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BAJTIN

EL ENUNCIADO COMO UNIDAD DE LA COMUNICACIÓN DISCURSIVA. DIFERENCIA


ENTRE ENUNCIADO Y ORACION.

El lenguaje se deduce de la necesidad del hombre de expresarse y objetivarse a sí


mismo. La esencia del lenguaje se restringe a la creatividad espiritual del individuo.
S. XIX // La lengua no significa esencialmente comunicación: Hablante activo – Oyente
pasivo (comprender al hablante).
Pero años más tarde, Sassure presenta esquemáticamente los dos compañeros de la
comunicación: hablante y oyente con papeles activos.
El oyente, al percibir y comprender el significado (lingüístico) del discurso,
simultáneamente toma con respecto a éste una activa postura de respuesta: está o no
está de acuerdo con el discurso, lo completa, lo aplica, se prepara para una acción, etc.; y
la postura de respuesta del oyente está en formación a lo largo de todo el proceso de
audición y comprensión desde el principio, a veces, a partir de las primeras palabras del
hablante.
Toda comprensión de un discurso vivo, de un enunciado viviente, tiene un carácter de
respuesta (a pesar de que el grado de participación puede ser muy variado); toda
comprensión está preñada de respuesta y de una u otra manera la genera: el oyente se
convierte en hablante.
Una comprensión pasiva del discurso percibido es tan sólo un momento abstracto de la
comprensión total y activa que implica una respuesta, y se actualiza en la consiguiente
respuesta en voz alta. Claro, no siempre tiene lugar una respuesta inmediata en voz alta;
la comprensión activa del oyente puede traducirse en una acción inmediata (en el caso de
una orden, podría tratarse del cumplimiento), puede asimismo quedar por un tiempo como
una comprensión silenciosa, pero ésta, por decirlo así, es una comprensión de respuesta
de acción retardada: tarde o temprano lo escuchado y lo comprendido activamente
resurgirá en los discursos posteriores o en la conducta del oyente
También el hablante mismo cuenta con esta activa comprensión preñada de respuesta:
no espera una comprensión pasiva, que tan sólo reproduzca su idea en la cabeza ajena,
sino que quiere una contestación, consentimiento, participación, objeción, cumplimento,
etc. El deseo de hacer comprensible su discurso es tan sólo un momento abstracto del
concreto y total proyecto discursivo del hablante. Es más, todo hablante es de por sí un
contestatario, en mayor o menor medida: él no es un primer hablante, quien haya
interrumpido por vez primera el eterno silencio del universo, y él no únicamente
presupone la existencia del sistema de la lengua que utiliza, sino que cuenta con la
presencia de ciertos enunciados anteriores, suyos y ajenos, con las cuales su enunciado
establece toda suerte de relaciones (se apoya en ellos, problematiza con ellos, o
simplemente los supone conocidos por su oyente.) Todo enunciado es un eslabón en la
cadena, muy complejamente organizada, de otros enunciados.
Nuestro discurso, ante todo, se subdivide en oraciones, que a su vez pueden subdividirse
en combinaciones de palabras. Las palabras se separan claramente en unidades fónicas
que son sílabas. Las sílabas se fraccionan en sonidos del discurso, o fonemas.
El discurso puede existir en la realidad en forma de enunciados concretos pertenecientes
a los hablantes o sujetos del discurso. El discurso siempre está en forma del enunciado
que pertenece a un sujeto discursivo determinado y no puede existir fuera de esta forma.
Por más variados que sean los enunciados según su extensión, contenido, composición,
todos poseen, en tanto que son unidades de la comunicación discursiva, unos rasgos
estructurales comunes y tienen fronteras muy bien definidas (las fronteras son las
alternaciones de los hablantes: hablante – silencio – otro hablante). Estas alternaciones
forman a la comunicación: un hablante termina un enunciado para ceder la palabra al otro
o para dar lugar a su comprensión activa como respuesta.
El menosprecio de los géneros discursivos como formas relativamente estables y
normativas del enunciado hizo que los lingüistas, como ya se ha señalado, confundiesen
el enunciado con la oración.

