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La belleza en la contemporaneidad

Actividad 1

Paola Estefanía Pavón Cruz

Universidad Autónoma de Nuevo León

Facultad de Filosofía y Letras

Licenciatura en Edición y Gestión de la Cultura

Corrección de contenido

M. C. Pablo García González

14 de Marzo de 2023
El concepto de lo bello ha sido discutido a lo largo del tiempo por distintos teóricos y filósofos,

ha ido evolucionando conforme la sociedad avanza y su definición se vuelve cada vez más difícil

de aterrizar. En el año 2015, Byung-Chul Han publicó La salvación de lo bello, en donde expone

cómo es entendido el concepto de belleza en la contemporaneidad. En nuestros tiempos, lo

pulido, lo pulcro y lo liso son un signo de identidad y se han vuelto en sinónimos de belleza. Esto

lo podemos observar en el arte, con las obras de Jeff Koons, y hasta en prácticas que se han

vuelto comunes como la depilación brasileña. Esto no es más que otra forma del imperativo de la

positividad que reina en el siglo XXI, pues tanto lo liso como lo pulido no dañan.

Algunos ejemplos de esto lo podemos encontrar en los smartphones, los cuales son

diseñados para no dañar al usuario, tienen una superficie completamente lisa y se amolda al

cuerpo para evitar asperezas. Inclusive, existe la tecnología que permite que los dispositivos sean

invulnerables ante los rasguños que se le puedan causar, siempre priorizando la textura tersa. La

estética dominante de lo pulido se basa en la capacidad de amoldarse y no resistir, y según Han

esto no se limita a las superficies exteriores, sino que también lo podemos ver en la

comunicación.

La comunicación que se realiza a través de los dispositivos celulares o electrónicos suele

ser limpia y satinada, pues se intercambian mensajes de complacencia en donde predomina el

"compartir" y el "me gusta", eliminando cualquier sentido de negatividad. Sin embargo, esta idea

de lo pulcro y liso no deja nada a la interpretación, no hay nada que descifrar ni reflexionar. Esto

mismo activa el impulso táctil, lo cual incita al observador a superar la distancia y a tocar, lo cual

contradice la idea de Hegel, quien afirmaba que había que mantener una distancia con la obra.

Él consideraba que los sentidos base de la experiencia artística son la vista y el oído, excluyendo
al tacto, gusto y olfato. Roland Barthes apoyaba esta idea al decir que el tacto es el más

desmitificador de los sentidos, a diferencia de la vista, el cual él consideraba el más mágico.

Sobre esta misma línea, Gadamer explica que lo esencial del arte es su negatividad, o

como él lo llama: su herida. Gadamer expone que el arte se opone a la absoluta positividad, pues

el arte requiere de conmoción y cuestionamiento, y tiene como objetivo sacudir y derrumbar al

espectador. Al finalizar el primer capítulo, Han dice que la información también es pulida, pues

carece de fricción y resistencia, lo cual abre paso al triunfo del dataísmo, en donde todo se

convierte en números y datos. Nos dice que los datos tienen cierto aspecto pornográfico, porque

expresan una absoluta nitidez, a diferencia del lenguaje que requiere de opciones.

Hoy en día se utiliza mucho el primer plano en el cine, el cual difumina el fondo. La

estética del primer plano no se trata de un rostro que exprese algo, sino que es un rostro vacío del

mundo y de la interioridad. Este primer plano se puede traducir a las selfies, en donde el rostro se

vuelve satinado y terso, convirtiéndose en solo una fachada. Las selfies “se han vuelto una

obsesión en nuestra sociedad, pero esto solo remite al vacío interior del yo.” (Han, 2015, p. 26)

Estas forman parte de lo que llamamos lo bello digital, el cual se opone a lo bello natural porque

este primero elimina la negatividad de lo distinto, caracterizándose por la complacencia sin

negatividad.

Otra diferencia entre lo bello digital y natural, es sus temporalidades: lo bello digital está

siempre presente, mientras que lo bello natural mantiene la lejanía, volviéndolo inconsumible.

Esa característica de lo pulido destruye la mirada del espectador, porque la mirada necesita de la

negatividad, de la presencia y la ausencia, del encubrimiento. Han expresa que para la belleza es

fundamental el encubrimiento, tener la capacidad de ocultarse y revelarse. Nos dice que la

pornografia es la contrafigura de lo bello, pues lo pornográfico es una exhibición absoluta. Para


Roland Barthes, el erotismo era aparición y desaparición, mencionando que "el lugar más erótico

de un cuerpo es aquel donde la vestimenta se abre." (Han, 2015, p. 49)

Tanto es así que el encubrimiento es capaz de erotizar hasta el texto, por ejemplo con las

metáforas. Estas erotizan la escritura, pues mientras que los datos son esencias transparentes, las

metáforas pueden incitar al lector a querer conocer qué va a pasar y crear una expectativa.

Barthes también aplica esto al estudio de la imagen, hablando de dos conceptos: Punctum y

Studium. El Punctum daña y estremece al espectador, lo hiere. Este lo que hace es generar un

escondite, algo desconocido en la imagen. El Studium, por otro lado, pertenece al género del "me

gusta", carente de todo estremecimiento y de toda vehemencia. Este no despierta ni amor ni

pasión. Tomando en cuenta estos conceptos, podemos analizar que las imágenes pornográficas

no tienen Punctum, y que hoy en día la mayoría de las imágenes tienen esta característica de

transparencia pornográfica, por lo tanto son transparentes y pertenecen a la categoría de lo bello

digital.

