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Arquitectura, materialidad y sociedad

Conectando a la Sociología de la Arquitectura


con los Estudios de la Ciencia y la Tecnología

Editado por:
Anna-Lisa Müller
(Universidad de Bremen, Alemania)
y
Werner Reichmann
(Universidad de Konstanz, Alemania)
Basingtoke / Nueva York: Palgrave Macmillan, 2015.

Traducido por:
Adriana Barreiro Díaz
(Universidad de la República, Uruguay)

Montevideo, 2017.
Índice
Lista de tablas y figuras vii
Prefacio y Agradecimientos viii
Semblanza de los autores x
Introducción 1
Anna-Lisa Müller y Werner Reichmann
1. Los secretos de las acciones de la arquitectura 2
Werner Reichmann y Anna-Lisa Müller
2. Diseñando un mostrador: la conformación de enredos entre lo social y lo
material en el diseño arquitectónico 24
Marianne Stang Våland y Susse Georg
3. La mutua influencia entre la arquitectura y lo social en un no-hogar 48
Łukasiuk Non-Home Magdalena y Marcin Jewdokimow
4. El surgimiento de las transformaciones arquitectónicas: un análisis de
experiencias en arquitectura desde las perspectivas de la sociología del espacio
y la teoría de actores en red 69
Theresia Leuenberger
5. El Parlamento como un programa de la alta política 99
Endre Dányi
6. El señuelo de la restauración: la transformación de edificios y cuerpos
para una vida cada vez más duradera 119
Jarmin Christine Yeh
7. Infraestructuras de momentos epistémicos: edificios, cajas negras, mejoras
y cambio en los vecindarios barriales 145
Robin Bartram
8. Situando a la arquitectura en su espacio social: destrezas y habilidades en
la planificación de Maastricht 166
Jeremias Herberg
9. ¿Una agencia moral en la arquitectura? Las dialécticas de espacializar la
moralidad y moralizar los espacios 198
Jeffrey Chan
10. Las acciones de la arquitectura: en la conformación de una nueva sociología
de la arquitectura 215
Anna-Lisa Müller y Werner Reichmann
Contenido temático 247

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10.
Las acciones de la arquitectura: en la conformación de una nueva
Sociología de la Arquitectura

Anna-Lisa Müller, Universidad de Bremen


Werner Reichmann, Universidad de Konstanz

Este capítulo final se configura como un diálogo entre una socióloga de la arquitectura y un
especialista en estudios de la ciencia, siendo que ambos debaten respecto a las oportunidades
y limitaciones de enriquecer a la sociología de la arquitectura con conceptos, enfoques y
términos propios del campo de los estudios de la ciencia y tecnología (STS) (). El diálogo
comprende una secuencia de intercambios entre dos partes: una científica, por sus
características y por cuanto elabora, extensamente, los argumentos que constituyen la base
de nuestra tesis sobre las acciones de la arquitectura. En esta parte, rastreamos cómo es que
los objetos materiales son conceptualizados en STS, a la vez que nos centramos en la
cuestión de cómo es que podemos integrar, provechosamente, las ideas provenientes del
campo en una nueva sociología de la arquitectura. La otra parte del diálogo, formalmente
planteada mediante caracteres en cursiva, discurre en un tono mucho más coloquial y
conecta los variados elementos individuales de las ‘piezas’ científicas, resumiendo y
poniendo énfasis en lo central de sus conclusiones.

Esperamos que para usted, como lector, combinar el diálogo en cursiva con la parte que
remite al artículo científico, contribuya a una mayor comprensión de los argumentos
planteados. Asimismo, si usted está especialmente interesado en los argumentos científicos
que nos llevan a formular nuestras tesis respecto a las acciones de la arquitectura, y si no se
halla especialmente interesado en seguir las polémicas, sugerimos se centre en los párrafos
que aluden a la discusión de índole científica e ignore las partes que objetivan dar cuenta de
síntesis y polémicas.

La socióloga de la arquitectura, a quien llamaremos Anna, percibe a la arquitectura como


parte del entorno construido dentro de una sociedad. Para ella, la arquitectura difiere de otros
objetos materiales porque es intencionalmente diseñada por parte de los seres humanos y,
por ello, desempeña un rol específico en el contexto social. El especialista en estudios de la
ciencia, a quien llamaremos Werner, en general, percibe a las cosas materiales como partes


- Nota de la traductora (NT): STS proviene de la designación del campo en el original, en inglés, y
corresponde a Science and Technology Studies. Se mantiene así pues en español no es de estilo
referir a dichos estudios como ECT: estudios de ciencia y tecnología, sino que lo que sí suele primar
es el uso de la sigla CTS, refiriendo a los estudios de ciencia, tecnología y sociedad. Puesto que en el
texto original no se remite a “estudios sociales de c&t”, y dado que ECT no se usa en español, óptase
por mantener la sigla STS.

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constitutivas de la sociabilidad. Para él, la arquitectura es parte de la materialidad pero a ella
no tiene por qué asignársele un rol específico dado su carácter de arquitectura.

Anna: Cuando intento aplicar el vocabulario STS al estudio de la arquitectura, me


surge un problema. Tomemos, por ejemplo, el caso de un microscopio en un
laboratorio: él hace algo. Le permite, al investigador, ver algo que no es visible para
el ojo a simple vista. Algo invisible se vuelve visible. Análogamente, una pipeta nos
permite dosificar un fluido de una determinada manera. Pero la arquitectura no hace
nada de ese tenor.

Werner: Bueno, yo creo que sí hace algo, también. En un nivel muy básico, la
arquitectura es una cosa, igual que una mesada en un laboratorio. La mesada
facilita el trabajo del investigador porque él o ella no tiene que agacharse, bajando
al nivel del piso, cuando necesita cortar algo. Y el edificio facilita la vida de las
personas porque, por ejemplo, brinda refugio cuando llueve. Pero estoy de acuerdo
en que tenemos cosas muy distintas en un laboratorio, y me pregunto qué significa
eso a la hora de analizar el papel que dichas cosas juegan en la producción de
conocimiento científico, en particular, y del social, en general. ¿Es menester que, en
un laboratorio, se diferencien las distintas cosas y desarrolle una clasificación?
¿Hay algunas cosas que formen parte del conocimiento, y de lo social, más que
otras?

Anna: Esa es una buena pregunta. ¿Qué es lo que los estudios de ciencia y
tecnología (STS) tienen para decir acerca de eso?

STS y la materialidad de sus objetos de investigación

Integrar las perspectivas STS a la sociología de la arquitectura es especialmente fructífero


porque las primeras enfatizan el papel que cabe a los objetos en los procesos sociales. Y al
interior de la amplia gama de investigaciones STS, nos centramos en las que analizan el
impacto de los objetos (materiales) en el contexto social. A efectos de ubicar los principales
argumentos que dan cuenta de la relación entre los objetos y lo social utilizaremos,
principalmente, hallazgos de los así llamados estudios de laboratorio. Los mismos
representan los inicios y lo medular de los estudios de la ciencia. Además, el énfasis que
ponen en la configuración espacial que cabe a los actores humanos y a los no-humanos en un
laboratorio, muestra similitudes con nuestro enfoque respecto a la arquitectura y la vida
social en un determinado contexto espacial.

Los primeros estudios de laboratorio fueron realizados por Bruno Latour y Steve Woolgar1
([1979] 1986), Karin Knorr Cetina (1981) y Michael Lynch (1985). Ellos muestran que, al

1
- La primera edición del libro de Latour y Woolgar fue publicado en 1979 y titulado “La Vida de
Laboratorio: la Construcción Social de los Hechos Científicos”. Hoy, la edición a la que
habitualmente se hace referencia es la segunda, publicada en 1986 con el título: “La Vida de
Laboratorio: la Construcción de los Hechos Científicos”. A seguir referiremos a esta última.

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igual que el espacio en el laboratorio, el entorno social, los instrumentos, los dispositivos
técnicos y las configuraciones experimentales influyen en la producción del conocimiento
científico. Por ejemplo, Latour y Woolgar (1986:45) describen el laboratorio como estando
espacialmente dividido en dos partes: una “contiene varios tipos de aparatos, mientras que la
otra [...] contiene únicamente libros, diccionarios y documentos”. En cada área del
laboratorio se desarrolla un conjunto diferente de prácticas, las cuales se corresponden con
los objetos contenidos en esa zona en particular: 'lectura, escritura o digitalización' en la zona
de libros, 'corte, costura, mezclar, agitar, atornillar, marcar' en las áreas de aparatos. Como
parte de esta somera descripción de la vida de laboratorio, Latour y Woolgar identifican
distintos tipos de objetos que forman parte de la construcción del conocimiento científico –
siendo que ellos les asignan, a los mismos, igual importancia: ninguno de los objetos –libros,
artículos, lápices, pipetas, escritorios, teléfonos, etc.– es más importante que el otro. Y con
esto, ellos se ponen en línea con otros resultados obtenidos en los estudios de laboratorios
científicos, tales como los de Knorr Cetina (1981) o Lynch (1985).

Para Knorr Cetina (1999:43-4) los laboratorios “crean nuevas configuraciones de objetos que
coinciden con un orden social adecuadamente alterado”. Ella se focaliza en los laboratorios
como espacios físicos donde los seres, humanos y no-humanos, producen un nexo entre los
diferentes mundos de la vida – lo cual trae consigo nuevas ideas y constituye nuevos hechos
científicos. Una vez más, aquí no encontramos ninguna clasificación de objetos que dé lugar
a una jerarquía entre ellos.

