Está en la página 1de 124

HERMENÉUTICA Y EXÉGESIS.

HERRAMIENTAS PARA LA
INTERPRETACIÓN DEL TEXTO BÍBLICO
Hugo Peraza
ISBN: xxx-xxxx-xx-xxx-x
©ACUPS
Editorial ACUPS. Marzo 2022.
Asociación Cristiana Uruguaya de Profesionales de la Salud Bvar. Batlle y Ordoñez 5003
Tel: (598-2) 355 68 30
Telefono Móvil: + 598-99- 68 96 26
email: acups@acups.com.uy

Diseño de portada: Robert Brasil.


Es necesario citar la fuente y está prohibida la reproducción parcial sin la cita al autor.
Todos los derechos reservados.

Queda hecho el depósito que ordena la ley


Impreso en Uruguay - 2022
Tradinco S.A.

Minas 1377 - Montevideo.


Índice
INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 9
CAPÍTULO 1 - Consideraciones preliminares ....................................................... 11 CAPÍTULO 2
- Tenga en cuenta el carácter singular de la Biblia .......................... 15
CAPÍTULO 3 - El contexto socio-cultural ............................................................. 29 CAPÍTULO 4 -
Breve acercamiento a diferentes formas de interpretar la Biblia .. 39
CAPÍTULO 5 - Tenga en cuenta que hay versiones de la Biblia que están basadas en textos
corruptos .......................................................... 55 CAPÍTULO 6 - Tenga en cuenta los recursos
literarios ......................................... 67
CAPÍTULO 7 - Tenga en cuenta el contexto gramatical o léxico sintáctico .......... 79 CAPÍTULO 8
- Los géneros literarios de la Biblia ................................................. 95
CAPÍTULO 9 - El análisis teológico .................................................................... 125 CAPÍTULO 10 -
La aplicación ............................................................................. 131
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................. 135 RESPUESTAS
A LOS EJERCICIOS DE REPASO .................................................... 139
Prólogo
Conocí a Hugo en marzo de 1989 en el CEB (Centro de Estudios Bíblicos).
Mientras que para mí era el primer año en el Instituto, para él, era su último
año antes de graduarse como bachiller en teología. Hugo era el estudiante
más destacado de su generación. Un alumno brillante, esforzado, que
escudriñaba profundamente las escrituras. Aún retengo en mi memoria
algunos de los debates que tuvo con los profesores, se sentaba en la primera
fila que daba hacia la ventana, casi siempre estaba con sus piernas cruzadas, y
cuando algo no le cerraba, levantaba la mano extendiendo su largo brazo
derecho, se acomodaba los lentes y pronunciaba su célebre frase ¨¬me
permite discrepar¨.

Luego de graduarse del CEB, comenzó sus estudios de Licenciatura en


Teología en ISUM (Instituto de Superación Ministerial), y una vez
finalizados los mismos se inscribió en la Facultad de Teología donde obtuvo
su Título como, Master en Teología. Hugo es uno de los pocos pastores
uruguayos que ha realizado estudios de Doctorado en Teología en el
Seminario Internacional de Bs. As. En su vasta experiencia Ministerial, no
sólo se ha desempeñado como profesor de distintos Seminarios en Uruguay y
Latinoamérica, sino como Pastor en la ciudad de Las Piedras.

En este libro sobre hermenéutica, encontraremos respuesta a muchas de las


interrogantes que nos hacemos los creyentes con respecto a distintos temas de
interés relacionados a la exégesis y a la correcta interpretación de la Biblia.

Nos explicará de forma sencilla, que es el Canon, porqué hay libros llamados
Deuterocanónicos, (el significado que se le daba en el período
intertestamentario a la palabra ¨apócrifos¨ no es el mismo que le damos en
estos días). A medida que vayamos avanzando en los capítulos, nos
enteraremos de cuáles son las versiones de la Biblia que están basadas en
textos corruptos, cuáles son los distintos recursos literarios usados en las
Escrituras (metáforas, alegorías, etc.)

En los últimos capítulos entre otros temas destaco el capítulo sobre la


Literatura Apocalíptica, nos informaremos sobre las distintas escuelas
(preterista, futurista, historicista, idealista), lo que profesa cada una en cuánto
a la forma de interpretar el libro de Apocalipsis. Las distintas opiniones en
cuánto al Milenio, (el premilenialismo, el postmilenialismo al amilenialismo)

Amigo lector, sin duda que encontrarás en este libro, herramientas que te
serán útiles para seguir avanzando no sólo en el conocimiento Bíblico, sino
también en la aplicación práctica. Al final de cada uno de los 10 capítulos,
encontrarás un cuestionario que te ayudará, a través de las preguntas
realizadas, a poder consolidar y afirmar lo leído y estudiado. Asimismo al
final del libro tendrás todas las respuestas para que puedas corroborar si lo
que contestaste es lo correcto.

Bueno, estamos prontos para adentrarnos en la lectura de este emocionante e


instructivo libro de hermenéutica. Dios les continúe bendiciendo.

Javier de Paula Pastor de la iglesia “Centro Cristiano Nueva Visión” en


Montevideo, Uruguay Director Nacional de Evangelismo Global Uruguay
Profesor y adscripto en Liceo Bethesda de la Ciudad de Montevideo.
INTRODUCCIÓN
Vivimos en un tiempo en que la lectura de la Biblia parece ser cosa del
pasado. Aún dentro del mundo cristiano esta práctica ha sido sustituida por
los libros de autoayuda o por conferencias de confesión positiva. Pero si la
lectura ha sido abandonada, mucho más lo ha sido el estudio serio de la
Palabra de Dios. Este libro se propone dar herramientas para aquellos que aún
tienen el deseo de agradar a Dios y encuentran en la Biblia un bálsamo para
sus almas.

De entrada debemos admitir que creemos en la inspiración verbal y plenaria


de la Biblia y tenemos una postura conservadora a la hora de hacer el
abordaje de la Biblia. También debemos admitir que somos pentecostales y
tenemos una visión no cesacionista en lo que tiene que ver con los dones del
Espíritu Santo. Lo decimos para ahorrarle un tiempo valioso a quien tiene
otra postura teológica y hermenéutica así como para evitar falsas
expectativas.

Esta obra pretende llegar a los miembros de las iglesias que no tienen una
preparación académica para que la lectura exegética de la Biblia se vuelva un
hábito diario en sus vidas. También a los pastores y líderes para que sus
predicaciones sean hechas con la rigurosidad hermenéutica necesaria en estos
tiempos de tanta liviandad espiritual. Se pretende además, dar herramientas a
los estudiantes de seminarios que cursan la materia Hermenéutica y así les
sea útil en la preparación de sus exégesis. Por eso, el material ha tenido que
ser preparado de tal forma que a quien no tiene preparación académica no le
resulte pesado y a quien ya lo tiene no le sea demasiado elemental. Se ha
tratado de utilizar un lenguaje sencillo pero sin dejar de buscar profundidad.
Es por eso que cuando abordamos algún término de carácter técnico tratamos
de dar la explicación necesaria a quienes son nuevos en este tema. Pedimos
entonces las disculpas del caso a aquellos lectores que ya manejan estos
conceptos y que les puede parecer una pérdida de tiempo estas aclaraciones.

El tema abordado amerita que se ahonde mucho más en el tema. La necesidad


de una sana hermenéutica espera por escritores latinoamericanos que puedan
escribir sus obras sin las torpezas que tanto abundan en esta.
CAPÍTULO 1
Consideraciones preliminares
Definición de hermenéutica : La hermenéutica es la disciplina que tiene por
cometido la interpretación de textos. Aunque hoy se utiliza la hermenéutica
para la interpretación de cualquier texto, originalmente solo se la aplicaba
para los textos sagrados. El origen de esta palabra proviene del idioma griego
antiguo y está relacionada con el dios Hermes, quien, según la mitología
griega era el encargado de comunicar a los hombres el mensaje de los dioses.

Para el cristiano el estudio de la hermenéutica es fundamental porque permite


interpretar correctamente la Palabra de Dios. Para eso es necesario observar
algunas reglas que son fundamentales para encarar con seriedad nuestra labor
hermenéutica.

El estudio de estas teorías y reglas hermenéuticas es lo que nos proponemos


examinar en este libro. Para eso observaremos los diferentes contextos así
como los diversos tipos de literaturas que existen en la Biblia pues no es lo
mismo abordar un texto narrativo que un texto del Apocalipsis o de un salmo,
a modo de ejemplo. Además veremos las figuras retóricas más utilizadas en
el texto bíblico como ser la parábola, el tipo, la metáfora, la alegoría, etc.

Definición de exégesis

Para poder hacer una correcta interpretación del texto bíblico es necesario
hacer una adecuada exégesis. El vocablo da la idea de “extraer” el correcto
significado para poder hacer una sana interpretación. El diccionario de la
Real Academia Española define a la exégesis como: Explicación,
interpretación. Agrega que la palabra proviene del griego ἐxήghsiV .

La exégesis entonces aplica todos los fundamentos teóricos de la


hermenéutica que de otra forma quedarían solo en la teoría. En otras palabras
es la puesta en práctica de todo ese conjunto de ideas teóricas al servicio de la
interpretación del texto bíblico. Busca extraer el significado original del texto
bíblico. Al decir de los autores Fee y Stuart “Un texto no puede significar lo
que nunca significó”.1 La exegesis entonces tiene la finalidad de determinar
lo que el texto bíblico quiso decir para los oyentes o destinatarios originales.
A partir de lo que quiso decir originalmente es que podemos interpretar ese
texto bíblico para nosotros. El prefijo ex en la palabra exégesis indica que lo
que se busca es extraer el significado original. Lo contrario en griego es
eiségesis que significa todo lo contrario: poner. Lamentablemente la mayoría
de las veces hacemos eiségesis en vez de exégesis. En vez de extraer el
significado de la Palabra de Dios le ponemos nuestras propias ideas y
preconceptos.

La palabra aparece en el Nuevo Testamento. Un ejemplo es Juan 1:18: “A


Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le
ha dado a conocer”. En el versículo se usa el verbo que significa explicar, dar
a conocer, relatar etc.

Definición de texto
Del latín: textus; propiamente “trama”, “tejido” (Diccionario de la Real
Academia Española)

El texto, como bien lo dice la definición, es ese “tejido” de palabras que Dios
utilizó para que hoy podamos tener su Palabra. Por tratarse de un entramado
no de palabras sueltas sino con un diseño lógico es que necesitamos prestarle
especial atención al texto bíblico y en una forma lógica y sistemática.

Dios nos habla de muchas maneras (Hebreos 1:1; Salmo 19:1-4; Romanos 1:
19-20). Sin embargo, la desventaja de aquellos que no tienen acceso a la
Biblia es notable. Dios entonces eligió hablarnos a través de su Palabra en
una forma coherente para que nosotros pudiéramos entender su mensaje en
una forma adecuada y diáfana. La Biblia es la revelación de Dios para
nuestras vidas. Esto demanda de nosotros que para entender su mensaje
apliquemos todas nuestras facultades.
1 Gordon D Fee y Douglas Stuart, La lectura eficaz de la Biblia (Miami: Vida, 1985), 23.
EL CONTEXTO
Definición de contexto. El Diccionario de la Real Academia Española define
de esta manera el contexto:
1- Entorno lingüístico del que depende el sentido de una palabra, frase o
fragmento determinados.
2- Entorno físico o de situación, político, histórico, cultural o de cualquier
otra índole, en el que se considera un hecho.

cualquier otra índole, en el que se considera un hecho. Trabazón,


composición o contenido de una historia o discurso.
Trabazón, composición o contenido de una historia o discurso.
Enredo, maraña o unión de cosas que se enlazan y entretejen.

El texto bíblico está inmerso en un contexto determinado. No son palabras


desconectadas sino que se relacionan entre sí. También cada porción bíblica
tiene detrás un trasfondo social, político, religioso, cultural etc. Esto hace
imperioso entonces que estudiemos los diferentes contextos para no sacar
textos de su contexto y forzarlo a decir lo que nunca dijo.

En este trabajo veremos el contexto socio-cultural así como también el


contexto léxico-sintáctico. El primero tiene que ver con la situación que se
daba en el momento que se escribió el texto. Es el trasfondo social y cultural
tanto del escritor como de los receptores de esa época. También
examinaremos esa trabazón o entramado de palabras, párrafos y discursos
que conforman el texto bíblico.

Ejercicios y preguntas de repaso


Verdadero o falso (En el espacio vacío a la izquierda ponga una V si la
afirmación es verdadera o una F si es falsa)
A ____ Exégesis da la idea de “extraer” el significado correcto de la Palabra
de Dios.
B ____ Exégesis de la idea de “poner en el texto” el significado que le quiero
dar.
C ____ Eiségesis da la idea de “extraer” el significado correcto de la Palabra
de Dios.
D ____ La hermenéutica es la disciplina que tiene por cometido la
interpretación de textos.
Completar el espacio vacío en la línea punteada
A- La exegesis tiene la finalidad de determinar lo que el texto bíblico quiso
decir para los oyentes o destinatarios…………………...

B- El texto bíblico está inmerso en un ……………………..determinado. No


son palabras desconectadas sino que se relacionan entre sí.
CAPÍTULO 2
Tenga en cuenta el carácter singular de la Biblia
El acercamiento al texto bíblico demanda de nosotros una postura espiritual
adecuada. No podemos encarar el estudio de las Sagradas escrituras como
cualquier otro libro. Eso demanda que su estudio comience en una profunda
búsqueda de Dios antes de comenzar con cualquier acción exegética. A
continuación veremos las peculiaridades de este libro maravilloso que ha
llevado a miles de hombres y mujeres a encontrar el propósito para sus vidas.

La inerrancia de las Escrituras

Cómo cristianos afirmamos que la Biblia es la regla infalible para nuestro


caminar de cada día. La tenemos como nuestra regla de fe y conducta. Por
eso entonces es necesario que nuestra confianza descanse en la sólida base de
un documento libre de errores.

Por inerrancia queremos decir que la Biblia no contiene errores. En cuanto a


esto existen dos tendencias bien marcadas. Por un lado están aquellos
eruditos y teólogos de tendencia liberal y de la neoortodoxia que afirman que
la Biblia no contiene errores solamente en lo concerniente a la salvación y
aquellos aspectos principales de la fe cristiana. En cuanto a datos históricos,
geográficos o políticos creen que la Biblia adolece de errores y
contradicciones. Se debe agregar aún que en esta postura liberal existe el
liberalismo más radical que niega totalmente el carácter sobrenatural de la
Biblia y su inspiración. Para estos teólogos la Biblia es considerada como un
libro más sin valor sobrenatural alguno.

Por otro lado está la postura conservadora que cree que la Biblia está libre de
errores no solo en los asuntos relacionados a la fe y los principales postulados
cristianos sino en todos los aspectos. Estos eruditos bíblicos creen que la
Biblia es infalible pues se puede confiar que su contenido no nos llevará a
resbalar jamás ni nos hará caer en el error.
Sin embargo, es necesario decir que quienes adoptan este pensamiento, no
desconocen que pueden existir errores en las copias de los manuscritos. No
existe ningún manuscrito de los autores originales, lo que se conoce como los
“autógrafos”, es decir aquellos materiales escritos por la propia mano de
Pablo, Isaías o cualquier otro autor bíblico. Los materiales de escritura suelen
ser frágiles y con el paso del tiempo se van deteriorando por lo cual era
necesario hacer copias para que el material siguiera existiendo. Los copistas a
veces podían cometer algún error al confundir una letra por otra por ejemplo
en un manuscrito no muy legible por el paso del tiempo o por limitaciones
naturales del escriba, pues el paso del tiempo hace que la vista sea más
defectuosa que en la juventud y en la actualidad eso lo podemos resolver más
o menos con la ayuda de anteojos, cosa que en la antigüedad no existía. Las
copias también se hacían a veces por el dictado del material, y así como la
vista nos puede traicionar, el oído a veces también le podía jugar una mala
pasada al copista.

Otro problema que se le podía presentar al copista era cuando en el material


existía alguna anotación aclaratoria o comentario al margen, al igual que
hacemos nosotros en nuestras Biblias cuando hacemos anotaciones o
subrayamos. En ese caso a veces el copista creía que ese comentario era parte
del texto y lo incluía. También podía suceder el caso contrario, es decir que
quien estaba escribiendo pensaba que era un añadido y no lo incluía en el
manuscrito. Eso explica entonces las diferentes variantes que a veces existen
en los diferentes manuscritos.

Es necesario decir de todos modos, que estos errores de los copistas no


afectan en realidad ninguna doctrina. Más adelante dedicaremos una porción
a la crítica textual donde ahondaremos acerca de esto.

Otra garantía que tenemos es el gran cuidado que tenían los copistas al hacer
su trabajo. Por ejemplo en el Antiguo Testamento, quienes se dedicaban a ese
trabajo eran tan meticuloso con su labor que si existía un error en el texto ese
trabajo se desechaba. Los que se dedicaban a esa tarea en el Nuevo
Testamento lo hacían con no menos dedicación. Sabían que lo que estaban
haciendo no era un trabajo más. Ponían todo su esmero pues sabían que
estaban tratando nada menos que con la Palabra de Dios.

Si bien, como ya hemos dicho, no existen los autógrafos, poseemos


manuscritos muy antiguos que se acercan mucho al período en que fueron
escritos. Por ejemplo, se han encontrado fragmentos del Nuevo Testamento
del siglo segundo y tercero. Es decir que si bien no poseemos los textos
escritos por los escritores bíblicos, podemos tener la tranquilidad de que
poseemos textos de una fidelidad tal que no la encontramos en la demás
literatura antigua.

Inspiración de Las Escrituras

La inspiración de la Biblia es una de las doctrinas fundamentales del


cristianismo. Si no creemos que la Palabra de Dios es inspirada por Dios, la
convertimos en un buen libro más. De mis años de estudiante universitario
recuerdo un profesor de Teoría Literaria que se jactaba de ser quien más
conocía la Biblia en todo nuestro país. No solo eso, sino que desafiaba a
cualquiera a medirse con él en cuanto a los conocimientos bíblicos. Sin
embargo este profesor era ateo. La conocía a fondo pero solamente en los
aspectos humanos pues la veía como un libro más.

Es necesario definir entonces en qué consiste la inspiración de la Biblia. 2


Timoteo 3:16 dice que “Toda la Escritura es inspirada por Dios…”. La
palabra “inspirada por Dios” en griego es Theopneustos y significa “por el
aliento o el soplo de Dios”. De acuerdo a esto, Dios obró por medio de los
escritores guiándoles pero no en forma mecánica como un dictado sino
respetando y utilizando sus personalidades, su estilo o su preparación
académica. La idea de alguien que entra en trance y Dios toma el control de
su mente y de su mano para escribir no es bíblica. Este tipo de trance de
alguien que es poseído por un espíritu que toma el control de su mente y de
su mano para escribir es propio del espiritismo o de expresiones ocultistas
pero no de la Biblia.
En cada escritor sagrado (hagiógrafo) se puede notar su personalidad, su
formación teológica, académica, su cultura y hasta su carácter. Se puede ver
el estilo refinado de Isaías, criado en la corte real, el sencillo (aunque no
menos profundo) estilo de Amós, el académico Apóstol Pablo o el reflexivo
Apóstol Juan.

Es necesario decir también que algunos grupos cristianos creen en una


inspiración parcial de la Biblia. Quienes coquetean con una teología liberal y
atea afirman que la Biblia es inspirada solo en aquellos aspectos más
relevantes para el cristiano. Dicen que en lo que tiene que ver con cuestiones
de menor importancia la Biblia puede contener errores. Otros, como los
exponentes de la Neortodoxia, a quienes veremos más adelante, afirman que
la inspiración es solamente en cuanto a los conceptos pero no en las palabras.
Dicen que Dios inspiró solamente las ideas. Es necesario entonces reafirmar
la inspiración plenaria y verbal de las Escrituras. Esto quiere decir que toda
la Biblia es inspirada por Dios y no solo lo más importante. También creemos
en la inspiración verbal, es decir que Dios inspiró no solamente los conceptos
sino también las palabras.

Para quienes critican la Biblia diciendo que es un libro escrito por hombres
podemos decirles que en parte tienen razón. En sus páginas podemos ver la
encendida denuncia social de los profetas, el sentido de desolación y angustia
en algunos de los Salmos, los estados depresivos de algunos escritores como
por ejemplo Jeremías al sentir que todo su trabajo había sido en vano, la
vivida descripción de un naufragio contado por Lucas o la ira de Pablo con
quienes querían perturbar la fe de los creyentes. En este sentido podemos
decir que la Biblia es un libro profundamente humano. Al leer sus páginas
nos podemos sentir identificados y hasta derramar lágrimas al solidarizarnos
con algunos personajes o llegar a aborrecer a otros. ¿Quién puede leer la
historia del adolescente José al ser vendido como esclavo sin sentir un
enorme rechazo a sus malvados hermanos? ¿O quien no siente que su
corazón se enciende en ira contra la malvada Jezabel al acusar falsamente al
pobre Nabot para quedarse con su heredad?

Pero debemos recordar que al mismo tiempo que es un libro que está
enraizado en lo más profundo de la humanidad, es un libro que recibe el
soplo de Dios, su aliento, es decir que es inspirado por Dios. Dios estaba
“soplando” de su aliento a los escritores humanos, con sus respectivas
virtudes y limitaciones. Si nos quedamos solamente con lo humano sería un
libro más como el Quijote de Cervantes o la Odisea de Homero. Es Dios
mismo quien nos habla a través de sus páginas pero utilizando al ser humano.

El Canon

La palabra canon se deriva del griego y significa “vara recta”. Como se usaba
para medir, esta palabra se comenzó a usar para designar una regla o
precepto. En la Biblia se la usa para hacer referencia a aquellos libros que son
considerados inspirados por Dios.

Baez -Camargo afirma al respecto que:

…canon es término de origen cristiano. Aparece primero en el siglo 4 A.D.


El concilio de Laodicea (363) habla ya de “libros canónicos”. Atanasio (367)
se refiere a ellos como “canonizados”. Es al parecer Prisciliano (380) quien
por primera vez usa “canon” como sinónimo de Biblia, la cual consiste, para
los judíos, de lo que los cristianos llamamos Antiguo Testamento, y para
nosotros, de este y del Nuevo Testamento2

La canonicidad o no de un libro tiene que ver con su inspiración divina. Para


eso se ha requerido el consenso de las distintas congregaciones. Este
consenso varía según se trate del Antiguo o del Nuevo Testamento. Desde la
antigüedad estuvo la inquietud por determinar qué libros de la Biblia eran
inspirados por Dios y cuáles no lo eran.

El canon del Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento en la Biblia hebrea contiene exactamente los mismos


libros que contienen nuestras Biblias protestantes pero con un orden diferente
y agrupados de manera distinta. Esto hace que a primera vista parece que la
Biblia hebraica contiene menos libros que lo que tenemos nosotros en el
Antiguo Testamento. Resulta que algunos libros que nosotros los tenemos por
separado ellos los fusionan en un solo libro.
2 Gonzalo Báez- Camargo, Breve historia del Canon bíblico, Introducción (México: Sociedades
bíblicas unidas, 1983), iii.

Están agrupados en tres grandes divisiones: La Ley, los Profetas y los


Escritos. Por eso la Biblia hebraica se conoce como Tanakh por las primeras
letras que forman así un acrónimo: Torah, (Ley, formado por los cinco
primeros libros de Moisés o lo que nosotros conocemos como Pentateuco)
Nebiim (Profetas, pues la palabra profeta en hebreo es nabí) Ketubím (O “Los
Escritos”, pues katab significa escribir)

La Ley o Toráh constituye la parte fundamental del judaísmo pues se destaca


el pacto de Dios con Moisés, y como ya se apuntó está formado por los cinco
primeros libros de la Biblia aunque con nombres distintos pues Génesis no
tiene ese nombre sino Bereshit, que son las primeras palabras de dicho libro:
“En el principio”, también el segundo libro, que nosotros lo conocemos por
Éxodo, en la Biblia hebraica es Shemot, que significa “los nombres” pues así
comienza el libro. Esos son solo dos ejemplos para que se tenga una idea pero
el contenido de los libros es el mismo.

Los profetas incluye Josué, Jueces, Samuel, Reyes, (llamados profetas


anteriores, y como se puede ver no existe la división de 1 y 2 Samuel ni 1 y 2
de Reyes), Isaías, Jeremías, Ezequiel y Los Doce (Los doce son los Profetas
Menores en nuestras Biblias que en el Tanakh judío forman un solo libro)

La última división son los Ketubim o Los Escritos. Esta sección incluye:
Salmos, Job, Proverbios, Rut, Cantar de los Cantares, Eclesiastés,
Lamentaciones, Ester, Daniel, Esdras-Nehemías (formando un solo libro) y
Crónicas.

Como se puede ver, el orden es bastante distinto a lo que estamos


acostumbrados a ver pues, por ejemplo, Daniel no forma parte de los Profetas
sino de los Ketubim o Escritos. Aunque ya se dijo que el contenido es el
mismo que tenemos en nuestras Biblias, el número de libros varía pues como
se pudo apreciar hay algunos que se agrupan en uno solo, como por ejemplo
los Profetas Menores que se agrupan en “Los Doce”. A diferencia de nuestras
Biblias, donde el Antiguo Testamento termina con Malaquías en el Tanakh
termina con Crónicas. 3

En cuanto a la primer sección, es decir la Ley o Pentateuco, fueron


considerados canónicos desde siempre pues habían sido escritos por Moisés.
Los profetas solo lo fueron hasta los tiempos de Malaquías, es decir, luego
del exilio babilónico. Esto se debe a que se consideró que la palabra profética
había cesado y luego de este profeta ese período se conoce como los años “de
silencio”. Cualquier libro escrito en este tiempo de silencio no se consideró
canónico. Esa es la causa por la cual numerosos libros escritos durante ese
período no se consideran canónicos sino apócrifos y no están incluidos en la
Biblia hebrea.

El criterio utilizado por los judíos para que una obra fuera considerada
canónica fue que ésta tenía que haber sido compuesta por algún personaje
reconocido o alguien de destaque como ser algún monarca o profeta cuya
trayectoria fuera atestiguada por la mayoría. Este consenso fue ratificado
alrededor del 90 d.C en el Concilio de Jamnia por parte de los más destacados
rabinos de su tiempo. Cabe resaltar que en este concilio no se tomó la
decisión de formar el canon sino simplemente ratificar lo que ya se aceptaba
desde hacía siglos.

El canon del Nuevo Testamento

Durante los primeros siglos de la iglesia no existía un canon, es decir una


lista de los libros que se consideraban inspirados por Dios. Ante el ataque de
diferentes herejías, particularmente del gnosticismo, se vio la necesidad de
tener un listado con aquellos libros que la iglesia los consideraba como
inspirados por Dios. Algunos de estos grupos gnósticos utilizaban algunos
libros de la Biblia y desechaban otros según su conveniencia. Ante este
arrollador ataque de falsas doctrinas pues, se vio la necesidad de determinar
los libros del Nuevo Testamento que debían ser aceptados dentro de la iglesia
para los cultos públicos. Con el Antiguo Testamento no había problemas pues
el canon ya estaba cerrado.
El canon no se formó por la imposición de algún dirigente o concilio sino que
se fue formando por el consenso de las distintas congregaciones cristianas.
Cabe destacar que existían muchos libros que ya en aquella época circulaban
en las iglesias pero que no entraron en el canon. Entre estos circulaban
algunas epístolas de cristianos destacados dentro de la iglesia, entre ellos
Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía, Policarpo o Irineo de Lion.
Algunas de ellas estuvieron a punto de entrar en el canon.
3 Hugo Peraza, Religiones, humanismo y postmodernidad (Montevideo: Editorial Acups, 2020), 53,54.

Lamentablemente también había abundante literatura que contenía falsa


doctrina. El gnosticismo había producido una gran cantidad de material con
nombre cristiano que confundía a los creyentes. Estos grupos negaban la
encarnación de Cristo y ya los apóstoles advertían a cuidarse de ellos. Juan en
su primera Epístola en el capítulo cuatro y el versículo tres, dice que había
algunos que no confesaban que Jesucristo había venido en carne. Muchos
evangelios circulaban y algunos con nombres de personajes bíblicos aunque
lógicamente nunca habían sido escritos por estos.

También abundaban los evangelios gnósticos, entre ellos el famoso evangelio


de Judas. Este libro no había sido escrito por Judas pues se escribió más de
dos siglos después de su muerte. Se le conoce con ese nombre pues en ese
documento Judas es el héroe. Los gnósticos, creían que el cuerpo era una
cárcel para el alma y por lo tanto debía ser destruido para que la “chispa
divina” que, según ellos había en cada ser humano, pudiera ser liberada. No
es difícil suponer entonces que Judas Iscariote, quien traicionó a Jesús y
provocó su muerte, se volviera en la principal figura de este “evangelio” pues
gracias a este acto Jesús pudo liberarse del lastre de su cuerpo material.

Este libro solo se conocía por referencias de cristianos que se referían a él


para refutarlo. Nunca había aparecido ningún manuscrito de este evangelio
gnóstico. Hacia finales del siglo XX se encontró un manuscrito en Egipto en
muy mal estado por el paso de los años. Esto demandó muchos años de arduo
trabajo por parte de los expertos para poder hacerlo legible. Mucho de este
material no pudo ser rescatado pero de lo que se pudo recuperar se llegó a la
conclusión que se trataba del famoso evangelio gnóstico que se creía perdido.
En este material se presenta a Judas como el discípulo amado por Jesús. Es el
único que capta el verdadero significado de las enseñanzas de Jesús y quien
es designado por Dios para hacer la tarea de traicionar al Hijo de Dios con el
fin de cumplir el propósito divino.

También circulaban otros libros que llevaban la etiqueta de “evangelios”. Se


los conoce como “evangelios apócrifos”. Estos son abundantes y han llegado
copias hasta nuestros días. La mayoría de ellos llevan nombres de personajes
bíblicos con el objeto de dar más prestigio a esos escritos. Sin embargo, como
ya se apuntó anteriormente, no fueron escritos por ellos sino que era una
práctica común en aquellos tiempos atribuir la autoría a personalidades
célebres para hacer más creíble el mensaje. Ya desde el período
intertestamentario se conocía esta práctica conocida como “pseudo epígrafe”,
cuya traducción es “falso título”.

En estos evangelios apócrifos se narran situaciones absurdas. En algunos de


estos libros se cuenta que Jesús en su niñez mataba a los demás niños que lo
contradecían en lo más mínimo con sus poderes sobrenaturales. También que
con sus manos hacía pajaritos de barro y les daba vida.

