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LA PENÍNSULA ARÁBIGA ANTES DEL ISLAM.

INTRODUCCIÓN.
Al abordar el estudio de la Península Arábiga antes del Islam, lo primero que se nos presenta como
evidente es que la contundencia de la aparición de la figura del Profeta Muḥammad en la historia llega a
opacar de tal modo el pasado de la región, que daría lugar a pensar que nada verdaderamente relevante
aconteció en este territorio, con anterioridad a este hecho, que nos impulse a emprender un detenido
análisis de la Arabia preislámica.
Los musulmanes denominan a este pasado histórico como Ŷāhiliyya, término que “hace referencia al
estado de cosas en que se encontraba Arabia antes del advenimiento del Profeta”, y al que los
musulmanes dieron en llamar “La Edad de la Ignorancia”, “La Época de Oscuridad”, “La época de la
indigencia Espiritual”, reconociéndola, paradójicamente, como la “Edad de Oro” del arabismo, en el que no
sólo virtudes tales como el honor, el coraje, la dignidad, la generosidad y la hospitalidad alcanzaron su
desarrollo más decisivo, sino en el que las diversas y dispersas tribus de esta tierra compartieron una
lengua poética común: el árabe, lengua en la que posteriormente el Corán fuera revelado.

I) BREVE PRESENTACIÓN GEOGRÁFICA.

Para comenzar vamos a situarnos en la Península Arábiga y a describir someramente algunas


características de su topografía y clima.
Esta geografía fue determinante en la organización de su población, sus actividades, sus hábitos,
costumbres y valores.

Tal como lo señala la reconocida islamóloga Monserrat Abumalham en su libro “El Islam”:
“…si importante es el marco geográfico, lo es precisamente en relación con la experiencia, con el
intercambio que con la naturaleza tienen quienes en él habitan, pues, en razón de los meteoros, de los
vientos, de la temperatura, del color de la tierra y de su fertilidad imaginan sus paraísos y sus infiernos o
componen los mitos de sus dioses. Por ello establecen sus códigos de honor o de convivencia y, a partir de
ello, elaboran su imagen de lo mistérico”

Jazīrat al-ʻArab, la “Isla de los árabes” es una zona desértica de más de tres millones de km 2, situada en la
confluencia de África y Asia.
Bordeada al norte por un desierto que la aísla de la Media Luna Fértil; al este por el Golfo Pérsico; al oeste
por el Golfo de Adén y el Mar Rojo y al sur por el Océano Índico, debería recibir, desde el punto de vista
geológico, el nombre más apropiado de Subcontinente Arábigo puesto que ocupa una placa tectónica
propia, la Placa Arábiga.
En líneas generales, se trata de una gran meseta, el Nedjd, cuya altura media oscila entre los 600 m. a 900
m., presentando un alto borde occidental conformado por la cadena montañosa de Hedjaz -cuya altura
máxima alcanza los 2600 mts.-, que cae abrupta sobre el mar Rojo y que va descendiendo conforme se
avanza hacia el este.
En el interior de la península encontramos estepas y desiertos como el de Nafud al noreste, el de Dahna al
este y el de Rub’ al Khali en el área centro-sur.
La parte sur de la península contrasta sobremanera con el resto. Su clima, mucho más húmedo, hace que
goce de otro paisaje y de una fertilidad que posibilitó el asentamiento de comunidades sedentarias que
conformaron una civilización calificada como muy refinada, cuna de aromas y especias, que estableció
relaciones comerciales con Etiopía e India, entre otros.

Respecto del clima hay un rasgo que se hace extensible a la mayor parte de la península y que la
individualiza: su sequedad. Hasta tal punto, que gran parte de esta geografía puede ser considerada como
una región desprovista de lluvias, hecho que se suma a que se encuentra en una zona de temperaturas
extremas.
Las lluvias, de corta duración, pero de una violencia poco común, caen durante el invierno y a comienzos
de la primavera, y son tan espaciadas e irregulares que, a veces, el agua falta totalmente.
Estos son los llamados “años blancos” o “años grises”, expresiones que recuerdan maravillosamente el
aspecto ceniciento de la estepa árabe.