Diferencia entre oración y enunciado (y relaciones):


La oración como unidad de la lengua
● no se delimita por el cambio de los sujetos discursivos (como si el enunciado)
● La oración es una idea relativamente concluida, no provoca una respuesta.
Adquiere el grado de conclusividad que la vuelve contestable.
● Es una unidad significante de la lengua
● la oración no se relaciona inmediatamente con la realidad extraverbal (se vincula a
ellos a través del enunciado en su totalidad).
● no tiene autor, no pertenece a nadie
● es neutra, y no posee ningún aspecto expresivo
● carece de entonación expresiva

Enunciado como unidad de la comunicación discursiva.


● la gente habla por medio de enunciados, que se construyen con la ayuda de las
unidades de la lengua que son palabras, conjuntos de palabras, oraciones.
● el cambio de los sujetos discursivos enmarca al enunciado
● la conclusividad es específica del enunciado y se determina por criterios
particulares:
✔ posibilidad de ser contestado: Es necesario que el enunciado tenga cierto
carácter concluso para poder ser contestado.
✔ que el enunciado sea comprensible lingüísticamente
Medimos el grado de conclusividad a partir de la intención discursiva, que es el
momento subjetivo del enunciado; que determina todo el enunciado, sus
volúmenes, sus límites (nos permite imaginar que es el lo que quiere decir el
hablante).
● carácter concluso del enunciado como unidad verdadera de la comunicación
discursiva
● la actitud del enunciado hacia el hablante mismo (el autor del enunciado)
● se caracteriza ante todo por su contenido determinado referido a objetos y
sentidos.
● Otro aspecto del enunciado que determina su composición y estilo es el momento
expresivo, es decir, una actitud subjetiva y evaluadora desde el punto de vista
emocional del hablante (individualidad).
● La entonación expresiva es un rasgo constitutivo del enunciado (entonación
discursivo – emocional).
● La expresividad de un enunciado siempre, en mayor o menor medida, contesta, es
decir, expresa la actitud del hablante hacia los enunciados ajenos, y no
únicamente su actitud hacia el objeto de su propio enunciado.`
● el enunciado es un eslabón en la cadena de la comunicación discursiva y no
puede ser separado de los eslabones anteriores que lo determinan por dentro y
por fuera generando en él reacciones de respuesta y ecos dialógicos.
● el enunciado tiene autor y destinatario.
● La voluntad discursiva del hablante se realiza ante todo en la elección de un
género discursivo determinado. La variedad de los géneros discursivos es muy
grande y se determina por la situación discursiva, por la posición social y las
relaciones personales entre los participantes de la comunicación.

Aprender a hablar quiere decir aprender a construir los enunciados, porque hablamos con
los enunciados y no mediante oraciones y menos aún por palabras separadas.

Por eso se puede decir que cualquier palabra existe para el hablante en sus tres
aspectos:
*como palabra neutra de la lengua, que no pertenece a nadie
*como palabra ajena, llena de ecos, de los enunciados de otros, que pertenece a otras
personas *como mi palabra, porque, puesto que yo la uso en una situación determinada y
con una intención discursiva determinada, la palabra está compenetrada de mi
expresividad.

El enunciado se construye desde el principio tomando en cuenta las posibles reacciones


de respuesta para las cuales se construye el enunciado. El papel de los otros es
sumamente importante. Estos otros no son oyentes pasivos sino los activos participantes
de la comunicación discursiva. Todo el enunciado se construye siempre entre dos, se
construye en vista de la respuesta, uno dice en función de la posible réplica del otro. Ese
otro es un destinatario del enunciado, pero también puede haber un destinatario
absolutamente indefinido, otro no concretizado.
Un solo individuo cumple con dos papeles y lo que importa es precisamente esta
diferenciación de roles (hablante – oyente).

Al seleccionar determinado tipo de oración, no lo escogemos únicamente para una


oración determinada, ni de acuerdo con aquello que queremos expresar mediante la
oración única, sino que elegimos el tipo de oración desde el punto de vista de la totalidad
del enunciado que se le figura a nuestra imaginación discursiva y que determina la
elección. La noción de la forma del enunciado total, es lo que nos dirige en el proceso
discursivo.

