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¿Qué es una orden tercera?

Lección No 1
Introducción al Franciscanismo Seglar
Por:
Hno. Miguel Ángel Martín Contreras OFS

1. Objetivos
a. Reconocer las características de una orden tercera.
b. Revisar los fundamentos canónicos y doctrinales de una orden tercera.
c. Conocer los antecedentes históricos de las ordenes terceras.
d. Construir el paralelo entre una orden tercera y la Orden Franciscana Seglar.
e. Definir el concepto de autonomía de la OFS.
f. Determinar el lugar de la OFS dentro de la estructura de la Iglesia.

2. Marco Teórico
Laicos y las terceras ordenes
Dentro de las múltiples formas que el Espíritu Santo manifiesta sus dones en el Pueblo de Dios a
través de los consejos evangélicos, se podría decir que tenemos tres grandes diferenciaciones
según el estado de vida: ordenado, consagrado y laico. Estas tres formas de vida definen roles y
acciones muy específicas dentro de la misión de la Iglesia en el mundo de hoy. Y las tres brotan
de la vocación bautismal de todo cristiano de ser miembros vivos de la misión de la Iglesia en la
tierra (cf. LG 33; Cann. 204).

Los laicos, por ende, no siendo parte del clero ni de los religiosos, siguen los consejos evangélicos
buscando a Dios en el mundo, es decir, viviendo guiados por el espíritu evangélico, los laicos
desde cada una de las facetas de su vida (vocación particular, escolaridad, trabajo, familia, etc.)
y de su interacción con el mundo que les rodea, sin negar las realidades sociales, culturales,
políticas y económicas propias del mundo, buscan construir el Reino de Dios en la tierra (LG 31).
Se es laico viviendo en el mundo, no aislándose de él, pues la santificación de la persona humana
procede de su actuar con el prójimo (Lc 10, 37), imagen de Dios.

Y es en esta riqueza de vida de los laicos que, a pesar de no recorrer los mismos caminos y tener
distintas condiciones de vida, todos estamos llamados a la Santidad y a contribuir a la edificación
del Cuerpo de Cristo (cf. LG 32). Por lo tanto, en la diversidad de ministerios que existen en la
Iglesia, tanto para laicos, consagrados y ordenados, se observa la unidad de la misión salvífica
(CIC 873).

Todo esto nos lleva a la vocación del fiel cristiano. Movido por los consejos evangélicos, cada
persona descubre su manera peculiar de contribuir a la misión salvadora de la Iglesia. Y una de
las tantas formas que brotan de la Efusión del Espíritu Santo es la Orden Franciscana Seglar.

Terceras Ordenes
Desde el arggionanmento del Concilio Vaticano II, la Iglesia ha reconocido a las asociaciones de
fieles como un ente vital en el desarrollo de la misión salvífica de la Iglesia. Según el canon
romano, los fieles cristianos pueden constituir asociaciones de fieles que busquen fomentar una
vivencia de los consejos evangélicos, realizar misiones de apostolado y evangelización,
promoción del culto publico y otras iniciativas que ayuden a la animación del espíritu cristiano
según el correr de los tiempos (Cf. Cann. 298).

Las asociaciones de fieles siempre están sujetas a la autoridad eclesiástica. Si las asociaciones de
fieles son constituidas por fieles laicos mediante un acuerdo privado entre ellos (por ejemplo, un
grupo de oración parroquial) se denomina privada. Dichas asociaciones privadas deben tener un
conjunto de estatutos avalados por la autoridad eclesiástica competente para ser reconocidas
(cf. Cann 299).

Cuando una asociación de fieles es erigida (creada, normada y reconocida) por la autoridad
eclesiástica competente se le denomina pública (Cann. 301.3). Tales asociaciones se dedican a la
transmisión de la doctrina en nombre de la Iglesia, promoción del culto público y demás
iniciativas de la misma naturaleza espiritual de la autoridad eclesiástica que las erige. Por lo tanto,
las asociaciones públicas de fieles amplían los alcances de las asociaciones privadas.

