Está en la página 1de 10

La ley del hielo, una forma disfrazada de abuso psicológico

La famosa ley del hielo es un recurso muy utilizado por personas que aparentemente


gozan de un gran autocontrol y presumen de ser racionales antes que intuitivos . Al
mismo tiempo, corresponde no solo a una expresión de violencia pasiva, sino también a
un mecanismo disfrazado de abuso psicológico. Esto quiere decir que daña
profundamente a la persona sobre la que se aplica.
Se le llama ley del hielo a ese conjunto de comportamientos que tienen por objetivo
ignorar al otro. Se da en todo tipo de relaciones: pareja, amigos, padres e hijos,
familiares, etc. Implica la existencia de un conflicto previo. Sin embargo, en algunas
ocasiones, la víctima de este tipo de conductas ignora dicho conflicto, precisamente
porque el otro no se lo ha expresado abiertamente.
“El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia;
esto es la esencia de la humanidad”.
-William Shakespeare-
A la ley del hielo corresponden acciones como dejar de hablarle a alguien, no tomar en
cuenta lo que el otro dice o fingir que no se le escucha; tomar distancia y evitar la
compañía de determinada persona, como si estuviera contagiada de algo; pasar por alto
las peticiones o necesidades expresas y llevar a cabo cualquier conducta que tenga como
objetivo anular o invisibilizar a alguien.
Este tipo de comportamientos son bastante nocivos. No solo denotan inmadurez,
mezquindad y falta de inteligencia emocional, sino que también pueden causar graves
efectos en el otro. Constituyen un intento por controlar y vejar a los demás y no
representan nada positivo para una relación.
La ley del hielo puede causar estrés emocional y traumas
La persona a quien otro le aplica la ley del hielo puede llegar a
experimentar sentimientos negativos muy intensos. Piensa que Ignorar a alguien es
devaluarlo e incluso anularlo. Además, esto se torna más insano cuando todo se da en el
marco de un silencio duro y crudo, que la víctima no sabe finalmente interpretar.

Quien es ignorado, eventualmente se sumerge en sentimientos de tristeza que a veces


se convierten en depresión. También siente ira, miedo y culpa. Ignorar a una persona es
una forma de señalarla con el dedo, de acusarla, pero de manera implícita. Eso es
precisamente lo que convierte este mecanismo en una forma enfermiza de afrontar un
conflicto.
La víctima de este tipo de comportamientos también suele llenarse de angustia . No
termina de saber qué está haciendo mal o por qué exactamente se le trata de este modo.
Experimenta la situación como si hubiera perdido el control y esto origina un fuerte
estrés. De ahí que se le considere una forma de abuso en la que no hay gritos, ni golpes,
pero sí mucha violencia.

La ley del hielo genera también efectos físicos


Hay estudios que prueban que el sentimiento de estar siendo excluido o ignorado da
lugar a algunos cambios en el cerebro. Existe una zona llamada “corteza cingulada
anterior”, cuya función es la de detectar los diferentes niveles de dolor en el ser humano.
Pues bien, se comprobó que esta zona se activa cuando a alguien le aplican la ley del
hielo.
El resultado de esto es que también comienzan a aparecer síntomas físicos.  Es usual que
se presenten dolores de cabeza y problemas digestivos. También es frecuente la
aparición de insomnio y fatiga. Si la situación es muy severa y continuada, surgen
problemas más graves, como incremento de la presión arterial, diabetes e incluso
enfermedades como el cáncer.
El sistema autoinmune también se ve afectado, principalmente por las altas dosis de
estrés que provoca esta situación. Las consecuencias son más graves cuando quien aplica
la ley del hielo es una figura de poder, bien sea un maestro, un padre o un director.
Aprender a sortear este tipo de situaciones
A veces la ley del hielo se aplica entre dos personas que se tienen mucho afecto, como los
miembros de una pareja, grandes amigos, hermanos, etc. Algunos piensan que al
imponer ese régimen el otro va a cambiar algún comportamiento  o va a hacer que el
otro haga lo que ellos quieren que haga. Lo consideran casi una herramienta educativa.
Sin embargo, están muy equivocados. Ignorar al otro como una forma de castigo solo
destruye las relaciones.

