Está en la página 1de 285

ESCUELA DE GRADUADOS

DOCTORADO EN PSICOLOGÍA SOCIAL

CONSECUENCIAS INTERSUBJETIVAS Y SOCIALES DE LOS


PROCESOS DE LEGITIMACIÓN DE LO ILEGÍTIMO

DOCTORANDO: DRA. AMELIA HAYDEE IMBRIANO

DIRECTOR DE TESIS: DR. PEDRO RUBENS DAVID

NOVIEMBRE DE 2014
2

CONSECUENCIAS INTERSUBJETIVAS Y SOCIALES DE LOS

PROCESOS DE LEGITIMACIÓN DE LO ILEGÍTIMO

INDICE

Introducción 8

Capitulo I: Sobre el concepto de legitimidad 26

1.1- Sobre el significado de legitimidad 26

1.1.1- Legitimidad en términos jurídicos 27

1.1.2.- Legitimidad en sentido político 29

1.2.- Teoría de la legitimidad en Weber. Relación social, dominación y

poder 31

1.3.- Teoría de la legitimidad según Habermas. La Teoría Crítica y el

método reconstructivo 34

1.4.- La legitimidad como ficción constituyente desde la perspectiva de

José Antonio Marina 38

1.5- Rosanvallon y las tres nuevas fuentes de la legitimidad:

imparcialidad, reflexividad y proximidad 43

Capitulo II: El concepto de anomia 49

2.1.- La definición de anomia 49

2.2.- Emile Durkheim. La anomia en relación a falta de solidaridad y

de valores normativos en las sociedades industriales 50


3

2.2.1.- Sobre la solidaridad mecánica 52

2.2.2.- Sobre la solidaridad orgánica 54

2.3.- Robert K. Merton. La anomia como producto de la falta de

acceso a los recursos y el quiebre del entramado social 60

2.4.- Carlos Nino. La ilegalidad y la anomia boba 61

2.5.- Psicología de una población en que la anomia no es un disvalor 64

2.5.1.- La iniciativa individual como egoísmo 65

2.5.2.- La Jerarquía como disvalor 67

2.5.3.- La primarización de los vínculos secundários 68

2.5.4.- Machismo 69

2.5.5.- El pasar a otro o no dejarse pasar 70

2.6.- Vigotsky y la norma como marco posible de interacción social 71

Capítulo III: Hanna ARendt y algunas consideraciones sobre el

totalitarismo 72

3.1.- Aproximación al tema 72

3.2.- Las consideraciones de Hanna Arendt 74

3.2.1.- Breve biografia 74

3.2.2- Condición humana y pluridimensionalidad 76

3.2.3.- La advertencia sobre la perversión de la igualdad como

hecho mundano 78

3.2.4.- Entre el vicio y el delito 81

3.2.5.- Consideraciones sobre el totalitarismo 83


4

3.2.6.- Del espacio político a la sociedad de masas 90

3.3.- El Totalitarismo según C. Friedrich y Z. Brzezinski 101

3.4.- Análisis comparativo de las teorías de H. Arendt y de Friedrich-

Brzezinski 102

3.5.- Anexo: Goebbels y la propaganda 104

Capitulo IV: Los estados de excepción 106


4.1.- Estado de excepción 106

4.2.- Latinoamérica y la colonización 107

4.3.- Estado de excepción como espacio anómico 107

4.4.- Fuerza de ley sin ley 110

4.5.- Interrogaciones sobre los Derechos Universales del Hombre 114

4.6.- Anexo 116

4.6.1.- Malena, una niña institucionalizada 116

4.6.2.- La fiesta del mea-culpa 122

Capítulo V: La crisis del derecho. Aproximaciones integrativistas en

la obra de Pedro David 124

5. 1.- La crisis del orden jurídico 124

5.1.1.- La contradicción entre las estructuras jurídicas formales y

la realidad social 125

5.1.2.- La colonización como disgregamiento de lo autóctono 125

5.1.3.- La técnica, los medios de comunicación de masas y el

acelerado cambio tecnológico y social 125


5

5.1.4.- La discrepancia entre los recursos y las posibilidades 126

5.1.5.- La dilución jurídica y sus consecuencias 129

5.2.- Latinoamérica, su diversidad y su historia común 133

5.3.- Algunas reflexiones relativas a la globalización 140

5.4.- La crisis del Derecho 141

5.5.- Un llamado a la innovación integrativista del Derecho Penal

respecto de los fenómenos de violencia 143

5.6.- Desde la crisis del Derecho hacia una propuesta de superación

integrativista 148

5.7.- Anexo: Testimonios 153

5.7.1. Esad Landzo 154

5.7.2. Omarska 155

5.7.3. Milan Lukić 155

5.7.4. El testimonio de N.N. en el caso Lukić y Lukić 156

Capítulo VI: El mundo contemporáneo: in-mundo 158

6.1.- Lo mundano o inmundicia 158

6.1.1.- Globalización 159

6.1.2.- Tecno-ciencia 160

6.1.3.- Igualación obligatoria. Cultura del consumo 160

6.1.4.- Segregación 162

6.1.5.- Criminalidad transnacional organizada 163

6.1.6.- La violenta soledad contemporânea 163


6

6.1.7.- La adicción a la adición 164

6.2.- El mundo del negocio y los mass-media. 166

6.3.- La globalización. Su influencia socio-cultural 168

6.4.- El consumismo 172

6.5.- Una nueva modalidad de esclavitud 176

6.6.- La fetichización contemporânea 182

6.7.- Sobre la gestión utilitarista y la violência 192

Capítulo VII: Un discurso de estilo comercialista 194

7.1.- El inconsciente estructurado como un lenguaje y el sujeto efecto

de discurso: lo intersubjetivo. 194

7.2.- Las modalidades discursivas como modos de lazo social 196

7.3.- El sujeto efecto de discurso y su relación al discurso capitalista 202

7.4.- El sujeto tomado por lo pulsional 211

7.5.- Sobre la gestión utilitarista y la violência 213

7.6.- Una economía psíquica en transformación 215

Capítulo VIII: Consideraciones psicoanalíticas 220

8.1.- Consideraciones freudianas sobre la Psicología Social 220

8.2.- El hombre y el destino parricida 225

8.3.- Una lectura lacaniana sobre los procesos de legitimación de lo

ilegítimo desde textos lacanianos precursores 228


7

8.3.1.- De la psicosis paranoica en sus relaciones con la

personalidad. Motivos del crimen paranoico: el crimen de las

hermanas Papin 230

8.3.2.- La família 232

8.3.3.- Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en

criminologia 233

8.3.4.- Acerca de la causalidad psíquica 234

8.4.- El padre en la enseñanza de Sigmund Freud. El padre muerto. 236

8.5.- La función del padre en la enseñanza de Jacques Lacan: un

significante 241

8.6.- El padre como metáfora jurídica. El sujeto, la construcción de lo

prohibido y la operación jurídica 250

8.7.- El niño como objeto de la cultura 252

8.8.- La producción de una alquimia. Los nombres de la muerte 256

8.9.- El sujeto delictivo: Un nombre para las consecuencias de los

procesos de legitimación de lo ilegítimo 258

8.10.- “Darles la palabra” implica “escucharlos” 261

Conclusiones 261

Referencias 276
8

INTRODUCCIÓN

La presente investigación de tesis doctoral titulada: Consecuencias

intersubjetivas y sociales de los procesos de legitimación de lo ilegítimo

surge luego de una investigación empírico- conceptual sobre “actos homicidas

cometidos por niños/as y adolescentes en la ciudad de Buenos Aires”, realizada

en 2008-2009. Resulta ser un antecedente importante pues dejó pendiente

muchas interrogaciones. En esta investigación de Tesis Doctoral en Psicología

Social nos proponemos elucidar algunas de ellas.

En la mencionada investigación se trabajó con una población testigo de 100

casos de niños, niñas y adolescentes que cometieron “homicidios inmotivados”.

Justamente, elegimos esos casos pues desde la Psicología Social y el

Psicoanálisis, sabemos que no existen conductas “inmotivadas”.

Toda conducta tiene un sentido y el Derecho Penal, particularmente la

Criminología, se encargan de bucear respecto del sentido de las conductas

delictivas, sobre todo aquellas que llevan adelante la “pulsión homicida primordial”.

En aquél momento nos proponíamos investigar sobre “actos de violencia” y

nos pareció que el rasgo “homicidio” era muy representativo para nuestra

preocupación investigativa: el aumento superlativo de actos de violencia cometido

por menores en la sociedad actual. Un modo de especificar la población testigo

fue trabajar únicamente con casos de la ciudad de Buenos Aires.

El tema no es nuevo, la violencia siempre existió, es constitutiva del ser

humano. Las diferentes disciplinas que componen la panorámica de las Ciencias

Humanas y Sociales se manifiestan en este sentido. Pero en 2005 nos


9

encontramos en la Argentina frente a un hecho muy particular: Junior, el niño que

acometió con un arma contra sus compañeros en una escuela de Carmen de

Patagones, aparentemente sin motivo alguno. Podemos decir, que respecto de la

violencia infanto-juvenil en la Argentina, a partir de ese momento, se produjo un

antes y un después. Junior se hizo famoso, y también tomó fama “los chicos no

van presos”, frase repetida por muchos de los sujetos que compusieron la

población testigo referida.

Todo el país conoció a Junior a través de los medios masivos de

comunicación. Y, también todo el país quedó “tomado” por la noticia, las personas

no se podían “despegar” del televisor, en una suerte de “horrorosa fascinación”.

¿Qué miraban? ¿Qué encontraban en cada una de las repeticiones de la noticia?

¿Encontraban algo siniestro y familiar a la vez? ¿Encontraban algo de sí mismos?

La conmoción social fue generalizada, ¿qué misterio escondía ese acto de Junior?

Poco tiempo después, cuando los incidentes de menores cometiendo actos

homicidas se hicieron frecuentes, se generalizó cierta ambigüedad. Por un lado,

todos se preocupan por la inseguridad que genera, generalizando las causas en la

pobreza y la droga, -válidos por cierto- pero sin preguntarse por otros motivos

particulares. Por otro lado, todos se acostumbran a que estos hechos sucedan en

la vida actual. No obstante, nadie puede pensar que “su hijo” pueda cometer un

acto semejante. Por lo tanto, no dejó de aplicarse el falso axioma: “a mí no me va

a pasar”. Esta temática particular, la trataremos como fenómeno de “desmentida”

desde el punto de vista psicoanalítico. La complejidad del fenómeno implica una


10

nueva economía psíquica que abarca tanto a los sujetos en particular y al ámbito

socio-cultural, poniendo en evidencia que se trata de una intersubjetividad

Preocupados por ese “acostumbramiento” y ese estilo de “negación”, casi

como si estos hechos tomaran cierta legalidad, es que llegamos a realizar una

lectura específica en los textos de David sobre los “procesos de legitimación de lo

ilegítimo”. A partir de ese momento, se nos hizo absolutamente evidente, que esos

procesos son numerarios, y que vivimos en una sociedad implicada en ellos.

Nos interesa abrir el juego a todas las cuestiones que comprometen la

temática. Se ha evidenciado que respecto de su tratamiento y prevención se ha

trabajado mucho, sin haber alcanzado una práctica asertiva. Lamentablemente,

muchas veces se llega tarde, pues cuando un niño descubre el gusto de la sangre

estamos en problemas.

Minnicelli –autora que aportó mucho en la investigación mencionada-

considera que las contemporáneas infancias desbandadas mentan el eclipse de la

institucionalidad. Las infancias se muestran “sin límites”: niños y niñas transitando

por diferentes escenarios –familiares, sociales, educativos y judiciales– dejan

perplejos a los adultos –trátese de padres, docentes o profesionales– que, muchas

veces, no saben cómo intervenir ante “la violencia sin límites” de la infancia, de la

que son, sin embargo, cómplices. Violencia que hurta la palabra de unos y de

otros. Los niños sólo hablan o intentan hablar con el cuerpo y los adultos se

desbarrancan por la pérdida de la eficacia de sus palabras: desfallecimiento del

del Tercero Social que desaloja a unos y a otros, que rompe los lazos, des-banda.

Como resultado, los procesos de subjetivación son atrozmente frágiles, tan frágiles
11

que suelen precipitar a la desubjetivación, debido a la falta de un Otro que brinde

soporte a la ley.

Resulta paradojal que, mientras por un lado se declama que vivimos en

tiempos de los derechos del niño (el siglo XX fue declarado el siglo del niño), por

el otro, en la primera década del siglo XXI, se registran hechos que rompen toda

ilusión de su bienestar: alta mortalidad infantil y desnutrición, participación directa

o indirecta de niños en conflictos armados, explotación sexual y laboral,

prostitución, tráfico de cuerpos para la venta de órganos, etc. Como en muchos

aspectos, se intenta ocultar –tras el exceso de declaraciones o de inflación

legislativa– la falta de acciones concretas, de aplicación rigurosa de las

convenciones que sobre niños y jóvenes han suscripto los países. ¿Cuál es la

distancia entre el discurso que se proclama y la práctica efectiva en torno a los

derechos del niño? Niños y adolescentes sujetos de derecho, pero sólo en su

forma enunciativa, porque la realidad muestra otra cosa, y es que la suspensión

de la ley se instala como regla y, desde allí, cobra fuerza-de-ley-sin-ley.

Incursionando en el tema, encontramos autores que consideran que el

mundo contemporáneo se caracteriza por una flexibilización superlativa de las

funciones normativas a través de una producción acelerada de procesos de

legitimación de lo ilegítimo. Los mismos implican una franca crisis de puntos de

referencia, pudiendo hasta llegar a legitimar diversos modos de industrialización

de la muerte, así denominados por David.


12

Son de alta frecuencia y de público conocimiento los sistemas tales como el

circuito del lavado de dinero y las formas de delito organizado conocidas y por

conocer, especialmente las actividades relacionadas al tráfico.

Todo ello implica una violación sistemática de los derechos fundamentales.

Nos encontramos frente a una paradoja: mientras hay instituciones que se ocupan

de normativizar la sociedad, hay otras que se ocupan de organizar el delito, y en la

actualidad parece que asistimos al predominio de estas últimas. Como

consecuencia, el hombre contemporáneo, no encuentra un lugar en la disyunción

entre lo jurídico y la realidad social. Este no-lugar funciona como fertilizante para

conformar un ámbito de posibilidad certera para la operación de transformación de

lo ilegítimo en legítimo, -que secundariamente aunque no menos importante- se

caracteriza por una alta aceleración, y primariamente por la negación de lo

prohibido, máxima figura de quebranto simbólico.

Como lo señalara Hobbes, el hombre liberado a sí mismo es el “lobo del

hombre” (homo hominis, lupus) siendo necesario refrenar tal impulsividad pues la

misma hace de la sociedad una formación de individuos dominados por ambición

de mando y de dominio. ¿Por qué no tomar, entonces, la obra de un penalista? La

obra de Pedro David parte desde la búsqueda del sentido de la conducta humana

delictiva, particularmente la delincuencia juvenil, elucidando aconteceres humanos

de todos los tiempos y lugares, edades y etnias.

Se podría pensar que David se dedica a la Sociología Jurídica, sin

embargo, al proponerse una visión Integrativista, desarrolla sus consideraciones

desde una interdisciplinariedad. El autor se sirve de toda Ciencia Social y Humana


13

que le ofrezca alguna herramienta para encontrar el sentido de lo “delictivo” y

pensar “tratamientos del delito”, proponiendo alternativas en torno a la

recuperación de la subjetividad, -como se desarrolla en el capítulo V – a través de

la práctica del testimonio.

En nuestra consideración, David, juntamente con otros integrativistas tales

como Miguel Reale de Brasil, Herrera Figueroa y Werner Goldshmidth de

Argentina, Jerome Hall de Estados Unidos, Luis Recaséns Siches y Eduardo

García Máynez de México, inauguran una Psicología Social Integrativista, que

estudia la relación de la articulación “sujeto, cultura y sociedad”. La misma

conceptualiza al hombre como intersubjetivo, producto de la intersignificancia,

aquel que se aparece con una configuración de estructura en tres niveles

organizados, en un Trinus et unus según la banda de Moebius: vital-ecotímico,

espiritual-ecosófico y teorético-ecognósico. Es decir, como un morador del

lenguaje, el hombre es habitante de “ecos” (del lat. echo, y este del gr. ἠχώ) que

significa “repetición de un sonido reflejado por un cuerpo”. La historia de la ninfa

Eco de la mitología griega, nos enfrenta a un desafío: no quedar convertidos en

piedra! Es entonces la ocasión de tener en cuenta las propuestas relativas al ser

humano y su configuración subjetiva compuesta por las resonancias del discurso.

Ellas son actanciales (ecotímicas), de sentido (ecosóficas) y de discurso

(ecognósicas).

La posibilidad del ser-con, de estar necesariamente conviviendo en

sociedad, conjuntamente con lo espiritual, la de su siendo histórico -la de haber

atesorado en el transcurso generacional las múltiples riquezas de diversos


14

aprendizajes y conseguido el desarrollo gnóstico logrado-, constituyen las

principales notas que caracterizan la noción de existencia en tanto intersubjetiva.

Desde esta perspectiva, en la singularidad humana como siendo-con es siempre

un sentir-con-otros y consiguientemente está implicada la familia, el círculo social,

el pueblo, la patria, el Estado, etc. Desde esta panorámica de la Psicología Social

Integrativa, la persona humana alberga en su seno el ser fundamental de estas

instituciones. Por ello nos interesa, en la articulación sujeto-cultura-sociedad, la

problemática relación del sujeto y las instituciones, de la intersubjetividad con en

su máxima expresión.

Nos referiremos principalmente a tres obras de Pedro David: “Globalización,

prevención del delito y justicia penal” (1999), “Sociología Criminal Juvenil” (2003) y

“Criminología y Sociedad” (2005), sin perder el horizonte de las precedentes. No

solamente hemos elegido esos textos por su actualidad, sino porque implican una

construcción de una Psicología Social y Política desde una panorámica

interdisciplinaria.

Las consideraciones del autor parten de evidencias, o sea, de los hechos

(topos privilegiado en el integrativismo): en 110 visitas a países latinoamericanos,

pudo constatar que los problemas del delito en la niñez, la adolescencia y la

juventud son parte de un vasto espectro de situaciones que incluían una

enumeración interminable de situaciones particularmente injustas: la inequidad

social, la pobreza crítica, el desquiciamiento de las instituciones básicas, el

terrorismo, la utilización de las guerras civiles e internacionales con fines


15

comerciales, la migración y el éxodo de los refugiados, entre tantos. Siempre está

en la mesa de juego la violación sistemática de los derechos fundamentales.

Nuestra brújula metodológica ha sido el lógico finlandés Jaako Hintikka,

pues nos permitió un método de investigación abierto a la singularidad. Está claro

que no se puede descubrir el sentido y los efectos de las consideraciones

planteadas en las diferentes obras, en donde articulamos Derecho, Sociología,

Psicoanálisis, entre otras disciplinas, como si se contara con un manual. Descubrir

las relaciones que se pueden construir entre las teorías de diferentes disciplinas y

autores es tarea que no se limita a encontrar respuestas sino que siempre habrá

algo de inaprehensible en el objeto de investigación que generará inquietud. Si se

responde a la ética del investigador, se deberá sostener la incomodidad de

soportar lo inaprehensible. Por eso, en nuestro parecer un investigador debe

soportar construir su estilo metodológico como práctica del “modelo interrogativo”.

Esto implica haber sostenido un repertorio de instancias “metodológicas” que, más

allá de lo esperado, incluyen lo imprevisto y lo sorpresivo, donde tenga prioridad

una disposición abierta a descubrir indicios no codificados que causan sorpresa,

siendo estas las marcas de la singularidad con las que se trabaja. Ellas son el

blanco de las preguntas que el investigador formula y las mismas constituyen su

predilecto “banco de datos”. Para el lógico finlandés, cada investigador encontrará

un modo de formarse como tal en la construcción misma de la investigación, que

se apoya en el principio ético que debe respetar: hay un vacío entre lo que se

sabe y ló que se busca, que permite el surgimiento de aquello que todavía no se


16

nombró. Es por este motivo que la propuesta metodológica de Hintikka no presta

consentimiento a las tradicionales metodologias científicas.

El estilo interrogativo de investigación llevado adelante se desarrolla en

torno a preguntas formuladas en cada instancia de su encuentro con el objeto de

estudio, en donde las premisas teóricas son puestas a prueba en la búsqueda,

iniciándose un proceso en donde un movimiento hace que las preguntas sean

incorporadas al proceso investigativo como nuevas premisas. Este movimiento

interrogativo no puede por si solo producir conclusiones universales, pero puede

producir la ampliación del conocimiento sobre el objeto de estudio.

Respecto del tema que se enuncia en el título, partiendo desde la

consideración sobre que el mundo contemporáneo se caracteriza por una

flexibilización superlativa de las funciones normativas a través de una producción

acelerada de procesos de legitimación de lo ilegítimo, proponemos como

Hipótesis Principal:

El mundo contemporáneo se caracteriza por una flexibilización de las

funciones normativas a través de procesos de legitimación de lo ilegítimo, las

mismas generan consecuencias intersubjetivas y sociales.

Hipótesis Secundarias:

1.- Que a ellos se suman las lógicas de estados de excepción, causa de diversos

totalitarismos.

2.- Que los mismos posibilitan una relación societaria mediatizada por los objetos

de consumo.
17

3.- Que el discurso social es dominado por la gestión comercialista que opera a

modo de un totalitarismo en beneficio de convertir al sujeto en “usuario-

consumidor", -lugar de máxima consumación de la anomia-.

4.- Que los procesos de legitimación de lo ilegítimo son causa de des-

institucionalización.

5.- Que este proceso implica una franca crisis de puntos de referencia, pudiendo

llegar a legitimar diversos modos de industrialización de la muerte, máxima figura

de quebranto simbólico.

6.- Que los sujetos no tienen recursos simbólicos para resolver conflictivas sino

que se encuentran compelidos a resoluciones en lo real: mato o muero, como

formas extremas de violencia.

7.- Que se configura una nueva economía psíquica.

8.- Que la práctica de la palabra es una alternativa de tratamiento.

Iniciamos nuestra investigación por un camino necesario, considerando

diversas concepciones sobre el concepto de legitimidad, desde la visión jurídica y

política, y los desarrollos de algunos autores clásicos y otros actuales. Entre los

primeros nos referimos a Weber y Habermas, entre los últimos, a Marina y

Rossanvallon. Sus concepciones son desarrolladas en el Capítulo 1. En nuestra

opinión, desde Weber a Rossanvallon, interno al concepto de legitimidad, está la

noción de solidaridad reciprocidad y respeto por el pluralismo político. Los cuerpos

teóricos considerados se desarrollan desde el concepto de poder y dominación

(Weber), la moral y fundamentación de la validez de la legitimidad, entendiendo la

misma como un proceso de comunicación, una realidad simbólica (Habermas),


18

hasta una ficción necesaria (Marina) que en la democracia debe estar custodiada

por la imparcialidad, la reflexibilidad y la proximidad (Rosanvallon).

Perfilado el concepto de legitimidad, nos propusimos escudriñar una noción

implícita en la problemática de los procesos de legitimación de lo ilegítimo: la

anomia. Nuestro punto de partida fue a través de la referencia a Emile Durkheim

en “La división del trabajo social” (1893) y Robert Merton en “Teoría y estructura

sociales” (1949), para luego retomar el tema en autores contemporáneos como

Carlos Nino en “Un país al margen de la ley” (1991) y Vygotski en “El desarrollo de

los procesos psicológicos superiores” (1992), y no sin pasar por las apreciaciones

de Benbenaste, Etchezahar y Del Rio en “Psicología de la Anomia” (2008). Estas

conceptualizaciones están desarrolladas en el Capítulo 2. xx

El concepto de anomia acuñado por Durkheim está referido a “la falta de

normas o a la incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos lo

necesario para lograr las metas de la sociedad”. El autor hace hincapié en relación

a falta de solidaridad y de valores normativos en las sociedades industriales. R.

Merton expresó que la anomia es sinónimo de falta de leyes y control en una

sociedad y su resultado es una gran insatisfacción por la ausencia de límites en

cuanto a lo que se puede desear, expresando que es producto de la falta de

acceso a los recursos y el quiebre del entramado social. Para Carlos Nino, quien

conceptúa “la anomia boba”, que implica situaciones sociales en las que todos

resultan perjudicados, siendo el resultado de intereses o valoraciones que la ley

no pudo satisfacer y que se buscan satisfacer al margen de ella. La considera

como una forma de inobservancia que produce una disfuncionalidad en la


19

sociedad. Benbenast, Etchezahar, y Del Rio, postulan una psicología de la anomia

en donde la misma no es un disvalor. Razón por lo cual preferimos culminar el

capítulo con las consideraciones de Marina que se refieren a la revaluación de la

norma como marco posible de interacción social, abriendo cierta posibilidad para

el futuro de las sociedades.

Como consecuencia de investigar sobre la anomia y sus efectos en el

entramado social, se nos impuso referirnos a Hanna Arendt, en sus obras “Los

orígenes del totalitarismo” (1951) y “La condición humana” (1958). Sus

teorizaciones componen los desarrollos del Capítulo 3. La autora considera que la

vida política no puede verse aislada de la pluridimensionalidad del ser humano y

por ello la vida debe ser valorada en todas sus expresiones en la política. Esta se

origina en el actuar juntos de los seres humanos y está en relación con lo público,

lo constituye, siendo su matriz generativa. Destaca que la acción humana tiene

dos características intrínsecas: la limitación y la impredictibilidad. Advierte

respecto de la idea de igualdad -que sin disimulo califica como perversa- pues si

bien pareciera positiva, puede generar mayores desigualdades, dado que implica

pensar un prototipo, y el que es diferente es tratado como anormal. Como la

igualdad exige que cada persona reconozca a otra como igual, los grupos

diferentes sienten repugnancia a otorgarse entre sí esta igualdad básica, pudiendo

adoptar formas crueles de expresión.

Para llegar a un entendimiento del origen de las formas de gobierno

totalitaristas, Arendt realiza un recorrido histórico y muestra el potencial financiero,

y por lo tanto político, que está implicado en ellos. Considera que el totalitarismo
20

es un modo de dominación nuevo, diferente de las antiguas formas de tiranía y

despotismo. El totalitarismo moderno no se limita a destruir las capacidades

políticas de los hombres; destruye también los grupos e instituciones. Los

hombres se convierten así en "haces de reacción intercambiables", por obra de

una dinámica combinación de ideología y terror.

Un modo siempre usado para generar totalitarismos es el estado de

excepción. Volver al tema nos posibilitó una nueva reflexión en el Capítulo 4.

Orientados principalmente por “Estados de excepción” (2007) de Agamben

retomamos su definición: Se denomina “estado de excepción” a toda forma de

gobierno cuyo modo de constitución y/o funcionamiento opera como excepción a

las leyes que rigen en una Nación respecto a la constitución de los gobiernos y

distribución de los poderes. Su característica es suspender el orden jurídico en

beneficio de lograr mayor libertad de maniobra para ejercer el poder. Luego de

considerar los modos en que el estado de excepción toma a Latinoamérica y sus

nefastas consecuencias, nos interesamos por el espacio anómico que organiza y

la fuerza de ley. El primero surge por la renuncia a la inscripción filiatoria en el

linaje familiar, social, cultural, desplazándose hacia el universo del discurso de la

cultura hegemónica de nuestra época, mediante la fascinación del discurso de la

globalización. La fuerza de ley, que implica “sin ley”, es la implementación por la

cual decretos, disposiciones y medidas que no son formalmente leyes adquieren

no obstante la “fuerza”.

La ruptura del nexo entre violencia y derecho abriría dos perspectivas: 1.-

La de una acción humana sin ninguna relación con el Derecho, y, 2.- La de un


21

Derecho sin ninguna relación con la vida. Para explicitar el tema nos hemos

referido a diversos ejemplos tomados de Mercedes Minnicelli en su libro “Infancias

en estado de excepción”.

Desde las consideraciones trabajadas, por último, siguiendo una indicación

de un asesor privilegiado con el que hemos contado permanentemente durante el

período de investigación, el Dr. Carlos Fayt –Ministro de la Corte Suprema de la

Nación Argentina- en este capítulo, nos referimos a los Derechos Universales del

Hombre, y en particular a los Derechos Individuales, para finalizar con las

siguientes interrogaciones: ¿Cuáles serán las consecuencias para los sujetos

cuando el Derecho no alcanza a articular el poder con los ciudadanos, cuando el

Derecho pierde legitimación, consistencia y eficacia? ¿Cuáles serán las

consecuencias para los sujetos cuando el Derecho no puede cumplir la función de

fijar la esfera individual excluida de la acción del Poder? ¿Cuáles serán las

consecuencias para el sujeto cuando la acción del Poder determina la esfera

individual? ¿Qué sucede cuando existe un entrecruzamiento confuso entre lo

público y lo privado?

En el Capítulo 5, respecto a las concepciones integrativistas en la obra de

Pedro David, nos encontramos con una tarea ardua, por cierto, pues se trata de

interpretar al autor, por ello consideramos que solo logramos aproximaciones. El

tema central es “la crisis del Derecho” como consecuencia de la contradicción

entre las estructuras jurídicas formales y la realidad social. David señala algunas

posibles causas, entre ellas: 1.- La contradicción entre las estructuras jurídicas

formales y la realidad social; 2.- La colonización como disgregamiento de lo


22

autóctono; 3.- La técnica, los medios de comunicación de masas y el acelerado

cambio tecnológico y social; 4.- La enorme discrepancia entre los recursos y las

posibilidades de algunos sectores, frente a la increíble imposibilidad y

desvalimiento de otros. A las cuales nosotros agregamos una quinta característica:

la dilución jurídica.

Teniendo en cuenta Latinoamérica y su diversidad, reflexionamos sobre las

consideraciones de autor respecto de la globalización, sus efectos negativos, para

culminar retomando su propuesta de superación integrativista respecto que solo

un enfoque interdisciplinario, que ponga en diálogo el Derecho con otras

perspectivas de las Ciencias del Hombre, puede lograr unidad y validez para una

labor criminológica. La interdisciplinariedad es necesaria, en una sociedad que

auspicie el mejoramiento de las condiciones de vida del hombre de acuerdo con la

Declaración Universal de los Derecho del Hombre, preguntándose por los

problemas capitales de nuestro tiempo, sin perder la vista la meta de los valores:

“in omnibus justitia, in omnibus libertas” (por la plenitud de la justicia, a la plenitud

de la libertad). (David, 2005).

Consideramos que nuestra lectura sobre las concepciones vertidas por el

autor van desde la crisis del orden jurídico hasta la crisis del Derecho y la

presentación de una visión superadora. Destacamos el tratamiento de delito que

propone a través de la práctica del testimonio (ver Anexo).

El proyecto de investigación se propone explicitaciones y fundamentaciones

integrativista de las diversas consecuencias de los procesos de legitimación de lo

ilegítimo. Señalamos las siguientes: a.- Las perspectivas psico-socio-políticas se


23

encuentran en función del dominio y la destrucción (tánato-política); b.- Las

perspectivas intersubjetivas se encuentran en función de la pulsión

homicida primordial.

En el Capítulo 6, bajo el título “El mundo contemporáneo: in-mundo”

revisamos algunas temáticas ya trabajadas, reordenándolas, reconstruyéndolas,

dándoles nombre. Por eso nominamos cada subtítulo bajo los siguientes modos:

Lo mundano o inmundicia; el mundo del negocio no es sin consecuencias; la

globalización y su influencia socio-cultural; consumismo; una nueva modalidad de

esclavitud; la fetichización contemporánea y la gestión utilitarista y la violencia.

El planteo de esta temática, tan trabajada en la actualidad, fue anunciado, y

no solo en los ambientes académicos, sino también en lo popular. Recordamos en

los epígrafes a dos tangos: “Al mundo le falta un tornillo” (1928) y “Cambalache”

(1935). Con ello quisimos poner en evidencia que ya en 1928, los tangos pudieron

hablar. Los tangos de Aguilar-Cadícamo y de Discépolo son hoy una versión

poética. Los shoppings, el narcotráfico y la esclavitud infantil, entre otros

malestares de la época, son la versión consumada.

Dentro de un abanico de variables, nos ocupamos del ocio como negocio.

Dentro de una concepción económica, el ocio se considera un bien de consumo

de primera necesidad; en este sentido la función de utilidad de un sujeto está en

relación a dos variables: renta y ocio. Creer que es una relación simple es

ingenuidad, puesto que la relación es metabolizada en el discurso capitalista a

través de la implementación de un "mercado del ocio" que se ocupa de su

planificación, surgiendo la dialéctica: diversión-aburrimiento.


24

Desde los síntomas contemporáneos, nos preguntamos: ¿Por qué las

sociedades cultivan la violencia? ¿Se trata de la satisfacción de la pulsión de

muerte?

A través de las palabras de Mario Margulis (1997) reflexionamos sobre que

la gran tragedia cultural actual se relaciona con el consumismo, que significa

“consumir el consumo”. El sistema necesita mercados cada vez más amplios y

más abiertos. El nuevo amo y su discurso, con su demanda continua de consumo,

difunden la fiebre compradora. Frente a estos hechos, es inminente el proceso de

destrucción y descomposición social a que el sistema capitalista en su forma

actual nos empuja, dado que el reordenamiento de los procesos de producción y

circulación de mercancías y el reacomodo de las fuerzas productivas, producen un

excedente peculiar: seres humanos que sobran, que no son necesarios para el

nuevo orden mundial, que no producen, que son consumidos, en suma, que son

desechables. Ahora bien, si existen sujetos que se encuentran por fuera del

sistema, ¿por qué habrían de ajustarse a las leyes del sistema? ¿Qué valor puede

tener la ley y la norma de un sistema que los excluye y los deja sin existencia?

La capacidad destructiva del sistema globalizante es extraordinaria. Lo

manifiestan, entre muchas evidencias, las guerras; el horror entusiasmado o el

entusiasmo del horror; la complicidad; la igualación obligatoria; los desechables o

los invisibles; la degradación mercantilista; la doble fetichización de la mercancía y

el logo; la tecnocracia. El mundo, inmundo, está lleno de desechos, lo grave es

que se ha desechado, des-hecho, al sujeto en su máximo espesor: la

intersubjetividad.
25

En el Capítulo 7, titulado “Un discurso de estilo comercialista” hemos

aproximado a nuestras hipótesis desde la teoría del discurso en psicoanálisis,

considerando: El inconsciente estructurado como un lenguaje y el sujeto efecto de

discurso intersubjetivo; las modalidades discursivas como modos de lazo social; el

sujeto efecto de discurso y su relación al discurso capitalista; el sujeto atrapado

por lo pulsional; la gestión utilitarista y la violencia; una economía psíquica en

transformación; la desmentida.

En el Capítulo 8, nos proponemos realizar una prolija descripción de la

función del padre para Freud y para Lacan. La nueva economía psíquica regulada

por la desmentida del discurso del padre, ha producido el viraje del lugar del niño

en la sociedad. No es el padre quien garantiza el ser al niño, sino el niño quien

garantiza la existencia al padre.

Pensar estas temáticas desde la interdisciplinariedad del psicoanálisis, es

el punto donde construimos una Psicología Social, siendo fieles a la consideración

freudiana respecto de que no hay psicología individual que no implique una

psicología social, lo cual implica el ámbito intersubjetivo.


26

CAPITULO I

SOBRE EL CONCEPTO DE LEGITIMIDAD

El tema respecto de la legitimidad y los procesos de legitimación atravesará

continuamente este trabajo investigativo. En este espacio nos proponemos

solamente una aproximación al mismo.

1.1- Sobre el significado de legitimidad

La legitimidad, según el Diccionario de la Real Academia Española (2007) y

el Diccionario Enciclopédico Larrouse (2009) es definida como: 1.- Adquisición del

carácter o condición de legítimo; 2.- Concesión de legitimidad a algo o a alguien;

3.- Confirmación, demostración y/ o certificación de la autenticidad de un

documento, o de que una cosa cumple las condiciones indicadas por la ley; 4.-

Capacitación legal para que una persona ejerza un cargo o desempeñe una

función; 5.- Reconocimiento de la autoridad del poder político o de la persona que

lo ejerce.

La legitimidad, bajo la acepción que nos interesa, es un término utilizado en

la Teoría del Derecho y la Ciencia Política que definen la cualidad de ser

conforme a un mandato legal, a la justicia, a la razón o a cualquier otro cierto

mandato. El proceso mediante el cual una persona obtiene legitimidad se

denomina legitimación.

En Ciencia Política es el concepto que se refiere a la capacidad de un poder

para obtener obediencia sin necesidad de recurrir a la coacción que supone la

amenaza de la fuerza, de tal forma que un Estado es legítimo si existe un


27

consenso entre los miembros de la comunidad política para aceptar la autoridad

vigente.

Según Ignacio Molina (Molina, 2007) profesor de Ciencia Política de la

Universidad Autónoma de Madrid, esta apelación inicial a criterios tradicionales

como justificación ética del ejercicio personal del poder es aceptada por Max

Weber como uno de los tres tipos de legitimidad.

Para este autor, hay otros dos modos de legitimación: a.- La legitimación

carismática: los miembros de una comunidad, “los subordinados” -según el autor-

aceptan el poder basándose en la santidad, heroísmo o ejemplaridad de quien lo

ejerce; b.- La legitimación racional: los miembros de una comunidad, también

denominados por el autor como “los subordinados”, aceptan el poder de acuerdo

con motivaciones objetivas e impersonales.

Para Molina, la legitimidad queda prácticamente como sinónimo de

legalidad.

1.1.1- Legitimidad en términos jurídicos. La legitimidad puede ser considerada

desde dos aspectos: legitimidad formal y material.

La legitimidad formal se refiere al correcto proceder de los órganos

estatales con respecto a todos los procedimientos establecidos en el

Ordenamiento Jurídico.

La legitimidad material es aquel consenso (reconocimiento) del pueblo

creado en aprobación de la ley creada o de la actuación gubernamental.


28

Es importante en la consideración del tema, tener en cuenta, los requisitos

que ha de cumplir una norma jurídica para ser legítima. Ellos son tres: validez,

justicia, y eficacia.

a.- La validez se refiere a que una norma es válida cuando es emitida por un

órgano competente. Así, es inválida una ordenanza de la ciudad de Buenos Aires

que pretenda organizar el tráfico de la ciudad de Rosario, pero son válidas las

ordenanzas de la ciudad de Buenos Aires para organizar el tráfico de esa misma

ciudad. La validez es expresable en términos más o menos formales y objetivos.

b.- La justicia es la voluntad constante de dar a cada uno lo que le corresponde.

Subjetivamente, una norma es justa si la población considera mayoritariamente

que se atiene a los objetivos colectivos de esa misma sociedad, e injusta si ocurre

lo contrario, con independencia de si la considera válida o no. Ocurre en muchos

lugares, por ejemplo, que se considera injusto pagar por aparcar en la vía pública,

a pesar de las ordenanzas municipales son válidas y obligan a ello. Como contra

ejemplo, se puede mencionar que entre 1789 y 1849 en el sur de EEUU, la norma

que permitía la esclavitud era subjetivamente justa porque así lo consideraba la

mayoría de la población de la región. Objetivamente una norma es justa cuando es

precisa y equitativa. Objetivamente las personas no determinan que es justo o

injusto, simplemente lo descubren.

c.- La eficacia se refiere al seguimiento o acatamiento de la norma. Una norma es

eficaz si la población la cumple, con independencia de si la percibe como justa o

válida, e ineficaz si es ampliamente desobedecida. Por ejemplo, la prohibición de

aparcar en doble fila suele ser percibida por todo el mundo como algo justo, y es
29

desde luego una prohibición válida, pero sin embargo es desobedecida por la gran

mayoría de los conductores. La eficacia es una cuestión descriptiva y fáctica,

referida a los hechos.

En síntesis:

 La coincidencia de justicia, validez y eficacia en una norma jurídica es la

medida de su legitimidad.

 Ya que la legitimidad es graduable, cada norma jurídica será más o menos

legítima.

 Cuando una norma es percibida por la sociedad como legítima es

masivamente obedecida, no siendo necesaria la sanción salvo en casos

puntuales. Dicho a la inversa: El cumplimiento de una norma jurídica de

manera habitual y sin necesidad de recurso a la violencia suele ser prueba de

que es percibida como legítima.

 Cuando una norma percibida como ilegítima es masivamente desobedecida,

en general, el ejercicio habitual de la sanción y la violencia por parte del

Estado para hacer efectivo el cumplimiento de la misma es síntoma

inequívoco de que o bien es inválida, o bien es percibida como injusta, o bien

es ineficaz (ó dos de las tres ó las tres cosas al mismo tiempo).

1.1.2.- Legitimidad en sentido político. Si la legitimidad jurídica se refiere a la

ley, la legitimidad política se refiere al ejercicio del poder. El poder político que es

percibido como legítimo será mayoritariamente obedecido, mientras que el


30

percibido como ilegítimo será desobedecido, salvo que se obtenga obediencia por

medio de la violencia del Estado.

No debe confundirse legitimidad política con afinidad política. En

democracia, los votantes del partido político perdedor pueden lamentarse por

haber perdido las elecciones, pero no por ello están autorizados a desobedecer al

nuevo gobierno. Tampoco debe confundirse legitimidad con democracia, puesto

que durante la Monarquía, por ejemplo, el pueblo consideraba masivamente

legítimo al monarca, que no había sido elegido por mayoría.

La legitimidad política se podría entonces definir desde dos perspectivas: la

de quien obedece y la de quien manda.

 Desde la perspectiva de quien obedece, será legítimo aquel gobierno que

accede al poder (legitimidad de origen) y lo ejerce (legitimidad de ejercicio)

cumpliendo los requisitos que los que obedecen creen que tiene que cumplir

para mandar.

 Desde la perspectiva de quien manda, será legítimo aquel gobierno que

accede al poder y lo ejerce haciendo ver a los que obedecen que cumple los

requisitos para mandar.

La legitimidad así entendida es un compromiso entre ambos extremos.

Desde luego, la teoría de la legitimidad no prejuzga la bondad o maldad de

tal o cual régimen político, sino que examina, simplemente, los mecanismos de

mando y obediencia. Resta decir que, en términos generales, cuando el poder

pierde su legitimidad deja de ser poder, salvo que ejercite la coacción.


31

1.2.- Teoría de la legitimidad en Weber. Relación social, dominación y poder

Max Weber (1969), fue el primer pensador social en enfocar el tema de la

legitimidad vinculándolo a:

 Relación social, en relación a su reciprocidad entre dos o más individuos.

 Dominación, en relación a su probabilidad de encontrar obediencia;

 Poder, en relación a su probabilidad de imponer la propia voluntad dentro de

una relación social;

Las motivaciones que se encuentran tras la aceptación de la dominación

van desde el hábito hasta la consecución de intereses propios -tanto materiales

como sociales-. La estabilidad de la dominación se encuentra en la legitimidad de

su subordinación.

Por el estudio que nos proponemos, consideramos importante revisar los

tipos de dominación propuestos por el autor, quien distingue las clases de

dominación según sus pretensiones típicas de legitimidad. Observa tres tipos

ideales de legitimidad en base a la diferente relación de dominio: 1.- Dominación

tradicional, basada en la creencia en la santidad de los ordenamientos, dominio

patriarcal; 2.- Dominación carismática, se basa en la devoción afectiva a la

persona del señor, dominio del profeta, del héroe guerrero y del gran demagogo;

3.- Dominación legal-racional, basada en la aprobación de un estatuto legal,

dominación burocrática.

Max Weber entendía por “dominación” la probabilidad de encontrar

obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos específicos (o para

toda clase de mandatos). Esta “dominación”, entendida como sinónimo de


32

“autoridad”, puede descansar en los más diversos motivos de sumisión: desde la

habituación inconsciente hasta los motivos que se consideran puramente

racionales con arreglo a fines. En todo caso, para Weber significa, un determinado

mínimo de voluntad de obediencia, o sea de interés (externo o interno) en

obedecer, es esencial en toda relación auténtica de autoridad.

Como antes decíamos, son muy diversos los motivos de sumisión a la

autoridad. En lo cotidiano domina la costumbre y con ella intereses materiales o

utilitarios. Junto a la costumbre encontramos motivos afectivos o racionales con

arreglo a valores.

Pero junto a todos ellos, como nuevamente advierte Weber, se añade otro

factor: la “creencia en legitimidad”. Según el autor, asegura la capacidad del

gobierno para hacer cumplir las decisiones. Como parece obvio, en ningún

gobierno todos los ciudadanos conceden legitimidad en este sentido, pero ningún

gobierno puede sobrevivir sin esta creencia por parte de un número sustancial de

ellos.

Como bien advierte Linz (1978), los gobiernos democráticos requieren esta

creencia, con una intensidad más o menos mayor, por lo menos dentro de las filas

de la mayoría, y normalmente deberían gozar de esta legitimidad incluso entre los

que constituyen su oposición.

De modo más específico, la legitimidad de los regímenes descansa en la

creencia en el derecho de los miembros de la sociedad que legalmente ejercen la

autoridad para dar cierto tipo de órdenes, para esperar obediencia y hacerlas

cumplir, si es necesario, con el uso de la fuerza. Esta creencia no requiere estar


33

de acuerdo con el contenido de la norma ni apoyar un gobierno determinado, sino

aceptar su “carácter vinculante” y su derecho a mandar.

La “legitimidad democrática”, según Linz, se basa en la creencia de que

para un país, en concreto, en una coyuntura histórica dada, ningún otro tipo de

régimen podría asegurar más éxito en la tarea de perseguir objetivos colectivos,

que la democracia.

En las democracias los ciudadanos son libres de estar en desacuerdo con

la ley, pero no de desobedecerla, lo que entraña el intento de ganar el control del

gobierno sin usar la fuerza, siguiendo el proceso constitucionalmente previsto,

como competición libre en orden a lograr el apoyo pacífico de la mayoría de los

ciudadanos.

Un régimen democrático, como bien señala García Laguardia (1986), se

sostiene en:

1) el reconocimiento de la legitimidad del conflicto;

2) el establecimiento de reglas de juego claras por las que aquel debe discurrir;

3) el pluralismo político y social, en el cual se establecen: a.- mecanismos de

intermediación y representación; b.- canales de conciliación y formación de

consenso; c.- instrumentos de movilización y participación de los miembros de

la comunidad para influir en la organización política.

Es por todo ello que bien puede afirmarse que la legitimidad democrática

requiere la adhesión a las reglas del juego tanto de la mayoría de los ciudadanos

que votan como de los que ocupan puestos de autoridad. (David, B. “Teoría de la

legitimidad: Weber y Habermas”).


34

1.3.- Teoría de la legitimidad según Habermas. La Teoría Crítica y el método

reconstructivo

Para Habermas en la discusión en torno a la legitimidad está en juego la

fundamentación de las cuestiones práctico-morales, reconociendo que la

definición empírica de la legitimidad es de gran utilidad en las investigaciones

sociológicas. Sin embargo, él ve también que en esta definición hay una pérdida

de la capacidad de argumentar racionalmente sobre los criterios de validez que

intervienen en los procesos de legitimación. La permuta empirista de la

legitimación por aquello que se tiene por tal permite, pues, investigaciones

sociológicas plenas de sentido. De todas maneras parece legítimo preguntarse por

el precio que el empirista ha de pagar por la redefinición de su objeto. Cuando se

entiende el ámbito objetual de modo tal que en su interior no puedan aparecer

órdenes legítimos, sino tan sólo órdenes tenidos por tales, se ciega en el análisis

el nexo existente entre las razones y los motivos; y en todo caso se excluye, por

razón de método, una valoración de las razones independientes del actor. El

estudio mismo se abstiene del enjuiciamiento sistemático de las razones en las

que se apoyan las pretensiones de legitimidad.

Cuando nos limitamos a dar una definición empírica de la legitimidad

adoptamos la postura de observadores, ocupados únicamente en constatar que la

pretensión de legitimidad de un orden es reconocida de facto en un contexto social

y tiempo determinado. Frente a esta postura Habermas destaca que el

reconocimiento de la legitimidad está motivado, entre otras cosas, por apelar a


35

razones y que la validez de estas razones sólo puede juzgarse si se abandona la

posición de observador externo al proceso de legitimación.

Ahora bien: que las razones sean “buenas razones” es algo que sólo se

puede establecer en la actitud perfomativa de quien participa en una

argumentación, no en virtud de la observación neutral de aquello que éste o aquel

participante en un discurso considera como buenas razones.

La intención de Habermas es desarrollar una "Teoría Crítica" que no puede

conformarse con una descripción de las diferentes formas de legitimación, sino

que debe preguntar por un posible criterio normativo que permita juzgar las

pretensiones de validez de aquéllas. El autor retoma el reto de dar una definición

normativa de la legitimidad. Lo interesante de esta posición es que no pretende

"reencantar" el mundo; por el contrario, asume tanto la crítica a las visiones

tradicionales del mundo, como el reconocimiento de la pluralidad que caracteriza a

las sociedades modernas.

Habermas ha analizado tres conceptos de legitimación: el empirista, el

normativo y el reconstructivo. 1.- El concepto empirista es aplicable, en lo que a

las ciencias sociales atañe, pero resulta insatisfactorio por cuanto hace

abstracción de una ponderación sistemática de los fundamentos de la validez; .2.-

El concepto normativo, que sería satisfactorio en el sentido de la validez, resulta

empero, insostenible a causa del contexto metafísico en que se encuentra

enmarcado; 3.- El concepto reconstructivo, en donde la legitimidad de un poder

está vinculada indisolublemente a un proceso de comunicación. El poder tiene, en


36

tanto es un fenómeno social, una realidad simbólica; de ahí proviene su necesidad

de justificación y también ahí se encuentran los medios de esta justificación.

El derecho natural ya había localizado la fuerza legitimante en la formación

de un consenso racional. Pero la tradición del iusnaturalismo no se había

conformado con mantener al consenso como sostén de la legitimidad, sino que, en

casi todas sus versiones existe la tendencia a dar un contenido específico a ese

consenso. En cambio Habermas busca llevar hasta sus últimas consecuencias la

sustitución de las razones últimas, por las condiciones formales de un consenso

racional. Por niveles de justificación entiende las condiciones formales de la

aceptabilidad de las razones que prestan a las legitimaciones eficacia, fuerza

consensual y fuerza motivadora. Fuerza legitimante sólo la poseen reglas y

premisas comunicativas, que permiten distinguir un acuerdo o pacto obtenido

entre personas libres e iguales frente a un consenso contingente o forzado.

Para Habermas el núcleo normativo de la legitimidad se encuentra en las

condiciones pragmáticas que permiten la comunicación entre los individuos dentro

del proceso de legitimación. La tesis fundamental consiste en afirmar que el

lenguaje tiene como "telos" interno el entendimiento.

A partir de esta tesis se proponen otras dos complementarias: a) En el

concepto de entendimiento se encuentra implícito la idea de un acuerdo libre de

coacción; b) El concepto de entendimiento presupone una noción amplia de

racionalidad.

Con estas tesis se apunta la estrategia de fundamentación de una noción

normativa de legitimidad que no tiene que recurrir a un orden trascendente (divino,


37

natural o histórico). Desde allí se plantea cuáles son las condiciones que permiten

acceder a un acuerdo racional que posean una fuerza legitimante y considera que

estas condiciones se encuentran implícitas en todo proceso de comunicación

lingüística. Por tanto, se trata de reconstruir los procesos de comunicación para

determinar esas condiciones.

El objetivo del llamado "método reconstructivo" es hacer explícitos los

elementos y estructuras de saber pre-teórico, presentes en las acciones humanas

(los hechos, nivel ecotímico). Considera fundamental el acto del habla y para ello

considera las teorías de Chomsky, sobre las cuales no nos dedicaremos, para no

perder de vista nuestro objetivo.

La teoría de la acción comunicativa de Habermas nos permite precisar el

sentido de su definición de legitimidad, que se sustenta en el siguiente

razonamiento: 1. La legitimación puede conceptualizarse como un proceso de

comunicación.; 2. El uso comunicativo del lenguaje tiene como objetivo interno la

búsqueda del entendimiento; 3. Por tanto, la legitimidad estará dada por las

condiciones que permiten un proceso comunicativo orientado hacia el

entendimiento; 4. Como discurso práctico la legitimidad presupone la idea

normativa de una argumentación libre de toda coacción externa, en la que se

ponga a prueba la validez de los fundamentos del poder. (Serrano, E. “Habermas:

legitimidad y discurso práctico”).


38

1.4.- La legitimidad como ficción constituyente desde la perspectiva de José

Antonio Marina

El autor despliega su teoría teniendo presente que el ser humano es un

“ente cultural” y que para conocerlo es necesario atender su historia, porque sus

creaciones nos revelan sus impulsos más profundos y constantes.

La cultura es el despliegue y la constitución de la esencia humana (…) el hombre es a la

vez un poder constituyente y un poder constitutivo. El origen de sus creaciones y el efecto

de esas mismas creaciones. Tomemos el caso de la palabra (…) Ocurre lo mismo con la

libertad. Nuestra historia es el glorioso y arriesgado paso del determinismo animal a la

libertad humana. La historia, pues, de una liberación. (Marina, 2008, p. 135-6).

La cultura, en tanto creación, es el esfuerzo por realizar expectativas, que

nunca están bien definidas. “Venimos lanzados a una existencia sin un rumbo

preciso”. (Marina, 2008, p.136). Desde esta perspectiva, la tarea que compete a la

Psicología Social es descubrir la teleología humana, la dirección del ímpetu.

Hay impulsos cuyo origen desconocemos, que dan lugar a líneas permanentes de

experiencia y de acción. El ser humano crea lenguajes, pinta, canta, construye casas,

hace ciencia, inventa religiones, y con ello se va inventando a sí mismo. El poder es una

de esas líneas de experiencia, y la historia del poder cuenta los tanteos para satisfacer

ese impulso, una teleología incompleta que se esboza en comportamientos, instituciones,

estrategia. En esta historia –que expresa una vez más el afán de separarse de la selva y

humanizarse- asistimos al choque de dos afanes: el del poder por expandirse

indefinidamente y el de los individuos de protegerse de esa expansión. Como todos los

deseos humanos, el deseo de poder no tiene ningún mecanismo interno de control (...) La

desmesura convierte todos los deseos en potenciales peligros, por eso las sociedades

han intentado siempre controlarlos y proteger así la convivencia. (Marina, 2008, p. 136).
39

Marina señala que en la teleología del poder está en pugna la expansión y

la limitación, y para resolver esta insatisfacción se ha creado el concepto de

“legitimación del poder”, que, en primer lugar, satisface a la figura de poder,

porque le confiere autoridad, y en segundo lugar, satisface al subordinado, que

apela a la legitimidad del poder liberándose de la opresión de los poderes

ilegítimos.