Durante el siglo segundo Marción, quien adhería al movimiento gnóstico,


elaboró un canon que incluía solamente el Evangelio de Lucas y algunas
Epístolas de Pablo. Este personaje despreciaba el Antiguo Testamento y todo
lo que tuviera que ver con un contexto judío. Se refería al Dios del Antiguo
Testamento como un dios menor o una “emanación” de la verdadera
divinidad. Según Marción, quien creó al ser humano y todo lo material era
una criatura malvada y bastante torpe. Esto se debía al rechazo de los
gnósticos por lo material. A raíz de esto, Marción no aceptaba todo lo que
tuviera que ver con el Antiguo Testamento. Por eso en su canon no figuraban
Mateo, Marcos ni Juan por contener menciones a las profecías hebreas.
Tampoco algunas de las Epístolas por ese mismo motivo.

Tal impacto tuvo el gnosticismo y en particular la enseñanza de Marción, que


motivó la reacción de la iglesia de esa época. Estos libros eran conocidos por
la iglesia y desde un principio fueron rechazados. Solo los cuatro Evangelios
que hoy figuran en nuestras Biblias se tomaban como inspirados por Dios.

Los libros apócrifos o deuterocanónicos.

Se trata de libros que figuran en el Antiguo Testamento de la Biblia que


utilizan los Católicos Romanos. Nunca fueron aceptados como inspirados por
Dios en el canon judío aunque sí eran conocidos y apreciados.

La palabra apócrifo en los tiempos bíblicos no tenía el mismo sentido que


tiene hoy día. Quería decir simplemente “escondido” u “oculto”. La iglesia
primitiva los conocía y los estimaba grandemente pues encontraba en ellos
palabras de consuelo, fortaleza y les mostraba algunos sucesos del pasado en
los que Dios había intervenido en forma sobrenatural por su pueblo. A pesar
de esto, no figuraban entre los libros que se leían en los cultos públicos sino
que estaban confinados en la parte de atrás de la iglesia, lo que hoy
podríamos decir en la biblioteca personal de los creyentes. De ahí su nombre
“escondidos” o “apócrifos”. En la actualidad la palabra apócrifo la asociamos
con algo falso o adulterado, pues se suele decir de un billete que no es
auténtico que es “apócrifo”. Lo cierto es que en los tiempos bíblicos el
significado era otro.

A pesar de que estos libros eran conocidos por los primeros cristianos y hasta
apreciados por ellos, no eran considerados como inspirados por Dios. Por eso
no se leían en el culto ni se predicaba acerca de ellos. Su utilización era de
lectura personal pero no litúrgico. Sucede lo mismo con nuestra situación en
nuestros días, pues nuestra biblioteca está llena de buenos libros de
excelentes autores cristianos pero nunca se nos ocurriría basarnos en su
lectura para una predicación. A pesar de que son buenos libros sabemos que
no son inspirados por Dios y por lo tanto no son infalibles y pueden contener
errores.

Estos libros aparecieron en la traducción del hebreo al griego llamada


Septuaginta o traducción de los setenta (LXX) como también se la conoce.
Esta versión fue la respuesta a la necesidad de los judíos de la dispersión
luego del cautiverio babilónico pues la mayoría ya no sabía hablar ni leer el
hebreo. Se vio la necesidad entonces en el siglo III antes de Cristo de traducir
las Escrituras a estos hebreos al idioma griego que era el que ellos hablaban.

En esta versión fueron agregándose luego estos libros apócrifos. Nunca


figuraron en el canon de la Biblia hebrea. Por eso que algunos los llaman
“deuterocanónicos”, que quiere decir “segundo canon”.

Fueron incluidos por Jerónimo en la versión llamada la Vulgata en el siglo IV


d.C. y fue la traducción del texto bíblico al latín. En esta versión fueron
incluidos catorce libros que nunca figuraron en la Biblia hebrea: Tobías;
Judit; 1 Macabeos; 2 Macabeos; Sabiduría; Eclesiástico (no confundir con el
Eclesiastés de nuestras Biblias evangélicas); Baruc; Carta de Jeremías, (el
cual se encuentra al final de Baruc); adiciones al Libro de Ester; Una versión
apócrifa de Esdras, el cual es omitido en algunas Biblias católicas, incluida la
Biblia de Jerusalén; Susana; Bel y el dragón (estos dos últimos son adiciones
al Libro de Daniel); El cántico de Azarías y los tres jóvenes (es el cántico de
los tres jóvenes en el horno de fuego del Libro de Daniel, por lo tanto en las
versiones católicas se lo incluye como un agregado en el capítulo tres de este
libro. La Biblia de Jerusalén lo pone en cursivas) y la oración de Manasés.

La mayoría de estos libros todavía figuran en las versiones católicas romanas.


Un dato que la mayoría de los evangélicos desconocen es que cuando
Casiodoro de Reina publicó su traducción en 1569, llamada “Biblia del Oso”
por la imagen de un oso chupando miel en su portada, en esta versión, los
libros deuterocanónicos o apócrifos fueron incluidos. La mayoría de los
evangélicos conocemos esta traducción como la versión Reina-Valera pues
fue traducida por Casiodoro de Reina y en 1602 fue revisada por Cipriano de
Valera.
Casiodoro de Reina había sido monje católico-romano y al abrazar la
Reforma se vio obligado a huir de España para salvar su vida. Algunos creen
que Casiodoro de Reina incluyó estos libros con el fin de que la traducción
pudiera pasar desapercibida pues estaba prohibida la traducción de la Biblia a
la lengua “vulgar”. No debemos olvidar que eran años en que la inquisición
del catolicismo romano llevaba a la hoguera a quienes no estaban de acuerdo
con su doctrina. Cabe destacar que cuando Cipriano de Valera hizo la
revisión en 1602 estos libros fueron incluidos nuevamente y solamente
fueron quitados en el siglo XIX.

Como ya se ha dicho, estos libros nunca fueron aceptados en el canon judío


pues contienen pasajes que se podrían catalogar como ocultistas o reñidos
con las enseñanzas bíblicas. Un ejemplo de esto es Tobías, en el cual el
protagonista es dirigido por un ángel a tomar el corazón y el hígado de un
pez, quemarlo y el humo despedido actuaría como un exorcismo para
ahuyentar a los demonios.

El catolicismo-romano saca la doctrina del purgatorio y la necesidad de


interceder por los muertos de uno de los libros apócrifos. En 2 Macabeos 12:
43-44 se habla de algunos judíos que habían sucumbido ante los enemigos
paganos a quienes se les encontró entre sus ropas imágenes de ídolos.

Este pasaje dice lo siguiente:


Después de haber reunido entre sus hombres cerca de dos mil dracmas, las
mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el

pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección.


Pues de no esperar que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo
y necio rogar por los muertos. (…) Por eso mandó hacer este sacrificio
expiatorio a favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado.

Como se puede apreciar, basar nuestra teología en estos libros nos puede
llevar a errores doctrinales fatales. No en vano la iglesia primitiva no los
consideraban como inspirados por Dios.

A pesar de esto, los dos libros de Macabeos tienen un encanto particular pues
narra las luchas por la liberación cuando Judea cayó en manos de reyes
helenistas. Uno de estos reyes extranjeros prohibió el sacrificio y cerró el
templo. Un grupo de judíos decidió resistir en una lucha armada desde las
montañas. Eran conocidos como los “macabeos”, quienes finalmente
triunfaron y lograron sacarse el yugo extranjero y reanudar la adoración en el
templo. Estos dos libros son especialmente importante pues narran hechos
históricos que sucedieron durante el período intertestamentario, en el cual no
hay registro bíblico pero que sucedieron en Israel.

Preguntas de repaso
Responda
A. ¿Qué significa inerrancia de la Biblia?

B. ¿Qué significaba la palabra “apócrifo” en los tiempos del Nuevo


Testamento?
C. ¿Qué significaba la palabra canon en el griego?
D. ¿Qué doctrina del catolicismo romano se basa en 2 Macabeos 12: 43-44?
Verdadero o Falso

A ____ La palabra “inspirada por Dios” en griego es Theopneustos y


significa “por el aliento o el soplo de Dios”. De acuerdo a esto, Dios obró por
medio de los escritores guiándoles en forma mecánica como un dictado sin
respetar sus personalidades, su estilo o su preparación académica.

B ____ La Biblia hebrea contiene menos libros que la nuestra.


CAPÍTULO 3
El contexto socio-cultural
Tenga en cuenta el contexto socio cultural. La Biblia es un libro cuyo
contenido se encuadra en un marco espacial y temporal

La Biblia se diferencia de otros textos sagrados en que, lo que en ella se


narra, está dado en cierto entorno en el tiempo y en el espacio. Existen libros
sagrados de otras religiones, como por ejemplo en el hinduismo o en la
mitología griega, donde las historias allí contadas ocurren en un marco
legendario y sin un sustento temporal, circunstancial o espacial específico.

La Biblia en cambio, ubica al evento en una situación determinada en la cual


se puede recurrir a fuentes secundarias para comprobar lo ocurrido. Por
ejemplo, es común ver en los libros históricos que el escritor se esfuerza por
ubicarnos en un determinado contexto. “En el año treinta y seis del reinado
de Asa, subió Baasa, rey de Israel contra Judá, y fortificó a Ramá, para no
dejar salir ni entrar a ninguno al rey Asa, rey de Judá.” 2 Crónicas 16:1

Lucas relata el nacimiento del Señor Jesús dando detalles del tiempo en que
esto ocurrió y en el preciso lugar físico donde esto se llevó a cabo:
“Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto
Cesar, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo
siendo Cirenio gobernador de Siria…”

Isaías, cuando describe su sobrenatural experiencia con el señor nos ubica en


el tiempo pues dice que esto sucedió “En el año en que murió el rey Uzías…”
Isaías 6:1. No es una leyenda ni una experiencia desconectada de la realidad
por más extraordinaria que sea. Tiene un sustento histórico, físico y
circunstancial.

Veamos en cambio el relato del mito de la caja de Pandora tal como lo cuenta
el poeta griego Hesiodo en Los trabajos y los días:
Pero Zeus, irritado en su corazón, lo ocultó porque el astuto Prometeo le
hizo objeto de burlas. Por ello maquinó penosos males para los hombres y
ocultó el fuego. A su vez, el buen hijo de Jápeto, en hueca férula, lo robó
para los hombres al prudente Zeus, pasándole inadvertido a Zeus, que lanza
el rayo.

Estando irritado díjole Zeus, amontonador de nubes: “Japetónida,


conocedor de los designios sobre todas las cosas, te regocijas tras robarme
el fuego y engañar mi mente, gran pena habrá para ti mismo y para los
hombres venideros. A estos, en lugar de fuego, les daré un mal con el que
todos se regocijen en su corazón al acariciar sus males.

Así dijo y rompió a carcajadas el padre de los dioses y hombres y ordenó al


ilustre Hefesto mezclar lo más pronto posible la tierra con el agua, infundir
voz y fuerza humana y asemejar en su rostro a las diosas inmortales, a una
hermosa y encantadora figura de doncella. […] y después el mensajero
Argifonte tejió en su pecho mentiras, palabras seductoras y voluble carácter
por voluntad del resonante Zeus; a continuación, el heraldo de los dioses le
infundió voz y llamó a esta mujer Pandora […] Después que terminó el
arduo engaño, contra el que nada se puede hacer, el padre envía hacia
Epimeteo con el regalo al ilustre Argifonte, rápido mensajero de los dioses, y
Epimeteo no recordó que Prometeo le había dicho que no aceptase jamás un
regalo de parte de Zeus Olímpico, sino que lo devolviese al punto para que
no llegase algún mal a lo mortales; después que lo recibió, cuando tenía el
mal, se dio cuenta.

Antes vivían sobre la tierra las tribus de los hombres sin males, sin arduo
trabajo y sin dolorosas enfermedades que dieran destrucción a los hombres
[que al punto en la maldad los mortales envejecen]. Pero la mujer, quitando
con las manos la gran tapa de la jarra, los esparció ocasionó y penosas
preocupaciones a los hombres. (Hesiodo. Trabajos y días. Mito de Prometeo
y Pandora)

Como se puede apreciar en este bello fragmento, magistralmente escrito por


Hesiodo, no se encuentra ningún sustento histórico que nos diga cuando
ocurrió esto ni ningún otro dato que nos ubique en un contexto que sea capaz
de resistir un análisis racional. Esto mismo ocurre en relatos como el famoso
Popol Vuh, de la cultura maya, donde se cuenta la creación del universo y del
hombre. También en mitos babilónicos como el Enuma Elish en el cual se
narra el origen del mundo.

La Biblia en cambio, siempre nos ubica en un determinado marco contextual,


lo cual nos permite posicionarnos en un lugar definido, un tiempo definido y
una situación definida. En algún caso específico, como por ejemplo en el
relato de la creación en Génesis, la Biblia no se esfuerza por dar una
explicación racional pues el ser humano sería incapaz de llegar a comprender
semejante acto divino con nuestra mente limitada. En esos casos, la Biblia se
limita a decir simplemente que fue Dios quien creó los cielos y la tierra.
Como se podrá ver, la Biblia carece de todas esas explicaciones legendarias y
fantasiosas que es común ver en otros libros mitológicos.

Es fundamental entonces, llegar a comprender la situación particular del


pasaje que estamos examinando. Sería imposible comprender, por citar un
ejemplo, el libro de Hageo si no conocemos la situación que estaba viviendo
el pueblo de Dios en aquella época. Necesariamente debemos ubicarnos en el
tiempo del profeta y conocer que luego del regreso del exilio en Babilonia, el
cual duró setenta años, la población se dedicó a reedificar sus propias casas
pero habían abandonado la reconstrucción del templo luego de un entusiasta
comienzo que luego quedó en nada, fruto de las preocupaciones y afanes de
la vida cotidiana.

Luego que entendemos el trasfondo detrás del pasaje bíblico, este cobra
significado para nosotros. El versículo cuatro del primer capítulo de este libro
solo se entiende cuando entendemos el estado de situación en ese momento:
“¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas
artesonadas, y esta casa está desierta?” Hageo 1:4.

Es cierto, sin embargo, que existen pasajes donde es muy difícil ubicar el
contexto de fondo detrás de la cita bíblica. Libros como por ejemplo
Apocalipsis, tienen un lenguaje alegórico que no guardan relación alguna, o
muy poca en todo caso, con contexto alguno. Apocalipsis 12:1, por citar un
ejemplo, cuando habla de una mujer “…vestida del sol, con la luna debajo de
sus pies…” nos es difícil encontrar una relación con la realidad. También
libros como por ejemplo Proverbios, se vuelve difícil encontrar el contexto.
No obstante, existen claves interpretativas para ese tipo de literatura, como ya
veremos más adelante.
EL CONTEXTO SOCIO-CULTURAL

Para comprender el texto bíblico es imperioso conocer la cultura y el


trasfondo histórico en el cual el autor bíblico, inspirado por el Espíritu Santo,
escribió. Se debe analizar la situación reinante en ese momento. Esto es
fundamental para poder saber primero el significado que tuvo esa palabra
para los destinatarios originales.

Intentar entender la Epístola a los Gálatas sin tener una comprensión del
estado de situación en ese momento, resultará en un esfuerzo estéril. Es
necesario entonces conocer el momento que se estaba viviendo en ese
entonces. Pasajes tales como el capítulo 10 del libro de Hechos nos hará
comprender que Dios estaba interesado en la salvación de todos los seres
humanos, sean o no judíos. Si examinamos el capítulo 15 de ese mismo Libro
nos damos cuenta de la tensión que se daba en aquella época acerca de la
necesidad de la salvación para todas las personas.

Luego de examinar el contexto socio-cultural de los creyentes de esa ciudad


llamada Galacia, nos percataremos que ellos no eran judíos. No provenían de
un trasfondo hebreo sino que su pasado era de religiones paganas y que
adoraban a muchos dioses antes de convertirse al Señor Jesucristo. Luego de
su conversión a Cristo sus vidas se vieron transformadas por el poder del
Espíritu Santo. Todo marchaba viento en popa hasta que llegaron unos falsos
maestros judíos quienes les llenaron la cabeza afirmando que si no se volvían
al judaísmo y se circuncidaban no podrían ser salvos y heredar la vida eterna.

Solo después que entendemos este trasfondo podemos entender la ira con que
el Apóstol Pablo les escribe. Sin pelos en la lengua les dice claramente que lo
que están haciendo, aunque parezca muy piadoso, solo los aleja de Dios y los
condena. Ahora estamos en condiciones de entender palabras tan duras como
por ejemplo Gálatas 3:1 “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no
obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado
claramente entre vosotros como crucificado?”

Definir la paternidad literaria.

La paternidad literaria es la tarea por la cual se trata de definir el autor de un


texto bíblico. Esta tarea no siempre es fácil pues existen algunos libros que
no se puede saber con seguridad el autor. En algunos casos el texto mismo
dice el autor, como por ejemplo la mayoría de los profetas o la mayoría de las
epístolas. Pero hay otros libros en los cuales se vuelve muy difícil definir la
autoría. Uno de estos ejemplos es la Epístolas a los Hebreos. En ese caso se
deberá consultar fuentes variadas de información y se necesita ser muy
cuidadoso de no ser dogmático a la hora de tomar partido por tal o cual
autoría. Otros libros en cambio es imposible saber con certeza el autor. Un
ejemplo de esto es Job. Esa información solo la tiene Dios y por lo tanto no
se debe procurar dar certezas donde no las hay.

Existen libros, como por ejemplo los Evangelios, que son obras anónimas
pero que por medio de fuentes extra bíblicas podemos saber con bastante
certeza la autoría de esas obras. Escritos del primer y segundo siglo, del
llamado período patrístico, son de mucha utilidad a la hora de definir la
paternidad literaria de un texto de la Biblia.

Se debe ser cuidadoso con las fuentes que utilicemos para definir la autoría
de un libro pues existen muchas que provienen de fuentes liberales que
niegan la inspiración de las Escrituras. Algunas veces, personalidades de la
llamada “alta crítica” con un trasfondo de incredulidad se acercan al texto
bíblico con sus prejuicios y preconceptos. Así pues, eruditos liberales, dirán,
por ejemplo, que el Libro de Daniel no lo escribió ese profeta sino fue un
escrito muy tardío y la autoría del mismo es desconocida. También pondrán
en duda algunas de la epístolas, como por ejemplo la de Pablo a los
Colosenses que muchos liberales afirman que no fue escrita por Pablo sino
que es una creación literaria del segundo siglo por algún autor desconocido
ya que hay referencias a la herejía gnóstica. En ese caso se debe estar
consciente que no todo lo que se escribe proviene de fuentes conservadoras y
no siempre está acorde con la doctrina bíblica.

Los receptores originales del libro.

Un aspecto de suma importancia es definir bien a quienes está dirigido el


libro. Esto es fundamental pues se debe establecer como prioridad el mensaje
dado a los oyentes o lectores originales. Sin este trabajo exegético podemos
caer en interpretaciones torcidas y la “interpretación” será de acuerdo a
nuestras preferencias y caprichos. Esto ha sido causa de muchas herejías que
han sido y continúan siendo hasta el día de hoy un motivo de vergüenza para
la iglesia.

Las enseñanzas de Jesús, por citar un ejemplo, pueden ser interpretados en


forma errónea si no buscamos hacia quienes está dirigido el mensaje del
Señor. Debemos preguntarnos entonces si esas palabras fueron dadas a los
discípulos, a la multitud en general, a los líderes religiosos, a los gentiles, etc.
Para eso se debe examinar el contexto y seguir el hilo narrativo del pasaje
para darnos cuenta quienes fueron los receptores originales de esas palabras.

En las epístolas este trabajo se vuelve fundamental pues hay pasajes que se
volverán incomprensibles si no conocemos los receptores originales. Si
estamos leyendo la Epístola a los Hebreos debemos saber que el autor se está
dirigiendo a cristianos de origen hebreo que estaban tentados a volverse atrás
en su fe por el menosprecio y persecución que sus paisanos estaban llevando
a cabo por su condición de cristianos. Solo teniendo esta información se
puede entender argumentos tales como la superioridad del sacerdocio de
Cristo según el orden de Melquisedec frente al sacerdocio Aarónico de los
judíos de su tiempo o la superioridad del sacrificio de Cristo frente a los
sacrificios que se ofrecían a diario en el templo. Lamentablemente
observamos con mucha frecuencia predicadores que pasan por alto estos
aspectos y le obligan al texto bíblico a decir lo que nunca dijo.

Otro ejemplo que ha ocasionado horrores interpretativos es el material


profético. Lo más común es leer una profecía y ya pensar en nosotros mismos
o en el acontecimiento que está en los titulares de los diarios y los noticieros.
Se debe entonces primero establecer a quienes estaba dirigida esa palabra
originalmente. Examinar el contexto y conocer quienes estaban escuchando al
profeta en ese momento es fundamental pues de otra manera el mensaje
quedará abierto a cualquier interpretación. Si leemos Isaías 1:10-12 podemos
ver que Dios habla en contra de los sacrificios del Antiguo Testamento. A
primera vista podemos interpretar que Dios está en contra del sistema de
sacrificios que Él mismo estableció. Si esto es así entonces Dios se
contradice. Pero si observamos quienes eran los destinatarios originales de
este mensaje podemos ver que se está dirigiendo a los dirigentes así como
también al resto del pueblo, a quienes llama “pueblo de Gomorra”. Esto ya
nos da una pista para extraer el significado de ese texto. Se trataba de una
época en la cual había una gran actividad ceremonial en el templo pero vacía
de todo significado espiritual. Una gran hipocresía religiosa reinaba en esos
momentos. Esto es algo que se repite en este mismo libro pues en 29:13 habla
que su adoración es solamente superficial pero no de corazón. Lo que sí
podemos y debemos necesariamente interpretar para nosotros de este pasaje
es que no debemos tener una doble vida. No podemos ser unos santos en la
iglesia y unos demonios fuera de ella. Ese es el verdadero significado del
pasaje. A esta conclusión llegamos, entre otras cosas, conociendo los
receptores originales del mensaje.

Se debe reconocer a fuerza de ser sinceros, que esta tarea no siempre está tan
fácil como en los pasajes que hemos visto. A veces los manuales bíblicos u
otro tipo de material de estudio nos son útiles para nuestra tarea exegética a la
hora de establecer los destinatarios originales. Pero se debe reconocer que
hay veces que esa información no la encontramos tan fácilmente. Sin
embargo, en la mayoría de los casos se puede acceder a esa información
examinando el contexto o en alguna fuente extra bíblica.

Definir la ocasión que motivó el texto.

Se debe prestar especial atención a la ocasión que motivó la escritura del


libro que estamos analizando. Está claro que eso no siempre es posible.
Existen libros donde se vuelve muy difícil y a veces imposible determinar la
causa que motivó ese texto. Un texto como Job, solo por citar un ejemplo, es
prácticamente imposible saber el trasfondo de esa narración pues no hay una
conexión clara con un marco histórico determinado. No obstante esto, en la
mayoría de los casos se puede tener una aproximación al contexto en que fue
escrito.

La Epístola a los Gálatas sería incomprensible para nosotros si no


conociéramos la circunstancia que ocasionó su escritura. Solo sabiendo la
intención de los que querían desviar de la fe a los creyentes de esa ciudad
podremos entender la indignación de Pablo. Lo mismo ocurre con la Epístola
a los Colosenses. Si desconocemos la falsa doctrina que se estaba
diseminando rápidamente dentro de la iglesia de un pre- gnosticismo que
tendría su pleno desarrollo en el siglo segundo, este texto no tiene mucho
significado para nosotros. Esta misma circunstancia fue la que provocó la
Epístola de Judas. Estas dos cartas tratan de contrarrestar esta funesta falsa
doctrina que ya era un dolor de cabeza para los apóstoles en el primer siglo.
De la misma manera, algunos textos de los profetas no tendrían ningún
sentido para nosotros si no supiéramos lo que ocasionó ese escrito. La lectura
del libro del profeta Nahúm sería enigmática para quien desconoce la
conducta brutal del imperio asirio y su política de terror como base para su
conquista militar. Lo mismo podríamos decir del libro de Jonás.

Cabe destacar que dentro de un mismo libro puede haber muchas y diferentes
ocasiones que motivaran diferentes temáticas. Por lo general un libro bíblico
no es monotemático. Si observamos un libro como el del profeta Isaías vemos
que hay muchas diferentes causas que provocaron los diferentes sermones
predicados por el profeta. Desde la denuncia de la hipocresía religiosa,
pasando por la injusticia social, hasta la esperanza mesiánica, solo por citar
algunos tópicos tratados por el autor, podemos ver una variedad de motivos
que llevaron a escribir esos textos. También si vemos una epístola de Pablo,
vemos que hay diferentes temáticas que son abordadas y que fueron
provocadas por alguna ocasión especial. En algunos casos están muy claros
pues el propio autor así lo manifiesta. Un ejemplo de esto es 1 Corintios 7:1
“En cuanto a las cosas de que me escribisteis…” Está claro que en este caso
la ocasión fue una consulta hecha por los cristianos de Corinto mediante una
carta acerca de cuestiones matrimoniales.

Siempre y cuando sea posible establecer la ocasión que motivó el texto que
estamos estudiando debemos hacerlo para no hacer interpretaciones que están
alejadas del motivo del autor. Para esto es imprescindible conocer los
diferentes contextos, ya sea cultural, religioso, político etc.

Delimitación del pasaje. LA PERÍCOPA

Una perícopa es una unidad de pensamiento completa. Es, según el


diccionario de la Real Academia Española “la denominación de cada uno de
los pasajes o fragmentos de la Biblia que han adquirido gran notoriedad por
leerse en determinadas ocasiones del culto religioso o liturgia” En griego
es περiκοπh, pericopé, “corte”.

La palabra quiere decir algo así como “alrededor del corte”, o “cortar
alrededor”. Como se puede ver en la definición de la Real Academia
Española, en un principio se la asoció con un fragmento para ser leído en el
culto público pero también se usa en hermenéutica para designar una porción
de las Sagradas Escrituras para su estudio y análisis exegético.

Esta es una tarea importantísima pues es necesario delimitar el pasaje que


estamos analizando para poder ubicarlo en su propio contexto. Si no
ubicamos correctamente nuestra perícopa corremos el riesgo de dejar fuera de
nuestro análisis una parte que necesariamente debe ser tomada en cuenta, o
por el contrario, añadir a nuestro estudio una porción que no forma parte de
esa unidad de pensamiento.

La costumbre que por lo general tenemos los evangélicos en nuestro estudio


de la Biblia es tomar un párrafo según las divisiones que tenemos en nuestra
Biblia. Cabe decir que esa forma de dividir el texto bíblico no siempre es
acertada, pues debemos recordar que la Biblia se escribió sin divisiones. Esto
fue agregado por los editores de la Biblia que estamos utilizando. Lo más
apropiado entonces es hacer nuestra propia división en párrafos para ver
donde comienza nuestra perícopa y donde termina.
Una sana exégesis de algún pasaje problemático o difícil de entender requiere
que no solamente nos centremos en esa perícopa sino que leamos todo el
libro de un solo tirón. Luego hacer una segunda lectura tratando de dividir el
libro en sus diferentes párrafos, es decir, identificando cuando el autor pasa
de un tema a otro. De esta forma, nuestra perícopa formará parte de un
entramado textual lógico y no quedará aislado y expuesto a que lo
interpretemos según nuestro propio capricho.

Ejercicios de repaso
Verdadero o Falso

A ____ Para interpretar bien la Biblia se debe pasar totalmente por alto el
contexto socio cultural.
B ____ Los receptores originales no son importantes en la interpretación de
la Biblia.
C ____ Se debe prestar especial atención a la ocasión que motivó la escritura
del libro que estamos analizando

D ____ Los eruditos liberales dicen que el Libro de Daniel no lo escribió ese
profeta sino fue un escrito muy tardío y la autoría del mismo es desconocida.

E ____ La paternidad literaria es la tarea por la cual se trata de definir el autor


de un texto bíblico
CAPÍTULO 4
Breve acercamiento a diferentes formas de
interpretar la Biblia
El “letrismo” judío.

Luego del exilio babilónico, los judíos adoptaron una profunda reverencia por
el texto bíblico. Ellos eran conscientes de que el castigo del exilio en
Babilonia fue causado por el alejamiento de los preceptos bíblicos.

Ya en los tiempos de su estadía en la cautividad, se había producido un


acercamiento a la Palabra de Dios dado que ya no tenían el templo donde
reunirse. La adoración entonces pasó de ser en torno al templo para ubicarse
alrededor de las Sagradas Escrituras.

Cuando se dio el regreso de los judíos a Jerusalén, se vio la necesidad de traer


alguien que estuviera preparado en el estudio de la Ley judía. Fue así que se
recurrió a Esdras para que explicara el significado bíblico y tradujera del
hebreo al arameo pues por haber estado tanto tiempo en Babilonia habían
adoptado el arameo como su lengua y ya no podían entender el hebreo.

Por esa época se produjo una gran reverencia hacia el texto sagrado. Eso
permitió que se preservara en forma casi intacta pues los copistas hacían su
trabajo no como profesionales solamente, sino con una profunda reverencia
hacia el texto bíblico.

Los copistas eran tan escrupulosos en su trabajo que si una sola letra estaba
mal se desechaba todo el material. Esto hace que nuestra Biblia tenga la
fiabilidad necesaria para confiar plenamente en su mensaje.

Esta reverencia por el texto sagrado tuvo su lado negativo pues pronto los
maestros judíos comenzaron a ver significados ocultos entre líneas. Esto
provocó que el significado original del autor bíblico (hagiógrafo) fuera
pasado por alto y se diera lugar a las interpretaciones más fantasiosas que se
le pudiera ocurrir al rabino de turno.

Otra consecuencia de esto es que se comenzó a ver significados en el número


de las letras. Los hebreos no tenían un sistema numérico tal como lo
conocemos hoy en día. Las letras tenían un valor numérico lo cual servía para
enumerar y contar. Pronto se comenzó a especular con estos valores
numéricos y a contar el número de las palabras y compararlas entre ellas para
arribar a interpretaciones de carácter mágico. Esto se conoce como gematría
y fue la base para que algunos siglos después, durante la Edad Media se
consolidara un sistema interpretativo llamado la Cabalá.

Método alegórico o escuela de Alejandría.

Esta escuela de interpretación tuvo como principales figuras a Clemente y


Orígenes. En el afán por conciliar la fe cristiana con el pensamiento filosófico
de la época, se trató de conciliar el cristianismo con la filosofía griega.
Comenzaron a enseñar que la Biblia contiene un sentido literal pero el más
importante es el alegórico.

El método alegórico consistía en pasar totalmente por alto la intención del


escritor bíblico para encontrar el sentido oculto que estaba escondido. Así
pues, un pasaje bíblico como Proverbios 31: 10- 31donde el escritor bíblico
nos describe una mujer virtuosa, San Agustín ve en esta mujer a la iglesia y al
marido a Jesucristo. Alegorizando acerca de las virtudes de esta mujer asigna
significados espirituales a cada uno de lo que allí se expone. Por ejemplo, en
el versículo 13, la lana significa algo carnal, y el lino algo espiritual. Las
ropas de lino son, según este sistema alegórico que adopta Agustín, las obras
internas mientras que las de lana son las exteriores.4

Esta forma de interpretar la Biblia en forma alegórica surge en Alejandría,


Egipto. Este era un gran centro cultural donde la religión
4 San Agustín. Obras de San Agustín VII. Sermones(1ro). Traducción de Miguel Fuertes Lanero y
Moises Ma. Campelo. (Cuarta edición) Madrid: Biblioteca de autores cristianos. 1981., 533.

judía, el cristianismo y la filosofía griega confluían y se retroalimentaban


mutuamente.

