que el
comunista austríaco Sigmund Rot hizo varios transportes de monedas de oro entre España y
Praga, con destino Moscú; según la que sería dirigente de la resistencia francesa Dominique
Desanti, el barco Cap Pinede desembarcó en Port Vendres un cargamento de oro y joyas que
fue agregado en secreto a un convoy ferroviario de armamento defectuoso que se devolvía a la
URSS;86 el comunista Domingo Hungría se llevó del tesoro acumulado en el Castillo de Figueras
dos camiones cargados de oro y joyas, el comunista Villasantes, un camión cargado con maletas
llenas de joyas, y un comandante del Batallón Especial de Líster, otros cuatro. Se desconoce que
ocurrió con estos cargamentos y las divisas que pudiera generar su venta a la URSS. 87 A finales
de 1939, en la Banque Commerciale de l'Europe du Nord existían un total de 1.896 millones de
francos a nombre de colegas, familiares y agentes del presidente Negrín. 88

Está por aclarar el destino de numerosas partidas de bienes y productos: los 2.500 millones de
francos entregados al PCF para la creación de France Navigation, la liquidación de compañías y
cuentas bancarias, saldos pendientes del gobierno republicano, y deudas del soviético con
diversas compañías españolas. Así por ejemplo, el gobierno soviético adeudaba a la Campsa-
Gentibus 1,5 millones de dólares, 800.000 libras, 4 millones de francos, y 41 millones de
pesetas, además de los envíos no contabilizados. La CEA y la Mid-Atlantic ingresaron en los
bancos soviéticos de París y Londres un total aproximado de 75 millones de francos, 25,5
millones de libras y 36 millones de dólares de los que nunca más se supo. 89 A este conjunto de
flujo financiero en favor de los soviéticos habría que añadir el valor de la incautación por parte
del gobierno de Stalin de 9 barcos españoles fletados por un valor aproximado de 8 millones de
dólares.90

Consecuencias para la peseta republicana

Billete de 1 peseta emitido por el Consejo Municipal de Reus en el verano de 1937.


La salida de las reservas de oro del Banco de España hacia Moscú ha sido señalada como uno de
los desencadenantes de la crisis monetaria que sufrió la España republicana en 1937. 91 Aunque
el oro y los billetes fueron en la práctica un excelente medio de financiación, supusieron en
cambio un duro golpe para la moneda acuñada e impresa. La credibilidad financiera del
Gobierno quedaba en entredicho ante las afirmaciones de los sublevados sobre la salida del oro
y el público en general desconfiaba. El decreto del Ministerio de Hacienda del 3 de octubre de
1936, que exigía a los españoles que entregasen todo el oro amonedado o en pasta que
poseyesen, hizo cundir la alarma entre la población que aún conservaba oro e incluso entre
quienes temían una veloz depreciación de la moneda. Pese a que en enero de 1937 el gobierno
desmintiese que se había depositado dicho oro confiscado en el extranjero (vide supra), tuvo
que reconocer que efectuó pagos con él.92

Sin una reserva de oro para avalar una moneda en constante devaluación, con el comercio
interno y externo prácticamente suprimido, y con una industria dedicada exclusivamente a la
producción de guerra, se comenzaron a emitir cantidades crecientes de billetes sin ninguna
cobertura metálica ni respaldo de otra clase, incrementando así el papel circulante. 93 Para el 30
de abril de 1938 se calculó la cifra de nuevos billetes en circulación en el área republicana en
12.754 millones de pesetas, un incremento de un 265,8% con respecto a los 3.486 existentes el
17 de julio de 1936; por entonces circulaban en la zona sublevada 2.650 millones, frente a los
cerca de 2.000 de julio del 36.94

Todo ello creó una severa inflación en la zona republicana y el acaparamiento de metal
precioso (oro y plata) por parte de la población, ante la acelerada depreciación de la peseta
republicana. Mientras que en la zona sublevada los precios crecerían un 40%, en la leal se
llegaron a multiplicar en un 1500%. Las monedas metálicas prácticamente desaparecieron y
fueron sustituidas por piezas redondas de cartulina o papeles. La gran mayoría de la población
civil se negaba a recibir como dinero unos billetes depreciados, con los cuales además poco
podía comprarse por la subida de los precios. Los éxitos militares del bando sublevado
agravaron el deterioro económico, pues la población de la zona republicana fue informada que,
de ganar los rebeldes, aquellos billetes recién emitidos perderían su valor, pues todos eran de
series nuevas puestas en circulación después de julio de 1936 y por lo tanto no reconocidas
como circulante por el régimen de Francisco Franco. Desde mediados de 1938 hasta el fin de la
guerra, la zona republicana subsistía mediante el trueque, al reparto gratuito de alimentos
racionados, con las transacciones económicas prácticamente paralizadas para la gran mayoría
que no disponía de divisas, restringidas sólo a los extranjeros y a la élite gubernamental.

Ante el acaparamiento de moneda metálica, la República no supo —o no pudo— reaccionar,


salvo imprimiendo moneda fraccionaria con éxito más bien discreto; fueron las corporaciones
municipales y otras instituciones locales quienes cubrieron el vacío, favorecidas por la
fragmentación del poder en el bando republicano, imprimiendo sus propios bonos
provisionales, pero en muchos casos rechazando el de los municipios vecinos, 95 lo cual agravó la
crisis y el caos económico.