Guiglielmo Ferrero, citado por Marina, (2008, p. 137), explica que el sistema

de legitimidades se sostiene porque el poder siempre provoca miedo, tanto a los

soberanos como a los súbditos, y los procesos de legitimación son aceptados por

unos y otros, porque tranquilizan a ambos.

Marina destaca que con la creación del concepto de legitimidad se ha

realizado un “salto de fase”: el paso de un régimen de violencia a un régimen de

legitimidad. Con ello, la violencia desnuda, primaria, elemental, deja de ejercerse.

La violencia es el ejercicio de la pura fuerza, en cambio el poder legítimo es el

ejercicio con arreglo a un orden jurídico.

Sin duda, la violencia se enmascara al legitimarse, pero lo importante es que, una vez

admitida la necesidad de justificar el poder, se ha abierto una vía de agua que ya no

podrá cerrarse, y que impulsará al sometido a criticar la legitimación que le somete y a

proponer otra. El poder fáctico quiere hacer racional su existencia para reforzarse, y

acaba dando a luz a un ‘vástago parricida’ –la apelación a una legitimidad- que lo

desestabiliza. (Marina, 2008, p.138).

El filósofo citado considera que la historia del poder se convierte en una

lucha de legitimidades y ella implica un perpetuo canje de posiciones y de

argumentos en donde una misma teoría puede ser empleada como arma ofensiva
40

del poder y como arma defensiva del subordinado, con lo que se alcanza un hábil

travestismo de legitimaciones que sorprende por su ingenio. Tal como lo ha

señalado David se puede llegar hasta los procesos de legitimación de lo ilegítimo.

Para el autor es legítimo aquel poder capaz de justificar su existencia

apelando a principios o valores universalmente aceptados. En la práctica, es la

capacidad de convencer a la población de que una cosa es justa. La búsqueda de

legitimidad está impulsada por motivos prácticos, -destaca el autor- pero

inmediatamente plantea problemas teóricos. En un principio le legitimidad se

fundamentaba en la ética o la religión, pero esos mecanismos fueron insuficientes.

Fue necesario la apelación a la razón, que se convirtió en la encargada de buscar

un fundamento para legitimar el poder y fijarle sus límites. De este modo, la razón

es la última garantía para fundar una ética y domesticar al poder.

Michel Foucault, citado por Marina, afirma que la verdad no puede

liberarnos, porque es el gran instrumento en manos del poder, es su manifestación

suprema. Quien puede determinar lo que es una verdad, ejerce una tiranía sobre

el resto de la población.

Cada sociedad tiene su régimen de verdad, su ‘política general’ de la verdad, es decir, los

tipos de discursos que acoge y hace funcionar como verdaderos o falsos, el modo como

se sancionan unos y otros, las técnicas y los procedimientos que están valorados para la

obtención de la verdad. (Foucault, citado por Marina, 2008, p.140).

Siguiendo a Foucault, Marina destaca que quien puede controlar cualquier

tipo de ortodoxia, domina a sus fieles y que la verdad histórica es siempre la

verdad de los vencedores. Y, menciona como advertencia, unas palabras de


41

Foucault en un debate televisivo que tuvo con Noam Chomsky en noviembre de

1971, en el cual afirma: “Cuando el proletariado tome el poder, tal vez ejerza un

poder violento, dictatorial y sangriento, frente a las clases sobre las cuales acaba

de triunfar. No veo qué objeción se puede hacer a esto”. (Marina, 2008, p. 141)

Según Marina, el instinto animal de dominar ha sufrido tres cambios de

fase: 1.- La ilimitación del deseo de poder; 2.- La utilización de medios simbólicos,

más allá de la fuerza, para imponer o para aceptar la obediencia; 3.- La aparición

de la necesidad o la exigencia de legitimar el poder.

Considera que en la actualidad estamos atravesando esta tercera etapa, en

la que se descubre una historia agitada y decepcionante de mitos legitimadores

que se oponen y se anulan. Según el autor, los principios de legitimación son

ficciones de la inteligencia que apelan a la razón, lo que nos sitúa en una situación

complicada:

(…) necesitamos principios políticos, jurídicos o éticos que limiten la tiranía de la fuerza,

pero, al parecer, no acabamos de encontrarlos. Vivimos, pues, en una situación precaria,

que no ofrece ninguna seguridad. Queremos construir un gran edificio sobre un lecho de

arenas movedizas. (Marina, 2008, p. 143).

La posición que sostiene Marina es la siguiente: El gran proyecto humano

aspira a alejarse de la selva, del imperio de la fuerza, para vivir en el orbe ético, en

el que actúen los poderes legítimos. Esto obliga a crear esa ética, siendo una

ficción de la inteligencia. Esa ficción es necesaria. Todas las teorías de

legitimación del poder, son en último término propuestas éticas, ficciones


42

necesarias, por lo cual las denomina: “ficciones constituyentes”. Concluiremos

este capítulo citándolo:

Es una poderosa creación del espíritu humano que nos permite librarnos de la

arbitrariedad y evitar el triunfo de la violencia, puesto que si no hay un criterio para

distinguir el poder justo del injusto, sólo queda la fuerza para zanjar el contencioso.

(Marina; 2008, p. 144).

También, José Antonio Marina destaca la importancia de la educación y la

moral como órdenes responsables, y la existencia de un campo de fuerzas interno

a los sistemas normativos: el orden ético. Este implica el respeto a los sistemas

normativos y la autonomía moral que siempre pone en cuestión a los sistemas

normativos. Respecto del primero, destaca la importancia de que el sujeto

interiorice la autoridad y de este modo colabore con los sistemas de poder, pero

respecto del segundo, en pugna, en “tensión constitutiva”, destaca:

(…) las costumbres, la moral, las religiones, el derecho, han sido grandes herramientas

en manos del poder que han funcionado muchas veces como grandes barreras contra el

poder. El afán ilustrado de fundar una ética en la autonomía moral era un ataque a la

instrumentación política de la moral (…) La moral de la sumisión estallaba y emergía la

moral de la autosuficiente. Frente a las creencias que fomentaban la servidumbre,

refulgieron las creencias que animaban a la rebelión. (Marina, 2008, pp. 110-111).

Marina destaca que una herramienta del poder es reducir los recursos del

contrario, muchas veces con costos relativos a los procesos de legitimación de lo

ilegítimo.
43

1.5.- Rosanvallón y las tres nuevas fuentes de la legitimidad: imparcialidad,

reflexividad y proximidad

El propósito de Pierre Rosanvallón en su obra “La legitimidad democrática.

Imparcialidad, reflexividad, proximidad” (2009) es examinar los principios de

legitimidad de los gobiernos democráticos.

Para alcanzar su objetivo, hace una interesante descripción de lo que, a su

juicio, ha sido el desarrollo de estas bases de legitimidad. Aunque él desarrolla

detallada y ampliamente este proceso, en forma esquemática, la clave se

encuentra en identificar el punto de quiebre que se produce en la década de 1990

del siglo xx, cuando se agota el sistema de doble legitimidad que sostenía a los

gobiernos democráticos desde el siglo XIX y se genera un nuevo sistema que

incorpora nuevos principios.

De acuerdo con sus reflexiones la primera fuente de legitimidad de los

gobiernos democráticos fue, y muy probablemente lo siga siendo, la “elección

popular”. En el mundo occidental, y sobre todo en Francia y Estados Unidos, los

ejemplos a los que él más recurre, la instalación de los gobiernos democráticos a

finales del siglo XIX y principios del XX, se basó fundamentalmente en la

constitución de los mismos por la vía electoral, con lo cual podía considerárseles

plena y claramente como expresión de la “soberanía popular”. De este modo, no

sólo se aceptó que el procedimiento electoral podía interpretarse como el medio

de expresión de la soberanía popular, sino que también era plenamente válido

equiparar a la mayoría con ésta, de manera que los gobiernos emanados de estos

procesos electorales, si bien eran tan sólo la preferencia manifiesta de una parte
44

del pueblo, se convino en que su carácter mayoritario les confería el derecho a

reclamarse “representantes del todo”. A la larga, esto les confirió una legitimidad

democrática indiscutible.

Sin embargo, muy pronto, en el transcurso del siglo XIX, los protagonistas

de estos procesos electorales fundadores de la democracia, sobre todo los líderes

y los partidos políticos, perdieron una buena parte de la estimación de que

disfrutaron en un principio, ganándose en cambio un sentimiento de sospecha y

desconfianza por parte de la ciudadanía.

De este modo, entre 1890 y 1920 asistimos a lo que Rosanvallón llama una

“crisis de la democracia”, tal vez la primera, en la cual las instituciones políticas de

este régimen experimentaron el primer gran alejamiento con respecto al pueblo

que decían representar.

Fue entonces cuando la legitimidad democrática comenzó a apoyarse en

una nueva base, la de la “administración pública”. Ya en esa época el Estado

había comenzado a asumir la prestación de numerosos servicios públicos, por lo

que la sociedad lo veía ya no sólo como una autoridad que imponía un

determinado orden, sino también como una “agencia prestadora de servicios”. Y,

en tanto prestador de servicios, los ciudadanos comenzaron a valorar, exigir y

esperar racionalidad y eficiencia.

De acuerdo con Rosanvallón, quedó conformado de esta manera el sistema

de doble legitimidad que sostendría a las democracias durante la mayor parte del

siglo xx. Un sistema que dio origen precisamente a una teoría de la “legitimidad

dual”, relativos a la legitimidad de origen y la legitimidad funcional, o bien,


45

“legitimidad de establecimiento” y “legitimidad de resultados” (input legitimacy y

output legitimacy).

No obstante, como se ha dicho ya, a partir de 1980 este sistema de doble

legitimidad entró en crisis. Según el autor, a partir de esa fecha, se producen “tres

fuentes de legitimidad”: la legitimidad de imparcialidad, la legitimidad de

reflexividad, la legitimidad de proximidad.

1.- La “legitimidad de imparcialidad” que se han visto obligadas a buscar las

democracias contemporáneas se debe al desprestigio y deterioro progresivo que

ha sufrido el gobierno de partido, el gobierno ejercido en nombre de una mayoría,

lo cual ha sido cada vez más cuestionado debido tanto a la propia calidad del

representante como a la forma misma de constitución e integración de esa

mayoría. A raíz de ello y otras causas conexas, los gobiernos democráticos se han

visto orillados frecuentemente a crear “instituciones independientes y autónomas”

respecto a ellos mismos con el fin de atender un área específica de “regulación

socioeconómica” u otras actividades igualmente sensibles para el conjunto social.

A pesar de que este tipo de organismos ya existía antes de la década de

1980, a partir de esa época proliferaron en muchos países, tanto desarrollados

como subdesarrollados, debido a los crecientes “signos de corrupción, parcialidad

e incompetencia” que mostraban sus administraciones públicas.

Desde entonces, y hasta la actualidad, la ciudadanía tiene una percepción y

opinión más favorable de muchas de estas instituciones que de las que dependen

directamente de los poderes ejecutivos.


46

2.- La “legitimidad de reflexividad” se opone a lo que Rosanvallón llama la

“democracia inmediata”, es decir, a los afanes de ver realizada instantáneamente

la voluntad popular, sin que medie calma, reflexión o reconsideración alguna. Sin

duda la democracia requiere canales expeditos y eficientes para la expresión de la

soberanía popular, sin embargo, está mejor servida si además median

mecanismos e instituciones que permitan la discusión, deliberación y acuerdo

sobre las decisiones a tomar, función que debía ser cumplida por las instituciones

de la democracia representativa clásica y que por una u otra razón no han

desempeñado satisfactoriamente. Para Rosanvallón, en los sistemas

democráticos actuales esta función está siendo desempeñada por las cortes

constitucionales. En este punto llama la atención su interesante interpretación al

respecto, merecedora además de una discusión de mayores proporciones.

Tradicionalmente, tanto en la teoría jurídica como en la política, las cortes

constitucionales habían sido presentadas como instituciones conservadoras y

contramayoritarias, como mecanismos de freno y contención a los impulsos

democráticos más intempestivos. No obstante, Rosanvallón llama la atención

sobre las “temporalidades de las mayorías”, es decir, sobre el hecho de que tanto

la constitución, como el parlamento y como la misma corte constitucional son

creación de la mayoría política, aunque en diversos momentos. De tal suerte que

la corte constitucional no puede ser vista sólo como una institución

contramayoritaria, sino como una de las instituciones más consistentemente

democráticas, en tanto que da una certidumbre a largo plazo y mayor profundidad

al imperio de la mayoría que se manifestó en cierto momento.


47

3.- La legitimidad de proximidad trata de contrarrestar la percepción cada vez más

generalizada en el ciudadano común de la lejanía e indiferencia de la

administración pública con respecto a sus problemas más personales. Ya sea por

el “tamaño” que han adquirido las sociedades contemporáneas o por el

“nuevo posicionamiento y significación” del individuo dentro de ellas, la sensación

de éste es que cada vez la administración pública está más lejos de él.

A diferencia de los dos casos anteriores, no hay instituciones públicas que

hasta el momento hayan emprendido la tarea de cubrir este hueco, siendo

instituciones propias de la sociedad civil, como los “movimientos sociales”, “las

redes sociales” o “los comités ciudadanos” las que han permitido alguna

aproximación.

De acuerdo con Rosanvallon, estos tres tipos de nueva legitimación

democrática han venido a fortalecer y complementar el sistema binario tradicional,

aunque habría que señalar que tal vez no se ocupe lo suficiente de indicar de qué

modo interactúan o forman un nuevo sistema.

No obstante, uno de los señalamientos más interesantes hacia el final del

libro es que no puede pasarse por alto que los sistemas democráticos deben

contener tanto instituciones que “canalicen el conflicto” como otras que propicien

“el consenso”. Dicho de otro modo, deben permitir que se dé foro y preeminencia a

las expresiones de la mayoría en el corto plazo, ya sean éstas expresadas

mediante “un líder, un partido o un programa político”, pero también deben

“garantizar la viabilidad del gobierno y del Estado a largo plazo”, en donde muy

probablemente se produzca un cumplimiento más cabal de la voluntad popular, se


48

atienda mejor el interés mayoritario y se logre una mayor aproximación al bien

común, una observación que debía ser más atendida a la hora de concretar las

transiciones políticas, realizar los diseños institucionales y pactar las reformas

constitucionales.
49

CAPITULO II

EL CONCEPTO DE ANOMIA

La preocupación por las relaciones del individuo y la sociedad es un motivo

de interrogación desde los tiempos de Platón, en donde se resalta la importancia

de la relación entre la naturaleza de la sociedad y las relaciones del individuo

respecto al orden social.

La presente investigación se propone explicitaciones y fundamentaciones

de dos consecuencias: a.- Las perspectivas psico-socio-políticas se encuentran en

función del dominio y la destrucción (tánato-política); b.- Las perspectivas

subjetivas se encuentran en función de la pulsión homicida primordial.

La reciprocidad entre ambas perspectivas genera “anomia”, frente a la cual los

sujetos no tienen recursos simbólicos para resolver conflictivas sino que se

encuentran compelidos a resoluciones en lo real: mato o muero, como formas

extremas de violencia.

Los procesos de legitimación de lo ilegítimo son causa de anomia y su

consecuente des-institucionalización, produciendo un debilitamiento muy alto del

valor de la función de autoridad.

2.1.- La definición de anomia

Se denomina “anomia” a la falta de normas o a la incapacidad de la

estructura social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas

de la sociedad. Se trata de un concepto que ha ejercido gran influencia en la teoría


50

sociológica contemporánea. También ha ofrecido una de las explicaciones más

importantes de la conducta desviada. El término (etimológicamente sin norma) se

emplea en sociología para referirse a una desviación o ruptura de las normas

sociales, y no necesariamente al incumplimiento de una ley, lo cual implicaría un

delito.

La anomia es un estado que refiere a la carencia de leyes, pudiendo

interpretarse como “anómicas” todas aquellas situaciones que se caracterizan por

la ausencia de normas sociales que las restrinjan. Surge cuando las reglas sociales

sufren diversas alternativas, tales como: irrespetuosidad; degradación y

eliminación.

La anomia es, para las Ciencias Sociales, un “defecto de la sociedad” que se

evidencia cuando sus instituciones y esquemas no logran aportar a algunos

individuos las herramientas imprescindibles para alcanzar sus objetivos en el seno

de su comunidad. Esto quiere decir que la anomia explica el motivo de ciertas

conductas antisociales.

Los principales impulsores del concepto fueron los sociólogos Emile

Durkheim y Robert Merton, de quién ofreceremos algunas consideraciones. Luego

nos introduciremos brevemente en las reflexiones de Carlos Nino, por tratarse de

un autor contemporáneo y que ha estudiado el tema en la Argentina.

2.2.- Emile Durkheim. La anomia en relación a falta de solidaridad y de

valores normativos en las sociedades industriales

En su obra “La división del trabajo social” de 1893 refiere que cuando un

grupo está sumamente unido, desarrolla una cantidad determinada de normas


51

para regular el comportamiento y mantener el orden dentro de él, las cuales

establecen límites para las aspiraciones y los logros así como también el accionar

de cada individuo para brindar una cierta seguridad al conjunto. Para él no era

posible pensar en la acción social de una forma absolutamente libre, porque sin

normas no pueden existir convenios para la armonía en una sociedad y guías que

colaboren con una conducta lineal que sea favorable para toda la comunidad. A

través de las expectativas del grupo pueden actualizarse las relaciones y

compartirse en un entorno cultural.

La anomia se debe al actuar de un agente social manifiesto en ausencia de

normas en relación con el éxito en un rol dentro del sistema. La regulación moral

correspondiente -codificada en normas sociales- queda obsoleta en la función de

favorecer la solidaridad orgánica. Como consecuencia se produce una

desinstitucionalización por falta de los referidos valores normativos, en un abanico

que va desde los usos y costumbres al extremo más grave de la falta de igualdad

de oportunidades sociales, para avanzar al siguiente escalón de nuevos bienes

culturales, religiosos o societarios del progresivo estadio de desarrollo.

Concretamente, la anomia implica la falta de normas que puedan orientar el

comportamiento de los individuos.

El problema central de la obra de Durkheim es la solidaridad social. La

solución de este problema debía dar respuesta al interrogante sobre los vínculos

que unen a los hombres en la sociedad. Había que determinar la naturaleza y las

funciones de la solidaridad social en la sociedad "desarrollada" moderna, a

diferencia de las sociedades primitivas o tradicionales, y explicar el tránsito


52

histórico de una forma de la sociedad a otra. Para ello se planteó las siguientes

tareas: 1) investigar la función de la división del trabajo y precisar el tipo demanda

social al cual corresponde; 2) revelar las causas y condiciones de las cuales

depende; 3) clasificar sus principales formas ya que, a su modo de ver, "aquí, al

igual que en la biología lo patológico nos ayuda a comprender mejor lo fisiológico".

La división del trabajo es una característica de la sociedad altamente

desarrollada. A medida que la especialización del trabajo aumenta, los individuos

se ven obligados a intercambiar su actividad, a cumplir funciones mutuamente

complementarias, componiendo, así, un todo único. La solidaridad en la sociedad

desarrollada es consecuencia natural de la división de los papeles en la

producción.

Durkheim estructura la dicotomía de las sociedades, según los estilos de la

división del trabajo y la organización social consecuente, con la solidaridad

mecánica y orgánica como dos eslabones de la cadena única de la evolución.

2.2.1.- Sobre la solidaridad mecánica. En las sociedades arcaicas, es un hecho

la escasa división del trabajo; cuando la población es poco numerosa y está

asentada en un territorio amplio, puede sobrevivir realizando el mismo tipo de

tareas y explotando los mismos recursos. Debido a esto, los sujetos se diferencian

poco entre sí; la sociedad está formada por familias o clanes, todos similares, que

desarrollan la misma tarea. Como el grupo está constituido por unidades o

segmentos iguales, este teórico lo llama "segmentado" -estructura segmentaria-.

La similitud es el principio que rige este tipo de sociedad, y el vínculo que une a

sus integrantes constituye un tipo de solidaridad llamado solidaridad mecánica. En


53

estas sociedades predomina la conciencia colectiva sobre la individual; la

solidaridad se determina por la similitud de los individuos que la componen, por la

identidad de las funciones sociales.

El derecho es el "símbolo" de la solidaridad; expresa la fuerza de la

conciencia colectiva, y su misión es castigar severamente al individuo que ha

infringido la costumbre o la ley.

Durkheim considera que existe una dependencia funcional entre la fuerza

de los vínculos sociales, característicos de algún tipo de solidaridad, y la magnitud

relativa (volumen) de la conciencia colectiva, (su intensidad). La solidaridad es

más fuerte, si el volumen de la conciencia colectiva coincide con el volumen de las

conciencias individuales, si la conciencia colectiva está expresada más

intensamente y con mayor nitidez, la conciencia colectiva reglamenta toda la vida

del individuo y la autoridad colectiva es absoluta. Dependiendo de las diferentes

sociedades, esta conciencia colectiva implica más o menos fuerza. En las

sociedades en que domina la solidaridad mecánica, la conciencia colectiva

engloba la mayor parte de las conciencias individuales. En estos casos la

conciencia colectiva es por su contenido enteramente religiosa. El rasgo principal

de las creencias y los sentimientos religiosos consiste en que son comunes a un

cierto número de individuos que viven juntos y que tienen una intensidad promedia

bastante elevada. Así, el autor identificaba lo social con lo religioso: "Todo lo que

es social es religioso; esas dos palabras son sinónimos".

En las sociedades arcaicas, no desarrolladas, cuya solidaridad es

mecánica, la división del trabajo tiene las siguientes características:


54

- Herencia biológica, económica y social (sólo grupos pequeños y aislados)

- Correspondencia + directa entre capacidades biológicas y funciones sociales

- Conciencia Colectiva fuerte, rígida y prescriptiva

- Conciencia Individual totalmente heterónoma

- Regulación social:

- Clasificación social: castas o estamentos.

- Control social (marco normativo): predominan usos, costumbres y derecho penal

- Instituciones y grupos sociales (reglamentan y motivan): dominan el Estado, la

Iglesia y corporaciones.

2.2.2.- Sobre la solidaridad orgánica. El desarrollo de la división del trabajo en el

cual crece el número de nuevas y variadas funciones, es el factor principal que

debilita la conciencia colectiva. Este debilitamiento de la conciencia social se

diferencia funcionalmente con el fin de corresponder a la creciente división del

trabajo y a la organización social más complicada; es el resultado de que los

hombres empiecen a cumplir funciones específicas particulares en la sociedad.

Cuando la densidad de la población aumenta, la división del trabajo se hace

mayor y las personas comienzan a diferenciarse entre sí. Como cada uno realiza

tareas distintas, comienza a darse una independencia entre todos los miembros

del grupo; éste deja de estar segmentado y presenta ahora una determinada

"organización". La diferencia es el principio que rige este tipo de sociedad, y el

vínculo que une a sus integrantes constituye la solidaridad orgánica, denominada

así por Durkheim porque se parece al organismo con sus distintos órganos. La

diferenciación de los miembros del grupo permite que cada uno de ellos desarrolle
55

su propia individualidad, por tanto comienza a predominar la conciencia individual

sobre la colectiva.

En esta sociedad desarrollada cada individuo cumple una sola función

especial de acuerdo a la división del trabajo social. Cada sujeto desarrolla sus

dotes y talentos individuales de acuerdo a su rol profesional. La conciencia de que

cada uno depende de otro y que todos están vinculados por un sistema único de

relaciones sociales, creadas por la división del trabajo, genera el sentimiento de

dependencia mutua, de solidaridad, de sus lazos con la sociedad.

Bajo la solidaridad orgánica la conciencia colectiva toma nuevas formas y

cambia su contenido, disminuye su volumen, convirtiéndose en una parte muy

estrecha de las sociedades desarrolladas; su intensidad y grado de certeza

también disminuyen. A medida que se desarrolla la división del trabajo, la

conciencia colectiva se hace cada vez más débil y confusa. Por el contenido, la

conciencia colectiva se convierte cada vez más en civil, racionalista, orientada al

individuo. Pero eso no quiere decir que la conciencia común esté amenazada de

desaparecer totalmente.

Durkheim subrayaba el aspecto de la solidaridad en la división del trabajo

de la sociedad moderna, relegando a segundo plano el problema del antagonismo

entre el trabajo y el capital, el "carácter coercitivo" del trabajo, las crisis moral y

económica de la sociedad. Al analizar esos problemas, se inclinaba a

considerarlos como resultado de la insuficiente regulación de las relaciones entre

las principales clases, como un elemento insano en la vida de la sociedad, que en

su totalidad se estimaba como solidaria y que había sabido conservar la unidad de


56

integridad inherentes a las épocas precedentes. Según Durkheim, la división del

trabajo es el mecanismo que en la sociedad moderna, que había perdido en un

grado considerable la fuerza consolidadora de la conciencia religiosa colectiva,

común, crea el vínculo social deseado, la solidaridad de clases que compensa

todos los defectos, relacionados con la estrecha especialización.

De este modo, el concepto de solidaridad se convierte en el eje alrededor

del cual se instrumenta todo el análisis de la división del trabajo, la precisión de

sus funciones. La división del trabajo es moral, ya que todos consideran moral la

necesidad del orden público, la armonía y la solidaridad. La concepción de

Durkheim servía para establecer las condiciones de la conservación de la

sociedad; para cumplir la misión principal que él planteaba ante la ciencia

sociológica.

El aumento de la "densidad física" (distancia real) y del volumen de las

sociedades está fuertemente ligado al crecimiento de la "densidad moral o

dinámica" (acercamiento y comercio activo), es decir, del nivel de la interacción

social que conduce a la división del trabajo.

La división del trabajo, que es un fenómeno social, sólo puede explicarse

por otro fenómeno social, y este último es una combinación: a.- del volumen

(número de individuos); b.- de la densidad material (distancia real); c.- de la

densidad moral (acercamiento y comercio activo de la sociedad.

Para que el volumen se convierta en causa de la diferenciación es

necesario agregar la densidad, en ambos sentidos, material y moral. La densidad

moral es la intensidad de las comunicaciones y los intercambios de los individuos.


57

Cuanto más elevado es el número de relaciones entre los individuos, más tienden

a trabajar juntos. La diferenciación social resulta de la combinación de estos dos

fenómenos del volumen y la densidad material y moral.

Para explicar este mecanismo, Durkheim utiliza el concepto de la lucha por

la vida, puesto de moda por Darwin, en el siglo XIX. Con el aumento de la

población crece la lucha por la existencia; en esas condiciones la división del

trabajo es el único medio para conservar la sociedad, así como para crear una

solidaridad social de nuevo tipo y conceder a la sociedad la posibilidad de

desarrollo en dirección progresiva.

Durkheim analizaba la división del trabajo desde el punto de vista moral,

creyendo que el factor fundamental que crea la solidaridad social (la sociedad) es

la división del trabajo que él identificaba con el aumento de la especialización.

Para el autor, la división del trabajo que provocó el industrialismo es cada vez más

notoria. Esta especialización que para Marx es degradante y alienante, Durkheim

la ve como un cambio al cual hay que ajustarse. Esto trae aparejado una

separación de los actores y una posible destrucción de la sociedad, que el teórico

trata de salvar con la creación de los sindicatos, que mantendrían el sentimiento

moral de la sociedad.

El autor estima que el eje del conflicto es las sociedades industriales,

radicaba en la carencia de elementos protectores de los sectores más débiles, los

trabajadores, en el contexto de una "guerra" ventajosa para los empresarios.

Sobre la base de este diagnóstico, la causa de la guerra de clases no residía en la

misma división del trabajo sino en la falta de una regulación adecuada de las
58

ambiciones en pugna. Dentro del campo específico de las relaciones laborales,

recomendaba la reconstrucción de aquellas organizaciones intermedias, ubicadas

entre el Estado y los particulares, que habían resultado eficaces en el pasado para

la defensa de los intereses de los trabajadores. Sindicatos de Patrones y Obreros

que si bien seguirían separados en cuanto a la defensa de sus respectivos

intereses, los acuerdos logrados entre ambos (respecto a las condiciones

generales de trabajo) contarían con el aval de un Ente dotado de autoridad

suficiente para actuar de arbitro de las posiciones de pugna.

Considera que el estado está formado por sindicatos, una base de

agrupaciones profesionales que mantienen a los actores unidos, y en dichas

agrupaciones los intereses de los actores demuestran que todos son pares. Cada

sindicato reflejará los intereses de sus integrantes, y los representantes de cada

uno de ellos se reunirán y llevarán al estado sus intereses. Esta intervención de

agrupaciones intermedias es lo que salvará a los actores y a la sociedad de la

especialización e institucionalidad del trabajo.

Afirma que el individuo nace de la sociedad y no la sociedad de los

individuos. La primacía de la sociedad con respecto al individuo tiene por lo menos

dos sentidos: a.- el primero es el de la prioridad histórica de las sociedades en que

los individuos se asemejan unos a otros y están perdidos en el todo, sobre las

sociedades cuyos miembros han adquirido, al mismo tiempo, conciencia de su

responsabilidad y capacidad para expresarla; b.- A partir de ésta, surge el

segundo sentido, que es la prioridad lógica en la explicación de los fenómenos

sociales. Si la solidaridad mecánica ha precedido a la solidaridad orgánica, no es


59

posible explicar los fenómenos de diferenciación social y de solidaridad orgánica

partiendo de los individuos.

En las sociedades desarrolladas, cuya solidaridad es orgánica, la división

del trabajo produce dos grandes modos que tienen sus características.

a.- Forzada, cuyas características son:

- Herencia biológica, económica y social.

- No correspondencia entre capacidades biológicas y funciones sociales.

- Conciencia colectiva débil y electiva.

- Conciencia Individual más autónoma.

- Regulación social a través de:

- Clasificación social: clases sociales más o menos abiertas.

- Control Social (marco normativo): menos peso de usos y costumbres.

Predominio del derecho restitutivo (derecho civil, administrativo, laboral, etc.)

- Instituciones y grupos sociales: la industria y el comercio en auge subordinan al

Estado y a otros grupos. Las corporaciones o faltan totalmente o no funcionan

eficazmente.

b.- Espontánea, cuyas características son:

- Solo herencia biológica.

- Correspondencia entre capacidades biológicas y funciones sociales (gracias a la

socialización y a la capacitación adecuada.

- Conciencia Colectiva fuerte, ágil y electiva.

- Conciencia Individual equilibradamente autónoma y heterónoma (persecución

desinteresada de objetivos sociales: altruismo)


60

- Regulación Social a través de:

- Clasificación social: clases sociales abiertas.

- Control social (marco normativo): Derecho restitutivo y autorreglamentación a

través de corporaciones profesionales.

- Instituciones y grupos sociales: El Estado moralmente fuerte y eficaz da las

políticas generales de la sociedad y es árbitro de los conflictos particulares. A su

vez, las corporaciones reglamentan las particularidades del proceso industrial

(procedimientos, salarios, promociones, etc.) y protegen y motivan a sus

miembros.

2.3.- Robert K. Merton. La anomia como producto de la falta de acceso a los

recursos y el quiebre del entramado social

Principalmente en su obra Teoría y estructura social (2003), expresó que la

anomia es sinónimo de falta de leyes y control en una sociedad y su resultado es

una gran insatisfacción por la ausencia de límites en cuanto a lo que se puede

desear. Señala que la anomia aparece cuando los objetivos de una cultura y la

posibilidad de acceso de algunos grupos poblacionales a los medios necesarios se

encuentran disociados. La asociación entre medios y fines, por lo tanto, comienza

a debilitarse hasta que se concreta el quiebre del entramado social. Si en una

sociedad los fines culturales en tanto deseos y esperanzas de los miembros de

una sociedad se incumplen, conducen a la anomia. Es necesario que se

produzcan normas que determinen los medios que permitan a las gentes acceder

a esos fines y que se posibilite el reparto de estos medios. La anomia es, en este
61

caso, una disociación entre los objetivos culturales y el acceso de ciertos sectores

a los medios necesarios. De este modo, la conducta anómala puede considerarse

como un síntoma de disociación entre las aspiraciones culturales y los caminos

socialmente estructurados para llegar a dichas aspiraciones.

Se puede considerar a la anomia como un concepto sociológico, psicológico

y ecológico explicativo y operativo de situaciones de hecho de la demanda del

individuo y la oferta de la sociedad, dentro de un proceso de desarrollo o de

adaptación. Su medición puede enfocarse como desviaciones normativas o

actitudes personales (Tabla de Merton), que desarrolla la “Teoría de la tensión”

(Strain Theory), que señala principalmente tres factores: 1.- Conformismo o

inactivo y posturas activas de innovación (cambio); 2.- Ritualismo (acomodación);

3.- Retraimiento o rebelión, según el mayor o menor grado de aceptación o

reyección de fines propuestos y medios disponibles y de su nivel de

disconformidad en la adecuación de expectativas y logros.

Concretamente, según Durkheim, la anomia implica la falta de normas que

puedan orientar el comportamiento de los individuos. En el funcionalista Merton,

sin embargo, la anomia representa la imposibilidad para ciertos individuos de

acceder a los medios que sirven para obtener los fines establecidos socialmente, o

viceversa.

2.4.- Carlos Nino. La ilegalidad y la anomia boba

Carlos Nino, en “Un país al margen de la ley” (1992), señala sobre la base

de la sociedad argentina una larga serie de conductas observables que configuran

un conjunto social anómico: la forma en que se transita por los espacios públicos,
62

cómo estos son cuidados, la naturalidad con que se evaden las responsabilidades

cívicas (pago de impuestos, por ejemplo), la forma en que se contamina el

ambiente, la extensión de la corrupción, etc. Considera que a estas conductas

como testimonios de una sociedad abrazada a la ilegalidad entendida como falta

de respeto a las normas. Según Nino, el factor anómico opera por sí mismo en la

generación de niveles bajos de eficiencia y productividad, y distingue tres tipos de

ilegalidad diferentes:

a) La mera desviación individual que ocurre cuando los individuos encuentran

conveniente (para sus intereses) dejar de observar la ley (dado el probable

comportamiento de otros).

b) La que se presenta cuando ocurre un conflicto social que lleva a un sector a

desconocer la legitimidad de la autoridad que dicta las normas en cuestión.

c) La anomia boba, que implica situaciones sociales en las que todos resultan

perjudicados. La anomia boba no es resultado de intereses o valoraciones que la

ley no pudo satisfacer y que se buscan satisfacer al margen de ella: es una forma

de inobservancia que produce una disfuncionalidad en la sociedad. Para

caracterizarla, Nino presenta el siguiente razonamiento: Se podría decir que hay

anomia cuando la no observancia de alguna norma en un cierto grupo social, sería

eficiente, en el sentido de que ese estado de inobservancia sería óptimo respecto

de cualquier otra situación posible; o sea, en ese estado nadie estaría peor y

alguno, por lo menos, estaría mejor.

Sin embargo, este criterio no es operativo si tomamos como parte del grupo

social relevante (y como partícipes en la acción colectiva) a individuos que tienen


63

propósitos lógicamente incompatibles con los de los demás. La eficiencia de una

acción colectiva es anómica, si la inobservancia de una determinada norma

conduce a una suma agregada mayor de satisfacción de preferencias,

descontando cierta frustración de preferencias. Por el contrario una acción social

es anómica, en el sentido de "ilegalidad boba", si resulta menos eficiente que

cualquiera otra que podría darse en la misma situación colectiva y en la que se

observa una cierta norma.

Nino sugiere que las normas sociales se formulan para reducir las

anomalías y permitir alcanzar los fines o aspiraciones. La inobservancia de tales

normas, en el caso de la "anomia boba", adquiere básicamente tres formas:

 El comportamiento finalista: cuando se adhiere a los fines generales pero

pretendiendo satisfacerlos a través de una conducta diferente a la prescripta

por la norma.

 El comportamiento formalista/ritualista: cuando se observa la norma ignorando

los fines a la que ella sirve (aun cuando tal comportamiento frustre los fines).

Estos comportamientos distinguen a la conducta típicamente burocrática.

 El comportamiento "chicanero": cuando se aprovechan los intersticios de las

normas para satisfacer fines personales (aun cuando ello frustre los objetivos

del conjunto).

La anomia se constituye con la generalización en el grupo social de

cualquiera de las tres variedades de comportamientos mencionados. Desde Kant

se sabe que uno de los rasgos de la moral es la autonomía, y que ella se

manifiesta por la aceptación de los principios o normas por sus propios méritos, y
64

no por haber sido prescriptas por alguna autoridad, o por las circunstancias en que

deben ser aplicadas. Pero buena parte de las acciones que desarrollamos no

tienen eficacia por sí solas, sino como parte de prácticas sociales; pretender

realizar la mejor acción desde el punto de vista moral, aisladamente, sin tomar en

cuenta los efectos que producirá en combinación con otras, es una

irresponsabilidad. Por lo tanto, lo que necesitamos justificar sobre la base de

principios morales autónomos, no son acciones aisladas, sino nuestra contribución

o no a las prácticas colectivas.

2.5.- Psicología de una población en que la anomia no es un disvalor

Narciso Benbenaste, Edgardo Etchezahar y Marta Del Río, luego de un

análisis exhaustivo de la obra de Carlos Nino, en su artículo titulado “Psicología de

la anomia” (2008), realizan un estudio muy considerable respecto de la sociedad

argentina y su relación a la anomia.

Ernesto Isuani (citado por Benbenaste, Etchezahar y Del Rio, 2008, p. 190)

destaca que en países como la Argentina, vivir al margen de la ley, es una

costumbre.

Es más, la transgresión no es percibida como tal y por ende no es transgresión. (…) El

concepto de anomia adquiere entonces una connotación que lo aproxima al concepto

de delincuencia masiva e introduce la posibilidad contemplada por Durkheim, de que las

costumbres pueden contradecir el derecho no sólo en períodos transicionales sino

también cuando las normas jurídicas son percibidas como la imposición de una voluntad

extraña. (Benbenaste, Etchezahar y Del Rio, 2008, p. 190).


65

Los autores citados en primer lugar destacan ciertos rasgos que conforman

la estructura psicológica básica en una población con conducta anómica

generalizada son: a) el desarrollo individual representado como egoísmo - en

particular la búsqueda de riqueza-; b) tendencia a representarse la jerarquía como

autoritarismo, esto es indiferenciar autoridad y autoritarismo; c) la primarización de

los vínculos secundarios; d) el machismo.

Esos cuatro rasgos tienen una vigencia generalizada en la práctica

psicosocial cotidiana de la población, y su eficacia es porque aparecen como

valores y operan desde niveles etarios tempranos y, por tanto, hacen a la

socialización básica de cada miembro de la sociedad.

2.5.1.-La iniciativa individual como egoísmo. En la acepción cotidiana argentina

el término “individualista” tiende a ser asimilado a egoísta. La representación de

que en la significación de lo individual predomina la satisfacción de los impulsos

particulares es lo que fundamenta esa equiparación. Consecuentemente aquello

de lo público que aparece para regular los impulsos privados, las normas, tiende a

ser denegado, resulta un disvalor. Cada uno imagina que los demás también se

erigen como individuos en tanto se hallan sostenidos por la similar búsqueda de

satisfacción de lo particularista. Por tanto se generaliza la idea de lo individual

como ser egoísta. Además, “¿si percibo que los demás tratan de salvarse de las

normas por qué yo las debo cumplir?, sería un “gil” (opuesto a “vivo” en el argot

argentino)”. Así, en la medida que el interés individual es representado como

egoísmo (vulgar), la anomia no resulta percibida como disvalor. Esta tendencia de

buena parte de la población argentina a tildar de individualista (egoísta en el


66

sentido vulgar) a quien busca el interés personal en especial cuando se trata del

beneficio económico, coexiste con una avidez por el consumo que,

psicológicamente analizado, podemos denominar de placeres inmediatistas. Como

por ejemplo, atestiguan estadísticas sobre esta clase de conducta en la población

argentina: el aumento de ventas en shoppings cerca de fechas festivas, así como

la venta de celulares.

En rigor la normalidad del sujeto de la vida cotidiana del mercado consiste

en una cierta tensión entre la necesidad de mantenerse siempre competitivo en la

esfera de la producción y del intercambio y el deseo de consumir los placeres

inmediatistas promovidos para cada etapa del mercado -en particular las Modas-.

En cambio para una parte importante de los argentinos la disposición al consumo

que causa placeres inmediatistas no se lo representa suficientemente, como

momento que resulta del logro obtenido (dinero) por la productividad

desempeñada en la dinámica competitiva del mercado. Consecuentemente, el

argentino estima como egoísta (vulgar) la dimensión pública de la propiedad

privada mercantil –la competencia por vender y conseguir riqueza- por el contrario,

aparece socialmente valorado el aspecto privado de la mercancía, es decir de su

consumo como satisfactor para los impulsos particularistas. Esta insuficiente

valorización social a ser sujeto de las mediaciones (leyes implicadas en conseguir

capacidad para ser productiva y normas que hacen al juego en la competencia

mercantil) como condición social para ser sujeto del consumo de placeres

inmediatistas, es una importante dimensión psicológica de una población en donde

la anomia resulta un disvalor.


67

Una consecuencia de esa legitimación social del tratamiento particularista

de los impulsos es un “uso anal” del espacio público. El espacio público aparece

como el lugar de los desechos de los usos privados (por ejemplo arrojar

desperdicios en los espacios verdes, veredas y calles o contaminar el aire desde

autobuses o que los dueños no levanten las heces que sus mascotas hacen en las

veredas).

En ese sentido, estas representaciones refuerzan la dificultad de percibir las

normas esto es, aquello que hace posible los intercambios entre los sujetos con la

menor agresividad posible, como un valor.

2.5.2.- La Jerarquía como disvalor. Cuando en una población la jerarquía social

no es un valor significa que en tal sociedad se tiende a una indiferenciación entre

la noción de autoridad y la de autoritarismo o más bien, a una asimilación de la

primera en la segunda.

Uno de los factores que motivan esta tendencia a asimilar autoridad con

autoritarismo es cuando los sujetos asocian libertad con el ejercicio de los

impulsos particulares. Cuando así sucede la vigencia de normas, es decir de las

formas públicas que regulan los impulsos particulares, se experimenta como

autoritarismo. Una consecuencia de esta asociación de la noción de libertad con el

ejercicio de los impulsos particulares, es el ya comentado uso anal del espacio

público. Si el espacio público aparece como lugar para los desechos de las

necesidades o realización de los impulsos particulares resulta un ámbito del

autoritarismo: las interacciones que ocurren son determinadas por la búsqueda de

la primacía de los propios impulsos sobre los impulsos de los otros. Lo público es,
68

por tanto, representado como instancia social desjerarquizada, sin normas, como

un lugar de potenciales conductas agresivas.

2.5.3.- La “primarización” de los “vínculos secundarios”. La tan usual

distinción entre “grupos primarios” y “grupos secundarios” fue establecida a

comienzos del siglo XX por el sociólogo norteamericano Charles H. Cooley (1864 -

1929). La relación cara a cara donde predomina el vínculo afectivo caracteriza al

“grupo primario”, tales son la familia o la comunidad, constituyen las formas

básicas de socialización. Mientras que las relaciones formalmente mediatizadas,

institucionales, hacen a la noción de “grupo secundario”, por caso las relaciones

profesionales o académicas, y representan un nivel de socialización más

avanzado.

En los grupos primarios prevalece el vínculo incondicional, por ejemplo,

alguien es aceptado por ser amigo, hermano o hijo. En cambio lo que caracteriza a

los grupos secundarios es el vínculo condicional, las personas son aceptadas

según puedan cumplir sus roles socialmente instituidos.

Es esperable que, gradualmente, el sujeto se torne responsable, que se

haga cargo de las implicancias de sus conductas. En el plano jurídico de los

Estados modernos la idea de responsabilidad se halla asociada a la imputabilidad.

Hans Kelsen, padre del Derecho Moderno, define responsabilidad de este modo:

“un individuo es responsable cuando es susceptible de ser sancionado,

independientemente de que haya cometido o no un acto antijurídico” (citado por

Benbenaste, Etchezahar y Del Rio, 2008, p. 191).


69

En una población donde la anomia aparece como lo frecuente, el tipo de

vínculo propio del grupo primario impregna al de los grupos secundarios. Las

“excusas” habitualmente son una expresión de esa insuficiente asunción del

cumplimiento de los vínculos formales. La excusa supone la solicitud de que el

otro no lo juzgue con el rigor supuesto según las pautas impersonales socialmente

vigentes para la tarea laboral o actividad pública en cuestión.

En “Un país al margen de la Ley” el jurista y sociólogo argentino Carlos

Nino, a propósito de indagar sobre la psicología de la corrupción, alude a lo que

Benbenaste, Etchezahar y Del Rio denominan “primarización de los vínculos

secundarios”:

corrupción (…) donde prevalece como código operacional una moral basada en las

relaciones clientelísticas, familiares o de amistad, por sobre las pautas impersonales y

objetivas (…) la formación de relaciones de complicidad en intercambios “cara a cara”

parece ser sumamente fácil y rápida en Argentina (…) Ni qué decir que estas actitudes de

complicidad se profundizan cuando se trata de relaciones de trabajo, estudio, familiares o

de amistad que se prolongan en el tiempo. (Benbenaste, p. 194)

2.5.4.- Machismo. Definimos machismo como la vigencia del vínculo poder (en el

predominio de su forma autoritarismo) en las relaciones psicosexuales. La

creciente inserción de la mujer en el mercado y, en particular, cada vez más en

puestos gerenciales, ha sido un factor decisivo para condicionar un cambio en el

funcionamiento del vínculo psicosexual y por tanto en la modernización del

concepto de machismo.

En la sociedad de mercado contemporánea la representación de lo

masculino (tradicionalmente como el dominante) no solamente es ejercida por la


70

anatomía hombre, sino que tiende a serlo también por la anatomía mujer. En otras

palabras, en el mercado contemporáneo, las representaciones psicosexuales se

hallan determinadas por el rol que en muchas ocasiones no necesariamente

coinciden con una cierta anatomía, sea esta hombre o mujer. Ese cambio en la

disociación entre las representaciones de lo masculino (dominante) y femenino

respecto a las anatomías hombre y mujer es de fácil constatación en todos los

ámbitos psicosociales. Por ejemplo, en Argentina uno de los ámbitos donde el

machismo más se expresa como causa de anomia y de consecuencias fatales es

en los accidentes de tránsito. Las cifras del Centro de Experimentación,

Investigación y Seguridad Vial (CESVI ) y la Asociación Civil Luchemos por la Vida

muestran que el gran culpable es el conductor masculino: 90% de los choques se

deben al factor humano, 5% al vehículo y 5% a caminos y clima. Según esta

misma entidad, 41% de las fallas humanas que llevan a los accidentes es la

invasión de carril. Siguen: la distracción (19%), la velocidad inadecuada (16%), las

maniobras abruptas (10%), distancia inadecuada (6%), prioridad de paso no

respetada (4%), cansancio (4%). Obviamente, estarían incluidas dentro de estas

fallas las causadas por la ingesta de alcohol.(Infobae, 21 de junio de 2007)

2.5.5.- El pasar a otro o no dejarse pasar. En el imaginario argentino pasar a

otro es ser más “vivo”, usar las presuntas debilidades del otro. En situaciones

particulares como en la ruta o la calle pasar a otro deviene ser más macho, dejar

al otro en una posición secundarizada que, en el marco de una vida cotidiana

altamente erotizada, es significada como la posición femenina.


71

2.6.- Vigotsky y la norma como marco posible de interacción social

La internalización de las actividades socialmente arraigadas e

históricamente desarrolladas es el rasgo distintivo de la psicología humana, la

base del salto cualitativo de la psicología animal a la humana. Hasta aquí, se

conoce el perfil más escueto de este proceso (Vigotsky, 1991, p. 94).

Resultado de ese esclarecimiento de la psicología acerca de la intrínseca

vinculación entre desarrollo individual y sociedad se considera que en la medida

que una persona confía en su capacidad es que la norma es sentida no solamente

como obligación sino también como el marco posible para objetivar sus

posibilidades en la interacción social.

La subjetividad de quien experimenta la necesidad de la norma como marco

para dar sentido a la vida conlleva dos atributos: voluntad y responsabilidad.

Definimos voluntad como la capacidad de postergar placeres inmediatistas

en aras de objetivos mediatos (por ende placeres mediatos). El desarrollo de la

voluntad es condición de posibilidad de la responsabilidad, esta última entendida

como actitud para hacerse cargo de las implicancias de las propias conductas. El

desarrollo individual es la interiorización de lo social.


72

CAPÍTULO III

HANNA ARENDT Y ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL

TOTALITARISMO

Ya no esperamos una eventual restauración del antiguo orden del mundo, con todas sus

tradiciones, ni la reintegración de las masas de los cinco continentes, arrojadas a un caos

producido por la violencia de las guerras y de las revoluciones y por la creciente

decadencia de todo lo que queda. Bajo las más diversas condiciones y en las más

diferentes circunstancias, contemplamos el desarrollo del mismo fenómeno: expatriación

en una escala sin precedentes y desraizamiento en una profundidad asimismo sin

precedentes. Jamás ha sido tan imprevisible nuestro futuro, jamás hemos dependido tanto

de las fuerzas políticas, fuerzas que parecen pura insania y en las que no puede confiarse

si se atiene uno al sentido común y al propio interés. Es como si la Humanidad se hubiera

dividido a sí misma entre quienes creen en la omnipotencia humana (los que piensan que

todo es posible si uno sabe organizar las masas para lograr ese fin) y entre aquellos para

los que la impotencia ha sido la experiencia más importante de sus vidas. (Arendt, 1992, p.

4).

3.1.- Aproximación al tema

En la década de 1920, se utilizaba en Italia la expresión "Estado Totalitario"

para destacar las características y valores del estado fascista, como opuesto al

estado liberal. Se la enunciaba como valor positivo: un estado ético, en el que

estaba involucrada la totalidad de la vida de los hombres. "Dentro del estado, todo;

nada fuera del estado", era el apotegma mussoliniano que resume ese principio,

referido (Enciclopedia italiana, en Arnoleto, 2007, pp.293, 297) a la "novedad

histórica de un partido que gobierna totalitariamente a una nación". En los años


73

'30, en la Alemania nazi, la expresión "totalitarismo", referida al estado, no tuvo

aceptación. Se prefirió usar la expresión "Estado Autoritario". Esta se debe a una

diferencia sustancial entre el fascismo italiano y el nazismo alemán: mientras el

primero tiende a absolutizar el valor del estado, en sentido ético-filosófico

hegeliano, el segundo absolutiza el concepto de nación-raza, y por lo tanto tiende

a ver al estado sólo como un valor de carácter mediato, instrumental.

En los países anglo-sajones, ya desde la década de los '30, pero más

reiteradamente en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, y

principalmente durante la posguerra y los años de la "guerra fría", la expresión

"totalitarismo" era usada para designar a las dictaduras monopartidistas (los

"regímenes de partido único" de los que habla Raymond Aron (citado por

Arnoletto, 2007), sin mayores sutilezas para tomar en cuenta las notorias

diferencias, no sólo entre fascismo y nazismo, sino, sobre todo, entre éstos y el

comunismo soviético.

En general, resulta muy transparente la intención ideológica denigratoria de

tal denominación, en lo que se refiere al comunismo soviético: en la medida en

que el antiguo aliado cambiaba de rol, para convertirse en adversario ideológico-

imperial en la guerra fría, era teóricamente encuadrado junto con los fascismos

vencidos. No es que los regímenes de partido único no tengan rasgos comunes;

es que también tienen rasgos diferenciales, y diferente orientación teleológica.

Fue George H. Sabine (citado por Arnoletto, 2007), quizás, el primero en

usar la expresión "totalitarismo" para aludir a los regímenes de partido único,

fascistas o comunistas.
74

En 1940, Carlton H. Hayes (citado en Arnoletto, 2007) describió, en un

simposio sobre "El Estado Totalitario", describió algunos de los rasgos propios de

estos regímenes:

 la monopolización de todos los poderes sociales.

 necesidad de generar un apoyo social masivo.

 uso masivo de técnicas de propaganda.

En 1942, Sigmund Neumann, (citado por Arnoletto, 2007) en su obra "La

Revolución Permanente" menciona otro rasgo de estos regímenes: el incesante

movimiento político que producen, generando cambios sin fin en los

procedimientos y en las instituciones políticas. Pese a estos antecedentes, la

teoría del totalitarismo se generalizó, ya de forma sistematizada y amplia, recién

en la década de los '50, por obra, principalmente de Hanna Arendt ("Los orígenes

del totalitarismo", 1951) y de Carl J. Friedrich y Zbigniew K. Brzezinski ("Dictadura

totalitaria y autocracia", 1956, citado en Arnoletto, 2007).

3.2.- Las consideraciones de Hanna Arendt

3.2.1.- Breve biografía. Hannah Arendt, llamada Johanna Arendt , nacida en

Linder Limmer, Hannover, Alemania, el 14 de octubre de 1906, y fallecida el 4 de

diciembre de 1975 en Nueva York, Estados Unidos, fue una filósofa política

alemana y posteriormente estadounidense, de origen judío, , una de las más

influyentes del siglo XX.

La privación de derechos y persecución en Alemania de personas de origen

judío a partir de 1933, así como su breve encarcelamiento ese mismo año,
75

contribuyeron a que decidiera emigrar. El régimen nacional-socialista le retiró la

nacionalidad en 1937, por lo que fue apátrida hasta que consiguió la nacionalidad

estadounidense en 1951.

Trabajó, entre otras cosas, como periodista y maestra de escuela superior y

publicó obras importantes sobre filosofía política; sin embargo, rechazaba ser

clasificada como filósofa y también se distanciaba del término “filosofía política”

pues prefería que sus publicaciones fueran clasificadas dentro de la “Teoría

política”.

Arendt defendía el concepto de “pluralismo” en el ámbito político. Gracias a

éste, se generaría el potencial de una libertad e igualdad políticas entre las

personas. Considera que en acuerdos políticos, convenios y leyes deben trabajar

a niveles prácticos personas adecuadas y dispuestas. Como fruto de estos

pensamientos, Arendt se situaba de forma crítica frente a la democracia

representativa y prefería un sistema de consejos o formas de democracia directa.

En esa perspectiva es importante su inclusión del concepto de Otro como tercero

social.

A menudo, continúa siendo estudiada como filósofa, en gran parte, debido

a sus discusiones críticas de filósofos como Sócrates, Platón, Aristóteles,

Immanuel Kant, Martin Heidegger y Karl Jaspers (fue su discípula en Heidelberg),

además de representantes importantes de la filosofía política moderna

como Maquiavelo y Montesquieu. Precisamente gracias a su pensamiento

independiente, la teoría del totalitarismo, sus trabajos sobre filosofía existencial y


76

su reivindicación de la discusión política libre, Arendt tiene un papel central en los

debates contemporáneos.

