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Yeho | 예호

SINOPSIS:
Yeho es un pariente lejano de un rey en un pequeño reino. Pese a ser un pariente
lejano, su casa era muy pobre y su madre era adicta al juego. Un día, el Imperio
del Norte le pidió a la princesa Sooyoung que fuera concubina de un viejo
emperador porque era conocida por su belleza. Pero como el rey amaba a su hija
ordenó a la hermana mayor de Yeho que se disfrazara de princesa Sooyoung y
se casara con el viejo emperador.
Yeho convence a su hermana para que huyera con su amante y que él se
encargaría de arreglar lo demás, pero se da con la sorpresa que su madre ha
gastado todos los regalos que el Emperador envió para su hermana para pagar
sus deudas de juego. Él le dice a su madre que huya y se disfraza de su hermana
para ir al Imperio del Norte.
Al llegar, Yeho planeaba decirle al Emperador la verdad y quitarle la vida, pero
éste había salido unos días para mirar el alrededor de su imperio. Cuando regresó
el emperador, no era tan viejo como pensaba.

TRADUCIDO POR: Reino de Kovel

Anasis 2
Yeho | 예호

CAPÍTULO 01

—Está lloviendo.— El cielo tormentoso, cubierto por pesadas nubes, no daba


razón alguna para pensar lo contrario. Era un aguacero, una lluvia que llegó de
forma repentina y que se iría igual que vino.
Acomodé mi cabello sobre el hombro, y al instante sentí un escalofrío; el tiempo
no invitaba a aventurarse al exterior. Sin pensarlo dos veces, me volví a colocar
la manta azul para protegerme del frescor pluvial, pero saqué ambas manos fuera,
allí donde reinaba la naturaleza, y no pude evitar atrapar varias gotas,
empapando así las mangas.
Me llevé la mano mojada a la boca, provocando que varias de las gotas se
desprendieran y cayeran sobre mis labios secos y agrietados. Y cuando el agua
se esparció por ellos, noté su frescor al tocar mi piel.
—Mañana el aire estará limpio y fresco — no era necesario alzar la voz, pues las
palabras no iban dirigidas a nadie en concreto. Tras la lluvia, el aire siempre tenía
una magnífica sensación; por eso siempre ansiaba la llegada de la lluvia.
—Yeho — La voz de mi hermana me sacó del ensueño, y me giré hacia ella justo
cuando cruzó el umbral de la puerta. Era difícil describirla, pues era cual magnolia
que acababa de florecer; igual de bella y hermosa, aunque ahora mismo su pálido
rostro mantenía una expresión sombría, haciéndola parecer más una flor
empapada por la lluvia, empañada por la tristeza que trae consigo la tormenta.
—¿Qué estás mirando?— Sonreí al escuchar su voz suave y gentil; mi hermana
siempre es muy amable.
Soy muy descuidado en general, en cambio ella es una persona de lo más
organizada; nunca usaba maquillaje como acostumbran a hacer otras mujeres,
pero su rostro era tan perfecto que daba la sensación de que, si llego a tocar su
mejilla, una fina capa de polvos se quedaría en las yemas de mis dedos. Su piel
era clara y la frente lisa, tenía las cejas finas y unos ojos negros que estaban
rodeados por un bello abanico de pestañas. Lo mires como lo mires, era la
perfección hecha carne.
Si mi hermana era la flor, yo era las lágrimas que caen sobre ella; un aguacero
que empapa la magnolia y trae consigo el aire helado que la hace tiritar mientras
que las pesadas gotas arruinan, uno a uno, los pétalos que la coronan.
—¿Otra vez observando la lluvia?— Se acercó un poco más —¡Te empaparás otra
vez! Cierra la ventana, anda. No te dediques a mirar ausentemente la lluvia.—
Dijo discretamente mientras cerraba, con cuidado, la ventana.

Anasis 3
Yeho | 예호

—Hermana, te marchas mañana— Al escuchar mis palabras su mano tembló


ligeramente.
—Te dijeron algo extraño otra vez— Trató de aparentar que no era un asunto de
gran importancia, pero su voz temblorosa al final de la oración la delataba, por
lo que no pude evitar sonreír.
—Ni que fuera algo malo; mi hermana se va a casar ¿No es eso, acaso, algo que
deberíamos celebrar? Probablemente podré ver a mi hermana con un vestido de
seda colorido mañana ¿Sabes?, jamás te vi usando uno, ni siquiera cuando
éramos niños, te verías realmente hermosa.
—Yeho…
—No… ¿No era tradición del Imperio del Norte hacer que la novia porte un vestido
de seda, puro como la alba flor de la magnolia? ¿No te parece maravilloso? Ni
siquiera aquí tuviste nunca ropas de algodón adecuadas.— Mordió sus labios con
nerviosismo mientras me escuchaba hablar — ¿Por qué estás poniendo esa cara?
¿no deseabas ir al Imperio del Norte? Tu vida sería mucho mejor que en esta
desagradable y vieja casa; comerás bien y vestirás elegantes ropajes. Así que,
¿por qué pones esa cara tan sombría?
—Yeho… estás frío por la lluvia,— intentó zanjar el tema. —Ve a acostarte.— Lo
dijo con los ojos llorosos y el rostro pálido, ante el miedo de que volviera a
enfermar.
—No lo haré. Vuelve a abrir la ventana, quiero seguir observando la lluvia caer.
—Yeho.— Me llamó suavemente y suspiró. Abrió la ventana con delicadeza para
que ni la lluvia ni el viento entraran, lo que me hizo enojar aún más. Me levanté
de golpe y abrí la ventana de par en par, justo en el momento en que el viento
sopló con más fuerza de lo habitual, empapándome.
— ¡Ye…!
—¡Para ya!— La empujé mientras ella, en pánico, intentaba detenerme —¡Dilo si
no lo deseas! ¡Diles que no quieres casarte! ¡Diles que tienes un amante! ¡Que,
al fin y al cabo, no estás preocupada por la enfermedad de tu hermano menor!
Simplemente, diles que ya sufriste suficiente a lo largo de estos 18 años de tu
vida ¡Y diles, de paso, que no me vuelvan a pedir nada!
—Ye… Yeho…
—¿Eres estúpida, o solo idiota? ¿por qué no puedes decir algo tan simple y dejar
claro lo que quieres? ¿acaso es tu culpa que nuestra familia sea pobre? ¿o crees
que es tu culpa el que tenga unos pulmones débiles? Di que no puedo seguir así
más tiempo y mátame ¿Quién va a recriminártelo?

Anasis 4
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—Estás frío…— susurró para que dejara de hablar del tema, —Estás empapado.
Madre enloquecerá si enfermas otra vez.— Estaba llorando; como siempre se
preocupaba mucho por mí.
—¿Quién se va a enfermar? Prefiero morir antes que enfermar otra vez.— Dije
con ironía.
—¡Yeho!
—Huye, hermana. Ayer vino tu amante, pero ni siquiera pudo pedirme que te
entregara; se limitó a reírse y marcharse ¿Por qué se parecen tanto? Cuando
vino lo único que le preocupó era mi salud; veía sus ojos hinchados de tanto
llorar por no poder verte, pero no dijo ni una palabra sobre ti. No me gusto a mí
mismo. Estoy cansado de verte desconsolada, y de que Madre te moleste
constantemente para hacerme sentir bien. Simplemente huye, huye con tu
amante. — Imploré, con una voz suplicante.
—¡¿Por qué?!— se mordió el labio y agitó la cabeza en señal de protesta. —¡¿Por
qué?! ¡¿Por qué eres tan estúpido?!— Gritó, cansada, —Te lo dije ¿No? ¡No es
lo que quiero!— Pero esos ojos llorosos no podían engañarme, —Hicieron una
promesa: si tomo el lugar de la princesa Sooyoung, me darán mil bolsas de arroz.
Con eso podría comprar tu medicina, y Madre no tendrá que trabajar tan
arduamente…— Decía, mientras se le escapaba la voz.
—¿Quién te pidió que te preocuparas por el dinero de mi medicina?— La corté —
¿Quién te dijo que te preocupes de nuestra madre? Siempre clamaba que su
trabajo era duro, y se quejaba de que algún día no podrá trabajar más ¡Pero
quien realmente trabajaba, siempre eras tú! ¿Cómo puede ser tan ingenua?
—¿Entonces, qué debería hacer?— Su voz sonó ahogada, y eso me dolió en lo
más profundo del corazón. —¿Qué debería hacer, Yeho?
Fui hacia mi hermana, que todavía estaba en pie, y me incliné ligeramente, pues
era más pequeña que yo. Las perlas negras de sus ojos quedaron fijas en mí,
antes de cerrarse con suavidad mientras acariciaba su cálida y blanca mejilla con
manos que asemejaban las ramas de un viejo árbol cande cuyos días de gloria
quedaban en el pasado.
—Te lo ruego, hermana, no te preocupes por la casa y márchate con tu amante.
—Yeho…
—Da lo mismo ¿Crees que a alguien le importa que no podamos mantener la
promesa? ¿o es que eres el único pariente lejano? Te escogieron solo porque
eres más hermosa que la princesa Sooyoung, la joya de la familia real. No somos
los únicos parientes lejanos que tienen, así que no se preocuparán incluso si
huyes.
—Tú… Madre…

Anasis 5
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—Madre deberá trabajar ahora. Y, en cuanto a mi, he mejorado mucho estos


días, así que no tienes de qué preocuparte. Si Madre te encuentra, tendrás graves
problemas, así que márchate en secreto; tu amante necesita dejar la capital por
negocios, es por eso que ha estado viniendo tanto por aquí estos días, como hizo
ayer. Así que, recoge tus cosas y márchate ahora mismo con él.
—Pero mañana es el día…
—Ya me inventaré algo ¿O es que no confías en mí? — Le sonreí, y ella respondió
a mi sonrisa con la suya.

Anasis 6
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CAPÍTULO 02

Un grito tan potente que parecía estar apunto de desgarrarme los tímpanos se
escuchó en la habitación de mi hermana; sus cosas volaban por los aires para
acabar hechas pedazos por toda la estancia, y en medio de todo ese caos, se
encontraba mi madre. Era una mujer de unos 40 años de edad sin una sola arruga
en el rostro; siempre iba cuidadosamente maquillada y con un peinado perfecto,
aunque ahora no parecía importarle mucho si se estropeaba. Cuando la madre
de mi hermana murió la mía era una concubina de su padre, y ésta ocupó su
lugar, pese a que anteriormente había sido cortesana. Era el tipo de persona que
aunque diera a luz a un niño con una enfermedad pulmonar, seguía dándose
aires de grandeza y, lo que es aún peor, trataba mal a mi dulce hermana solo
porque era su hijastra.
—¡Hey! ¡Maldita… Puta — Gritaba, frustrada, mientras juraba y perjuraba el
nombre de mi hermana
Sonreí para mis adentros.
—Huir es precisamente evitar ser una puta, Madre. ¿O, acaso, cree que vender
su cuerpo por dinero y abandonar a su amante no es ser una puta?
—¡Yeho!
—Enviaré un mensaje a Su Majestad explicándole que en realidad, mi hermana
es fea y no cuida de su cuerpo, también me disculparé por no poder enviar a
alguien tan descuidado al Imperio del Norte.— Me acomode el manto azul sobre
los hombros y ya iba a irme cuando la voz aguda y temblorosa de mi madre me
llamó atención.
—¡No puedes hacer eso!— Su voz tenía un deje de temor, haciéndome sentir
nervioso y no pude evitar preguntarme qué habría hecho esta vez esa mujer
inmadura. Lentamente me di la vuelta y fijé mis ojos en sus labios artificialmente
enrojecidos.
—Yo… ya regalé quinientas bolsas.
—¿Quinientas? ¿A quién?— Inquirí, con voz acusadora; y ella en respuesta dio
un paso atrás, y allí es cuando entendí todo, —Las diste para pagar tus deudas.—
sonreí con suficiencia, ¿Así que eso era?
—Yeho…
—Cierto, por algo todo esto estuvo tan tranquilo últimamente. ¿Así que creías
que podías pagar tus deudas vendiendo a mi hermana?

Anasis 7
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—¿Qué más podríamos haber hecho, Yeho? ¿Eh?— Su voz transpiraba un odio
viperino — Trae a esa perra ahora mismo. El carruaje debe estar a punto de
llegar, y ella debe estar aquí cuando lo haga. Sabes dónde está, ¿No?
Condenado…— Una sonrisa de superioridad apareció en mis labios tras oír los
ruegos de mi madre. Mala pécora1; una mujer vulgar que ni siquiera es capaz de
pensar como es debido. Apostaría lo que sea a que nací con esa enfermedad por
el tipo de persona que es mi madre. De hecho, cada día puede apreciar a su
estúpido hijo vencido por la enfermedad, pero aún así, no se da cuenta de su
pecado.
— Ya veo, ¿No quieres morir?
—Yeho.
—Deja el resto del arroz y márchate, Madre.
—¿Ye... ho?
—Podría perfectamente matarte y acto seguido suicidarme, así que márchate
antes de que deje de mostrarme tan compasivo, Madre.
—¿Qué… Qué estás…?
—Sé que soy un hombre débil e incapaz de levantar una espada, incluso puedo
oír cómo la gente dice que soy despreciable a mis espaldas, pero la verdadera
razón de por qué aún no arremeto contra ti es debido a que todavía quiero
tratarte como mi madre. Te odie o no, sigues siendo mi madre. Así que márchate
ahora mismo, pero solo con lo que lleves encima.
—Yeho…
—Ni puedo ni deseo traerla de vuelta; no puedo arruinar la vida de mi hermana
solo por tu egoísmo. En el Imperio del Norte, una persona tan buena como ella
sucumbirá en llanto. No tengo intención de entregarla para salvar nuestras vidas
pues por si no te has dado cuenta, estamos en esta situación por tu avaricia. Le
dije que escapara porque sabía que Su Majestad no estaría tan enojado si
devolvíamos el arroz, pero tú lo convertiste en un pecado, un crimen que se pena
con la muerte por desmembramiento. Eso es lo que pasa cuando se engaña al
monarca.— Ella guardaba un silencio sepulcral —Te estoy dando la oportunidad
de huir. Me das lástima así, tan aterrada ante la perspectiva de tu propia muerte.
Si no te vas ahora, seré yo quien acabe con tu vida.— Su cara adquirió un tono
cadavérico de inmediato. Probablemente sabía que la amenaza no contenía un
ápice de mentira e inmediatamente salió de la habitación.
Sonreí cínicamente; la insté a que huyera sólo con lo que llevaba encima, pero
aun así tomó todas las joyas que ocultó durante años en su habitación. Mi
hermana estaba siempre ocupada trabajando para ganar dinero para mi medicina,

1
pécora: Persona, especialmente una mujer, astuta, taimada y ruin.

Anasis 8
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en cambio mi madre desperdiciaba el tiempo decorándose a sí misma. Además,


tomaba parte del dinero de mi medicina en secreto y se lo gastaba en juegos de
azar. Con todo eso, nunca abandonaría sus joyas. En retrospectiva, al menos eso
sí se le daba bien.
Dirigí la vista al interior de la habitación, que había destrozado. En la esquina se
encontraba colgado en la pared un vestido de novia de un pulcrísimo color blanco
y, sobre éste, estaba el velo hecho de genuina seda fina que lo coronaba.
Me quité, con calma, la manta azul que me colgaba sobre los hombros; desaté
mi larga cabellera y me quité el jeogori2. Cuando el aire frío entró en contacto
con mi piel, tosí. En cuanto logré, no sin dificultad, calmar la tos, me quité los
pantalones, y cubrí mis piernas, que parecían más palos de bambú que otra cosa,
con unos calzones. Además, sobre ellos me puse varias capas de enaguas y una
falda de vestir; me la até alrededor del pecho y me coloqué el jeogori, tan largo
que cubría un tercio de la falda. Encima de éste, un cinturón blanco de seda y un
vestido largo, también de seda. Vestido así y con un velo cubriéndome la cabeza,
parecía una mujer. Afortunadamente, como siempre andaba enfermo, no llegué
a crecer tanto como cualquier hombre común, de forma que el vestido me
sentaba muy bien. Me miré al espejo y, como el velo era de dos capas, no se me
podría apreciar la cara con claridad, creía poder llegar hasta al Imperio del Norte
sin que me descubrieran.
Se supone que mi hermana sería concubina del Emperador, así que, con suerte,
lograría hacer tiempo suficiente para que mi hermana y su amante puedan huir
hasta que pudieran formar una familia. En cuanto a mi madre, siempre podría
mentir y volver a casarse con algún viejo incauto con las joyas que se llevó
consigo. Llegados a ese punto, nadie tendría que lamentarse por mí, incluso si
muriese.
Fui hacia la puerta con suma tranquilidad al oír que me llamaban.

2
jeogori: Es una prenda superior básica de hanbok, la prenda tradicional coreana, que ha sido
usada tanto por hombres como por mujeres. Cubre los brazos y la parte superior del cuerpo del
usuario

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CAPÍTULO 03

El Imperio del Norte era especialmente frío y brumoso. No había muchos días
soleados, de modo que tenía que lidiar con el aire frío alrededor de mí. En secreto,
monté el carruaje desde mi casa y entré al palacio por la puerta trasera. El clima
era bueno, hasta que subí al carruaje que el Imperio del Norte envió para la
Princesa Sooyoung. Pero, poco a poco, yendo hacia el norte, el aire se volvió frío
y lloviznaba más a menudo. Una criada que cuidaba de mí dijo que usualmente
nieva mucho, pero que como aún estaba cálido, llovía en lugar de nevar.
Así que cuando es cálido llueve y cuando el día se torna frío, nieva. Cuando nieva,
el viento sopla mucho por lo que no llueve por días. Después de un par de meses
sin lluvia o nieve, sólo llueve y empieza la primavera. La lluvia dura a menudo
hasta que la primavera termina, así que las cosechas crecen bien, y comienza el
verano. Cosechan justo antes de que empiece el otoño, entonces de nuevo
empieza a llover y nevar, y el invierno empieza otra vez.
La primavera es la más húmeda y caliente. Después de una corta primavera,
generalmente se vuelve helado. La criada bromeó con como en el verano se está
bastante bien, pero para gente del sur como yo pensarían que el verano es como
el otoño, y el otoño es como el invierno. Le sonreí usando el velo y,
tranquilamente, me senté en el carruaje.
Las personas no pensarán mal de mí por no quitarme el velo o no lavarme bien.
Siempre tosí, así que, probablemente, piensan que tengo un resfrío. Y no se
equivocaban. No solamente no me sacaba el vestido para que no descubrieran
que soy un hombre, sino también hacía mucho frío para mí y poder moverme
alrededor. Podía sentir un poco de fiebre y sudor frío pero, no podía perder la
consciencia aquí. Agarre, firmemente, la capa de pelo de animal.
El palacio del Imperio del Norte me hizo sentir mareado, porque era muy hermoso.
Incluso si estaba tosiendo, podía ver la gran vista, claramente. Era como el
nuestro levantando la teja, pero más grande y elegante. Pienso que este es un
gran país. Me enferme porque es muy grande. La manija de la puerta de entrada
era demasiado grande para que yo la levantara.
Fui a mi palacio y antes de quitarme el vestido blanco, me incliné tres veces hacia
el lado noroeste, donde el Emperador salió a mirar alrededor y bebí dos copas de
vino. La criada me dijo que eso es todo para las nupcias de una concubina y fui
a mi habitación. Iba a desmayarme inmediatamente, pero no podía dejar de estar
alerta, porque la criada trataba de ayudarme a quitarme el vestido. Le dije que
preparara agua tibia, una fragancia y una toalla, y yo haría el resto, pero la criada
no se fue de mi lado. Le grite copiando como mi madre solía hacerlo, se asustó
y se fue. Suspire y me quite el vestido. Con fuerza, moví mi mano para lavar mi

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cuerpo, que no pude limpiar apropiadamente durante el viaje. Ni siquiera


recuerdo cuándo fue la última vez que use agua tibia. Mi cuerpo se relajó, así
que después de lavarme me puse ropas normales. Me dormí de inmediato,
escuché a las sirvientas llevarse el agua. Escuche lo que decían acerca de que el
Emperador estaba patrullando, así que le tomaría unos meses volver y, para
entonces habría olvidado a su concubina. Suspire. En esos pocos meses, mi
hermana probablemente huirá lo más lejos que pueda y se olvidará de mi madre
y yo moriré por enfermedad. Miré al techo con mis ojos borrosos, pensando que
estaba preparado para no vivir más en este frío lugar. Por la fiebre provocada
por el aire frío, casi pierdo la conciencia un par de veces. Trate de no toser, pero
no podía retenerlo por mucho, tosía demasiado, algunas veces con sangre en la
mucosidad pronto, este débil cuerpo colapsaría. Sonreí tristemente.
—Cof, cof…cof, cof…
Tosí con una toalla cubriendo mi boca y vi a la criada alejándose de mí. Se veía
un poco tensa, cada vez que tosía ella se movía más lejos, como si tuviese una
enfermedad infecciosa. Bueno, no me estoy quejando. Me sentía incómodo
siendo atendido, porque estaba asustado de ser descubierto. Tranquilamente,
controlé la tos que trataba de salir. Había sangre en la toalla, otra vez. Sonreí
amargamente, escondí la mancha y llamé a la criada.
—Tráeme una taza de té
Mi voz estaba quebrada, no sonaba como una mujer. Pero la criada nunca pensó
que fuera sospechoso, probablemente, pensó que era por la tos. Empujó una
taza de té de jade y una tetera, desde lo más lejos que pudo. No me enojé. Solo
serví el té. Sonreí al mirar el líquido verde llenando la taza. Bebí el té, solo porque
mi garganta estaba seca por la tos.
A mi hermana y a su amante, realmente, les gustaba el té, a mí no. Ellos,
probablemente, sonreirían felices si vieran este hermoso té colorido de alta
calidad. Reí sosteniendo la taza. Sentí que la criada se alejaba, pero no me
importó. Mi hermana y su amante, probablemente, estén bien ahora. Teniendo
un hijo y una hija. Ellos, quizás, quieran muchos niños, porque no tuvieron
muchos hermanos. Tendrán, al menos, 12 hijos. Realmente, extraño a mi
hermana, aunque solo hayan sido dos meses desde que los envíe lejos. Mi madre
es una mujer viciosa, así que sobrevivirá a donde sea que vaya. Por lo que hizo
en el pasado, no estaba preocupado ni la extrañaba. Sólo extrañaba y me
preocupaba por mi hermana, quien siempre trabajó duro y finalmente fue capaz
de conocer a su otra mitad.
La extrañaba más, porque con cada día que pasaba, perdía mi fuerza y, ni
siquiera, puedo mostrarle mis sentimientos a nadie. Todos piensan que soy la
Princesa Sooyoung. Es divertido. Pero no lo soy, soy un hombre. Sonreí y bajé la
taza de té. Está lloviendo afuera.
—…Está lloviendo.

