Está en la página 1de 12

LA ENEIDA

Autor: Publio Virgilio Marón

La obra esta dividido en doce libros en las que relatan la caída de troya, los viajes de eneas y

el establecimiento definitivo de una colonia troyana en el Lacio.

Eneas, príncipe de Dardania, huye de Troya tras haber sido quemada ésta por el ejército

aqueo, llevándose a su esposa Creúsa, a su padre Anquises y a su hijo Ascanio. Dido se

enamora perdidamente de Eneas y tras la partida de éste por orden de Júpiter, se quita la vida,

maldiciendo antes a toda la estirpe venidera de Eneas y clamando el surgimiento de un héroe

vengador: de esta forma se crea el cuadro que justifica la eterna enemistad entre dos pueblos

hermanos, el de Cartago y el de Roma, lo que devendría en las guerras púnicas.

LIBRO PRIMERO

Juno, sabedora del destino de gloria que les viene a los troyanos, quienes fundarían el

Imperio Romano, intenta impedir que lleguen a Italia. Para ello pide a Eolo que, con sus

vientos, les haga naufragar. A cambio le ofrece una ninfa por esposa. Entonces, éste acepta y

los tres vientos como: el Euro, el Noto y el Abrego, cayeron en tropel sobre el mar,

arrastrando a las costas enormes olas. El clamor de los hombres seguía y, las nubes roban el

cielo y la luz a la vista de los Teucros, negra noche cae sobre el mar. Empiezan a tronar los

polos, se enciende el éter con relámpagos, los navegantes se sentían amenazados por la

muerte, y los troyanos terminan dispersándose en el mar. Neptuno percibe lo que Eolo ha

hecho, y se siente injuriado, pues el océano es su imperio. Entonces ayuda a los troyanos a

llegar a las playas de Libia, pero no llegan todos juntos, sino en dos grupos.
Mientras tanto Venus, madre de Eneas, interviene presentándose bajo la figura de una

virgen espartana y les informa de que las tierras donde están son de la reina Dido. Su esposo

Siqueo había sido asesinado por su hermano Pigmalión y entonces ella huyó y formó una

ciudad en esas tierras que compró.

Eneas se dirige a la ciudad y cuando llega ve a los compañeros que había perdido, tiende

sus miradas al mar, por si lograba a descubrir a Anteo. Por la playa pasan tres ciervos, donde

le seguía toda la manada. Se encaminan al puerto y reparten a caza y el vino a sus

compañeros. Los demás de sus compañeros le pedía hospitalidad a Dido y que les ayude a

buscar a su caudillo Eneas. Entonces éste se presenta y la reina Dido los acoge. Venus,

buscando que Dido trate bien a Eneas, pide a su hijo Cupido que reemplace a Ascanio y

produzca en Dido amor por Eneas. Éste accede. En la reunión, Dido pide a Eneas que cuente

sus desgracias.

LIBRO SEGUNDO

Los libros II y III son relatos dentro del relato. Eneas, a petición de Dido, cuenta la caída y

el saqueo de Troya (libro II) y las tribulaciones por él mismo sufridas desde ese evento (libro

III).

El relato de la toma de Troya se abre con el episodio del caballo: Ulises, junto con otros

soldados griegos, se oculta en un caballo de madera "alto como un monte" mientras que el

resto de las tropas griegas se oculta en la isla de Ténedos, frente a Troya. Los troyanos,

ignorando el engaño, entienden que los griegos han huido y hacen entrar el caballo en su

ciudad. Piensan que se trata de una ofrenda a los dioses, a pesar de las advertencias de

Laocoonte, que es asesinado por dos monstruos marinos junto a sus dos hijos. Llegada la
noche, Ulises y sus hombres salen del caballo, abren las puertas de la ciudad y someten a

Troya al fuego y el terror. En el momento del asalto, Eneas, dormido, ve a Héctor, que en sus

sueños le anuncia el fin de Troya y le ordena salvar a los penates y huir.