Como fuentes de sus disquisiciones Arendt emplea, además de

documentos filosóficos, políticos e históricos, biografías y obras literarias. Estos

textos son interpretados de forma literal y confrontados con sus consideraciones.

Su sistema de análisis —parcialmente influido por Heidegger — la convierte en

una pensadora original situada entre diferentes campos de conocimiento y

especialidades universitarias. Profesora en varias universidades americanas, en

sus obras ha planteado una renovación de las tesis humanistas clásicas,

vinculándolas con el panorama histórico del hombre actual, con una actitud de

escepticismo y hasta de pesimismo. Es fácil inferir de su trayectoria existencial la

gravitación que tiene en su pensamiento sobre totalitarismo la experiencia nazi, de

la que fue testigo y víctima.

3.2.2- Condición humana y pluridimensionalidad. Arendt distingue el concepto

de “condición humana” respecto de “naturaleza humana”. Respecto de la

“condición humana” considera que ni la más rigurosa enumeración de las

actividades constituyen características esenciales de la existencia humana. Para

examinar la “naturaleza humana” acude a San Agustín de Hipona, quien refiere

que a pesar de que el sujeto humano es capaz de definir las esencias de las cosas

naturales, es dudoso que posea una respuesta sobre sí mismo. (Pérez Flores,

2011).

Distingue dos interrogantes que llegan a ser un problema: ¿Quién soy? y

¿Qué soy? La primera respuesta es asumida por el ser humano, quien intenta
77

evadirse con la respuesta: “un hombre”. Al segundo interrogante, la respuesta es

inabordable por medio de razón humana, pues piensa que solo Dios puede

conocer y definir la naturaleza humana y responder la pregunta ¿Qué es el

hombre?

La autora considera que la vida política no puede verse aislada de la

pluridimensionalidad del ser humano. La vida debe ser valorada en todas sus

expresiones (pluridimensionalidad) en la política, así como las demás condiciones

humanas. Si bien, desde la perspectiva griega, la vida política es una actividad

primaria, exclusiva de los seres humanos, corresponde a actividades de los seres

humanos entre ellos, siendo la condición de la actividad política que parte de la

igualdad de todos los seres humanos, igualdad que paradójicamente consiste en

que cada uno es diferente, es decir, la igualdad del ser humano es la pluralidad,

en ella la acción comunicativa del ser humano se manifiesta y se concreta, y, el

carácter procesual de la acción se hace patente. Es también la condición sin la

cual no es posible la vida política. Pero a la vez es la condición por la cual la vida

política se materializa entre los hombres y esto lleva a ver a la acción como

creadora y creada.

En el examen que realiza Arendt de la condición humana, encuentra que la

manifestación privativa del ser humano es la acción, ya que, los hombres pueden

vivir sin laborar así como pueden vivir sin aportar un ápice a la naturaleza ya que

pueden obligar a que otros hagan las cosas por ellos, pero no pueden vivir sin

acción
78

La acción posee dos características que la diferencian de la labor y del

trabajo: a.- Ilimitación: manifiesta en la productividad y generatividad o capacidad

de establecer multitud de relaciones; b.- Impredictibilidad: Gracias a que las

consecuencias pueden seguir en el tejido de las acciones a través del tiempo, no

se pueden predecir.

La política está originada en el actuar juntos de los seres humanos y ello

está en relación con lo público, lo constituye, siendo su matriz generativa.

Posibilita el “espacio de aparición”, el cual es previo y condición constituyente de

cualquier forma de gobierno así como en general de la esfera pública en donde se

manifiesta el poder. Este surge en donde la palabra se utiliza para develar y

descubrir realidades. Arendt considera que los actos no debieran prestarse para

destruir y violentar sino para construir nuevas realidades más humanas, siendo el

camino para superar la violencia en la vida política, - entendiendo la política como

superación de la violencia mediante la generación del poder que se produce en la

acción de los seres humanos en conjunto-. Esta no puede verse aislada de la

pluridimensionalidad del ser humano.

3.2.3.- La advertencia sobre la perversión de la igualdad como hecho

mundano. En “Los orígenes del totalitarismo” Hanna Arendt dedica varios

capítulos al análisis de “los judíos y la sociedad”. A propósito del mismo realiza

una referencia a los orígenes del antisemitismo, a la confusión de los judíos a

causa de sus avances financieros y sociales, considerando que; “el antisemitismo

político se desarrolló porque los judíos eran un cuerpo separado, mientras que la
79

discriminación social surgió a consecuencia de la creciente igualdad de los judíos

respecto de los demás grupos (Arendt, 1992, pp.66).

Dejando de lado una serie de cuestiones históricas, que la autora desarrolla

con minuciosidad, nos interesa destacar sus apreciaciones respecto de la igualdad

como hecho mundano y sus desfavorables consecuencias.

La igualdad de condición, aunque es ciertamente un requerimiento básico de la justicia,

figura, sin embargo, entre los mayores y más inciertos riesgos de la humanidad

moderna. Cuanto más iguales son las condiciones, menos explicaciones hay para las

diferencias que existen en la gente; y así, más desiguales se tornan los individuos y los

grupos. Esta embarazosa consecuencia se torna completamente evidente cuando la

igualdad ya no es considerada en términos de un ser omnipotente, como Dios, o un

común destino inevitable, como la muerte. Allí donde la igualdad se torna un hecho

mundano en sí misma, sin ninguna regla por la que pueda ser medida o explicada, allí

hay también una probabilidad entre cien de que será considerada como principio viable

de una organización política en la que personas de otra manera desiguales tienen

derechos iguales; hay noventa y nueve probabilidades de que será confundida con una

cualidad innata de cada individuo que es «normal» si es como todos los demás y

«anormal» si resulta ser diferente. Esta perversión de la igualdad, de un concepto

político a un concepto social, es aún mucho más peligrosa cuando una sociedad no

deja el más pequeño espacio para los grupos e individuos especiales, porque entonces

sus diferencias se tornan aún más conspicuas. (Arendt, 1992, p.66).

En el análisis realizado por la autora sobre el período moderno, ilustra la

cuestión, pues se originó un gran reto planteado porque su peculiar peligro ha

consistido en el hecho de que por vez primera el hombre se enfrentara con el

hombre sin la protección de circunstancias y condiciones diferentes. (Arendt, 1992,


80

pp. 66). Este nuevo concepto de la igualdad tornó muy difíciles las relaciones

raciales, porque se quisieron anular las diferencias naturales que no pueden llegar

a ser menos evidentes mediante un cambio posible y concebible de condiciones.

Como la igualdad exige que cada persona reconozca a otra como igual, el

conflicto entre grupos diferentes que por razones propias sienten repugnancia a

otorgarse entre sí esta igualdad básica, adopta formas crueles.

Arendt señala que cuanto más igual fuera la condición judía, más

sorprendentes fueran las diferencias judías. Esta nueva conciencia condujo a un

resentimiento social contra los judíos y al mismo tiempo a una atracción peculiar

hacia ellos; la combinación de tales reacciones determinó la historia social de la

judería occidental. La discriminación logró envenenar la atmósfera social,

pervirtiendo todas las relaciones sociales entre los judíos y los gentiles.

Considerando la historia judía, ilustra la situación en el hecho de que

conforme a todas las apariencias, las nuevas clases se desarrollaron por grupos a

los que se pertenecía por el nacimiento. Para la autora, no existía duda alguna de

que sólo en semejante marco podía soportar la sociedad que los judíos se

establecieran por sí mismos como grupo especial. Y, considera que la situación

hubiera sido enteramente diferente si, como en los Estados Unidos, se hubiera

presupuesto la igualdad de condición. Si cada miembro de cualquier estrato de la

sociedad hubiera estado firmemente convencido de que por su capacidad y suerte

podía convertirse en el héroe de una historia de éxito, se podría evitar que en una

sociedad tal la discriminación se convirtiera en el único medio de distinción, una

clase de ley universal conforme a la cual los grupos pueden encontrarse a sí


81

mismos fuera de la esfera de la igualdad cívica, política y económica. Donde la

discriminación no está ligada solamente con la cuestión judía pueden convertirse

en un punto de cristalización para un movimiento político que desee resolver todas

las dificultades naturales y todos los conflictos de un país multinacional mediante

la violencia, la acción del populacho y la pura vulgaridad de los conceptos raciales.

3.2.4.- Entre el vicio y el delito. Luego de dedicarse a Benjamín Disraeli, a quien

denominó “el gran mago” (tomando la expresión de Sir John Skleton en 1867), por

sus maniobras políticas que lo llevan a ocupar el lugar de "Chancellor of the

Exchequer" (Ministro de Hacienda) (Arendt, 1992, pp. 76). Arendt destaca algunas

consideraciones de este escritor y político, respecto de la inscripción del vicio y el

delito en la sociedad.

Significativamente, fue Disraeli quien dijo: «Lo que es un crimen entre la multitud es sólo

un vicio entre los pocos»34 —quizá el más profundo atisbo del auténtico principio por el

que se inició el lento e insidioso declive de la sociedad del siglo XIX hacia las

profundidades de la moralidad del populacho y del hampa. (…) Cuando Disraeli

despreciaba la “perniciosa doctrina de los tiempos modernos, la igualdad natural

de los hombres”, seguía conscientemente los pasos de Burke, que había “preferido los

derechos de un inglés a los Derechos del Hombre», pero ignoraba la situación presente

entonces en la que los derechos de unos pocos habían sido reemplazados por los

derechos de todos (…) En la imaginación de Disraeli el mundo se había tornado judío. En

este espejismo singular se hallaba ya anticipado incluso el más ingenioso de los recursos

de la propaganda de Hitler, la revelación de una secreta alianza entre el capitalista judío y

el socialista judío.(…) Disraeli fue un precursor de los nuevos estratos sociales que,

nacidos fuera del marco de la sociedad, jamás pudieron comprender adecuadamente sus

normas. Se hallaron ellos mismos en una situación en la que distinciones entre la


82

sociedad y la política resultaban constantemente enturbiadas y donde, a pesar de las

condiciones aparentemente caóticas, siempre ganaban los mismos estrechos intereses

de clase. (…) Fue Disraeli quien descubrió que el vicio no es más que el correspondiente

reflejo del delito en la sociedad. La perversidad humana, aunque aceptada por la

sociedad, dejó de ser un acto de la voluntad para convertirse en una cualidad inherente y

psicológica que el hombre no podía rechazar, sino que le era impuesta desde afuera y

que le gobernaba tan coactivamente como la droga domina al adicto. Al asimilar el delito

y transformarlo en vicio, la sociedad niega toda responsabilidad y establece un mundo de

fatalidades en el que se ven enredados los mismos hombres. Pero la consideración

moralista que hacía un delito de cada alejamiento de la norma, a la que los círculos de

moda acostumbraban a considerar estrecha y filistea, aunque denotaba una escasa

comprensión psicológica, al menos indicaba un gran respeto por la dignidad humana. Si

el delito era considerado como un tipo de fatalidad, natural o económica, todo el mundo

resultaría finalmente sospechoso de algún tipo de predestinación especial hacia él. «El

castigo es el derecho del delincuente», del que está privado si (en palabras de Proust)

«los jueces deciden, y se hallan más dispuestos a, perdonar el homicidio en los invertidos

y la traición en los judíos por razones derivadas de la “predestinación racial”. Es una

atracción hacia el homicidio y hacia la traición la que se oculta tras esa pervertida

tolerancia, porque en un momento puede trocarse en la decisión de liquidar no sólo a

todos los delincuentes actuales, sino a todos los que se hallen «racialmente»

predestinados a cometer ciertos delitos. Tales cambios suceden allí donde la máquina

legal y política no está separada de la sociedad de forma tal que las normas sociales

pueden penetrar en ella y convertirse en normas políticas y legales. La aparente amplitud

de criterio que iguala al delito y al vicio, si es autorizada a establecer su propio código

legal, resultará invariablemente más cruel e inhumana que las leyes, por severas que

éstas sean, que respetan y reconocen la responsabilidad independiente del hombre por

su conducta. (Arendt, 1992, pp. 77,83-86).


83

3.2.5.- Consideraciones sobre el totalitarismo

Los totalitarismos han constituido un fenómeno que no se podrá soslayar

siempre que se quiera hacer una caracterización de nuestro siglo. Su estudio

necesita bucear en sus orígenes, que para Hannah Arendt son el antisemitismo y

el imperialismo.

El libro “Los orígenes del totalistarismo” fue escrito por el convencimiento de

que sería posible descubrir los mecanismos ocultos mediante los cuales todos los

elementos tradicionales de nuestro mundo político y espiritual se disolvieron en un

conglomerado donde talo parece haber perdido su valor específico y tornándose

irreconocible para la comprensión humana, inútil para los fines humanos. Uno de

ellos, que se presentaba como pequeño y carente de importancia políticamente, el

antisemitismo, llegó a convertirse en el agente catalizador del movimiento nazi y, a

través de él, de la Segunda Guerra Mundial y las genocidas «cámaras de la

muerte». Otro, la grotesca disparidad entre causa y efecto que, introdujo la época

del imperialismo, cuando las condiciones económicas determinaron en unas pocas

décadas una profunda transformación de las condiciones políticas en todo el

mundo. Un actual neototalitarismo amenaza con nuevas destrucciones y ataques

a la Humanidad. Hannah Arendt llega a sus conclusiones después de examinar la

transformación de las clases en masas, el papel de la propaganda en relación con

el mundo no totalitario y la utilización del terror como verdadera esencia del

totalitarismo en cuanto sistema de gobierno. En su capítulo final analiza la

naturaleza del aislamiento y la soledad como condiciones necesarias para una

dominación total. Fue escrito por el convencimiento de que sería posible descubrir
84

los mecanismos ocultos mediante los cuales todos los elementos tradicionales de

nuestro mundo político y espiritual se disolvieron en un conglomerado donde talo

parece haber perdido su valor específico y tornándose irreconocible para la

comprensión humana, inútil para los fines humanos. Uno de ellos, que se

presentaba como pequeño y carente de importancia políticamente, el

antisemitismo, llegó a convertirse en el agente catalizador del movimiento nazi y, a

través de él, de la Segunda Guerra Mundial y las genocidas «cámaras de la

muerte». Otro, la grotesca disparidad entre causa y efecto que, introdujo la época

del imperialismo, cuando las condiciones económicas determinaron en unas pocas

décadas una profunda transformación de las condiciones políticas en todo el

mundo. Un actual neototalitarismo amenaza con nuevas destrucciones y ataques

a la Humanidad. Hannah Arendt llega a sus conclusiones después de examinar la

transformación de las clases en masas, el papel de la propaganda en relación con

el mundo no totalitario y la utilización del terror como verdadera esencia del

totalitarismo en cuanto sistema de gobierno. En su capítulo final analiza la

naturaleza del aislamiento y la soledad como condiciones necesarias para una

dominación total (Arendt, 1992, p. 3).

El manuscrito original de The Origins of Totalitarianism fue concluido en el otoño de 1949,

más de cuatro años después de la derrota de la Alemania de Hitler, menos de cuatro

años antes de la muerte de Stalin. La primera edición del libro apareció en 1951.

Retrospectivamente, los años que pasé escribiéndolo, a partir de 1945, se me aparecen

como el primer período de relativa calma tras décadas de desorden, confusión y horror —

las revoluciones tras la primera guerra mundial, la ascensión de los movimientos

totalitarios y el debilitamiento del Gobierno parlamentario, seguidos por toda clase de


85

nuevas tiranías, fascistas y semifascistas, dictaduras de partido único y militares y,

finalmente, el aparentemente firme establecimiento de Gobiernos totalitarios que

descansaban en el apoyo de las masas: en Rusia, el año 1929, el año de lo que ahora se

denomina la “segunda revolución”, y en Alemania, en 1933. Con la derrota de la Alemania

nazi, parte de la historia llegaba a su fin. Este parecía el primer momento apropiado para

examinar los acontecimientos contemporáneos con la mirada retrospectiva del historiador

y el celo analítico del estudioso de la ciencia política, la primera oportunidad para tratar

de decir y comprender lo que había sucedido, no aún sine ira et studio, todavía con dolor

y pena y, por eso, con una tendencia a lamentar, pero ya no con mudo resentimiento e

impotente horror. Era, en cualquier caso, el primer momento posible para articular y

elaborar las preguntas con las que mi generación se había visto forzada a vivir durante la

mayor parte de su vida de adulto: ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué sucedió? ¿Cómo ha

podido suceder? (Arendt, 1992, p.15)

Arendt realiza un recorrido histórico y muestra el potencial financiero, y por

lo tanto político, de los judíos palaciegos convertidos en banqueros. El poder

económico e internacional que logra la familia Rothschild en Europa los convierte

en los financistas de los máximos empréstitos estatales, y ello pudo ocupar el

lugar de una amenaza: un “único Gobierno mundial judío”, frente al cual muchos

estaban en alerta, y el antisemitismo nazi pudo aniquilar.

La emancipación política de los judíos en algunos países a fines del siglo XVIII y su

discusión en el resto de la Europa central y occidental originaron, en primer lugar, un

cambio decisivo en su actitud hacia el Estado, que fue de alguna manera simbolizado en el

encumbramiento de la casa de los Rothschild. La nueva política de estos banqueros

palaciegos que fueron los primeros en convertirse en banqueros totalmente estatales se

hizo evidente cuando ya no se contentaron con servir a un determinado príncipe o

Gobierno a través de sus relaciones internacionales con judíos palaciegos de otros países,
86

sino que decidieron establecerse ellos mismos internacionalmente y servir simultánea y

concurrentemente a los Gobiernos de Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y Austria.

(…) El viejo Meyer Amschel Rothschild, el fundador de la casa, debió haber advertido que

el status intereuropeo de los judíos ya no era seguro y que era mejor tratar de realizar esta

posición internacional única en su propia familia. El establecimiento de sus cinco hijos en

las cinco capitales financieras de Europa —Francfort, París, Londres, Nápoles y Viena—

fue su ingenioso recurso ante la embarazosa emancipación de los judíos.(…) Combinaron

así todas las ventajas del status judío durante la Edad Media con las de su propia época, y

fueron mucho menos dependientes de la nobleza o de otras autoridades locales que

cualquiera de los otros judíos palaciegos. (…) Penetraron en el terreno de los grandes

negocios durante los últimos años de las guerras napoleónicas, cuando —de 1811 a

1816— pasaban por sus manos casi la mitad de las subvenciones inglesas a las potencias

continentales. Cuando, tras la derrota de Napoleón, necesitó el continente grandes

empréstitos públicos en todas partes para la reorganización de sus maquinarias estatales y

la erección de estructuras financieras sobre el modelo del Banco de Inglaterra, los

Rothschild disfrutaron casi de un monopolio en la emisión de los empréstitos públicos. Esta

situación se prolongó a lo largo de tres generaciones, y en ese tiempo lograron derrotar a

todos los competidores judíos y no judíos en el terreno. «La casa de los Rothschild se

convirtió en el primer tesorero de la Santa Alianza.». (…) La posición exclusiva de la casa

de los Rothschild en el mundo judío sustituyó hasta cierto punto a los antiguos lazos de la

tradición religiosa y espiritual cuya relajación gradual bajo el impacto de la cultura

occidental amenazaba por vez primera la existencia misma del pueblo judío. Para el mundo

exterior, esta única familia se trocó también en símbolo de la realidad viable del

internacionalismo judío en un mundo de Naciones-Estados y de pueblos organizados

nacionalmente. ¿Dónde, además, hallar mejor prueba del fantástico concepto de un

Gobierno mundial judío como en esta única familia, de ciudadanos de cinco países

diferentes, destacados en todas partes, en íntima cooperación por lo menos con tres

Gobiernos distintos (el francés, el austríaco y el británico), cuyos frecuentes conflictos ni


87

siquiera por un momento conmovieron la solidaridad de intereses de sus banqueros

estatales? Ninguna propaganda podría haber creado un símbolo más efectivo a fines

políticos que la misma realidad.

Mientras el antisemitismo de la nobleza careció de consecuencias políticas y amainó

rápidamente en las décadas de la Santa Alianza, los intelectuales liberales y radicales

inspiraron y encabezaron un nuevo movimiento inmediatamente después del Congreso de

Viena. La oposición liberal a la política continental del régimen policíaco de Metternich y los

ásperos ataques al Gobierno reaccionario prusiano condujeron rápidamente a estallidos

antisemitas y a una verdadera riada de folletos antijudíos. Precisamente porque eran

mucho menos cándidos y francos en su oposición al Gobierno de lo que había sido el noble

Marwitz una década atrás, atacaban a los judíos más que al Gobierno. Preocupados

fundamentalmente por la igualdad de oportunidades y agraviados sobre todo por la

resurrección de los privilegios aristocráticos que limitaban su ingreso en los servicios

públicos, introdujeron en la discusión la distinción entre los individuos judíos, «nuestros

hermanos», y la judería como grupo, una distinción que desde entonces se convirtió en

características del antisemitismo izquierdista. Aunque no comprendían completamente por

qué y cómo el Gobierno en su impuesta independencia de la sociedad, preservaba y

protegía a los judíos como grupo separado, sabían muy bien que existía alguna relación

política y que la cuestión judía era algo más que un problema de los judíos como individuos

y de tolerancia humana. Ellos acuñaron las nuevas frases nacionalistas, «Estado dentro del

Estado» y «nación dentro de la nación» (…) los judíos, considerados como un cuerpo

social y no político, formaban realmente un grupo separado dentro de la nación (…) Los

comienzos del moderno movimiento antisemita se remontan en todas partes al último tercio

del siglo XIX. En Alemania se inició, más bien inesperadamente, una vez más, en la

nobleza cuya oposición al Estado surgió de nuevo ante la transformación de la monarquía

prusiana en una declarada Nación-Estado a partir de 1871. (…) Sin embargo, la

aristocracia feudal, aunque todavía bastante poderosa como para influir sobre la opinión

pública, no era en sí misma lo suficientemente fuerte e importante como para iniciar un


88

verdadero movimiento antisemita como el que comenzó en la década de los 80. Su

portavoz, el capellán de la Corte Stoecker, (…) Además, descubrió la utilidad de la

propaganda antisemita (Arendt, 1992.p.45-52).

Para H. Arendt, el totalitarismo es un modo de dominación nuevo, diferente

de las antiguas formas de tiranía y despotismo. El totalitarismo moderno no se

limita a destruir las capacidades políticas de los hombres; destruye también los

grupos e instituciones que entretejen las relaciones privadas de los hombres,

enajenándolos del mundo y de su propio yo. Los hombres se convierten así en

"haces de reacción intercambiables", por obra de una dinámica combinación de

ideología y terror.

La ideología totalitaria se presenta a sí misma como una explicación certera

y total del curso de la historia y del sentido de la vida. Construye una visión del

mundo ficticia pero lógicamente coherente, y deriva de ella directivas de acción

cuya legitimidad se fundamenta en esa misma lógica interna, lo que genera un

movimiento arbitrario y permanente de las directivas de acción, de los

procedimientos y de las instituciones del régimen totalitario.

El terror, por su parte, es el instrumento realizador del mundo ficticio de la

ideología, y la confirmación de su lógica deformada. En la fase de implantación del

régimen, el terror golpea a sus enemigos reales. Luego, ya implantado, golpea a

sus enemigos "objetivos", según la orientación político-ideológica del gobierno,

aunque no tengan posibilidad alguna de obstaculizar su marcha. En su última fase,

golpea a víctimas elegidas completamente al azar. Se instaura así el "terror total",


89

convertido en herramienta permanente de gobierno, y en definitiva, en la esencia

misma del totalitarismo.

La acción combinada de la ideología y el terror se realiza por medio de una

organización compleja, afectada por una típica "falta de estructura", caracterizada

por una multiplicidad y superposición de instancias e incumbencias. Los

principales actores de esa organización son: la administración estatal, la

organización del partido único y la policía secreta.

Explicitando brevemente la organización se compone del siguiente modo:

1. La administración estatal, o burocracia, es la más estable. Está

principalmente dedicada a la continuidad de la vida social corriente, a

la que se le agregan algunas actividades derivadas de las nuevas

directivas ideológicas.

2. La organización de las formaciones jerárquicas del partido único,

acentuadamente elitistas, cultivan una fe ciega en la ideología y la

difunden permanentemente. Son las encargadas de realizar la

sincronización ideológica de todo tipo de grupos sociales. También

se encargan de la "politización" de todas las actividades, aun de las

más aparentemente alejadas, como el deporte y el ocio.

3. La policía secreta, por su parte, convierte a la sociedad entera en un

"panoptikon", en un sistema de espionaje omnipresente, en el que

todos se sienten vigilados, sin saber con exactitud cuándo ni con qué

criterios.
90

4. La "falta de estructura", la multiplicidad de órganos y superposición

de funciones, no es casual ni producto de una incapacidad

organizativa. Es una situación funcionalmente acorde con la

imprevisibilidad, que es un rasgo de dominación del totalitarismo.

Esa imprevisibilidad genera el espacio necesario para la voluntad del

dictador, cabeza de todo el sistema, que hace fluctuar el centro del poder entre las

diversas estructuras jerárquicas. El jefe supremo es el único depositario, el único

intérprete de la ideología. El decide quién es el próximo enemigo "objetivo”. La

personalización del centro del poder es un rasgo crucial de los regímenes

totalitarios.

3.2.6.- Del espacio político a la sociedad de masas. “Este es un siglo notable

que comenzó con la revolución y acabó con el «affaire». Tal vez se le llame el

siglo de los desperdicios”. (Arendt, 1992, p. 28). Con palabras de Roger Martin Du

Gard como epígrafe, Hanna Arendt inicia el primer capítulo de su libro “Los

orígenes del totalitarismo”, anticipándose al siglo XXI, en el cual la gestión

comercialista ha producido la gesta de generaciones de personas cuya

subjetividad se encuentra inhibida o suspendida, a causa de encontrarse muy

pendientes de los ofrecimientos productivo-económicos –objetos de consumo- y

la creencia respecto de que el acceso a determinados productos otorga status

social, sin tomar nota que no se trata de adquirir productos de consumo, sino de

que son consumidos.


91

Esta perspectiva es denominada por Hanna Arendt como “normalización

social” siendo el camino para la producción de la “sociedad de masas” bajo el

dominio de la burocracia.

El proceso implica igualación de clases y agrupaciones sociales, y el control

de las mismas a través del mismo poder. De este modo, la igualación y el

conformismo en lo público, arrasan con la particularidad de cada persona. Y, su

consecuencia, según la autora, es la pérdida de la particularidad y singularidad

personal, lo que ocasiona que grandes masas de personas desarrollen la

tendencia al despotismo (Arendt, 2009).

Con una aguda interpretación la autora no deja margen para la ingenuidad

cuando aclara que el control también implica a la riqueza o a los desprovistos “sin

poder”, pues resultan obstáculos para el ejercicio del poder.

La persecución de grupos desprovistos de poder o en trance de perderlo puede no ser un

espectáculo muy agradable, pero no procede exclusivamente de la bajeza humana. Lo

que hace que los hombres obedezcan o toleren, por una parte, el auténtico poder y que,

por otra, odien a quienes tienen riqueza sin el poder, es el instinto racional de que el

poder tiene una cierta función y es uso general. Incluso la explotación y la opresión hacen

trabajar a la sociedad y logran el establecimiento de un cierto tipo de orden. Únicamente

la riqueza sin el poder o el aislamiento sin una política se consideran parasitarios, inútiles,

sublevantes, porque tales condiciones cortan todos los hilos que mantienen unidos a los

hombres. La riqueza que no explota carece incluso de la relación existente entre el

explotador y el explotado; el aislamiento sin política ni siquiera implica una mínima

preocupación del opresor por los oprimidos. (Arendt, 1992, p.30).


92

Desde la idea de “historicidad” de Heidegger -como condición fundamental

de la existencia humana- se puede considerar que una vida activa implica hacer

preguntas sobre los principios de lo político y las condiciones de la libertad.

Arendt, al igual que Jaspers, reflexiona sobre la filosofía moral de Kant,

principalmente sobre la cuestión de “las condiciones de la pluralidad humana”.

Kant había realizado una detallada observación de legisladores, jueces, hombres

de estado, filósofos, y personas que componen la sociedad en general, llegando a

la conclusión de que la mejor forma política que garantiza el respeto por la

pluralidad humana es la República, a la que la adhiere.

Arendt estudia la transformación histórica de conceptos como libertad,

igualdad, felicidad, espacio público, privacidad, sociedad y política, y describe el

cambio de significado en el contexto histórico correspondiente. Su punto de

referencia es la Antigua Grecia, en especial, la época del diálogo socrático. Según

su modo de ver, hay que anclar en el presente los espacios perdidos de lo político

y, con ello, intentar hacer que sean fértiles las capacidades de los individuos libres

que piensan y actúan de forma política.

En particular nos interesa la producción de Hanna Arendt pues se ha

dedicado específicamente a los modos más estragantes del totalitarismo: al

nacionalsocialismo nazi de 1933 que terminó con la muerte de Hitler en 1945 y al

estalinismo, cuya implementación se sitúa entre 1929 y la muerte de Stalin en

1953, dentro de la historia de la Unión Soviética. Se trata, según su concepción,

de «variaciones del mismo modelo». Para las políticas totalitarias no son


93

importantes el Estado ni la Nación, sino el movimiento de masas, que se apoyan

en ideologías como el racismo, el marxismo, u otros ideogramas segregacionistas.

Como rasgos de esa forma de gobierno, la autora destaca:

1. La transformación de las clases —sobre la base de intereses— en

movimientos de masas fanáticas.

2. El abandono de la solidaridad de grupo

3. Los asesinatos en masa

4. La pasividad de las víctimas

5. Las delaciones

6. La admiración por el crimen

En consecuencia, los seguidores de movimientos de masas totalitarios no

son permeables a los argumentos pues desarrollan fanatismos ideológicos, e

ignoran su propio cuidado de supervivencia. Los líderes totalitarios se vanaglorian

de sus crímenes y anuncian otros nuevos. Según ellos, ejecutan «leyes de la

naturaleza o de la historia». De este modo, mientras que el materialismo

dialéctico se basa en las mejores tradiciones, el racismo es penosamente vulgar.

Aparentemente, ambas ideologías resultaban de la eliminación de “lo perjudicial”.

Para Arendt, el totalitarismo se sostiene en las siguientes características:

a.- Alianza temporal entre populacho y élite: Los movimientos totalitarios están

caracterizados por la lealtad de sus seguidores, que implican tanto la élite

intelectual y el pueblo.

Una gran parte de la élite intelectual y artística, de un modo muy particular,

se identifica —por lo menos por un tiempo— con el gobierno totalitario, renegado


94

de la sociedad antes de que el “hundimiento del sistema de clases” genere a los

“individuos de la masa”. El “populacho” o “la chusma”, expresión que toma Arendt

del modo de transformación y segregación humana que generan los totalitarismos,

al que no le afectan las constituciones, partidos o sistemas morales, se adhiere al

gobierno totalitario, está totalmente dispuesto a él, pues cree en sus promesas y

logra una identificación con algún ideal que no poseen, -ya que no puede aspirar

a una carrera laboral, o a ocupar puestos políticos-.

Si bien los líderes de los partidos políticos pensaban que ello iba a

desacreditar al pueblo, fue al contrario, ya que la posición del mismo, convertido

en “masas” era tan desesperada que ya no tenían esperanzas de lograr avances

hacia una sociedad burguesa.

Si es error habitual de nuestro tiempo imaginar que la propaganda puede lograrlo todo y

que a un hombre puede hablársele de todo con tal de que se le hable suficientemente

alto y con suficiente habilidad, en aquel período se creía que la «voz del pueblo era la voz

de Dios» y que la misión de un líder consistía, como tan desdeñosamente lo expresó

Clemenceau, en obedecer astutamente esa voz. Ambas opiniones proceden del mismo

error fundamental: el de considerar al populacho idéntico al pueblo y no como una

caricatura de éste. El populacho es principalmente un grupo en el que se hallan

representados los residuos de todas las clases. Esta característica torna fácil la confusión

del populacho con el pueblo, que también comprende a todos los estratos de la sociedad.

Mientras el pueblo en todas las grandes revoluciones lucha por la verdadera

representación, el populacho siempre gritará en favor del «hombre fuerte», del «gran

líder». Porque el populacho odia a la sociedad de la que está excluido tanto como al

Parlamento en el que no está representado. Por eso los plebiscitos con los que tan
95

excelentes resultados han obtenido los modernos dirigentes del populacho, son un viejo

concepto de los políticos que se basa en el populacho. (Arendt, 1992, p. 105).

El “fanatismo histérico” de Hitler y la “crueldad vengativa” de Stalin tenían,

según Arendt, rasgos característicos del “populacho” y llevaban su resentimiento

social.

En cualquier caso, la alianza temporal entre élite y populacho descansaba

en gran medida sobre el auténtico divertimiento que producía entre las élites y la

chusma, el desenmascarando la respetabilidad de la buena sociedad, tanto

cuando los barones del acero alemán recibían al “pintor de brocha gorda Hitler”

.quién pretendía tener condiciones artísticas-, como cuando la vida intelectual y

cultural fue descarrilada de su vía académica por falsificaciones vulgares.

La élite, astutamente manejada por los líderes y la publicidad, estuvo

especialmente fascinada por la eliminación de la separación entre lo privado y lo

público (atrapados en el narcisismo, la élite disfruta de ser noticia).

Pero las esperanzas de ambos grupos no se cumplieron, ya que los líderes

de los movimientos totalitarios, que procedían en gran parte de la “chusma”, no

representaban ni los intereses de ésta ni los de los seguidores intelectuales, sino

que ambicionaban reinos. Las iniciativas de la élite y la chusma habrían sido

obstáculos en “la creación de aparatos funcionales de dominación y exterminio”.

Por ello, los dirigentes prefirieron volver a echar mano de la “masa de filisteos

pequeños burgueses sincronizados”, y lo lograron a través de la indiscriminación

entre lo privado y público.


96

b.- Propaganda totalitaria y adoctrinamiento: Mientras la “chusma” y la élite por

sí mismas querían revolucionar todo lo existente a través del terror, a las masas

sólo se las podía integrar en las organizaciones totalitarias a través de la

propaganda.

Los movimientos totalitarios transforman la percepción de la realidad de la

sociedad y la fijan en significados universales. El movimiento absorbió ideologías

de una “sociedad racial o de una sociedad sin clases y sin nación” que difundió

teorías sobre conspiraciones contra la sociedad por parte de los judíos o los

enemigos del partido.

Para el caso del nacionalsocialismo, Arendt ejemplifica el significado de

este fenómeno a través de Los protocolos de los sabios de Sion. Estas

publicaciones antisemitas fueron publicadas por primera vez en 1902, en la Rusia

zarista, cuyo objetivo era justificar ideológicamente los programas que sufrían los

judíos. El texto sería la transcripción de unas supuestas reuniones de los “sabios

de Sion”, en la que detallan los planes de una conspiración judía, que consistía en

el control de la masonería y de los movimientos comunistas, en todas las

naciones, y tenían como fin último hacerse con el poder mundial.

Los Protocolos son la publicación antisemita más famosa y ampliamente

distribuida de la época contemporánea. Sus afirmaciones acerca de los judíos

continúan circulando hasta hoy, especialmente por Internet, aun después que en

1921 quedara demostrado que se trata de un fraude histórico, Los individuos y

grupos que han utilizado este texto pretenden inculcar el odio a los judíos. Al

respecto Arendt se pregunta: ¿cómo es posible que esta evidente falsificación


97

llegase a ser la “Biblia de un movimiento de masas”? Y por el camino de esta

interrogación llega a encontrar la función de la “creencia” como poder.

Para el historiador lo interesante es que los judíos, antes de ser las víctimas principales

del terror moderno, fueron el eje de la ideología nazi. Y una ideología que tiene que

persuadir y movilizar a la gente no puede escoger arbitrariamente a sus víctimas. En

otras palabras, si una patente falsificación como los «Protocolos de los Sabios de Sión»

es creída por tantos que puede llegar a convertirse en texto de todo un movimiento

político, la tarea del historiador ya no consiste en descubrir una falsificación. Ciertamente,

no consiste en inventar explicaciones que soslayen el principal hecho político e histórico

de la cuestión: que la falsificación está siendo creída. Este hecho es más importante que

la circunstancia (secundaria, históricamente hablando) de que sea una falsificación.

(Arendt, 1992, p.31)

También en el estalinismo encuentra rasgos antisemitas que siguen el

modelo nazi. La referencia a una conjura mundial judía se prestaba mejor a la

realización de las aspiraciones a un dominio mundial que el capitalismo o

imperialismo, gracias al resentimiento antisemita preexistente en la población. A

su vez, esto se conjuga con una reacción judía, - bajo la modalidad de formación

reactiva- por la cual el propio pueblo judío interpreta que esa conjura le garantizará

su unidad.

El nacimiento y desarrollo del antisemitismo moderno se ha visto acompañado e

interconectado con la asimilación judía, la secularización y el debilitamiento de los

antiguos valores religiosos y espirituales del judaísmo. Lo que sucedió realmente fue que

grandes sectores del pueblo judío se vieron al mismo tiempo amenazados por la extinción

física desde fuera y por la disolución desde dentro. En esta situación, los judíos,

preocupados por la supervivencia de su pueblo y en una curiosa y errónea interpretación,


98

llegaron a la consoladora idea de que, al fin y al cabo, el antisemitismo podía ser un

excelente medio de mantener unido a su pueblo, y así la presunción de un eterno

antisemitismo llegaría a implicar una eterna garantía de la existencia judía. (Arendt, 1992,

p. 32).

Tras la toma de poder de los “movimientos”, según la autora, la

propaganda fue sustituida por el adoctrinamiento. El terror ahora no sólo se dirigía

contra los supuestos enemigos, sino también contra los amigos que se habían

vuelto incómodos. La entrega de los miembros fieles llegaba así a tal punto que

estaban dispuestos a sacrificar sus vidas por el líder o el partido en cualquier

momento. Arendt lo ejemplifica en la actitud de los acusados en los Procesos de

Moscú.

Las mentiras sobre los “conspiradores”, argumenta Arendt, no se

debilitaban por su obviedad.

c.- El terror como esencia del totalitarismo: Durante la época del

nacionalsocialismo, señala Arendt, el aparato de poder fue establecido en su

totalidad “uniformizado” y, poco a poco, estructurado de forma cada vez más

radical e inescrutable. El “derecho al asesinato”, junto con los métodos para

eliminar el conocimiento de la sociedad, se convirtieron en una cosmovisión.

Que los nazis querían conquistar el Mundo, expulsar a pueblos "ajenos" y

"extirpar a los biológicamente minusválidos" era tan poco secreto como

la Revolución Mundial y los planes de conquista mundial del bolchevismo ruso.

Mientras que los nazis mantuvieron siempre la ficción de la conjura mundial judía,

los bolcheviques cambiaron su ficción en diversas ocasiones: de la conjura


99

mundial trotskista, pasando por el imperialismo, hasta la conjura de los

“cosmopolitas sin raíces”. Dentro del mundo totalitario dominaba el aparato policial

en forma de policía secreta, OGPU o Gestapo.

El número de judíos u otros grupos asesinados en los campos de

exterminio y concentración nazis o de los muertos en la “guerra de depredación”

son demostrables. Desde las fuentes que poseía Arendt, una cuantificación

precisa de las víctimas del estalinismo no era posible. Los asesinatos iban desde

las liquidaciones en los gulag, hasta las pérdidas durante la colectivización de la

tierra, los Procesos de Moscú o la limpieza general de toda la burocracia. Arendt

se apoyó, entre otras cosas, en informaciones de intelectuales jóvenes rusos

contemporáneos sobre las purgas masivas, secuestros y exterminio de pueblos

enteros.

Hannah Arendt describe los campos de concentración y exterminio como

instituciones de experimentación que servían para la eliminación de personas, la

humillación de individuos y para demostrar que los seres humanos pueden ser

dominados totalmente. La identidad, la pluralidad y la espontaneidad debían ser

aniquiladas. Los campos eran centrales para la conservación del poder; los

crímenes y las crueldades eran tan espantosos, el terror tan grande, que

fácilmente les resultaban increíbles a aquellos que no estaban implicados. De

hecho, la verdad de las víctimas ofendía el sentido común. Los anuncios de Hitler,

repetidos cientos de veces, diciendo que los judíos eran parásitos que había que

exterminar, producían creencia.


100

El terror frente al “mal radical” trae consigo el conocimiento de que para

esto no hay ninguna medida política, histórica ni moral.

Los campos de concentración están siempre fuera del sistema penal

normal. Se basan en el “homicidio de la persona jurídica”. El ser humano es

reducido a: judío, portador de bacilos, exponente de clases en desaparición. En el

caso de los criminales y los presos políticos, según Arendt, la aniquilación de la

persona jurídica no es posible por entero, ya que saben por qué están allí.

Empero, la mayoría de los presos era completamente inocente. Precisamente

esos fueron los liquidados en las cámaras de gas, mientras que los auténticos

enemigos del régimen eran, a menudo, asesinados antes.

Una diferencia fundamental entre las dictaduras modernas y todas las tiranías del pasado

es la de que en las primeras el terror ya no es empleado como medio de exterminar y

atemorizar a los oponentes, sino como instrumento para dominar masas de personas que

son perfectamente obedientes. El terror, como hoy lo conocemos, ataca sin provocación

previa, y sus víctimas son inocentes incluso desde el punto de vista del perseguidor.

(Arendt, 1992, p.30).

La desaparición de los derechos del ser humano es una condición previa

para su dominio total y es válida para cualquier habitante de un sistema totalitario.

A esto se añade el asesinato de la persona moral. Se trata de un sistema

del olvido, que alcanzaba hasta los círculos familiares y de amistades de los

afectados. La muerte se anonimizaba. Obrar de forma moral y las cuestiones de

conciencia no eran posibles.

Lo único que queda entonces para evitar la conversión de las personas en

“cadáveres vivientes” es la conservación de la diferencia y la identidad. Hannah


101

Arendt tiene muy presente las condiciones en los transportes a los campos, la

decalvación, el desnudo, la tortura y el asesinato. Mientras que las SA asesinaban

con odio y brutalidad ciega, el asesinato en el campo de concentración era un acto

de aniquilación mecanizado, en parte sin bestialidad individual, realizado por

personas normales, que habían sido educadas para pertenecer a las SS.

El terror, sin embargo, es, en la última instancia de su desarrollo, una simple forma de

gobierno. Para establecer un régimen totalitario el terror tiene que ser presentado como

un instrumento de realización de una ideología específica, y esta ideología debe

haberse ganado la adhesión de muchos, de una mayoría, incluso antes de que el terror

pueda ser estabilizado. (Arendt, 1992, p.31).

El terror, como esencia de un gobierno totalitario, produce inicialmente una

peculiar fuerza de atracción sobre personas modernas desarraigadas, para hacer

más tarde las masas más densas y destruir todas las relaciones entre las

personas. El principio es la ideología, la coacción interna, reinterpretada y

asimilada de tal forma que las personas, llenas de miedo, desesperación y

abandono, son impulsadas a su propia muerte.

3.3.- El Totalitarismo según C. Friedrich y Z. Brzezinski

Estos autores definen al totalitarismo en base a los rasgos característicos

que presenta la organización de los regímenes totalitarios.

Son seis los principales rasgos:

1.- Una ideología oficial, integral y excluyente, que guía la lucha por la

transformación de la sociedad.

2.- Un partido único, de masas, jerarquizado, elitista, de conducción unipersonal.


102

3.- Un sistema de terrorismo policial, que se apoya en el partido y a la vez lo

controla; que usa técnicas modernas y conocimientos de psicología experimental,

en contra de enemigos reales, "objetivos" o elegidos más o menos arbitrariamente.

4.- Un monopolio partidario de todos los medios de comunicación social, usados

en base a conocimientos científicos modernos.

5.- Un monopolio partidario de todos los medios de lucha armada.

6.- Un control central de la economía, por medio de una coordinación burocrática

de las unidades productivas.

La tecnología y la organización hacen posible la combinación de

propaganda ideológica y terror, con la que el régimen totalitario moderno logra una

penetración y una movilización social mucho muy profundas e intensas (mucho

más que ninguna otra tiranía del pasado).

3.4.- Análisis comparativo de las teorías de H. Arendt y de Friedrich-

Brzezinski

Las principales semejanzas entre ambas teorías son:

 El Totalitarismo es una forma de dominación nueva, propia de nuestro

tiempo, sin antecedentes semejantes en épocas o regímenes anteriores.

 Los tres aspectos centrales de todo régimen totalitario son: la ideología

oficial, el terror policíaco y el partido único de masa.

 La policía secreta (Arendt) o el control monopólico de la comunicación y la

violencia (Friedrich-Brzezinski).
103

 El régimen totalitario hace desaparecer la diferencia tradicional entre el

aparato político y la sociedad. Esto es obra del partido único, que altera el

comportamiento regular de los cuerpos orgánicos estatales (Burocracia,

Ejército, Magistratura) y politiza todo el tejido social, por medio del

adoctrinamiento ideológico y del terror.

Las principales diferencias son:

 El modo de abordar el tema: Arendt busca, con una actitud filosófica, el fin

esencial del totalitarismo, más allá de la descripción de sus rasgos; afirma

que ese fin es una transformación de la naturaleza humana: la reducción de

los hombres a la condición de autómatas obedientes. Por su parte, Friedrich

y Brzezinski no buscan ningún fin esencial; se limitan a describir el

"síndrome totalitario", o sea el conjunto de los rasgos característicos de

estos regímenes.

 Arendt pone mucho énfasis en el tema de la personalización del poder

totalitario y del papel crucial del jefe. Friedrich y Brzezinski, por el contrario,

no destacan esa característica.

 El ámbito de aplicación del concepto de totalitarismo: Arendt lo limita a dos

fenómenos históricos circunscriptos: el régimen nazi desde 1933 hasta su

fin en 1945, y el régimen stalinista ruso desde 1930 hasta la muerte de

Stalin en 1953.

Friedrich y Brzezinski le dan una amplitud mucho mayor: consideran

totalitarios al fascismo italisno, al nazismo alemán, al comunismo soviético en


104

general, al comunismo chino y a todos los regímenes comunistas del este europeo

(Arnoletto, 2007).

3.5.- Anexo: Goebbels y la propaganda

Como ejemplo del uso de la propaganda implicada en la generación de

totalitarismos, transcribimos “Los 11 principios de comunicación aplicados en la

estrategia comunicativa por casi todos los partidos políticos del mundo”, de Joseph

Goebbels, Ministro del Gobierno de Hitler.

1. Principio de simplificación del enemigo único. Adoptar una única idea, un único

símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o

individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o

defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias,

inventa otras que las distraigan".

4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por

pequeña que sea, en amenaza grave.

5. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel

al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la

masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad

receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran

facilidad para olvidar".

6. Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de

ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes

perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.
105

De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite suficientemente, acaba

por convertirse en verdad".

7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos

nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público está ya interesado

en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel

creciente de acusaciones.

8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a

través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen

argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también

contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de

un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y

prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes

primitivas.

11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que piensa "como todo

el mundo", creando una “falsa impresión de unanimidad." (Bonilla, Paz Castro, Giraldo

Parra).
106

CAPITULO IV

LOS ESTADOS DE EXCEPCIÓN

4.1.- Estado de excepción

Se denomina “estado de excepción” a toda forma de gobierno cuyo modo

de constitución y/o funcionamiento opera como excepción a las leyes que rigen en

una Nación respecto a la constitución de los gobiernos y distribución de los

poderes. Su característica es suspender el orden jurídico en beneficio de lograr

mayor libertad de maniobra para ejercer el poder.

Giorgio Agamben, en su libro Estado de excepción define como tal

ese momento del derecho en el que se suspende el derecho (…) O también, la forma

legal de lo que no puede tener forma legal (…) Ese momento en el cual se suspende el

orden jurídico, se ha convertido durante el siglo XX en la forma permanente y

paradigmática de gobierno. (2007, p. 6).

Según el autor, la problemática de la estructura constitutiva del orden

jurídico es la relación entre la anomia y el derecho, “es, en este sentido, aquello

que funda el nexo entre violencia y derecho” (pp. 6, 14, 15). Pedro David, en

“Globalización, prevención del delito y justicia penal”, destaca que en el Estado

moderno se cumple con la función de transformar lo ilegítimo en legítimo. (David,

1999). Sabemos que en esa transformación se organiza un espacio para la

economía política donde el poder dominando los mercados está en intersección

con los mercados dominando el poder. Se trata de un ejercicio del poder. Lo que

se extiende es una política del aumento insaciable del consumo.


107

4.2.- Latinoamérica y la colonización

Consideraremos muy brevemente la cuestión en Latinoamérica: las

colonizaciones dieron origen a una civilización organizada por estados de

excepción y marcada por características entre las cuales me interesa destacar el

genocidio de los nativos. A partir del siglo XIX se inicia la época de las

“independencias”, marcando un nuevo momento histórico de reorganización

social. No sin pasar por muchas crisis, en donde la cultura nativa queda expoliada,

se llega a la producción de un orden jurídico a través de la declaración de

derechos y deberes de los ciudadanos en “Constituciones Nacionales”. El siglo XX

es caracterizado por el crecimiento industrial y la guerra. Latinoamérica funciona

como un lugar de refugio y también como nuevo lugar para el desarrollo de las

ambiciones económicas. El industrialismo avanza acompañado por una solapada

globalización. Sobre la segunda mitad del siglo, el objetivo de la globalización es

cada vez más evidente y se desarrollan gestiones multinacionales. Según

entendemos, Agamben y David, consideran que las formas de gobierno han sido

totalitarias (constitucionales o no) y han funcionado como estados de excepción.

4.3.- Estado de excepción como espacio anómico

Tal como veremos, dicha paradoja señalada por Agamben y David refleja

la íntima solidaridad con la ilusión de una vida sujeta al Derecho cuando reina el

Estado de excepción como paradigma de gobierno (Agamben, 2007). Alianza

epistémica con las ficciones teóricas que enfatizan las “transformaciones”

subjetivas homologándolas con las tecnológicas. Si nos hallamos ante un


108

desvanecimiento del soporte simbólico de la Ley primordial -no matar/no incesto-

no pueden no ser afectados los lazos intergeneracionales.

Tomaremos el concepto de “niño” como pretexto para referirnos al lo que

hemos denominado “espacio anómico”. Al respecto, refiere Francois Balmés

(1999): “La institución de infancia deja como saldo un vacío inaugural”. Mercedes

Minnicelli señala:

La infancia moderna resulta así el saldo de un significado de infancia que se legitima en

el circuito de intercambio simbólico político-académico, el cual se traduce en una

definición teórica unívoca acerca de cuál es ‘LA’ noción de infancia válida, permitiendo –

por contraposición y ante los diferentes cambios producidos a lo largo del siglo XX–

declamar y declarar el fin de la infancia (moderna) y la aparición de nuevas infancias y

adolescencias. Discursos y prácticas académicas interdisciplinarias contemporáneas, en

cuyas derivaciones –presentadas como historia oficial– afianzan los principios de la

racionalidad científica moderna, encubriendo su íntima alianza con las teorías

económicas que alientan el denominado mercado de consumo, dejan atrapados a los

niños en sus redes en tanto consumidores. La puesta en juego de estos enunciados

transita en un filo delicado que no carece de consecuencias fácticas. Sostendremos que,

en tanto infancia opera como significante en la singularidad biográfica y, desde allí se

proyecta a lo colectivo, el enunciado sobre la caída/fin de la infancia, tanto como admitir a

los niños como consumidores, justifica la definición de nuevas infancias y adolescencias,

lo cual habilita un campo de desujeción y de des-historización. Allí mismo se desliga a lo

infantil que cada uno porta y, además, lo que aparece como nuevo en el comportamiento

de los infantiles sujetos, se presenta al modo de lo siniestro, en lo real de la escena.

(2010, pp. 51-52).

Respecto del “niño”, se afianza la creencia en una sujeción supuesta al

derecho cuando, de hecho, resulta sostenida y justificada por la influencia de la


109

globalización, una infancia que deviene de la destitución de las operatorias que

inscriben en un orden filiatorio y genealógico al linaje propio de lo humano,

constituido e instituido por el lenguaje. Las derivas de la cuestión para los

infantiles sujetos no resultan sin consecuencias cuando, por un lado, la

discrecionalidad de las decisiones sigue vigente y, por otro lado, queda

establecido un lugar vacante donde “no hay quien responda” por los actos del niño

y de la niña desde la más temprana edad.

La renuncia a la inscripción filiatoria en el linaje familiar, social, cultural, se

desplaza hacia el universo del discurso de la cultura hegemónica de nuestra

época, por parte de generaciones de adultos que no acreditan el derecho a la

misma en las nuevas generaciones, pues se encuentran fascinados con el

discurso de la globalización. Esto puede dar lugar a la constitución de la

posibilidad de “infancias en falta de mitos y leyendas” (Minnicelli, 2010).

La inscripción de la legalidad subjetiva se trata de la cuestión de la relación

del sujeto al Otro, portador del tesoro de significantes, portador de la legalidad de

la cultura, denominado por Legendre “Tercero social de la palabra” (Legendre,

1974), vehículo del universo simbólico en el cual la cuestión de la infancia opera.

Eso llamado sociedad, afirma Legendre, se sostiene en los montajes

institucionales que normativizan ficciones y ofrecen el marco social simbólico de

producción de subjetividad. En este sentido, las cuestiones vinculadas a las

legislaciones e instituciones modernas sobre los menores de edad se han

mimetizado con las improntas de la ley encarnada en una paternidad debilitada y

posiblemente fallida.
110

Nos preguntamos con Minnicelli (2004): ¿Es posible desmontar la filiación

simbólica sujetando a las nuevas generaciones a filiaciones al Derecho cuando su

letra sostiene los ideales que definen una moral de época?

Nos encontramos ante paradojas que debemos despejar cuando, por efecto

de discurso, el enunciado “niño/a sujeto de derecho” posibilita admitir la des-

afiliación a una genealogía que ordene las vías de la filiación, desplazándola a una

“anomia” jurídica e institucional que, en el amplio margen que deja a las

decisiones de la Administración, crea el marco simbólico para la discrecionalidad

del Otro social.

Nos interesa resaltar lo que queda invisibilizado respecto de “lo infantil”, y

coherentes con nuestro estilo interrogativo, lo haremos bajo el modo dos

preguntas:

 ¿Cómo piensa la infancia aquel que la reconstruye desde un tiempo donde

la infancia ya no es la posición de un niño en relación a su parental?

 ¿Cómo piensan los niños, cuáles son sus propias teorías respecto de su

acontecer, proyectándola al tiempo que aún no es?