Anasis 11
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Quizás debido a que bebí té, mi voz mejoró mucho. La pequeña criada respondió.
—Está lluvia será la última. Será invierno pronto, Su Alteza.
Ah, el invierno donde sopla un viento frío y seco. Sonreí con amargura y me senté.
—La última lluvia. Eso es muy malo.
Murmuré y abrí la ventana completamente. A la criada no le gustó la idea y dijo,
—Toserá más si hace eso, Su Alteza.
—¿A quién le importa? Solo moriré si toso más. Moriré de esta forma, moriré de
esa forma. Si voy a morir de todos modos, quiero morir haciendo lo que me gusta.
Sonreí y le respondí. Tenía cara de que no le gusto lo que dije, dobló ligeramente
sus rodillas, se inclinó y dejó la habitación. Descansé la barbilla en mi mano y
mire la lluvia caer. Este viento frío era diferente de cuando venía. Un doloroso
viento helado golpeaba mi pecho, pero no lo evité. Levanté mi mano para sentir
la lluvia. Las frías gotas de lluvia mojaban mi mano y bajaban por mi manga.
Toque mis labios con esa mano. El agua mojó mis labios secos donde aplique el
labial para pretender ser mujer. Probablemente, olía a agua y polvos, porque algo
de polvo quedó en mi mano cuando la puse en mí cara. Sentí que el polvo olía
como mi hermana. ¿No es gracioso, hermana? Nunca tuviste la oportunidad de
ponerte polvos. Este maquillaje de alta calidad huele como tú. Tal vez, ahora
puedes ponerte polvos. Incluso si no es caro, quizás tu amante te compre polvos
y labial. Quizás, no los uses porque te da vergüenza y tu amante haga un mohín
por eso.
Baje mi mano y mire de nuevo a través de la ventana y pensé.
Si mi hermana es capaz de vivir así…si ella es capaz de vivir de esa manera,
entonces, yo moriré como estoy. Terminaré con la vida que me diste. No siento
que sea una pérdida. Lo que era una pérdida es que no puedo verte siendo feliz.
Eso es una pérdida.
Cerré mis ojos y escuché el sonido de la lluvia. Acomodé la suave manta sobre
mis hombros y sentí al viento frío en mi cara…nunca estuve así, como el mes
pasado, porque me enfermé una y otra vez. No tosí más y pensé en mi hermana.
Quiero irme así, como si estuviera durmiendo.
Tarareé silenciosamente. Cuando era pequeño y mi madre estaba demasiado
ocupada saliendo, dejando a su hijo olvidado, mi hermana siempre cantaba este
arrullo para mí, mientras estaba enfermo. Ella tampoco sabía la letra, así que
tarareaba para mí. Yo descansaba mi cabeza en su regazo, ella palmeaba mi
espalda y yo sentía su calidez. De esa manera, me dormía escuchando su arrullo.
Entonces, sentí como alguien entraba a la habitación. Pasos silenciosos. Creo que
es la sirvienta Soa, que es más amable conmigo que la otra. Creo que ella va a
cerrar la ventana, así que le dije con mis ojos cerrados.

Anasis 12
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—Déjalo, Soa. El viento es agradable. Está limpio por la lluvia. La cerraré después,
así que puedes ir a hacer tu trabajo.
—¿Acaso no morirás antes de poder cerrar la ventana con esa pálida cara tuya?
Abrí mis ojos de inmediato. Cerrando la ventana, había un hombre alto y guapo.
Solo lo mire fijamente. Lo miré hasta que cerró la venta y se volteó hacia mí.
—Oí que la Princesa Sooyoung era una belleza, pero, parece que estaba
equivocado. Cara pálida y un cuerpo delgado que está en los huesos. No sería
raro que murieses ahora mismo.
—¿Quién eres?
—¿Quién puedo ser? El único hombre que puede entrar al palacio de una
concubina solo.
Le sonreí débilmente, antes de responder fríamente.
—Es mi placer conocerlo, Su Majestad. Majestad, me disculpo por saludarlo
sentada así.
—Detente. Vine aquí, inmediatamente, después de la patrulla para ver a la
famosa Princesa Sooyoung pero, en cambio hay un cuerpo moribundo.
Sus despiadadas palabras me hicieron sonreír más. Yo mismo me sorprendí.
Pensé que sería un viejo Emperador, no sabía que era un hombre joven. Si la
Princesa Sooyoung se entera de esto, tendrá un dolor de estómago (envidia).
Murmuré para mí mismo. Me paré lentamente.
—Lamento ser un cadáver, Su Majestad. Puede arrepentirse ahora mismo. Pida
otra princesa.
Frunció el ceño, un poco, por mis rudas palabras. Hizo una mueca como si
estuviera sonriendo.
—Una lengua afilada. Deberías esconderla bien. Puedo ser perezoso para sacarla,
así que puedo solo cortar la cabeza.
—Oh vaya. No sacarás nada cortándole la cabeza a un cadáver, Su Majestad.
Respondí calladamente y, arrullado en la manta, me senté en la mesa de té. El
Emperador me miró y se sentó frente a mí.
—Eres grosera.
—Mis disculpas, Su Majestad.
Incline mi cabeza y el Emperador me miró con calma. Serenamente, mire sus
ojos negros. Algo de ellos lucía como los de mi hermana. Esos ojos como una
perla negra. Pero, eran más fríos que los de mi hermana. Un carácter frío y cruel
se veía en sus ojos.

Anasis 13
Yeho | 예호

Yo reí. Él frunció el ceño ante mi risa.


— ¿Pasará la noche, Su Majestad?
—No tengo por hobby estar con un cadáver.
Silenciosamente, ante sus palabras, suspiré. Hoy no será el día que muera. Él,
probablemente, leyó mi cara de alivio. Frunció el ceño, pero cambió de vuelta a
su expresión severa y dijo:
—No tengo, pero estoy pensando en hacerlo desde ahora.
Por sus palabras, sonreí amargamente. Tomé una respiración profunda y dije:
—No pensé que le diría esto.
Después de mis palabras, me miró sospechosamente. Su mirada decía ‘que estas
tratando de decir’. Abrí mi boca con una cara distante.
—Escuche que estaba afuera en la patrulla y pensé que moriría antes de que
llegara. Nunca pensé que querría pasar la noche conmigo, quien luce como un
cadáver. Así que no tengo nada para decir…
Detuve mis palabras y tomé una respiración profunda.
—Incluso si vuelve su pasatiempo el estar con un cadáver, ¿no haría un hobby
de pasar la noche con un hombre?
Él, se congeló por lo que dije.

Anasis 14
Yeho | 예호

CAPÍTULO 04

—Yeho
Él volteó, su cara era pálida. Sus pequeños hombros y su cara delgada, hicieron
que el Emperador se sintiera molesto.
—Otra vez, no comiste.
—No tenía hambre. Si tengo que comer elegí tomar té, tres veces al día, incluso
si fuera un hombre sano, es demasiado. ¿No es así Su Majestad?
—Entonces, al menos, deberías comer lo que prepare, gachas con ginseng.
Incluso ordené que pusieran carne de codorniz.
—Hahaha, ¿les dijiste que lo hicieran? Ellos se burlarán de ti. ¿Qué clase de
Emperador se ocupa de su comida?
—Yo, no lo hago si es mi comida.
—Eso lo hace incluso peor.
Él bromeó y tosió. El Emperador se sorprendió y puso su mano en su espalda.
—Ah, estoy bien. Es solo una pequeña tos.
—Escuche que ayer miraste la lluvia otra vez.
Yeho solo sonrió.
—Te dije que no dejarás la ventana abierta. Incluso si es verano, hace mucho
frío. Acabas de mejorar después de estar enfermo durante el invierno. ¿Cuánto
más tengo que decírtelo?
—Estaba feliz de que lloviera…hoy está claro porque llovió. Me siento bien viendo
el cielo claro después del cielo polvoriento, además el aire es muy limpio.
—Incluso así.
—Estaba usando ropa gruesa. ¿Cuándo diluviará?
—¿Cuándo dejarás de hacerme esa pregunta? Ese tipo de lluvia fuerte, tomará
más de 10 días en llegar.
—Oí que si el clima se calienta, ¿las magnolias florecerán?
—Eso me dijeron.
No me importa la estación de las flores. Pero, un día, Yeho preguntó sobre las
magnolias, así que le pregunté al jardinero. Ahora, él está esperando a que las
flores florezcan. Lo mire con cara enojada y dije:

Anasis 15
Yeho | 예호

—¿Tanto te gustan las flores de magnolia?


—Sí, son como mi hermana.
—Siempre hablas de tu hermana.
—Hahaha. Ella siempre estaba húmeda y mojada debido a su hermano amante
de la lluvia. Todos los años la hacía pasar momentos difíciles. Ella perdió a su
madre debido a mi madre y, por mi culpa fue echada a un lado. Aun así, nunca
se quejó y cuidó de mí. Y, cuando los ojos de mi hermana estaban a punto de
secarse, llovía otra vez.
El Emperador mantuvo su expresión severa. Él no mostraba un montón de
sentimientos debido a su personalidad fría pero, también es porque fue
entrenado para ser así desde que era el príncipe heredero. Yeho lo sabía y sonrió.
El Emperador lo miró y sacudió su cabeza.
—No importa. Incluso si sonríes, incluso si hablas sobre lluvia y flores de magnolia,
no te dejaré pasar esta vez. Les dije que prepararan las gachas de nuevo.
Deberás comerlas.
—¡Oh no~! Al menos debí fingir que comía.
Tenía una cara perpleja, pero sonrió feliz. Mirando a Yeho así, el Emperador
sonrió ligeramente. Este hombre es extraño. El Emperador murmuró para sí.
Pensé que era un hombre extraño desde la primera vez que lo vi. No, esa vez,
pensé que era una mujer.
Mi padre, quien amaba a las mujeres, reunió a todas las mujeres hermosas de
los reinos pequeños y, la última que llamó fue a la Princesa Sooyoung de un
pequeño reino cuyo nombre no recuerdo. Mi padre estaba tan emocionado de
que ella llegara, pero siempre posponían su partida. Finalmente, los amenazó con
su débil cuerpo y, al final se prepararon para dejarla ir. Pero, incluso antes de
que dejara el reino, mi padre murió. Me coroné, olvidando a la Princesa Sooyoung.
Había organizado el imperio porque había algunos negocios que él había
empezado y tuve que irme en una patrulla para mostrarle a las personas a su
nuevo Emperador. Debido a esos días ocupados, su existencia desapareció de mi
mente. Después de que me fui a la patrulla, debido a la muerte de mi padre, esa
mujer se volvió mi concubina. Oí noticias de que estaba muriendo. Ella estaba
débil cuando venían, vivía tosiendo desde que llegó. Nadie la llamó para saludar.
Me dijeron que ella solo se quedaba en su pequeño palacio esperando la muerte.
Recordé que antes de que mi padre muriera, él siempre la nombraba, así que me
dio curiosidad y fui a verla.
Era extraño que nadie saliera del palacio cuando llegue. Debería haber sirvientes
siempre para esperar pero, no había sirvientes que corrieran apurados. Le dije a
los guardaespaldas que se fueran antes de venir, parecía que en el palacio no
vivía nadie. Debido a eso estaba más sombrío. No había nadie dentro del palacio.

Anasis 16
Yeho | 예호

¿A dónde fueron todos los sirvientes? Debería regañar al jefe de la servidumbre.


Entonces, escuché un débil tarareo, era una canción extraña pero familiar. Vi a
una mujer sentada al lado de la ventana, tarareando una canción con los ojos
cerrados. Un torpe maquillaje mostraba, claramente, su complexión pálida. Su
pelo largo estaba amarrado pero suelto, su ropa no estaba muy ordenada. Fue
algo extraño para mí, ya que solo veía mujeres con maquillaje agradable, su
cabello ordenado con aceites y decoradas con muchas joyas. Cuando entre a la
habitación, inmediatamente, sentí el frío, así que cerré las ventanas en seguida.
En ese momento, escuché su voz diciendo que lo dejara así. Ella, probablemente,
pensó que era una sirvienta, porque dijo su nombre. Su voz era más profunda
que la de cualquier mujer, pero oí que vivía tosiendo. No pensé que fuera extraño.
Me hizo fijarme en ella, más por su baja pero extrañamente suave voz. Pero la
mujer no dijo nada más, así que le hablé a propósito. Ella abrió sus ojos con
sorpresa y me miró porque no esperaba escuchar la voz de un hombre. Estaba
sorprendido de que ella tuviese ojos café claro. El color era como el del venado
bebé que atrape la última vez. Y su cabello tampoco era negro. Era como el color
marrón de la madera oscura. Aunque su cara no era hermosa, las líneas eran
muy finas. Nunca pensé que esta mujer fuera un hombre, hasta que él me lo dijo.
—Está caluroso. Estoy bien con las gachas frías.
El sirviente tenía las gachas en una bandeja. Cuando Yeho lo dijo con una cara
perpleja, el Emperador salió de su ensueño.
—No está bien. Tus pulmones son débiles, el doctor dijo que no es bueno dejar
que tu cuerpo se enfríe.
Yeho sonrió débilmente y comenzó a comerse las gachas. El Emperador sonrió,
mirándolo comer poco a poco. El cuerpo que era delgado como un palillo había
ganado un poco de peso. Su complexión era mejor. Él, ya no parecía un paciente.
El Emperador se sintió extraño, al sentirse feliz por eso. Este hombre es,
definitivamente, extraño. El hombre llamado Yeho me hacía feliz en lugares
extraños.
Él confesó ser un hombre, pero no dió ninguna excusa ni rogó por su vida. Él dijo
que por el pecado que cometió de engañar al Emperador y, por haber entrado al
palacio de las concubinas con su cuerpo de hombre, merecía morir. Pidiéndole
que lo matara, con esa cara moribunda, no hizo que el alma del Emperador se
enojara o se arrepintiera. Sí, eso fue extraño. Él no sacó su espada como es usual
cuando le hablan de manera ruda. En cambio, respondió a sus palabras. Quizás
fui embrujado por sus claros ojos café, los cuales no combinaban con su cara
huesuda. O quizás, fue el arrullo tarareado mezclado con el sonido de la lluvia.
De todos modos, no quise usar mi espada en él. Justo como dijo, engañó al
Emperador y entró al patio de las concubinas con un cuerpo de hombre. Era
obvio que debí matarlo o enviarlo a la armada real. Pero no quería hacer nada
de eso.

Anasis 17
Yeho | 예호

Él, era raro. El Emperador pensó eso otra vez y tocó su largo cabello. Sus ojos
marrones miraron al Emperador, como predijo, el Emperador sonrió.
—Tu cabello se iba a meter en las gachas.
Yeho bajo la cuchara y juntó su cabello a un lado.
Extraño la sensación de sus cabellos deslizándose por mis dedos pero…
—Siempre es así no puedo ordenar mi cabello. No es adecuado.
Yeho se apresuró y amarró su cabello de manera descuidada. El Emperador
estaba curioso por su prisa. Él, le ordenó unos cabellos que sobresalían.
—¿Qué importa que no sea adecuado? Parece que te molesta, pero a mí me
gusta tu pelo. No me gusta el pelo arreglado con aceite. Se ve grasoso. Los
oficiales de gobierno y las concubinas son todo lo mismo. A veces, siento que
estoy mirando muñecas. ¿No pones aceite en tu cabello?
—Entonces, tendría que lavarlo para quitarlo. Si no lo limpio todos los días, junta
polvo y eso me causa tos.
—¿Es así? Es por eso que tu pelo luce como plumas.
El Emperador tocó su cabello brillante aunque un poco seco. Dependiendo de la
posición del sol, su cabello se veía rojo o café. Miró cuidadosamente su cabello y
dijo.
—Tu color es único.
—¿Es así?
—Sí. Se ve negro pero cambia cuando le da la luz.
—Mi madre era igual. Ella lo tenía de color café madera oscuro.
Yeho sacó su cabello de las manos del Emperador.
—Es el momento, Su Majestad. Debería irse. Es tiempo de atender sus asuntos
de gobierno.
El Emperador frunció el ceño.
—Parece que conoces mi horario mejor que yo.
—Es porque puedo ver al eunuco dudando acerca de si debería entrar o no.
Él respondió y comenzó a comer otra vez.
—Si vas a trabajar entonces, yo terminaré este tazón.
El Emperador se levantó.
—Volveré y revisaré después de que termine mi trabajo. Además, volveré un
poco más tarde para ver qué cerraste la ventana.

Anasis 18
Yeho | 예호

—¿Vas a volver?
Yeho preguntó con sorpresa, y el Emperador asintió.
—¿Por qué? ¿No puedo?
—No es eso…Su Majestad. Pienso que vienes muy seguido… ¿las personas no
dicen nada malo?
Yeho frunció el ceño por la preocupación.
—¿Por qué? ¿Oíste algo?
—No, no es eso, pero…
Yeho arrastró la última palabra, el Emperador puso su mano en su hombro y
sacudió su cabeza.
—Te preocupas demasiado. Termina tus gachas.
Le ordenó estrictamente y dejó la habitación sonriendo.

Anasis 19
Yeho | 예호

CAPÍTULO 05

Después de que Su Majestad se fue, miré las gachas fijamente. Suspiré al notar
que seguían calientes.
Las cosas…no resultaron como lo planeé. En realidad, hace tiempo que no es así.
Algo cambió después de que le confesé al Emperador que soy un hombre, hace
cuatro meses. Estaba por morir, pero él no me dejó. Envió lejos a todos los
sirvientes y llenó mi Palacio con personas que no hablan.
Además, mantuvo el hecho de que soy un hombre en secreto de la gente fuera
de mi Palacio. Cuidó de mis comidas y de lo que visto.
Al principio, me preocupaba que pudiese cambiar de idea, pero, ahora discuto
con él acerca lo que hay para comer.
Él es raro. Cuando lo conocí por primera vez, era una persona fría, sin embargo,
ahora de vez en cuando sonríe y realmente se preocupa por mí.
Entonces, recordé que debía terminar este tazón de gachas. Suspiré y comencé
a comer de nuevo.
Se enfrió un poco, así que es más fácil de comer, así finalmente pude terminar
el plato. Llamé a un sirviente para que limpiara y una niña pequeña se acercó.
— ¿Dónde está Soa? —pregunté, la linda niña respondió sin demora.
—Soa-nim fue al almacén de granos.
— ¿Por qué fue allí?
—Su Majestad le ordenó traer algo de arroz.
— ¿Pensé que teníamos de sobra…? —le repliqué, ella bajó su cabeza
profundamente.
—Su Majestad ordenó donar el arroz restante a las afueras del Palacio porque
era demasiado viejo y que obtuviéramos arroz nuevo.
Suspiré ante su respuesta. Esto…
—Cuando Soa regrese, dile que venga a verme.
—Sí, Su Alteza.
Después de que se fuera, Soa entró.
— ¿Llamaste, Su Alteza?
— ¿Fuiste al almacén de granos?