IRENE SOBOL
Del grito a las palabras
El lenguaje posibilita que dos o más personas se vinculen, se relacionen, se comuniquen,
se unan virtualmente mediante el uso del sistema de signos lingüísticos: la lengua.
Por el lenguaje es posible compartir, participar, intercambiar ideas, deseos, juicios,
creencias, afectos y emociones… lo cual da cuenta de las restricciones y padecimientos a
los cuales queda expuesto un niño que no accede al lenguaje o lo desarrolla
perturbadamente.
La subjetividad del hablante esta entramado en su discurso. El gran hito del desarrollo de
leguaje se produce alrededor de los tres años de edad, cuando el niño comienza a usar la
forma verbal YO, para simbolizarse, auto-referirse, representarse como diferente de un
no-yo, permitiéndole hablar desde una perspectiva propia, singular.
El niño cursa un complejo proceso de construcción del lenguaje. De modo progresivo, el
niño irá registrando e interpretando la intencionalidad comunicativa de las verbalizaciones
de quienes le hablan y lo escuchan. Esta intencionalidad se vehiculiza en los matices de
la voz articulados con los recursos para-verbales, mirada, actitud corporal, gestualidad y
mímica facial, en las pausas y en los silencios.
Antes de poseer el dominio del lenguaje los niños pequeños registran sutiles variaciones
en el tono de la voz, en la expresión del rostro y las posturas y movimientos corporales de
las personas de su entorno y les atribuyen un valor afectivo-emocional, un sentido en
función del cual este decir no-verbal los calma, irrita, atemoriza, o los contiene
amorosamente.
Conforme va conquistando el lenguaje, su comprensión le posibilitará interpretar actos de
hablar. Podrá advertir si se trata de un elogio, de una orden, de un reproche o de una
invitación (la comprensión lingüística es tan compleja que excede el conocimiento del
léxico, del significado de las palabras). Los niños en esta etapa, comprenden más de lo
que hablan.
A los cuatro años y medio aproximadamente, el niño logra construir una infraestructura
básica de su lenguaje.
Recién alrededor de los seis o siete años de edad, el niño comienza a interpretar chistes
verbales, metáforas de uso cotidiano, ironías.
El lenguaje se percibe al ser escuchado. La palabra hablada transcurre en el tiempo, es
fugaz, se desvanece. A partir de escucharlo, el niño deberá conocer y aceptar las reglas
que rigen:
*El uso de los fonemas (que garantizan la dicción)
*Sintaxis (morfología de las palabras y ordenamiento secuencial)
*Reglas semánticas (relaciones entre los significados de las palabras para que los
enunciados puedan ser interpretados por otros).
Alrededor del sexto mes de vida, durante el balbuceo, imprime a su lengua a las
secuencias de sílabas, envoltura sonora de la que se ha impregnado desde su nacimiento
(prosodia: entonación, acento, ritmo). En este momento, a su vez, se instaura la matriz de
diálogo, hito fundamental para generar el desarrollo del lenguaje.

La construcción del lenguaje por el niño es producto de un activo y complejo proceso que
cursa entramado con su desarrollo biológico, cognitivo, psicomotriz, emocional, social y en
simultaneidad con su estructuración psíquica. El lenguaje es la producción única, singular,
particular de cada sujeto hablante. En la actividad discursiva, se pone en juego la
creatividad, el hablante construye creativamente sus verbalizaciones dentro del marco de
la legalidad para garantizar la comunicación.
El niño desde los dos años comienza a hacer combinatorias de palabras (con una sintaxis
rudimentaria), inician el despliegue creativo, ya que producen verbalizaciones que
difícilmente hayan sido escuchadas previamente, que no son meras repeticiones de
modelos registrados.
El lenguaje es estrictamente humano, ya que solo el humano está dotado de la capacidad
de simbolización, de la capacidad de comprender y estructurar sistemas de signos
lingüísticos (orales y escritos), ya que dispone de la facultad de realizar representaciones
verbales de personas, objetos, experiencias, estados… usando símbolos y signos. El gran
despliegue simbólico se produce entre los tres y los cinco años de edad.
El lenguaje no se desarrolla solo madurativamente, no es producto de una enseñanza
formal, ni se accede a él en soledad, sino que se CONSTRUYE progresivamente en
múltiples y cotidianas experiencias de comunicación con y para otros hablantes-
escuchantes con quienes el niño establece vínculos afectivos significativos en un espacio
de encuentro, de participación, de comunicación, en situaciones de interacción verbal que
al principio serán más rudimentarias por parte del niño.
Las manifestaciones del bebe: llanto y grito son emisiones sonoras que deberán ser
escuchadas, valorizadas como un modo de decir, atribuyéndoles significación. Al
intervenir con respuestas verbales esos gritos van a adquirir función de llamado y así el
bebe los ira cargando de intencionalidad y de valor comunicativo.