Como muchas tácticas, en el fondo defensivas y frutos de la inseguridad, esta revela una
mala gestión de la comunicación. El silencio es sano cuando hay mucha exaltación y se
hace necesario hacer una pausa antes de agravar lo que sucede. Sin embargo, cuando se
usa como medio de control o de castigo se convierte en abuso.
Nadie debe permitir pasivamente ser ignorado por otro, al menos no sin tener una
explicación de su comportamiento. Tampoco nadie debe intentar resolver un conflicto a
través de la ley del hielo. Cuando hay un problema entre dos seres humanos, lo único
sano es buscar la manera de dialogar para encontrar soluciones. El silencio y la distancia
solo generan más equívocos y, al final, no solucionan absolutamente nada.

La ley del hielo: el maltrato del silencio

En el ámbito de la psicología se habla de «la ley de hielo» como una forma más de abuso
psicológico o maltrato por medio del silencio. Es un comportamiento que presentan algunas
personas en sus relacionales emocionales y que consiste en ignorar a la otra persona o sus
demandas/preguntas manteniéndose en silencio. Acostumbradas/os como estamos a formas
más evidentes y violentas de abuso y maltrato, a menudo es más difícil identificarlo ya que se
establece como un maltrato únicamente emocional.

La lista de comportamientos que podríamos considerar como maltrato emocional o psicológico


es, por desgracia, bastante larga. El silencio en la comunicación emocional con nuestra pareja
puede ser usado como un terrible arma de abuso psicológico. Esto ocurre a menudo cuando
una persona tiene todo el poder sobre la otra en una relación, y es consciente de su entrega
emocional. Es por eso que no solemos percibir este tipo de actitud como un mal-trato. Sin
embargo es importante y necesario difundir ese tipo de actitudes, lo que implican, y lo que
pueden llegar a dañar.

¿Cómo se aplica la «ley del hielo»?


 En este tipo de trato se ignoran las necesidades de otra persona con la que
tenemos un vínculo emocional lo cual no deja de ser expresión de una violencia
pasiva.
 Hay una clara actitud de indiferencia o frialdad hacia los sentimientos de la otra
persona y por tanto se le puede hacer mucho daño.
 Se menosprecian los sentimientos de la otra persona e incluso se les hace sentir
culpables por insistentes o demandar «demasiado amor.»
 El silencio ante situaciones donde se demanda una respuesta afectiva de algún
tipo durante un tiempo considerable es por tanto un mecanismo disfrazado de
abuso psicológico.
Este tipo de comportamiento suele presentarse cuando hay algún tipo de conflicto entre dos
personas. Sin embargo, lo que lo diferencia de un conflicto común o de un simple intento de
saber y controlar al otro/a es que la víctima ni siquiera sabe que existe tal conflicto.

Esta ausencia de comunicación es lo que produce un tipo de tortura real psicológica en la


víctima de esta ley del hielo.
Silencios, medias verdades y acertijos emocionales
Aunque exista comunicación a veces la información que recibe la otra persona es administrada
casi con cuenta gotas. Otras veces se hace de forma tan enrevesada o vaga que la obliga a
dudar constantemente de la veracidad emocional de aquello que se le dice.

Un típico ejemplo de esta situación es cuando la comunicación no es en persona y se usa la


comunicación virtual para evitar decir toda la verdad o para ocultar cuales son realmente
nuestros sentimientos.

Es entonces cuando se usan recursos como:


 responder con emoticonos en vez de con palabras o frases claras
 poner una excusa para tener que responder en ese momento y por tanto
 posponer la respuesta para más tarde o para hacerlo en persona. Esto puede que
nunca llegue a ocurrir o sólo si se sienten realmente obligados a ello por la
insistencia de la otra persona.
El uso frecuente de estos recursos es una clara evidencia de que nos encontramos ante
personas que tienen graves carencias emocionales como la empatía. Tal y como verifica el
psicólogo Sergio de Dios González, » Este tipo de comportamientos son bastante nocivos. No
solo denotan inmadurez, mezquindad y falta de inteligencia emocional, sino que también
pueden causar graves efectos en el otro. Constituyen un intento por vejar a los demás y no
representan nada positivo para una relación.»