Por las condiciones que venimos de mencionar, es lógico que la red hidrográfica como tal no exista.
En Arabia no se encuentran ríos permanentes, sino que la península está recorrida por un gran número de
wadis que han realizado una poderosa acción sobre el modelado del relieve. Si bien los wadis no llevan
agua permanente, ésta puede encontrarse bajo sus lechos y ser alcanzada por medio de la excavación de
pozos.

Este territorio árido, desolado y estéril, impresiona como un espacio imposible para la vida humana debido
a la aparente ausencia de agua.
Sin embargo, el agua está, frecuentemente escondida, pero presente tanto en los oasis como en los
preciados pozos de agua.
Los oasis permanentes que resisten la intensa evaporación consecuencia del clima imperante son aquellos
que jamás dejan ver su fondo, como el oasis de Hismâ en el norte del Hedjaz, del que el decir popular
afirma que habría conservado en él hasta las últimas aguas del diluvio. Sus aguas son no sólo malsanas
para la ingesta debido a su estancamiento, sino sumamente salitrosas a causa del fenómeno de la
volatilización.
Por el contrario, el agua acopiada en el suelo en la época de lluvias y sustraída de la acción de la
evaporación, es más fresca, pura y dulce y, en ciertos lugares, basta con excavar a una profundidad nada
excesiva para dar con ella.

▪ “Respecto de su geografía el desamparo de los árabes preislámicos es extraordinario.


El desierto es inestable, caprichoso: una simple tormenta pasajera puede borrar las rutas y cegar las
fuentes de agua. El árabe no puede confiar, como lo hicieron los griegos, en la uniformidad cíclica de la
naturaleza que late bajo la apariencia del cambio.
La inestabilidad del desierto obliga a los árabes a no admitir otra verdad que el “destino” misterioso que
constituye la esencia de las cosas”.
Miguel Cruz Hernández. “Historia del pensamiento en el mundo islámico”.

Flora.
La Península Arábiga es, en este aspecto preciso como en tantos otros, un territorio de contrastes.
La comparación entre Arabia central, tan estéril que ahuyenta y Arabia del Sur, marcadamente más
favorecida por su régimen climático, es sorprendente.
En la primera la vegetación es mínima. Encontramos tan sólo arbustos y escasas plantas pequeñas, duras y
punzantes.
El paisaje de vastas extensiones vacías es roto por la repentina aparición de alguna fuente de agua donde
la vegetación parece desquitarse. Allí no sólo crecen profusamente olivos y palmeras datileras, si no que
fue posible el desarrollo de cierta actividad agrícola con técnicas de cultivo incipientes y rudimentarias.

▪ “Desde los tiempos más remotos, la agricultura fue siempre -y aún sigue siéndolo- la modalidad más
importante de la actividad económica. (…) La producción agrícola más importante era la de cereales. La
más antigua fue, al parecer, la de cebada, mijo y algunos tipos primitivos de trigo”.
B. Lewis. “El Oriente Próximo”.

Fauna.
En el marco del proceso de adaptación a este medio ambiente, el árabe debió valerse de aquellos animales
que, amoldándose a las dificultades que presentaban este ámbito y este clima y pudiendo alimentarse de
vegetales que crecen espontáneamente en la estepa, le proveyeran sustento, desplazamiento y un medio
de transporte para las mercancías.
Ovejas y cabras cumplieron esta función. Sin embargo, ningún animal pudo igualar la relación que unió al
árabe con el camello, tanto que, algunos autores, dan en llamar a esta civilización “la civilización del
camello”.
Este animal, que se estima fue domesticado en el segundo milenio antes de Cristo, que puede cargar hasta
600 kg., recorrer aproximadamente 350 km. diarios y marchar durante casi veinte días sin requerir agua,
fue para el beduino un medio de supervivencia, un vehículo, un bien de cambio, un sacrificio ofrendado a
sus dioses y en tema para su inspiración poética.