La propaganda del bando sublevado aprovechó la situación para clamar que tal inflación había
sido causada artificial y premeditadamente.96 De este modo se lograba echar la culpa de los
males al libre mercado y proponer como salvación la nacionalización de todos los precios, los
cambios y la economía en general, algo que entraba en los objetivos de la autoproclamada
Hacienda Revolucionaria de la República. Un informe presentado al pleno del PCE de marzo de
1937 por José Díaz Ramos mostraba abiertamente la posición de ese partido:
...hay que concentrar todas las energías, todo el rigor, contra los verdaderos enemigos, contra
los grandes industriales contra los grandes comerciantes, contra los piratas de la banca, que
naturalmente, dentro de nuestro territorio están ya liquidados en una gran parte, aunque
quedan todavía algunos que hay que liquidar con rapidez, porque esos sí que son nuestros
verdaderos enemigos y no los pequeños industriales y comerciantes.
97

En la comunidad internacional surgió la percepción de que la República atravesaba una


situación revolucionaria anticapitalista, favorecida por el testimonio de financieros españoles,
como el ex ministro de la Monarquía y activo colaborador del bando franquista Francesc
Cambó, hombre de gran influencia en el mundo financiero.98 Lógicamente, al ver amenazados
sus intereses y propiedades, el mundo financiero, tanto español como internacional se
posicionó de modo inequívoco a favor de los sublevados (baste recordar el apoyo de Juan
March, Henry Ford y Texas Oil al bando sublevado, o sus facilidades para obtener créditos),
acelerando la caída de la cotización internacional de la peseta republicana. 99

El oro de Moscú en la Guerra Fría


División en el exilio

Críticas de Largo Caballero a la gestión de Negrín:


«¿Cuánto oro se entregó a Rusia? Nunca pudo saberse, porque el Sr. Negrín, sistemáticamente, se ha
negado siempre a dar cuentas de su gestión. Después se ha sabido, por unas cuentas publicadas por el
Banco de España en 30 de abril de 1938, que dicho Banco había entregado en custodia 1.592.851.906
millones [sic] en oro y 307.630.000 en plata. Aparte de esto, Hacienda se incautó de todo lo existente en
cajas de seguridad de los Bancos oficiales y privados, cuyo valor se eleva, seguramente a muchos millones.
¿Todo esto más las alhajas que existían en el Palacio Nacional, en habitaciones reservadas, y las de muchos
particulares, se han gastado en armas? ¿Al terminar la guerra qué oro quedaba en poder de Rusia? ¿Ha
liquidado con el Gobierno llamado del Sr. Negrín? Esto no lo puede saber nadie más que él, pues (…)
siempre se negó a dar cuenta de la situación económica. (...) El señor Negrín, sistemáticamente, se ha
negado siempre a dar cuenta de su gestión, (…) de hecho, el Estado se ha convertido en monedero falso.
¿Será por esto y por otras cosas por lo que Negrín se niega a enterar a nadie de la situación económica?
Desgraciado país, que se ve gobernado por quienes carecen de toda clase de escrúpulos (...) con una política
insensata y criminal han llevado al pueblo español al desastre más grande que conoce la Historia de España.
Todo el odio y el deseo de imponer castigo ejemplar para los responsables de tan gran derrota serán poco».

— Francisco Largo Caballero, marzo de 1939.100

En los últimos meses de la Guerra Civil se produjo en la zona republicana una amarga división
entre los partidarios de resistir a ultranza y enlazar la Guerra Civil con la inminente Segunda
Guerra Mundial y quienes pretendían poner fin a la guerra mediante un acuerdo con los
sublevados que creían evitaría males mayores. Negrín contaba con el único apoyo del PCE, en
tanto que el resto de partidos, incluida la práctica totalidad del PSOE y la facción prietista de
éste, que había apoyado inicialmente a Negrín, se oponían al presidente del Consejo de
Ministros. Indalecio Prieto había roto públicamente con Negrín en agosto de 1937, tras su
salida del Gobierno, en el que desempeñaba la cartera de Defensa Nacional; en la reunión del
comité central del partido acusó violentamente a Negrín de haber cedido ante la presión
comunista para expulsarle del gobierno, acusación que mantuvo hasta el fin de sus días. 101 Ya
desde otoño de 1938, el antagonismo entre socialistas y comunistas había provocado incluso
enfrentamientos violentos.

Esta división culminó con el golpe de Estado del coronel Casado, en marzo de 1939,
activamente apoyado desde el PSOE por besteiristas y caballeristas. El nuevo Consejo Nacional
de Defensa expulsó a los comunistas y negrinistas del aparato estatal republicano, provocó la
huida de Negrín de España y precipitó el fin de la Guerra Civil tras un último y estéril intento de
negociar la paz con Franco, que sólo aceptó la rendición incondicional. 102 Acusado de ser una
marioneta de los comunistas y de haber conducido a la República al desastre, el asunto del
«Oro de Moscú» fue uno de los muchos argumentos utilizados por los exiliados republicanos
contra Negrín en las polémicas que siguieron.

Tras el fin de la Guerra, el PSOE inició una lenta reconstrucción en el exilio. El partido se articuló
en torno a la dirección ideológica de Indalecio Prieto desde su refugio en el México priísta,
donde habían excluido a los negrinistas del partido, y a la organizativa de Toulouse, en especial
tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. El PSOE en el exilio agrupó a los dirigentes de las tres
tendencias en las que se había dividido el socialismo durante la contienda, lideradas por
Besteiro, Prieto y Largo Caballero, que lograron superar sus enfrentamientos, con una clara
orientación anticomunista y antinegrinista.103

Entre los exiliados, en particular entre los disidentes del PCE,104 se venía afirmando desde el fin
de la guerra que el oro, o al menos una parte de él, no fue convertido en divisas para adquirir
armas para la República, criticando la opacidad de la gestión de Negrín, que retuvo la
documentación y se negó a rendir cuentas al gobierno en el exilio. 105 Se destacaron las críticas
de uno los principales implicados, Francisco Largo Caballero, que, según Ángel Viñas,
constituyen «uno de los mitos que han ennegrecido la figura de Negrín».106