La tortura de la indiferencia: «Es como un bloque de hielo»


“El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia; esto
es la esencia de la humanidad”.
-WILLIAM SHAKESPEARE-
Ignorar a alguien o condenarle al silencio durante horas, o días puede ser una auténtica tortura
psicológica. La otra persona no sabe realmente qué pasa por la mente del «insensible.» Es muy
fácil caer en un bucle de culpa intentando encontrar explicación a los silencios. Al permanecer
con la duda sobre lo que ocurre en el corazón del otro, la víctima sufre básicamente por una
simple falta de comunicación.

Las razones del silencio y la distancia emocional

Cuando la víctima insiste en la necesidad de tener comunicación emocional pueden empeoran


las cosas. Ello es debido a que la persona que intenta ignorar o hacer un vacío emocional
temporal se sentirá amenazado. También puede sentirse forzado a dar una respuesta que muy
probablemente está intentando evitar. Las razones pueden ser muy variadas y oscilan entre
 inseguridad o falta de desarrollo emocional,
 bloqueos por fracasos en relaciones anteriores,
 miedo al compromiso o
 puro interés por mantener una relación que le aporta (sexual o emocionalmente) y
donde se encuentra en una situación de poder.
La ley del hielo es un recurso muy utilizado por personas que aparentemente parecen ser muy
racionales con gran nivel de autocontrol. Son personas reflexivas que analizan y dan vueltas a
una situación para buscar argumentos que justifiquen su comportamiento de frialdad
emocional hacia quien les ama. Realmente el problema es otro.

La ley del hielo es una evidencia de problemas o inmadurez emocional


Realmente cuando alguien intenta crear una distancia física o emocional con otra persona con
la que tiene un vínculo afectivo está evidenciando un problema. Así demuestra que tiene
una debilidad en sus relaciones afectivas o inseguridad con respecto a sus propios
sentimientos. Le cuesta establecer un vínculo afectivo con otra persona. En definitiva
presenta inmadurez o discapacidad emocional para poder tener una relación sana basada en
la comunicación y el afecto mutuo.
El tipo de personas que ejercen la ley del hielo sobre otras suelen ser con frecuencia descritos
como «insensibles,» manipuladores/as, fríos/as, calculadores/as, enrevesados/as, etc. Suelen
tener unas duras corazas emocionales que les impiden no sólo enamorarse o comprometerse
sino también bloquean a otras personas para que lleguen hasta ellos/as.
En una relación abusiva (consciente o inconsciente por parte del que maltrata), la otra persona
suele negarse al diálogo, lo pospone o intenta evitarlo. A veces es una cuestión de ganar
tiempo debido a inseguridades emocionales propias. Otras veces se hace para evitar un
compromiso y al mismo tiempo evitar terminar la relación y privarse de lo que ésta le aporta.
Es decir, mantener lo mejor de ambos mundos: el de tener pareja que te quiere y se desvive
por ti, y el de la independencia emocional.

El silencio como arma y escudo


La persona que sufre el silencio o se siente ignorada en sus demandas o preguntas sobre la
relación pueda llegar a la depresión nerviosa. A pesar de ello, quien pone en práctica ese
silencio o distancia intentará encontrar la manera de hacerla sentir culpable de la situación.
Buscará razones más o menos fundadas que justifiquen su comportamiento. Intentará así
ocultar las verdaderas razones del vació emocional al que están sometiendo a la otra persona.
Estas razones siempre señalan a la víctima como culpable por tener un punto de vista erróneo
o diferente. Es más, éste último/a puede incluso erigirse como víctima de un posible acoso. Sin
embargo, no puede ser acoso cuando la relación continúa de forma libre.

La victima de la ley del hielo puede llegar a caer en una proceso de destrucción de su propia
autoestima. Puede sufrir de impotencia y de fuerte dolor emocional al ver que siempre recibe
un refuerzo negativo.