Se debe recordar que por aquella época se decía todo tipo de críticas al
cristianismo pues corrían rumores que en sus cultos se practicaba el
canibalismo, dado que los cristianos decían que se reunían para comer el
cuerpo y la sangre de Cristo. También que habían orgías a causa de lo que los
cristianos llamaban los “ágapes” o fiestas de amor. Además de todo esto, y lo
que más preocupaba, adversarios con una gran estatura intelectual como
Celso, por ejemplo, lanzaban feroces críticas al cristianismo por creer en el
mensaje de la Biblia, a la que consideraban sin ningún valor por contener
fábulas y afirmaciones inaceptables para una mentalidad culta.

Como una forma de conciliar la fe cristiana y la filosofía griega, tan en boga


en aquella época, es que se buscó una forma de interpretar las Sagradas
Escrituras que se ajustara a los patrones intelectuales del momento. Ya los
filósofos griegos habían echado mano a este tipo de interpretación como
forma de dar una explicación a aquellas cosas de la mitología griega que
resultaban incomprensibles. También los judíos habían adoptado esta forma
de interpretación como forma de conciliar su fe con los postulados de la
época, sobre todo en la figura de Filón. Como se puede ver, esta manera de
interpretar la Biblia no era nueva.

Orígenes de Alejandría afirmaba que la Biblia tenía tres sentidos: El literal, el


moral y el alegórico o místico. Aunque reconocía estos tres sentidos, el que
utilizó casi siempre fue el alegórico. La Biblia, decían los alegoristas,
contiene un sentido liso y llano que salta a primera vista. No obstante esto, el
sentido alegórico y oculto es el que debe ser buscado por el lector. Este
método de interpretar la Biblia se mantuvo por cerca de mil años hasta la
Reforma Protestante.

La escuela de Antioquía

En Antioquía, Siria, durante el siglo IV se comienza a utilizar un sistema de


interpretación con el fin de contrarrestar tanto el letrismo judío como la
alegorización de los alejandrinos. Impulsaron una forma de interpretar la
Biblia que respetara las reglas gramaticales tanto como los hechos históricos.
Estudiar los contextos históricos y los gramaticales.

Teodoro de Mopsuestia y Juan llamado Crisóstomo fueron las figuras más


destacadas de esta escuela de pensamiento. Trataron de exponer el texto en su
sentido natural a menos que el contenido del texto obligara a recurrir a otra
manera de interpretación, como ser, por ejemplo, la figurada o alegórica. Se
procuraba entonces buscar el significado obvio y natural.

Se debía tener en cuenta dos aspectos: El gramatical, es decir, examinar el


significado de las palabras, pasajes paralelos, figuras retóricas utilizadas por
el escritor, la sintaxis, el contexto gramatical etc. Al mismo tiempo se debía
examinar el trasfondo histórico, así como la cultura de la época, contexto
socio-económico etc.

Estos cristianos de Antioquía sentaron las bases para la interpretación que


hoy en día utiliza la Iglesia Evangélica ortodoxa. Este sistema de
interpretación se conoce como “histórico-gramatical” o “gramático-histórico”
y es el sistema de interpretación que se emplea en la mayoría de nuestros
seminarios e institutos bíblicos de doctrina conservadora. Por lo tanto,
nuestra deuda con aquellos cristianos de Antioquía es enorme.

Lamentablemente este sistema de interpretar la Biblia no fue popular pues


siempre es más atractivo lo fantasioso, lo novedoso o lo que tiene que ver con
lo oculto y misterioso. Por más o menos mil años reinó el sistema
interpretativo alegórico. Pero con la Reforma Protestante el método histórico-
gramatical nacido en Antioquía volvió a cobrar vida y Lutero enfatizó que la
Biblia debía ser la única fuente de autoridad. En nuestros días este sistema de
interpretación histórica-gramatical agoniza. Muy pocos se toman el trabajo de
examinar lo que la Biblia significó para los oyentes originales. Muy pocos se
preocupan por hacer una sana exégesis del texto bíblico, como lo veremos en
las páginas siguientes. Pero es nuestra responsabilidad mantener la llama
encendida.

La interpretación liberal

En el siglo XVIII el racionalismo dominaba por completo el pensamiento.


Todo debía pasar por la razón. Se comenzó a cuestionar todo lo que tenía que
ver con lo milagroso. Doctrinas fundamentales del cristianismo como ser por
ejemplo el pecado original, el nacimiento virginal de Cristo, la resurrección y
los milagros, fueron vistos como invenciones humanas que no debían ser
creídas pues era propio de mentes ignorantes. Al no encajar dentro de los
límites de la razón, estas doctrinas debían ser reinterpretadas para poder
encuadrar en la mentalidad de los tiempos que corrían.
Estas doctrinas fundamentales de la fe cristiana fueron vistas como mitos que
encerraban una enseñanza meramente moral o ética. Los milagros tenían una
explicación. Los discípulos de Jesús lo habían exaltado hasta el grado de
hacerlo un ser divino, pero en realidad Jesús era simplemente un gran
maestro de ética que había enseñado como relacionarnos los unos con los
otros.

En el siglo XIX surge la teoría de la evolución de las especies de Charles


Darwin. Tal pensamiento tuvo un fuerte impacto no solo en el campo de las
ciencias naturales sino también en la Teología y en la hermenéutica. Muchos
teólogos liberales se alinearon con el pensamiento de que la religión judía no
tuvo el origen que dice la Biblia sino que fue una evolución desde el
politeísmo al monoteísmo.

Algunos además, propusieron que el Pentateuco era simplemente una


colección de diferentes documentos de diferentes épocas. Se conoce como la
hipótesis documentaria Graf-Wellhausen, por ser estas dos personas quienes
la desarrollaron en el siglo XIX.

También es conocida esta hipótesis como J.E.D.P. pues veían en el


Pentateuco cuatro períodos: el Javista, donde aparece la palabra Jehová; el
Elohista, que en vez de usar Jehová se usa Elohim (Dios en hebreo); El
deuteronómico, que consiste en un plan fraguado por los sacerdotes para
provocar un avivamiento durante el reinado de Josías; y finalmente el
sacerdotal, (priestly en inglés) que habría sido escrito durante el cautiverio
babilónico.
El método llamado histórico-crítico, el cual no debe ser confundido con el
histórico gramatical que ya hemos visto cuando nos referimos a la escuela de
Antioquía, postula un tipo de hermenéutica en la cual se examina la historia
de Israel en el Antiguo Testamento o de los primeros años de la iglesia en el
Nuevo.

Este tipo de hermenéutica es altamente loable pues toma en cuenta el


contexto en que esos textos fueron escritos. Sin embargo este método de
investigación fue tomado por los críticos liberales contrarios a la fe
conservadora cristiana. Partiendo desde el punto de vista liberal, despojan a la
Biblia de todo lo que tenga que ver con lo sobrenatural. Para ellos la Biblia es
un libro más y debe ser analizado según parámetros puramente humanos.
Estos teólogos y exégetas liberales entienden la inspiración de la Biblia en un
sentido natural y humano. Afirman que la Biblia es inspirada en el mismo
sentido que un buen libro o poema, fue la obra de la inspiración humana de
su autor, como ser Shakespeare o Cervantes, por ejemplo.

La crítica histórica, tan necesaria para la sana interpretación de un texto, en


sus manos se transforma en un trabajo prejuicioso pues al negar la inspiración
de las Sagradas Escrituras convierte al texto sagrado en un simple relato
mitológico. La historia es examinada desde un punto de vista liberal. Cuando
se trata del Antiguo Testamento se da por sentado que la religión judía es una
evolución del politeísmo al monoteísmo. En cambio, cuando la crítica
concierne al Nuevo Testamento desechan todo lo sobrenatural y las
pretensiones mesiánicas de Cristo pero en cambio afirman que todo el
conjunto de doctrinas fundamentales neotestamentarias son un agregado de
los seguidores de Jesús luego de su muerte.

Libros proféticos como Daniel, por ejemplo, según los críticos y teólogos
liberales, no contenían profecía sino historia. El Libro de Daniel habría sido
escrito por un autor desconocido en una fecha muy tardía y lo que allí se
cuenta es simplemente historia pues el escritor de ese libro ya sabía los
acontecimientos pues ya habían sucedido muchos años antes. Como se puede
apreciar, el liberalismo despoja de todo lo que sea sobrenatural o milagroso.

También ven en el Libro de Isaías a varios autores. Se basan en el supuesto


cambio de estilo a partir del capítulo cuarenta. Afirman que el autor de esa
segunda parte vivió en una época muy tardía después del exilio. A este
“segundo” autor le llaman el deutero Isaías. Hay algunos autores liberales
que incluso hablan de más de dos autores para este libro profético. De esta
forma, niegan la existencia de la profecía

Ya en siglo XX, teólogos como por ejemplo Rudolf Bultmann, afirmaban que
el Nuevo Testamento era simplemente una colección de mitos. Para poder
descubrir el verdadero mensaje de Jesús, con su rico legado de enseñanzas
éticas para la humanidad, era necesario deshacerse de esos mitos que
impedían ver al verdadero maestro de Galilea llamado Jesús. Proponía
entonces que se debía tener una mirada existencial de los evangelios.
Entonces, aunque él no creía en la muerte redentora de Cristo, veía en el
mensaje evangélico un llamado a la muerte de los deseos egoístas y vivir para
los demás. Con respecto a la resurrección, este teólogo afirmaba que el
mensaje para nosotros es siempre esperanzador pues podemos ver en el
Nuevo Testamento que siempre hay una especie de segunda oportunidad y
nada está definitivamente perdido. Podemos entonces darnos cuenta que su
interpretación de la Biblia está muy alejado de lo que Dios realmente quiso
decir.

Cómo ya se dijo anteriormente, estos interpretes liberales no negaban la


existencia del Jesús histórico. Estaban convencidos de su existencia como un
personaje real de la historia pero decían y dicen todavía, que fue la
comunidad cristiana la que elaboró toda una leyenda alrededor del maestro
Jesús. Algunos lo ven como un reformador social, otros como un luchador
por la liberación del yugo romano y por lo tanto lo asocian con las
revoluciones de corte socialistas llevadas a cabo en las últimas décadas.

La interpretación de la Neortodoxia.

El teólogo más importante del siglo XX fue Karl Barth, nacido en Suiza. Este
teólogo fue formado en la teología liberal. Luego de la primera guerra
mundial fue ordenado pastor y tuvo que enfrentarse con las consecuencias
nefastas provocadas por esa guerra. Se dio cuenta que con una predicación
basada en una teología liberal no podía traer alivio a las personas que acudían
a su iglesia buscando una palabra de Dios para sus destrozadas vidas. Fue así
que decidió romper con el liberalismo.

En 1919 publica Carta a los Romanos, una de sus principales obras. Se trata
de un comentario a la Epístola de Pablo a los Romanos. Esto le trajo una
andanada de críticas por parte de sus colegas liberales pues en este libro
Barth acepta doctrinas inaceptables para un teólogo de formación liberal: la
inspiración de las Escrituras, la doctrina del pecado, el nacimiento virginal de
Cristo etc.

En Carta a los Romanos el propio Barth se defiende: “¡Pues sí señor! Las


necesidades apremiantes constatadas en mi tarea de párroco me llevaron a
tomar más en serio mi voluntad de comprender y explicar la Biblia”.5 Este
rompimiento con la forma liberal de interpretar la Biblia produjo un
verdadero impacto en el campo teológico y hermenéutico pues Barth era
considerado unos de los teólogos más importantes del campo teológico
liberal.

Sin embargo, este corrimiento de Barth hacia la ortodoxia, veremos que


nunca llegó a ser tal, pues se quedó a mitad de camino entre el liberalismo y
la ortodoxia. En cuanto a su concepto acerca de la Biblia, creía que esta
contenía la Palabra de Dios pero no necesariamente era la Palabra de Dios.
La Biblia contiene el testimonio de la revelación de Dios. La revelación de
Dios solo ocurre cuando alguien responde a esa palabra. Esta “revelación” no
es objetiva, es decir, no hay una revelación trascendente de Dios sino que la
interpretación de la Biblia es existencial. Esto quiere decir que cada persona
la interpretará a su manera. Lo que es palabra de Dios para un individuo,
puede no serlo para otro. Depende de la experiencia de cada uno. Es un
sistema interpretativo teológico existencial.6

Barth creía que la Biblia contenía errores, por lo tanto no aceptaba la


inerrancia de la Palabra de Dios. Al afirmar que la Biblia contiene la palabra
de Dios pero no es La Palabra de Dios, nos plantea el peligro de que podemos
pensar que existen otras formas de revelación por las cuales Dios nos habla.
Es cierto que Dios nos habla de diversas maneras: por medio de las
circunstancias, por los dones proféticos, por sueños etc. Pero todas estas
formas de revelación jamás deben estar en contradicción con la Biblia. La
Biblia es la revelación objetiva y trascendente de Dios. Además, la revelación
doctrinal ya está cerrada con la muerte de los apóstoles (Efesios 2:20) Dios
nos habla de muchas maneras en nuestros días pero tiene que ver con nuestro
caminar diario con Él. Así pues, nos guía en decisiones que debemos tomar,
nos advierte de peligros etc. Pero todo eso debe pasar por el examen bíblico.
Si está en contradicción con la Biblia no es de Dios.
5 Karl Barth. Carta a los Romanos. (Madrid: Biblioteca de autores cristianos, 2002). 53.
6 El existencialismo es una corriente filosófica que se basa en la experiencia personal inmediata de la
existencia propia. No depende de ningún patrón trascendente, como ser la Biblia, sino en la experiencia
personal.

Esta semilla sembrada por la neoortodoxia llega hasta nuestros días y lo


vemos a diario en las iglesias con creyentes que dicen “Dios me habló”.
Cuando le mostramos que eso contradice la Biblia simplemente se encogen
de hombros y manifiestan: “fue lo que Dios me habló a mí”.

El extremo de este tipo de interpretación existencialista se da cuando algunos


exégetas llegan a afirmar que no se debe enfatizar el propósito del autor sino
en el lector. El que realmente juzga lo que el texto significa no es el escritor
de ese texto sino el lector.7 Con este criterio, no pocas veces se escucha decir
a quienes promueven la llamada “teología de la prosperidad” que un “siervo
de Dios” solo debe andar en autos de alta gama y de último modelo pues
Jesús cuando entró a Jerusalén lo hizo montado en un pollino que nadie había
montado antes.

La hermenéutica LGTB

Desde círculos teológicos y hermenéuticos afines a la ideología de género se


afirma que la homosexualidad es una construcción discursiva. Esto quiere
decir que el cristianismo ha creado o inventado ese mal concepto de la
homosexualidad. Estas prácticas sexuales son malas porque las estructuras de
poder, machistas y patriarcales, nos han hecho creer que son malas. Ese
“discurso” del cristianismo está basado en una mala interpretación del texto
bíblico, dicen quienes se adhieren a esta postura interpretativa, pues, lo que la
Biblia prohíbe son las prácticas de los tiempos bíblicos cuando existía la
prostitución sagrada en los templos paganos donde se entregaban a todo tipo
de descontrol sexual.
7 Al respecto es interesante leer “Pierre Menard, autor del Quijote”, de Jorge Luis Borges, en su obra
Ficciones. En ese cuento Borges lleva la interpretación del lector a tal punto que es él quien decide el
contenido del texto.

Afirman que una relación estable entre dos personas del mismo sexo no está
censurado en las Sagradas Escrituras pues Levítico 18:22 dice “No te echarás
con varón como con mujer”. De esta forma, según los defensores de esta
forma de interpretación hermenéutica, lo que la Biblia prohíbe son las
relaciones sexuales que se llevan a cabo en un entorno de desenfreno como lo
eran en los templos paganos de la antigüedad.

También aseguran que el pasaje de Romanos 1:26-27 “…pues aún sus


mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual
modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se
encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos
hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su
extravío.”, solo se refiere a quienes cambiaron su naturaleza, es decir que este
pasaje se refiere a quienes les da lo mismo acostarse con mujeres que con
hombres, pero si alguien es por naturaleza homosexual y solo tiene relaciones
con personas de su mismo sexo eso está bien.8

El feminismo radical recalca que la teología está teñida de un tinte machista.


Aseguran que se debe erradicar de sus páginas aquellos pasajes considerados
machistas y patriarcales. Se llega incluso a afirmar que se debe orar a una
diosa madre similar a la Pacha Mama, la diosa Asera del Antiguo Testamento
o Diana de los efesios.

La forma de interpretar la Biblia por parte de la ideología de género es negar


la naturaleza, es decir que se es hombre o mujer no porque Dios nos haya
hecho así sino por la presión de la sociedad. Es un hecho cultural o como
dicen algunos es un “discurso” creado por la cultura. Entonces, según la
ideología de género, ser hombre o mujer no es otra cosa que una imposición
de la cultura. No somos una creación de Dios sino la creación de la cultura.
8 Para una mejor comprensión véase Jaime Mazurek, “Los errores de la hermenéutica gay” en Revista
electrónica Conozca. http://www.conozca, 2016.1 (Último acceso el 25 de diciembre de 2020).

Este discurso machista y patriarcal se vale de instituciones opresoras que


deben ser eliminadas. La familia, las relaciones estables y la iglesia son vistas
como lastres que impiden el libre desarrollo de las personas para vivir
plenamente y ser lo que realmente quieren ser.

El sexo es sustituido por la palabra “género” pues el sexo es algo natural,


puesto por Dios, en cambio el género lo puedo elegir de acuerdo a mis
preferencias. Un bebé recién nacido no se sabe si es varón o mujer hasta que
tenga la facultad de elegir su género. Las relaciones sexuales deben ser
modificadas de tal forma que no requieran la utilización de los genitales
reproductivos pues eso es promocionado por el patriarcado machista y lleva a
la distinción hombre/mujer. Se debe entonces buscar un nuevo centro
erógeno que sea común a los dos géneros. Ese centro erógeno es el ano. Por
ese motivo se necesita orientar toda nuestra sexualidad a que sea anal.

Cabe destacar que todas estas teologías tanto LGTB, como feminista radical y
de la ideología de género son ampliamente aceptadas por la teología liberal.
Seminarios bíblicos que han abrazado la forma de interpretar la Biblia con
una tendencia liberal promueven encuentros y congresos del colectivo LGTB
en sus instalaciones y en muchos casos no solo apoyan sus postulados sino
que también financian sus actividades.

La hermenéutica de la Teología de la Liberación.

Alrededor de los años sesenta del siglo pasado, surge un movimiento


teológico y social en América Latina principalmente en el catolicismo-
romano, aunque luego se extendería también al protestantismo, que significó
una reacción contra las injusticias sociales en este continente. La principal
preocupación de estos teólogos era la redención de los pobres de la pobreza
material. El libro bíblico del Éxodo sería su principal herramienta
hermenéutica pues afirmaban que la liberación de los israelitas cuando
salieron de Egipto no solo era espiritual sino fundamentalmente política pues
fueron liberados de un régimen político opresor.

Entre las principales figuras de este movimiento teológico latinoamericano


figuran Gustavo Gutierrez, sacerdote de Perú; Leonardo Boff, de Brasil;
Emilio Castro, pastor metodista de Uruguay; Camilo Cardenal, sacerdote en
Nicaragua, etc. Este movimiento teológico, que luego se le conocería como
“Teología de la liberación”, usó la doctrina marxista como herramienta
ideológica para poder poner fin a las desigualdades sociales. Así como los
profetas del Antiguo Testamento denunciaban las injusticias sociales de su
tiempo, la teología está obligada a denunciar el pecado de la acumulación de
muchas riquezas por unos pocos y la explotación de millones de pobres en el
continente latinoamericano. El Profeta Amós sería el más citado por parte de
los teólogos de esta corriente pues en este Libro el profeta denuncia que “…
vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos”. (Amós 2:6)

El problema hermenéutico se plantea cuando los teólogos de este movimiento


realizan una lectura alternativa al texto bíblico. El pecado entonces se
distancia mucho del concepto bíblico pues estos teólogos lo ven solamente
como la injusticia social y la explotación del pobre por parte del rico. Por
supuesto que la Biblia apoya esta idea. La Biblia es muy crítica y dura en
cuanto a esto. El problema es quitar todas las demás cosas que la Biblia
califica claramente de “pecado”.

Este movimiento teológico adopta un sistema de interpretación liberal de la


Biblia. La mayoría de sus exponentes no creen en una resurrección literal de
Jesús sino que la resurrección se da cuando el pueblo se levanta y lucha por
sus derechos. Jesús, para la mayoría de estos teólogos, es el Jesús histórico tal
como lo verían los teólogos liberales y la concepción de los Evangelios es
una concepción bultmaniana, es decir que son una colección de mitos.

Gustavo Gutiérrez cree que ya no es necesario predicar acerca de la salvación


del alma. Adopta un concepto universalista de la salvación, es decir que
luego de la muerte todos seremos salvos. Gustavo Gutiérrez, basándose en 1
Timoteo 2: 4 lo expresa de esta forma en su obra más conocida y que
precisamente lleva el nombre de este movimiento, Teología de la liberación:
“La idea de la universalidad de la voluntad salvífica de Dios, claramente
enunciada por Pablo en su Carta a Timoteo, se ha abierto paso, ha vencido las
dificultades que le presentaban determinadas maneras de entender la misión
de la Iglesia y ha logrado imponerse en forma definitiva”.9

Por lo expuesto anteriormente se ve claramente que ahora, que ya no hay


necesidad de predicar acerca de la salvación del alma, el camino queda
abierto para dedicarse a la verdadera “misión de la Iglesia”. Esta misión pues,
es luchar por la redención, ya no del alma sino del cuerpo. Como ya hemos
apuntado anteriormente, todos estamos de acuerdo en que los cristianos no
debemos mirar para otro lado ante las injusticias de la vida y nuestro deber es
denunciarlas y luchar por erradicarlas. Pero el mensaje bíblico no se
desentiende de lo espiritual. Por lo tanto no podemos estar de acuerdo con
una teología universalista de la salvación.

La interpretación bíblica en los tiempos posmodernos.

Se denomina posmodernidad o postmodernidad al período de tiempo a partir


de la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días. Una de las
características más marcadas de este período es el relativismo. El individuo
posmoderno ya no cree en principios permanentes sino que se aferra a los
valores temporales y efímeros de la moda pasajera y los vaivenes de las
distintas corrientes de pensamientos que abundan en estos tiempos.

El sociólogo y pensador Zygmunt Bauman define estos tiempos como


“modernidad líquida” pues lejos de depositar su confianza en valores sólidos
y permanentes lo hace en lo efímero, lo liviano, lo leve y lo “líquido”, es
decir en lo que no permanece. A diferencia de los sólidos, los líquidos “no
conservan fácilmente su forma”10
9 Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación (Salamanca: Sígueme, 2004),190-191. 10 Zygmunt
Bauman, Modernidad líquida (Buenos Aires: Fondo de cultura económica, 2002), 8.

Esta dificultad de los sólidos para mantener su forma se traslada al


comportamiento humano de estos tiempos. Parece ser que lo único que es
permanente es el cambio. Expresiones filosóficas y religiosas se suceden una
tras otra con una velocidad pasmosa. La Nueva Era, con sus más raras y
estrafalarias manifestaciones parece venirle como anillo al dedo a estos
tiempos de vertiginosos cambios.

La hermenéutica no escapa a toda esta andanada de novedosos caprichos


pasajeros. Cómo ya se apuntó anteriormente, la interpretación existencialista
no depende de nada que sea permanente ni trascendente. Solo depende de su
experiencia personal.

Esta tendencia interpretativa de la Biblia se ha metido dentro de nuestras


iglesias y con cada vez más frecuencia vemos que a la Biblia se le hace decir
las cosas que cada uno quiere oír. En el neopentecostalismo, por ejemplo, con
una creatividad asombrosa, cada día se inventa algo nuevo. El “camino de la
sal”, el “manto de la descarga”, tal o cual jabón milagroso, etc. Lo
sorprendente no es esto. Lo que llama la atención es la facilidad con que se
vincula cada una de esas rarezas con la Biblia. Por más disparatadas que
parezcan estas expresiones, quienes las promueven nos dirán con toda
tranquilidad que todo eso está escrito en la Biblia. Con total desparpajo se
saca de contexto los pasajes bíblicos para forzarlos a decir lo que se amolde a
los caprichos personales.

Las reglas más elementales de la hermenéutica son pasadas por alto para
hacerle decir a la Biblia lo que nunca dijo. La regla de interpretación parece
ser en estos tiempos no lo que ordena la Biblia sino lo que ordena el
sentimiento. Es común escuchar en nuestras iglesias frases tales como “lo
sentí en mi corazón”.

La llamada “teología de la prosperidad” tuerce las Escrituras para que los


incautos fieles den aún más allá de sus fuerzas y contribuyan al
enriquecimiento del predicador de turno el cual sin el menor remordimiento
expone ante la congregación las “verdades” bíblicas que demuestran sin lugar
a dudas que la billetera es más importante que la sana interpretación de la
Biblia. Al igual que en un supermercado de la fe el individuo posmoderno se
“apropia” de cuanto se le ocurre y Dios, al igual que un empleado de
almacén, no le queda más remedio que salir corriendo a satisfacer su deseo.

Ejercicios de repaso
Responder

A- ¿En qué consiste el método alegórico de interpretación de la Biblia?


B- ¿Qué se afirma desde círculos teológicos y hermenéuticos afines a la
ideología de género con respecto a la homosexualidad? C¿Cuáles eran los dos
aspectos que según la Escuela de Antioquía se debían tener en cuenta?
D- ¿Cuál era el concepto de Barth y la Neortodoxia acerca de la Biblia?
E- ¿Qué afirmaba Rudolf Bultmann con respecto al Nuevo Testamento?
CAPÍTULO 5
Tenga en cuenta que hay versiones de la Biblia que
están basadas en textos corruptos
La crítica textual.

Es aquella disciplina que se dedica al estudio de los diferentes manuscritos de


la Biblia y a sus posibles variantes. No poseemos los manuscritos originales
de los escritores bíblicos (llamados “autógrafos”) sino que lo que ha llegado a
nosotros son copias. Los copistas, como ya lo dijimos anteriormente cuando
nos referimos a la inerrancia de la Biblia, podían equivocarse al copiar el
manuscrito o agregar o quitar algo con el fin de aclarar el significado. La
crítica textual entonces trata de determinar cuál de esos manuscritos está más
cerca del manuscrito original.

Utilizan sus conocimientos en los idiomas bíblicos originales, griego, hebreo


y arameo, para cotejar los manuscritos que existen y comparar las diferentes
variantes textuales. Determinan cuales de estas variantes serían agregados de
los copistas o errores de redacción así como aquellas porciones que
posiblemente fueron quitadas por alguna razón del texto original. De esta
manera ellos tienen que determinar el texto que estaría más próximo al texto
original. Cabe destacar que aun así muchas veces existen discrepancias en sus
conclusiones pues por más meticuloso que sea su trabajo en algunos casos es
muy difícil determinar con seguridad cuales manuscritos serían los más
cercanos al original.

También existen familias de manuscritos pues un texto que sufrió alguna


variante, luego, en las sucesivas copias, esa variante se fue transmitiendo y
llegó a instalarse en esa familia textual. Todo ese trabajo le corresponde a la
crítica textual, también llamada “baja crítica”, para diferenciarla de la otra
disciplina textual que es la “alta crítica”.

El erudito bíblico se enfrenta a una variedad de manuscritos y tiene que


decidir cuáles de esos son los más cercanos al autógrafo. Muchas veces se
enfrenta a manuscritos más recientes y otros de mucha más antigüedad. A
primera vista nos inclinaríamos por el más antiguo pensando que este es el
más fiel al original en detrimento del más reciente. Pero eso no siempre es
así. Puede ser que un manuscrito más reciente sea una copia fiel de otros que
se mantuvieron fieles al original. Asimismo, el más antiguo no nos asegura
que no haya sufrido variantes ya en épocas muy pretéritas. También muchas
veces tiene que optar por variantes que tienen una muy difícil interpretación,
cuyo significado es oscuro y otra familia de variantes que están bastante
claros y no ofrecen demasiadas dificultades a la hora de interpretarlo. En
estos casos el erudito bíblico se inclina por la variante más difícil pues
entiende que la tendencia de los copistas era aclarar el texto para hacerlo más
fácil de entender. Así pues una variante clara y fácil de entender les hace
desconfiar de que tal vez la mano de un copista pudo haber intentado facilitar
la lectura. Otra tendencia que tenían los copistas, según muchos estudiosos
pertenecientes a la crítica textual, era a insertar palabras al texto para hacerlo
más comprensible. Muchas veces esto no lo hacía en el texto sino que eran
anotaciones al margen a modo de comentario muy similar a lo que hacemos
hoy en día en nuestras Biblias. Luego otro copista creía que eso pertenecía al
texto bíblico y lo agregaba. Por eso ante dos variantes, una corta y otra larga,
el crítico textual se inclinará por la más corta pues es posible que sea la que
está más cerca del original. Eso es solo una muestra del trabajo de la crítica
textual para que se entienda su trabajo y la importancia que esta tiene para el
trabajo de traducción.

La influencia liberal en la crítica textual del Nuevo Testamento.

Lamentablemente esta importante tarea sufrió los embates del liberalismo


ateo. En el siglo XIX aparecieron dos manuscritos muy antiguos del Nuevo
Testamento que fueron rápidamente adoptados por los críticos que estaban
prestos para desacreditar el texto bíblico. En 1844 un coleccionista de
manuscritos antiguos de apellido Tischendorf se encontró con un códice que
le llamó la atención en el monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí.
Algunos monjes estaban utilizando sus páginas para encender el fuego. Este
manuscrito resultó ser de una antigüedad muy temprana y según los expertos
fue escrito durante el siglo IV d.C. Se trata de un manuscrito llamado
“uncial”, es decir que estaba escrito en letras mayúsculas, práctica que era
acostumbrada en esa época.

Contiene el Antiguo Testamento en griego y todo el Nuevo Testamento más


dos libros apócrifos: El Pastor de Hermas y la Epístola de Bernabé. Faltan
algunas páginas del Antiguo Testamento las que fueron quemadas por los
monjes en el convento antes mencionado. Los diferentes manuscritos se
identifican por letras o números. En el caso de este manuscrito se lo conoce
por la letra hebrea álef (‫ )ﬡ‬o por el lugar donde fue encontrado: Códice
Sinaítico.

