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El Califato de Córdoba
La Aljafería en Zaragoza.
Los reinos taifas
Con la desaparición del Califato, el territorio se vio dividido en pequeños reinos
llamados taifas. Su debilidad política fue acompañada de un conservadurismo
cultural, que, junto con el avance de los reinos cristianos, llevó a que los taifas
se agarrasen al prestigio de las estructuras y formas del estilo de Córdoba.
Otros centros importantes del mudéjar se encuentran en ciudades como Toro, Cuéllar,
Arévalo y Madrigal de las Altas Torres, destacando el Monasterio de Las Claras, en
Tordesillas y el Convento de San Pablo en Peñafiel. Un desarrollo especial lo tuvo
el mudéjar aragonés, especialmente en Zaragoza y Teruel durante los siglos XIII,
XIV y XV, destacándose las torres mudéjares de Teruel.
Se caracteriza por el uso del ladrillo como material principal. No creó estructuras
propias, al contrario que el gótico o el románico, sino que reinterpretó los
estilos occidentales a través de una perspectiva musulmana. El carácter geométrico,
distintivo de Islam, aparece en las artes accesorias, empleando materiales baratos
—azulejo, ladrillo, madera, yeso, metales— trabajados de forma elaborada,
destacando el artesonado. Incluso después de que los musulmanes ya no fueran
empleados en la construcción, sus contribuciones se mantuvieron como parte integral
de la arquitectura española.
Claustro de Santo Domingo de Silos, con el famoso ciprés que cantó Gerardo Diego.
El primer románico catalán estuvo muy influido por el arte carolingio y el musulmán
de la península ibérica, siendo modélica la fundación del monasterio benedictino de
San Pedro de Roda (878-1022). A comienzos del siglo XI hubo una gran actividad
arquitectónica por parte de grupos de maestros y canteros lombardos que trabajaron
por todo el territorio catalán, erigiendo iglesias bastante uniformes. El gran
impulsor y difusor (así como patrocinador) de ese arte fue el abad Oliba del
monasterio de Santa María de Ripoll (880-1032), que mandó que se ampliase el
monasterio con un cuerpo de fachada donde se levantaron sendas torres, más un
crucero con siete ábsides, decorado al exterior con ornamentación lombarda de
arquillos ciegos y fajas verticales. También patrocinó la reforma de los
monasterios de San Martín de Canigó (997-1026) y de San Miguel de Fluviá (desde
1017). Las edificaciones suelen ser de una o más naves abovedadas, separadas por
pilares; a veces llevan la construcción de un pórtico y siempre en el exterior se
ve la decoración de arquillos ciegos, esquinillas y lesenas (franjas verticales).
Las torres correspondientes son especialmente bellas; unas veces van unidas al
edificio y otras son exentas, de planta cuadrada o excepcionalmente cilíndrica como
la de Santa Coloma de Andorra. Este primer románico lombardo se extendió también
por tierras aragonesas cuyas pequeñas iglesias rurales se vieron influenciadas al
mismo tiempo por las tradiciones hispánicas.
En Castilla y León predominó la planta basilical de tres naves, con la central más
alta y ancha, y con triple ábside. En las rutas jacobeas los principales edificios
religiosos son urbanos: la ya mencionada catedral de Jaca, el monasterio de Santo
Domingo de Silos en Burgos, la basílica Real de San Isidoro de León, la iglesia de
San Martín de Frómista y la catedral de Santiago de Compostela; aunque también las
hay rurales ya que se elevaron numerosas iglesias parroquiales, más pequeñas y de
una sola nave, como las de San Esteban de Corullón, Santa Marta de Tera o San
Esteban de Gormaz. En algunas zonas, hubo una verdadera fiebre constructiva, como
el románico palentino del que hay más de seiscientas iglesias catalogadas. El
románico segoviano se caracteriza por sus torres solemnes y por el pórtico de
arquerías sobre columnas sencillas o pareadas, que cumplieron una importante
función en la vida urbana medieval (San Esteban).
En el sur aparecen las influencias arte islámico, pero donde más se nota esa
influencia es en el románico mudéjar, un arte urbano cuyos templos tienen la
estructura de las iglesias cristianas y los motivos decorativos islámicos. Sin
embargo, ese arte no estaba dominado por la concepción cristiana de la vida, ya que
fueron conversos, musulmanes y judíos, los que construyeronn estos templos.
Destacan las iglesias de Sahagún, Arévalo, Olmedo y Toro. Aunque en su conjunto el
arte mudéjar es contemporáneo del gótico.
Casi todos los edificios románicos españoles que se conservan han sido clasificados
como Bienes de Interés Cultural, apareciendo los más destacados ya en la lista de
monumentos histórico-artísticos de 1931. Dos grandes conjuntos han sido declarados
patrimonio de la Humanidad: «Caminos de Santiago: Camino de Santiago Francés y
Caminos del Norte de España» (1993, amp. 20159) e «Iglesias románicas catalanas del
Valle de Bohí» (200010).
Catedral de Burgos.
Monasterio de El Escorial.
