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Enfermería y Cultura: Espacio

de Encuentro Para el Cuidado


de Personas y Colectivos
María Claudia Duque Páramo**

* Algunos apartes de esta ponencia fueron presentados en el XIV Coloquio Nacional de

Investigación en Enfermería. Tunja, Colombia.

** Profesora Titular. Facultad de Enfermería, Pontificia Universidad Javeriana. Enfermera.

Especialista en Enfermería Pediátrica. Magistra en Psicología Comunitaria. Candidata a

doctorado en Antropología Aplicada.

Correspondencia: mcduque@javeriana.edu.co

Resumen
La relación de la enfermería con la cultura y con la antropología es de
larga data. Estudiantes y profesionales durante su formación y en la
práctica cotidiana en hospitales, centros ambulatorios y comunidades,
utilizan conceptos como cultura, valores, prácticas, creencias o estilos
de vida y herramientas metodológicas como entrevistas a profundidad,
observación participante y grupos focales, provenientes todos ellos de
la tradición disciplinar de la antropología.

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Tal vez debido al mayor uso de la antropología y otras ciencias sociales


en el campo de la salud pública y comunitaria, se ha ido creando en
nuestro medio, la idea de que el tema de la cultura corresponde y es
útil sólo en estos campos, y de alguna manera se percibe como ajeno
al cuidado de enfermería del paciente hospitalizado.

Esta situación contrasta con el desarrollo de la enfermería transcultural


en países como Estados Unidos donde la competencia cultural se
considera una condición necesaria para el cuidado de enfermería de
todos los pacientes.

Esta competencia significa que la enfermera sea capaz de conocer la


perspectiva cultural, los valores, conocimientos y las necesidades de
los pacientes, con el fin de realizar acciones congruentes y respetuosas
de esa diversidad. En este sentido, la cultura como lente de mirada no
sería un campo especializado de la enfermería, sino más bien y como
lo propone Leininger “se trata de lograr que los conocimientos y la
práctica de enfermería tengan una base cultural y una
conceptualización, una planificación y una aplicación basadas en la
cultura”.(1)

La Cultura: Concepto Central


Hay una gran variedad de conceptos de cultura y antes de entrar a
estudiar algunos y delimitar elementos centrales en la elaboración
conceptual, quiero dejar claro qué no es cultura. La cultura no es lo
que se logra asistiendo a teatros, conciertos o a la ópera; tampoco es
un elemento negativo de la conducta humana, ni un subterfugio
ideológico que se convierte en un factor de riesgo o en la razón por la
cual los pacientes o comunidades no obedecen ciertas prácticas
sanitarias.

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En las mentes y los discursos de profesionales el sector salud con


frecuencia se desprecia la cultura con el argumento de que es un
obstáculo para lograr la salud de individuos y colectivos.

Para Leininger, la cultura “se refiere a los valores, creencias, normas y


modos de vida que son aprendidos, asumidos y transmitidos por un
determinado grupo y que guían sus pensamientos, decisiones, acciones
o patrones de comunicación”.(1)

Lipson plantea que una de las muchas definiciones entiende a la cultura


como un sistema de símbolos que es compartido, aprendido y
transmitido a través de las generaciones de un grupo social. La cultura
media entre los seres humanos y el caos; influencia sobre lo que la
gente percibe y dirige las interacciones de las personas.

Más que un estado la cultura es un proceso que cambia a través del


tiempo.(2)

Wuthnow, entiende la cultura como las dimensiones simbólico


expresivas de la vida social, como el aspecto simbólico expresivo de la
conducta humana. Esta delimitación inicial permite considerar a la
cultura como un fenómeno simbólico expresivo, y por ello mismo
diverso y mediado por el lenguaje.(3)

Para Harris “Cultura es el conjunto aprendido de tradiciones y estilos


de vida, socialmente adquiridos, de los miembros de una sociedad,
incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y actuar
(es decir su conducta). Más adelante define a la sociedad como un
“grupo de personas que comparten un hábitat común y que dependen
unos de otros para su supervivencia y bienestar”.(4)

Estas definiciones permiten ver la complementariedad entre sociedad


y cultura, la primera es el conjunto de personas y la segunda es el
conjunto de comportamientos, creencias, actitudes, valores e ideales
aprendidos y que caracterizan a determinada sociedad o población”.(5)

Estas y otras definiciones en general consideran que las sociedades


producen cultura, que ésta se transmite a través de las generaciones
y se renueva a través de diferentes procesos ya sean de procedencia
interna o por difusión de otras culturas.