Anasis 20
Yeho | 예호

—Por la orden de Su Majestad… —respondió educadamente, mostrando un rostro


tranquilo. Tiene una expresión gentil, pero cuando habla, sus labios permanecen
en una línea recta, así que luce fría. Pero noté que sus ojos demuestran algo de
sorpresa.
Ella sólo muestra esa expresión cuando hace algo que no me gusta.
— ¿No te dije que me digas sus órdenes?
—Pero… Su Alteza… —se inclinó suavemente y respondió: —Era la orden de Su
Majestad. ¿Cómo podría una persona como yo contradecirle…?
—Soa, estamos hablando de cosas diferentes. Nunca te dije que fueras contra
las órdenes de Su Majestad. Sólo quiero que me digas sus órdenes.
—Eso está incluido en su orden, Su Alteza.
— ¿Su Majestad te dijo que no me dijeras…? —pregunté con el ceño fruncido.
Soa respondió con tranquilidad.
—Sí, Su Alteza. Dijo que te preocuparías…me dijo que fuera sin que lo supieras.
—…Le diré.
—Pero, Su Alteza, si le dices a Su Majestad seré regañada…
—…Sabes que no quiero dificultar tu trabajo.
—Su Majestad se enojará de todas formas. Soy la responsable, en este Palacio.
Así que no poder encargarme de las tareas es…
—Ah…No lo haré. Fue mi error ganarte al usar mi posición.
Soa es la única sirviente que no permaneció distante cuando llegué. Aunque tiene
una expresión fría, es muy gentil. Cada vez que toso, siempre me trae una taza
de té o me frota la espalda con piedras calientes.
Nunca me desobedeció, aunque, Su Majestad la puso a mi lado porque sabía que
era inteligente.
Suspiré y la miré. Soa ni siquiera giró su rostro, aunque sabe que la estoy mirando.
Inclinó aún más su espalda y dijo:
— ¿Hay algo más que necesite?
—No, nada. No quiero hablar más contigo. Le diré a Su Majestad cuando venga.
Se rió ante mi tono quejoso.
—No te rías. Probablemente, tienes algo que hacer, puedes irte.
—Sí, Su Alteza.
Soa se inclinó y cuando estaba por dejar el cuarto, miré su pequeña espalda y
dije algo que había estado pensando desde hace un tiempo.
Anasis 21
Yeho | 예호

— ¿Hay un fantasma en el Palacio Flower Fence (Palacio cerca de la Flor) que


tienta a Su Majestad?
Soa se detuvo, se giró hacia mí y se inclinó.
—No entiendo a qué se refiere…
—“Su Majestad sigue entrando y saliendo del Palacio donde una concubina está
muriendo”. Los sirvientes hablan.
—…
—“El fantasma no puede ser visto por nadie más. Sólo Su Majestad puede ver a
la concubina. Actualmente, la Princesa de un pequeño Reino murió por una
enfermedad y sólo su espíritu se quedó. Ese espíritu está tentando a su Majestad
para dañarlo…” ¿No escuchaste una historia como esa?
—…Yo…
—“Su Majestad fue tentado por el fantasma, así que sigue enviando arroz para
que se pudra. Suele llegar tarde para los asuntos de estado y nunca visita a la
Emperatriz.”
—…
—… “¿Qué sucederá si el Imperio del Norte es destruido por un fantasma…?
Ahora mismo sólo es esto, pero el espíritu permanece porque tiene
resentimientos. Así que…”
—Su Alteza…
Soa detuvo mis palabras y se arrodilló, poniendo su frente en el suelo.
—No…por favor, no diga esas cosas. Estoy avergonzada.
—Las personas son divertidas.
—…
—Aunque este es un Palacio pequeño, sigue siendo el Palacio Imperial. ¿Cómo
puede un mero fantasma entrar…? ¿Y cómo algo, como un espíritu maligno
puede quererme?
—Su Alteza…
—Las personas que trabajan en este Palacio hablan acerca del rumor. No creo
que Su Majestad lo sepa.
—… ¿Por qué está pensando eso…?
—Si escuchara a las personas hablando sobre el final del Imperio, no vendría
aquí. Dijo que vendría más tarde.
—…

Anasis 22
Yeho | 예호

—Cuando Su Majestad venga, le dirás que terminé las gachas y que cerré la
ventana. Le dirás que fui a dormir temprano porque estoy cansado.
— ¿No verá a Su Majestad?
—Si puedo —murmuré y suspiré. Abrí la ventana para mirar afuera.
Antes de que Su Majestad se fuera, le dije que no se preocupara por los rumores,
pero tengo oídos. No hay forma en que no escuche esas cosas.
Cerré mi boca, porque estaba preocupado de que regañara a alguien. Hay un
rumor acerca de que la Princesa Sooyoung murió porque Su Majestad limitó a las
personas que pueden acceder al Palacio, con excepción de algunos sirvientes.
Aun así, Su Majestad siempre viene a este Palacio. Por eso, esa clase de rumor
se extendió.
Me reí, porque era demasiado estúpido, pero sigo sintiéndome incómodo al
escuchar cosas como esa. Puedo vivir bien sin escucharlos, pero Su Majestad es
diferente.
Como estaba perdido en mis pensamientos, Soa dejó el cuarto.
Esa noche, cuando Su Majestad vino, Soa le dijo que estaba dormido. Vino a mi
cuarto y verificó si era cierto, entonces se fue.
Cuando le escuché irse, me quedé dormido.

Anasis 23
Yeho | 예호

CAPÍTULO 06

Está lloviendo.
Miré al cielo lleno de nubes negras, saqué mi mano y la lluvia la mojó de
inmediato. Era tan fuerte, que se entumeció de inmediato.
Las gotas de lluvia del Imperio Norte son demasiado grandes…
Mientras miraba la lluvia, estaba pensando en algo estúpido como eso, sentí
ganas de ver las magnolias. Me preocupa que la lluvia pueda arruinar los pétalos.
Me gusta la lluvia, pero no quiero que se arruinen las flores.
El Imperio Norte era más frío con la lluvia. Aunque la punta de mi nariz se
entumeció, me siento refrescado.
Respirar el aire frío me hace sentir mucho mejor, mi mente se aclara. Por un
momento, dejé de preocuparme por las magnolias.
Saqué mi cuerpo y salí un poco más lejos. Levanté mi manga, pero se mojó poco
a poco.
No me importa, disfruto el sentimiento de tener mi mano y brazo mojado.
—Vine por si acaso…tú realmente…
Escuché una voz baja. Metí mi mano rápidamente y la sequé con mi manga.
—… ¿Viniste?
Han pasado once días desde que vi a Su Majestad. Le sonreí y le di la bienvenida.
Como no suele venir a esta hora, no estaba preparado. Su Majestad me regañó,
mostrando un rostro de mal humor.
—No voy a dejarlo pasar, aunque sonrías. ¿Sabes cuán frío se vuelve durante las
lluvias?
Escondí, incómodamente, mi brazo mojado.
Él suspiró y cerró la ventana. Así, el sonido de la fuerte tempestad se volvió más
tranquilo. Su Majestad tomó mi brazo. Aunque no fue con fuerza, no pude
resistirme.
—Mira esto, realmente estás frío. Yeho, ¿qué harás si te resfrías de nuevo, huh?
Me estaba regañando, pero le sonreí.
—No sonrías de ese modo.

Anasis 24
Yeho | 예호

Para compartir su calor, envolvió mi mano fría con sus dedos secos. Me
sorprendió ver su hombro un poco mojado.
— ¿No usaste un paraguas?
Me miró confundido, entonces notó mi mirada y sonrió.
—El eunuco me estaba siguiendo con uno. Aunque lo empujé lejos, no me
escuchó. Si no hubiera usado una sombrilla no hay forma de que sólo mi hombro
estuviese mojado.
—Eso es verdad…
¿Cómo es que el eunuco tenía un paraguas y aun así terminó mojado?
Ahora que lo noto, su cabello negro también está húmedo. Estaba muy frío con
las ventanas abiertas, debe estar congelándose al tener el cabello mojado.
— ¿Cómo lo sostuvo el eunuco?
—Lo hizo apropiadamente. Estaba apurado, así que no pudo mantenerse al ritmo
de mis pasos.
— ¿Por qué saliste con este clima…?
Rápidamente, tomé una toalla seca de mi armario. Con un rostro preocupado,
sequé su cabello y hombro.
—Está muy frío…
—Estás diciendo lo que yo quería decir. Dejar la ventana abierta y mojar tu mano,
¿sabes cómo luces ahora mismo?
Con una mirada, cuestioné sus palabras. Él leyó mi expresión y suspiró.
—Tu rostro está pálido. Incluso tus labios. ¿Cuánto tiempo la dejaste abierta?
—…Sólo mientras bebía una taza de té…
—Es demasiado —dijo estrictamente y tomó mi muñeca que sostenía la toalla.
—Estás más delgado. Cada vez que te visito estás durmiendo, no pude verte bien.
¿Estás comiendo apropiadamente?
—…Estoy comiendo bien.
Me sorprendió que viniera todos los días, así que respondí más tarde y tiré, algo
incómodo, de mi mano.
— ¿Qué hay de ti? ¿No deberías estar trabajando? Los oficiales tendrán tiempos
difíciles.
Él frunció el ceño.
—No hay nada que pueda hacer.

Anasis 25
Yeho | 예호

— ¿A qué te refieres?
—Está diluviando ahora mismo. Estaba seguro de que observarías la lluvia. No te
importa si tu cuerpo se enfría o si tienes fiebre. Así que tenía que venir.
—…Su Majestad —le llamé, me sonrió débilmente.
Le miré y él vio algo detrás mío. Puso una expresión sorprendida, así que me giré
para ver qué era.
Es el armario con la ropa organizada. Probablemente, no lo cerré cuando saqué
la toalla.
No supe por qué lucía tan sorprendido, hasta que escuché su voz.
—Eso es…
Caminó hacia el armario. Me sorprendí cuando vi las ropas que tocó.
—S-Su Majestad, eso es…
Me acerqué rápidamente para detenerlo. No pude doblarlo, así que colgaba en el
armario.
Era mi vestido de bodas.
Lo vestí en lugar de mi hermana porque pensé que moriría aquí. Cuidé bien de
la seda blanca y los lazos del mismo color que lo decoraban. Lo colgué de la
misma forma en que estaba colgado en el cuarto de mi hermana.
Después de haber confesado que era un hombre, tiré todas las ropas de mujer
pero, no pude deshacerme de ese vestido. Y, últimamente, siento más afecto
hacia él, por razones complicadas.
Su Majestad no me vio en ese vestido. Mi rostro se volvió rojo y cerré el armario
apurado. Estaba apoyando mi frente en la puerta, cuando Su Majestad me
preguntó sorprendido.
— ¿No es un vestido de bodas? ¿De un mujer? ¿De quién es?
No pude responderle. Sólo me incliné contra el armario y pensé en algo que decir.
—Es tiempo de que Su Majestad vaya a trabajar —dije con dificultad.
Miré a la puerta y vi la sombra del eunuco que caminaba hacia la puerta. Lo dije
medio en serio al verlo, preguntándome si realmente se saltó algún asunto
político.
—Ese eunuco luce muy preocupado. Estoy bastante seguro de que los oficiales
le esperan. Aunque seas el Gran Emperador, no es bueno que actúes de este
modo.
—… ¿Quién te dijo que te preocuparas por eso?

Anasis 26
Yeho | 예호

Su fría voz me sorprendió. Siempre me molestó, pero parece que esta vez, lo
hice enojar en serio.
Palidecí y me giré hacia él. Sus ojos son fríos como la primera vez que lo vi.
—No debes hablar impertinentemente sobre cómo debe ser el Gran Emperador.
Me lo enseñaron desde pequeño —dijo con fiereza y dejó el cuarto.
Vi la expresión aterrada del eunuco siguiendo a Su Majestad, seguí su espalda
sin expresión.
Di un paso adelante, inconscientemente, para seguirlo, me detuve sorprendido.
Entonces, mis manos comenzaron a temblar y mi corazón a doler. De alguna
forma, me es difícil permanecer de pie.
Caminé hacia la cama con pasos temblorosos, incapaz de respirar por la sorpresa
que sentí en mi corazón.
Yo fui quien cometió el pecado. Como Su Majestad dijo, hablé de forma
impertinente, pero ¿por qué me siento tan triste…? Yo lo estaba evitando
entonces… ¿por qué me siento vacío después de que se fuera de ese modo…?
Lo negué repetidamente pero, al parecer, mi corazón tiembla por sus dedos
cálidos que tocaron mi cabello. Aunque admiro su apariencia fuerte y elegante.
No sólo apareció ante mis ojos, sino también se metió en mi corazón.
Respiré pesadamente a través de mis labios temblorosos. Creo que tengo fiebre.
Mi visión está nublándose.
—Madre…este es tu pecado —suspiré débilmente para mí. Debido a tu pecado,
un hijo con pulmones débiles nació y ahora me convertí en un hombre que
mantiene a otro hombre en su corazón.
¿Por qué…? ¿Por qué me hiciste venir aquí? ¿Por qué tengo que cubrir tu pecado
y cometer uno más grande? ¿Por qué no sólo me convertiste en la lluvia de mi
hermana, sino en la tuya? ¿Por qué siempre me conviertes en la lluvia sucia sobre
tu apariencia es fuerte y elegante?
Realmente, soy el espíritu malvado del Palacio Flower Fence…me reí como loco,
mientras lloraba. El espíritu malvado que arruinará al Gran Emperador…
Luchando por abrazar a una persona que no puedo ni siquiera tocar. Soy un
espíritu malvado que lo ensuciará hasta el final. Ni siquiera puedo morir aquí y le
hago escuchar cosas malas… ¿Qué pasará si me descubren…? Ensuciaré el
nombre del Emperador del Imperio del Norte, no sólo eso, me volví arrogante
porque me tenía lástima y, por mi curiosidad, le hice enojar.
Sostuve mis manos temblorosas. Mi corazón duele porque siento que la mano
que estaba en mi corazón voló lejos sin vacilar. Debido al dolor en mi corazón,
me es difícil respirar.

Anasis 27
Yeho | 예호

Comencé a toser. Debido a ello, lo que comí en el desayuno salió. Intenté cubrir
mi boca con mi mano fría, pero los espasmos no se detuvieron. Mis orejas se
calentaron.
Creo que tengo fiebre…quiero morir por la fiebre…, pensé sin dejar de toser.
Es un pensamiento desagradable, pero realmente deseo que pase.
Después de pensarlo, mi ataque empeoró. Caí al suelo y vomité.
— ¡Su Alteza!
Al verme vomitar todo y toser, Soa entró en pánico. Se acercó a ayudarme.
Apenas escuché cómo me sostenía mientras gritaba por otros sirvientes. La fiebre
aumentó de repente y en mi visión nublada, vi el armario. Si la fiebre baja,
quemaré el vestido. Después de mantenerlo en mi corazón, no pude arrojarlo.
Realice la ceremonia, me puse el vestido completamente blanco y me incliné a
un lado de Su Majestad. Ambos, intercambiamos la copa nupcial.
Me desprecié infinitamente por ello, pero no pude destruirlo con mis propias
manos.
Pero, esta vez, lo quemaré. Ya no puedo volver a mirarlo…
Mientras pensaba esto, fruncí el ceño ante el dolor en mi pecho. Puedo sentir el
sudor bajando por mi frente pero, la tos no se detuvo. No hay nada saliendo, los
espasmos que parecen arrancar mis pulmones me están matando.
Soa trajo una piedra caliente para frotarla contra mi espalda, pero no ayudó.
Pronto, fue sangre lo que salió junto a la tos. Mis ropas y sábanas se ensuciaron.
— ¡Su Alteza…!
Escuché a Soa llamándome, a lo lejos, pero no pude abrir mis ojos
apropiadamente. Creo que es por la fiebre, pero mi mente está confundida.
Simplemente, dejé que mi conciencia se fuera.

Anasis 28
Yeho | 예호

CAPÍTULO 07

Él miró a Yeho, a quien le dolía simplemente respirar. Su cabello, parecido a


plumas, estaba aplastado contra su rostro, debido al sudor, apretaba sus labios
con tanta fuerza, que tenía algo de sangre en ellos.
Sus esfuerzos por intentar alimentarlo bien, se desperdiciaron en dos días. Volvió
a convertirse en un cadáver.
Lo sé. Se volvió así porque me enojé con él. Incluso vi su rostro pálido debido al
viento frío, pero no dejé de decir palabras duras y lo dejé de esa forma.
No se sintió bien después, así que se saltó la reunión de gobierno y se dirigió
hacia el campo de entrenamiento para destruir todo lo que veía. Varios guardias
salieron heridos, pero eso no lo calmó. Incluso, pensó en ir de caza para destrozar
un venado.
Si Soa no le hubiera reportado que Yeho no había despertado después de
desmayarse por la fiebre, ese pobre venado habría terminado muerto.
Cuando escuchó que estaba enfermo, a pesar de que seguía furioso, corrió a su
Palacio.
Saber lo rápido que corrí hacia él me frustra. Incluso tomé al confiable doctor del
cuello para llevarlo a Yeho, sin embargo, seguí sin sentirme bien.
Actúo con indiferencia, mientras el doctor lo revisa, me sentí aliviado cuando dijo
que no tenía nada más de que preocuparse. Pero entonces, la furia resurgió.
El doctor se aterró y se fue, él siguió observando con frialdad a Yeho, quien
todavía no había recuperado la conciencia y respiraba con dificultad. Sólo lo
observaba, se enojó consigo mismo por no ser capaz de dejarlo.
¡Es un hombre! ¡Sólo un hombre! ¡Un simple hombre que mantiene un vestido
de seda blanca para quien ama! ¡Aunque lo salvé, está pensando en poner a una
mujer a su lado!
Se inclinó contra la tabla de té, e inconscientemente, usó más fuerza de la
necesaria, destruyendo un pedazo de la madera.
—Su Majestad.
Escuchó la voz de Soa y le permitió entrar, aún molesto. Sin un sonido, la puerta
se abrió y Soa entró. Seguía siendo una chica pequeña, pero era inteligente y
hábil, así que la puso a la cabeza de los sirvientes de este Palacio.
Miró a Soa con ojos fríos y furiosos. Debido a eso, Soa se movió con más cuidado
de lo normal y se acercó a la cama. Iba a darle la medicina.

Anasis 29
Yeho | 예호

Me molesta verla poner su pequeña mano bajo el cuello de Yeho para alimentarlo.
La primera vez que vio a Yeho, fue a ella a quien llamó. La miró fijamente.
¿Es ella? Luce de 15 años por lo menos, y Yeho cumplirá 18 este año. Aunque él
sea pequeño, es un hombre. Probablemente, se interesó en esta pequeña y linda
chica.
Sonrió con frialdad. Aun así, era demasiado el darle un vestido de seda a una
sirvienta. Apretó sus dientes con fuerza.
Mientras pensaba esto, Soa terminó de darle la medicina y retrocedió. Él tomó
su muñeca, impulsivamente.
Soa lucía sorprendida, pero no hizo ningún sonido cuando le miró. No le gustaba
su tranquilidad.
La miró con frialdad y dijo:
— ¿Vendrás a mi cama?
Debido a sus palabras, los ojos de Soa se llenaron de sorpresa. Él sonrió y tomó
su mentón.
—Eres realmente hermosa. ¿Lo harás?
—Si en verdad desea eso, lo haré, Su Majestad —replicó ella con educación.
—…Suena como si pensaras que no digo la verdad.
—Su expresión está llena de furia, así que no creo que piense que soy hermosa.
Dejó ir su rostro y rió.
—Eres realmente audaz. Pero, si pensara que eres hermosa, ¿entonces me
dejarías? ¡Hah! Yeho llorará.
Soa se sorprendió por sus palabras y, al instante, se arrodilló con la frente en el
suelo.
—Por favor retire sus palabras. Es vergonzoso decir que Su Alteza está
enamorado de mí. Sólo soy una sirvienta del Palacio. Este cuerpo es sólo para Su
Majestad. Si insiste, tendré que quitarme la vida.
—Tu forma de hablar es hábil, pero Yeho llorará —dijo cínicamente, empujó la
ira que estaba a punto de estallar de nuevo.
Es eso, ¿verdad? ¿Amor no correspondido? Probablemente, lloraba mientras mira
ese vestido. Pero, de alguna forma, pensar en que sólo Yeho la ama me enoja
aún más.
—Por favor, retire sus palabras, Su Majestad.
— ¿A qué te refieres?

