Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
divino?
INTRODUCCIÓN
“Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos,
volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos,
exhortándoles a que permaneciera en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través
de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:21-22, RVR
1960).
Estas cifras revelan aspectos curiosos de los cuales podemos deducir, por ejemplo,
que en comparación con 2019, en 2020 se presentó un crecimiento porcentual de
deserción de miembros de la iglesia; para ser más exactos, hubo un aumento de 4
puntos porcentuales en cotejo con 2019. Es entendible el incremento debido a las
dificultades que se presentaron alrededor de todo el mundo, pero cabe recalcar
que no se tenía provisión de alguna estrategia para mitigar este efecto; esto nos
lleva a reflexionar sobre posibles estrategias que deben desarrollarse e
implementarse para la retención del nuevo creyente. El presente material busca
resaltar la importancia de la consolidación y retención a través de la inspiración, y a
su vez, dar recomendaciones y herramientas que consoliden las creencias tanto de
los hermanos antiguos como de los recién bautizados, llevando a cada uno a
entender su papel en el desarrollo del evangelio y el trascendental aporte que
puede realizar a la obra redentora.
• 18% Yo no encajo.
• 7% Actitudes legalistas.
• 4% Bajos estándares.
Es aquí donde el mensaje que Jesús nos deja por medio de la parábola de la oveja
perdida debe tener un mayor significado para nosotros, pues quienes se han
perdido lejos del Señor siguen necesitando ser alcanzados; ellos continúan siendo
importantes para Dios dentro de su plan de salvación. “Se acercaban a Jesús todos
los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban,
diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. Entonces él les refirió esta
parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una
de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta
encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a
casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he
encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el
cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no
necesitan de arrepentimiento” (Lucas 15:1-7, RVR1960).
Si damos inicio viendo con detenimiento el texto del evangelio de Mateo, en el cual
se narra el momento cuando Jesús nos da la orden sobre la Gran Comisión, no sería
correcto resaltar solamente la tarea de bautizar si no se les da el protagonismo a
las expresiones “haced discípulos” y “enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado”, pues claramente se ve que después del bautismo la labor
continúa. Si no, llegaremos a perder el sentido de la misión dejada por nuestro
Salvador. White (1994) comenta lo siguiente: “No es solamente por la predicación
cómo ha de hacérselo. Se necesita mucho menos predicación. Más tiempo debe
dedicarse a educar pacientemente a los demás, dando a los oyentes la oportunidad
de expresarse. Es instrucción lo que muchos necesitan, línea sobre línea, precepto
sobre precepto, aquí un poco y allá otro poco” (Ev 248.5).
A su vez, White (1994) menciona la tarea que tenemos como líderes de iglesia:
“Hay que preocuparse cuidadosamente de la educación de los recién convertidos.
No hay que dejarlos abandonados a sí mismos porque pueden ser descarriados por
enseñanzas falsas, y porque pueden ir por sendas erradas. Estén constantemente
en guardia los centinelas, para que las almas no sean engañadas por suaves
palabras, por discursos hermosos y por sofisterías. Enseñad fielmente todo lo que
Cristo ha ordenado. Cada persona que recibe a Cristo debe ser enseñada a obrar
como una parte en la gran obra que debe realizarse en nuestro mundo” (Ev 269.4).
.
La importancia de la retención y consolidación en la Biblia
Martínez (2002), en su tesis doctoral afirma que “A lo largo de la historia de la
humanidad, el propósito divino de mantener una relación permanente con el ser
humano se manifiesta ampliamente. El pacto establecido entre Dios y Abraham es
una evidencia de ello. El autor del Pentateuco hace mención sobre esto en el
primer libro de la Biblia, ´Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia
después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu
descendencia después de ti´” (Génesis 17:7, RVR1960).
Así como en el Antiguo Testamento se hace referencia al pacto con los patriarcas,
en donde se consolidaba una sola nación, en el Nuevo Testamento, Jesús durante
el desarrollo de su ministerio mantuvo la idea de retener y consolidar al pueblo de
Dios, iniciando con los doce apóstoles.
