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7 DE FORMAS DE HACER LUZ DE GAS

Ya hace un tiempo que hablamos en un post anterior sobre la “Luz de Gas”, un termino que hace
referencia a una forma muy sutil e insidiosa de maltrato psicológico, donde la persona que
agrede extirpa lentamente el criterio personal de su víctima, en una espiral de invalidación
que le hace dudar de sus propias percepciones, emociones y pensamientos; y al la víctima final
opta por apoyar y sostener su brújula en el otro: él es quien lo sabe todo, tiene la mente
más clara y no se siente tan vulnerable como ella.
Evidentemente, la persona implicada no se da cuenta de esta forma de actuar y cuando ve los
primeros síntomas lo justifica bien por la relación que tiene establecida con el otro, bien
por que tiende a confundirse por muestras de afecto y protección, cuando el objetivo es
justamente el contrario. Para cuando la persona quiere darse cuenta, ya está metida de lleno
en la intrincada tela de araña: se ha aislado de los demás, es el otro de quién se apoya y
siente que no tiene juicio ninguno. La dinámica se ha establecido, la relación se entiende
como algo exclusivo y dependiente y puede haber amor, pero no del bueno y sin que haya
un verdadero respeto y libertad.
Los efectos secundarios de está dinámicas son múltiples para la víctima; pensamientos e
imágenes intrusivas, hiperactivación fisiológica, estado de vigilancia constante, bajada
importantísima de la autoestima y el autoconcepto, confusión mental, aislamiento social y
apatía. En los casos más severos, puede haber incluso ideación suicida y autolesiones, y un
autosabotaje extremo (cualquier intento de hacer las cosas por sí mismo y respetando su
iniciativa, las sabotea ella misma sin remisión alguna).
Al ser una forma de maltrato y manipulación psicológica, es mediante el lenguaje, en forma
y en contenido, cómo atrapa a la persona en la espiral.  Esta dinámica se puede reproducir
en cualquier relación significativa, es decir, puede manifestarse en relaciones de amistad
y en diferentes relaciones familiares, y puede darse en ambos sexos. Aunque variadas, os
presentamos siete formas de neutralizar a la víctima, perpetuando su maltrato y dejándola
desprotegida.  Ser capaz de detectar los matices ayuda a poder darse cuenta y salir de
estas dinámicas. En ocasiones, la distancia es el arma más poderosa. Éstas son:
1. “Tienes un problema / necesitas ayuda”. Así, el agresor tenderá siempre a no responsabilizarse de
sus propias conductas, aduciendo que quien tiene el problema siempre es el otro, patologizando su
conducta y socavando su credibilidad. Cualquier tipo de duda es prueba de la enfermedad de la
víctima y no tiene derecho a mostrarla.
2. “Eres insegur@ y celos@”. También, el perpetrador de abusos irá plantando semillas al otro sobre
su seguridad en sí mismo y atractivo físico, haciendo comentarios explícitos e incluso
comparándola con alguien supuestamente con mayor atractivo. De otra forma, podrá incentivar un
“aura de deseabilidad” hacia otros pretendientes, haciendo conductas ambiguas y confundiendo a su
pareja. Sin embargo, cualquier petición de límite lo verá como problema del otro y no considerará
hacer cambio alguno, ni siquiera prestando atención a los sentimientos de su pareja.
3. “Eres demasiado sensible”. Otra forma de deslegitimar las peticiones y límites del otro es tildarlas
de distorsionadas y exageradas. En toda situación de maltrato, es irrelevante si la reacción es
exagerada o no, el maltrato actúa a muchos niveles y es importante escucharla y validarla.
4. “Era sólo una broma / ¡es sólo un chiste!”. El perpetrador enmascara con humor comentarios
invalidantes, minusvalorizantes o crueles aduciendo que es sólo es parte de su humor y eres tú quién
tiene el problema. El humor además se utiliza para probar los límites de la persona y la sitúa en
situaciones límites para probar su umbral de aguante, para ver qué puede permitir e ir aumentando
la intensidad y gravedad progresivamente.
5. “Olvídalo ya / no saques eso ahora”. En cualquier ciclo de abuso, es común que un abusador se
involucre en un ciclo de frío y calor en el que periódicamente arroje migajas de afecto para
mantenerlo enganchado y renovar la esperanza de regresar a la fase de “luna de miel.”, donde se
aparenta normalidad y se actúa como si nada hubiese ocurrido. En estas épocas, se insta a olvidar lo
sucedido y a centrarse en lo positivo para evitar procesar lo que sucede y seguir repitiendo la
dinámica una y otra vez, cada vez con más rapidez e intensidad.
6. “El problema eres tú, no soy yo”. Como ya hemos dicho, el perpetrador no asumirá las
consecuencias de su conducta y las desplazará en el otro. Él no se equivoca, y tenderá a demostrar y
a desarticular cualquier intento de duda, con ejemplos contundentes, que pondrá una importancia
capital y que tú no entender. Será la otra persona quién tendrá que hacer los cambios de conducta, a
veces negando su atención o cariño si no vuelve a “lo de antes”.
7. “Nunca dije eso/ estás inventándote o imaginando cosas”. En la forma más grave, se cuestiona lo
que realmente piensa y se dice y se cuestiona directamente su salud mental, evitando dar validez a
la evidencia y convenciendo a la víctima que lo que está diciendo o defendiendo es producto de su
imaginación, utilizando la negación y minimización constantes para anular sus creencias y
experiencias.
Resistir con la validación de la realidad de la víctima, permitiendo que gane conciencia del
problema y comparta sus experiencias con los demás, adoptando distancia y recursos
para neutralizar la influencia dañina del otro, permitirá la restricción y/o ruptura de la
relación si la relación está deteriorada y el grado de maltrato es intenso. Escuchar lo que
tenemos qué decir (tanto de nosotros como del otro) es el primer paso para la igualdad y
libertad en una relación.

Escrito por David Blanco Castañeda.

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