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STANDO el muy virtuoso Edward Wotton 1 y yo juntos


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E en la corte del emperadm; nos dedicamos a tomar lec-
ciones de equitación de Jon Pietro Pugliano2 , quien

)o (A.···· 'o \.) con notable mérito ostentaba el puesto de escudero en sus es-
tablos. Y éste, acorde con la fecundidad del ingenio italiano,
no sólo nos honró. con una exhibición de su destreza, sino
que procuró enriquecer nuestras mentes con las cavilaciones
al respecto que él consideraba más preciadas. Pero de ningu-
na de ellas recuerdo yo que mis oídos estuvieran más repletos
que cuando, bien molesto por la demora en el pago, bien
conmovido por nuestra admiración de aprendices, aplicó su
parlamento a la alabanza de su arte. Afirmó que ser soldado
era el estado más noble para el hombre, y los jinetes, los más
nobles de los soldados. Dijo que los jinetes eran los señores
de la guerra y los ornamentos de la paz, prontos a acudir y
fuertes en resistir, triunfadores lo mismo en el campo de bata-
lla que en la corte. Es más, prosiguió con la increíble idea de
que ninguna prenda terrenal causaba tanta admiración en un
príncipe como el ser un buen jinete. La habilidad en el gobier-
no no era sino pedantería3 en comparación con ello. Y luego

1
.Edward WottOn (1548·1626), secretario de la embajada inglesa en Viena,
donde lo conoció Sidney en 1574. Sobre este viaje de Sidney, véase la intro-
ducción.
1
Jan Pietro Pugliano, secretario del emperador Maximiliano II, reputado
en la corte por su habilidad como jinete. El conocimiento y afición de Sidney
por las artes ecuestres aparecen también en la Arcadia.
3
Sidney utiliza el término italiano (<pedanteria» en el original. En el Rena-
cimiento, a raíz de la práctica de la imitación de los clásicos, surge la figura del
pedante, que será ridiculizado en comedias y sátiras. Sobre la pedantería lin-
güística, véase más adelante pág. 184, n. 264.

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quiso añadir más alaba11zas explicando qué animal sin par era titud 8 por tratar de desfigurar aquello que en las más nobles
el caballo: el único cortesano que prestaba servicio sin adula- de las naciones y lenguas conocidas ha sido la primera fuente
ciones, el animal de mayor belleza, ftdelidad, coraje y tantas de luz contra la ignorancia y la primera nodriza9, cuya leche
cosas más que, de no haber sido porque estaba yo algo versa- poco a poco permitió que se alimentaran al cabo del tiempo
do en lógica4 antes de conocerlo, creo que me habría incitado de conocimientos más densos. ¿y acaso imitarán ahora al
a desear ser caballo. Pero hubo una cosa al menos que, con puercoespín, que, una vez admitido en la madriguera, expul-
sus no pocas palabras, me inculcó Pugliano: que la autoesti- só a su anfitríón? ¿o quizás a las víboras, que con su naci-
ma es mejor que cualquier ornato para conferir una aparien- miento causan la muerte de sus progenitores? 10 . Qye la erudi-
cia de esplendor a aquello que nos atañe. ta Grecia sea capaz de mostrarme, de entre sus variadas cien-
En este punto, si los fuertes prejuicios y los débiles argu- cias, un libro anterior a Museo, Homero y He~íodo 11 , poetas
mentos de Pugliano no os satisfacen, os mostraré un ejemplo los tres y nada más que poetas. Es más, que me traigan una
más cercano en mí mismo, que -no sé por qué desventura- historia que pueda hablar de que hubo escritores anteriores a
sin ser de edad avanzada ni estar en el más ocioso de los mo- ellos, a no ser que se trate de hombres con la misma destreza,
mentos me he pasado a las filas de los poetas y me veo provo- como Orfeo, LinoV y algunos otros que se nombran, quie-
cado a decir algo ante vosotros en defensa de esta vocación nes, habiendo sido los primeros de ese país que hicieron de la
no buscada por mí; y si en este cometido me manejo con me- pluma su emisario del saber para la posteridad, pueden, en
jor voluntad que buenas razones, tened paciencia, pues el es- justicia, proclamarse sus padres en el campo del conocimien-
tudiante que sigue los pasos de su maestro 5 ha de ser perdo-
nado. Y además debo decir que así como tengo causa más 8 La ingratitud que supone la crítica a la literatura aparece ya, según
que justa para hacer una defensa piadosa de la pobre poesía, G. Smith, en Daniello (DdfaPoetim, 12 y 21).
que, de gozar casi de la más alta estima en el ámbito del co- 9 S. Minturno, en el prefacio a su Arte poetica, es quien establece la idea de

nocimiento, ha caído hasta el punto de ser el hazmerreír de que la literatura es la fuente de todos los demás conocimientos, como ha se-
los niños 6, igualmente tengo necesidad de mostrar pruebas ñalado G. Smith.
10 Ambos ejemplos están tomados de cuentos muy conocidos: la fábula del
más contundentes; pues si nadie priva a la una7 del crédito puercoespín y la serpiente figuraba en las colecciones esópicas de la época; el
que se merece, esta otra infeliz ha contado incluso con nom- nacimiento parricida de las víboras procede de la Historia Natural (X, lxxxii, 2),
bres de filósofos en su descrédito, con gran peligro de guerra de Plinio el Viejo.
11 Los tres autores eran citados como representantes de la literatura más an-
civil entre las Musas.
tigua conocida por los griegos. Museo (siglo V d. C.), poeta y músico a quien
Y, en primer lugar, ciertamente, a todos aquellos que, dedi- se atribuye un poema épico breve (epilio) titulado He:ro.Y Leandro; en el Rena-
cándose al conocimiento, anemeten contra la poesía, se les cimiento se creía que era prehomérica; Homero (siglo IX a.C.) es el autor de
podría objetar en justicia que llegan casi al punto de la ingra- la Odisea y la Ilíada, los grandes poemas épicos de la Grecia antigua; Hesíodo
(siglo vm a.C.) es .conocido como el padre de la poesía didáctica griega, a la
que aplicó formas épicas, como se puede ver en Las trabqjos y ÚJs días, una co-
'1 Sidney habla estudiado lógica en Ox:ford, y conocía las nuevas tendencias
lección de preceptos para la labranza y la navegación que incluye. máximas
de su tiempo, en especial el ramismo, un nuevo concepto de la disciplina de- morales y religiosas. Además, escribió la Teogonía, una genealogía de los
sarrollado por Petn1s Ramus (Picrre de la Ramée, 1515-1572). Véase la intro- dioses.
11 Orfeo y Líno son dos personaíes mitológicos relacionados con la músi-
ducción.
5
Pugliano. ca. A Lino se le atribuía la invención del ritmo y la melodía; fue asesinado por
6
La presentación de la precaria situación de la literatura era u~a conven- Apolo porque pretendió rivalizar con él en el arte del canto. A Orfeo, el can-
ción en las introducciones a las defensas de la literatura durante el Renaci- tor por excelencia, músico y poeta, se le atribuye la invención de la cítara; su
miento. destreza con la lira producía efectos milagrosos. Durante el Renacimiento, Or-
7
La equitación. feo representaba la armonía en la poesía religiosa y la música.

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toB, pues no sólo ostentaron esta prioridad en el tiempo -aun- docles y Parménides declamaron su filosofla natural en ver·
que la antigüedad sea cosa venerable en sí misma-, sino que so 17 . Lo mismo hicieron Pitágoras y Focílides con sus conse-
les precedieron, al ser ellos los primeros responsables de atraer jos morales 18 • Así hicieron Tirtco con los asuntos de la guerra y
con su meloso encanto las mentes salvajes e indómitas hacia Solón con los asuntos de la política 19 ; o más bien, siendo poe-
la admiración del saber. Así como se dijo que Anfión movió tas, ejercitaron su deliciosa vena en aquellos puntos del saber
piedras con su poesía para construi! Tebasy_ que a Orfeo le es~ más elevado, que anteriormente a ellos habían permanecido
cucharon las bestias, sin duda seres pétreos y animales 14, igual- ocultos al mundo. Pues es manifiesto que el sabio Salón fue
mente entre los romanos estaban Livio Andrónico y Enio 15. claramente un poeta, ya que escribió en verso la notable fábu·
De igual manera, en la lengua italiana, los primeros que la hi· la de la isla de la Atlántida, que luego continuara Platón20 •
cieron aspirar a convertirse en tesoro del conocimiento fue- Y en verdad incluso en Platón, quienquiera que lo conside-
ron los poetas Dante, Boccaccio y Petrarca. En nuestro inglés re atentamente encontrará que en el cuerpo de su obra, aun-
fueron Gower y Chaucer 16 , tras los cuales, otros, alentados y que el interior y la fuerza eran filosofia, la piel, por así decir,
deleitados con su excelso precedente, les han seguido lo mis· y la belleza dependían principalmente de b¡ poesía21 ; pues
1no en ésa que en otras artes con el propósito de embellecer todo se fundamenta en diálogos, donde se finge que muchos
nuestra lengua materna. honestos ciudadanos de Atenas hablan de asuntos tales que,
Esta circunstancia fue tan notable que durante mucho si les hubieran atormentado en el potro, nunca los habrían
tiempo los filósofos de Grecia no osaron darse a conocer al
mundo más que bajo la máscara de poetas. Así Tales, Empé·
17 A Tales de Mileto (siglos vrr-vr a.C.), uno de los Siete Sabios de Grecia, se
[e atribUyen obras sobre fisica y astronomía en verso. Empédodes (siglo V a.C.)
era un poeta y científico siciliano, que escribió sobre la naturaleza. Parméni-
13 Puesto que se consideraba que Orfeo y Lino eran anteriores a los prime-
des de Elea (siglo VI a.C.), fundador de la escuela eleática de filosofia, dedicó
ros poetas conocidos, serían «padres>> de Museo, Homero y Hesíodo. un poema épico a la naturaleza. Contrariamente a lo que dirá más adelante
14 Anfión es otra :figura mitológica que representa el poder de la música: los
(pág. 126), aquí Sidney identifica verso con poesía.
sones de su lira transportaban las piedras con las que construyó la muralla de 18 Tanto Pitágoras de Samas (siglo VI a.C.) como Fodlides de Mileto (si-
Tebas. Ya Horacio le asociaba con Orfeo (Arte poética, 391·403). glo vrr a.C.) eran considerados poetas gnómicos, autores de obras sentencio-
15
Livio Andrónico y Enio eran considerados, respectivamente, el primer poe- sas, aunque en el caso de Pitágoras parece que los Aurea carmina son una falsa
ta y el padre de la épica en Roma. Lucio Livio Andrónico (ca. 284-ca. 204 a.C.) atribución.
hizo una versión latina de la Odisea de Homero; Q!tinto Enio (239-169 a.C.) 19 Tirteo (siglo VII a.C.) inspiró la victoria ateniense sobre los espartanos
era conocido fimdamentahnente por sus Anales, poema épico que narra la his- con sus versos; Salón (siglo VI a.C.), uno de los Siete Sabios de Grecia, fue un
toria de Roma desde sus orígenes hasta el año 171 a.C. Ambos son menciona- legislador ateniense que usó su poesía con fmes morales y políticos. Tanto es-
dos por Escalígero (Poetices libri septem, I, ii, Lyon, 1561). tos autores como los citados anteríormente eran conocidos por Sidney y sus
16
Gower y Chaucer eran considerados durante el Renacimiento los prime- contemporáneos a través de la recopilación de verso filosófico realizada ~or
ros grandes escritores en lengua inglesa. John Gower (1330-1408) es conocido Henri Esúenne, Pocsis Phi!osophus (1573), que incluia muchas obras espurtas.
principalmente por su obra Cottfissio Amantis, una novela marco que contiene En el prólogo, Estienne hace una alabanza a la literatura que podrfa haber in-
cuentos ejemplares sobre las costumbres y el amor, agrupados en torno a los fluido en la Difensa.
siete pecados capitales. Geoffrey Chaucer (ca. 1343-1400), coetáneo y amigo 20 Platón en el Timeo relata cómo Salón había tenido noticia de la Adánti-

de Gower, escribió los Cuentos de Canterbury, considerada actualmente la obra da a través de los sacerdotes egipcios,
cumbre de la literatura medieval inglesa; sin embargo, durante el Renacimien- 21 Qyintiliano (Institución oratoria, X, i_, 81) señaló el carácter literario de la
to, se daba más valor a la novela de tema troyano Troi!o y Criscid.a, a la que Sid- obra de Platón, hecho considerado como paradójico, puesto que éste había
ney se refiere en vadas ocasiones (págs. 134 y 176). Tanto estos autores como expulsado a los poetas de la República; a través de Daniello, pasará a las de-
los italianos Dante (1265-1321), Boccaccio (1313-1375) y Petrarca (1304·1374) fensas de la literatura. En el Renacimiento, además, el carácter literario de la
son encomiados no sólo por sus cualidades artísticas, sino también por su co- obra platónica viene dado por el hecho de usar el diálogo, que se consagró
nocimiento enciclopédico. como un nuevo género durante este periodo. Véase nota 131.

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confesado. Además están sus descripciones poéticas de las cir- mental, sin embargo a sus poetas se les profesa devota reve-
cunstancias de sus reuniones) como el buen orden en un ban- rencia26. Incluso los indios más bárbaros y simples, que desco-
quete, el deleite de un paseo, con la inserción de auténticos nocen la escritura, tienen poetas que componen y cantan can-
cuentos, como el del anillo de Gijes 22 y otros que aquel que ciones a las que llaman arentos27 Yque contienen las hazañas
no sepa que son flores de la poesía jamás entró en el jardín de de sus antepasados y alabanzas a sus dioses. Todo ello hace
Apolo. bastante probable que si alguna vez les llega el conocimiento,
E incluso los his.toriadores, aunque en sus labios resuenen haya de ser ablandando y agudizando su duro y torpe enten·
los hechos aconteodos y la verdad esté escrita en sus frentes, dimiento con los dulces deleites de la poesía, pues hasta que
ha~1 tomado prestados de los poetas con agrado la forma y encuentren placer en el ejercicio de la mente, las promesas de
qutzás hasta el fondo. Así, Heródoto tituló su Historia con el una gran sabiduría poco persuadirán a aquellos que descono·
nombre de las nueve musas 23 , y lo mismo él que todos los cen los fiutos del saber. En Gales, el auténtico reducto de los
que le sucedteron robaron o usurparon a Ia poesía sus arreba- antiguos britanos, hubo durante mucho tiempo, como pue-
tadas descripciones de las pasiones, las muchas particularida- den demostrar fidedignas autoridades, poetas, a los que llama-
d~s de las batallas, que nadie podría confirmar, o, si eso se me ban «bardos». Y pervivieron durante las conquistas de roma-
mega, ~os extensos discursos puestos en boca de grandes reyes nos, sajones, daneses y normandos, aunque algunos de éstos
y caud1Ilos, que, de seguro, nunca pronunciaron. trataron de borrar toda memoria del conocimiento entre
Por consiguiente, en verdad, ni el filósofo ni el historiador ellos; los poetas, sin embargo, han continuado hasta el día de
habrían podido en un principio atravesar la puerta de las hoy, de tal manera que no es más notable el comienzo tem·
mentes del pueblo, si no hubiera sido porque llevaban el gran prano que la pervivencia prolongada.
salvoconducto de la poesía, lo que puede verse fácilmente en Pero, puesto que los autores de la mayor parte de nuestras
todas aquellas naciOnes en las que no florece el conocimien· ciencias fueron los romanos, y antes que ellos los griegos, de-
to en nuestros días: todas ellas tienen cierta sensibilidad poé- tengámonos por un momento ante sus autoridades, aunque
tica24. sólo sea para observar qué nombres le han impuesto a esta
E~ Turquí~, apa~te de los sacerdotes que dictan las leyes'', arte ahora desdeñada.
no llenen mas escntores que los poetas. En nuestra vecina Ir- Entre los romanos, se llan1aba vates al poeta, que es tanto
landa, donde ciertamente el conocimiento es bastante ele· como adivino, vaticinador o profeta, como queda manifiesto
por sus derivados vaticinium y vaticinan'; tan excelso título
concedió este destacado pueblo a tan arrebatador saber28 .
~ En la Repúbl~~a (II, 35?d·360d), Platón pone en boca de Glaucón la bis-
2