Anasis 30
Yeho | 예호

—Lo que dice no es cierto, así que por favor retráctese. Su Alteza, me trata como
su amiga. Nunca me mostró esa clase de sentimientos.
—Me siento mal por el vestido de seda que cuelga de ese armario —dijo con una
risa. Soa se estremeció por sus palabras.
— ¿Está hablando del vestido de bodas que tiene Su Alteza?
—Lo sabes.
—Me atrevo a decirle, Su Majestad, que ese vestido no es para mí.
— ¿Entonces para quién es? Es nuestra tradición que el hombre mantenga el
vestido de bodas de la mujer —dijo con frialdad y Soa volvió a bajar su cabeza.
—Me disculpo, Su Majestad, pero creo que está equivocado.
— ¿Estoy equivocado?
—Lo lamento, Su Majestad —dijo Soa. Él cerró la boca y frunció el ceño.
—…Dime.
Su voz golpeó a Soa, quien se inclinó aún más y habló en un tono tranquilo.
—Sé que el pequeño Reino del que Su Alteza viene, no tiene ese tipo de tradición.
Y Su Alteza ha estado aquí por medio año. Todavía no está acostumbrado al
Imperio del Norte. No conoce la tradición de este lugar.
Él se mordió el labio y tocó su frente en cuanto la escuchó. Sus orejas se
sonrojaron, pero esta vez no era por furia. Era porque se sentía patético.
Perdió sus sentidos por un vestido blanco de bodas y olvidó los orígenes de Yeho.
—…Me comporté muy mal.
Se mordió el labio y Soa bajó sus hombros aún más. Se sintió patético y vacío
cuando continuó.
—Si no sabe la tradición, ¿entonces por qué tiene un vestido de novia?
—Es de Su Alteza.
—… ¿De Yeho?
—Vino usando eso.
—… ¿Usando…eso…?
Entonces, lo recordó. Yeho llegó disfrazado de la Princesa Sooyoung, quien fue
elegida por la concubina del anterior Emperador. Obviamente, le dieron el vestido
blanco para usar y la verdadera Princesa debería haberlo usado…
Inconscientemente, se rió, sintiéndose patético y despreciándose a sí mismo.
— ¡Ahh! Realmente me comporté muy mal.
Anasis 31
Yeho | 예호

—No sé de qué está hablando —replicó Soa. Él se rió.


—Pretendiendo no saber nada, así no tengo que volver a hablar del tema. Puedes
irte.
—Estoy agradecida.
Soa se paró y tomó la bandeja a un lado de Yeho. Él observó el lugar sin expresión
y se acercó a la cama lentamente. Su mano se acercó a Yeho, quien respiraba
mejor, gracias a la medicina.
Su piel estaba un poco cálida y mojada.
Su Majestad, con cuidado, quitó el cabello pegado a su rostro y se inclinó. Besó
la pálida pero suave frente de Yeho.
—Yo…lo lamento… —dijo, con cuidado, algo que nunca había dicho. —Estaba
equivocado…
Le susurró con cuidado de nuevo y se sentó a su lado. Vio la toalla mojada y la
sostuvo torpemente sobre la frente de Yeho. Entonces, él se movió un poco.
—… ¿Hermana…?
Una voz débil, salió de entre los labios secos de Yeho. Él se sorprendió y lo miró
fijamente, pero Yeho seguía con los ojos cerrados.
— ¿Hermana…? ¿Qué hay de mamá…?
No lucía como si supiera dónde estaba. Yeho hablaba de forma infantil, así que
no supo cómo responderle.
— ¿Salió de nuevo…? —murmuró resignado y sostuvo la mano del Emperador.
—Ahora está bien. No hagas esa expresión, hermana…
Tenía un tono adulto e infantil. Cuando terminó de hablar tosió. El Emperador
entró en pánico y le dio algo de té caliente que estaba a su lado.
Yeho suspiró después de beber y movió su cabeza al regazo del Emperador.
Debido a sus acciones, el Emperador se congeló.
Yeho sintió la tensión y frotó su cabeza en su regazo.
— ¿Hermana…?
Debido a su llamado, el Emperador tocó, vacilante, su frente. Yeho se relajó y se
durmió.
No se dio cuenta, pero él tenía una sonrisa suave, mientras miraba su rostro
pálido.

Anasis 32
Yeho | 예호

CAPÍTULO 08

Contuve mi grito mordiéndome el labio inferior. Pero, no pude evitar agrandar


mis ojos.
¡¿Por qué Su Majestad está en el Palacio Flower Fence…?! ¡Y en mi cuarto! ¿Y
por qué estoy usando su regazo como almohada?
Me sorprendí al verlo recostado contra la pared, mientras dormía.
No puede ser…
Ayer soñé con mi hermana. No hablé dormido… ¿verdad….?
Su Majestad despertó, mientras estaba confundido.
— ¿Yeho?
Me calmé al escuchar su voz somnolienta. Mis piernas seguían temblorosas, pero
me puse de pie y me arrodillé de inmediato.
—Yo…groseramente…
—Ah, está bien. Deja eso.
Cuando estaba por anunciar mi falla, bloqueó mis palabras con su mano. Se bajó
de mi cama y me jaló del brazo.
—Acabas de mejorarte. Vuelve a la cama.
—Su…
—Te dije que está bien. Ven a acostarte.
Intenté decir más, pero Su Majestad bloqueó mi oración tercamente y me hizo
acostarme.
—Llamaré a Soa.
Dejó el cuarto. Le observé salir, sin expresión.
Me acosté en la cama y recordé que Su Majestad estaba enojado conmigo,
aunque ahora es gentil. De alguna forma, me siento aliviado. Ahora luce bien.
Sintiendo que la tensión abandona mi cuerpo, puse una mano en mi frente, cubrí
mis ojos y suspiré profundamente.
—Su Alteza, soy yo, Soa.
Era la voz de Soa. Le dije que entrara y ella abrió la puerta.

Anasis 33
Yeho | 예호

—Le traje su medicina. Debe beberla antes de que se enfríe y antes de eso,
necesita comer las gachas.
Le sonreí.
—Gracias, Soa.
Ella respondió, asintiendo con la cabeza. Terminé la medicina que me dio y la
puse en la bandeja que tenía en sus manos.
Ella le pasó esa bandeja a otra sirvienta y fue a conseguir una toalla húmeda.
Lavó mi rostro y cuello, en ese momento, llegó la comida. Pusieron la bandeja
en mis rodillas y Soa me dio la cuchara.
—No, está bien. Yo lo haré.
Tomé el utensilio de sus manos, mientras ella fue a abrir la ventana. La luz del
Sol iluminó el cuarto.
—Es brillante.
—Es porque ayer llovió con fuerza.
—…Ah, ¿llovió mientras estuve inconsciente?
—Sí, Su Alteza.
— ¿Qué hay de Su Majestad?
Pensé que se había ido a su cuarto a desayunar, pero las palabras de Soa me
hicieron bajar la cuchara.
—Está con el doctor que cuidó de usted. Creo que tenía algunas preguntas.
Escuché que le estaba enlistando lo que puede y lo que no puede comer. El
doctor le está dando la información sobre la cantidad de comida que tendrá en
el almuerzo, y la medicina que deberá tomar.
Miré a Soa, quien me miró con curiosidad.
— ¿Su Alteza?
—…Entonces…
Cerré mi boca. Sentí su mirada, pero no aparté los ojos del tazón de gachas.
No puede hacer eso. Ahora mismo hay malos rumores sobre él. Si se salta el
desayuno y no atiende a su deber…toqué mi frente, por el dolor de cabeza.
Soa se acercó preocupada, pero la alejé. Aunque vaciló, dejó el cuarto en silencio.
Levanté el tazón, lo puse en la pequeña mesa al lado de la cama y me bajé.
Debido al mareo, me tambaleé un poco, pero logré pararme.

Anasis 34
Yeho | 예호

Soy un simple hombre, cuyo cuerpo no puede ser el de una concubina. Aunque
fuera la verdadera Princesa Sooyoung, el afecto de Su Majestad es demasiado
para un Reino pequeño.
Pero Su Majestad me favorece, a mí, que soy un hombre inútil.
¿Por qué…? Me pregunté y avancé. Me paré frente a la ventana y miré el cielo
soleado.
Es mucho más cálido que cuando llovió, pero sigue estando fresco. Las flores y
árboles lucen más verdes gracias a la lluvia y al sol. El cielo es azul claro, es
hermoso. Pero, por mi confusión, no pude percibir nada.
Me recliné contra el marco y toqué mi cabello suelto. Vi a Su Majestad dejar el
Palacio pero, definitivamente, volverá en la noche.
¿Por qué se preocupa por mí…? Incluso llamó al Doctor Imperial. ¿Le preocupa
que me enferme…? ¿Siente lástima por mi apariencia enfermiza? ¿O se interesó
porque, a pesar de ser un hombre, vine valientemente al Palacio de la Concubina?
Me relajé, pensando que se había abierto a mí, pero me he sobreestimando. La
última vez se enojó. De modo que no tengo idea acerca de cuánto tengo
permitido y cuánto no…
No, soy demasiado desvergonzado, no debería pensar así. Soy el pariente lejano
de la Familia Real de un Reino pequeño y ni siquiera soy una mujer. Ahora mismo,
soy tratado como un fantasma, sin embargo, el Palacio Imperial es pequeño, no
se sabe dónde y cuándo se extenderá el rumor. No sé por qué Su Majestad me
protege, pero los extraños hablarán.
Su Majestad es…no es una persona que pueda involucrarse en rumores sucios
por mi culpa. Es el Emperador de este gran país, además, es perfecto para ese
puesto. No puede tener manchas en su nombre. Debe ser respetado por todos
para mantener el poder.
Soy una lluvia que no debe manchar su nombre. Soy la lluvia que cae por un
tiempo y desaparece cuando sale el Sol.
No…me desprecié a mí mismo. En realidad tengo miedo.
¿Qué pasará si no puedo retroceder debido a que mis sentimientos son
demasiado profundos? ¿Qué pasará si me convierto en su debilidad, cómo pagaré
por ese pecado…? Estoy agradecido con él por salvarme la vida.
Si esto continúa, me volveré codicioso. Ahora mismo, Su Alteza se preocupa por
mí como por un amigo, pero ¿qué sucederá si me echa como la última vez…?
—…Hermana…
Inconscientemente, llamé su nombre. La extraño, probablemente, está viviendo
con su amante, en alguna parte de ese pequeño Reino.

Anasis 35
Yeho | 예호

—Hermana…por favor…llévame… —lloré, mientras cubría mi rostro con mis


manos.
Es doloroso, extrañamente, doloroso.
Extraño cómo vivía con mi hermana en esa casucha. Lágrimas pasaron a través
de mis dedos.
— ¿Yeho?
Me giré por esa voz. Su Majestad me mira sorprendido.
—… ¿Cómo…?
¿No había vuelto a su estudio?
Me recliné contra la ventana y miré a Su Majestad. Una lágrima cayó por mi
mejilla y aterrizó en mi palma. Me quedé allí de pie.
— ¿Por qué estás de pie? —Su Majestad frunció el ceño y se acercó. — ¿Por qué
lloras? ¿Te sientes mal? ¿Por qué sigues de pie…? ¡¿Yeho?!
Antes de que pudiera terminar sus palabras, temblé y perdí mis fuerzas. Él se
sorprendió y me agarró, envolviendo mi cintura con su brazo.
Lloré, mientras me reclinaba en su abrazo. Nunca había llorado de este modo,
sólo cuando era pequeño. Ni siquiera sé por qué salen estas lágrimas.
— ¿Yeho? ¿Qué sucedió? El doctor…
—…Hermana… —dije débilmente y Su Majestad me miró.
— ¿Yeho?
—Quiero ver…
—… ¿Yeho?
—Estoy agradecido de que cuidaras de mi lamentable vida, pero…mí…hermana…
Hablé con dificultad, palabra por palabra. Le rogué, sin saber que su expresión
se volvía cada vez más fría.
—Quiero ir…a mi ciudad natal, Su Majestad, vine preparado para morir, pero ¿por
qué me dejaste vivir? Perdóname la vida una vez más. Déjame…
— ¿Extrañas…? —Su rostro se volvió sombrío y agresivo, como nunca había visto.
— ¿A tu hermana…?
Miré los ojos como perlas negras de Su Majestad, estaban sin expresión.
Realmente, lucen como el mármol, sin mostrar nada. Tuve un escalofrío, mientras
veía esos ojos, intuí que algo malo sucedería.
— ¿Quieres regresar?

Anasis 36
Yeho | 예호

—Su…Majestad…
— ¿Acabas de decir que quieres dejar este país y este Palacio?
No pude decir una sola palabra, así que sólo le miré. Él, ligeramente, tocó mi
mejilla escuálida.
—Plantaré un árbol de magnolias en el Palacio Flower Fence. Florecerán todos
los años. Dijiste que las magnolias lucen como tu hermana, ¿verdad? Así que
haré eso.
—Su Majestad…
—No puedo hacer nada más que eso, Yeho, no creo que lo sepas, pero no tengo
un corazón tan grande.
—Su Majestad…por favor…
Sostuve su manga, mientras me arrodillaba.
—Por favor….no espero nada más. Estoy bien sin nada. Sólo déjame ir.
Debido a mis palabras, apretó sus dientes. Temblé, pero no le dejé ir.
—Estás asustado porque me pueda enojar. Así que nunca volveré a hacerlo.
Tomó la mano que sostenía su manga con fuerza
—Si extrañas a tu hermana, puedo buscar por todos lados y traerla. Pero no
puedes salir. Ni un solo paso fuera del Palacio Flower Fence. No, ni siquiera de
este cuarto. Así que, no digas tonterías, nunca más. Volverás a enfermarte.
—No…no, Su Majestad…no quiero eso.
Lloré, mientras me inclinaba.
—No me gusta este lugar, no me gusta este Palacio, no quiero estar…a tu lado.
Dejó de respirar, cerré mis ojos, mientras mis hombros temblaban.
Puedes matarme, desafié tu orden y te rechacé. Puedes matarme, sólo no me
dejes a tu lado. Este Palacio es demasiado grande y aterrador para un hombre
como yo…y tú eres demasiado grande y precioso.
—Tú… —Su voz insensible cayó sobre mí. —Algunas veces…me empujas hasta
el límite. No hay nadie más que puede hacer eso. Tienes…un talento especial.
Intenté rogarle de nuevo, pero su brazo tomó el mío con fuerza y me alzó de un
tirón.
—Ugh…
Me llevó como una muñeca de trapo y me tiró a la cama. Su delgada pero fuerte
mano, se acercó y arrancó mi jeogori.

Anasis 37
Yeho | 예호

— ¡Su Majestad! —grité sorprendido y tomé las partes rotas. Pero su mano alejó
la mía de un golpe. Las cortinas de la cama bajaron y mi vista se oscureció por
las sombras.
Predije lo que estaba por suceder y palidecí.
— ¡Su Majestad!
—…Yo, no quiero hablar contigo, ahora mismo.
Le miré con miedo. Una mano grande tomó mi rostro y ya no pude ver nada.

Anasis 38
Yeho | 예호

CAPÍTULO 09

—Ugh…ugh…
Acaricié su pálida y delgada, pero suave espalda. Cada mechón de cabello se
pegó a su cuerpo. Si comparaba su cabello oscuro con la piel pálida de su
compañero, lucía sexy. Besé su espina con mis labios y las muñecas, que estaban
presionadas contra la cama, temblaron. Apreté el montículo que lo recibía y se
escuchó un gemido de dolor.
De alguna forma, quería ser más cruel, así que abrió sus piernas tanto como
pudo. Sus muslos eran tan delgados que lucían enfermos.
— ¡Ugh!
Se sintió satisfecho, al escuchar el grito ahogado, pero algo extraño.
Sí, siempre se sentía raro debido a este pequeño y pálido hombre. Si no lo quería
con él, podría haberlo enviado lejos. Si no quería alejarlo, podría haberlo matado.
Era extraño el estar abrazándolo ahora.
Las personas que desafían al Emperador, eran asesinadas en ese mismo instante.
Si no le gustaba alguien, lo mataba. Él, tenía esa clase de poder.
Aunque la otra parte tuviera mucha autoridad, aunque fuese digna, no le
importaba. Incluso la Emperatriz no podía decirle que no a él. Estaba seguro de
que podría cortar a esa preciosa mujer como si fuera una sirvienta.
Pero, este hombre era diferente. El Emperador nunca tuvo a alguien que lo
desafiara como él, o a quien no quisiera asesinar, a pesar de haberlo desafiado.
Este hombre, nunca se dio cuenta de que sus ojos marrones, llenos de lágrimas,
lastimaban su corazón, que sentía lástima, cuando se desmayaba, que cuando
buscaba a su hermana lo enfurecía y, que escuchar la palabra ‘no’, le hacía sentir
que su corazón se secaba con un viento frío.
No sabía que sonreía cuando veía su rostro, se preocupaba por su salud, por eso
siempre se encargaba de su comida, se preocupaba de que pudiese enfermarse
si dejaba la ventana abierta durante los días ventosos o lluviosos y, que siempre
se sentía feliz al ver su rostro sonriente.
Como no se daba cuenta de esto, no sabe que me siento desconsolado. Aunque
lo sostengo, no sabe que mi corazón sigue doliendo y, probablemente, ignora
que no puedo dejarlo ir, aunque muestre una expresión de sufrimiento, porque
siento afecto hacia su pequeño cuerpo.
Sostuve el cuerpo de Yeho con fuerza, mientras ponía mi rostro en su cabello y,
debido a sus movimientos bruscos, los gemidos de Yeho aumentaron de volumen.
Anasis 39
Yeho | 예호

Observé la pared sin expresión, mientras yacía boca abajo. Me duele todo el
cuerpo y tengo miedo de moverme. Siento un dolor agudo en mi espalda, mis
muñecas y tobillos tienen moretones.
—…Su Alteza…
La voz de Soa es diferente de lo usual. Se acercó lentamente e intentó levantar
la sábana que cubre mi parte inferior.
— ¡No lo toques! —dije agudamente, pero debido que mi garganta está seca, no
salió un sonido agradable. Soa se detuvo y dio un paso atrás.
—Su Alteza, su herida…
— ¡No me toques! ¡No te acerques!
No moví un solo dedo, mientras hablaba con Soa. Sólo observé la pared sin
expresión alguna.
—Pero…pero… —Soa lloró varias veces. Se está comportando como alguien
propio de su edad. —Su Alteza….por favor, déjeme ver su herida. Empeorará. Si
se enferma de nuevo…
—Moriré —dije indiferentemente.
—Su Alteza…si dice eso…
—A mí…no me gusta…
Soa…no me gusta. No me gusta cómo terminé así. Es demasiado doloroso. Me
duele el cuerpo, pero aún más el corazón.
Sí, lo entiendo. Sé cómo me mira Su Majestad. Aunque soy un hombre, sigo
siendo una Concubina. No sé por qué me sostuvo, pero sigo siendo suyo.
Yo, sólo no lo comprendo. Entiendo que está enojado, debido a que su
interesante juguete intentó dejar el Palacio, sin embargo, no entiendo por qué
me siento tan triste.
Debería haberme matado, ¿por qué me hizo esto…?
—Su Alteza, Su Majestad le atesora. Cuando se fue a la cama intentando evitarlo,
Su Majestad siempre vino a ver su rostro durmiendo. Le atesora demasiado, por
eso…por eso…
—Soy Patético…
—Su Alteza…
—No soy una mujer o hermoso. Ni siquiera soy de una Casa famosa. ¿Cuánto
piensas que durará este afecto?
—Su Alteza…

Anasis 40
Yeho | 예호

— ¡Déjalo! Puedes irte…


—Pero, Su Alteza…
Cerré mis ojos sin responderle.
Sí, Soa, vamos a pretender que Su Majestad me atesora. Ya lo tengo en mi
corazón, así que debería estar feliz.
En realidad, lo estoy. Sí…soy feliz. Aunque sea una de sus Concubinas, aunque
sea sólo un juguete del que se aburrirá pronto, estoy feliz de que haya podido
estar entre sus brazos. Aunque es algo vergonzoso y es doloroso, no hay nada
que pueda hacer. Soy un hombre y tengo a otro en mi corazón.
Pero, Soa…puedo tomar lo que me pase a mí. Puedo tomar el dolor pero, no Su
Majestad. No puedo soportar ser su debilidad.
Como esto sucedió, Su Majestad me sostendrá por un tiempo. Este lugar tiene
muchos ojos, así que el rumor de que Su Majestad se acostó con un hombre se
extenderá de alguna forma.
Eso es a lo que temo.
Sí, es patético que, en este punto, sigo preocupado sobre eso…
—Su…Majestad…
La voz de Soa interrumpió mis pensamientos. Mis hombros y espalda se
congelaron.
—Puedes irte.
—P…Pero…
—Deja eso y vete.
Al escuchar su voz tranquila e inestable, cerré mis ojos con fuerza. Se fue hace
poco, pero ya regresó…ni siquiera es de noche aun… ¿Qué sucederá si alguien lo
nota…?
Sentimientos mezclados de inseguridad y resentimiento apretaron mi corazón.
—Yeho —me llamó y tocó mi hombro desnudo.
Temblé de miedo. Mi cuerpo todavía recuerda el dolor. Pero él lentamente,
acarició mi brazo y levantó la sábana un poco. Sentí una toalla caliente tocando
mi parte inferior. Temblé por el dolor agudo en mi espalda baja.
—Ugh…
Cuando besó mi sien, inconscientemente, hice un sonido y encogí los hombros.
—Está bien…
—Deja eso…esto…
Anasis 41
Yeho | 예호

A penas pude abrir mi boca. Pero su mano estaba ocupada limpiando mi cuerpo,
y como no podía moverme debido al dolor, le dejé hacer lo que quería. Él se
movió con cuidado y susurró en mi oreja.
—Fue mi primera vez, así que me disculpo.
—Detente…tú….no se supone que hagas esto, Su Majestad.
—Eres demasiado insistente, Yeho.
Removió la toalla mojada. Le sentí caminar a alguna parte. Me puse de pie y giré
mi cuerpo hacia Su Majestad.
Sorprendentemente, él caminó hacia el armario y sacó el vestido blanco.
— ¡Su Majestad!
Me moví por la sorpresa, un dolor agudo me recorrió por completo.
— ¡Oh, no, no puedes moverte!
Sostuvo el vestido y se acercó a mí. Fruncí el ceño y observé el vestido que tenía
en sus manos.
— ¿Por qué lo sacaste? Déjalo. Voy a arrojarlo de cualquier forma.
— ¿Por qué harías eso?
No pude responder. Él suspiró y puso el vestido en mi hombro. Me mordí el labio,
sintiendo la suave textura. Tengo ganas de llorar.
—Escuché que es tuyo.
—Voy a tirarlo.
—Escuché que llegaste usando esto y te arrodillaste a mi lado cuando fui a
patrullar. Soa me lo dijo.
—Te lo dije, ya no lo necesito.
—No…
Él sonrió con energía. Le observé en silencio, porque nunca había visto ese tipo
de sonrisa en su rostro.
Me di cuenta de que su rostro sonreía, pero sus ojos perdieron toda la luz que
había en ellos.
—Lo necesitas.
Me sorprendí por sus ojos como perlas negras. Escuché su dulce y gentil voz,
pero tuve un mal presentimiento.

