Está en la página 1de 1

Nietzsche, F. (1995) La genealogía de la moral (pp. 65-83), Buenos Aires: Alianza.

Palabras clave: Moral - memoria - responsabilidad - culpa - pena - promesa - olvido.

El autor habla sobre la activa capacidad de olvido y menciona que sin ésta no
puede haber ninguna felicidad, ningún presente y funciona como un aparato de
inhibición. Luego, hace hincapié sobre la “responsabilidad”; como un hacer antes al
hombre, igual entre iguales, ajustado a regla, calculable. Este hacer lo llama la “eticidad
de la costumbre”. Como resultado, aparece el “hombre libre”, poseedor de una voluntad
duradera e inquebrantable, que obtiene como posesión su medida del valor: mirando a
los otros desde sí mismo, honra o desprecia. Este conocimiento del privilegio
extraordinario de la responsabilidad se graba en él y se convierte en instinto. Este
instinto dominante el hombre lo llama conciencia.
Nietzsche plantea que para imprimir algo en esa capacidad de olvido, de forma
que permanezca presente en la memoria es necesario el dolor. En este sentido, la dureza
de las leyes penales revela cuánto esfuerzo le costó a la humanidad la victoria contra el
olvido y mantener presentes las exigencias de la convivencia social.  Declara que la
justicia es una forma refinada del juzgar y razonar humanos que esta capacidad de
juzgar no es desde los inicios sino que hay una equivalencia perjuicio-dolor que viene
de la relación contractual entre acreedor y deudor, y que remite a las formas básicas de
compra, venta, cambio, comercio y tráfico. Expone que, el deudor, para infundir
confianza en su promesa de restitución, empeña al acreedor, en virtud de un contrato,
con alguna otra cosa que todavía “posee”. La equivalencia está dada por el hecho de
que, en lugar de una ventaja directamente equilibrada con el perjuicio (dinero, tierra,
etc), al acreedor se le concede un sentimiento de bienestar; es decir, le es lícito
descargar todo su poder, sin escrúpulos, sobre un impotente. Sencillamente, hacer el mal
por el placer de hacerlo. La compensación consiste en una remisión y en un derecho a la
crueldad.
Finalmente, considera que el sentimiento de culpa (Shuld) tuvo su origen en la
más antigua relación personal: compradores y vendedores; donde se dió inicio a que las
personas se midieran entre sí. El hombre se designaba como el ser que mide valores,
como el animal tasador en sí. Se llega entonces a que “toda cosa tiene su precio”, el más
antiguo e ingenuo canon moral de la justicia. La justicia, en este primer nivel, es la
buena voluntad entre hombres de poder aproximadamente igual, de ponerse de acuerdo
entre sí y de volver a entenderse mediante un compromiso.
Dicha voluntad de considerar que todo delito es pagable (la voluntad de separar
al delincuente de su acción) son los rasgos que fueron inscribiendo más claramente en el
desarrollo ulterior del derecho penal. Si el poder y la autoconciencia de una comunidad
crecen, el derecho penal se suaviza. La justicia, que comenzó como todo es pagable,
acaba por hacer la vista gorda y dejar escapar al insolvente. Acaba suprimiéndose a sí
misma. La autosupresión de la justicia (llamada “gracia”) continúa siendo el privilegio
del más poderoso, más allá de su derecho.

También podría gustarte