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Alrededor de la mezquita, la medina fue tomando forma a lo largo de los siglos. Las distintas dinastías
árabes y bereberes dejaron su impronta en forma de hermosos palacios, mausoleos y medrasas (escuelas
coránicas), sin olvidar la importante presencia turca, cuyo monumento emblemático es la Mezquita de
Youssef Dey, construida en 1616 y reconocible por su minarete octogonal (seña del dominio otomano)
(entrada no permitida a los no musulmanes).
La medina es un laberinto de pequeñas calles, pasadizos y casas aparentemente sencillas, muchas de las
cuales guardan maravillosos patios y jardines en su interior. Es un inmenso zoco (enorme) con zonas bien
diferenciadas que tus ojos y tu olfato identificarán sin problema. Cada oficio, cada gremio, tiene su propio
zoco y pasarás de uno a otro sin darte apenas cuenta. El SouK el Attarime es el de los perfumistas, uno de
los más curiosos. Aceites, esencias, aguas florales... también disfrutarás del SouK el Fekka con sus
puestos de frutos secos, pastas, dátiles y deliciosos dulces típicos del país; el SouK Nahas, donde los
artesanos trabajan incesantemente sus piezas de cobre, el zoco de los orfebres, también llamado del oro,
donde verás en sus tiendas y puestos joyas de todo tipo, algunas realmente exageradas, destinadas en su
mayoría a las ceremonias previas al matrimonio (regalo de "pedida" para la futura novia). Cada uno de
estos zocos tiene su historia y su particularidad por lo que irás saltando de uno a otro casi sin que tus
sentidos dispongan del tiempo necesario para asimilar tanto colorido, tantos aromas dispares y tantos
sonidos que crean una curiosa algarabía, difícil de escuchar en otro lugar. Echa un vistazo por el Souq
Trouk o zoco de los turcos. Es un pasaje cubierto donde podrás encontrar un poco de todo: artículos de
piel, alfombras y textil, muebles, las imprescindibles babuchas. También puedes entrar en la antigua Casa
Ed Dar, que actualmente es una de las mejores tiendas de antigüedades de la medina y que permite el
acceso de sus clientes a su terraza, perfecta para contemplar la vida de la medina a tus pies. El laberinto
de calles, los minaretes, las cúpulas blancas con sus azulejos verdes y toda la ebullición de esta ciudad de
"otro tiempo". También es muy curioso el zoco de los artesanos que hacen las tradicionales chechias (el
gorro tradicional tunecino, mezcla del fez marroquí y de algo tan español como la boina). Verlos trabajar
es un placer.
Tampoco puedes perderte el zoco de los libreros, porque en esta zona se concentran las tres medrasas, o
madrasas (escuelas coránicas) más importantes y a las que sí podrás entrar ( no es una visita turística, sólo
se permite el acceso. Seguramente te pedirán un pequeño donativo y ¡ojo! hay mucho listo merodeando).
Todas son construcciones de los siglos XVI y XVII y están muy cerca unas de otras. Visita la llamada
medrasa de la Palmera, con su patio de aires andaluces y sus columnas de mármol negro, la medrasa
Bachya con sus magníficos arcos decorados hasta el último milímetro con delicadas filigranas de yesería
y la madrasa Slimaniya, con sus característicos arcos que alternan dovelas en blanco y negro. En algunas
de ellas continúan enseñando el Corán a jóvenes musulmanes de todo el mundo.
La Medina de Túnez fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1979 por su valor histórico y por los
numerosos monumentos y edificios de interés que guarda en su interior (alrededor de 700). Además de
disfrutar recorriendo sus calles y plazas tienes algunos lugares de especial interés que no puedes dejar de
incluir en tu visita, entre los que hay que destacar:
Tourbet el Bey. Es el enorme mausoleo de la dinastía huseinita donde están enterrados príncipes,
soberanos y ministros. Su exterior es sobrio y discreto y en su interior llama la atención la distribución de
las distintas tumbas, como si no siguieran un orden aparente. Puede visitarse de lunes a sábado de 09:30 a
16:30. (Rue Tourbet el Bey s/n) (entrada 3 dinares).