Los ruidos del combate terminan por despertar a Eneas, que, viendo a su ciudad en llamas

y librada a manos de los griegos, decide al principio luchar hasta morir, junto con sus

compañeros. Visita el palacio de Príamo y contempla la muerte del hijo de éste, Polites, en

manos de Pirro, que luego decapita al rey de Troya. En medio del caos ve a Helena y se

dispone lleno de ira a castigar a la culpable de la guerra. Venus, su madre, se le aparece y lo

conmina a contenerse: los verdaderos culpables son los dioses, no Helena. Lo insta luego a

buscar a los dioses Penates y a su familia, para huir de Troya. Eneas busca a su padre

Anquises y a su hijo Iulo. Anquises se rehúsa inicialmente a partir, hasta que un presagio

divino lo convence. Parten entonces de la ciudad en llamas. Habiendo perdido de vista a su

mujer, Creúsa, regresa a Troya. Finalmente, tras encontrar a la aparición de Creúsa, vuelve

con los suyos a las afueras de Troya, donde prepara lo necesario para la partida.

LIBRO TERCERO

Eneas huye con los suyos primero hacia la ciudad de los Tracios, que eran sus amigos. Sin

embargo, el alma de Polidoro les dice que el Rey de Tracia estaba a favor de los griegos. Se

dirigen entonces donde el rey Anio. Allí escuchan de los oráculos de Apolo que han de fundar

una nueva ciudad donde vivieron sus ascendientes. Anquises piensa que se refiere a Creta,

donde nació su ascendiente Jove, y allí se dirigen. Allí fundan la ciudad de Pérgamo.

Sobrevino una peste y Anquises pide a Eneas que escuche nuevamente el oráculo de

Apolo. Sin embargo, esto no fue necesario, pues en sueños se le dijo a Eneas que las tierras a
las que se refería Apolo eran las de Italia o Lacio. Anquises recuerda que allí nació su

ascendiente Dárdano y deciden viajar a esos lugares. Se dirigen a las islas del mar Jónico. Allí

tienen un encuentro con Héleno y otras arpías. Los troyanos comen de sus rebaños y entonces

ellas les atacan. Ellos se defienden fieramente y por ello Héleno le vaticina que sufrirá hambre

cuando llegue a Roma. Tras unos viajes, Eneas se entera que Héleno es hijo de Príamo que

reinaba en una ciudad cercana, pues se había casado con la viuda de Pirro, y hacia allí se

dirigen. Ven allí también a Andrómaca. Héleno le predice que llegará a Italia, pero para entrar

en ella tendrá que sufrir un poco, pues allí habitaban griegos. Le dice que debe cuidarse

también de Caribdis y Scila (dos escollos muy peligrosos para la navegación). Le aconseja

que implore el numen de Juno y que escuche los oráculos de la Sibila.

Continuando su viaje, pasaron por el promontorio de Ceraunio (un camino más corto) y

llegaron pronto a Italia. Se dirigen, sin embargo, a las costas de los cíclopes. Allí se

encuentran con un griego, Aqueménides, que Ulises había abandonado quien les pide que lo

lleven con él y les aconseja escapar pronto. Ya venían los cíclopes a atacarlos, pero no fueron

alcanzados. Pasan por Ortigia y luego por el puerto de Drépano, donde llega la muerte a

Anquises. Eneas termina su relato.

LIBRO CUARTO

La Reina Dido, gracias a la acción de Cupido, se enamora de Eneas y esos sentimientos se

los cuenta a su hermana Ana. Ella le recomienda dejar fluir ese amor, pero ella aún recuerda a

su difunto esposo Siqueo. Cuando Juno se dio cuenta de todo ello, se alió con Venus para

conseguir que Eneas se enamore también de ella. Su objetivo era que Eneas se quedara allí
para siempre. Venus accede. Cuando Eneas y Dido salen de caza, hay una lluvia y ellos se

esconden en la misma cueva y allí hacen el amor.