Otra línea de argumentación es la seguida por Wiebe Bijker (1995, 2000), quien muestra que
las tecnologías tienen un poder semiótico que les permite influir en la vida social. Como las
tecnologías son construidas por los seres humanos, que ponen mucho esfuerzo en su
realización, puede darse que “el significado de esa tecnología se vuelve fijo: no puede
cambiarse fácilmente, y pasa a formar parte de una red duradera de prácticas, teorías e
instituciones sociales. A partir de este momento, en efecto, puede suceder que, hablando
ingenuamente, la tecnología ‘determine’ el desarrollo social” (Bijker 2000:s/d, énfasis en el
original). Aquí, el autor delinea el proceso de influencia recíproca de los seres humanos y
no-humanos – en este caso: las tecnologías. Así, las tecnologías obtienen el carácter de
estabilizadoras de lo social en este proceso, tanto como resultado del proceso social en el que
fueron creadas como como resultado de su realización física. La materialidad es, pues, una
dimensión del proceso de estabilización, pero otras –como las estructuras de poder
semiótico– son, vale reiterarlo, igualmente importantes. Según Bernward Joerges
(1996:119), podemos hablar de una "externalización de las estructuras sociales" en los
sistemas técnicos. Una línea similar de argumentación es, por ejemplo, la seguida por Stefan
Beck (1996), quien razona que las tecnologías estabilizan la organización social.

Si bien la literatura mencionada anteriormente subraya la importancia equitativa que, para lo


social, tienen tanto los actores humanos como los no-humanos, prácticamente nadie se había
planteado el desafío de, en forma explícita, distinguir entre humanos y no-humanos. Este
reto se plantea cuando uno de los enfoques más destacados dentro de los estudios STS, la
teoría de actores en red (actor-red-theory, ANT), pasa a conceptualizar al mundo como una
red conformada por elementos socio-materiales (Callon, 1986; Latour, 1987). Desde la

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perspectiva de este enfoque (ANT), el material es constitutivo de lo social, y viceversa, pero
hacer esa misma diferenciación entre objetos y sujetos es incorrecto; como Latour (1991:10)
enfatiza: “Nadie nunca ha visto una sociedad humana que no haya sido construida con
cosas”. Para trascender la división de objetos y sujetos, Latour (1991:11) propone hablar “de
asociaciones [...] de humanos (H) y no-humanos (NH)”. Con otro fundamento teórico, Knorr
Cetina (1997, 2001) señala que, en las sociedades contemporáneas, tanto los seres humanos
como los no-humanos son recíproca y retóricamente reclasificados de tal forma que los
límites entre los actores humanos y no-humanos son desafiados y ‘relaciones pos-sociales’”
(Knorr Cetina, 2001:530) tienen lugar.

Aunque la mayoría de los eruditos STS no van tan lejos como Latour cuando quiebra por
completo la clasificación entre objetos y sujetos, ellos al menos reconocen que los objetos
materiales desempeñan un papel central en la constitución de lo social. Tomando de nuevo al
laboratorio como ejemplo de un lugar donde se constituye lo social, Alex Preda (1999:351)
describe el rol de los objetos en la vida social. Ellos son “recursos y artefactos epistémicos
[que] definen la configuración local a través de los arreglos espaciales que constriñen las
acciones de los actores humanos”. De acuerdo con lo planteado, los objetos en general
desempeñan un papel en la constitución de “[l] laboratorio [...] como una configuración de
interacciones cognitivas entre los actores humanos y las cosas” (Preda, 1999:351, énfasis en
el original). Con esto, él se alinea con el argumento general sostenido por los especialistas en
STS – a saberse: los objetos son importantes, pero no son más importantes que los sujetos,
de la misma forma que ciertos objetos no son más importantes que otros.

De todas formas, una mirada más cercana a los estudios presentados anteriormente, y a otros
del campo de los estudios de la ciencia y la tecnología, muestra cómo tienen diferentes cosas
como objetos de análisis: un acelerador de partículas, el hilo de conversación de un
pedólogo, los detectores de ondas gravitatorias, la cotización de las pantallas de computadora
en bolsa ... Lo que estos objetos tienen en común es su presencia física, pero son diferentes
en forma, función y en qué tipo de prácticas evocan. Este es el punto en el que el análisis de
la arquitectura puede incluirse. Nuestro punto de partida para la formulación de una nueva
sociología de la arquitectura es la suposición de que todos los tipos de arquitectura poseen
una presencia física que influye en la vida social pero que se diferencian en la forma, función
y formas de evocación de prácticas. La transferencia de la idea general de la investigación de
STS para el estudio de la arquitectura es, por tanto, un paso lógico.

Ya hemos dicho que hay muy pocos estudios que combinen ideas STS con un foco explícito
sobre la arquitectura como objeto de análisis. Esta afirmación necesita una explicación más
precisa. Primero, sólo unos pocos sociólogos de la arquitectura han intentado transferir las
percepciones STS para el campo de la sociología de la arquitectura. Sin embargo, el camino
inverso sí es un poco más común, siendo que estudiosos del campo STS han utilizado a la
arquitectura como objeto de análisis (para una descripción véase Yaneva y Guy, 2008). Aún
así, cabe destacar que le han tratado no como un objeto en particular, sino como cualquier
otro objeto (Gieryn, 2002). Segundo, el pequeño grupo de estudiosos STS que le asignara a
la arquitectura un papel particular ha estudiado, principalmente, a los arquitectos como
diseñadores de edificios de ciudades físicas (Yaneva, 2005), los procesos de planificación de

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una ciudad (Aibar y Bijker, 1997) o el papel de las tecnologías como infraestructura en una
ciudad (Coutard y Guy, 2007; Monstadt, 2009; Furlong, 2010). Por lo tanto, lo que haremos
a seguir es para bosquejar el estado actual de la investigación sobre la arquitectura y la
ciudad que nos llevan a conceptualizar a la arquitectura como estando en acción. Por último,
propondremos un programa metodológico respecto a cómo llevar adelante investigaciones
empíricas sobre las acciones de la arquitectura con un poco de ayuda de STS.

Werner: Permítanme resumir lo que hemos escrito anteriormente: los especialistas


en STS no parecen diferenciar entre los objetos que estudian; no les clasifican.
Desde mi punto de vista, la mayor parte de las investigaciones recientes en STS
supone que las cosas son igualmente importantes para la producción de
conocimiento en el momento en el que se integran al proceso de producción del
mismo o -como diría- en el que se vuelven epistémicas. Si utilizas una mesa en un
laboratorio, la misma forma parte de los resultados; y lo mismo sucede con el
microscopio. Quizás la producción de una mesa sea más banal. OK, olvídalo. Más
importante es el que los objetos tienen diferentes funciones y que, por consiguiente,
tienen que estar diferenciados según la función.

Anna: OK, me hago una idea.

Werner: ¡Genial!

Anna: La arquitectura hace algo similar a lo que hace el microscopio. Un


microscopio torna las cosas visibles, por ejemplo: un protozoario o la estructura de
una hoja. Hace visibles las cosas que existen, que están presentes físicamente, y lo
hace porque nuestros ojos no son lo suficientemente buenos como para que podamos
verlas. La tecnología de un microscopio, por tanto, es un dispositivo técnico que
mejora las capacidades humanas. Donna Haraway (1991) ha trabajado sobre ello.
Si nos fijamos en la dimensión simbólica de lo social, la arquitectura también
vuelve visibles ciertas cosas: ciertos aspectos específicos de la vida social.
Representa el poder, como el estudio de Endre ha demostrado, e incorpora lo moral,
como en el capítulo de Jeff nos fue dicho. En el capítulo 1 usamos el caso de los
edificios BND, en Pullach, para demostrar que esa arquitectura representaba un
estado económicamente débil y que, además, era políticamente inestable. Y el
trabajo de Teresa muestra cómo la dimensión simbólica de la arquitectura influye en
la percepción que tenemos de un edificio. Robin mostró cómo cambian los discursos
respecto a un barrio y cómo la arquitectura del barrio es entendida de forma
diferente, dependiendo del discurso. A diferencia de los dispositivos técnicos, la
arquitectura es un dispositivo que visualiza las construcciones sociales de lo que el
mundo es. La arquitectura es un medio para conocer cosas, por ejemplo las
relaciones sociales. Si, sólo a modo indicativo, un edificio representa el poder
parlamentario, reviste las formas construidas y materiales de una cierta idea de
relaciones sociales. En este caso, el edificio permite a la gente ver la democracia. En
el caso de los vecindarios para personas mayores, los edificios y sus disposiciones

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espaciales permiten, tal como Jarmin demostró en este libro, que la gente perciba
una cierta concepción respecto a la edad.

Werner: Me temo que estamos de nuevo en el nivel simbólico, como muchos


investigadores antes que nosotros. Aunque nuestro plan pasaba por superar esta
perspectiva reduccionista de entender la relación entre arquitectura y sociedad.

Anna: Sí, tienes razón. Pero resumamos, primero, lo revelado por esos estudios que
se focalizan en ...

... La dimensión simbólica de la arquitectura

Las ciencias sociales tienden a centrarse en las relaciones sociales que tienen lugar al interior
de las sociedades. Los símbolos juegan un papel importante en estas relaciones, y los objetos
son medios importantes para los símbolos. Así, la arquitectura ha sido analizada, sobre todo,
de acuerdo a su carácter representativo y simbólico. La arquitectura es, entonces, un medio
para hacer visible ciertas relaciones (de poder). A través de la arquitectura, la sociedad –con
sus instituciones y jerarquías sociales– es literalmente tallada en piedra. Estudios sobre
prisiones (Foucault, 1994), edificios parlamentarios (Kuhrmann, 2006, para un análisis del
Palacio de la República de la RDA), catedrales (Schroeder, 2004, para un análisis histórico)
u hospitales (Adams, 1999) destacan la naturaleza simbólica y de representación de la
arquitectura. En estos estudios, el edificio no es sólo un símbolo visible de las instituciones
de la sociedad (por ejemplo, el parlamento o el hospital) sino también de sus prácticas –
como, por ejemplo, al tratar con delincuentes (poniéndoles en un edificio separado llamado
prisión) o a los enfermos (tratándoles en un edificio separado llamado hospital). Respecto al
ejemplo sobre el gobierno de una sociedad, Michel Foucault (2009:145-6, traducción propia)
utiliza lo dicho por Guillaume de La Perrière al explayarse sobre el rol que le cabe a las
cosas en la práctica de gobernar una sociedad: “‘Gobernar es regirse por la composición
correcta de las cosas’ [...] a lo que refiere el gobernar [... es] una especie de agregado hecho
de personas y cosas.”