Dentro de las asociaciones públicas de fieles existen aquellas inspiradas por la directriz de un
instituto de vida consagrada, que se encarga de su orientación espiritual, la regulación de sus
estatutos y el cuidado atento de sus procesos vocacionales y formativos, es decir, viven bajo la
alta dirección (altius moderamen en el sentido del canon 311) de un instituto. Tales asociaciones
de fieles se conocen como terceras ordenes (cf. Cann. 303). Si una tercera orden pertenece a un
determinado instituto de vida consagrada y además se adhieren a la forma particular de vida (Cfr.
Cann. 576) de tal instituto se le reconoce como tercera orden regular. Los miembros de estas
terceras ordenes regulares toman votos religiosos canónicos (Cann. 654-658), como es el caso de
la Tercera Orden Franciscana Regular (TOR).

Las terceras ordenes que no siguen una regla de vida religiosa, en el sentido del articulo 662 del
Código de Derecho Canónico, hacen promesas o compromisos que no implican la radical
observancia de los votos religiosos canónicos, pero si una observancia de los mismos desde la
realidad de vida del seglar.

En la Iglesia Católica se reconocen las siguientes terceras ordenes:

• Tercera Orden de Agustinos Recoletos • Tercer Orden Secular de la Santísima


• Tercera Orden de San Agustín Trinidad
• Oblatos de San Benito • Tercera Orden de San Norberto
• Orden Seglar de Carmelitas Descalzos • Tercera Orden de Nuestra Señora del
• Tercera Orden de Santo Domingo Monte Carmelo
• Orden Franciscana Seglar • Asociación de Salesianos Cooperadores
• Tercera Orden de la Misericordia • Tercera Orden de Servitas
• Tercer orden de mínimos
Cabe mencionar que la figura de tercera orden no es exclusiva de la Iglesia Católica. Existen
terceras ordenes en las denominaciones protestantes, como en la Iglesia Anglicana y en la
Episcopal, así como en la Iglesia Ortodoxa.

Revisión histórica
Históricamente hablando, las terceras ordenes tienen su origen en los movimientos monásticos
de siglos VII y VIII, donde nobles que contribuían al sostenimiento y mantenimiento de algún
orden monástico, además de sentirse identificados con la espiritualidad y piedad del mismo, se
vinculaban a ellos en la figura de cofradías o co-hermandad. Un ejemplo es la famosa Oblación
Benedictina extendida por abadías de la Europa medieval. Si bien no recibían los ordenes
sagrados o profesaban la regla de tal instituto, hacían parte de él como patrocinadores
(Encyclopedia Britannica Vol 26). Este tipo de estructuras fue de vital importancia para el
desarrollo y sostenimiento de institutos monásticos a lo largo de toda la Edad Media. Por lo
general, reyes, condes y demás nobleza hacia parte de las cofradías, las cuales se convirtieron en
un símbolo de status. Militarmente, las cofradías también sirvieron para organizar bastiones de
ejércitos, que a la postre se convertirían en ordenes ecuestres y militares (miles Christi), como
los Caballeros Hospitalarios de San Juan, la Orden del Temple o la Orden del Santo Sepulcro. Hoy
día, tanto las cofradías como las ordenes ecuestres se han secularizado, es decir, convertido en
asociaciones de fieles, tal como es el caso de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén
(Enciclopedia Católica, Vol 14).

Paralelo al desarrollo de las cofradías, también surgió a finales del siglo IX el movimiento
penitencial, que a la postre recibirían el nombre de ordenes de penitencia o simplemente
penitentes. Este tipo de movimientos se originó en el deseo de muchos laicos (nobles y legos
adinerados) de vivir mas piadosamente.

El termino tercera viene tomado del latín tertia, y hace referencia a su lugar dentro de un
determinado instituto. En épocas medievales, las ramas masculinas (monjes) de una orden
monástica se denominaban primera orden. Las ramas femeninas (monjas) se denominaban
segunda orden. Finalmente, aquellas ordenes monásticas que contaban con sus grupos de
penitentes empezaron a llamarles terceras ordenes.

Características de las terceras ordenes


Desde el Canon Romano, aprendemos que las terceras ordenes son asociaciones de fieles que
viviendo en el mundo y participando de la espiritualidad de un instituto religioso, se dedican al
apostolado y buscan la perfección cristiana bajo la alta dirección de ese instituto (Cann. 303).
Como tal, las terceras ordenes tienen las mismas características de una asociación pública de
fieles:
• Tienen estatutos propios (Cann. 304).
• Están al cuidado y vigilancia (alta dirección) de un instituto religioso, que hace las veces
de autoridad eclesiástica competente (Cann. 305).
• Están bajo vigilancia de la Santa Sede y del superior del instituto religioso que las orienta
(Cann. 305).
• Participa del espíritu del instituto de religioso que la dirige.
• Los miembros se admiten de acuerdo con los estatutos propios (Cann. 307).
• Una persona puede pertenecer a varias asociaciones (Cann. 307).
• Los miembros de los institutos religiosos pueden inscribirse en las asociaciones previo
permiso del superior del instituto (Cann. 307).