tona del pastor Gljes paraAus~rar hasta.~ónde puede llegar una persona a la
que se conceden poderes 1hmttados: G1¡es llegó a ser rey gracias a un anillo 26 Sidney conocía bien Irlanda, puesto que su padre pasó allí un largo pe-
que le volvía invísible, por medio del cual sedujo a la reina de Lidia y asesinó riodo. Véase la introducción.
al rey para usurpar su trono. 27 Danza ceremonial haitiana acompañada de cánticos. Sidney podría te·
23
En realidad, la división en capítulos y los títulos con el nombre de las ner noticia de eHa a través de la obra de R. E den Historie qf the West Indies
musas no son originalmente de Heródoto, sino de los eruditos alejandrinos. (1555), donde se compilan y traducen varios textos, entre ellos las Décadas de
24
El amor a la literatura entre los salvajes e incultos podría haber llegado a Pedro Mártir y la Historia natural del las Indias de G. Fernández de Oviedo. So~
Sidney a través de Minturno (De poeta, I, 9) según apunta G. Smíth. bre el interés de Sidney por el Nuevo Mundo, véase la introducción .
. , Se refiere a los mu~Ís mus~lmanes, cuya función es interpretar la ley; sus
25
28 El concepto de escritor como «vates'' o profeta ya aparece en Agrippa y
dtctam:nes ;:tucdan escntos y Sientan precedente para resoluciones posterio· Ivfintumo, aunque se considera más probable que Sidney lo tomara de Thomas
res. Elmteres por lo turco estaba muy extendido en época isabelina; Sidney Elyot (The Govenmur, 1). En este punto, Sidney evita hablar del furor divino
pudo haber obtenido esta información de alguna de las múltiples publicacio· (aunque lo hará más adelante); así, la creación literaria es una actividad racio-
nes sobre el tema. nal, fruto del conocimiento y la planificación.

[nG] [117]
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Y tan lejos se vieron llevados en su admiración del mismo blará por mí, ya que, si se traduce, no significa sino ~<cancio-
que creían que encontrarían presagios importantes de su for- n es,,·' además ' como es el parecer de todos los hebra1stas, es-
' no se ha-
tuna venidera al dar de modo casual con alguno de esos ver· tán escritos totalmente en verso, aunque todav1a
33
sos. Según cuentan muchos, de ah{ surgió la expresión sortes yan descubierto por completo las reglas que los rigeu ; final-
virgilianai' 9, cuando, al abrir repentinamente el libro de Virgi- mente, y, sobre todo, está la forma en que Dav1d trata su
ho, topaban con uno de sus versos. De ello están llenas las profecía, que es puramente poética. Pues ¿qué ?tra cosa po-
historias de las vidas de los emperadores como la de Albino dría ser el despertar de sus mstrumentos muslCales, el fre-
gobernador de nuestra isla) quien en su u;_fancia encontró est~ cuente y libre cambio de voces, sus notables prosopope-
verso: A1ma amens capio, nec sat rationis in armis3°, y en su ma- yas34, el que se nos haga, por así decirlo) ver a Dios descen-
durez lo llevó a cabo. Y aunque fuera ésta una superstición diendo en toda su majestad, su relato de la alegría de los
~uy vana e in:pía, como también lo era el pensar que los espí- animales y del saltar de los montes 35 sino celestial arte poé-
ntus eran conJurados por estos versos (de donde viene la pala- tica, en la que verdaderamente se mu:stra a sí ~ismo como
bra mglesa channs, denvada de cannina)31 , sin embargo, aún sir- un amante apasionado de esa belleza mefable e rmperecede-
ve para mostrarnos la reverencia que se tenía a aquellos inge- ra que ha de verse sólo con los oJOS de la mente rlummados
nios. Y todo ello no sin fundamento, ya que tanto los oráculos únicamente por la fe? Y, en verdad, una vez que he nombra-
de Delfos como las profecías de la Sibila se pronunciaban ente- do a Dios, temo que pueda parecer que profano ese sagrado
ros en verso, pues esa misma observancia exquisita del número nombre relacionándolo cou la poesía, que entre nosotros ha
y la medida de las palabras y aquella libertad alada de la imagi- caído en tan baja estima. Pero aquellos que con sos.e~ado
nación propias del poeta parecían encerrar una fuerza divina. juicio profundicen un poco más hallarán que elproposrto Y
iY no puedo ir un poco más lejos para mostrar la adecua- la manera de operar de la poesía son tales que, sr se aphcan
ción de la palabra vates y decir que los Salmos del santo Da- debidamente, uo merece que se la expulse a latrgazos de la
vid son un poema sagrado? Y si afirmo esto, no lo haré sin iglesia de Dios. .
el testimonio de hombres muy sabios tanto de la antigüedad Pero veamos ahora cómo lo nombraron y cómo lo cons1~
como de nuestros días 32 • Pero incluso el vocablo {(salmos» ha- deraron los griegos. Le llamaron <<poeta>>, nombre éste que,
por ser el más excelente, ha llegado a otras len¡¡uas. Vieue del
29
. Costumbre romana que se remonta a la época imperial que consistía en
verbo poíein, que significa «hacep) 6• A propós.lto de esto, no
aphcar a un asunto personal el pasaje de Virgilio que hubiera salido al azar al sé si por suerte o por sabiduría, nosotros los mgleses hemos
abrir su obra.
30
"E:UI?~ño enl_oquecido las armas. Y no es que tenga plan alguno de lu-
cha)) (Vtrgtlto, Enetda, II, 314,]. de Echave Sustaeta [trad.], Madrid, Gredas,
1992, pág. 183). Décimo Clodio Septimio Albino (m. 197 d. C.), gobernador · 33 Los hebraístas estaban de acuerdo en que los salmos estaban escritos et1

de Br~taña, se enfrentó si? éxito con Septimic: Severo por el título imperial. verso y se pensaba que tenían alguna estructura cuantit~tiva, acentual o 1e
La anecdota que cuenta Srdney era muy conoctda gracias a la colección de vi- rima aún por descubrir. La influencia de l?s saliD;os en la hte~atura renacentts-
das de emperadores Scriptores historiar Augustae, que incluye una vida de Albi- ta fue decisiva, como puede verse en el mtsmo Stdney, que, ¡unto con ~u .her-
no atribuida a Julio Capitalino. mana Mary, los tradujo en verso, experimentando C?~ las form':s _rr:etncas.
.
31
El término inglés <<charro» si.gnifica <(sortilegio, encantamiento», Sidney Los salmos también fueron objeto de controversia rehgrosa, pues 1me1almen"
mtenta demostrar e,l poder de la literatura con el ejemplo del término inglés, te los puritanos no veían con buenos ojos que se cantaran. . , .
que procede dellatm «carmen», es decir, «poema», 34 La prosopopeya 0 personificación es una figura que c_onstste en atn,bulf
32
San Jerónimo, San Agustín, San Isidoro v Beda el Venerable todos ellos a cosas inanimadas o abstractas acciones y cualidades proptas de seres anuna-
defendían la idea de que David había compu;sto los salmos inspi;ado directa- dos o a los seres irracionales las del hombre. .· ·
mente por Dios; algunos defensores de la literatura lo usaron como argumen- 35 Sidney usa expresiones tomadas de los Salmos (29; 57, 9; 50):
to a su favor (véase T. Lodge, Difence qfPoetty, en G. Smith, op. cit., pág. 79). 36 Véase Escalígero (Poetices, 1, i, pág. 3).

[n8]
coincidido con los griegos en llamarle «hacedor»37, nombre tractas42, que, por tanto, se consíderan sobrenatur,ales'u, sin
éste que, siendo un título tan elevado e incomparable, prefie- embargo, indudablemente se fundamenta en lo mas profun·
ro que se conozca confrontándolo con el ámbito de otras do de la naturaleza. . .,
ciendas y no por medio de cualquier alegación parcial. S6lo el poeta, desdeñoso de las ~taduras d~ una SUJectO:'
No hay ningún arte otorgado a la humanidad que no ten- d on el vi or de su propia mvenclün, h~ce surgu
ta,1 e1eva o e g h me¡ores que
ga como objeto principal las obras de la naturaleza38 , sin las realmente otra naturaleza4\ al acer 1as cosas 0 l t . e ¡··
cuales las artes no podrían existir, y de las que dependen en como las presenta 1a natura1eZ a 0 nuevas por l comp e 1o, 10 h'
tan gran medida que es como si se convirtieran en actores e . , eXIstieron
mas tales que ¡amas · · en la natura. eza' como os. e-
intérpretes de aquello que la naturaleza quiere que se desve- roes, 1os semi.d.toses, los cr'dopes ' las qurmeras,1 las fimas 1 Y
le. Así observa el astrónomo las estrellas y, según lo que ve, · 45 , a codo con codo con a natura eza,
otras seme¡antes , y as1 v ,. d s dones sino
describe el orden que ha establecido en ellas la naturaleza. sin constreñirse a los estrechos matgenes e su · '·
Lo mismo hacen el geómetra y el aritmético con sus diversas moviéndose libremente dentro del círculo de su pr?pto tnge·
suertes de cantidades. Así también los músicos con los tiem- mo . La naturaleza nunca cubrió la tierra con un taprz. tan neo ,
pos dicen cuáles concuerdan de forma natural y cuáles no 39 • co~o lo han hecho una gran variedad de poetas, m con nos
El filósofo natural toma su nombre de la naturaleza y el filó- tan p1acenteros, ar, b o1es tan fructíferos ' flores
. tan fragantes,
d · nt
sofo moral se ocupa de las virtudes, vicios o pasiones naturales .
con ntngnna otra cosa q ue haga de esta bien ama
'1 1a tlerra un
del hombre, y dice "sigue a la naturaleza y no errarás» 40 • El ,. lugar más amable. Su mundo ¡,s
de bronce, so o os poetas
abogado dice lo que los hombres han establecido; el histo- dan origen a un mundo de oro ·
riador, lo que los hombres han hecho. El gramático sólo ha-
bla de las reglas del lenguaje, y el rétor y el lógico, conside-
rando aquello que en la naturaleza se probará y persuadirá . ., d s aquel cuyo ser objetivo total es
con mayor prontitud, dan reglas artificiales que se circunscri- 42 El concepto I?g:tco o noaon sf~:asa eue el concepto real o noción pri-
por la mente y esta en la mente, m
ben al ámbito de la cuestión41 de acuerdo con el tema pro· . ¡ . · fu d la mente qA pesar d e que el metaflsico se de-
mera ttene a ex1stenc1a era e, d . ' d las primeras de modo que su
puesto. El médico sopesa la naturaleza del cuerpo humano y dique a las nociones abstractas, estas er tvan e] '
. d d' b'' d de de 1a natura eza.
la naturaleza de aquello que le es beneficioso o perjudicial. ob¡eto e es tu 10, ta,m leJ?- epen bl 0 <<sobrenatural» designaba un orden de
Y el metafísico, aunque trate de las nociones segundas y abs- 43 En la teolog1a 1sabeltna el vaca l · r aunque no exclusiva-
realidad distinto del orden de la natura eza, supeno ' ·
mente divino. Sidne es uno de los más polémicos
3 44 El.concepto de «otra nahuale~~, e¿e la co~posición literaria como crea-
7 En los siglos xv y XVI el término «maket>> (literalmente, «hacedor>>) era y debatidos, ya que aborda la cuestlon
común en el norte de Inglaterra para designar a los escritores, aunque en las
variedades d~l sur el término «poet» confería mayor prestigio y «maket>> se re- ción. Véase l~ introducción; .dioses eran hijos de dioses y seres hu-
45 En la mitología, los heroes Y senu , solo ·0 en mitad de la fi:en-
servaba para los autores de literatura vernácula. 1 , \ igantes que teman un 01 d d
38
Sidney puede haber tomado esta idea aristotélica (Ffsica, 194a ss,) de Es- manos; ?S ctc opes eran g b de león, cuerpo de cabra y cola e ra-
calígero (Poetices, I, i). te_; las qmm:ras eran\ se<de.s ~o.nd cJ sei~fernales encargadas de la venganza y el
3 gon; las funas eran as tvmt a e
9 Según G. Smith, estas ideas fueron sugeridas por Minturno (De Poeta,
87·100). castigo. · . ¡.05 d' s el mundo ha pasado por cuatro
40 46 Según Hesíodo, en Los traba;osY ta '. r este orden· la edad
Este precepto estoico, tomado de Cicerón (Sobre los deberes, I, xviii, 10), se , b ¡ d d adación progresiva; son, po ·
convirtió en un lugar común en el Renacimiento. ed ades,sun oos e una egr h' ·OvidiorecogeelmitoensusMetamor~
41 Como se ha visto en la introducción, ]as fronteras entre la retórica y la de oro, de plata, de bronce Yde ¡e¡o, 't pueda hacer volver la edad de oro
lógica no estaban claramente definidas en el Renacimiento. Aquí, Sidney con- fosis (I, 89 ss.) . Por lo tanto,, el que ell=~~~ alrmundo a su perfección iniciaL L~
~upone que tl~nc la c~pa~r?ad d e 1 d r es un tópico de la poesía pastonl
sidera que ambas se circunscriben a cuestiones particulares, dejando las cues-
tiones universales al ámbito de la literatura. '•
tdea de la postble restrtuc10n de1 esp en °
renacentista.
Pero dejad esas cuestiones a un lado y pasad al hombre, como podría haber hecho la naturaleza, sino para ofrecer al
para qmen se ha creado todo lo demás y así parece también mundo un Ciro que podría dar lugar a muchos C1ros, Sl se
que la naturaleza ha empleado en él toda su destreza y consi- aprende debidamente por qué y cómo lo hizo creador. :se
derad si ést~ ha creado un amante tan constante con;o Teáge" No se considere tampoco una comparac10n demastado
nes, un anugo tan fiel como Pílades, un hombre tan valiente osada el poner al mismo nivel el ingenio humano en su pun-
como Orlando, un príncipe tan ecuánime como el Ciro deJe- to más alto y la eficacia de la naturaleza 50 ; más bien al con-
nofonte, un hombre tan excelente en todo con1o el Eneas de trario honrad al Creador celestial de ese creador, quien, ha-
Virgilio47 • bienclo hecho al hombre a su imagen y semejanza, lo puso
Y no se tome esto como una obviedad porque las obras de por delante y por encima de todas las obras de esa segunda
la una son reales, las del otro de imitación o ficción4R pues naturaleza. En nada es esto más evidente que en la poesía,
cualquier inteligencia sabe qne la destreza de todo artesano cuando con la fuerza del aliento divino, el poeta crea cosas,
reside en esa idea o concepto previo de la obra y no en la obra super~do a la naturaleza con argument?s. que no s~n insig-
en st•49 . y que e1 poeta posee esa 1'dea se pone de manifiesto nificantes para el que cree en el pecado on&mal de Adan, pues
cuand? 1~ expresa con ta?ta excelencia como la ha imagina- nuestro entendimiento elevado nos perm1te conocer lo que
do. As1m1smo, esa expresiÓn no es del todo cosa imaginaria es la perfección y, sin embargo, nuestra voluntad corro_mp1da
c.omo acostt~mb~amos a decir de aquellos que construyen cas~ nos impide alcanzarla51 . Pero pocos serán los que entrendan
ttllos en el me, smo que opera hasta el fondo de lo sustancial estos argmnentos y menos los que los admitan: Espero q1_1e
para crear no sólo un Círo que sea un prodigio concreto, por lo menos se me reconozca esto, que los gneg_os, no sm
cierta razón, le dieron el nombre que está por enCima de to-
dos los nombres del conocimiento.
47
Sidney presenta la lista de los modelos literarios renacentistas del amor Pasemos ahora a una explicación del poeta más al uso con
la ami_s,ta_d, el valor,_la justici_a y el hombre completo. Teágenes es el héroe d~ el objeto de que la verdad pueda ser más palp~ble. Y así lo es·
Las etzoP_tcas de Hehodoro (srglo m d. C.): a pesar de todos los contratiempos,
s~ manttene firme en su amor hasta que consigue reunirse con su amada Ca-
pero, aunque no consigamos un elogw ta11: 1mgu~lable como
nclea; esta novela, muy po~ular en el Renacimiento, sirvió de inspiración a el que concede la etimología de sus apelatrvos; sm embargo,
auto~es como C~rvantes y Srdney, en su Arcadia, y es alabada por Escalfgero su propia descripción, que nadie refutará, no se verá pnvada
(Poetices, III,_ xcv1), Píla~es es un personaje de la tragedia griega, presentado
como paradtgma de ~mrstad por haber ayudado a Orestes a vengar la muerte
de un encomio justo.
de su padre Aga~~non mata~do a ;m_ madre, tal y como aparece en Esquilo La poesia, por tanto, es un ~rte _de imi~aci<?~ pues a~í 1~ de-
(Ores:za_da) ~ E~nptdes (ffigema en Auh~e). Orlando es el héroe de varios poe- nomina Aristóteles con su termmo mtmests , que s1gmfica
n~as eprcos ttahano~, ~omo Orlan_dofunoso (1516), de Ludovico Ariosto. Ciro una representación, imitación o figuración -por decirlo me·
(stglo VI a.C) es el uru~o pe!sonaJe real de esta lista: fue fundador del imperio
persa~ postenormente rdeahzado por Jenofonte en la Ciropedia, donde se le
descrtbe como un modelo de virtudes; la Ciropedia fue usada en el Renaci-
miento para la educación -formaba parte del currículum de la escuela de so Idea tomada de Escalígero, Poetices, I, i. .
51 Shepherd (págs. 15_7-158) relaci?n_a las _teo_rías de Sidney sobre la creactón
S~rewsbury-,_ especia_l~e.nte la de futuros gobernantes. Eneas es el protago-
msta de la Enetdr~ de Vtrgth? (~0-19 a.C.), donde narra sus viajes y la fundación artística con las de tos pmtores mamenstas ¡tahanos. . .
52 En su definición de literatura, Sidney combina teorías de d~rente ongen:
de Roma; durante el Renactmrent?, fue considerado un modelo de perfección,
sobre todo en el mundo anglosaJon, por ser antecesor de Bruto a quien se la literatura es imitación (Aristóteles, Poética, 1447), representa las unágenes ver·
creía fundador de Britania. ' balmente, es tma «pintura con palabras» (Plutarco, «¿Los atenienses fueron más
48
La naturaleza de una parte y el escritor de otra. ilustres en guerra o en sabiduría?», 3; en Obras moralesy de costumbres, 346f}, Y su
~? Seg~~ la filosofía D;C_oplatónic~, la idea es la forma abstracta que precede finalidad es enseñar y deleitar (Horacio, Arte poética, 333-334, 343·34~). Es pro·
a la c~eacron; ~sí, la habdtdad para mventar ideas originales se convierte en la bable, sin embargo, que algunos elementos estén tomados de Escalígero (Poe-
esencta de la hteratura, más que la obra en sí. Véase la introducción. -: tices, I, i).