Fue tan grande la conmoción que causó este descubrimiento que motivó que
se sacara a luz otro manuscrito que había estado guardado por mucho tiempo
en la biblioteca del Vaticano. Se lo conoce precisamente con ese nombre:
Códice Vaticano o también por la letra B. Estos dos manuscritos fueron
utilizados algunos años después por críticos liberales y ateos para
desacreditar el texto bíblico del Nuevo Testamento que había servido como
base para la traducción de la Biblia desde los tiempos de la reforma
protestante.

Estos dos manuscritos contienen omisiones y mutilaciones muy notorias.


Algunos ejemplos de esto son: El Evangelio de Marcos termina abruptamente
en el versículo 8. Todos los demás versículos de ese capítulo no figuran en
estos manuscritos. Así pues, un pasaje tan conocido y predicado como la
comisión de predicar el Evangelio a toda criatura y la promesa de las señales
han desaparecido. Otra porción bíblica que estos manuscritos omiten es el de
Juan capítulo ocho que trata de la mujer sorprendida en adulterio. También en
Marcos 1:1 ha desaparecido “hijo de Dios” y el versículo termina en
“evangelio de Jesucristo” despojando de esa forma la divinidad de Jesucristo.

Estos dos manuscritos tienen una antigüedad muy grande pues se descubrió
que son de aproximadamente el siglo IV d.C. Dos personas estudiaron a
fondo estos manuscritos y llegaron a la conclusión que eran los mejores que
hasta ese momento habían aparecido. Estos hombres eran Brooke Foss
Westcott y Fenton John Anthony Hort. Ellos llegaron a la conclusión que el
Nuevo Testamento ya no debía traducirse de los manuscritos con que se
contaba antes de estos descubrimientos por ser de menor valor. Encontraron
que estos dos manuscritos, principalmente el Vaticano, eran los que estaban
más cerca del texto original del Nuevo Testamento. Concluyeron que se
debían descartar todas las traducciones que hasta ese momento eran utilizadas
por los evangélicos. Versiones como Reina-Valera en español o la King
James en inglés, que venían desde la época de los reformadores, ya no eran
confiables pues estaban traducidas de manuscritos de muy mala calidad por
ser muy tardíos.

En 1881 estos dos hombres, de tendencia liberal, editaron su propio texto


griego del Nuevo Testamento. Conocido precisamente por sus apellidos: El
Nuevo Testamento griego de Westcott y Hort. A pesar de las afirmaciones
despectivas de Westcott y Hort hacia el Texto Recibido, o Textus Receptus,
que era el texto griego que tenían en mano los reformadores que tradujeron la
Biblia a sus respectivos idiomas, su texto publicado en 1881 estaba en su
inmensa mayoría compuesto por el Textus Receptus. El contenido de este
último es tan abundante que también se lo conoce como Texto Mayoritario.

Las familias de manuscritos. Desde la época apostólica y más tarde, durante


el período llamado patrístico, es decir en los primeros siglos de la iglesia,
hubo una preocupación muy grande por el cuidadoso copiado de los
manuscritos de la Biblia. En Asia, y en particular en las ciudades donde desde
temprano florecieron iglesias de sana doctrina, existían copistas cuyos
trabajos eran supervisados y cotejados por cristianos que habían tenido un
estrecho contacto con los apóstoles o con personas de gran influencia
espiritual en la iglesia de los primeros siglos. Esa familia de manuscritos se la
conoce como la familia bizantina o texto bizantino, por conservarse en
Bizancio o en sus alrededores. También este texto se lo conoce, como ya se
dijo anteriormente, como texto mayoritario.

Otro lugar donde existía un fuerte movimiento de copiado de manuscritos fue


en Alejandría, Egipto. En esta ciudad fue donde florecieron formas de
interpretar la Biblia que se alejaban completamente del significado que el
escritor sagrado tenía en mente al escribir su texto. Una de estas formas se
conoce como el método alegórico, del cual ya hemos hablado, y por el cual se
puede llegar a las interpretaciones más disparatadas. Además, en esta ciudad
tuvo su máximo desarrollo una herejía que se llamó el gnosticismo. Este
grupo herético hacía una distinción entre el espíritu y la materia y por lo tanto
negaban la encarnación de Cristo así como su divinidad. Esta falsa doctrina
tuvo su pleno desarrollo en esta ciudad de Alejandría. Ya en la época de los
apóstoles se aprecia en la Biblia la influencia de estos grupos herejes. Si
leemos por ejemplo la Epístola a los Colosenses el Apóstol Pablo ataca esta
falsa doctrina. También Juan en su primera carta habla de aquellos que
negaban que Jesucristo había venido en carne y no duda en tildar a esta
doctrina como de parte del anticristo (1 Juan 4:1-3) En esta ciudad existía un
gran movimiento de copiado de manuscritos bíblicos y Westcott y Hort
llaman esta familia de manuscritos como la familia alejandrina. También
existe una tercer familia de manuscritos llamada occidental, cuyo centro de
copiado estuvo en Roma. Para estos eruditos, la familia alejandrina sería la
que está más cerca del texto original, por eso ellos le llamaron el texto neutro
pues creían que no tenía agregados ni recortes. Los dos manuscritos que
hemos mencionado, es decir, el Códice Sinaítico y el Códice Vaticano
pertenece a esta familia de manuscritos alejandrina.

Luego de la Reforma de Martín Lutero se vio la necesidad de que el pueblo


tuviera la Biblia en su propio idioma. Casiodoro de Reina, quien era fraile
católico romano abrazó la Reforma y pese a la persecución que sufrió tradujo
la Biblia a nuestro idioma. Ya en 1280 había aparecido una traducción al
castellano pero esta no era traducida de los idiomas originales sino de la
Vulgata que a su vez era una traducción al latín. Se trató de la llamada
“Biblia Alfonsina”, que debe su nombre al Rey Alfonso X llamado “el sabio”
quien patrocinó dicha traducción. En el siglo XV había aparecido una
traducción del hebreo original pero solamente era del Antiguo Testamento, se
la conoce como la Biblia de Alba. Sin embargo, Casiodoro de Reina fue
quien primero tradujo la Biblia completa de los idiomas originales al
castellano. Para el Antiguo Testamento usó el texto masorético, que es un
trabajo excelente de sabios hebreos quienes alrededor del siglo VIII d.C.
pusieron vocales al texto hebreo pues, al ser un texto escrito solamente con
consonantes la pronunciación se estaba perdiendo por existir dudas en
algunas palabras sobre como pronunciarlas. Dicha pronunciación solo era
posible saberla por la tradición que se pasaba de generación en generación.
De ahí su nombre “masora” que significa “tradición” o “vínculo”.

Para traducir el Nuevo Testamento Casiodoro de Reina utilizó el texto que


había sido impreso algunos años antes por el humanista Erasmo de Róterdam
cuya primera edición impresa apareció en 1516. Se debe recordar que
algunos años antes se había inventado la imprenta y el Nuevo Testamento
griego se pudo tener ya no en copias a mano sino que ahora Erasmo había
hecho una recopilación de los manuscritos existentes para plasmarlo en un
documento impreso.

Ese texto griego que utilizaron los reformadores para traducir la Biblia a sus
respectivos idiomas provenía del texto bizantino o texto mayoritario. Por tres
siglos se siguió utilizando ese texto llamado Textus Receptus que significa
“texto recibido” pues era el que recibían todos quienes querían traducir el
Nuevo Testamento. Sin embargo, hacia fines del siglo XIX Westcott y Hort
comenzaron a cuestionar fuertemente el Textus Receptus pues, según ellos,
no se basaba en los mejores manuscritos. Argumentaban que los manuscritos
que tuvo Erasmo para editar el Nuevo Testamento griego eran muy recientes
pues los más antiguos eran del siglo IX y algunos hasta del siglo XIII de
nuestra era. Además, Erasmo, ante la carencia de buenos manuscritos tuvo
que terminar los últimos versículos de Apocalipsis recurriendo a reescribirlos
del latín de la Vulgata. Ahora, según ellos, se contaba con excelentes
manuscritos de mucha antigüedad. Los dos manuscritos “estrellas” eran los
que ya hemos mencionado: el códice Sinaítico y el Vaticano. Estos
manuscritos de la familia alejandrina tenían diferencias notorias con los
pertenecientes a la familia bizantina y ya hemos hecho referencia a ello.
Westcott y Hort celebraban que por fin se habían liberados del corrupto
Textus Receptus y se abocaron a la tarea de presentar un nuevo texto del
Nuevo Testamento en griego que por fin fuera confiable para poder ser usado
en las futuras traducciones.

Este Nuevo Testamento griego fue publicado en 1881 y es la base que usan
todos los traductores de la Biblia en el día de hoy. Se trata de un texto
llamado “crítico” por ser fruto del estudio de eruditos de la llamada crítica
textual. En la actualidad el Nuevo Testamento griego que se vende en las
librerías cristianas es el texto crítico de dos eruditos posteriores que se
unieron para editar un texto crítico de Nuevo Testamento: Nestle-Aland. No
obstante, la base es el texto de Westcott y Hort. Si usted intenta comprar el
Textus Receptus lo más probable es que no lo encuentre por ningún lado y
solo tenga que conformarse con conseguirlo en Internet. Tal es el descrédito
en el que cayó el Texto Recibido por parte de la crítica textual de tendencia
en su mayoría liberal y atea.
En las Biblias actuales, que en su inmensa mayoría son traducidas del texto
crítico, con frecuencia encontramos comentarios que dicen que tal o cual
pasaje “no figura en los mejores manuscritos”. Estos supuestos mejores
manuscritos son en su inmensa mayoría pertenecientes a la familia
alejandrina. Pero, ¿cómo fue que estos manuscritos tan antiguos llegaron
hasta nosotras? El principal factor para que esto sucediera es que en esa zona
el clima es desértico y seco, ideal para que los papiros o pergaminos de cuero
se conservaran en buenas condiciones. Otro factor no menos importante es
que posiblemente estos documentos no fueran muy usados pues la iglesia
sabía de sus deficiencias. El poco uso de los materiales hace posible que estos
se conserven en tan buen estado.

Los manuscritos de la familia bizantina en cambio no contaban con un clima


propicio para su conservación. El aire húmedo de la zona hacía que el
material no se conservara en tan buenas condiciones como el de Egipto y por
eso duraban mucho menos. Además, al ser leídos y estudiados a diario por la
iglesia de la época hacía que los manuscritos se deterioraran muchísimo más
rápido. Eso explica el porqué de los manuscritos tan tardíos que tenían los
reformadores al hacer sus traducciones. Además, en el siglo IX se comienza a
escribir en letra minúsculas y los materiales en mayúsculas (unciales)
probablemente fueron destruidos pues ya no se estilaba leer y escribir de esa
manera.
A pesar de esto, no es cierto el argumento liberal de que no existen
manuscritos antiguos de la familia bizantina. El códice Washington es del
siglo V d.C. y registra los cuatro Evangelios11. También el códice
Alejandrino (no confundir con la familia alejandrina pues puede causar
confusión dado que se llama códice alejandrino por el lugar donde apareció,
pero es de la familia bizantina). Además, existen testigos en traducciones
muy antiguas donde aparecen esos pasajes que dicen algunos que “no figuran
en los mejores manuscritos”. Así pues, el final de Marcos, el pasaje de la
mujer sorprendida en adulterio y otros que son cuestionados por la crítica
textual, ya aparecen en la traducción al idioma de Siria en la versión llamada
“Peshita” la cual se remonta al siglo segundo de nuestra era. También en
traducciones latinas muy tempranas.

Uno de los argumentos que esgrimieron Westcott y Hort fue que el texto de
la familia bizantina o mayoritario fue una confluencia de dos familias: la
alejandrina y la occidental. Estos eruditos decían que en Siria existió una
especie de “arreglo” del texto para hacerlo más fluido y armonioso. Para eso
hicieron una mezcla o confluencia de esas dos familias que hemos
mencionado. Así pues, en el último versículo de Lucas tomaron algo del texto
alejandrino y algo del occidental para hacer decir al texto que los discípulos
luego de la resurrección del Señor “estaban siempre en el templo, alabando y
bendiciendo a Dios”. Cuestionan que el texto utilice estas dos palabras,
“alabando” y “bendiciendo”. Llegan a la conclusión con este “contundente”
argumento que el texto fue arreglado. Además de lo ridículo de su
argumentación, en casi treinta años de estudio, estos dos eruditos ¡solo
pudieron encontrar ocho confluencias similares a esta en todo el Nuevo
Testamento!12

No desconocemos las limitaciones que tuvo el Textus Receptus editado por


Erasmo. Es cierto que los últimos versículos del Apocalipsis fueron reescritos
del latín por el apuro que tenía Erasmo por imprimir su obra. Pero no menos
cierto es que este texto fue revisado luego. Pero por sobre todo, a pesar de
todas las deficiencias del Textus Receptus, podemos afirmar que proviene de
una familia confiable de manuscritos.
11 Llamado de esa forma por estar en el Museo de Washington. Se lo identifica como códice W.
12 Las otras supuestas confluencias son: Marcos 9:49; Marcos 6:33; Marcos 8:26; Marcos 9:38; Lucas
9:10; Lucas 11:54 y Lucas 12:18.

No es cierto que siempre el manuscrito más antiguo es el mejor. Los


manuscritos que tenían los reformadores cuando encararon la traducción de la
Biblia, entre ellos Casiodoro de Reina, a pesar de ser tardíos, venían siendo
copiados desde hacía siglos de otros muy antiguos. Al ser materiales que
circulaban entre las iglesias y eran leídos con avidez, sufrieron el lógico
deterioro del paso de los años. Los manuscritos de la familia alejandrina, a
pesar de ser muy antiguos, no están libres de manos mal intencionadas que
adulteraron su contenido. Tanto el códice sinaítico como el códice vaticano
perduraron tanto tiempo en óptimas condiciones por el poco uso que se le dio
por parte de la iglesia. De alguna forma existía la convicción de que esos
textos no eran genuinos y por eso se preservaron en tan buen estado.

En la actualidad, todas las traducciones se hacen basándose en el texto crítico


cuya raíz es de la familia alejandrina. Desde 1881 cuando apareció el texto
crítico de Westcott y Hort, el texto bizantino dejó de usarse. Versiones como
la Nueva Versión Internacional, Nueva Traducción Viviente, Biblia de
Jerusalén, la Traducción del Nuevo Mundo (la versión de los Testigos de
Jehová), Dios Habla Hoy, La Biblia Textual etc. están basadas en el texto
crítico.

Quienes pertenecen al bando de la crítica textual y defienden el texto crítico


afirman que las variantes entre el texto alejandrino y el bizantino no afectan
la doctrina en modo alguno. Afirman por ejemplo que el que Marcos 1:1 no
diga que Jesucristo es el Hijo de Dios eso no quiere decir que no lo sea pues
más adelante en el propio Evangelio lo afirma. Sin embargo, sabemos que
una de las formas de enseñanza hebrea es la repetición. Quitarnos una
enseñanza, aunque más adelante aparezca, es privarnos de un testimonio
bíblico más. Por algo estaba allí y no somos quien para sacarlo. Además,
nada nos asegura que hoy o mañana no aparezca un manuscrito que ha
pasado por la tijera gnóstica o alguna otra herejía que abundaba en Alejandría
y nos prive de una doctrina fundamental.

Desde filas de los defensores del texto crítico aseguran que es imposible
obtener el texto original de los autores bíblicos. Están buscando el texto que
más se aproxime al original. Nosotros decimos que no estamos buscando
nada pues tenemos el texto bíblico que ha sido preservado por Dios. Como
evangélicos creemos tanto en la doctrina de la inspiración de las Escrituras
así como en la doctrina de la preservación de ellas. Dios la guardó para
nosotros. La doctrina de la preservación de la Palabra de Dios no es
desconocida ni extraña para el cristiano. Desde siempre Dios trató de
preservar su Palabra. Cuando Moisés, en un arrebato de ira, rompió las tablas
de la Ley, luego Dios le ordenó que las escribiera nuevamente. Cuando Israel
había caído en la idolatría y el desenfreno durante el reinado de Manasés, la
Biblia fue preservada en lugar seguro. (2 Crónicas 34:14)

La inspiración verbal y plenaria de la Biblia afirma que quienes adherimos a


dicha postura estamos seguros que, si Dios nos dio su Palabra, también la
preservará. Isaías 40:8 dice que la Palabra de Dios permanece para siempre.
Sería absurdo pensar que si Dios dio una palabra, esta no se pueda llevar a
cabo porque se ha perdido. Eso demostraría que estamos creyendo en un
“dios” inferior e imperfecto. El propio Señor Jesucristo dijo que “hasta que
pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que
todo se haya cumplido” (Mateo 5:18) Esto nos hace afirmar aún más nuestra
postura de la inspiración verbal y plenaria de las Escrituras, pues este
versículo dice que no solamente las ideas serán preservadas sino también las
palabras e incluso los signos de puntuación: “ni una jota ni una tilde”.

El autor cristiano Everett Harrison, quien declara ser un cristiano


conservador, que cree en la doctrina de la inspiración de la Biblia, pretende
sin embargo menoscabar la postura preservacionista al afirmar que se trata de
un argumento “de tinte teológico”. Para sostener su objeción pone a la Biblia
a la misma altura de los clásicos latinos y griegos.13 Pero que esta postura sea
“de tinte teológico” no hace más que reafirmar el carácter divino de tal
posición. Si la defensa de la doctrina de la preservación fuera de otra índole
bien podría ser cuestionada, sobre todo si ese cuestionamiento viniera de
alguien como Harrison, quien se confiesa cristiano conservador.
13 Everett F.Harrison, Introducción al Nuevo Testamento (Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío,
2002), 74.

Pensar que Dios preservó el Nuevo Testamento es un razonamiento lógico


pues si el Antiguo Testamento fue guardado en una forma tan segura tal cual
la tenemos hoy en día, es lógico creer que también el Nuevo Testamento lo
sería. Pablo dice en Romanos 3:2 que Dios se encargó de designar al pueblo
de Israel como guardián de su Palabra. Esto demuestra que la Biblia no
quedaría expuesta a los criterios de un grupo de personas que mutilaran el
texto bíblico para convertirlo en un documento de dudosa reputación. Es
imposible que Dios deje su Palabra al criterio de los eruditos de la crítica
textual y de acuerdo a sus caprichos liberales y ateos.

El versículo que se acaba de ver en Romanos 3:2 nos debe hacer conscientes
de que la preservación de la Biblia no es de carácter mágico, así como la
inspiración de las escrituras tampoco lo fue. Los copistas del Antiguo
Testamento que desarrollaban la fatigosa tarea de copiar los manuscritos
preservaron la Biblia pero eso les demandó mucha preparación no solo
espiritual sino también académica. No era una tarea que se hacía en forma
improvisada. Así también, la preservación del Nuevo Testamento demandó y
aún sigue demandando, de una preparación y dedicación especial. Como
cristianos se nos demanda que no escatimemos esfuerzos para contribuir a
que la Biblia sea preservada. La preparación espiritual y académica van de la
mano en esta tarea. No debemos dejar que esta noble labor quede solo en
manos de personas que no creen en Dios ni en la inspiración de las Sagradas
Escrituras. Tal vez por el descuido de los cristianos verdaderos, quienes
entregaron el trabajo bíblico en manos de estas personas, es que hoy nos
encontramos en esta situación.

La doctrina de la inerrancia de la Biblia, que ya la hemos visto aquí, es otro


de los postulados del cristianismo conservador. Afirmar que la Biblia no
contiene errores necesariamente implica también en creer en la doctrina de la
preservación del texto bíblico. Estas dos doctrinas forzosamente deben ir de
la mano. De nada serviría que el texto fuera guardado si llegara hasta
nosotros plagado de errores.

El desafío para quienes integramos las filas conservadoras es a prepararnos y


batallar por la preservación de la Palabra de Dios. Si permitimos que el texto
bíblico siga siendo manipulado desde filas liberales caeremos en una
inseguridad e incertidumbre donde ya no sabremos qué es Palabra de Dios y
qué no. Dios nos llama a comprometernos en esta vital tarea y concientizar a
nuestros hermanos.

Podemos estar seguros que Dios guardó y guardará su Palabra. Hoy más que
nunca podemos decir que “Tenemos también la palabra profética más
segura…” (2 Pedro 1:19), por lo tanto no necesitamos buscar el texto bíblico
pues nunca se perdió.

Preguntas de repaso
Responda

A- ¿Por qué la antigüedad de un manuscrito no es prueba de que sea de mejor


calidad?
B- ¿Cómo explica que aparezcan manuscritos de la familia alejandrina en tan
buen estado de esa zona de Egipto?
C- ¿Qué demuestran traducciones muy antiguas como la traducción al idioma
de Siria en la versión llamada “Peshita”? D- ¿A qué familia de manuscritos
pertenece el códice Washington, el cual tiene una antigüedad que se remonta
al siglo V d.C.?
CAPÍTULO 6
Tenga en cuenta los recursos literarios o retóricos
Los escritores bíblicos emplean frecuentemente recursos retóricos para hacer
más vívido el mensaje que quieren dar. Estos recursos retóricos también son
usados a diario por todos nosotros. En el estudio literario se conocen como
tropos, lo cual en griego significa “dirección” “manera” o “modo”.14

Se trata entonces de un “cambio de dirección” o cambio de “manera de decir”


lo mismo con la finalidad de hacer más vívido el lenguaje. Todos
comprendemos mejor si se nos dice lo mismo pero de una forma tal que lo
podamos asociar con lo cotidiano o familiar.

Hablando con respecto a la necesidad de la utilización de tropos dice


Martínez:

Aparte de su necesidad, los tropos son un medio insustituible para dar mayor
viveza y elegancia al estilo- a veces incluso mayor claridad- al discurso o al
texto escrito. Tratemos de sustituir el lenguaje figurado de las grandes
afirmaciones de Jesús sobre sí mismo por frases equivalentes sin figuras y
notemos la diferencia en la impresión que el cambio nos produce. En vez de
“Yo soy la luz del mundo”, “Yo soy el mediador de la verdad y la justicia que
han de salvar el mundo”; o en vez de “Yo soy el pan de vida”, “Yo soy lo que
vosotros imprescindiblemente necesitáis para tener vida”. Aún el menos
dotado de sensibilidad literaria advertirá la superioridad de las frases
figuradas en ambos casos. 15 El diccionario de la Real Academia Española
define de la siguiente manera la palabra tropo:
14 Diccionario manual griego-español Vox.tρόποV
15 José M. Martínez. Hermenéutica bíblica. (Terrassa, Barcelona: Clie, 1984), 163-164.

“Empleo de una palabra en sentido distinto del que propiamente le


corresponde, pero que tiene con esta alguna conexión, correspondencia o
semejanza”.
A continuación presentamos aquellas figuras retóricas más empleadas en las
Sagradas Escrituras, no sin antes advertir que esta lista no es exhaustiva ni
mucho menos pues existen otros tropos que también son utilizados. No
obstante, creemos que los expuestos acá son los más representativos y que
más frecuentemente aparecen en la Biblia.

METONIMIA
El Diccionario de la Real Academia Española define de esta manera la
metonimia.

“Tropo que consiste en designar algo con el nombre de otra cosa tomando el
efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa
significada. Ej. Las canas por la vejez, leer a Virgilio, por leer las obras de
Virgilio; el laurel por la gloria, etc.”

Una metonimia muy usada en la Biblia es referirse a la obra de Cristo


haciendo alusión a la “Sangre de Jesús”. También se usa muchas veces la
“Cruz de Cristo”, solo por citar algunos ejemplos. Tanto la “sangre” como la
“cruz” son el efecto de la obra de Cristo. En Lucas 16:29-31 el Señor
Jesucristo al hacer alusión a la Ley y los profetas lo hace usando una
metonimia, pues se refiere a “Moisés y los profetas” para referirse a sus obras
escritas.

SINÉQDOQUE.
El diccionario de la Real Academia Española define a la metonimia de la
siguiente manera:

Designación de una cosa con el nombre de otra, de manera similar a la


metonimia, aplicando a un todo el nombre de una de sus partes, o viceversa, a
un género el de una especie. O al contrario, a una cosa el de la materia de que
está formada. Etc. Como en cien cabezas por cien reses, en los mortales por
los seres humanos, en el acero por la espada, etc.

Es común usar una parte como forma de hablar de todo el cuerpo, por
ejemplo se habla del pie para hacer referencia a toda la persona, “No dará tu
pie al resbaladero” Salmo 121: 3. También es frecuente hablar del alma para
aludir a toda la persona: “…y toda alma que no oiga a aquel profeta, será
desarraigada del pueblo” Hechos 3:23
METÁFORA

“Traslación del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de una
comparación tácita, como en las perlas del rocío, la primavera de la vida o
refrenar las pasiones”. Diccionario de la Real Academia española.

Además de lo que dice el diccionario, nos podemos dar cuenta que la


metáfora es la figura retórica que más utilizamos. Aristóteles, en el capítulo
III de su Poética define a la metáfora como una “traslación de un nombre
ajeno a un objeto cuyo nombre es otro.” Así pues, un término es sustituido
por otro. En el lenguaje cotidiano es frecuente su uso en lo que se llama
metáforas lexicalizadas. En la Retórica, En el capítulo II del libro III,
Aristóteles afirma que “todos nos valemos en la conversación de las
metáforas, los términos usuales y los apropiados.” Algunos ejemplos que
todos usamos pueden ser: “El correr de los años.”; “El pie de la montaña.”;
“La voz de la experiencia.”; “El ojo de la aguja”.

La metáfora es entonces una comparación pero sin utilizar conjunción alguna.


En esto se diferencia del símil en donde generalmente se utiliza la conjunción
“como”. Jesús dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra”, lo cual nos indica que
está utilizando una metáfora y no un lenguaje directo. Si hubiera dicho
“vosotros sois como la sal…” estaría utilizando un símil.

Las metáforas son abundantes en la Biblia. Estas no solamente le dan belleza


al texto sino que también refuerza el discurso y le agrega fuerza y
contundencia al mensaje. Además de esto ayuda a la economía textual, pues
con una metáfora se ahorra un montón de palabras las cuales habrían sido
necesarias para expresar una idea. Un ejemplo de esto lo encontramos en el
Salmo 23. El autor podría escribir varios tratados teológicos con el afán de
mostrar la forma en que Dios cuida y guía a su pueblo. Pero en cambio
prefirió usar una metáfora que resume en muy pocas palabras el carácter
amoroso de Dios y con la cual podemos entender lo que nos hubiera
demandado mucha fatiga entender en voluminosos tomos de teología:
“Jehová es mi pastor, nada me faltará…”

También el Señor Jesús utilizó ampliamente esta figura retórica en su


ministerio terrenal. Ya hemos visto que fue utilizada para definir la misión de
la iglesia al afirmar que era luz y sal de la tierra. Pero también fue utilizada
por nuestro Señor para definir su misión y carácter. Metáforas como “Yo soy
la luz del mundo” (Juan 8:12) o “Yo soy el buen pastor” (Juan 10:11) fueron
dichas con la finalidad de agregar fuerza a sus dichos a la vez que hacían más
comprensible el mensaje que de otra manera se hubiera vuelto un discurso
abstracto, oscuro y difícil de entender.

ALEGORÍA
El diccionario de la Real academia Española nos da tres acepciones:
1- “Ficción en virtud de la cual un relato o una imagen representan o
significan otra cosa diferente”. 2- “Obra o composición literaria o artística de
sentido alegórico”.

3- “Plasmación en el discurso de un sentido recto y otro figurado, ambos


completos, por medio de varias metáforas consecutivas, a fin de dar a
entender una cosa expresando otra diferente”.

Es común escuchar que tal o cual obra de teatro o película representa otra
cosa, pues con frecuencia se dice por ejemplo que “esa obra es una alegoría
de la brevedad de la vida”

La alegoría se trata pues de una sucesión de metáforas o algunos prefieren


decir que es una metáfora extendida. Martínez distingue la alegoría de la
metáfora: “Su característica principal es la pluralidad de puntos de aplicación,
a diferencia de la metáfora simple en la que el punto de comparación y
aplicación es solamente uno”.16

En la alegoría cada punto tiene un significado. En esto se diferencia de la


parábola en que existe una sola enseñanza o un solo propósito principal a
ilustrar. En cambio en la alegoría existen varios puntos de contacto que
ilustran una realidad del asunto tratado.

El Apóstol Pablo utilizó una alegoría para enseñar acerca de los dos pactos.
(Gálatas 4:21- 26) Podemos ver en esta alegoría que tanto Agar como Sara
tienen un significado distinto dado por el escritor bíblico.

PARÁBOLA

El diccionario de la Real Academia Española define a la parábola como una


“Narración de un suceso fingido de que se deduce, por comparación o
semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral”. Desde el punto de
vista etimológico significa literalmente “poner al lado de” con el propósito de
comparar.17

Se trata entonces de una historia con el fin de brindar una enseñanza de tipo
moral o espiritual. Era un recurso bien conocido por los judíos. En arameo, el
idioma que hablaba Jesús y sus discípulos la palabra es mashal, y significa un
refrán o un acertijo. Es la palabra que aparece en1 Reyes 9:7 “…e Israel será
por proverbio y refrán a todos los pueblos”. También en hebreo la palabra
proverbio proviene de una raíz parecida pues el título del libro de Proverbios
en ese idioma es Mishley. Ayudaba a que la persona misma descubriera la
enseñanza por si misma haciendo un esfuerzo mental por la comparación
entre los elementos conocidos de la parábola con la situación espiritual o
moral que se quiere enseñar.
16 José M. Martínez, Hermenéutica bíblica (Barcelona: Clie, 1984),169.
17 Bernard Ramm. Protestant biblical interpretation. (Third revised edition. Grand Rapids. Michigan:
Baker Book House, 1970), 276.

Se parte de una narración que contiene elementos que son bien conocidos
para poder brindar una enseñanza que de otra manera sería muy difícil
entender. En la parábola del Buen Samaritano el Señor Jesús se ahorró toda
una pérdida de tiempo acerca de quién es nuestro prójimo. Eso le hubiera
demandado un largo discurso acerca de la solidaridad y nuestro deber hacia el
necesitado. Con una narración que era bien conocida por todos, pues el
camino a Jericó tenía fama de ser bien peligroso por estar infectado de
ladrones y salteadores, el Señor pudo enseñar una lección moral y espiritual
que de otra manera hubiera sido muy difícil de entender por parte de sus
discípulos. Además esa parábola contenía un elemento que causó un fuerte
impacto entre los oyentes originales pues se esperaba que el pobre hombre
que cayó en manos de los ladrones fuera ayudado por algún representante de
la religión como ser un sacerdote, un escriba o similar. Pero quien resultó ser
el prójimo que ayudó al moribundo fue un odiado samaritano. Si no
entendemos la enemistad existente entre los judíos y los samaritanos nos será
imposible entender esta parábola en su real magnitud.

La parábola entonces, debe causar un choque emocional en el oyente. Aquel


que pretenda interpretar correctamente las parábolas debe ubicar
correctamente a quien o quienes fue dirigida y la situación que se estaba
viviendo en ese momento. Por ejemplo, si se trata una parábola de Jesús es
necesario preguntarnos ¿Fue dada a los discípulos, al resto del pueblo o a los
líderes religiosos que se oponían a su ministerio? También nos debemos
preguntar qué acontecimiento provocó semejante parábola. Esto nos ayuda a
poder entender el propósito de esa enseñanza dada de esa forma.

