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Consumo M2 PDF
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de consumo al
consumo en
persona
Bases psicosociales del consumo
PID_00188223
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CC-BY-NC-ND • PID_00188223 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Índice
Introducción............................................................................................... 5
Objetivos....................................................................................................... 7
3. El arte de consumir........................................................................... 27
3.1. La psicología del consumidor ..................................................... 27
3.1.1. Modelos teóricos ............................................................ 27
3.1.2. Metodologías .................................................................. 29
3.2. El consumo de emociones .......................................................... 30
Resumen....................................................................................................... 33
Actividades.................................................................................................. 35
Glosario........................................................................................................ 36
Bibliografía................................................................................................. 37
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 5 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Introducción
Para entender cuáles son los retos a los que se enfrenta una psicología social Nota
del consumo, no se puede olvidar que, para la psicología social, individuo y
El consumo es la principal ac-
sociedad son inextricables. No en el sentido simplista de que sociedad e indi- ción que hacen los individuos
viduo se influyan mútuamente, sino en el más radical: sociedad e individuo (pensados como consumido-
res) en una sociedad capialista
son la misma cosa. Esto es más fácil de entender si se piensa en el caso del postindustrial (pensada como
sociedad de consumo).
consumidor: por una parte, sabemos que los pensamientos y las acciones del
consumidor, así como sus sentimientos y deseos, están modelados e inspirados
(hay quien prefiere decir manipulados) por la publicidad y otros mecanismos
del mundo del consumo. Por otra parte, la misma existencia del consumidor
individuo como entidad depende del surgimiento histórico de una sociedad
de consumo. Por esta razón, en el caso del consumo, no podemos permitirnos
el lujo de pensar en individuo y sociedad por separado. Ahora bien, dicho esto,
tampoco podemos ignorar el hecho de que en nuestra sociedad en concreto
los individuos se conciben a sí mismos como unidades separadas y desvincula-
das de forma ontológica de los otros individuos. Y tampoco que aunque todos
admiten la existencia de una cierta influencia de la sociedad de consumo por
encima de ellos, la mayoría afirma poder controlar esta influencia en mayor
o menor grado.
Por esta razón, y por cuestiones de claridad expositiva, en este módulo repro-
duciremos inicialmente esta separación entre individuo y sociedad, principal-
mente con el fin de recordar el cambio de escenario que se produce al pasar
de una sociedad industrial basada (psicosocialmente) en la producción a una
sociedad del conocimiento basada (psicosocialmente) en el consumo. Cuando
afirmamos que se trata de una base psicosocial, nos referimos precisamente
al hecho de que no se trata sólo de un cambio sociológico (aspecto que ya
se ha visto en el módulo anterior), sino que se trata de un cambio también
psicosocial: como individuo y como grupo. Las personas, de manera colecti-
va, ya no basan su identidad en la producción (caso en el que la pregunta
central sería: ¿en qué trabajas?), sino en el consumo (donde la pregunta cen-
tral es: ¿qué tienes?). Por esta razón, en segundo lugar, tendremos que expli-
car el cambio de escenario que se produce al pasar del individuo moderno al
individuo posmoderno. Para este motivo, habrá que entender precisamente
que el individuo como tal tiene una existencia histórica, y que la tiene en dos
sentidos: primero porque las personas vivimos en un contexto histórico que
nos ofrece un marco para vivir, pensar y actuar de unas determinadas maneras
y, segundo, porque la misma noción de individuo (que empleamos tanto en
la vida cotidiana como en el análisis científico) depende de la aparición en
la historia de determinados discursos que lo generan como tal; discursos que
veremos en este segundo apartado.
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 6 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Objetivos
Sin embargo, tal y como creía Marx, el sistema económico no tiene ningún Alienación
origen misterioso, espiritual o divino, sino que es un producto humano. Por lo
La alienación también se pue-
tanto, hay que completar la explicación economicista con alguna explicación de entender en el sentido de
sobre el papel de las personas en toda esta historia. Por una extraña perversión que las condiciones económi-
cas nos proporcionan ideolo-
de la historia, durante más de un siglo, el XIX y parte del XX, en el mundo gías: creencias, valores, metá-
foras, e incluso los diferentes
occidental, la mayoría de las personas creían que trabajar era natural. De he- elementos psicológicos que
condicionan nuestra percep-
cho, estaban convencidas de que trabajar era loable, deseable y necesario. La ción y nuestra conducta social.
pregunta principal es cómo se pudo llegar a esta situación, de qué manera las
personas honradas y felices se convencieron de que trabajando más de lo que
ya trabajaban para sobrevivir conseguirían ser más honradas y más felices.