Para comenzar, el versículo clave empieza con un verbo en imperativo que, según
la RAE, tiene una aplicación clara: Imperativo se refiere a: Deber o exigencia
inexcusables (Real Academia Española, s.m., definición 2). “Por tanto, id”; en
especial, la acción de mandar: “id”, que resalta el precepto señalado directamente
por Jesús para iniciar la obra evangelizadora, dándonos a entender que esta tarea
es para todos los que lo seguimos, sin excusa alguna. Continuamos el orden del
texto, mas no de importancia, ya que resaltaremos este segundo mandato, que es
el de “haced discípulos”, en donde discípulo hace referencia a: Persona que sigue
la opinión de una escuela, aun cuando viva en tiempos muy posteriores a los
maestros que la establecieron (Real Academia Española, s.m.f., definición 2); sobre
esta base podemos llegar a concluir que la palabra “discípulo” nos habla de alguien
que, aunque su maestro no esté junto al él, vivirá siempre honrando y dando a
conocer lo que aprendió.
Como lo menciona el libro de Hechos: “Así que, los que recibieron su palabra
fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y
perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el
partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:41-42, RVR 1960).
Londoño, Rodríguez y Valbuena (2009) citan a Cress (2003), que menciona: “Hacer
discípulos es el verbo principal del versículo. Los otros verbos—ir, bautizar; enseñar
—son subordinados”. Texto tras texto resalta que el hecho de bautizar no es el fin
de la comisión; por el contrario, es solo el inicio, y como se diría a los infantes, son
sus primeros pasos; de nuestro trabajo dependerá, en gran manera el buen
resultado en la tarea de consolidar a la iglesia de Cristo.
La importancia de la retención y consolidación en el espíritu de profecía
La sierva del Señor es quizá la persona con mayores declaraciones sobre la obra
redentora; por ende, es sumamente necesario realizar un rastreo de sus textos más
significativos, que den respuesta a la problemática que estamos presentando como
a su vez, poder buscar consejos y herramientas para ayudar a nuestros nuevos
conversos.
La pluma inspirada por medio del espíritu de profecía, a saber, White (1977), nos
menciona que “Los dirigentes de la causa de Dios, como sabios generales, han de
trazar planes para avanzar a lo largo de toda la línea. En sus planes han de dar un
estudio especial a la obra que pueden hacer los laicos en favor de sus amigos y
vecinos. La obra de Dios en esta tierra nunca puede ser terminada hasta que los
hombres y mujeres que constituyen la feligresía de nuestra iglesia se alisten para
trabajar y unan sus esfuerzos con los de los ministros y oficiales de la iglesia”
(Testimonies for the Church 9: 116, 117. MB 116.1).
Este ha de ser un claro llamado a levantarnos con la firme convicción de que
somos requeridos en esta batalla, Jehová nos ha dotado con sabiduría y habilidades
que debemos dejar a su disposición; él nos ha traído hasta sus pies con el propósito
de llevar el estandarte del mensaje de salvación, de ser ese lugar en el mundo en el
cual aquellos que no poseen esperanzas puedan encontrar paz, pues hacemos
parte de su plan de amor y se requiere que tomemos el papel que nos
corresponde.
También White (1955) menciona en El Deseado de todas las gentes que, “En el
mandato dirigido a sus discípulos, Cristo no sólo esbozó su obra, sino que les dio su
mensaje. Enseñad al pueblo, dijo, ´que guarden todas las cosas que os he mandado
´. Los discípulos habían de enseñar lo que Cristo había enseñado. Ello incluye lo
que él había dicho, no solamente en persona, sino por todos los profetas y
maestros del Antiguo Testamento. Excluye la enseñanza humana. No hay lugar
para la tradición, para las teorías y conclusiones humanas ni para la legislación
eclesiástica. Ninguna ley ordenada por la autoridad eclesiástica está incluida en el
mandato. Ninguna de estas cosas han de enseñar los siervos de Cristo. ´La ley y los
profetas´, con el relato de sus propias palabras y acciones, son el tesoro confiado a
los discípulos para ser dado al mundo. El nombre de Cristo es su consigna, su señal
de distinción, su vínculo de unión, la autoridad de su conducta y la fuente de su
éxito. Nada que no lleve su inscripción ha de ser reconocido en su reino” (DTG
766.1).
La enseñanza bíblica es de suma importancia, pues es la Palabra divina la que nos
sirve de guía y lumbrera para así cumplir la voluntad de Dios; es por medio de ella
como Jehová nos llena de sabiduría; el Espíritu Santo desciende sobre nuestras
mentes capacitándonos para poder enseñar e instruir al nuevo converso, a fin de
que cada uno desarrolle la tarea dejada por nuestro Salvador. Son las enseñanzas
de Cristo las que nos ayudan a vivir en comunión con el Padre de manera sincera,
sin tradicionalismos ni frivolidades.