Anasis 42
Yeho | 예호

—Lo vestirás una vez más. Te volveré la Señora3. Ya les dije a todos sobre ello.
Mi mente se quedó en blanco. Suavemente, tocó mi rostro y puso sus labios en
mi cuello.
—No, no puede ser. Tengo que decirles que lo hagan de nuevo. Prepararé la
seda de mayor calidad y obtendré joyas con diamantes…
No puedo respirar.
Ya estoy nervioso al esconderme de este modo. ¿Señora? ¿Acaba de decir
Señora? ¿Aunque soy un hombre?
Le miré sorprendido, él sonrió gentilmente, pero, de alguna forma, lucía fuera de
sí.
— ¿Realmente pensaste que te dejaría solo de este modo? Ni siquiera pienses en
dejar el Palacio Flower Fence. Será el lugar donde residirás, pero te moverás a
mi cuarto. Como pocos Emperadores han llevado a su Señora a su cuarto,
probablemente, serás la Señora que permanezca en el cuarto del Emperador por
más tiempo. Ya que, a menos que alguno de los dos muera, no te dejaré salir.
Observé su rostro sin expresión. Mostrando una sonrisa muerta, él acarició el
vestido que estaba en mi hombro. Sentí la suave seda bajar por mi hombro, pero
no aparté mi mirada. Su Majestad, sólo besó mi hombro huesudo y movió mi
cabello a un lado para acariciar mi espalda.
Soy la lluvia…sólo puedo ser como la lluvia…eso es lo que pensaba. Hice todo el
camino hasta aquí para evitarlo, pero aun así, me convertí en la lluvia que
arruinará a la persona que amo.
Esta hermosa y preciosa persona, se ensuciará con los charcos de lodo creados
por la lluvia.
Sintiéndome desesperado, cerré los ojos.

3
Señora: En inglés aparece como “Madame”. Es la Concubina de mayor rango, en un puesto
menor sólo a la Emperatriz.

Anasis 43
Yeho | 예호

CAPÍTULO 10

Me tragué un gemido y agarré las sábanas con fuerza. Mis ojos miraron hacia el
techo por sobre su hombro, mientras mi cuerpo temblaba. Su respiración baja y
pesada, además de su piel húmeda tocando la mía, me hicieron sentir triste y
miserable.
Cerré mis ojos, giré la cabeza y mordí mis labios. Algo cálido, mojado y dulce
tocó mi cuello.
Me sentí aún más triste cuando esa calidez alivió mi corazón. Moví mi cintura
inconscientemente, al escuchar mi nombre con esa voz grave y el calor se empujó
dentro de mi cuerpo.
—Ugh…
Después de dejar escapar un pequeño gemido, aflojé mi cuerpo. Seguí mirando
hacia otro lado, mientras su frente mojada tocaba mi cuello.
—Yeho… —llamó de nuevo mi nombre.
De alguna forma, al escucharlo, tuve ganas de llorar. Su grande y caliente palma
tomó mi delgada mano.
—Escuché que te saltaste la cena —dijo, mientras tocaba mi mano.
—Comí demasiado durante el almuerzo…así que no me regañes más…
A penas pude responder con mi voz ronca, mientras miraba la silueta difusa de
la luna a través de la cortina. Recordé que se enojó con el chef debido a que me
salté una comida.
Se rió ante mis palabras y se puso de pie. Su cuerpo cálido se separó de mí y el
aire frío de la noche rodeó mi cuerpo. Temblé y una manta me cubrió hasta los
hombros de inmediato. Además de una gran mano.
—Lo sé, escuché eso también. Terminaste la mayor parte de la comida. Aun así,
por lo menos deberías haber tomado una cucharada. Probablemente, ahora
tendrás hambre.
Ante sus palabras de broma, no me reí. Sólo cerré mis ojos y me encogí de
hombros. Entonces, él removió su mano de mi hombro y se rió de nuevo pero,
ya no sonaba tan alegre.
Por dentro, suspiré profundamente y me encogí aún más. Su boca se abrió de
nuevo.
—La semana que viene comenzará la temporada de siembra. Ese día haremos la
ceremonia. Tendrás que aparecer junto con la Emperatriz.
Anasis 44
Yeho | 예호

Debido a lo que dijo, me senté. La sábana que cubría mi cuerpo se deslizó hasta
mi cintura, pero no lo noté.
—Su Majestad, ¿a qué se refiere…?
—Eres mi Señora y otras Concubinas vendrán a celebrar. No tendría sentido que
no estuvieras.
—… ¿Es una tradición del Imperio del Norte?
Después de escuchar mi pregunta, me sonrió, mostrando sus brillantes dientes
blancos.
—Si así fuera, ¿entonces la Señora que se preocupa por la etiqueta más que su
profesor de modales saldrá? Sí. Además, la Señora es el puesto más alto entre
las Concubinas. La Emperatriz se parará a mi lado derecho y tú estarás en el
izquierdo. Las otras Concubinas se ubicarán según su rango.
Al escuchar su respuesta, bajé la cabeza.
Cuando me convertí en la Señora hace veinte días, las miradas que recibí fueron
muy agudas. Me pregunto cuán incómodo me sentiré ese día.
Tenía un vestido aún más elegante que el de la Emperatriz y me arrodillé en el
Palacio Purificado por los Cielos que es donde el Emperador reside y recibí el
título. Entonces, fui al Palacio que Abraza la Tierra, donde vive la Emperatriz.
Entré al salón, donde todas las Concubinas estaban paradas en una línea y le
mostré mis respetos a la Emperatriz. Mi rostro estaba cubierto con varios velos,
pero el sólo pensar en que alguien podría notar que soy diferente a otras mujeres,
me volvió más tímido.
Pensar en que tendré que pararme frente a todos durante la Ceremonia de la
Temporada de Siembra me congela el corazón. Además, esta vez, tendré que
usar un vestido tradicional, no uno de bodas y no podré cubrirme con un velo.
Pensando en mis preocupaciones, suspiré profundamente.
— ¿No quieres salir? —preguntó. Sin levantar mi mirada del suelo, sacudí la
cabeza.
—No…
—…Dime si no quieres salir.
—No es eso —respondí una vez más y cubrí mi piel desnuda con la sábana. Es
obvio que habrá rumores si no salgo.
Si fuera el espíritu malvado del Palacio Flower Fence, no me importaría, pero
ahora soy la Señora. No soy la Princesa de un Reino pequeño a quien no le
importa si está viva o muerta.

Anasis 45
Yeho | 예호

Soy la Señora que se mantiene en lo profundo del Palacio Purificado por los
Cielos…el tipo de Señora que tiene que ser cuidadosa con cada movimiento que
hace y pensar dos veces antes de hablar.
Mis fallos no son sólo míos. Puedo convertirme en su punto débil si no tengo
cuidado. Así que no puedo salir. Hay otras cosas en las que tengo que pensar,
mientras estoy afuera. Tengo que llamar a Soa de inmediato para hacer el vestido
para ese tipo de ceremonia y aprender lo qué debo hacer para no equivocarme.
Mientras pensaba, fruncí el ceño, él suspiró al decir:
—Si no quiere salir, entonces dímelo.
Le miré confundido.
—Te dije que no es eso. ¿Por qué sigues preguntando? —le pregunté y él frunció
el ceño.
—No luces bien.
— ¡Ah…!
Toqué mi rostro.
—Es porque tengo que pensar en los preparativos. Ya que no se nada, tengo que
ver qué clase de vestido tradicional deberé usar y aprender las tradiciones del
Imperio del Norte.
Él descansó su rostro en su mano.
—…Aunque no te gusta, ¿verdad?
Me está molestando un poco. Le dije que no es por eso, ¿por qué sigue
preguntando?
—No es que no quiera salir. ¿Por qué sigues preguntándome eso?
—Quiero escucharte decir que no quieres.
Cerré mi boca y abrí mis ojos. Entonces, él puso una sonrisa fría en su rostro
pero, de alguna forma, era solitaria.
—Después de ese incidente, nunca te escuché decir no.
Supe de inmediato a qué se refería. Fue el día en que le dije que quería dejar el
Palacio. El día en que le dije que quería ir con mi hermana. El día que me sostuvo
por primera vez.
Recordé ese día y evité su mirada.
—Has esto, has aquello, soy el que siempre quiere algo de ti. Aunque muestras
que no quieres, pronto te rindes y lo aceptas. Ni siquiera dices que no quieres
comer. Sé que les ordené darte una gran cena. No la comiste, pero no dijiste que
no querías comerla. Castigué al chef y de inmediato comiste hasta enfermarte.
Anasis 46
Yeho | 예호

¿Piensas que no lo sé? Hoy es igual, nunca muestras nada, no dices que es
demasiado, ni te niegas. Tampoco dijiste que te sentías mal. Como no me dices,
no puedo mostrarte que ya lo sé.
Mientras lo escuchaba en silencio, evité sus ojos. Vi la silueta borrosa de la luna
a través de la cortina cerrada. Él miró mi rostro y continuó.
—Has esto, has aquello, ama esto, odia aquello. Dilo, no hagas sólo lo que tienes
que hacer, di lo que quieres hacer. ¿Por qué ya no ves la lluvia? ¿Por qué no me
preguntas sobre las magnolias como solías hacerlo? ¿Siquiera viste el árbol de
magnolias en el jardín?
…No pude verlo. Soa me dijo sobre él.
Él movió un gran árbol de magnolias y lo plantó en el jardín. Ella se rió diciendo
que, como era demasiado grande los trabajadores tuvieron muchas dificultades.
Pero yo, ni siquiera pude pensar en poner un pie afuera. Estoy demasiado
aterrado de que alguien pueda verme caminando por el jardín.
Lo mismo sucede con la lluvia. Tengo miedo de lo que las personas puedan decir
sobre mí, si la Señora abre la ventana y muestra su cuerpo sin preocupaciones.
Sólo me quedo en el cuarto y escucho historias de Soa.
En el Palacio Flower Fence, no tengo que preocuparme de nada, pero aquí es
diferente. Hay muchos ojos en forma de criadas, sirvientes y guardias. Sé muy
bien que necesito ser muy cuidadoso con tantos ojos.
—Yeho —me llamó. Tomó mi brazo, probablemente se sintió angustiado al verme
observar la luna.
—Es demasiado frío para mi cuerpo durante las lluvias —murmuré con la cabeza
agachada. —Por eso, no pude ver el árbol de Magnolias, Su Majestad, lo lamento.
—Sigues sin negarte.
Soltó mi brazo, se puso de pie y se fue después de colocarse una bata. No me
atreví a ver su espalda y sólo permanecí quieto.
Con una fría voz llamó al eunuco, yo sólo arreglé la sábana. Después de que el
eunuco le ayudó a ponerse un hermoso atuendo, anunció que iría al salón de
reuniones.
¿Por qué el salón de reuniones?, me pregunté.
Le será incómodo dormir en ese lugar, ya que es para asuntos de gobierno.
Todavía tiene tiempo de ir al Palacio que Abraza la Tierra o si no le gusta ese,
podría ir con cualquier otra Concubina.
Aunque estaba pensando esto, no pude decirlo en voz alta. No pude decir nada,
mientras se dirigía al salón de reuniones.
Suspiré en silencio, me acosté y jalé la sábana para cubrir mi cabeza.

Anasis 47
Yeho | 예호

No haré como quiere. Me prometí que me ocultaría en este Palacio, aunque soy
demasiado estúpido como para deshacerme de mis celos. No veré la lluvia y me
rendiré con las magnolias, pero no puedo soportar el verlo en el cuarto de otra
mujer.
La razón por la que no digo lo que tengo en mente, es porque él podría dejarme.
La razón por la que no me niego, es porque podría enfermarse de mis quejas.
La razón por la que tengo en cuenta la etiqueta, la razón por la que me rendí con
tantas cosas y me oculté aquí, es porque si hago eso, nadie podrá echarme. Así
podré permanecer a su lado por más tiempo.
Ahora, ni siquiera puedo decir que me quiero ir. No puedo respirar sin él, así que
¿cómo podría dejarlo? Debería haberle abandonado cuando pude.
Este sentimiento que al principio era superficial, antes de que me diera cuenta
se volvió tan profundo y evita que huya.
Así que, cada noche, lloro en silencio. Cuando él se va a dormir, me coloco en la
esquina de la cama y cubro mi rostro para llorar.
Incluso ahora estoy llorando.

Anasis 48
Yeho | 예호

CAPÍTULO 11

—No luces bien, Su Alteza —dijo Soa preocupada, mientras sostenía el polvo. Le
sonreí levemente cuando respondí.
—No pude dormir bien.
— ¿Es debido a la ceremonia?
—Eso creo. Me preocupa que las personas me descubran y que pueda
equivocarme.
Estoy frente a un espejo, preparándome para la ceremonia.
— ¿Es debido a Su Majestad? —preguntó Soa con cuidado.
Le sonreí un poco incómodo. Después, escuché que fue al salón de reuniones y
se quedó allí. Sigo pensando que debería ir al Palacio que Abraza la Tierra, pero
no lo dije.
Si realmente fuera allí, o a alguno de los otros Palacios, probablemente, no podría
dormir.
Me odio por eso.
—Maquíllame más, para que no se den cuenta de que soy un hombre.
Cambié el tema y Soa suspiró, poniéndome más base en el rostro. Cuando se
detuvo, la miré.
— ¿Qué pasa? ¿Hay algo mal?
—No. Está listo, Su Alteza.
— ¿Es suficiente?
—Sí. Realmente no hace una gran diferencia. Su piel es muy suave y blanca.
—Es porque soy pálido. ¿Entonces, eso es todo?
—Delinearé sus ojos y aplicaré algo de labial, Su Alteza. Si fuera mejor, podría
haberle puesto sombra pero, como no estoy a cargo de ello, no puedo hacerlo.
—Está bien. Sería molesto llamar a otra persona. Has eso y arregla mi cabello.
Me da dolor de cabeza pensar que debo ponerme un binyeo4. ¿Cómo pueden
llevar las mujeres algo tan pesado en sus cabezas?

4
Es un accesorio que se lleva en el cabello. Sirve para sujetar los peinados y otros accesorios
más.

Anasis 49
Yeho | 예호

—Ya que no le gusta, preparé uno pequeño. Así, no tendrá que usar una peluca.
En su lugar, pondré un broche y una tela de seda. Haremos esto porque vendrán
otras Concubinas que usarán pelucas y accesorios elegantes, y la Señora no
puede ser menos que ellas. Es por su reputación, así que sopórtelo. No es tan
pesado.
Miré la larga tela de seda junto con el broche. Suspiré, al ver el paño celeste, que
casi se arrastraba por el suelo, decorado con destellos dorados, plateados e
incluso diamantes, sin embargo, es mejor que usar una peluca y un binyeo que
hacen que me duela el cuello.
Soa, delineó mis ojos con carbón y pintó un papel de rosa para que lo mordiera
levemente. De esa forma, el color se mantuvo en mis labios. Además, aplicó algo
de aceite con un pincel.
En el espejo, una mujer, me regresó la mirada, viéndose algo incómoda.
Soa, bajó el pincel y tomó el cepillo. Comenzó a organizar mi largo cabello,
aplicando aceite de incienso, delicadamente, para que el cabello no cayera en mi
rostro. Dividió mi pelo en dos secciones y lo trenzó. Colocó la parte superior en
un moño y la inferior en otro más pequeño. Para estabilizar el moño superior
puso un gran binyeo y decoró lo que caía por mi frente con horquillas.
La tela larga me estaba molestando, sin embargo, sólo puedo suspirar.
— Su Alteza, póngase de pie.
Me paré y, con cuidado, Soa organizó la tela de seda atada a mi cabeza, así como
mis ropas. Usó el color jade como base y otro más oscuro sobre el vestido de
manga larga. Ató un cinturón ancho con una flor elegante grabada en él,
alrededor de mi cintura.
El vestido tenía el color del agua en las profundidades. Para evitar que se alzara,
se extendía por mi espalda.
—Será incómodo caminar, de modo que deberá tener cuidado con cada paso que
dé —dijo Soa, mientras organizaba prolijamente el vestido que arrastraba por el
suelo.
— ¿Tiene que ser así de largo? El vestido de bodas era diferente.
—Ese fue hecho para orar por muchos nacimientos. El Festival de Siembra, que
sucede en esta temporada, requiere que el vestido se arrastre por el suelo para
representar el arado.
A sus palabras, asentí y mis hombros se congelaron al escuchar al eunuco
llamándome. Mientras salía lentamente del cuarto, seguí repitiendo el orden de
la ceremonia en mi cabeza.

Anasis 50
Yeho | 예호

CAPÍTULO 12

Alguien anunció la entrada de la Señora. Desde que entró al Palacio del Cielo
Purificado, nunca había salido. Todos los oficiales del gobierno y las Concubinas,
con ojos agudos, miraron a la Señora que entró a la Ceremonia. Sólo terminaron
conteniendo el aliento.
Esta mujer lucía demasiado frágil. Su cuerpo estaba cubierto con capas de telas
coloridas, pero lucía muy delgada, como si fuera a romperse en cualquier
momento. Su rostro, delgado y pálido, estaba tan limpio como el de un bebé. No
lucía…en verdad era muy débil.
Su piel, ni siquiera mostraba señales de tener maquillaje, su mirada era tranquila
y, sus labios parecidos a una flor, la hacían ver como una ilusión. Algunas
personas pensaron que volaba, debido a que el viento movía la tela de su vestido
y la hacía ver como alas transparentes.
Nadie respiraba con fuerza, ya que pensaban que podrían mandarla a volar.
Civiles y oficiales quedaron impresionados por la existencia de este tipo de mujer,
las Concubinas se asombraron de cómo la Señora, que cubrió su rostro por
completo durante las nupcias, en este momento, lo mostraba con claridad.
Justo después de que ella tomara asiento, entró la Emperatriz. Vestía una peluca
elegante, decorada con un binyeo dorado y un vestido de colores dorado, rojo,
negro y violeta. Esos cuatro colores estaban permitidos sólo para la Emperatriz.
Se puso de pie, al lado de la Señora, demostrando así, un gran contraste. La
elegante y maravillosa Emperatriz era la mejor, pero algunas personas no podían
quitar la mirada de la Señora, quien estaba de pie, en silencio, con su rostro
inclinado, luciendo más humilde que muchas personas pero sin verse pobre.
Las demás Concubinas, decoradas con elegancia, sólo podían morderse los labios,
mientras se sentían inferiores.
La Emperatriz se sentó y el Emperador entró. Tenía una corona y usaba ropas
doradas, rojas, negras y violetas. También sostenía un cetro decorado con frutas
de miqueliana, redondas y maduras, que representaba las semillas de la siembra.
El Emperador, caminó lentamente hasta el asiento de en medio y miró a la Señora
antes que a la Emperatriz. Sin embargo, nadie se quejó de su acto grosero, ni
siquiera la Emperatriz.
Así, el Festival de Cultivo comenzó…
En frente de la comida para la ceremonia, el Emperador leyó una larga oración
y, sosteniendo el cetro, se inclinó ante los cielos. A sus lados, la Emperatriz y la
Señora se arrodillaron y, cada vez que el Emperador se inclinaba, ellas ponían su

Anasis 51
Yeho | 예호

frente en el suelo frío. Cuando era el momento de la libación, la Emperatriz,


primero, le sirvió al Emperador, quien lo colocó hacia el Este y se inclinó de nuevo.
A continuación, la Señora le sirvió el licor y el Emperador lo colocó en el Oeste.
Justo cuando estaba por inclinarse, algunas gotas de agua cayeron del cielo.
Pronto, esas gotas se convirtieron en lluvia.
La precipitación que cae durante la temporada de siembra se considera sagrada,
de modo que todos se inclinaron ante el cielo.
Sólo el Emperador y la Señora se mantuvieron quietos. Ella estaba observando
al cielo que se cubría de nubes y el Emperador la observaba a ella. Las ropas de
la Señora se mojaron por completo y su brazo, largo y delgado, se elevó para
sentir la lluvia. De esta forma, daba la impresión de que estaba dándole la
bienvenida a un invitado. La imagen era tan natural, que las personas pensaron
que ella había traído la lluvia.
De esa forma, la temporada de siembra terminó.