Este agregado, sus instituciones y las prácticas afines permiten, al darse un paso más allá,
realizar un análisis sociológico de las concepciones societales subyacentes. Dichos
conceptos se materializan en arquitectura; y el análisis que hace Foucault (1994:256-63) del
panóptico, como símbolo del principio ordenador de las sociedades occidentales liberales, lo
ha mostrado (Hirst, 2005: especialmente el capítulo 8).

El caso del panóptico, o de la cárcel en general, es un ejemplo de cómo la arquitectura


implícitamente expresa ciertas normas societales: el criminal que ha de ser sancionado por
sus hechos es, como tal, producido sólo después de que esos hechos fueran tildados de
ilegales – porque así han sido conceptualizados por una sociedad, en tanto violan no sólo sus
normas sino también sus leyes. Para que se cumplan las sanciones es necesario contar con
ciertas instituciones específicas, tales como la prisión, y, a su vez, estas instituciones
necesitan de un lugar físico: la prisión como una solución arquitectónica. Como

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consecuencia, la prisión en tanto arquitectura se vuelve un símbolo de determinadas
características de la sociedad.

Una variación de esta representación indirecta de lo social implica entender a la arquitectura


como la materialización explícita de las normas, valores o paradigmas de la sociedad.
Refiriendo al suministro de agua potable como ejemplo, Maria Kaika (2010a) muestra cómo
la arquitectura –en este caso la infraestructura para el agua– sirve como un símbolo de algo
tan general como la modernización en Grecia. A nivel de las experiencias cotidianas, el plan
habitacional de un apartamento estándar en la Europa Occidental es un buen ejemplo de
cómo las normas sociales se materializan. El plan muestra un diseño característico que es
más adecuado para una familia occidental típica ideal del siglo XX, con un padre que
trabaja, una madre que se encarga del mantenimiento de la casa, y niños: una cocina pequeña
con espacio para que sólo una persona trabaje allí, la más pequeña de las habitaciones siendo
diseñada como la de los niños, dos habitaciones más grandes diseñadas como el living y/o el
comedor y como la habitación de los padres.

El análisis de Pierre Bourdieu (1993) sobre la casa de los cabilios (Kabyle) es otro ejemplo
de este acercamiento a la arquitectura. El estudio muestra cómo el interior y el exterior de un
edificio sirven como representaciones materiales y de significado, así como de los símbolos
espaciales de una sociedad y de la estructura social de la familia. Diferentes partes de la casa,
por ejemplo, son la expresión, construida, de una específica división del trabajo entre
hombres y mujeres (Bourdieu 1993:473). Aquí, dentro de un edificio de arquitectura,
diferentes elementos arquitectónicos –los muros exteriores, las paredes interiores, nichos en
las paredes, un cobertizo para los terneros– y el mobiliario –el telar, la batería de cocina, las
alfombras– están alineadas en espacios variados: para el trabajo de los hombres, el trabajo de
las mujeres, la sexualidad, el dormir, la enfermedad, etc.

El papel de la arquitectura en las prácticas cotidianas y en la constitución de múltiples


espacios dentro de un mismo edificio también es mostrado por Elisa T. Bertuzzo (2009). Ella
analiza, por ejemplo, cómo una única habitación de un edificio de la capital de Bangladesh,
Daca, varía en su significado en el curso del día: desde una habitación familiar a una cocina,
a un comedor, a una sala de oración.

Los estudios de Bourdieu y de Bertuzzo son dos ejemplos de la literatura que se centra en la
dimensión simbólica de la arquitectura y en cómo la gente le atribuye ciertos significados.
Pero también son ejemplos de estudios que no se focalizan explícitamente en la arquitectura,
pero la entienden como un elemento del entorno construido de una sociedad.

Este enfoque difiere en el caso de los trabajos que tienen edificios arquitectónicos como
núcleo de su investigación. Por ejemplo, el análisis que realiza Charles Jencks (2006) sobre
edificios emblemáticos muestra cómo los edificios pueden funcionar como símbolos de la
percepción que el arquitecto tiene del mundo y de su propio auto-concepto. Aquí, la
arquitectura es entendida en tanto simbolizaciones de un determinado grupo social –el de los
arquitectos– y no de la sociedad en general.

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Lo que hace que el análisis de Jencks sea diferente del análisis de, por ejemplo, un palacio
real es que él subraya el hecho de que el edificio icónico es un símbolo para su creador. En el
caso del palacio, la arquitectura se supone debe representar, en primer lugar y sobre todo, el
poder de la familia real y simbolizar el reino - es decir, el poder político. También podría ser,
en un sentido subordinado, símbolo de su arquitecto – como Versailles lo es para su
arquitecto, Philibert Le Roy. Entonces, la arquitectura tiene varios significados simbólicos
que, incluso, podrían competir. En el caso del edificio icónico, la arquitectura es claramente
un símbolo del arquitecto. Otros significados simbólicos podrían atribuírsele conforme sea
usado (y podrían hasta contravenir el significado hegemónico), pero, en un primer momento,
serán subordinados.

Anna: Lo que vemos con la ayuda de estos estudios es que, en las ciencias sociales,
la arquitectura a menudo es entendida como de una sola vía en el camino que toma
la sociedad para expresar sus normas, instituciones o sistemas de gobierno. En esta
línea de argumentación, los estudios existentes con frecuencia se centran en la
arquitectura como una representación del poder, por ejemplo de los regímenes
políticos, y como un símbolo de los paradigmas de la sociedad, tales como la
división del trabajo entre hombres y mujeres. La arquitectura es analizada como una
expresión física y, por lo tanto, visible de algo que ocurre en y con la sociedad – por
ejemplo, la modernización. La evolución social está allí antes de que la arquitectura
se cree, o, cuando menos, ambos desarrollos van de la mano. Pero en un laboratorio
científico, los objetos ya están allí antes de que se produzca el conocimiento, ¿no?

Werner: Mmmmm. ¡Esta es una pregunta realmente difícil! Yo diría que sí, con dos
grandes peros: primero, que los objetos de laboratorio nunca simplemente ‘caen del
cielo’ – son desarrollados y rediseñados, todo el tiempo, por humanos. Es por eso
que Knorr Cetina (1981:34) llama al científico que trabaja en ciencias naturales un
‘tinkerer’ [tocador]. Segundo, incluso las cosas sobre las que el investigador en un
laboratorio investiga, no siempre están físicamente allí. Piensa en la investigación de
Harry Collins (2004) sobre la detección de ondas gravitacionales. ¿Están realmente
allí? No lo sé, y estoy feliz de no ser quien tenga que decidir.
Aún así, tienes razón – hay cosas en el laboratorio, incluso antes de que el
conocimiento científico sea producido. Y los científicos que trabajan en un
laboratorio no pueden ser considerados como independientes de la sociedad en la
que están involucrados – al punto de que en una sociedad diferente, serían
científicos distintos, utilizarían diferentes dispositivos técnicos y tendrían diferentes
objetos de investigación. Lo mismo para la arquitectura: en otra sociedad, los
arquitectos construirían edificios diferentes, esos edificios representarían otras cosas
y la gente podría utilizarlos de otro modo.

Anna: Por ello, la idea general de la sociología de la arquitectura y de los estudios


de la ciencia y la tecnología son comparables, y es comprender a los objetos
materiales como constitutivos de lo social. Lo que es particular de la sociología de la
arquitectura es que toma el objeto arquitectónico en su configuración socio-espacial
como punto de partida. El trabajo que, en este libro, más se aproxima a este enfoque

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es la biografía que Marianne y Susse realizan de un mostrador, por cuanto es la
biografía de un elemento arquitectónico que se halla incrustado en una
configuración socio-espacial dada. El hall de entrada del edificio de oficinas es la
configuración espacial, y el mostrador determina, entre otras cosas, cómo parece ser
la relación social entre trabajadores y clientes. Aquí, al objeto se lo coloca en el
centro del análisis. Pero ¿sería posible hacer eso, de igual forma, en el análisis de
un edificio en altura que se ubicare en la ciudad?

Werner: Bueno, yo pensaba que era tu métier el averiguarlo! Todo lo que puedo
decir es que hay una diferencia entre los tipos de objetos de un laboratorio, por
ejemplo entre mesas, pipetas y microscopios. Lucen diferentes, algunos de ellos son
baratos, la mayoría de ellos no, etc. Sin embargo, creo que muchas de las
investigaciones STS han demostrado que no debemos marginar o descuidar ninguno
de ellos si queremos saber más acerca del proceso social de producción de
conocimiento. Veamos, por ejemplo, en mi área de investigación especial, los
analistas económicos ...

Anna: ¡No! Ahora quiero hablar de arquitectura. OK, para edificios de arquitectura,
la misma diferenciación también podría tener sentido. Hay construcciones, como
rascacielos, edificios industriales o de viviendas unifamiliares, clasificados según su
forma y función. Y hay objetos arquitectónicos, tales como los mostradores en un
edificio o racks para peatones que establecen marcos en los que estacionar de forma
segura delante de los edificios, que de forma general se clasifican de acuerdo a su
función. Quizás debieramos echar un vistazo a estudios que analizan edificios
aislados pero van más allá de su dimensión simbólica, para así ver qué han
encontrado.

Werner: Sí, por favor. Pasemos a examinar la investigación sobre …

… Edificaciones arquitectónicas singulares en cada sociedad

Durante las últimas décadas, la investigación sobre la arquitectura única ha ampliado su


investigación para incluir aspectos más allá de la dimensión representativa. Aunque estos
estudios tienen al edificio arquitectónico único como objeto de análisis, lo cierto es que no
llegan a separar, completamente, a la arquitectura de su ambiente. Más bien, toman o
seleccionan edificios únicos dentro de toda la gama del entorno urbano y les identifican
como objetos de un análisis más detenido.