No podemos dejar de mencionar a Abu al Hasan Ali ibn al-Husayn ibn Ali al-Mas'udi, conocido en la
literatura simplemente como al-Mas'udi, historiador y geógrafo nacido en Bagdag aproximadamente en el
año 896 y muerto en Fustat, se estima en el año 956.
Su obra Muruj adh-dhahab wa ma'adin al-jawhar, “Las Praderas de Oro y las minas de gemas”, fue
publicada a partir de 1850, en nueve tomos.
Relata en ellos no sólo la geografía del mundo conocido hasta entonces, si no la vida social y costumbres
de las diversas comunidades.
_______________________________

II) LA CIVILIZACIÓN ÁRABE.

1. Origen del pueblo árabe.

Si nos interrogamos acerca del origen de estos grupos humanos que se denominarán árabes,
encontraremos dos respuestas posibles, una que viene desde el ámbito de lo religioso; la otra desde lo
puramente académico.

1) La historia Bíblica coloca a este pueblo como la descendencia de Abraham con su esclava egipcia Agar a
partir del nacimiento del hijo de ambos llamado Isma’il, relato que encontramos en Génesis 16: 7,16:
“Y dijo el Ángel de Yahveh: Multiplicaré de tal modo tu descendencia, que por su gran multitud no podrá
contarse. Mira que has concebido y darás a luz un hijo al que llamarás Ismael, porque Yahveh ha oído tu
aflicción. Será un onagro humano. Su mano contra todos, y la mano de todos contra él; y enfrente de todos
sus hermanos plantará su tienda”.
En la nota al pie de los versículos precedentes se menciona que “los descendientes de Ismael son los
árabes del desierto, independientes y vagabundos como el onagro”.
En Job 39: 5,8, se refuerza la idea del pueblo árabe como habitante de la estepa: “Quién dejó al onagro en
libertad y soltó las amarras del asno salvaje? Yo le he dado la estepa por morada, por mansión la tierra
salitrosa. Se ríe del tumulto de las ciudades, no oye los gritos del arriero; explora las montañas, pasto suyo,
en busca de toda hierba verde”.
● Por favor leer los versículos mencionados.

2) En cambio, si se realiza el abordaje de la cuestión del origen del pueblo árabe desde las investigaciones
etnológicas, lingüísticas, epigráficas, antropológicas diremos que:

▪ 4000 años A. de C.
Surgieron de los desiertos los semitas, que migraron en numerosas oleadas hacia los valles del Tigris y del
Éufrates y las costas de Siria y Palestina.
No se sabe aún a ciencia cierta qué relación existe entre esos pueblos y los individuos prehistóricos que
vivieron en la península Arábiga.
¿Fue ésta la cuna de los pueblos semíticos -de los que los árabes forman parte-, o bien una etapa de sus
migraciones a partir de una cuna aún desconocida?
Estas preguntas están aún lejos de ser respondidas.
▪ Los estudios lingüísticos abonan esta teoría.
Fueron distintos grupos semíticos los que se diseminaron en todo el territorio de la Península Arábiga.
La lengua de estos pueblos era el arameo y, en la misma medida que ellos evolucionaron adaptándose a la
vida desértica, evolucionó también su lengua hasta llegar a dar forma a la lengua árabe que se
transformaría en su más importante y distintivo baluarte cultural.

Las más antiguas tradiciones árabes no refieren un origen que va más allá de Abraham, pero la lingüística
nos prueba que, en una época mucho más lejana, estas vastas regiones comprendidas entre el Cáucaso y el
sur de Arabia estaban habitadas sino por una misma raza, al menos por pueblos que hablaban la misma
lengua. El estudio de las lenguas llamadas semíticas demuestra en efecto que el hebreo, el fenicio, el
siríaco, el asirio, el caldeo y el árabe tienen un estrecho parentesco y en consecuencia un origen común.

Las lenguas semíticas son un grupo de lenguas habladas en la antigüedad en el Oriente Próximo, África del
norte y en el Cuerno de África.
Estas lenguas son calificadas de semíticas desde 1781 a partir del nombre bíblico de Sem, hijo de Noé.
Ellas forman una de las ramas de la familia de lenguas llamadas afroasiáticas, expandidas desde la mitad
norte de África hasta Medio Oriente.
El origen y la dirección de la expansión geográfica permanecen inciertas, de Asia hacia África o de África
hacia Asia.