En enero de 1955, en el momento álgido del Macarthismo, el semanario estadounidense Time


informó de las acusaciones de Indalecio Prieto y de una parte del exilio español en México hacía
Juan Negrín por su «complicidad» con los soviéticos en el «asunto del oro». Esta circunstancia
fue aprovechada por el gobierno franquista, a través de las embajadas en los EE.UU., Francia y
el Reino Unido, para relanzar su enfrentamiento diplomático con la URSS y acusarla
expresamente de utilizar el oro español en el mercado europeo, aunque el mismo semanario
ponía en duda la capacidad para sustentar tales acusaciones. 107 El gobierno franquista había
sido informado ya en 1938 de que la reserva había sido agotada y convertida en divisas, 108 pero
persistía en reclamar de la URSS el reintegro del depósito de oro:

Oro español expoliado por los rojos y llevado a Rusia. Con fecha 8 de enero de 1955 se ha
dirigido al Señor Ministro de Asuntos Exteriores, por Nota firmada a las Representaciones
Diplomáticas en diversos países de Europa y Estados Unidos de América denunciando la
expoliación llevada a cabo por los rojos y los pagos que, según informaciones de fuente
autorizada, hacen los rusos con las reservas de oro del Banco de España.
109

Así, el 12 de enero el diario ABC publicaba un artículo sobre "La historia del robo del oro
español".110

El expediente Negrín
A finales de 1956 Juan Negrín falleció en París, y su hijo Rómulo, siguiendo instrucciones de su
padre, entregó el llamado el «Dossier Negrín» al asesor jurídico del Ministerio de Exteriores,
Antonio Melchor de las Heras, «para facilitar el ejercicio de las acciones que al Estado español
puedan corresponder (...) para obtener la devolución del citado oro a España», según
testimonio del cónsul adjunto en París, Enrique Pérez Hernández. 111 Las negociaciones con el
gobierno franquista habían sido iniciadas por el ex Ministro de Justicia y amigo de Negrín
Mariano Ansó a petición del propio Negrín, que consideraba que los documentos eran
propiedad del gobierno de España, independientemente de quien lo ejerciera. 112 En un
documento fechado el 14 de diciembre de 1956, redactado y firmado por Ansó y refrendado
por el hijo de Negrín se expresaba «la honda preocupación [de Negrín] por los intereses de
España frente a los de la URSS» y su temor ante «la indefensión a que reducía a España el
hecho de verse privada de toda documentación justificativa de sus derechos, en un obligado
balance de cuentas, procedente, acaso, de la más vasta e importante operación llevada a cabo
entre dos países». Después de enumerar otros varios asuntos que «pesaron en el ánimo del
señor Negrín», entre ellos la retención soviética de «importantes y numerosas unidades de la
flota mercante española», según Ansó, Negrín estimaba que «en una ulterior liquidación de
cuentas entre España y la URSS, su deber de español le obligaba a un apoyo incondicional del
interés de la nación».113

El expediente, una serie incompleta de documentos relacionados con el depósito y gestión del
oro del Banco de España, fue enviado a Alberto Martín Artajo, ministro de Asuntos Exteriores, y
remitido con un escueto oficio al subgobernador del Banco de España, Jesús Rodríguez
Salmones, quien, sin inspeccionar los papeles, ordenó que se guardaran en las cajas fuertes de
la institución. Aunque la transferencia fue realizada en la más estricta intimidad, ya que Negrín
había condicionado la misma a que se guardara el más absoluto secreto, pronto la noticia fue
de dominio público, lo que provocó apasionadas controversias. En su discurso institucional del
Año Nuevo de 1957, Franco reconoció la crisis económica que sacudía el país, junto con la
necesidad de emisión de moneda que había provocando un alza de precios, así como los
problemas derivados de las huelgas y protestas sociales, duramente reprimidas. También,
sorprendentemente, envió un mensaje a la URSS suavizando su tradicional discurso
antisoviético, coincidiendo con la pérdida de poder de los círculos falangistas en favor de los
tecnócratas. Ese mismo mes se envió una comisión a Moscú con el mandato oficial de tratar
sobre la repatriación de españoles, que el Time consideró que debía también abrir
negociaciones sobre el retorno del oro.114

Interpretación oficial del Franquismo sobre el Oro de Moscú:

Los caminos del oro español

El Gobierno español se ha dirigido a diversas Cancillerías extranjeras denunciando los pagos en el


extranjero que pueda hacer la URSS con oro procedente del depósito hecho en Moscú por el
Gobierno rojo en 1936 (...) En el curso de la Cruzada de Liberación fueron formuladas las mismas
advertencias sobre pagos que se hicieran con este oro (...) Es lógico que nuestro Gobierno reitere su
protesta cuando le consta que la URSS está efectuando exportaciones de este oro (...) Hoy se
conocen exactamente los detalles de este robo, por haber sido relatados por sus propios
protagonistas. Es más: se conocen sus móviles y la verdadera dimensión de la superchería montada
para justificar su salida de España rumbo a Odesa. Las «apariencias» de soberanía montadas por el
Gobierno rojo han sido desmontadas hace ya mucho tiempo. Desde el principio de nuestra guerra
de Liberación, la zona roja fue gobernada de hecho por emisarios soviéticos dotados de todos los
poderes (...) El saqueo de España era, en efecto, una doble operación, económica y política, y la
forma en que debía hacerse el abastecimiento del Gobierno rojo era también una operación política
destinada a controlar la bolchevización de la zona sometida a Largo Caballero. (...) En aquellas cajas
marcharon a Rusia 1.581.642 millones de pesetas oro. Esta cifra y detalles coinciden en los relatos
hechos por el propio Valentín González, por Jesús Hernández y por Prieto. Todos ellos tienen
razones suficientes para estar enterados, puesto que fueron autores directos o encubridores hasta
que las rivalidades por el reparto del botín les lanzaron a los unos contra los otros. (...) Con este oro
(...) fue financiada a campaña de inspiración comunista contra España, subvencionando,
adquiriendo periódicos y emisoras de radio. La URSS, que no había enviado más que armamento
viejo a cambio del oro robado, lo gastó en la segunda fase su intento de apoderarse de España a
partir de 1945 (...) Y ahora utiliza otra parte en sus transacciones comerciales (...) Queda un detalle
curioso: el trágico destino de los hombres que intervinieron directamente en el saqueo (...) Los
caminos de este oro robado han sido siniestros.
— (Arriba, 13 de enero de 1955.115)