Kaika (2010b:453), por ejemplo, toma la comprensión de "edificios emblemáticos como


significantes del éxito económico" como el punto de partida de su análisis y muestra cómo
los propios edificios se convierten en actores de la transformación física, institucional y
económica de la ciudad de Londres. Ella se mueve más allá de los tradicionales estudios
sobre la arquitectura como símbolo de una sociedad. En todo caso, su atención se centra en

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los edificios únicos como expresiones de ciertos tipos de desarrollo social, asignándoles el
potencial de reforzar dichos desarrollos a través de su presencia física.

En su análisis de los rascacielos como un tipo de edificio, Jane Jacobs (2006) argumenta en
el mismo sentido al resaltar que este tipo de arquitectura ha sido fuertemente asociada con la
modernidad y entendida como el conductor material de una sociedad moderna. Sin embargo,
su argumento no se detiene allí. De forma más o menos programática, ella bos queja cómo
una geografía informada por STS sobre edificios en altura debería lucir, comprendiéndose
“[a las] construcciones no [como] un contexto pasivo [...] para el residente/usuario” (Jacobs,
2006:12), sino como uno de los elementos de un complejo conjunto de actores humanos y
no-humanos “que constituyen el 'evento' edificio”(Jacobs, 2006:12). Jacobs, así, va más allá
de un análisis de la dimensión simbólica o representativa de la arquitectura. Pero como en su
artículo ella se centra en el “trabajo que permite que una torre elevada para aparecer como
una forma global” (Jacobs, 2006:13), sus conclusiones no arrojan luz sobre las acciones de la
arquitectura como objetos materiales.

Por último, Lloyd Jenkins (2002:226) en su estudio respecto a un edificio único de París,
subraya que “tenemos que erradicar el mito de los edificios como siendo estáticos, cerrados
y materialmente constantes”. Su enfoque alternativo propone seguirle el rastro a distintos
espacios, dentro y alrededor del edificio: a aquellos que estén constituidos tanto por actores
humanos –como ser las personas que trabajan en él– como por el edificio en sí. Aplicando un
enfoque ANT, él busca “las conexiones y relaciones entre los actores técnicos y sociales
(humanos y no-humanos)” (Jenkins, 2002:230) y entiende a la arquitectura como una
materialidad en constante (re)construcción.

Werner: ¡Pues sí! Jenkins y Jacobs quieren conceptualizar a los edificios como cosas
que no están muertas ni son estáticas. Eso suena muy familiar a los oídos de los
estudios de ciencia y tecnología. Hay un muy buen capítulo en el libro de Knorr
Cetina sobre culturas epistémicas, en el que ella describe un enorme detector que, en
cierta forma, toma control sobre los físicos. Eso también puede ser posible para los
edificios.

Anna: Estoy segura de que es posible. Pero antes de que lleguemos a eso, permíteme
que intente poner las diversas perspectivas en conjunto. Los objetos en un
laboratorio son dispositivos técnicos que mejoran las capacidades humanas. Desde
un punto de vista técnico, este es su primer y fundamental uso práctico. Aún así, los
científicos sociales también analizan ‘cómo sabemos lo que sabemos’, cómo juegan
un papel constitutivo en el conocimiento científico.

Werner: Sí, creo que eso es cierto.

Anna: Desde la misma perspectiva técnica, los edificios son primera y mayormente
objetos materiales diseñados para determinados fines, por ejemplo para proteger a
los humanos de la intemperie o proporcionar espacios de vida o de trabajo. En
contraste, los científicos sociales tienden a analizar los edificios con especial
atención a sus estilos, sus arreglos espaciales, el cambio en el uso de los mismos, su

12
importancia para una sociedad o su significado simbólico. Los científicos sociales
conceptualizan los edificios como algo activo en su entorno: el rascacielos, por
ejemplo, es un tipo de edificio específico que da soporte al desarrollo económico de
una sociedad y a la modernización.

Werner: Para ser honesto, espero que los rascacielos no sigan siendo pilares de la
modernización: necesitan mucha más energía que otros edificios y son meros objetos
de estatus.

Anna: Sí, yo también lo espero. Pero ese no es el tema de este volumen. Lo que
quiero decir es que la diferencia entre los estudios de laboratorio y la sociología de
la arquitectura es que los primeros han demostrado que determinados objetos
forman parte del conocimiento que se llega a generar y, por ende, de la vida social
en general. En el caso de la arquitectura, no hay literatura que se focalice en el
carácter constitutivo de la arquitectura para el desarrollo social. Es como el cuento
de la liebre y el erizo: la sociedad siempre está, primero. Puede transformarse con la
ayuda de la arquitectura, pero la arquitectura –como objetos materiales creados
humanamente– depende en sí misma de lo social.

Werner: Creo que hemos llegado a un punto muy importante en este volumen. Pero
déjame abrir otra Caja de Pandora. Hasta ahora nos hemos centrado en objetos
individuales. Lo que hemos dejado de lado es la relación entre ellos y lo social. Y es
esa la relación en la que Latour insiste tanto. Él habla de conjuntos y redes
conformadas por actores humanos y no-humanos. En su opinión, la sociedad no
sería posible sin ellos.

Anna: En los estudios urbanos, la mayoría de las investigaciones sobre la


interrelación de varios edificios, y sobre la interrelación de los edificios y los seres
humanos, se realiza a nivel de los barrios. Y a menudo se realiza con la ayuda de la
noción de espacio, tal como lo hemos demostrado en el primer capítulo de este
volumen: los actores humanos constituyen espacios relacionando, unos con otros,
objetos y criaturas vivas.

Werner: Pero ¿cómo es que los estudios empíricos sobre los barrios integran el
papel que los edificios juegan en ellos? ¿Es el barrio comparable al laboratorio?

Anna: Consideremos qué es lo que revelan los estudios. Ahora veamos ...

... El edificio de arquitectura como parte del entorno construido

La arquitectura es parte de un gran entorno construido – es decir, un vecindario, un pueblo,


una ciudad o una región metropolitana. La pregunta planteada por la sociología de la
arquitectura es qué relación existe entre la arquitectura, su entorno construido y el contexto
social. Esta cuestión es muy cercana a la cuestión central de los estudios de ciencia y
tecnología (STS). Los estudios de laboratorio, por ejemplo, analizan cómo es que, en el

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laboratorio, los distintos actores humanos y no-humanos se relacionan entre sí y juegan un
papel en la constitución de los conocimientos científicos (Latour y Woolgar, 1986).
Mediante la transferencia de este enfoque para el estudio del entorno construido, los eruditos
en STS estudian el papel que cabe a las tecnologías en las ciudades (Hommels, 2005;
Coutard y Guy, 2007), entendiéndolas a ambas como ‘socialmente conformadas’ (Hommels,
2005:330) y "obstinadas" (Hommels 2005:331). Esta perspectiva podría, muy
fructíferamente, transferirse al análisis de la arquitectura, pero rara vez se hace.

Una excepción es Maria Rentetzi (2008), quien muestra que la arquitectura de los almacenes
de tabaco desempeña un papel fundamental en la conformación tanto de una ciudad como de
las identidades de los trabajadores del tabaco. Curiosamente, demostrando, entre otras cosas,
cómo las divisiones espaciales de los depósitos están intrínsecamente vinculadas a las
funciones asignadas a los diferentes grupos de trabajadores, su análisis nos recuerda
nuevamente el estudio de Bourdieu (1993) sobre la casa de los cabilios. Para arrojar luz
sobre el papel que juega la arquitectura de los almacenes en la constitución de la ciudad
como tal, ella amplía el foco de su investigación e incluye el resto del entorno construido.

En los campos de los estudios urbanos y de la sociología de la arquitectura, tales estudios


son raros. La relación entre la pieza única de arquitectura y el medio ambiente juega un
papel cuando lo que se pretende analizar refiere a proyectos de desarrollo y estrategias de
revitalización. Y el foco, en esos casos, recae sobre la forma en que ciertos actores
explícitamente usan la arquitectura como una estrategia de desarrollo urbano. Malcolm Miles
(2005) y Andrew Smith e Ingvild Von Krogh Strand (2011) han mostrado –para Bilbao y
Oslo, respectivamente– cómo una pieza única de arquitectura es utilizada a efectos de volver
visible la transformación de un vecindario, y para comunicar dicha transformación hacia
fuera. Los estudios se centran en cómo a un edificio en particular –el Museo Guggenheim de
Bilbao y la Casa de la Ópera de Oslo– se le asigna un rol central a la hora de entender la
reurbanización. No obstante ello, el enfoque de estos estudios recae sobre los actores
humanos; la arquitectura en sí es un edificio pasivo, que apenas si tiene una función
simbólica.

En la misma línea de pensamiento, Gillad Rosen y Alan Walks (2013:161) analizan “el papel
de un tipo particular de gobernanza y desarrollo urbano privado –el condominio– como un
mecanismo de transformación urbana, tanto de la forma física de la ciudad como de la vida
que tiene lugar en la urbe.” Aquí, de nuevo, la arquitectura es la expresión de una
determinada estrategia de planificación y de un ‘mecanismo’ físico para transformar el
entorno y ambiente urbano. En palabras de ANT, la arquitectura es entendida como
intermediaria y no como mediadora (Latour, 2007).

A partir del concepto de Bourdieu acerca del espacio social y físico, podríamos argumentar
que en estos estudios la arquitectura es entendida como la objetivación de las estructuras
sociales. Para Bourdieu (1997:161, traducción propia), el espacio físico es “[lo] reificado,
que es físicamente realizado u objetivado como espacio social". Dentro de este espacio
físico, las personas utilizan la arquitectura como una expresión de su estatus social en la

14
sociedad. En esta línea de argumentación, la arquitectura sirve como un medio para hacer la
vida social visible y perceptible.