[r22] [I2J]
tafóricamcnte, ul"l:a pintura elocuente- que tiene este propósi- A quienes les desagrade será porque su juicio carece de gusto
to: enseñar y deleltar. De ella ha habido tres tipos principales''· y no por S1llo alguno en este dulce alimento de sabiduría ex-
El pnmero, tanto en antigüedad como en excelencia, fue el de presada dulcemente.
~quellos que imitaron las inconcebibles excelencias de Dios. Pero puesto que este segundo tipo está contenido en el en-
Estos fueron David con sus Salmos, Salomón con el Cantar de voltorio del tema propuesto y no sigue el libre curso de su
los Cantares, el Eclesiastá y los Proverbios, Moisés y Deborah con propia invención, si son verdaderamente poetas o no, qüe lo
sus Himnos y el autor del libro de Job 54 • A estas composicio- dispúten los gramáticos, y pasemos a la tercera, la de los autén-
nes, los em~1tos Manuel Tremelio y Francisco Junius 55, entre ticos poetas, por·quienes principalmente se suscita este deba-
otros, las cahfican la parte poética de las Escrituras. En contra te. Entre éstos y los de la segunda clase hay una diferencia si-
de éstas ?O hablará nadie que tenga al Espíritu Santo la sagrada milar a la que existe entre los pintores menores, que represen-
revere~cta que se le debe 56 , Dentro de este género, aunque con tan sólo aquellos mstms que se colocan delante de ellos, y los
nna derdad completamente equivocada, estuvieron Orfeo An- :rp.ás dotados, quienes, sin tener más regla que su ingenio, os
, Hamero'' con sus h'Imnos y muchos otros, tanto griegos
fi on, ' ofrecen en colores aquello que es más conveniente para la
como romanos. Y este tipo de arte poética debe ser empleada contemplación60, como la mirada firme pero acongojada de
por todos los que quieran seguir el consejo del apóstol Santia- Lucrecia al castigarse por una falta ajena, donde el pintor no
go de cantar salmos cuando se sientan dichosos58 ; y sé que lo retrata a Lucrecia, a quien nunca vio, sino que retrata la belle-
usan algunos con el fruto de la consolación cuando al sentirse za exterior de una virtud tal 61 , Pues son estos terceros los que
afligidos por los remordimientos de sus pecados m~rtales, en- más propiamente imitan para enseñar y deleitar, y para imitar
cuentran el consuelo de la bondad inagotable. no ton1an nada de lo que existe, ha existido o existirá, sino
El segundo tipo lo cultivan los que tratan temas filosóficos que, únicamente guiados por las riendas de la sabia discre-
bien morales como Tirteo, Focílides, Catón, bien naturale~ ción, llegan hasta la consideración divina diciendo lo que
como Lucrecio y Virgilio en sus Geórgicas, bien astronómicos puede y debería existü·62 • Son éstos los que, al constituir la pri-
como Manilio y PontanoJ bien históricos como Lucano 59. mera y más noble de las clasesJ con toda razón deben recibir

las desde la Edad Media. Lucrecio (95-52 a.C.) es inclúido entre los poetas na-
~.ta div:i_sión tiene algunos puntos en común con las de Escalígero (Poe-
53
. turales como autor de De la naturaleza de las cosas, donde se recogen las teorías
ftces, I, n) y Mmturno (De poeta, 1), aunque no coincide exactamente con ellas, fisicas de Epicuro en hexámetros. A Virgilio se le relaciona con este tema por
54
Los himnos de Moisés están en el Éxodo 15 y Deuteronomio 32· el de su obra las Geórgicas, un panegírico de la vida rural tradicional. Marco Mani·
Deborah, en el libro de los Jueces S. ' lio (siglo r d. C.) fue autor de Astronomica, un poema inacabado de astronomía
55
Los estudiosos Manuel Tremelio (1510·1580) y Francisco Junius (1545- .y astrología. Giovanni Pantano (1426-1503), importante latinista, escribió, en-
1_602\ en su traducción de la Biblia (1575-1579), hacen referencia al carácter tre otras obras, un poema astrológico titulado Urania, que fue elogiado por Es-
hterano de algunos fragmen!os de las Escrituras (ii, 4). Su traducción es impar· calígero (Poetices, VI, iv, págs. 311-313). Marco Anneo Lucano (39-65 d.C.) es·
t~nte por estar hecha a parttr de _las lenguas originales y por su influencia en cribió la Farsa!ia, un poema histórico que gira en torno a la batalla de ese
cuculos protestantes. La referenna a estos autores se ha omitido en la versión nombre; fue una obra muy admirada por los isabelinos.
castellana del siglo xvu de la Difensa. 60 Aristóteles, Poifica, 1454b.
56 61 Lucrccia es una heroína legendaria de la antigua Roma que se quitó la
El Espíritu Santo es considerado el inspirador de la Biblia.
;: S?br~ Or~e?, Anfión y Homero, véanse la_s no,tas 11, 12, 13 y 14 . vida tras haber sido violada por Sexto Tarquina. Esta historia era frecuente·
«CEsta afltg:¡do alguno de vosotros? Ore. tEsta alegre? Entone htmnos» mente recreada no sólo en la literatura renacentista (William Shakespeare le
(Santiago 5, 13). dedicó su poema narrativo TlJe Rape of Lucrece), sino también en la pintura,
59
. ,Sobre Tirteo y Fodlides, véanse las notas 19 y 18, respectivamente. La que es el tipo de representación a la que se refiere Sidney.
alu~10n a Catón puede estar señalando a la obra a él atribuida, los Dúticha ca- 62
Aristóteles, PoitícrJ, 1451. G. Smith ha señalado la posible .influencia de
toms, un volumen de pareados de contenido moralizante usado en las escue- Castelvetro (Poetica, 23 y ss.).

[125]
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el nombre de vcttej~' y así es a éstos a los que las lenguas más ex- co poema heroico; lo mis1no hizo Heliodoro con su_ refinada
celentes y las mentes más insignes distinguen con el título an- invención de la imagen del amor en Teágenes y Canclea 67 ; y,
teriormente descrito de poetas. Pues son ellos cie1tamente los sin embargo, ambos escribieron en prosa. Esto lo digo para
que en realidad crean con el fin de imitar, e imitan tanto para mostrar que no son el rimar y el versificar los que hacen al
deleitar como para enseñar, y deleitan para persuadir a los hom- poeta -no más de lo que la toga hace al abogado, quien,
bres a tomar en sus manos esa bondad, de la que, sin el deleite, aunque expusiera su alegato con una armadura, seguiría sien-
huirían como si de un extraño se tratase, y enseñan para darles do abogado y no soldado-, sino que es esa invención de
a conocer la bondad a la que se les incita''- Y siendo ésta la imágenes notables de las virtudes, los vicios y demás cosas68 ,
meta más noble hacia la que jamás se dirigiera conocimiento al- junto con esa enseñanza deleitosa, lo que debe ser el verdade-
guno, no faltan, sin embargo, lenguas ociosas que les ladren. ro distintivo que permita reconocer a un poeta. Aunque es
Se subdividen éstos en varias categorías más específicas. Las cierto que el senado de los poetas ha elegido el verso como su
más notables son las de poeta heroico, lírico, trágico, cómico, vestidura más adecuada, queriendo de esta manera sobrepasar
satírico, yámbico, elegíaco, bucólico y algunas más, denomi- a todos en la forma, lo mismo que en el fondo han superado
nados unos según la materia que tratan, otros según el tipo de a todos los demás en todos los aspectos, y así hablar no con
verso en que prefirieron escribir64 • Pues, ciertamente, la mayor las palabras según se van cayendo de la boca aleatoriamente,
parte de los poetas han ataviado sus invenciones poéticas con como si estuviéramos en una tertulia de sobremesa o en un
esa forma métrica de escritura que se llama verso, y con él sin sueño, sino sopesando cada sílaba de cada palabra en su justa
duda no hacen sino atavíarlas, al no ser el verso otra cosa qué' medida de acuerdo con la dignidad del tema69 •
un ornamento y no la causa de la poesía65 , puesto que han A continuación, por tanto, no estará fuera de lugar ponde-
existido muchos poetas de gran excelencia que nunca versifi" rar esta última clase de poesía primero por sus obras y luego
caron, y ahora hay un enjambre de versificadores que jamás por sus partes, y si en nin,guno de estos análisis resulta conde-
habrían de responder al nombre de poetas. Pues Jenofonte, nable, espero que obtengamos una sentencia más propicia.
quien imitaba de forma tan excelente que nos legó, como Esta purificación del entendimiento, este enriquecimiento de
~ic~ de él Cicerón, dfigiem iustí imperii, «el retrato de un impe~ la memoria, fortalecimiento del juicio y ensanchamiento de la
no JUsto» 66, con el nombre de Ciro, creó con ello un auténti- imaginación que comúnmente llamamos conodmiento70, cual-
quiera que sea el nombre por el que se le conozca o el fin in-
63
Sobre el análisis de Sidney de las tres finalidades de la literatura --con-
mover, enseñar y deleitar~, véase la introducción. 67 Sobre la historia de Teágenes y Caridea, véase nota 47.
64
La clasificación genérica de Sidney combina el criterio temático con el 68 La imitación de los vicios y las virtudes está tomada, según G. Smith, de
métrico, a partir de autores como Horacio y Qyintiliano; los géneros parecen Minturno (De Poeta, 27), pues Aristóteles se limita a considerar las acciones
estar organizados jerárquicamente, por orden de importancia, lo que ha Ilama- como objeto de imitación.
do la atención de los críticos, puesto que la lírica se antepone a la tragedia. So- 69 Sobre la métrica cuantitativa y el decoro, véase más adelante (págs. 188-189).
bre los géneros en Sidney, véase la introducdón. 70 Aunque Sidney coloca aquí en términos de igualdad las facultades de la
65
Aunque anteriormente Sidney ha identificado verso con literatura (pág. 115), mente -entendimiento ('wilj, memoria (memoo~, juicio (judgement) e imagina-
a p~rtir de ~ho_ra sigue la n~ción aristotélica (Poética, 1451b) de c¡ue el verso no ción (conceio-----, era común en el Renacimiento considerar que el ente~di­
es lmprescmdtble para la hteratura. Sidney pudo haber conondo esta teoría rniento presidía las otras tres facultades; estos conceptos proceden de la pstco-
también en Castelvetro y Thomas Elyot. logía medieval. De hecho, en otros pasajes de la Difensa, (<wiD> se utiliza como
66
Cicerón, en las Cartas a su hennano Quinto (I, 8, 23), señala que Jenofonte término genérico para referirse a las facultades mentales en conjunto. El térmi-
no pretendía la fidelidad histórica, sino representar en Ciro la justicia imperial. no <(conceit» es problemático, pues aunque aquí claramente alude a la facultad
Más adelante se hará una comparación de las representaciones literaria e his- de conceptuar o imaginación, en otros pasajes se refiere al producto de la con-
tórica de Ciro (pág. 137). ceptualización o concepto.

