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Que la fe del Registro comprende la totalidad del contenido de cada folio, se deduce
de la misma naturaleza de la protección registral: cada derecho se hace constar en un
asiento y el mismo persiste hasta que resulta debidamente cancelado o hasta que otro le
sustituya totalmente. Los derechos reales limitados no deben figurar, conseguir su efecto
frente a terceros, en cada una de las inscripciones, sino que la inscripción por la que se
constituye el derecho debe aparecer en el folio de la finca o derecho gravado.
Dentro de cada folio sólo tienen eficacia contra el tercer adquirente las causas de
claudicación o limitación de su derecho que consten en aquél de modo manifiesto.
Por supuesto, sólo perjudican a tercero las causas de nulidad, rescisión, resolución,
etc., consignadas en cada asiento vigente: no en uno cancelado o caducado.
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DERECHOS Y CIRCUNSTANCIAS PERSONALES
Los libros registrales publican derechos: las indicaciones de mero hecho no son,
no podrían ser, materia de la protección del Registro.
El artículo 9 LH exige que en los asientos figuren determinados datos fácticos que,
además, pueden modificarse por el titular, unos con mayor libertad (por ejemplo, los
nombres de los dueños colindantes) y otros, como la extensión superficial o la obra nueva,
cumpliendo ciertos requisitos: en todo caso, con el límite de evitar la posible doble
inmatriculación.
Por ejemplo, la jurisprudencia de los años setenta llegó a declarar que una finca
rústica que según el Registro mide menos de una hectárea, puede ser objeto de retracto de
colindantes, pese a que una abrumadora prueba de reconocimiento judicial, medición por
peritos, documental y testifical había evidenciado la extensión superior y, por tanto, la
imposibilidad del retracto. Pero la jurisprudencia posterior es fluctuante y, en cualquier caso,
los datos de hecho serían objeto de una mera presunción “iuris tantum”, siempre
desvirtuable en juicio.
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Los límites de la finca, aun cuando son en sí mismos un dato de hecho, entrañan
también una cualificación jurídica, al señalar la extensión del derecho de propiedad. Y la
medida superficial, además de la significación jurídica indicada, contribuye asimismo a la
identificación del inmueble.
En cuanto a la protección al adquirente de buena fe, la forma en que los límites llegan
al Registro hace imposible un reconocimiento incondicionado de lo que los libros indican,
salvo cuando se trate de negocios jurídicos de deslinde o equivalente, o de manifestaciones
hechas en su folio registral por el propietario limítrofe que debe ser perjudicado por ellas.
Menos susceptible de tutela del adquirente es, todavía, la superficie, que a veces
amplía el titular registral con el designio fraudulento de facilitar o justificar una invasión del
fundo vecino: operación no rara antes, que hoy se enfrenta con graves dificultades
reglamentarias.
Sin embargo, cada vez es menos cierto que los datos de hecho que describen la finca
consten tan sólo por declaración de los otorgantes, y es de creer que cuando se incorporen
al Registro las bases gráficas de las fincas quedará protegido el tercero al menos respecto
de los linderos.
La protección del Registro no produce sus peculiares efectos ante ciertos derechos
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publicados de otra manera:
Esto es completamente natural, y nada padece por ello la seguridad del tráfico.
Las limitaciones y cargas públicas afectan a todos los propietarios por igual, vienen
publicadas por la ley, son cognoscibles por cualquiera y con ellas debe contar todo
adquirente. Es el Derecho objetivo y no la situación, individual jurídica del Registro quien
informa sobre tales cargas.
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Cuando las partes hayan estipulado que la enajenación de la vivienda extinguirá
el arrendamiento, el adquirente sólo deberá soportar el arrendamiento durante el
tiempo que reste para el transcurso del plazo de cinco años, o siete años si el
arrendador anterior fuese persona jurídica.”
Admisible con dificultad con respecto de quien adquiere directamente del luego
declarado quebrado, contradice frontalmente lo dispuesto en el artículo 34 LH cuando se
aplica al subadquirente que no tiene por qué preocuparse de la eventual limitación posterior
en las facultades de disposición de quien transmitió a su transmitente u otro más anterior.
Con la evolución del Derecho urbanístico los conceptos de “limitación legal del
dominio” o de “configuración normal de la propiedad” se hacen más difusos, siendo difícil en
ciertos supuestos de actuación de la Administración deslindar hasta dónde llegan las
normas genéricas, dónde comienza la relación específica con un administrado concreto, y
cuándo esa relación incide en el Derecho privado o, simplemente, es inoponible “erga
omnes”.
Ofrece también dudas qué actos del particular en el tráfico y utilización de los
inmuebles necesitan acreditar, para ser inscritos, su ajuste a la reglamentación vigente.
Resulta posible sin embargo, a pesar de los problemas, dar respuestas más o menos
precisas.
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A) La regla fundamental es la expresada en el artículo 27 del Real Decreto
Legislativo 7/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la
Ley de Suelo y Rehabilitación Urbana:
Ahora bien, esta información no es objeto de la publicidad registral, sino que es mera
noticia, útil para poner sobre aviso a quien consulta los libros.
C) Otras normas procuran que no tengan acceso al Registro determinados actos sin
comprobar previamente su adecuación a la legalidad urbanística.
Por ejemplo, las obras nuevas o los actos de parcelación, que requieren la
comprobación por el registrador del otorgamiento de la oportuna licencia o de la
innecesariedad de la misma. Se evita que los asientos registrales den soporte a apariencias
contrarias a las exigencias legales.