El exilio republicano contempló con extrañeza y asombro cómo se entregaba de buena gana a
los franquistas una documentación que Negrín había negado al gobierno de la República en el
exilio durante más de 15 años. El hombre que había liderado la resistencia contra Franco
reconocía ahora explícitamente su dictadura como la legítima representante de los intereses de
España. El presidente del gobierno en el exilio, Félix Gordón Ordás, escribía el 8 de enero de
1957:

La decisión testamentaria de don Juan Negrín me ha causado estupor. Por más que pretendo
inquirir los móviles de ella no encuentro ninguno satisfactorio. Solamente veo dos como
probables: un anhelo patriótico o un deseo de venganza. En el primer caso habría sido un
colosal error de apreciación, pues entregar dinero a Franco y sus cómplices es como arrojar
agua al mar. En el segundo caso existiría tal fondo de ruindad que me parece incompatible con
el concepto que yo tenía del ilustre desaparecido. pero en ambos supuestos, lo realizado por el
doctor Negrín es una traición a la causa del pueblo español y de la República (...) Al obrar de
manera tan censurable proclamó el doctor Negrín que consideraba legítimo a Franco...
116

En abril de 1957 Time informó de que Radio Moscú,117 así como Pravda, habían hecho pública la
posición oficiosa del gobierno soviético, la cual, en palabras de Salvador de Madariaga,
«cerraba el capítulo del Oro de Moscú con llave de acero». El Mundo Obrero del 15 de mayo del
mismo año recogía una traducción del artículo, que firmaba un tal Observador:

Algunos periódicos extranjeros andan publicando artículos sobre el oro español depositado
hace veinte años en la Unión Soviética, sin mencionar nunca todo el consumo de este oro que
hizo el Gobierno republicano español, con lo que despistan a la opinión pública creando la
impresión de que todavía quedan restos no utilizados de este oro. El peso y verificación del oro
al ser transferido a las autoridades soviéticas, se hizo conjuntamente por representantes
soviéticos y españoles. El Gobierno español estipuló que tendría la facultad para pagar pedidos
hechos en el extranjero y para hacer transferencias de divisas por medio del Banco de Estado
Soviético a cargo de las reservas oro depositadas en la Unión Soviética.

Según información recibida, el Gobierno español efectuó numerosos pagos para sus compras
extranjeras y dio instrucciones para transferencias de divisas, que se ejecutaron por el Banco de
la Unión Soviética. Según los datos de las autoridades soviéticas, el Gobierno español agotó el
oro depositado en la Unión Soviética. Todas las órdenes del Gobierno republicano español
venían correctamente firmadas conjuntamente por Francisco Largo Caballero, primer ministro
republicano español, y Negrin, ministro de Hacienda. Más tarde, cuando Negrín pasó a ser
primer ministro, firmaba como tal y como ministro de Hacienda. La última carta de Negrín,
fecha 8 de abril de 1938, prueba que se ha agotado el oro. La carta pide en nombre del Consejo
de Ministros de la República española, que se liquide todo el oro español que queda en la
Unión Soviética. Así se hizo.

Hay que mencionar que, a requerimiento del Gobierno republicano español, el Gobierno soviético le
concedió un crédito de 85 millones de dólares, del que sólo se pagaron 35. Queda pues en pie una
deuda [al Gobierno soviético] de 50 millones de dólares. Negrín lo supo, puesto que firmaba todas las
órdenes relativas al oro y créditos. No se utilizó suma alguna a cargo del oro depositado para el
sostenimiento de los emigrantes y niños españoles que hallaron refugio en la Unión Soviética. Estos
gastos se sufragaron por la Unión Soviética y sus organizaciones sociales, en particular los sindicatos.
118

La nota no aportaba prueba alguna y contradecía afirmaciones realizadas por destacados


miembros del gobierno republicano. Así por ejemplo, Negrín había afirmado a José Giral en
1938 que aún quedaban en Moscú dos tercios del oro depositado. Asimismo, al no tratarse de
un comunicado oficial, el gobierno soviético podría desdecirse de lo afirmado si fuese
oportuno. Indalecio Prieto consideraba falsas las declaraciones de Pravda, enumeraba gastos
de los fondos españoles en beneficio del Partido Comunista Francés y afirmaba:

El PSOE no podrá vanagloriarse de los resultados desdichadísimos que concluyó teniendo


aquella aventura, pero en justicia no puede, como desea cierta propaganda, descargar toda la
responsabilidad sobre los comunistas. Un ministro socialista pidió autorización para proceder
libremente; el Gobierno, del que formábamos parte otros cinco socialistas, incluso quien lo
presidía, se la concedió, y socialistas eran también los bancarios que dispusieron cuanto se les
ordenó, tanto en España como en Rusia, así como los paisanos que convoyaron el cargamento
entre Madrid y Cartagena.