▪ 800 años A de C.
En textos cuneiformes Asirio – Babilónicos se menciona a los “Aribi”.
Conquistadores como Tiglat Falazar III (744-727 a. C.); Sargón II (724-705 a. C.); Senaquerib (704-681 a. C.);
Asurbanipal (628- 626 a. C.), nombran a distintas tribus nómadas con quienes combatieron para controlar
la ruta de las sustancias aromáticas que partía de Ma’rib y terminaba en Gaza.
Por estos relatos tenemos noticias sobre algunas tribus.

▪ Estas tribus se encuentran mencionadas por:


→ Poetas preislámicos.
→ Historiadores árabes como al-Mas’udi (896-956) y al-Tabari (839-923).
→ Corán. Sura VII: Aditas y Tamudeos.

Según la tradición de historiadores y genealogistas árabes, Sem -hijo de Noé-, se estableció en “el centro
de la Tierra”, es decir en la Península Arábiga entre la cordillera del Hedjaz y Arabia del Sur.

SEM
Tuvo un solo hijo

ARAM
Tuvo 4 hijos que dieron origen a las tribus que poblaron la península Arábiga.
↓ ↓ ↓ ↓
THAMUD AD AMLIQ UWAYM
Tamudeos Aditas Amalecitas Tas y Djadis
(Se asientan en el norte (Se asientan entre (Se asientan en Siria y (Se asientan
De la Península) Omán y Hadramawt) entre La Meca y Medina) en Bahrein)

2. Nómades y Sedentarios.
Dadas las condiciones que presentaba el medio ambiente, no cupo otro modo de organización social que la
tribal, articulada bajo dos sistemas económico-socio-políticos:
▪ Confederaciones en torno a pequeñas aristocracias tribales con base ganadera y hábitos de nomadismo.
Estas tribus nómades se desplazaban sobre un territorio cuyos límites variaban en función de las
estaciones del año y de las relaciones con sus vecinos.
Si bien su actividad principal era la cría de ganado ovino y caprino, la razzia llevada a cabo contra los
agricultores sedentarios de ciertos oasis y el robo de ganado a las tribus rivales, eran actividades
complementarias de práctica frecuente y en absoluto reñidas con su escala de valores.

Las razzias son incursiones sorpresivas y muy rápidas que se llevan a cabo contra las comunidades
sedentarias con el objetivo del robo de ganado (sobre todo camellos), granos y víveres en general.
Como dijimos son actividades de práctica para la época. Sin embargo, según el Código de Honor del
Desierto no puede realizarse la razzia durante la noche cuando los integrantes de la comunidad se
encuentran indefensos.
Estaba prohibido en estas incursiones dar muerte a un miembro de la tribu. Porque esta muerte daba
derecho a la tribu atacada a dar muerte a un miembro de la tribu atacante. Esto dispararía un círculo de
venganza sin fin.
Por esta razón se impuso el THA’R: “precio de leche por sangre”, por el cual si, accidentalmente se diera
muerte a un miembro de una tribu atacada, se compensaba esta muerte con leche.
Posteriormente el Tha’r devino en la DIYA, compensación con camellos.

▪ Asentamientos sedentarios, urbanos, con su base económica centrada en el comercio de caravanas y el


trueque.
Estos enclaves de sedentarismo, cuyos habitantes modificaban dinámicamente sus hábitos al estar en
contacto con otras civilizaciones, llegaron a constituirse en reinos que interactuaban con los Imperios
vecinos y que sostenían relaciones comerciales fluidas con India y África, entre otros.

En la Península Arábiga los intereses de nómades y sedentarios parecen ser diametralmente opuestos.
Pero Pierre Digard, antropólogo, etnólogo e iranólogo, especialista en tribus y nomadismo, esto no es tan
así:
“Pero, la necesidad, ese eterno y poderoso factor de todas las instituciones humanas, arribó rápidamente a
conciliar, al menos entre los árabes, intereses tan contrarios. Los sedentarios compran la protección de los
nómadas a través de un pago anual, y los nómades protegen a los sedentarios a fin de estar seguros de
percibir ese tributo. Es, de otra forma, exactamente lo que hace el hombre civilizado, que entrega a una
compañía aseguradora una suma que representa una parte de su cosecha para garantizarla, y al gobierno
otra parte de la misma cosecha para sostener a los gendarmes, los jueces y los diversos funcionarios
encargados de protegerla. (…) En contraprestación por el tributo vertido por cada ciudad a las tribus
nómades vecinas, estas últimas devienen sus aliados y están listos para protegerlos”.