Para hacer una sana hermenéutica, es decir, una correcta aplicación de esa
parábola a nuestra propia vida, podríamos decir que en este contexto actual
de tanta grieta social donde el odio racial, político, religioso y social es cada
vez más intenso, muy fácilmente podemos perder de vista acerca de quién es
nuestro prójimo. Al igual que en los tiempos de Jesús es necesario tomar los
valores del Reino de Dios para que su luz brille en un mundo que anda en
tinieblas.

SÍMIL

El diccionario de la Real Academia Española define al símil como una


“Comparación, semejanza entre dos cosas. Producción de una idea viva y
eficaz de una cosa relacionándola con otra también expresa, como el oro de
tus cabellos por tus cabellos rubios”. Se trata entonces de una similitud entre
dos cosas la cual es utilizada para dar más belleza a un concepto o para
aclarar un significado.

Para eso se vale muchas veces de conjunciones, siendo la más usada la


conjunción “como”. En Isaías 40:31 hay un bello ejemplo de símil cuando se
refiere a quienes esperan a Jehová: “…levantarán alas como las águilas”.

Una advertencia es necesario hacer en la utilización de un símil a la hora de


hacer una interpretación. No se debe buscar un paralelismo en todos los
aspectos del objeto utilizado como símil. Se debe recordar que esta figura
retórica enfatiza un solo aspecto del ejemplo similar utilizado. En el ejemplo
anterior claramente apunta a la capacidad de las águilas de poder levantar
vuelo. No se puede comenzar a buscar características de esa ave como ser,
ave de rapiña, su fuente de alimentación, su conformación física, etc. Él símil
ha sido usado muchas veces para cometer las más disparatadas
interpretaciones. No se lo debe llevar más allá de lo que el escritor bíblico
quiso darle.

FÁBULA

Breve relato ficticio, en prosa o verso, con intención didáctica o crítica


frecuentemente manifestada en una moraleja final, y en el que pueden
intervenir personas, animales y otros seres animados o inanimados.

La fábula ha servido desde siempre como un recurso muy útil para ilustrar
realidades que de otra forma sería muy difícil de explicar y de entender.
Aristóteles en su obra Retórica nos cuenta que cierto orador o abogado quien
estaba defendiendo a un gobernante corrupto de Samos acusado de apropiarse
de los bienes públicos no encontró mejor modo de defensa para defender lo
indefendible que recurrir a una fábula:

…una zorra que cruzaba un río había caído en un agujero del que no podía
salir y estuvo largo rato pasándola mal por culpa de un montón de garrapatas
que se le habían pegado. Atinó a pasar por allí un erizo que cuando la vio, se
compadeció de ella y le preguntó si le quitaba las garrapatas, sin embargo ella
no le dejó, y cuando le preguntó el porqué, le contestó “estas están ya hartas y
chupan poca sangre, pero si me las quitas, vendrán otras hambrientas y me
chuparán la sangre que me queda” “Así que a vosotros, Samios”, dijo, “ése
no os hará ya más daño (puesto que ya es rico). Pero si lo matáis, vendrán
otros pobres, que os robarán y os vaciarán las arcas públicas” (Aristóteles.
Retórica, Libro II, Capítulo XX)

En la Biblia también encontramos este recurso retórico. En Jueces 9: 7-15


observamos a Jotam, uno de los hijos de Gedeón quien les hizo ver a sus
paisanos acerca de la necedad de haber propiciado el gobierno dictatorial de
Abimelec y por medio de una fábula les muestra los resultados funestos de tal
decisión.

HIPÉRBOLE

La Real Academia Española define a la hipérbole como “aumento o


disminución excesiva de aquello de que se habla”. El diccionario Griego-
español dice que se trata entre otros uso de un “exceso, superabundancia […]
superioridad, preponderancia; el más alto grado, el colmo, el caso
extremo…”18 En otras palabras, se trata de una exageración pero con un fin
didáctico o moral que tiene por finalidad enfatizar algo. En la Biblia
encontramos algunos ejemplos de hipérbole, como por ejemplo cuando el
Señor Jesús dice en Mateo 5:29 que “…si tu ojo derecho te es ocasión de
caer, sácalo y échalo de ti…”. También en Juan 21:25 cuando dice el Apóstol
Juan: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se
escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que
se habrían de escribir”.
18 Diccionario griego-español Vox. Hiperbole.
APÓSTROFE

La Real Academia Española define esta figura retórica como: “Interpelación


vehemente dirigida en segunda persona a una o varias, presentes o ausentes,
vivas o muertas, o a seres abstractos, a cosas inanimadas, o a uno mismo”.

Se trata de aquellos pasajes donde quien habla, de pronto se dirige a cosas


inanimadas o personas que no están presentes en ese momento o ya están
muertas. En Mateo 23:37 Jesús habla a Jerusalén como si esta ciudad
estuviera presente y fuera una persona cuando se lamenta y dice “¡Jerusalén,
Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados!”.
También el Apóstol Pablo le habla a la muerte y al sepulcro utilizando un
apóstrofe cuando dice: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh
sepulcro, tu victoria?

PROVERBIO

La Real Academia Española define al proverbio como “Sentencia, adagio o


refrán”. En hebreo es mashal (Significa refrán, similitud, comparación) y en
griego paroimía y se puede traducir como proverbio o comparación. Tiene
rasgos muy similares con la parábola y la alegoría a tal punto que muchas
veces se la traduce con este vocablo. En la Biblia tenemos un libro que
justamente lleva este nombre: Proverbios, pero el Señor Jesús también utilizó
mucho esta figura retórica aunque no se tradujo con este nombre. En Juan
16:25 cuando la versión Reina-Valera de 1960 traduce las palabras de Jesús
“Estas cosas os he hablado en alegorías…”, y luego cuando sus discípulos le
responden en el versículo 29 “He aquí ahora hablas claramente, y ninguna
alegoría dices” en realidad la palabra es paroimía, es decir proverbio.
Se trata entonces de un dicho o una sentencia con el fin de dar una
instrucción y está profundamente emparentada con la sabiduría. Por lo
general aparece en forma poética con paralelismos, lo cual facilita la
memorización.

TIPO
Del latín tipus, y este del griego tύποV, Týpos
Modelo ejemplar. Símbolo representativo de algo figurado.19

El diccionario griego-español además agrega que también puede significar


una cicatriz o una huella.20 Viendo estas definiciones de esta figura retórica
se puede afirmar que un tipo es una representación o figura en el Antiguo
Testamento que tiene su pleno cumplimiento en el Nuevo Testamento.

El tipo puede ser un suceso, persona u objeto del Antiguo Testamento que
prefigura otra realidad del Nuevo Testamento, lo cual se llama antitipo. La
Biblia misma define al tipo como “sombra de las cosas celestiales” (Hebreos
8:5) y “sombra de los bienes venideros”. (Hebreos 10:1) Un ejemplo de tipo
es la serpiente de bronce que Moisés levantó en el desierto. (Números
21:9)Así pues, el tipo sería la serpiente de bronce y el antitipo o
cumplimiento lo sería Jesús. (Juan 3:14)

Otro ejemplo de tipo sería el acontecimiento de Jonás cuando estuvo en el


vientre del gran pez, lo cual es tipo de la sepultura de Jesús y su posterior
resurrección. (Mateo 12:40) En este caso el tipo es el acontecimiento del pez
con Jonás y el antitipo la sepultura y resurrección de Cristo.

Cabe puntualizar que para que algo sea calificado de tipo debe haber una
“evidencia escritural de que tal fue el propósito designado por Dios”21. En los
casos que hemos visto anteriormente de la serpiente de bronce y de Jonás en
el vientre del pez, el propio Señor fue quien lo mencionó como tal. Existen
muchos ejemplos en los cuales nos veríamos tentados de calificarlos como
tipos pero que no son señalados de esa manera en el Nuevo Testamento. Se
debe ser cuidadoso en no caer en el error de ver tipos donde no los hay pues
fácilmente podríamos caer en el error de alegorizar pasajes que no admiten tal
tratamiento hermenéutico. En este sentido es válido mencionar que existen
autores que afirman que para que algo sea un tipo debe necesariamente ser
mencionado en el Nuevo Testamento. Otros en cambio reconocen que aunque
ese tipo no se mencione como tal puede llegar a representar un tipo “aunque
tal afirmación no sea declarada formalmente”.22
19 Diccionario de la Real academia española, tipo.
20 Diccionario griego- español Vox. tύποV
21 L Berkhof. Principios de interpretación bíblica (Grand Rapids, Michigan: Desafío, 1989), 134.

Otros ejemplos de tipo y antitipo son Melquisedec y el sacerdocio de Cristo,


(Hebreos 7:1-3), el maná como tipo de Cristo, (Juan 6:32-35), Abraham es
tipo de los creyentes que son justificados por la fe. (Gálatas 3: 6-7: Romanos
4:3), etc.

En la siguiente representación gráfica se puede apreciar como el tipo es una


especie de puente entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Tipo Antiguo Testamento Nuevo Testamento (Antitipo)
Tipo Antiguo Testamento Nuevo Testamento (Antitipo)
Tipo Antiguo Testamento Nuevo Testamento (Antitipo)

Ejercicios de repaso Diga la figura retórica que corresponda


A- “A Moisés y a los profetas tienen…” ………………………… B- “Jehová
es mi pastor” ……………………………..

C- Jonás en el vientre del pez y la muerte y resurrección de


Cristo………………………
22 Henry A. Virkler, Hermenéutica. (Miami, Florida: Editorial Vida, 1994), 158.
D- Isaías 40:31 “…levantarán alas como las águilas”. ………………………..
EGálatas 4:21- 26 Sara y Agar. ……………………….
CAPÍTULO 7
Tenga en cuenta el contexto gramatical o léxico
sintáctico
El léxico se refiere al significado de las palabras. La sintaxis tiene que ver
con el orden y la combinación de esas palabras. La Real Academia Española
define léxico de la siguiente manera: Del griego lεxicόV

“Vocabulario de un idioma o región”. “Diccionario de una lengua”.


“Vocabulario, conjunto de palabras de un idioma, o de las que pertenecen al
uso de una región, a una actividad determinada, a un campo semántico dado,
etc.”

“Conjunto de voces, modismos y giros característicos de un autor o de una


obra”.

SEMÁNTICA
Rae: Del griego: shmantiκόV “significativo”.

“Significado de una unidad lingüística. “La semántica de esa palabra se


presta a discusión”
Disciplina que estudia el significado de las unidades lingüísticas y de sus
combinaciones.

El análisis léxico sintáctico es fundamental para poder entender el texto


bíblico. El significado de las palabras en el idioma original con la ayuda de
las múltiples herramientas que existen en el día de hoy nos será de muchísima
ayuda si no tenemos un manejo amplio de los idiomas originales de la Biblia.
Acá conviene hacer una advertencia pues hay quienes toman el significado de
una palabra y la aplican al pasaje que están analizando sin advertir que los
idiomas son dinámicos y una palabra no significa lo mismo en todas las
épocas. El lenguaje está constantemente cambiando. Pensemos en nuestra
propia vida, pues hay palabras que tenían un significado cuando éramos niños
que en la actualidad tienen otro totalmente distinto. También una palabra
puede variar según sea el contexto. Pensemos por ejemplo en la palabra
“iglesia”, eklesía en griego. Si lo buscamos en un diccionario griego-español
significará en el período clásico griego simplemente una asamblea de
personas en un lugar al aire libre para deliberar sobre determinados asuntos
de importancia para una ciudad. Pero durante el Nuevo Testamento y en el
contexto bíblico tendrá una significación espiritual de muchísima más
relevancia. Pero aún en el Nuevo Testamento, y esto tal vez le sorprenda, esa
palabra aparece con el significado de asamblea. Se trata de Hechos 19:32
cuando Lucas narra el alboroto en Éfeso: “Unos, pues, gritaban una cosa, y
otros otra; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían para
qué se habían reunido”. La palabra “concurrencia” en el texto griego es
“ekklesía”, es decir iglesia. Sin embargo todos los que estaban reunidos eran
paganos.

Así pues, un análisis semántico nos ayudará a entender un pasaje. Al observar


un léxico o un diccionario, es necesario determinar la carga semántica que
tiene determinada palabra. Existen vocablos en la Biblia que en otro contexto
no tendrían mucha importancia, sin embargo en el texto bíblico tendrán una
carga semántica muy fuerte. Palabras como sangre, agua, aceite, perdón,
primogénito o gloria, solo por citar algunas, tienen un significado teológico
mucho más amplio que el mero significado que podemos encontrar en un
diccionario de la lengua española.

También una palabra puede tener diferente significado en contextos distintos.


La palabra “carne” puede significar en un contexto simplemente un trozo de
un animal que sirve para alimentar a alguien (1 Reyes 17:6) o también en otro
pasaje y en un contexto distinto puede significar pasiones humanas contrarias
a los designios de Dios (Gálatas 5:16)

Con frecuencia acudimos a alguna ayuda externa para buscar la raíz


etimológica de una palabra, es decir su origen. Sin embargo, como ya se
apuntó anteriormente, se debe ser cuidadoso a la hora de buscar el origen de
una palabra pues los idiomas están evolucionando constantemente y tal vez
en un determinado texto bíblico quiera decir otra cosa totalmente distinta del
que tuvo en su origen. Un ejemplo de esto es la palabra “entusiasmo”.
Proviene del griego y se compone de la preposición en y el sustantivo theos,
es decir dios. Literalmente quiere decir “con el dios adentro”. Se utilizaba
esta palabra en las festividades paganas principalmente al dios Dionisos
donde se acostumbraba caer en los más groseros y obscenos excesos con
orgías que se hacían para celebrar a este dios. Estas personas eran poseídas
por estos demonios y se decía que hacían todas estas cosas por la influencia
del dios. Por eso se decía que tenían “entusiasmo”, es decir, que tenían al dios
adentro. Si ahora decimos que el pastor el domingo predicó un precioso
mensaje con mucho “entusiasmo” no estamos diciendo que el pastor estaba
poseído por un demonio. La palabra cambió y ya no significa lo que
significaba para aquellas personas. Lo mismo sucede con la palabra
hermenéutica, como ya se dijo en el primer capítulo. Usted recordará que
dijimos allí que esta palabra tiene que ver con el dios pagano Hermes, quien
en la mitología griega era quien comunicaba el mensaje de los dioses. Sería
absurdo ahora cambiarle el nombre a esta disciplina académica porque en su
origen hacía alusión a un dios pagano. Por lo tanto debemos ser cuidadosos a
la hora de tomar un diccionario y fijarnos la etimología de una palabra y ya
afirmar que la Biblia quiere decir tal o cual cosa pues puede ser que ese ya no
sea el significado de esa palabra.

En la actualidad existen buenos diccionarios u otro tipo de ayuda que traen


los diferentes significados de una palabra. Se puede buscar una palabra y nos
dará, por ejemplo, el uso que se le daba a esa palabra en el período griego
clásico, también en la Septuaginta, tal vez en la literatura rabínica, en el
Nuevo Testamento etc. Hoy en día en nuestras librerías cristianas es posible
conseguir ese tipo de material que nos será de suma utilidad a la hora de
hacer nuestra exégesis.

Algunas veces será imposible determinar el significado exacto a pesar de las


ayudas que acabamos de ver. En esos casos tendremos que recurrir al
contexto inmediato. También es de mucha ayuda recurrir al uso que el autor
le da a esa palabra en otras partes de la Biblia que puede ser que esté más
claro el significado. En el caso que eso no de resultados se puede rastrear el
significado en otro escritor bíblico. Aún se puede recurrir a literatura extra
bíblica, como por ejemplo el tratamiento que se le daba a una palabra por
parte de la literatura rabínica o la Septuaginta, solo por citar algunos
ejemplos.
El antecedente teológico.

La mayoría de los escritores bíblicos utilizan las palabras en un contexto


teológico basados en el significado que tienen en el resto de las Sagradas
Escrituras. Por eso es imperioso que cuando estemos examinando una palabra
la analicemos ubicándonos en el contexto espiritual que se le da en la Biblia.
Un ejemplo de esto es cuando Juan el Bautista vio a Jesús lo primero que le
vino a la mente es el cordero del sacrificio y por eso exclamó “He aquí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29)

Cuando Juan en Apocalipsis 13 habla de las dos bestias es muy claro que
tiene en mente el antecedente teológico de las cuatro bestias de Daniel
capítulo siete. Cuando en el Nuevo Testamento se habla de la redención
debemos analizar esa palabra en su significado teológico del Antiguo
Testamento para poderla entender. Al leer en la Biblia el término “Cristo”
(ungido en griego) necesariamente se debe recurrir al análisis de “Mesías”, su
equivalente en hebreo.

Un gran error que cometemos en nuestra interpretación de la Biblia es buscar


el significado de una palabra totalmente desconectados del resto de la Palabra
de Dios. Los escritores bíblicos eran personas que conocían la Biblia y la
tenían en mente cuando escribían. Además el espíritu Santo, quien inspiró las
Sagradas Escrituras es el mismo en toda la Biblia.

Análisis del género literario

Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de hacer el análisis léxico sintáctico


es determinar el género literario del pasaje que se está analizando. Aunque
más adelante abordaremos este tema con mayor profundidad, igualmente es
conveniente tener en cuenta estos aspectos. No es lo mismo un pasaje de una
narración que un género poético, por ejemplo. La principal regla
hermenéutica dice que cuando nos enfrentamos a un texto debemos leerlo en
forma literal siempre que sea posible y el contexto lo permita. Virkler es
enfático al afirmar que se debe interpretar en forma literal siempre y cuando
el autor bíblico así lo pretenda. “Si el autor pretendía que se interpretaran
literalmente, erramos si las interpretamos de manera simbólica. Si su
intención era que se interpretaran simbólicamente, fallamos de igual modo si
las interpretamos literalmente”.23 En Génesis 22 cuando a Abraham se le
ordenó ofrecer a su hijo en holocausto, a pesar de que el pasaje es tentador
para espiritualizar y hacer interpretaciones simbólicas, tal como lo vimos
cuando abordamos el tema de la escuela de interpretación alegórica, tiene un
significado literal. El camino que recorrió Abraham hasta el lugar que Dios le
mostró fue un camino literal. Así lo debemos interpretar pues el pasaje no
exige otra forma de interpretar. Pero hay veces que esto es imposible.

Si estamos tratando de interpretar un libro poético, como por ejemplo un


salmo, la mayoría de las veces no podremos interpretar en forma literal sino
metafóricamente. Si estamos leyendo el Salmo 91:4 concluiremos que Dios
es un pájaro o algún tipo de ave pues dice que “Con sus plumas te cubrirá, y
debajo de sus alas estarás seguro”. Pero, si notamos que se trata de una
literatura poética, rápidamente comprenderemos que no está hablando en
forma literal sino simbólica.

Si nos enfrentamos a un texto apocalíptico debemos estar prevenidos de que


la mayor parte del lenguaje será simbólico y no literal. Las cuatro bestias de
Daniel capítulo siete debe ser interpretado como cuatro imperios porque el
texto mismo así lo requiere.

Debemos entonces ser cuidadosos en examinar el género literario que


estamos tratando de interpretar pues cada uno de ellos tiene sus
peculiaridades. Algunos autores utilizan la analogía del deporte para poder
comprender un poco mejor el tema de los diferentes géneros literarios. Dicen
que así como cada deporte tiene sus propias reglas de juego; y si se está
jugando futbol no se puede tocar la pelota con la mano sino con el pie y si se
juega baloncesto es todo lo contrario, pero aun así, si el juego es tenis no se
puede tocarla ni con el pie ni con la mano sino con una raqueta; de la misma
forma cada género literario tiene su propia “regla de juego”. 24 No se puede
encarar el análisis de una epístola de la misma manera que lo hacemos con un
género apocalíptico, profético o poético, por ejemplo, como más adelante lo
veremos.
23 Henry A. Virkler, Hermenéutica. (Miami, Florida: Editorial Vida, 1994), 24.
LA SINTAXIS O EL ANÁLISIS ESTRUCTURAL

Pero no solo el significado de las palabras es importante, sino que se debe


estudiar su conexión entre ellas. Palabras aisladas no tienen significación
alguna y no nos ayudan a nuestra exégesis. La sintaxis estudia la relación
entre las palabras. El Diccionario de la Real Academia Española define la
sintaxis como “Parte de la gramática que estudia el modo en que se combinan
las palabras y los grupos que estas forman para expresar significados, así
como las relaciones que se establecen entre esas unidades”. Agrega además
que proviene del latín tardío syntaxis, y este del griego sύntaxiV: “disponer
conjuntamente”, “ordenar”.

Vistas estas definiciones, podemos darnos cuenta que para extraer el


significado verdadero de la Biblia es necesario conocer el significado de las
palabras tanto como el orden y la combinación de ellas. “Esta casa es blanca”
es una oración correcta desde el punto de vista sintáctico. Sin embargo si
decimos “Este casa son blanco” nos enfrentamos con un problema de sintaxis
pues la relación y la combinación de las palabras con sus demás componentes
no permite hacer una lectura coherente.

Es necesario puntualizar que la sintaxis no es la misma para todos los


idiomas. En griego, por ejemplo, el orden de las palabras no suele estar de
acuerdo con nuestra sintaxis en español. Si observamos 1 Juan 4:8 donde
leemos en nuestras Biblia “…Dios es amor”, si lo leyéramos en griego
veríamos que aparece “Dios amor es”, lo cual no suena adecuado para
nuestro oído, pero en griego es totalmente normal. Por eso, si no se está
familiarizado con los idiomas originales de la Biblia, es necesario recurrir a
diferentes ayudas como ser Biblias interlineales o libros que contengan esa
información.
24 J. S. Duvall y Hays, D. Hermenéutica. Entendiendo la Palabra de Dios (Barcelona: Clie, 2008),
168.

Un profesor de hermenéutica originario de Estados Unidos solía contar una


anécdota que le sucedió cuando comenzó a ministrar en un país de América
Latina. Estaba predicando sobre la mujer sorprendida en adulterio en Juan
capítulo ocho. Al concluir pretendió citar las palabras del señor en el
versículo once “vete, y no peques más”. El problema fue que armó la oración
de acuerdo a la sintaxis del idioma ingles y dijo “vete y peques no más”. Para
el inglés estaba bien, pero los oyentes que estaban escuchando su mensaje
entendieron que podían irse y seguir pecando tranquilamente. Este profesor
nos prevenía entonces de la importancia de la sintaxis y el orden de las
palabras.

Por lo visto entonces, debemos prestar especial atención al relacionamiento


de las palabras y oraciones. No podemos tomar un texto y aislarlo de su
contexto para hacerle decir lo que se nos antoja. No podemos caer en una
especie de dadaísmo, aquella manifestación artística de comienzos del siglo
XX que se oponía a todos los postulados racionales de las manifestaciones
artísticas y proponía hacer cosas tales como recortar palabras de un periódico,
tirarlas y como cayeran dichas palabras ese sería un poema o una obra de
arte. A veces en nuestra interpretación de la Biblia caemos en una especie de
dadaísmo e interpretamos “como caigan” las palabras.

Además de conocer el trasfondo socio-cultural y religioso de la época,


debemos prestar especial atención a la sintaxis. Cómo acabamos de decir, las
palabras no están flotando en el texto en forma aislada. Todo lenguaje
racional requiere que las palabras tengan una coherencia para que se pueda
entender. Así también en el texto bíblico. Es entonces cuando debemos hacer
nuestro análisis gramatical y estructural para captar el pensamiento del autor
bíblico.

En un pasaje bíblico debemos prestar especial atención a los verbos. Cuando


nos enfrentamos a un texto que queremos analizar se debe comenzar
identificando los verbos. Si usted tiene la bendición de conocer los idiomas
originales tendrá una ventaja enorme a la hora de hacer su exégesis. También
debe examinar los contrastes, los paralelismos, los complementos, los
conectores y todo lo que ayude a entender el fluir del pensamiento del autor.

Debemos examinar el contexto literario para ver por qué motivo el autor dice
eso. Hay veces que el autor sagrado ubica cierta porción de tal manera que
forme parte de una sección más amplia. Algunos ejemplos son cuando en un
profeta observamos varios capítulos dedicados al juicio contra diferentes
naciones; en un evangelio cuando se puede ver una larga porción dedicada a
enseñanzas y parábolas acerca del Reino de Dios; en una epístola cuando el
autor le dedica una porción a tratar un tema determinado, etc. Esto forma
parte del contexto más próximo o inmediato. También el pasaje que estamos
estudiando forma parte de todo el libro. Nuestro pasaje a estudiar no está
aislado del propósito general del autor. Por eso se debe consultar en algún
manual bíblico u otro tipo de ayuda para entender el tema del libro y el
propósito del autor. Muchas veces ni siquiera es necesario recurrir a tales
ayudas pues al comienzo del libro aparece esa valiosa información. Un
ejemplo de esto es Gálatas, donde ya en los primeros versículos se nos aclara
la razón que llevó a Pablo a escribir esa epístola. En algunos casos esa
información no está al principio. Tal es el caso del Evangelio de Juan donde
podemos leer el propósito del libro casi al final donde dice que el Apóstol
escribió su obra para incentivar la fe de los creyentes. (Juan 20:31) En otros
casos esto no está tan claro pero lo podemos encontrar sin mucho esfuerzo.
Es el caso por ejemplo de Apocalipsis, donde en el primer capítulo el Señor
claramente demuestra su propósito de dar aliento a una iglesia que se
encontraba en medio de una furiosa persecución por parte de un bestial
imperio romano. Este detalle es casi siempre pasado por alto a la hora de
interpretar el Apocalipsis.

A pesar de lo expresado en el párrafo anterior, hay veces que no encontramos


información alguna acerca del propósito del autor. Si luego de recurrir a las
fuentes internas y externas no hemos obtenido éxito alguno, debemos
recordar que la Biblia es un solo libro con un solo gran Autor, a pesar que
tiene muchos autores. Este Autor es Dios pues creemos en la inspiración de
las Escrituras. Por supuesto que es un libro que tiene muchos autores
humanos, pero no debemos olvidar que es Dios mismo quien nos habla a
través de sus páginas. Por esto mismo, la interpretación basada en una sana
exégesis nunca debe estar en contra del resto de las Escrituras.
Existen en el texto locuciones y palabras que marcan las divisiones naturales
en el texto. Se conocen como palabras conectivas o conjuntivas. Vienen a ser
como el cemento que une los ladrillos en un edificio. Cuando en el texto
bíblico encontramos palabras y locuciones conjuntivas tales como: “pero”;
“en cambio”; “además”; “así que”; “por esto”; “por lo tanto” etc. nos están
mostrando que debemos prestarles atención. Son necesarias pues expresan el
fluir del pensamiento del autor. Si tomamos, por ejemplo, Filipenses 4:1, no
podemos ignorar que el versículo comienza diciendo “así que…”. Eso nos
obliga a examinar lo que Pablo venía diciendo anteriormente pues es una
consecuencia de eso. No debemos olvidar que la Biblia se escribió sin
capítulos ni versículos. Eso, que fue agregado después con la finalidad de
“facilitarnos” la lectura, muchas veces lo que hace es dificultarnos la
interpretación del texto bíblico pues cuando nos encontramos con un nuevo
capítulo ya damos por sentado que el autor está comenzando un nuevo tema
totalmente desconectado con lo anterior. De esa forma tendemos a aislar los
pasajes para tratarlos en forma individual.

La división en párrafos. Para evitar el error de tomar porciones de la Biblia


fuera de su contexto se necesita dividir en párrafos el libro que estamos
estudiando. Primero debemos leer todo el libro de un solo tirón más de una
vez. Esto no resulta difícil si nuestra exégesis es de un libro corto de la
Biblia. Esta labor se complica si el libro es más largo. Sin embargo este
trabajo bien vale la pena pues solo leyéndolo de un solo tirón se puede
apreciar en su real dimensión el sentido del texto bíblico. Imagínese que
usted recibe una carta de un ser amado y un día lee una parte, otro día lee otra
y toma solamente algunas cosas que usted considera más importantes. Sin
dudas que nunca logrará captar lo que esa persona quiso decirle realmente.

Lo segundo que deberá hacer después de haber leído el libro entero de un


solo tirón es ir haciendo las divisiones en párrafos. Esta tarea resulta un tanto
difícil pues casi todas las biblias vienen con sus propias divisiones. Esto
dificulta la tarea pues tendemos a creer que esa forma de dividir el libro es
“inspirada” por Dios. Sin embargo si tomamos varias versiones de un mismo
libro de la Biblia veremos que difieren entre sí pues los criterios para dividir
los libros difieren bastante. Necesitamos entonces tratar de pasar por alto esas
divisiones y buscar las diferentes unidades de pensamiento del autor. Se debe
establecer donde el escritor bíblico concluye una unidad de pensamiento y
donde comienza otra. Para eso nos ayudan los conectores y disyuntores que
ya hemos mencionado. Se debe estar atentos a tales palabras y locuciones
pues nos dan pistas muy valiosas para establecer donde termina un párrafo y
donde comienza otro.

Hay veces que esta tarea no se vuelve tan sencilla. En las epístolas de Pablo,
por ejemplo, esta tarea se vuelve un tanto fatigosa pues él acostumbraba a
dictar sus cartas a alguien que las escribía. Sabemos que cuando nos
sentamos a escribir tratamos de seguir un cierto orden que no lo tenemos
cuando estamos hablando espontáneamente. Esto se puede ver claramente en
algunas de sus cartas pues observamos que el Apóstol Pablo está hablando de
un tema, luego recuerda una cosa y cambia el asunto para luego retomarlo.
Un ejemplo de esto es en 1 Corintios capítulo uno cuando está diciendo en el
versículo 14 que solo había bautizado a Crispo y a Gallo, pero dos versículos
más adelante recuerda que también había bautizado a la familia de Estéfanas,
aun así le queda igualmente la duda de si tal vez había bautizado a alguien
más y lo expresa diciendo “…no sé si he bautizado a algún otro”. A esto se
debe agregar que el momento era complejo por la situación por la que estaba
atravesando la iglesia de Corinto. Tal vez usted recuerde que se estaba dando
un momento tenso en el relacionamiento entre sus miembros a raíz de la gran
división que reinaba entre ellos. En efecto, el texto bíblico dice que unos
decían que eran de Pablo, otros de Pedro y otros de Apolos. Estas diferencias
entre ellos no eran simples preferencias sino que estaban provocando
divisiones internas muy profundas que amenazaban la continuidad de la
iglesia como tal. Esto, lógicamente, hacía que el humor de Pablo no fuera el
mejor. Ese arrebato emocional se deja ver en este ejemplo que estamos
viendo. El apóstol no estaba en condiciones de recordar claramente a quien
había bautizado o no sino que la fuerza de su argumento se dirigía a censurar
la conducta de los corintios. Si Pablo se hubiera sentado a escribir su carta
con más tranquilidad seguramente que el tono sería de más calma y el hilo
argumentativo hubiera sido mucho más claro. La oralidad entonces tiene una
complejidad más grande que una porción escrita pues aquella tiene el
condimento de la espontaneidad y lo repentino, cosa que en un discurso
escrito hay menos lugar para esto.