Según pasaban las décadas, la influencia gótica decae y la búsqueda de un
clasicismo ortodoxo alcanzó niveles muy altos. Aunque el plateresco es un término
usado habitualmente para definir a la mayoría de la producción arquitectónica de
finales del siglo xv y primera mitad del siglo xvi, algunos arquitectos adquirieron
un gusto más sobrio, como Diego de Siloé, Rodrigo Gil de Hontañón y Gaspar de Vega.
Ejemplos de plateresco son las fachadas de la Universidad de Salamanca y del Hostal
San Marcos de León.
Con un estilo más próximo al manierismo, el siglo se cierra con arquitectos como
Andrés de Vandelvira (Catedral de Jaén).
La evolución del estilo pasó por tres fases. Entre 1680 y 1720, los Churriguera
popularizaron la mezcla de columna salomónica de Guarini y el orden compuesto,
conocido como «orden suprema». Entre 1720 y 1760, la columna churrigueresca o
estípite, en forma de cono o obelisco invertido, se estableció como elemento
principal de la decoración ornamental. Los años 1760 a 1780 vieron un
desplazamiento gradual del interés desde el movimiento retorcido y excesivo de la
ornamentación hacia el equilibrio y la sobriedad del neoclásico.
Dos de las más espectaculares creaciones del barroco español son las fachadas de la
Universidad de Valladolid (Diego Tomé, 1719) y del Hospicio de San Fernando en
Madrid (Pedro de Ribera, 1722), cuya extravagancia curvilínea parece anunciar a
Antonio Gaudí y el modernismo. En este caso y en muchos otros, el diseño incluye el
juego de techos y elementos decorativos con poca relación con la estructura y
función. sin embargo, el barroco churrigueresco ofrece alguna de las combinaciones
de luz y espacio más espectaculares, como en la Cartuja de Granada, considerada la
apoteosis del churrigueresco aplicado a espacios interiores, y el «transparente» de
la Catedral de Toledo de Narciso Tomé, donde escultura y arquitectura se integran
para conseguir un efecto dramático de la luz.
Al norte, la provincia más rica del siglo xviii, Nueva España, el actual México,
Centroamérica, y los estados de Texas, Nuevo México, California y Arizona en EE. UU
produjo una arquitectura fantásticamente extravagante y visualmente frenética que
es el churrigueresco mexicano. Este estilo ultrabarroco culmina en los trabajos de
Lorenzo Rodríguez, cuya obra maestra es el Sagrario Metropolitano en Ciudad de
México (1749–1769). Otros ejemplos notables se encuentran en remotos pueblos
mineros. Por ejemplo el santuario de Ocotlán (comenzado en 1745) es una catedral
barroca de primer orden, cuya superficie está cubierta de baldosas rojas
brillantes, que contrastan con una plétora de ornamentos comprimidos aplicados
generosamente en la portada y los flancos de las torres. La auténtica capital del
barroco mexicano es Puebla, donde la abundancia de baldosas pintadas a mano y
piedra local gris llevaron a una evolución muy personal y localizada del estilo,
con un pronunciado sabor indio.
Véase también: Arte colonial hispanoamericano
Arquitectura neoclásica
Historicismo
Desde Europa llegó en el siglo xix el historicismo, cuyos estilos más destacados
son el neogótico y el neorrománico. Del neogótico hay que destacar el Palacio
Episcopal de Astorga y el Palacio de Sobrellano en Comillas, la fachada de la
Catedral de Barcelona, la Catedral de San Cristóbal de La Laguna en Tenerife y la
Catedral del Espíritu Santo de Tarrasa. Del neorrománico, menos importante que el
anterior, hay que mencionar la cripta de la Catedral de Madrid y la Basílica de
Nuestra Señora de Covadonga, en Asturias.
Neomudéjar
A finales del siglo xix un nuevo movimiento arquitectónico surgió en Madrid: un
resurgimiento de la arquitectura mudéjar, el neomudéjar, que enseguida se extendió
por otras regiones. Arquitectos como Emilio Rodríguez Ayuso veían el arte mudéjar
como un estilo exclusivo y característico de España. Se comenzaron a construir
edificios empleando algunas de las características del antiguo estilo, como los
arcos de herradura y el empleo de ornamentación abstracta en ladrillo para las
fachadas. Se popularizó sobre todo en la construcción de plazas de toros y otros
edificios públicos, pero también para la construcción de viviendas, debido al uso
de materiales baratos, principalmente ladrillo para los exteriores. A destacar la
portada de la Catedral de Teruel y La Escalinata de la misma ciudad, obra de
Aniceto Marinas, y la plaza de Toros de Las Ventas de Madrid.
Neorrománico
Principalmente se desarrolló en Asturias y la Cataluña interior.