[126]
mediato al que se le destine, tiene como propósito último una buena montura, pero por encima de esto tiene la finali"
conducirnos y atraernos hasta el mayor grado de perfección dad de servir a una facultad más noble, que es la equitación,
que sean capaces de alcanzar nuestras degeneradas almas, aún igualmente el propósito del jinete es servir a la ciencia mili-
nlás envilecidas por sus prisiones de barro71 • tar y el del soldado no sólo tener la pericia que le corrcspon·
Esto, según la inclinación de la persona, ha tomado mu- del smo eJecutarla en la práctica. Por consiguiente, siendo el
c:J;as formas. P~es aquellos que pen~aban que esta dicha se po- fm último de todo el conocimiento terreno la acción virtuo-
dia alcanzar pnnClpalmente a traves del saber, y que ningún sa, aquellas destrezas que mejor sirvan para conseguirla tie-
saber es tan elevado y celestial como el conocimiento de las nen todo el derecho a recibir el título de reinas de todas las
estrellas, se dedicaron a la astronomía. Otros, convencidos de demás75 •
que serían semidioses si conocieran las causas de las cosas se A propósito de ello, mostremos, si podemos, la nobleza
convirtieron en filósofos naturales y metaflsicos. A algu~os del poeta enfrentándolo a sus otros competidores, entre los
un deleite admirable les atrajo hacia la música y a otros la cer· que se nos presentan como oponentes principales los filóso-
teza de la demostración, hacia las matemáticas. Pero todos, fos morales, a los que me parece ver viniendo hacia mí con
unos y otros, tenían esta finalidad: el saber, y por medio de la .sombría gravedad, como si no pudiesen tolerar el vicio a la
sabiduría liberar la mente de la cárcel del cuerpo para el dis- luz del día, vestidos toscamente como testimonio externo de
frute de su propia esencia divina72 • su desprecio por todo lo exterior, con libros contra la vanaglo-
Pero cuando por el peso de la experiencia se descubrió que ria en sus manos, en los que, sin embargo, han grabado sus
el astró.nom.o; ~1 obs~IYar las es~rellas, P<;>día caerse en un pozo73 , nombres, hablando con sofismas en contra de argumentos su-
que el mqmsrtrvo filosofo podta estar crcgo en su interior y que tiles e iracundos con todo aquel en el que ellos vean el terrible
el matemático podía trazar una línea recta con un corazón tor- defecto de la ira. Estos hombres, que derrochan generosidad
cido, i ah! entonces, las pntebas, siempre victoriosas sobre las cuando tratan de definiciones) divisiones y distinciones76, inte-
opiniones, pusieron de manifiesto que todas éstas no son rrogando con desdén, preguntan muy seriamente si es posible
sino ciencias ancilares, que, aunque cada una tiene un fin par- encontrar un camino que conduzca al hombre hacia la vittud
ticular en sí misma, sin embargo, están todas dirigidas hacia el tan directo como el que enseña lo que es la virtud. Y lo enseña
fin supremo de la reina del conocimiento, llamada por los n? sólo mostrando su propio ser, sus causas y efectos, sino tam-
gnego~ a~·chitektoniki74 , y que se asienta, según creo, sobre el blén dando a conocer a su enemigo, el vicio, que debe ser des-
co.noCimiento de uno mismo, en su consideración ética y po- t~ido, y a su entrometida silvientaJ la pasión, que debe ser do-
litrca, con el fin de hacer el bien y no sólo de mnocerlo. Así mmada; mostrando también las generalidades que la contie-
como el propósito más inmediato del guarnicionero es hacer nen y las particularidades que de ella derivan; y, finalmente,
exponiendo sin más cómo se extiende fuera de los límites del

: E! fin ~e.t,odo conocimiento es la perfección o, en términos platónicos,


1
75 El hecho de que la <<architektoniké» anteponga la finalidad práctica (la ac-
sabr de la pnsmn del cuerpo humano para recuperar el entendimiento com-
pleto y natural de las ideas. ción virtuosa) a la cogt:J.oscitiva (el conocimiento del bien) la hace superior a
72 Platón, Fed6n, 82·83. las demás ciencias. Sidney utilizará este argumento para contestar a las críticas
n Platón (Teetet?, ~74a) narra la anécdota de Tales cayéndose en un pozo, que se hacen a la improductividad de los escritores, resaltando el aspecto pro-
ante lo cua.l una mvrenta se burló porque é! quería saber las cosas del cielo, vechoso de la literatura.
76 Terminología que proviene de la lógica escolástica y seguía utilizándose
pero se olvtdaba de las que tenía a sus pies.
,
74
«Arch.itektoniké» es lp disciplin~ que pers~gue el bien común, al que es- también en la retórica para diferenciar las partes de la argumentación, de
tan. s~bordmadas l~s ciernas artes (Anstóteles, Etica, I, 1). La ilustraciÓI)- de las modo que cada cuestión era sometida a un complejo análisis (división y dis-
act1v1dades subordmadas unas a otras es muy similar a la aristotélica. ' tinción) de las partes que constituían el término definido,

[I28]
,:-=;•_ .. ··---
...
pequeño mundo del hombre hasta gobernar a familias ente- sabios han tomado la Historia como guía, al modo de Bruto,
ras y ser el cimiento de las sociedades 77 . Alfonso de Aragón80 y ¿quién no, si es preciso? Por hn, el lar-
El historiador apenas da ocasión al moralista para que diga go curso de esta disputa llega a su punto final con esto: si la
todo esto, sino que, cargado con viejos documentos roídos una da el precepto, la otra el ejemplo.
por los ratones, basándose en su mayor parte en historias es- Ahora bien, puesto que la cuestión atañe al nivel superior
critas por otros, cuya autoridad principal se apoya sobre el no- de la escuela del conocimiento ¿a quién encontraremos para
table fundamento de los rnmores, muy ocupado en conciliar el puesto de moderador? Ciertamente al poeta, según mi pa-
diferentes autores y extraer la verdad de la parcialidad, más fa- recer; y si no como moderador, cotno la pe.rsm~a que d,ebe-
miliarizado con lo que ocurrió hace mil años que con el pre- ría ostentar el título de versado en ambas nenctas y cuanto
sente y, sin embargo, conociendo mejor cómo va este mundo más en todo el resto de las ciencias ancilares. Por lo tanto,
que cómo funciona su propia cabeza, interesado en las anti- comparemos al poeta con el historiador y con el ftlósofo
güedades y curioso ante las novedades, un prodigio para los moral y si les sobrepasa a ambos, nmguna otra destreza hu-
jóvenes y un tirano en las tertulias, niega, con gran enf8.do, mana 'puede estar a su altura .. Pues en lo que respecta al teó-
que hombre alguno sea comparable a él en la enseñanza de la logo, con la debida reverencia, se ha de bacer siempre una
virtud y de las acciones virtuosas. «Yo soy testis temporum, lux salvedad, no sólo porque su campo excede el de cualqmera
veritatis, vita memoriae, magistra vitae, nuntia vetustatis78 • El filó- de ellas del mismo modo que la eternidad supera a un mo-
sofo», dice, «enseña una virtud teórica, pero yo enseño una mento, sino también porque sobrepasa a cada una de el~~s
práctica. Su virtud es excelente en la pacífica Academia de Pla- en sí misma. Y en cuanto al jurista81 , aunque ellus sea hqo
tón, pero la mía muestra su honorable faz en las batallas de de la justicia y la justicia la principal de las virtudes, sin em-
Maratón, Farsalia, Poitiers y Agincourt'9. Él enseña la virtud a bargo, trata de hacer buenos a los hombres más bienformi-
partir de ciertas consideraciones abstractas, pero yo sólo os dine poenae que virtutis amoré2 o, por meJor dectrlo, no se
mando que sigáis los pasos de aquellos que os han precedido. afana en hacer buenos a los hombres, sino en que su maldad
La anciana experiencia va más allá que el sesudo filósofo, no perjudique a otros,.sin preocuparle la maldad que encie-
pero yo os doy la experiencia de muchas épocas. Finalmente, rren como personas, stempre que sean !:menos cmdadanos.
si él escribe la partitura, yo coloco la mano del aprendiz en el Por consiguiente, como nuestra perversidad le hace necesa-
laúd, y si él es el guía, yo soy la luz., rio y la necesidad le hace honorable, no ha de estar, en ver-
Luego añadirá innumerables ejemplos, confirmando la dad, a la altura de todos éstos que se esfuerzan por desterrar
Historia con historias de cómo los senadores y príncipes más el mal e implantar el bien incluso en la cámara más secreta

77
Durante el Renacimiento se retomó la idea de origen clásico según la cual
el hombre es un microcosmos o pequeño mundo en el que se ve reflejado el
universo o macrocosmos, de modo que en el ser humano se encontraban corres" so Según Plutarco (Bruto, IV), Marco Junio Bruto (85-42 a.C.), el hijo adop-
pondencias y afinidades con el resto de los órdenes universales: los astros, las es- tivo y parrici.da de Julio César, aprovechaba las horas de descanso entre bata-
taciones del año e incluso los diversos grados de organización social. Has para leer y escribir, y resumió la Historia de Poli.bio (siglo ll a.C.), q~e. !e
78
«Testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de guió en su proceder. La tradición dice que Alfonso Y_ de Arag?n y I de S1c1ha
la vida, heraldo del pasado» (Cicerón, Sobre el orador, II, 9, 36,]. J. Iso [trad.], (1394-1458) se curó de una enfermedad leyendo la Vzda de Ale;androMagno de
Madrid, Gredas, 2002, pág. 218). Ql,linto Curcio y las historias de Tito Livio. . ,
79
Los atenienses derrotaron a los persas Cll la batalla de Maratón (490 a.C.); Ht La comparación de la literatura con el derecho nene precedentes, segun
César ganó a Pompeyo en Farsalia (48 a.C.); Eduardo, el Príncipe Negro, cap· G. Smtih en las Lezioni de B. Varchi (1553-1554).
turó al rey de Francia en Poitiers en 1356; Enrique V derwtó a los fi'anceses en 82 «Po; miedo al castigo que por amor a la virtud" (Horacio, Epfstolas, 1, xvi,
Agíncourt (1415). ., 52·53, H. Silvestre [trad.], Madrid, Cátedra, 1996, pág. 441).
de nuestras almas. Y estos cuatro 83 son todos los que, de al- biese otra persona distinguiendo perfectamente sus fe
guna manera, se dedican a considerar la conducta moral, y, colores, tamaños y características particulares, o si un arqui-
siendo éste el saber supremo, aquellos que mejor lo cultivan tecto le describiese un magnífico palacio detallando toda su
son los que merecen el mayor elogio. estructura, bien podrían conseguir que el que escucha pu-
Por consiguiente, son el filósofo y el historiador los que al- diera repetir, por así decirlo, de carrerilla todo lo que había
canzarían la meta, el uno con el precepto, el otro con el ejem- oído, aunque no satisfaría su idea interior haciéndola testi-
plo. Pero uno y otro, al carecer de uno de estos dos, van los dos go de un conocimiento verdadero y v~vido; sin emba!go, la
cojeando. Pues el filósofo, al plantear la norma desnuda con un misma persona, tan pronto como pud1ese ver esos amrnales
argumento espinoso, es tan árido en la expresión y tan denso en una buena pintura o esa casa en un buen modelo, inme-
para el entendimiento que quien no tenga más guía que él es- diatamente, sin necesidad de descripción alguna, alcanzaría
tará vadeando sus aguas hasta hacerse viejo antes de encontrar una comprensión juiciosa de ellos. De la misma manera,
causa suficiente para ser honesto 84 • Pues su sabiduría se asienta sin duda, el filósofo mediante sus eruditas definiciones, ya
hasta tal punto sobre lo abstracto y lo general que dichoso es el sean de vicios o virtudes, de asuntos públicos o privados,
hombre que le puede entender y más dichoso aquel que puede alimenta la memoria con muchos fundamentos infalibles
aplicar lo que ha entendido. Por otra parte, el historiador, a fal- para alcanzar la sabiduría, los cuales,.sin embargo, perma-
ta de preceptos, está tan atado no a lo que debería ser, sino a lo necen oscuros ante la facultad de la imaginación y del jui-
que es, a la verdad particular de las cosas y no a la razón gen~­ cio si no se los representa o ilumina con la pintura elocuen-
ral de éstas, que su ejemplo no conduce a ninguna conclusión te de la poesía. . .
necesaria y es por tanto una doctrina menos fructífera. Cicerón se afana, y con frecuenCia no sm la ayuda de la
Ahora bien, el incomparable poeta cumple lo uno y lo poesía, en hacernos saber la fuerz~ que eje~ce sobre n?sotros
otro, pues de cualquier cosa que el filósofo estima que debe el amor a la patria 87 • Baste con Olf al ancrano Anqmses ha-
hacerse, él da una pintura perfecta por medio de alguien que blando en medio de las llamas de Troya88 o con ver a Uhses
presupone que lo ha realizado para, así, aunar la noción gene- en la plenitud de las delicias de Calipso lamentarse por su
ral con el ejemplo particular1l5. Digo una pintura perfecta, ausencia de la estéril y empobrecida ltaca89 . La ira, decían los
pues presenta ante las potencias de la mente una imagen de estoicos, es una locura breve 90 : baste con que Sófocles os .si-
aquello que el filósofo no o±i-ece sino a través de una descrip- túe a Ayax sobre un escenario, matando y fustigando a ove¡as
ción verbal, descripción que ni asombra, ni penetra, ni atrae y bueyes, al tomarlos por el ejército de los griegos con sus cau-
la mirada del alma tanto como lo hace aquélla. Así ocurre en
el ámbito de las cosas externas, donde si a alguien que no hu-
biera visto jamás un elefante o un rinoceronte 86 se los descri- do. Cabría la posibilidad de que Sidney estuviera refiriéndose al hecho de ,que
Durero hizo el grabado a partir de descripciones, sin saber con certeza como
era el animal.
87 El amor a la patria es un tema recurrente en Cicerón, que, en Sobre el orador,

83 dice: «Y si, como en particular debe ser, nos deleita nuestra patria ... ¿con gué pa-
Los cuatro profesionales que tratan la conducta moral son el poeta, el fi- sión debemos estár inflamados hacia un terruño tal que es entre todo el úmco ho-
lósofo, el historiador y el legista.
gar de la excelencia, del poder, de la dignidad?>> (!,.44, 196; ed. cit., págs.166-167).
M G. Smith ha localizado las fuentes de estas ídeas en Daniello (Delia poeti-
ca, 19) y Minturno (De poeta, 39). También es muy común en Sobre los deberes (I, xxtv, 83-84; Ill, xxv, 9~).
85 88 En la Eneida (Il, 634-650), Anquises, el padre de Eneas, se mega a aban-
86
Véase Minturno (De poeta, f, 38 y ss.); apudG. Smith (pág. 389). donar su casa de Troya, a pesar de que la ciudad está en llamas y a punto de
Es~o~ animales sólo eran conocidos en Europa a través de las descripcio- caer en manos del enemigo.
nes de viaJeros. Basándose en estas fuentes, y en su propia imaginación, Alber- 89 Homero, Odisea, V, 149 y ss.
to Durcro realizó un grabado de un rinoceronte (1515) que fue ffiUy difundí- 9° Esta máxima está tomada de Horacio (Epfstolas, 1, ii, 62).