Estamos en presencia de un colosal desfalco. Sea cualquiera mi opinión sobre Juan Negrín, le declaro
incapaz de la macabra broma de disponer que al morir él —si así lo dispuso— se entregara a Franco un
documento que nada positivo representaba (...) aunque todos esos gastos se hicieron con cargo al oro
depositado en Rusia, es imposible la completa consunción de éste. Repito que se trata de un desfalco
descomunal. A fin de exculparse, Rusia habrá falsificado cuantos documentos justificativos le sean
menester, en la misma forma que falsificó tantos y tantos para fundamentar procesos monstruosos
contra enemigos del bolchevismo y contra bolchevistas más o menos descarriados. Negrín, desde la
tumba, no podrá negar autenticidad a firmas suyas, trazadas por expertos falsificadores.
119

De tal modo, el 10 de abril el diario ABC informaba de que "Pravda dice que ha desaparecido el
oro español transportado a Rusia en 1937".120

Historiografía y mito
Pablo Martín-Aceña, Francisco Olaya Morales y Ángel Viñas han sido los tres investigadores
españoles más destacados sobre el tema, siendo este último el primero en acceder a la
documentación del Banco de España. A nivel internacional, Gerald Howson y Daniel Kowalsky
han tenido acceso directo a los documentos de los archivos de la Unión Soviética abiertos a los
investigadores durante los años 90 del siglo XX, centrándose sus investigaciones en las
relaciones entre la Unión Soviética y la República, y los envíos de material militar. 121

Aunque la decisión de utilizar las reservas de oro no ha suscitado gran debate ni interés entre
los historiadores,122 su destino de las reservas sigue siendo motivo de controversia. Autores
como Viñas, Ricardo Miralles o Enrique Moradiellos defienden la gestión política de Negrín,
tanto al frente del ministerio de Hacienda, como de la presidencia del Consejo de Ministros
(Viñas lo considera «el gran estadista republicano durante la Guerra Civil») y estiman que el
envío del oro a la URSS tenía una racionalidad política, económica y operativa aceptada por el
gobierno republicano en pleno. Habría sido, según estos, la única opción viable ante el avance
de los sublevados y la no-intervención de las democracias occidentales, posibilitando la
supervivencia de la República en un contexto internacional adverso. Para estos autores, sin la
venta de las reservas, no habría habido posibilidad alguna de resistencia militar. Por su parte,
Martín-Aceña estima que el envío del oro fue un error que le costó a la República su capacidad
de financiación: la URSS era un país geográficamente lejano, de burocracia opaca y
funcionamiento financiero ajeno a las normas y garantías internacionales, de modo que lo
lógico hubiera sido enviar el oro a países democráticos como Francia o los Estados Unidos,123
países donde sería más sencillo controlar el manejo de las reservas y constatar el adecuado uso
del oro en cuanto a los pagos por gastos de armamento. Con respecto a Olaya Morales,
anarquista y exiliado durante el franquismo, en todas sus obras califica la gestión de Negrín de
criminal y niega los argumentos y teorías de Ángel Viñas, considerando el asunto del Oro un
gigantesco fraude y uno de los factores más importantes de la derrota republicana.

Autores como Fernando García de Cortázar,124 Pío Moa125 o Alberto Reig Tapia126 han definido el
episodio español del oro de Moscú como mítico, incidiendo en la instrumentalización del
episodio para justificar la desastrosa situación de la España de la posguerra. Ángel Viñas se
centra especialmente en la presunta falsedad de un mito que considera «franquista», en tanto
que Pío Moa y Olaya Morales le reprochan que, precisamente, las mayores censuras contra la
gestión de Juan Negrín no procedieron del franquismo, sino de los propios republicanos, en
especial de antiguos correligionarios de Negrín como los socialistas Francisco Largo Caballero o
Indalecio Prieto.

En 1994 María Dolors Genovés, directora de programas especiales de TV3, realizó un valioso
documental titulado L'Or de Moscou, para esta cadena televisiva autonómica.127

En 2014, más de 75 años después de los hechos, la Fundación Negrín abrió sus archivos a la
investigación, con la pretensión defender la actuación del ministro y jefe de gobierno. 128

Véase también
 Segunda República Española
 Guerra Civil Española
 Ministerio de Economía y Hacienda de España
 Gobiernos de la Segunda República Española
 Frente Popular (España)
 Banco de España
 Reservas de oro
 Juan Negrín
 Tesoro del yate Vita
Referencias
1.

 Revista Time, 21/11/1938, Loud Pedal, artículo disponible en time.com


  Diario L'Humanité, 6/3/1992, TF1 PERSISTE SUR L’OR DE MOSCOU, disponible en humanite.presse.fr
  Moradiellos (1999) y Howson (2000).
  Moradiellos (1999).
  « Note de la Sous-Direction d’Europe», 8 de agosto de 1936. DDF, vol. III, nº 108. citada en
(Moradiellos 1999).
  Citas 22, 23, 24 y 25, en Moradiellos (1999).
  Kowalsky (2004: Diplomacy).
  Cita 27, en Moradiellos (1999).
  Estadísticas del Banco de Pagos Internacionales de Basilea, Sixième rapport annuel del 11/5/1936,
cf. Viñas (2006: 112).
  Viñas (2006: 111)
  Viñas (2006: 111).
  Viñas (2006: 111)
  Viñas (2006: 112)
  [1])
  Refundida el 24 de enero de 1927 y modificada por Ley de 26 de noviembre de 1931.
  Moa (2007).
  Viñas (2006: 113); el autor cita los artículos de Juan Ventosa en España Económica y Financiera
(23/5/1936) y ABC (29/5/1936), [2]
  Viñas (2006: 114).
  Sánchez Asiaín (1999: 281).
  Sánchez Asiaín (1999: 249-50).
  Sánchez Asiaín (1999: 250).