Otro ejemplo donde vemos la oralidad en Pablo es en Efesios 3:1 “Por esta
causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles…”. Acá
el apóstol, entusiasmado por todo lo que venía diciendo anteriormente acerca
de la condición de los efesios quienes estaban totalmente alejados de Dios y
viendo lo maravilloso que significaba verlos ahora transformados y formando
parte del pueblo de Dios, quiere expresar una oración de agradecimiento y
orar para que ellos puedan captar en su real dimensión el amor de Dios. Sin
embargo, al hablar de “gentiles” parece que eso lo llevó a hacer un largo
paréntesis de varios versículos para centrarse en su ministerio justamente a
los gentiles y a su vez da la impresión que en su razonamiento le vino a la
mente la disputa que existía en aquel tiempo por parte de quienes
desacreditaban su ministerio y todo esto lo llevo a posponer la oración por los
efesios hasta el versículo 14 donde retoma casi con las mismas palabras del
versículo uno: “Por esta causa doblo mis rodillas…”

Hay algunos libros de la Biblia donde es más difícil ver esto, por ejemplo en
los Salmos o en los Proverbios por ejemplo. En esta clase de literatura no
existe mucha conexión entre sus partes. Aun así, es posible encontrar
secciones en libros como estos. En los Salmos, a pesar de que aparentemente
no hay conexión alguna entre sus partes, podemos encontrar porciones que
mantienen un hilo conductor. Un ejemplo de esto se encuentra en los
llamados cánticos graduales o cánticos de las subidas. Esta parte que
comienza en el salmo 120 y concluye en el 134 se caracteriza por ser lo que
cantaban los peregrinos en el camino que subían cada año a Jerusalén para
adorar a Dios en las festividades judías.

También en Proverbios, a pesar de que aparenta ser una colección de dichos


sueltos sin ninguna conexión entre ellos, es posible encontrar agrupaciones de
proverbios. Por citar algunas nada más, podríamos mencionar los primeros
nueve capítulos donde se pretende crear una conciencia en el pueblo de
adquirir sabiduría. Más adelante nos encontramos con una colección de
proverbios que comienza en 22:17 y luego se agregan los dichos de los sabios
que copiaron los varones de Ezequías, los cuales están agrupados desde el
capítulo 25 hasta el 29.

En la división en párrafos debemos esforzarnos por descubrir las divisiones


principales y los párrafos de un libro. Por ejemplo, si estamos examinando
una epístola podemos comenzar ubicando el saludo del autor, luego el primer
pensamiento que se expresa en esa carta, que puede ser una acción de gracias
por la vida de sus destinatarios, después seguramente encontraremos el
primer asunto que trata, a continuación el siguiente tema abordado por el
escritor etc.

Un ejemplo de división en párrafos de Gálatas:


1:1-5 Saludo

1:6-7 Asombro de Pablo al enterarse del desvío doctrinal de los gálatas.

1:8-9Advertencia de Pablo sobre la predicación de otro evangelio.


1:10 El peligro de querer agradar a los hombres

1: 11-14 Vida de Pablo en el judaísmo (Observe la conjunción adversativa


“Mas” con que comienza el versículo que nos está indicando que es un
conector y que debemos prestarle atención. En el texto griego sin embargo no
encontraremos la conjunción al principio. Recuerde lo que dijimos acerca de
la sintaxis y el diferente orden de las palabras.

Esto es solamente una propuesta a modo de ilustración de lo que es una


división en párrafos. Cabe destacar que esto no es una “revelación” bajada
del cielo, sino que es algo tentativo nada más. Seguramente usted tendrá otro
criterio y agregará o quitará elementos y agrupará los párrafos en una manera
distinta. Ya lo hemos dicho pero es necesario enfatizarlo nuevamente: este es
un trabajo personal donde usted deberá prescindir de toda división hecha por
otros e intentará descubrir por sí mismo el fluir del pensamiento del autor. Se
debe recordar además, que un párrafo puede terminar y comenzar en medio
de un versículo. Es posible que usted llegue a la conclusión que su párrafo
termina en medio de un versículo y ahí mismo comienza el otro. Cómo ya se
dijo, la Biblia se escribió sin versículos ni capítulos.

También es necesario marcar de alguna manera el flujo de pensamiento del


texto. Para eso debe identificar el verbo, el sujeto y el complemento. La
forma que tienen muchos autores es poner las clausulas principales a la
izquierda y escribir las subordinadas con una sangría a la derecha. De esa
forma usted tendrá en forma gráfica las clausulas principales bien
diferenciadas de las subordinadas. Por ejemplo, en Mateo 9:35 dice:
“Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de
ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda
dolencia en el pueblo”.

Lo primero que tenemos que hacer es identificar los verbos. En este versículo
encontramos cuatro: “recorría”; “enseñando”; “predicando”; “sanando”. De
estos cuatro, el primero está en un tiempo imperfecto, modo indicativo de la
voz activa (recorría) y los tres restantes en griego son tres participios de
presente, voz activa, caso nominativo masculinos. didasκwn, (didaskon,
enseñando, de esa raíz viene nuestra palabra “didáctica”) κhρusswn;
(kerisson o kerusson, predicando); Jερaπεuwn (zerapeuon, sanando, de acá
proviene la palabra “terapia”)

Lo siguiente que debemos hacer es identificar el sujeto, es decir, de quién se


habla. Nos damos cuenta que el texto habla de Jesús. ¿Qué se dice de Jesús?
Se nos dice que Jesús recorría todas las ciudades y aldeas. El flujo sintáctico
quedaría de la siguiente manera:
Recorría Jesús todas las ciudades
y aldeas
enseñando en las sinagogas de ellos

y
predicando el evangelio del reino
y
sanando toda enfermedad
y
toda dolencia del pueblo.

Observe que las clausulas principales quedan a la izquierda y a medida que


hay más subordinación estas se van corriendo más y más a la derecha. De
esta forma usted tiene una visión panorámica de la oración y puede ver lo que
está subordinado. Tome en cuenta que la tercera conjunción copulativa “y”
(kai en griego) no está ubicada a la misma altura que las anteriores pues las
dos anteriores unen enseñando, predicando y sanando. Si estuviera a la
misma altura indicaría una cuarta acción de Jesús. En este caso la última
conjunción “y” une “toda enfermedad” con “toda dolencia”.

Veamos un ejemplo de Walter L. Liefeld sobre Colosenses 1:15:20:

v.15 Él es la imagen del Dios invisible


el primogénito de toda creación.
v.16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos…
v.17 Y él es antes de todas las cosas,
y todas las cosas en él subsisten;
v-18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio,
el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
v.19 por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
v.20 y por medio de él reconciliar
consigo todas las cosas. ..25

Note en el texto que hemos visto cómo el autor ubica a la derecha lo que él
considera que es una oración subordinada. Cabe aclarar que no existe una
regla definitiva para esto sino que cada uno
25 Walter L. Liefeld, Cómo predicar expositivamente (Miami, Florida: Editorial Vida, 1990), 57-58.
debe utilizar un sistema que le sea útil para poder tener una idea panorámica
del fluir del texto.

Existen además otras formas de diagramación de textos bíblicos que no los


tratamos en este libro por tratarse de ser apenas un texto introductorio a la
hermenéutica y exégesis. Dos ejemplos de esto son la diagramación lineal y
la diagramación en bloque. Además existe una diagramación semántica que
pone énfasis ya no en la sintaxis sino en el significado de las palabras.26

Las variantes textuales en versiones de la Biblia.

Se dice que toda traducción es una traición. Tal vez esto sea una exageración
pero tiene mucho de verdad. Siempre conviene hacer la exégesis basados en
los idiomas originales. No obstante, si no se posee el conocimiento de los
idiomas bíblicos, es posible hacer una exégesis usando varias versiones de la
Biblia.

Ya hemos hablado de las diferentes traducciones y en particular del uso del


texto crítico o el texto mayoritario del Nuevo Testamento. Aun teniendo
conocimientos de los idiomas bíblicos siempre es necesario comparar las
diferentes traducciones. Hay Biblias que tienen un trasfondo liberal y eso se
reflejará en la traducción. Esto debe ser tenido en cuenta. Recuerde que el
escritor bíblico, el hagiógrafo, escribió siendo inspirado por Dios, ¡pero no el
traductor!

Si usted tiene conocimiento de los idiomas bíblicos deberá hacer su propia


traducción del pasaje que está analizando. Si encara el trabajo de traducción
por usted mismo, tenga en cuenta que deberá hacer dos traducciones: una
provisional, donde pondrá las palabras tal como aparecen en el texto griego o
hebreo; y una segunda traducción que llamamos “traducción refinada”
acomodando la sintaxis de acuerdo a nuestro idioma para que sea legible,
pues, como ya hemos visto las sintaxis son distintas y si usted no hace una
traducción refinada nadie podrá entender su traducción. Luego que tenga su
propia traducción será necesario que la compare con varias traducciones más
para notar los contrastes. Nunca antes.
26 Véase además Gordon D Fee, Exégesis del Nuevo Testamento (Deerfield: Vida, 1992), 55-68.
Ejercicios de repaso
Responda
A- ¿Por qué debemos examinar el contexto literario?

B- ¿Qué se debe tener en cuenta cuando se busca el origen etimológico de


una palabra?
C- ¿Qué riesgo corremos al interpretar en forma literal el Salmo 91:4?
D- ¿De qué manera los conectores y disyuntores nos ayudan en nuestra
división en párrafos?
CAPÍTULO 8
Los géneros literarios de la Biblia
Un género literario es la categoría a la que pertenece una obra. Es el tipo de
contenido en ese libro. Es común escuchar o leer en la prensa que un escritor
se dedica al género narrativo, o al género poético, al de ciencia ficción, etc.

En la Biblia nos encontramos con varios géneros literarios. No es lo mismo


leer un salmo que una epístola o una narración. En esta sección abordaremos
esta cuestión y veremos aquellos géneros literarios que aparecen en la Biblia
no sin antes advertir que esto no es categórico pues sucede que en un mismo
libro pueden aparecer más de un género. A modo de ejemplo diremos que en
un libro profético se puede encontrar poesía, historia y literatura sapiencial
conviviendo juntos. Lo mismo sucede con el Apocalipsis, donde conviven sin
ningún conflicto el género escatológico con el epistolar.

LA LEY

Este género bíblico se refiere al material relacionado con las diferentes leyes
de Israel , ya sea en lo tocante a las ceremonias religiosas así como al
relacionamiento entre los propios israelitas. No obstante esto, se debe hacer
una distinción entre lo que las Escrituras llaman Ley y lo que es realmente
aquello que se ocupa de los diferentes mandamientos en el Antiguo
Testamento. Ya hemos visto que la Biblia hebrea consta de tres secciones y la
primera lleva por nombre la Ley o Toráh. Sin embargo, como hemos
observado en su momento, hay porciones de esta sección que nada tienen que
ver con leyes o mandamientos. Tal es el caso de Génesis o muchas porciones
de Éxodo o Números, donde se observa más bien un énfasis en la narrativa
antes que en la temática legal.

Esta sección había perdido el interés por parte de los cristianos por mucho
tiempo, pero dado el surgimiento de movimientos llamados “mesiánicos” se
ha reavivado la polémica sobre los mandamientos que hoy en día son para los
cristianos y los que no lo son. Por otro lado están los adventistas del séptimo
día quienes insisten que se debe descansar el sábado y no el domingo.27

Cada día más vemos hermanos que abandonan nuestras iglesias evangélicas
para integrarse a grupos que ponen un fuerte énfasis en todo lo relacionado
con la liturgia hebrea. Instrumentos de música y estética hebrea abundan en
estos grupos. También una terminología que antes no se usaba en nuestras
iglesias. En lugar de decir Jesucristo ahora es cada vez más frecuente oír
palabras como “Yeshúa Hamashía” (En hebreo significa “Jesús el Mesías”) o
“HaShem” (Que significa en hebreo: el Nombre) para referirse a Dios.28
Instrumentos antes desconocidos por nosotros como el cuerno de carnero o
shofar ahora son cosa común en los cultos en esos grupos.

Mandamientos que hasta hace unos años lo veíamos tan lejano como por
ejemplo los animales limpios e inmundos de Levítico capítulo once, hoy
cobran una importancia preponderante pues grupos como los que acabamos
de referirnos hacen énfasis en que debemos guardarlos si queremos ser
salvos. También las fiestas judías son celebradas al pie de la letra tal como lo
establece Levítico capitulo veintitrés o Números veintiocho y veintinueve.
Cada vez se observa más personas que nada tienen que ver con el pueblo
judío que sin embargo salen a cortar ramas para celebrar la fiesta de los
tabernáculos, también llamada de las enramadas o Succot. Símbolos judíos
tales el candelabro de siete brazos (menorah) o de ocho brazos (janukía) son
observados en las casas de los cristianos.

Esta verdadera fiebre por lo judío ha provocado que las porciones dedicadas a
la Ley hebrea cobren mayor importancia en nuestros días. Se debe tener
cuidado pues lo que comienza siendo solo un cambio de gusto estético
termina convirtiéndose en algo teológico. No existe en la Biblia nada que nos
prohíba alabar a Dios con determinados instrumentos de música, con alguna
vestimenta especial o algún ritmo musical específico, siempre y cuando esto
se haga con decoro y sin caer en el libertinaje. Es simplemente una cuestión
de estética. Pero el peligro es cuando se pretende imponernos eso como algo
indispensable para la salvación. Ahí estamos en peligro de caer en una
herejía, tal como ya había pasado con los gálatas lo cual motivó la ira del
Apóstol Pablo en la Epístola a esa iglesia.
27 Al respecto vease nuestra obra Religiones, humanismo y posmodernidad, (Montevideo, Editorial
Acups, 2021). p. 28-29.
28 Los judíos no mencionan el nombre de Dios para no tomar su nombre en vano. Se basan en Éxodo
20:7 malinterpretando el versículo, pues lo que prohíbe es tomar su nombre en vano pero no
mencionarlo. En vez de leer Jehová en su lugar los judíos dicen Adonai, que significa “Señor”. Pero
además existen los judíos ortodoxos, quienes son una minoría dentro del judaísmo, quienes ni siquiera
mencionan Adonai sino HaShem (El Nombre)

Hace algunos años que se ha impuesto un estilo de alabanza con


características judías y que se conoce como la enseñanza del Tabernáculo de
David. Estos grupos afirman que se debe volver a una estética hebrea en la
liturgia basándose en Amós 9:11 “En aquel día yo levantaré el tabernáculo
caído de David…”. Dicen que el tabernáculo de David es el que este rey
levantó en Jerusalén aparte del oficial donde estaba el arca y en el cual él
instauró grupos de alabanza. (1 Crónicas 15:16) La alabanza entonces, según
este grupo, fue contaminada luego que se levantó el templo de Salomón y
nunca volvió a ser igual a esa forma que instauró David. Según esta
enseñanza, ahora Dios quiere restaurar esa forma de alabar. Para eso se
propone que las iglesias adopten una forma y estética totalmente judías pues
esa era la manera en la que se adoraba en aquel entonces.29

En la Biblia encontramos tres tipos de leyes: A- Una ley ceremonial o ritual


que buscaba instruir a los israelitas acerca de las cuestiones relacionadas a la
adoración en el Tabernáculo, en el Templo o en la vida diaria. B- Una ley
civil que les servía a los israelitas a relacionarse unos con otros y C- Una ley
moral o ética que tenía que ver con la conducta. Es muy difícil encontrar una
distinción clara entre estos tres tipos de leyes pues estaban tan estrechas entre
sí que es imposible aislarlas y verlas por separado.

LA HISTORIA EN LA BIBLIA.

Las secciones narrativas en la Biblia ocupan un lugar preponderante. Tanto es


así que incluso una sección de nuestras Biblias la conocemos como “libros
históricos”. Esta sección comienza en Josué y termina en Esther. Incluye
Josué, Jueces, Rut, 1 Samuel, 2 Samuel, 1 Reyes, 2 Reyes, 1 Crónicas, 2
Crónicas, Esdras Nehemías y Ester. En el Nuevo Testamento el libro
histórico es Hechos de los Apóstoles. A pesar de esta clasificación es
necesario decir que en toda la Biblia existen pasajes narrativos que incluyen
secciones históricas. Los encontramos en el Pentateuco, donde se cuenta
historia no solo del pueblo de Dios sino de las demás naciones; en los
profetas, donde, por ejemplo, encontramos en Isaías el intento de Senaquerib
de tomar por la fuerza a Jerusalén o en Jeremías narrando el sitio de
Jerusalén. También en el Nuevo Testamento es posible encontrar secciones
históricas además del Libro de Hechos. Lucas narra aspectos históricos
cuando se refiere al nacimiento del Señor Jesucristo. Lo mismo hace Mateo
aunque en menor medida.
29 Para una mejor comprensión véase Jaime Mazurek, “¿Qué pasa con el Tabernáculo de David?” en
Revista electrónica Conozca. http://conozca.org/?p=1283 (Último acceso el 19 de enero de 2022).

Los escritores bíblicos que escribían historia no lo hacían siguiendo los


parámetros de un historiador actual. Es necesario puntualizar este aspecto del
género histórico de la Biblia pues muchas veces nos acercamos a las historias
de las Sagradas Escrituras teniendo en mente los patrones y la metodología
de un historiador de nuestros tiempos. En primer lugar debemos decir que los
escritores bíblicos no tenían en mente solamente contar sucesos históricos.
Aunque la arqueología y la historia secular han confirmado la veracidad y
precisión de las narraciones bíblicas, no obstante, la principal preocupación
de los escritores sagrados no era la Historia sino la Teología. Podemos ver,
por ejemplo, que en 1 Reyes 16 el escritor se refiere a un gran rey que realizó
grandes conquistas llamado Omri. Fundó la ciudad de Samaria, la cual llegó a
ser la capital de Israel en el reino del norte, y extendió los dominios de su
reinado a tal punto que en descubrimientos arqueológicos se refieren a Israel
como “la tierra de Omri”. Se podría esperar que a un rey como este se le
dedicara mucho espacio. Pero para nuestra sorpresa, nos encontramos que la
Biblia solo le dedica ocho versículos. Sin embargo, su hijo Acab, quien
comparado con su padre no tuvo tanto destaque, el escritor le dedica varios
capítulos. Esto es así porque le interesaba mostrar el aspecto religioso que
involucraba el reinado de este monarca pues él introdujo la adoración a Baal
al casarse con la hija del rey de los fenicios, la malvada e idólatra Jezabel,
quien trajo esta práctica desde su tierra y la popularizó en Israel. Además, al
escritor bíblico le interesaba resaltar la figura de Elías, quien con su actitud
piadosa, contrastaba con la impía vida del monarca de Israel.30

Cómo podemos ver, sin alejarse de la rigurosidad histórica, a los escritores


bíblicos les interesaba no solamente cuestiones relacionadas con fechas,
hechos o relatos bélicos sino principalmente mostrar a Dios en esos relatos.
En esas narraciones los escritores bíblicos además de contar los sucesos
mostraban las consecuencias de las acciones de las personas involucradas. Si
leemos algunos pasajes nos da la impresión de que el escritor carece de un
juicio crítico. Cuando leemos sobre el pecado de David y el posterior vil
asesinato de Urías, es contado con tal frialdad que parece que hasta lo
justificara. Sin embargo el escritor sagrado se encarga de mostrar más
adelante las consecuencias funestas de semejante acción.

El libro de los Hechos de los Apóstoles mantiene esta misma característica.


Fue escrito por Lucas y originalmente formaba un solo libro con el Evangelio
en dos volúmenes. Luego, al formarse el canon y al agruparse los Evangelios
en una sola sección, fueron separados.

Cuando leemos Lucas-Hechos notamos que el interés del autor no es


únicamente brindar datos históricos. Si así fuera, se podría decir que su obra
carece de datos acerca de los demás apóstoles, por ejemplo. Vemos entonces,
que en Lucas también existe una preocupación de carácter teológica. A pesar
de la gran rigurosidad histórica a la que se ajustó el autor, pues vemos en el
prólogo de su obra que se preocupó de consultar las mejores fuentes, (Lucas
1:3) tal como lo hace cualquier historiador serio de nuestros tiempos,
percibimos que Lucas no era simplemente un historiador sino principalmente
un teólogo.

Observamos en Hechos de los Apóstoles que hay tres pasajes

Observamos en Hechos de los Apóstoles que hay tres pasajes 13 el día de


Pentecostés; 10:44-48 en la casa de Cornelio y 19:1-6 con los discípulos en
Éfeso) El pentecostalismo tradicional surgido a principios del siglo XX
siempre afirmó que la señal física y visible del bautismo en el Espíritu Santo
es el hablar en otras lenguas pues en los tres casos que hemos visto hay
manifestaciones que no se repitieron, como por ejemplo el viento recio o el
estruendo en Hechos capítulo dos pero lo que se repite en los tres casos es
precisamente el hablar en lenguas.
30 Pablo Hoff, Los libros históricos (Miami, Florida, Editorial: Vida, 1980) pg.13.

Siempre se acusó a los pentecostales de que estaban haciendo teología de un


libro de carácter histórico. Por lo visto anteriormente, sin embargo, nos
damos cuenta que perfectamente se puede basar la teología carismática del
bautismo en el Espíritu Santo con la evidencia inicial de hablar en otras
lenguas en Lucas-Hechos. Desde filas cesacionistas31 se insiste que no es
posible basar la teología pentecostal del Libro de Hechos. Dicen que se debe
buscar en las epístolas pues ahí sí se trata de temas teológicos. Agregan que
el bautismo del Espíritu santo está relacionado a la salvación pues toman 1
Corintios 12:13 “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo…”. Afirman que lo enseñado por el pentecostalismo de que el
bautismo en el Espíritu Santo es una segunda experiencia posterior a la
salvación con el fin de recibir poder para el servicio no tiene fundamento
bíblico pues Lucas presenta esos acontecimientos en el Libro de Hechos
como normales pero no normativos justamente por tratarse de hechos
históricos pero no teología. Pero, de acuerdo a lo visto anteriormente es
perfectamente lícito basar la teología en un libro histórico siempre y cuando
no se contradiga con el resto de las Escrituras.

LA POESÍA HEBREA.

La poesía es un género sumamente utilizado en la Biblia. Cuando pensamos


en poesía de la Biblia lo primero que nos viene a la mente son los Salmos,
pero existen otros libros que también son poéticos como Job; Cantar de los
cantares, Lamentaciones, y buena parte de los libros proféticos.

La poesía hebrea carece de rima como los poemas en el mundo occidental de


la actualidad. En cambio lo que la caracteriza son los paralelismos. Existen
algunas clases de paralelismos que son los más conocidos:
Paralelismo sinónimo. Se trata de una forma en la que la segunda línea repite
la primera pero con otras palabras.
31 El cesacionismo cree que los dones del Espíritu Santo ya cesaron y que solo fueron para la iglesia
del primer siglo.

Ej. “Rompamos sus ligaduras,


Y echemos de nosotros sus cuerdas” (Salmos 2:3)

Se puede apreciar que en la segunda línea se repite el concepto de la primera


pero con el uso de sinónimos.
Paralelismo antitético. En este segundo caso la segunda línea expresa el
pensamiento contrario a la primera.
Ej. “Porque los malignos serán destruidos,
Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra”. (Salmos 37:9)

Existe en la segunda línea un pensamiento que contrasta con la primera.


Queda de esa forma bien marcado el contraste, lo cual es buscado por el
salmista, para resaltar el final bienaventurado de quienes esperan en Dios en
contraste con el final de los malignos. Esto tenía un propósito didáctico para
fijar en la mente del oyente las enseñanzas espirituales y morales. También
estos paralelismos ayudaban a memorizar más fácilmente los conceptos.

Paralelismo sintético. En este tipo de paralelismo la segunda línea resume


todo el pensamiento de la primera o lo desarrolla de mejor forma.

Ej. “La luz se oscurecerá en su tienda


Y se apagará sobre él su lámpara” (Job 18:6)

En este caso la segunda línea amplia y sintetiza el pensamiento de la primera.


De esta forma se da más fuerza al pensamiento. Este recurso literario de los
escritores bíblicos no solamente refuerza el concepto sino que le da belleza y
lo hace atractivo al lector.

El paralelismo invertido o Quiasmo. Este tipo de paralelismo no es exclusivo


de la poesía pues aparece más de una vez en la Biblia en otros géneros aparte
del poético. En nuestro idioma no es frecuente, por eso tal vez nos cueste un
poco entenderlo. La Real Academia Española lo define de la siguiente
manera:

“Del gr. ciasmόV “Disposición cruzada en aspa”, por alusión a la forma de la


letra griega ji”.
De acuerdo a esta definición entonces, un quiasmo se asemeja a una X
Un ejemplo sería el Salmo 76:1:
a. En Judá b. Dios es conocido
c. Grande es su nombre a’. En Israel

Así pues, a se corresponde con aʹ y b con c. a. En Judá


b. Dios es grande
c. Grande es su nombre
aʹ. en Israel32
LA LITERATURA SAPIENCIAL

Los libros denominados de sabiduría en la Biblia son Job, Proverbios y


Eclesiastés. Este tipo de literatura era bien conocida por parte de los pueblos
de Mesopotamia y de medio oriente. Para estas culturas, la sabiduría no se
trataba solamente de la adquisición de conocimiento sino la aplicación
práctica de esos mismos conocimientos a la vida diaria.

A diferencia del concepto que hoy tenemos en occidente de la sabiduría,


principalmente venida de la Grecia clásica, la sabiduría que presenta la Biblia
no es una sabiduría abstracta ni meramente especulativa. Se procuraba que las
personas pudieran vivir felices y de esa forma disfrutar la bendición de Dios.
32 J.S. Duvall, y D. Hays, Hermenéutica. Entendiendo la Palabra de Dios (Barcelona: Clie, 2008),
104.

Como ya se apuntó más arriba, la sabiduría que se puede ver en la Biblia no


era desconocida para los pueblos vecinos de Israel. Ya desde mucho tiempo
existían libros que recogían este género literario. Sin embargo, un rasgo
característico del género sapiencial que podemos observar en la Biblia es que
carece de los groseros rasgos politeístas y hasta supersticiosos que era común
en esa literatura de los demás pueblos paganos. Además, a pesar de que,
como dijimos, era una sabiduría que apuntaba a cuestiones prácticas de la
vida y que en su mayor parte trataba de asuntos tan humanos como el trato
entre vecinos, el estímulo al trabajo en contraste con la pereza o el buen
relacionamiento familiar, estos libros bíblicos no están exentos de un
profundo fundamento teológico. Detrás de toda esta aparente irrelevancia se
esconde un claro sustento espiritual. Recordemos que Proverbios comienza
enfatizando que “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”.
También Eclesiastés, si lo leemos a la ligera, nos da la sensación de que es
una defensa de un existencialismo fatalista. Se repite la expresión “vanidad
de vanidades” y declara abiertamente que lo mejor es comer y beber para
tratar de gozar la vida pues esto parece ser lo único que importa (Eclesiastés
5: 18). Esto contrasta bastante con todo el mensaje de la Biblia. ¿Cómo
conciliamos esto con el resto de las Sagradas Escrituras? La respuesta está en
los últimos versículos del mismo libro cuando afirma en forma contundente
que se debe temer a Dios y guardar sus mandamientos “Porque Dios traerá
toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea
mala”. (Eclesiastés 12: 13-14)

En cuanto a la forma en que esta literatura es presentada en la Biblia, es la


misma que lo que vimos para la poesía. Los paralelismos vistos
anteriormente son usados también para la literatura de sabiduría. Cabe
destacar que esta forma literaria no se reduce a los tres libros aludidos, es
decir Job, Proverbios y Eclesiastés. En toda la Biblia existen porciones que
podríamos catalogarlas de sapienciales. Fue una de las formas que usó el
Señor Jesús para enseñar.

LA LITERATURA APOCALÍPTICA

Para el lector occidental le resulta extraño e incomprensible el género


apocalíptico. Uno de los mayores problemas es nuestro acercamiento a dicho
género con una concepción aristotélica de la literatura. Tal vez usted nunca
haya leído a este filósofo de la antigüedad llamado Aristóteles y crea que no
le puede influir en su lectura del Apocalipsis. Sin embargo desde la película
que usted ve en el cine, la televisión o en su dispositivo móvil, hasta la última
novela de moda que ha leído en sus vacaciones, lo ha influido y lo ha hecho
esperar un comienzo, una parte media y un desenlace final.

Nuestras sociedades occidentales han seguido esta forma de ver una obra de
teatro, una película o un libro. Aristóteles decía en su famosa obra Poética,
que en la tragedia debe haber “principio, medio y fin”.33

La tragedia griega es la madre de todo nuestro arte actual y la literatura épica


de Homero todavía nos sigue condicionando a la hora de querer entender una
narración. El problema es que los escritores de los tiempos bíblicos provenían
de otra escuela de pensamiento estético y sus patrones discursivos no eran los
mismos que los de los griegos.

Cuando encaramos un relato como por ejemplo el de Mateo 24, en el que


Jesús habla de las señales antes del fin, con nuestra mentalidad occidental
esperamos un relato lineal con un principio y un final. Sin embargo vemos
que el Señor salta de imágenes de los últimos tiempos a los acontecimientos
de los tiempos de sus oyentes y viceversa con una soltura y tranquilidad
pasmosa mientras nosotros nos tiramos de los pelos tratando de seguir la
línea del relato. Lo mismo sucede en relatos del Apocalipsis o los profetas del
Antiguo Testamento. Lo que sucede es que los escritores sagrados no
concebían la narración tal como la concebimos nosotros.

Algo parecido sucede con la literatura contemporánea cuando algún escritor


pretende salir de los parámetros “canónicos” y normales de un relato lineal
con principio y final. Tal es el caso por ejemplo del escritor argentino Julio
Cortázar cuando escribió su novela Rayuela. En esta obra Cortázar explora
una forma diferente de escribir su narrativa de tal forma que algunos críticos
llegaran a tildar dicha novela como una obra de arte pero otros le reprocharon
que había transgredido tanto el orden “natural” de la forma de narrar que
prácticamente había desfigurado dicho género. La mayoría de los que la han
leído terminan diciendo “no entendí nada”. Eso es porque nuestra mente está
acostumbrada a leer de una manera determinada y cuando nos cambian las
reglas de juego ya no sabemos cómo interpretar esa lectura. Lo mismo sucede
cuando vemos una película que no sigue los parámetros narrativos
acostumbrados y acordes a patrones estéticos esperados y “hollywoodenses”.
En ese caso nos quedamos mirando y diciendo ¿Qué quiso decir?
33 Aristóteles. Poética. Capítulo II. 7.