En conclusión, las terceras ordenes (exceptuando la Orden Franciscana Seglar) son asociaciones
públicas de fieles al cuidado y vigilancia de un determinado instituto de vida consagrada. Sus
procesos formativos, de gobierno y espirituales están regulados por dicho instituto. Su
apostolado se enmarca en los fines del instituto al cual pertenecen.

Tercera Orden Franciscana Seglar


La Orden Franciscana Seglar, o Tercera Orden de San Francisco como se le conoció hasta la
reforma de 1978, es un caso especial del concepto canónico (Cann. 303) de una tercera orden.
Esta afirmación se sustenta en tres características centrales de la OFS: su tradición histórica,
jurídica y espiritual. Estas cualidades definen el papel de la OFS dentro del trinomio franciscano.
Así mismos, estas características definen la autonomía de la OFS.

Desde un punto de vista puramente histórico (que se abordará en lecciones posteriores a mayor
profundidad), la Orden Franciscana Seglar evolucionó del concepto medieval de hermanos de
penitencia que tuvo su despertar religioso con la persona de Francisco de Asís (Gómez, 1988;
Iriarte). A grosso modo, la época de Francisco era bastante convulsa en cuanto al papel del laico,
que en aquel entonces se reducía a su labor feudal de labrar la tierra1 y reconocía tres estratos
sociales u ordenes (clérigos, caballeros y vasallos). Durante los siglos IX a XIII, la sociedad medieval
experimento una evolución de este orden estratificado hacia una sociedad estructurada en
estados de vida, entendiendo estos últimos como la diversidad de condiciones profesionales. Los
laicos que deseaban llevar su vida de fe un paso mas allá buscaban asociarse con algún instituto
religioso. Así surgen los movimientos penitenciales, donde la penitencia no queda reducida
solamente a los actos de piedad sino a la conversión de la vida misma, siguiendo las palabras de
Esteban de Thiers: El Evangelio es la única regla.

Es aquí donde Francisco da un sentido distinto al laico y al movimiento penitencial al sugerir que,
paralelo a las practicas penitenciales de la época, el núcleo de la forma de vida del seglar debe
ser la conversión (Meersseman, 1961), tal y como el propio santo lo relata en su testamento,
donde recuerda como Dios mismo le inspiró su camino de conversión en el ejercicio de la
penitencia (Test 1). Este proceso penitencial, que a su vez es el germen de la evangelización de
San Francisco, se resume en el primer texto que Francisco deja a sus penitentes como una regla
de vida, la famosa Carta a los Fieles (CtaF), donde categoriza al genero humano en aquellos que
hacen penitencia y aquellos que no. La Carta a los Fieles contiene el primer atisbo de un programa
de vida conforme al Evangelio, siempre a los pies de la Iglesia y de naturaleza seglar, pues
reconoce el estado de vida del laico (CtaF 6, 7) al hablar de quienes practican los consejos

1
Alfredo el Grande de Inglaterra, en el siglo IX dividía la sociedad medieval en clérigos cuyo deber es orar, guerreros
cuyo deber es defender a clérigos y laicos, y laicos que deben labrar la tierra para alimentar a clérigos y guerreros
(De Consolatione, Boecio).
evangélicos como hijos del Padre, Madres, hermanos y esposos de Nuestro Señor Jesucristo. Es
tal el valor tan central que tiene la Carta a los Fieles, que en la reforma Paulina a la Regla de la
OFS en 1978, San Pablo VI la deja como prólogo a la misma.

Este replantear del laico que presenta San Francisco en términos de la misericordia y el ejercicio
del evangelio hace que el vasallo deje de vivir, servir y morir por un señor terrenal a servir a un
Señor Celeste. Y es este cambio de pensamiento en las gentes, que ya se estaban asociando en
torno a figuras como cofradías, el que fue configurándose en la unión de asociaciones laicales
con ordenes religiosas, creando todo un movimiento en a Iglesia, las terceras ordenes. Un
ejemplo de esto es Santo Domingo de Guzmán, quien a imagen de los franciscanos también
empezó a atraer a los laicos a su forma de vida y espiritualidad. Es en este punto donde
resaltamos el valor histórico y de tradición de la OFS.

