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02-Una Historia de Un Nacimiento
02-Una Historia de Un Nacimiento
Hacía tan solo unas cuantas horas que Miki había entrado en trabajo de parto y en ese
momento él se encontraba en la sala de espera haciendo exactamente eso, esperar.
Junto a él se encontraba Azazel, el cuál le ofrecía un trago para calmar sus nervios mietras
palmeaba su espalda.
Sentado en las silla de la sala de espera se encontraba también Shemhazai, el cuál veía con una
sonrisa complicada a su amigo y esperaba nunca tener que pasar por la situación de ser padre.
Sentada a su lado estaba Penemue, quien se veía algo irritada por el comportamiento de su
amigo, entendía que estuviese nervioso y todo, pero era realmente necesario estar caminando
tanto como para empezar a formar una zanja en el suelo?
Mientras esto sucedía, la puerta de la sala de espera se abrió y por ella entraron dos adultos, el
primero era un hombre alto y musculoso, de espesa barba y cabello negro corto. su
acompañante era una despampanante mujer de cabello igualmente negro, ojos color violeta y
cargando a una pequeña bebita de no más de un año.
- Ya nació? - preguntó Barakiel, a lo que Penemue solamente señaló a Kokabiel que seguía
excavando una zanja con su andar debido a los nervios.
- Demonios señorita - fue lo que comentó Azazel antes de comenzar a reír como idiota.
- Si, lo soy, y también soy el más afortunado del mundo por tenerla a ella - confirmó con una
sonrisa un tanto perturbadora el barbón para luego acunar suavemente a Akeno.
Lo dicho por Barakiel fue suficiente para causar que Azazel se aleje de él.
- Y pensar que en poco tiempo tú estarás en las misma situación Azazel - la burla era obvia en
el tono de Penemue - Angela está a unas semanas de dar a luz no es así?
- Vuelve a llamarme así y te demostraré con mucho gusto mi buena puntería... - el tono con el
que lo dijo le heló la sangre en las venas a casi todos los hombres, pues prometía un dolor y
sufrimiento peor que las peores torturas del Tártaro.
Esta extraña situación habría continuado de no ser porque la puerta del quirófano se abrió y
una enfermera apareció en la sala de espera.
- ¿Quién es el padre? - fue lo que preguntó la mujer y todas las miradas se fijaron en Kokabiel -
¿Quiere estar presente durante el parto?
Kokabiel se quedó hecho una estatua, y no fue que Shemhazai lo empujó para ir con la
enfermera que reaccionó.
Antes de entrar a la sala de parto, la enfermera le entregó una mascarilla, guantes, un delantal
y protectores para los zapatos, los cuales le indicó ponerse sobre la ropa. Una vez hecho esto,
la enfermera le permitió ingresar.
Ni bien entró, pudo oír como su pareja gritaba su nombre, por lo que ni corto ni perezoso, el
cadre se aproximó a la cama y tomó la mano de su esposa.
- A-aquí estoy queri¡¡DA!! - no pudo terminar de decir nada, pues al tomar la mano de la
castaña, está se la apretó tan fuerte que pudo sentir sus huesos haciéndose polvo por la fuerza
que su esposa estaba aplicando.
- ¿¡A tí te duele!?¿¡A TÍ TE DUELE!? - le reclamó ella - ¡¡YO SOY LA QUE ESTÁ PASANDO POR
ESTE ¡¡AAAAGH!!INFIERNO PARA DAR A LUZ A TÚ HIJO!! - fue lo que le gritó entre jadeos
- P-pero Miki -
- ¡¡NI PEROS NI PERAS, TÚ TE VAS A QUEDAR JUSTO AHÍ Y VAS A AYUDARME A TRAER A ESTE
MOCOSO AL MUNDO!! - le ordenó antes de volver a gritar - ¡¡AAAGGGGHH¡¡ ¡¡NO TIENES NI
LA MENOR IDEA DE CÓMO TE ODIO EN ESTE MOMENTO KOKABIEL!!
- Señora Hyodo, respire, respire, eso - Miki obedeció a la partera - ahora le voy a pedir que
puje con todas sus fuerzas.