Juana Levin dice: El lenguaje se construye creativamente con otro, por otro y para otro.
CON OTRO que le habla en un vinculo amoroso, lo escucha, le brinda verbalizaciones
adecuadas a su comprensión.
POR OTRO porque siempre hay otro que demanda palabras
PARA OTRO comunicación, hay otro que escuche, que acepte y valore lo que el niño
dice.

JUANA LEVIN
TRAMAS DEL LENGUAJE INFANTIL

Lengua:

● es un código pre-existente, supraindividual y coercitiva


● es el idioma
● no viene con el sujeto, se produce su apropiación
● es una entidad abstracta, virtual
● estructura integrada por signos y reglas que conforman componentes: fonológico,
sintáctico y semántico
● se encarna poniéndola en acto, circula por la voz
● es orden, sujetada a leyes gramaticales , lógicas y sociales
● prosodia

Lenguaje
● es un sistema abierto
● es un entramado somato-psíquico social que se construye con una lengua
determinada, por medio de actos discursivos en relación a otro
● las funciones son del lenguaje: fática, metalingüística, poética, referencial,
conativa, emotiva.
● comprender la significación discursiva es dominio del lenguaje, cuya medula es la
situación dialógica
● Comprender: el habla del otro, quien hace efectiva la lengua, comprender el
componente sintáctico, morfológico, semántico y percibir el fonológico
● producir: la sonoridad de la lengua materna, seleccionarla y categorizarla. El
producto fonológico tiene que ver con el otro, sustentado en el rechazo-
aprobación, en la demanda, gestando una matriz comunicacional, que sirve de
apoyo en la apropiación del lenguaje.
● cubierto por el deseo, la afectividad
● es con otro, que lo ratifica hablante al escucharlo, se dirige a él con intencionalidad
portando los componentes de la lengua, donando palabra

Habla
● puesta en acto de la estructura de una lengua, escenario para el sujeto hablante
se exhiba con su cuerpo, sus vestiduras, posturas
● no solo es tener un repertorio de palabras, un vocabulario. El habla exige un
léxico suficiente para que dos sujetos se encuentren en la diferencia psíquica,
social e histórica, dentro de una campo simbólico.
● Se habla desde la propia historia, configurada por experiencias dolorosas y
placenteras. Se habla desde un lugar afectivo y social, desde la integridad
● En el acto de hablar no todo es dicho, hay un mostrar ( con el cuerpo, la postura,
los gestos, miradas) y un verbalizar
● Hablar implica un escuchar, hablamos desde lo que escuchamos, escuchamos el
lenguaje del otro. Además somos lectores de lo que el otro dice, luego somos
hablantes.

Desde la subjetividad
Todo hablante es un contestatario, él no es un primer hablante, cuenta con la presencia
de enunciados anteriores, ajenos y suyos, que producen un entramado.
Tenemos un sujeto hablante, sujetado a la situación discursiva del otro. Cada enunciación
presupone la existencia de un hablante y un oyente, cada expresión está destinada hacia
otro, un oyente. Tenemos un oyente desdoblado.
La palabra materna da significación a las emisiones sonoras del infante, le responde
concurriendo a su encuentro, invocando, apelando, dándole validez. Los bebes producen
sonidos de todas leas lenguas y luego ejercen una selección operando por diferencia. La
madre se evidencia como lugar de origen de la lengua, promotora de la construcción del
lenguaje. La madre usara un género discursivo íntimo, sensual, seductor, voz materna
libidinizada
Al unisonó de este acontecer, la situación dialógica se juega, estableciendo roles, turnos,
momentos de hablar y de escuchar y entre ambos un tiempo de espera=núcleo de la
situación dialógica. En lo que se dice se crea un espacio participativo, entre dos
escuchas-hablantes, cada uno como protagonista en sus integridades biológicas,
psíquicas y sociales y unidas en un juego verbal dentro de una escena. Lugar de
exhibición y exposición. Lugar de encuentro en la disparidad subjetiva.
En la situación dialógica, hay un YO ubicado en el lugar de hablante, descubro al otro TU
en su respuesta atribuyéndole intencionalidad. Se definen lugares: uno que dice y otro
que oye y escucha, ve y espera en los cuales se juegan roles: hablante-invocante-
escuchante