Anna: Lo que hemos aprendido es que los estudios que se centran en una manzana,
un vecindario o una ciudad, más que en edificios aislados, no ofrecen muchas más
ideas sobre el papel o rol de los edificios. De hecho, parece sólo difieren en su
perspectiva. En primer lugar, hemos tenido ejemplos de edificios únicos como
expresión de desarrollos societales – piensa en el ejemplo de la cárcel y de Foucault.
Entonces, tenemos los ejemplos de barrios que se transforman y en los que los
edificios únicos, con un estilo específico, sirven como expresiones materiales de
dicho desarrollo.
Pero creo que los edificios, en un barrio dado, se relacionan entre sí de una
manera similar a la forma en la que los objetos y los seres humanos se relacionan en
un laboratorio. Lo que queda por hacer en los estudios sobre el entorno construido
es reconstruir la "matriz de aliados" (Jacobs, 2006:12) del desarrollo urbano.

Werner: Una perspectiva STS sobre el desarrollo urbano podría ver a la


arquitectura como un actor entre otros muchos. Para utilizar el concepto de Latour,
esta sería una mediadora más que una intermediaria que activamente trasformara
tanto el medioambiente como, en igual grado de importancia, lo social. Creo que es
interesante el que Jacobs (2006) utilice el término "aliados" – al igual que Latour
(1988) contando la historia de Pasteur, quien debía formar alianzas tanto con otros
humanos (políticos, otros científicos) como también con los microbios.

Anna: ¿Los microbios? Volvamos a la arquitectura. Lo que hemos visto es que hay
grandes similitudes entre los estudios de la ciencia y la tecnología (STS) y lo que
queremos llamar una nueva sociología de la arquitectura. En primer lugar, el objeto
de análisis, ya sea una pipeta o la arquitectura, está fuertemente incrustado en el
contexto social. En segundo lugar, es creado por actores humanos pero también es
constitutiva de la forma que el contexto social toma; las cosas son más activas de lo
que a primera vista parecen ser. Y, en tercer lugar, vimos que casi ningún estudio del
campo disciplinar de la sociología de la arquitectura o de los estudios urbanos toma
este enfoque realmente en serio. Y si podemos encontrar estudios de ese tipo, los
mismos suelen estar escritos por autores STS que consideran a la arquitectura como
un objeto más.

Werner: Pero estoy seguro de que existen diferencias entre los STS y la sociología de
la arquitectura propuesta por nosotros, además.

Anna: ¿Te refieres a que sería muy desalentador aconsejar a estudiantes e


investigadores para que adopten la forma de pensar de STS?

Werner: Mmmm

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Anna: Acabamos de decir que los estudiosos STS tratan a la arquitectura como
simplemente un (otro) objeto más. Pero creo que sería útil hacer hincapié en el
hecho de que arquitectura es un objeto muy particular.

Werner: El conocimiento científico es mucho más especial!

Anna: Puede ser, pero la arquitectura tiene una forma (física) y una función – tal
como también la tienen los objetos en un laboratorio. Pero, a menudo, la forma de la
arquitectura no sigue a la función de la manera en la que algunos diseñadores
demandan lo haga. Tiene una calidad estética muy específica, y no estoy segura de
que esto se pueda aplicar a todos los objetos en investigación STS.

Werner: Deberíamos echar un vistazo a la situación de la materialidad de los objetos


– no sólo en los ámbitos de STS y arquitectura, sino de teoría sociológica en general.

Anna: Es una buena idea. De modo que ahora podemos hablar de …

... Diferentes concepciones de materialidad

Comenzamos este capítulo con un comentario sobre cómo los objetos son conceptualizados
en investigación STS. Una de las preguntas era en qué medida, si encontráramos una
clasificación de objetos en estos estudios, una categoría de objetos sería más importante que
otro. La respuesta fue "no". Ahora queremos plantear la misma pregunta a la sociología de la
arquitectura. ¿Hay varias clases de arquitecturas? A partir de nuestro vocabulario conceptual,
elaborado en el capítulo 1, el modelo ‘huevo frito’ de una sociología de la arquitectura, no
proponemos una clasificación de arquitectura de acuerdo a su situación material. Así, la
respuesta a la pregunta sobre si una categoría de objetos es más importante que otra debe
volver a ser "no". La arquitectura difiere en forma y función, al igual que los objetos en un
laboratorio. Lo que proponemos, por tanto, es diferenciar entre arquitectura y otros objetos
materiales – en tanto la arquitectura es intencionalmente construida por los seres humanos.

Los párrafos siguientes pretenden utilizar teorías sociológicas generales acerca de los objetos
para contextualizar el papel que juega la arquitectura en el contexto social. Preda (1999), por
ejemplo, elabora un programa para una sociología de las cosas que también puede ser
transferido de cara al análisis de la arquitectura en un contexto social determinado. Aquí,
además, podemos tomar ventaja del hecho de que la arquitectura es un tipo especial de
objeto material, de modo que las conclusiones teóricas generales a las que arriba Preda son
igualmente válidas para la arquitectura. Estas conclusiones implican, en primer lugar, que
reconocemos a “ambos, artefactos y actores humanos, como (distintos) portadores y
productores de conocimiento” (Preda, 1999:357); en segundo lugar, una suposición respecto
a que los objetos modifican las prácticas, y viceversa; y, en tercer lugar, una comprensión de
la relación de los objetos y de los seres humanos como traducción de “conocimiento material
en habilidades y destrezas humanas, y viceversa” (Preda, 1999:358).

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Asimismo, subrayando el papel restrictivo que ‘la disposición espacial’ (Preda, 1999:351) de
los artefactos tiene sobre las prácticas de los actores humanos, Preda también destaca un
punto central para el análisis sociológico de la arquitectura en el marco de un entorno
construido: el espacio. Al transferir su análisis de los objetos en un laboratorio al análisis de
objetos arquitectónicos en un contexto social, resulta claro que no es únicamente la
arquitectura la que limita (o activa) la acción. Más bien, es la arquitectura en su relación con
otros actores humanos y no-humanos, constitutiva de determinados espacios, que restringe o
habilita las prácticas sociales.

En los términos planteados por Martina Löw (2001) sobre sociología del espacio, la
arquitectura juega un papel central en la constitución de espacios. Löw les entiende, a los
espacios, como siendo constituidos por actores humanos ordenadamente relacionados que
subjetivamente interpretan determinados objetos seleccionados – criaturas no-humanas y
humanas. Es en estos espacios que las prácticas y las acciones de los seres humanos se llevan
a cabo. Tomemos el ejemplo de la persona A y la persona B que están, ambas, en el mismo
lugar físico. La persona A constituye un espacio sobre la base de los edificios X e Y. Aunque
la persona B está en el mismo lugar físico, ella sólo integra al edificio X en la construcción
de su espacio. Por lo tanto, los edificios –generalmente entendidos como un tipo de objetos–
influyen significativamente en las prácticas de las personas en el entorno construido.

Volviendo atrás en el tiempo, hallamos al sociólogo francés Maurice Halbwachs (2002a)


conceptualizando implícitamente el papel que tiene la arquitectura en y para una sociedad.
Según él, la arquitectura sirve como un medio para aumentar el peso de las instituciones de
la sociedad – entendidas como constructos intelectuales (Halbwachs 2002a:72-3, 2002b:15).
Vemos aquí una conexión con el papel que Bourdieu (1997) implícitamente le asigna a la
arquitectura: reificando las relaciones sociales, especialmente el estatus social, y
naturalizándolas.

Para una sociología de la arquitectura como la propuesta por nosotros, la reflexión de


Halbwachs sobre el papel de la arquitectura en un contexto social se queda, se detiene, a
mitad de camino al sostener que la arquitectura es la expresión construida de un determinado
contexto social – por lo tanto, de las relaciones sociales de actores humanos. Él no se enfoca
en qué es lo que la arquitectura le hace a la sociedad, durante su proceso de planificación
(capítulo de Jeremias en este libro), cuando todavía es un modelo, durante su proceso de
construcción y cuando efectivamente se configura. ¿Es que eso altera, modifica, o fortalece a
la sociedad? Halbwachs sólo reflexiona sobre la necesidad de cambiar el entorno construido
en tiempos de cambio social – mediante, por ejemplo, la destrucción de la arquitectura de
quienes antes detentaban el poder (Delitz, 2009:45). Así, vemos con claridad que Halbwachs
entiende a la arquitectura especialmente dado su carácter representativo.

Estos conceptos le asignan a la arquitectura acciones muy limitadas, si es que algunas. En su


estudio sobre "El rol de los objetos en nuestras relaciones, tanto de unos con otros como con
nosotros mismos", Daniel Miller (2008:1) muestra cómo entender a los objetos en general, y
la arquitectura en particular, en tanto objetos activos. Miller utiliza los apartamentos de las
personas y los objetos en ellos contenidos para acercarse a la vida de la gente y a los estilos

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de vida. Aunque él no identifica a la arquitectura como el centro de su estudio, la
investigación realizada por Miller revela mucho sobre el papel de la arquitectura en y para
una sociedad. Recurriendo a una somera descripción de las casas de los residentes de una
calle, seleccionada al azar, del sur de Londres, Miller muestra cómo el mobiliario y los
objetos –tales como figuras de alfarería, o adornos de Navidad– juegan un papel central a la
hora de la constitución y consolidación de la identidad de las personas. El sociólogo cultural
Andreas Reckwitz (2002:212, énfasis en el original) lo formula como sigue: “Las cosas
tienen ‘comprensión materializada’, y es sólo como en tanto comprensiones materializadas
que las mismas pueden actuar como recursos”.

Finalmente, en su "teoría de los edificios" (Guggenheim, 2010:162), Michael Guggenheim


conceptualiza a los edificios como “‘casi tecnologías’ [que] no son objetos que prefiguren
acciones, pero objetos que a veces son tecnologías y a veces no, dependiendo de quién los
utilice y cómo” (Guggenheim, 2010:165, énfasis en el original). Tratando de combinar la
perspectiva ANT con una perspectiva de los estudios urbanos, Guggenheim opta por un “al
igual que” en lo que refiere a la situación de la arquitectura en la sociedad. Según él, puede
ser arquitectura en acción al igual que arquitectura pasiva.