Una forma disfrazada de abuso psicológico


Básicamente se acostumbra a que siempre se encuentre con un muro o distancia emocional
del que además es acusada/o de haberlo provocado por su insistencia. En estos casos si la
relación continúa por ambas partes voluntariamente, está claro que hay un desequilibrio de
poder donde el sufrimiento emocional está servido.
Este tipo de comportamientos dañan mucho a la otra persona. Es por ello que la ley del hielo
es considerada como una forma de abuso psicológico. Si alguien que nos importa actúa de
ese modo, toda una serie de emociones negativas nos irán acompañando a lo largo de todo un
proceso de conflicto. Este conflicto será difícil de gestionar mientras perdure la falta de dialogo
y comunicación. De este modo te volverás loca/o y el problema se agrandará cada vez más. 
El silencio utilizado con malas intenciones es una arma muy poderosa que tiene como
finalidad controlar, abusar, castigar, y humillar al otro.
Efectos de la ley del hielo
-Causa estrés emocional y traumas: El hecho de ignorar a alguien puede llegar a hacer que el
otro experimente sentimientos negativos muy intensos de devaluación e incomprensión al no
saber interpretar el porqué de ese silencio. 
-Sentimientos de tristeza y/o depresión: Cuando ignoras a una persona estas de una forma
disfrazada y encubierta acusándola de manera implícita y directa. Para esa persona la relación
se convierte en tóxica y dolorosa.
-Sentimientos de ira, miedo y culpa: Estos sentimientos se deben a la angustia de no saber a
qué se debe la situación o qué se está haciendo mal. Además el no ser tenido en cuenta se
experimentan sentimientos de indefensión.
-Estrés psicológico: Junto con la montaña rusa emocional anterior no sólo se destruye el
sentido de la autoestima y el sentido de la propia valía, sino que también se observan
aumentos en los niveles de estrés, lo que deriva en tristeza, pérdida, extravío, y abandono
llegando la víctima a sentir que no tiene control de la situación.
-Cambios en el cerebro: De acuerdo con los últimos estudios realizados, “la ley del hielo”
puede provocar cambios en el cerebro, en concreto, en la corteza cingulada anterior, cuya
función es la de detección de los diferentes umbrales de dolor en el ser humano. El hecho de
ser excluido e ignorado hace que esta zona cerebral se active cuando a alguien se le aplica la
ley de hielo.

Buscar ayuda o dejarse ayudar


Si te están aplicando este tipo de tortura todo el poder para salir de esta situación está en
manos de la otra persona. Lo único que puedes hacer es intentar hablarlo con calma aún a
riesgo de que entonces te culpe por insistir, cosa que suele pasar.

La persona que utiliza el silencio como arma o escudo puede que no sea consciente de que hay
silencios sanos y necesarios. No obstante, también hay otro tipo de silencios hostiles a los que
hay que poner freno. Está claro que nadie puede obligar a nadie a hablar, y más si una de las
dos partes no quiere. Si es tu caso, deberías ser consciente de que tu comportamiento se
considera abuso psicológico. Además, la otra parte puede sufrir graves consecuencias a nivel
de salud física y mental.

Sea cual sea tu posición en este tipo de conflictos lo importante es que haya voluntad
de acercamiento y comunicación por ambas partes. Un conflicto no resuelto no se volverá
inexistente por el hecho de que una de las dos partes lo ignore; pero la ley del hielo, sin duda,
empeorará la situación. Y la persona que se siente ignorada sufre ese silencio como un mar de
dudas y preguntas que puede ser peor que una tortura física.

Por tanto, seas hombre o mujer, la clave reside en saber detectar y cortar de raíz ese tipo de
comportamientos. El aguante de cada uno/así que dependerá del nivel de autoestima,
dependencia emocional, experiencias previas, circunstancias personales y determinados
rasgos de personalidad.

El silencio como castigo


Dejar de hablar a alguien es un método muy efectivo de castigo emocional. Es una
herramienta utilizada por ciertas personas como método de expresar su enfado. En ocasiones
el silencio como castigo se lleva a cabo para conseguir que la otra persona acabe aceptando
nuestros deseos. Acaba convirtiéndose en si en una manipulación emocional. Es el silencio
como castigo.
Lo ideal cuando se produce algún conflicto es hablarlo. Es de ese modo cómo se soluciona
todo. Pero el dejar de hablar a la otra persona, lo único que se consigue es introducir más
tensión a la problemática, y que la otra persona acabe sometiéndose si quiere arreglar las
cosas.
El silencio como castigo no deja de ser una lucha de poder. Con ese silencio la persona
manipuladora intenta someter a su víctima, cuya autoestima baja no soporta que la persona
que quiere le deje de hablar. Con ese tipo de silencio no se consiguen arreglar los conflictos,
sino el sometimiento de los demás.

