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MONICION DE ENTRADA
Querido pueblo de Dios, sean todos bienvenidos. Les recibimos en la casa de Dios para
compartir como hermanos que somos en Cristo Jesús, el mensaje de su amor que nos
tiene preparado para este decimoctavo domingo del Tiempo Ordinario.
La liturgia nos hace el llamado a la reflexión, a reflexionar sobre la manera como estamos
viviendo nuestra vida bajo la mirada de Dios. Si bien es cierto que es bueno y necesario
trabajar para sustentar las necesidades básicas familiares y personales, también es
importante tener presente que lo más importante es buscar los bienes de arriba. Jesús,
no nos impide que tengamos bienes terrenales, pero sí a no dejarnos esclavizar por ellos.
HERMANAS Y HERMANOS: Aceptemos el plan que Dios tiene para nosotros, acogiendo su
Palabra vivificadora en nuestros corazones.
Entonamos el canto de entrada y recibamos a nuestro celebrante
Y demás acompañantes.
Por el Papa, por todos los Obispos, Los Sacerdotes y Ministros que asisten en el servicio
del pueblo de Dios, para que caminen en la verdad y en el amor, recordando siempre, que
quien atesora para si no es rico ante Dios. Oremos
Por nuestra Santa Madre Iglesia, para que siga conduciéndonos con sabiduría hacia los
verdaderos tesoros del Reino de los Cielos.
Por la paz y la unidad en nuestro país que pasa por una crisis social y por quienes se
encuentran reunidos en la mesa única de diálogo, para que el Espíritu Santo, en unión con
María Santísima les ilumine para encontrar soluciones que redunden en el bien común.
Por todos los enfermos de nuestra comunidad y por sus familiares, para que el Señor en
su infinita bondad escuche sus ruegos, recuperen su salud y les conceda la gracia de una
vida nueva para honra y gloria de su Santo Nombre. Oremos
Por todos nosotros para que seamos cristianos de manos abiertas para compartir nuestros
bienes materiales, confiados en la invitación que hoy nos hace el Maestro: Guárdense de
toda clase de codicia. Pues, aunque nos sobre, no debemos vivir confiados