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El maestro que enseña la Biblia debe hacerlo con toda autoridad, porque
no habla por su propia cuenta, y no da un consejo personal, sino que está
comunicando la enseñanza de Dios, instrucciones divinas, y Dios no nos
da sugerencia ni posibilidades, nos ordena.
Debe exhortar con la Palabra, cuidando que las personas que creen en
Cristo, no se salgan de la Palabra. Tal como Judas que quería exhortar
para contender ardientemente por la fe (Judas 1:3).
El primer paso es reconocer con quien hablo. ¿De qué se trata? ¿Cuál es
la controversia? Hay que discernir si se pelea contra la mentira (que hay
que exterminarla) o falso maestro (que es enemigo de Dios), pero nunca
olvidar de que la meta es proteger al rebaño y salvarlos del falso maestro,
y que el mismo se salve.
Hay una gran diferencia entre la forma en que Pablo lidia con su
hermano, y con un falso maestro. Pero aun cuando lidiamos con los
falsos maestros, Pablo a Timoteo en 2 Tim. 2:23 dice “Pero desecha las
cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas”.
La contienda es el contexto, y Pablo dice a Timoteo que debe evitar la
falsa doctrina y cuestiones de ideología, porque luego van a discutir cosas
que no importa, y generará contención, pero el siervo del Señor, el
esclavo no debe ser contencioso, sino que debe ser amable para con
todos, apto para enseñar, sufrido (2 Tim. 2:24); que con mansedumbre
corrija a los que se oponen (2 Tim. 2:25). Esto es porque la meta no es la
destrucción de esos falsos maestros, sino que encuentren la salvación en
la verdad que es Cristo y la Palabra.
Pablo dice en Hechos 20:31 – “31 Por tanto, velad, acordándoos que por
tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a
cada uno.” Amonestar, exhortar suena muy fuerte, pero lo hizo con
lágrimas. Lo hace porque Pablo era un Heraldo del Rey. “Por favor no lo
hagan”, como una nodriza con sus hijos (1 Tes 2:7).
En Juan 13:12-15 Jesús lava los pies a sus discípulos, y pone el ejemplo
como maestro, de lavar los pies. Su actitud es de ser ejemplo a la grey.
Que bendición poder llegar al final de tu vida, y poder decir lo mismo que
Pablo: “Me pueden imitar”. Esto debe ser el anhelo de cada maestro.
Pero ante todo, lo que se debe aplicar con todos es ser paciente. Los voy a
exhortar, alentar, pero si el hermano necesita unos días, debemos ser
pacientes. “No aceptes el pecado, pero se paciente”.
¿Por qué vas a predicar? Porque quiero exaltar a Dios. Quiero las
personas salgan con una perspectiva más elevada de quien es mi Dios. Si
las personas no salen con un concepto y percepción mejor de Dios, se ha
fallado.
Al final de todo: El nombre de Dios y Jesucristo debe ser exaltado. La
gente debe salir maravillada de quien es nuestro Dios. Lo que se busca es
agradar a Dios, que Dios quede satisfecho con la enseñanza.
Que Dios por amor dio a su Hijo Unigénito para morir en la cruz, en
lugar de los pecadores, y que resucito al tercer día, para dar vida eterna a
los que creen en él. Si no se hace eso, ni siquiera se cumple con eso.
¿Qué buscas? “Quiero convencer a mis hermanos de esto, sino que deben
pensar de esta forma”. Pero hay una sola motivación que vale: “Quiero
ver a Cristo formado en ellos, y que después de mi enseñanza los oyentes
sean más santificados a la imagen de Cristo”.
1 Tes. 5:16-22 – “16 Estad siempre gozosos. 17 Orad sin cesar. 18 Dad gracias en
todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
19 No apaguéis al Espíritu. 20 No menospreciéis las profecías. 21 Examinadlo
todo; retened lo bueno. 22 Absteneos de toda especie de mal”
Pablo exhorta a:
2) Orar sin cesar (Heb. 11:5-6): Si vives tu vida con constante comunicación
con Dios, no te va a seducir los deseos de los falsos. Andar con fe, te
protege de tanto pecado.
Si andas en oración, te levantas y agradeces en oración. La oración te
hace aterrizar en el reino de Dios. Y la oración es para pedir sabiduría
cuando se enseña, cuando se aconseja, cuando se predica.
Nehemías es un caso de oración ejemplar. En Nehemías 1, ora todo el
capitulo 1, y en el capitulo 2, encuentra la oportunidad de ir a reconstruir
los muros de Jerusalén, antes de preguntarle al Rey para ir a reconstruir,
oró allí mismo. Eso explica la comunión con Dios en oración.
Lectura – Discipulado
1. Meditar en oración
Jesús fue al monte a orar, y eligió a los doce apóstoles (Mr. 3:13 | Lc.
6:12-13). Esto quiere decir que Jesús no tomó la decisión por su criterio,
sino que oró por la dirección del Padre para la elección de sus discípulos.
Pues esto iba a ser trascendental para el futuro.
Una de las decisiones más importantes que tomó Jesús fue la selección de
sus doce apóstoles, dentro de los que eran sus discípulos. Un acto que iba
a marcar la historia del cristianismo. Y no sólo oró, sino que pasó la
noche orando, pues esto era importante, y no podía dejar de orar hasta
que su Padre celestial le confirme quienes eran los doce apóstoles.
2. Selección cuidadosa
3. Asociación significativa
Jesús pasó tiempo con sus discípulos, tal como se aprecia en Marcos 3.14:
«estableció a doce, para que estuviesen con Él», por lo que se entiende
que eligió a los doce para que pasasen tiempo con él.
Hechos 4.13 constata el fruto del tiempo que los apóstoles pasaron con
Jesús: «Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que
eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que
habían estado con Jesús» (énfasis añadido).
4. Proclamación poderosa
Jesús discipuló a sus hombres para que predicasen con autoridad, por lo
que les enseñó como predicar y ejercitar autoridad, en el nombre de
Jesús. Nuestro discipulado, entonces, debería incluir una enseñanza y
una ejemplificación de cómo vivir la verdad en el nombre de Jesús.
Jesús dijo que todo discípulo, cuando estuviese plenamente enseñado, sería
igual que su maestro (Lc 6.40). Ser como su Maestro, Jesucristo, pone un gran
peso de responsabilidad sobre el discípulo. No podemos demandar que hombres
y mujeres nos sigan a menos que, como Pablo, podamos decir confiadamente
que somos imitadores de Cristo (1 Co 11.1).