0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
23 vistas1 página
El poema narra la historia de un joven que quiere ser maestro de pueblo a pesar de la oposición inicial de su padre. El padre cree que ser maestro no es una profesión digna y en su lugar quiere que sea licenciado, médico o ingeniero. Sin embargo, el joven está convencido de que como maestro podrá ayudar a su pueblo despertando conciencias y ofreciendo amor, justicia y consuelo. Finalmente, logra convencer a su padre y obtener su permiso para convertirse en maestro
El poema narra la historia de un joven que quiere ser maestro de pueblo a pesar de la oposición inicial de su padre. El padre cree que ser maestro no es una profesión digna y en su lugar quiere que sea licenciado, médico o ingeniero. Sin embargo, el joven está convencido de que como maestro podrá ayudar a su pueblo despertando conciencias y ofreciendo amor, justicia y consuelo. Finalmente, logra convencer a su padre y obtener su permiso para convertirse en maestro
El poema narra la historia de un joven que quiere ser maestro de pueblo a pesar de la oposición inicial de su padre. El padre cree que ser maestro no es una profesión digna y en su lugar quiere que sea licenciado, médico o ingeniero. Sin embargo, el joven está convencido de que como maestro podrá ayudar a su pueblo despertando conciencias y ofreciendo amor, justicia y consuelo. Finalmente, logra convencer a su padre y obtener su permiso para convertirse en maestro
Y tus caprichos no acepto. No importa que me dejes de hablar, no me importa que te pongas molesto, aunque me cuelgues la cara, aunque me hagas sentimiento, mi permiso no he de darte, antes…antes, te lleno de cueros. ¿Qué no te va a dar vergüenza de rebajarte tan feo? ¿No te va a dar pena de bajar a tal empleo?. Maestrito…¡Que gran cosa! Uy... qué dignidad, que porvenir, que importancia…que abolengo.
A ver. ¿Qué les vas a enseñar a los niños?
. Si ni siquiera sabes cantar. Mucho menos contar un cuento. Maestrito, si así como vistes, solamente vas para cirquero.
¡Que normal ni que ocho cuentos!.
Definitivamente no. No quiero que seas maestro. Antes, te llevo al campo, para que seas jornalero, pa que el sol te de bien fuerte y te hagas fuerte y prieto.
Sí…así me dijo mi padre.
Y yo, que mucho lo quiero, bajé la frente y salí de casa diciendo: ---Está bien padre. Estoy de acuerdo.
Y entonces pensé: Si me aferro a ser licenciado, médico, contador o ingeniero, ¿Cómo iba a despertar la conciencia de mi pueblo?... ¿En qué los voy a ayudar siendo licenciado? Tal vez no podría darles amor, justicia o palabras de consuelo. No podría yo ofrecerles gran cosa, para calmar su tormento.
Entonces volví a mi hogar.
Todo lo tenía resuelto. Llamé a mi padre y le dije: --Padre, yo a usted mucho lo respeto. Comprendo sus ansias, sacrificios y sus sueños. Pero hoy, quiero que me escuche, por favor, solo un momento. Deje padre que luche, déme su permiso, se lo ruego.
Anda hijo mío. Vete ya.
México espera tu esfuerzo. Te espera el hombre ignorante, te esperan los niños macilentos, yo aquí me quedo esperando, con orgullo verdadero. Anda hijo mío, vete ya. Que si de momento muero, voy a gritar con orgullo, voy a gritar a los cuatro vientos: ¡MI HIJO!…¡MI HIJO! ¡ES UN MAESTRITO DE PUEBLO!