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El machismo, una enfermedad aprendida

Los hombres harían bien en cuestionar los supuestos “valores” de su educación.

Por: Carol Zardetto

Por estos días la desaparición de Catherine Shaw hizo lo que la muerte de alrededor de 700
mujeres por año en Guatemala, no había logrado hacer: poner sobre el mapa el grave problema
social de la violencia en contra de la mujer.

Los comentarios en las redes sociales llovieron, demostrando que la principal enfermedad que
provoca la violencia es esa estructura vertical de poder llamada patriarcado que genera conductas
bastante dañinas que conocemos como machismo.

También reveló que la mayoría de personas no entiende qué es el patriarcado ni cómo funciona.
De hecho, considera como “valores” morales, éticos, sociales, los actos de violencia cometidos en
contra de la mujer.

De allí que cuando a una mujer se le agrede, lo primero que se cuestiona es a la mujer. Nunca se
opina sobre cómo estaba vestido el agresor, por qué andaba en las calles de noche, por qué no
hizo o por qué hizo.

El agresor resulta un protegido de la sociedad que corre a justificarlo. En el caso de Catherine


Shaw las especulaciones iban por el lado de “ella se lo buscó” porque viajaba sola, porque salió del
hotel de madrugada, porque se atrevió a explorar el mundo y no tener miedo de vivir. Todo eso es
pecado para una mujer.

Ella debe estar encerrada en su casa, bajo la tutela de un hombre. Según muchos guatemaltecos
eso es la moral. Esos son sus “valores”. Cuando una mujer se sale de ese diminuto círculo, es una
presa disponible para todo tipo de agresión. Lo más penoso es cómo periodistas de prestigio se
atrevieron a comentar el caso, sin conocer qué es la violencia contra la mujer, ni de qué se trata el
delito del femicidio.

Sus alocados comentarios iban por el lado equivocado: ¡si a nosotros los hombres también nos
matan! Lo que su crasa ignorancia no les permite ver es que, para empezar, el patriarcado es un
sistema violento que genera violencia para todos. O sea que ellos son las víctimas principales. En
segundo lugar, que la violencia en contra de las mujeres es, la mayoría de veces, un crimen de
odio. A una mujer no la matan para robarle, o como respuesta a su propia conducta agresiva. La
matan por ser mujer y la matan los hombres.

La matan para violarla, por celos, como parte de una relación de pareja donde la violencia
emocional y psicológica es “natural”. La ola de violencia en contra de la mujer es una pandemia,
como dice Naciones Unidas. En Guatemala, cada día mueren dos mujeres. En estos momentos hay
cerca de 40 mujeres desaparecidas, sin que las instituciones públicas hagan nada al respecto. No
es de extrañarse.

El propio ministro de Gobernación culpa a las mujeres de la violencia de las cuales son víctimas.
Asegura que todas son pandilleras, como lo haría cualquier ignorante. Ni siquiera se ha tomado la
molestia de leer los múltiples estudios que existen en Guatemala al respecto.

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