Llega esto a los oídos de Júpiter y, temiendo que Eneas detenga su viaje, envía a Mercurio

para que le recuerde al troyano que su destino es fundar Roma. Ya Eneas estaba armando una

gran ciudad con Dido y al recibir este mensaje no sabe cómo decírselo a Dido. Atina a mandar

a Sergesto, Seresto y Mnesteo que preparen sigilosamente la escuadra. Dido se entera y

enfrenta a Eneas. Éste se defiende hablando de su destino, pero ella no acepta esa excusa. Con

todo, le permite irse. Mercurio se le presenta nuevamente al troyano para que apure su partida.

Eneas, entonces, parte inmediatamente con sus hombres. Dido, engañando a los suyos

diciendo que hacía unas libaciones, se suicida.

LIBRO QUINTO

Se dirigen los troyanos a las tierras de su amigo Acestes. Éste los recibe bien. Se cumplía

ya un año de la muerte de Anquises y entonces Eneas realizó sus funerales. Luego de ello,

hubo juegos. Cloanto vence en navegación. En la carrera, Niso y Salio tropiezan y entonces

vence Euríalo, pero los tres reciben premios. En la lucha nadie quiere enfrentarse Dares, hasta

que el anciano Entelo accede a hacerlo y lo vence. En el tiro con arco vence Acestes. Luego

Iulo hizo una representación de la guerra con sus amigos.

Juno envía a Iris a que promueva en las mujeres troyanas el deseo de no viajar más. Toma

Iris la forma de la anciana Beroe y realiza lo encargado, iniciando el incendio de las naves.

Descubren la divinidad del personaje, pero aun así continúan las mujeres con el incendio.

Eumelo informa a Eneas, quien acude al lugar inmediatamente. Entonces ruega a Júpiter que
lo ayude y éste detiene el incendio. Nautes le recomienda que permita que se queden en esa

ciudad quienes ya no quieran viajar.

Eneas está aún indeciso, cuando en la noche se le aparece su padre Anquises y le

recomienda que haga lo que Nautes dice y le pide que lo visite en el Averno. Para llegar debía

visitar a Sibila y ofrecer sacrificios. Eneas comunica todo ello a sus hombres y apresuran la

partida. Entretanto, Venus ruega a Neptuno que los troyanos ya no sufran males. Éste le

promete que llegarán a las puertas del Averno sólo con un hombre menos. Precisamente, el

Sueño hace que Palinuro, el piloto de la nave, caiga de la misma y muera.

LIBRO SEXTO

Arriban a las playas de Cumas y visitan a Sibila en su caverna acompañados de la

sacerdotisa Delfobe. Apolo se apodera de la Sibila y entonces Eneas le pide que permita que

los troyanos se establezcan en el Lacio y les confíe sus oráculos. Le profetiza guerras a causa

de una mujer, pero que saldrá victorioso. Luego Eneas le pide que le instruya cómo entrar en

el infierno. La Sibila le dice que debe presentar cierto ramo y que, además, primero debe

enterrar a un amigo suyo insepulto.

Eneas sale de la cueva y se entera de la muerte de Miseno. Realiza sus funerales. Venus

entonces envía dos palomas para que lleven a Eneas al árbol que tiene aquel mágico ramo.

Eneas lo toma y lo lleva a la cueva de la Sibila. Ella le instruye que se dirija a un bosque. Así

llega el troyano al Averno y arriban al río del barquero Caronte, quien transporta las almas al

otro mundo a través del mismo. Ve Eneas a Palinuro, quien le pide que busque su cuerpo en el

puerto de Velia y lo sepulte, para que así pueda ir en el barco de Caronte. Eneas lo promete.

Para poder subir al barco de Caronte, le presentan la rama mágica. Ven en el camino la cueva
de Cerbero, los jueces de los muertos, los campos llorosos, etc. En eso, Eneas ve a Dido y le

pide perdón, pero ella no responde. Ve también muchas almas de grandes guerreros de otros

tiempos, como a Deífobo, quien se casó con Helena cuando Paris murió. Llegan a donde el

camino se divide en dos: hacia el palacio de Plutón o hacia el Tártaro. Arriban a los bosques

afortunados y buscan a Anquises.

