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PORTADA
ENSAYO
“ORIGEN DEL NOMBRE Y LA FORMACIÓN DE LA FILOSOFIA DEL
DERECHO”
Presentado por:
DELGADO PIPA, YOSSELI ZHARICK
LOAIZA CERVANTES, LADY DIANA
TRUEVAS AZURIN, STHEFANY CHANEL
ULLOA VELAZQUE, MAYRA SHANNEL
aparece por primera vez en 1821 con Líneas fundamentales de Filosofía del Derecho o
Derecho Natural. Esto no quiere decir que este saber jurídico no existiese con
disciplina autónoma, entonces es preciso esperar más de veinte siglos para verla
aparecer.
Uno de los primeros filósofos que se interesó por la filosofía del Derecho fue Sócrates,
quien planteó la pregunta de si las leyes eran siempre justas o si podían ser objeto de
crítica y reforma. Su discípulo, Platón, desarrolló en su obra "La República" una teoría
política y jurídica en la que reflexionaba sobre la naturaleza del Estado y la justicia,
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humano es limitado por la estructura de la mente y que, por lo tanto, hay ciertas cosas
que no podemos conocer. Por ejemplo, según Kant, no podemos conocer la existencia
de Dios o la existencia o inexistencia de la vida después de la muerte, porque estas
cuestiones están más allá de los límites del conocimiento humano.
Kant también hizo importantes contribuciones a la ética y la moral. En su obra
"Fundamentación de la metafísica de las costumbres", Kant argumentó que la
moralidad se basa en el imperativo categórico, una regla ética que dice que debemos
actuar de tal manera que nuestra acción pueda convertirse en una ley universal. En
otras palabras, debemos tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a
nosotros mismos, independientemente de las circunstancias particulares de la
situación.
Otra contribución importante de Kant fue su teoría del conocimiento. Según Kant, todo
conocimiento se deriva de la experiencia, pero la mente humana tiene ciertas
estructuras innatas que le permiten organizar y comprender la experiencia. En su obra
"Crítica de la razón pura", Kant distinguió entre juicios analíticos, que son verdaderos
por definición, y juicios sintéticos, que agregan nueva información a nuestro
conocimiento. Según Kant, todos los juicios sintéticos deben basarse en la experiencia,
pero la mente humana tiene ciertas categorías innatas que le permiten organizar y
comprender la experiencia de una manera coherente.
Para concluir, Immanuel Kant es uno de los filósofos más importantes de la historia de
la filosofía, y su obra ha tenido una influencia significativa en una variedad de campos,
desde la ética hasta la teoría del conocimiento. Su crítica de la razón pura, su teoría del
conocimiento y su teoría ética basada en el imperativo categórico son solo algunas de
las muchas contribuciones que Kant hizo a la filosofía moderna, y su marco conceptual
sigue siendo objeto de estudio y debate hoy en día.
fecundas, pero olvidadas o arrinconadas por imposiciones canónicas y por modas que,
quizá no dentro de mucho tiempo, se revelen a su vez como anodinas. Creo que una
de estas valiosas fuentes para la filosofía jurídica, condenadas por el momento a una
suerte de hibernación, a ocupar tan sólo un lugar secundario en la rebotica del jurista,
es la obra del profesor González Vicén.
Las reflexiones jurídicas, éticas, sociológicas, políticas y los análisis de historia de las
ideas iusfilosóficas que componen la filosofía del Derecho de González Vicén se han
mantenido siempre acordes a los tiempos que le fueron tocando vivir. He considerado,
así, en su misma necesidad, un primer nivel de análisis histórico-biográfico para
comprender precisamente que la filosofía del Derecho de González Vicén se ha movido
en circunstancias excepcionales.