Como bien pensarás, el silencio como castigo es una actitud infantil, pero a la persona
manipuladora le sirve para doblegar las voluntades de los demás. De ese modo tendrá a
personas capaces de hacer lo que sea por no obtener su silencio de ellas.

¿Por qué castigar con el silencio?


Existen diversas argumentaciones a la hora de defender el silencio como castigo, y que eso sea
válido. Lo que se busca en estos actos es castigar a la otra persona, y así que
entienda nuestros reproches. ¿Por qué se emplea el silencio?:

 Es mejor dejar de hablar a alguien con tal de evitar una discusión donde haya
insultos.
 Cuando la otra persona es incapaz de escuchar, y con el silencio se propicia que
la otra persona llegue a hacer caso.
 Hasta que la otra persona se disculpe. Con el silencio puede ser una
herramienta muy efectiva para doblegar a los demás.
 Para hacer que la otra persona ceda. Ya que la persona manipuladora no está
dispuesta a ceder.

En todos los casos, el silencio se sitúa para el manipulador emocional, como la mejor táctica
para hacer ceder a la otra persona, y conseguir todo lo que desea. El silencio como castigo es
un método nefasto para la resolución de problemas, ya que no los resuelve, sino que se
somete a la parte más débil del propio conflicto.

El silencio como castigo como manipulación


El silencio en si puede tener miles de significados. Muchos de ellos tienen un carácter violento
y manipulativo. Dejar de hablar a alguien es asumir un perfil pasivo-agresivo. Es decir, se está
violentando a la otra persona sosteniendo una actitud pasiva.

Este tipo de acciones son tan agresivas, y hacen tanto daño en la persona a la que va dirigido,
como la agresión directa. El silencio es tan nocivo porque se convierte en algo que es
susceptible a cualquier tipo de interpretación.

Cuando alguien opta por el silencio para resolver cualquier conflicto tiene como expectativa
directa, someter a la otra persona. Que ésta ceda y al final la persona manipuladora se salga
con la suya.

El silencio es distancia, y ésta no es jamás buena aliada para aclarar o resolver cualquier
conflicto.  Así que quien opta por el silencio como castigo quiere imponer su criterio respecto
a la otra persona.
El silencio como castigo como método de maltrato
Cuando se ejerce el silencio como castigo se convierte éste en una herramienta cómplice del
maltratador. Es de ese modo como ejerce su poder. El silencio que perpetúa es capaz de
doblegar a las personas débiles que quiere someter.

Cuando una persona maltratadora utiliza el silencio, y le funciona, siempre la empleará. Sabe


que con ese silencio pude conseguir de sus víctimas todo aquello que desea alcanzar, y sólo
debe tomar una actitud pasiva.

También el silencio se convierte en el aliado del maltratador, cuando una vez que se cierra la
puerta de su casa, dispone de su víctima a su antojo. Si consigue que ella sea incapaz de
romper su silencio y no denunciarle, podrá hacer con ella aquello que quiera.

Por tanto, de una forma u otra, el silencio malintencionado puede ser una arma letal y
efectiva capaz de someter a cualquier víctima. El silencio jamás debe ser un castigo, ni
utilizado para silenciar las agresiones.

El silencio dosificado
Este tipo de silencio es otra forma efectiva de agresión pasiva. Es un silencio como castigo de
igual modo, pero se definiría como la capacidad de controlar una comunicación, en la que el
silencia ejerce un papel esencial, y tiene como objetivo principal, debilitar a la otra persona.

No sólo se manipula mediante la palabra como ya hemos visto, sino que por medio de
silencios podemos alcanzar de la otra persona lo que queramos. Es una táctica efectiva, capaz
de ser empleada sin que la víctima no perciba tal manipulación emocional.