***

El Emperador, secó el rostro pálido y mojado de Yeho por sí mismo.


—Nadie sabía que llovería.
Su Señora, ni siquiera podía hablar de lo mucho que temblaba. Esto hizo que
sintiera lástima por él.
—Tu cuerpo está frío por la lluvia. Soa, tráeme agua caliente, una toalla y ropas
nuevas. Trae algunas gruesas.
—Sí, Su Majestad.
Soa desapareció rápidamente, mientras él le quitaba las ropas mojadas a Yeho.
—D-Déjalo…y-yo…lo haré…
El Emperador sonrió al escuchar su voz temblorosa.
—Si vas a hablar sobre mí reputación, detente. Probablemente, no puedes mover
ni un dedo. Así que… ¿cómo vas a hacerlo?
Cubrió sus manos frías y delgadas con su mano derecha y le quitó, a Yeho, sus
ropas con la otra. Mientras lo hacía, Soa llegó con el agua caliente y la toalla, las
dejó y se fué rápidamente. El Emperador sonrió al ver a Soa, lavó el rostro, cuello
y cuerpo de Yeho con la toalla.
Anasis 52
Yeho | 예호

—Déjame hacerlo. No se supone que hagas estas cosas. También estas mojado
¿No?
Seguía temblando un poco, pero ahora podía hablar apropiadamente. Sin
embargo, el Emperador siguió ignorándolo y limpiando su cuerpo.
—Aun así, no siento frío debido a la energía que gané por mis entrenamientos de
artes marciales. ¡Ah! Te dije que te quedaras quieto. Tu piel se siente helada.
Después de esto ve dentro de las sábanas, mientras Soa busca las ropas calientes.
De cualquier forma, esto es un problema. Es cálido para sembrar, pero todavía
no puedes soportar este clima, ¿cómo vas a pasar el invierno?
—…Ya pasé un invierno aquí, Su Majestad. Fue muy duro, pero no fue tan malo.
—No importa. Si hubiera sabido que llovería, no te hubiera llevado allí. Te
enfermarás si pasas frío. Tsk~
Alejó la toalla y envolvió la sábana alrededor de sus hombros, moviendo el cabello
que se pegó a su rostro pálido.
—Es algo bueno que haya llovido. Significa que habrá una buena siembra en el
año. El Emperador anterior nunca tuvo una. Cada tanto tenía buenas cosechas,
pero nunca llovió durante el Festival —dijo Yeho, mientras desviaba su mirada
hacia la ventana. La lluvia era mucho más débil que antes. Al parecer, se detendrá
pronto.
—Todos dicen que tú trajiste la lluvia.
Después de escucharlo, hubo un corto periodo de silencio antes de que Yeho se
girara hacia él. En sus tranquilos ojos, no se expresaba nada.
—Las personas dicen que la Princesa Sooyoung de un pequeño Reino, es el hada
de un Dragón.
— ¿El hada…de un Dragón? —repitió lentamente, el Emperador rio.
— ¡Ah! Probablemente no lo sabes. Es una historia del Imperio del Norte. Escuché
a los niños hablando de ella en las calles mientras patrullaba. Uno de los orbes
del dragón tiene el poder de hacer que llueva. Un día, el Dragón perdió ese orbe,
el cual perdió su control y se convirtió en gotas de lluvia, cayendo a la Tierra. El
Dragón se sintió desesperado y se convirtió en un humano para buscar el orbe.
Las gotas que conformaban el Orbe, cayeron sobre un árbol, un océano, un río y
la pluma de un pájaro…de cualquier forma, él recolectó todas las gotas que
cayeron por el mundo, finalmente, encontró la última, pero había un problema…la
gota estaba en los lagrimales de una mujer que no podía llorar. Así que… ¿cómo
podría obtenerla? El Dragón lo pensó varias veces y decidió darle todas las gotas
que recolectó. La mujer ganó el poder del Orbe, así podía controlar la lluvia. De
esa forma, se convirtió en el hada del Dragón que nos envía la lluvia.
El Emperador le mostró una sonrisa incómoda como si fuera un simple hombre.

Anasis 53
Yeho | 예호

—Es aburrido. Lo escuché de un chico, pero él la contó mejor que yo. La historia
era más larga y mucho mejor…al parecer no puedo ser un cuentacuentos.
—Fue divertida, Su Majestad.
Yeho sonrió gentilmente, y añadió en broma:
—Aunque sigue sin tener sentido que sea el hada de un Dragón. Ni siquiera soy
una mujer.
El Emperador estaba extremadamente feliz al ver, después de tanto tiempo, que
Yeho reía. Cuando dejó de negarse, su sonrisa también desapareció. Cada vez
que lo notaba, el dolor en su corazón se volvía insoportable.
Aun con ese dolor, no podía dejar que Yeho se fuera. Sentía que si lo hacía,
terminaría enloqueciendo y cortando el cuello de Yeho sin notarlo, así que decidió
ignorar el dolor.
Al estar feliz debido a la débil sonrisa de Yeho, se rio una vez más. Envolvió su
rostro y lo besó con una sonrisa. Yeho aceptó sus labios pero, un momento
después, dio un paso atrás para separarse.
—Está haciendo frío y sigues teniendo tus ropas mojadas. Te enfermarás. Dile al
eunuco que traiga ropas nuevas.
Al escuchar su voz preocupada, la sonrisa del Emperador se profundizó. Esa parte
de él no cambiaría.
—Deberías ayudarme. No es sencillo quitarse las ropas mojadas.
El Emperador, sonrió traviesamente y Yeho evitó sus ojos.
—Te ayudaré cuando le digas que te traiga ropas nuevas.
— ¿Para qué?
— ¡Su Majestad! —le reprendió ligeramente, pero el Emperador no perdió la
sonrisa y se inclinó para besar su delgado hombro.
—No digas nada y ayúdame a quitarme las ropas.
Yeho se rindió y suspiró…

Anasis 54
Yeho | 예호

CAPÍTULO 13

Me puse de pie lentamente y me vestí con la bata que Soa dejó. Toqué mi cabello
despeinado que cubría mis ojos, cuando me giré, lo vi durmiendo con su pecho
desnudo. Subí la sábana, que apenas cubría su cintura, todo el camino hasta sus
hombros y me bajé de la cama.
Por la ventana abierta pude ver la lluvia cayendo, ante el cielo oscuro, fruncí el
ceño. Si él pasa otro día en cama, comenzarán a circular rumores de nuevo.
Probablemente, no digan nada enfrente suyo, pero siempre hablan a sus espaldas.
Algunas veces, escucho a las personas decir que Su Majestad me convirtió en su
Señora demasiado rápido y que, ni siquiera, puede salir de entre mis piernas.
Soa nunca me dice nada, pero no puede bloquear a las sirvientas que chismean
bajo la ventana.
Miré por la ventana, desde donde puedo escuchar la lluvia con claridad. Las gotas
en la noche, dan la ilusión de que todos han dejado de respirar. Parece que todos
los sirvientes que, durante el día, se mueven de un lado para el otro, se
encuentran en sus cuartos.
Sólo se escucha la lluvia.
Realmente, ha pasado mucho tiempo desde que saqué la mano por la ventana.
Las gotas cayeron sobre mi piel desnuda. Reí, mientras recordaba el Festival de
la Cosecha. Como siempre estoy en mi cuarto mirando el exterior, era la primera
vez que me mojaba bajo la lluvia. Estaba congelado pero, realmente, se sintió
bien.
Pensar en la lluvia me recuerda las Magnolias. Ahora que cruzaron mi mente,
quiero ir a verlas. Creo que, debido a que es tarde y está lloviendo, no habrá
personas en el jardín.
Es un capricho repentino, además, cuando miré a la cama, él ni siquiera movió
un dedo. Estaba descalzo, así que me acerqué a la cama para ponerme los
zapatos de seda. Me siento desolado al pensar que uso calzado de mujer que ni
siquiera mi hermana puede usar, pero bueno…ya estoy acostumbrado.
En silencio, caminé hacia el armario para conseguir un manto largo que cubra mi
rostro. Lo único que tengo puesto es una túnica para dormir, así que saqué el
manto grande de invierno y cubrí mi rostro.
Abrí la puerta despacio y me encontré a Soa, quien me miraba sorprendida.
Toqué mis labios con mi dedo para señalarle que se quede en silencio.
—Su Alteza —susurró, sólo le sonreí.

Anasis 55
Yeho | 예호

—Quiero ir a ver las magnolias. Estoy yendo en secreto. No hay nadie aquí,
¿verdad?
—Puede ir cuando salga el sol…le llevaré…
—No quiero que me miren demasiado. Estaré allí un momento, así que espera
aquí.
Soa suspiró.
—Probablemente, no sabe cómo llegar, ¿podrá ir por su cuenta? Le guiaré. Pero
no puede quedarse por mucho tiempo, así que debe regresar tan pronto como
pueda.
Soa tenía razón, por lo que asentí con mi cabeza. Miró los alrededores y me
dirigió. La seguí a través del oscuro laberinto que forman los corredores y,
después de muchas vueltas, llegamos.
— ¡Ah…!
Quedé asombrado mientras veía el gran árbol de magnolias en el jardín.
Como Soa dijo, es enorme. Es increíble que lo hayan movido aquí. Las flores se
abrieron a comienzos de la primavera, así que muchas se han caído y la mayoría
son brotes nuevos.
Aun así, hay algunas flores que se sacuden con la lluvia. Inconscientemente,
intenté entrar al jardín, pero Soa me detuvo muy rápido.
—Se mojó con la lluvia durante el día, así que no puede salir.
—Sólo me acercaré un poco. De cualquier forma, tenemos que volver pronto. No
hay nadie más aquí, será sólo un momento, Soa. Tú quédate aquí.
—Su Alteza…
—Te dije que te quedes. Tienes que cuidarme cuando me enferme, así que no
puedes mojarte.
Lo dije en broma pero, con una expresión que demostraba su inconformidad, Soa
se quedó quieta. Le sonreí y salí al jardín.
Debido a la lluvia, mi largo manto se mojó de inmediato. Me lo quité y, de
inmediato, sentí las gotas tocando mi rostro.
Me reí, pensando en que no podría hacer esto, ni en broma, durante el invierno.
Estaba tocando la lluvia con mi mano, mientras caminaba lentamente hacia el
árbol de magnolias. Un pétalo no soportó las gotas y cayó justo frente a mí. Tomé
la flor, suave y dura, y volví a mirar el árbol.
La lluvia caía entre las hojas, el cielo oscuro que se mostraba entre las ramas, de
alguna forma, lucía solitario. Toqué una de ellas y giré mi cuerpo.

Anasis 56
Yeho | 예호

Es tiempo de volver. No podemos quedarnos afuera demasiado debido a que Soa


está trabajando, además, me enfermaré como bromeé, si me quedo afuera
demasiado tiempo.
Y, si alguien me ve, será difícil soportar el rumor que se llegue a extender acerca
de cómo la Señora sale en secreto durante las noches lluviosas.
Vi algunas flores de magnolia y tomé un pétalo, así que estoy satisfecho.
— ¡Yeho!
Soa y yo nos sorprendimos cuando escuchamos a alguien gritar mi nombre.
Miramos en dirección de los dormitorios y escuchamos una voz masculina de
nuevo.
— ¿Dónde está la Señora? ¡¿Cómo puede ser que no notaran su desaparición?!
¡¿Dónde está Soa?!
—Su Majestad, permanezca aquí, traeremos a Su Alteza… ¡Su Majestad! ¡No tiene
sus zapatos, Su Majestad!
Caminé rápidamente fuera del jardín, mientras escuchaba las voces en pánico,
pero él fue más rápido. Entró al jardín sin siquiera atarse la túnica para dormir y
sin calzado.
—Su Majestad…
Suspiré, y él cruzo el jardín.
— ¡Su Majestad, si viene de ese modo…! —grité en pánico, pero no pude terminar
mis palabras, mi boca quedó bloqueada por sus brazos.
Al sentir su pecho desnudo, mis mejillas se sonrojaron. Luché un poco y su fuerte
abrazo apretó su agarre aún más. No puedo moverme.
— ¿Estabas afuera, en el jardín? —susurró sobre mi cabeza y su voz tembló.
Quizás se deba a la lluvia.
Estaba intentando asentir, pero me di cuenta de que no podía mover mi cuerpo,
así que abrí la boca.
—Sí. Salí hace poco, estaba por volver adentro.
Después de escucharme, relajó sus músculos. Ahora puedo moverme, por lo que,
me saqué el manto y cubrí su cabeza.
—Ni siquiera estás usando tus ropas apropiadamente. Te mojarás.
—…Saliste a la lluvia.
Ignoró mis palabras y yo le miré confundido.
— ¿Su Majestad?

Anasis 57
Yeho | 예호

—Viniste a ver las flores de magnolia, ¿verdad? ¿Yeho?


—Sí —respondí y él suspiró con fuerza.
—Deberías haberme despertado si querías ver las flores. Deberías usar ropas
apropiadas si vas a mojarte. A penas tienes una túnica y un manto largo.
—No pude despertarte, estabas durmiendo profundamente. Regresaría rápido,
además, no pensaba mojarme…
Arrastré mis palabras, mientras me giraba hacia las magnolias.
—…Son hermosas. No pude permanecer lejos. Una flor tan hermosa…debería
haberlas visto antes de que cayeran.
Sí. Debería haber hecho eso, pero me estuve conteniendo. Como le temía a los
ojos de las personas durante el día, debería haber venido en la noche.
Estoy algo decepcionado al verlas caer.
Una mano se acercó y tocó mi rostro. Me giré y lo vi mirándome.
—Te enfriarás. Vamos adentro.
— ¡Ah, sí, Su Majestad!
Giré mi cuerpo, él puso mi manto sobre mi cabeza. Debido a eso y por el peso
repentino bajé la mirada y vi mis pies cubiertos de lodo. Esa escena tocó algo
dentro de mí. Me hizo darme cuenta que actúe impulsivamente, en verdad lo
lamento.
¿Qué era tan urgente para ver las flores, cuando Su Majestad está aquí? Y todos
los eunucos lo siguieron en pánico, así que todos me vieron.
Incluso llené todo de barro.

Anasis 58
Yeho | 예호

CAPÍTULO 14

Mientras caminábamos dentro del cuarto, sus brazos y el manto me envolvían.


Le di el abrigo a Soa y le dije que trajera agua caliente y una toalla, para después
meterlo en la cama.
— ¿Por qué corriste en pánico? No es como si fuera a irme a alguna parte.
Tomé la toalla y el agua de Soa, mientras le preguntaba. De alguna forma,
cuando me miró para responderme, sus ojos parecían vacíos.
— ¿No irás a ninguna parte? —repitió, y yo le pregunté:
— ¿Pensaste que me iría?
—Ah… —respondió, me arrodillé frente a él con la toalla húmeda, riendo.
— ¿A dónde iría? ¿Cómo podría evitar los ojos de los guardias, sirvientes y
eunucos para salir del Palacio Purificado por el Cielo?
—Tú…
Hablaba mientras secaba sus pies.
—…Me sonreíste…era la primera vez desde que viniste aquí. Me fui a dormir
viendo esa sonrisa, pero cuando desperté, ya no estabas. Mi corazón se hundió.
Pensé que me sonreíste para huir de mí. Eso hizo que mi mente se quedara en
blanco.
Estaba hablando de manera ausente, me giré hacia él, me devolvió la mirada y
continuó
—Durante el Festival de la Cosecha parecía que ibas a desaparecer. Como si
fueras a derretirte con la lluvia o a volar en el viento. Incluso ahora, parece que
desaparecerás bajo el árbol de magnolias y la lluvia.
Lucía como si estuviera soñando, así que borré mi sonrisa. Él envolvió mi rostro
con sus manos.
— ¿Volverás a ser como antes?
Cerré mi boca, pero él no pareció preocuparse por si respondía o no.
— ¿Sonreirás, mirarás la lluvia y el árbol de magnolias de nuevo? O… ¿estás
sonriendo para huir de mí? Yo…no lo sé, Yeho. No me gusta cuando no sonríes,
aunque en realidad me pone muy nervioso que sonrías de ese modo.
Jaló de mi brazo. Estaba arrodillado, pero ahora su rostro se está apoyando en
mi hombro y, con firmeza, envolvió mi cintura con sus brazos.

Anasis 59
Yeho | 예호

—Su Majestad…
—Dime. Dime que te quedarás como mi Señora. Dime que siempre te quedarás
como mi Señora. Dime que sonreirás como mi Señora, mirarás la lluvia como mi
Señora y observarás el árbol de Magnolias como mi Señora. Dime que esperarás
a que florezca todos los años a mi lado.
No pude decir nada.
¿Cuál es el punto de prometerle que estaré a su lado? No puedo hacerlo sólo
porque quiero. A pesar de que en lo profundo de mi ser, quiero hacerle esa
promesa y usarlo como excusa para permanecer hasta que está débil vida
termine.
Pero, sé que no puedo hacerlo. Llegará el día en que me convertiré en su
debilidad, y sé, por seguro, que si intento mantenerme dentro de sus brazos sólo
lo empeoraré.
Incluso ahora soy su punto débil. Todos los rumores son culpa mía, así que no
puedo negarlo.
Todavía no he manchado su reputación como Emperador, pero sólo es cuestión
de tiempo…
Soy egoísta, lo sé. Quiero quedarme tanto tiempo como pueda. Como él dijo,
quiero sonreír siendo su Señora.
No, no me importa no serlo. Sólo quiero estar con él…no me importa ser el
espíritu maligno del Palacio Flower Fence. Mientras no lo arruine, quiero
quedarme a su lado.
Por eso me escondo, no veo la lluvia ni el árbol de magnolias. Sólo porque quiero
estar a su lado…aunque sea un sueño estúpido, quiero soñar por tanto tiempo
como pueda.
Eso me hizo reír. Estoy parado sobre hielo frágil, pero ¿qué es lo que hice hoy?
Debido a la historia que me contó, mi corazón se debilitó y caminé afuera
descuidadamente, aumentando su debilidad.
Este error no es sólo mío.
Giré mi cuerpo, empujándolo, estaba tan disgustado conmigo mismo, que no
podía permanecer de pie. Me odio tanto que no puedo soportar quedarme en sus
brazos.
—Yeho~
Me jaló y me llamó de nuevo. Giré mi cabeza a un lado y la cubrí con mis manos.
—Yeho, ¿por qué estás llorando? Aunque te cubras, lo sé. Estás llorando. ¿Qué
sucede? ¿Huh? Sonreíste, estabas sonriendo, no llores, sonríe. Háblame mientras

Anasis 60
Yeho | 예호

sonríes. Está bien mentir. No me importan las falsas promesas. Así que dime que
siempre te quedarás como mi Señora.
—…No… —Cubrí mi rostro y, tragando mi llanto, susurré: —No hagas eso. No
prometas lo que no puedes. Sonreír, mirar la lluvia y esperar por las
magnolias…no puedo prometerte eso. Como soy una persona tonta, llegará el
día en que olvide mi posición. Pero no puedo prometer que siempre será como
hoy.
Estaba conteniendo mi llanto tanto como pude, pero los sollozos salieron. Intenté
alejarme, pero sus brazos eran cadenas que se apretaban con fuerza a mí
alrededor.
—Estoy increíblemente enojado contigo —dijo en mi cuello como si me gruñera.
—Siempre rechazas lo que intento darte. Siempre pareces hacer lo que quieres,
pero nunca te ofreces a mí. Te dije que sonrieras, que te negaras si no quieres.
Puedes comportarte mimado conmigo. Soy el Emperador, el dueño del mundo,
pero frente a ti Yeho, en frente de ti, me vuelvo realmente inútil. Sin importar lo
que haga, no logro verte ser feliz. Eso me deja increíblemente enojado.
Cuando terminó, bajó mi túnica. En este momento, está completamente oscuro,
así que hace frío en el cuarto. Mis hombros temblaron debido al clima. Él agarró
mi rostro y me hizo mirarle. Mis lágrimas mojaban sus manos.
— ¿Por qué no puedes darme un poco de tus sentimientos?
Su voz sonaba enojada pero, al mismo tiempo, era triste. Sus susurros eran muy
bajos, como si salieran de lo profundo de su ser.
— ¿Cuándo dejarás de tener miedo y pensar en huir?
Porque no puedo confiar en ti… pensé, mientras le observaba con tristeza.
Porque no puedo confiar en mí mismo, porque no puedo confiar en este Palacio,
porque no puedo confiar en el mundo.
Pero no puedo decirlo en voz alta. Si lo digo, él dirá que confíe. Dirá que no tengo
que confiar en el mundo, en el Palacio o incluso en mí mismo, sino sólo me dirá
que confíe en él.
Me prometerá todo porque es el dueño del mundo. Entonces…si eso sucede,
terminaré confiando en él.
¿Qué sucederá entonces? ¿Todo lo que dice se volverá real? ¿Esta Majestad, que
puede obtener todo lo que quiere se quedará conmigo para siempre?
No, antes de eso, ¿otras personas me abandonarán porque me convertí en la
única Señora con su afecto? ¿Qué pasará con la Emperatriz? Esto herirá su gran
orgullo.