Los principales intereses científicos de González Vicén se centran en el concepto y en
el método de estudio del Derecho y en el problema de su fundamentación y
legitimación, de donde proviene, muy especialmente, el problema de las razones de
obediencia al mismo. González Vicén evoluciona, en este sentido, de un indudable
escepticismo metodológico- conceptual respecto del positivismo jurídico en los años
cincuenta a aceptar hacia los años sesenta un concepto histórico-social del Derecho y
un método iuspositivista antiformalista. Además, niega toda posibilidad de fundamentar
éticamente la obediencia al Derecho, no sólo por razones jurídico-políticas, sino por ser
una contradicción en los términos. En este sentido, considera que una teoría de la
validez jurídica -propia de un positivismo jurídico sociohistórico- no puede estar dirigida
a fundamentar la obligatoriedad del Derecho de modo general. Lo único que pretende
una teoría así es describir la pretensión de vinculatoriedad de un orden social de
naturaleza histórica como es el Derecho.
Para González Vicén solamente es posible un positivismo jurídico que sea
antiformalista. El Derecho dado, el ius positum, es el único Derecho existente, pero por
la razón de que el único Derecho que propiamente se da en la realidad es el Derecho
histórico, concreto, determinado en una época y que, a su vez, tiene lugar dentro de
una comunidad, dentro de una sociedad a la que conforma y que, al mismo tiempo, se
deja conformar por ella. Este concepto histórico-social del Derecho no es compatible ni
con la idea de un Derecho eterno y definitivamente conformado, como en el caso del
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Derecho natural, ni con la idea de un método jurídico lógico-formal que deduzca unas
proposiciones de otras sin tener en cuenta las determinaciones sociales en el que ese
mismo Derecho se va dando históricamente.
El concepto “historicismo” ha sido muy problemático. El historicismo de González Vicén
pasa más por ser un historicismo filosófico desde el que filtra toda reflexión sobre el
Derecho. Por un lado, compartiendo las opiniones de Marx al respecto, es muy crítico
con autores tradicionalmente considerados historicistas: Hugo, Savigny o Hegel,
explicita González Vicén, hipostasian la actualidad (lo que hay es lo que debía llegar a
ser) y consideran que la historia se detiene en las formas políticas, culturales o
institucionales del presente. Por otro lado, el historicismo de González Vicén está
imbricado en la misma tradición de Dilthey, Troeltsch, Meinecke, Mannheim, Weber,
Rothacker o Simmel y no en la filosofía de la historia propia del positivismo cientifista y
sus obsesiones pronosticadoras.
Para González Vicén el conocimiento del futuro nos está vedado. Por lo demás, su
historicismo tendría las siguiente cuatro notas características: Primero, que el ser
humano es un ser histórico y todos los productos de la cultura humana son individuales
e irrepetibles. Segundo, que dicha irrepetibilidad les brinda objetividad en sí, como en el
caso del particular producto cultural que es el Derecho: lo que se estudia es un
Derecho histórico, individual y concreto, de una comunidad dada en un tiempo
determinado. Tercero, critica al Derecho natural por su pretensión de eternidad y al
método logicista del formalismo jurídico por su ceguera sociohistórica. Cuarto, que la
objetividad de las obligaciones absolutas, esto es, de las obligaciones éticas tomadas
en la soledad interior de la conciencia, se produce en su misma conexión con el
momento histórico.
Políticamente la filosofía del Derecho de González Vicén se posiciona entre Kant y su
sentido antidogmático, antidespótico y antiautoritario y el pensamiento del “joven” Marx.
Se sitúa entre el republicanismo liberal del primero y el socialismo contestatario de
corte libertario del segundo. En este sentido, no es baladí que, ejemplificando el tipo de
contractualismo que Kant postula, introduzca la diferencia que Kant establecía entre
“posesión”, que puede darse en un estado de naturaleza previo al orden social, y el de
“propiedad”, concepto exclusivo de una sociedad organizada, pero que no existe de
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En conclusión, tras la filosofía del Derecho de González, Vicén actúa también su actitud
socrática. La acción moral del individuo que desobedece no lo hace frente a un
Derecho que no es válido, sino ante un Derecho que cumple todas las condiciones de
validez formal, teniendo en cuenta, así, que se puede sufrir todas las consecuencias.
Existe una unidad de todo su pensamiento. La perspectiva sociojurídica, su defensa de
un positivismo jurídico histórico-social, su marxismo heterodoxo, el historicismo
filosófico, su defensa del imperativo de la conciencia ética (individualismo ético)
confluyen conformando uno de los pensamientos iusfilosóficos más sugerentes del
siglo XX.