En cuanto a su valor espiritual, basta decir que desde la idea de vivir en el mundo la Regla del
Evangelio que plantea San Francisco, el laico comenzó a definir su camino vocacional rodeado de
las paredes de un nuevo convento, el mundo. Podría decirse que la visión medieval del laico como
labrador de la tierra comienza a transformase en edificador del Reino. En otras palabras, el laico
comienza a ver al mundo como el lugar donde su proceso penitencial verá florecer sus frutos
(1CtaF 4). De tal cultivar de la penitencia surgen seglares que, con su testimonio de vida,
apostolado y evangelización, y de forma paralela con el clero y los religiosos, han trabajado
incansablemente a lo largo de los ocho siglos que tiene la OFS en su peregrinar al Padre. Tal es el
ejemplo de los beatos Luquesio y Buonadonna (primeros miembros de la OFS), San Luis Rey de
Francia, Santa Margarita de Cortona, Santo Tomás Moro y otros tantos hermanos y hermanas de
la OFS que con su apostolado, oración y trabajo incansable han contribuido a formar la actual
orden que tenemos.

En cuanto a la estructura jurídica, de la cual hablaremos en lecciones futuras, la OFS tiene un


ordenamiento distinto a las ordenes terceras según el Código de Derecho Canónico. Además de
los estatutos que toda asociación de fieles (y, por ende, toda tercera orden) debe tener, la OFS
tiene una Regla de vida dada por San Francisco, quien presentó a los penitentes un programa de
vida completamente novedoso (y en principio exclusivo de los hermanos menores), cuyos tintes
básicos eran la vida en fraternidad y la forma de vida evangélica. La consumación de estos
esfuerzos del Seráfico Padre se vería realizada en la Carta a los Fieles, que de forma espiritual
dicta los lineamientos de los penitentes franciscanos. Sería solo hasta 1221 donde surge la
primera forma jurídica de la regla de los penitentes franciscanos en el famoso memoriale
propositi. Dicha regla ha sido revisada a lo largo de los siglos hasta transformarse en la Regla
Paulina, dada en 1978, que es la que actualmente profesan los franciscanos seglares.

La interpretación máxima de la Regla, es decir, la capacidad de modificarla o adaptarla, recae


solamente en la autoridad papal (Regla OFS 3). La aplicación y extensión de la Regla de son las
Constituciones Generales, elaboradas por el Consejo Internacional de la OFS (CIOFS) y aprobadas
por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica el 8
de septiembre de 1990 (OFS Cir. 21/96-2). Es importante resaltar que, si bien la interpretación
de la Regla recae en el Papa, la OFS es autónoma en la redacción y aprobación de estatutos en
cada uno de sus distintos niveles (internacional, nacional, regional y local).

Toda esta riqueza espiritual, histórica y jurídica hacen de la Orden Franciscana Seglar un
movimiento al interior de la Iglesia que comparte el fin último de la misma (Regla OFS 14), la
edificación del Reino de Dios en la tierra. En este sentido, la OFS adquiere su denominación
(persona jurídica en el Derecho Canónico) como Asociación Pública de Fieles Internacional. Así
mismo, la denominación Universal se adquiere desde el derecho pontificio pues el máximo
interprete jurídico de la OFS es la Santa Sede (Cann. 312.1), en figura del Pontificio Consejo para
los Laicos (PB 138).

Autonomía de la OFS
Estos aspectos son recogidos en el concepto de la autonomía de la Orden Franciscana Seglar,
entendida como individualidad en la unión con las demás ramas del trinomio franciscano, pues
el Altius Moderamen para la OFS va más en la línea del cuidado espiritual y pastoral definiendo
la figura de la Asistencia Espiritual (C.C.G.G. 85.2), la cual garantiza la fidelidad de la OFS al
carisma franciscano. La autonomía de la OFS adquiere su máximo sentido en relación a su obra y
misión dentro de la Iglesia, la edificación del Reino de Dios (Regla OFS 14, C.C.G.G. 98-102).