3. El Beduino.
En su proceso de adaptación a este entorno desde todo punto de vista tan poco favorable, donde la
vida fuera de la tribu es impensable, el árabe dio forma a un estilo de vida propio que se constituyó
en un modelo muy particular de habitante que dominó la Arabia preislámica: el beduino.

Transcribo la definición de beduino del arabólogo Joseph Chelhod (1919-1994):


“El beduino es aquél que vive según el código de honor del desierto, aceptando las leyes no escritas y no
reconociendo un poder superior a aquél de la tribu o el clan, hacia los que experimenta un fuerte
sentimiento de pertenencia que se sostiene en virtud de un principio superior a todos los reglamentos: la
necesidad. El individuo aislado y sin apoyo, [en este medio tan adverso] sería tan débil que estaría
condenado a desaparecer”.
La vida del beduino se asoció a la pureza de hábitos como la hospitalidad y la benevolencia y fueron
cultores de valores como:
El honor individual y tribal (´ird).
La generosidad (karam).
El coraje, la dignidad y la lealtad.
Todos estos valores conformaban el Código de Honor del Desierto (muruwwa).
En la mujer, se apreciaba sobremanera la aptitud para la vida familiar.

4. Organización de la estructura social.

La sociedad árabe preislámica, nómade o sedentaria, presentaba la misma estructura organizativa.

► La base de esta organización era la familia extensa o banu.


Banu: “hijo de…” Reconoce un ancestro común.
Por ejemplo: Banu Quraish; Banu Suffyan; Banu Murad, etc.

► Un cierto número de familias, descendientes de un mismo ancestro cuyo nombre portaban,


conformaban el clan (Ᾱl), en el que la solidaridad (‘Assabiyya) era un valor primordial.

► El conjunto de clanes emparentados ya sea por lazos de sangre o por lazos de amistad daban forma a la
tribu o Qabîla.
Estas estructuras tribales, eran gobernadas por un consejo -majlis- que a su vez estaba presidido por un
jefe, el hombre de más edad del grupo y, por lo tanto, el más respetado.
El jefe era elegido entre los jefes de familia por consenso y su autoridad dependía estrictamente de su
prestigio personal. Debía dar siempre prueba de moderación ya que su rol iba más allá del de dirigir, sino
que debía mediar o arbitrar en los diferendos entre los miembros.

Las funciones del Consejo de la Tribu -MAJLIS- eran:


1) Económicas:
* Mantenimiento y reproducción de los rebaños.
* Búsqueda de pasturas.
* Localización y aprovisionamiento de agua.
* Oportunidad en la que se realizaba la razzia.

Dejamos en claro que la riqueza de una tribu era mensurada por la cantidad de camellos que poseía.

2) Sociales:
* Cuidado de los débiles, enfermos e incapaces.
* Cuidado de viudas y huérfanos.
* División del trabajo.

3) Político – Militares:
Concertación de alianzas y pactos o tratados con otras tribus.

4) Religiosas. (Como veremos próximamente cada tribu tenía su panteón de dioses).

Fuera de la tribu toda vida era imposible, por tal razón no sólo los lazos de sangre unían a los miembros de
una tribu, sino un sentimiento de fuerte solidaridad -'asabiyya-, lealtad, pertenencia y protección mutua.
La Asamblea tribal se ocupaba sobre todo de la distribución de los trabajos agrícolas, de la ayuda social, de
mantener vivo el respeto por las costumbres y de arbitrar en los conflictos interpersonales. La Asamblea no
era un órgano legislativo, debía seguir los mandatos de la costumbre y la tradición y sus decisiones eran
tomadas por consenso, obtenido después de largas exposiciones.