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APLAZAMIENTO DE LA EFICACIA OFENSIVA DE LA INSCRIPCIÓN
1.- Art. 28: “Las inscripciones de fincas o derechos reales adquiridos por herencia o
legado, no surtirán efecto en cuanto a tercero hasta transcurridos dos años desde la fecha
de la muerte del causante. Exceptuándose las inscripciones por título de herencia testada o
intestada, mejora o legado a favor de los herederos forzosos”.
Dicho artículo intenta prevenir contra el peligro de que, una vez inscrito el derecho del
heredero testamentario o abintestato no legitimario, aparezcan, o un posterior testamento
en el que se nombre a otro heredero, o un pariente de mejor grado.
2.- Art. 207: “Si la inmatriculación de la finca se hubiera practicado con arreglo a lo
establecido en los números 1.°, 2.°, 3.° y 4.° del artículo 204, el artículo 205 y el artículo
206, los efectos protectores dispensados por el artículo 34 de esta Ley no se producirán
hasta transcurridos dos años desde su fecha. Esta limitación se hará constar expresamente
en el acta de inscripción, y en toda forma de publicidad registral durante la vigencia de dicha
limitación.”
Este artículo cumple la misma misión de prevenir posibles sorpresas causadas por
una inscripción inexacta. Por ejemplo, cuando se trata de fincas que han sido objeto de
expropiación forzosa.
Así lo establece la jurisprudencia para las inscripciones a que se refiere el 207 LH,
pero también aplicable a las mencionadas por el 28 LH.
La suspensión dura dos años. Durante dicho tiempo nadie puede invocar la protección
del Registro, en el caso del 28 LH contra el heredero real y los adquirentes y sucesores del
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mismo, y en el caso del 207 LH contra el verdadero titular de la propiedad o de un derecho
real sobre la finca inmatriculada.
LA DOBLE INMATRICULACIÓN
Puede suceder que una finca esté inmatriculada en dos folios diferentes,
completamente independientes el uno del otro.
Ocurre así con cierta frecuencia, dada la relativa facilidad con que se inmatriculan las
fincas en nuestro Registro, sin suficiente comprobación de su existencia y consistencia, y
sin que sea siempre fácil relacionar la nueva finca con las que ya figuran inmatriculadas.
Este problema no se presenta, aun existiendo doble inmatriculación, cuando los dos
folios designan a un mismo propietario, o cuando los distintos titulares designados por los
folios contradictorios están de acuerdo.
Pero, en otros supuestos, ¿qué normas ordenan la prelación entre los diversos
titulares, ambos del mismo dominio publicado en folio distinto?
Eso sí, regula un medio para que cada interesado haga constar en el Registro la
existencia de una doble inmatriculación (313.3ª RH), pero nada dice acerca del criterio que
deba seguir el Juez para apreciar la eficacia ofensiva y defensiva de la inscripción en ambos
folios:
“El titular de cualquier derecho real inscrito sobre las fincas registrales afectadas
por la doble inmatriculación, directamente o a falta del acuerdo previsto en la regla
anterior, podrá acudir al Juez de Primera Instancia del lugar en que radique
físicamente la finca, para que, con citación de los interesados y siempre que se
pruebe la identidad de la finca, dicte auto ordenando que se extienda nota expresiva
de la posible existencia de doble inmatriculación al margen de ambas inscripciones,
pudiendo exigir la caución que estime adecuada para asegurar los perjuicios que se
pudieran derivar. En el auto se reservarán a los interesados las acciones de que se
consideren asistidos sobre declaración del mejor derecho al inmueble, que podrán
ejercitar en el juicio declarativo correspondiente.
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Dicha nota caducará al año de su fecha, salvo que antes se hubiere anotado la
demanda interpuesta en el correspondiente juicio declarativo.”
1.- No cabe apreciar colisión entre dos folios cuando uno de ellos es fraudulento: por
ejemplo, si los hijos del vendedor de una finca la consiguen inmatricular como proveniente
de herencia de su padre mediante el ardid de desfigurar sus límites.
2.- Ningún adquirente según uno de los folios puede oponer contra los inscritos en el
otro su condición de tercero protegido por la fe pública registral.
La aplicación del 1473 resulta indiscutible en los supuestos en que una misma
persona vende sucesivamente a dos compradores, mientras resulta mucho más polémica
cuando cada uno de los compradores recibe de una persona distinta. En este caso, la
prioridad en inmatricular representa una prueba del dominio originario, al amparo de la
presunción del 38 LH que, no siendo desvirtuada por otras, concederá una preferencia de
principio al primer folio y su titular vigente.
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4.- A falta de un derecho del que inmatricula primero protegido por el artículo 1473
CC, para determinar quién es realmente el titular, hay que remontarse al origen de los folios
y averiguar cuál de ellos se funda en una titularidad real y, por tanto, es el materialmente
válido.
La validez del título originario y del folio que sirve al verdadero titular para eliminar la
otra inmatriculación, se determina por las reglas del Derecho civil, averiguándose a quién
correspondía el dominio al inmatricular la finca, atribución que servirá de base, en principio,
a la preferencia del folio correspondiente.
5.- A pesar de la preferencia indiciaria del folio más antiguo, cabe siempre que el
titular recogido en el folio registral deje de serlo en la realidad y, en los supuestos de doble
inmatriculación, que el titular del folio duplicado sea o llegue a ser el verdadero.
La doctrina aclara: cuando tales efectos se traten de hacer valer contra titulares
registrales de folio distinto.
Resulta más ajustado al sentido del 38 LH, presumir la titularidad contenida en el folio
originario, poniendo la prueba contraria a cargo del titular vigente en el duplicado.
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