[r32] [IJJ]
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con las plagas terrenales, idea nuevos castigos para los tiranos to dificll de considerar cómo puede darse la praxis sin una in-
en el infierno, ni tampoco a la filosofia, que enseña occidendos citación a ella.
esse 1Hl, sino, sin duda alguna, a su ignorancia de la historia, El filósofo os muestra el camino, os informa. de sus pecu-
pues ciertamente es en ella donde podéis encontrar a Cipselo, liaridades, tanto del tedio de éste como de la agradable mo-
Periandro, Falaris, Dionisia y no sé cuántos otros de Ia·misma rada que tendréis cuando el viaje haya llegado a su fin y de
calaña que harto bien prosperan en la abominable injusticia los muchos senderos que se cruzan y que pueden desv1aros
de sus usurpacionesll 9• de vuestra ruta. Pero esto no es más que para quien quiera
ConCluyo, por lo tanto, que la poesía supera a la liiStoria, leerlo y lo lea con atención, aplicación: y arduo eSfuerzo.
no sólo en dotar a la mente de conocimientos, sino en inci- Quien halle en sí este deseo y constancia ha superado ya la
tarla hacia aquello que merece llamarse y considerarse bueno. mitad de las dificultades del camino y, por lo tanto, no ha
Este incitar y persuadir hacia las buenas acciones indudable- de dirigir su mirada hacia el filósofo más que para la otra
mente otorga la corona de laurel al poeta como victorioso no mitad. Verdaderamente, algunos hombres sabios han pen-
sólo sobre el historiador, sino sobre el filósofo, por discutible sado con gran sabiduría que una vez que la razón ha domi-
que esto sea respecto a la instrucción. nado a la pasión hasta el punto de que la mente siente con •
Pues suponed que se concede que el filósofo, debido a su libertad el deseo de hacer el bien, entonces la luz interior
proceder metódico, enseña de forma más perfecta que el poe- que toda mente halla dentro de sí misma es tan buena
ta -cosa que pienso puede refutarse con poderosas razo· como el libro de un filósofo, puesto que por naturaleza sa-
nes-, aun así, creo que nadie es tan philophilósophos 120 como bemos que está bien hacer el bien y distinguimos lo que
para comparar al filósofo con el poeta respecto a la capacidad está bien y lo que está mal, aunque no lo expresemos con
de persuadir. Y que la persuasión pertenece a una categoría los términos técnicos que nos ofrecen los filósofos; pues los
superior a la de la instrucción puede verSe en esto: que es casi propios filósofos lo extrajeron del don natural del pensa-
tanto la causa como el efecto de dicha instrucción 121 • PUes miento. Pero el que se nos incite a hacer aquello que sabe-
¿quién podrá ser enseñado si no se le incita a desear que se le mos o el que se nos despierte el deseo de conocimiento, hoc
enseñe? ¿y qué mejor bondad puede traer esa enseñanza -to- optts) hic labor est 123 •
davía hablando de la doctrina moral- que la de persuadirnos Y por consiguiente, de todas las ciencias, refiriéndome
a hacer aquello que se nos enseña? Pues, como dice Aristóte- \ siempre a las ciencias humanas y de acuerdo con el intelecto
les, el fruto no debe ser lagnosis sino la praxis 122 . Y no es asun- humano 124 , nuestro poeta es el soberano, pues no sólo mues"
tra el camino, sino que ofrece una perspectiva tan placentera
del misn1o que tentará a cualquiera a entrar en él. Es más, él
118
«~e han de morir>>; se refiere a los tiranos. Van Dorsten ha señalado hace como si vuestro viaje fuera a discurrir a través de un her-
que el tema del tiranicidio estaba siendo discutido por algunos amigos protes· moso viñedo y nada más empezar os da un racimo de uvas
tantes de Sidney (op. cit., pág. 90). para que, embargados por ese sabor, anheléis seguir adelante,
119
Sidney da una lista de tiranos conocidos por su crueldad: Cipselo y Perian-
dro, padre e hijo, de Corinto (siglo Vil a.C.); Falaris, de Agrigcnto (siglo VI a.C.); Empieza no con oscuras definiciones, que emborronarían los
Dionisia, de Siracusa (430-367 a.C.). Sin embargo, Falaris fue depuesto y tor·
turado hasta morir.
120
«Amigo de los filósofos».
121
Según G. Smith, Sidney podría estar siguiendo a Mintumo (De poeta, 106) 123 «Eso es lo trabajoso, ahí está el riesgo» (Virgilio, Eneida, VI, 129, ed. cit.,
y Varchi (Lezziom; 576). . pág. 306). Sidney usa las palabras de la Sibila a Eneas para explicarle que es
122
«No el conocimiento, sino la acciów> (Aristóteles, Ética, 1, 3, 1095a); en más difícil salir del infierno que entrar en él.
el texto aristotélico este fin se aplica a la política. .1 12~ Las ciencias humanas son las que no tratan temas teológi.cos.
~árgencs de glosas y atestarían la memoria de ambigüedades, la perfección poética 127- han sentido sus corazones i~cita­
smo que se os acerca con palabras ordenadas en deliciosa pro- dos al ejercicio de la cortesía, la liberalidad y, en espec1al, el
porción,. bien acompañadas de música, bien preparadas para valor. ¿Quién hay que lea cómo Eneas cargó con el anctano
tan cautivadora arte; y en verdad se os presenta con un cuen- Anquises a su espalda y no desee que hKra su suerte llevar a
to, ~on un cu~nt~ que aleja .a los niños de sus juegos y a los cabo un acto tan excelente? 128 • ¿A quién no conmueven estas
ancianos del nncon de la chtmenea. Y, sin- más pretensiones palabras de Turno, una vez que su historia ha grabado su ima-
se. propone ganarse h mente, apartándola de la maldad ; gen en nuestra imaginación:fugienlem haec tma vzdebzt? usque
o~:entandola haCia la vutud, lo m1smo que se convence a los adeone mori miserum est?129 • Sin embargo, los ftlósofos, como
nmos para tomar cosas sanas .ocultándolas en otras que tie- sienten desprecio por deleitar, deben con~ent~rse con c?n~no­
nen un sabor agr~dable, pues sr uno empezara a explicarles la ver bien poco sin hacer otra cosa que dtscutu sobre s1 vzrtus
naturaleza del rmbarbo o el aloe que han de ingerir se toma- es el bien supr~mo o el único bien, si es mejor la vid~ contem-
rían la medicina por las orejas antes que por la b~catzs. Lo plativa o la vida activa 130 , cosa que Platón yBoecw sabían
mismo ~JCurre con los hombres, la mayoría de los cuales son Perfectamente ' y por ello hicieron que doña Frlosofla tomara
como mños en las cosas más importantes hasta que tienen su a menudo prestado el d'ts fraz de 1a poesta' 131 . Pu . 1uso es?s
. es me
cuna en la tumba: dichosos se sentirán al escuchar las histo- hombres malvados y duros de corazón que prensan :tue la vu-
rias de Hér;ules, Aquiles, Ciro~ _Eneas y, al escucharlas, por tud es sólo un nombre escolar y no conocen otro bren que el
fuerza habran de oír la descnpcmn verdadera de la sabiduría indulgere genio 132, y, por lo tanto, desprecian las austeras amo-
el valor y la justicia, que, de plantearse de forma desnuda e;
decir, filosófica, les haría jurar que se les llevaba a la escuel; de 127 El Amadís de Gaula es la primera y más impor~at;tte novelad~ caball~ria
nuevo. en España; aunque probablemente se empezó a escnbtr e~ el medtevo, quten
hizo la primera versión conocida (1508) fue Gar.d R?dnguez de Mont~lvo.
Es~ imitación e1_1 la que consiste la poesía es, de todas las A pesar de las críticas que recibió P?r su fal.ta de d¡dacttsmo Ysu,s ~ces~s n·~u­
demas, la que meJor se aJusta a la naturaleza· tanto es así ginativos (quizá los motivos de crittca de St~n~y), tuvo un gran eXtto edtt?nal,
que, como dice Aristóteles, aquellas cosas que ~on horribles se hicieron varias continuaciones, fue muy tmttada por otr~s obras del genero
en sí mismas, como las batallas crueles o los monstruos an- y se tradujo a varias lenguas. La versión inglesa no se ~ubltcó hasta 1589, p~r
lo que Sidney probablemente conocería el texto frances (1540); en la Arcadta
tinaturales, pasan a ~er deliciosas en la imitación poéticaiZ6. se utilizan elementos tomados del Amadfs.
En verdad he conocrdo a hombres que incluso con la lectu- 123 En la Eneida (II, 705-784) se cuenta cómo Eneas cogió a su padre a hom-
ra del Amadis de Gau/a -que bien sabe Dios cuánto dista de bros para huir de la ciudad en ll.amas. . . , . . .
129 «¿Ha de ver esta tierra huu a Turno? ~Tan tnste es el monr.» (Vtrgtlto,
1
EneídA, XII, 645-646, ed. cit., pág. 539); Sidney ha or;ütido de ~a. cita el nom·
bre de Turno. Con estas palabras Turno, rey de los rut:Jlos, antJctpa los desas·
Jzs La comparación de la literatura con una medicina recubierta de azúcar tres que han de venir: su muerte a manos de Eneas, nval suyo como preten·
era un~ .manera alt:rnativa de justi~car s~ uso de elementos estéticos para diente de Lavinia, y la derrota de su pueblo frente a los troyanos. .
trans;:mttr una ens~n~nza. Aunque tJ.ene ongenes clásicos, es durante la Edad JJO .Cuestiones ambas muy debatidas desde la antigüedad y la Edad Medta;
Me?ta Y el Renacmuent~ cuando más se explota como tópico que, según en el Renacimiento. seguían siendo objeto de consideración. La primera pro·
Sr:uth, se encuentra en Mm turno (De poeta, 49); Daniello (Delia poetica, 19). El cede del estoicismo y la segunda de Aristóteles. .
rmbarbo y el aloe, ambos de sabor amargo, son plantas utilizadas como pur- m Ambos filósofos usaron en sus tratados filosóficos modos que ~tdney ca?-·
gantes. sidera «poéticos». Para Platón, véase más arriba nota 21.. A. M. Seve~no ~oeno
126
Aristóteles, Poética, 1448b: «Pues vemos seres que ofrecen al natural un (ca. 475-524), en la Consolad6n de la Fihsqfía, utiliza vanos r~cm-sos hteranos: el
aspecto lamentable, mas nos gozamos ante las contemplación de sus imáge· diálogo, la personificación de ia Filosofía y la mezcla de pasaJe~ en W.osa Yverso.
ne~ exactarr;.ente representadas, como es el caso de figuras de las'·bestias m «Darse la buena vida", expresión modelada sobre la de.PcrsJo (Saltras, V, 15~),
mas desprectables y de cadáveres» (A González [trad.] Madrid Taurus 1987 donde se exhorta al hombre a aprovechar el tiempo de vtda que le queda Y dts-
p~51). , ' ' ' frutarlo.
,_·,- __ _._._.

nestaciones del filósofo y no sienten la razón interior sobre la cuando el santo David se había apartado de Dios hast'
que se asientan, in.duso ellos gozarán del deleite, que es todo punto de sancionar el adulterio con el asesinato, enviado por
lo que nuestro amrgo el poeta parece prometer, y, así, antes de Dios para recuperar a su siervo elegido, cuando hubo de rea-
que se den cuenta, se harán con la visión de la forma ideal de lizar la labor más delicada de uu amigo al descubrir ante sus
la bondad, que una vez vista no pueden sino amar, como si ojos la vergüenza de sus actos, no lo hizo sino contándole la
tomaran una medicina de cerezas. historia de un hombre cuyo cordero más amado le fue arreba-
Se podrían alegar infinitas pruebas de los extraños efectos tado de su seno sin piedad. El sentido de esta historia era ver-
de esta invención poética. Bastará con dos, que se recuerdan dadero en su forma más divina, aunque el discurso en sí mis·
con tanta frecuencia que creo que todo el mundo las conoce. mo füera inventado, pero hizo que David ~me refiero a la
Una es la de Menenio Agripa 133 , quien, cuando todo el pue- causa segunda e instmmental 135- viera su propia iniquidad
blo de Roma, con firme resolución, se enfrentó al senado, reflejada como en un espejo, como bien atestigua ese celestial
dando muestras aparentes de ocasionar con ello la ruina más salmo de la misericordia 136 •
absoluta, aunque él era un orador excelente (para aquella épo- En consecuencia, por medio de todos estos ejemplos y ra-
ca), n? se pres_entó ante ellos con discursos cargados de figu- zones, creo que se pone de manifiesto que el poeta con ese
ras o msmuactones sagaces, y mucho menos con rebuscadas mismo deleite consigue llevar a la mente de la mano con más
máximas filosóficas, las cuales, especialmente si hubieran sido eficacia que ninguna otra arte. Y de ello se si~ue, no sin pro-
platónicas, les habrían obligado a aprender geometría para en- piedad, esta conclusión: qne, puesto que la vrrtud es el lugar
tenderlas,. sino que, en verdad, se comportó como un poeta de reposo más excelente en el que todo conocllnlento terre"
llano y drrecto. Les contó uo cuento según el cual hubo un nal puede poner fm a su viaje, la poesía, al ser el instrumento
tiempo en el que todas las partes del cuerpo conspiraron para más adecuado para enseñarla y el más notable eu la perstra-
amotinarse contra el estómago, del que pensaban que devora- sión, es la trabajadora más excelente en el más excelente de
ba los frutos del trabajo de los demás. Tomaron la decisión de los trabajos.
que dejarían morir de hambre a un derrochador tan impro- Pero no me contento sólo con describirla a través de sus
ductr;o. Al final, para abreviar -pues el cuento es célebre, obras -aunque las obras de alabanza o _vituperio deben man;
tan celebre como que es un cuento-, por castigar al estóma- tener siempre una gran autondad~, smo que la exammare
go se condenaron ellas mismas. Una vez lo hubo contado, por partes más detenidamente, de tal manera que, como ocu-
causó tal efecto en la gente que yo no he leído que sólo con rre con las personas, aunque vistas en conjunto puedan tener
las palabras. se produjera jamás una alteración tan inmediata y un porte lleno de majestuosidad y hermosura, quizás en al-
tan benefictosa, pues, tras acuerdos razonables, se llegó a una gún punto defectuoso sea posible encontrar tacha. Ahora bien,
total reconciliación. La otra es la del profeta Natán 13 4, quien, · en cuanto a sus partes, géneros o e·species, como os plazca lla-
marlas, ha de observarse que algunas obras han aunado dos o
133 tres géneros, como el trágico y el cómico, de donde surge el
Menenío Agrípa (siglos VI-V a.C.) era un noble romano famoso como
orador. Esta anécdota es muy conocida: a partir de Tito Livío (Historia de tragicómico 137 De forma parecida, algunos han mezclado la
Romtt, II, 32) la retomaron otros muchos autores clásicos como Plutarco me-
dievales como Juan de Sa!ísbury o Boccaccio, y ;enacentistas como Erasr'no y
S~1akespeare (Corivlano, 1, i, 95 y ss.), que pudo inspirarse en la narración de
S1dney. 135 La primera causa de arrepentimiento sería Dios, míen tras que la parábo-
B<l E~ el seg¡;ndo libro de _Samuel (12,. t-15), Natán usa una parábola para la serla la causa instrumentaL
que Dav1d se de cuenta del cnmen comettdo al matar a un hombre cap. el fin 136 Salmo 51, conocido como «Salmo del Miserere».
de quedarse con su esposa. ' 137 Sobre la tragícomedia, véase la introducción.
~'· t~~~T~-:~li~;i~li'd~ ~-¡;---~~~has comp-~~ti~:~-~~,-~~,."t~d~;"~JJ~:··~,~-~~~~
;'i;;;:::-:-:;~;cg-,;0_,;0': ~,;;:-;'_,:_.3;,;
·-'-;'
de la se1viente ~y en este punto las comedias
ciclos al detalle 173 • Pues bien, eso mismo lo' tiene el verso he- son terreno abonado, como dice Chaucer 175 - J y que tanto
cho de forma perfecta, ya que cada palabra tiene su acomodo en otras naciones como en la nuestra, antes de que los poetas
natural, a~omodo ~ste ,que por fucrz~ hace que la palabra se nos ablandaran, estábamos llenos de coraje, entregados a los
recuerde. ¿Pero que mas se ha de dectr de algo tan conocido ejercicios marciales, pilares de la libertad varonil, y no ador-
por todos? iQuién hay que, habiendo sido estudiante duran- mecidos a la sombra de la ociosidad con el pasatiempo de la
te ~lgún tiet;npo, no lleve ~onsigo unos versoS de Virgilio, Ho- poesía; y, finalmente, lo que es más importante, vociferan
racto o Catan que aprend1era en su juventud y que incluso en con la boca muy abierta, como si hubieran superado con su
su edad más avanzada le servirán de lecciones en cua'lquier puntería a Robin Hood, diciendo que Platón expulsó a los
momet~to? • Pero lo adecu_ado que el verso resulta para la
174
poetas de su república. Verdaderamente esto sería mucho, si
memo~ta puede probarse emmentemente por el modo en que mucha verdad hubiera en ello.
se exphean las artes, pues la mayoría de ellas, desde la gramá- En primer lugar, vayamos a lo primero. Que el hombre po-
tica hasta la lógtca, las matemáticas, la fisica y todas las restan- dría emplear mejor su tiempo es, sin duda, una buena razón,
tes recogen en verso las reglas principales que es necesario re- pero, como se suele decir, esto no hace sino petere princi-
cordar. Así pues, al ser el verso en sí mismo dulce y melodio- pittm176, pues si, como yo afirmo, ningún conocimiento es tan
so y al ser lo mc¡or para la memoria, el único asidero del bueno como el que enseña e incita a la virtud y ninguno pue-
saber, debe de ser en broma cuando se habla en su contra. de enseílarla e incitar a ella tanto como la poesía, entonces se
Vayat;n?s. ahora, por ta~to, ~ las imputaciones más impor- ~­ hace patente la conclusión de que el papel y la pluma no se
tantes dmgrdas ~ontra los mfehces poetas. Por lo que sé hasta pueden emplear con un propósito más provechoso. Y cierta-
aho!a, son las s1gmentes: en pnmer lugar se les objeta que, mente, aunque hubiera quien aceptase el primer presupuesto,
habiendo otros muchos conocimientos más fmctíferos el me parece que a muy duras penas se seguiría que lo bueno no
horn?re debería emplear su tiempo en ellos antes que e~ la sea· bueno porque lo mejor sea mejor. Pero yo insisto en ne-
poesra; en segundo lugar, que es la madre de las mentiras· en gar rotundamente que haya surgido de la tierra un saber más
tercer lug~r,_que es la nodriza de la corrupción, que nos in'fec- fructífero.
ta con multrples deseos pestilentes, atrayendo a la mente con Con respecto a la segnnda imputación, la de que sean los
su canto de sirena hacia el cuento de fantasías pecaminosas n1ayores mentirosos, respondo de forma paradójica, si bien
verdadera, que creo sinceramente que de todos los escritores
173 que hay bajo el firmamento el poeta es el menos mentiroso y,
El estudio de la memoria como un arte había suscitado gran interés des-
de 9-ue en la, Edad Media el catalán Ramon Uulllo desarrolló como discipli- aun queriendo, en tanto que poeta, diflcilmente puede ser
na mdepend_tente en su Liber de Mtmoria, La técnica a ]a que Sidney se refiere mentiroso. El astrónomo y su colega el geómetra apenas pue-
para memonzar se denominaba en la retórica clásica «memoria artiliciaJ>, la den evitarlo cuando se encargan de medir la altura de las es-
que requier: de cierto entrenamiento y algunos preceptos, como el de loc,ali- trellas. ¿Cuántas veces creéis que mienten los médicos cuan-
zar las cuesttones qu_e se.~an de ~~monzar en un lugar imaginario, por ejemplo,
una casa o una hab1tac10n (Retonca a Hcrenio, HI, 16). do declaran haber encontrado un buen remedio para una en-
m La edici?n de ~o,nsonby añade, en este punto dos cítas latinas; la prime-
r.:' es de, HoraCio: «~mras del preguntan, pues él mismo es un charlatán» (Hora-
cto, Bptstolas, m, XVI;~- Cuat:recasas [trad.], ~arcelona, Planeta, 1986, pág. 303); 175 (<El cuento del caballero,, en los Cuentos de Canterbury (A 886), refirién-
r_la ~egunda de_ C?v1d10: «eres un tropel de mgenuos, porque estás pagado de dose a que el cuento será largo.
1:1 m¡smo» (O~tdlü, Remedios de_! amor, 686, J I. Ciruelo [trad.], Barcelona, 176 Literalmente, «pedir principio», Esta expresión pertenece a la lógica; se