► Y, por último, las tribus se estructuraban en Confederaciones con el objetivo de propender al beneficio,
a la protección y a la defensa común.

“El gran lazo de la convivencia para los árabes es el de la proximidad; hay que saber quién es nuestro
prójimo: quién lleva sangre como la nuestra en sus venas, o aquel que ha adquirido esa sangre por el
parentesco espiritual. Esta confianza de los árabes en su tribu y su desconfianza de las demás nace de las
peculiaridades de la vida en el desierto”.
M. Cruz Hernández. “Historia del pensamiento en el mundo islámico”.

5. La lengua árabe.

“Qué son los pueblos de Arabia en el siglo VII? Un abigarramiento de pueblos con vidas diferentes, un
desmenuzamiento de tribus que luchan o se alían, gente de un mismo origen hablando dialectos bastante
cercanos unos de los otros para que todos mañana comprendan el Corán”.

Se conservaban largos relatos de las hazañas de los antepasados, también se conserva memoria de relatos
de entretenimientos, juegos de palabras, proverbios, oráculos y prácticas mágicas.
Literatura portable: Qasidas, Ayyam al ‘Arab (Los días de los árabes), Mu’allaqat (Colgadas).

“Todo este material literario solía transmitirse oralmente en un registro lingüístico que no se correspondía
exactamente con el dialecto de ninguna de las tribus, pero que era comprendido sin esfuerzo por los
hablantes de los diversos dialectos. De manera que el panorama lingüístico de los árabes preislámicos era
casi tan complejo como el de los actuales hablantes del árabe. Esa lengua de cultura era considerada una
lengua prestigiosa y superior a las vernáculas de cada tribu y, de hecho, los poetas gozaban de un cierto
prestigio en las tribus, así como aquellos que eran capaces de aprender los elatos o los poemas de
memoria y recitarlos sin cometer errores”.
Monserrat Abumalham. “El Islam”.

Es que la lengua árabe como tal parece haber sido concebida en el futuro para atribuirle su perfección en
el pasado. Lingüísticamente, se supuso en épocas posteriores, que el árabe coránico se asemejaba a la
lengua hablada tradicionalmente en la zona del Nedjd, zona de la que era originario el Profeta Muḥammad,
pero esto no es más que una construcción cuasi poética.

Lo cierto es que las tribus preislámicas hablaban diferentes dialectos, pero con alguna base común que les
permitía entenderse, interrelacionarse y realizar intercambios comerciales. Por lo tanto, cabe la posibilidad
de que el árabe, encuadrado como lengua semítica perteneciente a la familia afroasiática, pueda haber
surgido a través de lo que, lingüísticamente, se denomina un proceso de koineización.

Entre los años 750 y 800, en tiempos de la Dinastía Abasí, comenzaron a llevarse a cabo grandes estudios
lingüísticos con el objetivo de codificar la lengua.
Considerando que el árabe es la lengua de Dios ya que en ella le fue revelado el Corán al Profeta, era
imprescindible sistematizarla para su cuidadoso uso. Con esta finalidad, todo lo oído, más el Corán y la
qasida -poesía preislámica-, conformaron un 'Patrón de Corrección Lingüística' que elevó a la lengua árabe
a la categoría de “lengua perfecta”.
El Corán se transmitió al Profeta Muhammad en lengua árabe clara, hecho que se menciona en un gran
número de Suras coránicas. Referiremos como ejemplo:
Suras: 12; Sura 13: versículo (aleya) 37; 16:103; 20:113; 26:195.
“Por su parte, la unidad lingüística que refuerza este sentimiento de pertenencia a un espacio más amplio
que el de la propia tribu. La lengua del Corán, lengua santa, constituye un registro supra-tribal que se
acerca más o menos a los dialectos tribales, pero en realidad no se corresponde exactamente con ninguno
de ellos y viene a sellar con carácter sacro, inmutable e inalterable un texto modélico de permanente
referencia que será aún más efectivo que la convención lingüística practicada para la poesía y otros
desarrollos literarios en la época preislámica”.
Monserrat Abumalham. “El Islam”.

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