Para Habermas, los sistemas culturales de interpretación, forman parte


del mundo de la vida, entendido éste como la totalidad de
interpretaciones que son presupuestas por los participantes en la
interacción como un saber de fondo.(6) Es un saber pre-reflexivo de
supuestos y de habilidades cotidianas que se presenta en forma de
“certezas de sentido común”, es decir son supuestos cuyo significado
compartimos con otros.
Además de los sistemas culturales de interpretación, el mundo de la
vida contiene habilidades individuales, prácticas socialmente
arraigadas, convicciones trivialmente sabidas e imágenes de mundo
que reflejan el saber de fondo de los grupos sociales. El horizonte
comúnmente compartido del mundo de la vida es un entramado de
lenguajes, habilidades y saberes que nos permite entendernos,
interpretarnos, argumentar, coordinar acciones, aprender y renovar la
cultura, propiciar integración social y formar personalidades.

Este saber implícito y aproblemático da sentido, se constituye en el


contexto que comparten colectivamente los hablantes y les permite
entender el significado de las emisiones.

La cultura como uno de los elementos estructurales del mundo de la


vida determina en un alto grado las interpretaciones de las emisiones
explícitas en la comunicación, es la “lente” con la que miramos la
realidad e interpretamos el mundo, el “código” con el que leemos todo
lo que se nos presenta al paso; la realidad es ya una interpretación
cultural que hace la persona desde un mundo de la vida compartido
con otras personas en los grupos sociales.

Cultura, sociedad y persona son las estructuras simbólicas del mundo


de la vida y éstas se reproducen en las interacciones a partir de tres
procesos: reproducción cultural, integración social y socialización. La
cultura es el acervo de saber del que los participantes en la
comunicación se abastecen de interpretaciones para entenderse sobre
algo en el mundo; en la interacción, los actores realizan procesos de
interpretación en los que el saber cultural queda expuesto y al hacer
uso de este saber, se reproduce, es decir, se transmite y tiene la
posibilidad de transformarse en lo que Habermas llama reproducción
cultural.

La sociedad es el conjunto de ordenaciones legítimas a través de las


cuales los participantes en la interacción regulan sus pertenencias a
grupos sociales asegurando con ello la solidaridad; a través de la
interacción los actores que comparten un saber común y se entienden
sobre algo en el mundo también están generando procesos de
integración social, en tanto construyen y comparten “sentidos
comunes”.

La persona está constituida por las competencias que convierten a un


ser humano en sujeto capaz de lenguaje y acción que lo capacitan para
tomar parte en procesos de entendimiento y para afirmar en ellos su
propia identidad;(6) la persona al participar en interacciones
construye, a través de procesos de socialización, una identidad como
individuo socializado.

Como elemento final vale la pena resaltar que los valores culturales
son diversos, no son válidos universalmente, se restringen al horizonte
de un determinado mundo de la vida y su crítica supone una pre-
comprensión del mundo común entre los participantes en la
argumentación.(6) Esta afirmación es válida para todo tipo de saberes
ya sea científico, clínico o tradicional popular.

Desde esta perspectiva, entender el cuidado de enfermería como


interacción supone que el primer paso de la comunicación orientada al
entendimiento, es reconocer la validez contextual de todo saber,
buscando conocer la perspectiva del otro, explicitando la propia, con el
fin de llegar a una comprensión común de una situación dada y a la
coordinación de acciones que generen procesos de reproducción
cultural, integración social y socialización.

El Cuidado de Enfermería
La enfermería como práctica social se define a partir del concepto de
cuidado, la acción social que realizamos enfermeras y enfermeros es
cuidar, es decir interactuamos con otros -individuos, colectivos, sanos
o enfermos- con el fin de promover su salud y atenderlos durante la
enfermedad -prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación-.