4.4.- Fuerza de ley sin ley

El estado de excepción es un espacio anómico en el que se pone en juego

una fuerza-de-ley-sin-ley, que Minnicelli (2010) escribe: “Fuerza de ley”

El sintagma fuerza de ley tiene una larga tradición en el derecho romano y

medieval. En palabras de Agamben “tiene el sentido genérico de eficacia,

capacidad de obligar”. Ya en la época Moderna, refiere a “el valor supremo de los


111

actos estatales expresados por las asambleas representativas del pueblo.” (2007,

p. 79).

En un sentido técnico-jurídico “fuerza de ley” refiere no a la ley sino, a los

decretos que el poder ejecutivo puede estar autorizado en algunos casos y,

particularmente en el estado de excepción, a emanar.

Agamben plantea que se requiere diferenciar –de acuerdo con la doctrina

Moderna– entre “eficacia” de la ley y “fuerza de ley”: “La eficacia de la ley compete

de modo absoluto a todo acto legislativo válido y consiste en la producción de

efectos jurídicos.” (Agamben, 2007, p. 80)

En cambio, la “fuerza de ley” es un concepto relativo, el cual expresa la

posición de la ley o de los actos a ella equiparados respecto de los otros actos del

ordenamiento que están dotados de fuerza superior a la ley (como es el caso de la

constitución) o inferior a ella (los decretos y reglas emanados del ejecutivo). En

este sentido:

Fuerza de ley en tanto término técnico del derecho, define, por lo tanto, una separación

de la vis obligandi o de la aplicabilidad de la norma de su esencial formal, por la cual

decretos, disposiciones y medidas que no son formalmente leyes adquieren no obstante

la “fuerza. (Agamben, 2007, p. 80).

Destaquemos cómo “disposiciones y medidas” que no son formalmente

leyes adquieren no obstantes “fuerza”. Desde esta perspectiva el Derecho

presentaría para el filósofo italiano una doble naturaleza, una ambigüedad

constitutiva que hace del orden jurídico un permanente parecer estar dentro y

fuera de sí mismo: vida y norma; hecho y derecho.


112

Agamben encuentra numerosos ejemplos de esta confusión entre actos del

poder ejecutivo y actos del poder legislativo, rasgo esencial del estado de

excepción. El caso límite que cita es el régimen nazi, en el cual, como Eichmann

no se cansaba de repetir, “las palabras del Führer tienen fuerza de ley”. Sin

embargo, lo que le interesa destacar es que desde el punto de vista técnico, la

contribución específica del estado de excepción no es tanto la confusión de

poderes sino el aislamiento de la “fuerza de ley” de la ley (desarrollaremos el tema

cuando, más adelante, realicemos alguna consideración sobre el totalitarismo.

Discute con Derrida, quien define un “estado de la ley” en el cual, por un

lado, la norma está vigente pero no se aplica (no tiene “fuerza”) y, por otro, actos

que no tienen valor de ley adquieren la “fuerza”. En el caso extremo, la “fuerza de

ley” fluctúa como un elemento indeterminado, que puede ser reivindicado tanto por

la autoridad estatal (que actúe como dictadura comisarial) como por una

organización revolucionaria (que actúe como dictadura soberana).

Sin embargo, suspender la norma no es sinónimo de abolirla, como sucede

en el estado de excepción, de lo que resulta el lugar donde esta ambigüedad

emerge a plena luz. Asimismo, el dispositivo que debería mantener unidos a los

dos elementos contradictorios del sistema jurídico funda el nexo entre violencia y

derecho, “en el punto en el cual se vuelve efectivo aquello que rompe este nexo”

(Agamben, 2007, p. 59).

Respecto de “la fuerza-de-ley-sin-ley” se trata del nexo entre violencia y

derecho para habilitar allí lo que se pretende sea naturalizado y cristalizado en

“sentidos sin sentido” por la fuerza interpretativa de una apelación a la creencia –


113

ley-ideal- en desmedro de la eficacia que se supone a la ley en su doble vertiente

Deber e Ideal; prohibición y habilitación. (Minnicelli, 2010, p. 176).

El estado de excepción hace al núcleo problemático de la relación entre

anomia y derecho como la estructura constitutiva del orden jurídico. Minnicelli

(2010) esquematiza esta idea mediante una fórmula como la siguiente:

Anomia < Estado de Excepción > Derecho

La ruptura del nexo entre violencia y derecho abriría dos perspectivas:

1.- La de una acción humana sin ninguna relación con el Derecho, la “violencia

revolucionaria” o un “uso” de las cosas y de los cuerpos que no tenga nunca la forma de

un derecho.

2.- La de un Derecho sin ninguna relación con la vida, es decir, el Derecho no aplicado,

sino solamente estudiado, del cual Agamben rescata de Benjamin como la puerta de la

justicia. (Agamben, citado por Minnicelli, 2010, p. 177).

En su análisis del paradigma del “Estado de Excepción”, Agamben (2007)

no encuentra ningún retorno posible hacia el “Estado de Derecho”. Su tarea se

inclina a denunciar la ficción de la articulación entre violencia y derecho; entre vida

y norma. De esa manera, se abre allí una brecha al campo de la política con una

pregunta abierta:

¿Qué significa actuar políticamente?

Este interrogante se dirige directamente hacia la interferencia posible de

cualquiera sea el fundamento de totalitarismo que del Estado de excepción

pudiera derivar.
114

4.5.- Interrogaciones sobre los Derechos Universales del Hombre

Recordemos parte de la definición de Carlos Fayt sobre el Derecho:

como un sistema de reglas sociales que ordenan la conducta humana, un producto social

que representa y realiza un orden social deseable. En su relación general con el Estado,

el Derecho es un elemento esencial de la forma política moderna (…) En su relación con

los elementos de la estructura cumple, respecto de la población, la función de fijar la

esfera individual excluida de la acción del Poder, (…) ordenando jurídicamente la

convivencia como representación del orden.” (Fayt, Entrevista alumnos).

La noción de “Derechos individuales” es un concepto perteneciente al

Derecho constitucional, que hace referencia a aquellos derechos de los que gozan

los individuos como particulares y que no pueden ser restringidos por los

gobernantes, siendo por tanto inalienables, inmanentes e imprescriptibles. La

“Declaración Universal de los Derechos Humanos” (DUDH en Declaración

Universal de los Derechos Humanos. Asamblea General de las Naciones Unidas.

Resolución 217 A III, Art. 1, 2, 4, 11 y 18 a 21) recoge los derechos humanos

considerados básicos, tales como:

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados

como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los

otros (DUDH, Art. 1);

Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin

distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier

otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra

condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política,

jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona,

tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración


115

fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía (DUDH, Art.

2).

Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos

están prohibidas en todas sus formas. Nadie será sometido a torturas ni a penas o

tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda persona acusada de delito tiene

derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad”; “Toda

persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este

derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de Creencia, así como la libertad de

manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como

en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia. Todo individuo tiene

derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser

molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y

opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de

expresión. (DUDH, Art. 4,5 y 11.1).

Nos preguntamos:

 ¿Cuáles serán las consecuencias para los sujetos cuando el Derecho no

alcanza a articular el poder con los ciudadanos, cuando el Derecho pierde

legitimación, consistencia y eficacia?

 ¿Cuáles serán las consecuencias para los sujetos cuando el Derecho no

puede cumplir la función de fijar la esfera individual excluida de la acción

del Poder?

 ¿Cuáles serán las consecuencias para el sujeto cuando la acción del Poder

determina la esfera individual?

 ¿Qué sucede cuando existe un entrecruzamiento confuso entre lo público y

lo privado?
116

Sea tanto porque lo privado avanza innecesariamente en las sugerencias

acerca de las políticas públicas o cuando el Estado no distingue dar a cada uno lo

suyo como su función esencial. Por el contrario, prorrumpe en lo doméstico y

legitima su propia inconsistencia provocando el malestar de la cultura en el mismo

ámbito institucional.

4.6.- Anexo

El objetivo de este Anexo es dejar planteadas algunas situaciones que son

evidencias de la operación de los procesos de legitimación de lo ilegítimo. Para

ello nos serviremos de diversos extractos del libro de Mercedes Minnicelli titulado:

Infancias en estado de excepción (2010)

1
4.6.1.- Malena, una niña institucionalizada . Nos interesa presentar los efectos de una

ceremonia fúnebre dispuesta en el marco institucional del sistema de minoridad, ante el

fallecimiento de un niño en un hogar de tránsito. Su análisis nos permitirá ubicar el acento en los

efectos producidos por la inclusión de lo silenciado en el campo del lenguaje.

Esto tiene lugar a través del ceremonial del sepelio de un bebé donde se intercepta e

interfiere sincrónicamente el discurso sostenido por la tradición de un sistema, poniendo en

evidencia lo que ésta se ha empeñado en ocultar: la in-diferencia entre los vivos y los muertos.

Ese circuito fue visibilizado por medio de un dislocamiento en el curso del circuito

burocrático-administrativo convencional: así nos enfrentamos con la experiencia que presentamos


”.
bajo la denominación “La inscripción simbólica de un nacimiento por el ritual de sepelio .

1
Hemos escogido el relato sobre Malena, porque nos parece ejemplar respecto de las infancias en
estado de excepción. La situación comentada acontece en 1998, mientras la autora actuaba con la
investidura otorgada por el cargo Directora de la niñez –otrora Dirección de minoridad– del
Municipio de Gral. Pueyrredón.
117

La existencia de este niño, más allá de ser un cuerpo físico requeridor de auxilio ajeno para

la satisfacción de sus necesidades elementales, no cobró valor simbólico –como existencia

humana– sino hasta el momento en que fue inscripto mediante el ritual funerario.

Este acto produjo una especie de profanación, interceptando la fuerza de la ley de Creonte

sostenida en la sacralidad del poder jurídico-burocrático-institucional.

Se estima que el niño nacido fue producto de la violación –ulteriormente desmentida– que

sufriera una niña de trece años por parte de la pareja de la madre. Esa violación nunca fue tenida

en cuenta como lo real de la experiencia de la niña (la llamaremos Malena, 13 años), sino que se la

consideraba o bien una “mentira” o bien una fábula.

Malena ingresa por decisión judicial a un hogar de tránsito, donde permanece varios

meses. Ella no establece explícitamente una relación de causalidad entre su embarazo y la

violación de la que ha sido objeto.

Nace el bebé –Juan– y, paulatinamente, Malena comienza –bajo la presión social médico-

higienista– a encargarse del niño, brindándole algunos cuidados. Si bien sigue las instrucciones

que el personal le indica para amamantarlo, las preceptoras expresan que es necesario

“recordarle” que debe hacerlo porque “se olvida”. El llanto del niño no es interpretado por Malena

como demanda.

Una mañana, una compañera de cuarto escucha llorar al bebé –de unos 30 días de vida–

y despierta a Malena para avisarle, quien comienza a amamantarlo y se queda dormida con el niño

en sus brazos.

La preceptora había pasado por el cuarto y visto a Malena despierta amamantando al niño.

En el lapso de breves minutos, la misma compañera de cuarto advirtió que “estaba azul” llamando

inmediatamente a la preceptora, quien, ante el estado cianótico del bebé, comenzó a realizar los

primeros auxilios propios para esa situación solicitando de inmediato al servicio de urgencia. A

pesar de ello, el bebé falleció a pesar del los intentos de reanimación, camino al hospital.

Ante cualquier circunstancia de estas características, la ley jurídica establece la

obligatoriedad de realizar la autopsia a fin de determinar las causas del deceso. Sin embargo, en

esta ocasión, fueron necesarias múltiples gestiones oficiadas de nuestro lugar de funcionaria –
118

Directora de la Niñez– para que ésta se llevara a cabo. Los médicos forenses del hospital “no la

consideraban necesaria” y, por consiguiente, tampoco el Juzgado de menores interviniente.

La investidura otorgada por el cargo permitió apelar a la necesidad imperante de deslindar

responsabilidad institucional por parte del personal y autoridades de la institución y del área. Esta

apelación curiosamente retornaba con frases que se repetían en la voz de diferentes actores

representantes de las múltiples instancias intervinientes (policía y médico forense, funcionarios del

juzgado de menores, directora de la institución, jefes de departamento, entre otros): “¿Qué piensa

usted, que lo envenenaron?”; “Si ya murió”; “¿Y si lo envenenaron por qué no dejar las cosas así?”.

Vale aclarar que estos intercambios se fueron dando mediante comunicaciones telefónicas.

Ninguna de estas expresiones consta en documentos escritos.

A un tiempo abrumaban y presionaban “fantasmas” y “espectros” en torno al resultado

posible de la autopsia. Las causas del deceso se atribuían a los cambios operados en los últimos

tiempos respecto del trato y tratamiento de los niños albergados en los hogares dependientes del

municipio. “Fantasmas” desvanecidos cuando las gestiones de la orden judicial resultaran el modo

de hacer posible el cumplimiento de la ley y, se hiciera efectiva la autopsia.

Podemos detenernos aquí para puntualizar cómo una fuerza-de-ley-sin-ley actúa,

intentando imponer la excepción como regla, suspendiendo el marco normativo dentro del propio

sistema creado para su sostén.

El informe forense se obtuvo ese mismo día: “muerte súbita”, también conocida como

“muerte blanca”; es decir, asfixia por deglución del vómito propio. Se trata de una de las causas

“más comunes” de fallecimiento temprano no sólo, lamentablemente, en tiempos antiguos.

Los circuitos no legítimos, aunque sí legitimados por la ¿“costumbre”? (de la fuerza-de-ley-

sin-ley) continuaron poniéndose en evidencia a través de sus omisiones. No estaba contemplada la

obligación de ninguna autopsia; no estaba contemplado como “necesario” poner en conocimiento a

la familia de la niña, en este caso, por lo menos a su madre. Tampoco estaba contemplado que se

realizara el entierro del cuerpo del niño.

Respecto de dar la noticia a la madre de Malena, la decisión de hacerlo develó a su vez

otra circunstancia particular. La madre protegía a su pareja con quien seguía viviendo –como si no
119

pasara nada– a pesar de que se sospechaba, con fundamentos avalados por una investigación

judicial parcial –no se había pedido investigación del ADN (entre otras irregularidades)– que había

violado y embarazado a su hija. La internación de Malena en la institución transcurría para la

madre como si nada hubiera sucedido.

Una nueva frase comenzó a escucharse repetidamente: Nunca se hizo esto antes. Esta

afirmación contrastaba con otro enunciado que justificaba prácticas aberrantes: ¡Esto siempre fue

así!

La frase se decía por lo bajo, cual si estas acciones estuvieran desafiando a los espectros

que anunciaban de manera amenazante: “Dejar todo así... esto nunca se hizo antes...”; “esto

nunca sucedió”; “es la primera vez”; “esto es un acto sin precedentes”; “hagamos como si no

pasara nada”; “los cambios son los causantes de esta muerte”; “esto es nuevo”.

¿Nunca antes había muerto un niño que se encontraba en la institución? o ¿nunca antes

se le había dado la posibilidad de contar con el acto ritual de humana sepultura? Preguntas que

recibían respuestas escurridizas.

¿Cómo es posible eludir la inscripción de la muerte de un niño, especialmente cuando se

trata de un niño bajo tutela judicial?

La decisión sostenida y presentada por escrito a las autoridades judiciales donde se

expresaba que “se iban a realizar todas las gestiones necesarias a fin de ofrecer humana sepultura

para el niño fallecido realizando el ritual funerario”, produjo efectos incalculados. No sólo en

Malena, sino en cada uno de los protagonistas de las diversas instancias institucionales

intervinientes, incluido el anátomo-patólogo del hospital, quien decidió –además de facilitar los

trámites administrativos– participar del ritual funerario, haciéndose responsable del traslado del

cuerpo y acompañándolo hasta el cementerio. Nuevamente la frase “este es un acto sin

precedentes...” se escuchaba también por su parte.

Los jefes de departamento, la Directora de la institución y preceptores decidieron

acompañar el sepelio y colaborar en todo lo relativo a su instrumentación. Debió diseñarse el modo

de hacer efectivo el sepelio en el marco de los recursos institucionales y municipales como si fuera

una práctica no contemplada como posible.


120

Se avisó a la madre de la niña que se realizaría el sepelio y decidió concurrir. Su presencia

fue más que significativa. Ya mencionamos que no estaba previsto este aviso, ya que la “menor” se

encontraba en la institución por disposición judicial. De hecho, no se procedió de este modo en los

casos anteriores de muertes develadas a partir de esta interferencia.

Se le ofreció a Malena la posibilidad de decidir si deseaba llevar flores a lo cual accedió

eligiendo una planta con floración permanente.

Ya en el lugar, en el momento del entierro, mientras el anátomo-patólogo sostenía el

cajoncito, pudo escucharse la palabra allí donde, hasta ese momento, todo parecía ser una

sucesión de acciones y silencios.

La madre de Malena dijo: “Yo lo agarro, yo lo llevo”.

Uno de los presentes comentó posteriormente que en ese momento se preguntó para sí

mismo ¿quién se hace cargo del muerto? Al regresar a la institución, un silencio especial fue el

protagonista de la escena. Los efectos de esta ceremonia mínima comenzaron a desplegarse.

Días después, el resto del personal, que no había podido participar por “razones de

servicio”, solicitó “permiso” (cual si eso fuera necesario) para ir al cementerio a visitar la tumba y

despedirse del niño.

Las preguntas que antes habían recibido respuestas ambiguas comenzaron a dilucidarse al

hablar de las muertes que durante tantos años habían estado ocultadas y silenciadas. No fue esta

la primera vez que fallecía un niño –mayoritariamente se ha tratado de menores de un año– en la

institución durante sus veinte años de existencia. No obstante, era la primera vez se daba

existencia a la muerte y se realizaba un ritual de entierro ante el fallecimiento de un niño.

Esta ceremonia mínima ofició como acto para otorgar lugar a la palabra silente. Otras

prohibiciones no escritas pudieron hacerse discurso. Por ejemplo, a los bebés no se los podía alzar

ni abrazar y, mucho menos, nombrar. Comenzó un tiempo de análisis de una práctica nunca antes

interrogada: Si un niño era abandonado al ingresar a la institución, en el casillero del “nombre” se

escribía “N.N”, la misma nominación que se reserva para los muertos no identificados.

Ciertos actos se resignificaban après-coup. Lo que antes mostraban las características de

un lugar oscuro, lúgubre y sin ventilación comenzaba a hacerse discurso. En esta institución, el
121

primer gran impacto había sido el aspecto de “tumba” que tenía la sala de bebés, quienes estaban

ubicados en la habitación más oscura de la casa, sin luz y sin aire, con las paredes grises y

malolientes, compartiendo más de uno las cunas. Sin identificación y sin discriminación de cada

uno de ellos, más próximos a “N.N” que a contar con un nombre propio. No contaban con juguetes

ni objetos de ningún tipo. Paradójicamente, el lugar más iluminado y más aireado estaba reservado

como vestuario del personal y depósito de cosas viejas.

Vale la pena insistir respecto de lo reciente de la fecha en que tuvo lugar este episodio

(mayo de 1998), aun cuando las circunstancias descriptas sugieran un marco muy anterior.

La primera intervención, pocos meses antes, había apuntado a reubicar a los bebés,

creando otro lugar para ellos, llamémoslo una nursery. Para esto, respecto de lo edilicio, hubo de

derribar una pared y crear una arcada con el ulterior propósito de trabajar a fin de identificarlos,

nombrarlos y hacer una historia escrita en un cuaderno, incluso registro fotográfico. De esa

manera, se lograría que ese tiempo institucional no resultara un agujero en la historia. En definitiva

darles un lugar, escribirlos e inscribirlos sin importar que se tratara de un hogar de tránsito.

Esta experiencia expuso la evidencia de otras formas de hacer desaparecer niños/as en el

propio marco del sistema jurídico, político y económico.

Es un caso paradigmático por el cual se ilustra cómo no se trata de destino sino de

interceptar el poder de Creonte. Como lo enseña la tragedia, Antígona marca la diferencia. Por otra

parte, evidencia la vigencia de las derivas modernas de la creencia de una vida sujeta a derecho,

mientras –en realidad– reina el Estado de excepción que ha dado condición de posibilidad a la

discrecionalidad de las decisiones en su propio marco de referencia arbitraria, justificado en torno a

la teoría de la necesidad y urgencia que sería el ideario eficaz para avalar la excepción.

Fundamentalmente nos interesa destacar cómo entendemos los efectos que promueve re-

establecer el lugar de la ley por ceremonias mínimas que dan lugar a la palabra. En este caso

objeto de análisis el registro simbólico facilitado por el ceremonial del sepelio, marca a la muerte

como límite humano; instituye la vida y la diferencia entre las generaciones implicadas y hace decir

lo dicho sostenido en actos silentes. Actos sin palabras desde donde vienen operando ficciones de

los montajes institucionales del orden jurídico-normativo y, sus improntas son por demás eficaces
122

en la devastación subjetiva, cuya marca de destino en lo social, entendemos debe ser

desenmascarada. (Minnicelli, 2010, pp.122-129).

4.6.2.- La fiesta del mea-culpa. La fiesta de la mea-culpa es una propuesta de un boliche bailable

de la ciudad de Mar del Plata y de otros centros urbanos del país (con algunas variantes,

presentan la misma lógica). Lo que nos interesa destacar es cómo allí donde la sexualidad

adolescente se expresa en plena ebullición, bailando su danza desenfrenada; allí donde se buscan

marcas que establezcan diferencias para el pasaje por la iniciación –dado que no pueden hallarlas

en lo social-cultural– las encuentran en esta fiesta donde la semejanza con las formas

ceremoniales propias a los viejos rituales tan subestimados es notoria.

El marco que ofrece y vende simulacros rituales es representado por montajes, cuya

liturgia comercial resulta productor ejecutivo en el mercado de subjetividades, sostenido por una

regla arbitraria y caprichosa. Sin embargo, lo que se transmite son pautas bien claras para los que

compran su entrada para participar de la fiesta.

Asisten adolescentes que no están en la categoría de marginales. Para ingresar, dado que

deben ser mayores de 18 años, se reúnen previamente en casas de familia donde adulteran sus

documentos con técnicas diversas –por ej. cambian las fotos, o humedecen la página donde

consta la fecha de nacimiento–. Por este artilugio logran ingresar a la fiesta de los mayores.

Adulterar el documento no es algo que genere preocupación alguna. Es vivido como una

profanación gozosa que pretende engañar al Otro, representado por los custodios de la puerta que,

desde ya, hacen la vista gorda ante ello.

A diferencia de lo que sucede en las escuelas que antes describimos, el lugar está

preparado: allí sí son bienvenidos y la fiesta ha sido bien planificada.


2
Los tarjeteros se han encargado de repartir entradas en lugares claves: la salida de

algunos colegios –y no de otros–. Entre quienes consiguieron tarjetas y quienes no, se reparten el

2
Tan adolescentes los unos como los otros, los llamados tarjeteros tienen a su cargo repartir
entradas. El tarjetero (tarea realizada por varones) gana un lugar de prestigio entre el grupo de
pares a la vez que selecciona a quienes entrega entradas y a quienes no.
123

costo de la entrada, en un gesto de compañerismo. Los preparativos comienzan la semana previa

al sábado en que participarán de la fiesta de los mayores.

Llegado el día, se hacen presentes mucho antes del horario asignado para comenzar una

larga fila. Esperan horas antes de que sea abierta la puerta de entrada. Una segunda selección es

realizada por los custodios (conocidos como patovicas) quienes definen quiénes sí y quiénes no

pueden ingresar. Sin embargo, el criterio no es precisamente si el documento es verdadero o

adulterado, o bien si son o no mayores de edad, sino la evaluación respecto del comportamiento

previo, durante la espera. Expresan que ¨si antes de entrar estuvieron haciendo “bardo” no los

dejamos pasar¨, ya que la mayoría –mientras espera para entrar– toma cerveza, o vino, camuflado

en botellas de gaseosa.

Comienza entonces el ingreso de muchachitos y muchachitas, por dos puertas diferentes,

que los llevan a dos sectores del lugar. Ellas a planta baja y Ellos (así pueden presenciar el

espectáculo) en la planta alta.

Ya se está por dar la orden de largada que inicia la apertura de ¨canilla libre¨ de cerveza.

La consigna es clara para las mujeres: la canilla libre finaliza cuando una de las muchachitas entre

al baño a orinar. Quien primero entra al baño, tendrá la culpa de que la ¨libertad de beber sin

pagar¨ se cierre. Quien mea tiene la culpa y todos deberán pagar lo que consuman a partir de ese

momento. Música, alcohol a destajo conteniendo las ganas de orinar.

Dado que los efectos de la cerveza no tardan en llegar, para conseguir que la canilla libre

no finalice, vale-todo: pueden mearse encima, vomitar, descompensarse… vale-todo si se trata de

evitar las golpizas que recibirán las débiles o las garcas que quieran ir al baño.

Mientras tanto, para los varones, la fiesta está en su punto máximo; alcoholizados gozan

de la escena de mujeres peleando entre sí, tomándose de los cabellos, vomitando,

descompensándose y mojándose encima, liberadas a su vez de cualquier tabú que restrinja los

placeres sexuales. (Minnicelli, 2010, pp. 246-248).


124

CAPÍTULO V

LA CRISIS DEL DERECHO

APROXIMACIONES INTEGRATIVISTAS EN LA OBRA DE PEDRO DAVID

1.- La crisis del orden jurídico

En nuestra consideración, la Psicología Social estudia la relación de la

articulación “sujeto, cultura y sociedad”. Desde la preocupación por la temática

enunciada en la hipótesis que trabajamos, nos referiremos a textos de la autoría

de Pedro David que fundan una Psicología Social Integrativista, tales como

Globalización, prevención del delito y justicia penal (1999), Sociología Criminal

Juvenil (2003) y Criminología y Sociedad (2005), sin perder en el horizonte otras

antecedentes como Conducta, integrativismo y sociología del Derecho (1970).

Las consideraciones del autor parten de evidencias, o sea, de los hechos:

en 110 visitas a países latinoamericanos, pudo constatar que los problemas del

delito en la niñez, la adolescencia y la juventud son parte de un vasto espectro de

situaciones que incluían la prostitución infantil, la inequidad social, la pobreza

crítica, la instrumentación del delito organizado, el desquiciamiento de las

instituciones básicas, el narcotráfico, el terrorismo, la utilización en guerras civiles

e internacionales, la migración y el éxodo de los refugiados, los niños en cárceles

de adultos y la violación sistemática de sus derechos fundamentales. Señala

múltiples posibles causas, entre ellas: 1.- La contradicción entre las estructuras

jurídicas formales y la realidad social; 2.- La colonización como disgregamiento de

lo autóctono; 3.- La técnica, los medios de comunicación de masas y el acelerado


125

cambio tecnológico y social; 4.- La enorme discrepancia entre los recursos y las

posibilidades de algunos sectores, frente a la increíble imposibilidad y

desvalimiento de otros. (David, 1999). A las cuales nosotros agregamos una

quinta característica: la dilución jurídica.

5.1.1.- La contradicción entre las estructuras jurídicas formales y la realidad

social. En Argentina, las instituciones jurídicas poseen un peso asfixiante sobre la

trama espontánea de las relaciones sociales, aquéllas se manejan en el área de la

lógica mientras que la realidad se encuentra preñada de contradicciones. (David,

1970, p. 7). Las barreras impuestas por una concepción normativista jurídica aisló

al Derecho permanentemente del entramado social (David, 2005, p. 17)

5.1.2.- La colonización como disgregamiento de lo autóctono. La imbricación

autóctona entre cultura, paisaje y naturaleza ha sido disgregada. El hombre

americano adopta luego de la colonización nacionalidades políticas, que aún hasta

el presente, han rechazado esa unidad originaria. La colonización impone nuevas

actitudes y perspectivas, y las conformidades preestablecidas fueron cuestionadas

desde su raíz por la mentalidad del colonizador. “No es por azar, que sean los

jóvenes en todos los pueblos de nuestra América los que de forma casi frontal y

sin planes claros para el futuro, hayan comenzado la rebelión contra el orden

jurídico social actual”. (David, 2003, p. 167).

5.1.3.- La técnica, los medios de comunicación de masas y el acelerado

cambio tecnológico y social. La técnica, los medios de comunicación de masas

y el acelerado cambio tecnológico y social están borrando las fronteras


126

geográficas entre los países y paradójicamente amenazan con incrementar las

fronteras culturales y socioeconómicas.

Este desafío del gran cambio tecnológico y social ha creado problemas de tensiones y

violencia que se dan en el continente americano como una unidad, y al mismo tiempo,

este gran cambio tecnológico y social pone en crisis las concepciones tradicionales,

políticas y económicas. Todos los pueblos en este momento muy especial de la historia

están sacudidos por problemas comunes que se relacionan con la desaparición de

esquemas de vida y estructuras que viven y llenan el cuerpo social (David, 2003, p. 169).

5.1.4.- La discrepancia entre los recursos y las posibilidades. La discrepancia

entre los recursos y las posibilidades de algunos sectores, frente a la increíble

imposibilidad y desvalimiento de otros. Hoy América ofrece lugar para el hombre

poseedor ilimitadamente de los recursos de la cultura y de la técnica, y para el

hombre ilimitadamente transeúnte de su miseria económico-social y cultural. La

técnica y la civilización han puesto paradójicamente de relieve los grandes

problemas morales y sociales del hombre de nuestro tiempo. Tanto en el corazón

de la Puna desolada o en los vientos del sur de la Tierra del Fuego hay un hombre

de América que confusamente presiente que existe un mundo que le ofrece más

apoyo, pero al cual él no puede llegar de ninguna forma. (David, 2003, p.170).

Estos cuatro factores se refieren a un hombre que no encuentra lugar en la

disyunción entre lo jurídico y la realidad social, que ha sufrido una expoliación de

su historia, que vive amenazado por el aniquilamiento de sus referencias y perdido

entre los recursos y sus posibilidades. Esta nefasta combinatoria funciona como

fertilizante para conformar un ámbito de posibilidad certera para la operación de

transformación de lo ilegítimo en legítimo, -que secundariamente aunque no


127

menos importante- se caracteriza por una alta aceleración, y primariamente por la

negación de lo prohibido. .

Este proceso deja al sujeto sin referencias estables, le impide la filiación a

la familia, a lo socio-cultural, a una patria. Tomando una expresión de Mercedes

Minnicelli, podemos considerar que esos procesos dejan al sujeto “des-

institucionalizado”. (2010, p. 229). Cuestión que está en concordancia con una

advertencia de David: “En esa rebelión que encabezan los jóvenes al cuerpo

social total podemos advertir un profundo deseo de remodelación de las normas

para ponerlas a tono con su vida”. (2005, p. 169).

Pedro David reconoce la diversidad de las culturas latinoamericanas, y las

diferencias de los impactos históricos en la trama de su formación. Respecto de la

diversidad realiza un llamado al respeto a las diferencias, única posibilidad de

diálogo entre los diversos pueblos. También remarca las similitudes. Referimos

unos párrafos de su autoría:

sus habitantes, antes de encontrarse frente al europeo, tienen un pasado dado por la

experiencia primera de las razas autóctonas (...) sus civilizaciones habían manejado

con éxito el paisaje, la naturaleza y la sociedad. Hoy, a cinco siglos del oficial

descubrimiento de América (...) esas culturas (...) están presentes (...) y su presencia

ya no es muda, sino que constituye un interrogante del hombre americano por su

pasado, su presente y su futuro. Luego del descubrimiento europeo, (...) asistimos al

disgregamiento (...) y todavía hoy se incrementan las fronteras culturales y

socioeconómicas. (David, 2003, p.167).

Para David, la violencia latinoamericana es consecuencia de una crisis del

orden jurídico social, en donde las actitudes de rebelión y violencia son una forma
128

de manifestación de rechazo al sistema jurídico social y una solicitud de

reconocimiento a la dignidad. Interpreta que la juventud se ha convertido en

escenario de actos teñidos de toda violencia como un modo de construir una

aproximación mayor entre la letra de los preceptos, los valores a los que esos

mandatos apuntan, y las conductas reales y efectivas. (David, 2003, p. 171). .

Considera que en todos los países latinoamericanos, más allá de sus

diferencias,

de una manera infusa, pero real, una nueva justicia se va haciendo patente, una justicia

que no es solamente permiso que da una clase o grupo a otra para ejercitar sus derechos

y su tipo de vida, sino fundamentalmente el reconocimiento de nuevas dignidades.

(David, 2003, p. 169).

Toda América Latina sufre de la enorme discrepancia entre los recursos y

las posibilidades de algunos sectores, frente a la increíble imposibilidad y

desvalimiento de otros.

Hoy, ofrece América, lugar para el hombre poseedor ilimitadamente de los recursos de la

cultura y de la técnica, y para el hombre ilimitadamente transeúnte de su miseria

económico-social y cultural (...) La técnica y la civilización han puesto paradójicamente de

relieve los grandes problemas morales y sociales del hombre de nuestro tiempo, (...) hay

un hombre de América que confusamente presiente que existe un mundo que le ofrece

más apoyo, pero al cual él no puede llegar de ninguna forma. (David, 2003, p. 170).

Nuestro jurista sociólogo, en un último capítulo titulado “Ideas para una

nueva América” de su obra Sociología Criminal Juvenil, termina realizando una

petición a los pueblos latinoamericanos.


129

son esenciales los puntos de acuerdo y de desacuerdo cuando la honestidad preside la

conversación, cuando el mismo sentido de generosidad soporta las diferencias. (...) Esta

nueva Latinoamérica tendrá que reflejar inevitablemente esa diversidad (...) Los modos

de lograr esa articulación de perspectivas diferentes (...) deben estar inspirados en una

participación, en una comprensión primaria de las características de nuestros pueblos.

Hay en primer término, que desprenderse de la influencia negativa de estereotipos y

prejuicios que han estado dividiendo y separando a los pueblos. (...) es necesario abrazar

con generosidad la comprensión de las raíces de cada país en su propio contexto

histórico (...) De esa manera evitaremos juicios negativos de unos a otros; de ese modo

podremos cooperar y solidarizarnos en el trabajo de respetar una identidad digna. (...)

Esto implica una nueva toma de postura frente a nosotros mismos y ante el contexto de

nuestra realidad. (David, 2003, p.174).

Es necesario reconocer que, Latinoamérica, es un continente que está

logrando calificar patentes en lo que a violencia se refiere, e intentaremos

entender el modo y/o los motivos por los cuales se llega a ello.

5.1.5.- La dilución jurídica y sus consecuencias. En nuestras sociedades el

hombre se encuentra arrojado a un mundo con nuevas variables político -

sociales, entre ellas, el recurso al Derecho como comodín de legitimación,

sosteniendo una delusión (engaño) y dilución de la categoría de lo prohibido.

Relativo al estudio de los procesos de legitimación de lo ilegítimo, resulta

interesante aproximar el concepto de delusión-engaño a la definición de “dilución”

pues ésta, además de referirse a la reducción de la concentración de una

sustancia también se encuentra con los siguientes usos:


130

a.- “Dilución de marcas”: tipo de utilización de marcas ilegales fuera del mercado

de referencia;

b.- “Dilución financiera o dilución de capital”: resultado de la emisión de nuevas

acciones por una compañía, disminuyendo así el porcentaje de la propiedad

representado por las acciones existentes con anterioridad.

c.- “Dilución jurídica”: Consideramos que es válido agregar la modalidad que

denominaremos “dilución jurídica” para referirnos a la transformación de lo

ilegítimo en legítimo, transmitido por un discurso de tergiversación, concepto muy

desarrollado por el sociólogo y jurista argentino Pedro David.

Consideramos que la dilución jurídica es una de las causas principales del

aumento superlativo de violencia en los tiempos actuales.

El citado jurista considera que las actitudes de rebelión y violencia se tratan

de una forma de manifestación de la ruptura del sistema jurídico social y una

solicitud de reconocimiento a la dignidad por parte de los sujetos. Como punto de

partida ofrece algunas concepciones, tales como: “En esa rebelión que encabezan

los jóvenes al cuerpo social podemos advertir un profundo deseo de remodelación

de las normas para ponerlas a tono con su vida y un llamado al reconocimiento de

la dignidad humana” (David, P. 2005).

Miguel Herrera Figueroa, interlocutor de Pedro David, en su libro

“Estimativa iuspolítica” (1988) plantea el desmantelamiento de las redes

normativas. El agitamiento y gran parte de la inestabilidad y zozobra de la vida

moderna no son ajenas al entronque de cuestiones políticas en la órbita de los

problemas de la concepción del mundo. Hay en el hombre un impulso a considerar


131

que su propia forma de vida es la única verdadera, a sentir que toda existencia

que no sea idéntica a la suya es un reproche, un agravio. El autor considera que

allí radica la tentación a imponer lo propio a los demás y refiere que la política que

comulgue tales propensiones, inexorablemente terminará en la violencia que

desencadena la fuerza, siendo el derrotero que habrán de seguir las totalizantes

concepciones del mundo convertidas en programas ideológico-jurídicos.

Se llega en ocasiones al oprobio (...) acaece algo análogo con la estrategia, cuando

trocándola de planos, se la impone como política y termina haciéndose una política al

servicio de planes estratégicos, con grave consecuencia para un sano equilibrio político.

(Herrera Figueroa, 1988, p. 292).

A partir de este supuesto, el papel de la ciencia no es ingenuo, debe servir

a la política de una fracción haciendo como si fuera para-todos.

La estrategia de lucha pasa a ocupar el lugar de la diplomacia política (...) nuestras

aproximaciones no están descaminadas, si nos hacemos cargo de su fluencia

transformable, con la vista puesta en el valor “poder”, epicentro y misión de todo el

incrédulo sistema que para asentar su orden ha debido desarraigar otros valores. El valor

“poder” al desnudo hace de engarce de todas las valoraciones iuspolíticas materialistas”

(Herrera Figueroa, 1988, p. 292).

Herrera Figueroa considera que los otros valores, los de solidaridad,

confraternidad y cooperación han quedado hoy atrofiados o, cuando menos,

enquistados en la clase dominante de una fabulosa burocracia que ha constituido

una singular especie de casta, asentada en las exacerbaciones del poder, como

nuevo dios del sistema de carácter absolutista que impera (...) El sistema, monumento

gigantesco de una megálica concepción burocrática, se constituye en el padre de la


132

comunidad. Un poderoso paternalismo autoritario viene a convertirse en un falso padre.

El sistema,… haciendo de padre, desenfoca la situación, disloca, desubica el

andamiaje. Las consecuencias están a la vista. (1988, p. 292).

Nadie negará que nos encontremos hoy frente a una “crisis de puntos de

referencia”. El anonimato del capitalismo se generó a través de un truco: no abolió

las autoridades creadoras de la ley, ni las hizo innecesarias. Simplemente dio

existencia y permitió que coexistan una cantidad tan numerosa de autoridades que

ninguna de ellas puede conservar su potestad. Cuando las autoridades son

muchas tienden a cancelarse entre sí. Una autoridad en potencia se convierte en

autoridad por cortesía de quien la elige. Las autoridades ya no mandan, sino que

intentan congraciarse con los electores (Bauman, 2010).

Todo lo cual construye como consecuencia es la dilución jurídica. La tarea

de pensar al mundo en el que vivimos se impone más que nunca. Las

transformaciones de nuestras sociedades, la conjunción del desarrollo de las

tecnociencias y el florecimiento del liberalismo económico, nos obligan a interrogar

el mundo en que vivimos.

Las causas consideradas se refieren a un hombre que no encuentra lugar

adecuado en la disyunción entre lo jurídico y la realidad social, que ha sufrido una

expoliación de su historia, que vive amenazado por el aniquilamiento de sus

referencias y perdido entre los recursos y sus posibilidades.

Esta nefasta combinatoria funciona como fertilizante para conformar un

ámbito de posibilidad certera para la operación de transformación de lo ilegítimo


133

en legítimo, caracterizándose por una alta aceleración, que primordialmente se

caracteriza por por la “suspensión de lo prohibido”.

Este proceso deja al sujeto sin referencias estables, produciéndose

alteraciones ecoaxiales-espirituales y ecognósicos-societarios, Entre las primeras,

se reconocen hoy dificultades que impiden la filiación a la familia y a las

tradiciones, a la conformación de una patria cultural. Entre las segundas, nos

encontramos con una sociedad con grandes dificultades de regulación societaria a

través de la ley. Siguiendo al autor, consideramos que estos procesos dejan al

sujeto “des-institucionalizado”.

En síntesis, el aumento superlativo de violencia en la vida contemporánea

argentina está en relación con:

 Dilución jurídica (Ecognósico Societario Normativo), generando

concepciones del mundo convertidas en programas ideológico-jurídicos.

 Pérdida del valor de autoridad en las diferentes instituciones desde la

familia al Estado (Ecoespiritual-valorativo).

 Fallas en la economía psíquica, metapsicológicas, entre ellas, problemas de

función de la represión, falta de acotamiento pulsional, alta dificultad de

sublimación (Ecotímico).

5.2.- Latinoamérica, su diversidad y su historia común

Pedro David, si bien reconoce la diversidad, en Latinoamérica, de sus

culturas, sus estados socioeconómicos, sistemas de valores, y de los impactos

históricos en la trama de su formación cultural y social, en vez de remarcar las


134

diferencias, señala las similitudes básicas. Destaca como similitud en

Latinoamérica, considera que sus habitantes, antes de encontrarse frente al

europeo, tienen un pasado dado por la experiencia primera de las razas

autóctonas establecidas antes de la llegada del español a sus tierras. Cualquiera

que haya sido la adaptación de ese hombre a su entorno, sus civilizaciones habían

manejado con éxito el paisaje, la naturaleza y la sociedad.

Hoy, a cinco siglos del oficial descubrimiento de América por la historia del hombre

europeo, esas culturas que se han tejido con lo autóctono de América, están presentes

en todos los países y su presencia ya no es muda, sino que constituye un interrogante a

la pregunta por la síntesis del hombre americano, de la síntesis de su pasado, de su

presente y de su futuro. (David, 2005, p.167).

Luego del descubrimiento europeo, los pueblos “nuevos” se independizan y

nuevas fronteras los separan, generando el disgregamiento de esa unidad

originaria del individuo autóctono, entre cultura, paisaje y naturaleza. El hombre

americano adopta luego de la colonización nacionalidades políticas, que aún hasta

el presente, han rechazado esa unidad originaria. Hoy, que la técnica, los medios

de comunicación de masas y el acelerado cambio tecnológico y social borran las

fronteras geográficas entre los países, amenazando paradójicamente con

incrementar las fronteras culturales y socioeconómicas. El gran cambio

tecnológico y social ha creado problemas de tensiones y violencia que se dan en

el continente americano como una unidad. “Creo que todos los pueblos en este

momento muy especial de la historia están sacudidos por comunes

contradicciones (...) problemas que se relacionan con la desaparición de


135

esquemas de vida y estructuras que viven y llenan el cuerpo social” (David, 2005,

p. 169).

Se trata de una crisis del orden jurídico social, no solamente de la crisis del

orden jurídico político.

La colonización impuso nuevas actitudes y perspectivas, y las

conformidades preestablecidas fueron cuestionadas desde su raíz por la

mentalidad del colonizador.

No es por azar, que sean los jóvenes en todos los pueblos de nuestra América los que

de forma casi frontal y sin planes claros para el futuro, hayan comenzado la rebelión

contra el orden jurídico social actual (...) En esa rebelión que encabezan los jóvenes al

cuerpo social total podemos advertir un profundo deseo de remodelación de las normas

para ponerlas a tono con su vida (David, 2005, p. 169).

David considera que las actitudes de rebelión y violencia, se tratan de una

forma de manifestación de desconfianza hacia el sistema jurídico social, y una

solicitud de reconocimiento a la dignidad, que se observa en todos los países

latinoamericanos, más allá de sus diferencias. Refiere que de una manera infusa,

pero real, se trata de una nueva justicia que se hace patente, demandando

fundamentalmente el reconocimiento de nuevas dignidades.

Toda América Latina sufre de la enorme discrepancia entre los ilimitados

recursos económicos, técnicos y culturales para algunos sectores, frente a la

increíble imposibilidad y desvalimiento de otros, que resultan ilimitados

transeúntes de su miseria económico-social y cultural. Y, el hombre presiente que

existe un mundo que le ofrece más apoyo, pero al cual él no puede llegar de
136

ninguna forma. Interpreta que la juventud se ha convertido en escenario de actos

teñidos de toda violencia como un modo de construir una aproximación mayor

entre la letra de los preceptos, los valores a los que esos mandatos apuntan, y las

conductas reales y efectivas. Son expresiones de violencia de un mundo

emergente (David, 2005, pp.169-171).

En un último capítulo titulado “Ideas para una nueva América” de

Criminología y sociedad, termina realizando una petición a los pueblos

latinoamericanos. Considera que las aspiraciones de la justicia van a envolver más

estrechamente todas las naciones y culturas latinoamericanas y que la síntesis

está expresándose en la aspiración del mundo nuevo, un universo que si bien

considera esenciales los logros económicos, valora igualmente la espiritualidad,

donde las formas por sí solas, no agotan la riqueza de la realidad. Destaca que es

esencial que la honestidad presida la conversación entre los puntos de acuerdo y

de desacuerdo, y que el sentido de generosidad minimice las diferencias de

lenguaje, de geografía, incluso las socioeconómicas, para que cada nación aporte,

de este modo, su presencia espiritual y civilizadora. Una nueva Latinoamérica

deberá reflejar inevitablemente esa diversidad, adentrándose en la verdad

histórica, espiritual y social de cada uno de los pueblos. Los modos de lograr esa

unidad de perspectivas no deben consistir solamente en los infinitos modos de la

cooperación técnica, económica y científica, sino que básicamente deben estar

inspirados en una participación y comprensión de las características espirituales

de los pueblos latinoamericanos, desde la perspectiva de la historia, de las

costumbres y de los modos de vida personales, así como de la comprensión de


137

las raíces de cada país en su propio contexto histórico. Para ello, es necesario

desprenderse de la influencia negativa de estereotipos y prejuicios que han

separado a los pueblos.

Mi propósito es destacar cómo la crisis actual de nuestros pueblos, es nada más que el

advenimiento de nuestro tiempo. Para que ese período se realice, tenemos que darle

inserción en nuestra vida personal y social, debemos tener el coraje de luchar por

verdades menos parcializadoras y no por eso menos verdaderas. Estrechar una

hermandad social con todos los sectores de nuestros pueblos y la aceptación de una

vocación de reforma profunda (...) como los actores, protagonistas, apasionados

partícipes de esta idea multiforme de una nueva América, va inaugurando una nueva

esperanza. (...) Esto no podrá lograrse sin dar un impulso a lo que considero la prioridad

esencial en los esfuerzos de comprensión: un proceso de integración educativa, a todos

los niveles, de los diversos poblados, no solamente desde el punto de vista de sus

entidades educativas oficiales,(...) también por medio de la participación directa de sus

comunidades. (...) de esa forma tejeremos la nueva narración de una Latinoamérica (...)

La síntesis instalada en Latinoamérica será como un nuevo tipo de vida en que la técnica

y la vida espiritual estén profundamente ligadas; en el que la moral y las formas jurídicas

protejan la creatividad y la innovación para un mayor mejoramiento colectivo e individual,

y sobre todo, para que se destaque una nueva dignidad del hombre latinoamericano (...)

Si estas ideas para una nueva América llevan entretejidas, junto a su realidad, algunas

esperanzas para el futuro, aceptemos que hemos querido cambiar aquí la idea de un

futuro, que aunque hoy utópico, será realidad sólo en la medida en que contribuyamos

con nuestro esfuerzo a esta gran causa latinoamericana. Esto implica una nueva toma de

postura frente a nosotros mismos, ante el contexto de nuestra realidad y desde allí frente

a los valores permanentes. (David, 2005, p.174).


138

Es importante mencionar que sobre el tema relativo a la falta de

cumplimiento de la Convención Internacional sobre los Derechos del Hombre y la

Declaración Internacional sobre los Derecho del Niño, entre otras denuncias, el

autor advirtió sobre sus consecuencias en el sentido de la violencia y presento

mucha documentación y estadísticas al respecto en su libro Globalización,

prevención del delito y justicia penal (David, 1999)

Trabaja sobre “La prevención y las respuestas globales”, y señala la falta de

cooperación internacional respecto de un organismo especializado que emplee

una metodología apropiada para fiscalizar el cumplimiento de las mismas.

Comenta que en 1961 los países firmantes alcanzaron a 144, y que luego de diez

años, en 1971, llegaron a ser 146; en 1988, se logra el número de 154, y que

Austria, Bélgica y Suiza no lo hicieron hasta 1994.

David estudia el problema del desarrollo alternativo para los países

productores de marihuana y derivados, pues lo sucedido en sus campos no se

trata de una mera sustitución de cultivos. A nivel internacional no hay precios para

los productos agrícolas provenientes de los países productores de drogas.

Tampoco se logró, por parte de los países consumidores, estrategias integradas

de prevención, sino que por el contrario, la cárcel, como respuesta única, agravó

la situación. A su vez, los países consumidores que enfrentan el problema desde

décadas, no hacen uso de una política social del fortalecimiento de las

instituciones básicas para enfocar seriamente el tema.

El problema de los niños y la droga y su incorporación al delito organizado, no se trata

sólo de los niños sicarios de Medellín, sino de los cientos de miles que en todo el mundo
139

son utilizados como instrumentos para la venta y distribución de drogas y el asesinato,

siendo ellos también víctimas. (...) en la actualidad las organizaciones los reclutan tanto

en forma masiva como selectivamente, desde los barrios más acomodados, donde viven

generalmente los narcotraficantes, hasta en aquellos donde viven los niños de y en la

calle (...) Prevenir es difícil, pero es la única posibilidad, el delito se previene en la

sociedad más equitativa, aunque las tendencias presentes apuntan en todas partes a

incrementar la polarización, más allá de los logros económicos globales. (David, 1999,

pp. 57-58).

El autor reflexiona respecto que la amenaza cotidiana de los delitos

transnacionales como el terrorismo, el tráfico ilícito de drogas, el contrabando, los

delitos contra el ambiente, los delitos de tráfico de mujeres y niños y la corrupción

que los acompaña, denunciando que son planeados y ejecutados a través de una

vasta y compleja red intencional, y que los Estados “conviven simbióticamente con

el delito organizado transnacional” (David, 1999, p.25)

También nos recuerda que

se ha estimado que en el siglo XX han perecido cerca de 130 millones de personas a

manos de estos regímenes, mientras las dos Guerras Mundiales dejaron un saldo

luctuoso de 36 millones (...) No hay ya conciencia colectiva firme a nivel nacional sino una

conciencia de consistencia esponjosa, como la espuma de las márgenes maricas. Y eso

implica de entrada no tener un centro fijo y contornos definidos sino, como la espuma, un

límite que avanza y retrocede con la marea de la moralidad del día. Frente a este

fenómeno, el derecho penal, los jueces y funcionarios que lo corporizan tienen un aire de

anacronismo (...) Hoy también, como el rostro del Dios Jano, representan la duda de la

legitimidad incomprensible de esta moralidad colectiva cambiante y frágil” (David, 1999,

p.26).
140

5.3.- Algunas reflexiones relativas a la globalización

David considera que la globalización no consiste en una homogeneización

del mundo alrededor de parámetros comunes sino en la reconstitución de

espacios signados como centrales, marginales o grises, tratándose de un nuevo

tribalismo, organizándose en redes idénticas, tanto para las actividades lícitas

como para las ilícitas.

El autor sigue a Maillard que distingue dos movimientos fundamentales

respecto de la globalización: una de expansión de la red de facilitaciones entre los

Estados superpoderosos y otros de conmuters, esto es, de periferias suburbanas

a los estados centrales. Se trata de un nuevo paradigma de características

internacionales en beneficio de los sectores dominantes, pero existen zonas

grises, “donde moran los empresarios de la prostitución, las guerrillas, las drogas,

y cuyos producidos van también a engrosas, directa o indirectamente, el

patrimonio financiero de los superpoderosos” (David, P. 1999, p. 28).

Para nuestro experimentado jurista y sociólogo, los problemas de la

delincuencia actual están ligados a la industrialización particular denominada

victimización y “lo que se llama delincuencia juvenil encubre en el fondo la enorme

victimización” que implica (David, 1999, p.110) .

Para él, la prevención del delito solo es posible con el cumplimiento de los

Derechos Humanos, con el cumplimiento de la Declaración Universal de los

Derechos del Hombre (1999, p.110) como instrumento efectivo de justicia social

que establezca una relación armónica de promoción espiritual y material entre


141

Estado y sociedad, los diversos sectores sociales y económicos, permitiendo el

disfrute de derechos y libertades fundamentales (1999, p.213).

5.4.- La crisis del Derecho

Puntualizaremos los temas más destacados en el capítulo referido a la

crisis del Derecho. La misma radica en el divorcio entre la norma y la realidad

fáctica, entre la realidad de la norma y la realidad social. El Derecho no se reduce

a la norma, sino que va más allá del precepto: propone una interacción entre

realidad social y norma (problema entre lo formal y lo fáctico). El Derecho necesita

primero, y principalmente, interpretar las normas y los valores de un país

determinado, ser expresión de una circunstancia histórica concreta y sobre todo,

hacer justicia social mayoritaria. El ser del Derecho no es un ser exclusivamente

normativo, sino que es también social. La realidad jurídica no es, exclusivamente,

la norma y la conducta de los individuos a los cuales se refiere la misma. También

influye concreta y precisamente, el nivel de conciencia de la ciudadanía, como

punto radical para la determinación de la realidad jurídica.

El Derecho es el que los jueces aplican. El juez es el que se encarga

realmente de materializar el Derecho, y es importante su formación integrativista,

para auxiliarlo en la construcción de su interpretación de las leyes, que siempre es

subjetiva, y la influencia que su ideología pueda determinar. El concepto científico

de Derecho tiene que surgir a partir del Derecho efectivamente aplicado en un

país, sino la realidad jurídica está falseada. No se puede prescindir en el Derecho

de la tradición cultural y del momento fáctico, pero la causa del divorcio entre el

Derecho y la realidad social está en relación a la Economía Política. A veces se


142

dan normas perfectas, leyes sapientísimas, pero a la hora de cumplirse las tuerce

la Economía (David, 2005, pp.14-15).

Denuncia sin disimulo: la crisis del Derecho es “la falta de ética” Se debe

estudiar cuál es la postura del jurista y sus renuncias éticas como legislador, como

juez y como consultor (David, 2005, pp.15-16):

a.- Como legislador: el jurista está al servicio del interés que logra predominar en

las cámaras, el voto mayoritario se obtiene a veces por la influencia de los grupos

de presión que, con sus inmensos recursos aprovechan de la falta de ética de los

hombres de leyes para ponerlos a su servicio incondicional.

b.- Como juez: inclina muchas veces la balanza al servicio de los grandes

intereses, fundamentalmente carentes de ética.

c.- Como consultor: lamentablemente, el interés es complacer las demandas –

muchas veces egoístas- de grupos, de personas, del funcionario, haciendo

abstracción de la realidad social de ese pueblo a que está destinada la norma.