Palacio Dar Ben Abdallah. En esta hermosa construcción, ejemplo de una típica casa tunecina del siglo
XVII, se encuentra el interesante Museo de Arte y Tradiciones Populares. Alrededor del patio central, se
distribuyen las distintas estancias, todas bellamente decoradas con estucos y paneles de cerámica que
merecen una mirada detenida. La exposición del museo se centra por un lado en las costumbres
familiares tunecinas y, por otro, en la vida en comunidad. Podrás ver la indumentaria utilizada en las
principales ceremonias como el matrimonio, los juguetes tradicionales, el mobiliario que nunca falta en
una casa, las joyas, los curiosos utensilios de cocina... todo lo que forma parte la vida diaria. La visita al
museo te permitirá entender mejor muchas de las costumbres tunecinas y la importancia de los distintos
oficios. Puedes recorrer sus salas de lunes a sábado de 09:30 a 16:30 (domingos cerrado).
Dar el Bey ( Palacio del Bey). Fue la residencia de los gobernadores locales durante el dominio del
imperio turco. Se encuentra en la zona alta de la medina, en la Plaza del Gobierno, también llamada Plaza
del Castillo. Para alcanzarla, tendrás que recorrer una de las calles principales, la Rue de la Kasbah. Es un
edificio del siglo XVIII, residencia durante años del primer ministro tunecino. Muy cerca verás otro
palacio, uno de los más bonitos de toda la medida, el Dar Hussein (en la actualidad es la sede del
Instituto Nacional de Arqueología). No se visitan pero debes verlos por fuera e intentar "asomar la
cabeza" para atisbar la belleza de sus patios interiores.
Estos son algunos de los monumentos que no puedes dejar de ver (al menos por fuera), pero la medina de
Túnez esconde otros muchos secretos entre calles y rincones especialmente interesantes o encantadores.
Descendiendo desde la Plaza del Gobierno por la rue de la Kasbah llegarás al misterioso Souk el
Berka, lugar donde los corsarios turcos vendía a sus prisioneros como esclavos. Después del paso por tan
siniestro lugar y avanzando por la calle DeJeloud llegarás al Mausoleo de la princesa Aziza, un pequeño
palacio (parece una casa más) de gran belleza en su interior. Rodeada de magníficos estucos y paneles
cerámicos verás la tumba de la princesa (muy querida por el pueblo) y la de su familia, esculpidas en
mármol.
Continuando el recorrido, uno de los zocos que más llamará tu atención es el Souk de los Tintoreros, a los
que verás teñir sus piezas de tela y tenderlas en plena calle. Muy cerca se encuentra la Mezquita de los
Tintoreros una de las más bonitas de la medina con su característico minarete octogonal. Avanzando por
esa misma calle descubrirás el palacio Dar Othman, un ejemplo arquitectónico perfecto de residencia de
los nobles tunecinos del siglo XVIII. Hoy en día es la sede del organismo que se encarga de la
conservación de la medina, por lo que no se visita "oficialmente" pero puedes entrar. A pocos metros, se
encuentra una de las calles más pintorescas de la medina, la rue Andalous.
Para pasar un día inolvidable en esta antigua ciudad llena de magia y misterio que te trasportará a otra
época, lo mejor es combinar los distintos lugares de interés con el simple disfrute de empaparte del
ambiente de los zocos. Curiosea los mil artículos a tu alcance, regatea (fundamental) y descubre oficios
artesanos que seguramente no habías visto antes. Haz una parada en alguna de las teterías que encontrarás
por toda la medina, locales grandes, bulliciosos y, muchas de ellas, antiguas casas decoradas con bonitos
azulejos (¡ojo! algunas son sólo para hombres) o anímate a entrar en alguno de los hammams (baños) para
descubrir cómo es de verdad el famoso baño turco. Puedes ir, por ejemplo, a el Hammam El Kachachine,
uno de los más antiguos, situado en pleno zoco de los libreros (sólo hombres).