Anna: Lo que vemos con la ayuda de esta literatura es que un gran número de
académicos ha abordado la cuestión de cómo describir la relación entre los objetos y
la sociedad. Todos consideran a los objetos como partes importantes de las
sociedades. Pero están en desacuerdo respecto a cómo se agencian los objetos.
Creo podemos decir que la nueva sociología de la arquitectura propuesta por
nosotros tiene fuertes conexiones con las teorías sociológicas generales sobre el
estado de los objetos en las sociedades. O, utilizando las palabras de Thomas F.
Gieryn (2002:65): “En los edificios, y a través de ellos, los sociólogos pueden
encontrar estructuras sociales en el proceso de devenir, de llegar a ser.”

Werner: Sí. Y a mi entender, otra similitud entre los estudios de la ciencia y la


tecnología (STS) y la nueva sociología de la arquitectura es que ambos tienen que
dar atención a las relaciones de poder que se tornan posibles o se restringen a través
de las cosas. Viene a mi mente un muy buen artículo en el cual Owen-Smith (2001)
analiza empíricamente las así llamadas reuniones chuminga de un laboratorio de
neurociencias. ¡Adivina quién tenía, siempre, el tazón más grande en dichos
encuentros!

Anna: Oh, no! Era el director del laboratorio, ¿no?

Werner: Claro, poseía una taza de café de 64 onzas (Owen-Smith, 2001:433). ¡A


veces el tamaño importa! El poder siempre es importante en los contextos sociales y
los objetos deben ser considerados en términos de poder; simbolizan el poder, lo
reproducen, lo habilitan, lo fijan y quiebran el poder detentado por otros.

Anna: Y ahora viene otra pregunta interesante: ¿qué hay acerca de la investigación
empírica? Las investigaciones STS son empíricamente muy buenas.

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Werner: Bueno, algunos dicen que los estudios de la ciencia y la tecnología
producen cientos de estudios de caso muy interesantes pero que no logran integrar
en una gran teoría.

Anna: Pero la mayoría de los sociólogos de la arquitectura han sido bastante


reservados a la hora de proponer aproximaciones metodológicas para sus estudios
empíricos. Al menos hasta ahora, la mayoría de los estudios empíricos han sido
llevados a cabo por especialistas de los estudios STS, tal como lo hemos visto antes.
Para considerar cuáles estrategias empíricas podemos encontrar en el campo de la
arquitectura y de los estudios urbanos, pasemos a ...

... La investigación empírica sobre la arquitectura


Muy completos estudios empíricos sobre la interrelación dada entre la arquitectura y el
contexto social, hasta el momento actual, se han focalizado principalmente en los arquitectos
y la arquitectura en proceso – esto es: en los procesos sociales, técnicos e institucionales
que subyacen o se hallan detrás de la construcción de la arquitectura. En dichos estudios, la
observación participante es el método utilizado – y como ejemplo citamos trabajos en los
que dicha observación fue llevada a cabo en una oficina de arquitectura (Potthast, 1998;
Henderson, 1999; Heintz, Merz, y Schumacher, 2004; Yaneva, 2005, 2009). Albena Yaneva
(2005) muestra este método en el estudio que realizara respecto a cómo un modelo de
arquitectura llega a ser, cómo se vuelve un hecho. El enfoque alternativo de análisis ha
consistido, hasta ahora, en la búsqueda de los procesos de negociación y los patrones
discursivos que están presente en los escenarios de trabajo cuando se realiza arquitectura
(Jones 2011). Aquí, los principales métodos aplicados son discurso y análisis de
documentos.

Otras contribuciones a una sociología empírica de arquitectura han sido hasta ahora
meramente programáticas. Por ejemplo, Heike Delitz (2010:211) sugiere el uso de
"observación y descripción", como métodos al analizar la arquitectura contemporánea y su
interrelación con lo social. Esta sugerencia comprende una descripción muy amplia de los
métodos clásicos de investigación cualitativa. Herbert Schubert (2004:10, énfasis en el
original), en cambio, es mucho más concreto y formula un ‘Análisis sociológico
multivariado’ (SOMA, por su sigla en inglés) que intenta integrar seis dimensiones de la
arquitectura: la física, la organizativa, la funcional, la de carácter económico, la de tipo
social y una, última, dimensión simbólica. En cada nivel de análisis, se aplican diferentes
conjuntos de métodos. Aquí, de nuevo, encontramos que la observación participante y el
análisis de documentos son métodos recomendados – junto con, entre otros, las entrevistas
cualitativas y la documentación fotográfica.

Con respecto a la selección de los objetos de investigación, Delitz (2010:210, énfasis en el


original, traducción propia), por ejemplo, propone concentrarse “en casos prototípicos: en
edificios que llaman la atención [...] cuyo material, construcción o forma es notoriamente
observada”. Aunque este podría ser un método para rastrear los efectos que la arquitectura

19
tiene en su contexto social, una selección de casos de estudio puede omitir una dimensión
importante de la vida social: la vida diaria, la arquitectura mundana. Comparable a los
objetos en un laboratorio, entendemos a la arquitectura vernácula como aquella que le es
común a los actores humanos que se encuentran alrededor de la misma, aun cuando no sean
necesariamente obras muy numerosas (siendo que para el caso, tampoco lo es, por ejemplo,
un acelerador de partículas). Realizar estudios de este tipo sobre la arquitectura nos permite
trazar la interrelación de los actores humanos y la arquitectura tal como pueden ser
observables en situaciones de la vida cotidiana.

En el estudio de Bourdieu (1993:468-89) sobre las casas de los cabilios, estudio en el cual él
no realiza un abordaje explícito de la arquitectura como objeto de investigación, la
documentación fotográfica sirvió como un método central de aproximación a las
modalidades espaciales y materiales susceptibles de ser vistas en las casas – o acompañada,
además, por una concienzuda descripción de los objetos presentes en el interior y en el
exterior de las viviendas. Adicionalmente, él realizó trabajo de campo etnográfico y
entrevistas para así profundizar en el conocimiento de las prácticas y de los sistemas
semióticos conectados a ellas.

Utilizando un conjunto de métodos similares, Bertuzzo (2009) analiza la constitución del


espacio dentro de edificios de arquitectura y el papel de la arquitectura en la constitución de
diversos espacios. Con la ayuda de observación participante, entrevistas de corte etnográfico
y consulta a informantes, ella delinea las formas en las que los diferentes espacios fueron
constituidos a partir de la arquitectura, y en el marco de la misma – espacios, por ejemplo,
para el ocio, para prácticas religiosas , o para comidas que tienen lugar en una misma
habitación y varían en función de la hora del día y de la disposición de los objetos en ella.

Por último, Kevin Lynch ([1965] 2007) utiliza, entre otras cosas, mapas mentales para
estudiar la percepción del entorno construido, incluyendo la arquitectura. Él asume que las
personas han de referir a lo que mejor recuerden y por ello les pide que dibujen el mapa de
un área determinada. La hipótesis subyacente es que lo que se recuerda tiene un impacto
sobre las personas. Esos mapas mentales pueden ser luego comparados con los mapas
oficiales, mostrando qué elementos del entorno construido son y/o no son, están y/o no están,
representados en los mapas mentales. En combinación con las entrevistas cualitativas y con
caminatas o visitas acompañadas al área, Lynch y su equipo determinan las formas en que
ciertos elementos del entorno son percibidos.

Este resumen de enfoques empíricos para estudiar la interrelación entre la arquitectura y el


contexto social muestra que los métodos inicialmente aplicados por la etnografía parecen ser
los más adecuados para el análisis del impacto de la arquitectura en lo social. A continuación
habremos de describir una metodología para la nueva sociología de la arquitectura, tal como
la proponeos.

Anna: Este resumen nos muestra que hay mucho por hacer si la sociología de la
arquitectura pretende ser más que una disciplina teórica. Los estudios empíricos
realizados hasta ahora provienen principalmente de otros ámbitos de las ciencias

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sociales. Dentro de la sociología de la arquitectura, podemos encontrar sugerencias
programáticas respecto a cómo estudiar arquitectura o realizar estudios sobre
arquitectos, y sobre el proceso en el que la arquitectura se va formando y
constituyéndose en un hecho. Pero esto no es suficiente. Sabemos que hay métodos
que pueden utilizarse para la investigación de la arquitectura, y los autores de este
volumen han aplicado una variedad de métodos cualitativos. Theresia ha mostrado
que las entrevistas en grupo pueden ser una manera de investigar los impactos
(emocionales) de la arquitectura. Jeremias ha mostrado la importancia que tienen
las entrevistas para acercarse a los modos o formas que tiene la gente de constituir
espacios. Marcin y Magda también realizaron entrevistas pero hacen hincapié en
que la documentación fotográfica es muy útil dado que las personas suelen tener
problemas para hablar de algo tan habitual como el vivir.

Werner: Anna, tú también utilizaste fotografías para comparar dos ciudades


europeas (Müller, 2012).

Anna: Eso es correcto, pero no es ético caer en la auto-referencia todo el tiempo.

Werner: De todos modos. Marianne y Susse utilizaron observación participante para


estudiar la biografía de un mostrador en un edificio de oficinas. Y luego tenemos el
análisis de discurso, por supuesto. En este volumen, Robin ha mostrado cómo este
método puede ser aplicado, y ella ha abierto un muy rico repositorio de datos de
ciencias sociales que, originalmente, no fue producido para la indagación científica
sino para un archivo. Endre, en su trabajo, utiliza principalmente el análisis de
documentos – tal como también lo hiciera Jarmin. Jeff es el único en este libro que
adopta un enfoque puramente teórico, pero él da respuestas interesantes a una de
nuestras preguntas centrales: ¿puede la arquitectura tener una agencia (moral)?

Anna: Lo que todos los ejemplos demuestran es que la teoría sociológica necesita
métodos que sean adecuados tanto para atender a las preguntas de investigación
como al campo de estudio. Creo que deberíamos ser un poco más programáticos
ahora y formular ...

