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Como muchas tácticas, en el fondo defensivas y frutos de la inseguridad, esta revela una
mala gestión de la comunicación. El silencio es sano cuando hay mucha exaltación y se
hace necesario hacer una pausa antes de agravar lo que sucede. Sin embargo, cuando se
usa como medio de control o de castigo se convierte en abuso.
Nadie debe permitir pasivamente ser ignorado por otro, al menos no sin tener una
explicación de su comportamiento. Tampoco nadie debe intentar resolver un conflicto a
través de la ley del hielo. Cuando hay un problema entre dos seres humanos, lo único
sano es buscar la manera de dialogar para encontrar soluciones. El silencio y la distancia
solo generan más equívocos y, al final, no solucionan absolutamente nada.
En el ámbito de la psicología se habla de «la ley de hielo» como una forma más de abuso
psicológico o maltrato por medio del silencio. Es un comportamiento que presentan algunas
personas en sus relacionales emocionales y que consiste en ignorar a la otra persona o sus
demandas/preguntas manteniéndose en silencio. Acostumbradas/os como estamos a formas
más evidentes y violentas de abuso y maltrato, a menudo es más difícil identificarlo ya que se
establece como un maltrato únicamente emocional.
La victima de la ley del hielo puede llegar a caer en una proceso de destrucción de su propia
autoestima. Puede sufrir de impotencia y de fuerte dolor emocional al ver que siempre recibe
un refuerzo negativo.
La persona que utiliza el silencio como arma o escudo puede que no sea consciente de que hay
silencios sanos y necesarios. No obstante, también hay otro tipo de silencios hostiles a los que
hay que poner freno. Está claro que nadie puede obligar a nadie a hablar, y más si una de las
dos partes no quiere. Si es tu caso, deberías ser consciente de que tu comportamiento se
considera abuso psicológico. Además, la otra parte puede sufrir graves consecuencias a nivel
de salud física y mental.
Sea cual sea tu posición en este tipo de conflictos lo importante es que haya voluntad
de acercamiento y comunicación por ambas partes. Un conflicto no resuelto no se volverá
inexistente por el hecho de que una de las dos partes lo ignore; pero la ley del hielo, sin duda,
empeorará la situación. Y la persona que se siente ignorada sufre ese silencio como un mar de
dudas y preguntas que puede ser peor que una tortura física.
Por tanto, seas hombre o mujer, la clave reside en saber detectar y cortar de raíz ese tipo de
comportamientos. El aguante de cada uno/así que dependerá del nivel de autoestima,
dependencia emocional, experiencias previas, circunstancias personales y determinados
rasgos de personalidad.
Como bien pensarás, el silencio como castigo es una actitud infantil, pero a la persona
manipuladora le sirve para doblegar las voluntades de los demás. De ese modo tendrá a
personas capaces de hacer lo que sea por no obtener su silencio de ellas.
Es mejor dejar de hablar a alguien con tal de evitar una discusión donde haya
insultos.
Cuando la otra persona es incapaz de escuchar, y con el silencio se propicia que
la otra persona llegue a hacer caso.
Hasta que la otra persona se disculpe. Con el silencio puede ser una
herramienta muy efectiva para doblegar a los demás.
Para hacer que la otra persona ceda. Ya que la persona manipuladora no está
dispuesta a ceder.
En todos los casos, el silencio se sitúa para el manipulador emocional, como la mejor táctica
para hacer ceder a la otra persona, y conseguir todo lo que desea. El silencio como castigo es
un método nefasto para la resolución de problemas, ya que no los resuelve, sino que se
somete a la parte más débil del propio conflicto.
Este tipo de acciones son tan agresivas, y hacen tanto daño en la persona a la que va dirigido,
como la agresión directa. El silencio es tan nocivo porque se convierte en algo que es
susceptible a cualquier tipo de interpretación.
Cuando alguien opta por el silencio para resolver cualquier conflicto tiene como expectativa
directa, someter a la otra persona. Que ésta ceda y al final la persona manipuladora se salga
con la suya.
El silencio es distancia, y ésta no es jamás buena aliada para aclarar o resolver cualquier
conflicto. Así que quien opta por el silencio como castigo quiere imponer su criterio respecto
a la otra persona.
El silencio como castigo como método de maltrato
Cuando se ejerce el silencio como castigo se convierte éste en una herramienta cómplice del
maltratador. Es de ese modo como ejerce su poder. El silencio que perpetúa es capaz de
doblegar a las personas débiles que quiere someter.