Perturbaciones
● construcción del lenguaje sin daño orgánico
● jerga: decir particular entre la madre y el niño, constituye un espacio privado,
cerrado y exclusivo de ambos, se establece una relación intima excluyendo a
otros. Circula entre ambos un modo de decir personal. La madre nunca reclama el
uso correcto de la lengua, para que otro no ingrese al circuito y comprenda el
espacio. La palabra pierde su valor simbólico. El otro queda marginado.
● Mutismo: fenómeno del campo del lenguaje. Falla en la relación con el otro, que es
quien encarna la lengua, hablándola
EMILE BENVENISTE
COMUNICACIÓN ANIMAL Y LENGUAJE HUMANO

Las condiciones fundamentales de una comunicación propiamente lingüística parecen


faltar en los animales, así sean superiores.
En el caso de las abejas, la situación y la función son las del lenguaje, en el sentido de
que el sistema es válido en el interior de una comunidad dada y de que cada miembro de
ésta se halla en aptitud de emplearlo o de comprenderlo en los mismos términos (tienen
modo de comunicarse entre ellas).

Diferencias de lo que caracteriza propiamente el lenguaje humano:

1. El mensaje de las abejas consista por entero en la danza, sin intervención de un


aparato "vocal", en tanto que no hay lenguaje sin voz.

2. Por no ser vocal sino de gestos, la comunicación entre las abejas se efectúa
necesariamente en condiciones que permiten una percepción visual, a la luz del
día; no es posible en la oscuridad. El lenguaje humano desconoce semejante
limitación.

3. El mensaje de las abejas no atrae ninguna respuesta, sino determinada conducta,


que no es respuesta. Esto significa que las abejas no conocen el diálogo,
condición del lenguaje humano. Hablamos a otros que hablan, tal es la realidad
humana. Por no haber diálogo para las abejas, la comunicación se refiere tan sólo
a cierto dato objetivo.

4. En el lenguaje humano en el diálogo, la referencia a la experiencia objetiva y la


reacción a la manifestación lingüística se trenzan libremente y sin límite.
5. El carácter del lenguaje es procurar un sustituto de la experiencia susceptible de
ser trasmitido sin fin en el tiempo y el espacio, lo cual es lo propio de nuestro
simbolismo y fundamento de la tradición lingüística.

6. El mensaje de las abejas no se deja analizar. El lenguaje humano se caracteriza


precisamente por esto. Cada enunciado se reduce a elementos que se dejan
combinar libremente según reglas definidas, de suerte que un número de
morfemas bastante reducido permite un número considerable de combinaciones,
de donde nace la variedad del lenguaje humano, capacitado para decir todo. Un
análisis más detenido del lenguaje muestra que estos morfemas, elementos de
significación, se resuelven a su vez en fonemas, elementos de articulación
despojados de significación, aún menos numerosos, cuyo ensamble selectivo y
distintivo suministra las unidades significantes. Estos fonemas "vacíos"
organizados en sistemas constituyen el fundamento de toda lengua.

7. El modo de comunicación empleado por las abejas; no es un lenguaje, es un


código de señales. Resultan de ello todos los caracteres: la fijeza del contenido, la
invariabilidad del mensaje, la relación con una sola situación, la naturaleza
indescomponible del enunciado, su trasmisión unilateral

EMILE BENVENISTE
ESTRUCTURA DE LAS RELACIONES DE PERSONA EN EL VERBO

El verbo y el pronombre están sometidos a la categoría de persona.


Los verbos se clasifican en su conjugación según se referencia a la persona, la
enumeración de las personas constituyen propiamente la conjugación; y se distinguen
tres, en singular, en plural y en dual.
La primera persona es el que habla, la segunda “al que se dirige uno” y la tercera “el que
está ausente”
En las dos primeras personas hay una persona implicada y un discurso sobre esa
persona.

YO: designa al que habla. Caracterizado por la marca de persona

TU: es necesariamente designado por “YO”, no puede ser pensado fuera de la situación
planteada por el YO. Caracterizado por la marca de persona. Persona no-yo.