Anasis 61
Yeho | 예호

Ella luce como el tipo de persona que no aceptará que alguien como yo lastime
su orgullo. ¿Qué pasará si intenta encontrar mi debilidad? ¿Qué pasará si sucede
algo que él no pueda controlar? ¿Qué sucederá cuando duela como si fuera a
morir, sabiendo que no puedo hacer nada al respecto?
Ahora ni siquiera sé a qué le tengo miedo. Ya sea que me preocupo por el dolor
o porque él salga herido.
Cerré mis ojos, incapaz de decir algo. Lo único que puedo hacer es asustarme y
ocultarme.
Entonces, escuché una voz grave riéndose.
—De nuevo, no dirás nada. Sí. Sólo sella tu boca. No me des nada, sólo lo tomaré
de ti.

Anasis 62
Yeho | 예호

CAPÍTULO 15

Era difícil creer que este cuerpo frágil pertenece a un hombre. Lo sostengo todos
los días, pero como esta sed nunca desaparece, es doloroso. Me siento codicioso,
pero tengo miedo de romperlo y que eso me haga sentir aun más dolor.
Ese pecado grita por dentro. Grita como un plebeyo en las calles.
Esta maldita atracción.
Le atesoro. Le atesoro tanto que no puedo hacer nada.
El Emperador puso su rostro en el cabello marrón de Yeho que brillaba por la luz
lunar. Lo tocó con su mano, atesorándolo más que nada.
Miró su mandíbula suave en su rostro blanco y liso, pero con hermosos ojos.
Como un ciervo atrapado durante la caza, sus ojos marrones puros siempre
mostraban dolor.
Pero si él es el ciervo, no me dolería ver esos ojos llenos con lágrimas. Estaría
feliz de atraparlo para cortarle la garganta.
¿Dejaría de doler si le corta la garganta?
El Emperador sonrió brutalmente. A pesar de que no tenía nada a lo que temer,
le rogó. Siempre huía porque tenía demasiado miedo. ¿Cuál fue el punto de
salvarle la vida?
Es un mero hombre. ¿Por qué lo eligió entre otros hombres y mujeres? Hay otros
más hermosos que él. Hay otros más jóvenes y apuestos. Lo mismo sucede con
las mujeres.
Hay muchas mujeres y hombres a su alrededor, y si les da una mera señal, todos
se arrastrarán y se inclinarán ante él.
Y sin embargo, ¿por qué debía ser ese hombre? No tenía que ser él, ¿entonces
por qué lo eligió?
Aun así… Pensando de nuevo, ese maldito afecto… Me pregunto si él sabe por
qué lo llamo amor. Si amas a alguien por su apariencia, entonces ese amor en
realidad es por el bien de alguien más. Si la amas por coquetería, entonces no es
nada especial.
Detrás de la locura, la tristeza era insoportable. Dio un paso atrás y cubrió su
rostro. Después de que la furia desapareció, el sentimiento de vanidad surgió
desde el fondo de su ser.

Anasis 63
Yeho | 예호

Salió de la cama y se puso la túnica. Cuando abrió la puerta, vio a la sirvienta de


pie a un lado de la puerta. Ella lo llamó, sorprendida de verlo, y él le devolvió la
mirada mientras cerraba la puerta.
Aunque salga, no tiene ningún lugar al que ir. Si va al salón de reuniones, este
complicado sentimiento no desaparecerá. No quiere ir al Palacio de la Emperatriz,
y si va con alguna Concubina, se sentirá peor cuando mire sus rostros y huela el
maquillaje.
Giró su cuerpo y regresó a la cama, donde lo encontró temblando. En la esquina
de la cama, él estaba agachado y temblando.
¿Qué es esto?
El dolor que lastimaba su corazón le hizo tocar su pecho inconscientemente.
¿Por qué está llorando solo? Como si estuviera esperando a que dejara su lado.
—… ¿Por qué…?
Su voz ronca estaba húmeda. Sintió que algo le golpeaba cuando observó sus
ojos marrones preguntándole por qué estaba allí.
Siempre llora de este modo. En un lugar que no sé cuando no estoy. Ni siquiera
hace un sonido, si no fuera porque está respirando. Sólo sé cómo controlarlo a
través de mi codicia, pero no sabía que lloraba de este modo. Como me sentí
desesperado, sólo cuidé de mi cicatriz sin saber que estaba lastimando a esta
persona tan frágil.
Estaba enojado con él.
Sus rodillas perdieron la fuerza por la vergüenza.
Nació como Emperador y fue criado como tal, pero se arrodilló por primera vez
en la vida frente a alguien más.
—¡Su Majestad!
Miró a Yeho que corría hacia él, llamando su nombre. Yeho no dijo nada, sólo
sacudió su cabeza.
—No… No…
Tomó su brazo y jaló tan fuerte como pudo.
—No hagas esto… No… No puedes hacer esto.
Su voz temblorosa se sentía desesperada. El Emperador levantó su brazo con
fuerza y tocó su rostro.
—Lo lamento…
Cuando Yeho se enfermó esa vez fue la primera vez que se disculpó.

Anasis 64
Yeho | 예호

—Su…
—Lo lamento…
Yeho estaba sorprendido, y el Emperador sonrió ante su expresión. Estaba de
rodillas, abrazando a Yeho por el cuello.
—¿Lo sabías? Aun así, no puedo dejarte ir.
La luz de la luna brillaba sobre su sonrisa triste.

Anasis 65
Yeho | 예호

CAPÍTULO 16

Ha pasado un tiempo desde que vine al Palacio Cerco de Flores. Estamos a doce
días desde el Festival de Cosecha en la temporada de siembra.
Cuando amaneció, Soa me guió aquí. Como la residencia está alejada del Palacio
Purificado por los Cielos, dijo que enviaría el carruaje del Emperador, pero lo
rechacé. No estoy acostumbrado a usarlo, y no quiero interactuar con extraños.
La brisa de la mañana es muy fresca. Caminé bastante rápido, así que pude llegar
antes de lo esperado.
Varias flores hermosas plantadas por el Palacio florecieron hermosamente.
Algunas todavía tenían rocío en sus hojas.
—Ha pasado tiempo. Nunca vi las flores florecer en este Palacio —dije. Soa se
dio la vuelta y sonrió.
—Sí, Su Alteza. Llegó durante el invierno, y ya han pasado siete meses desde
entonces.
—¿En serio? No me había dado cuenta.
Estaba tocando los pétalos de una flor cuando le respondí. Varias cosas
sucedieron, asi que estoy sorprendido por el tiempo que pasò.
Vine aquí a morir en lugar de mi hermana. No morí, y aunque soy un hombre,
me convertí en la Concubina del rango más alto de este país.
¿Qué hay más divertido que eso?
Dejando de lado el primer mes, viví en este Palacio por seis meses. Estoy feliz de
venir a visitar. Después de la noche cuando se disculpó conmigo por no poder
dejarme ir, estábamos algo incómodos con el otro, pero de repente me dijo que
visitara el Palacio Cerco de Flores.
Estaba algo confundido, sin embargo no me desagrada porque me gusta este
Palacio.
—Me pregunto qué está pensando —murmuré mis pensamientos en voz alta. Soa
me miró confundida.
—¿Perdón?
—Su Majestad. Me pregunto por qué me dijo que viniera aquí.
Soa sonrió al escucharme, y yo la miré sorprendido al ver su sonrisa.
—Hay algo, ¿verdad? Lo sabes. ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué no me dices?

Anasis 66
Yeho | 예호

Le cuestioné sin parar a respirar, pero Soa sólo sonrió. Me distraje con su sonrisa,
y abrí la boca de nuevo, cuando escuché mi nombre y dejé de respirar.
—Yeho.
No pude darme la vuelta. Tengo demasiado miedo de haber escuchado mal.
—Yeho.
Escuché mi nombre de nuevo, y torcí mi rígido cuerpo para ver a la persona a mi
espalda.
Vi a mi hermana sonriéndome en el jardín del Palacio Cerco de Flores.
Inconscientemente me froté los ojos, pero ella no desapareció. Sigue siendo
pequeña y con un rostro blanco.
Estaba de pie con lágrimas en sus grandes ojos que la hacen ver como si no
estuviera ni llorando ni riendo.
A penas pude mover mis pies. Caminé lentamente hacia mi hermana, y me paré
frente a ella. Todavía no tiene maquillaje en su rostro, pero sus ropas son
hermosas, y está usando una horquilla simple para sostener su cabello,
simbolizando que está casada.
—Es mi hermana.
Pude hablar a duras penas porque estaba conteniendo mi llanto.
—Mi hermosa hermana vino.
Ella terminó derramando sus lágrimas.

Anasis 67
Yeho | 예호

CAPÍTULO 17

—Mira esto. Tengo la vida lujosa que tú no pudiste tener. No viste este tipo de
norigae 5antes, ¿verdad?
Estaba hablando con mi hermana en mi antigua habitación.
—Sí, es verdad.
—Lamento que no luzca como un hermano. Ahora parecemos hermanas.
—Sí, eso es verdad.
—Entonces, ¿cómo está tu amado? No, debería llamarle hermano ahora. ¿Cómo
está él?
Ella sonrió como nunca antes la había visto sonreír.
—Sí, él está bien. Probablemente se siente nervioso de pie frente al Palacio
Imperial.
—¿Huh? ¿Está aquí también? ¿Entonces te dejó entrar por tu cuenta? —le
pregunté sorprendido, y ella se rió.
—¿A qué te refieres? Se pondrá triste si te escucha. Quería entrar, pero sólo me
lo permitieron a mí.
—¿Permitir? ¿Quién?
Pensé en él al mismo tiempo que hablé. La repentina realización me dejó en
blanco, y mi hermana pequeña puso una expresión sombría.
—Me dijo que casi se convierte en mi esposo. Estaba confundida al principio,
pero entonces me di cuenta. Fuimos muy groseros con él. Mi esposo y yo casi
nos desmayamos.
—… ¿Su Majestad…?
—Sí. Vino a vernos en esta ciudad.
Me sorprendí al escucharla.
—¿Ustedes estaban en la ciudad?
—Sí, vinimos a buscarte.
No pude pensar bien con sus palabras. ¿Vinieron a buscarme?

5
El norigae es un accesorio que se utiliza en las túnicas chinas, colgados del cinturón.

Anasis 68
Yeho | 예호

—Estaba preocupada por nuestra Casa cuando me fui. Mi esposo contrató a una
persona en secreto para investigar, pero él nos dijo que tú y madre
desaparecieron. No eres un criminal, así que tu rostro no se encontraba en ningún
poster de buscados. Estaba confundida. No pensé que habrías enviado a otra
persona en mi lugar. No tenía idea quién fue en mi lugar. Así que busqué a madre.
Las personas dijeron que ella dejó la casa como si estuviera huyendo, y seguí su
rastro. Al parecer ella se volvió a casar, pero no te vi en ninguna parte. Así que
pensé que podrías haber ido al Imperio del Norte. Ellos en verdad pensaron que
la Princesa Sooyoung fue enviada, y no había forma en que pudieran encontrar
en un sólo día a un reemplazo, así que pensé en ti. Por eso vine a este país. Pero
no había forma en que pudiéramos entrar a Palacio, o buscar a alguien para que
entrara. Mi esposo intentó encontrar una conexión, creo que por eso él escuchó
sobre nosotros. Vino en persona y me permitió entrar. Me dijo que nadie sabe
quién eres, así que actuar descuidadamente traerá problemas. Por eso entré ayer
en la noche por la puerta trasera de este pequeño Palacio. No creo que pueda
hacer nada más en secreto. No puedo soportar lo rápido que latía mi corazón.
Estaba sonriendo y bromeando, así que le devolví la sonrisa.
Este era su propósito. Me dijo que viniera a caminar hasta el Palacio Cerca de
Flores para que pudiera ver a mi hermana.
Mientras pensaba esto, ella tomó mi brazo.
—Cuando supe que viniste al Imperio del Norte, mi corazón se detuvo.
Después de escucharla, la miré, y vi que su rostro estaba lleno de lágrimas de
nuevo.
—¿Por qué hiciste algo como esto? ¿Sabes lo frío que es el Imperio del Norte?
No lo diría si tu salud fuera buena, ¡pero encima estabas disfrazado como mujer!
Me enfermé pensando que algo podría haberte sucedido. Lloré un montón. Le
agradecí a los Cielos cuando no escuché de ninguna Concubina hombre siendo
ejecutada cuando entré a la ciudad. Pero me preocupé un montón porque no
sabía cómo estabas.
—¿Por qué te preocupas? ¿Por qué volviste? El clima es frío, tú tampoco puedes
soportarlo. Lo mismo le sucede a tu esposo. Si él se fue contigo, entonces ambos
deberían haber vivido bien. ¿Por qué se preocuparon por mí? Tú y tu esposo son
parecidos. Son demasiado buenas personas —le regañé, y ella me miró enojada.
—No digas cosas malas. ¿A quién le gustaría si te lastimas por mi bien? ¿Huh?
—No sabía que las cosas terminarían de este modo. Comencé sin saber que todo
se volvería tan complicado —le sonreí, y ella suspiró.
—Es mi culpa.
—No digas eso. Si hubieras sido tú entonces todo sería un problema mayor.
Llorarías por tu esposo y eventualmente morirías de la angustia.

Anasis 69
Yeho | 예호

—Aun así no me siento bien al verte así. Un hombre normal en el Palacio, ¿y se


convierte en Señora? No tengo palabras.
—Hermana.
—Pensé que estaba agradecido de que vivieras. Sí, sigo estándolo. También
agradezco lo que hace por ti. Parece atesorarte bastante. Fue realmente bueno
y respetuoso hacia una simple esposa de un comerciante, y yo sé que es todo
gracias a ti. Dijo que estabas teniendo un tiempo difícil, así que debería entrar
para hacerte sentir mejor.
No pude cerrar mi boca ante las palabras de mi hermana. ¿Le dijo todo eso?
Ella leyó mi expresión y asintió.
—Me dijo eso. Pero sigo sin sentirme bien. Tú eres un hombre. Cuando escuché
que estabas teniendo un tiempo difícil me sentí aún peor. Dime, ¿es tan duro?
Cerré mi boca y me giré. Ella me está mirando con lástima.
—Dime, ¿es duro? Si quieres, puedes dejar el Harem y venir conmigo.
—¡Hermana! —le grité sorprendido. —¿Estás loca? ¿Quieres que tu esposo sea
asesinado? ¡Nunca vuelvas a decir algo como eso!
—Yeho.
—¡Algo tan horrible! Nunca vuelvas a decirlo —le repetí severamente, y ella se
detuvo por un segundo antes de continuar.
—No pienses a mí por un segundo. Piensa en ti.
—…
—¿Quieres quedarte como mujer? ¿No quieres sostener a una mujer?
Mi rostro enrojeció por sus palabras.
—Aprendiste algunas cosas malas después de casarte.
—Lo digo en serio, Yeho. ¿No eres un hombre también?
No pude responderle mientras miraba a los ojos de mi hermana. Está preocupada
por mi. Preocupada porque esté viviendo de forma lamentable y sacrificándome.
Antes de hablar me calmé a mí mismo.
—Hermana, lo tengo en mi corazón.
—¡…!
—¿No piensas que es divertido que un hombre ame a otro hombre?
—Yeho…

Anasis 70
Yeho | 예호

—En realidad, estoy teniendo dificultades por eso mismo. Si me quedo a su lado
por mi codicia… Sabes cómo soy ahora mismo.
Una sonrisa de autodesprecio apareció en mi rostro, y mi hermana cambió su
expresión sorprendida por una triste.
—Te preocupas por él.
—No puedo convertirme en su debilidad —le dije lentamente. —Engañé al
Emperador y me convertí en la Concubina de un hombre. Él escondió a ese tipo
de hombre, me sostuvo y me volvió en su Señora. Me estoy transformando en la
cólera imperial más grande, y no quiero eso.
—Yeho…
—Puedes decir que no es cierto, pero sabes que eso tampoco es verdad. Después
de tenerlo en mi corazón, todo se volvió más difícil. Para no convertirme en su
debilidad, lo mejor es dejar el Palacio. Hermana, ¿lo sabías? En realidad no quiero
irme.
Escondí mis ojos llenos de lágrimas con mi mano.
—Tengo miedo cuando no lo veo, me vuelvo incapaz de respirar. La razón por la
que intento esconderme no es por él. Quiero estar a su lado. Un poco más de
tiempo, quiero estar con él. Pero no hay garantías en que esto vaya a durar por
siempre.
—Yeho, lo entiendo. Detente. Es mi culpa, no llores.
Mi hermana se acercó y me abrazó.
—Lo entiendo. Entiendo cómo te sientes. Nuestro Aho6 está llorando de nuevo.
Llorabas por tu hermana, y ahora por alguien más.
—Tú llorabas por mí, ¿cuándo lo hice yo? —dije bromeando, y ella me dejó,
poniendo una expresión seria.
—¿De qué estás hablando? ¿Cuándo lloré por ti? Sonreí por ti. Después de que
mi madre murió, sólo te tenía a ti. Sólo me preocupé por cómo vivías. ¿Quién
piensas que me hace sonreír incluso ahora? Todo es gracias a ti. Cuando me
empujaste a seguir mis deseos, vine todo el camino hasta aquí pretendiendo que
no podía ganar contra ti. ¿Cuándo lloré por ti? No digas esa clase de cosas.
—Hermana…
—No vuelvas a decirlo. No quiero escucharlo.
Le sonreí con mi rostro húmedo. Pero repentinamente sentí algo moviéndose y
temblé.

6
Aho es el nombre de la infancia de Yeho

Anasis 71
Yeho | 예호

—¿Hermana?
—Ah, oh no. Está pateando de nuevo. Creo que está feliz de verte.
Me miró algo sorprendida, pero pronto sonrió. Observé su estómago, y volví a
mirarla sorprendido.
—… ¿Un bebé?
—¿No lo notaste? Me estaba preguntando cuándo ibas a preguntar.
Puso su mano en su pequeño estómago y sonrió.
—Pasó hace seis meses. Ahora lo siento moverse cada tanto.
—Oh, cielos. ¿Tendré un sobrino o sobrina? —grité emocionado, y ella sonrió con
una sonrisa. Yo también le sonreí.
—Puedo ver a tu esposo volando por la emoción. Felicidades.
—Sí, gracias.
—Ah, ¿dijiste que tiene seis meses? El viaje es de cuatro meses, no es bueno
tener un hijo en tierras extranjeras. Es malo para mí, pero tú y tu esposo deberían
apresurarse.
Tenía un rostro extraño cuando dije eso. La miré confundido.
—¿Qué? ¿Qué sucede?
—Ah, eso. No estamos seguros si deberíamos volver o no.
—¿Por qué? Tu esposo es un comerciante en su tierra natal. No puedes dejar el
comercio por demasiado tiempo, ¿verdad?
—Sí, es verdad…
Ella pareció luchar con algo. Luego suspiró y me miró.
—Él nos preguntó si queríamos enviarle nuestros bienes al Palacio Imperial.
No pude decir nada al escucharla.
—¿Qu-? ¿Qué estás diciendo?
—Nos pidió volvernos los Proveedores Reales… Nos dijo que pensemos en
terminar los comercios en nuestra tierra natal y quedarnos aquí.

Anasis 72
Yeho | 예호

CAPÍTULO 18

Estaba sentado observando el cuarto vacío. No sé cuánto tiempo pasó, pero ya


es de noche. Al parecer él volverá después de una reunión con los oficiales porque
afuera está bastante ruidoso.
Atravesó la puerta que la sirvienta abrió.
—¿Yeho?
Me miró sorprendido.
—¿No te quedaste por más tiempo en el Palacio Cerco de Flores?
—Despedí a mi hermana, Su Majestad.
—¿Por qué? Acaban de verse.
Caminó hacia mí curioso. Su rostro limpio con su manto lucía hermoso. El joven
Emperador es apuesto, fuerte y precioso. Estaba por sonreír al verlo, pero no
pude.
—¿Yeho?
—¿Les dijiste que se vuelvan el Proveedor Real?
—… Ah. —Él hizo una expresión preocupada. —Les dije que no te dijeran. Tu
hermana te contó, entonces.
—Sí.
—No es algo sobre lo que debas preocuparte. Depende de ellos. En realidad
pienso que es una buena idea. Escuché que obtendrán un gran beneficio siendo
los Proveedores Reales.
—Sí, yo también lo escuché. Debido a las ganancias, sólo grandes comerciantes
lo logran.
Suspiró al escuchar mi tono afilado.
—Sabía que no te gustaría. Por eso le dije que no te lo contara.
—Su Majestad.
No pude soportarlo más y me puse de pie.
—El esposo de mi hermana no es muy importante entre los comerciantes del
Reino pequeño de donde vengo. ¿Cómo podrían convertirse en Proveedores
Reales?

