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1.

- Una vez que como sociedad nos damos cuenta de que necesidades urgentes como
combatir el hambre, la peste y la guerra han tenido sus logros y que ninguno de ellos
depende la gracia divina; nos enfrentamos ante la responsabilidad de tomar en serio estos
problemas. Esto quiere decir que, sin duda, debemos procurar darles fin porque entendemos
que las soluciones necesarias están en nuestras manos. Poner de nuestra parte y exigir a la
sociedad y el estado la reducción del sufrimiento que generan.

2.- A la par que se implementan recursos para combatir estos problemas (hambre, peste y
guerra), se ha generado un fuerte impacto en el equilibrio ecológico. Esta desestabilización
parece quedar en segundo término, por mencionar una cifra benévola, ya que no sólo
abrimos los ojos tarde, sino que aún con pleno conocimiento tanto los gobiernos como la
mayoría de la sociedad ha decidido ignorarlos o hacerse de la vista gorda.

3.- Parece como si estuviéramos discapacitados para vislumbrar el impacto que las acciones
del presente tendrán en el futuro. Ni los devastadores efectos de la contaminación, el
calentamiento global o el cambio climático han logrado ponerse por encima de la búsqueda
del crecimiento económico. Para evitar una catástrofe no basta con mantener a raya el
hambre, la peste y la guerra. Hay que bajarle dos rayas a la satisfacción personal y a
nuestros anhelos desproporcionados para poder contrarrestar el desbalance actual.

4.- El ser humano tiende a estar insatisfecho, una vez que los problemas de la hambruna, las
enfermedades y las guerras han sido medianamente superados, la ciencia se ha puesto la
meta de superar la vejez y la muerte. Tal parece que cuando se alcanza un estado de
prosperidad, salud, etc., lo siguiente a vencer es la finitud humana. Como si el estatus de
hombre de repente nos quedara corto y nos pareciera prudente lanzarnos en una cruzada de
expectativas divinas.

5.- El derecho a la vida está en boca de todos. La ciencia ha supuesto que la muerte viola
este derecho y ha dirigido muchos de sus recursos hacia derrotar a ese horrible enemigo.
¿Hasta qué punto debemos luchar por ese derecho a la vida? ¿Es la muerte tan solo un
problema técnico que debemos de resolver? Si nos apegamos a los valores actuales de la
sociedad y al mismo acelere de la vida, todo parece indicar que vencer la muerte se
convertirá en nuestro siguiente problema.

6.- La muerte está estrechamente vinculada con la religión y por ende con la conducta
humana. ¿A quién le va a interesar creer en Dios si vive para siempre? Por otro lado, si la
vida no tiene fecha de caducidad, tampoco tendría miedo a las consecuencias de muchos de
mis actos. Si mi situación no es privilegiada, no querría que ese estatus perdure en mi
eternidad. Lo que tuviera que hacer al respecto seguramente lo haría. Lo cual me lleva a
pensar que el sistema de justicia se vería impactado de manera automática.

7.- Juzgar mi eternidad me llevaría a tomar ciertas medidas con relación a los riesgos
porque no es lo mismo arriesgarme cuando de entrada mi concepto de la vida es finito a
cuando sé que tengo “toda la vida por delante”. El efecto que mi conciencia tendría sobre
mis acciones sería muy distinto y como consecuencia mi nivel de estrés o de ansiedad
llegaría a proporciones tal vez ridículas. La psique cambiaría radicalmente.
8.- Si hablamos de eternidad no podríamos dejar de lado las relaciones humanas. El
matrimonio difícilmente podría llevar a cabo una misión como esa. La estructura familiar se
modificaría debido a esa permanencia en el tiempo. Si mis papás no se van a morir nunca
no habría prisa por visitarlos, por atenderlos, no existiría el intercambio de roles que se da
cuando los padres se vuelven ancianos. Toleras a las personas porque sabes que no siempre
estarán ahí.

9.- La memoria y los recuerdos son un tema interesantísimo en esto de la perpetuidad de la


vida. ¿Funcionarían igual? ¿Llegaría un punto en el cuál lo lejano dejara de existir en
nuestra cabeza? ¿Qué capacidades debería de tener nuestro cerebro para ser capaz de
guardar tanta información? El valor de nuestros afectos a lo largo del tiempo sería mínimo,
cada persona quería cuando mucho sería un episodio menor en nuestra larga vida.

10.- Si enfrentamos una generación tras otra, las ideas se irán empalmando. Los jóvenes
querrán imponer sus formas de ver el mundo mientras los menos jóvenes tratarán de seguir
defendiendo sus conceptos. Laboralmente hablando, ¿habría manera de emplear a tanta
gente activa?, ¿habría recursos para alojar a tanta gente, para alimentarla? Políticamente
podríamos encontrarnos con el gigantesco problema de las dictaduras. Pensamos que un
bien eternos sería fabuloso, no olvidemos que de la misma manera podría darse un mal
perpetuo.

11.- Para lograr esto, para llegar a poder vivir más indiscutiblemente se necesitará de
mucho dinero. No sólo para la ciencia sino también para los individuos que aspiren a
alargar sus años. Esto pondría en una ventaja a las personas privilegiadas sobre aquellas
que no tienen los suficientes recursos. ¿Quién dice que en el tiempo los que tengan más van
a dejar a los que tengan menos seguir viviendo? Creo que este sería un gran problema.

12.- Como nadie querría vivir eternamente en la desgracia después de ambicionar la


inmortalidad necesitaríamos que fuera de la mano de la felicidad. Proyecto igual de
ambicioso y de difícil. ¿Quién se encargaría de eso?, ¿el estado, el individuo? Habría que
ponerse de acuerdo en lo que es la felicidad de inicio cosa que parece que siempre ha sido
algo subjetivo.

13.- El sistema bioquímico recompensa los actos que conducen a la supervivencia y


reproducción con sensaciones placenteras, esto debido a la evolución. Para que la
humanidad sea feliz primero se necesita que no se extinga. La encrucijada llega cuando
comprendemos que estas sensaciones corporales son efímeras, que generan insatisfacción,
deseos desmesurados y terminan convirtiéndose en un círculo vicioso.

14.- Se ha descubierto que la felicidad es regulada por la bioquímica. Esto ha llevado a que
se utilicen fármacos o drogas con el fin de proporcionarla. Al mismo tiempo se conoce de
sobra que la criminalidad aumenta cuando se consumen drogas por lo que el estado entra en
juego en la regulación de estas. El esfuerzo de dicha regulación es limitado y nuevas drogas
nacen año con año. Esto hace que el problema no sea sencillo.

15.- Hay opiniones encontradas respecto a la obtención y búsqueda de las sensaciones


placenteras. Por un lado, están los que apoyan la idea de que es mejor desacelerar su
búsqueda y no permitir que estos deseos controlen nuestra vida. Esta corriente propone que
entrenemos nuestra mente para observar cómo surgen las sensaciones y con la misma
rapidez desaparecen. Por otro lado, el capitalismo nos ha enseñado que la felicidad gira en
torno al placer. Con el tiempo la tolerancia a las sensaciones desagradables disminuye. Se
busca matar el tedio y darle rienda suelta al placer perpetuo. Aunque apoyo los casos en
que los fármacos atiendan problemas bioquímicos. Dudo mucho que esa sea la solución
general en una búsqueda de felicidad o de sentido. Tal vez ha llegado la hora de
cuestionarnos el porqué de nuestras insatisfacciones.

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