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Ana Paula Rosas Avilés

Arte, expresión humana y comunidad

El beso- Gustav Klimt

La obra “El beso” fue pintada en 1908 por Gustav Klimt, artista austriaco perteneciente
a la corriente artística del simbolismo, la cual es contemporánea al art Nouveau. Es
una obra pintada con óleo, pan de oro y estaño sobre lienzo. Además, emplea las
técnicas de los frescos y mosaicos. Sus dimensiones son 180 cm x 180 cm.

Gustav vivía en la Viena de finales del siglo XIV dónde vivía una burguesía de
ascenso, la decadencia del Imperio austro-húngaro. La nueva cultura se mezclaba
con el auge de la libertad sexual y forman un caldo de cultivo perfecto para la
creatividad plural.

Para pintar esta pieza, el autor se inspiró en los fondos pintados con oro de los
mosaicos bizantinos de la Iglesia de San Vitale en Ravena, Italia, y de sus acabados.
Asimismo, el fondo del cuadro El beso da la sensación de atemporalidad y crea, a su
vez, un marco que da la sensación de que los amantes están flotando en el espacio
dorado.

Los amantes representan la conexión de energías opuestas. El hombre muestra un


contraste blanco y negro, binario, y muestra su voluntad seductora al atraer a la mujer
hacia sus brazos. La mujer equilibra esta energía con su cariño, calor y color que se
retroalimenta de la ‘madre naturaleza’ a través de los hilos de flores saliendo de sus
pies.
El violinista-Oswaldo Guayasamín

La obra fue pintada en 1967 por el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Es una pieza
de arte humanista, expresionista, propia del realismo social de la época. Utiliza la
técnica de óleo sobre tela, sus dimensiones son 40 cm x 80 cm. Por otra parte, el
autor buscaba representar en sus obras el arte ligado al dolor del hombre. En ella
expresa sensaciones más agrias, de tristeza o de desesperación, es lo que expresan
unas manos a través de sus gestos.

La realidad que lo tocó vivir fue realmente cruel, de lucha del hombre contra sí mismo,
en los campos de concentración, bombas atómicas, guerras civiles y mundiales que
arrastraron una cadena inacabable de sufrimientos. Esas monstruosidades cometidas
por el hombre, o sobre él, fueron la causa determinante de sus pinturas. Su legado
fue un recuerdo vibrante de esa crueldad del individuo contemporáneo para el que
deseaba nuevas formas de vida.

Como ecuatoriano, plasmó todos los dolores de una raza golpeada, machacada pero
capaz de resucitar de entre sus tinieblas. Empezó con la temática indigenista a la que
dedicó una larga serie de más de cien obras titulada Huacayñán (camino del llanto)
de 1945-52. Serie que lo catapultó a la plástica mundial por su actitud implacable y
feroz con la tragedia de centurias de explotación a los indios, su raza.
El grito- Edvard Munch

“El grito” es una pintura al óleo que Edvard Munch pintó en 1893. Utiliza la técnica
mixta de óleo y pastel sobre cartón, sus dimensiones son 91 cm x 73,5 cm. Es una
obra considerada parte del expresionismo de la época, la cual es una corriente en la
que prima la expresión de los sentimientos y las emociones del artista, por encima de
la representación objetiva de la realidad. Sus obras reflejan temas como la angustia,
la soledad, la muerte, el amor y el erotismo.

Según el libro de Paul Hodin, “la Bohemia de Cristiania era el portavoz de la protesta
individual contra la hipocresía de una falsa moral.” De hecho, Munch perteneció a esta
Bohemia porque el luchaba por el ideal de una sociedad honesta y vigorosa, además
de defender la liberación social sometiendo los valores recibidos a una crítica
despiadada.

Gracias a las diagonales y las líneas onduladas (así como por la diferencia de tamaño
entre las figuras) se tiene una fuerte sensación de espacio que nos lleva desde el
primer plano hasta el fondo sin puntos intermedios, comunicando así figura con fondo
y creando un cierto desasosiego a la hora de contemplar la escena, llevándonos con
movimientos rápidos de un lugar a otro. (Perspectiva acelerada).

Sobre todo, la del primer término está deformada a través de constantes curvas,
dándole un aspecto de llama. Por otra parte, se prescinde de todo tipo de detalles,
siendo muy esquemática la realización de la cara o manos.

Asimismo, hay una fuerte contraposición entre las líneas diagonales de la zona
izquierda y las ondulaciones constantes de la derecha. Tanto unas como otras
dinamizan la representación, haciendo moverse al ojo constantemente por toda la
superficie del lienzo.

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