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héroe troyano
eneas, la odisea del
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ENEAS (LA ODISEA DEL REY TROYANO)
Aliado del rey de Troya, Eneas participó en la defensa de la ciudad
contra los griegos y se batió incluso con Aquiles. Vencidos los troyanos,
emprendió un largo periplo por el Mediterráneo que lo llevó hasta Italia.
Aunque los autores latinos lo consideran troyano, Eneas procedía de otra ciudad
de Asia Menor, Dardania, fundada por Dárdano, hijo del dios Zeus. Según la
leyenda, Anquises, un descendiente de Dárdano, estaba en una ocasión
apacentando el ganado en el monte Ida cuando la diosa Afrodita lo vio y se
prendó de él. Eneas, el fruto de sus amores, se casó más tarde con Creúsa, la hija
del rey Príamo, y ésa fue la razón de que, cuando los griegos de Agamenón y
Aquiles pusieron sitio a Troya, Eneas acudiera a defender la ciudad al frente de los
dardanios.
Eneas tuvo una participación activa y constante en los diferentes combates que se
mantuvieron en la costa de Troya, a pesar de que se quejaba de la poca estima de
Príamo. La Ilíada cuenta cómo Eneas resultó herido por una inmensa piedra que le
lanzó el griego Diomedes. Afrodita acudió en ayuda de su hijo, pero, poco
avezada en las lides guerreras, también resultó herida. Sólo gracias a Apolo, que
logró por tres veces detener al gigantesco Diomedes, Eneas pudo salvar su vida.
En otra ocasión, el dardanio se propuso rescatar el cadáver de su cuñado Alcátoo,
atemorizando para ello a varios guerreros griegos, como Idomeneo.
Los viajeros se enfrentaron con estos seres, que tenían el aspecto de bellas
mujeres aladas, y hasta lograron ponerlas en fuga. No obstante, la harpía Celeno
les vaticinó que serían presa del hambre antes de que pudieran levantar los muros
de su nueva ciudad. Luego siguieron bordeando la costa griega hasta llegar a
Butrinto, en la actual Albania, donde vivía Héleno, otro hijo de Príamo que se había
salvado de la destrucción de Troya. Héleno reveló a Eneas que debería asentarse
donde encontrara una cerda blanca con treinta lechones, si bien antes debía visitar
a Sibila de Cumas, una sacerdotisa de Apolo que formulaba sus oráculos oculta en
una gruta cerca de Nápoles. Todas las señales indicaban, pues, que Italia era la
meta del viaje.