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(PRESUNCIÓN) DE VERDAD
No obstante, el derecho germánico antiguo veía las cosas desde una perspectiva distinta,
lo importante no era contar con un título o causa válida de la adquisición, sino con la
posesión no-viciosa.
i) titulación pública
Por su parte, los asientos de cancelación tienen carácter negativo, en tanto extinguen
derechos o, describen derechos anteriores, encontrándose en condición de accesorios del
asiento previo de inscripción o anotación preventiva, a los cuales extingue.
La clásica distinción entre norma sustantiva y procesal no puede obviarse. Por la primera
se reconocen derechos y obligaciones en las relaciones jurídicas sobre los bienes de la
vida, por la segunda, en cambio, se trata de hacer efectivos esos derechos y deberes
mediante el cauce de procedimientos legales resueltos por una autoridad.
La adquisición de los derechos se realiza por medio de títulos jurídicos reconocidos por
la ley, tales como el contrato, la usucapión o la herencia, entre otros. El registro publica
los títulos mediante inscripciones, pero no los crea; por tanto; la inscripción no es otra
cosa que la constatación formal y pública de un título, por lo que se encuentra en clara
relación de dependencia.
Los límites extrínsecos son aquellos hechos sobre los que directamente no opera la
legitimación, pues exceden su natural ámbito de aplicación, como ocurre con las
restricciones legales de la propiedad o el dominio público. Ninguna inscripción del
mundo cambia la naturaleza de una playa, que es bien de todos, y lo mismo sucede cuando
la normativa urbanística prohíbe construir, pues la inscripción no hace permisible lo que
la ley impide. En tales casos, la legitimación no produce presunción alguna en concreto
(en sentido específico), ni en abstracto (en sentido general).
Por su parte, los límites intrínsecos están referidos exclusivamente al caso particular, en
tanto el interesado puede desvirtuar la legitimación en su concreta situación, mediante la
oportuna prueba en contrario, que permita anular, rectificar, corregir o modificar el
sentido de la inscripción.
En primer lugar, la legitimación solo opera respecto de los datos jurídicos de los que
informa el registro, pero no de los que son noticia incidental, sin mayor constatación, o
cuando se limita a reproducir lo que dice otro título.
En segundo lugar, la legitimación no opera sobre los datos de hecho, pues el registro solo
asegura titularidades jurídicas, pero no hechos que pertenecen a la esfera de la realidad
material.
En tercer lugar, la legitimación tampoco actúa cuando se trata de los sectores excluidos
de la publicidad, como las limitaciones legales de la propiedad, la zonificación, el
dominio público, la condición urbana o rural de un predio, el cumplimiento de los
parámetros urbanísticos y edificatorios, entre otros.
En cuarto lugar, se encuentra el choque frontal que se produce entre la legitimación del
registro y la posesión; y si bien el tema parece controversial, sin embargo, la ventaha
definitiva siempre la tiene la posesión convertida en usucapión, por lo que se trata de un
nuevo límite extrínseco del registro.
En la actualidad puede reputarse consolidado el criterio por el cual la nulidad del acto
conlleva automáticamente la nulidad de la inscripción.
Por tanto, la legitimación queda descartada con cualquier sentencia o resolución judicial
que enerve el contenido de la inscripción anterior, sin que esta se anule, siempre que la
última sea incompatible con la anterior.
El art. 2013 CC establece que la nulidad de las inscripciones se declara por resolución
judicial, razón por la cual, existe un dogma fuertemente arraigado en el sentido de que
todas las nulidades de inscripción requieren declaración del órgano jurisdiccional; pero
como todos los dogmas, este también carece de explicación racional. Por tanto esta verdad
indiscutible se puso en entredicho, ya, en la versión original del reglamento general de
2001, mediante los supuestos especiales de cancelación de inscripciones (arts. 95 y 96
RGRP), lo que procede cuando se trata de vicios de suma gravedad que se presentan en
la sustentación del procedimiento o al extenderse el asiento registral. Si estos casos se
resuelven en vía registral -como parece correcto- o se derivan al órgano jurisdiccional,
ello es una simple cuestión de política jurídica, es decir de libre opción para el legislador
cuya decisión se sustenta, básicamente, en cuestiones de oportunidad o conveniencia.
14. CORRECCIÓN DEL REGISTRO POR TÍTULO MODIFICATORIO.
El registro es reflejo de la (única) realidad; por lo que no cabe una verdad formal o ficticia;
además, la inscripción depende del título o de los antecedentes registrales; por tanto, y en
virtud de ambos criterios, se concluye que siempre es posible rectificar una inscripción a
efecto de que sea concordante con la realidad jurídica, aun cuando el error recaiga sobre
un titular anterior, pues la primacía de la realidad opera en todos los casos, sea en asiento
vigentes, sea en asientos históricos.
El fraude inmobiliario pone en entredicho la seguridad del registro, pues las inscripciones
resultan fácilmente superadas con títulos falsos. En tal sentido, han abundado las
propuestas, mejores o peores para afrontar el problema.
Contraseña Registral. Debemos tener una contraseña por cada partida de muebles e
inmuebles registrados. A la manera de los bancos, quien pretenda ingresar en la partida
para modificarla debe consignar una contraseña secreta en la ventanilla de los registros
públicos. Todo propietario registral debe contar con una contraseña que se le otorga desde
la inmatriculación, con la posibilidad de cambiarla cuantas veces quiera. Los criminales
podrán sustituir personas y documentos, pero jamás una contraseña de al menos cuatro
dígitos