Un punto de crisis del Derecho importante es la situación de los menores en

Latinoamérica poniendo de relieve las contradicciones que se dan entre el

Derecho de Menores y las circunstancias de salubridad, de vivienda, de

educación. Hay 13 países en nuestro continente donde los niños tienen menos

calorías de las que pueden necesitar para poder sobrevivir, hay una mortalidad

infantil rampante, las condiciones de vivienda precaria han crecido tanto que, en

este momento, necesitamos en América millones de viviendas para poder dar

solución a las villas de emergencia en las zonas rurales y urbanas. Esas

condiciones han inundado de miseria y destrozo ético y vital el panorama


143

psicológico y ecológico de la vida latinoamericana, planteando dudas acerca de la

efectividad de esa legislación.

5.5.- Un llamado a la innovación integrativista del Derecho Penal respecto de

los fenómenos de violencia

Pedro David desarrolla un Derecho Integrativista suponiendo una

posibilidad innovadora para la ciencia jurídica, para el juez, y para los sistemas

sociales en general. No se ignoran las condiciones por las que está pasando

Latinoamérica.

Nuestras normas jurídicas han sido siempre concebidas como si fueran autosuficientes.

Ehrlich ya había dicho en el siglo pasado, que el Derecho que vive en la conducta,

inmediatamente se codifica, se rigidiza y se hace histórico, y, en alguna forma,

antihistórico. No hay ninguna posibilidad de innovar y remodelar en el Derecho si uno no

tiene la historia real metida en la trama de la reflexión jurídica. (David, 2005, p.5).

Desde la consideración relativa a que hay defectos de estructura en el

sistema legal y jurídico porque el mismo no toma en cuenta las condiciones de la

realidad, señala un divorcio entre los expertos de las Ciencias Sociales y el

Derecho, y denuncia que los códigos penales se elaboran sin los previos estudios

criminológicos necesarios para averiguar el comportamiento de la realidad

comenta: “sería otra la suerte de la vida social latinoamericana si se lograra

superar esta situación” (David, 2005, p.6).

Varias preguntas ponen en trabajo su vida como jurista:


144

 ¿Cómo se puede estudiar a estructura social si no se le da al Derecho un

análisis primordial?

 ¿Cómo puede estudiarse el Derecho si no se concibe que él vive en la

conducta concreta?

 ¿Por qué el Derecho, las normas jurídicas y la realidad social están en

divorcio?

 ¿Por qué el Derecho no marcha al unísono con la realidad social?

 ¿Qué hacer para que la realidad social sea realidad jurídica?

Desde su estudio y experiencia considera que el Derecho no es sólo el del

código, es aquél que está en el proceso de socialización de las personas, las

familias, las escuelas. Preocupado por la situación del Derecho reducido al código,

sobre todo en Latinoamérica, -comenta con firmeza inigualable-, que existen

normas jurídicas que penalizan pueblos. Tal el caso de los códigos penales

latinoamericanos que ignoran las realidades indígenas y las condiciones de

cambio social y cultural. Mientras en las ciudades crece y se transforma la

delincuencia cambiando del tipo individual al de la figura grupal, siguen todavía

los códigos penales tratando al delincuente o al menor delincuente con absoluta

ignorancia de las posibilidades de una prevención realista. Respecto de las

instituciones penitenciarias considera que generalmente son escuelas de

delincuencia.

Creo que hoy como nunca en todos los pueblos, sin distinción de los sistemas de

gobierno, hay un escepticismo creciente en torno a los sistemas jurídicos, y lo hay por la

contradicción permanente de las normas del código con la realidad social histórica. Es
145

que, evidentemente, muchas de las normas de nuestra legislación son calcas perfectas

de doctrinas o tratados de otras circunstancias o acontecimientos pasados, y no el

resultado de la reflexión (...) sobre nuestros propios valores (...) Es evidente que si no

modificamos la enseñanza del Derecho, si no hacemos un esfuerzo profundo para volver

a la realidad, no de la ley, sino de la sociedad y el código juntos, si no estudiamos de qué

manera los valores de la legislación están contradiciendo el aspecto axiológico de la

realidad, el camino de la legislación es indudablemente, en esta forma, una senda de

violencia, y cuando me refiero a una senda de violencia señalo el desarrollo creciente que

no es solamente escepticismo lo que el hombre latinoamericano siente por su legislación,

sino que el individuo comienza a desafiar y a rebelarse contra los regímenes jurídicos en

un modo total, radical y absoluto (David, 2005, pp.5-6).

Propone con pasión y lógica suficiente que si el divorcio entre el Derecho y

la realidad no se supera, se irá acrecentando cada vez más una disparidad

permanente en el Derecho.

[El derecho] tiene que ser el distribuidor de justicia y no de desorden, distribuidor de paz

y seguridad y no de violencia, distribuidor de solidaridad y cooperación y no de conflicto

y anarquía. En el fondo, lo que estoy sugiriendo es que la innovación jurídica sea un

requisito básico de todo régimen jurídico – social, y quienes estamos en la línea

integrativista creemos que debemos ser tan innovadores como algunas culturas lo

fueran (David, 2005, p.7).

Sus estudios denuncian datos relevantes, entre ellos, que en Latinoamérica

el 25% de la población menor de 20 años es analfabeta, y se pregunta: ¿Cuál es

el derecho que vive en la conducta de ese 25% de iletrados de la población

latinoamericana, y de qué forma son penalizados por una legislación que no

entiende, no comprende, sus propios valores?


146

En modo radical denuncia que:

El hecho de que los centros de reclusión estén llenos de pobres, no significa que sea la

pobreza la causa del delito, sino de aquellos que no pueden defenderse por carecer de

recursos socioeconómicos y que reciben inexorablemente la condena; y en cambio, los

delitos de cuello blanco, los de alta delincuencia económica, pasan desapercibidos

porque los buenos abogados están a su servicio. De tal forma que no se cumplen los

requisitos de una justicia distributiva, sino de una justicia sectorial (David, 2005, p.8).

Pedro David realiza a través de toda su labor, clases magistrales,

conferencias, artículos científicos, reportajes periodísticos, libros, un llamamiento

perentorio a la necesidad de articular el Derecho y las Ciencias Sociales en una

incorporación de valores jurídicos para todos los sectores de la vida

latinoamericana. Cree que la justicia es orden, paz, seguridad, solidaridad,

cooperación -para todos los sectores sociales-, y que en la medida en que haya

sectores sociales discriminados, y ellos no encuentren innovaciones inmediatas

en el sistema jurídico “seguiremos asistiendo en nuestros países al fenómeno de

la violencia que, cualesquiera que sean sus causas, está siendo fomentada por

una inequitativa distribución de los recursos y por un inequitativo régimen jurídico”

(David, 2005, p.8).

Llamando a la reflexión, sugiere que las Ciencias Sociales y los juristas

deben unirse para reestructurar de nuevo la unidad originaria que ya se conoció,

por ejemplo, en los tratados de Aristóteles. Considera que no se puede segmentar

el funcionamiento del Derecho y creer que solo se habla de él cuando se habla de

la norma jurídica, o de procedimientos judiciales, pues previo a la norma jurídica


147

están los valores de las conductas efectivas, “en realidad, las constituciones de un

pueblo no son las escritas, sino las que viven en la conducta” (David, 2005, p.8).

Esta labor, para Pedro David, significa retomar el camino de una Ciencia

Social Integrativa. Y, sus reflexiones sobre la sociedad latinoamericana se

precipitan de su trabajo como sociólogo del Derecho, tarea que lo lleva a plantear

que no se puede pensar el Derecho sin tener en cuenta los valores de la

estructura social, para evitar que el Derecho siga siendo “la condena de los

muertos sobre los vivos” (David, 2005, p.8).

En su libro, ocupa un comentario extenso, el modo en que los códigos,

generalmente centenarios, pasan a la legislación civil latinoamericana. Ejemplifica

en relación al Código Civil francés de 1806, que es retomado por las legislaciones

de Latinoamérica, estableciendo instituciones fantasmas que en realidad y en

larga medida han sido dejadas de lado por la historia. Concibe que los estudios

universitarios de Derecho no solamente deban preparar a los abogados en la

profesión estudiando las normas, sino como hombres conocedores de la

circunstancia histórica de su país. Destaca que tanto el abogado profesional en el

ejercicio privado, como el juez, deben interesarse por la integración de la realidad

fáctica y los valores de una ciudadanía, entendida en su historia y en su presente,

para realizar con justicia su trabajo.

“Para convertir a la ciencia del Derecho en algo digno de su nombre, hay

que aunarla con otras disciplinas (...) la Sociología Jurídica, la Criminología, la

reflexión filosófica, la Psicología, para un replanteamiento epistemológico de todo

el orden jurídico” (David, 2005, p.13).


148

También destaca la importancia del estudio de la Economía Política como

central en la reflexión socio-jurídica, así como también todas las ciencias

relacionadas con el comportamiento humano (David, 2005, p.21).

Respecto del trabajo de abogados y jueces, nuestro autor, considera que

ambos son permanentes creadores del Derecho, y que conjuntamente con otros

profesionales de las Ciencias Sociales y la Psicología, deben contribuir

necesariamente a la creación de un Derecho donde la justicia sea la circunstancia

principal.

5.6.- Desde la crisis del Derecho hacia una propuesta de superación

integrativista

La obra de Pedro David se ocupa centralmente, a lo largo de toda su

trayectoria, de construir la relación del Derecho y las Ciencias Sociales, con el

objeto de crear un espacio a una justicia penal integrativista.

Siendo sensible a un Derecho que está jaqueado por cambios de tipo

cultural, social y económico, afronta permanentemente el desafío de llevar

adelante la programación de nuevos modos de cooperación, solidaridad y orden,

que según su consideración, son los valores jurídicos a los que necesariamente

tiene que responder.

La perspectiva denominada “Integrativismo” es desarrollada por diferentes

filósofos y sociólogos del Derecho, entre ellos: Miguel Reale de Brasil, Herrera

Figueroa y Werner Goldshmidth de Argentina, Jerome Hall de Estados Unidos,

Luis Recaséns Siches y Eduardo García Máynez de México, entre otros. Postula
149

una integración muy estrecha de los tres elementos de incuestionable valor

jurídico: hecho, valor y norma.

Miguel Reale sostiene que los tres elementos son momentos de una

dialéctica de implicación y complementariedad, considerando que la norma jurídica

es siempre una tensión entre un acontecimiento histórico concreto y un valor

determinado.

Para Hall, el objeto del Derecho no puede ser ni precepto jurídico ni hecho o

conducta, sino simplemente una conducta que realiza valores. La norma, el valor y

el hecho se dan siempre indisolublemente unidos y únicamente por una síntesis se

puede lograr un estudio fructífero del Derecho.

Presentaremos la perspectiva desarrollada por David a través de sus

palabras en una de sus últimas obras “Criminología y Sociedad” (2005), a

sabiendas de que realiza en él aportes conclusivos respecto de otra obra que

pudimos acompañar en su surgimiento, “Conducta, integrativismo y Sociología del

Derecho” (1970), - tiempo en que participamos de su curso de “Introducción a la

Sociología”. El autor siempre aboga por la puesta en marcha de una política

criminal innovadora y humanista, orientada a la inclusión social y a sostener

vigorosamente la dignidad de la persona, más aún en sus estadios formativos, la

niñez, la adolescencia y la juventud. En su análisis del delito, volcado en términos

de cultura, personalidad y estructura social, nos lleva a la más honda raíz plenaria

del hombre por ende de aquél que delinque: la de un ser social.

La sociología jurídica criminal presentada por el autor indaga el derecho

viviente, en una sociedad con la impronta de la hora presente y se abre, desde la


150

tradición hasta la captación de nuestro tiempo, en la Argentina y en el mundo del

que somos parte.

Partiendo de los enfoques y posturas reseñadas, con la amplia experiencia

que sus investigaciones le han dejado, David se lanza, a través de la sociología

del derecho, a formular una visión integradora del hombre y sus instituciones,

enfatizando que el lenguaje, la comunicación y los procesos de socialización son

polos en la constitución de actitudes, valores y normas jurídicas. Postula que la

conducta jurídica forma parte de la estructura empírica, de la estructura

personalitaria y de la estructura cultural socio-jurídica, dado que la sociedad

elabora padrones adoptados por la mayoría de los actores, considerando que la

función de las normas es definir las mutuas expectativas.

Procede a escudriñar la realidad socio-jurídica en Argentina y Latinoamérica

mediante la utilización de un enfoque teórico, empírico y dialéctico. En Argentina,

por ejemplo, percibe la contradicción entre las estructuras jurídicas formales y la

realidad social. Las primeras tienen un peso asfixiante sobre la trama espontánea

de las relaciones sociales, se manejan en el área de la lógica mientras que la

realidad se encuentra preñada de contradicciones (David, 1970, p. 7).

Pedro David como Consejero Interregional de Prevención del Delito y

Justicia Penal de las Naciones Unidas fue testigo y actor en los problemas de

prevención y de victimización de niños y jóvenes en todas las latitudes. En 137

misiones en los países miembros de Naciones Unidas, pudo constatar los

problemas del delito en la niñez, la adolescencia y la juventud eran parte de un

vasto espectro de situaciones que incluían la prostitución infantil, la inequidad


151

social, la pobreza crítica, la instrumentación en actividades delictivas por parte del

delito organizado, el desquiciamiento de las instituciones básicas, el narcotráfico,

el terrorismo, la utilización en guerras civiles e internacionales, la migración y el

éxodo de los refugiados, los niños en cárceles de adultos y la violación sistemática

de sus derechos fundamentales. Estas son las experiencias que se reflejan en sus

obras, no solamente desde la mundialización y globalización de esos problemas,

sino también desde la perspectiva regional latinoamericana y la situación de

nuestro país. Insiste en que la prevención del delito en un sistema democrático,

debe basarse en un profundo respeto por los derechos humanos, tratando de

compatibilizar con armonía los intereses individuales y sociales desde una

perspectiva integradora. Considera que en la prevención debe tenerse muy en

claro el funcionamiento de las instituciones del sistema sociojurídico tanto en su

faz normativa, como en su aspecto valorativo y fáctico, respondiendo a las

necesidades concretas de una sociedad más equitativa (David, 2005).

Nos detendremos en la obra Criminología y sociedad, obra en la cual

expresa que son absolutamente palpables los profundos cambios sociales,

ideológicos, políticos y económicos de la última parte del siglo XX, causando la

necesidad de una renovación, también profunda, en la Criminología tradicional,

respecto a los modos de enfocar la sociedad, del delincuente y el crimen.

A modo de reseña ofrecemos numerosas citas del autor, pues su

fundamentación, su fuerza, su franqueza, su modo directo, nos parecen

inigualables, y no queremos correr los riesgos de desdibujarlos en nuestros

comentarios. Por supuesto, la lectura es selectiva, imposible de otro modo, pues


152

transcribiremos aquellas consideraciones que nos han impactado desde la labor

relativa a nuestro rasgo investigativo.

Pedro David, pionero de la orientación integrativista en Derecho y Ciencias

Sociales, desarrolla un fecundo enfoque considerando que lo cognoscitivo, lo

axiológico y lo fáctico están organizados en una totalizante unidad, considerando

que la influencia sobre el Derecho Penal puede aspirar a superar las barreras

impuestas por una concepción normativista jurídica que aisló al Derecho del

entramado social. El enfoque integrativista permite al Derecho ligarse

históricamente a los valores centrales de un pueblo y de una época, posibilitando

tomar contacto con su espíritu, para desde allí intentar un entendimiento posible

de la profunda crisis espiritual de nuestro tiempo.

El Derecho Penal integrativista trata de superar el unilateralismo de

enfoques biológicos y conductistas, y de tradicionales perspectivas jurídicas

enclaustradas. Propone integrar la relación de los hechos delictivos con la

normatividad y con el valor, incentivando el desarrollo de la “vocación de

innovación del pensamiento criminológico latinoamericano” (David, 2005, p. XVIII).

Todo intento de Derecho Penal Integrativo debe redundar, necesariamente,

en un ahondamiento de las perspectivas humanistas, preocupándose por el modo

en que el hombre está inmerso en su comunidad y también en la forma en que la

comunidad le permite la realización de su destino desde el ejercicio de sus

derechos. Nuestro autor considera que son los valores de un humanismo

integrado los que deben prevalecer.


153

Es destacada la preocupación, continua en la intensa labor de David, por

las instituciones penitenciarias, para que tengan como objetivo principal restituir al

hombre a su plenitud interior y educarle de forma tal que le abra una perspectiva

de autorrealización.

Conocedor de que los postulados de la Derecho Integrativista pueden ser

tomados por utópicos o excesivamente amplios, no tiene dudas que solo un

enfoque interdisciplinario, que ponga en diálogo el Derecho con otras perspectivas

de las Ciencias del Hombre, puede lograr unidad y validez para una labor

criminológica, en una sociedad que auspicie el mejoramiento de las condiciones

de vida del hombre de acuerdo con la Declaración Universal de los Derecho del

Hombre, preguntándose por los problemas capitales de nuestro tiempo, sin perder

la vista la meta de los valores: “in omnibus justitia, in omnibus libertas” (por la

plenitud de la justicia, a la plenitud de la libertad).

5.7.- Anexo: Testimonios

A propósito de la obra de Pedro David, transcribimos un recorte de un

artículo presentado en ocasión de las “II Jornadas de Derecho y Psicoanálisis”

(2012) realizadas en la Univ. Católica de Santiago del Estero, titulado “Acusados y

víctimas en el ICTY”. Esta selección se realiza a propósito de los casos relatados.

Nos parece importante transcribir los epígrafes utilizados por el autor.

“To say that we are carried away by the forces of destiny, is only one side of the truth; the

other side is that we determine ourselves those forces as our destiny” (L. Binswanger,

Selected Papers Harper & Row, New York, p. 204).”


154

“Meaning could be imposed arbitrarily but should be searched responsibly” (Viktor Frankl,

New York, Plume Books 1970, pp. 55-63)”.

5.7.1.- Esad Landzo. En el caso Fiscal vs. Esad Landzo, uno de los cuatro imputados en el caso

Čelebići, los jueces de la Sala de Apelaciones Hunt, Riad, Nieto-Navia, Bennouna y Pocar,

decidieron un recurso de apelación interpuesto por el acusado Landzo, que había asesinado a

varios detenidos y se conducía con sadismo cuando se desempeñaba como guardia de una

prisión que detenía Bosnios Serbios, en la aldea de Čelebići, en Bosnia-Herzegovina durante el

año 1992. Los detenidos eran Bosnios Serbios que se oponían al recién nacido Estado Bosnio,

siendo Landzo soldado del mismo estado. Las condiciones de la prisión eran inhumanas y duras.

Las condiciones alimentarias estaban a nivel de absoluta desnutrición y las condiciones de salud y

sanitarias deplorables. Castigos durísimos, la tortura y humillación de los detenidos, era la norma, y

la muerte de los mismos era frecuente. Fue acusado por el Fiscal de cometer los delitos previstos

en los artículos 2 y 3 del Estatuto del ICTY.

La Sala de Juicio lo encontró culpable a Landzo de haber participado directamente en

actos de asesinato, tortura y violación. Mató a tres personas y torturó golpeando, quemando y

castigando a otros dos detenidos. Era responsable, según la Sala de Juicio, de haber contribuido

sustancialmente a la atmósfera de terror que allí imperaba. Sus métodos de quemar a los

detenidos causándoles heridas de gravedad, exhibían tendencias sádicas.

En su defensa, se arguyó por sus psiquiatras que solo tenía 19 años al tiempo de cometer

esos graves delitos, que su circunstancia familiar y su niñez estaban llenos de serios problemas y

que había hecho admisión de su culpa y expresado sus sentimientos de arrepentimiento. La Sala

de Juicio rechazó esos argumentos y fue condenado a 15 años de prisión. Landzo había planteado

ante la Sala de Juicio la defensa de responsabilidad atenuada (artículo 67 (B,b)..Cinco psiquíatras

testificaron, uno por la defensa, otro por la acusación y tres nombrados por el Tribunal.

La Sala observó que una condición esencial de la defensa de responsabilidad atenuada es

que la anormalidad debía de haber afectado sustancialmente su capacidad de controlar sus

acciones y así rechazaron el testimonio psiquiátrico. Landzo apeló, la Sala de Apelaciones


155

confirmó la decisión de la Sala de Juicio, pero advirtió que el artículo 67(B, b) sirve solo al Tribunal

para mitigar la penalidad, y no para crear una defensa de imputabilidad reducida. La Sala de

Apelaciones encontró también que Landzo había admitido a uno de los psiquíatras que nunca

había tenido dificultades con el sufrimiento infligido a los prisioneros, por el contrario, gozaba con

ello.

5.7.2.- Omarska. Doing Testimony Psychotherapy with survivors of Ethnic Cleansing”, pag. 150-

151, Cap. VII. When History is a Nightmare, lives and Memories of Ethnic Cleansing in

Bosnia˗Herzegovina by Stevan M. Weine, Rutgers Univ. Press 1999.

El paciente está alojado en el Centro para Refugiados Bosnios de Chicago. Ha sobrevivido

la tragedia del campo de torturas de Omarska . Por primera vez no ha visto el rostro de su

torturador en sus sueños. “Todavía siento voces de personas diferentes. Conozco a muchos que

aparecen en mis sueños. Muchos son prisioneros. Una voz que escucho cada día y no puedo

olvidar, es la voz del niño que castraron. Esa voz está conmigo cada noche y pienso que toda mi

vida no la olvidaré (…) Durante el día escucho otras voces, especialmente cuando estoy solo.

¿Qué dicen esas voces? Me llaman, pronuncian mi nombre. Pienso que es porque siempre tuve

miedo de la lista. Cuando pronunciaban mi nombre, sabía que era el fin. Te llevaban y te

asesinaban. No obstante, frecuentemente respondo a esas voces, contestando como si estuviera

en el campo de torturas”.

A través del testimonio, “uno entra en el mundo del trauma, pero también hay que salir”

dice el psiquiatra Weine. Las pesadillas han desaparecido. Juntos, paciente y terapeuta,

documentan la historia del trauma y encuentran el modo en que esa historia sea conocida por

otros. Es el aporte de una psiquiatría testimonial aplicada a las víctimas de los delitos de lesa

humanidad.

5.7.3.- Milan Lukić. El caso Lukić y Lukić, implicó a Milan Lukić y a su primo Sredoje Lukić quienes

fueron condenados por nuestra Sala del Tribunal a prisión perpetua por asesinato y delitos de lesa

humanidad. Los delitos fueron cometidos en la localidad de Visegrad, Bosnia, hoy parte de la

República Srpska, en el año 1992.


156

Se presentaron dos psiquíatras que informaron sobre la situación del imputado más

comprometido y que fuera finalmente condenado por nuestra Sala de Juicio a condena perpetua:

Milan Lukić. Las pericias trataban de mostrar que fueron las circunstancias del conflicto las que

cambiaron radicalmente la personalidad del imputado, y que el asesinato por parte de la parte

bosnia˗musulmana de familiares y amigos serbios, impulsaron su conducta a cometer los crímenes

que se le imputaban.

Recuerdo que en la exposición de sus psiquíatras, que testificaban a su favor, les

interrumpí para hacerles reflexionar sobre las citas de Binswanger y Frankl, respecto que el

destino y conducta del acusado era parte de su propia determinación y convicción, más allá de las

limitaciones impuestas por el conflicto bélico a todos sus actores. La liquidación de 70 personas en

Vukovar, Bosnia representaba la intención directa del aniquilamiento de toda humanidad,

prendiéndoles fuego a las víctimas de ese exterminio. Fue sin duda uno de los crímenes más

graves que jamás se haya cometido de esa forma, en ningún conflicto bélico de la Ex˗Yugoslavia.

5.7.4.- El testimonio de N.N. en el caso Lukić y Lukić. N.N. fue la única víctima que sobrevivió al

asesinato de todos los miembros de su familia y vecinos, 70 en total, desde niños de meses a los

bisabuelos. Escapó con gravísimas quemaduras, luego de que el grupo paramilitar serbio, dirigido

por los primos Lukić, prendió fuego a la casa donde estaban todos los miembros de la familia

encerrados con otros vecinos musulmanes. Los soldados ametrallaban a los que pugnaban por

salir. Estaban las 70 personas en un salón de 6 x 5 metros (30 m²).

El asesinato en masa, ocurrió el 26 de junio de 1992 en Bikavac, Visegrad. .N.N. vio morir

en llamas a sus hermanas, a la madre de su hermana, sus dos hijos y sus niños y otros parientes.

En total perdió a 7 miembros de su familia. Pudo escapar de la masacre con terribles quemaduras.

Diez niños perdieron allí la vida. Vagó por los campos escapando de la persecución de los

soldados serbio. Tan desesperada estaba con el dolor de haber perdido a todos los que amaba,

que pidió a un soldado serbio que encontró con su fusil, en el camino, que la matara. No quería

vivir más. El soldado la ignoró, sus quemaduras se infectaron. Estuvo meses en un hospital de

Bosnia hasta recuperarse.


157

Cuando vino a declarar al Tribunal, en el año 2009, aun su rostro estaba desfigurado por

las llagas causadas por el incendio. No hablaba serbo-croata sino francés, ya que la habían

aceptado como refugiada en Francia. Cuando el Tribunal le preguntó porque quería hablar en

francés y no en serbo-croata, contestó: “no puedo hablar más mi lengua por el terrible dolor que

me causa recordar”.

Luego del incendio, para poder compensar su terrible dolor y seguir viviendo, se dijo: aquí

perdí a mis guerreros santos, mártires; los Chetniks (término despectivo para los serbios) no

pueden terminar con mi vida, porque quiero vivir”. Y añadió: “Sé que mi pena jamás se aliviará.

Habrá lágrimas. Pero aquí estoy. No me enloquecí”.

Si el lenguaje es morada, cobijo y refugio, también puede evocar el infierno, la terrible

barbarie homicida de las guerras, y el inmenso dolor de las víctimas.

Su testimonio me permitió condenar a prisión de por vida al autor de la masacre que N.N.

reconoció como el autor de ella y de otros dos mil quinientos asesinatos.


158

CAPITULO VI

EL MUNDO CONTEMPORÁNEO: IN-MUNDO

Para el estudio que nos proponemos, es necesario referimos al mundo

contemporáneo, y es por ello que aproximamos una posible caracterización del

mismo, a través de algunas consideraciones y una serie de interrogaciones.

No podemos olvidar cierta advertencia de Homero en La Odisea: “Dicen

que las cosas malas les vienen de nosotros, y son ellos quienes se atraen, con

sus locuras, infortunios no decretados por el destino”. (Homero. Rapsodia I. La

odisea).

6.1.- Lo mundano o inmundicia

Hoy se vive de prepo y se duerme apurado, y la barba hasta a Cristo se la han afeitado...

Al mundo le falta un tornillo, que venga un mecánico a ver si lo puede arreglar. (Aguilar, y

Cadícamo, 1928).

Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el quinientos seis y en el dos mil

también (…) Pero que el Siglo XX es un despliegue de maldad insolente ya no hay quien

lo niegue (…) Siglo XX cambalache problemático y febril (…) Todo es igual, nada es

mejor (…) los inmorales nos han igualado (…) dale no más, dale que va (…) no pienses

más, hacete a un lado (Discépolo Deluchi, E.1935)

El planteo de esta temática, tan trabajada en la actualidad, fue anunciada, y

no solo en los ambientes académicos, sino también en lo popular. Ofrecemos dos

epígrafes de los tangos como “Al mundo le falta un tornillo” (1928) y


159

“Cambalache” (1935). Con ello queremos poner en evidencia que ya en 1928,

entre algunas evidencias, los tangos pudieron hablar.

Hay quienes se han preocupado por describir la época y sus malestares.

Los tangos de Aguilar-Cadícamo y de Discépolo son hoy una versión poética. Los

shoppings, el narcotráfico y la esclavitud infantil, entre otros malestares de la

época, son la versión consumada.

Discépolo habla del malestar de la cultura, le llama “porquería”, así como

para Aguilar y Cadícamo se trata de la “falta de un tornillo”. Si bien dan cuenta del

malestar como estructural de la cultura, y por eso relacionan el año de Cristo con

el 506 y con el 2000, a nosotros nos cabe preguntar por las diferencias y sus

consecuencias. La globalización, el discurso capitalista, la “tecno-ciencia” y sus

consecuencias - los denominados síntomas de fin de siglo- son algunos de los

elementos que componen la inmundicia mundanal.

Es nuestra intención replantear algunos conceptos que hoy se emplean

como moneda corriente para describir el mundo en que vivimos.

6.1.1.- Globalización. El Diccionario de la Real Academia Española (2007)

registra «globalización», como la “tendencia de los mercados y de las empresas a

extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras

nacionales”. La globalización, en sentido estricto, corresponde a una etapa del

capitalismo conceptualizado como de “acumulación flexible”, en la que los

procesos de concentración adquieren mayor fuerza y alcance. Invaden ciudades,

naciones y continentes, formas de trabajo y de vida, modos de ser y pensar,

producciones culturales y formas de imaginar.


160

6.1.2.- Tecno-ciencia. Es una palabra acuñada en la modernidad. En ella, dos

términos se unen en una nueva filiación, que deberá ser saber-operativo en donde

el saber debe convertirse en hacer y poder. La lógica que la sostiene es la

satisfacción de cualquier demanda a través de la operatividad técnica que ofrece

los mejores manjares de la sociedad de consumo, en donde la identidad se juega

en el tener, causando el apremio de no quedar al margen y generando con ello

una “población esclava o cautiva”, -denominación usada en las teorías

comercialistas-.

6.1.3.- Igualación obligatoria. Cultura del consumo. “Voy al shopping” es una

frase que se escucha en todos lados, pero ¿quién la dice dónde está? Poco

importa, puede ser Nueva York, París, Buenos Aires, o Medellín, pues lo

importante es que allí está todo, y, el que camina por el megacentro comercial

pertenece a la aldea global. Allí el día y la noche no se diferencian. Tampoco se

diferencian los productos, en todo caso son marcas. Las personas se convierten

en gente que rebasa anónimamente atrapada por las imágenes que excitan hasta

la saturación y son promesa de saciedad. Viven llenos de “lo light”, de esas

etiquetas iguales en todo el mundo que siendo marcas comerciales conforman el

paisaje de la inmundicia mundanal, orquesta de impurezas con las que se llena

nuestro universo de lenguaje. Todos reconocemos los mismos productos a través

de los mismos logos, componiendo un cantar con las mismas canciones en todo el

mundo que, ya no son en las lenguas regionales, sino en una lengua universal,

intentando disimular, y a veces se logra muy bien, la nueva “Babel” que

construimos. La dependencia a los objetos se extrema. Todo es aparentemente


161

“homogéneo”, uniforme. No hay alteridad y cada uno se queda con lo suyo que es

lo de todos. Y, entonces, si es lo de todos, cada uno en tanto que cualquiera

puede en un instante fugaz, velozmente, para verificar el rendimiento, convertirse

en paracaidista y volar o dar el salto al vacío, porque en todos los casos se

convertirá en el gran triunfador que practica deportes de alto riesgo. La virtud de la

prudencia es algo en desuso, también otros valores, el disvalor reina. Las

compañías de seguro proliferan y sus usuarios son creyentes: pierden la noción de

riesgo.

La globalización impone la igualación obligatoria que actúa en contra de

toda diversidad y promueve a la cultura del consumo. Las sociedades cuentan en

tanto que mercado y la ética imperante es el utilitarismo, en donde el éxito es la

eficacia y el rendimiento. Es el mundo del “todo-listo”, del “siempre-listo”, y el que

no puede tiene una solución al alcance de la mano: químicos para dormir,

despertar, tener fuerza, divertirse, no comer, no dormir, no parar. Así las

asociaciones entre fármacos y sustancias tóxicas están en el orden del día.

Un dormitorio con privacidad es reemplazado por un gran “loft” con una

pequeña “tablet” con la cual nos conectamos, agradecidos a “Internet” con todo el

mundo, - con varios a la vez, con muchos a la vez, con todos a la vez -, y hasta

nuestra máxima intimidad, esa que hoy no sabemos si es pudorosa, queda

satisfecha en una alquimia en donde la caricia puede ser reemplazada por una

imagen virtual, obscena las más de las veces, pornográfica o cruel, en otras

ocasiones, y ya no sabemos si son las peores o las mejores. Así los “voyeurs” y

los “sado-masoquistas” son moda.


162

Que se pueda usar un “programa” que está en la misma computadora con

la cual trabajamos es secundario, lo principal es que la pulsión no se encuentra

con el obstáculo de la represión y el sujeto nada sabe sobre el deseo, quedando

confundido entre los objetos de consumo. Todo cumple el imperativo del empuje al

consumo, que luego explicaremos como empuje de la pulsión de muerte.

Aparentemente se trata de menor trabajo, de ese trabajo que convierte la vida en

más de lo mismo, constituyendo un reinado cuya “política es el goce del trabajo de

la pulsión de muerte”. El trabajo se ha convertido en un “negocio” - negación del

ocio – en donde todo puede ser desfigurado o intercambiado.

Lo importante es que es “económico” – y no solamente en el sentido

popular de “barato” sino que se debe a un “principio económico geopolítico”.

6.1.4.- Segregación. Se presenta una paradoja: la globalización construye la

segregación de naciones. Refiere Pedro David:

los espacios privados se subordinan al todo social (…) el todo es el modelo que siguen

las partes para reproducirse y/o constituirse (…) La globalización constituirá así un nuevo

paradigma (…) Es así como las metrópolis concentran todos los beneficios de la cultura,

la economía y los avances civilizatorios, mientras otras áreas encuentran a sus

poblaciones al margen de esos beneficios y desde luego dedicadas a actividades

delictuales, que constituyen un nuevo modo de la sociabilidad en las zonas de exclusión.

(2003, p. 125).

Las sociedades son cada vez más desiguales en sus oportunidades no

pudiendo negar las diferencias entre el primer y tercer mundo. Y, cada vez más

sobreigualadoras en las demandas que imponen, lo que bien puede leerse como
163

un efecto de “renegación”. La paradoja es que resulta implementarse un excelente

sistema de segregación: una violenta desigualdad según líneas de separación

entre centro y periferia, opulencia y miseria, hiperdesarrollo y subdesarrollo, que

son institucionalizadas en las formas de interrelación de las naciones.

6.1.5.- Criminalidad transnacional organizada. Pedro David se refiere a las

actividades delictivas de los Estados y a las actividades de asociación ilícita junto

al Estado, como modalización de la vida contemporánea, llevando nuestra

atención a nuevas formas de criminalidad transnacional organizada:

lavado de dinero, fraude, narcotráfico, delincuencia ecológica, delitos informáticos,

delincuencia financiera, (…) sobre todo el delito más importante, respecto del cual hay

gran impunidad, las violaciones sistemáticas a los derechos humanos (…) decimos que

murieron 36 millones de personas entre las dos guerras mundiales y hoy sabemos que

han muerto 572 millones a manos de regímenes despóticos (2003, p. 19).

6.1.6.- La violenta soledad contemporánea. En tanto, cada uno se siente solo,

perdido de los lazos de afecto, familia, tradición, religión, etc., no referido a la

pareja, ni a la familia o amigos, sino arrojado a una “violenta soledad”, perdido en

la mundialización. El sujeto se encuentra solo frente a la pulsión, la cultura no lo

acompaña como antaño lo hacía a través de su ética, con sus derechos y sus

prohibiciones. Se trata de una cruel alquimia, que muestra uno de los nombres de

la muerte, quizás el más inmundo. El posmodernismo, con la primacía del disvalor

o la ley del “todo-vale”, está en relación causal con patologías contemporáneas,

motivando una “cultura y política de los malestares”. Con esto nos referimos tanto

a los malestares no-enmascarados como el que sufren los sidosos, los


164

alcohólicos, drogadictos, golpeadores, violadores, y un sin fin de etcéteras, así

como a los malestares poco-enmascarados, cuya máscara es la moda, como las

competencias automovilísticas llamadas “360” o los concursos de bebedores

oportunos tal como se estila en algunos centros de diversión juvenil, en donde

gana el que bebe mayor cantidad- algunos terminan muertos.

6.1.7.- La adicción a la adición. Se ha generado una sociedad tendiente a la

adición y a la adicción, en donde lo que se consume debe llegar hasta el exceso

de la máxima satisfacción, y no regresar. Se impone la ley del “satis-facere”, en

donde un pretencioso “demasiado hacer” es acto logrado en el “hacer en

demasía”. Su consecuencia está a la vista: “no tengo tiempo” es la frase de letal

elegancia con la cual nos pronunciamos al respecto de lo que llamamos “nuestra

vida”. Cabe preguntar: ¿es vida? ¿de quién?, ¿quién tiene la titularidad de esto

que llamamos nuestra vida y quién ha sido el escribano que dio fe de esa

escritura?

Existe una lógica aditiva, la lógica del uno más, de un poco más, en una

serie con tendencia al infinito. Ejemplo de ello son los envases de bebidas que en

pocos años se agrandan cada vez más: las gaseosas envasadas en botellitas de

menos de un cuarto litro se convierten en botellones de dos litros y un cuarto

“gratis”; las botellas de cerveza de litro que se beben cuan gigantes mamaderas

reemplazan a las diversas copas alemanas que distinguían a los distintos pueblos

nórdicos, cambiando la significación de lo que se entendía por “cultura alcohólica”;

ahora beber bien es beber hasta la descompostura. El minucioso y detallado menú

de un lugar de comidas regionales es eliminado en los restaurantes “tenedor libre”,


165

en donde se puede comer de todo y mucho al mismo precio, y en donde comer

bien se convierte en comer mucho, “aunque la boca se quede ahíta” (Lacan,

1987b, p.175).

La globalización trae como consecuencia una adición-adicción inespecífica:

no importa aquello que entra en la cuenta, el asunto es que inexorablemente

sume. Siempre se trata de una operación de adición, de lograr un más, no importa

qué, cumpliendo con el mandato del mercado. Podemos considerar una adicción a

la adición. Y una de sus consecuencias es la saturación. La misma lleva a querer

“tener todo pleno” o bien a “tener la máxima nada” (lo cual es equivalente), en

donde juegan sus lugares bulimia y anorexia, ya no solamente como patologías

alimenticias, sino como modos de encarar la vida.

No se nos olvida la problemática de la estética, que desde la medicina

ofrece múltiples operaciones de sumas y restas que generan adicción.

También nos preocupamos por el aumento superlativo de las enfermedades

autoinmunes. En ellas el cuerpo entra en la mesa de juego desde un síntoma que

no es metáfora, sino “encarnadura” en lo real del cuerpo, produciéndose siempre

un aumento destructivo paradojal: aumenta un grupo celular defensivo que ataca

una parte del cuerpo como si fuera extraña.

Así también la criminalidad organizada, que muestra una de las figuras más

feroces de la vida contemporánea.

Cultura de lo adictivo en el sentido de lo “no-dicho”, no porque el sujeto se

calle, cosa ya grave, sino porque el sujeto no tiene algo propio a decir, ha quedado

abolido, ha pasado a ser “objeto del mercado” regulado por las leyes del
166

“marketing”. El sujeto en el medio de este “cambalache global” está impulsado por

la inercia, a la aparente “comodidad”, y sin saberlo se transforma en un “sujeto

entregado al goce de la pulsión sin freno”.

Todas son figuras del “vacío del ser” que revelan el modo de existencia de

los sujetos en la contemporaneidad.

6.2.- El mundo del negocio y los mass-media.

Dentro de una concepción económica, el ocio se considera un bien de

consumo de primera necesidad; en este sentido la función de utilidad de un sujeto

está en relación a dos variables: renta y ocio. En una primera aproximación se

puede considerar el ocio en cuanto una medida de tiempo equivalente a tiempo

libre. Entonces: ¿A menor tiempo de trabajo, mayor tiempo libre?

Creer que es una relación simple es ingenuidad, puesto que la relación es

metabolizada en el discurso capitalista a través de la implementación de un

"mercado del ocio" que se ocupa de su planificación, surgiendo la dialéctica:

diversión-aburrimiento. El mercado del ocio es el mejor negocio (nec-otium). Para

el tedio que genera, el capitalismo también tiene una numerosa oferta:

psicofármacos, drogas, alcohol, realidad virtual y hasta ludoterapia. Nada se

pierde, todo es aprovechable en la producción, y de este modo el discurso

capitalista se impone y su producto es un “in-mundo” ideal en donde sus

habitantes restan alienados en los gadgets (objetos ready-made-trush) y sufren de

panic-attack.

Sobre finales del siglo XX y principios del XXI, el “ataque de pánico” -así

denominado- se convierte en un síntoma contemporáneo que es padecido por


167

muchos y que revela un modo de sufrimiento particular. Como psicoanalistas

sabemos que la pulsión de muerte es el dato radical (Imbriano, A. 1997). Por ello

plantear el tema conlleva la pregunta: ¿Se trata de la satisfacción de la pulsión de

muerte?

Sigmund Freud nos ha legado un saber respecto del poder de las palabras.

Las palabras utilizadas para una denominación son, en principio, tan solo

palabras, ni más ni menos que palabras. Tienen el poder de definir las cosas,

también de construirlas. Sirven para que expresemos sentimientos, pensamientos,

también para crearlos, no sin sus consecuentes imágenes que suscitan emociones

y conmociones. Dentro de este marco consideramos a los medios masivos de

comunicación, artífices de la palabra, que muestran en parte, la vida

contemporánea. Los titulares de los diarios anuncian diversos hechos de violencia

en forma reiterada. Interrogamos: ¿Qué comunican? ¿Qué construyen con lo que

comunican?

En parte, comunican sobre aquello que se puede pensar, hacer, tener,

comprar, adquirir, cambiar, consumir, violentar, etcétera (no descartamos que

cumplen con otras funciones). Desde este punto de vista, relacionan a productores

con consumidores: ¿Libres para comprar? Desde otro punto de vista: generan

pensamientos, ideologías, anhelos, miedos.

Y, como antes nos referimos a los negocios, reflexionamos: ¿qué mejor

negocio que sembrar semillas de violencia? Luego de ver los noticieros, al

desvanecerse las últimas imágenes invade una inquietud que no es más que el

retorno en forma desordenada de retazos de violencia: la violación a un menor, un


168

crimen premeditado, un asesinato por error, un niño desnutrido, un niño que

asesina, un secuestro-express, bombas estallando, cuerpos despedazándose.

Violencia mezclada en innumerables vericuetos. Violencia organizada, violencia

espontánea, se conjugan en un caleidoscopio de escenas: el cuerpo de un suicida

roto en el pavimento, las figuras despedazadas de múltiples víctimas de las

guerras, una catástrofe natural, etc. Ha sido sin duda: ¡un noticiero interesante!

Se renueva una pregunta: ¿Por qué las sociedades cultivan la violencia?

Buscando algún horizonte releímos la carta que en 1932 escribiera Einstein

a Freud y su respuesta a la Propuesta de la Liga de las Naciones. En estos

documentos se destaca la pregunta: ¿Hay algún camino para evitar a la

humanidad los estragos de la guerra?, y una respuesta:

cuando los hombres se encuentran exhortados a la guerra, por cierto que, entre ellos

cuenta el placer de agredir o destruir, innumerables crueldades de la historia y de la vida

cotidiana confirman su existencia y su intensidad, (…) muchas veces tenemos la

impresión de que los motivos ideales solo sirvieron de pretexto a las apetencias

destructivas aportándoles un refuerzo inconsciente. (Freud, 2008n, p. 58).

Este es el panorama que hemos llamado “odisea de la civilización

contemporánea”, en donde destacamos el discurso capitalista y sus

consecuencias.

6.3.- La globalización. Su influencia socio-cultural

En este apartado puntualizaremos las consideraciones de Pedro Rubén

David, en su libro “Globalización, prevención del delito y justicia penal” (1999, p

24). En la consideración del autor, los cambios introducidos a partir del proceso de
169

globalización, han creado un nuevo contexto de relación, tanto a nivel personal

como a nivel nacional y transnacional. Ha sido necesario que el sujeto invente

nuevas maneras de vincularse en lo social. El panorama social y cultural de cada

país se ha visto afectado de manera tal que se asisten hoy en día a realidades

sociales y culturales que nos dejan perplejos. Somos testigos de nuevos modos de

agrupamiento social en donde la exclusión y la marginación son una constante y el

individualismo extremo impera. Nuestro autor nos despabila:

Será momento de la reflexión, de repensar nuestra situación actual. Al ser testigos mudos

de lo que hoy ocurre, nuestra inactividad nos ha convertido en cómplices de un sistema

mundial devastador, que continúa abriendo las brechas entre ricos y pobres. La tan

pretendida homogenización que nos brinda la globalización es una de las más grandes

crueldades que estamos padeciendo. (David, 1999, p. 22).

El término "globalización" se halla muy difundido en la actualidad y se ha

utilizado ampliamente en los últimos 30 años hasta convertirse en el concepto

hegemónico para aludir a la organización económica del capitalismo actual,

utilizado, además, sin distinción de contenidos concretos, ideologías o intenciones.

David no titubea para enunciar sus ideas:

No se trata en absoluto de un concepto inocente, sino que está íntimamente asociado al

neoliberalismo económico imperante pese a que haya venido siendo utilizado también, de

modo más bien acrítico, como descripción del estado del mundo sustituyendo otros

conceptos más útiles y con más carga política como los de imperialismo o

neocolonialismo (…) La globalización conlleva un surgimiento de nuevas supra-naciones,

las cuales buscan constituirse en nuevos polos de poder económico, político y cultural.

(1999, p. 24).
170

Los recientes cambios en la estructuración objetiva del mundo y en la

experiencia subjetiva del mismo han contribuido a la visualización de la

globalización como un proceso homogenizador. En este sentido, se ha tendido a

subrayar con recurrencia la convergencia hacia un modelo económico, un

pensamiento, un estilo de vida, o sea, una cultura.

Para el jurista y sociólogo argentino, la globalización constituiría un nuevo

paradigma donde los países ricos organizan el sistema de facilitaciones,

movimientos económicos políticos y financieros en su propio beneficio,

asegurando una libre circulación “del centro a la periferia” en las áreas que les

favorecen, pero regulan brutalmente los movimientos “de la periferia al centro”,

entre ellos las migraciones.

La globalización produce un nuevo modo de división del trabajo donde los países y las

sociedades más pobres realizan actividades ilícitas cuyos producidos son utilizados

ventajosamente por los países poderosos, la economía del Primer Mundo. La

globalización no consiste en una homogeneización del mundo alrededor de parámetros

comunes sino la reconstrucción de espacios signados como centrales, marginales o

grises. Esta situación existe no solo a nivel global sino también en el interior de cada

Estado-Nación. Es así como las metrópolis concentran todos los beneficios de la cultura,

la economía y los avances civilizatorios, mientras otras áreas encuentran a sus

poblaciones más excluidas de esos beneficios y desde luego dedicadas a actividades

delictuales, que constituyen un nuevo modo de sociabilidad en las zonas de exclusión

(David, 1999, pp. 28-29).

La idea de global tiende a crear la ilusión de un mundo equilibrado y

equidistante, en el que se desarrollan en interacción creciente intercambios de


171

todo tipo: mensajes, dinero, influencias culturales, mercancías, etc. Un planeta en

el que se distribuyen en forma equitativa y homogénea los actores económicos y

sociales, emisores y receptores, productores y consumidores. Sin embargo,

analizando más de cerca la situación, se tornan notorias las contradicciones,

desigualdades y asimetrías: la direccionalidad e intensidad de intercambios

permiten apreciar polaridades espaciales y económicas, que concentran el poder

de decisión en el plano económico, político e informativo.

Los medios de comunicación poseen una participación activa en una

comunión de valores y normas en un tiempo dado. Tal es así, que comunicación y

comunidad no son dos dimensiones aisladas, sino dos caras de una misma

moneda. La comunicación de masas es parte central del proceso más totalizante

de la comunicación social y, si bien David no puede suscribir la idea de que la

realidad es lo que los medios dicen que es, considera que constituyen una

dimensión fundante de la construcción social de la realidad. Así es como los

medios contribuyen al establecimiento (nuevas convenciones significativas) y

extensión de las significaciones existentes y a la estabilización de las

convenciones No hay duda de que estas funciones representan enormes

responsabilidades, especialmente cuando pueden determinar, sea por acción u

omisión, conflictos con los derechos y las garantías establecidas para la

protección de la persona (David, 1999, p. 143).

La información es ante todo considerada como una mercancía. Al circular

como tal funcionan según las leyes de la oferta y la demanda. Esto hace que la

información que más circule sea la información que las empresas de comunicación
172

estimen que son las más demandadas por la sociedad, y por consiguiente son

aquellas que tienen mayor posibilidad de llegar al consumidor. Pero por otro lado,

la información que circula es la que responde a los intereses de los grupos

económicos que dirigen y controlan los medios de comunicación. Así, instalan un

tema en la sociedad con mayor o menor intención.

6.4.- El “Consumismo”

Una característica de la globalización tiene que ver con el consumo. En el

mundo actual, a la concentración de poder económico, desarrollo tecnológico y

fuerza bélica, corresponden localizaciones territoriales y políticas: las mismas

pueden referirse a algunas ciudades, o a un nivel nacional, o a empresas

multinacionales que dominan, en el ámbito de la innovación tecnológica, en el

plano financiero o en la producción y suministro de energía. También están

desigualmente distribuidos el control de las comunicaciones, la capacidad de

emitir y recibir mensajes y el poder institucional en el plano de lo simbólico

(Margulis, 1997, p.54).

Por tanto, cabría reflexionar acerca del empleo que le damos a la palabra

“globalización”. Mario Margulis sostiene que dicho término “contribuye a

deshistorizar los acontecimientos mundiales, proponiéndonos un mundo global

cuyas asimetrías, contradicciones y desigualdades aparecen naturalizadas ante la

velocidad de la información y la presunta racionalidad de los mercados” (Margulis,

1997, p. 55).

Los productos circulan a gran velocidad, porque también, a gran velocidad,

es el consumo. La gran tragedia cultural actual se relaciona con el consumismo,


173

diferenciándolo claramente del consumo. Refiere que el consumismo es “consumir

consumo”, mientras que el consumo es consumir algún objeto. Es decir, el

consumismo tiene que ver con el acto mismo de consumir. Y es tal el mandato que

empuja a consumir constantemente, que se consume hasta lo que no sirve.

Pareciera que el dicho popular de hoy seria “dime cuánto consumes y te diré quién

eres”.

Las masas consumidoras reciben órdenes en un idioma universal: la

publicidad ha logrado lo que el esperanto quiso y no pudo. Cualquiera entiende, en

cualquier lugar, los mensajes que el televisor transmite. En el último cuarto de

siglo, los gastos de publicidad se han multiplicado en el mundo. Gracias a ellos,

los niños pobres toman cada vez más “Coca-Cola” y cada vez menos leche, y el

tiempo de ocio se va haciendo tiempo de consumo obligatorio. Las cosas pueden

ser símbolos de ascenso social, salvoconductos para atravesar las aduanas de la

sociedad de clases. Cuánto más exclusivo, mejor: las cosas te eligen y te salvan

del anonimato multitudinario. La publicidad no informa sobre el producto que

vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en

compensar frustraciones y alimentar fantasías (Galeano, 2007).

La expansión de la demanda choca con las fronteras que le impone el

mismo sistema que la genera. El sistema necesita mercados cada vez más

amplios y más abiertos. El nuevo amo y su discurso, con su demanda continua de

consumo, difunden la fiebre compradora. Pero para la mayoría, esta aventura

consumista comienza y termina en la pantalla del televisor. La mayoría, termina

teniendo nada más que deudas para pagar deudas que generan nuevas deudas y
174

acaban consumiendo fantasías. Sin embargo, existe un número de personas que

a veces materializan estas fantasías delinquiendo.

Hoy vemos que los objetos de la vida cotidiana pierden su funcionalidad en

tanto objetos de uso para convertirse en nombres. En nombres que nos identifican

y nos dan una existencia. Ya no se trata solo de un par de zapatillas que nos

protejan los pies al caminar: debemos usar determinada marca y determinado

modelo para formar parte del sistema, para existir. Pero el problema se presenta

en el momento en que el mercado, el sistema, nos cambia constantemente las

leyes y nos descoloca, dejándonos completamente desorientados. Así, se

producen grandes crisis de valores y normas establecidas que se pierden en la

misma vorágine que impone el vertiginoso ritmo del mercado actual. La única ley

que pareciera tener vigencia, y que sostiene al sistema, es la “ley de igualación

obligatoria”. Todos somos iguales ante el consumo. Todos tenemos las mismas

posibilidades de adquirir los bienes y servicios que nos brinda el mundo actual. Sin

embargo, como ya se ha dicho, esto es una mera fantasía, que muchos alcanzan

a partir de la delincuencia.

Es tal el imperativo que nos empuja al consumo, que no solo se nos

imponen productos, sino también hábitos, modas, estilos de vida. Así a través de

una propaganda comercial estudiada minuciosamente, se van imponiendo ciertos

patrones de consumo que inducen a la población a comprar determinados

artículos, modos de vida en general. El problema se platea justamente con

aquellos sectores en los cuales la compra impuesta de una existencia está fuera
175

del alcance de sus manos. Cómo se inscriben en la sociedad actual, en el mundo

actual, todos aquellos que no pueden comprar su existencia.

Resulta relevante el concepto empleado por David de “discontinuidad

cultural” (David, 1999). Podríamos definir de un modo general a la cultura como el

conjunto de todas las formas y expresiones de una sociedad determinada. Como

tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser,

vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias.

Desde otro punto de vista se puede decir que la cultura es toda la información y

habilidades que posee el ser humano.

La UNESCO en 1982, declaró que la cultura da al hombre la capacidad de

reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente

humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella

discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre se

expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado,

pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas

significaciones, y crea obras que lo trascienden.

Retomemos a Pedro David quien nos dice que las migraciones frecuentes y

masivas y las guerras y los conflictos locales y regionales han esparcido por el

mundo minorías étnicas que son utilizadas como caldo de cultivo para multiplicar

las actividades de la criminalidad transnacional.

Ahora bien, ubiquemos esta situación al plano local. La explosión de las

migraciones en el territorio nacional, que son movilizadas por la esperanza de la

estabilidad laboral y un futuro en el que las necesidades básicas sean cubiertas,


176

miles de personas soportan el dolor del desarraigo en busca de lo mínimo

indispensable para vivir. El intercambio es desarraigo por un poco de dignidad,

lejanía y destierro a cambio de anhelo de trabajo.

Frente a estos hechos, es inminente el proceso de destrucción y

descomposición social a que el sistema capitalista en su forma actual nos empuja,

dado que el reordenamiento de los procesos de producción y circulación de

mercancías y el reacomodo de las fuerzas productivas, producen un excedente

peculiar: seres humanos que sobran, que no son necesarios para el nuevo orden

mundial, que no producen, que son consumidos, en suma, que son desechables.