Conviene entonces conocer un poco acerca de este género literario conocido


cómo la “apocalíptica”. Lo que a nosotros nos cuesta tanto entender por la
rareza que entraña para nosotros, no lo era tanto para el lector de los tiempos
bíblicos.

El término apocalipsis en griego ( ἀποκάluyiV ) es un sustantivo que


significa descubrimiento, revelación. Como verbo es apocaplipto
(ἀποκalύπtw) y su significado es descubrir, desnudar, revelar, dar a conocer.
34 En la actualidad cuando hablamos de “apocalipsis” lo asociamos con
catástrofes o la destrucción del mundo. Tanto es así que aún el diccionario de
la Real Academia Española da esa definición. En la época del Nuevo
Testamento el significado no se asociaba con catástrofes ni nada semejante.
Simplemente quería decir “revelación”.

El género apocalíptico era bien conocido por parte de los lectores


contemporáneos de Juan. Había surgido durante el período intertestamentario
y era abundante por aquella época. Algo que a nosotros nos resulta tan difícil
de entender era muy bien conocido por los lectores del primer siglo.
Antes de la venida del Señor Jesús existía en el pueblo hebreo una gran
expectativa con respecto a la venida del Mesías. Esta esperanza mesiánica fue
uno de los factores preponderantes que preparó el camino para la venida de
Cristo. Además, el pueblo judío se encontraba padeciendo persecuciones
políticas, económicas y sociales. La dominación griega; luego la corrupción
política de la dinastía asmonea (que siguió al triunfo de los macabeos); la
usurpación del trono por parte de Herodes, quien era un extranjero, y
finalmente la ocupación romana, fueron las causas de que el pueblo hebreo
viniera padeciendo desde hacía mucho tiempo.
34 Diccionario griego-español Vox.ἀποκάluyiV

Esto provocó que por ese tiempo proliferara este tipo de literatura que ponía
su esperanza en un libertador que vendría a liberar a su pueblo sufriente,
establecería su reino en el cual la justicia y la paz serían sus principales
ingredientes y juzgaría a los enemigos. Se utilizaban nombres falsos de
personajes bíblicos de renombre como ser Enoc, Moisés etc. Esto ya lo
hemos visto cuando hablamos de los libros apócrifos. Es lo que se llaman los
pseudo epígrafes. En toda esta literatura existe un énfasis escatológico35, es
decir el fin del mundo tal como se conocía hasta entonces era inminente. Se
estaba por entrar a una nueva etapa de gloria para el pueblo judío con sus
odiados enemigos derrotados. En los descubrimientos de los rollos del Mar
Muerto en 1948 este tipo de literatura era abundante. Una característica que
tenía este tipo de literatura es que aparecía la orden de sellar el libro para ser
leído y entendido mucho después en el tiempo.

Este tipo de literatura pseudo epígrafe nunca fue considerada inspirada por
Dios y por lo tanto nunca entraron en el canon. Juan utiliza el mismo género
para escribir lo que hoy se conoce como Apocalípsis pero se aparta bastante
de algunos de los parámetros utilizados por aquellos escritores. Un ejemplo
de ellos es que utiliza su propio nombre sin recurrir a un seudónimo. Otro
aspecto peculiar de Juan es que a diferencia de la mayoría de los autores de
literatura apocalíptica no sella el libro pues “…el tiempo está cerca”
(Apocalipsis 22:10)

En cuanto a la interpretación del Libro de Apocalipsis existen cuatro formas


diferentes o “escuelas interpretativas” bien marcadas: La escuela preterista.
Quienes se adhieren a esta postura creen que todo lo que aparece en
Apocalipsis ya ocurrió. Creen que Juan
35 La escatología es aquella disciplina que estudia los acontecimientos referidos a los últimos tiempos.
Del griego ἔscatοV (ésjatos), último.

escribe exclusivamente para describir lo que estaba sucediendo en plena


persecución contra los cristianos. Así pues, la bestia es el Imperio Romano y
los juicios son hacia quienes están afligiendo a los santos que padecen por ser
fieles a su fe.

La escuela Futurista. Contrariamente a lo que sostiene la escuela preterista,


esta forma de interpretar cree que a partir del capítulo cuatro en adelante
todos los acontecimientos sucederán en el futuro. Una variante importante en
esta escuela es el dispensacionalismo que sostiene que desde el capítulo
cuatro, en el versículo uno, cuando dice “…sube acá…” lo que está
describiendo es el rapto de la iglesia. A partir de ahí esta ya no está en la
tierra pues ya se fue con el Señor. A partir de ese pasaje cuando se habla del
pueblo de Dios es a Israel a quien se refiere pero no a la iglesia.

Otros futuristas por otra parte afirman que lo que se dice en 4:1 no es otra
cosa que un cambio de perspectiva pues lo que se describirá ahora será visto
desde el Trono de Dios.

La escuela historicista. Quienes se alinean a esta forma de interpretar el


Apocalipsis ven los acontecimientos mostrados por Juan como formando
parte de la historia de la iglesia. Verán entonces alusiones a importantes
sucesos desde la época apostólica hasta los tiempos actuales. Ellos creen ver
la caída de Roma, el surgimiento del Islam, la Reforma, la Revolución
Francesa, las guerras mundiales e incluso hasta el atentado a las Torres
Gemelas o la pandemia de covid 19.

La escuela idealista o espiritual. Para quienes interpretan el Apocalipsis de


esta forma todo lo que muestra el autor no tiene un significado real. Creen
que no son acontecimientos históricos sino que muestra la constante lucha de
la iglesia contra las fuerzas del mal. El propósito principal según los
idealistas, es fortalecer a la iglesia en su peregrinar por este mundo.

LAS DISTINTAS OPINIONES TOCANTE AL MILENIO

En Apocalípsis 20:4-6 se habla de un período de 1000 años en los cuales


Cristo reinará en la tierra. No existe consenso en cuanto a cuando tendrá lugar
este período de tiempo. Hay tres posturas bien diferenciadas en cuanto a esto:

El premilenialismo. Esta postura afirma que Cristo regresará antes del


milenio. Acá tenemos que diferenciar entre el premilenialismo clásico y el
dispensacionalista. Los premilenialistas siempre sostuvieron que el regreso o
la segunda venida de Cristo a la tierra (la parousía) sería después de la gran
tribulación para comenzar su reino milenial36. Por el siglo XIX una corriente
llamada dispensacionalismo, cuyos máximos exponentes fueron J.N Darby;
C.I Scofield (famoso por su conocida Biblia con sus comentarios); Charles
Ryrie y L.S. Chafer entre otros, comenzaron a enseñar que Cristo vendría
antes de la gran tribulación y por lo tanto la iglesia no pasaría por esta etapa
de sufrimiento y juicio para el mundo entero. Algo de esto dijimos cuando
nos referimos a la escuela futurista.

El postmilenialismo. Quienes sostienen esta forma de interpretar lo


concerniente al milenio dicen que Cristo regresará después de ocurrido este
evento. Pero afirman que el milenio no es un período de mil años realmente
sino que es una representación simbólica de la victoria de Cristo en esta
tierra. Creen que el “milenio” en realidad ya se está viviendo y la iglesia debe
conquistar lugares de liderazgo y predominio en la sociedad. Hay quienes
pertenecen a un grupo llamado “dominianismo” o también conocidos como
“el reino ahora” que busca con mucho entusiasmo llevar a la iglesia al
dominio político, social y económico antes de la venida de Cristo. Quienes
adhieren a este pensamiento niegan el rapto de la iglesia pues dicen que se
tratará de un arrebatamiento emocional en el que caerán todos cuando Cristo
venga.

El amilenialismo. Los amilenialistas no creen que exista un milenio literal


sino que es un lenguaje figurado que no debe ser tomado al pie de la letra. Su
pensamiento es similar al postmilenialismo pero más moderado pues es
menos optimista que ese grupo. Creen que el diablo ya está atado y por eso el
Evangelio está llegando a todas las naciones a pesar de sus esfuerzos por
frenar el avance del cristianismo. Figuradamente, creen que el milenio ya está
presente. Creen que el arrebatamiento que describe el Apóstol Pablo en 1
Tesalonicenses 4:13-18 no significa que los cristianos se irán al cielo con el
Señor mientras en la tierra se producirá la gran tribulación como sostiene el
dispensacionalismo sino que aseguran que ese será el definitivo regreso de
Cristo a la tierra.
36 La parousía (πaροusίa) significa en griego “venida, llegada, presencia”.
LOS EVANGELIOS

En Marcos 1:1 leemos “Principio del evangelio de Jesucristo”. Este vocablo


proviene de una palabra en griego que significa algo así como “buenas
noticias” o “buenas nuevas” (εὐaggέliοn). La forma verbal es (εὐaggεlίzw) y
se traduce como “yo anuncio, proclamo”.37

Los cuatro énfasis en los Evangelios.

El Evangelio según Mateo. Mateo tiene la preocupación de presentar a Jesús


como el Mesías prometido en el Antiguo Testamento. Abundan alusiones a
las profecías cumplidas en Cristo. Sus destinatarios son los judíos, a quienes
Mateo les muestra evidencias bíblicas de que Él es ese Mesías que ellos
estaban esperando.

Presenta a Jesús como un rey. Desde el principio hay una preocupación por
parte de Mateo de exhibir su linaje real de la línea de David por medio de su
genealogía.

El Evangelio según Marcos. Este es el Evangelio más corto de los cuatro. La


mayoría de los eruditos creen que está dirigido a los romanos. La tradición
dice, por medio de materiales de escritores del siglo segundo, que este
Evangelio es el resultado de lo que Pedro le relató a Marcos, quien era su
ayudante, en la ciudad de Roma. Se trataría entonces de las memorias de
Pedro contadas a Marcos quien las escribió.

Leyendo este Evangelio se puede notar que hay una preocupación por parte
del autor por dar explicaciones acerca de usos y costumbres de los judíos, lo
que hace suponer que los destinatarios eran personas que no tenían un
trasfondo judío. Un ejemplo de esto es Marcos 7:3, donde el evangelista se ve
en la necesidad de explicar el lavamiento ritual de las manos que practicaban
los fariseos. Otro rasgo característico es que casi no hay referencias del
Antiguo Testamento, pues sería incomprensible para un no judío.
37 Los verbos en griego no se enuncian como en la mayoría de los idiomas modernos por el infinitivo
sino por la primera persona del singular del presente en modo indicativo. De esta manera entonces es
que aparecen en el diccionario griego español.

Marcos muestra a Jesús como el siervo sufriente que vino dar su vida en
rescate por todos. Es el siervo obediente que cumple la voluntad del Padre.
Quienes deseen seguirle deberán estar dispuestos a negarse a sí mismos,
tomar su cruz y seguirle. (Marcos 8:31-38)

Lucas. Este Evangelio se dice que estaba dirigido originalmente a gentiles,


algunos autores dicen que particularmente a los griegos.38 El autor era un
gentil helenista, médico de profesión. La obra consta del Evangelio y el Libro
de Hechos de los Apóstoles.

En esta obra se presenta a Jesús como el Hijo del hombre. Tiene la


particularidad de ser el único que presenta un suceso de la infancia de Jesús.
Además, fiel al contenido de Hechos, el Evangelio de Lucas le da un lugar
preponderante al Espíritu Santo. Otra característica de Lucas es el trato
especial que tienen aquellos grupos sociales menos favorecidos por la
sociedad de la época, como ser los pobres, las mujeres y los niños.

Juan. El cuarto Evangelio fue escrito pensando en la iglesia en general. Se


destaca por presentar los discursos y enseñanzas de Jesús en forma más
extensa y minuciosa que los tres sinópticos y en un lenguaje de carácter más
teológico. Una de las peculiaridades de este Evangelio es que se ocupa más
del ministerio de Jesús en Judea, y en particular en Jerusalén, mientras que
los sinópticos ponen más atención al ministerio llevado a cabo en la provincia
de Galilea y sus alrededores.

El propósito principal de Juan queda expresado en Juan 20:31: “Pero estas se


han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo”. Lo que se propone Juan
entonces es fortalecer la fe de la iglesia primitiva y para eso presenta los
milagros del Señor Jesucristo como “señales”.

En cuanto a la fecha de composición existe un consenso casi unánime en que


fue escrito al final de la vida del Apóstol Juan alrede
38 Harol L.Willmington, Auxiliar bíblico Portavoz (Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz,
1995), 293.

dor del 80 o 90 d.C. También hay quienes se inclinan por una fecha más
temprana e incluso algunos llegan a afirmar que fue el primer Evangelio39 en
ser escrito pero esas hipótesis no cuentan con el apoyo mayoritario de los
eruditos bíblicos.

La cuestión sinóptica. Los tres primeros Evangelios que aparecen cuando


abrimos nuestro Nuevo Testamento son conocidos como Evangelios
sinópticos. La palabra sinopsis es definida por la Real Academia Española
como “Disposición gráfica que muestra o representa cosas relacionadas entre
sí, facilitando su visión conjunta”. La segunda acepción de este vocablo dice
que es una “Exposición general de una materia o asunto, presentados en sus
líneas esenciales”.

Si observamos la etimología de dicha palabra vemos que tiene su origen en el


griego y es la combinación de dos palabras: syn, “con” y opsis, “vista”. Nos
damos cuenta entonces que los Evangelios Sinópticos son capaces de ser
vistos juntos, o vistos en conjunto por las similitudes y elementos en común
que comparten.

La relación entre estos tres Evangelios es lo que se conoce comúnmente


como “la cuestión sinóptica” o “el asunto sinóptico”. La opinión más
generalizada entre los eruditos a partir del siglo XIX ha sido que Marcos es el
Evangelio más antiguo. Mateo y Lucas utilizan esta fuente de Marcos para
escribir sus respectivas obras y además utilizan una segunda fuente que no se
sabe a ciencia cierta cuál es. Esta segunda fuente se la conoce en el mundo
académico como la fuente Q, por la primera letra de la palabra fuente en
alemán (Quelle). Según esta teoría, llamada “de las dos fuentes” Marcos
coincide en muchos detalles con Mateo y Lucas, pero cuando Mateo y Lucas
coinciden entre ellos y ese material no se encuentra en Marcos se estaría
utilizando esa segunda fuente, no utilizada por Marcos y que se supone se
trataría de dichos del Señor Jesús.

Aunque existen otras teorías para explicar la cuestión sinóptica, esta es la que
cuenta con mayor apoyo en la actualidad, aunque no deja de ser una simple
especulación y no se la debe tomar como si fuera algo comprobado. Durante
los primeros siglos, es decir en el
39 Everett F.Harrison, (Redactor) Comentario bíblico Moody. Nuevo testamento. (Grand Rapids,
Michigan: Editorial Portavoz, 1995), 212-213.
período que se conoce con el nombre de “patrístico”, se creía que Mateo
había sido el primero de los tres Evangelios en haber sido escrito y que luego
Marcos y Lucas utilizaron su material.

Se cree que durante los primeros años circuló una colección de dichos de
Jesús que se transmitió en forma oral por las iglesias. Los evangelistas
habrían utilizado parte de esa colección para escribir sus respectivas obras.
No debemos olvidar que en la antigüedad existían formas muy seguras para
la memorización y transmisión en forma oral por lo cual podemos tener
seguridad en que ese material fue conservado en forma fiel. Además en esa
época todavía estaban vivos las personas que habían escuchado esas
enseñanzas, por lo que en el caso que existiera un desvío de esos dichos no
habría pasado desapercibido por parte de quienes lo oyeron con sus propios
oídos.

Género literario de los Evangelios.

Definir el género literario de estos cuatro documentos del Nuevo Testamento


es harto difícil. No podemos definirlos como narrativa, aunque contienen
narraciones. Tampoco es válido decir que es biografía, aunque tiene partes
biográficas. Si dijéramos que son libros sapienciales tampoco sería correcto,
aunque abunda ese material en ellos, basta solamente mirar el Sermón del
Monte para darnos cuenta de eso. Si nos inclináramos por denominarlos
como género histórico, no estaríamos errados, pero nos quedaríamos cortos
pues es mucho más que historia. Nuestra respuesta entonces es que son un
género único a tal punto que llegaron hasta nosotros justamente con el
nombre que se conoció originalmente: Evangelios.40 No fue posible encontrar
una traducción para este tipo de material bíblico por lo cual los conocemos
por su transliteración.

Los cuatro Evangelios contienen material que tiene que ver con la
proclamación (el kerigma), es decir, con lo que nuestro Señor realizó, y con
la enseñanza de Jesús (la didajé) que son textos dedicados a la instrucción a
sus discípulos y al pueblo en general. Los cuatro contienen tanto lo uno como
lo otro. Juan se destaca por presentar mucho material referido a la enseñanza
abundando en este Evangelio los discursos instructivos. En Marcos en
cambio predomina la acción y el énfasis en los milagros.
40 εὐaggέliοn en griego.

Son cuatro miradas desde diferentes ángulos. Cada autor le dio el énfasis
necesario a su propósito y a los destinatarios a quienes fue dirigido. Eso
explica entonces por qué en muchas partes de los Evangelios no se respete el
orden cronológico. Los autores no estaban tan preocupados por contar una
simple historia con la rigurosidad que eso significa, sino que su preocupación
era más bien teológica y espiritual.

Principios exegéticos para interpretar los Evangelios.

Como ya hemos visto, lo primero que debemos examinar es el contexto. Para


eso se debe tener en cuenta que existen diferentes niveles contextuales que
entran en juego a la hora de hacer una buena exégesis en los Evangelios. La
peculiaridad de este género bíblico así lo demanda y veremos que muchas
interpretaciones caen en el error por no tomar en cuenta estas
consideraciones.

El contexto sociocultural de la época. Como ya se ha enfatizado, es necesario


que quien estudia la Biblia conozca el tiempo en que quien escribe está
inmerso. Para eso es necesario que el exégeta se provea de buen material que
describa esa época particular. Acá es necesario hacer énfasis que todo
material serio que describa el mundo greco-romano y en particular la práctica
de los romanos referida a la política de ocupación de las naciones sometidas
debe ser estudiada. Esto le dará al estudiante de la Biblia un entendimiento
más profundo de las condiciones sociales y políticas de los tiempos del
ministerio de Jesús.

El lector debe comprender cómo vivían aquellos hombres y mujeres de la


época del Nuevo Testamento. Necesita comprender qué cosas les causaba
dolor y lo difícil que era vivir en un país ocupado por un imperio extranjero.
Solo así comprenderá algunos detalles que de otra forma se le escapará y no
podrá captarlos en su plenitud. Solo conociendo el contexto socio cultural de
ese tiempo podrá comprender el gran gozo de la mujer que encontró su
moneda perdida de Lucas 15: 8-10. Solamente conociendo las duras
condiciones de vida de un país empobrecido por los gobiernos corruptos que
pagaban tributo a un imperio opresor se estará en condiciones de ponerse en
el lugar de esa pobre mujer y entender cuanto le había costado hacerse de esa
moneda y lo valioso que era para ella.

Tampoco comprenderemos el mensaje si desconocemos los diferentes


partidos religiosos y políticos de la época. Es fundamental hacerse de
material que explique quienes eran los fariseos y los saduceos y en que se
diferenciaban. Lo mismo acerca de los escribas, los herodianos y los zelotes.
Toda esta información permite conocer el contexto social, cultural y religioso
de la época. El estudiante debe adquirir libros que contengan estos datos para
captar aquello que está detrás de cada relato de los Evangelios.

El contexto particular del escritor y su propósito.

Cada evangelista tiene su propio contexto particular y cómo ya hemos visto,


una motivación diferente. El propósito de cada escritor, de acuerdo a lo ya
expuesto, es mostrar un aspecto particular de Jesucristo. Esto debe ser
tomado en cuenta a la hora de interpretar los Evangelios. No es lo mismo el
énfasis puesto en Mateo por demostrar que las profecías se cumplen en Cristo
que en Marcos o en Lucas, quienes escriben a destinatarios que tenían muy
poco conocimiento de la cultura y la religión de los hebreos.

También es necesario tener en cuenta el origen de los evangelistas, pues si


leemos a Juan, podemos darnos cuenta que sus narraciones reflejan la
memoria de un testigo presencial de las enseñanzas y actos de Jesús. En
cambio sí estamos leyendo Lucas podemos notar el fruto de un serio trabajo
de investigación con una preocupación muy grande por conseguir su material
de fuentes primarias. (Lucas 1:1-3)

Contexto literario particular.

Conforme a lo ya expuesto, cada evangelista quiso enfatizar algún aspecto


particular de Jesús. Ya sabemos por lo expuesto anteriormente, que al
principio se conservaron dichos de Jesús que circulaban en forma oral y
luego fueron escritos. Algunos de estas enseñanzas o discursos del Señor
carecían de contexto, por eso se le asignó un contexto o una situación
especial de acuerdo al propósito de cada escritor. También el énfasis que cada
escritor le quería dar al relato era distinto. Así pues en el relato de la sanidad
del ciego Bartimeo, solamente Marcos nos da el nombre de este hombre.
(Marcos 10: 46-529). Lucas dice lo mismo que Marcos pero no nos da el
nombre del ciego, (Lucas 18: 35- 43). En cambio Mateo nos dice que eran
dos ciegos. (Mateo 20: 29-34) Esto no debe llamarnos la atención pues Lucas
quería poner énfasis en el milagro de sanidad más que en la rigurosidad
histórica de cuantos ciegos eran. Además, algunos piensan que tal vez
Bartimeo llegó a destacarse en la iglesia y era alguien conocido por Marcos,
por eso el énfasis en destacar su nombre y omitir el otro que fue sanado.
Mateo en cambio se ajustó más al dato objetivo y quiso registrar que los
ciegos sanados fueron dos. Tampoco debemos olvidar que de los tres
escritores de los Evangelios sinópticos Mateo fue el único que fue testigo
presencial del acontecimiento pues era uno de los discípulos.

Algo similar sucede con los tres relatos de la tentación de Jesús, narrada por
los tres sinópticos. Mientras que Marcos se limita solamente a mencionarla
pero sin dar detalles, (Marcos 1: 12-13) Mateo presenta un orden diferente a
Lucas pues primero presenta la tentación de convertir las piedras en pan,
coincidiendo en esto con Lucas; en segundo término introduce la oferta de
arrojarse del pináculo del templo y por último se relata la oferta de darle
todos los reinos de la tierra al Señor. (Mateo 4: 1-11) Si examinamos Lucas
4:1-12 vemos que las dos últimas tentaciones están en un orden distinto.
Lucas pone como segundo evento en este relato la oferta de los reinos
mundanos y por último lo relacionado con el pináculo del templo. El orden
de los acontecimientos en este relato está puesto de acuerdo al énfasis que
cada evangelista le quiso dar al evento. Para Mateo es muy importante en
todo su Evangelio mostrar a Jesús como el Rey que viene anunciando su
Reino. Existe entonces un contraste que no pasa desapercibido para el lector
atento el menosprecio de Jesús de los reinos de este mundo ante la diabólica
oferta (Mateo 4:8) y la presentación solo unos versículos más adelante del
“reino de los cielos” (Mateo 4:17). Era muy importante entonces para Mateo
terminar el relato de la tentación de Jesús con el rechazo de Jesús de los
reinos de este mundo pues quería hacer énfasis en el Reino de Dios. Solo
unos versículos más adelante, en el Sermón del Monte, Jesús presentaría las
demandas y los requisitos de este verdadero Reino.

EL GÉNERO EPISTOLAR

Las epístolas fueron las redes sociales para los cristianos del primer siglo.
Imaginemos que los creyentes de iglesias distantes tuvieran que viajar a
Jerusalén para ser instruidos por sus líderes en cuanto a doctrina o vida
cristiana. Dios ya tenía todo dispuesto pues el Imperio Romano había
diseñado una red de carreteras bastante seguras por las cuales se podía llegar
a cualquier punto con relativa facilidad. De esta forma los líderes y miembros
de las iglesias podían ser edificados por Pablo, Pedro o el resto de los líderes
en una forma rápida y efectiva. Hoy en día diríamos que los medios
“virtuales”, tan en boga en estos tiempos, no eran totalmente desconocidos
para los cristianos de la antigüedad. Gracias a esta forma de comunicarse, la
iglesia podía seguir recibiendo instrucción y siendo edificada aún con sus
líderes presos. Recordemos que ni la cárcel frenó a Pablo de la comunicación
con las iglesias y con sus líderes.

No es de extrañar, por lo visto anteriormente, que de los veintisiete libros del


Nuevo testamento, veintiuno sean cartas. Además de estas epístolas podemos
agregar que Apocalipsis mantiene un formato epistolar, por lo menos en su
comienzo y final pues existen elementos de ese género, como por ejemplo el
saludo personal al principio así como la mención de los destinatarios (“Juan,
a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros…” Apocalipsis
1: 4), también al final se puede ver la clásica formula de despedida tan usada
por los escritores del Nuevo Testamento, principalmente en Pablo: “La gracia
de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén. (Apocalipsis 22:
21) También en Hechos de los Apóstoles aparece este género epistolar.
(Hechos 15: 23-29) Se puede ver entonces que este género literario ocupa un
lugar preponderante en el Nuevo Testamento.

El diccionario de la Real Academia Española define a la epístola como “carta


o misiva que se escribe a alguien”. Además agrega que es un “Escrito en
prosa, de contenido real o ficticio, cultivado en la Antigüedad griega, así
como en el Nuevo Testamento”. Por lo visto anteriormente, se puede decir
que las Epístolas de la Biblia son cartas. Pero, se debe reconocer además que
algunos autores cristianos y comentaristas bíblicos hacen una distinción entre
una simple “carta” y una “epístola”. Dicen que una carta es algo casual que
no tiene estructura alguna y no sigue ningún orden. Si observamos
nuevamente la definición que acabamos de ver de la Real Academia
Española, parece que esta distinción tiene cierto asidero pues habla de que es
un género “cultivado en la Antigüedad griega”. Con eso nos está diciendo
que no es lo mismo una carta particular de un hijo a su mamá que una
epístola donde se expone alguna doctrina u enseñanza.

La arqueología ha encontrado muchísimas cartas de la antigüedad y afirman


que las epístolas de carácter más bien formal y que estaban destinadas a ser
publicadas tenían cierto patrón que son seguidos por la mayoría de las
epístolas del Nuevo Testamento. Así pues el saludo, acción de gracias,
petición, saludo final etc. aparecen también en la mayoría de las epístolas que
tenemos en nuestras Biblias. De todas formas, nos parece que no es
demasiado relevante a la hora de hacer una buena exégesis. Además hay
cartas que son sumamente personales e informales y tratan de asuntos
privados como ser la escrita a Filemón o 2da. y 3ra. de Juan.

Las epístolas o cartas fueron utilizadas por los escritores neotestamentarios


para tratar diferentes asuntos. La mayor parte de su contenido es de carácter
ocasional, es decir que responde a una situación específica que se daba por
algún problema puntual. Así pues, podemos ver que Judas se proponía
escribir acerca de algo edificante relacionado a la vida cristiana pero a causa
de la herejía que se estaba introduciendo en la iglesia por parte de falsos
maestros tuvo que cambiar su temática y escribir en forma apresurada una
epístola para alertarles de este peligro y exhortándoles a defender la sana
doctrina cristiana. También el autor de la Epístola a los Hebreos escribe para
animar a los cristianos de origen hebreo que estaban siendo tentados a
regresar al judaísmo. Pablo escribe Gálatas con la intención de contrarrestar
la embestida de unos judíos que querían que los cristianos de la iglesia de
Galacia se volvieran al judaísmo y a sus rituales. Colosenses fue escrita para
confrontar la herejía de un incipiente gnosticismo que enseñaba una
cristología distorsionada y degradaba a Jesucristo a un simple ángel creado.
Las epístolas pastorales a Timoteo y Tito se escribieron para instruir y dar
ánimo a estos jóvenes pastores que estaban enfrentando problemas en su
ministerio. Donde más podemos ver estos detalles particulares es en las dos
cartas a los corintios. En 1 Corintios 7:1 incluso Pablo dice que los creyentes
de esa iglesia le habían escrito preguntándole acerca de algunas
preocupaciones y dudas que tenían.

Exégesis en las epístolas

Como ya se ha dicho, la mayor parte del material epistolar es una respuesta a


una situación dada. En muchos casos responde a una pregunta, ya sea por otra
carta de los creyentes preguntando por determinado tema o por una situación
que demandaba una urgente respuesta. El problema es que en algunos casos
no tenemos esa pregunta. En esos casos solamente tenemos la respuesta pero
no sabemos a qué interrogante responde.

Se debe recurrir a las ayudas externas como ser manuales bíblicos u otros
recursos que nos muestre la situación que se estaba viviendo en ese momento.
Todo eso nos será útil además para conocer el trasfondo socio cultural que
atravesaban esos cristianos. No es posible entender el argumento de
Melquisedec utilizado por el autor de la carta a los Hebreos si no conocemos
el contexto de desánimo en que se encontraban esos cristianos. Estos
creyentes eran constantemente bombardeados por parte de los judíos a volver
a los ritos del sacerdocio levítico presentándolo como superior al sencillo
culto cristiano. Por esta causa el autor apela a un sacerdocio superior al de los
sacerdotes de la línea de Aarón. Todo esto sería incomprensible si no se
supiera la situación por la que estaban atravesando los destinatarios de esa
epístola. El hacer caso omiso al contexto lleva a cometer las más terribles y
destructivas interpretaciones.

También el contexto léxico sintáctico es fundamental pues como ya se ha


notado, los autores muchas veces acostumbraban dictar sus cartas y eso hace
más difícil el poder llevar el hilo argumentativo del autor. En las epístolas se
vuelve aún más importante la división en párrafos para, de esa forma,
entender cómo se conectan esos pensamientos que de otra forma quedarían
desconectados entre sí. Se debe insistir una vez más y enfatizar que en este
trabajo de dividir en párrafos se debe prescindir de toda ayuda externa. Es
una tarea que debemos hacer sin la influencia de ningún comentario o
anotación alguna de Biblias de estudio. Cómo ya se ha dicho anteriormente
cuando hablamos del contexto léxico sintáctico debemos luchar para hacer un
trabajo personal.

Luego de haber examinado los diferentes contextos podemos hacer la


interpretación para nuestras vidas en el presente, nunca antes. Se debe buscar
aquellos puntos de contacto que trascienden lo cultural y que tienen un
mensaje para nuestros días. Es posible que la situación de los destinatarios de
la carta a los Hebreos este muy distante en el tiempo. Ya no tenemos un
templo en pie y no somos tentados a volver al culto judío. Pero lo que no
cambia es que también nosotros somos constantemente tentados por parte de
Satanás a ver lo hermoso que se nos puede ofrecer fuera de nuestra sencilla
comunidad cristiana y deslumbrarnos con rituales más elaborados o que
tienen “mejor prensa”, como ser las religiones de origen orientales tales como
las que ofrece la Nueva Era.