El cuidado es una forma de interacción cuyos motivos y fines se


encuentran en el horizonte de la salud y la enfermedad; los problemas,
intereses y necesidades en el campo de la salud y la enfermedad son
los que definen el inicio de la interacción; la promoción de la salud y la
atención de la enfermedad son los fines intermedios para contribuir al
bienestar, la calidad de vida y el desarrollo de las personas con quienes
se interactúa.

Los elementos que definen, es decir que delimitan la acción social


denominada enfermería son: interacción y horizonte salud -
enfermedad. Una mirada al interior de cada uno de ellos y de las
relaciones entre sus diversos elementos nos permitirá construir un
concepto de cuidado de enfermería en el que haremos evidente la
dimensión cultural propuesta en el numeral anterior.

El Horizonte Salud – Enfermedad


La salud y la enfermedad son realidades cotidianas de las personas y
los colectivos. En todos los grupos sociales se encuentran personas,
saberes, habilidades, prácticas, valores e instituciones sociales que se
han estructurado alrededor de las necesidades, problemas, intereses,
conceptos y vivencias sobre la salud y la enfermedad. Asimismo, el
cuidado de la salud y la enfermedad forman parte del mundo de la vida
de las personas en los diferentes grupos socioculturales.

En este sentido, las diferentes versiones científicas y populares del


fenómeno salud enfermedad se constituyen en formas culturalmente
construidas y por ello mismo diversas y generadoras de formas
particulares de comprender e intervenir personal y socialmente sobre
la salud y la enfermedad. Como lo afirmamos en la investigación
realizada con comunidades indígenas y afrocolombianas aisladas de
Colombia, las diversas formas de denominar las enfermedades se
relacionan de manera coherente con las explicaciones causales que dan
a los eventos patológicos y con las formas terapéuticas de prevención,
diagnóstico y tratamiento de las mismas.(7)

Es así que, por ejemplo, en los Arhuacos (Sierra Nevada de Santa


Marta, Colombia), algunas enfermedades pueden ocurrir como un
castigo que es consecuencia de hacer algo inadecuado contra la
naturaleza, en las costumbres sexuales, o por odio, flojera o sueño. En
el caso de estas enfermedades, “el Mamo por medio de un rito
orientado a la confesión por parte del enfermo, adivina algunos
aspectos relacionados con la infracción (pecado) cometida y define
cómo se debe realizar el pagamento o limpieza del pecado”.

Más adelante en relación a las enfermedades de la niñez, encontramos


que “cuando los niños se enferman, los padres deben ir donde el Mamo
y él pregunta: ¿qué acción incorrecta hicieron antes de casarse? la
persona debe recordar y hacer el trabajo que él le ordene, pagando
donde se hizo el mal y -la madre entrevistada afirma: de inmediato se
le quita al niño la diarrea o la gripa”.(7)

En síntesis, el cuidado de la salud como práctica social ya sea cotidiana


o institucional, tiene su génesis y se estructura a través del saber
cultural, las instituciones sociales y las personas en el mundo de la
vida. El cuidado de enfermería nace de esta raíz común con el cuidado
de la salud. En los diferentes grupos sociales se encuentran formas
diversas de sistemas de salud que corresponden a formas particulares
de comprender el fenómeno salud enfermedad y a elementos sociales
en el contexto local, nacional e internacional; estos elementos definen
el horizonte salud-enfermedad del cuidado de enfermería.

El Cuidado de Enfermería como Interacción


Como ya se mencionó, el Cuidado es una acción propia del profesional
de enfermería y se define como la interacción que la enfermera(o)
realiza con otras personas con el fin de promover su salud, prevenir,
diagnosticar, tratar y rehabilitar las enfermedades que puedan
padecer. Asimismo, los propósitos que la enfermera busca
intencionalmente al interactuar con ellos son el bienestar, la calidad de
vida y el desarrollo humano y social a través de acciones de promoción
de la salud y de atención de la enfermedad.

Los sujetos con quienes enfermeras y enfermeros interactúan en


primera instancia son personas y colectivos en diferentes contextos
sociales tales como instituciones de salud, educativas u otras
instituciones sociales donde se encuentran cotidianamente los sujetos
del cuidado, como guarderías, centros de tercera edad, organizaciones,
hogar, etc. En segunda instancia interactúa con otros actores que
también realizan acciones en el campo de la salud y la enfermedad;
éste es un campo de intersección de saberes compartidos por diversas
disciplinas y de intereses y finalidades en algunos casos comunes, en
otros diferentes.