El silencio es aplicado en estos casos estratégicamente. Es un tipo de manipulación emocional


donde se mezcla el acercamiento con la lejanía que proporciona el silencio. La persona
manipuladora es quien marca el ritmo dela comunicación, de ese modo se garantiza tener el
poder respecto a la otra persona.

Cómo se ejerce el silencio dosificado


Este tipo de silencio se manifiesta de muchas formas. Una de las más frecuentes es cuando  se
deja hablar a la otra persona con la intención de estudiarla y sondearla, y de ese modo poder
manipularla posteriormente. Decir que no toda persona que te deje hablar lo hace por
manipularte. Cuando una persona oculta una intención, podemos desenmascararla teniendo
en cuenta diferentes signos. Por ejemplo: el hecho de que hablará poco de sí misma, o lo hará
con evasivas.

Otra de las formas más frecuentes de silencio dosificado, es romper la comunicación con la
otra persona con cualquier excusa como, por ejemplo: contestar una llamada, o recoger algún
objeto. Una vez rota la comunicación, la retomará de forma inesperada. Esto se produce por el
deseo de manejar la conversación y llevarla por donde quiere la persona manipuladora. Si le
recriminas su comportamiento, dirá que son impresiones tuyas, que estás equivocándote.
También existe un silencio dosificado cuando una de las partes censura a la otra persona
sobre ciertos temas. Es decir, sólo se puede mantener las conversaciones que el manipulador
quiere por un motivo u otro.

Una última forma de silencio dosificado lo encontramos en el hecho de guardarse información


a la otra persona con tal de poder manipularla, y que está no le descubra sabiendo la verdad
de lo ocurrido. Pero es un método de poder, y sólo dar a la víctima la información que ellos
quieren e interesa.

El silencio es poder
Hay que distinguir entre el silencio manipulativo y el silencio espontáneo. Y la diferencia
sólo está en el propósito. Mientras que, en el silencio normal, no se persigue ninguna meta, el
silencio manipulativo busca someter a la otra persona.

Es cierto que existen personas tímidas que le resulta muy complicado relacionarse y
expresarse adecuadamente. Pero quien utiliza el silencio como método de manipulación no
lo hace por timidez, sino por poder, y eso siempre se acaba notando.

La persona manipulativa maneja la comunicación y los silencios a su antojo. Estudia a su


víctima, y sabe cómo conseguir manipularla. Por ese motivo debemos aprender a distinguir
entre un silencio provocado y cual no lo es.

El silencio sano
Todos sabemos que hay situaciones que debemos callar, ya sea por evitar hacer daño a la otra
persona, o porque estemos muy exaltados, o quizás no sea el momento adecuado. Son
motivaciones sanas del empleo del silencio. Se busca en estos casos, no agravar una
problemática.

Hay circunstancias que es mejor callar. Son decisiones inteligentes, y prudentes. Para manejar
esos silencios se requiere una cierta madurez emocional. Es decir, la experiencia nos enseña
que en ciertos momentos es mejor no decir nada.

El silencio en estos casos es sano. Se busca mejores condiciones para poder conversar. No
busca hacer daño ni manipular a nadie. Al final este tipo de comunicación toxica no lleva a
ninguna parte. La persona manipuladora tarde o temprano es desenmascarada y todo su
manejo de los silencios, y de la propia comunicación no servirán para nada. Así que, si utilizas
el silencio, que no sea un silencio como castigo, sino un silencio maduro y sano.
¿Te castigan con silencio? explicamos qué hacer
Conocido como la Ley del Hielo, el castigo de silencio es una forma de violencia psicológica en
las relaciones interpersonales. Qué hacer si estás siendo víctima de la indiferencia. Es cierto
que en la vida nos enfrentamos a situaciones en donde el silencio es nuestro mejor aliado. Ya
sea para no lastimar al otro o para no salir lastimados nosotros, siempre es mejor contar hasta
diez – o hasta cien- antes de decir lo mal que pensamos. Este silencio sano, es una muestra de
la propia madurez emocional.
Sin embargo, en la mayoría de las situaciones de pareja, el diálogo respetuoso es la mejor
manera de resolver los conflictos.
El silencio pasivo – agresivo

