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ENC: Estados Unidos/Rusia/ «¿Podría ser el dólar estadounidense la próxima

víctima de la guerra en Ucrania?» [Branko Marcetic]

De: Robert Ponge r.ponge@ufrgs.br


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Assunto: Estados Unidos/Rusia/ «¿Podría ser el dólar estadounidense la próxima víctima de la
guerra en Ucrania?» [Branko Marcetic]

Correspondencia de Prensa
1° de mayo 2022
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Estados Unidos/Rusia

«¿Podría ser el dólar estadounidense la próxima víctima de la guerra en


Ucrania?»

Branko Marcetic *
A l'encontre, 26-4-2022
https://alencontre.org/ameriques/
Traducción de Correspondencia de Prensa

Unos dos meses después, pocas dudas quedan de que la invasión de Ucrania por
parte del presidente ruso, Vladimir Putin, fue un error estratégico colosal. La OTAN está
unificada, dinamizada y dispuesta a expandirse a dos países históricamente neutrales,
el ejército ruso aparece ante el mundo como un "tigre de papel" y la invasión ha tenido

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como consecuencia la eliminación definitiva del gasoducto ruso Nord Stream 2, de gran
importancia
económica y estratégica.

Sin embargo, la respuesta de EE.UU. a la invasión, incluyendo sanciones económicas


sin precedentes diseñadas para aislar a Rusia y romper su economía, puede resultar
un error estratégico.
El mes pasado, la primera subdirectora gerente del Fondo Monetario Internacional
(FMI), Gita Gopinath, advirtió que las sanciones occidentales podrían afectar el
predominio mundial del dólar estadounidense. Aunque el estatus del dólar como
moneda de reserva mundial, un elemento importante de la primacía global de EE.UU.,
se mantendrá a medio plazo, declaró al Financial Times, "la fragmentación a un nivel
más pequeño es seguramente muy posible", lo que dará lugar a que "las tendencias a
la baja frente a otras monedas desempeñen un papel más importante" como activos de
reserva. Gita Gopinath fue anteriormente economista jefe del FMI durante tres años.

***

Es necesario aquí dar una breve explicación. Desde la Segunda Guerra Mundial, el
dólar estadounidense ha sido la moneda de reserva del mundo, es decir, la moneda
que utilizan principalmente otros países para sus transacciones en el extranjero y para
fijar su propia moneda. Hoy en día, el dólar estadounidense se utiliza en todas partes
para el comercio y las inversiones internacionales, la emisión de deuda, las
transacciones de divisas, etc. En particular, esto le otorga a Estados Unidos lo que se
ha llamado un "privilegio exorbitante": puede tener déficits comerciales crónicos
importando más de lo que exporta, sin temor a que su tipo de cambio se desplome o
sus tipos de interés exploten. Y ahora, algunos observadores informados creen que
este privilegio puede estar amenazado.

Gita Gopinath no es la única con este punto de vista. En la misma semana, Goldman
Sachs advirtió en una nota de investigación que el dólar se enfrentaba a desafíos
similares a los que vieron a la libra esterlina perder su estatus a mediados del siglo
pasado. La nota señalaba los grandes y persistentes déficits comerciales de EE.UU.,
pero un analista de Goldman también advertía que "la actual incertidumbre geopolítica"
hacía más probables los "esfuerzos oficiales de desdolarización" para "reducir la
exposición a las redes de pago centradas en el dólar", lo que suponía un riesgo a largo
plazo para el posicionamiento del dólar.

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El Instituto para el Análisis de la Seguridad Global (IAGS, por sus siglas en inglés) -un
think tank [grupo de reflexión] fundado por un ex director de la CIA y asesor de Ronald
Reagan, y que incluye a figuras del establishment como el ex director de la NSA Keith
Alexander y el ex comandante de la OTAN Wesley Clark- lanzó una advertencia similar.
El codirector Gal Luft declaró a la CNBC que las sanciones de Washington contra
Rusia -Washington y su "gatillo fácil"- significan que "los bancos centrales empiezan a
interrogarse a sí mismos" sobre el hecho de poner "todos los huevos en la misma
canasta" si siguen dependiendo de manera tan importante del dólar.
Varios expertos y comentaristas ya lo han señalado, aunque son una minoría. Una
encuesta realizada en marzo de 2022 por la Initiative on Global Markets entre
economistas reveló que el 37% no cree que las sanciones estadounidenses contra
Rusia vayan a provocar un "cambio significativo" del dólar, mientras que el 24% sí lo
cree; la mayor proporción, el 40%, no está segura. Pero las advertencias de Gita
Gopinath, Goldman Sachs e
IAGS son la señal más clara de que esta preocupación no se limita a los escépticos y a
los críticos provocadores, sino que se manifiesta cada vez más dentro del
establishment.

***

Según estos expertos, las medidas extremas adoptadas por Washington para
sancionar a Rusia por su agresión a Ucrania han reforzado la urgencia para que los
Estados se desprendan de su dependencia del dólar y del sistema financiero que éste
sustenta. Al fin y al cabo, si Washington es capaz de convencer a casi todo el mundo
occidental para que excluya a Rusia, aunque sea de forma justificada, de las redes
comerciales, que congele sus reservas de divisas y la elimine de las redes bancarias
internacionales que facilitan la mayor parte del comercio mundial, ¿quién puede decir
que esto no podría ocurrirles a ellos algún día?
Puede sonar paranoico a los oídos occidentales, pero Rusia no es más que el último
caso en el que los responsables políticos estadounidenses utilizan el sistema financiero
mundial dominado por Estados Unidos como arma contra un adversario, un arma
utilizada anteriormente contra países mucho más débiles, con mucha menos
agresividad. En la última década, Washington utilizó este tipo de sanciones contra
Cuba, Irán, Venezuela y, más recientemente, Afganistán.