... Una metodología para la nueva sociología de la arquitectura

Los estudios contemporáneos sobre arquitectura tienen un problema central: carecen de una
metodología coherente. Algo interesante acerca de los estudios de ciencia y tecnología radica
no sólo en su integración explícita de los actores humanos y no-humanos en el análisis, sino
que también lo es el programa de base empírica que utiliza en los estudios. Mediante la
combinación de diversos métodos, el análisis empírico es capaz de lidiar o afrontar la
complejidad de los fenómenos que tiene en foco.

Una sociología de la arquitectura que quiera ser, a la vez, un campo científico social teórico
y empírico tiene como recomendación el inspirarse en los estudios de la ciencia y la

21
tecnología, no sólo por lo conceptual sino también por los aspectos empíricos. Aun así, no
sugerimos la mera transferencia de los métodos utilizados en STS para el análisis
sociológico de la arquitectura. El hacerlo implicaría no atender a las diferencias que hay
entre los objetos de análisis de los estudios de la ciencia y la tecnología, y los objetos de la
sociología de la arquitectura. El objetivo, de hecho, consiste en comprender por qué los
estudios de la ciencia y la tecnología tienen éxito en cuanto a los métodos que utilizan para
abordar sus objetos de análisis y, luego, desarrollar un enfoque similar para el análisis de la
arquitectura.

La metodología que proponemos comprende varios métodos distintos, que se pueden


combinar según el objeto de investigación y los intereses particulares de la investigación.
Proponemos combinar los siguientes tres métodos de recopilación de datos: observación,
entrevistas y análisis de documentos. Estos métodos abordan las diferentes dimensiones de la
interrelación de la arquitectura y lo social en grados variables, y constituyen un conjunto a
partir del cual los investigadores pueden ayudarse a sí mismos. Para un proyecto de
investigación empírica, el grupo de métodos a ser utilizados puede tomarse de este conjunto.

(1) Observación

La mayoría de los estudios existentes sobre la interrelación entre la arquitectura y lo social, y


sobre todo aquellos que proceden del campo STS y de la antropología, utiliza la observación
como un método de investigación. Los estudios suelen ser realizados como etnografías
(Hammersley y Atkinson, 2007) de un campo específico – como ser, por ejemplo, de una
disciplina científica en un campus universitario (Gieryn, 2002) o en una oficina de
arquitectura (Yaneva, 2005). La observación puede realizarse de dos formas: como
participante y como no-participante. De cara al análisis de la interrelación entre la
arquitectura y lo social, ambas formas pueden ser aplicadas. La decisión sobre qué tipo de
observación se ha de utilizar depende del enfoque particular de la investigación. La
observación participante es útil si la investigación se centra en prácticas incorporadas. Y la
observación no-participante puede aplicarse si se tiene una perspectiva comparativa, por
ejemplo en lo que refiere a la variada influencia del entorno construido sobre los grupos
sociales en función de la pertenencia a un grupo determinado. Preguntas de investigación
asociadas con un estudio comparativo podrían ser: ¿cómo es que los empleados se desplazan
en sus edificios de oficinas en comparación a cómo lo hacen los clientes, limpiadores o
carteros y – las mujeres? O: ante la proximidad a cierta arquitectura, ¿cómo actúan los
turistas en comparación a cómo lo hacen los residentes, las personas sin hogar o la policía, y
– las mujeres?

(2) Entrevistas cualitativas

Mantener entrevistas con las personas es una forma de acercarse al entendimiento subjetivo
que tienen los entrevistados del mundo que les rodea, y también de reconstruir la forma en
que le dan sentido o interpretan. Para el estudio de la interrelación entre la arquitectura y lo
social proponemos tres tipos de entrevistas: entrevistas etnográficas, entrevistas narrativas y
entrevistas con film. Las mismas varían, en primer lugar, según la relación que el

22
entrevistador tenga con el entrevistado y, en segundo, de acuerdo a las preguntas de
investigación que pudieren ser contestadas a través de ellas.

En todas estas formas de entrevistas cualitativas es necesario que el investigador logre


cumplir con un desafío en el momento de conducir las entrevistas: poner las experiencias, los
sentimientos, las acciones y las opiniones en palabras es una tarea que a los entrevistados les
suele resultar difícil y, por consiguiente, el planteo de estímulos durante la entrevista bien
puede ser algo a considerar. Proponemos que las dos formas de estímulos que pudieren ser
usados para facilitar la verbalización de experiencias, opiniones, sentimientos y acciones
sean: preguntas bien formuladas y material visual.

(2.a) Entrevistas etnográficas

Cuando se utiliza la observación (participante) en el proceso de investigación, también tiene


sentido incluir entrevistas etnográficas (Sherman Heyl, 2007). En estas entrevistas, el
investigador como un observador (participante) realiza entrevistas, del tipo uno-a-uno, con
los participantes en los lugares en los que se hallan. En este caso, la relación entre el
entrevistador y el entrevistado es diferente a la que se da en otras entrevistas cualitativas: el
investigador ya ha establecido una fuerte relación con el entrevistado en el transcurso de la
fase de observación, y ambos están en una especie de situación natural. Durante la
entrevista, al investigador le es más probable recibir información sobre, por ejemplo,
experiencias negativas, incertidumbres y situaciones embarazosas, así como también recibir
información socialmente no bien vista.

(2.b) Entrevistas narrativas, para biografías de arquitectura

Nos proponemos rastrear la influencia que tiene la arquitectura en la vida cotidiana de la


gente escribiendo sus biografías arquitectónicas. Para hacerlo, las entrevistas narrativas
(Schütze, 1983) pueden resultar una herramienta útil. En ellas, se pide a los entrevistados
que describan en qué sentido la arquitectura les ha acompañado durante su vida. De esta
manera, la percepción subjetiva respecto a la arquitectura se volvería accesible para el
investigador.

La tarea del investigador entonces sería, a partir del material recabado en las entrevistas,
reconstruir el papel que juega la arquitectura en la vida cotidiana. Las siguientes preguntas
pueden ser de ayuda: ¿qué importancia le asigna la gente a qué tipo de arquitectura y en qué
períodos/momentos de su vida? ¿Qué criterios utilizan las personas para evaluar la
arquitectura y el papel que la misma tiene en sus vidas? ¿Qué "matriz de aliados" (Jacobs,
2006:12) de arquitectura, seres humanos, eventos externos y experiencias individuales,
pueden hallarse? Sobre la base de numerosas entrevistas, sería posible agrupar las
afirmaciones recabadas y desarrollar, por ejemplo, una tipología sobre cómo la arquitectura
acompaña a la gente a través de sus vidas. Los resultados también podrían ser analizados en
relación a la pregunta de si cierta arquitectura juega un papel importante en determinadas
etapas de la vida o si es constitutiva de trayectorias específicas.

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A nuestro juicio, este es un enfoque prometedor cuando se quieren reconstruir los roles que
desempeña la arquitectura en la constitución de lo social. Sin embargo, este tipo de entrevista
plantea un desafío específico para el investigador (i) y (ii) el entrevistado.

(i) El investigador tiene que ser consciente de que el reconstruir experiencias pasadas,
sentimientos y acciones conlleva no sólo a una reconfiguración subjetiva del pasado
sino que también implica una enorme selección: sólo ciertas cosas son recordadas,
otras ignoradas u olvidadas, algunas destacadas. Así, las biografías de arquitectura
siempre implican reconstrucciones subjetivas de significaciones que las personas
asignan a sucesos de sus vidas.

(ii) Cuando se reconstruyen biografías de arquitectura, las entrevistas narrativas


conllevan el problema de encontrar las palabras adecuadas que puedan dar cuenta de
la percepción y los impactos de la arquitectura. Si la expresión verbal es una tarea
difícil para los entrevistados, en general, es aún más difícil el que se encuentren
palabras para referir a la arquitectura más allá de 'impresionante', 'bueno', 'feo' o 'no
resulta atractivo para mí'.
Para mitigar este efecto, proponemos se aliente al entrevistado a hablar recurriendo a
metáforas. Algunos estudios (Lakoff y Johnson, 1998; Moser, 2000; Schmitt, 2003;
Kruse, Biesel y Schmieder, 2011) han demostrado que las metáforas pueden ser una
forma muy instructiva para que el entrevistador alcance una comprensión más
profunda del papel que la arquitectura tiene para el entrevistado. Para el
entrevistador, la tarea aquí es plantear estímulos que sean generadores de historias, o
relatos, y alentar el uso de metáforas. Permitirle al entrevistado que hable
figuradamente puede que sea un objetivo adecuado.

(2.c) Entrevistas con film

Las entrevistas con film constituyen otro tipo de entrevistas cualitativas sobre las que todavía
hay mucho por concretar.2 Se toma su idea principal de las entrevistas cualitativas que
trabajan con material visual en tanto estímulos: fotografías, tomadas por los entrevistados a
sí mismos, por el investigador o por un tercero, son utilizadas a efectos de estimular la
narración (Lynch [1965] 2007; Dirksmeier, 2007; Pink, 2007).

En lugar de utilizar imágenes, proponemos utilizar secuencias de filmaciones como un


estímulo inicial en la entrevista.

La entrevista filmada, o de película, incluye tres pasos: antes de la entrevista, el investigador


filma un cierto detalle de un entorno construido – una calle, una plaza, el detalle de un
edificio o algo similar.3 Haciendo uso de la capacidad de grabar las imágenes en

2
- La idea original respecto a este método proviene de Andreas Müller, de la Universidad de
Bremen, Alemania, quien lo utiliza para explorar la percepción del medioambiente urbano en
relación con las imágenes de ciudades.
3
- Por supuesto que la secuencia de la filmación también puede ser registrada por el entrevistado.
Esto podría brindar información especial cuando lo que el investigador quiere es abordar la

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movimiento y registrar impresiones aurales, el investigador puede capturar el ambiente
construido de una manera que se aproxime a la realidad lo más posible. Únicamente las
impresiones hápticas y olfativas no pueden (por ahora) ser grabadas, pero sí analizadas en la
configuración post-hoc (Heckel, Riester y Seeberger, 2012). La secuencia se presenta,
entonces, a los entrevistados – a quienes se les pide que, simultáneamente, comenten lo que
ven y cómo ellos lo perciben emocionalmente. La ventaja de este método es que el
investigador puede seguir in situ cómo cierta arquitectura y disposición espacio-material
afectan a los entrevistados y cómo ellos dan cuenta de la forma en que les afectan. Además,
se puede obtener información adicional mediante la repetición, desaceleración o aceleración
de secuencias particulares – seleccionadas por el entrevistador o por el entrevistado.