La interacción de la enfermera con estos otros cuidadores de la salud,


se contextualiza, es decir adquiere significado en los fines ya
propuestos para el Cuidado de Enfermería: propiciar el bienestar, la
calidad de vida y el desarrollo humano y social de individuos y
colectivos a través de acciones de promoción de la salud y atención de
la enfermedad.

Concebir el Cuidado como una forma de interacción significa que los


fines se logran a partir de la definición de una situación que busca
intencionalmente la coordinación de acciones entre la enfermera y los
sujetos del cuidado.

En este sentido, tanto la valoración como la definición de problemas y


la ejecución y evaluación de los planes de acción se harían de manera
participativa, a partir de la comunicación de saberes de los actores
sociales interesados e involucrados en la interacción.

A manera de ilustración y de síntesis, es válido afirmar la diversidad y


la multiculturalidad de todos los colectivos humanos es decir, de los
sujetos del cuidado de enfermería. En este sentido, reconocer la
dimensión cultural de nuestro quehacer significa abrir una puerta y
poner ante nuestros ojos una realidad que transforma la práctica y la
disciplina. Significa pasar de la actitud derrotista e impotente a la
sensibilidad que genera el reconocer al otro como un sujeto
competente, diferente a mí, poseedor de saberes diferentes y con
quien compartimos algunos elementos comunes desde el mundo de la
vida, lo cual nos permite interactuar.

Significa reconocer sus capacidades y nuestras propias capacidades


como constructores de mundo, como hacedores de mundos posibles y
de realidades con raíces sociales e históricas. Significa reconocer las
incongruencias de unas prácticas hegemónicas en los servicios de salud
y en las universidades que han contribuido a negar la diversidad
cultural de pacientes, comunidades y estudiantes, buscando la
homogenización, lesionando a las personas y agenciando unos valores
que propician dolor, resentimiento y desintegración social.

Reconocer la dimensión cultural como constitutiva de los colectivos y


de las personas, provee elementos para pasar de la atención con fines
puramente instrumentales, al cuidado-interacción, como una mano
que protege, acompaña y propicia el desarrollo de la autonomía,
reconociendo lo común en la diversidad y la diversidad de lo común.

Algunas investigaciones desde la perspectiva cultural en Colombia han


permitido identificar algunos elementos presentes en las concepciones
y prácticas de personas y colectivos sobre el fenómeno salud-
enfermedad, los cuales expongo a manera de ejemplo.

Uno es el elemento religioso católico presente con gran fuerza tanto en


la explicación de las enfermedades -con la relación pecado-culpa-
enfermedad- como en los medios de tratamiento y curación. Otro, es
la sociedad agraria y la cultura rural con sus valores y saberes
particulares y de gran influencia en fenómenos como el trabajo infantil
y los hábitos alimenticios.

Un tercer elemento es el urbano del pueblo y el de la ciudad que define


otras formas de interacción con características culturales propias;
igualmente encontramos elementos disímiles provenientes de culturas
indígenas, afrocolombianos y de sociedades capitalistas. Reconocer
estos elementos permite una mayor comprensión sobre la forma en
que las personas y los colectivos asumen el cuidado de su salud,
asimismo permite y propicia la interacción y la construcción de nuevos
sentidos comunes.

Competencia Cultural del Cuidado de Enfermería


Juliene Lipson, Suzzane Dibble y Pamela Minarik, enfermeras
norteamericanas, publicaron en 1996 la primera edición de un libro
sobre edición de un libro sobre cuidado de enfermería y cultura. En las
primeras diez páginas del libro se presentan los conceptos centrales, y
a partir de allí y a través de más de 300 páginas se presentan las
características culturales en aspectos relacionados con la salud y el
cuidado de 23 grupos étnicos diferentes. El argumento central de las
autoras es que el cuidado de enfermería debe ser culturalmente
competente y para lograrlo se requiere que las enfermeras conozcan
la perspectiva cultural de las personas a quienes brindan cuidado.(2)

El cuidado de enfermería culturalmente competente se entiende como


ser sensible a los asuntos relacionados con la cultura, la raza, el
género, la orientación sexual, la clase social, la situación social, entre
otros factores. Esto significa no sólo ser consciente y comprender las
diferencias de los otros, sino también tener la habilidad de intervenir
apropiada y efectivamente en el cuidado de las personas.