Los dos últimos casos fueron especialmente escandalosos, ya que Washington no sólo
congeló, sino que confiscó -robó, en otras palabras- los activos venezolanos y afganos
que tenía en el extranjero. Es en parte por esta razón que Moscú, tras años de

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sanciones estadounidenses por diversas irregularidades, ha reducido la proporción de
dólares en sus reservas y ha diversificado sus haberes.

***

Para muchos Estados, la conclusión que cabe sacar de todo esto es que los bancos
con sede en Occidente ya no son un lugar seguro para sus haberes extranjeros. Y esa
dependencia del dólar como activo de reserva, o de la infraestructura financiera
dominada por Estados Unidos para llevar a cabo el comercio y otras transacciones, los
hace vulnerables a los vientos geopolíticos cambiantes.
Conviene recordar que la mayoría de los países pobres y en desarrollo tienen una
visión del orden mundial muy diferente a la de Occidente. Son ellos los que se
encuentran, por ejemplo, en el banquillo de los acusados de la Corte Penal
Internacional, un recordatorio constante para los Estados pequeños de cómo las
instituciones multilaterales, que se supone que son neutrales y universales, a menudo
se centran exclusivamente en los Estados relativamente débiles en la escena mundial.
Y aunque muchos han condenado la invasión rusa, no han adoptado el programa de
sanciones de Estados Unidos, en gran parte porque lo consideran, con razón, una
expresión de la hipocresía occidental en esta crisis. A la luz de todo esto, las potencias
"emergentes" como China e India, como es lógico, desean protegerse de las
represalias económicas de un Occidente a menudo inconstante.

Ya hemos visto algunos intentos de desdolarización. Arabia Saudita está actualmente


en conversaciones con China para vender parte de su petróleo en yuanes chinos en
lugar de dólares, tras el fuerte descontento de Arabia Saudita con lo que considera
como afrentas del establishment estadounidense, y el apoyo reticente (aunque aún
vigente) de Joe Biden a su guerra en Yemen. Esto supondría una ruptura importante,
aunque no fatal, con el modelo que prevalece desde la década de 1970, en el que los
productores de petróleo venden petróleo a cambio de dólares, que luego reciclan
comprando títulos del Tesoro de EE.UU. (es decir, deuda de EE.UU.), apoyando así
tanto los déficits comerciales estadounidenses como el estatus de moneda de reserva
del dólar.

***

Putin no ha llevado a cabo su amenaza de cortar las exportaciones de gas a los países
"no amigos" si no pagan en rublos, pero el ultimátum sigue estando sobre la mesa. El 6
de abril, Hungría, país miembro de la UE y de la OTAN, dijo que estaba dispuesta a

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pagar el gas ruso en rublos, lo que supone una importante ruptura con Occidente.
Moscú también está en conversaciones con la India, que actualmente compra petróleo
ruso a un precio especial, para establecer un sistema de pago de las exportaciones
rusas en rublos [la parte de las importaciones de petróleo ruso de la India fue de 2.130
millones en 2021, frente a los 22.140 millones comprados a Irak o los 16.400 millones a
Arabia Saudita -A l'encontre]. Al mismo tiempo, Rusia ha recurrido al sistema de pagos
interbancarios transfronterizos de China tras quedar excluida del sistema Swift,
dominado por Occidente, pero esta decisión puede deberse más bien a la falta de
alternativas.

A ello han contribuido las políticas internas puestas en marcha por Vladimir Putin en
respuesta a las sanciones occidentales, entre ellas la exigencia de que cualquier
empresa rusa que haga negocios en el extranjero convierta el 80% de los beneficios en
rublos, lo que apoya a la moneda. De esta manera, el rublo, que había amenazado con
desplomarse al inicio de la invasión, ha recibido un fuerte apoyo, incluso cuando la
economía rusa sigue luchando contra los efectos de las sanciones [el rublo frente al
dólar ha vuelto a su nivel de mediados de febrero en abril - A l'encontre.].

Ningún alejamiento significativo del dólar tendrá lugar de la noche a la mañana, pero
desde antes de que comenzara la guerra se viene produciendo un movimiento en esa
dirección. El mes pasado (24 de marzo), el FMI publicó un documento de trabajo en el
que señalaba que en los últimos veinte años se ha producido un "alejamiento gradual
del dólar" entre los bancos centrales del mundo, y que la proporción de sus reservas en
dólares cayó del 71% en 1999 al 59% en 2021, para orientarse hacia "monedas de
reserva no tradicionales": concretamente, una cuarta parte al yuan chino, y tres cuartas
partes a las monedas de un conjunto de economías más pequeñas, como el dólar
australiano y el canadiense, y el won surcoreano. Mientras tanto, China y Rusia tratan
desde hace tiempo de "desdolarizar" sus economías y aislarse del poder de Estados
Unidos, con un éxito limitado y titubeante.

Durante muchos años, el sueño de los gobiernos que no veían con buenos ojos la
primacía mundial de EE.UU. ha sido el de debilitar el dominio del dólar a través de
coaliciones como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), con poco éxito en
general. Sería la ironía más grande si el mayor golpe a este sistema fuera autoinfligido
por los propios EE.UU. (Publicado en Jacobin: 20-4-2022
https://www.jacobinmag.com/)

* Branko Marcetic es redactor de Jacobin y autor de Yesterday’s Man: The Case

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Against Joe Biden (Verso, enero de 2020).

Libre de virus. www.avast.com

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