Además, en tu paseo fíjate en otras de las construcciones que le han valido a lamedina ser Patrimonio de
la Humanidad. Son muchísimos pero algunos de los más interesantes son, por ejemplo, la
hermosa Mezquita de la Kasbah, en la animada plaza del mismo nombre, la Mezquita de Hammoude
Pacha en la rue Sidi ben Arus o laMezquita de El Ksar, una de las más antiguas y en cuyo jardín podrás
ver una muestra de arte funerario tunecino en forma de distintas lápidas y pedestales con intrigantes
inscripciones en árabe.
Para regresar al siglo XXI, puedes abandonar la medina por alguna de las antiguas puertas, Bab Jedid y
Bab Bhar. Son parte de lo que fuera la antigua muralla. La más importante es la segunda, la Puerta del
Mar, más conocida como la Puerta de Francia, punto separación entre la medina y la Nouvelle Ville,
punto de separación entre dos formas de entender la vida.
La calle principal, que sube hasta la Plaza Sidi Bou Said, está salpicada de pequeñas tiendas y bazares
donde adquirir magnifica artesanía y también los mil típicos souvenirs. De ella parten otras tantas calles
más pequeñas y tranquilas por las que da gusto perderse para poder fijarse en los pequeños detalles que
han hecho que este haya sido durante años lugar de inspiración para famosos escritores y artistas de todo
el mundo.
Las celosías de las ventanas, los balcones forjados rebosantes de flores o las inconfundibles puertas, de
ese azul celeste-añil con sus aldabas y los clavos que forman curiosos diseños geométricos... ¡Te
encantará!.
El palacio fue construido por el noble inglés Rodolphe d'Erlanger entre 1912 y 1922, quien tras visitar la
localidad no quiso abandonarla (seguramente él fue el primero que descubrió Sidi Boud Said para el resto
del mundo). Puedes recorrer las distintas salas del palacio y también visitar la exposición permanente de
instrumentos musicales. Si dispones de tiempo, da un paseo por sus maravillosos jardines desde donde
contemplarás magníficas vistas.
Por último, puedes subir hasta lo alto del antiguo faro, no sin antes detenerte en la plaza principal a
recuperar fuerzas (tras la subida), tomándote un tradicional té en alguno de los múltiples cafés que
encontrarás.
Si te interesa entrar al Palacio Ennejma Ezzahra, podrás hacerlo los meses de verano (15 de junio, 15 de
septiembre) de 09:00 a 13:00 y de 15:00 a 18:00. El resto del año de 09:00 a 13:00 y de 14:00 a 17:00
(lunes cerrado). La entrada de adultos cuesta 3 dinares.
Cartago
Fundada en el siglo VIII antes de Cristo, Cartago fue durante siglos la gran potencia del Mediterráneo.
Conquistada y casi destruida por los romanos en el siglo II a. d. C., volvió a recuperar su esplendor
durante la época del Imperio, aunque pocos vestigios púnicos conservaron los romanos.
Lo mejor es iniciar el recorrido desde la colina de Byrsa. Este punto elevado te permitirá hacerte una idea
general del conjunto arqueológico. Aquí verás la Catedral de San Luis, construida por los franceses a
finales del siglo XIX. Después de estar años cerrada hoy puede volver a visitarse. Junto a ella se
encuentra el Museo Nacional de Cartago donde podrás adquirir un mapa que te será de gran utilidad
para localizar los distintos puntos de interés de la antigua ciudad. El horario del museo es: de abril a
septiembre de 08:00 a 19:00 y, de octubre a marzo de 08:30 a 19:30. La entrada te costará algo más de
9,000 dinares (te dará acceso a visitar todo el recinto).