  Convenio.
–Por iniciativa y acuerdo del Gobierno de la República, el Sr. Ministro de Hacienda ha
autorizado al Banco de España en fecha 21 del actual para la venta de oro amonedado o en
barras hasta la cantidad de veinticinco millones doscientas veinte mil pesetas valor nominal, al
efecto de la acción interventora en el cambio internacional, a que se refiere la Base 7ª de la Ley
de Ordenación Bancaria, ejercitando para esa autorización la facultad que al Gobierno concede
el párrafo 10º de la Base 2ª del artículo 1º de la referida Ley.
–Y a fin de cumplimentar dicho acuerdo, causa y motivo del presente Convenio, haciéndose
constar en él las conclusiones establecidas por el Gobierno y aceptadas por el Banco de España,
se formaliza con arreglo a las siguientes Estipulaciones.
–1ª. El Banco de España, en cumplimiento de la autorización otorgada por el Gobierno de la
República, según comunicación del Sr. Ministro de Hacienda, fecha 21 del actual, procede,
desde luego, a la venta de oro amonedado o en barras hasta la cantidad de veinticinco millones
doscientas veinte mil pesetas valor nominal para actuar e intervenir en el cambio internacional
y en la regularización del mercado monetario conjuntamente con el Estado.
–2ª. De conformidad con lo prevenido en la Base 7ª de la Ley de Ordenación Bancaria, la
participación del Estado y del Banco se entiende hecha por mitad, y a virtud del requerimiento
del Ministro de Hacienda, previo acuerdo del Consejo de Ministros, el Banco anticipa al Estado,
de acuerdo con lo establecido en el último párrafo del apartado D. de la Base 3ª de la referida
Ley, los doce millones seiscientas diez mil pesetas valor nominal oro, importe de la aportación
que le corresponde.
–3ª. El Gobierno de la República se obliga con arreglo a derecho al reembolso de las cantidades
oro anticipadas por el Banco, en el más breve plazo posible desde que cese su aplicación,
arbitrando para ello los recursos oportunos, siempre con el compromiso de no aplicar dichas
cantidades a otros fines que los que dan origen a este Convenio.
–4ª. Se entiende parte integrante de este Convenio cuanto se previene en la Base 7ª del
artículo 1º de la Ley de Ordenación Bancaria.
–5ª. Los gastos que por cualquier concepto ocasione el desplazamiento del oro, así como su
venta y los demás que se produzcan con motivo de estas operaciones se distribuirán por mitad
entre Tesoro y Banco.
–6ª. El acuerdo del Consejo de Ministros a que se refiere la orden del Ministerio de Hacienda,
contiene, como en la misma se indica, la expresa autorización a que se refiere el párrafo 10º de
la Base 2ª del artículo 1º de la Ley de Ordenación Bancaria.
–7ª. Los doce millones seiscientas diez mil pesetas que el Banco anticipa al Estado por este
Convenio se comprenden en la autorización concedida al Ministro de Hacienda hasta la
cantidad de veinticinco millones doscientas veinte mil pesetas oro por la Ley de dos de junio de
mil novecientos treinta y seis (Gaceta de Madrid, 11 del mismo)

  Viñas (1976: 101-5).


  Pérez-Maura (2004: 63-4); Viñas (1979: 159).
  Martín-Aceña (2001: 28).
  Martín-Aceña (2001: 32-3).
  Martín-Aceña (2001: 74).
  Olaya Morales (2004a: 460).
  Olaya Morales (2004a: 311-312)
  Martín-Aceña (2001: 153-4).
  Bolloten (1989: 261) y Viñas (1976: 133-4).
  Rosal (1977: 31-2), Sardá (1976: 433) y Olaya Morales (2004a: 286-7).
  Fundación Pablo Iglesias, Archivo de Francisco Largo Caballero, XXIII, p. 477; citado por: (Moa 2001:
392).
  Olaya Morales (2004a: 447)

  Como los facciosos estaban a las puertas de la capital de España, solicitó (Negrín) del
Consejo de ministros autorización para sacar el oro del Banco de España y llevarlo a sitio
seguro, sin decir a dónde. [...] Como primera medida lo trasladó a los fuertes de Cartagena.
Luego, temiendo un desembarco, decidió trasladarlo fuera de España. [...] No había otro lugar
que Rusia, país que nos ayudaba con armas y víveres. Y a Rusia se entregó.

Citado por: (Moa 2001: 395); Olaya Morales (1997: 414).