También el silencio se convierte en el aliado del maltratador, cuando una vez que se cierra la
puerta de su casa, dispone de su víctima a su antojo. Si consigue que ella sea incapaz de
romper su silencio y no denunciarle, podrá hacer con ella aquello que quiera.
Por tanto, de una forma u otra, el silencio malintencionado puede ser una arma letal y
efectiva capaz de someter a cualquier víctima. El silencio jamás debe ser un castigo, ni
utilizado para silenciar las agresiones.
El silencio dosificado
Este tipo de silencio es otra forma efectiva de agresión pasiva. Es un silencio como castigo de
igual modo, pero se definiría como la capacidad de controlar una comunicación, en la que el
silencia ejerce un papel esencial, y tiene como objetivo principal, debilitar a la otra persona.
No sólo se manipula mediante la palabra como ya hemos visto, sino que por medio de
silencios podemos alcanzar de la otra persona lo que queramos. Es una táctica efectiva, capaz
de ser empleada sin que la víctima no perciba tal manipulación emocional.
Otra de las formas más frecuentes de silencio dosificado, es romper la comunicación con la
otra persona con cualquier excusa como, por ejemplo: contestar una llamada, o recoger algún
objeto. Una vez rota la comunicación, la retomará de forma inesperada. Esto se produce por el
deseo de manejar la conversación y llevarla por donde quiere la persona manipuladora. Si le
recriminas su comportamiento, dirá que son impresiones tuyas, que estás equivocándote.
También existe un silencio dosificado cuando una de las partes censura a la otra persona
sobre ciertos temas. Es decir, sólo se puede mantener las conversaciones que el manipulador
quiere por un motivo u otro.
El silencio es poder
Hay que distinguir entre el silencio manipulativo y el silencio espontáneo. Y la diferencia
sólo está en el propósito. Mientras que, en el silencio normal, no se persigue ninguna meta, el
silencio manipulativo busca someter a la otra persona.
Es cierto que existen personas tímidas que le resulta muy complicado relacionarse y
expresarse adecuadamente. Pero quien utiliza el silencio como método de manipulación no
lo hace por timidez, sino por poder, y eso siempre se acaba notando.
El silencio sano
Todos sabemos que hay situaciones que debemos callar, ya sea por evitar hacer daño a la otra
persona, o porque estemos muy exaltados, o quizás no sea el momento adecuado. Son
motivaciones sanas del empleo del silencio. Se busca en estos casos, no agravar una
problemática.
Hay circunstancias que es mejor callar. Son decisiones inteligentes, y prudentes. Para manejar
esos silencios se requiere una cierta madurez emocional. Es decir, la experiencia nos enseña
que en ciertos momentos es mejor no decir nada.
El silencio en estos casos es sano. Se busca mejores condiciones para poder conversar. No
busca hacer daño ni manipular a nadie. Al final este tipo de comunicación toxica no lleva a
ninguna parte. La persona manipuladora tarde o temprano es desenmascarada y todo su
manejo de los silencios, y de la propia comunicación no servirán para nada. Así que, si utilizas
el silencio, que no sea un silencio como castigo, sino un silencio maduro y sano.
¿Te castigan con silencio? explicamos qué hacer
Conocido como la Ley del Hielo, el castigo de silencio es una forma de violencia psicológica en
las relaciones interpersonales. Qué hacer si estás siendo víctima de la indiferencia. Es cierto
que en la vida nos enfrentamos a situaciones en donde el silencio es nuestro mejor aliado. Ya
sea para no lastimar al otro o para no salir lastimados nosotros, siempre es mejor contar hasta
diez – o hasta cien- antes de decir lo mal que pensamos. Este silencio sano, es una muestra de
la propia madurez emocional.
Sin embargo, en la mayoría de las situaciones de pareja, el diálogo respetuoso es la mejor
manera de resolver los conflictos.
El silencio pasivo – agresivo
Si eres tú quien suele echar de mano del castigo del silencio, debes saber que ésta es
una manera pasiva – agresiva de enfrentar las situaciones. Además de ser inútil, ya
que no resuelve los problemas y peor aún, puede acarrear consecuencias
irremediables.
La guerra fría psicológica como método de acabar -o ni siquiera empezar una
discusión- es una táctica unilateral y tirana de parte de quien aplica el silencio.
Esta práctica a primera vista infantil, no es más que una manipulación encubierta,
toda vez que se justifica con frases como “me alejo para no entrar en discusiones
acaloradas” o “mejor me callo porque si hablo voy a arrepentirme”, o “ni te ignoro”.
Cuando no admitimos más palabras del otro estamos cortando radicalmente la
posibilidad de aclarar malentendidos, puntos de vista, opiniones, enojos o reclamos.