Ahora bien, si existen sujetos que se encuentran por fuera del sistema, por

qué habrían de ajustarse a las leyes del sistema. ¿Qué valor puede tener la ley y

la norma de un sistema que los excluye y los deja sin existencia?

Son muchos los caminos que se abren a partir de esta reflexión. Son

muchas las preguntas que quedan aun sin respuesta. Queda una certeza: ya no

podremos ser cómplices silenciosos de lo que ocurre, porque creemos que se

puede hacer la diferencia, un mundo más humano es posible, pero necesitamos

replantear el lugar que ocupamos y las responsabilidades que el mismo implica.

6.5.- Una nueva modalidad de esclavitud

La perversión del capitalismo reside precisamente en un sistema social en

donde el todo-compacto es el modelo que siguen las partes. Un modo de suplir el

vacío central que es el hombre de tal manera pervertido, que su estructura se

resuelve en el ataque al vínculo social que lo instituye. Del capitalismo todos


177

somos víctimas. Su capacidad destructiva es extraordinaria. Lo manifiestan, entre

muchas evidencias (Imbriano, 2010):

1.- Las guerras: enseñanza de un goce irrefrenable, que necesariamente debe

ser repetido.

2.- El horror entusiasmado o el entusiasmo del horror: ¿Por qué las noticias

“policiales”, que venden más cuanto más horrorosas y obscenas, causan

adicción?

3. La complicidad: en todas partes los hombres se matan despiadadamente

entre sí ante nosotros. “No podemos hacer nada”, podría sostener algún

ingenuo, pero, a pesar de todo, somos cómplices. Curioso vínculo social: el

vínculo es sostenido por un pacto de utilidad y sino quienquiera es

desechable.

4. La igualdad: La globalización nos ha ofrecido un sueño narcisista,

proclamando un modo de vivir y gozar universal. Un mundo hecho para todos,

igual para todos. Si yo soy igual a los extranjeros, ya no existen los

extranjeros. Entonces, somos todos integrantes de una gran liga fraterna en

donde la pretendida solidaridad es siniestra.

5. Los desperdicios, o los desechable, los invisibles: En esa perspectiva, todo

es mercancía, y toda mercancía producida en este sistema no puede ser más

que un objeto efímero, ya caduco en el momento de su adquisición, y

destinado esencialmente a ser reemplazado por un nuevo objeto más

prometedor, y así sucesivamente. Por consiguiente, todo objeto puesto en

circulación en el mercado, lleva consigo una vocación de desecho. El


178

problema se plantea cuando no existe resto, y cuando el sujeto no entra en la

cuenta: queda invisible.

6. La degradación mercantilista: Asistimos al desastre de una sociedad

destituida de cualquier autoridad ética sufriendo los efectos sintomáticos de no

poder librarse de una degradación mercantilista más que a través de la

violencia. Queda constituido así el único sistema económico y social

intrínsecamente perverso existente en la historia, y ante ello nadie puede

dimitir su responsabilidad.

7. La doble fetichización de la mercancía y el logo: el “más de valor” del objeto,

hoy ha perdido su valor se encuentra en el logo, que funciona como fetiche.

Lo que queda oculto es el “menos de valor”: la depreciación infligida al

consumidor. Éste se encuentra sometido a la presión constante y siempre más

exigente de un empuje a volver a comprar, y si no puede seguir el ritmo,

queda reducido a ser “invisible”.

8. La Tecnocracia: Engolosinados por la globalización, solo tienen lugar los

dirigentes, también “objetos de reposición” que solo ocupan el lugar de

“gerentes” directores de negocios: Tecnócratas”, ya no gobernantes, que lejos

de velar por los valores en torno a la justicia, se dedican al estudio de cuadros

de ofertas y demandas, de costos, precios y monedas. Un sistema así no

puede sino extender el consumo cada vez más. Así, está asegurado que el

capitalismo produzca cada vez más objetos con los que se acrecienta el

empuje insaciable de objetos de satisfacción. En esa carrera, en ese círculo

infernal, cada mercancía se vuelve desecho desde el momento de su


179

adquisición. En este circuito entra también el hombre como mercancía, es

decir, como consumible. Su destino: quedar consumido y, como tal,

desechable.

El mundo, inmundo, está lleno de desechos, lo grave es que se ha

desechado, des-hecho, al sujeto.

Continuamos con nuestras interrogaciones: ¿De qué se trata cuando la

cultura está planteada por la gestión del capitalismo?

En las sociedades actuales, regidas bajo un capitalismo neoliberal,

entendemos que resulta imposible que los hombres se relacionen como

subjetividades plenamente constituidas. Mientras la primacía del principio de

equivalencia entre valores de cambio que rige las mercancías siga siendo el

modelo adoptado para las relaciones interpersonales, cosas y personas quedan

igualadas bajo la égida de un equivalente general que transciende toda

particularidad. Eso constituye una superlativa vulnerabilidad del sujeto en relación

a un propio deseo, rebajando el mismo o destituyéndolo por ciertas formas

espontáneas de encauzar la satisfacción a través de soluciones inmediatas. Se

organiza de este modo una lógica identitaria, favorable al mantenimiento del

sistema, que tiende a diluir lo particular en lo universal extinguiendo toda traza de

diferencia o singularidad.

Desde esta perspectiva, hemos considerado el status del objeto , pues

pareciera definirse de acuerdo con las relaciones que promueve, ya sea con los

hombres o con los otros objetos. Sólo a través de estas relaciones adquiere un

estatuto propio: de utensilio, de mercancía, de símbolo y de signo. Este último, el


180

“objeto-signo”, es muy peculiar. Su sentido ya no remite a ninguna relación

humana, sino a “la relación diferencial respecto a otros signos”. Es como si el

objeto-signo se autonomizara y se exteriorizase, o sea, se desligase de las demás

determinaciones funcionales, psíquicas y mercantiles, para regirse únicamente por

la lógica formal de la moda (Severiano, 2005, pp. 37-38.).

También hay otra lógica que preside el orden de los signos: es el orden

social. Una ley social, interiorizada por los individuos, dicta la necesidad de

renovación de los signos distintivos de consumo y los inscribe en una jerarquía

valorada socialmente, capaz de ejercer un fuerte control social. El objeto en su

forma sígnica contemporánea, no está en absoluto libre de las determinaciones

anteriores. En él están incluidas todas las etapas del desarrollo del sistema

capitalista, están presentes todas las significaciones históricas. No han

desaparecido, simplemente están ocultas. El signo, en realidad, no deja de ser la

abstracción última de un modelo general del sistema, que va desde la concreción

(valor de uso en las formas precapitalistas) hasta su forma sígnica más abstracta

(valor de signo de las sociedades de consumo), pasando por el valor de cambio

(capitalismo de mercado). El olvido de los niveles anteriores es lo que transforma

el signo en simulacro: ausencia absoluta de toda determinación. Se trata de una

doble fetichización, en la que se ocultan la historia del objeto y la del sujeto. Se

trata de un tipo de fetichismo de la mercancía lleno de las sutilezas que otorga la

publicidad, que se encarga de promover el misterio de duplicar el fetichismo,

utilizando la lógica de la satisfacción con fines mercantiles. El espacio de

visibilidad del valor de la mercancía es a la vez el espacio de invisibilidad de las


181

relaciones sociales subyacentes. Las relaciones entre cosas se autonomizan al

desligarse de sus elementos fundadores, las relaciones sociales. Es como si el

valor de ellas brotase, de la esfera de la circulación, emanando de la relación entre

las cosas mismas. En ese mundo “encantado” las relaciones sociales dejan de ser

la forma esencial. Con la actual expansión sin precedentes de una infinidad de

objetos de consumo, no sólo las relaciones de trabajo quedan camufladas bajo la

forma de mercancía, sino que a ella se incorporan cada vez más poderes

inmateriales. Ahora la mercancía, además de incorporar/alienar las relaciones

sociales que la han producido, incorpora y aliena también aspectos subjetivos

referentes a la felicidad, la libertad, la personalidad y la realización humana.

Existe una forma “fantasmagórica” que adoptan los objetos al transformarse

en mercancías, con el hecho de recibir un refuerzo complementario en el

capitalismo contemporáneo.

Nos encontramos en una época en donde el fetiche, ya no es el resultado

de un proceso psíquico singular, sino que es algo dado desde un ordenamiento

social ligado a lo económico. La ligazón a los objetos-logos como fetiche

pareciera, más bien, demostrar una densa continuidad entre lo imaginario y lo

simbólico, -no se distinguen- revelando un discurso social enajenante. No

podemos desconocer que las nuevas tecnologías de información-difusión

desempeñan un papel vital en este proceso, provocando procesos de

desterritorialización, ruptura de tradiciones, cambios culturales, pero sobre todas

las cosas, se ha producido una infatuación del sujeto sumergido en lo virtual: las

imágenes construyen la realidad, poblando el imaginario de un modo superlativo y


182

caótico, con una consecuencia: le confiere a lo imaginario la categoría de

experiencia.

La circulación contemporánea de los objetos de consumo, y la adhesión

masiva a ellos, si bien muestra características del objeto en tanto fetiche, nos lleva

a interrogarnos sobre los procesos psíquicos en la actualidad: ¿Por qué el fetiche

está regulado desde la publicidad y la industria? ¿Será este el origen de la

invisibilidad del hombre? ¿Es una evidencia de una subjetividad alienada? ¿Es

evidencia de suspensión subjetiva? ¿Es evidencia de que la cultura incide en lo

más íntimo de la subjetividad? ¿Es evidencia de que el discurso capitalista tiene la

intención de regular el metabolismo de goce subjetivo? ¿Es evidencia de un

imaginario continuo respecto a lo real? ¿Es evidencia de un simbólico fusionado

con lo imaginario? ¿Es por estos motivos que mato o muero, son alternativas que

no tienen distancia respecto de la realidad?

Queda planteada una cuestión: la adhesión masiva al objeto-logo le deja al

sujeto una sola posibilidad de discriminación entre virtual y real: la emergencia a

través de su patentización en lo real, aunque sea con el costo de la violencia en su

máxima expresión: mato o muero.

6.6.- La fetichización contemporánea

En las sociedades actuales, regidas bajo un capitalismo neoliberal,

entendemos que resulta imposible que los hombres se relacionen como

subjetividades plenamente constituidas. Mientras la primacía del principio de

equivalencia entre valores de cambio que rige las mercancías siga siendo el

modelo adoptado para las relaciones interpersonales, cosas y personas quedan


183

igualadas bajo la égida de un equivalente general que transciende toda

particularidad. Eso constituye una superlativa vulnerabilidad del sujeto en relación

al deseo, rebajándolo o destituyéndolo, y sustituyéndolo por ciertas formas

espontáneas de encauzar la satisfacción a través de soluciones inmediatas. Se

organiza de este modo una “lógica identitaria”, favorable al mantenimiento del

sistema, que tiende a diluir lo particular en lo universal extinguiendo toda traza de

diferencia o singularidad.

Estas consideraciones sobre el estatuto del objeto en el capitalismo nos

han llevado a las teorías de Carlos Marx. Para ello primero nos hemos orientado

en el capítulo sobre “Marx y el marxismo” que escribe Vicente Vázquez Presedo,

en versión del “El Capital” redactada por Julián Borchardt (1981). Realizamos una

lectura sobre “El proceso de producción del capital. Sección Primera. Mercancía y

dinero. Cap. 1. La Mercancía” a propósito de algunos temas como: valores de uso

y de cambio y fetichización de la mercancía.

Para Carlos Marx una mercadería es, fundamentalmente, un objeto que

satisface alguna necesidad humana con sus propiedades. Todo “bien útil”, debe

ser considerado bajo dos aspectos: el de su calidad y el de su cantidad. Cada bien

posee un gran número de cualidades y, por lo tanto, puede ser útil para distintos

fines. Es la utilidad de una cosa la que le confiere un valor de cambio, que está

determinado por las propiedades intrínsecas de la mercadería. El valor de cambio

aparece como la relación cuantitativa entre los valores de uso de dos bienes

distintos intercambiados. Tal cantidad de una mercadería normalmente es

cambiada por tal otra cantidad de otra mercadería: esto es su valor de cambio –
184

relación que constantemente varía con el tiempo y el lugar-. El valor de cambio

aparenta ser, entonces, algo accidental y totalmente relativo, parece residir

únicamente en la relación de las mercaderías con nuestras necesidades. Como

valores de uso, las mercaderías son básicamente distinguidas por su calidad;

como valores de cambio, solo pueden diferenciarse por la cantidad.

Si prescindimos de su valor de uso, las mercaderías solo conservan una

propiedad: la de ser “frutos del trabajo”. Pero, con esta abstracción, ya se ha

modificado también el fruto del trabajo, pues si dejamos de lado su valor de uso

también estamos prescindiendo de los elementos físicos y de las formas que lo

hacen un valor de uso. Sus propiedades visibles han sido eliminadas. Ya no está

más el resultado del trabajo personal de ningún trabajador en particular. Se trata

nada más que del producto del trabajo en tanto empleo, del empleo del trabajo

humano, con independencia de quien lo realizó. Los objetos que son frutos del

trabajo evidencian únicamente que su “fabricación” ha requerido el empleo del

trabajo del hombre, en ellos hay trabajo acumulado que queda oculto para el

comprador del objeto, éste se ha convertido en “producto-mercancía”.

El valor de una mercancía es equivalente al tiempo necesario para su

fabricación. En tanto que valores, todas las mercancías no son otra cosa que una

cierta masa de tiempo de trabajo cristalizado y permanecería constante si no

variara el tiempo de trabajo necesario para su fabricación. Pero este varía con

toda modificación en el grado de desarrollo de las ciencias y sus aplicaciones a la

tecnología, la forma en que se organiza el proceso productivo, el número y la

eficiencia de los medios de producción (Marx y Engels, 2001, pp. 25-28).


185

Vale preguntar: ¿Cómo es que el fabricante puede obtener por las mercaderías un

valor superior al que ha hecho intervenir para su producción?

Marx ofrece una ejemplificación para pensar la cuestión: el capitalista

necesita una cierta suma, digamos $100, para producir una cierta mercadería. Una

vez fabricada la vende en $110. El “valor adicional” de $10 no puede provenir de la

circulación, debe originarse en la producción. Continúa el autor haciéndonos

reflexionar a través de otro ejemplo: para producir un hilado, con los medios de

producción disponibles, como ser las máquinas, el algodón y otros elementos, a la

hilandería se le suministra trabajo. En la medida en que este trabajo es

socialmente necesario, “crea valor”. Agrega a las materias primas “un nuevo

valor”, al mismo tiempo que incorpora al hilado el valor de las máquinas

empleados, etc. Subsiste, sin embargo, la dificultad de que el capitalista en su

costo, “aparentemente, ha pagado el trabajo suministrado”. Pues el salario figura

también entre sus gastos de fabricación, al lado del valor de las máquinas,

edificios, materias primas y otros elementos. Y, efectivamente, paga ese salario

por el trabajo suministrado. Sin embargo, es evidente que el nuevo valor creado

por el trabajo de hilado no debe forzosamente corresponder al valor pagado como

salario. Puede ser mayor, y ahí se encuentra el origen de la “plusvalía”.

Históricamente, y con una presencia actual extraordinaria, un modo de aumentar

el plusvalía resulta de un súper plus cuantitativo de trabajo, de la prolongación del

tiempo dedicado al trabajo. Lo que el capitalista obtiene contra el pago del salario

es lo que le compra al obrero: su capacidad o fuerza de trabajo. Esta se convierte

en una mercadería en el mercado únicamente y tan solo porque su propio dueño


186

la pone en venta. Para que su dueño la venda como mercadería debe poder

disponer de ella, y por lo tanto, ser dueño libremente de su capacidad de trabajo,

de su persona. El y el poseedor del dinero se encuentran en el mercado y entran

en relación el uno con el otro como propietarios exactamente iguales, con la única

diferencia de que uno es vendedor y el otro comprador, es decir, ambos son

personas jurídicas guales. Esta relación solo puede subsistir si se cumplen como

condición que el dueño de la fuerza de trabajo tan solo debe vender el equivalente

de un tiempo “determinado” de este trabajo, pues si la vendiera en su totalidad se

vendería a sí mismo, y de dueño de una mercadería, se convertiría en mercadería.

Frente a esta panorámica, se presentan dos cuestiones:

1.- la naturaleza no produce poseedores de dinero o mercaderías por un lado, y

simples poseedores de fuerza de trabajo por el otro. Tal relación no tiene su

fundamento en la naturaleza, sino que es una relación social común a todos los

períodos de la historia, que varía según ella, siendo el fruto de muchas

revoluciones económicas y de la desaparición de una serie de antiguas formas de

la producción social.

2.- Respecto de la fuerza de trabajo como mercadería: ¿cómo se determina su

valor?

Atendiendo a estas preguntas Marx plantea la relación entre ambas a partir

de considerar el “valor de la fuerza de trabajo”. El valor de la misma, como el de

cualquier otra mercadería, está dado por el tiempo de trabajo necesario para su

producción. La fuerza del trabajo existe tan solo en función del individuo y, en

consecuencia, supone la existencia de éste. La producción de la fuerza de trabajo


187

depende de la conservación del individuo. Y, para conservarse, el individuo

necesita una cierta cantidad de medios de subsistencia. El tiempo de trabajo

necesario para producir la fuerza de trabajo se reduce al tiempo de trabajo

necesario para producir esos medios de subsistencia: el valor de la fuerza de

trabajo es el valor de los medios de subsistencia necesarios para conservar a su

poseedor.

Surge otra pregunta: ¿Qué se entiende por subsistencia?

El total de medios de subsistencia para mantener al trabajador

(alimentación, vivienda, vestido, salud, educación, jubilación y otros tales como

calefacción, etc.) varía de acuerdo a las épocas, los lugares, las culturas, pero

también de acuerdo a la ley de oferta y demanda. Históricamente, cuando hay

mayor oferta que demanda de fuerza de trabajo, como en el caso de países que

tienen desocupación, las más de las veces subdesarrollados, el valor de

subsistencia a veces se reduce a una magra alimentación y a una vivienda

reducida a un simple techo de chapa con piso de barro. El resultado es la

enajenación de la fuerza de trabajo (Marx y Engels, 2001, pp. 29-32). Se produce

una subordinación de la fuerza del trabajo al capital. Señalamos: ¿nuevas formas

de esclavitud?

Retomando el tema referido al valor de los objetos, Baudrillard (1976, p. 38)

propone que los objetos estarían gobernados por una lógica que los constituye y

les da sentido, a saber: 1.- Una lógica funcional del valor de uso (de las

operaciones prácticas, de utilidad); 2.- Una lógica económica del valor de cambio
188

(de la equivalencia, del mercado); 3.- Una lógica del cambio simbólico (del don);

4.- Una lógica del valor/signo (del status).

Desde esta perspectiva, el objeto se define de acuerdo con las relaciones

que promueve, ya sea con los hombres o con los otros objetos. Sólo a través de

estas relaciones adquiere un estatuto propio: de utensilio, de mercancía, de

símbolo y de signo.

Para el autor, la peculiaridad del “objeto-signo” es que su sentido ya no

remite a ninguna relación humana, sino a “la relación diferencial respecto a otros

signos”.

Al respecto comenta Severiano (2005): “es como si el objeto-signo se

autonomizara y se exteriorizase, o sea, se desligase de las demás

determinaciones funcionales, psíquicas y mercantiles, para regirse únicamente por

la lógica formal de la moda”.

La autora destaca que hay otra lógica que preside el orden de los signos: es el

orden social. Refiere:

Hay una ley social, interiorizada por los individuos, que dicta la necesidad de renovación

de los signos distintivos de consumo y los inscribe en una jerarquía valorada socialmente,

capaz de ejercer un fuerte control social (…) el objeto en su forma sígnica

contemporánea, no está en absoluto libre de las determinaciones anteriores. En él están

incluidas todas las etapas del desarrollo del sistema capitalista, están presentes todas las

significaciones históricas. No han desaparecido, simplemente están ocultas. El signo, en

realidad, no deja de ser la abstracción última de un modelo general del sistema, que va

desde la concreción (valor de uso en las formas precapitalistas) hasta su forma sígnica

más abstracta (valor de signo de las sociedades de consumo), pasando por el valor de

cambio (capitalismo de mercado). El olvido de los niveles anteriores es lo que transforma


189

el signo en simulacro: ausencia absoluta de toda determinación. Doble fetichización, en la

que se ocultan la historia del objeto y la del sujeto. (Severiano, 2005, p. 38).

Se trata de un tipo de fetichismo de la mercancía lleno de las sutilezas que

otorga la publicidad, que se encarga de promover el misterio de duplicar el

fetichismo, utilizando la lógica de la satisfacción con fines mercantiles. Recuerda la

autora que cuando Marx analizó el fetichismo de la mercancía

consideró que el valor de cambio –característico de la forma ‘mercancía’- oculta ‘una

relación social definida, establecida entre los hombres’. El carácter fetichista reside en

una especie de inversión de las relaciones reales, que quedan ocultas bajo la forma de

la mercancía. Esta, en su apariencia, pasa a mostrar solo una ‘relación entre cosas’,

cuando en realidad en la mercancía (…) están representados el gasto de la fuerza

humana de trabajo y las relaciones entre los productores (…) De este modo, las

relaciones sociales salen de escena y el trabajo humano queda reducido a un único

denominador común: el ‘valor de cambio’ de la mercadería (…) el espacio de visibilidad

del valor de la mercancía es a la vez el espacio de invisibilidad de las relaciones

sociales subyacentes (…) Las relaciones entre cosas se autonomizan al desligarse de

sus elementos fundadores, las relaciones sociales. Es como si el valor de las ‘brotase’,

ya den la esfera de la circulación, ‘emanado’ de la relación entre las cosas mismas. En

ese mundo ‘encantado’ las relaciones sociales dejan de ser la forma esencial.

(Severiano, 2005, p. 39).

Seguimos preguntando: ¿Será este el origen de la invisibilidad del hombre?

Cuestión que sabemos atañe superlativamente a la sociedad actual.

Severiano considera que existe una forma “fantasmagórica” que adoptan los

objetos al transformarse en mercancías, con el hecho de recibir un refuerzo

complementario en el capitalismo contemporáneo. Señala:


190

Con la actual expansión sin precedentes de una infinidad de objetos de consumo, no sólo

las relaciones de trabajo quedan camuflados bajo la forma de mercancía, sino que a ella

se incorporan cada vez más poderes inmateriales. Ahora la mercancía, además de

incorporar/alienar las relaciones sociales que la han producido, incorpora y aliena

también aspectos subjetivos referentes a la felicidad, la libertad, la personalidad y la

realización humana. Lo que en la época de Marx tenía apariencia de ‘cosa’ se

desmaterializa y pasa a tener una apariencia de signos, con significaciones

absolutamente intercambiables. En otras palabras, la transformación del objeto-signo

sigue encubriendo el carácter social del trabajo, porque el objeto sigue siendo mercancía,

solo que, como esta mercancía/objeto de consumo es valorada ahora en sus aspectos

sígnicos, incluso su naturaleza material tiende a diluirse y lo que aparece es el

movimiento de signos. (Severiano, 2005, p. 38).

La mercancía/objeto se transforma en un mero signo, cuyo significado viene

dado por el valor de consumo que está en relación a las relaciones sociales en el

sentido del status social que otorga ese signo –logo- que tiene un efecto de

mostración del valor de su poseedor, de su actitud y estilo de vida, abriendo la

posibilidad de que cuánto más costo económico tenga el logo, se le supondrá al

poseedor mejor estilo de vida.

Régis Debray, citado por Severiano, comenta:

los bienes se distinguen cada ver menos por la necesidad de su utlidad propia y cada

vez más por el deseo de su prestigio social. Las imágenes lanzadas al mercado no

escapan a esta regla. Abandonan su antiguo valor de uso individual –deleite, admiración,

etc.- y su singularidad concreta de obra para fundirse en liquidez, como signos

monetarios de estatus, marcas de riqueza (…) Vale por su precio. Ese devenir signo

monetario lo señala como fetiche deseable pero intercmbiable en una cadena sin fin de

transacciones. (Severiano, 2005, p. 40).


191

Consideramos que esta unidimensionalidad del objeto-signo se vuelve

totalizadora sobre la vida de los individuos, disolviendo y provocando una falsa

identidad que suspende la singularidad de cada uno.

El objeto-signo representado por el logo es un fetiche, en el sentido

freudiano del término, como un sustituto que vela la falta de objeto, como un

objeto que tapa la castración.

Pero debemos atender a una variación respecto de las consideraciones de

Freud: en ellas, se considera el fetiche como producto de un proceso psíquico

singular, en donde el fetichista elige una categoría particular de objeto, podríamos

decir, lo crea, lo construye. La circulación contemporánea de los objetos de

consumo, y la adhesión masiva a ellos, si bien muestra características del objeto

en tanto fetiche, nos lleva a tener interrogarnos sobre los procesos psíquicos en la

actualidad: ¿Por qué el fetiche está regulado desde la publicidad y la industria?

Nos encontramos en una época en donde el fetiche, ya no es el resultado

de un proceso psíquico singular, resultado de una posición del sujeto respecto de

la castración, sino que es algo dado desde un ordenamiento social ligado a lo

económico. La ligazón a los objetos-logos como fetiche pareciera, más bien,

demostrar una falta de posición del sujeto respecto de lo simbólico, y revelar un

discurso social en rechazo a la castración. No podemos desconocer que las

nuevas tecnologías de información-difusión desempeñan un papel vital en este

proceso, provocando procesos de desterritorialización, ruptura de tradiciones,

cambios culturales, pero sobre todas las cosas, se ha producido una infatuación

del sujeto sumergido en lo virtual: las imágenes eliden la realidad, poblando el


192

imaginario de un modo superlativo y caótico, con una consecuencia: le confiere a

lo imaginario la categoría de experiencia.

6.7.- Sobre la gestión utilitarista y la violencia

La gestión comercialista del capitalismo posmoderno, máxima expresión del

utilitarismo, opera como estado de excepción. Sintetizaremos brevemente alguna

de las características de esta gestión:

1. El hombre logra intervenir sobre la naturaleza creando entes, es por ello que

se puede entender por mundo la totalidad de los entes creados (¡Pensar que

mundo significa limpio!)

2. Hay demasiados objetos y es necesario hacer algo con ellos. La gestión

comercialista actual se ha descompuesto: hay demasiados objetos, para

ubicarlos es necesario aumentar el consumo. Con oferta se genera demanda

–¡llame ya y se llevará uno más y gratis!-.

3. El sujeto queda fuera de consideración.

4. Se conforma una ecuación sustitutiva en donde se sustituyen los términos:

cosa – producto – mercancía – marca – logo.

5. Hiperinflación del logo originando una doble fetichización: de la mercancía y

del logo. E, industrialización del logo: consumismo de logos, más allá de los

objetos.

Enumeraremos algunos factores que posibilitan el consumismo:

1. Detrimento del ordenador de la ley paterna en lo simbólico (hay exceso de

simbólico desordenado).
193

2. Falta de mecanismos inhibitorios, disminución o ausencia de represión como

mecanismo psíquico.

3. Economía psíquica gobernada por la satisfacción inmediata que lleva al

empuje del exceso pulsional.

4. Ficción de igualación obligatoria entre los miembros de la sociedad.

5. Aumento de la rivalidad con el semejante: lucha por las diferencias (no se

soportan por el empuje a la igualación).

6. Falta de apaciguamiento simbólico que regule la relación entre lo homogéneo

y lo heterogéneo.

7. Aumento de la fascinación por lo virtual. Grave confusión entre virtual y real

que llevan a la infatuación.

8. Resolución de conflictivas con el semejante en lo real: golpes, guerras-

homicidio.

Reflexionamos: En la actualidad nos encontramos con una de las caras

más horrorosas de las consecuencias de la violencia: el aumento superlativo de

homicidios cometidos por menores.


194

CAPITULO VII

UN DISCURSO DE ESTILO COMERCIALISTA

7.1.- El inconsciente estructurado como un lenguaje y el sujeto efecto de

discurso: lo intersubjetivo.

En el Diccionario de Psicoanálisis realizado bajo la dirección de Roland

Chemama (1998) se define discurso como:

Organización de la comunicación, principalmente del lenguaje, específica de las

relaciones del sujeto con los significantes, y con el objeto, que son determinantes para el

individuo y reglan las formas de lazo social (...) El psicoanálisis distingue

funcionamientos, en número restringido, que obedecen a las estructuras en las que cada

uno se encuentra comprometido (...) diversas formas que puede tomar la relación del

sujeto con su deseo, o con su fantasma, con el objeto que intenta reencontrar o con los

ideales que lo guían.(...) El psicoanálisis lleva a poner el acento no en una subjetividad,

sino en su sujetamiento, entendiendo por ello lo que puede determinar a un sujeto,

producirlo, causarlo, o sea, su historia, y, más precisamente, la historia de un decir, el

que estaba ya antes incluso de su nacimiento en el discurso de sus padres, el que desde

su nacimiento no cesa de acompañarlo y de orientar su vida en un ‘tú eres eso’ (...) Aún

antes de establecer relaciones que sean propiamente humanas, ya se determinan ciertas

relaciones (...) La naturaleza proporciona significantes –para llamarlos por su nombre-, y

estos significantes organizan de una manera inaugural las relaciones humanas, dan las

estructuras de estas relaciones y las modelan. Para nosotros lo importante es que en

esto vemos el nivel donde –antes de toda formación el sujeto, de un sujeto que piensa,

que se sitúa en él- algo cuenta, es contado, y en ese contado ya está el contador. Sólo

después el sujeto ha de reconocerse en él, y ha de reconocerse como contador. (pp. 110-

111)
195

Lacan, retomando consideraciones freudianas, definió al sujeto como efecto

de discurso, como un hablante-ser, en el sentido de ser habitante del lenguaje.

Pensamos que es la lección que Freud nos legara el hecho de haber estatuido la

relación del sujeto al lenguaje. Freud arroja sobre la mesa científica de su época el

tratamiento del hombre en tanto que habita el lenguaje, pero no por el hecho de

ser un sujeto parlante, sino en el sentido de que el lenguaje lo constituye como

sujeto. También, entendemos, es una enseñanza freudiana, aquella por la cual se

concibe que el lenguaje define a la cultura, es decir, a aquél lugar teórico que

Lacan denomina el Gran Otro, y que llevará a este autor a considerar que el

inconsciente está estructurado como un lenguaje.

Lacan, en su camino de retorno a Freud, propone: “El inconsciente está

estructurado como un lenguaje” y refiere:

Antes de toda experiencia, antes de toda deducción individual, antes de que se inscriban

en él las experiencias colectivas que se refieren a las necesidades sociales, algo

organiza este campo, inscribe en él las líneas de fuerza iniciales. Es la función de Claude

Lévi-Strauss nos presenta como la verdad de la función totémica. (Lacan, 1987b, p. 28).

Es fundamental considerar que toda estructura se funda sobre la

interdicción del goce, en donde la constitución del sujeto conlleva una doble

renuncia: la renuncia al ser, de donde advendrá un sujeto falta en ser, y, la

renuncia al goce. En esta operación es la inscripción del S1 la operación

fundamental que no será sin consecuencias: la emergencia del sujeto en tanto que

dividido ($ sujeto tachado) y la producción de un objeto en tanto que perdido (a).

De este modo, podemos considerar al S1 como un soporte para el $ y para el a.


196

La inscripción del S1 implica un salto que va del caos al cosmos, de la

naturaleza a la cultura, del instinto a la pulsión, de la cosa a la mercancía

(Imbriano,A.1993), diremos: del caos a la contabilidad, cont-a-bilidad (Lacan,

1977), en tanto esta última se sostiene en una estructura.

Será por la interdicción del goce operada por el Nombre-del-Padre, para

seguir la pista freudiana, que se funda una estructura. Lo que está en juego es la

renuncia al goce de la madre, a ese goce cerrado y mortífero. Lo que llamamos

interdicción del goce es el “no” del padre: “no te acostarás con tu madre, no

reintegrarás tu producto”. Este es un punto clave en la teoría freudiana en tanto

que da cuenta del tratamiento que por la ley se hace de ese objeto primario que es

la madre. La ley de prohibición del incesto hará que ese objeto del incesto sea un

bien prohibido y esté para siempre interdicto. El inconsciente estructurado como

un lenguaje, cifrado por ecuaciones de valor que encierran el secreto de una

verdad sobre la función totémica, habla de ello.

7.2.- Las modalidades discursivas como modos de lazo social

Las modalidades discursivas muestran los modos de lazo social.

Lo que produce un sujeto, como ser dependiente del lenguaje, es que un

significante venga a representarlo ante todos los otros significantes, y por ello

mismo, a determinarlo. El sujeto es el efecto del lenguaje, y una de las

consecuencias es que la relación con el objeto no es directa, sino que entra en la

dependencia de la demanda y su deseo solo podrá leerse entre líneas. Nos

parece importante recordar que Lacan elabora la teoría del objeto a para referirse

ya no al objeto supuesto como disponible, de la necesidad, del consumo o del


197

mero intercambio, sino un objeto radicalmente perdido. Luego pensaremos las

variaciones de esta condición del objeto en el discurso capitalista.

Lacan elabora un algoritmo en donde S1 designa a un significante que

representa al sujeto ante el conjunto de los significantes S2, designado como

saber. S está tachado ($ barrado) para indicar que no es un sujeto autónomo, sino

determinado por el significante. En este algoritmo se nota que no hay una relación

directa entre $ y a, (los denominadores) porque no hay acceso directo del sujeto al

objeto.

La presentación formalizada del algoritmo del discurso se realiza, en

primera lógica, desde lo que Lacan denomina “discurso del amo” y que mostrará

se trata del discurso del inconsciente. A su vez, este nombre marca claramente

que, al mismo tiempo que se trata de la constitución del sujeto como tal, también

se trata del sujetamiento político (se trata de la misma operación). Así, la manera

en que un sujeto se somete a la enunciación de un mandamiento muestra su

adhesión a una determinada palabra maestra-política (maître.mot) (Chemama,

1998, p. 112). El lado izquierdo del algoritmo se escribe:

Del mismo modo, hay un paralelo posible entre el estatuto radicalmente

perdido del objeto para el sujeto y la plusvalía designad por Marx como aquello a

lo que el trabajador debe renunciar, pero también aquello que el capitalista debe

reinvertir en su mayor parte en la producción. Por ello el nombre “plus-de-gozar”,


198

que implica no gozar más, pero también un plus de gozar. El lado derecho del

algoritmo se escribe:

En la teoría de los discursos de Jacques Lacan, siguiendo sus

formulaciones en el Libro 17 (1992, pp. 29, 42, 57, 73) y en Radiofonía (2001, p.

447), se han formalizado cuatro discursos, pudiendo operarse pasajes de uno a

otro, según se cumplan dos condiciones: 1.- la impotencia de que el producto se

encuentre con la verdad; 2.- la imposibilidad para reducir el térmico que funciona

como agente al otro término (al término que funciona como Otro, por ejemplo: S1 y

S2 en el discurso del amo).

En la formula discursiva se ponen en relación los siguientes lugares:

Una alternativa de lectura posible es: un agente posicionado respecto de

“su” verdad, interviene sobre otro, causando una producción. También Lacan nos

ofrece una variación de la misma relación:


199

Cuya alternativa de lectura posible es: un agente, sostenido desde “su”

evocación, interviene sobre otro, maniobrando “su” elaboración, y causando “su”

producción.

Señalaremos algunas cuestiones elementales, retomando algunas

cuestiones que nos servirán para plantearnos las transmutaciones sufridas en el

discurso por la globalización del capitalismo.

El discurso fundamental, o discurso del discurso del inconsciente es el

“discurso del amo”, que se define por la distinción entre el significante amo

respecto del saber, en el cual se cumple que el significante es lo que representa al

sujeto para otro significante, “puede manejarse por entero con esta relación de S1

con S2 (...) el sujeto se encuentra vinculado con todas las ilusiones que eso

comporta, con el significante amo, mientras que la inserción en el goce se debe al

saber”. (Lacan,. 1992, p. 97).

Lacan señala que si el deseo del hombre es el deseo del Otro, podemos

establecer esta relación:


200

Nota: siempre se trata de pérdida de goce, de donde se extrae la función de

plus de goce.

Las “funciones propias del discurso pueden hallar distintos emplazamientos.

Esto es lo que define su rotación por esos cuatro lugares” (Lacan,J. 1992, p. 97).

Mediante una rotación de un cuarto de vuelva opera el pasaje de discurso:

hacia la derecha, sentido dextrógiro, pasamos al discurso de la histeria; hacia la

izquierda, sentido levógiro, pasamos al discurso de la universidad.

Jacques Lacan ubicará los cuatro matemas fundamentales en los lugares

del discurso, utilizando $ (sujeto tachado), S1, S2 y a.

Respecto de las condiciones que se deben cumplir entre los términos del

discurso destaca: “la estructura de cada discurso necesita allí una impotencia

definida por la barrera del goce, a diferenciarse como disyunción, siempre la

misma, de su producción a su verdad”. (Lacan,.1971).

Propone una estructura tetraédrica, para mostrar la relación de los términos

en el discurso, y aclarando que de las seis aristas del tetraedro, una debe estar

rota como condición del la circulación en la formulación discursiva. De la

combinatoria, destaca cuatro modos discursivos, en donde el orden correlativo de

los significantes no se altera (tal como las lentes en la metáfora del microscopio

complejo de Freud aplicada a su teoría sobre las localidades psíquicas). Existe

una matriz que debe permanecer inalterada, en donde el orden (marcado por las

fechas) representa una legalidad que produce un imposible.

Al respecto Pablo Peusner en su libro “El niño y el Otro” refiere: “Es

imposible que las flechas circulen en los otros sentidos contrarios a los que están
201

circulando. Es imposible invertir flechas, determina relaciones imposibles,

determinaciones imposible, a la vez que vuelve necesarias ciertas otras” (2008, p.

68).

Discurso del amo o discurso del inconsciente

Marcado por la relación de imposibilidad entre S1 y S2.

Discurso de la histeria (rotación dextrógira)

Marcado por la impotencia entre S2 y a

Discurso de la Universidad (rotación levógira)

Marcado por la impotencia entre $ y S1

Discurso del analista

Marcado por la imposibilidad entre $ y a

Nota: $ debe leerse “sujeto tachado” y escribirse con la barra sobre la S.


202

7.3.- El sujeto efecto de discurso y su relación al discurso capitalista

Si aceptamos que el sujeto se constituye en relación al Otro como efecto de

discurso, debemos investigar la implicancia del discurso sobre el sujeto, sus

variaciones y efectos. Nos interesa a propósito de establecer relaciones entre el

“estado de excepción” y la violencia, y. la transformación del Discurso del Amo en

Discurso Capitalista. El inicio del siglo XXI nos deja frente a un hecho consumado:

el discurso capitalista se ha globalizado funcionando como “estado de excepción

moderno, generando el más poderoso estilo de gobierno imperial” (Imbriano, A.

2010).

La relación del discurso capitalista con los procesos de globalización no es

ajena a las crisis normativas, necesariamente las causan, generando grandes

cambios en la relación entre sujeto y la satisfacción pulsional causando un

metabolismo del goce con un fuerte predominio de la pulsión de muerte.

Una de sus características regentes son los procesos de legitimación de lo

ilegítimo transmitidos por un discurso que no es otro más que la tergiversación:

prestidigitación que produce un amo humillado y hasta abolido, y un pueblo

esclavo de un goce pulsional sin freno. Lacan nos advierte respecto de su

letalidad: “lo único que tal vez podría introducir…una mutación (es) lo real

desnudo, no la verdad” (Lacan, J.1992, p. 188). Nos preguntamos, ese real

desnudo es: ¿La violencia? ¿La muerte?

La economía subjetiva está vinculada con las leyes simbólicas de la cultura,

es válido entonces, pensar al discurso capitalista como un modo de articulación

entre subjetividad y época.


203

Un progresivo debilitamiento de las leyes simbólicas a través de la

sustitución del discurso del padre por el discurso de un amo multinacional, la crisis

de límites y el empuje al exceso, facilitan el imperio del ideal de consumo. En pos

del sostenimiento de ese ideal, todo es válido, para consentir a “his majestic the

global baby”. (Imbriano, 2010) En ese marco el superyó define el empuje a la

satisfacción pulsional –goce- con un imperativo casi irrefrenable.

Tomando como marco una posmodernidad que funciona como purgatorio

tánato-político, se destaca una relación de intimidad entre el colapso del Estado, la

mundialización mercantil y el poder de la mas-media (Imbriano, 2011). A su vez, el

debilitamiento de la función simbólica que los estados de excepción generan,

conlleva a un detrimento de la elaboración subjetiva y social de los violentos

traumas sufridos por el ejercicio de los mismos. Más aún, empuja a mayor

violencia, fundamentalmente bajo el modo de industrialización de lo delictivo, que

puede aparecer en forma disimulada u obscena, pero siempre se trata de la

industrialización de la muerte: los consumidores se convierten en consumidos, se

notifican tarde, cuando el acto está consumado.

El ideal de consumo se establece como un fenómeno de masas, en donde

los individuos se identifican, con un ideal de igualación que conlleva al aumento de

la agresión narcisística. En estas identificaciones destacamos la importancia de

dos características: a.- circularidad e indiferenciación entre realidad y virtualidad;

b.- fusión entre la verdad y el ser. El proceso lleva a la infatuación del sujeto

(Lacan, 1978, pp. 86-88). Y, en el transcurso, se posibilita el franqueamiento de

toda ley y tal como en la construcción freudiana sobre la horda primitiva, una
204

primera resolución es matar. La pulsión de muerte predomina sin mayores

obstáculos, queda al descubierto la pulsión homicida primordial. (Lacan, J. 1987a,

p.338).

La deficiencia de lo simbólico a causa del fracaso de su ordenamiento deja

al sujeto atrapado en la fascinación de la imagen, y expuesto a una pendulación

imaginaria sin salida, en donde la relación con el semejante queda sujeta a la

máxima agresividad (Lacan, 1984a, p. 45.): mato o muero son los hechos

consumados que nos muestran obscenamente los noticieros actuales. Cada día,

día por día, los medios de comunicación atrapados por la gestión del discurso

capitalista nos alimentan de imágenes, y hacen lo suyo, su “juegos de manos” -

alusión referida por Lacan respecto de la pulsión en “El Seminario 11” (Lacan, J.

1984a, p. 176.) - para generar una adicción a la saturación. El sujeto se identifica

en la máxima satisfacción, produciéndose un nivel muy alto de alienación y

predominio de la identidad de percepción. Consecuentemente, la falla en el

entrecruzamiento simbólico-real regulada por la operatividad de la ley, deja al

sujeto sin defensas simbólicas frente a lo real. El sujeto queda expuesto a la

emergencia de lo real. Frente a las falencias en la castración simbólica, la tensión

imaginaria se resuelve en lo real: mata o se mata.

El discurso del capitalismo confecciona una cultura que hace desaparecer

al hombre en su singularidad: construye una trasmutación, para tratar de superar

toda imposibilidad. Lo que nos interesa destacar es que la imposibilidad que trata

de diluir este discurso, es justamente una imposibilidad estructural, la de

encontrar “el objeto perdido desde siempre” - nos referimos al objeto en su


205

estatuto freudiano-. De ello derivan sus consecuencias: un sujeto absolutamente

lejos del deseo, desubjetivado, o suspendido, atrapado en la dormidera inercial del

goce. Nos interrogamos: La imposibilidad de producción del sujeto en tanto

deseante, ¿es directamente proporcional a su desubjetivación? ¿La

desubjetivación consecuente es equivalente a una suspensión subjetiva? ¿Se

trata de la producción de un sujeto de goce?

La ciencia, con su gran producción de objetos, anima al discurso capitalista,

y promueve tantos objetos que permite que el ojo se nutra con una cantidad jamás

vista. Y, en estas formas se enmascara la posición del goce que está difundido en

estos objetos de la ciencia. Lo que produce es un “exceso de goce”.

El consumismo actual tiene como objetivo la producción del “individuo de la

posesión”. La sociedad capitalista, comprometida con la continua expansión de su

producción, genera un marco simbólico restrictivo, que en última instancia genera

una ‘economía psíquica’ (Ferguson, 1996, p. 205), en donde la voluntad de

posesión reemplaza al deseo.

La dependencia a los objetos se extrema bajo la creencia de poseer la

libertad de estar al alcance de ellos y los individuos realizan su vida según un

modelo que quiere imponer una identidad común. Los compradores-consumidores

pueden encontrar el consuelo de tener la impresión de pertenecer a alguna

comunidad en donde la ausencia de diferencia y el sentimiento de ‘todos somos

iguales’ es atractivo. La trampa es que el sentimiento de identidad común es una

falsificación de la experiencia: “los que han ideado y supervisan los templos del
206

consumo son, de hecho, maestros en el engaño y artistas embaucadores”.

(Sennett, 1996, p. 34)

La política es la gestión de un discurso, entendiendo como “gestión” el

provecho por hacer funcionar un discurso. Toda gestión implica la situación de

términos o elementos relacionales en lugares de causación, de un modo particular

en cada discurso. Por tanto, hay política en todo discurso, y éste es un modo de

lazo social. Es necesario tener presente que: Todo hecho necesita de un discurso

que lo diga, pero también, el hecho es significado según el discurso que lo dice o

lee. Todo discurso vincula de una manera determinada sus elementos. Un

discurso constituye el modo en que se transmiten los puestos simbólicos, la raza

de los amos y no menos la de los esclavos (Lacan, 1984b).

A lo largo de la historia, se ha comprobado que todo discurso lógicamente

se ve restringido a ciertas operaciones e imposibilitado para otras, disyunción

lógica entre verdad y producción (Lacan, 1977).

En el discurso del capitalismo, la transmutación consiste en el cese de las

restricciones, de la imposibilidad y la disyunción.

Jacques Lacan, desde 1969, en el Seminario “El reverso del psicoanálisis”

ha formulado y formalizado, a través de los matemas psicoanalíticos, cuatro tipos

de discursos: del amo, de la universidad, de la histeria, del psicoanalista.

Nos referiremos directamente al discurso capitalista, que nos ocupa, y lo

compararemos con el discurso del amo, pues es una de sus variantes.


207

Nota: $ debe leerse como “sujeto tachado” y su escritura lleva una barra sobre la

S.

Esta variación es producida por una reversión del lado izquierdo de la

fórmula que queda alterado en sus términos y en su relación:

 En el “discurso del amo”, el sujeto queda determinado por la verdad, lo que se

escribe S1 sobre S tachada. En cambio:

 En el “discurso del capitalismo”, el sujeto opera sobre el significante amo como

verdad, esto quiere decir que el sujeto dirige la verdad, por eso este discurso

supone el rechazo de la castración. Es una verdad dirigida, construida, desde

el sujeto tachado que encubre su tachadura con un significante amo,

absorbiendo o succionando objetos-partenaire proporcionales, quedando

coagulado. La producción es engañosa, porque el discurso ofrece objetos

anticipadamente. El objeto determina al sujeto.

Los aportes de Pablo Peusner, a partir de realizar una transformación del

grafo (a partir de una indicación de Marc Darmon) nos resultaron muy

esclarecedoras para verificar las diferencias entre el discurso del amo y el discurso

del capitalismo. Muestran el cambio de estatuto del lugar de la verdad.


208

Peusner (2008) se ocupa del funcionamiento del lugar de la verdad, “puesto

que determina a todo el discurso, sin recibir determinación alguna” (p. 68) y

mostrará las diferencias entre el discurso del amo y el discurso del capitalismo.

Propone el siguiente esquema (p.68):

Las flechas marcan la circulación del discurso marcando la dirección de la

intervención.

Discurso del Amo

Observar: desde el lugar de la verdad solo parten flechas, no se reciben.

Entendemos que las flechas marcan la dirección de la intervención.


209

Discurso del Capitalismo

Observar: Si bien la circulación entre Agento, Otro y Producción queda igual

que en el Discurso del Amo, la Verdad recibe una flecha desde el Agente y desde

el Otro. Entendemos que las flechas marcan la dirección de la intervención.

En el esquema queda evidente el cambio de circularidad de las fechas.

¿Qué significa?

El discurso del amo está determinado desde el lugar de la verdad, pero se

pone en movimiento a partir de la acción del agente. Peusner (2008) refiere:

Partiendo de esta escritura es posible ver con claridad que la verdad es no-toda. Hay una

incidencia de la verdad sobre el sistema, pero el sistema no puede volver ahí. Que

ninguna flecha conecte al circuito con la verdad, se puede leer como que no hay ninguna

posibilidad de que ese sistema alcance para decirlo todo. (...) Si no existe toda-la-verdad,

el sujeto puede sentir algún respiro en la moderación de cierta exigencia para decirla toda

(...) Mientras el discurso gira, se produce ese espacio intermedio entre los términos que

conforman el ciclo del agente-Otro-producción. En la escritura clásica de los discursos

ese espacio no se ve. Puesto que la verdad queda como algo real, como algo imposible

de alcanzar desde el discurso”. (p. 69)


210

En el esquema se puede observar que las flechas parten del lugar de la

verdad, y que ninguna flecha llega a ese lugar, es decir, se cumple que es algo

imposible de alcanzar.

Lacan advirtió sobre que el discurso capitalista es astuto y marcha, funciona

velozmente hasta su consumación, se consume. Lacan plantea que está

destinado a reventar.

Las fallas en el orden simbólico de la época actual modificaron el discurso:

el agente (S1) y el Otro (S2) intervienen sobre la verdad ($), manipulándola. Esta

maniobra produce la posibilidad de sostener una apariencia de verdad indiscutible.

Esta mutación permite al mercado dictaminar “verdades” como imperativos

incuestionables que dejan al sujeto alienado en ellas. A su vez, este tipo de

circulación posibilita que lo que ocupa el lugar de la verdad pueda cambiar y de

modo acelerado. Si sobre la verdad se puede intervenir de tal modo que pueda

cambiar aceleradamente, se deslegitima permanentemente el estatuto de verdad.

Lo único que queda como referencia es el dictamen del mercado, no la verdad. El

agente y el Otro fabrican un mercado que se revela a través de un producto. El

nombre de ese producto es elevado a la categoría de verdad. El discurso es

perverso porque el agente y el Otro actúan en complicidad otorgando estatuto de

verdad a un objeto, a sabiendas de que va a ser sustituido rápidamente por otro.

Consecuencias: El discurso del capitalismo produce:

1. La forclusión del discurso del padre en la cultura, y su sustitución por el

discurso del capitalismo, de un amo multinacional oculto que “manda-verdad”.

2. Una inflación del Yo ideal.


211

3. El reinado de un Superyó gozador por excelencia.

4. El predominio de la función del objeto como elemento de goce y la aniquilación

de su estatuto en tanto causa de deseo.

7.4.- El sujeto tomado por lo pulsional

Por otro lado, sabemos que el estatuto de la pulsión depende de la

demanda del Otro (Lacan, 1987b, p. 187), que es ella la intervención necesaria

para la regulación de la pulsión. Este Otro que demanda, está sostenido en un

discurso, y serán diferentes las demandas del discurso del amo respecto del

discurso del capitalismo. En el primero la producción es la reiteración del objeto

perdido. En el segundo, la producción es anticipada, y se trata de un objeto-de-

goce.

La pulsión debe ser considerada bajo el acápite de la tensión (Lacan,

1987b, p. 188), y allí el sujeto es acéfalo. Es decir, el sujeto está “tomado” por la

intervención del Otro que lo altera.

El camino de la pulsión es la única forma de transgresión permitida al sujeto con respecto

al principio del placer. El sujeto se dará cuenta de que su deseo no es más que un vano

rodeo para pescar, engarzar, el goce del Otro, en la medida en que al intervenir el Otro, el

sujeto se dará cuenta de que hay un goce más allá del principio del placer. Las pulsiones

están instaladas en el límite del mantenimiento de una homeostasis. En la medida en que

la pulsión pone de manifiesto el forzamiento del principio del placer, se hace patente que

más allá del Real-Ich interviene otra realidad… (y) esta otra realidad es la que otorga a

ese Real-Ich su estructura y diversificación. (Lacan, 1987b, pp. 190-191).


212

Entendemos que esa otra realidad es el goce del Otro, de un Otro que es

tal en tanto discurso. En esta dimensión, el sujeto se hace objeto de una voluntad

ajena.

Nuestra hipótesis es que el sujeto efecto del discurso capitalista, que

padece los denominados síntomas contemporáneos, viene a mostrar la mentira

del “vale-para-todos”. El exceso de goce no puede tramitarse y aparece, en una

doble vertiente: suspensión subjetiva en lo simbólico y patentización del sujeto en

lo real.

En síntesis, la gestión mercantilista/utilitarista lograda a través de la globalización,

funciona como poder que se ejerce imperialmente. Evidencia de ello es el

imperativo “llame ya” utilizado por los recursos publicitarios actuales.

El discurso comercialista funciona como un modo particular de estado de

excepción, es un recurso geopolítico, cuya consecuencia es un modo de goce

exuberante del cual el sujeto responde a través de la violencia (auto y

heteroagresión) en lo real. Considerando que el sujeto queda atrapado por la

fascinación del horror frente a las imágenes de dominación y violencia que

consume y por las cuales es consumido, vale poner en consideración la

posibilidad que el sujeto, se patentice como tal, en lo real, a expensas del empuje

a la violencia.

Sintetizando: La gestión comercialista globalizada funciona como un nuevo

estado de excepción, cuya consecuencia son: a) la creencia en una libertad

superlativa ficticia, en tanto la instauración de la creencia de que todos tienen

igualdad para adquirir objetos-logos; b) la creación de poblaciones cautivas para


213

consumir; c) el ocultamiento de la generación de un nuevo modo de esclavitud. De

este modo, se puede industrializar la vida, pero también implica modos de

industrializar la muerte, ejemplo de ello son los sicarios, los niños-mula, los niños-

soldados o los homicidios sin razón -aparentemente inmotivados- que cometen los

menores en la sociedad actual.

Para finalizar, retomamos a Marina, pues nos ofrece una alternativa. Para

él, como ya lo hemos explicitado, la tensión de los sistemas normativos es

necesaria y constituyente. No es ingenuo respecto de las problemáticas actuales y

la crisis del orden jurídico a la que asistimos, frente a la cual propone: “la creación

de la tensión como parte del trabajo de resistencia no violenta (...) hay un tipo de

tensión constructiva, que es necesaria para el progreso” (Marina, 2008, p.129).

7.5.- Sobre la gestión utilitarista y la violencia

Consideramos que la gestión comercialista del capitalismo posmoderno,

máxima expresión del utilitarismo, opera como estado de excepción.

