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Ciencia del Derecho y saberes jurídicos

Al comienzo de este capítulo, Manuel Atienza nos menciona lo que suele llamarse ciencia jurídica. Sin
embargo, no hay una única disciplina que se refiera al Derecho, sino un cúmulo de saberes que tienen
estatutos epistemológicos distintos.

1. Unos son técnicas dirigidas a facilitar la aplicación y, en general, el funcionamiento del Derecho;
2. Otros pueden considerarse como partes con especificidades de mayor o menor calado de ciencias
formales (la lógica jurídica) o de ciencias sociales o humanas (la historia del Derecho, la sociología
jurídica, la antropología jurídica)
3. Otros son el resultado de trasladar al Derecho métodos provenientes de otras disciplinas (el
análisis económico del Derecho) o de la aplicación en el Derecho de innovaciones tecnológicas.

La ciencia jurídica, es lo que hoy se suele llamar dogmática jurídica. Esta denominación proviene del
positivismo y hace referencia al hecho de que no parte (como la ciencia positivista) de hechos
experimentales, sino de proposiciones dadas e intocables, las normas de un Derecho positivo, que
operarían como dogmas. Su objeto de estudio es un fragmento de un sistema jurídico vigente. Este
carácter nacional del que ya antes se ha hablado es un rasgo diferencial de la dogmática con respecto a
todos los otros saberes jurídicos pero, en particular, respecto a la teoría general del Derecho (cuyo objeto
es el Derecho en general, no un sistema jurídico en particular), al Derecho comparado (que efectúa análisis
en los que entran en juego más de un sistema jurídico) y a la Historia del Derecho (que se interesa por el
Derecho que estuvo vigente en el pasado).

La teoría general del Derecho se ocupa del análisis de los conceptos jurídicos fundamentales, aquellos que
son comunes a los diversos sistemas jurídicos o a las diversas ramas del Derecho (norma, sanción,
responsabilidad, deber, derecho subjetivo, interpretación, aplicación.). Se sitúa en un nivel de abstracción
superior al de la dogmática jurídica.

A partir de la segunda mitad del XIX se desarrolló también en Alemania una concepción que se enlazaba
con la escuela histórica que se llamó "teoría general del Derecho". Partía de la existencia de una ciencia
jurídica dividida en una serie de ramas correspondientes a los diversos sectores del ordenamiento
(Derecho civil, mercantil, penal, etc.) en las que, a su vez, se distinguía una parte general y una parte
especial. Su objetivo era elaborar, a través de un proceso inductivo, una teoría general del Derecho que
se ocupara de los elementos comunes a todas ellas. Surgiría así una ciencia del Derecho unitaria y
sintética, pero de base empírica, cuya función no sería sustituir a las diversas dogmáticas, sino a la filosofía
del Derecho o, más bien, al Derecho natural. Para estos autores, la teoría general del Derecho sería la
única filosofía del Derecho posible.

De alguna manera, la lógica jurídica forma parte también hoy en día de la teoría general del Derecho o de
la "teoría del derecho. Entendida la lógica en el sentido estricto de lógica formal o en otros muchos
sentidos. La lógica jurídica tiene dos grandes campos de aplicación en el Derecho. Por un lado, está la
lógica del Derecho, esto es, el análisis formal de las normas y de los sistemas normativos; es ésta una
disciplina que ha tenido un gran desarrollo y a la que se suele denominar lógica de las normas o lógica
deóntica. Pero, por otro lado, estaría la lógica de los juristas, entendida como el análisis (lógico) de los
razonamientos que éstos efectúan en el proceso de establecimiento, interpretación y aplicación del
Derecho.
El origen del Derecho comparado (y de la antropología jurídica) como disciplina organizada
sistemáticamente la utilización de métodos comparativos, por lo que su método consistirá en confrontar,
comparar, diversos sistemas jurídicos en momentos distintos de su evolución para construir una teoría
genética y causal del Derecho. Se trata de descubrir la ley o las leyes que rigen el nacimiento y la vida del
Derecho.

En cierto modo, el Derecho comparado opera como una especie de eslabón entre la dogmática jurídica y
la teoría general del Derecho; de hecho, se pueden distinguir dos niveles distintos de comparación: el uno
consiste en la comparación entre los diversos sectores o instituciones de un mismo sistema jurídico (es la
vía seguida por la Allgemeine Rechislehre), y el otro en la comparación entre diversos ordenamientos
jurídicos (que es el camino emprendido en principio por la General Jurisprudence de Austin).

La dogmática jurídica, el Derecho comparado y la teoría general del Derecho tienen, con todo, un
importante elemento en común: son disciplinas de las que se ocupan en exclusiva los juristas, y que no
pueden reconducirse al campo de ninguna otra especialidad no jurídica.

(Esto no)

Como disciplina científica, la Historia del Derecho surge en el siglo xix a partir de la escuela histórica. Para
Savigny, el con nocimiento de la historia del Derecho de cada pueblo era un condición indispensable para
la construcción de una ciencia sistemática del Derecho; tiene, cabría decir, un valor instru mental y forma
parte de la ciencia jurídica de la dogmática jurídica- más bien que de las ciencias históricas. Hoy, sin em-
bargo, tiende a prevalecer la posición de que la Historia del De recho es una especialidad de la
historiografía, aunque con pe culiaridades propias [Tomás y Valiente]. Por otro lado, mientras que Savigny
y la mayoría de los autores de su escuela cultiva-con, en esencia, la Historia del Derecho privado - en
particular, la del Derecho civil--, en el siglo xix se desarrolló otro movimiento tanto en la Europa
continental (Waitz) como en Gran Bretaña (Pollock, Maitland) que se centró en la historia consti. tucional
y cultivó una historiografía jurídica estrechamente vinculada con la hístoria política, social y económica.
De la Histo ria del Derecho forma parte también el Derecho romano (y, en buena medida, también el
Derecho canónico) en cuanto estudio de un determinado ordenamiento jurídico que estuvo vigente
durante un amplio lapso, alcanzó un considerable nivel de complejidad e influyó decisivamente en la
configuración de los sistemas jurídicos europeo-continuatales.

Naturalmente, el hecho de que se trate de disciplinas distintas no significa que deban permanecer de
espaldas las unas a das otras. De hecho, no es imaginable una dogmática jurídica de auténtico valor sin
una suficiente perspectiva histórica y comparativa y que no proceda a un análisis riguroso de los conceptos
que utiliza

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