ÉL: queda exceptuado de la relación YO-TU, trae consigo una indicación o enunciado no
referido a una persona especifica. La tercera persona no es una persona, es la forma
verbal que tiene por función expresar la no-persona. Puede servir de forma de alocución
ante alguien que está presente cuando quiere sustraérsele a la esfera personal TU. Por
una parte a manera de reverencia o de desprecio.

El YO-TU tienen unicidad especifica, el YO que enuncia, el TU a quien yo me dirijo son


cada vez únicos. Ambos son inversibles. Lo que esta fuera del YO-TU es Él (tercera
persona). Pero Él puede ser una infinidad de sujetos o ninguno.
Correlación de subjetividad: Cuando salgo del YO para establecer una relación viva con
un ser encuentro un TU. Se podrá definir al TU como la persona no-subjetiva, frente a la
persona subjetiva que el YO representa.

NOSOTROS: yunción entre yo y no-yo. Esta yunción forma una totalidad nueva, en
NOSOTROS es siempre YO quien predomina puesto que no hay NOSOTROS sino a
partir de YO. La presencia del YO es constitutiva del NOSOTROS.

EMILE BENVENISTE
LA NATURALEZA DE LOS PRONOMBRES

Los pronombres no constituyen una clase unitaria, sino especies diferentes según el
modo de lenguaje del que sean signos. Los unos pertenecen a la sintaxis de la lengua, los
otros son característicos de lo que llamaremos las "instancias de discurso", es decir, los
actos discretos y cada vez únicos merced a los que la lengua se actualiza en palabra en
un locutor.

YO tiene su referencia propia, y corresponde cada vez a un ser único, planteado como tal.
Yo no puede ser definido más que en términos de "locución. Yo significa "la persona que
enuncia la presente instancia de discurso que contiene yo". Instancia única por definición,
y válida nada más en su unicidad. YO sólo vale en la instancia en que es producido, no
tiene existencia lingüística más que en el acto de palabra que la profiere.
YO es el "individuo que enuncia la presente instancia de discurso que contiene la
instancia lingüistica yo", TU , como "el individuo al que se dirige la alocución en la
presente instancia de discurso que contiene la instancia lingüística tú".
Estas definiciones apuntan a yo y tú como categoría del lenguaje y se refieren a su
posición en el lenguaje.
Esta referencia constante y necesaria a la instancia de discurso constituye el rasgo que
une a yo/tú una serie de "indicadores" participantes.
● Tales son primeramente los demostrativos: este, etc., en la medida en que están
organizados correlativamente a los indicadores de persona.
● Fuera de esta clase, pero en el mismo plano y asociados a la misma referencia,
hallamos los adverbios aquí y ahora. Saldrá a relucir su relación con yo
definiéndolos: aquí y ahora delimitan la instancia espacial y temporal coextensiva y
contemporánea de la presente instancia de discurso que contiene yo.

La deixis es contemporánea de la instancia de discurso que porta el indicador de persona;


de esta referencia extrae el demostrativo su carácter cada vez único y particular, que es la
unidad de la instancia de discurso a la cual se refiere. De modo que lo esencial es la
relación entre el indicador (de persona, de tiempo, de lugar, de objeto mostrado, etc.) y la
presente instancia del discurso.
El lenguaje ha creando un conjunto de signos "vacíos", no referenciales por relación a la
"realidad", siempre disponibles, y que se vuelven "llenos" no bien un locutor los asume en
cada instancia de su discurso.
Los indicadores yo y tú no pueden existir como signos virtuales, no existen sino en tanto
que son actualizados en la instancia de discurso, donde marcan mediante cada una de
sus propias instancias el proceso de apropiación por el locutor.
Debe insistirse en este punto: la "forma verbal" es solidaria de la instancia individual de
discurso por ser siempre y necesariamente actualizada por el acto del discurso y estar en
dependencia de este acto.
Así, en la clase formal de los pronombres, los llamados de "tercera persona" son
enteramente diferentes de yo y tú, por su función y por su naturaleza.
Es una función de responde a una necesidad de economía, remplazando un segmento del
enunciado, y hasta un enunciado entero, por un sustituto más manejable. La "tercera
persona" es una no-persona.
Lo que hay que considerar como distintivo de la "tercera persona" es la propiedad:
1) de combinarse con no importa qué referencia de objeto;
2) de no ser jamás reflexiva de la instancia de discurso;
3) de disponer de un número a veces bastante grande de variantes pronominales o
demostrativas;
4) de no ser compatible con el paradigma de los términos referenciales tales como aquí,
ahora, etc.