La competencia cultural implica una combinación de conocimientos,


actitudes y habilidades. Por ejemplo, conocimientos sobre las
características culturales del paciente y de la sociedad de donde
proviene; actitudes como flexibilidad, empatía y facilidad en el manejo
del lenguaje; y habilidades en la comunicación con otras culturas, y en
la valoración, interpretación e intervención cultural.

La valoración cultural incluye aspectos como:

 Procedencia y origen étnico del paciente


 ¿Quiénes son los soportes sociales del paciente?
 ¿Cuáles son las características del estilo de comunicación no
verbal?
 ¿Cuál es la religión del paciente, qué importancia tiene en su
vida diaria?
 ¿Cuáles son las preferencias y prohibiciones alimentarias?
 ¿Cuál es la situación económica del paciente? Sus ingresos
son adecuados para cubrir las necesidades del paciente y su
familia?
 ¿Cuáles son las creencias y prácticas en salud?
 ¿Cuáles son sus costumbres y creencias acerca de las
situaciones de transición en la vida como nacimiento,
enfermedad y muerte?

Los aspectos que las autoras recomiendan tener en cuenta para


conocer el estilo de la comunicación del paciente y su familia, son:
 Estilo y velocidad de la conversación: ¿cómo entiende el
paciente el silencio?. En algunas culturas significa respeto y
en otras se interpreta como ignorancia. El estilo de la
conversación puede variar y ser “franco y al punto” o
respuestas indirectas o a través de historias.

 Espacio personal: las personas de acuerdo con su cultura


mantienen una distancia física en las conversaciones y pasar
estos límites puede ser agresivo.

 Contacto visual: puede variar de intenso a fugaz. Para


algunas personas evitar el contacto visual es un signo de
respeto.

 Contacto físico: cada cultura tiene normas sobre lo que


consideran un contacto físico correcto o inapropiado. De igual
forma, algunas culturas prohiben tocar ciertas partes del
cuerpo.

 Orientación temporal: el tiempo puede estar definido por


instrumentos como el reloj o tener una definición más
subjetiva en la que más importante que estar a tiempo es
reconocer a la persona.

Los elementos expuestos muestran algunas ideas sobre cómo


operacionalizar los conceptos vistos sobre cultura y cuidado de
enfermería en el cuidado de personas y colectivos.

Esta perspectiva provee posibilidades reales de generar condiciones de


interacción en la relación de la enfermera con pacientes, familias y
comunidades; asimismo permite pasar de un modelo vertical,
hegemónico y autoritario a uno participativo y respetuoso, que al
reconocer al otro como un sujeto con saberes y competencias, abre
espacios para que las interacciones de la enfermera trasciendan a
generar solidaridad e integración social.

Referencias Bibliográficas
1. Duque MC, Salazar E. Cuidado de las personas en los procesos de salud y enfermedad en comunidades

indígenas y negras. Terrenos No 2 de la Gran Expedición Humana. Javegraf, Santa Fe de Bogotá. 1994.

2. Deslauriers JP. Investigación cualitativa: definición y ámbito. Revista de Ciencias Humanas, 1996;

2(6):117-125.

3. Habermas J. Teoría de la acción comunicativa. Tomos I y II. Taurus, Madrid. 1989.

4. Harris M. Antropología cultural. Madrid: Alianza editorial. 1983.

5. Harris M. Teorías sobre la cultura en la era posmoderna. Barcelona: Crítica. 2000.

6. Lipson J, Dibble S y Minarik P. Culture and nursing care. A pocket guide. San Francisco: UCSF.

Traducción libre. 1998.

7. Leininger M. Teoría de los cuidados culturales. En: Marriner-Tomey. Modelos y teorías en enfermería.

Madrid: Mosby Doyma. 1994.

8. Wuthnow R, et al. Análisis cultural. La obra de Peter Berger, Mary Douglas, Michel Foucault y Jürgen

Habermas. Paidos, Buenos Aires. 1988.

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