Tras un nostálgico encuentro, Anquises le cuenta a Eneas que las almas buenas, después

de mil años, se les borra la memoria y se le manda nuevamente a la tierra en otros cuerpos.

Así le predice su gran linaje: su hijo Silvio que nacería de su esposa Lavinia, César, Camilo,

Máximo, Serrano, Romano, Marcelo, etc. También le cuenta las guerras a las que está

destinado sustentar y cómo resistir a ellas. Luego Eneas regresa donde sus amigos por una

puerta de marfil del Sueño. En seguida se dirigen al puerto de Cayeta.

LIBRO SEPTIMO

Finalmente se dirigen a un bosque del Lacio, por donde pasa el río Tíber. Vivía en esas

tierras Latino, esposo de Amata. Éste tenía una hija, Lavinia, quien estaba comprometida con

Turno. Sin embargo, se había predicho que ella se casaría con un extranjero y no con él.

Eneas come con los suyos y se quedan hambrientos. Entonces recuerda que se le había

predicho que cuando eso suceda, sería el fin de sus males. Manda Eneas cien emisarios donde

el rey Latino. Éste los recibe e Ilioneo le pide, en nombre de Eneas, unas tierras donde

asentarse, sustentándose en los oráculos. Latino reconoce en Eneas aquel yerno prometido y

les pide que vaya a visitarlo. Dicho esto, escogió trescientos de los hermosos y veloces

caballos para cada uno de los troyanos, y le manda que se le entreguen por su orden y para

Eneas envía un carro y un tiro de dos caballos de raza étera.

Mientras tanto, Juno, planeando levantar una guerra negativa a los troyanos, envía a

Alecto a producir la discordia. Ella inyecta mediante una de sus serpientes las furias en
Amata, quien entonces se enfrenta a su esposo para que no dé la mano de Lavinia a Eneas,

sino a Turno. Al ver que Latino no cambiaba de parecer, esconde a su hija y promueve sus

ideas entre las otras mujeres. Luego, Alecto se dirige a Árdea, ciudad de Turno, y promueve

en él el odio por Eneas, quien sería un usurpador. Le hinca, entonces, una de sus serpientes,

llena de furias. Turno se decide a enfrentarse a Latino por la mano de Lavinia.

Luego, se dirige Alecto a los perros cazadores de Iulo. Así estos llevan a Iulo a cazar un

ciervo, que era propiedad de Tirreo, un latino. Cuando ello es descubierto, estalla una batalla

y surgen las primeras víctimas. Entonces Alecto se siente satisfecha y con ella también Juno.

Todos piden a Latino que declare la guerra a los troyanos, pero éste aún no accede. Llegan

mientras tanto los aliados, como Lauso, Aventino, Catilo, Camila, etc.

LIBRO OCTAVO

El río Tíber le habla a Eneas, quien le recomienda busque la alianza con los Palanteos,

cuya ciudad estaba siguiendo el curso del río. Eneas prepara el viaje y ve entonces un buen

augurio. Se acompaña de Acates. Llega a la ciudad cuando el rey Evandro y su hijo Palante

ofrecía sacrificios a Hércules, y le piden alianza para enfrentar a los rútulos. Evandro se la da,

viendo que eran ambas naciones descendientes de Atlante. Lo invita a participar de los

sacrificios a Hércules. Mientras tanto, Venus pide a su esposo Vulcano que fabrique armas

para Eneas y él accede. Entonces, Venus le informa a su hijo que le llegarán armas divinas.

Luego, Evandro envía a Eneas con su hijo Palante a buscar más alianzas. Posteriormente, ya

Eneas recibe las armas prometidas por su madre y todos se maravillan de ellas.