Los ejes de la autonomía de la OFS, y es aquí donde se marca el paralelo con las terceras ordenes
definidas en el canon 303, pueden definirse de la siguiente forma:

• Autonomía jurídica. El aparato jurídico de la OFS gira en torno a la Regla Paulina (1978),
cuya interpretación auténtica recae en la Santa Sede (Regla OFS 3; C.C.G.G. 5.3), es decir,
la autoridad para modificar o cambiar la estructura o contenido de la Regla de la OFS
recae en la autoridad papal. En el caso de las terceras órdenes según el canon 303, su
aparato jurídico se centra los estatutos (o reglas de vida), en el sentido del canon 304,
emitidos por el instituto de religioso al cual pertenece les orienta e interpreta (Cann. 314).

La aplicación práctica de la Regla se ve realizada en las Constituciones Generales


promulgadas en el año 2000 (Prot. n. T. 144-1/2000), cuya interpretación práctica
corresponde al Capitulo General de la OFS.

Así mismo, la ampliación de la acción y ejecución de la Regla y las Constituciones al interior


de la OFS se realiza a través de las Circulares y Adendas que el Consejo Internacional de
la OFS (CIOFS) va realizando conforme el contexto y las realidades del mundo van
cambiando (ad temporas). La aclaración de puntos específicos que requieren una decisión
inmediata en términos de acción es competencia de la Presidencia del CIOFS. Dicha
clarificación tiene validez únicamente hasta el siguiente Capitulo General (C.C.G.G. 5.3)

En esta línea de aplicación práctica de la Regla y la Constituciones de la OFS, la Fraternidad


Internacional de la OFS y las Fraternidades Nacionales tienen estatutos propios
aprobados por el Capitulo General y la Presidencia del CIOFS respectivamente (C.C.G.G.
6.1; 6.2). Así mismo, dado que cada fraternidad, en su correspondiente nivel, tiene una
personalidad jurídica en la Iglesia (C.C.G.G. 29.2), las fraternidades regionales y locales
también pueden tener estatutos que serán aprobados por los respectivos Consejos de
nivel superior (C.C.G.G. 6.3).

Otra señal clara de la autonomía de la OFS en cuanto a su estructura jurídica recae en su


personería jurídica canónica (en el sentido del canon 113). Cada fraternidad, en cada uno
de sus niveles, tiene personalidad jurídica dentro de la Iglesia (C.C.G.G 1.5).

• Autonomía de gobierno. La forma de gobierno de la OFS recae enteramente en ella, es


decir, la fraternidad misma en cada uno de sus niveles, sin intervención electoral de las
demás familias del trinomio franciscano. La Regla de la OFS nos recuerda que las
fraternidades, en cada uno de sus niveles, son animadas y guiadas por un Consejo y un
Ministro (Regla OFS 21). En el caso de las terceras ordenes según el canon 303,
corresponde al Superior del instituto religioso del cual brotan el confirmar la elección del
presidente y los demás oficiales del órgano de gobierno (Cann. 317.2), así como del
capellán o superior. Esta guía y acompañamiento son la forma práctica como se realiza el
Altius Moderamen. En el caso de la OFS, la asistencia espiritual no cambia ni remueve el
gobierno del Consejo y el Ministro de cada nivel (C.C.G.G. 86.2). Este hecho se refleja en
la ausencia de derecho de voto del Asistente Espiritual en la elección de consejeros de
distinto nivel (Estatuto para la Asistencia Espiritual y pastoral a la OFS y JUFRA, 12.3).

En esta misma línea está el sostenimiento de las fraternidades, que es responsabilidad


propia de las mismas (Regla OFS 25). Los Asistentes Espirituales, si bien son miembros del
Consejo de nivel, no tienen derecho a voto en las cuestiones económicas (C.C.G.G. 90.2).
En el caso de las terceras ordenes según el canon 303, entendidas como asociaciones
públicas de fieles, ellas pueden depender del instituto religioso o ser autónomas en su
sostenimiento. Pero responden ante el instituto sobre como disponen de sus bienes y
ofrendas (Cann. 319).

En este apartado también está la autonomía en la formación. Es responsabilidad de los


propios hermanos y hermanas de la OFS el velar por el proceso vocacional y formativo de
en las fraternidades en cada nivel (Regla 23). Corresponde a cada consejo, y en
cooperación con el asistente espiritual (C.C.G.G. 90.1; Estatuto Para la Asistencia
Espiritual y Pastoral a la OFS y JUFRA 13.2), la elaboración de los itinerarios de formación
adecuados al contexto y temporalidad (ad temporas) de los hermanos y hermanas
(C.C.G.G. 37). En el ejercicio de esta responsabilidad destaca el propio hermano, el
Ministro, el Maestro de Formación y el Asistente Espiritual dentro del Consejo en cada
nivel (C.C.G.G. 37.2). En el caso de las terceras ordenes según el canon 303, ellas pueden
elegir los mecanismos de formación y vivencia de su carisma espiritual siempre sujetos a
la autoridad del superior del instituto al que pertenecen (Cann. 315).