  Cuadernos del Congress for Cultural Freedom (1965), p. 58.
  Bolloten (1989: 268-9)
  Olaya Morales (2004a: 289-93).
  Beevor (2005: 232).
  Beevor (2005: 716-717).
  Ansó (1976: 317).
  Martín-Aceña (2001: 95).
  * La mano de Stalin sobre España (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial y la
última versión)., por Válter Krivitski, traducido del «The Saturday Post», Filadelfia, ed. en castellano de la
Editorial Claridad, Buenos Aires (1946). Recogido por la Fundación Andreu Nin.
  Casualmente, el 14 de septiembre fue el mismo día en el que los sublevados creaban en Burgos su
propio Banco de España, cuyo Consejo, presidido por el antiguo subgobernador, Pedro Pan Gómez, se
fijó como objetivo fundamental impedir por todos los medios que la República hiciera uso de la reserva
de oro del Banco.
  Fernando Schwarz. La internacionalización de la guerra civil española, Barcelona, 1971, p. 210;
citado por Olaya Morales (2004a: 287).
  Extracto del informe in voce pronunciado ante el Consejo General del Banco de España de Burgos
en la sesión del día 22 de septiembre de 1937; citado por Sánchez Asiaín (1999: 114-115).
  (Olaya Morales 2004a: 289), (Rosal 1977: 30) y (Viñas 1976: 127)
  (Rosal 1977: 33)
  (Rosal 1977: 30).
  Viñas (1976: 139).
  Luengo (1974) y Rosal (1977: 30-1).
  Balance del 18 de julio de 1936.
  Olaya Morales (2004a: 328) y Viñas (1984: 174).
  El Heraldo de Aragón abría el jueves 15 de octubre de 1936 con la siguiente cabecera: «En una nota
oficial, el jefe del gobierno del Estado, general Franco, protesta contra la expoliación sin precedentes que
realiza el llamado gobierno de Madrid al disponer libremente de las reservas nacionales de oro».
  Viñas (1976: 137).
  Bolloten (1989: 265).
  Congreso de los EE.UU., Senado, Scope of Soviet Activity, pp. 3431-32; citado por Bolloten (1989:
267-8).
  Congreso de los EE.UU., Senado, Scope of Soviet Activity, pp. 3431-32; citado por: Bolloten (1989:
269).
  Olaya Morales (2004a: 294 y 448)
  Indalecio Prieto señaló que la cantidad total de cajas almacenadas en la Algameca fueron 13.000,
de las que sólo se transportaron 7.800. Virgilio Botella (2002), que formó parte del grupo que tenía a su
cargo el control y vigilancia del oro, también habla de 13.000 cajas. Sin embargo, todo los estudiosos
sobre el tema (Sardá [1970], Ruiz Martín [1970], Viñas [1976], Howson [1998] o Martín-Aceña [2001])
coinciden en que el número de cajas almacenadas fue de 10.000.
  Walter Krivitsky, In Stalin's Secret Service, págs. 112-13; citado por Bolloten (1989: 270).
  Textualmente en el protocolo de 7 de noviembre.
  Congreso de EEUU, Senado, Scope of Soviet Activity, pp. 3431, 3433-34; citado por Bolloten (1989:
280-1)
  Martín-Aceña (2001: 26).
  Esta cifra es la que se da en el último Balance del Banco de España como oro en custodia del
Ministerio de Hacienda.
  Viñas (1976: 210).
  Bolloten (1989: 270-1).
  Almagro Gorbea (2009).
  Olaya Morales (2004a: 294), (Viñas 1976:210)
  Original del Acta en el Archivo Histórico del Banco de España.
  Olaya Morales (2004a: 296)
  Juan Eslava Galán, La jaula de grillos republicana, capítulo de Una historia de la guerra civil que no
va a gustar a nadie, ISBN 84-08-06511-4
  Bolloten (1989: 273), Martínez Amutio (1974: 58) y Prieto (1997: 130).
  (Pons 2006: 368)
  Martín-Aceña (2001: 120-1), Pons (2006: 368) y Sardá (1970: 435).
  Según Luis Araquistáin:

Yo fui el primero que en 1937 cometió la indiscreción de decir públicamente en una conferencia
dada en Barcelona, que el material enviado por Rusia se pagaba espléndidamente con el oro
español depositado en aquel país. Algunos comunistas pidieron entonces que se me procesara
por esa causa, que para ellos era un delito de alta traición o algo semejante.

«La intervención rusa en la guerra civil española», en Cuadernos, marzo-abril de 1958, París.
  Cabanellas 1978: 765)
  Olaya Morales (2004a: 298-309).
  (Viñas (1976: 180).
  Pons (2006: 369).
  (Howson 2000), descrito en el capítulo «Oro y armas» de La España republicana y la Unión
Soviética: política e intervención extranjera en la Guerra Civil española, 1936-39, ponencia de Ann Talbot
en el Congreso Internacional sobre la Guerra Civil Española, organizado por la Sociedad Española de
Conmemoraciones Culturales.
  Olaya Morales (2004a: 308); Claudio Sánchez Albornoz, De mi anecdotario político, Buenos Aires,
1972, p. 150.
  Martín-Aceña (2001: 77) y Olaya Morales (2004a: 300)
  Martín-Aceña (2001: 150).
  Sánchez Asiaín (1999: 79).
  Gauchier, Roland: Histoire secréte du P.C. Français. París, 1974. p. 274; citado por Olaya (2004a:
302).
  Olaya Morales (2004a: 301-2) y Gordón Ordás (1967: II, 30).
  Olaya Morales (2004b: 272).
  Olaya Morales (2004a: 303-6 y 2004b: 272-3).
  Olaya Morales (2004a: 307).
  Santacreu Soler (1986: 22-3 y 48).
  Santacreu Soler (1986: 47-9).
  Sánchez Asiaín (1999: 113 ss)
  Sánchez Asiaín (1999: 170); para todo lo relacionado con el desbarajuste de la moneda republicana,
cf. Martorell Linares (2001 y 2006).
  Sánchez Asiaín (1999: 126-31); Santacreu Soler (1986: 50-2 y 67-9).

  El nuevo Estado Español tiene que enfrentarse abiertamente con el trastorno que en la
economía patria ha producido el hecho insólito y escandaloso del saqueo del oro y de los
billetes del Banco de España. Sin perjuicio de reiterar las protestas de carácter internacional, y
de procurar canalizar los esfuerzos para conseguir la recuperación de aquel metal, se estima
que ha llegado el momento inaplazable de adoptar medidas enérgicas, con fuerza coactiva,
para impedir que los que trataron de desarticular la circulación fiduciaria puedan consumar y
agravar sus funestos propósitos, lucrándose con los mismos títulos de crédito que expoliaron...

Decreto-Ley de 12 de noviembre de 1936.

La experiencia vivida en las zonas liberadas del dominio marxista ha confirmado


continuadamente, y por modo progresivo, cuantas informaciones se tenían sobre el grado de la
inflación roja.