Bosch, 1987, pag. _257), donde Srdney ~a puesto la segunda persona del singu- refiere a una falacia que consiste en usar una premisa equivalente a !a con-
lar en vez de la pnmera del plural ongmal. clusión.

[158] [159]
fi::rmedad que luego envía a Caronte un buen número de al- sedad, en el arte poética, al no buscar más que la ~cci~n, 1~0
mas ahogadas en una poción antes de llegar hasta su bar- utilizarán la narración sino cmno el fundamento 1magmano
ca?177. Y no se hable menos del resto de los que se arrogan el de una invención provechosa.
derecho de hacer afirmaciones. Ahora bien, en cuanto al poe- Pero a esto se replica que los poetas ponen nombre a las
ta, no afirma nada y, por lo tanto, nunca miente. Pues tal y personas sobre las que escriben, lo q~e supone la idea de una
como yo lo veo, mentir es afirmar que es cierto lo que es fal- realidad auténtica y, en consecuenCia, al no ser verdad, de-
so y en consecuencia los otros maestros en las artes, y espe- muestra ser falsedad. iMiente entonces el abogado cuando
cialmente los historiad9res, al afirmar muchas cosas; apenas presenta su causa con los nombres de john a Stile y ]ohtt a
pueden librarse de decir muchas mentiras, dada la nebulosa Noakes?lso. A esto se responde con faClhdad: el que pongan
del conocimiento humano. Pero el poeta, como he dicho an- nombre a las personas no es sino para ha~er .su descripción
tes, nunca afirma nada. El poeta jamás traza .círculos en torno más viva y no para forjar embuste alguno; s1 pmtan person~s,
a vuestra imaginación para embn1jaros y así haceros dar por no las pueden dejar sin nombre. Vemos que no podemos JU-
cierto lo que escribe 178 • No cita las autoridades de otras obras, gar al ajedrez si no les ponemos nombres a las p1ezas y, stn
sino que en sus palabras iniciales incluso invoca a las dulces embargo, me parece que seria un abanderado muy pare1al de
Musas para que inspiren en él una buena invención, sin afa- la verdad aquel que dijera que mentimos por ponerle a una
narse por contaros lo que es o deja de ser, sino lo que debería pieza de madera el muy ilustre títul~ de rey., El poeta les pone
o no debería ser. Y, por lo tanto, aunque relata hechos que no nombres a Crro y a Eneas sm otra mtencwn que la. de mos-
son ciertos, sin embargO, al no contarlos como verdaderos, trar lo que deberían hacer los hombres de su celebndad, for-
no miente, a menos que queramos decir que Natán mintió a tuna y condición. r
David en su discurso antes mencionado, cosa que ni siquiera La tercera imputación es lo mucho 9.ue corn:mpe la poest~
una persona malvada osaría decir, lo mismo que no creo que el ingenio humano, arrastrándolo hae1a la _rela¡acwn pec':nu-
haya nadie tan necio que diga que Esopo mintió en sus cuen- nosa y el amor lascivo, pues ése es e.l pnnnpal mal uso; s1 no
tos de animales, pues quien crea que Esopo los escribió como el único que oigo se le reprocha. Dtcen que las comedtas en-
si fueran reales merecería que su nombre figurase entre los de señan la; artimañas del-amor en vez de censurarlas 181 . Dicen
esos animales sobre los que escribe. iQyé niño hay que, al ir que el poeta lírico está pertrechado de sonetos de ~mor, que
a una representación y ver (<Tebas)) escrito en letras grandes so- el elegíaco llora la ausencra de su dama y que Cuprdo ha es-
bre una puerta vieja, crea que eso es Tebas? 179 • Si los hombres calado ambiciosamente incluso hasta la cima de la poesía he-
pueden volver a la edad de ese niño para saber que las perso- roica182. iAy!, Amor, ojalá pudieras defenderte tú tan bien
nas y hechos presentados por los poetas no son sino pinturas
de lo que debería ser y no historias que hayan ocurrido, nun-
ca darán el mentís a las cosas escritas de forma alegórica y me- J~o Nombres ficticios usados tradicionalmente en los prOcesos legales ingle-
tafórica, y no afirmativa. Y, por consiguiente, así como en la ses para referirse a las partes. Literalmente, signif1can <<Juan el de la escalera" y
historia, al buscar la verdad, pueden terminar cargados de fa!- <<Juan d del roble». . . .
181 La crítica al carácter lascivo de las comedras es uno de los pnnnpales ar-

gumentos de Gosson en su Sc!JOol qfAbuse y de otros escritos de la Cpoca en


177 contra de la literatura. Véase la introducción.
Caronte es, según la mitología, el barquero encargado de llevar las almas 182 En su anterior descripción de los géneros (págs. 152 y ss.), Sidney no ha
a[ mundo de los muertos. incluido la temática amorosa en la lírica. Sí lo hace en este punto y más ad.e-
178
En brujería, los espíritus eran conjurados dentro de un círculo mágico, lante (págs. 183-184), pues al defender la lírica amorosa, defie1~de su. :propia
179
En algunas representaciones teatrales académicas o de la corte se escri- obra, especialmente Astrophil y Ste!la. Por lo que respecta_ a la mcluston del
bía sobre las puertas el nombre del lugar donde se localizaba la acción.,, amor en obras épicas, Sidney podría estar pensando en Anosto y Tasso.

[16o]
;-:-t -
como puedes atender a otros; ojalá aquellos a los que sirves ejército de palabras, sin embargo,, tal cosa ~stará muy lejos
pudieran o bien despedirte o bien exponer las razones por las de demostrar que el mal uso ~ebena conduur al. reproche de
que te retienen. Pero concedamos que el amor a la belleza es aquello de lo que se abusa, s.mo que, al contrano, da l~uena
una falta propia de los animales, aunque esto sea harto dificil, prueba de que todo lo que al usarse mal causa gran dano, al
pues sólo el hombre y no las bestias tiene el don de discernir la usarse debidamente -y gractas a su uso apr?¡:nad? cada cosa
belleza; concedan1os que el amable nombre del amor merece adquiere sus derechos- c.a~sa gran ~enehcw. c.No vemos
todo tipo de odiosos reproches, aunque incluso algunos de mis que el dominio de la medtuna, la- meJo.r muralla co.ntra los
maestros los filósofos gastaron una buena cantidad del aceite tan frecuentes asaltos a nuestro cuerp~, s1 se ~1sa ~al, mstmye
de sus lámparas en poner por escrito sus cxcelencias 183 ; conce- en el uso del veneno, el destructor mas agres1v~ .. tNo ~e con-
damos, digo, todo lo que quieran que se conceda: que no sólo vierte el conocimiento de las leyes, cuyo prop~slto. es 1.gualar
el amor, sino la lujuria, la vanidad y, si ello les place, la indecen- y corregir todas las cosas, si ~e usa 1n~l, en el avt~so msttgador
cia ocupan muchas páginas de los libros de los poetas; aun así, de horribles injurias? Y, por rr a lo mas elevado, (e] mal uso de
creo yo, una vez concedido todo esto, encontrarán que su fra~ la palabra de Dios no da origen a la hcrej_ía y el mal uso de su
se puede, manteniendo un buen estilo, anteponer las últimas nombre no se convierte en blasfem1a? C1erto es. que una .agu-
palabras y decir no que la poesía pervierte el ingenio del hom- ja no puede hacer mucho daño e igualmente crerto -d!Cho
bre, sino que el ingenio del hombre pervierte la poesía. sea con el permiso de las damas- ,ctue tampoco puede hacer
Pues no negaré qne el ingenio hnmano puede hacer que la mucho bien. Con una espada poders matar a vuestro padre Y
poesía, que debería ser eikastiké -lo que algunos cmditos han con una espada podéis defender a vuestro príncrpe y a vues-
definido como «representación de cosas buenas>>~, sea phan- tro país. Por tanto, así como llamando a los poetas los padres
tastik~ pues, por el contrario, contamina la imaginación con de las mentiras no decían nada, con este argumento suyo del
186
objetos indignos 184 , como el pintor, quien debiendo propor- mal uso demuestran el mérito de la poes{a • ·
cionarle a la vista o una perspectiva excelente o una buena Alegan en este punto que, antes de que,lospoetas empe~a­
pintura que sirviera para construir un edificio o una fortifica- ran a ser apreciados, nuestro pueblo habra crfrado, el delerte
ción o qne contuviera algún ejemplo notable, como Abraham de sus corazones en la acción y no en la nnagmacmn, llevan-
sacrificando a su bija Isaac, Jndit degollando a Holofernes o do a cabo cosas dignas de ponerse por escrito en lugar d~ es-
David luchando con Goliat185 , puede dejar esto de lado y cribir cosas que mereciera la pena hacer. Cuáles son esos ~ero­
agradar a unos ojos que se complacen con el mal por medio pos pasados, creo que ni siquiera la Esfinge lo puede dem, ya
de imágenes lascivas de cosas que mejor estarían ocultas. Pero que no hay memona tan antl~a que no tenga el precedente
/acaso el mal uso de algo hará odioso su buen uso? En verdad de la poesía. Y es cierto que m en los momentos d.e, nuest~·a
1117
qne no, y aunque admito que a la poesía no sólo puede dár- más humilde simplicidad estuvo la nación de Albmn sm
sele mal uso, sino que, en ese caso, en razón de su poder
dulce y encantador, puede causar más daño que cualquier otro
186. El hecho de que se conciba la hteratura no como algo malo en sí mi~­
mo, sino como sujeto a buen o mal uso supone romper la base_ arpumentatl-
va de los detractores de la literah!ra, tal y como había hech'? ,Anstoteles en la
183
Podría estar refiriéndose, entre otros, al encomio del amor que hace Pla" Retórica (1, 1). Más adelante, cuando Sidney trate la ,expuls1on de los poetas
tón en el Simposio y Fedro. por parte de Platón, volverá a usar este argumento (pa&s. 166-167) _
184 La distinción entre eik11Stiké (imitativo) y pbantastiké (imaginativo), en- Js7 Albión es el nombre antiguo usado para de1~ommar a Brct~a, que, se-
tendiendo el segundo término como negativo, viene de Platón (Ef .w!fista, gún los romanos, procedía de «albos» (blanco), ~.actcndo r~fere~~1a a l~s.a~an·
235d-236c). titados de Dover. En época medieval, se conv1rtto en la des1gnanon poet1ca de
185
Génesis 22; Judit 13; 1 Samuel17. la isla.