• Autonomía en Comunión. Desde la Regla se reconoce que, la Orden Franciscana Seglar,


es una de las posibles respuestas vocacionales que puede dar un laico, inspirado en el
testimonio, espiritualidad y apostolado de Francisco de Asís (Regla OFS 1, C.C.G.G. 1.2),
que se dan al interior de la familia Franciscana (trinomio franciscano). Podría establecerse
un paralelo con la catequesis del cuerpo místico de la Iglesia de San Pablo en cuanto que
la multiplicidad de dones y carismas que suscita el Espíritu Santo en el Pueblo de Dios
contribuye a la unidad en su misión. Por tanto, la OFS debe buscar siempre vivir en
comunión vital (no dependencia) del resto de ramas del trinomio franciscano (C.C.G.G.
98.1).

Es importante mencionar que esta autonomía no debe verse ni entenderse como un


aislamiento espiritual y apostólico de la obra y misión de la Iglesia Universal, pues entraría
en contradicción la misión de edificar el Reino de Dios (Regla OFS 14) y la vocación de
reconstruir iglesia (C.C.G.G 100.1), heredada desde San Francisco (TestS 5). Dicha
vocación, alimentada por la riqueza de la espiritualidad franciscana, por la tradición
histórica y el alcance universal de la misión de la OFS, hacen de ella una vocación
específica (C.C.G.G. 2.1). En este sentido, cualquier persona que haya tomado
compromisos de vida perpetuos en otra familia religiosa o Instituto de Vida Consagrada
no pueden ser parte de la OFS (C.C.G.G. 2.1), entendiendo que la pertenencia viene dada
en términos de la admisión, formación y Profesión de la Regla (Regla OFS 13). Es decir,
que hermanos o hermanas religiosas de la propia familia o de otras familias espirituales
no pueden pertenecer a la OFS. De forma similar acontece con los fieles laicos, quienes si
están siguiendo un múltiple camino de formación cristiana en distintas espiritualidades
(ya sean otras terceras ordenes o asociaciones públicas de fieles), a la hora de establecer
los compromisos evangélicos en la Profesión de la Regla, las personas en un ejercicio
vocacional propio, asistido por sus hermanos y hermanas del Consejo junto con el
Asistente Espiritual, decidan si es su camino vivir en el mundo según el modo de Francisco
de Asís.

Pueden formar parte de la OFS miembros activos del clero ordinario o secular (C.C.G.G.
2.2; 35). Ejemplos de tal adherencia se dan en San Juan María Vianney o los papas Pio IX,
León XIII, San Pio X, Pio XI, el Venerable Pio XII y San Juan XXIII por mencionar algunos.

En el caso de las terceras ordenes según el canon 303, una persona consagrada de un
instituto puede pertenecer a la tercera orden siempre y cuando cuente con el permiso de
su superior (Cann. 307.3). En el caso de los laicos, el canon 307.1 no reconoce exclusividad
en cuanto que pueden pertenecer a varias asociaciones.

• Autonomía en relación con la unidad y la secularidad. El carácter secular caracteriza lo


espiritualidad y la vida apostólica de la OFS (C.C.G.G. 3.1). Por tanto, la misión de la OFS
se realiza en las distintas realidades y contextos donde vive el seglar (ad tempora) que,
tanto para laicos como para ordenados seglares, es la edificación del Reino de Dios
(C.C.G.G. 3.2). La realización de dicha misión conlleva a que la OFS ayude a reconstruir la
Iglesia en unidad, es decir, recordando que la OFS se configura como la unidad orgánica
de fraternidades católicas distribuidas por todo el mundo, que se unen bajo la Profesión
de la Regla a vivir el Evangelio a la manera de San Francisco (C.C.G.G 3). Esta organicidad
de la OFS se traduce en la comunión, coordinación conexión de las fraternidades en cada
uno de sus niveles. Ninguna fraternidad OFS puede interpretar o modificar la Regla o las
Constituciones Generales a su acomodo, pues iría en contravía con el derecho pontificio
y el Capitulo General de la OFS (C.C.G.G 7).