Orden ministerial de 25 de agosto de 1939


Más tarde, la Causa General retomaría los mismos argumentos inculpatorios para justificar las
posiciones del bando victorioso:

Esta conducta del Frente Popular gobernante, carente de escrúpulos morales y patrióticos y de
sentido de responsabilidad, parece concebida bajo un doble designio: deliberado propósito de
hundir en la ruina a España, para que el Gobierno llamado a regir el país después de la victoria
se hallase ante dificultades insuperables; y una previsora visión de su porvenir privado por
parte de los jefes políticos, a fin de que su exilio estuviera exento de penalidades, aunque esta
exención fuera a costa de la miseria y sufrimientos de millones de españoles de todas las
tendencias. — Reflexiónese, con tales antecedentes, cuál ha sido la magnitud de la obra
realizada por el Caudillo y su Gobierno para salvar a España de su ruina económica, para
reconstruirla y colocarla en la próspera situación presente.
Causa General.
  Díaz, José (1970): Tres años de lucha: Por el frente popular, por la libertad, por la Independencia de
España, p. 313; citado por Sánchez Asiaín (1999: 74).
  Escribía en París, el 20 de enero de 1937: «En els rojos, no es pensa més que en el robatori... y, per a
robar, s’assassina. Al començ s’assassinava per rancúnia, per maldat, per bestialitat... Ara, llevat dels
assassinats entre ells, els crims dels rojos són comesos en fred, impulsats per l’afany de rapinya...
acompanyat del menyspreu a la vida humana». Cambó (1982: 31); citado por VV.AA. (2000: 92-3).
  Asiaín (1999: 78-9); Martorell Linares (2006: 1-12); Viñas (1979: 218 ss); VV.AA. (2000: 89-93).
  Fundación Pablo Iglesias, Archivo de Francisco Largo Caballero, XXIII, p. 467 y ss.; citado por Moa
(2001: 392).
  Juliá (1997: 274)
  Graham (2005: 277-303).
  Juliá (1997: 295).

  La URSS ni siquiera se ha molestado en reconocer al Gobierno republicano en el exilio. Eso


la evita, entre otras cosas el escuchar las reclamaciones de devolución del oro depositado por el
Gobierno del Dr. Negrín en las cajas fuertes del Banco Central de la URSS. Cientos y miles de
millones de pesetas-oro forman el tesoro secuestrado por el Gobierno de la URSS al Gobierno
republicano español en el exilio. Ese tesoro permitiría impulsar poderosamente la lucha de los
antifranquistas por la liberación de España. Stalin se niega a devolverlo. Stalin está ayudando a
Franco en la misma proporción en que nos resta posibilidades de lucha a los demócratas
españoles.

La URSS en la guerra del pueblo español, Jesús Hernández Tomás, en Acción Socialista; París, 1952.
  El destino del oro del Banco de España (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial y
la última versión)., por Indalecio Prieto; México D.F., 1953; recogido por la Fundación Andreu Nin.
  Viñas (1979: 314).
  Revista Time,31/1/1955, Moscow's Gold Standards. Disponible en: Time.com
  En un informe del Banco de España de Burgos se decía lo siguiente:

Agotado totalmente el oro e imposibilitado por razones fáciles de adivinar para el comercio
exterior mediante el trueque de mercancías, las posibilidades de importación de la zona roja se
verían completamente yuguladas. Aunque falto este estudio de los datos necesarios para
documentar como es debido esta última afirmación, no por eso dudamos de la fundamental
veracidad de la misma.

Informe del Banco de España. Cancelación de los Depósitos en Billetes del Banco de España sujetos a
revisión, 11 de marzo de 1938; citado por Sánchez Asiaín (1999: 120).
  Asuntos pendientes de recuperación en reivindicación de bienes; Dirección general de Política
Económica, Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid, legajo R 9562, expediente 6, citado
por Olaya Morales (2004a: 283).
  ABC, 12 de enero de 1955, p. 15.
  Moa (2001: 506)
  Ansó (1976: 313-30).
  Ansó (1976: 325-9).
  Times 14/1/1957, Dreams of Gold, en time.com
  Citado por Viñas (2007: 657-9).
  Olaya Morales (2004b: 408-10).
  Time, 15/4/1957, All Gone, en time.com
  Madariaga (1979: 529) y Olaya Morales (2004a: 301).
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  ABC, 10 de abril de 1957, pp. 29 y 30.
  La apertura de los archivos soviéticos y la guerra civil española (enlace roto disponible en Internet
Archive; véase el historial y la última versión)., por Stanley Payne.
  A excepción de Pío Moa.
  Martín-Aceña (2001:121 y 159)

  Franco y su régimen cultivaron un silencio espeso sobre el holocausto nazi y los miles de
españoles que habían ido a parar a los campos de exterminio. Los exiliados del común, la gente
de a pie, eran los rojos asesinos de la guerra (...) Las reservas del Banco de España, que la
República había tenido que devorar hasta la última onza para comprar armas y víveres en todo
el mundo y así no derrumbarse en los campos de batalla, que Negrín había trasladado a Rusia y
convertido en aviones, tanques, piezas de artillería y fusiles con que combatir al ejército
rebelde y sus aliados, aquellas reservas de oro del Banco de España se transformaron de
pronto, a los ojos de los españoles de la posguerra, en el botín de guerra de los republicanos,
en un relato mítico de codicia y de delincuencia que permitían a los vencedores ensordecer la
voz dolorida del exiliado.
La gente siempre pide culpables, y Franco y sus juglares centraron todos los males y las
desgracias de la posguerra en un enemigo concreto, visible, fusilable: el masón, el rojo, el
político liberal, el comunista... que había ensangrentado los campos de la Península y saqueado
el tesoro de España y se había refugiado de sus crímenes en el extranjero.

(García de Cortázar 345-346)


  (Moa 2003)
  Reig Tapia (2006).
  Ficha del documental L'Or de Moscou (en catalán).

128.  La Fundación Negrín abre su archivo para rebatir la leyenda del oro de Moscú

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Enlaces externos
 Historia del Banco de España en bde.es (.pdf)
 La Hacienda de la Guerra Civil y el primer Franquismo (1936-1957) (.pdf)
 Guerra Civil, comercio y capital extranjero (.pdf)
 Las relaciones entre España y la Rusia Soviética en la II República (.pdf)
 El País, 13/06/1979, El Oro de Moscú, un mito desvelado. Comentario a la publicación de la
primera obra de Ángel Viñas
 "El Oro de Moscú", en La Vanguardia, 1 de julio de 1979, páginas Aspe 4 y Aspe 5, por Ángel
Viñas.

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