Paralelamente a la entrevista de film, o después de la misma, puede realizarse una entrevista


de tipo narrativo para profundizar en algunos aspectos en los que el investigador desee hacer
énfasis. La entrevista filmada es, por lo tanto, un medio que posibilita reducir los efectos
negativos de las entrevistas que están exclusivamente basadas sobre el lenguaje oral, dado el
problema, al que ya aludimos, que remite a la verbalización de la percepción de la
arquitectura.

(3) Análisis de documentos

Finalmente, los textos escritos son una fuente que pueden proporcionar ideas sobre
discursos, del pasado o actuales, relativos a la arquitectura y a la interrelación de ésta y lo
social. El análisis de documentos puede aplicarse a una amplia variedad de formatos de
texto: documentos de planificación, leyes, artículos de periódico, prosa, libros científicos, y
otros muchos más. La selección de qué escoger para el análisis depende de la pregunta o de
la temática de investigación; algunos capítulos de este libro han mostrado cuáles documentos
son útiles para qué tipo de análisis.

La Tabla 10.1 compara los métodos que proponemos, los datos acopiados con ellos, los
estímulos necesarios y el campo de investigación en que pueden aplicarse. Con la ayuda de
estos métodos –y de otros sobre los que es posible aún no hayamos reflexionado–creemos es
posible realizar un seguimiento de las acciones de la arquitectura en un contexto social
determinado.

dimensión representativa de la arquitectura. Una posible pregunta a serle planteada al entrevistado


sería: ¿qué arquitectura y/o entorno construido mejor representa <x> para usted? Pudiendo ser <x>
prácticamente cualquier cosa, desde la democracia al hogar, el lugar de trabajo, una enfermedad, o lo
que fuere.

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Anna: Así, ahora hemos añadido también un programa para nuestra sociología de la
arquitectura. El mismo incluye diversas formas de entrevistas, observación, y
análisis de documentos. No se trata de que cada parte del programa empírico sea
algo novedoso, nada más lejos de la realidad. Las únicas dos que son
verdaderamente innovadoras son las entrevistas narrativas de entrevistas, que se
utilizan como un medio para reconstruir lo que nosotros llamamos biografías de
arquitectura, y la entrevista fílmica. Con la ayuda de una película o grabación
podemos reducir el problema que siempre plantea la verbalización. En el caso de la
arquitectura, es más complicado hablar sobre el rol que la misma tiene en la vida de
uno que hablar acerca del papel que tu padre ha tenido en tu vida, por tomar sólo un
ejemplo.
El programa empírico tiene similitudes con los métodos utilizados por los
estudios de la ciencia y la tecnología (STS). Sin embargo, también demuestra que
existen diferencias en los enfoques de la STS y la sociología de la arquitectura. Pero
esta última tendría menos información caso no reconociera los hallazgos y los
diseños de investigación de los primeros.

Werner: Sólo una pregunta: ¿Qué hay acerca de los métodos cuantitativos? Me
refiero a que, en la sociología de la ciencia, tenemos una muy buena cantidad de
estudios cuantitativos. Pensemos en el análisis de Diana Crane sobre los colegios
invisibles, o mi reconstrucción histórica de la cuantificación de las ciencias sociales
(Reichmann, 2010).

Anna: ¡Ahora tú también te estás citando a ti mismo!

Werner: Lo siento.

Anna: Tu pregunta es muy importante. Ahora mismo, creo que los métodos
cualitativos son más adecuados para el tipo de preguntas que planteamos. Mi interés

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radica en reconstruir el significado subjetivo de la arquitectura para la gente, qué
papel juega la arquitectura en la conformación de la identidad de las personas y de
cómo las personas dan sentido al mundo. Para estas preguntas, los métodos
cualitativos han demostrado ser útiles.

Werner: En sus primeros trabajos, Knorr Cetina (1981) distingue entre métodos
"sensibles" y "frígidos". Los métodos sensibles, dice ella, producen
intersubjectividades más que neutralidades, y esto exige “participación más que
separación, contacto en lugar de distancia; interés en vez de desinterés” (Knorr
Cetina, 1981:17). Ella aboga por la investigación etnográfica que se interesa en la
práctica, en los quehaceres, en las acciones diarias más que en los aspectos
cognitivos del mundo social. En este libro se han planteado muchas preguntas
respecto a cómo, y esto también remite a lo que Knorr Cetina (1981:17-20) propone
en su metodología "sensible". Creo que este enfoque metodológico parece se adecua
muy bien a la nueva sociología de la arquitectura, tal como la sugerimos en este
volumen.

Anna: Sí, yo también lo creo. Aun así, me parece que deberíamos estar abiertos a los
colegas que hacen un abordaje de las ciencias sociales desde el punto de vista
cuantitativo. Son muy bienvenidos a mostrarnos un método que arroje luz e ideas
interesantes para los problemas descritos en este volumen!

Werner: Bien. Así que ¿dónde es que nuestro libro nos deja? Al principio, nos
acercamos a tres desafíos: (1) el desarrollo de una terminología para discutir
adecuadamente e investigar el papel de la arquitectura en el ámbito social, (2) la
formulación de una perspectiva sobre la cuestión de si la arquitectura tiene un
organismo y, en caso afirmativo, a qué es que éste podría parecerse, y (3) decidir
cómo es que un programa de investigación STS en el campo de la sociología de la
arquitectura debería lucir. Hemos abordado este último desafío mediante la
formulación de un programa empírico. Entonces, ¿qué hay acerca de la
terminología?

Anna: En el capítulo 1, formulamos una terminología que nos posibilitara tener una
mejor comprensión de la relación entre el contexto social, el espacio, la materialidad
y la arquitectura. Desarrollamos el modelo del huevo-frito de una sociología de la
arquitectura para visualizar la relación de los conceptos antedichos.
Los estudios de caso presentados en nuestro volumen abordan diferentes aspectos
que hacen al huevo-frito. Algunos autores refieren a la interrelación del espacio, la
arquitectura y las controversias políticas (Jeremias), otros se centran más en la
arquitectura y en lo social (Marianne y Susse, Endre, Jeff, Robin), y algunos integran
tanto el espacio como lo social y la materialidad en sus análisis (Jarmin, Magdalena
y Marcin, Theresia). Dependiendo del área de interés de los respectivos lectores, se
pueden hallar los análisis informados en esos trabajos.

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Werner: Así queda la pregunta que remite a la cuestión de si la arquitectura tiene un
organismo y cómo es que las acciones de arquitectura pueden lucir. Aquí, la atención
se centra en el tema de en qué medida la materialidad, y la arquitectura como una
forma específica de materialidad, puede o no puede tener una agencia u organismo
propio.
Esta discusión en la literatura está dicotomizada: hay quienes toman como
absolutamente iguales a los humanos y los no-humanos (Latour, 1988; Pickering,
1995), y hay quienes niegan que la materialidad pueda actuar de forma alguna –
porque, por ejemplo, la materialidad no tiene lenguaje (Collins, 2010). Si estamos de
acuerdo con la perspectiva de Latour, entonces surge la pregunta de si hay algo que
define a la arquitectura en acción.
Tal como Anique Hommels (2005) mostró para las ciudades, la arquitectura
tiene una característica que la distingue de las ciencias: debido a su propia
materialidad, es mucho más terca u obstinada. Aunque sabemos que autores como
Latour y Pickering también subrayan la resistencia de las cosas, los objetos
arquitectónicos son diferentes. Luego de que son erigidos, sólo pueden cambiar muy
poco o a partir de un gran esfuerzo – siendo, por ejemplo, demolidos. Los cambios
menores sólo pueden ejecutarse a través de la modificación de elementos singulares
de la materialidad – mediante, por ejemplo, la reposición de ventanas, la ampliación
de un corredor o la alteración en el uso de ciertos objetos.

Anna: Estoy de acuerdo, el uso de la arquitectura suele ser muy específico y depende
tanto del contexto social de las personas que usan los objetos arquitectónicos como
de los objetos como tales. Un edificio de oficinas de diez plantas de construcción que
tiene oficinas con pequeñas habitaciones en cada una, permite que a él se le den muy
diferentes usos. Los aspectos más interesantes de cara al análisis devienen de las
situaciones sociales que surgen cuando la arquitectura puede ser percibida a través
de su materialidad y cuando potencialmente modifica el espacio que la rodea, las
prácticas de los seres vivos y, en general, el contexto social de la arquitectura. Esta
alteración de las otras dimensiones del modelo del huevo-frito, presentado en el
primer capítulo, es lo que entendemos como la agencia de arquitectura y por qué le
llamamos arquitectura en acción.
Contrariamente al famoso concepto de Latour sobre ciencia en acción, el foco
entendemos no pasa tanto por cómo es que la arquitectura se va formando y se
vuelve una entidad. Más bien, lo que queremos es poner de relieve los procesos que
tienen lugar después de que los objetos materiales son clasificados como
arquitectura, y los efectos que tienen sobre el entorno social y espacial.
Arquitectura en acción implica que la existencia de la arquitectura en un
lugar determinado, en un momento preciso y en una sociedad específica, hace una
diferencia. Esta diferencia puede conllevar a un cambio en el uso de un edificio, pero
también puede significar otras cosas: modificaciones en la comprensión pública de
ciertos vecindarios, la representación de ciertas ideas sobre política, o el forzar a la
gente de cara al desarrollo de nuevas prácticas sociales.

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