Es deber de los hermanos el cuidar y animar la vida en Fraternidad local a la que


pertenecen y en unidad con la unión orgánica de todas las fraternidades presentes en el
mundo (C.C.G.G 30.1). Este cuidado y animación se traducen en el sentido de
corresponsabilidad, el cual exhorta a los hermanos y hermanas a ser activos en la oración,
el testimonio y la colaboración con la Fraternidad según las realidades de los mismos
(C.C.G.G 30.2). Esto se traduce también en el deber de las fraternidades de nivel inferior
velar, custodiar y contribuir a sufragar (en la medida de las posibilidades de cada hermano
y hermana) a las fraternidades de nivel superior (Regla OFS 25; C.C.G.G. 30.3). En
conclusión, no puede hablarse de autonomía en la OFS si no se tiene en cuenta la unidad
orgánica propia de la misma.

En el caso de las terceras ordenes según el canon 303, su autonomía se restringe en


cuanto a la elaboración de sus estatutos, celebrar reuniones, designar presidentes y
oficiales y administradores de bienes (Cann. 309), pero siempre bajo vigilancia del
superior del instituto religioso al que pertenecen (Cann. 305).

Estos ejes que definen la autonomía son también un componente importante en la identidad del
franciscano seglar y en su ejercicio apostólico en la Iglesia y, por ende, en la Orden misma. Pero,
esta autonomía no debe interpretarse como aislamiento espiritual, sino como diversidad en los
dones del Espíritu Santo dados a cada hermano y hermana, trabajando en comunión para la
edificación de la Iglesia (LG 30). La Orden Franciscana Seglar debe tomar consciencia de su
autonomía, de su naturaleza y de su misión al interior de la familia Franciscana. El Manual para
la Asistencia a la OFS y la JUFRA resume la autonomía de la OFS así:

No habrá una OFS totalmente autónoma si no está unida, no habrá una OFS
verdaderamente seglar si depende de los religiosos y se identifica con los Frailes que le
prestan la asistencia espiritual. (Manual para la Asistencia a la OFS y la JUFRA, Cap.2 Sec.
6.2).

3. Trabajo personal
a. En tus propias palabras, ¿qué es un laico? ¿Qué lo caracteriza?
b. En tus propias palabras, ¿cómo se agrupan los fieles laicos en la Iglesia?
c. ¿Cómo se clasifican estas agrupaciones?
d. ¿Qué son las ordenes terceras según el Derecho Canónico? ¿Qué parecidos o que
diferencias tienen con la Orden Franciscana Seglar? Realiza un paralelo entre las
terceras órdenes y la OFS resaltando estas similitudes y diferencias.
e. ¿En términos de qué elementos se define la autonomía de la OFS?
4. Compromiso
Desde nuestra realidad como franciscanos seglares, y la luz de las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-
12), medita sobre cómo ha sido la vivencia del Compromiso Evangélico si eres profeso. Si aún
no has profesado, reflexiona sobre cómo tu vivencia de los consejos evangélicos te está
llevando a este gran compromiso.

Referencias
1. Constitución Dogmática Lumen Gentium (LG).
2. Código de Derecho Canónico (Cann.).
3. Catecismo de la Iglesia Católica (CIC).
4. Enciclopedia Británica (inglés).
5. Enciclopedia Católica (Inglés).
6. J. A. Álvarez-Gómez. Los laicos en la Iglesia: las terceras órdenes. Verdad y vida 46 (1988),
7-29.
7. L. Iriarte. Historia Franciscana: La orden secular de la penitencia.
8. G.G. Meersseman (francés). Dossier de l’Ordre de la Pénitence au. 13 siecle. Ed. Fribourg
Universitaires, 1961.
9. Regla de la Orden Franciscana Seglar (Regla OFS). (Desde el sitio web del CIOFS).
10. Constituciones Generales de la Orden Franciscana Seglar (C.C.G.G.). (Desde el sitio web
del CIOFS).
11. Carta a los Fieles, primera redacción (CtaF).
12. Testamento (Test).
13. Testamento de Siena (TestS).
14. Manual para la Asistencia a la OFS y a la JUFRA. (Desde el sitio web del CIOFS).
15. Estatutos para la Asistencia a la OFS y la JUFRA (2000).

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