Lo más interesante de las ruinas de Cartago son las Termas de Antonino, las que fueran las más grandes
de África. Un magnífico complejo abierto al mar, en el que fuera el antiguo puerto púnico y desde donde
obtendrás maravillosas vistas del Golfo deTúnez. Con la llegada de los vándalos, estas termas fueron
parcialmente destruidas pero aún se conservan interesantes vestigios de su época de esplendor como la
columna frigidarium con sus 15 metros o los sótanos. Desde aquí, y dirigiéndote hacia el sur, encontrarás
el barrio Magon, otro de los puntos claves de la visita ya que podrás ver los restos de lo que fuera la villa
romana con las casas y calzadas de la ciudad (fíjate en los mosaicos). Con un poco de imaginación,
podrás retroceder en el tiempo. Cerca se encuentra también el Teatro Adriano, en parte reconstruido y en
el que actualmente se siguen representando obras clásicas.
Uno de los pocos vestigios púnicos que tendrás oportunidad de descubrir es el Santuario Tophet, en el
que, según la leyenda, los nobles cartagineses sacrificaban a sus propios hijos en honor al dios Baal
Hammon.
Algo más retirado ( a unos 15 minutos andando) se encuentran los restos del anfiteatro romano (muchas
de sus piedras y columnas fueron utilizadas en otras construcciones de la medina de Túnez) y las antiguas
cisternas que abastecían de agua a la ciudad.
Es una ciudad tranquila, pausada, pero con ambiente animado todo el año. Son muchos sus atractivos,
empezando por su histórica medina y terminando por su paseo marítimo donde no faltan bares,
restaurantes y discotecas.
El espléndido ribat, monasterio- fortaleza que vigila la ciudad desde la zona más alta, es otra de las
paradas ha incluir en tu recorrido. La sólida construcción de imponentes muros con sus siete bastiones, es
del siglo VIII y en ella podrás ver el gran patio de armas (también podrás subir a la torre más alta para
contemplar la vista de la ciudad con el azul del mar como telón de fondo). El horario de visita es de 08:00
a 19:00 ( en los meses de invierno hasta las 17:30). La entrada cuesta 5 dinares.
Junto a su rico patrimonio histórico artístico, Sousse es una ciudad rebosante de vida y animación,
especialmente en la zona del paseo marítimo. Tiendas, cafés, restaurantes... perfecto para disfrutar de un
atardecer frente al Mediterráneo.
Además, a escasos kilómetros tienes otros dos puntos de interés, el Puerto El Kantaoui (7 Km.), un
lujoso centro turístico y lugar ideal para disfrutar de los deportes náuticos, y las catacumbas
cristianas del siglo I después de Cristo. Si te animas a recorrer sus misteriosos y lúgubres túneles, aún
hoy alumbrados por lámparas de aceite, verás más de 15.000 sepulturas.
Excelentes playas, interesantes monumentos y una amplia oferta de ocio y relax son algunos
de los atractivos de la bonita localidad costera de Monastir, a 165 kilómetros al sureste
de Túnez capital.
En Monastir tendrás oportunidad de ver uno de los monumentos más importantes deTúnez, el mausoleo
de Habib Bourguiba, héroe nacional y primer presidente del país. Se encuentra junto al antiguo
cementerio y a él se accede por una imponente avenida desde la que verás su inconfundible cúpula dorada
flanqueada por dos altos minaretes que le dan un aire solemne y armonioso. Construido en 1963, en el
interior está la tumba de Bourguiba, una verdadera obra de arte en mármol blanco tallado con delicadas
filigranas. De la parte antigua de la ciudad merece la pena un paseo relajado por lo que queda de la
medina. Entra por alguna de sus puertas (la más interesante es la de Bab Briqcha) y recorre sus calles
estrechas y los distintos zocos, siempre sorprendentes.