¡¡AAAAAAAAAAAAAGHHH!! - uno esperaría que ese grito fuese de Miki, pero no, aquel grito
era proferido por Kokabiel, quién a cada puje de su esposa podía sentir como su mano era
apretada cada vez más y más fuerte.
- Así señora Hyodo, va muy bien, respire y no deje de pujar, ahora, Señor Kokabiel, por favor
venga aquí - le pidió la partera, a lo que el Ángel Caído obedeció y se colocó donde antes
estaba ella - cuando vea que empiece a salír, usted lo tomará con cuidado - le indicó - ahora
Señora Hyodo, puje, puje.
- ¡¡AAAAAAAAAAGGGHHHHHHHH!! -
Con un último esfuerzo por parte de la madre, la criaturita terminó de salír, siendo recibido al
mundo por su padre y liberando un potente llanto que pronto acabó.
- ¡¡ES UN VARÓN!! - gritó Kokabiel eufórico al verlo, pero no pudo apreciarlo más, pues la
partera rápidamente cortó el cordón umbilical y lo tomó de sus manos, llevándose al bebé de
la habitación para lavarlo y pesarlo.
- Lo hiciste Miki, lo lograste - le dijo Kokabiel a su esposa mientras se acercaba a ella y besaba
su frente perlada de sudor - estoy orgulloso de tí mi amor.
Ella estaba agotada por el esfuerzo, motivo por el cual simplemente pudo asentir con la cabeza
a lo dicho por su marido y disfrutar el beso que este depositó en su frente.
Estuvieron quietos en aquel lugar unos pocos minutos más, disfrutando de estar juntos, antes
de que la enfermera entrase otra vez a la sala con un pequeño bulto envuelto en una manta
roja en sus brazos.
- Felicidades - fué lo que dijo con una sonrisa antes de entregar al bebé a su madre, quien lo
tomó con cuidado y removió un poco la manta, lo justo para revelar al pequeño y regordete
bebé, el cual mantenía cerrados sus ojitos, como si no le agradara la luz.
El poco cabello que tenía mostraba que este era de color castaño oscuro, como si fuese la
combinación del cabello negro de su padre y el castaño de su madre. Su rostro era un calco
casi idéntico al de su madre, compartiendo con ella la mayoría de sus facciones, a excepción de
sus labios, que eran identicos a los de su padre. Aunque ese rasgo no fue lo único que el
pequeño había heredado de su padre, pues cuando este abrió sus ojitos y observó con
curiosidad a sus padres, demostró que sus pupilas eran de color rojo carmesí, justo como los
de Kokabiel.
Kokabiel observaba a su hijo con fascinación, pues a sus ojos era la cosa más hermosa que
había visto en su vida.
Sin darse cuenta, lágrimas de alegría y orgullo comenzaron a salír de sus ojos. Miki, por otro
lado, jugaba con las manitos de su bebé mientras lloraba de felicidad.
- Bienvenido al mundo, nuestro pequeño Issei - dijo suavemente Miki para luego abrazar a su
bebé.
- ¿Issei? - preguntó luego de una risita el cadre - debo admitir que Hyodo Issei suena bien.
Tras decir esto, Kokabiel abrazó también a su esposa e hijo, sin saber que desde la puerta eran
observados por varios pares de ojos.
- Awww, quisiera estar ahí y abrazar a ese hermoso bebé - murmuró Penemue, la cual era una
reconocida adoradora de Bebés, aunque solo los ajenos, pues no se creía capaz de cuidar de
uno propio.
- Me niego - objetó rápidamente Barakiel a la propuesta dada por su esposa mientras acunaba
a la bebita - ella siempre será mi bebé, no dejaré que nadie la aparte de mí.
- Quién lo hubiera dicho, Kokabiel si es del tipo paternal - murmuró Azazel entre conmovido y
sorprendido por la actitud mostrada por su hermano.
Click
Ese fue el ruido de una cámara portada por Shamhazai, quien tomó una fotografía de la escena
con una sonrisa.
- Andando, dejemos que tengan un tiempo para ellos - fué lo que dijo antes de arrastrar a los
curiosos fuera de allí.
Ellos estaban en su pequeño mundo, sin ningún tipo de problema, tan solo observando y
jugando con su hijo.