Anasis 73
Yeho | 예호

—¿Por qué no? Sólo les pago por adelantado los bienes. ¿Cuál es la diferencia
entre un comerciante pequeño y uno grande? Vi a su esposo, y luce como alguien
con talento.
—¿Quieres que me vaya de este Palacio?
Finalmente lo dije. Sus hombros se congelaron.
—… ¿De qué estás hablando?
—Si un comerciante pequeño de un Reino pequeño se convierte en Proveedor
Real, las personas dirán que es por favoritismo. Soy la única Concubina de un
país así, ¿y no tengo también tus afectos? ¿Sabes cómo manchará tu reputación
si las personas dicen que se volvieron Proveedores Reales gracias a mi poder?
—No es algo sobre lo que debas preocuparte.
Su tono severo hizo que mis hombros se cayeran.
—No hagas eso.
—… ¿Esa palabra de nuevo?
—Es mi hermana. No la involucres en este lío. Son buenas personas. Vinieron
todo el camino hasta aquí porque estaban preocupados por mí. No vinieron para
obtener beneficios.
—Lo sé.
—No deberías haberlo hecho si lo sabías. Déjalos vivir como si no supieras de su
existencia. Sólo olvídate que tienes este tipo de hermano. Le dije eso. Vive
cómodamente. Estuvo de acuerdo, como si estuviera esperando por eso, dijo que
sí sin vacilar. Su esposo no es diferente.
Suspiré ante su silencio.
—Sé que la llamaste porque me sentí solo.
Él me miró.
—La llamaste porque pensaste que me quedaría y no pensaría en huir si mi
hermana estuviera aquí, ¿verdad?
—… Si lo sabías, ¿por qué me regañas tanto? —dijo en broma, y le sonreí
débilmente.
—Ni siquiera puedo huir, ¿verdad? ¿Alguna vez me viste yéndome a alguna parte
fuera de lo profundo del Palacio Purificado por los Cielos? Sólo deja a mi hermana
y a su esposo en paz.
Después de decir eso, él me miró en silencio y murmuró para sí:
—… No dijiste que no huirás.

Anasis 74
Yeho | 예호

Bajé mi cabeza en silencio al escucharlo. Él suspiró y se acercó, levantando mi


cara.
—Muy bien, lo entiendo. Lo haré porque eso es lo que quieres.
Y besó mis labios gentilmente.

Anasis 75
Yeho | 예호

CAPÍTULO 19

Estaba muy nervioso, agarrando mis manos con firmeza. Tanto Soa como yo nos
sorprendimos al escuchar que el Palacio que Abraza la Tierra me llamaba. A penas
pude vestirme, y Soa me maquillo sin dejar de temblar.
Simplemente ató mi cabello y vinimos al Palacio que Abraza la Tierra siguiendo a
la persona que enviaron. Ahora mismo estoy sentado dentro del Palacio interno.
—La Emperatriz está entrando.
Me puse de pie de inmediato al escuchar el anuncio de la sirvienta, y la puerta
se abrió poco después. Su cabello estaba atado magníficamente con un yongjam
dorado7, y tenía un vestido de color violeta. Sus labios pintados con rojo lucían
intimidantes.
Ella caminó lentamente y se sentó, al mismo tiempo que despedía a todas las
sirvientas. Luego me miró a mí con sus ojos fríos y señaló un asiento.
—Siéntate.
—E-Estoy agradecida, Su Alteza —repliqué con dificultad y me senté lentamente.
Bajé mi cabeza con nervios, pensando si ella notó algo.
—Entonces, ¿el Palacio Purificado en el Cielo es cómodo?
—Sí, lo es.
—Eso es bueno —dijo, y bebió un poco del té que estaba preparado. —Me gusta
el té algo frío, así que siempre lo preparo con antelación. ¿Te gusta el té?
Su tono me hizo mirarla inconscientemente.
—No tanto.
—Eso es malo. Estaba a punto de pedirte que probaras este té de gran calidad
que acaba de llegar. Regalárselos a una persona que no disfruta del té es
demasiado problemático.
Su tono me está confundiendo. No sé si me está regañando o no. Aun así, no
dejó de beber el té y me miró directamente.
—En realidad, tú y yo no estamos en una situación donde podemos disfrutar de
una charla así. Como eres la Señora que entró al Palacio Purificado, y yo la
Emperatriz.
Estaba luchando por algo que decir, pero ella continuó.

7
Es una horquilla con la cabeza de un dragón

Anasis 76
Yeho | 예호

—¿Sabías que todos los tiranos del Imperio del Norte en el pasado tenían a su
Señora en el Palacio Purificado por los Cielos?
Sentí mi sangre congelarse al escucharla.
—N-No lo sabía…
—Es un hecho. Por eso yo fui la primera persona en oponerse a Su Majestad
cuando anunció que te llevaría al Palacio Purificado.
—Ya veo.
—¿Sabes por qué?
—No lo sé.
—Es porque es lo mismo que decir que el Emperador que toma a su Señora en
el Palacio está cerca de enloquecer.
—¡S-Su Alteza! —grité sorprendido, y ella sonrió. En su rostro frío, con una
sonrisa igual de desalmada, no pude sentir nada de hostilidad.
—Eso también es un hecho. Pero en el pasado, los Emperadores dejaron a su
Señora por poco tiempo dentro. Probablemente les dolió la cabeza cuando esas
mujeres comenzaron a actuar como si fueran la Emperatriz o algo. Pero de
cualquier forma, mientras estuvieron en el Palacio Purificado por el Cielo, los
Emperadores hicieron todo lo que pidieron. Incluso si eso arruinaba al país. Por
eso les llamaron tiranos.
—Estoy… abrumada —dije, y ella continuó sin borrar su sonrisa.
—Por eso me opuse. Sabía que estaba obsesionado contigo mucho más que
cualquier otro Emperador. Lucía como si ni siquiera fuera a notar que terminó en
bancarrota al darte todo. Por eso me opuse. Pero había algo extraño.
Se puso de pie y se acercó lentamente, mirándome desde arriba. Estaba
temblando tanto porque temía que ella pudiera descubrir que soy un hombre.
—Un día pasó, y luego otro, pero no escuché a nadie decir que el almacén Real
estaba disminuyendo. Ni siquiera escuché de oficiales siendo reemplazados. Era
extraño. No era nada como la historia decía. Si hubiera sido alguna otra
concubina de Su Majestad, habrían intentado cortarme las piernas y brazos de
inmediato. O robar del tesoro Real.
Sus palabras amargas me hicieron mirarla sin saber qué decir.
—Y el Festival de Cosecha fue memorable. El Hada del Dragón que llama a la
lluvia. Debido a tus actos humildes hasta ahora, todos los oficiales conservativos
están comenzando a mirarte de buena forma.
No sé de qué está hablando la Emperatriz. Me está dando dolor de cabeza. Ella
notó mi estado y sonrió con frialdad, volviendo a su asiento.

Anasis 77
Yeho | 예호

—Así que iré al punto que no pareces entender.


Debido a que su tono no era condescendiente ni arrogante, la miré confundido.
—Yo, la Emperatriz del Imperio del Norte, Yeonchu Sangah, pediré prestado el
poder de la Familia Yeonchu y me convertiré en el apoyo de la princesa del país
pequeño y Señora de este Reino.
—¿Perdón? —respondí en un susurro. Ni siquiera pensé que era grosero observar
por tanto tiempo a la Emperatriz.
Ella sonrió como si fuera divertido.
—Comparada con el Hada del Dragón, tu rostro está demasiado aturdido.
—Su Alteza, ¿a qué se refirió…?
—No hay significado oculto. Me convertiré en tu apoyo. En otras palabras,
suplantaré el lugar de tu país natal.
—No… No lo entiendo…
La Emperatriz miró mi confusión y sonrió profundamente. Sostuvo su taza de té
y continuó.
—No me gustas.
—Eso es más fácil de entender.
Me relajé al escuchar por fin algo comprensible. Ella elevó su ceja y bebió un
sorbo de su té.
—Sí. No hay forma de que me gustes después de que hayas roto mi orgullo como
mujer. Pero sé que es un matrimonio arreglado, y que Su Majestad nunca me
miró como su Emperatriz desde que nos casamos. No tengo intenciones de
molestarte sólo por eso. Mi orgullo no lo permitirá —dijo, y después de tomar
otro sorbo, continuó hablando. —Entonces sólo puedo enfocarme en una cosa.
Hacer a mi esposo el Emperador más grande en la historia. De eso depende mi
reputación y la reputación de mi familia. Y…
Ella sacudió una pequeña campana a su lado. La sirvienta entró cuidadosamente
junto con un pequeño niño. A diferencia de otros, su rostro era serio, apuesto, y
su cuerpo musculoso.
Viendo sus ojos negros como perlas, supe su identidad de inmediato.
—A menos que des a luz y amenaces su lugar en el Palacio, puedo ignorar que
hayas robado a Su Majestad.
La Emperatriz miró al niño y le sonrió gentilmente, y él la imitó. Entonces ella
movió su atención hacia el pequeño.
—¿Cómo se siente hoy, Primer Príncipe?

Anasis 78
Yeho | 예호

—Me sentí bien porque el clima es muy bueno, Madre. Estaba pensando en
cabalgar a Wanah alrededor del Palacio —respondió él brevemente.
—¿Oh, en serio? Entonces no voy a molestarte. Estaré esperando por ti aquí,
cuéntame después sobre tu paseo, Primer Príncipe.
—Lo haré, Madre —replicó. El niño me miró de reojo, y corrió fuera del cuarto.
Miré a la Emperatriz.
—¿Esa es tu única preocupación?
—Sí. No habrá nada más que quiera de ti excepto por eso. Por el contrario, te
convertirás en el escudo de las otras Concubinas descuidadas. Ya que eres
obediente, inocente y no tienes ninguna gran ambición, eres muy conveniente.
Me pausé porque entendí que pretende tratarme como una herramienta. Al
parecer la única persona por la que ella tiene algún sentimiento es el niño que
se fue.
Cerré los ojos y me calmé. Necesito algo de tiempo para organizar mis
pensamientos. Ella estaba bebiendo su té mientras me esperaba.
Después de un breve silencio, abrí mis ojos y la miré.
—No tengo nada que quiero.
—Lo sé. Lo supe durante el Festival de Cosecha. Predije tu personalidad al ver tu
vestido humilde. Escuché que personas como tú existen, pero nunca pensé en
encontrarme una. Me sorprendió.
Aunque lo diga de ese modo, su rostro no lo refleja. Suspiré de nuevo.
—No hay nada por lo que debas preocuparte.
Su ceja se elevó, pero no preguntó nada más.
—Lo sé.
—Sólo déjame quedarme en el Palacio.
Bajó su taza de té. Es la primera vez que veo sus ojos tan oscuros.
—… Amas a Su Majestad.
—¿Qué te hace pensar eso?
—¿Entonces amas a alguien más? —preguntó como si me atacara, y suspiré de
nuevo.
—Su Alteza.
—¿Ves? Es Su Majestad —dijo con cinismo, y bebió su té. Luego abrió sus labios
rojos de nuevo. —Su Majestad es un hombre muy afortunado.

Anasis 79
Yeho | 예호

No entiendo lo que quiere decir. Ella sonrió con frialdad al ver mi mirada
confundida.
—¿Qué clase de hombre tiene a dos mujeres, una que le ayudará a convertirse
en el mejor Emperador y otra que lo ame, al mismo tiempo?
La miré sin expresión al escucharla.
En ese momento…
Se escuchó un golpe muy fuerte, y la puerta se convirtió en pedazos. No pude
decir nada, porque estaba sorprendido, pero la Emperatriz sólo bajó la taza y
frunció el ceño.
El Emperador estaba allí, sosteniendo una espada en sus manos.

Anasis 80
Yeho | 예호

CAPÍTULO 20

—¿Trajiste a la Señora?
Su aterradora voz me hizo temblar. Aun así, la Emperatriz le miró fijamente.
—Sí, lo hice, Su Majestad.
—¿Por qué?
—¿Quién sabe? ¿No está bien que ella salude al Palacio que Abraza la Tierra
después de convertirse en Señora? Incluso me hizo llamarla personalmente.
Estaba regañándola un poco.
—¿Quién piensas que eres?
Me puse de pie pensando que estaba sobrepasándose, aunque él sea el
Emperador.
—Su Majestad…
—Señora, permanezca en silencio. No digas nada. Preguntaré de nuevo,
Emperatriz. ¿Quién piensas que eres haciendo que la Señora venga y vaya?
—Aunque sea el Palacio Purificado en el Cielo, sigue siendo una Concubina que
debe seguir las reglas. Si ni siquiera puedo regañarla, ¿para qué sirven las reglas?
Él levantó su espada ante la Emperatriz. Palidecí y me colgué de su brazo.
—¡Su Majestad!
—Suéltame.
—¡Su Majestad! No haga esto, por favor, no haga esto. Su Alteza está…
Tan pronto como iba a explicar, la Emperatriz me cortó.
—Aunque es la más alta entre las Concubinas, ¿la Emperatriz no puede levantar
un palo? Estás yendo demasiado lejos.
No sé de qué está hablando. Mi mente se quedó en blanco. ¿Qué palo? ¿Cuándo
me castigó?
El Emperador palideció. Sus perlas negras me observaron en silencio.
—¿La Emperatriz te castigó?
—¿Perdón?
—Pregunté si te castigo.
—No, no es cierto. Su Alteza estaba…

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—Conoces su personalidad mejor que todos. ¿La has visto poner a otras personas
en problemas? Por ello, no le creas.
—¡Su Alteza, ¿qué está-?! —grité desesperadamente, al mismo tiempo que los
ojos de él se llenaron con ganas de asesinar.
—¡Emperatriz!
—¡Su Majestad! —le llamó ella al mismo tiempo con frialdad. —¡Es por esto que
el lugar donde la Señora se para está desapareciendo!
Él se detuvo ante sus palabras. Ella jaló de mi cintura y me hizo pararme a su
lado.
—Sé que la atesoras. Sé que estás dispuesto a hacer lo que sea. Probablemente
te sientes desesperado porque esta persona no ama nada.
Continuó sin darme tiempo a impresionarme por su habilidad para leer mi mente.
—Sin embargo, ¿por qué no sabes que esto es por ti?
… Pero eso no está bien. No puede decirlo. Cuando estaba por detenerla, él movió
su espada. Me sorprendí, y ella dio un paso delante mío nuevamente.
—¿Por qué no sabes que ella no quiere nada más que a ti?
Cubrí mi boca por la sorpresa. A ella no le importa que me vuelva cada vez más
pálido con sus palabras.
—No actúes como si sólo pudieras ver a la Señora. Otras personas tienen ojos
también. Aunque sólo la veas a ella, pretende que no. Eres una persona
inteligente. ¿Por qué no lo sabes? Por eso la Señora no puede salir del Palacio
Purificado en los Cielos. Porque actúas demasiado sensible. Si ella da un sólo
paso afuera, se volverá un problema si te enojas. Es por eso.
No, no creo que tengas razón… Iba a enfrentarla, pero me intimidé por su mirada,
así que no pude decir nada.
—Me dijo que quiere permanecer contigo. Me dijo que quiere permanecer mucho
tiempo sin problemas. Por eso no quiere nada más que mirar a Su Majestad. Así
que sé más inteligente.
La Emperatriz regañó interminablemente al Emperador, y evitó la espada que la
apuntaba.
—Estoy demasiado aterrada del arma. Necesito dar una caminata para
tranquilizar mi corazón.
Y sin embargo no luce para nada aterrada. Sólo tomó a las sirvientas asustadas
y salió. Nos quedamos los dos solos con la puerta echa pedazos y el cuarto vacío.
Me moví ligeramente.

Anasis 82
Yeho | 예호

—Su Majestad, es tiempo para su reunión, ¿por qué vino hasta aquí? Debería
regresar…
—Ah, esa excusa. La usas demasiado.
Envainó nuevamente su espada y me miró. Sus ojos profundos me hicieron
desviar la mirada inconscientemente.
—Sí. Como dijiste no puedes huir a ninguna parte, así que vamos a esa reunión.
Terminando la discusión, Su Majestad dejó el cuarto. Me quedé solo, pensando
en preguntarle a la Emperatriz que me escondiera.

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Yeho | 예호

CAPÍTULO 21

Estaba de pie a un lado de la ventana, observando las estrellas. Entre ellas se


encontraba la luna. Estaba calmando mi mente ruidosa cuando la puerta se abrió
de repente, y él entró.
—Terminé mi trabajo como dijiste.
Caminó lentamente y se detuvo en el centro del cuarto. Suspiré en silencio.
—Debe estar agotado. Debería dormir…
—No estoy cansado. Quiero escuchar lo que estuviste ocultando hasta ahora.
—No oculto nada.
—Lo hiciste —dijo con firmeza, y se acercó a mi lado, tomándome del brazo. —
No quería escucharlo de nadie más. Especialmente de la Emperatriz. Así que
vamos a pensar que nunca dijo nada. Dime.
—… ¿Qué?
—Creo que mi Señora lo sabe mejor.
Estaba mirando al suelo con su brazo aún tomando el mí. Abrí la boca lentamente.
—¿Decir qué? ¿Decirte que temo que descubran que soy hombre? ¿Decirte que
me atrevo a tenerte en mi corazón? ¿Decirte que soy alguien que definitivamente
ensuciará tu reputación, que intentaba huir porque no puedo ser codicioso, pero
aún así terminé quedándome? ¿Decirte que, como me quedé, me volví codicioso
y no planeaba irme? ¿Que en su lugar luchaba por permanecer aquí tanto tiempo
como pudiera? ¿Decirte que sigo luchando por obtener más de la persona que
amo, así que no puedo mostrarle ni una pizca de mis sentimientos? ¿Que me
moría por dentro? ¿Que te amo tanto que incluso abandoné a mi hermana?
—Yeho.
—¿Que me atreví a hacer un trato con la Emperatriz? Acepté sus términos en
caso de que me dejes. Me dijo que se convertirá en mi apoyo, que si yo soy la
Señora, ella podrá bloquear a las otras Concubinas. Dijo que soy conveniente
porque no soy codiciosa ni ambiciosa. Dijo que me dejará quedarme siempre y
cuando no bloqueé el futuro del Primer Príncipe. No hay forma en que pueda
hacerlo de todas formas. ¡¿Cómo me atrevería a hacerlo?! Así que le dije que no
lo haré. Ahora no puedes echarme aunque no me quieras.
—¡¿Quién te dijo que te dejaré?! —me gritó. —¡¿Por qué eres una lluvia?! Pero
digamos que lo eres. ¡¿Piensas que me mojaría con una llovizna?! ¡Como dijiste,
soy el hombre más poderoso! ¡El gobernador de esta tierra!

Anasis 84
Yeho | 예호

Cerré los ojos al escuchar su grito. En mis párpados, las lágrimas comenzaron a
acumularse. Él me abrazó y me quitó las lágrimas con sus manos.
—Digamos que eres una lluvia. ¿Y qué? ¿No llovió durante el Festival de Cosecha?
Una lluvia que trae buenos frutos sigue siendo una luvia. ¿Cómo podría crecer el
mundo si no llueve? Y si no estás aquí, entonces…
Detuvo sus palabras e inclinó su cabeza hacia mi hombro, continuando en
murmullos.
—… Fui al Palacio que Abraza la Tierra antes de venir aquí, para ver a la
Emperatriz. No sabía lo que estaba pensando. Básicamente te entregó a mi mano,
así que fui a agradecerle. Entonces ella me dijo algo de repente. Me dijo que soy
el hombre más afortunado del Imperio del Norte.
Recuerdo sus palabras. Una mujer que le asistirá, y una mujer que le mirará sólo
a él. No, en realidad lo correcto sería decir un hombre.
Dijo que tenía suerte porque él los tiene a ambos.
—El dueño del mundo lo tiene todo. Una esposa digna de su lugar. Me preguntó
por qué los Cielos le enviarían a una persona que ama a este hombre sin corazón.
Pretendió que no me vio y lo dijo con fuerza. Sí, es verdad. Ella tiene razón. Pero
no porque sea el dueño del mundo, o porque la tenga a ella. Es porque te tengo
a ti. No me preguntes por qué. Si sabes de dónde viene el amor, entonces ¿se
puede considerar como tal? No lo sé. Tienes que ser tú. Puedo hacer lo que
quieras. Puedo hacerlo.
Le abracé envolviéndolo entre mis brazos, y hablé lentamente.
—No te enojes cuando me asuste.
—Sí.
—Me asustaré continuamente, y me preocuparé por lo que las personas piensan.
—Lo entiendo.
—Ni siquiera pensaré en huir. Creo que moriré si no puedo verte, así que no
asumas que pienso en escapar.
—Bien.
—Y nunca, nunca te arrodilles frente a mí —le susurré con mi voz angustiada, y
él me abrazó.
—Si no lloras por tu cuenta, acurrucado en una esquina, entonces no lo haré.

FIN.

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