Sintetizaremos brevemente las características de esta gestión:

 El hombre logra intervenir sobre la naturaleza creando entes, es por ello que

se puede entender por mundo la totalidad de los entes creados (¡Pensar que

mundo significa limpio!).

 Hay demasiados objetos y es necesario hacer algo con ellos. La gestión

comercialista actual se ha complejizado y quizás descompuesto: hay

demasiados objetos, para ubicarlos es necesario aumentar el consumo. Con

oferta se genera demanda – ¡llame ya y se llevará uno más y gratis!-..


214

 El sujeto queda fuera de consideración, forcluido.

 En la gestión comercialista: se conforma una ecuación sustitutiva en donde se

sustituyen los términos: cosa – producto – mercancía – marca – logo.

 La hiperinflación del logo origina una doble fetichización: de la mercancía y

del logo, generando la industrialización del logo: consumismo de logos, más

allá de los objetos.

 Enumeramos algunos factores que posibilitan el consumismo:

 Detrimento del ordenador de la ley paterna en lo simbólico (hay exceso de

simbólico desordenado).

 Falta de mecanismos inhibitorios, disminución o ausencia de represión como

mecanismo psíquico.

 Economía psíquica gobernada por la satisfacción inmediata que lleva al

empuje del exceso pulsional.

 Ficción de igualación obligatoria entre los miembros de la sociedad.

 Aumento de la rivalidad con el semejante: lucha por las diferencias.

 Falta de apaciguamiento simbólico que regule la relación entre lo homogéneo

y lo heterogéneo.

 Aumento de la fascinación por lo virtual. La grave confusión entre virtual y real

lleva a la infatuación.

 Resolución de conflictivas con el semejante en lo real: homicidio.

A modo de homenaje a Lacan, que anunció estas problemáticas en

“Introducción a las funciones del psicoanálisis en criminología” (1950) citaremos

una frase que se recupera por su actualidad:


215

En una civilización cuyos ideales sean cada vez más utilitarios, comprometida como lo

está en el movimiento acelerado de la producción, ya no puede conocer nada de la

significación expiatoria del castigo. Si retiene su alcance ejemplar, es porque tiende a

absorberlo en su fin correccional. Por lo demás, éste cambia insensiblemente de objeto.

Los ideales del humanismo se resuelven en el utilitarismo del grupo. Y como el grupo que

hace la ley no está, por razones sociales, completamente seguro respecto de la justicia

de los fundamentos de su poder, se remite a un humanitarismo en el que se expresan,

igualmente, la sublevación de los explotados y la mala conciencia de los explotadores, a

los que la noción de castigo también se les ha hecho insoportable. La antinomia

ideológica refleja, aquí como en otras partes, el malestar social. (Lacan, J. 1984a, p.45).

7.6.- Una economía psíquica en transformación

En los síntomas contemporáneos, bajo la pregnancia de las diversas formas

de violencia, existe un sujeto que se queda sin recursos frente a su propia

inermidad, abatido frente a la propia imprecisión de su malestar, pero denunciante

de que el malestar existe, él es un producto de la “política del malestar”.

La omnipresencia del Otro en el discurso capitalista produce una variación

en la constitución de la realidad psíquica que el síntoma contemporáneo viene a

revelar brutalmente: el sujeto quiere ser representado, quiere hacerse escuchar,

aunque sea a precio de los costos y las costas de sus síntomas.

El sujeto se patentiza, se hace presente, busca su lugar, en “lo real”.

Entonces, paradojalmente, pensamos que sólo el impacto que causan los

“síntomas sociales” recuerdan a los habitantes del mundo globalizado que les

queda un poco de humanidad, “aun”. Su decir es “no nos sentimos cómodos en la

civilización del presente”. Este decir tiene un sujeto, que en nuestra consideración,
216

puede animarse a hacerse presente bajo la figura de las máximas desgracias del

ser.

Nos preguntamos: ¿Será válido realizar hoy la misma lectura respecto de

los síntomas que en 1894? ¿Se tratará de la misma Metapsicología? ¿Habrá que

pensar una nueva economía psíquica?

El sujeto de fines del siglo XIX no es el sujeto de principios del siglo XXI.

Desde esta perspectiva vale considerar como diferentes no solo quién sufre, sino

también quién realiza la lectura del sufrimiento, lo diagnostica y lo “trata”.

Entendemos que es preferible mantener abierta la interrogación sobre el tema que

buscar rápidamente una equivalencia con hipótesis ya logradas, y de este modo

borrar ese “rasgo de algo nuevo que portan”, corriendo el riesgo de encubrir las

diferencias entre 1894 y 2005.

Mabel Levato y Mariana Clancy (2014) en el artículo La desmentida en la

hipermodernidad: su preponderancia y consecuencias consideran que la

desmentida como mecanismo de defensa preponderante en la época capitalista

con un discurso que pone al alcance de los sujetos un abanico casi sin fin de

objetos, que bajo la quimera de ofrecer un todo, en ese mismo acto esa oferta

variopinta elude el vacio, la falta constitutiva y allí el psicoanálisis ubica la máxima

expresión del rechazo de la castración.

Han trabajado la desmentida (Die Verleugnung) como mecanismo de

defensa postulado por S. Freud y como tal fundamental en un momento particular

del desarrollo del psiquismo que implica al Yo (Das Ich) del cual sabemos parten

todos los mecanismo de defensa; pero en particular se debe destacar que la


217

puesta en funcionamiento de la desmentida produce una hendidura, una escisión

en el propio Yo.

En la sociedad actual se puede designar a la desmentida como la defensa

que comanda la época en su versión de hipermodernidad para demostrar que

consolidan una alianza cerrada que confirma un sujeto no dividido por la falta, por

la castración, por la diferencia, lo que conlleva a aquello que sobrepasa al goce en

su versión mortífera de la pulsión de muerte.

La desmentida funciona como rechazo a la instauración del inconsciente ya

que el mismo tiene como contenido la representación-cosa cuyo núcleo es

irrepresentable (Das ding) y contiene en sí mismo la angustia de castración, la

diferencia y la división subjetiva y que el uso de esta defensa lleva a rechazar lo

propio y lo ajeno; lo propio como lo no comprendido la cosa (Das ding) y lo ajeno

como el prójimo.

La desmentida es un hecho grávido de consecuencias porque se lleva

adelante en un momento del funcionamiento psíquico donde lo que estalla es un

conflicto frente a un acontecimiento absolutamente novedoso e inesperado, la

etapa fálica que representa todo-lo-que-hay, un solo genital para ambos sexos,

por lo tanto el acento de esa novedad recae en que justamente no hay

representación en el psiquismo de la falta, de lo que no hay, por lo tanto de la

diferencia. La desmentida viene entonces a introducir la idea de negar la

presencia, la existencia y decir que algo no está ahí, aún sabiendo que lo que

rechaza existe. Cuestiona la veracidad de la existencia de la falta frente a la

percepción misma de su ausencia. Se trata de una percepción traumática frente a


218

la cual el Yo para preservarse de su propia desorganización hace uso de la

desmentida. La lógica freudiana sobre la Verleugnung recae sobre el

desplazamiento y la sustitución, en efecto en el lugar de la percepción traumática

aparece por sustitución un objeto fetiche que intenta obturar la falta.

Las autoras destacan que Freud advierte que durante el periodo de la

infancia este proceder no debe confundirse con el fetiche para el adulto.

Si el mecanismo de defensa “desmentida”, desplegado acerca del sujeto y

su constitución, lo articulamos con el eje del lazo social y las consecuencias del

discurso capitalista como aquel que en la actualidad rehúsa, reniega de la

castración mediante la anticipación de multiplicidad de objetos que ofrece como un

modo de fetichización de los mismos, en este sentido es que tomamos la mutación

que Jacques Lacan realiza sobre la reversión del discurso del Amo en discurso

capitalista. Ciertamente el discurso capitalista viene a saturar el vacio con objetos

convirtiendo el lugar del deseo en goce. Esta en relación al discurso perverso y en

relación a la fetichización de los objetos.

Finalmente, las autoras, han descripto la incidencia de la época en tratar de

tapar la división subjetiva al decir de Lacan o de evitar la angustia que produce el

encuentro con el semejante que remite a la angustia de castración y como el

sujeto con este artilugio hace uso de la estructura psíquica.

Por ejemplo, cuando abordan la cuestión del sujeto toxicómano, postulan

que el objeto droga hace uso de la estructura, pero para taponar esa falta entre el

sujeto y el Otro, rompiendo de esta manera el lazo social.


219

Asistimos a una época que las autoras denominan “adicción generalizada” o

“fetichización de la existencia”, ya que hay creencia en el objeto, pero a diferencia

del fetichismo como perversión en donde el objeto es siempre el mismo y único,

en las adicciones lo que más varía es el objeto en el cual “se cree”. El mismo está

sujeto a la demanda de la época y el lema es estar actualizado, porque justamente

eso te lleva a consumir siempre algo nuevo.

Las autoras concluyen considerando que el goce que rige esta época es un

goce autista o un goce cínico que lleva al sujeto a no poder salir de lo Uno del

goce autoerótico.

El ideal de la época del hiperconsumo, lleva justamente a tratar de

“recuperar” la felicidad perdida, poniendo allí, la creencia en un objeto que suture

esa falta. Estos quitapenas son defensas ante el Otro con las implicancias que

tiene las relaciones, encontrarse con lo que no se comprende, con lo que es

diferente, con ese das Ding insoportable, pero estructural (Levato-Clancy, 2014).

Consideramos que si bien la panorámica no es alentadora, los

psicoanalistas tenemos una apuesta a llevar adelante: La existencia del

inconsciente sigue siendo todavía un antídoto contra la deshumanización.


220

CAPITULO VIII

CONSIDERACIONES PSICOANALÍTICAS

8.1.- Consideraciones freudianas sobre la Psicología Social

Para abordar desde el psicoanálisis esta temática, es importante encontrar

en los escritos fuentes que la preocupación por la “cosa política y social” está

presente en el conjunto de las obras de S. Freud, particularmente en “De guerra y

muerte” (1915), “Psicología de las masas y análisis del yo” (1921), “El porvenir de

una ilusión” (1927), “El malestar de la cultura” (1930), “Por qué la guerra” (1933),

“Moisés y la religión monoteísta” (1939).

Consideramos muy importante realizar un acotado pasaje por textos en

donde Freud considera la relación entre individuo, cultura y sociedad, pues desde

ellos se podrá realizar una lectura más apropiada y genuina sobre la función del

padre en el psicoanálisis, en tanto que normativa y en tanto que se puede

deslegitimar.

En dos ensayos que se agrupan bajo el título “De guerra y muerte” (1915),

escritos seis meses después del estallido de la Primer Guerra Mundial, se

desarrollan dos temas: La desilusión de la guerra y la actitud frente a la muerte.

Sobre el primero se destaca que “no hay un evento que haya destruido tanto lo

que hay de precioso en la humanidad, confundiendo a tantas inteligencias

preclaras” (Freud, 2008d) como la guerra, y entre sus consecuencias menciona “la

baja moral de los estados y la brutalidad de los individuos que como participantes

de la civilización humana no hubiéramos podido considerarlos capaces de tal


221

comportamiento” (Freud, 2008d). Sobre el segundo sostiene: “esta actitud hacia la

muerte tiene un poderoso efecto en nuestras vidas, las que se empobrecen…la

guerra anula las adquisiciones de la civilización y deja al descubierto al hombre

primitivo que hay en cada uno de nosotros” (Freud, 2008d).

En 1921, Sigmund Freud continúa relacionando lo individual y lo social, lo

que le permite abordar más directamente cuestiones de psicología social y

política. Refiere en “Psicología de las masas y análisis del yo”:

En la vida anímica (el individuo) aparece integrado siempre efectivamente al “otro”,

como modelo, objeto auxiliar o adversario, y de este modo, la psicología individual es al

mismo tiempo y desde un principio una psicología social (…). El contraste entre los

actos mentales narcisistas y los sociales pertenece al dominio de la psicología

individual, la que no está diseñada para diferenciarla de una psicología social (Freud,

2008f, p. 67).

Consideramos que el tema en este escrito es social y político: teoriza

respecto de las modalidades de constitución y funcionamiento de esas “masas

artificiales” organizadas en torno a un conductor que los miembros de la masa

colocan en el lugar del ideal del yo –cuestión que nos interesa por los desarrollos

relativos al totalitarismo-. El título del ensayo utilizando el término alemán Massen

demuestra a las claras la preocupación por el objeto político, en un contexto

teórico dominado por el concepto de pulsión de muerte. Es obvio que no utiliza ni

Menge (multitud) ni Gruppe (grupo).

En 1927, en “El porvenir de una ilusión” plantea la cuestión sobre los

principios que regían esos “dispositivos del Estado” que presuntamente organizan

las relaciones entre los hombres y que no debían calificarse lisa y llanamente de
222

“ilusión”. Se refiere al manifiesto fracaso de los dispositivos organizados

precisamente para organizar la vida social, tales como la familia, el Estado, las

organizaciones sociales. La desilusión es tanto más grande, dice Freud, cuanto los

adelantos tecnológicos –tema que nos ocupa- han propagado la idea de que el

hombre tiene un dominio casi divino sobre el mundo externo, fuente de hostilidad

(Freud, 2008l).

En 1930, en “El malestar de la cultura” (2008m) señala que no se puede

estudiar el destino del individuo por fuera del de la comunidad en la cual está

inserto, uno y otro son partes solidarias de una misma estructura. Desde las

primeras líneas, habla de un “sentimiento de indisoluble comunión, de inseparable

pertenencia a la totalidad del mundo exterior.

La convivencia humana solo se vuelve posible cuando se aglutina una mayoría más

fuerte que los individuos aislados (…) el poder de esta comunidad se contrapone como

“derecho”, al poder del indivieduo. Esta sustitución (…) es el paso cultural decisivo. (…)

El siguiente requisito cultural es, entonces, la justicia, o sea, la seguridad de que el

orden jurídico (…) no se quebrantará sobre el valor ético de un derecho semejante”

(Freud, 2008m, pp. 93-94).

Como lo manifiesta el propio título, la obra trata de ese sufrimiento

específico que ocasionan las relaciones con los otros, los avatares de la vida

social, que considera “inevitables”.

Respecto de las ligazones por el sentimiento, el ser humano no es un ser manso,

amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lícito atribuir a su

dotación pulsional una buena cuota de agresividad. Y, en consecuencia, el prójimo no

es solamente un posible auxiliar y objeto sexual, sino una tentación para satisfacer la
223

agresión. La existencia de la inclinación agresiva es el factor que perturba los vínculos

con el prójimo. A raíz de esta hostilidad primaria y recíproca de los seres humanos, la

sociedad culta se encuentra bajo una permanente amenaza de disolución. El interés de

la comunidad de trabajo no la mantendría cohesionada; en efecto, las pasiones que

vienen de lo pulsional son más fuertes que unos intereses racionales. La cultura tiene

que movilizarlo todo para poner límites a las pulsiones agresivas de los seres humanos,

para sofrenar mediante formaciones psíquicas reactivas sus exteriorizaciones. De ahí el

recurso a métodos destinados a impulsarlos hacia identificaciones y vínculos amorosos

de meta inhibida; de ahí la limitación de la vida sexual y de ahí, también, el

mandamiento ideal de amar al prójimo como así mismo. Pero con todos sus empeños,

este afán cultural no ha conseguido gran cosa hasta ahora” (Freud, 2008m p. 108).

No podemos dejar de mencionar la carta del 30 de Julio de 1932 que

escribiera Einstein a Freud y su respuesta. Es notable leer en ella la pluma de

Einstein:

La propuesta de la Liga de las Naciones y de su instituto Internacional de Cooperación

Intelectual en París me autorizan para que invite a alguien, elegido por mí mismo, a un

franco intercambio de ideas (…) ¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los

estragos de la guerra? (…) Es posible controlar la evolución mental del hombre para

ponerlo a salvo de las psicosis del odio y la destructividad? (…) Hasta ahora solo me he

referido a las guerras entre naciones, pero sé muy bien que la pulsión agresiva opera

bajo otras formas y en otras circunstancias. Pienso en las guerras civiles que antaño se

debían al fervor religioso (…) pero en nuestros días (se deben) a factores sociales; o,

también, en la persecución de las minorías raciales” (Freud, 2008n, p.183).

Frente a lo cual Freud responde:

Cuando los hombres se encuentran exhortados a la guerra (…) por cierto que entre

ellos se cuenta el placer de agredir o destruir; innumerables crueldades de la historia y


224

de la vida cotidiana confirman su existencia y su intensidad. El entrelazamiento de esas

aspiraciones destructivas con otras, eróticas e ideales, facilita desde luego su

satisfacción. Muchas veces, cuando nos enteramos de los hechos crueles de la historia,

tenemos la impresión de que los motivos ideales sólo sirvieron de pretexto a las

apetencias destructivas aportándoles un refuerzo inconsciente. Ambas cosas son

posibles (…). Si la aquiescencia a la guerra es un desborde de la pulsión de

destrucción, lo natural será apelar a su contraria, el Eros. Todo cuanto establezca

ligazones de sentimiento entre los hombres no podrá menos que ejercer un efecto

contrario a la guerra. Tales ligazones pueden ser de dos clases. En primer lugar,

vínculos como los que se tienen con un objeto de amor, aunque sin metas sexuales. El

psicoanálisis no tiene motivo para avergonzarse por hablar aquí de amor, pues la

religión dice lo propio: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. La otra clase de ligazón de

sentimiento es la que se produce por identificación. Sobre ellas descansa en buena

parte el edificio de la sociedad humana (…). Lo ideal sería, desde luego, una

comunidad de hombres que hubieran sometido su vida pulsional a la dictadura de la

razón (…). Pero con muchísima probabilidad es una esperanza utópica (…).Desde

épocas inmemoriales se desenvuelve en la humanidad el proceso del desarrollo de la

cultura. A este proceso debemos lo mejor que hemos llegado a ser y una buena parte

de aquello a raíz de lo cual penamos. (…). Las alteraciones psíquicas sobrevenidas con

el proceso cultural son llamativas e indubitables” (Freud, 2008m, p.187).

Desde la teoría freudiana podemos destacar que la importancia de la

adecuada transmisión de las tradiciones normativas, a través de la función del

padre como ley organizadora de la cultura y la operatividad del mecanismos de

represión y sublimación, hacen posible el acotamiento a la violencia constitutiva y

la organización de la vida en sociedad, posibilitando el establecimiento de lazos

identificatorios y ligazones de sentimientos positivos entre los miembros de una


225

comunidad. En una comunidad en donde sus miembros se reconocen en sus

valores y normas, la violencia tiende a disminuir.

8.2.- El hombre y el destino parricida

El humano es primordialmente violento, es por ello que desde la Civitas y

desde la religión existen dos mandamientos que se conjugan: “no matar” y

“amarás a tu prójimo”. La conducta de los niños y de los adultos lo demuestra. Por

ejemplo, la crueldad infantil lleva al niño a conductas destructivas solamente por el

placer de maltratar, romper, pegar, ganar. La crueldad de los soldados los lleva a

gastar energía física y tiempo ocupándose en despedazar el cuerpo del enemigo

ya muerto. Las mujeres u hombres que al estilo Medea son capaces de matar a

sus hijos para vengar un acto contradictorio de la pareja. Todas son formas del

ejercicio del poder.

El psicoanálisis siempre se ha interesado por considerar la incidencia de la

cultura sobre el sujeto. Ella tiene una función normativa y permite la regulación de

la relación entre los ciudadanos haciendo posible la civilización –acotando el

malestar del “hombre lobo del hombre”. Thomas Hobbes considera que el hombre

liberado a sí mismo es el lobo del hombre (homo hominis, lupus). En sus

consideraciones es necesario refrenar tal impulsividad que hace de la sociedad

humana una formación de individuos dominados por ambición de mando y de

dominio. En el Leviatán describe que "en su estado natural todos los hombres

tienen el deseo y la voluntad de causar daño" de modo que hay -cuando menos en

principio- una constante "guerra de todos contra todos" (bellum omnium contra

omnes). El fin de dicho estado y con él las condiciones para que pueda existir una
226

sociedad, surge mediante un pacto por el cual cesan las hostilidades y los sujetos

delegan sus derechos. Tal renuncia permite el establecimiento de una autoridad

que está por encima de ellos, pero en la cual se sienten identificados.

En modo muy sintético, recordamos que el psicoanálisis tiene una

concepción de la configuración psíquica según un aparato compuesto por varias

sistemas (inconsciente, preconsciente y conciencia) e instancias (ello, yo y

superyó).

Dos mecanismos fundamentales hacen posible su funcionamiento: pulsión y

represión, instaurando una dinámica particular entre el empuje y el freno. El “ello”

es pulsional, y siempre tiende a la satisfacción de las pulsiones – y la pulsión de

muerte predomina -. El yo es una instancia psíquica que tiene la función de

relacionarse con la realidad exterior al aparato psíquico, realizar los procesos de

síntesis e instaurar el principio de realidad. La represión actúa como mecanismo

de defensa del yo en tanto limita a la pulsión, regulando el empuje pulsional para

que no desborde al yo, y éste pueda realizar su tarea respecto de la realidad. El

superyó es una instancia muy compleja en su funcionar, se relaciona con los

ideales y las normativas, para lo cual es necesario que sea un gran conocedor del

ello pulsional. Siempre reclama por la diferencia entre lo pretendido y lo hallado, y

cabe atisbar que posiblemente lo pretendido no sea el ideal normativo sino la

realización de la pulsión de dominio (uno de los modos visibles de la pulsión de

muerte). La clínica ha demostrado que funciona como un imperativo de goce

pulsional, o sea, exige la satisfacción pulsional.


227

El capítulo del psicoanálisis que estudia estas cuestiones se denomina

“Metapsicología”, y el eje principal es el Complejo de Edipo, del cual solo quiero

destacar que no es por casualidad que como complejo nuclear de las neurosis

lleva un nombre en alusión al mito de Edipo. O sea, en alusión a una historia de un

destino parricida, pues se trata de un relato del modo en que el destino lleva a un

hombre a cometer el homicidio en un primer grado de filiación, y a realizar el

incesto. Si bien el Complejo de Edipo ha sido primeramente conceptualizado como

modo de amor del niño por su madre, los invito a considerar la escena del

encuentro de Edipo con Layo para entender que se trata de una lucha de puro

poder y prestigio.

En los orígenes del psicoanálisis se ha estudiado la pulsión homicida

primordial y la función de la represión sobre ella, para que el hombre pueda vivir

en sociedad.

La clínica de las neurosis mostró algunos destinos de la pulsión: represión,

vuelta contra sí mismo, trastorno en lo contrario y sublimación (Freud, 2008c, p.

122). A partir de la clínica relativa a los traumatizados de guerra y al juego infantil,

consideradas por Freud en “Más allá del principio del placer (Freud, 2008e), que

aportaron evidencias insoslayables, se consideró el predominio inconsciente de la

pulsión de muerte y su consecuencia sobre la conducta humana. La misma puede

resultar un empuje a la violencia, pudiendo hacer sus recorridos por dos caminos:

autoagresión y heteroagresión.

Este mínimo desarrollo, muy sintético por cierto, tiene por objetivo mostrar

la relevancia de la represión en su función actuando sobre los otros destinos de la


228

pulsión: la vuelta contra sí mismo y el trastorno hacia lo contrario. Si la represión,

como mecanismo psíquico, no actúa, el yo puede ser desbordado por lo pulsional

y quedar atrapado en esos otros dos destinos, que empujan hacia la violencia.

También es necesario considerar que la teoría freudiana ha analizado

primero el lugar del prójimo, para luego ocuparse de los lugares denominados

“padre” y “madre” y su función en la constitución subjetiva. Esta cuestión implicó

considerar los diversos modos de ejercer la regulación de ley con autoridad vía el

amor y la consecuente trasmisión de los valores éticos que hacen posible la

organización familiar, social y política a través de las generaciones, instaurando la

tradición.

Sus teorizaciones respecto del tema se desarrollan desde el concepto de

“complejo del semejante o complejo de prójimo” (Freud, 2008a), al concepto de

padre muerto en el origen, en alusión al asesinato del padre en la horda primitiva

(Freud, 2008b), y, al concepto del padre portador de la ley en alusión al Moisés

bíblico (Freud, 2008o). Recordemos que Freud se ocupó mucho por las

disfunciones del padre en tanto déspota, humillado o denigrado, justamente

porque estas modalidades conforman diversos modos y desvíos de la transmisión

de su ética.

8.3.- Una lectura lacaniana sobre los procesos de legitimación de lo ilegítimo

desde textos lacanianos precursores

Para el estructuralismo las ciencias del hombre tratan con símbolos cosa

que ya son símbolos, - a diferencia de las ciencias naturales que tratan con

símbolo de cosas que son objeto-. Por lo tanto las ciencias del hombre están
229

sometidas a un organizador, la función simbólica, ocupándose de los efectos de

sentido. El punto crucial es que toda conducta tiene un sentido, y el universo del

sentido se halla en el inconsciente, que en tanto dador de sentido se constituye

como lenguaje. El hombre habita en el lenguaje, pero no solamente en el sentido

de ser un sujeto parlante, sino porque el lenguaje lo constituye a través de la

función simbólica, como hombre.

¿No es parte esencial de la enseñanza que Freud nos legara, el hecho de

haber descubierto que toda conducta tiene un sentido? Sentido que solo puede

hallarse morando el lenguaje. Si el sentido mora en el lenguaje y éste define la

cultura, el sentido es engendrado desde la cultura, es decir, desde aquél lugar

teórico que Lacan denomina Gran Otro.

Todo sujeto nace en un marco simbólico que lo pre-existe, lo hablan

previamente, y de este modo se le otorga un lugar en el mundo. El sujeto está

estructurado como efecto de lenguaje, y esto quiere decir, que está estructurado

según las combinatorias elementales del ordenamiento social. Levy Strauss las

considero equivalentes a las leyes del parentesco, que se organizan en torno a la

verdad de la función totémica (Lacan, 1987b, p.28).

Jacques Lacan rescata el valor social de las consideraciones freudianas y

concluye: La ley del padre muerto en el origen (mítico) asegura la norma social. La

trasmisión de esa ley es lo que constituye la función del padre en la organización

subjetiva y social a través de la metáfora paterna. Esta función es propiamente

significante: el padre muerto en lo real es sustituido por el padre metáfora y circula

como padre función de un discurso.


230

Pensar las posibles aportaciones del psicoanálisis las consecuencias

subjetivas y sociales de los procesos de legitimación de lo ilegítimo exige revisar

algunos antecedentes en la obra de J. Lacan, que si bien están referidos a la

criminología o la psicosis, entre líneas se detectan algunas consideraciones a

tener en cuenta. Se ha realizado la revisión de algunos textos.

8.3.1.- De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad.

Motivos del crimen paranoico: el crimen de las hermanas Papin (1933). El

tema es estudiado por J. Lacan en su tesis doctoral, publicada en 1933, es la

psicosis paranoica, no obstante, el autor destaca algunas cuestiones que hacen a

la estructura del homicidio en relación a lo social, que desde la temática que nos

ocupa, se destacan algunas consideraciones, si tomamos al homicidio en la

actualidad como el superlativo acto consecuente de legitimación de lo ilegítimo. El

autor señala (Lacan, 1987a):

La conmoción social frente al misterio del homicidio (p.338).

La emoción que provoca en la conciencia social (p.338).

Las referencias periodísticas y su utilización (p.338).

La concepción respecto de la existencia de una pulsión homicida primordial, los

instintos socializados como anomalías de la misma, y las anomalías pulsionales como

contemporáneas en su génesis (p.343).

En el examen de la reacción homicida se debe considerar dos cuestiones: a.- la

represión y la derivación en odio, que atenúan la misma; b.- la ausencia de la instancia

autopunitiva que causa mayor brutalidad e impulsividad con mayor recrudescencia del

peligro social (p.273).

La mayor peligrosidad social depende de los crímenes del ello (p.274)


231

La categorización de crímenes del superyó (p.274).

La responsabilidad penal debería depender de la diferenciación por la presencia o

ausencia del determinismo autopunitivo (p.276)

Nos interesa reflexionar sobre estos señalamientos: Si bien en la actualidad

continúa la conmoción social frente a los homicidios, dada su aumento superlativo,

la misma no es referida “al misterio”, sino que despiertan en la conciencia social

emociones ligadas a sentimientos de inseguridad y las referencias periodísticas

proliferan, repitiéndose infatigablemente –sabemos que una de sus consecuencias

no es solo sembrar semillas de terror, sino la “naturalización” -siendo éste un

término poco feliz-. Asistimos a una época en donde no caben dudas sobre la

pulsión homicida primordial que demuestra que la socialización es una “anomalía”

de la misma y que las pulsiones pueden desbordar al sujeto. La represión no tiene

la vigencia suficiente para refrenarlas, sino que estamos en la época de la

“desmentida” –cuestión a la que nos referiremos más adelante-. Respecto del

odio, no pareciera generarse mediante la represión, sino por la pendulación

imaginaria que origina la igualación obligatoria, y la falta de terceridad simbólica a

través de la cual resolver los conflictos con el semejante. Nos encontramos en una

sociedad habitada por sujetos en donde la instancia autopunitiva es muy compleja:

la misma no se inscribe en lo simbólico y se patentiza en lo real a través de un

sujeto que mata o se-mata, dominado por un superyó que empuja al goce

pulsional. La falta de conciencia de la responsabilidad penal que el acto implica, el

psicoanálisis considera que un tratamiento posible es la implicación vía la

responsabilización subjetiva –sino la penalización es vivida como arbitraria-.


232

8.3.2.- La familia (1938). En el texto de 1938, titulado “La familia”, J. Lacan

(1977b), considera el lugar del sujeto y el Otro, relativo a la configuración familiar.

Hemos seleccionado citas al respecto:

El progenitor del mismo sexo se le aparece simultáneamente al niño como el agente de

la prohibición sexual y el ejemplo de su transgresión. Esta tensión se resuelve, por un

lado, a través de una represión de la tendencia sexual (...); por el otro, a través de la

sublimación de la imagen parental que perpetuará en la conciencia un ideal

representativo (...) Este doble proceso (...) permanece inscrito en el psiquismo en dos

instancias permanentes: la que reprime se llama Superyó; la que sublima, Ideal del yo.

Ambas (...) han mostrado su valor científico en la definición y la explicación de los

fenómenos de la personalidad (...) explica una gran cantidad de anomalías de la

conducta humana (...) (pp. 63-64).

Se trata de la forma radical de las pulsiones que se revelan (...) (constituyen) el núcleo

más arcaico del Superyó y (representan) la represión más masiva (...) (pp. 78-79).

Una primer atipia se define (...) especialmente en las relaciones del hijo con el padre

(...) debido a alguna debilidad (...) de dominio paterno, el individuo cuyo yo flaquea

recibirá además, la carga de Superyó excesivo (p. 132).

En nuestra consideración, en este estudio Lacan de 1938, ya destaca el

estatuto del par prohibición-transgresión, -que entendemos como la base

metapsicológica de los procesos de legitimación de lo ilegítimo- y la función de la

represión y la sublimación, que hoy se detectan “debilitadas en su función” a

causa del debilitamiento de la autoridad del padre; y, las “anomalías de la

conducta” producidas por el empuje del Superyó que ordena el goce pulsional.
233

8.3.3.- Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología

(1950). Bajo este título es publicada la disertación de J. Lacan (1984) en mayo de

1950, en la XIII Conferencia de Psicoanalistas de Lengua francesa, presentada en

colaboración con Michel Cénac. Nos interesa presentar algunas puntuaciones

sobre el texto, en donde el autor denuncia la incidencia de factores sociológicos

sobre lo psicológico, tales como:

La referencia sociológica es necesaria para explicitar la lógica del caso (p. 32).

La relación directa entre la inestabilidad de la autoridad paterna y las incidencias

psicopatológicas, relacionándolas con la endeblez de las relaciones del grupo y con la

ambivalencia en la estructura del mismo (p.40).

La desintegración de la situación familiar genera aumento de la violencia (p.43).

La civilización con ideales utilitarios comprometida en el movimiento acelerado de la

producción, desconoce la significación expiatoria del castigo. (p.45).

El fin correccional cambia insensiblemente de objeto (p.45).

El grupo que hace la ley no está, por razones sociales, completamente seguro respecto

de la justicia de los fundamentos de su poder (p.45).

Tanto a la sublevación de los explotados como la mala conciencia de los explotadores

se les ha hecho insoportable la noción de castigo (p.45).

La antinomia ideológica refleja el malestar social (p.45).

Nos interesa reflexionar sobre estos señalamientos: Si bien la disertación

es de 1950, podemos considerarla absolutamente aplicable a la

actualidad..Siguiendo las enseñanzas freudianas, Lacan considera la relación

sujeto-cultura-sociedad, destacando el valor de referencias sociológicas que hoy

se han exacerbado y son objeto de una continua revisión conceptual. Avanzando a

la época actual, articula varias nociones, relativas a la violencia, que la misma se


234

ocupa de demostrar: desde la antinomia ideológica como nombre del malestar, los

legisladores inseguros de la justicia de sus fundamentos, una civilización con

ideales utilitarios, la aceleración de la producción, la connivencia entre explotados

y explotadores respecto de la noción de castigo –pues a ninguno le conviene-,

hasta la inestabilidad de la autoridad paterna, la desintegración de la familia y la

endeblez y ambivalencia de las relaciones de grupo.

8.3.4.- Acerca de la causalidad psíquica (1950). La conferencia citada

precedentemente debe ser entendida desde el marco de este artículo publicado en

el mismo año (Lacan, 1978). Interesa rescatar algunas de sus consideraciones:

La importancia de analizar las condiciones de sentido que hacen a la construcción de

los hechos (p.66).

La diferenciación de los procesos de identificación mediatizados por lo simbólico y los

no mediatizados por lo simbólico, estos últimos llevan a la infatuación del sujeto (p.60).

La circularidad entre actualidad y virtualidad solo puede romperse mediante la violencia

(p.82).

En el ejercicio de la violencia contra el desorden, el sujeto se golpea vía un rebote

social (p.82).

Las consecuencias dolorosas para la sociedad del ideal de libertad (p.83)..

El “alma bella” de la comunidad contribuye al desorden (p.84).

El “arte de los espejismos” constituye el narcisismo en todas las épocas a través de la

idealización colectiva (p.85).

La agresión suicida del narcisismo es la pasión por la unicidad (p.86).

El riesgo de las identificaciones que comprometen la verdad y el ser componen un

drama social (p.88).


235

La insondable decisión del ser respecto de la comprensión o desconocimiento de su

libertad que no ha conquistado, lo engaña y compone la trampa del destino como ley de

nuestro devenir (p.91).

El respeto como persona humana por el enfermo y por el caso (p.91).

Volvemos a reflexionar sobre sus consideraciones: Proponiendo gran

importancia a analizar las condiciones de sentido que hacen a la construcción de

los hechos, pareciera advertirnos de los condicionamientos geopolíticos de las

mismas. Hace 64 años describe las características del sufrimiento de los sujetos

en la actualidad, entre ellos: el incentivo que genera la indiferencia respecto a los

desórdenes individuales y sociales; la infatuación del sujeto, aplicable a la

sociedad actual en donde los sujetos “se creen” lo que aparentan, porque en las

identificaciones comprometen verdad y ser, motivo de la fetichización de los logos;

la violencia contra el desorden es contra sí mismo vía lo social, como modo de

romper la circularidad entre lo virtual y la realidad; el “arte de los espejismos”, la

“pasión por la unicidad” los comprendemos como modos poéticos de nombrar la

“igualación obligatoria” que conviene al narcisismo – por el cual se lucha contra las

pequeñas diferencias-; el ideal de libertad, estructuralmente imposible porque el

sujeto es en relación al Otro, compone un destino doloroso, tal como lo muestran

los procesos de legitimación de lo ilegítimo. Por último, en nuestra lectura del

texto, señalamos la petición de respeto como “persona humana” por el enfermo y

el caso, tal como si advirtiera la des-humanización a la cual asistimos hoy, tanto

sea a través de los diversos circuitos globalizados de lavado de dinero –nuevo

modo de esclavitud-, como a través de la industrialización de los fármacos que se


236

indican con mucha indiscriminación, las más de la veces a favor de la abolición

subjetiva.

8.4.- El padre en la enseñanza de Sigmund Freud. El padre muerto.

“Tótem y tabú” representa el primer intento freudiano para aplicar los

descubrimientos del psicoanálisis a los problemas de la Psicología Social. Tomaré

solamente algunos de ellos, los que considero nos sirven para considerar el tema

que nos interesa. Los aportes más importantes de Freud a la Antropología Social

se encuentran especialmente en el primer ensayo: “El horror al incesto” (Freud.,

2008b, p.11). Allí plantea sus hipótesis sobre ¨la horda primitiva¨ y ¨el asesinato

del protopadre¨ desplegando sus teorías acerca de los orígenes de muchas de las

instituciones culturales posteriores.

Freud cita los estudios realizados por J. Frazer y R. Smith, que realizaron

investigaciones sobre pueblos primitivos y construyeron la hipótesis al respecto de

la exogamia como una institución destinada a prevenir el incesto. Estas teorías le

permitieron a Freud acercarse a la explicación del parricidio señalando que la

forma más primitiva de las religiones, el totemismo, establecía tabúes inviolables.

Como indica Robertson Smith, el animal sacrificado en aquello ritos sagrados

representaba al animal totémico que a su vez equivalía al dios primitivo. De esta

manera, se recreaba el crimen fundacional consumándose nuevamente en los

actos de matar y comer al padre. El sacrificio en el altar ha sido la pieza esencial

en el hito de las religiones antiguas.

El sacrificio significaba en su origen la ofrenda a la divinidad para

reconciliarse con ella o granjearse su simpatía, se puede demostrar que en su


237

comienzo el sacrificio no era otra cosa que un acto de socialización, una comunión

de los creyentes con su dios (Smith, 1911.). La forma más antigua de sacrificio fue

el sacrificio de animales, cuya carne y cuya sangre tomaban en común el dios y

sus adoradores. Era esencial que cada uno de los participantes recibiera su

porción en el banquete. Un sacrificio así era una ceremonia pública, la fiesta de un

clan entero. La religión era un asunto común, y el deber religioso, una parte de la

obligación social. Sacrificio y festividad coinciden en todos los pueblos. La fiesta

sacrificial era una oportunidad de los individuos para elevarse, jubilosos, sobre sus

propios intereses y destacar la mutua afinidad entre ellos y con la divinidad. El

poder ético del banquete sacrificial público –comer y beber en común-, era un

símbolo de comunidad social, de aceptación de las obligaciones recíprocas. La

naturaleza de la víctima sacrificial se contaba en su origen entre aquellas acciones

prohibidas para el individuo; generalmente el animal sacrificial era tratado como

pariente del mismo linaje, la comunidad sacrificadora, su dios y el animal sacrificial

era de una misma sangre, miembros de un mismo clan. A pesar del respeto que

protegía la vida del animal sagrado como miembro del linaje, de tiempo en tiempo,

se volvía necesario darle muerte en solemne comunidad y repartir entre los

miembros del clan su carne y su sangre. La participación en la misma sustancia

que penetra en el cuerpo establece un lazo sagrado entre los comensales (Freud,

2008b, pp. 134-139.).

El tema ¨princeps¨ que se filtra en esta obra es el Complejo de Edipo, en el

que convergen los orígenes de la religión, la moral, la sociedad y el arte. En este

escrito Freud trabaja muy especialmente el lugar del padre en la cultura, su


238

función, en tanto que es esencial para su constitución y la constitución del sujeto.

Esta función del padre en la cultura es necesaria pues su existencia es lo que da

fundamento a la ley. La posición de Freud al respecto de la cuestión del padre

puede resultar asombrosa: lo que asegura, en el grupo social, la prohibición del

incesto, no es sino el padre muerto. La función del padre en Tótem y tabú es el

padre muerto.

Freud conecta la prohibición universal del incesto con el totemismo: los

distintos tótem dentro del grupo social cumplen la función de resguardar el incesto.

En el capítulo IV nos muestra cómo la prohibición del incesto se liga a la muerte

del padre.

El punto de partida son las teorías de Robertson Smith sobre la religión de

los semitas, donde el autor expone que una comida totémica formaba parte de los

rituales que constituía el totemismo. Por medio de un conjunto de deducciones e

inducciones histórico-conjeturales, Freud constituye una hipótesis: tal comida, que

reunía a los miembros del clan, se originaba en rituales primitivos de sacrificios de

animales a los que se agregaba su comida. La comida en común estrechaba las

relaciones de los miembros del clan. Por lo demás, se mata primero al animal,

luego se lo llora, y después el acto de su devoración se constituye en una fiesta.

Todo el ritual representa un pasaje de lo profano a lo sagrado, de lo individual a lo

comunitario. Lo prohibido al individuo, la devoración del animal totémico, está

permitido en la reunión del individuo en el grupo. ¿Quién es, a quién representa, el

animal que está en juego en el ritual? Ese animal muerto, y llorado, contesta

Freud, no puede ser otro sino el padre.


239

Lo interesante es la manera en que Freud llega a esta conclusión. Lo hace

comparando los datos de Smith con los datos de sus propias teorías y

observaciones clínicas: la observación sobre las fobias infantiles en donde el

animal temido simboliza al padre. Freud opera así interrelacionando discursos, el

antropológico con el psicoanalítico: de la fiesta a la fobia.

Freud sugiere que para lo acertado de la conexión es preciso apoyarla en la

hipótesis de Charles Darwin (Freud, S. Tótem y tabú, p. 128) sobre el estado

primitivo (horda primitiva-salvaje) de la sociedad humana. Recordemos lo que ha

dado en constituirse como ¨mito de la horda primitiva¨: en el comienzo la sociedad

estaba constituida por una horda salvaje dominada por el padre, violento y celoso,

que se reserva todas las hembras para sí y expulsa a los hijos varones cuando

crecen, o sea, era el único que tenía acceso a las mujeres. La dominación de este

macho poderoso despierta el odio de los hijos, quienes se conjuran para matar al

padre (liga fraternal) y apoderarse de las mujeres.

Un día los hermanos expulsados se aliaron, mataron y devoraron al padre, y así

pusieron fin a la horda paterna. Unidos osaron hacer y llevaron a cabo lo que

individualmente les habría sido imposible. Que devoraran al muerto era cosa natural

para unos salvajes caníbales. El violento padre primordial era por cierto el arquetipo

envidiado y temido de cada uno de los miembros de la banda de hermanos. Y ahora, en

el acto de la devoración, forzaban la identificación con él, cada uno se apropiaba de un

fragmento de su fuerza. El banquete totémico, acaso la primera fiesta de la humanidad,

sería la repetición y celebración recordatoria de aquella hazaña memorable y criminal

con la cual tuvieron comienzo tantas cosas: las organizaciones sociales, las limitaciones

éticas y la religión¨ (Freud, 2008b, pp.143-144).


240

Pero consumado el acto, el crimen del padre, las mujeres del grupo están

igualmente prohibidas para los hombres del mismo grupo, o sea, que no dejan de

observar la ley de prohibición.

Ese estado primordial de la sociedad no ha sido observado en ninguna parte. Lo que

hallamos como la organización más primitiva, lo que todavía hoy está en vigor en

ciertas tribus, son las ¨ligas de varones¨ compuestas por miembros de iguales derechos

y sometidos a las restricciones del sistema totemista, que heredan por línea materna.

(Freud, 2008b, p. 143).

Las razones que permitirán dar cuenta de ese pasaje, de esa

transformación, donde el resultado no coincido con el móvil, no es otro que la

culpa. Una vez muerto el padre, satisfechos los sentimientos hostiles y el odio,

surge el amor. El resultado de esta ambivalencia “a posteriori¨ es el sentimiento

inconsciente de culpa. Es lo que da cuenta de la transformación por donde el

asesinato del padre que debía haber conducido a la apropiación de las mujeres

del grupo, culmina en lo contrario: los hombres se prohíben el acceso a ellas. La

culpa se alimenta de obediencia al padre después de la muerte, obediencia

retrospectiva. La muerte reasegura así la norma social, padre muerto asesinado

que aparece en el seno del discurso mítico, y que organiza un orden cultural. Esta

es la significación de la paternidad que Freud reconstruyó, pues en el inconsciente

de todo hombre se reproduce el acontecimiento mítico del misterio paterno: el

padre es en tanto que padre muerto, el padre sustituido.

Desde una lectura lacaniana, la teoría freudiana diferencia: 1.- El padre real,

de carne y hueso, -el padre-espermatozoide-; 2.- El padre imaginario, causa de las


241

fantasías parricidas; 3.- El padre simbólico, el padre función, en tanto que orden

cultural, en tanto que ley (trasmite la ley de la cultura). Este es el padre que toma

función en tanto que ¨muerto¨ (función simbólica) o sea, aquél con el cual el sujeto

se identifica incorporando su ley, la ley paterna: “no te acostarás con tu madre”

(para el hijo), “no reintegrarás tu producto” (para la madre).

La función paterna implica un “no”, implica que no se puede acceder a la

madre (mujer vedada). Así el padre se propone como modelo de renuncia (él ha

renunciado a su propia madre) y de donación (él trasmite un orden cultural, su

función permite la salida a la exogamia).

La instauración de un orden cultural que se sostiene desde la transmisión

del padre simbólico es lo que permite a los “hijos” evitar “quitarse los ojos y ser

expulsados de Tebas” (Mito de Edipo).

Se podría pensar que es tan obscena y feroz la figura del ¨padre primordial¨

que inagotablemente no se redime en la eterno ceguera de Edipo. Es a las

mismas necesidades del mito a las que el neurótico responde con su mito

individual (o su novela familiar) en una proliferación de creaciones particulares.

Si bien para esta investigación hemos elegido “Tótem y tabú”, las

consideraciones freudianas sobre el padre atraviesan su obra, desde todos los

textos referidos al Complejo de Edipo hasta el padre del Moisés, pues es el tema

central de la metapsicología.

8.5.- La función del padre en la enseñanza de Jacques Lacan: un significante

Se trata allí del padre en tanto significante. Del padre como significante de

la ley en el Otro. Del padre simbólico. Un significante que pertenece al Otro.


242

La atribución de la procreación del padre no puede ser efecto sino de un puro

significante, de un conocimiento no del padre real, sino de lo que la religión nos ha

enseñado a invocar como el Nombre-del-Padre el Padre simbólico en cuanto significa

esa ley es, por cierto, el Padre muerto (Lacan, 2002, pp. 538-9).

Se trata del padre como significante privilegiado en el Otro, Padre muerto

en tanto significante, en tanto Nombre-del-Padre. Lacan postula entonces la

“metáfora paterna” como sustitución del significante del “Deseo de la Madre”, por

el significante que adviene en Nombre-del-Padre, “o sea la metáfora que sustituye

este Nombre en el lugar primeramente simbolizado por la operación de la

ausencia de la madre”. (Lacan, 2002, p. 541).

El enunciado “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” remite a

un campo que el psicoanálisis descubre organizado alrededor de una verdad

encerrada en la función totémica.

Reconsideraremos la función del padre, pues el haber adquirido el

significante del Nombre-del-Padre es esencial para la constitución del sujeto. Este

significante nos revela que más allá del otro, es necesario que exista lo que da

fundamento a la ley.

Para articular el Nombre-del-Padre, en cuanto puede ocasionalmente faltar,

con el padre cuya presencia efectiva no es siempre necesaria como para que no

falte, introduciremos la expresión “metáfora paterna”. La función propia significante

la pone en evidencia. Debe leerse como metáfora del padre, ubicándose en el

campo de la sustitución, por lo tanto sustitución del padre: padre sustituido.


243

El padre sustituido es el padre en lo real, es el padre muerto en el origen. El

padre metáfora es el padre función de discurso, función de habla. Pero no porque

hable, sino porque desde esta función es efecto de significante.

Como hemos desarrollado en el punto anterior, esta problemática refiriere a

algunos aspectos de la hipótesis freudiana de “Tótem y tabú” (2008b). La

respuesta de Freud a la cuestión del padre puede resultar asombrosa, ya que

contesta que lo que asegura, en el grupo social, la prohibición del incesto, es el

padre muerto. La función del padre totémico es el padre muerto.

Es pues, entre el significante del nombre propio de un hombre y el que lo

cancela metafóricamente, donde se produce la chispa “poética” (creación de

sentido) tanto más eficaz para realizar la significación de la paternidad cuanto que

reproduce el acontecimiento mítico en el que Freud reconstruyó la andadura, en el

inconsciente de todo hombre, del misterio paterno. La función propia significante

pone en evidencia lo que Lacan denomina “metáfora paterna”, o padre efecto de

significante.

La metáfora paterna implica algo a lo que no se puede acceder: la madre en

tanto que mujer vedada.

La constitución de la primera realidad se realiza sobre el eje de la relación

primordial del niño con su madre. Se constituye el principio de realidad por cuanto

entra en juego el significante.

Aún antes de la adquisición del lenguaje en el plano motor hay, desde las primeras

relaciones del niño con el objeto maternal, un proceso de simbolización. Apenas un niño

puede oponer dos fonemas, ya hay cuatro elementos: los dos fonemas, quien los
244

pronuncia y aquél a quien van dirigidos, que contienen la combinatoria de donde surgirá

la organización significante (Lacan, 1999, p. 230).

El niño se interesa primero por toda clase de objetos, antes de hacer esa

experiencia privilegiada que Lacan denominó “estadío del espejo”. Este implica la

apertura de dos posibilidades:

1. Situación del falo en tanto objeto imaginario, con el que el niño se identifica

para satisfacer el deseo de la madre.

2. Cristalización del yo bajo la forma de imagen del cuerpo.

A partir de esta referencia imaginaria el niño se orienta en una serie de

identificaciones que utilizan a lo imaginario como significante. Búsqueda titubeante

al comienzo, luego búsqueda en la dirección de lo simbólico, donde el yo se hace

elemento significante y no solamente elemento imaginario, y que conduce, en el

nivel paterno, a esa identificación que se llama ideal del yo, y en esto intervendrá

el significante del Nombre-del-Padre. Todo esto implica un proceso que se

reconsidera en los tres tiempos lógicos edipianos.

En el primer tiempo la metáfora paterna actúa “de por sí” por cuanto la

primacía del falo es instaurada en la cultura. La existencia de un padre simbólico

no depende del hecho de que en una cultura se haya reconocido la relación entre

coito y alumbramiento, sino de que haya o no algo que responda a esa función

definida como Nombre-del-Padre. Los títulos “padre” y “madre” son escrituras de

la cultura, son significantes.

Considerando los términos freudianos respecto de la formulación de la

premisa universal del falo (Freud, 2008h), decir que “la metáfora paterna actúa de
245

por sí” es decir que la existencia del “deseo de la madre” depende

necesariamente de la fórmula en ella de la ecuación fálica (Lacan, 1999, p. 198).

Sabemos que su construcción implica las vicisitudes del complejo edipiano “en la

niña” -al decir de Freud-, en el cual entra por el complejo de castración (castración

de la madre) significando la falta de falo en la madre y en ella (Freud, 2008k) La

consecuencia de la operación de la castración será el establecimiento, por el

rodeo al padre, de la ecuación fálica y surgirá el deseo del hijo como equivalencia

simbólica del falo.

En la necesaria constitución de la primera realidad subjetiva (Lacan, 1999,

p.198), el niño intenta identificarse con lo que es el objeto del deseo de la madre, y

en él se perfila un objeto predominante del orden simbólico: el falo. Para agradar a

la madre es preciso y suficiente con ser el falo. No olvidemos los

precondicionantes de ese tiempo lógico enunciado por Freud como el “complejo

del semejante” y por Lacan como “prematuración”. Por eso el niño está en una

relación de espejismo: lee la satisfacción de sus deseos en los movimientos

esbozados de la madre y así se encuentra comprometido en una relación con ella.

Para el niño, el falo es el centro del deseo de la madre y él se coloca en diferentes

posiciones por las que puede engañar ese deseo. Puede identificarse con la

madre, con el falo, con la madre como portadora del falo o pretenderse él mismo

portador del falo. Le atestigua a ella que puede colmarla, no solo como niño, sino

por lo que le falta. El será, como totalidad, la metonimia de ese falo.

En este primer tiempo el niño está en relación con el deseo de la madre, es deseo de

deseo. Es en la madre donde se planteará la cuestión del falo y donde el niño debe
246

descubrirla. Es necesario que este tiempo se articule como medio de satisfacción para

llegar al lugar del objeto del deseo de la madre. Para conseguirlo basta con que el yo de

la madre se convierta en el otro del niño; el niño recibe, en el nivel metonímico, el

mensaje en bruto del deseo maternal (Lacan, 1999, pp.204-205).

La metáfora paterna actúa “de por sí” en tanto que es en la madre como

función donde el sujeto se encuentra con el significante, no con el código de la

madre, sino con el lugar del Otro que la madre encarna. Esto demuestra que el

lenguaje siempre viene del Otro. El sujeto se encuentra, más que con la madre,

con el significante en la madre. En tanto ella encarna al Otro, el sujeto puede tener

la ilusión de una relación intersubjetiva, cuando con lo que se encuentra es con la

alteridad del significante. La metáfora paterna actúa de por sí en tanto la primacía

del falo es instaurada en el orden de la cultura.

En el segundo tiempo (Lacan, 1999, p.198) el padre interviene privando al

niño del objeto de su deseo y a la madre de su objeto fálico. Actúa el “no” del

padre: “no te acostarás con tu madre, no reintegrarás tu producto”. Es el padre

interdictor omnipotente. El padre que prohíbe a la madre su objeto.

“Hay una sustitución de la demanda del sujeto: al dirigirse hacia el otro, he

aquí que encuentra al Otro del otro, su ley. El deseo de cada uno está sometido a

la ley del deseo del Otro”. (Lacan, 1999, p. 279).

El padre interviene efectivamente como privador de la madre, en un doble

sentido: en tanto priva al niño del objeto de su deseo y en tanto priva a la madre

del objeto fálico. Diremos que dice “no” al goce de la madre. Este padre interdictor

aparece desde el discurso de la madre, interviene a título de mensaje para la


247

madre y por lo tanto para el niño, a título de mensaje sobre un mensaje: una

prohibición, un “no”. El padre se manifiesta en tanto Otro y el niño es

profundamente sacudido en su posición de sujeción: el objeto del deseo de la

madre es cuestionado por la interdicción paterna. En este tiempo el padre real

releva al padre simbólico, el padre simbólico debe encarnarse, aunque

imperfectamente, en el padre real. Por ello ocupa una función decisiva en la

castración, siempre marcada por su intervención o desequilibrada por su ausencia.

Este tiempo constituye la crisis esencial por medio de la cual el sujeto encuentra

su lugar en el Edipo: para que el sujeto alcance la madurez genital tiene que haber

sido castrado (Lacan, 1999, p.193).