LIBRO NOVENO

Juno envía a Iris para que lleve a Turno prontamente a la batalla. Ella le informa que los

troyanos están sin su caudillo. Eneas había dicho que, si los atacaban, se refugiasen en su

empalizada. Turno intenta incendiar todo. Entonces la Madre de Júpiter aparta las naves
troyanas del incendio convirtiéndolas en ninfas. Turno pensó que así los troyanos ya no

podrían escapar y entonces descansó sus tropas, regocijándose con vino. Percibieron esto Niso

y Euríalo y entonces solicitaron permiso a los que Eneas había comedido la dirección de la

guerra, Mnesteo y Seresto, para ir en busca de Eneas, ya que los rútulos desprevenidos

estaban. Iulo les promete muchos premios como: dos copas de plata, dos trípodes, dos grandes

talentos de oro y una taza antigua que le había regalado la sidonia Dido, todo esto, le ofreció a

Niso. Mientras que a Euríalo le ofrece su corazón y le toma por compañero de su confianza,

pero, Eríalo, le encarga de que cuide mucho a su madre, entonces, ellos parten

inmediatamente. Niso abre el camino dando muerte a algunos rútulos. En el camino, Eurialo

se rezaga y es alcanzado por Volscente. Niso percibe ello y regresa a rescatar a su amigo. Se

encomienda a Apolo y da muerte a varios. Con todo, mueren Eurialo, Volscente y Niso. Las

cabezas de los troyanos son exhibidas por los rútulos.

Mesapo logra abrir la empalizada y se inicia una sangrienta batalla. Ascanio entra en la

batalla y la neutraliza dando muerte a Numano. Marte infunde fuerza en los latinos. Luego

Turno queda cercado por los troyanos, sin que Juno le pueda ayudar, pero se arroja al río y se

salva.

LIBRO DÉCIMO

Júpiter prohíbe a los otros dioses que participen en la batalla. Venus le pide clemencia

para sus troyanos, entonces Juno se hace la desentendida. Entonces Júpiter decide a nadie

favorecer en la batalla.

Ya Eneas llegaba por mar aliado por Tarcún. Le seguían guerreros como Másico, Abante,

Asilas, Astur, etc. Cuando, se le acercan sus antiguas naves, que ya eran ninfas, y le informan

de la batalla. Llegan y Turno no cesa su ataque. Empieza así un fiero combate. Turno pide a

su hermana diosa Iuturna que le ayude en la batalla. Palante luchaba valerosamente con turno,
llega a herirle a Turno, pero, turno no se queda, también, le devuelve con la aguda punta de

hierro, la arroja contra Palante, la aguda punta y traspasa la punta por la mitad del escudo de

Palante. Tras haber hecho grandes estragos, Palante es muerto por Turno, tomando éste

algunas de sus armas. Eneas se enfada y da muerte a muchos rútulos. En tanto, Júpiter

provoca a Juno y esta le pide que demore la muerte de Turno. Ella misma toma la figura de

Eneas y, confundiendo a Turno, hace que le siga y así lleva a Turno a salvo. Él, cuando tomó

cuenta, intentó regresar, pero la diosa no se lo permitió. Mecencio toma el lugar de Turno en

la batalla, mientras los dioses observaban la batalla. Eneas hiere a Mecencio, pero su hijo

Lauso le ayuda a huir. Sin embargo, Eneas da muerte a este último. Mecencio regresa a la

batalla y es muerto por Eneas.

LIBRO UNDÉCIMO

Eneas envía el cuerpo de Palante a su padre. Entorno del cadáver se encontraban todas sus

servidumbres, multitud de Troyanos y las mujeres de Ilión. Entonces, Eneas saco dos

delicadas túnicas de gran recamadas de oro, que en otros tiempos le había dado la sidonia

Dido. Llegan luego emisarios latinos pidiendo paz para poder enterrar a sus muertos, a lo que

accede Eneas. Mientras tanto, Evandro se lamenta por la muerte de su hijo, pero no retira su

apoyo a Eneas. En el reino de Latino, algunos se muestran aún a favor de Turno, pero otros

piden que se entregue la mano de Lavinia al troyano Eneas. Unos emisarios llegan de la

ciudad de Diómedes, quien recomienda a los latinos tener mucha cautela con Eneas.