EMILE BENVENISTE
DE LA SUBJETIVIDAD EN EL LENGUAJE

YO: presencia del hablante en lo que dice, plantearse como sujeto (historia, experiencias,
sentimientos…). Cuando habla del yo lingüístico, se refiere a que el yo cobra su valor en
el momento en el que se usa.
Existe una concepción errónea que sostiene que el lenguaje es un “instrumento de
comunicación”. Quienes sostienen esta teoría la respaldan alegando que el lenguaje
aparece empleado como un instrumento (se utiliza para la comunicación, es el medio más
eficaz para comunicarse) y que presenta otras características que lo vuelven clasificable
como tal.
Sin embargo, la utilización del término instrumento implicaría la referencia a algo ajeno a
la naturaleza, a una fabricación del hombre. Y puesto que el lenguaje forma parte de la
naturaleza del hombre, no es posible separar uno del otro, ni mucho menos decir que el
lenguaje es una creación del hombre. Al sostener la teoría del lenguaje como instrumento,
se habla, en realidad, del lenguaje puesto en acción: el discurso. Éste sí es un
instrumento de comunicación, como también lo es lo que lo conforma, la palabra (que no
es más que una actualización del lenguaje).
La condición del hombre en el lenguaje es única. En éste se funda y se desarrolla el
concepto de “ego”, su realidad de ser. Es en y por el lenguaje que se constituye
como sujeto, porque el solo lenguaje funda en realidad, en su realidad que es la del
ser, el concepto de “ego”. Recíprocamente el lenguaje sólo es posible gracias a que
cada locutor se pone como sujeto y remite a sí mismo como “yo” en su discurso. Esta
relación se debe a que la condición de diálogo es en sí misma constitutiva de la persona e
implica cierta reciprocidad (la comunicación en líneas generales no es más que un
intercambio). Por lo tanto, la subjetividad emerge en el discurso, porque éste se presenta
en instancias discretas.
El lenguaje la posibilita, porque contiene las formas lingüísticas necesarias para la
expresión. Cada locutor que ejerce el discurso, aplica las formas “vacías” que el lenguaje
aporta, a su propia persona. Al hacer esto define el “yo” y el “tú” de su enunciado. La
instancia de discurso define al sujeto.
El fundamento de la subjetividad está en el ejercicio de la lengua: la subjetividad es la
capacidad del locutor de plantearse como sujeto y está determinada por el estatuto
lingüístico de la persona. Tiene su fundamento lingüístico en una realidad dialéctica que
engloba los dos términos (“yo” y “tú”) y los define por asociación mutua (ninguno de los
dos es concebible sin el otro).
Los denominados “pronombres personales” no han de tomarse como figuras (no remiten
ni a un concepto ni a un individuo), sino como formas lingüísticas que indican la persona.
Por ejemplo: “Yo” se refiere al acto de discurso individual en que es pronunciado y cuyo
locutor designa, pero éste no es para nada un individuo en particular: “yo” podría designar
a cualquier locutor que se pronuncie como sujeto. El fundamento de la subjetividad está
en el ejercicio de la lengua. El lenguaje esta organizado de tal forma que permite a cada
locutor apropiarse de la lengua designándose como yo.
Los pronombres personales permiten la identificación de la subjetividad en el lenguaje.
A la vez, de los pronombres personales dependen otras clases de pronombres; son los
indicadores de la deixis que organizan las relaciones espaciales y temporales en torno al
sujeto tomado como punto de referencia, tienen por punto común definirse por relación a
la instancia del discurso en que son producidos.
La subjetividad también se da en relación al tiempo, se distinguen tiempos (pasado-
futuro) pero la línea divisoria es una referencia la presente. En conclusión, el tiempo
lingüístico es sui-referencial.
El lenguaje es la posibilidad de la subjetividad, propone formas vacías de las que cada
locutor en ejercicio se apropia y refiere a su persona.
El uso de los verbos denota un acto individual, indican subjetividad, para caracterizar la
actitud del locutor hacia el enunciado que expresa.

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