En el tercer tiempo, (Lacan, 1999, p.199) el padre interviene como aquel

que tiene el falo y no como el que es el falo. Reinstaura el falo como objeto

deseado de la madre y ya no como objeto del que puede privarla como padre

omnipotente. El padre es, entonces, más preferido que la madre y esta

identificación culmina en el Ideal del Yo. El padre aparece como permisivo y

donador. De esta lógica depende la declinación edipiana. La metáfora paterna

culmina en este tiempo en la institución de algo que es del orden del significante

(un significante viene en lugar de otro significante).

El sujeto abandona el complejo de Edipo provisto de un Ideal del yo. En

este tiempo lógico se logra la asunción de la masculinidad o de la femineidad,

mientras que la identificación correspondiente al estadío del espejo no se realiza

con relación a la diferencia de los sexos. Se trata del Padre en tanto que interviene

en el complejo de Edipo: el padre simbólico, el padre en cuanto significante.


248

Lacan formalizará la función del padre desde el punto de vista del sujeto del

significante y desde el punto de vista del goce. La ordena en una serie de

elementos articulados: el significante del Nombre-del-Padre que nombra la ley del

deseo en cuanto que fálico; la metáfora paterna que permite al sujeto interpretar

este deseo; y la significación fálica que somete en el campo del lenguaje este

deseo a la castración. Es así como se encuentra definida la función del padre en el

ser hablante.

La significación del falo debe evocarse en lo imaginario del sujeto por la

metáfora paterna y esto tiene un sentido preciso en la economía del significante

como lo demuestra la fórmula (Lacan, 2002, p.540):

Leemos:

S mayúsculas son significantes

x representa la significación desconocida

s minúscula el significado inducido por la metáfora, la cual consiste en la

sustitución en la cadena significante de S a S’.

La elisión de S, representada por su tachadura, es la condición del éxito de

la metáfora. Esto se aplica a la metáfora del Nombre-del-Padre, o sea a la


249

metáfora que sustituye este Nombre en el lugar primeramente simbolizado por la

operación de la ausencia de la madre. Lacan, 2002, p.541).

El Nombre-del-Padre se sustituye al deseo de la madre dando como

resultado el sujeto articulado al Otro y al Falo.

En la metáfora paterna el lugar del Otro está en posición de significante del

Otro y el significante falo en posición de significado, bajo la barra. Es la primera

interpretación del sujeto, la interpretación del deseo de la madre.

La metáfora paterna permite introducir una función que se aplica al conjunto

ordenado por el Nombre-del-Padre produciendo una significación (significación del

goce) y un significante, el falo.

La metáfora paterna muestra que el significado del sujeto está ligado al

deseo de la madre. Se trata de la madre del fort-da, la madre simbólica. Se

formula en tanto que la madre quiere algo más allá del hijo: al padre, no como

aquel que es el falo sino como el que tiene el falo, como aquel hacia quien está

orientado el deseo de la madre, como lo demuestra la organización edipiana.

El Nombre-del-Padre en la metáfora paterna es un significante, expresa que

es el significante de la ley en el Otro, o sea, se trata de un significante y de una

función. Se trata de que exista en el orden simbólico un significante que responda

a la función definida por el Nombre-del-Padre.


250

8.6.- El padre como metáfora jurídica. El sujeto, la construcción de lo

prohibido y la operación jurídica

La reconceptualización freudiana de 1920 respecto de la primera teoría de

las pulsiones, surge a partir de evidencias clínicas de épocas de guerra, épocas

en donde se ha puesto en evidencia que el humano puede autorizarse desde

motivos diversos para llevar adelante la matanza de su congénere.

La nueva teoría considera la compulsión de repetición y la pulsión de

muerte como primarios. Y, es desde la introducción de estos conceptos que se

puede realizar una nueva consideración respecto del valor de la función del padre

como agente de la ley, en tanto una función que prohibiendo, introduce un orden

que posibilita el acotamiento de la pulsión de muerte.

El padre que prohíbe es agente de una operación en donde se construye un

espacio para el sujeto en relación a la ley, en donde como muestra la elaboración

freudiana en “Tótem y tabú”, culpa, responsabilidad y castigo son operadores

subjetivos.

El mito freudiano respecto de la horda primitiva nos muestra el modo de

operar de un entrecruzamiento simbólico-real muy particular: el orden social y la

pulsión, la relación entre los principios que rigen la civilización y la subjetividad.

Más específicamente, el modo en que la ley, necesaria para la creación de un

orden social, incide sobre el sujeto a través de la emergencia de un espacio: lo

prohibido.
251

La referencia al incesto y al parricidio, en tanto que prohibiciones, hacen a

la constitución subjetiva, a la constitución del sujeto que nos interesa en el

psicoanálisis, el sujeto del inconsciente.

La clínica psicoanalítica nos ofrece evidencias de dos modalidades de

patentización subjetiva: el sujeto de goce y el sujeto deseante. El primero se

refiere al sujeto capturado por el esfuerzo del empuje constante de la pulsión en

su primariedad, el sujeto queda cautivo de la pulsión de muerte, sujeto de la

catástrofe: ella siempre se trata de la pulsión atrapando al sujeto, pudiéndose

tratar del homicidio.

El segundo emerge como consecuencia de la instalación de la prohibición -

que actúa como metáfora jurídica-, operación de interdicción del goce pulsional,

que posibilita un acotamiento de la pulsión de muerte y la emergencia del sujeto

de deseo.

La función del padre como operación jurídica posibilita una separación entre

sujeto y goce, y consecuentemente entre goce y deseo.

La construcción de lo prohibido se vehiculiza a través de un agente de un

discurso que presenta a un Gran Otro en tanto que afectado por una falta, y la

filiación gira en torno a la inscripción de esa falta: La renuncia al goce todo de la

pulsión se transmite metaforizándose el oficio del padre, “así como yo renuncié a

matar a mi padre y acostarme a mi madre, así tú también renunciarás”.

El montaje de lo prohibido permite la discriminación de dos espacios, ley y

sujeto, y la posibilidad para el sujeto de desviar la pulsión homicida y orientarse


252

en una construcción civilizatoria. Razón por lo cual la operación del padre puede

calificarse como “operación jurídica” (Legendre, 1974),

A través de ella se instaura la filiación como valor cultural (ya no solamente

biológica) y las normas que regulan la filiación funcionan no sólo como

ordenadores sociales sino también subjetivos.

La organización de la civilización como expresión de lo colectivo y del sujeto

como expresión de lo individual, dependen de aquello que se constituya como

“operación jurídica”, más allá de las diversas modalizaciones que puedan

apreciarse a lo largo de las generaciones.

Sabemos que pese a la función paterna siempre queda un remanente de

goce como fijación pulsional. Paradoja que siempre estará en relación al superyó y

sus avatares: el mandamiento de goce. Es por esta razón que la sanción del Otro,

a través de la palabra, y lo que de transmisión queda implicada en ella, es una

función necesaria para mantener el goce pulsional lo más acotado posible. O sea,

la sanción del Otro permite reinstalar la prohibición del goce pulsional y abre una

posibilidad de reinstalación de la operación jurídica.

8.7.- El niño como objeto de goce de la cultura

Desde 1950 J. Lacan teoriza respecto de la “inestabilidad de la autoridad

paterna y el disgregamiento de la familia”. Hoy, en el año 2014, los aconteceres

individuales y sociales y la subjetividad implicada la verifican.

Antropólogos, filósofos, sociólogos, juristas, psicólogos y otros tantos

estudiosos de las ciencias sociales, señalan el cambio producido en la sociedad


253

contemporánea: el padre que domina los aconteceres es un par, “un amigo”, no

cumple la función de autoridad simbólica, de inscribir a su hijo en la Ley.

Las transformaciones societarias han generado también transformaciones

en la función paterna, tal es así que es posible debatir respecto si se trata de un

debilitamiento o una forclusión de la función del padre en la cultura. Pero, lo más

importante a en la cuestión es que si la función del padre se transforma,

irremediablemente variará el lugar del niño en la cultura.

Así como Lacan, en los escritos anteriormente citados, se dedica a

conceptualizar sobre la función del padre en la cultura en tanto Nombre-del-Padre

que inscribe al hijo en la cultura a través de su relación con la ley, en Octubre de

1969, se preocupa por la función del niño como objeto. En una carta dirigida a

una amiga, Madame Aubry, pionera de la asistencia a la infancia, publicada bajo el

título de “Dos notas sobre el niño” (Lacan, 1991) considera que es el niño quien

viene a saturar la falta de la madre, -es decir su deseo-. no como Ideal sino como

objeto.

Ya no se trata de una sutura al penisneid de la mujer, del niño como falo de

la madre, sino de tener este objeto que responde por su existencia. (Laurent,

2007, p. 37-49.). “Es el recurso inagotable para, según los casos, dar fe de la

culpa, servir de fetiche, encarnar un rechazo primordial”. (Lacan, 1991, p. 56).

El niño es está en lugar de objeto a, y es a partir de allí que se estructura la

familia. La misma no se constituye más a partir de la metáfora paterna, -que era la

cara clásica del complejo de Edipo-, sino desde la manera en que el niño es el
254

objeto de goce de la familia, y no solamente de la madre, sino de la civilización. El

niño es “el objeto a liberado, producido”. (Laurent, 2007, p. 37-49.)

En el Seminario “De un Otro al otro” Lacan (2008) articula el problema de la

familia a dos maneras de desembarazarse de la falta en el Otro.

1.- El homme-elle: el niño es un objeto que sirve para completar el goce que falta

en el Otro -es la vía del perverso que produce una certeza de goce-. Esto tiene

como efecto producir un significante del Otro pleno, que no demanda por

significantes –ni por amor- a nadie. Es un modo contemporáneo de hacer existir la

relación sexual.

2.- Le Famil: Otro modo, que se opone al anterior, es la vía del sujeto que quiere,

en cuanto a él, completarse con una familia a través del niño. En suma, es

inscribirse como el Uno en el Otro.

Estas proposiciones son inversas a lo que Lacan indicaba anteriormente

donde el Nombre-del-Padre es la inscripción en el Otro, del significante de la

garantía del sujeto. En 1969, Lacan presenta el reverso del Nombre-del-Padre

como garantía, en donde el padre no es más que un recurso para inscribirse en el

Otro y para ello quiere ser “padre de familia”. O sea, anteriormente el padre era un

significante a través del cual el sujeto infantil lograba la inscripción en el Otro, y

eso funcionaba como garantía. En la actualidad, el niño en tanto objeto es el

garante de la existencia del padre.

A partir de aquí, ¿cómo concebir las nuevas formas de la parentalidad?

Este deseo de ser padre, esta “père-version cautiva”, produce nuevas identidades

deshaciendo todas las identificaciones posibles hombre/mujer, donde los nombres


255

de “padre” y de “madre” pueden ser dados a todo sujeto. Es una subversión de

las formas tradicionales. Vivimos en la época de la post-parentalidad.

Los sociólogos sostienen la idea de que hemos salido de la parentalidad

antigua, aquella del imperio del padre de la autoridad, de la tradición y de la ley.

Hoy es la paternidad responsable y negociada por contrato. La ventaja, nos dicen,

es que en estas prácticas tan diversas, se tiene una paternidad pacificada: se

acabaron los dramas de los antiguos tiempos en referencia al Complejo de Edipo.

Hay, ciertamente, una “paternidad pacificada” –“del padre que no se mete”, pero

su consecuencia es que el problema de la autoridad se trasladó al exterior. El Otro

social ordena, en efecto, a los padres de mantener a sus hijos, de poner su familia

en regla, o amenaza con su intervención estatal. Lo cual significa que en la

transformación cultural contemporánea se ha pasdo de la autoridad paterna a la

autoridad del Estado, del agente del orden público.

¿Qué implica esta mutación? Que no quedan sino normas a negociar y el

mismo método empleado en el orden internación, también se aplica a las familias.

La cuestión implica un deslizamiento de la esfera privada a la pública. Hemos

salido del patriarcado, del machismo de la tradición y de la promesa de antaño: “Si

te conduces como un hombre debe conducirse, entonces podrás gozar de una

mujer”. El único problema es que ninguna norma llega a estabilizar el empuje a

gozar, y a cada uno queda expuesto a la contingencia del encuentro del

partenaire, y el síntoma/fantasma que lo define. Este encuentro no puede

reducirse a normas.
256

El lugar del padre es el de un residuo que viene como nombre a recubrir

este imposible. Ser padre no es una norma, sino un acto que tiene

consecuencias, fastas y nefastas. La filiación contemporánea remite, más allá de

las normas, al deseo particularizado cuyo producto es el niño. El padre

contemporáneo es un residuo y un nombre. Toda esperanza de pacificación de la

paternidad es, entonces, una ilusión. (Laurent, 2007).

La apuesta de la investigación psicoanalítica consiste en verificar los

efectos de estas transformaciones y situar las redistribuciones clínicas a las cuales

asistimos. He aquí el desafío de sus próximos años.

Actualmente, a través de investigar niños que cometieron actos homicidas,

encontramos que esta transformación produce: 1.- fallas en la articulación

simbólica-imaginaria, - pues no operan las lógicas de terceridad en la resolución

de conflictivas imaginarias -; 2.- fallas de los mecanismos de defensa del yo que

operan desde lo simbólico: represión y sublimación, quedando el sujeto totalmente

tomado por los primarios destinos de la pulsión: la vuelta contra sí mismo y la

transformación en lo contrario, 3.- falla en la articulación simbólico-real, quedando

el sujeto a expensas de lo real, o sea, en tanto sujeto se patentiza en lo real a

través de los más variados modos de los excesos de goce.

8.8.- La producción de una alquimia. Los nombres de la muerte.

El punto de partida del psicoanálisis es la consideración de la relación del

sujeto al Otro. Así como la elección por el Edipo impone a la pulsión un

acotamiento (no al incesto, no al parricidio), la elección por fuera de él permite a la

pulsión su desborde. En el primer caso la pulsión se regula a través de un rodeo


257

en donde podrá hasta inventar nuevos modos de bordear-bordar el objeto en tanto

que perdido. En el segundo caso el tour pulsional es muy corto y su camino es el

exceso; esto no es sin consecuencias: la pulsión de muerte reina sin obstáculos y

la violencia es una de las grandes consecuencias. El objeto en tanto que tapón,

para cumplir su función, se ha transformado en lo que denominamos “ready-made-

trush” (Imbriano, 2010), de modo que reponerse continuamente. De este modo,

esta asegurado que el capitalismo produzca cada vez más objetos con los que se

acrecienta el empuje insaciable de objetos de satisfacción que se reciclan. Este es

el modo en que la muerte que domina los aconteceres humanos. Sabemos que

cultura e inconsciente tienen relación, por tanto, no somos ingenuos respecto de la

influencia de los cambios culturales sobre los sujetos.

Denominamos “nombres de la muerte” a todo topos que compruebe la

hipótesis freudiana sobre la primariedad de la pulsión de muerte. La muerte no es

eso que está mas allá de la vida, sino aquello que permanece indefectiblemente

unida a ella. Es un límite que funciona como posibilidad inherente, incondicional e

indeterminada del sujeto definido en su historicidad. Límite con que él mismo se

encuentra a cada instante de su vida en lo que esa historia tiene de acabada en el

sentido de lo invertido en la repetición (Imbriano, 1997).

La pulsión de muerte causa sufrimiento en demasía, mal de sobra, como

una de las vicisitudes, siendo origen de las satisfacciones del padecer (Imbriano,

2005). El imperativo superyoico que gobierna la pulsión de muerte es: ¡Goza!.

Esto es una situación de estructura, nadie escapa al goce. Pero, entonces, se trata
258

de gozar lo menos posible. Para ello será necesario que opere una interdicción del

goce.

La producción de una alquimia del deseo en goce, y la mutación

consecuente entre el sujeto deseante por el sujeto gozante son los nombres de la

muerte que en cada época toman distintos vestimentas y colores. En la actualidad

uno de sus nombre es la legitimación de lo ilegítimo.

8.9. El sujeto del goce delictivo: Un nombre para las consecuencias de los

procesos de legitimación de lo ilegítimo

En el discurso capitalista, el sujeto efecto de discurso, es un sujeto de goce.

Es desde esa condición que la efectuación de la pulsión homicida primordial

puede ser la ocasión de una patentización del sujeto en lo real.

La gestión discursiva contemporánea, cuya herramienta es la igualación en

nombre de la libertad y el derecho, se sostiene en una inflación de lo virtual y la

infatuación del sujeto, generándose aumento de la tensión imaginaria. Al estar en

disfunción el padre simbólico en tanto Ley, las conflictivas imaginarias no tienen

otra alternativa de resolución más que a través de un empuje en lo real. Allí

encuentra posibilidad la emergencia del sujeto en una patentización en lo real:

mata o se-mata. .

El psicoanálisis siempre se ha interesado por considerar la incidencia de la

cultura sobre el sujeto. Ella tiene una función normativa y permite la regulación de

la relación entre los ciudadanos haciendo posible la civilización –acotando el

malestar del “hombre lobo del hombre”-.


259

La vida en civilización causa acumulación de malestar, si la función

simbólica del discurso del padre no está en función de acotar lo pulsional, goce

más allá del principio del placer. Este es el corazón operativo de la pulsión de

muerte, que habla a través de muchas modalidades, entre ellas los procesos de

legitimación de lo ilegítimo. El homicidio es una de sus máximas expresiones.

También hay otras modalidades del uso de la libertad que generan

comportamientos antisociales: el desarrollo de poblaciones cautivas, el abuso

moral, la violencia sexual, la pedofilia, la trata de personas, el sicariato, etc.

Actualmente, la clínica nos muestra sujetos que quedan atrapados en patologías

delictivas de diversas índoles. Y, nos permitimos poner en duda la función de las

cárceles, como lo hiciéramos anteriormente respecto a los nosocomios

psiquiátricos.

Cada época se caracteriza por el modo en que el hombre enfrenta sus

sufrimientos, la contemporánea también: el modo es el sin límite, sostenido por un

borramiento de la categoría de lo prohibido. Allí el Derecho y el Psicoanálisis

tienen su implicancia y vale sentarlos en el banquillo: ¿han consentido?

La omnipresencia del Otro en el discurso capitalista produce una variación

en la constitución de la realidad psíquica que el síntoma contemporáneo viene a

revelar brutalmente: el sujeto quiere ser representado, quiere hacerse escuchar,

aunque sea al precio de hacerse un lugar en lo real, situación que se establece

como un fenómeno de masas.


260

Los procesos de transformación de lo ilegítimo en legítimo construyen un

ámbito que denominamos “delincuencia” –aunque parezca brutal y poco

diplomática tal denominación-.

Nos preguntamos: ¿Será la gestión del orden público el modo adecuado

para su tratamiento? O, ¿será un modo autorizado y “legítimo” de perpetuar la

máxima experiencia de crueldad humana?

Tomando como hábitat una posmodernidad que funciona como purgatorio

tánato-político, existe una relación de intimidad entre el colapso del Estado, la

mundialización mercantil y el poder de la mas-media. A su vez, el debilitamiento

de la función simbólica que los estados de excepción generan, conlleva a un

detrimento de la elaboración subjetiva y social de los violentos traumas sufridos

por el ejercicio de los mismos. Más aún, empuja a mayor violencia,

fundamentalmente bajo el modo de industrialización de lo delictivo, que puede

aparecer en forma disimulada u obscena, pero siempre se trata de la

industrialización de la muerte.

Nos hemos servido de estos antecedentes como marco para una lectura de

la población testigo de la investigación de 2008. En un primer análisis discernimos

tres variables en la causación de los actos homicidas: 1.- la resolución de

tensiones por rivalidad con el semejante; 2.- la resolución del kakón - como los

observados por Guiraud sobre los esquizofrénicos en 1931 - los sujetos salen del

malestar de la vida o del tedio y la falta de sentido, cometiendo un acto homicida;

3.- una llamada al orden público, buscando ser nombrados y reprendidos,

poniendo en evidencia que no hay autoridad. A través de su acto denuncian a la


261

sociedad en la que viven: están solos para arreglárselas con la violencia de la

pulsión. Consideramos que estas alternativas son válidas para todo sujeto

contemporáneo, que con su acto –como efecto de mostración- se precipita como

consecuencia de la mutación de lo ilegítimo en legítimo. O sea, consideramos que

los procesos de transformación implicados, son mutaciones.

8.10.- “Darles la palabra” implica “escucharlos”

Una sociedad que se ocupe de los efectos que genera su cultura, debe

hacerse cargo de sus miembros mutantes. “Tal como lo señalara David en

“Acusados y víctimas en el ICTY”, un modo puede ser “hacerlos hablar”, “darles la

palabra”, lo cual implica “escucharlos”.

Respecto de aquellos atrapados en los procesos de legitimación de lo

ilegítimo –los que delinquen- consideramos:

¿Por qué no pensar que la sanción de sus actos como “delito” les permitiría

representar lo prohibido y poner en palabras el horror que los habita?

Esos actos puede pensarse como un llamado a que la operación jurídica se

lleve a cabo. ¿Por qué no pensar que esta intervención puede llegar a tiempo?

¿Por qué no pensar que el dispositivo analítico pueda brindar la posibilidad

para que un sujeto ponga fin a la repetición de la satisfacción delictiva, haciendo

posible el pasaje del registro de la acción al de la palabra?

Frente a este panorama como psicoanalistas nos cabe recordar que la

existencia del inconsciente sigue siendo todavía un antídoto contra la

deshumanización.
262

CONCLUSIONES

Las presentes conclusiones reflejan algunos aspectos centrales de la

investigación de Tesis Doctoral en Psicología Social, llevada a cabo en el marco

de la Universidad Kennedy, titulada: Consecuencias subjetivas y sociales de los

procesos de legitimación de lo ilegítimo.

Hipótesis Principal: El mundo contemporáneo se caracteriza por una

flexibilización de las funciones normativas a través de procesos de legitimación de

lo ilegítimo, las mismas generan consecuencias intersubjetivas y sociales.

Hipótesis Secundarias

1.- Que a ellos se suman las lógicas de estados de excepción, causa de

diversos totalitarismos.

2.- Que los mismos posibilitan una relación societaria mediatizada por los

objetos de consumo.

3.- Que el discurso social es dominado por la gestión comercialista que

opera a modo de un totalitarismo generalizado en beneficio de convertir

al sujeto en “usuario-consumidor", -lugar de máxima consumación de la

anomia-.

4.- Que los procesos de legitimación de lo ilegítimo son causa de des-

institucionalización.

5.- Que este proceso implica una franca crisis de puntos de referencia,

pudiendo llegar a legitimar diversos modos de industrialización de la

muerte, máxima figura de quebranto simbólico.


263

6.- Que los sujetos no tienen recursos simbólicos para resolver

conflictivas sino que se encuentran compelidos a resoluciones en lo real:

mato o muero, como formas extremas de violencia.

7.- Que se configura una nueva economía psíquica.

8.- Que la práctica del testimonio es una alternativa de tratamiento.

Si bien el delito como acto anti-jurídico compromete diversas disciplinas

para su estudio, este proyecto de investigación se ocupó de la temática realizando

abordajes desde la Psicología Social Integrativista construyendo un espacio de

articulación con el Psicoanálisis y el Derecho. Estas disciplinas, en el amplio

espacio en el que actúan, presentan preocupaciones en común, por lo que surge

la necesidad de ocuparse conjuntamente de ellas, armando campos de

intersección.

Nos hemos orientado por la metodología propuesta por Hintikka enunciada

en la introducción, y la disciplina del comentario como modo de tratar los textos.

Siempre hemos realizado búsquedas en autores fuentes y en autores

contemporáneos.

Primero debimos conceptualizar tópicos referidos a la legitimidad, concepto

implicado en nuestro título. Así nos adentramos en diversas teorías, que nos

obligaron a revisar el significado del concepto. Los efectos de la temática de

nuestro estudio, nos interesaron particularmente dos: 1.- Como capacitación legal

para que una persona ejerza un cargo o desempeñe una función; 2.- Como

reconocimiento de la autoridad del poder político o de la persona que lo ejerce.


264

La legitimidad es un término utilizado en la Teoría del Derecho y la Ciencia

Política que definen la cualidad de ser conforme a un mandato legal, a la justicia,

a la razón o a cualquier otro cierto mandato. El proceso mediante el cual se

obtiene legitimidad se denomina legitimación.

Particularmente en Ciencia Política el concepto de legitimidad se refiere a la

capacidad de un poder para obtener obediencia sin necesidad de recurrir a la

coacción que supone la amenaza de la fuerza. De tal forma que un Estado es

legítimo si existe un consenso entre los miembros de la comunidad política para

aceptar la autoridad vigente.

Desde el punto de vista jurídico, la legitimidad puede ser considerada desde

dos aspectos: legitimidad formal y material. La primera

se refiere al correcto proceder de los órganos estatales con respecto a todos los

procedimientos establecidos en el ordenamiento jurídico. La segunda, se basa en

la aprobación y reconocimiento de la ley o actuación gubernamental, consensuada

por el pueblo. La coincidencia de justicia, validez y eficacia en una norma jurídica

es la medida de su legitimidad.

Desde el punto de vista político, la legitimidad se refiere al ejercicio del

poder. Es percibido como legítimo si es obedecido. La percepción de la ley como

ilegítima, provoca la desobediencia. En los gobiernos totalitarios se obtiene

obediencia por medio de la violencia del Estado.

Advertidos por las implicancias de la legitimidad, consideramos necesario,

referirnos al concepto de anomia. Nuestra construcción de una ruta posible para

abordar el tema, nos llevó a las obras fuentes de Weber y Habermas, para luego
265

retomar las concepciones desde autores contemporáneos como Antonio Marina y

Pierre Rosanvallon.

Las consideraciones sobre la anomia, con diversas modalizaciones que se

han desarrollado, siempre están en relación a la incapacidad de la estructura

social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr las metas de la

sociedad. Por cierto, estas consideraciones nos conmovieron en relación a la

reflexión de Pedro David respecto de la violencia latinoamericana como

consecuencia de una crisis del orden jurídico social. El autor considera que las

actitudes de rebelión y violencia son una forma de manifestación de rechazo al

sistema jurídico social y una solicitud de reconocimiento a la dignidad. Interpreta

que los escenarios de actos de violencia son un modo de construir una

aproximación entre la letra de los preceptos y sus valores, a las conductas. Frente

a estas consideraciones que llevan al desconsuelo, nos referirnos a Vigotsky y su

apuesta –que compartimos- a la norma como marco posible de interacción social.

Resultó necesario referirnos a Hanna Arendt en sus obras “La condición

humana” y “El origen del totalitarismo”. El trabajo se centró en lo que la autora

considera relativo a la condición humana como política. No es una novedad, pues

de antaño la filosofía griega consideró al hombre como zoon politikon (Aristóteles)

pero nos impactó la claridad con que la autora se refiere a las maniobras políticas

para la creación de Estados totalitarios, vía la propaganda. Ejemplo de ello es

Joseph Goebbels, Ministro del Gobierno de Hitler, que utilizó la propaganda para

construir totalitarismos, reduciendo el pueblo a masas. Adentrarnos en el tema nos

permitió entender el modo en que un gobernante puede llegar al máximo ejercicio


266

del totalitarismo, a “ser un Hitler”, y a su vez, a salir de toda ingenuidad respecto

de la función de los medios masivos de comunicación.

Volvamos a Arendt. Por supuesto que su historia personal nos conmovió,

pero mucho más aquello que nos ha legado: el saber respecto de la relación entre

procesos de ilegitimación, anomia, totalitarismos y propaganda.

A partir de los desarrollos precedentes nos encontramos en condiciones

posibles para tratar de despejar nuestras hipótesis secundarias, para luego

retomar la hipótesis principal.

Nuestra primera hipótesis secundaria enunciaba: Que a los procesos de

legitimación de lo ilegítimo se suman las lógicas de estados de excepción, causa

de diversos totalitarismos. Verificar esta hipótesis nos llevó al trabajo de Giorgio

Agambem -“Estado de excepción”- y a otras tales como “Infancias en estado de

excepción” de Mercedes Minnicelli. No repetiremos aquí lo ya trabajado al

respecto. Solo queremos confirmar que hemos verificado absolutamente que los

estados de excepción causan totalitarismos, y queremos expresar algo más fuerte

aún: los construyen. Por supuesto, en la edificación, la serie que se compone es:

deslegitimación-anomia-estado de excepción-totalitarismo, como antesala de lo

que denominamos “tánato-política” en donde la violencia y la industrialización de la

muerte son los recursos más importantes.

Abordemos nuestro segundo ítem de la hipótesis: Que los mismos

posibilitan una relación societaria mediatizada por los objetos de consumo. La

serie recién mencionada anteriormente tiene por objetivo una de las formas más

disimuladas y extremas del totalitarismo: la gestión comercialista de la


267

globalización. Una de nuestras más graves conclusiones, que implica al discurso

como estado de excepción.

La tercer hipótesis secundaria a verificar refiere: Que el discurso social

es dominado por la gestión comercialista que opera a modo de un totalitarismo

generalizado en beneficio de convertir al sujeto en “usuario-consumidor", -lugar de

máxima consumación de la anomia-. Los procesos de legitimación de lo ilegítimo

generan lo que David denomina “La crisis del orden jurídico”. Allí donde se diluye

el orden jurídico, también se diluye el sujeto en relación a la ley quedando

reducido como sujeto de goce.

Como efecto de este posicionamiento nuevo del sujeto, fue necesario

analizar el discurso capitalista. El mismo se sostiene en una mutación: la verdad

es manipulada. Su consecuencia es un sujeto atrapado por lo pulsional, que debe

“alimentar” al Superyó que demanda más y más goce. Nada lo satisface, en tanto

su pretensión es la satisfacción absoluta. El sujeto de goce, en el cual opera el

mecanismo de la desmentida, es tomado por la pulsión de muerte. De este modo,

el sujeto se convierte en consumidor sin darse cuenta que es él quien es

consumido. Por lo expuesto, lamentablemente, se verifica la hipótesis.

Nuestra cuarta hipótesis secundaria es: Que los procesos de legitimación

de lo ilegítimo son causa de des-institucionalización. Por lo antedicho, debemos

considerar varios temas. Por un lado, los procesos de legitimación de lo ilegítimo

son un modo de imponer una fuerza-de-ley-sin-ley, máxima manifestación de la

dilución jurídica. Por otro, no hay lugar para la articulación del sujeto a la ley,

cuestión que si fracasa trae graves consecuencias. El sujeto que socialmente es


268

visible como un cínico (desconsiderado con los otros y consigo mismo), lo

consideramos delincuente, en el sentido que delinque. Este sujeto es un campo

fértil para la instauración del totalitarismo, por el cual se rompe con toda filiación a

la familia y genealogía, como primer institución, así como también a una

comunidad, a la patria, a la Nación, al Estado.

Todos los sujetos de esta época se encuentran des-institucionalizados,

carentes de ley que los instituya. Y cuanto mayor sea la des-institucionalización,

mayor imperio del mercado productor de fetiches para el hombre que ha perdido

su nombre propio.

La quinta hipótesis secundaria dice: Que este proceso implica una franca

crisis de puntos de referencia, pudiendo llegar a legitimar diversos modos de

industrialización de la muerte, máxima figura de quebranto simbólico. Solo nos

cabe concluir señalando que si bien seguimos pensando que causa una “crisis” de

referencias, rápidamente la misma es saneada por la instalación de una única

referencia: el mercado. Y, el estilo actual del movimiento del mercado es uno de

los modos de industrializar la muerte, como resultante de un proceso por el cual el

sujeto pierde su identidad y se convierte en un sujeto infatuado, logrando un

nombre a través del objeto-logo como fetiche. El hombre consumidor de logos es

un hombre llevado por delante por el mercantilismo y sufre las satisfacciones del

padecer.

La sexto hipótesis secundaria expresa: Que los sujetos no tienen recursos

simbólicos para resolver conflictivas sino que se encuentran compelidos a

resoluciones en lo real: mato o muero, como formas extremas de violencia. Si los


269

sujetos no están articulados al Nombre-del-Padre, -y no opera la metáfora jurídica-

les queda solo la posibilidad de ocupar un lugar de objeto. Los recursos que el

padre simbólico transmite en tanto Tercero Social (no al incesto y no al parricidio),

quedan inhabilitados. Y con ello, el que ha quedado abolido no solamente es el

padre, sino también el sujeto. En este nuevo orden, el sujeto carece de recursos

para resolver las conflictivas con sus pares, cayendo en la lucha por las pequeñas

diferencias. Lucha con el cuerpo, lucha cuerpo a cuerpo, pues no ha podido

desarrollar recursos simbólicos. A esto se le suma que no funcionalizan

adecuadamente los mecanismos de defensa del Yo respecto de la pulsión:

represión y sublimación. En lugar de la represión opera la desmentida, y el

Superyó nada quiere saber de la sustitución que implica la sublimación.

Frente a estos procesos de “ilegitimización” el sujeto se encuentra

irremediablemente solo, y enfrenta las contrariedades de la realidad de la vida a

través de su patentización en lo real. Resuelve sus conflictivas con la violencia:

mata o se-mata.

Esta actitud no es por casualidad. Nuestro séptimo hipótesis secundaria

refiere: Que se configura una nueva economía psíquica. La misma, es

consecuencia de la operación psíquica denominada “desmentida” o “renegación”.

Reprimir o desmentir implican posicionamientos subjetivos diferentes respecto del

Complejo de Edipo. Tradicionalmente, la metapsicología ha planteado la represión

de la pulsión homicida primordial y del incesto.

En el mundo contemporáneo, comprobamos que el parental no logra

transmitir la prohibición fundante de la articulación del sujeto a la ley. El discurso


270

capitalista le impide encarnar la ley, y mucho menos donarla. Consecuentemente,

no opera el mecanismo psíquico de represión ni de sublimación de las pulsiones,

principalmente de la genuina homicida primordial. Es de destacar que represión y

sublimación son mecanismos de defensa del yo. Por estos motivos, sostenemos

que el yo se encuentra solo y sin medios para arreglárselas con la pulsión.

La clínica contemporánea muestra diversos síntomas, denominados

“contemporáneos”, tales como todo tipo de adicción –que hemos denominado “la

adicción de la adición-. Estas patologías revelan la ubicación del objeto de la

pulsión como tapón al malestar inherente a la existencia humana.

Nuestra última hipótesis secundaria expresa: Que la práctica de la palabra

es una alternativa de tratamiento. Con David estamos de acuerdo respecto a lo

que el Testimonio ofrece como un modo de tratamiento. Hemos realizado un largo

estudio de una serie de consideraciones desde el Psicoanálisis en lo referente a

las concepciones de Freud (tradicionales y relativas al patter familiae); a las de

Lacan sobre el debilitamiento de la función paterna y a las de Legendre sobre la

operación jurídica, para concluir con una apuesta: Si creemos que la existencia del

inconsciente es un antídoto contra la deshumanización, entonces, coherentes con

ello, se trata de hacer hablar al sujeto. El sujeto hablando construye su articulación

al Otro (intersubjetividad), su identidad y su deseo, en tanto el Tercero Social

simbólico opere. Pero para que ese Otro opere, será necesario que se encuentre

atravesado por la castración de la ley, posibilitando así su transmisión. Queremos

resaltar que a ese sujeto no relacionado a la ley, lo hemos llamado “delincuente”,


271

justamente por no estar articulado a la ley, por desmentirla. Y, para el que

delinque, hemos propuesto, darles la palabra, lo que implica: escucharlos.

Desde una visión en conjunto de las diversas temáticas trabajadas,

consideramos nuestra hipótesis principal que ampliamos: los procesos de

legitimación de lo ilegítimo como generadores anomia generan consecuencias

personalitarias y sociales. Estos procesos edifican una crisis de los puntos de

referencia que recaen sobre las personas consideradas individual y

colectivamente, encaminándolos hacia una nueva referencia, el mercado-logo.

Entre sus consecuencias podemos señalar la falta de identidad que produce, así

como una paradojal satisfacción inmediata para luego precipitar al sujeto en la

insatisfacción, de la cual solo puede salir adquiriendo un nuevo “ojbeto-logo”.

Consideramos que este mecanismo es uno de los modos de industrialización de la

muerte.

Como punto de partida se han analizado procesos de legitimación de lo

ilegítimo que con su efecto de anomia provoca un déficit en los valores y normas

de la sociedad que inciden en las relaciones humanas. Si la constitución subjetiva

es intersubjetiva, la afectación del marco normativo social, tiene necesariamente

consecuencias individuales, culturales y sociales (articulación sujeto-cultura-

sociedad).

Que la subjetividad se constituya y desarrolle en la relación con otros

sujetos, no significa una sumatoria e intercambio entre individualidades sino la

existencia de un espacio común, marco o estructura en que los hombres se

mueven y desarrollan en las distintas comunidades y épocas –intersubjetividad-.


272

Es en este sentido que consideramos que la sociedad, la cultura y la política son el

ámbito de referencia para lo humano, y que es la persona, individual y

colectivamente, la referencia desde la cual juzgar si el sistema normativo de un

país o de una época, posibilitan una vida acorde con la dignidad humana.

La Psicología Social, el Derecho y el Psicoanálisis, disciplinas desde las

que abordamos este trabajo, sin perjuicio de otras que también se ocupan de lo

humano, permiten introducir en este impasse la dimensión del hombre, individual o

colectivamente, y diferentes planos de análisis (ecotímico, ecoaxial, ecognósico)

desde donde examinar y discernir la legitimidad, tanto del derecho positivo como

de los usos y costumbres aceptados socialmente.

En la sociedad contemporánea, asistimos a la ampliación de derechos y de

participación social. Pero lo humano aún no ha alcanzado una forma que garantice

los modos que posibilitan a las personas una vida digna. Una posibilidad de lograr

la dignidad es la articulación de la ley, lugar de inscripción del sujeto en la cultura

a través del discurso del padre.

Aquello que atenta contra las personas y las sociedades se origina en el

hombre mismo. Reconocemos en el hombre un impulso a considerar su propia

forma de vida como la única verdadera, desde donde parte la tentación a

imponerla a los demás. Evidencia de ello son los regímenes totalitarios, expresión

en donde una concepción del mundo se pudo convertir en un programa ideológico-

jurídico. La constitución de los mismos no respetan la dignidad humana.

Estas políticas inexorablemente llevan a la violencia y la destrucción. Es en

este lugar, inherente al hombre donde ubicamos la banalidad del mal. También en
273

este lugar es posible reconocer la maldad fundamental localizadas tanto por

Sigmund Freud en “El Malestar en la cultura”, como por Jacques Lacan en sus

teorizaciones respecto de la pulsión homicida primordial. Hay algo en el hombre

que atenta contra sí mismo y contra los otros.

Pedro David reconoce factores, que pueden considerarse ligados o

derivados de este núcleo o impulso, y que se han manifestado en América Latina,

a través, principalmente, de la contradicción entre las estructuras jurídicas

formales y la realidad social.

Entre las formas de legitimación de lo ilegitimo, se encuentra también el

denominado estado de excepción y los totalitarismos. Son las formas más

evidentes en que lo ilegítimo puede transformarse en legítimo y poner en acto el

mal radical. Estos sistemas anulan lo que Hannah Arendt considera esencial en la

vida política, la pluridimensionalidad del ser humano, siendo en esta pluralidad

donde reside su igualdad.

El totalitarismo moderno es un modo de dominación nuevo, diferente de las

antiguas formas de tiranía y despotismo, pues no se limita a destruir las

capacidades políticas de los hombres: destruye también los grupos e instituciones

que entretejen las relaciones privadas de los hombres, enajenándolos del mundo y

de su propio yo. Los hombres se convierten así en "haces de reacción

intercambiables", por obra de una dinámica combinación de ideología y terror.

Por las consideraciones antes referidas es posible sintetizar que la caída de

los sistemas y representaciones de autoridad que fueron produciéndose en la

época contemporánea y más fuertemente a partir del siglo XX, se evidencia en


274

una declinación o degradación de la ley, que la teoría psicoanalítica denomina y

articula a la caída del padre, ley fundante que establece el límite entre lo permitido

y lo prohibido. Esta falla tiene como efectos la anomia y la elevación de una

ideología con el correlativo rechazo de lo diferente hasta su eliminación. De ello

resultan las continuas conflictivas sociales que se resuelven a través de la

violencia.

Los estados de excepción, que operan por encima del orden legal

imperante, tienen como consecuencias: 1) El desvalimiento del hombre en un

ámbito sin marco legal, 2) La anulación de la historia, los valores e ideales que

dejan al hombre en un fuera de sentido, como un punto suspendido entre las

“nadas” que le ofrece el mercado: usuario-consumidor-consumido, 3) Los

mercados dominan al poder, para fomentar el consumo de los objetos que

producen, 4) La pérdida de referencias, desvalimiento y degradación subjetiva y

colectiva, 5) La destrucción de las capacidades políticas de los hombres, 6) La

ruptura del entramado social, 7) La disyunción entre los objetivos de la cultura y la

posibilidad de acceso a los mismos, 8) La destrucción de la identidad, la pluralidad

y la espontaneidad en las personas y grupos socio-culturales.

Toda consideración de validez o legitimidad de un sistema político o social

debe tener como brújula y referencia la dignidad del hombre, de los grupos

sociales y de las culturas, en su diversidad pluridimensional.

Al mismo tiempo, toda alternativa de solución debe recordar la presencia de

este impulso inherente a lo humano, mal radical/banal, que por ser ineliminable es

necesario que el sujeto se articule a la ley.


275

Decidimos concluir con una frase ya expresada: Si creemos que la

existencia del inconsciente es un antídoto contra la deshumanización, entonces,

coherentes con ello, se trata de hacer hablar al sujeto.


276

REFERENCIAS

Agamben, G. (2007). Estado de excepción. Buenos Aires: AH Editora. .

Aguilar, J. M. y Cadícamo, E. (1928) Tango “Al mundo le falta un tornillo”.

Recuperado de: www.musica.com

Arendt, H. (1992). Los orígenes del totalitarismo. Buenos Aires: Alianza (Texto

origiginal fechado en 1951)

Arendt, H. (2009). La Condición Humana. Buenos Aires: Paidós. Texto origiginal

fechado en 1958).

Arnoletto, E. (2007). Teoría Política (ebook). Disponible en

www.eumed.net/libros/2007b/300.

Balmes, F. (1999). El nombre, la ley, la voz. Freud y Moisés: escrituras del padre

2. España: Del Serval.

Baudrillard, J. (1976). La génesis ideológica de las necesidades. Barcelona:

Anagrama.

Bauman, Z. (2004). Modernidad líquida. México: Fondo de cultura económica.

Benbenaste, N, Etchezahar, E. y Del Rio, M. (2008). Psicología de la Anomia.

Anuario de investigaciones, XV. Secretaría de investigaciones. Buenos Aires:

Facultad de psicología – UBA.

Besnard, P. (1987). L’anomie:ses usages et ses fonctions dans la discipline

sociologique depuis Durkheim. Paris: PUF.

Bonilla, S., Paz Castro, M., Giraldo Parra, L y otros. Joseph Goebbels.

Recuperado de:
277

http://www.poli.edu.co/polimedios/pdfs/JOSEPH%20GOEBBELS%20guion%

20exposicion.pdf

Chemama, R. (1998). Diccionario de Psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu.

David, B (2008). Teoría de la legitimidad: Weber y Habermas. En Teoría y praxis

sociológica. Dato recuperado en:

http://teoriaypraxissociologica.wordpress.com/2008/03/02/teoria-de-la-

legitimidad-weber-y-habermas/

David, P. (1970). Conducta, integrativismo y sociología del Derecho. Buenos

Aires. Zavalía. .

David, P. (1999). Globalización, prevención del delito y justicia penal. Buenos

Aires. Zavalía .

David, P. (2003). Sociología Criminal Juvenil (6ta ed.). Buenos Aires: Lexis Nexis.

Depalma.

David, P (2005). Criminología y Sociedad. México: Instituto Nacional de Ciencias

Penales.

David, P. (2012) Acusados y víctimas del ICTY. En:

http://www.kennedy.edu.ar/DocsEsc81/Material%20Bibliogr%C3%A1fico/Acu

sados%20y%20v%C3%ADctimas%20en%20el%20ICTY.pdf

Discépolo Deluchi, E, (1935) Tango Cambalache. Recuperado de:

www.musica.com

Durkheim, E. (1994). La división del trabajo social. Buenos Aires: Ed. Planeta

Agostini.
278

Fayt, C. Entrevista a alumnos. Facultad de Derecho de la UBA. Dato recuperado

en: http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/lye/pub_lye_entrevista_fayt.php

Ferguson, H. (1996). The Lure of Dreams: Sigmund Freud and the Construction of

Modernity [El señuelo de los sueños: Sigmund Freud y la construcción de la

modernidad]. Londres: Routledge.

Ferrero, G. (2008) Los genios invisibles de la ciudad. Citado por Marina en La

pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación. Barcelona: Anagrama..

Foucault, M. (1981). Un diálogo sobre el poder. Madrid: Alianza.

Frazer, J. G. (1982). La rama dorada. Londres. México: Fondo de cultura

económica. 8Texto original de 1910)

Freud, S. (2008a). Proyecto de Psicología científica. En Sigmund Freud Obras

completas (Vol. I). Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original fechado en 1895

y publicado por primera vez en 1950).

Freud, S. (2008b) Totem y tabú. En Sigmund Freud Obras completas (Vol. 13).

Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original publicado en 1912).

Freud, S. (2008c) Pulsiones y destinos de pulsión (1915). Obras completas. Vol.

XIV. Buenos Aires: Amorrortu.

Freud, S. (2008d) De guerra y muerte. En Sigmund Freud Obras completas (Vol.

14). Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original publicado en 1915).

Freud, S. (2008e). Más allá del principio del placer. En Sigmund Freud Obras

completas (Vol. 18). Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original publicado en

1920).
279

Freud, S. (2008f). Psicología de las masas y análisis del yo. En Sigmund Freud

Obras completas (Vol. 18). Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original

publicado en 1921).

Freud, S. (2008g). El yo y el ello. En Sigmund Freud Obras completas (Vol. 19).

Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original publicado en 1923).

Freud, S. (2008h). La organización genital infantil. En Sigmund Freud Obras

completas (Vol. 19). Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original publicado en

1923).

Freud, S. (2008i). La negación. En Sigmund Freud Obras completas (Vol. 19).

Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original publicado en 1925).

Freud, S. (2008j). El sepultamiento del Complejo de Edipo. En Sigmund Freud

Obras completas (Vol. 19). Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original

publicado en 1924).

Freud, S. (2008k). Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual

anatómica. En Sigmund Freud Obras completas (Vol. 19). Buenos Aires:

Amorrortu. (Texto original publicado en 1925).

Freud, S. (2008l). El porvenir de una ilusión. En Sigmund Freud Obras completas

(Vol. 21). Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original publicado en 1927).

Freud, S. (2008m). El malestar de la cultura. En Sigmund Freud Obras completas

(Vol. 21). Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original publicado en 1930).

Freud, S. (2008n). ¿Por qué la guerra? Einstein y Freud. En Sigmund Freud Obras

completas (Vol. 22). Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original publicado en

1933).
280

Freud, S. (2008o) Moisés y la religión monoteísta. En Sigmund Freud Obras

completas (Vol. 23). Buenos Aires: Amorrortu. (Texto original publicado en

1939).

Galeano, E. (2007) El imperio del consumo. Madrid: Alianza.

García Laguardia, J. (1986). Régimen constitucional de los partidos políticos en

Centroamérica: de la exclusión a la apertura. En Dieter Koniecki (ed.)

Sistemas electorales y representación política en Latinoamérica. Madrid:

Fundación Friedrich Ebert-Instituto de Cooperación Iberoamericana.

Recuperado en

http://www.iidh.ed.cr/comunidades/redelectoral/docs/red_diccionario/legitimid

ad.htm

Grinberg, A. (2013). Material de estudio de Psicología Social y Política en

Doctorado en Psicología Social de Universidad Kennedy. Inédito.

Habermas, J. (1981) Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona: Gustavo

Gil.

Habermas, J. (1975) Problemas de legitimación en el capitalismo tardío. Buenos

Aires: Amorrortu

Herrera Figueroa, M (1988). Estimativa iuspolítica. México.

Hintikka, J. (1999) Inquiry as inquiry: a logic of scientific discovery. Recuperado en

Springer.com Series: Jaakko Hintikka Selected Papers, Vol. 5

Hobbes, T. (2004) El Leviatán. México: Fondo de cultura económica. (Texto

original año1651)

Homero. (2000). Rapsodia I. En La odisea. Gredos: Madrid.


281

Imbriano, A. (1993). Del caos a la con-a-bilidad. En: A. Imbriano, Testimonios de

trabajo. Buenos Aires: Leuka.

Imbriano, A. (1997). Los nombres de la muerte. En: Mas Colombo, E. Imbriano,

A. y otros. Enfermedades de transmisión sexual y SIDA. Buenos Aires:

Santiago Rueda.

Imbriano, A. (2005). “Las satisfacciones del padecer”. En: Testimonios de una

Praxis. Tomo I. Buenos Aires: Fundación Praxis Freudiana.

Imbriano, A. (2010). La Odisea del siglo XXI. 2da. Ed. Corregida y aumentada.

Buenos Aires: Letra Viva.

Imbriano, A. (2011). La tánato-política y su violencia. Cali: Ed. Univ. San

Buenaventura

Imbriano, A. (2012). ¿Por qué matan los niños? Buenos Aires: Letra Viva

Isuani, E. (1996). Anomia social y anomia estatal en Sociedad. Facultad de

Ciencias Sociales-UBA.

Lacan, J. (1999). El Seminario de Jacques Lacan. Libro 5. Las formaciones del

inconsciente.1957-58. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (1971). El Seminario deJacques Lacan. Libro 18. De un discurso que no

sería del sembalante. (EFBA, Trans.) Buenos Aires: Escuela Freudiana de

Buenos Aires. Inédito.

Lacan, J. (1977a). Radiofonía. Barcelona: Anagrama.

Lacan, J. (1977b). La familia. Buenos Aires: Homo Sapiens.

Lacan, J. (1978). Acerca de la causalidad psíquica. Homo Sapiens. Buenos Aires.


282

Lacan, J. (1984a). Introducción a las funciones del psicoanálisis en la criminología.

Barcelona: Argot.

Lacan, J. (1984b). El atolondrado, el atolondradicho o las vueltas dichas. En J.

Lacan, Escansión 1 (pp. 15-69). Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (1987a). De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad.

(5ta. Ed). México: Siglo veintiuno editores.

Lacan, J. (1987b). El seminario de Jacques Lacan. Libro 11. Los conceptos

fundamentales del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (1991) Dos notas sobre el niño. En: Intervenciones y Textos 2, Buenos

Aires: Manantial.

Lacan, J. (1992). El seminario de Jacques Lacan. Libro 17. El reverso del

Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós. .

Lacan, J. (2001). Radiophonie. En Autres Escrits. París: Seuil.

Lacan, J. (2002). “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la

psicosis”. En Escritos 2. Buenos Aires: Siglo Veintiuno.

Lacan, J. (2008). El Seminario de Jacques Lacan. Libro 16. De un Otro al otro.

Paidós: Buenos Aires.

Larrouse. (2009). Diccionario Enciclopédico. Madrid: Larrouse

Laurent, E. (2007) “Las nuevas inscripciones del sufrimiento de los niños”. En:

AAVV. Las nuevas inscripciones del sufrimiento en el niño. Buenos Aires.

Editorial Grama.
283

Le Rider, J., Plon, M, Raulet, G y Rey-Flaudo, H. (2005). Sobre El malestar en

cultura. Buenos Aires: Nueva visión.

Legendre, P. et al. (1974) El amor al censor. Madrid: Anagrama.

Levato, M. y Clancy, M. (2014). La desmentida en la hipermodernidad: su

preponderancia y consecuencias. Instituto de Investigaciones en

Psicoanálisis aplicadas a las Ciencias Sociales de Universidad Kennedy.

Presentación en Jornadas del Cincuentenario de la Escuela de Psicología de

Universidad Kennedy.

Linz, J. (1978) “Legitimidad y eficacia en la evolución de los regímenes políticos”,

en el colectivo Problemas del subdesarrollo. Aspectos sociales y políticos.

Granada: Caja de ahorros y Monte de Piedad. .

Margulis, M. (1997). Globalización e identidad cultural. Buenos Aires: Ciccus.

Marina, J. (2008). La pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación.

Barcelona: Anagrama.

Marx, K y Engels, F. (2001). El proceso de acumulación del capital. En El capital.

(Tomo I). Buenos Aires: Siglo XXI.

Merton, R. (2003). Teoría y estructura sociales. Madrid. Fondo de cultura

económica.

Minnicelli, M. (2004). Infancias públicas. No hay derecho. Buenos Aires: Noveduc.

Minnicelli, M. (2010). Infancias en estado de excepción. Buenos Aires: Noveduc.

Molina, I. (2007). Conceptos fundamentales de Ciencia Política. Madrid: Alianza.

Nino, C. (1992). Un país al margen de la ley. Buenos Aires: Emecé.


284

ONU. Declaración Universal de los Derechos Humanos. Asamblea General de las

Naciones Unidas. Resolución 217 A (III). 10/12/1948. París.

Perez Flores, R. (2011). La condición humana en Hanna Arendt. En: 9 Oct

2011. Hanna arendt Presentation Transcript

Peusner, P. (2008). El niño y el Otro. Buenos Aires: Letra Viva.

Real Academia Española. (2007) Diccionario de la Lengua Española. Madrid:

RAE.

Rosanvallon, P. (2009) La legitimidad democrática. Imparcialidad, reflexividad,

proximidad. Buenos Aires: Manantial.

Sennett, R. (1996). The use of disorder: Personal identity and city life [Los usos del

desorden: identidad personal y vida de ciudad]. Londres: Faber & Faber.

Serrano, E. (1991) Habermas: legitimidad y discurso práctico. En: Estudios-

Filosofía-Historia-Letras. Dato recuperado en:

http://biblioteca.itam.mx/estudios/estudio/letras25/texto3/sec_1.html

Severiano, M. (2005) Narcisismo y publicidad. Madrid: Siglo XXI.

Smith, R. (1911). Lecturas sobre la religión de los semitas. Texto original de 1889

(Londres) Este artículo es una obra derivada de la edición de 1911 de

la Encyclopædia Britannica, disponible sin restricciones conocidas de

derecho de autor. Esta obra derivada se encuentra disponible bajo las

licencias GNU Free Documentation License yCreative Commons Atribución-

CompartirIgual 3.0 Unported.

Vázquez Presedo, V. (1981) Marx y el marxismo. Buenos Aires: El Cid.


285

Vygotski, L. S. (1991.) El desarrollo de los procesos psicológicos superiores.

Barcelona: Grijalbo.

Weber, M. (1969) Economía y Sociedad. México: Fondo de Cultura Económica.

También podría gustarte