El Punctum cultiva el silencio y secreto, que están directamente ligados con el saber, son

los residuos de la imagen que se manifiestan más tarde. Con esto se empieza a hablar de la

estética del acontecimiento, ese hecho sustancial que modifica y provoca el cambio. El

acontecimiento es bello porque nos arroja hacia el exterior, creando una ambivalencia entre la

aparición de lo distinto y la eternidad de lo igual. Lo bello debe quebrantarse, porque si no se

quebranta queda expuesto a convertirse en lo liso y pulido, entonces podemos decir que la

verdadera armonía de lo bello recae en su desorden y sus contradicciones.

Hoy en día vivimos en el imperio de la belleza, conocido como calocracia. "La actual

calocracia, o imperio de la belleza, que absolutiza lo sano y lo pulido, justamente elimina lo

bello." (Han, 2015) Esta calocracia neoliberal, crea imperativos como el botox, la cirugía estética
o los desórdenes alimenticios, como la bulimia. Para Kant, el sujeto debe sentir una

complacencia desinteresada por lo bello. Lo bello mantiene una distancia con nosotros y esta

distancia permite detenerse en la contemplación, pues la mirada estética no debería ser

consumidora. Sin embargo, en el régimen actual se producen muchos estímulos en donde lo bello

desaparece porque no existe la distancia contemplativa.

Kant continúa y hace una diferencia entre dos conceptos: el ideal de belleza y la idea

normal de belleza. El ideal de belleza lo define como la expresión de las ideas morales que

gobiernan la interioridad de cada hombre y la idea normal de belleza es una convención

normativa que califica lo que es y no es bello. Han explica que precisamente el rostro que

responde a la idea normal de belleza es un rostro liso, sin ninguna aspereza. Con esto aparece la

actual explotación de la industria de la belleza y la sexualización del cuerpo, haciéndolo

consumible.

"La cultura de consumo somete cada vez más la belleza al esquema de estímulo y

excitación. El ideal de lo bello se sustrae al consumo." (Han, 2015, p. 71), por lo tanto, lo bello

se vuelve liso y pulido y se somete enteramente al consumo capitalista. Dentro de este

consumismo, encontramos al consumidor ideal, un individuo sin carácter ni firmeza. Hegel

también sustrae la belleza del consumo porque considera a la belleza como una estética de la

verdad y de la libertad. Para Hegel, lo bello es una finalidad en sí mismo. La relación

belleza-verdad nos dice que cuando la teoría es reemplazada por datos nos encontramos ante el

fin de la verdad y por eso se dice que los datos son de mucha utilidad, más no generan

conocimiento.

Aristóteles, por su parte, decía que era libre quién podía independizarse de las

precariedades de la vida y sus imperativos. Esta libertad, expuesta por Aristóteles, se expresa en
tres formas que confluyen en su relación con lo bello. La primer forma es la vida enfocada en el

disfrute de las cosas bellas, la segunda es la vida que engendra actos bellos y, finalmente, la vida

contemplativa que se mantiene en el rumbo de la belleza perpetua. La política de lo bello es

política de libertad. Para ejemplificarlo, Han hace mención de cómo la palabra fair en el idioma

inglés significa tanto justo como bello, pues los conceptos de justicia y belleza estan íntimamente

vinculados. Lo bello invita a la contemplación, como varios autores lo han reiterado, y hace que

desaparezcan las ansias e intereses. Por esto, cundo se experimenta un placer estético se

suspende el deseo, que por consiguiente termina deteniendo el tiempo.

Para concluir con las ideas expuestas a lo largo de la lectura, la crisis actual de belleza

consiste precisamente en que lo bello se reduce a su valor de uso o de consumo, cuando en

realidad lo bello debería ser una lucha contra este. Regresando al primer ejemplo que da Han, las

obras de arte que hoy vemos exhibidas en museos están plenamente insertadas en el mercado, no

tienen un valor expositivo ni contemplativo.

Mientras que la comunicación carece de valor narrativo, estas relaciones narrativas son

reemplazadas por las conexiones informativas en donde predominan los mensajes positivos.

Dentro de la narración podemos encontrar a las metáforas, quienes erotizan y enbellecen al texto,

pero que hoy en día son eliminadas para dar lugar a la suma de datos. Han concluye diciendo que

la belleza solo puede ser descubierta más tarde a la luz de otra cosa, reafirmando su idea de que

la belleza es acontecimiento. Para Han la belleza es el acontecimiento de una relación que se

sustrae del disfrute inmediato y posee una temporalidad, mientras que los estímulos a los que

estamos expuestos hoy en dia obstaculizan el acceso a lo bello.

Para poder terminar de comprender el concepto de belleza, se necesitan múltiples análisis

que ahonden en las distintas teorías que han surgido a lo largo del tiempo. Sin embargo, es
pertinente estudiar los comportamientos de hoy en día y cómo estos se relacionan con lo que los

teóricos y filósofos han descrito para relacionarlos y de esta manera tener un mejor

entendimiento del concepto. Lo bello es algo que seguirá evolucionando, ramificándose como lo

hizo con los conceptos de lo bello digital y natural, dependerá de la manera en que la sociedad lo

aplique en el presente. Aún así, podemos seguir estudiándolo para aterrizar cómo podemos

realmente contemplar la belleza, a pesar de ser expuestos a una metralladora de imágenes que

nos empujan hacia una belleza consumista.


Bibliografía:

Han, Byung-Chul (2015). La salvación de lo bello. Herder.

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