[r6J]
poesía. Ciertamente este argumento, aunque se dirija contra ció antes de que floreciera Grecia. Y si a una conjetura ende·
la poesía, es un cañonazo contra toda forma de conocimien- ble se le pue~c oponer otra conjetura, verdaderamente ~ued~
to, o lo libresco, como se ha dado en llamar. De la mis1na pare~er que 1gual que sus ~ombr~~ doc~o~ tomaro~ de el cas1
opü~ión eran ciertos godos, de los cuales se ha escrito que, la pnmera luz del saber, asr tambren recrbreron de ellos hom~
habrendo tomado una magnífica biblioteca durante el sa~ bres de acción los primeros impulsos a su valor. Baste con
queo de una famc::sa ciudad, hubo entre ellos un verdugo Presentar el ejemplo de Alejandro, de quien Plutarco dice que
canalla que le hubrera prendrdo luego -probablemente dis~ ' smo
era tal su valor que la fortuna no era su gma ' su esc.a.be1192
puesto a ejecutar los frutos de sus mentes, él que había asesina- (y sus actos hablaban por él, aunque Plutarco uo lo hrcrera):
do un .gran número de cuerpos-. «No>>, dijo otro gravemen- verdaderamente fue el Fénix de los príncipes guerreros. Ale~
te, «cmdado con lo que haces, pues mientras estén ocupados jandro dejó atrás a su maestro vivo, Aristóteles, pero llevó
con esas bagatelas, conquistaremos sus países con más faci- consigo al que ya había muerto, Homero 1 ~ 3 : Mandó ~atar_al
lidad>)88. filósofo Calistenes por su terquedad, filosohca en apanencra,
Ésta es, verdaderamente, la doctrina común de la ignorancia aunque sediciosa en realidad 194, y, sin embargo, el deseo l?ás
y en ocasiones he oído gastar en ella muchas palabras. Pero: ferviente que se le oyó expresar fue que Hon1ero es~uv1ese
puesto que este razonamiento va en general contra todo el co- vivo. Descubrió que le infundia más bravura de ámmo el
nocimiento, además de la poesía, o más bien contra todo el ejemplo de Aquiles que escuchar la definición de fortaleza.
conocimiento salvo la poesía; puesto que sería demasiado ex- Por consiguiente, si a Catón le desagradaba Fulvro por llevar
tensa la digresión que lo tratase, o al menos demasiado su- a Enio consigo en campaña, se puede responder que s1 b1en a
perflua, pues es manifiesto que toda gula en la conducta se Catón no le gustaba, al noble Fulvio sí le gustaba, o, de lo
ha de conseguir a través del conocimiento y el conocimien- contrario no lo habría hecho 195 ; pues no se trataba del exce~
to se_adquiere mejor con l?s muchos conocimientos que pro- lente Cat6n de Útica -cuya autoridad yo hubiera reverencia~
porcwna. la lectura, a qmcn sea de la anterior opinión, yo do mucho más-, sino del anterior, en verdad un amargo cas-
sólo le d1go con Horacio: iubeo stultum esse libenter1B9, ya que,
en lo que atañe a la poesía, ella es la que está más libre de esta
objeción. 192 Plutarco (Ah:Jandro) demuestra que las victorias de Alejandro no se de-
bieron a la fortuna, sino a sus aptitudes personales.
Pues la poesía es la compañera en los campamentosl9o_ Me 193 Plutarco (Alejandro, 7-8) cuenla que Alejandro Magno fue educado por
atrevo a afirmar que ni Orlando Furioso ni el honrado rey Ar~ Aristóteles, que le inculcó el amor por la sabiduría y ?orlas letras. ~ntre sus
turo desagradarán jamás a un soldado, pero la esencia del ens muchas lecturas su favorita era la !liada, a la que consideraba una gma de co-
y la prima materia191 difícilmente encajarán con un corselete. nocimientos militares, por lo que siempre la llevaba consigo, especialmente en
las campañas militares, y la guardaba bajo su almohada junto a su espada. ~as
Y así, com? dije en un principio, hasta los turcos y los tárta- defensas de la literatura suelen contar esta anecdota como muestra de la Im-
ros se deleitan con los poetas. Homero, siendo griego, flore- portancia de la literatura; véase, por ejemplo, Thomas Lodge, Dtfonce ofPoet¡y,
en G.-G. Smith, op. q't,, vol. 1, pág. 64.
194 Calístenes (ca. 360-327 a.C.) fue, por recomendación de Aristóte~es, el
cronista de la expedición asiática de Alejandro, quien no aceptó sus criticas y
188
~
La anécdota se sitúa en el saqueo de Atenas por los godos . (267
.d.C). lo encarceló el resto de sus días; una vez caído en desgracia, fue acusado de
«Le deseo que sea tonto, pues lo hace gustoso", frase que S1dney adapta múltiples crímenes, entre ellos de haber participado en la sedición de Hermo-
de las Sdtiras de Horacio (I, i, 63). lao (Plutarco, A!t;jandro, 55, 3). . . ,
190
El id~al de!.caballcro. renacentista debía aunar las armas y !as letras, tal 195 Marco Fulvio Nobilior (siglos m-n a.C.), conqmstador de Etoha, llevo
como e! m1smo S1dney las mtegró en su propia persona. ,_. consigo en su campana n;-ilita.r a! poeta, Enio, de .q~Üen era .me~enas (sobre
191
. Términos escolásticos que significan, respectivamente, «ser» y «materia Enio véase nota 15). La lustona la canto en la antlguedad Ctceron (En d¡ifen-
pruna". sa deÍ poeta Arqufm_. XI, 27) y fue muy conocida en el Renacimiento.

[165]
tigador de .ral~as, pero_ además un hombre que nunca había pués de que los filósofos hubieron escogido de entre los dul-
hec~o _sacnfin_os a las Graciast9f>. Le desagradaba todo el co- ces misterios de la poesía los verdaderos puntos. d1sccrmd?:.es
nocm11ento gnego y vocife~aba en su contra y, sin embargo, del conocimiento, inmediata1nente, lo s1stcmattzaron e l·u~Ie­
cuando er~ ya un octogenano, empezó a estudiarlo, probable- ron un arte escolar de aquello que los poetas enseña~an solo
mente temtendo que Plutón no entendiera latín 197. Ciertamen- por n1edio de un deleite divino. Empezaron a desdenar a sus
te, las leyes romanas no permitían que se llevase a la guerra a guías, como aprendices desagradecidos, y no se contentaron
persona alguna exce~to a aquel que iba :c:mo soldado, y, por con establecerse por su cuenta, sino que intentaron por todos
tanto, aunqu~ a C:aton-le·desagradaba Emo por no estar alis- los medios- desacreditar a sus nuestros, y como la fuerza del
tado, ello no rmpbca que le desagradara su obra. Y aunque así deleite no estaba a su alcance, cuanto menos podían en con-
fue~a, le gustaba mucho a Escipión Nasica, considerado el tra de ellos más les odiaban. Pues, de hecho, encontraron que
meJor de los romanos por asentimiento generaL A los otros había siete 'ciudades que competían por ver cuál debería tener
dos hermanos Escipión, que por sus virtudes tenían los sobre- a Homero como cindadano200 , mientras muchas expulsa~a~
nombres nada meno_s _que de (<el Asiático'> y ((el Africano», les a los filósofos por no considerarlos miembros dignos d,e ytvtr
gusta.ba tanto que htCieron enterrar el cuerpo de Enio en su entre ellos201 • Con sólo repetir ciertos versos Eunpid ~~'?e 2
propt~ sepultur~ 198 . En consecuencia, la autoridad de Catón, muchos atenienses salvaron sus vidas ante los siracusanos ,
por estar e~dustva~nente en contra de su persona, no de su mientras que los propios atenienses pensaban que. m :re~ os fi-
obra, Y habrendo srdo rebatida por otros muy superiores a él lósofOs no merecían vivir. Ciertos poetas, con1o Simontdes Y
no tiene en este caso ninguna validez. ' Píndaro tuvieron tanto predicamento ante Hierón I que de
Pero ahora ciertamente mi carga se hace pesada ahora se un tirado hicieron un rey justo 203 , mientras que Plató~ pudo
prese~1ta ante mi e~ nombre de Platón, al que deb~ confesar hacer tan poco con Dionisia que él mismo pasó de filosofo, a
que siempre he estnnado el filósofo nlás digno de reverencia esclavo204 • Pero confieso que quien así argumentara deben a
Y po: una ,b.uena _razón, ya que de entre todos los filósofos e; responder a las objeciones hechas en contra de los poet_a,s con
el mas poettco. Sm embargo, si él quiso contaminar la fuente réplicas similares en contra de los filósofos, como tamb;en de-
de la que brotan sus fecundos manantiales, examinemos vale- bería pedir que se leyera el Fedro o el Banquete de Platon o el
rosament_e por q~é raz.ones lo hizo. En primer lugar, en ver-
dad, alguren podna ob¡etar con malicia que Platón, al ser filó-
sofo, era enemigo natural de los poetasl99. Pues, sin duda, des- 100 Según Cicerón (En difimsa del poe/:a Arquíds, VIII, 19), las ciud~des que
reclamaban ser la patria de Homero eran Colofón, Q\:1íos, Salamma Y ~s·
mima. En Boccaccio aparece la lista completa de las siete ciudades: Es~mr­
, ~ Catón el Censor o el_Yiejo (234-149 a.C.), bisabuelo de Catón de Útica
19
na, Samos, Quíos, Colofón, Pilos, Argos y Atenas (GeneaL~g{~ de los d10ses
(veas.e nota 116~, era conoctdo por su estricta moralidad y su oposición a todo paganos, XIV, 19). Es~a disputa era bien conocida ~n el RenaCim~ento. , _
1_:; gnego, espe~Jalmente su refinamiento cultural, y se negaba a hacer sacrifi- · 201 Muchos filósofos fueron expulsados de sus cmdades: Damon, Anaxag0
'¿'o'p¡a las Gracias; La anécdota de por qué acabó aprendiendo griego procede ras y Protágoras de Atenas; Empédoclcs de Acragas.
e u tarco (Catan el Censor). 202 Esta anécdota la cuenta Plutarco en Nicias, 29. l
197
Al acercarse~¡ final de sus días, Catón se dio cuenta de que el dios de 20.l Hierón I, tirano de Siracusa (siglo v a.C.), fue un mecenas dd arte Y a
los198Infiernos era gnego, por lo que necesitaría conocer su idioma literaturá y acogió a varios artistas en su cort~, ~ntre ello_s, Pfndaro (ca._ 5~0-
E~}~ tumba de los hermanos Escipión el Mricano y Escipión el Asiáti- ca. 438 a.C.) y Simónides (556A68 a.C.). Este ultnno med10 para que Hteron
co se e~11?1o una estat:ta. de Enio (Ci;erón, En difensa de! poeta Arr¡uías, IX, 22), se reconciliara con su hermano. · ·' d
La fam1ha de los ?sc:plOnes, ~ciernas de una de las grandes familias patricias 2114 Según Cicerón (En defensa de Rabirio Postumo, IX, 23), Platón e;.er~lO de
ro~;nas, ;:rala~ pnnClp_al op?sJtora a la política de Catón el Censor. tutor de Dionisia n de SiraCusa (405-367 a.C.) pero éste acabó pre_s;¡n~Jeo 0
Se&"D-n senala Sm1th, 0l:fney toma estas ideas de Mio turno (De poeta, 36), del filósofo y enviándoselo al embajador de Esparta, quie~ Id. vep~10 t;:O~Q' es-
aunque t1enen su fuente ongmal en Platón (Repdb!itd, X, 607). clavo. - '\

[r66] [167]
discurso del amor en Plutarco y que se viese si algún poeta las historias de Grecia dan testimonio de que la propia reli-
justifica tan abominable inmundicia como ellos 205 . Y de nue- gión de aquella época se sustentaba en ~uchos y,muy diver-
vo alguien podría preguntar de qué república los expulsó Pla- sos dioses, y no eran los poetas los que astlo ense?-a~ar:, smo
tón: en verdad, de una en la que él mismo permite compartir que lo reproducían de acuerdo con la naturaleza tmlt~ttva de
las mujeres;o6 Por tanto, con toda probabilidad, esta expul- su arte. Quien lo desee puede leer en Plutarco los d1scu;sos
sión no surgió de la prmniscuidad y el afCminamiento, pues- sobre Isis y Osiris, sobre la cau~a por 1~ que ce~aran los o;acu-
to que los sonetos207 poco daño harían cuando un hombre los, sobre la divina providenCia211 , y juzgue s1 la teolog¡a de
podía tener a la mujer que se le antojase. Pero yo honro las en· esa nación no se sustentaba sobre los sueños que los poetas
señanzas de la filosofía y alabo las inteligencias que las alum- preservaron, sin duda de forma superst~ciosa~ y, verdadera-
braron, siempre que no se haga un mal uso de ellas, lo que se mente, puesto que no tenían la luz de Cnsto, htcteron en esto
hace extensible igualmente a la poesía. mucho mejor que los filósofos, quienes, al rechazar la; supers-
El propio San Pablo -quien, además, para crédito de los ticiones, introdu¡eron el ateísmo. Por lo tanto, Platon, cuya
poetas, cita en dos ocasiones a dos de ellos, y a uno con el autoridad preferiría inte1pretar correctamente antes que opo-
apelativo de «su profeta:-:-208- alerta contra la filosofla, en rea· nerme a ella de forma incorrecta, no se refería en general a los
lidad contra su mal uso 209 • Lo mismo hace Platón contra el poetas con aquellas palabras de las queJ':'lio Escalígero dice:
mal uso de la poesía, no contra ella. Platón censuraba a los Qga authoritate barbari quidam atque h!Sptdt abutt velmt adpoetas
poetas de su tiempo por llenar el mundo de opiniones erró- e republica exigendo212, sino c¡u~ pretendía desterrar a~uellas
neas sobre los dioses, inventando historias frívolas acerca de opiniones falsas sobre la dlVlmdad, que q;uzá, cor;>o el pen-
esa esencia inrnaculada210 , y, por lo tanto, no quería permitir só se vieron alentadas por los entonces aun aprec¡ados poe-
que la juventud se corrompiera con semejantes opiniones. So- ta~. Posteriormente el cristianismo ha eliminado sin mayor
bre este punto mucho puede decirse, pero baste con esto: los indulgencia toda creenc.ia pern,iciosa de este tipo. No se _?ece-
poetas no introdujeron tales opiniones, sino que imitaron sita ir más allá del prop1o Platon para saber lo que quena de-
aquellas opiniones que ya se habían introducido. Pues todas cir: en el diálogo llamado Ión expresa una alabanza subhme y
verdaderamente divina de la poes1a'213p · · P Iaton,
. or constgmente, '
al desterrar el mal uso, no el objeto en sí, al que no desterró,
los Sidney, al igual que Escalígero (Poetices, I, ii), creía que en redro y el Sim- sino que honró debidamente, será nuestro patrón y no nues-
posio Platón celebra el amor homosexual. Plutarco («Sobre el amor», Obras tro adversario. Pues ciertamente prefiero, ya que en verdad
morales)! de costumbres, 751) considera que sólo el amor homosexual es ver·
dad ero.
20 6 Platón, La República, V.
207
El término «sonetos» se utilizaba en la época de Sidney para referirse a 211 Plutarco, en su capítulo «Sobre Isis y Osiris" (Obras morale~y de costltm-
cualquier forma de lírica amorosa, no solamente al poema de catorce versos.
Véase la introducción.
bm, 351·384), hace el primer anál~s!s, de la anti~edad soJ:r,e el mlto y culto. a
208 estos dioses; en «Sobre la desapancmn de los oraculos" (tbtd., ~10-.4~8) ~e.dts­
Los estudiosos han encontrado más de dos posibles citas de poetas en los cute la facultad de adivinación; y en «Sobre los retras.os de la ¡ust~Cla dtvma»
textos bíblicos de San Pablo, que podrían estar tomadas de Arato (siglo m a.C.;
(ibíd., 548-568) considera los motivos por los que los dwses no casttgan la mal-
en Hch 17, 28), de Menandro (siglo N a.C.; en 1 Cor 15, 35), de Cleantes
(333-231 a.C.; en Hch 7, 28). La que denomina a un poeta «su profeta» proce- dad humana. b. b · ¡
212 «Cuya autoridad [la de Platón] p;et~nden, usa: algunos . ar ar.?s e,mcu:
de de Epiménides (siglo VI a.C.; en Tt 1, 12).
209 tos para expulsar a los poetas de la Repubhca» (Escahgero, Poeltces, I, 11, pag. 10,
«Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosoHa,
fundada en tradiciones humanas, según los dementas del mundo y no según la traducción es nuestra). . . ,
w Este diálogo platónico, 9ue en el Renac~mtento se entendra como una
Cristo» (Col2, 8). ·;
210 alabanza a la literatura, postenormente se ha mterpretado como un plantea-
Platón, La República, II.
miento irónico de la inspiración literaria.