Si estamos estudiando Gálatas, es posible que la situación vivida por estos


cristianos este muy lejos en el tiempo y en una cultura muy ajena a la nuestra.
Sin embargo existen hoy muchísimas ofertas de iglesias mesiánicas que si no
estamos bien fundados en la doctrina nos harán dudar de nuestra salvación.
En algunos de estos grupos con trasfondo judíos hasta se llega a exigir la
circuncisión para poder ser parte de su congregación. Cómo se puede ver, hay
puntos de contacto que van más allá de la distancia cultural o la situación
particular de ese tiempo.

Cuando examinamos una epístola como la escrita por Pablo a los Colosenses,
a pesar de la diferencia abismal entre aquella sociedad y la nuestra,
encontramos que también hoy nos vemos bombardeados por grupos que
pretenden tener un conocimiento esotérico “superior” al “sencillo” mensaje
cristiano. Cada día sorprende más ver a cristianos que en otro tiempo
sirvieron al Señor y hoy están envueltos en “búsquedas” espirituales como el
yoga, contactos con ovnis, experiencias chamánicas o cosas semejantes.
Además grupos como los Testigos de Jehová, quienes niegan la Divinidad de
Cristo, son muy similares a aquellos que estaban perturbando la fe de los
colosenses a quienes se les decía que su fe en Jesucristo no era suficiente y
necesitaban ese nuevo conocimiento que solo ellos poseían. Ante esto, las
palabras de la Biblia escritas por Pablo hace dos mil años todavía tienen una
total vigencia para nosotros: “Porque en él habita corporalmente toda la
plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él” (Colosenses 2: 9-10)
Se debe agregar que estos falsos maestros afirmaban que en Cristo habitaba
solo una parte de la Deidad al ser una criatura creada. Eso motivó a Pablo a
escribirles a los creyentes de Colosas que en Cristo habita “toda la plenitud
de la Deidad” y no solamente una parte.

LA PROFECÍA

En el Antiguo Testamento existían por lo menos tres palabras para definir al


profeta: A- El más antiguo fue el vocablo roeh, el cual proviene de un verbo
en hebreo con la misma raíz consonántica pero diferentes vocales que
significa ver. Sería algo así como “vidente” (1 Samuel 9:9). B- Nabí, que
significa profeta. Esta es la palabra que más se usa para referirse a este
ministerio en el Antiguo Testamento. C- La otra palabra que se usa es “varón
de Dios”, Ish haElohim (2 Crónicas 25:7), aunque esta designación también
es usada para otros personajes destacados cuya particularidad principal no fue
el ministerio profético. Por ejemplo a David se le llama también “varón de
Dios”. En el Nuevo Testamento se usa la palabra profetes, palabra que no fue
traducida sino que se transliteró a los diferentes idiomas y en español quedó
como “profeta”.

La función de los profetas era hablar en nombre de Dios. Ellos describían o


denunciaban la situación del pueblo y aún de los gobernantes de la época.
Para eso recibían el llamado de Dios y era su deber transmitir fielmente lo
que El Señor decía. Por eso la característica afirmación de “palabra de
Jehová…”era una declaración de que lo que ellos hablaban no era fruto de su
propia reflexión o experiencia sino que provenía directamente de Dios.

Cuando pensamos en profecía lo primero que nos viene a la mente es de


alguien que predice el futuro. Sin embargo, la función predictiva es una parte
mínima en el material profético de la Biblia. El mensaje profético
principalmente se trataba de denuncia de la situación que estaba sucediendo
en ese tiempo en que hablaba el profeta. También se daba aliento cuando era
necesario o se reprendía, ya sea a los gobernantes o al pueblo en general
cuando se violaban los mandamientos del Señor. Sin embargo el carácter
predictivo del ministerio profético tenía un lugar preponderante pues
significaba la prueba de que el profeta era genuino. (Deuteronomio 18:22) No
obstante esto, casi siempre ese cumplimiento tenía lugar en los mismos
tiempos del profeta. (1 Reyes 22: 28)

Los profetas escritores y los profetas de la oralidad. Los profetas no son solo
los que nos dejaron material escrito sino que también existieron una gran
cantidad que no escribieron nada pero desarrollaron este ministerio profético
en forma oral. Entre ellos se destacan nombres tales como Elías (aunque se
conserva una carta de él al rey Joram en 2 Crónicas 21:12-15), Eliseo, Natán,
Ahías, Hulda, Gad, Débora, etc.

Estos profetas orales desempeñaron un papel importantísimo pues trajeron


palabra de Dios a veces en tiempos de caos y apostasía. Pensemos por
ejemplo en Elías en una época en que Israel se había apartado de Dios
abrazando cultos idolátricos de los pueblos vecinos. Estos profetas
generalmente traían un mensaje más a nivel local y con un cumplimiento
profético más inmediato que los profetas escritores.

Es significativo que en la Biblia hebrea, libros que para nosotros son


históricos como los de Josué, Jueces, Samuel o Reyes, figuran como
“profetas anteriores”. Eso muestra la importancia que se daba a esos profetas.

La profecía en la Biblia. Los profetas no son algo único del territorio de


Israel. Existían en los pueblos vecinos muchos profetas de sus ídolos que
ejercían este oficio. El mismo nombre de la palabra profeta (Nabí) proviene
de una raíz semítica, probablemente del acadio, lo cual nos muestra que era
una práctica bien extendida en el mundo antiguo. La Biblia misma nos habla
de estos profetas de dioses paganos y advierte al pueblo a no seguirles ni
hacer caso de sus palabras. Tal vez el pasaje más conocido en cuanto a esto
sea el de 1 Reyes 18:20-40 cuando Elías se enfrentó a los profetas de Baal.

En la Biblia abundan las profecías llamadas de “doble referencia”. Se trata de


profecías que tienen un cumplimiento inmediato o casi inmediato y otro que
está muy distante de la época del profeta. Un ejemplo de esto es Isaías 7:14
en donde encontramos una profecía que hace referencia a una adolecente de
los tiempos de Isaías para indicar que en un corto plazo acontecería un suceso
nacional relacionado con el pueblo de Dios. A su vez también tuvo un
cumplimiento muchos siglos después cuando nació Jesús de una virgen y que
el Evangelista Mateo se encarga de decir que era cumplimiento de esa
profecía. (Mateo 1:23)

La exégesis de la profecía.

Un error que cometemos con mucha frecuencia es leer un pasaje profético y


ya relacionarlo con nuestros días. De ese procedimiento se puede llegar a las
conclusiones más disparatadas y por qué no decirlo, a herejías y doctrinas que
nada tienen que ver con el mensaje bíblico. Un ejemplo de esto es lo que
hacen los mormones con el texto de Ezequiel 37:16-17 referidos a los dos
palos, el de Efraín y el de Judá. Ellos insisten que acá se está hablando del
Libro de Mormón pues uno de los antepasados de Mormón, según ellos, era
de la tribu de Efraín.

Debemos siempre recordar el principio hermenéutico de que primero


debemos ver qué dijo para su tiempo y luego hacer la interpretación para
nuestros días. Para eso se debe examinar con sumo cuidado el contexto
histórico, social y religioso de la época. Libros que nos describan el estado de
situación de ese momento serán fundamentales. El estudiante de la Biblia
debe proveerse de buenos libros al respecto. Libros cristianos como ser
diccionarios bíblicos o manuales nos serán de mucha ayuda pero también
libros seculares de historia arrojarán mucha luz a la hora de conocer el
contexto y el trasfondo del pasaje bíblico.

Ejercicios de repaso
Verdadero o falso
A ____ La profecía es siempre predictiva.

B ____ Cuando hacemos la división en párrafos debemos recurrir a Biblias


de estudio o comentarios bíblicos.
C ____ La opinión más generalizada entre los eruditos a partir del siglo XIX
ha sido que Marcos es el Evangelio más antiguo. D ____ El premilenialismo
afirma que Cristo regresará antes del milenio.
E ____ En el paralelismo antitético la segunda línea repite la primera pero
con otras palabras.

F ____ Los escritores bíblicos que escribían historia lo hacían siguiendo los
parámetros de un historiador actual sin importarle la teología.

G ____ La escuela preterista cree que todo lo que aparece en Apocalipsis ya


ocurrió.
CAPÍTULO 9
El análisis teológico
Hasta ahora hemos hecho un trabajo puramente exegético. Hemos tratado de
extraer el significado que la Palabra de Dios tuvo para los oyentes originales.
Ya examinamos los diferentes contextos, histórico, social, cultural, religioso,
etc. También hemos prestado especial atención al significado de las palabras
y la relación entre las diferentes partes del texto. Pero nada de esto tendrá
valor si todo eso no lo aplicamos a nuestras vidas.

Los principios permanentes. Debemos buscar aquellos principios que no


cambian a pesar de la distancia cultural o social. Sabemos que existe una
barrera enorme que nos separa de los destinatarios originales. Ya no estamos
en la sociedad patriarcal de Abraham, no caminamos por un desierto rumbo a
Canaán, no estamos en un reinado como el de David o inmersos en una
sociedad greco romana como la que le tocó vivir a Pablo. A pesar de todo
eso, existen principios teológicos que son eternos y no dependen del contexto
socio-cultural de la época. La tarea del exégeta entonces es descubrir esos
valores y principios teológicos para, a partir de ellos, hacer la hermenéutica,
es decir, la interpretación, para nuestras vidas.

Por lo general nuestra tendencia es todo lo contrario, pues primero hacemos


la interpretación para nuestra propia realidad y luego observamos el contexto
pero con una mirada sesgada y cargada de subjetividad. Pretendemos hacer
hermenéutica sin hacer exégesis. Lo que terminamos haciendo es eiségesis.
En vez de extraer el significado original le ponemos nuestro propio punto de
vista.

A todos nos encanta el versículo en Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo


que me fortalece”. Lo tenemos coloreado en nuestras Biblias y a los que
predicamos es uno de esos versículos que siempre nos rinde. Muchos
predicadores que adhieren a la confesión positiva hacen uso de él en forma
indiscriminada. Sin embargo no le prestamos atención al contexto. Pablo está
preso y le da gracias a los filipenses por haberle enviado una ofrenda a la
cárcel. En el versículo anterior el Apóstol Pablo expresa que había aprendido
a vivir en abundancia tanto como en necesidad. Si leemos este versículo sin
hacer una exégesis del pasaje creeremos que la vida tiene que sonreírnos
siempre pues la Biblia dice que soy una especie de súper héroe que todo lo
puede. Los libros de auto ayuda lo utilizan para decirnos que debemos ser
exitosos en la vida y siempre tenemos que ser ganadores. Pero si examinamos
el contexto nos damos cuenta que el principio permanente y que no cambia es
que podemos superar las adversidades si tenemos a Cristo en nuestras vidas.
Aunque mi realidad, o la de mi congregación a la que le quiero predicar sean
muy distinta a la de Pablo pues hay un abismo cultural de dos mil años, existe
algo que trasciende esas diferencias culturales y es el hecho de que tampoco a
nosotros se nos hace fácil la vida. Pero, al igual que Pablo, también nosotros
encontramos fortaleza física, anímica y espiritual en Cristo.

Otro versículo que interpretamos mal por no hacer una sana exégesis es el
que está un poco más adelante en la misma carta a los filipenses: “Mi Dios,
Pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo
Jesús” (Filipenses 4:19) A todos nos gusta que Dios nos supla para todas
nuestras necesidades, a veces hasta nuestros caprichos. Parece que este
versículo está diciendo que Dios es una especie de empleado nuestro y que
tiene la obligación de salir corriendo a suplir cualquier cosa que nos falte.
Pero si hacemos una exégesis seria nos damos cuenta por el contexto que a
quienes se les dio esta palabra originalmente fue a los creyentes de la iglesia
de Filipos. Ellos fueron los receptores originales de esta promesa. Ahora
bien, esta promesa no está dicha por casualidad. En unos versículos anteriores
Pablo afirma que estos hermanos de esta iglesia le habían enviado una y otra
vez para sus necesidades. (Filipenses 4: 15-16) Es llamativo que por lo
general estos versículos no los tenemos subrayados en nuestra Biblia. Pero
precisamente esa actitud de estos cristianos fue lo que provocó la promesa del
versículo diecinueve tan conocido. Para hacer una correcta hermenéutica de
este pasaje primero tenemos que hacer una correcta exégesis del mismo. Dios
nos bendice para que nosotros podamos ser de bendición para otros y no para
mantener un espíritu mezquino y egoísta. Se puede ver entonces que a pesar
de la distancia cultural el principio teológico permanente que no cambia es
que Dios suple nuestras necesidades si tenemos un corazón solidario con las
necesidades de nuestro prójimo.
La realidad del pueblo de Israel durante los tiempos de Amós es muy
diferente a la nuestra. La distancia entre aquella realidad y la nuestra parece
enorme. Pero a pesar de esto existen principios teológicos que van más allá
de estos siglos de distancia. En nuestros países latinoamericanos sabemos
muy bien lo relacionado la injusticia social y la corrupción política. Las
palabras del profeta en Amós 2: 6 cuando dice que “…vendieron por dinero
al justo, y al pobre por un par de zapatos” parecen sacadas de la prensa de
esta mañana en cualquiera de nuestros países. El principio teológico o la
verdad espiritual es que Dios repudia la injusticia no importando la época o el
tipo de sociedad.

La hermenéutica entonces, depende de encontrar el principio teológico que


no cambia. Debemos ser cuidadosos de que esto no se contradiga con el resto
de la Biblia. Los reformadores del siglo XVI impusieron la expresión sola
Scriptura, es decir “solo la Escritura”. El catolicismo romano sostenía que la
norma para interpretar la Biblia era que no contradijera alguna autoridad
eclesiástica o afirmación del Papa. Los reformadores en cambio decían que la
única norma era la Biblia misma. La Escritura no puede contradecirse. Si
llegamos a una conclusión que es contraria al resto de la Palabra de Dios
entonces debemos desecharla. No debemos creer que hemos descubierto la
pólvora. Abundan los predicadores que pretenden haber encontrado el último
descubrimiento de carácter teológico. La Escritura es una sola y no puede
contradecirse.

Por último debemos decir que debemos ser humildes y reconocer que existen
pasajes oscuros que no es posible determinar su significado. Todo lo que
hemos visto son simples herramientas. Hay veces que por más que
busquemos los diferentes contextos y analicemos las palabras en los idiomas
originales no arribaremos a una conclusión categórica. Todavía hay textos
bíblicos que no sabemos que quieren decir. El pasaje de 1 Corintios 15:29
acerca de los que se bautizan por los muertos todavía sigue siendo un
misterio a pesar de las diferentes explicaciones especulativas que se han
tratado de dar. ¿Quiénes eran los hijos de Dios de Génesis 6:2 y los gigantes
del versículo cuatro? Sin dudas que acerca de estos versículos hemos
escuchado muchos tipos de interpretación pero lo cierto es que ninguna es
definitiva. En estos casos necesitamos ser humildes y reconocer que nuestras
herramientas hermenéuticas son insuficientes y no debemos inventar lo que
Dios no ha revelado. Cómo ya hemos visto, la norma para interpretar la
Palabra de Dios es la propia Palabra de Dios. El significado de un pasaje
oscuro debe ser buscado en uno más claro. Aun así, hay veces que esto no es
posible y en esos casos debemos ser humildes y admitir que no tenemos la
respuesta adecuada.

Se debe establecer nuestras propias conclusiones exegéticas.

Luego de haber examinado los diferentes contextos, estudiado las palabras en


sus idiomas originales y después de encontrar los principios espirituales
permanentes para nuestra realidad, debemos hacer nuestras propias
conclusiones. En este punto debemos decidir qué fue lo que ese texto con el
cual estuvimos luchando a brazo partido por tanto tiempo quiso decir en su
propio tiempo y cuáles son los principios teológicos que permanecen hasta
hoy.

Este paso es importantísimo pues de otra manera lo único que habrá hecho ha
sido una investigación de cosas que sucedieron en el pasado y nada más. Sin
su conclusión exegética su trabajo quedará como algo inconcluso. Su
investigación, por más profunda que haya sido, no bajó a tierra todo ese
conocimiento producido. Acá es donde usted recoge todo ese saber para
ponerlo en práctica.

Después que usted ha arribado a sus conclusiones exegéticas recién está en


condiciones de compararlas con lo dicho por otros exégetas. En este punto
usted debe comparar su trabajo con el de otros consultando comentarios
bíblicos de otros autores. Nunca debe hacerlo antes. Recuerde que dijimos
que para conocer los diferentes contextos debía recurrir a fuentes como
diccionarios, compendios, auxiliares o manuales bíblicos. Esto es
información objetiva que no aporta la opinión de los autores. Por ejemplo,
puedo consultar un manual, diccionario bíblico o aún un libro de historia
secular para saber más sobre la ciudad de Éfeso y el culto a la diosa Diana
que se celebraba en ese lugar. Esa es una información nada más. Los
comentarios bíblicos se diferencian de ese tipo de ayudas en que el autor
brinda su conclusión y afirma como válida su propia opinión. Cómo ya
hemos visto, no sabemos si ese comentarista tiene una postura liberal o
conservadora, y aún si mantiene una postura conservadora, también nos
queda la duda si es un autor con una opinión sesgada hacia ciertos aspectos
doctrinales. Un ejemplo de esto es si tal vez estamos estudiando algo sobre el
libro de Hechos con respecto al bautismo del Espíritu Santo. Puede ser que el
comentarista que consultamos es conservador y cree en la inspiración de las
Escrituras, la doctrina de la salvación por fe etc. Pero aun así no sabemos si
tiene una postura cesacionista con respecto a los dones del Espíritu Santo o si
es un autor carismático.

Se vuelve imperioso entonces que la consulta de otras opiniones se haga al


final de la exégesis y luego que usted arribó a sus propias conclusiones
exegéticas. Es importante este paso para cotejar nuestras conclusiones con la
de otros cristianos. No estamos solos en una isla espiritualmente hablando. Es
necesario consultar lo que se ha escrito al respecto para saber si a lo que he
arribado está en consonancia con lo que otros han dicho o si se distancia
mucho. Si vemos que nuestras conclusiones están muy distantes de lo que
otros comentaristas han dicho, no quiere decir que estén equivocadas, pero
por lo menos merecen ser revisadas.

Ejercicios de repaso
Llene los espacios vacíos

A. En el análisis teológico debemos buscar aquellos _____________


permanentes que no cambian a pesar de la distancia cultural o social.

B. El principio teológico o la verdad espiritual de Amós 2: 6 es que Dios


repudia la _________________no importando la época o el tipo de sociedad.

C. El significado de un pasaje oscuro debe ser buscado en uno más


____________.
CAPÍTULO 10
La aplicación
De nada sirve todo ese conocimiento si queda guardado en un cajón de mi
escritorio. Ahora toca reunir todo ese material y preparar una predicación o
una clase para que ese conocimiento abarque a otros hermanos. La intención
siempre debe ser de bendecir a otros hermanos. El conocimiento solo para
pavonearme de lo mucho que entiendo la Biblia es diabólico.

Pero es necesario hacer una puntualización con respecto a esto. En mi


predicación o enseñanza debo prescindir de todo lenguaje técnico o palabras
rimbombantes. Sin dudas que a lo largo de mi investigación exegética me
encontré con muchas palabras de carácter técnico e incluso palabras de los
idiomas originales como ser del griego o del hebreo. Sin embargo no debo
utilizar todo ese arsenal de palabras raras en mi predicación. Todo eso me
sirve para comprender el texto bíblico pero no debo volcar eso a la
congregación.

En algunos casos muy puntuales puede ser que sea necesario mencionar
alguna palabra del griego o del hebreo. Esto debe hacerse solo si es
sumamente necesario y lo amerita la enseñanza o predicación. Debo hacer el
esfuerzo para que mi predicación o enseñanza sea entendida por todos los
hermanos sin necesidad de que tengan preparación académica alguna. A
veces creemos que cuando hacemos una investigación exegética solo
debemos compartir ese conocimiento con un público preparado para
entenderlo. Justamente es todo lo contrario. Cuanto más conocimiento
adquirimos más sencillos somos y más fácil se nos entiende. Escuché hablar
de un doctor en Teología que ponía en práctica sus descubrimientos
teológicos y exegéticos predicando en una clase de escuela dominical para
niños pues decía que si un niño no podía comprenderlo, todo su trabajo no
había servido de nada. Si al finalizar nuestra investigación exegética no
somos capaces de comunicar todo eso en forma sencilla y clara todo nuestro
trabajo ha sido en vano.
Hay veces que creemos que hablando palabras raras seremos más profundos.
En ese caso lo único que conseguimos es hacer el ridículo. La profundidad no
se consigue con palabras infladas sino manteniendo una estrecha comunión
con el Maestro de Galilea. Sigamos su ejemplo, los fariseos eran unos
palabreros pero Jesús enseñaba con autoridad y profundidad pero con un
lenguaje sencillo y fácil de entender por parte de quienes tenían interés en
oírlo.

Por último, nada de esto servirá de nada si no ponemos en práctica todo lo


descubierto en nuestra exégesis. La Biblia nos exhorta a ser hacedores de la
Palabra y no tan solamente oidores. (Santiago 1:22) De nada me sirve ser un
gran erudito bíblico si no la pongo en práctica. La Palabra de Dios nos dice
que si esa es nuestra actitud nos engañamos a nosotros mismos. Así que,
nuestra exégesis no está terminada hasta que no comenzamos a vivir lo que
hemos aprendido. Lucas 9:23 dice que si alguno quiere seguir en pos de
Jesucristo debe negarse a sí mismo, tomar su cruz cada día y seguirle.

Nuestra exégesis entonces no debe comenzar en nuestra biblioteca sino en


nuestro cuarto de oración. La exégesis bíblica es una labor espiritual antes
que intelectual o académica. Algunos dicen que la exégesis es una tarea
ardua, difícil y extenuante. Eso es absolutamente cierto. Daniel estaba tan
ocupado en entender la Palabra de Dios que aún debió abstenerse de comida
para no tener distracciones. (Daniel 10:2-3) Dice el texto bíblico que él
dispuso su corazón para entender el mensaje de la Palabra de Dios. Daniel
también tuvo que hacer su exégesis para entender el libro escrito por el
Profeta Jeremías y eso le demandó su buen trabajo pues dice que él miró
“atentamente” lo dicho por este profeta que lo precedió. (Daniel 9:2)
También Esdras, en tiempos no menos angustiosos que los que nos toca vivir
en estos días, tuvo que preparar su corazón “para inquirir la ley de Jehová y
para cumplirla, y para enseñar…” (Esdras 7:10) Todo esfuerzo por extraer el
recto significado de la Palabra de Dios bien vale el esfuerzo. Este es el gran
desafío para esta generación del siglo XXI. La lámpara no debe apagarse. En
ti está la responsabilidad de mantenerla encendida.

Ejercicios de repaso
Verdadero o falso

A. ____ En mi predicación o enseñanza debo usar un lenguaje técnico y


palabras rimbombantes para demostrar que conozco mucho de la Biblia.

B. ____ Nuestra exégesis no debe comenzar en nuestra biblioteca sino en


nuestro cuarto de oración.
C. ____ La profundidad no se consigue con palabras infladas sino
manteniendo una estrecha comunión con Dios.
BIBLIOGRAFÍA
Archer, Gleason L. Reseña crítica de una introducción al Antiguo
Testamento. Grand Rapids, Michigan: Portavoz, 1987.
Báez- Camargo, Gonzalo. Breve historia del canon bíblico. México. D.F:
Sociedades Bíblicas Unidas. 1983.
Barth, Karl. Introducción a la teología evangélica. Buenos Aires: Ediciones
La Aurora, 1986.
Barth, Karl. Carta a los Romanos. Madrid: Biblioteca de autores cristianos,
2002.
Benware, Paul N. Comentario Bíblico Portavoz. Panorama del Antiguo
Testamento. Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 1994. Berkhof, L.
Principios de interpretación bíblica. (Segunda edición) Grand Rapids,
Michigan: Desafío, 2005.
Bultmann, Rudolf. Teología del Nuevo testamento. Salamanca: Ediciones
Sígueme, 1987.

Carson, D.A. Falacias exegéticas. Barcelona: Clie, 2013.


Dana, H. E. El mundo del Nuevo Testamento. El Paso: CBP, sf.

Duvall, J. S. y Hays, D. Hermenéutica. Entendiendo la Palabra de Dios.


Barcelona: Clie, 2008.
Evangelios apócrifos. (Con prólogo de Jorge Luis Borges) Buenos Aires:
Ediciones Libertador, 2003.
Fee, Gordon D. Exégesis del Nuevo Testamento. Deerfield: Vida, 1992. Fee,
Gordon D y Douglas Stuart. La lectura eficaz de la Biblia. Miami: Vida,
1985.
González, Justo L. Historia del cristianismo. Tomo 1. Miami: Editorial
Unilit, 1994.
González, Justo. Retorno a la historia del pensamiento cristiano. Buenos
Aires: Kairos, 2004.
—HERMENÉUTICA Y EXÉGESIS.—
Harrison, Everett F. Introducción al Nuevo Testamento. Grand Rapids,
Michigan: Desafío, 1980.
Harrison, Everett F. (Redactor) Comentario bíblico Moody. Nuevo
testamento. Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 1995 Heer,
Friedrich. The Medieval World. Ontario: New American Library, 1962. ,

Hoff, Pablo. El Pentateuco. Deerfield, Florida: Editorial Vida, 1978. Hoff,


Pablo. Los libros históricos. Miami, Florida: Editorial Vida, 1980.

Jamieson, Roberto, A.R. Fausset y David Brown. Comentario exegético y


explicativo de la Biblia. Tomo II: El Nuevo testamento. El Paso, Texas: Casa
Bautista de Publicaciones, undécima edición, 1989.

Keil, Johann Frieddrich Carl y Franz Julious Delitzsch. Comentario al texto


hebreo del Antiguo Testamento. Tomo 1. Pentateuco y Libros Históricos.
Viladecavalls (Barcelona, España): Editorial Clie, 2008. Grand Rapids,
Michigan: Libros Desafío 2002.

Kittel, Gerhard y Gerhard Friedrich Geoffrey W. Bromiley. Compendio del


Diccionario Teológico del Nuevo Testamento.
Ladd, George E. Crítica del Nuevo Testamento. El Paso, Texas: Editorial
Mundo Hispano, 1990

Manley, G.T., G.C. Robinson y A.M. Stibbs. Nuevo Auxiliar Bíblico. Una
introducción comprensiva al estudio de las Escrituras. Londres: Casa
Bautista de Publicaciones, 1950.

Martínez, J. Hermenéutica bíblica. Barcelona: Clie, 1984.


Nuevo Diccionario Bíblico. Primera edición. Buenos Aires, Barcelona,
Downers Grove: Ediciones Certeza,1991.
Pagan, Samuel. Introducción a la Biblia Hebrea. Viladecavalls (Barcelona,
España): Editorial Clie, 2012.
Pfeiffer, Charles F. (Redactor) Comentario bíblico Moody. Antiguo
Testamento. Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 1995. Poythress,
Vern S. Reading the Word of God in the presence of God: A handbook for
biblical interpretation. Wheaton, Illinois: Crossway, 2016. Ramm, Bernard.
Protestant biblical interpretation. (Third revised edition) Grand Rapids.
Michigan: Baker Book House, 1970. Ropero, Alfonso, compilador. Lo mejor
de Agustín de Hipona. Tomo 2. Terrassa, Barcelona: Editorial Clie, 2001.

San Agustín. Obras de San Agustín VII. Sermones(1ro). Traducción de


Miguel Fuertes Lanero y Moises Ma. Campelo. (Cuarta edición) Madrid:
Biblioteca de autores cristianos. 1981.

Sanford Lasor, William; David Allan Hubbard y Frederic William Bush.


Panorama del Antiguo Testamento. Mensaje, forma y trasfondo del Antiguo
Testamento. Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío, 2004.

Schultz, Samuel J. Habla el Antiguo Testamento. Grand Rapids, Michigan:


Editorial Portavoz, 1976.
Stronstad, Roger. La Teología Carismática de Lucas. Deerfield, Florida:
Editorial Vida, 1994.
Terry, Milton S. Biblical hermeneutics. A treatise on the interpretation of the
old and new Testaments. New York: Phillips & Hunt, 1885. Unger, Merrill F.
Nuevo Manual Bíblico de Unger. Grand Rapids, Michigan: Editorial
Portavoz, 1995.
Vine, W.E. Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo
Testamento exhaustivo de Vine. Nashville: Grupo Nelson, 2007.
Virkler, Henry A. Hermenéutica: Principios y Procedimientos de
Interpretación Bíblica. Vida, 1995
Willmington, Harol L. Auxiliar bíblico Portavoz. Grand Rapids, Michigan:
Editorial Portavoz, 1995.
RESPUESTAS A LOS
EJERCICIOS DE REPASO
Respuestas capítulo 1 Verdadero o Falso:
A. Verdadero
B. Falso
C. Falso
D. Verdadero
Llenar espacios
A. Originales
B. Contexto

Respuestas capítulo 2 Respuestas


A. No contiene errores
B. Escondido u oculto.
C. Vara recta o caña de medir. D. Purgatorio
Verdadero o Falso
A ____ Falso
B ____ Falso

Respuestas capítulo 3 Verdadero o falso


A. F
B. F
C. V
D. V
E. V

Respuestas capítulo 4

A. El método alegórico consiste en pasar totalmente por alto la intención del


escritor bíblico para encontrar el sentido oculto que estaba escondido.

B. Desde círculos teológicos y hermenéuticos afines a la ideología de género


se afirma que la homosexualidad es una construcción discursiva
C. El gramatical y el trasfondo histórico
D. Creía que la Biblia contenía la Palabra de Dios pero no necesariamente
era la Palabra de Dios.
E. Afirmaba que el Nuevo Testamento era simplemente una colección de
mitos.

Respuestas capítulo 5
A- Pueden estar adulterados.
B- Por el clima seco.

C- Ya en esa versión figuran pasajes que el texto crítico dice que no figuran
en los manuscritos más antiguos.
D- Ala familia Bizantina, lo cual prueba que esta familia de manuscritos
también tiene manuscritos muy antiguos.

Respuestas capítulo 6 A- Metonimia


B- Metáfora
C- Tipo
D- Símil
E- Alegoría

Respuestas capítulo 7
A- Para ver lo que motivó al autor a escribir eso.

B- Se debe tener en cuenta que los idiomas están en continuo cambio, por lo
tanto puede ser que el significado ya no sea el mismo que le da el escritor
bíblico.

C- Concluiremos que Dios es un pájaro pues dice que nos cubrirá con sus
plumas.

D- Se debe estar atentos a tales palabras y locuciones pues nos dan pistas
muy valiosas para establecer donde termina un párrafo y donde comienza
otro.

Respuestas capítulo 8 A. F
B. F
C. V
D. V
E. F
F. F
G. V

Respuestas capítulo 9 A. Principios


B. Injusticia
C. Claro

Respuestas capítulo 10 A. F
B. V
C. V
r
a
d

i
n
c
o
S.A
.
-M

in
)

-
M
o
n

e g u avdeo U u

Marzo, 2022. Depósito Legal Nº. 000.000 / 22 www .tradinco.com.uy

También podría gustarte