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Monición de entrada

Feliz Pascua de Resurrección, hermanas y hermanos en Cristo. Hoy la


Santa Iglesia celebra la Octava de la Pascua; también Domingo de la
Divina Misericordia.
La Liturgia nos habla de alegría, gozo y esperanza porque Cristo es
nuestra Pascua, nuestra garantía de vida y de nuestra salvación. La
Resurrección del Señor sigue siendo la gran noticia para los cristianos,
y hoy damos gracias a Dios que es el camino hacia la felicidad por su
gloriosa victoria sobre la muerte. Gozosos por formar parte de la
comunidad cristiana a través del bautismo, entonando el canto de
entrada nos preparamos para recibir a nuestro
celebrante______________________________.

Primera lectura: Hechos 2, 42-47


Escucharemos a continuación algunas
características de las primeras comunidades cristianas, estas giran en
torno a la enseñanza de los apóstoles, que eran constantes, la vida en
común, compartiendo sus bienes. La fracción de pan, es decir, la
Eucaristía que une en oración a la comunidad. Escuchemos.

Segunda lectura: I de Pedro 1, 3-9

San Pedro nos presenta un hermoso himno de alabanza. Cristo ha


resucitado y esto para nosotros significa un nuevo nacimiento y una
nueva esperanza en un mundo mejor, una vida nueva que no puede
corromperse ni mancharse. Escuchemos.

Santo Evangelio

Encuentro con el Señor Resucitado. Gozo y paz en el Señor. Tomás,


en ausente pide pruebas.
La iglesia nos entrega al Señor, nos da su paz, alimenta nuestra fe y
nos hace palpar al señor.
Escuchemos la proclamación del evangelio.
Oración Universal

Tú que vives eternamente, escúchanos, Señor.

Por el Papa Francisco, los Obispos y sacerdotes para que, asistidos


por la Divina Misericordia y el Espíritu Santo cumplan su mandato:
A los que les perdonen los pecados les quedaran perdonados y a los
que no se los perdone, les quedaran sin perdonar. Oremos

Para que el Señor Jesús, Salvador del mundo, haga de su iglesia


testigo fiel de su resurrección.

Por los gobernantes para que sepan distribuir las riquezas materiales
con justicia, entre los pobres y menos favorecidos de nuestros
pueblos, sobre todo en las actuales circunstancias recesión
económica.

Por los ancianos y enfermos, por los minusválidos y la conversión del


mundo entero.

Por nosotros, que la resurrección nos reanime en el discipulado de


manera que nos afiancemos en la vivencia de nuestro bautismo y en la
experiencia divina.

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