Nuestro compromiso con Dios no debe limitarse únicamente al mejoramiento
personal, se requiere que nos levantemos del lugar en donde estamos e ir en busca
de quienes necesitan capacitación y apoyo en el cumplimiento de su rol dentro de
la iglesia de Cristo. La sierva de Jehová (White, 1994) continúa diciendo: “Haced la
obra de evangelista: regad y cultivad la semilla sembrada. Cuando se ha levantado
una nueva iglesia, ésta no debe dejarse sin ayuda. El pastor debe desarrollar los
talentos de la iglesia, para que las reuniones puedan continuar realizándose con
provecho. A Timoteo se le ordenó ir de una iglesia a otra como alguien que debía
hacer esta clase de obra y consolidar a las iglesias en la santísima fe. Él había de
hacer obra de evangelista, y ésta es una tarea aún más importante que la de los
pastores. Había de predicar la Palabra, pero no debía radicarse en una sola iglesia”
(—The Review and Herald, 28 de septiembre de 1897. Ev 248).
Es maravilloso cómo Dios por medio del Espíritu Santo da la porción de inspiración
para cada necesidad del nuevo creyente, sobre todo para poder vencer las trampas
del maligno. White (1994) afirma lo siguiente: “Es un procedimiento pobre el dejar
a unos pocos conversos aquí y allá sin alimento y sin cuidado, como presa para los
lobos rapaces, o para que sean el blanco sobre el cual el enemigo abra fuego. Se
me ha mostrado que ha habido mucho de esta clase de obra hecha entre nuestros
hermanos. Campos promisorios han sido arruinados para futuros esfuerzos, al
iniciar la campaña evangélica en forma prematura, sin contar el costo, y al dejar la
obra a medio terminar. Debido a que han dado un ciclo de conferencias, detienen
la obra, se apresuran a un campo nuevo para hacer la obra a medias allá, y estas
pobres almas que tienen un ligero conocimiento de la verdad son dejadas sin que
se tomen las medidas apropiadas para confirmarlas y establecerlas en la fe,
educándose como soldados bien adiestrados que sepan hacer frente a los ataques
del enemigo y vencerlo” (Carta 60, 1886. Ev 250.2).
Ha de ser un llamado a cuidar de quien hemos traído a los pies de Cristo, tenemos
un papel de ángeles para quienes recién conocen el evangelio o no poseen las
herramientas necesarias para lograr defenderse de las tentaciones que nos
acechan; nuestra constancia en la obra iniciada permitirá que el poder del Espíritu
Santo se manifieste por medio de nosotros en la vida del nuevo miembro; no
invitamos a un amigo a una expedición sin decirle lo que le espera o cómo debe ir
preparado para las dificultades que se pueden encontrar en el camino. El andar
cristiano es similar, lleno de altibajos, incitaciones al mal y tropiezos, sin embargo,
cuando perseveramos obtendremos la corona de salvación.
Para llevar a cabo este proceso es necesario tener estrategias que se implementen
y entender ciertos procesos personales que nos servirán de apoyo durante esta
tarea de retención y consolidación del nuevo creyente. A lo largo de estos
seminarios podremos profundizarlos a medida que avancemos; a su vez, veremos
sus causas y posibles soluciones.
CONCLUSIÓN
En la actualidad, la Iglesia Adventista del Séptimo Día afronta una gran dificultad en
lo que a la retención y consolidación de nuevos conversos se refiere. Al ser esto
contrario al mandato divino, pues a pesar de que es un tema que ya ha sido tratado
con anterioridad, sigue siendo una problemática constante dentro de nuestra
comunidad cristiana.
https://digitalcommons.andrews.edu/dmin/526
-Londoño Lerma, E. F., Valbuena Salazar, J. E., Rodríguez Parra, A., Barrero, W., &
Cardona, G. (2009). Manual de retención y consolidación de nuevos creyentes
(Disertación doctoral).
-Misión, IASD. Misión y Visión. [online] Unión Colombiana del Sur - Iglesia
Adventista del Séptimo día. Recuperado el 2 de septiembre de 2021 de
<https://unioncolombianadelsur.org/index.php/mision-y-vision/> [Accessed 2
September 2021].
-White, Ellen G. (1955). El Deseado de todas las gentes. Pacific Press Publishing
Association.
-White, Ellen G. (1977). El ministerio de la bondad. Pacific Press Publishing
Association.