Latino quiere ya detener la guerra dando a los troyanos tierras. Drances recomienda

también darle la mano de Lavinia. Turno se opone y promueve nuevas batallas. La reina

Camila lo apoya. Diana pide a Opis que proteja a esta guerrera y le da un arco para dicho fin.

Los troyanos se acercan a las murallas latinas y se produce nueva lid. Camila destaca por sus

hazañas. Júpiter infunde valor en Tarcón. Arruntes, encomendándose a Apolo, dispara una
flecha contra Camila, logrando su objetivo de darle muerte. Opis se lamenta entonces. Huyen

los rútulos, pero Turno, enterado de los hechos, no abandona la batalla. Llegó la noche y se

detienen las actividades.

LIBRO DUCÉCIMO

Latino y Amata piden a Turno que detenga la guerra, pero éste, enamorado de Lavinia,

manda a Eneas un pedido para dirimir los dos solos la batalla. Eneas acepta. Juno planea un

nuevo ardid: envía a la hermana de Turno, Iuturna a quien Júpiter le dio divinidad a cambio

de su virginidad, a promover que se rompan los pactos que se hiciesen, pues sabe que Turno

es menos diestro que Eneas con las armas.

Mientras tanto, a los ojos de Júpiter se hacen los juramentos para que el fin de la guerra se

reduzca al enfrentamiento directo de Eneas y Turno. Sin embargo, Iuturna tomó la figura del

guerrero Camerto, promoviendo la intervención de los rútulos en la batalla. En eso, un

augurio es interpretado por Tolumnio a favor de lo que pedía Iuturna y se rompen los pactos.

Sin embargo, Eneas no estaba de acuerdo y buscaba el enfrentamiento sólo con Turno.

Repentinamente, una saeta que nunca se supo de quién provino, le hiere. Turno hace entonces

grandes estragos.

Eneas será herido por turno, su hijo Iulo y Acates lleva a su padre a un lugar seguro.

Mientras que Turno aprovecha la ausencia de Eneas y contrataca a los troyanos. Venus va a

recoger en el cretense Ida las valiosas hojas y la purpurea flor, para curar a Eneas. Éste

recupera sus fuerzas y regresa a la batalla. Los rútulos huyen, pero Eneas sólo busca a Turno.

Éste también quería enfrentarlo, pero Iuturna no se lo permite. Venus inspira a Eneas que se

dirija a la ciudad. La reina Amata, viéndolos venir, piensa que Turno ha muerto y se suicida.

El rey Latino se entera y sufre mucho. Le llegan noticias a Turno y entonces se desprende de

su hermana para luchar. Eneas escucha que Turno llegaba ya y se dirige a su encuentro.
Turno hiere levemente a Eneas, pero su espada se rompe, pues no era la suya, que por su

padre Dauno heredó y que había sido hecha por Vulcano sino una que había tomado por error

de uno de sus compañeros. Apela, entonces, a la fuga buscando su espada y Eneas lo persigue.

Sin embargo, la lanza del troyano se atascó en las raíces de un árbol divino, Rauno. Venus la

arranca. Turno recibe su espada y se reinicia la lucha. Mientras tanto, Júpiter pregunta a Juno

qué espera de la guerra y le prohíbe participar nuevamente en ella. Juno acepta que había

persuadido a Iuturna de ayudar a Turno y cede a abandonar la guerra. Sin embargo, pide que

cuando los troyanos se unan a los latinos, desparezca el nombre de los primeros. Júpiter

accede y envía una furia a retirar a Iuturna de la batalla.

Eneas acosa a Turno y éste comienza a sentir temor. Eneas le hiere con la lanza. Turno

atina a tirarle una enorme piedra, pero ésta no llega a su objetivo. Entonces pide que le

perdone la vida tomando a Lavinia. Eneas estaba indeciso cuando ve que Turno tenía armas

de Palante. Lleno de furia, le da el ataque final.

También podría gustarte