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La importancia del fracaso

lunes, 29 de febrero de 2016

El Mercurio

Daniel Halpern
Director de Tren
Digital UC

Me invitaron a participar y fui. Todos emprendedores digitales. Uno más exitoso que el otro. Se
llenaron la boca de logros durante la hora y media que duró la reunión. Los yernos perfectos. El
sueño de cualquier madre para una hija. Era como ver un perfil de Facebook o LinkedIn, pero
en vivo y en directo.

Me pregunté por qué no mencionaron los fracasos, ¿acaso en todo les fue tan bien? Lo triste
es que veo el mismo fenómeno en los apoderados cuando preguntan en el WhatsApp del curso
por la tarea de sus hijos para evitarles cualquier problema. El mundo 2.0 nos enseña que
siempre debemos mostrar nuestra mejora cara. No lo dice explícito, pero nos obliga a esconder
cualquier atisbo de fracaso. Y nosotros adoptamos la cultura exitista. Nos preocupamos tanto
que incluso le enseñamos a nuestros hijos que debemos hacer sus cosas antes que ellos
fracasen.

Ese es el problema. ¿Cómo una persona puede aprender del otro o hacer algo mejor si
NUNCA le va mal? Nosotros no cambiamos cuando todo está bien. En el mundo 2.0 la imagen
–el cómo nos ven- es tan relevante que nos está robando nuestra identidad –el cómo nos
vemos-. Y para mejorar no es suficiente saber cómo nos vemos. Tenemos que enfocarnos en
nuestra identidad. Debemos educar para convivir con fracasos, no a esconderlos.

La tecnología nos lleva hacia esa dirección. Intenta facilitar lo que se nos hace difícil. Tiene a
evitar en lo que tenemos más posibilidades de fracasar. Piense en Tinder, el sistema perfecto
para conocer a alguien sin antes tener que pasar por la posibilidad que nos digan NO. Tinder
elimina el sudor, el temor del invitar a salir y el posterior rechazo… es decir, el cara a cara a
veces tan duro y estresante del encuentro personal. Además si la persona es rechazada, el
golpe al ego es muchísimo menor que recibirlo en directo. Fue solo un mensaje. Una solicitud.
Pero por otra parte si no hay rechazo, ¿cómo cambiamos?

Hay cientos de historias de personas que lograron crecer y desarrollarse solo después de un
fracaso. Emprendedores que nunca hubieran logrado prosperar de no ser por las caídas
anteriores. Cuando alguien fracasa se da cuenta que no siempre tiene razón, y en ese espacio
de entendimiento, comienza a validar y aceptar las ideas de terceros. Y al incorporar las ideas
ajenas, también crece. No es el centro del universo. Se hace humilde.

Hay muchos ejemplos en los que puede observarse un crecimiento personal tras la derrota.
Pero hay uno que es universal. Épico. Es una historia bíblica. Habla sobre la formación del
primer líder de una nación. Es la historia de Moisés, que increíblemente rechaza la palabra de
Dios por temor al fracaso. La Biblia cuenta que Dios se le aparece a través de una zarza
milagrosa, que se quemaba pero sin combustión, y le pide que rescate al pueblo judío que
había sido esclavizado por el Faraón en Egipto. Moisés se niega. Él estaba seguro que no
sería capaz de lograr su liberación. Estaba seguro que fracasaría. Primero le dice que no es
capaz. Luego que no habla bien. Después que no le van a creer. Posteriormente que no lo van
a escuchar. Finalmente le pide que mande a otro. Pero Dios en cambio, después de un
proceso de “coaching divino”, termina convenciéndolo. Le asegura que él lo va a acompañar,
sube su autoestima y Moisés acepta.

Va a Egipto. Se reúne con los líderes. Llegan donde el Faraón ypide que los libere. Sin
embargo pasa exactamente lo que él creía que iba a suceder: fracasa. Pierde. Se transforma
en un looser para los ojos ajenos. Peor aún. El Faraón no solo se niega a liberar al pueblo, sino
que además los explota aún más aumentando su cuota de trabajo diario. Terrible. Cualquier
persona con baja tolerancia a la frustración habría dejado todo ahí. El Salvador aparentemente
era un fiasco. La única tarea que tenía no solo deja de cumplirla, sino que además la empeora.
Imaginen la reunión con los líderes después de eso. Sentados todos en el Directorio, los mira a
los ojos y les dice: “Señores, el Faraón no los va a liberar. Y además dijo que ahora iban a
tener que trabajar más. Lo siento”.

La historia posterior es conocida. Vienen las 10 plagas. Milagros para unos, castigo divino para
otros. Y efectivamente el Faraón libera a los esclavos. Lo que no es tan conocido es que luego
de su fracaso, la Biblia describe a Moisés como la persona más humilde que jamás haya
existido. ¿Cuál es la relación? El liderazgo bíblico no se basó en la imagen. Moisés no lideró al
pueblo con cientos de miles de seguidores en Twitter. Con millones de amigos en Facebook.
Mostrando el ángulo perfecto en Instagram. Los intereses más adecuados en LinkedIn. El
status más conveniente en WhatsApp. Los lideró después de haber conocido el fracaso más
grande que una persona puede sentir. Y eso probablemente lo llevó a salir de su mundo. A
empatizar con sus seguidores. A escuchar lo que el resto tenía que decir. A ser un líder, pero
poniéndose en el lugar de los demás.

Del fracaso se aprenden muchas cosas. Humildad. Empatía. Tolerancia. Aceptación. Nos hace
crecer. El mundo 2.0 es increíble. Tiene un potencial asombroso. Compartir lo que uno piensa.
Organizar y movilizar a miles -sino millones- de personas. Pero si lo centramos solo en imagen,
en el cómo me proyecto y no cómo soy, en vez de ayudarnos a salir de nuestro mundo nos
encierra aún más. Tenemos la posibilidad de crecer, no la desechemos por un par de likes,
followers o views. Cultivemos nuestra identidad, la imagen puede esperar, y el fracaso no es
necesariamente negativo. Eduquemos a nuestros hijos para que ellos convivan con esa
posibilidad, no con la imagen perfecta. Porque si les enseñamos a basar su autoestima en lo
que los demás piensan, lo más probable es que la pierdan.
Daniel Halpern: PhD en Information and Communication sciences. Es profesor de la Facultad
de Comunicaciones e investigador del thinktankTrenDigital. Sus artículos han sido publicados
en prestigiosas revistas académicas como Computers in Human Behavior y Behaviour and
InformationTechnology. Junto a TrenDigital, Halpern ha sido pionero en la investigación digital
en Chile estos últimos años.

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