El pequeño puerto pesquero y el magnífico puerto deportivo forman la zona de La Marina, siempre
animadísima (también de noche) y rebosante de bares, restaurantes y cafés. En el puerto podrás
informarte sobre las distintas actividades deportivas a tu alcance: submarinismo, pesca, windsurf... que
podrás practicar en la playa de Monastiro en otras, ya a las afueras, especialmente atractivas por la
belleza de su paisaje. Las playas de Skanes y Dkhila (a unos 5 kilómetros) son de las mejores de Túnez y
su oferta hotelera, muy buena.
La cuarta ciudad santa del Islam (Kairouan) no posee el atractivo de la costa tunecina
pero sí esa mezcla de espiritualidad e importancia histórica que la convierte en un
destino con algo muy especial. El Túnez más auténtico, el que conserva sus tradiciones
y creencias, se ve en cada una de sus calles.
Kairouan, fundada en el siglo VIII por las tribus aglabitas, es un lugar lleno de rincones con encanto que
poco tienen que ver con los destinos turísticos de playas y donde no te puedes perder algunos de sus
principales monumentos. Su antigua medina amurallada merece un buen paseo. Entretenidos zocos en los
que regatear para adquirir una alfombra, un artículo de cuero o metal o una bonita pieza de cerámica;
mezquitas, mausoleos y antiguo palacios que rememoran la época de mayor esplendor de la ciudad. No te
pierdas el mausoleo Sidi Abib, del siglo XIV, con sus magníficos techos en madera y sus paredes
decoradas con filigranas de yesería y la llamada Mezquita de las Tres Puertas. No se visita pero fíjate en
su esbelto minarete de aires andaluces. Mención especial merece la mezquita mausoleo de Abou Dhama,
más conocida como la mezquita del barbero, ya que, aquí están los restos del que fuera compañero del
profeta Mahona quien, según se dice, guardaba celosamente un mechón de cabello del profeta ( tres
pelos). Además de la anécdota, en esta mezquita podrás ver un magnífico ejemplo de arte islámico en
forma de maravillosos azulejos y yeserías.
Cómo llegar a Kairouan desde Túnez ciudad
Si quieres ir por tu cuenta a Kairouan puedes hacerlo en louages desde Sousse o Hammamet.
Desde Túnez lo mejor es tomar un autobús de la compañía SNTRI. No hay estación de trenes.
El Djem
Coliseo de El Djem
La colosal obra arquitectónica, también conocida como coliseo de Thysdrus, es del siglo III y desde 1979,
Patrimonio de la Humanidad. Tal vez sea el hecho de estar en una planicie, como en medio de nada y
rodeado de las típicas casas bajas, lo que intensifica su monumentalidad. Entrar es retroceder en el tiempo
para poder imaginar los terribles espectáculos que aquí tenían lugar. A diferencia de lo que ocurre con el
coliseo romano, éste podrás recorrerlo con bastante libertad. Sube por las gradas milenarias y descubre
algunos de los entresijos que esconden sus tres pisos de arcos y túneles. También podrás pisar la arena y
ver, a través de una rejilla, las galerías subterráneas donde esperaban "su turno" fieras y gladiadores.
El escenario es magnífico (aquí se han rodado películas como Gladiator). El anfiteatrode El Djem tuvo
capacidad para más de 30.000 espectadores y conserva ese color dorado - rojizo del desierto en sus
piedras (aunque algunas de ellas fueron saqueadas durante el siglo XVII para pasar a formar parte de las
casas de algunos de los nobles de la ciudad).
Museo de El Djem
La visita a El Djem se completa con un recorrido por su interesante museo, donde podrás apreciar la
belleza de algunos de los mosaicos que adornaban el coliseo (es una de las colecciones más importantes
de todo Túnez). La entrada, que es válida para visitar también el anfiteatro, cuesta 6 dinares.
La pequeña ciudad se desarrolla alrededor del anfiteatro. Encontrarás numerosas tiendas, cafés y
vendedores - guías espontáneos que "persiguen" a los turistas ofreciéndoles los más variados souvenirs.