Neogótico
Barcelona abrazaría el estilo con ambición en la búsqueda de una nueva identidad y
se convertiría en el principal foco, como parte de una restauración romántica del
casco antiguo de la ciudad, financiada por una burguesía cada vez más rica debida
los beneficios revolución industrial. La Catedral de Barcelona construida en estilo
gótico entre 1298 y 1420, sin embargo la fachada y el cimborrio corresponden a una
remodelación en estilo neogótico realizada entre 1882 y 1913, cuando finaliza el
cimborrio. Muy cerca se encuentra el famoso Pont del Bisbe, de 1928. Como
arquitecto destacaría Enric Sagnier, algunas de sus obras más notables son el
Templo Expiatorio del Sagrado Corazón (1902-1961), la Iglesia de Pompeya (1907-
1910), la Casa Doctor Genové (1911) o el Caja de Pensiones de Barcelona (1914-
1917).
Algunos de los ejemplos más notables de esta nueva forma de construcción son el
Mercado del Borne (1876) o el Mercado de San Antonio (1882) en Barcelona, o el
Palacio de Cristal del Retiro (1887) y el Palacio de Cristal de la Arganzuela
(1924) en Madrid.
Modernismo
Edificio España
La arquitectura franquista fue desarrollada principalmente en la primera etapa de
la dictadura de Francisco Franco (1939-1959), durante la autarquía, de ahí que se
conozca como arquitectura de la Autarquía. Está caracterizada por un rechazo
general al racionalismo (frecuente durante la Segunda República) y por
reinterpretar de manera ecléctica los estilos históricos del imperio Español.
Especialmente se basa en el herrerianismo, siendo el estilo neoherreriano la
corriente principal de este periodo, y, en menor medida, el neoclasicismo
villanoviano. Se le conocía en sus orígenes como estilo imperial. También hay
ciertos toques racionalistas a través de la reproducción de la arquitectura de la
Alemania nazi y de la Italia fascista. La arquitectura de la autarquía se ve
condicionada por los graves problemas económicos de la España de posguerra y la
necesidad de reconstruir el país. Así mismo presenta una gran carga ideológica.1516
Bilbao atrajo a la Fundación Solomon R. Guggenheim para construir una nueva galería
que abrió sus puertas en 1997. Diseñado por Frank Gehry en estilo
deconstructivista, el Museo Guggenheim de Bilbao se hizo famoso mundialmente y por
sí solo ha aumentado el prestigio mundial de Bilbao. El éxito del museo al crear
una arquitectura icónica se conoce en la planificación urbana como el «efecto
Bilbao».19
Siglo xxi
En 2017 el equipo de RCR formado por Carme Pigem, Ramón Vilalta y Rafael Aranda
obtienen el Premio Pritzker. 25
Fachada del MUSAC en León, de Mansilla + Tuñón Arquitectos, 2005 Premio Mies van
der Rohe en 2007.
Fachada del MUSAC en León, de Mansilla + Tuñón Arquitectos, 2005 Premio Mies van
der Rohe en 2007.
Centro Niemeyer en Avilés, Asturias, única obra en España de Oscar Niemeyer, 2011
Centro Niemeyer en Avilés, Asturias, única obra en España de Oscar Niemeyer, 2011
Arquitectura popular
Debido a las grandes diferencias climáticas y topográficas del país, la
arquitectura popular muestra una gran variedad. Piedra caliza, pizarra, granito,
arcilla (cocida o no), madera o paja son empleadas en las diferentes regiones.
También las estructuras y distribución varían muchos según las costumbres
regionales. Algunas de estas construcciones tienen nombres propios: cortijo,
carmen, barraca, caserío, palloza, alquería, etc. Algunas regiones españolas
muestran ejemplos de arquitectura popular con traza propia como es el caso de la
arquitectura popular alistana en la provincia de Zamora.
El hórreo asturiano (en este caso una panera), tiene el tejado a cuatro aguas,
mientras que el gallego lo tiene a dos aguas.
El hórreo asturiano (en este caso una panera), tiene el tejado a cuatro aguas,
mientras que el gallego lo tiene a dos aguas.
Una masía en Castellón. Las masías evolucionaron a partir de las villas romanas.
Una masía en Castellón. Las masías evolucionaron a partir de las villas romanas.
Barraca del Delta del Ebro. Es una construcción ligera, incluso precaria, que
utiliza cañas y barro, materiales locales que dieron el título a una famosa novela
de Vicente Blasco Ibáñez ambientada en la Albufera de Valencia, zona de similares
características.
Barraca del Delta del Ebro. Es una construcción ligera, incluso precaria, que
utiliza cañas y barro, materiales locales que dieron el título a una famosa novela
de Vicente Blasco Ibáñez ambientada en la Albufera de Valencia, zona de similares
características.
Calle mayor de Alcalá de Henares. Los soportales son una estructura singular y
característica del urbanismo español. En este caso acogen hacia su interior
curiosos elementos de la antigua judería de la ciudad como son los adarves, en
contraste con su trazado rectilíneo (sobre el camino preexistente, conecta el
antiguo centro romano con la plaza mayor, que de forma característica surgió en un
arrabal).
Calle mayor de Alcalá de Henares. Los soportales son una estructura singular y
característica del urbanismo español. En este caso acogen hacia su interior
curiosos elementos de la antigua judería de la ciudad como son los adarves, en
contraste con su trazado rectilíneo (sobre el camino preexistente, conecta el
antiguo centro romano con la plaza mayor, que de forma característica surgió en un
arrabal).