Si eres tú quien suele echar de mano del castigo del silencio, debes saber que ésta es
una manera pasiva – agresiva de enfrentar las situaciones. Además de ser inútil, ya
que no resuelve los problemas y peor aún, puede acarrear consecuencias
irremediables.
La guerra fría psicológica como método de acabar -o ni siquiera empezar una
discusión- es una táctica unilateral y tirana de parte de quien aplica el silencio.
Esta práctica a primera vista infantil, no es más que una manipulación encubierta,
toda vez que se justifica con frases como “me alejo para no entrar en discusiones
acaloradas” o “mejor me callo porque si hablo voy a arrepentirme”, o “ni te ignoro”.
Cuando no admitimos más palabras del otro estamos cortando radicalmente la
posibilidad de aclarar malentendidos, puntos de vista, opiniones, enojos o reclamos.

Es a la misma vez una muestra de debilidad y de abuso de poder de parte de quien


calla. Aunque parezca lo contrario, el silencio como castigo conlleva un alto nivel
de violencia con el otro, sea en las relaciones de pareja o interpersonales.

¿Qué callamos y por qué?


El silencio es una espina que se clava internamente y con el correr del tiempo y la acumulación
de castigos silenciosos, el rencor no hace más que acrecentarse.
Puede que creamos que es mejor el silencio para no escalar niveles de violencia o enojos en la
relación, que lo “dejemos pasar” para mantener la paz de la pareja.
Sin embargo cuando los castigos de silencio se convierten en una práctica habitual estamos
frente a un problema que esconde otros:
 Callamos lo que nos molesta de la relación por miedo a que nos dejen
 Callamos lo que envidiamos del otro por nuestra baja autoestima
 Callamos lo que quisiéramos compartir con el otro por miedo a la reprobación
Estas prácticas tienen relación directa con las características personales de quien las practica.
Estas suelen ser:
 Intolerancia a la réplica
 Conductas tiranas
 Competencia permanente
 Uso abusivo del poder (en la pareja o en cualquier relación)
 Tendencia a la manipulación para conseguir objetivos
Si me aplican el castigo de silencio ¿Qué hago?
Desde que nacemos los seres humanos necesitamos establecer conexiones emocionales con el
entorno afectivo. Esta necesidad se acrecienta a medida que vamos creciendo y se mantiene
durante el resto de nuestra vida. Con el reconocimiento y el apoyo emocional del
otro construimos la propia identidad. 
Cuando la persona que tenemos al lado nos aplica la "Ley del Hielo", es decir que nos ignora o
no nos habla a pesar de seguir conviviendo en el mismo espacio, puede que las bases
emocionales sobre las que nos sostenemos empiecen a tambalear. 
Si la persona agredida por parte de su pareja, sus hijos o su entorno más cercano experimenta
estas situaciones con frecuencia, comienza a sentirse en un estado de indefensión y de vacío
que terminan devastándola. Empieza a creer que no es digna de la atención, el cariño y el
respeto del otro que la ignora constantemente. Se convierte en víctima de 
 Frustración
 Baja autoestima
 Falta de implicación del otro
 Frialdad emocional
 Confusión
 Autoculpabilidad
 Incomprensión
 Depresión
Algunos consejos para romper el silencio
Si estás del otro lado del castigo de silencio, la tarea de romper esa indiferencia agresiva es
igual de difícil. 
 Practica la tolerancia con el otro.
 Dale un tiempo prudencial para calmar los ánimos luego de una discusión.
Medio día es más que suficiente.
 Escribe en un papel que quieres conversar y déjalo donde pueda verlo a solas.
 Pídele sentarse a dialogar mientras comparten un desayuno o una merienda.
 Habla con cariño y respeto. 
 Sé paciente si a la primera no quiere ni sentarse.
 Insiste.
Sin embargo, estos consejos no deben hacerte olvidar que la víctima eres tú. Mientras tanto,
reflexiona a solas acerca de la autopercepción de tu persona. Es decir revisa tu autoestima.
Un profesional especializado puede ayudarte a ver aspectos de ti mismo/a que no logras
percibir en un entorno de violencia psicológica, es decir cuando tu vida se desarrolla a merced
del capricho del otro de aplicarte una y otra vez el castigo de silencio.

También podría gustarte