[!68]
- ' -~-;,~- ---- 'j-.--

puedo hacerlo, mostrar el error sobre Platón, bajo cuya piel bien su historia o bien su filosofia encontrará que ribetea los
de león algunos rebuznarían como asnos 214 en contra de la ropajes de ambas con festones de poesía. Pero no me agrada
poesía, que dedicarme a derrocar su autoridad, pues cuanto defender la poesía con ayuda de su subordinada la historio·
más sabio sea un hombre, más razones encontrará para profe- grafia. Baste con haber mostrado que es un terreno propicio
sar admiración a Platón, especialmente porque otorga a la para que anide el elogio, y cualquier censura que se le pueda
poesía más importancia que yo, esto es, que la inspira una dirigir o bien se rebate con facilidad o bien se transforma en
fuerza divina muy por encima del intelecto humano, como es un justo encomio.
evidente en el diálogo anteriormente mencionado215 • Así pues, ya que sus excelencias se puederi confirmar de
Por otra parte, quien deseara mostrar todos los honores forma tan fácil y justa, y a las objeciones rastreras se las piso-
que han otorgado a los poetas personas con el mejor de los tea con tal prontitud; al no ser un arte de mentiras, sino de
juicios, tendría ante sí un mar de ejemplos: las figuras de Ale· doctrina verdadera; al no causar afeminamiento, sino alentar
jandro, César, Escipión, todos ellos mecenas de los poetas. notablemente el valor; al no pervertir el ingenio humano sino
Lelio, llamado el Sócrates romano1 era él mismo poeta, hasta fortalecerlo; al no haber sido desterrada sino honrada por Pla·
el punto de que se suponía que parte de El atormentador de sí tón, plantemos más laureles para ceñir las cabezas de los poe·
mismo de Terencio había sido escrito por él' 16 ; e incluso del tas -honor éste el de ser coronado de laurel que al campar·
griego Sócrates, a quien Apolo confirmó como el único sa- tirio únicamente los caudillos triunfadores tiene autoridad su·
bio, se dice que pasó parte de su vejez versificando las fábulas ficiente para mostrar el aprecio en que se les debe tener-
de Esopo217 • Y, por lo tanto, sería muy impropio de su disd· antes que sufrir el mal aliento de esos maledicentes que una
pulo Platón poner en boca de su maestro palabras contra los vez resoplaron sobre los claros manantiales de la poesía.
poetas. Pero iqué más es menester? Aristóteles escribe el Arte Pero ya que he corrido tan larga carrera en este asunto,
Poética, mas ipor qué, si la poesía no debería escribirse? Plutar· pienso yo que, antes de poner con mi pluma punto final, no
co enseña el beneficio que se ha de obtener de los poetas218 , se perderá mucho más tiempo al indagar por qué Inglaterra,
mas kómo, si no deberían leerse? Y quien lea de Plutarco o madre de excelentes cabezas, se ha convertido en una ma-
drastra tan dura para los poetas, quienes ciertamente deberían
sobrepasar a todos los demás en ingenio, pues en su cometi-
214 Referencia a la fábula de Esopo en la que un asno se pone encima una do todo emana únicamente de ese ingenio, ya que ellos son
piel de león para hacerse pasar por él, hasta que se descubre su pretenciosidad. sus propios creadores y no seguidores de otros. ¿qyé otra
215 Platón, en el Ión, considera que la literatura procede de la inspiración
cosa puedo hacer sino exclamar: Musa~ míhi causas memora,
divina. Marsilio Ficino y otros autores de la academia neoplatónica napolita-
na se encargaron de comentar y difundir esta teoría platónica. Véase la intro-
qua numine laeso? 219 • La dulce poesía ba tenido en la antigüe·
ducción. dad a reyes, emperadores, senadores, grandes caudillos tales
216 Cayo Ldio (siglo n a.C.), general romano y amigo de Escipión el Africa~ como, aparte de otros miles, David, Adriano, Sófocles, Ger-
no, era el tipo de ciudadano que Cicerón tenia como modelo; de hecho, es el mánico, que no sólo han favorecido a los poetas, sino que
principal expositor de su obra Sobre ia amistad, y es interlocutor de otros diálo-
gos suyos. En Sobre los deberes (I, xxvi, 90), se le equipara a Sócrates por su ecua-
nimidad. En la Epístola a Atico (VII, iii, 10), Cicerón menciona que se decía
que las obras de Terencio estaban escritas a medias con Lelio; Terencio hace 21 9 «bime las causas, Musa; por qué ofensa a su poder divino» (Virgilio,

referencia a este rumor en el prólogo de El atormentador rk si mismo. Eneida, 1, 8, ed. cit., pág. 139). Sidney deja cortada la cita de Vírgilio, don~e lo
217 La anécdota procede del Fedón de Platón (60); en la Apología (21a), el que pregunta a la Musa es qué ofensa a Juno ha provocado que ésta casttgue
oráculo de Delfos apunta a Sócrates como el único sabio. a Eneas con todo tipo de desgracias. Al descontextualizarla, Sidney parece es-
218
Plutarco, en «Cómo debe el joven escuchar la poesÍa>•, en Obr~ morales tar preguntando en qué se ha ofendido a las musas para que la literatura no
J' de costumbres. prospere en Inglaterra.

[qo] [qr]
buonolsuono~ de la sdrucciola sería ji:mina/semina. El francés, le plugo darnos, a través de Hesíodo y Homero, bajo el velo
por su parte, tiene la masculina) como en bon/son, y la feme- de las fábulas, todo el saber: la lógica, la retórica, la filosofía
nina, como en plaise/taise, pero no tiene la sdmcciola; mientras natural y moral y 2quid non?285 ; a creer, conmigo, que hay mu-
que el inglés tiene las tres, como en due!true,fotherlrather; mo- chos misterios dentro de la poesía que se escribieron con os-
tionlpotion, con mucho más que se podría decir, si no fuera curidad a propósito, no fuera a ser que las mentes profanas le
porque entiendo que la insignificancia de este discurso se ha dieran mal uso; a creer, junto con Landino, que los poetas
alargado ya en demasía. son tan queridos por los dioses que cualquier cosa que escri-
Por tanto, puesto que la siempre encomiable poesía rebosa ban procede de una furia divina286 ; y, por último, a creerles a
del deleite que engendra virtud y no carece de ninguno de los ellos mismos cuando os dicen que os harán inmortales con
dones que debieran acompañar al noble nombre del conoci- sus versos.
miento; puesto que las acusaciones en su contra son o bien Si esto hacéis, vuestros nombres florecerán en las tiendas
falsas o bien endebles; puesto que la causa de que no se la es- de los impresores; si esto hacéis, seréis dignos de aparecer en
time en Inglaterra es culpa de poetastros, no de poetas; por úl- muchos prefacios poéticos; si esto hacéis, seréis los más her-
timo, puesto que nuestra lengua es muy adecuada para hon- mosos los más ricos, los más sabios, los mejores en todo: ha-
rar a la poesía y para ser honrada por ella, os conjuro, incluso bitaréi~ entre superlativos287 ; si esto hacéis, aunque seáis liber-
en el nombre de las nueve Musas, a todos los que hayáis teni- tino patre natPRR, os convertiréis repenti.namente ~_n Herculea
do la mala suerte de leer este derroche de tinta mío a que de- prole?B9, si quid mea catmina possunt 290 ; ~1 esto hacets, vuestras
jéis de escarnecer 1os sagrados misterios de la poesía, a que almas se situarán junto a la de la Beatnz de Dante o a la del
dejéis de reíros ante el nombre de los poetas como si fueran Anquises de Virgilio291 • Pero -icuidaos de este pero!- Sl ha-
los herederos directos de los bufones, a que dejéis de burlaros
del digno título de versificador y a que, en su lugar, os dispon·
gáis a creer, junto con Aristóteles, que los poetas fueron los
285 "¿Qué no?') . .
antiguos guardianes de las divinidades griegas'"; a creer, jun· 286 Cristóforo Landino (1424-1504) fue un notable humamsta y m1embro
to con Bembo, que fueron los primeros introductores de la ci- de la academia neoplatónica fundada por Cósimo de Medici. En el p~~logo a
vilización282; a creer, junto con Escalígero, que ningún pre- su edición de la Divina Comedia (1481) aborda el tema del furor poettco, de
cepto de los filósofos puede haceros hombres honrados con enorme trascendencia para el concepto de literatura en el Renacimiento. So·
bre la visión de Sidney en este aspecto, véase la introducción.
tal prontitud como la lectura de Virgilio283 ; a creer, junto con 287 Este tipo de encomio es propio de las dedicatorias a personas notables
Clauser, el traductor de Cornuto 284, que a la deidad celestial con que solían publicarse los libros de la época. .
288 «De padre liberto» (Horacio, Sátiras, I, vi, 6, H. Silvestre [trad.], Madnd,
28 Cátedra, 1996, pág. 149). En este poema autobiográfico, Horado elogia a Me-
1 Sidney parece basarse en la interpretación que Boccaccio hace de Aris-
cenas porque valora a las personas por sus méritos'! no por la ~obleza de su
tóteles (Metrif!sica, III, iv, 12) en la Genealogía de los dioses paganos (XIV, 8), don- nacimiento, de modo que el autor, a pesar de su ongen, es constderado buen
de relaciona el origen de la literatura con el culto a la divinidad; según Boccac-
poeta, . . .
cio, por tanto, los primeros textos literarios serían himnos ·encargados a los 289 «Descendientes de Hércules». Podria haber una referencia mdrrecta a la
más sabios, que inventaron un modo refinado de hablar, apropiado para el familia Fabia, dellominada «prole hercúlea», por ser una de las más poderosas
destinatario al que se dirigían.
282 e influyentes en la histor!a romana. . . . . . ,
P. Bembo, Le. Prose, 1. 29° «Si algo pueden. m.1~ vet:sos» (Vrr¡~lilo~ Enrtda: IX, 446, ed. ctt, pag: ,422).
283 Escalígero, Poetices, III, xix.
84 Con estas palabras, V1rg1h? c1erra la htstona de ~rso y Eurfalo, promettendo-
2 Conrad Clauser (1515-1567), humanista alemán, publicó en 1543 una les que con sus versos hara que se les recuerde Siempre. . .
traducci6n comentada de la obra del fil6sofo estoico romano Lucio A. Cor- 29 1 Es decir, en el paraís?, que alcanzará la amada de ?ante en la Dtvma Co-
nuto (siglo r d. C.) De natura deommgenti!ium; Sidney hace referencia v,l prólo- media, o en su correspondiente pagano, los Campos Ehseos, donde Eneas en-
go de Clauser.
cuentra a su padre Anquises.

[!90]
béis nacido tan cerca de la aturdidora catarata del Nilo que no
podéis oír la música de las esferas que hay en la poesía292 ; si
tenéis unas mentes tan rastreras que no pueden elevarse para
mirar hacia el cielo de la poesía; o si quizá debido a un cierto
grosero desdén os hacéis tan memos que os convertís en el
Momo de la poesía293, entonces, aunque no os desee las ore-
jas de asno de Midas 294 ni que los versos de un poeta os lle-
ven a ahorcaros, como le ocurrió a Bubonax295 , ni que muráis
por la fuerza de los versos, como dicen que se hace en Irlan- ÍNDICE DE NOMBRES
da296, sin embargo, debo enviaros esta maldici6n de parte de
todos los poetas: que mientras viváis, viváis enamorados y
nunca consigáis el favor de vuestras damas por no saber escri- Beza, T eodoro, 172
Abradatas, 139
bir un soneto y que, cuando muráis, vuestra memoria en la Abraham, 136, 162 Boccaccio, Giovanni, 114
tierra muera también por falta de un epitafio.<.;:·· Adán, 123 Boecio, A. M. Severino, 145, 158
Adriano, 171 Bruto, Marco Junio, 131
Agamenón, 134 Bubonax, 192
Agrippa, Enrique Cornelio, 156 . Buchanan, George, 173, 183
Albino, Décimo Clodio Septl-
mio, 118 Calipso, 133
Alcibíades, 137 Calístenes, 154
Alejandro de Feres, 151 Canidia, 138
Alejandro Magno, 138, 148, 165, Canlttr de los Cantares, 124
170, 182 Caridea, 127
Alfonso de Arag6n, 131 Caronte, 160
Alighieri, Dante, 114, 140, 191 Cacilina, 185
Anfi6n, 114, 124 Catón, 158
292 Anquises, 133, 145, 191 Catón, Marco Porcio, el Joven,
Según Cicerón (Sueño de Escipión, VI, 19), quienes habitan cerca de las ca-
taratas del Nilo' quedan sordos debido a1 ruido del agua. La «música de las esfe- Antonio, Marco, 186 141, 165
ras» es un concepto de origen pitagórico, según el cual el movimiento de los pla- Apolo, 116, 170 Catón, Marco Porcio, el Viejo,
netas es el origen de la música. Apuleyo, Lucio, 181 124, 165, 166
293
Momo, en la mitología griega, la hija de la Noche y el Sueño; personi- Aquiles, 134, 144, 153, 165 César, 141, 142, 170
ftca el Sarcasmo. Chaucer, Geoffiey, 114, 134, 159
Ariosto, Ludovico:
m El rey Midas fue castigado por Apolo a llevar orejas de asno, tras haber Orlando Furioso, 164 Troilo y Cn'seida, 176
asistido a una competición musical entre el dios Pan y el dios Apolo, en la que Ch.vy Chase, 152
Midas fue e! único que prefirió el canto rudo de Pan frente a la dulzura de los Arist6teles, 123, 137, 142, 144,
acordes de la lira de Apolo (Ovidio, Metamotfosis, XI, 153-179). 165, 178, 182, 190 Cicerón, Marco Tulio, 126, 133,
295
Plinio (Histon'a Natura~ XXXVI, v, 4) cuenta que el escultor Bupalus se Poitica, 136, 170 141, 153, 185, 186
suicidó a causa de los versos satíricos que le había dirigido Hipponax ante el Arturo, rey, 164 Cipselo, 142
resultado de la escultura en la que Bupalus le retrataba. Sidney ha combinado Atreo, 134, 138 Ciro, 122, 123, 126, 135, 13n39,
los dos nombres propios en uno, de ahí «Bubonax»,
296 Áyax,133 144, 153, 161
Las leyendas de la época afirmaban que los irlandeses eran capaCes de Clauser, Conrad, 190
matar a las ratas por medio de conjuros en verso, como se puede leer en la Cornuto, Lucio A., 190
obra de R. Scot, Discovtrie q[Witchcrafl (1584). Beatriz, 191
Bembo, Pietro, 172, 190 Crántor, 154

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