Para responder a esto, tenemos la explicación de Max Weber, que constituye Distinciones
una alternativa a la marxista. Este pensador introduce un factor político en
Observad que mientras que el
la historia de la modernidad industrial: la aparición del Estado moderno en énfasis de Marx en las relacio-
forma de burocracia, una forma de organización basada en la racionalidad eco- nes de propiedad nos permite
distinguir entre sociedades�ca-
nomicista (entendida como investigación de la máxima eficacia: un coste más pitalistas y sociedades�socia-
listas, el análisis de Weber nos
bajo por un rendimiento máximo), y también una nueva clase social, producto permite entender que las dos
son sociedades industrialesde
de la complejidad de la nueva división del trabajo y de la necesidad de organi- tipo burocrático.
zación de empresas e instituciones. Sin embargo, Weber también introduce un
factor psicosocial: el papel de las creencias religiosas en la configuración de la
economía. La religión protestante produjo una sociedad con unas condiciones
especiales para el desarrollo del capitalismo: la ética protestante hizo del tra-
bajo una obligación moral. Los valores pasaron a ser el trabajo y la austeridad,
el ahorro se opuso al gasto y la ostentación de riqueza, con lo cual se dieron las
condiciones necesarias para que la gente aceptara trabajar más que disfrutar
de la vida, y para que se considerase legítima la acumulación de capital.
Sin embargo, seamos sinceros. La religión sólo puede servir para quien la si-
gue, y había grandes cantidades de población que no se sentían en absoluto
implicadas en esta cuestión. Por este motivo, para algunos autores, como Karl
Polanyi (1997) o Jean Paul de Gaudemar (1981), no se puede olvidar el carác-
ter político de la sociedad. El desarrollo del capitalismo también fue posible
porque se tomaron ciertas decisiones políticas (en forma de leyes) destinadas a
movilizar a la población, como si se tratara de una guerra, y dirigirla hacia las
fábricas. Así pues, en el nacimiento de la sociedad industrial existió un desta-
cado componente autoritario. Veamos la siguiente cita de William Townsend,
de 1786, correspondiente a Dissertation on Poor Laws:
"El hambre domesticará a los animales más feroces, enseñará a los más perversos la de-
cencia y la civilidad, la obediencia y la sujeción. En general, únicamente el hambre pue-
de espolear y aguijonear (a los pobres) para obligarlos a trabajar; y, pese a ello, nuestras
leyes han decretado que nunca deben pasar hambre. Las leyes, hay que reconocerlo han
dispuesto también que hay que obligarlos a trabajar. Pero la fuerza de la ley encuentra
numerosos obstáculos, violencia y alboroto; mientras que la fuerza engendra mala vo-
luntad y no inspira nunca un buen y aceptable servicio, el hambre no es sólo un medio
de presión pacífico, silencioso e incesante, sino también el móvil más natural para la
asiduidad y el trabajo." (Townsend citado en Polany, 1944)
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 11 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Workhouses
Otro ejemplo fueron las workhouses, casas en las cuales se encerraba a los pobres en con-
diciones pésimas y se les alimentaba a cambio de trabajo. Durante el siglo XIX en Ingla-
terra se construyeron cientos de ellas. Observad el dibujo de la workhouse de Abingdon,
construida en 1835, y comparadla con la imagen de la prisión Modelo de Barcelona. Ex-
traed las conclusiones vosotros mismos.
Workhouse de Abingdon
Ved también
Como podéis ver, ni la expansión capitalista se produjo de manera na-
tural o inevitable, ni los obreros colaboraron de buen grado. Al fin y al Podéis consultar en esta direc-
ción, de la que hemos extraí-
cabo, ¿quién podía pensar que trabajar en una fábrica era una manera do la imagen, la historia de las
workhouses inglesas: http://
aceptable de vivir? A pesar de esto, poco a poco, al principio del siglo www.workhouses.org.uk/
XX las personas ya habían asumido que trabajar no era sólo un mal ne-
cesario, sino un derecho a reivindicar, una manera digna de vivir y, por
lo tanto, la parte central de la identidad de las personas.
Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, varios autores (Bell, 1973, o
Prisión Modelo de Barcelona
Touraine, 1969) empiezan a darse cuenta de que algo había cambiado en la
sociedad industrial. Para hablar de esto utilizan el término postindustrial; al
igual que para hablar del final del modelo de producción fordista, en cadena,
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 12 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Entre los diferentes autores que han tratado el tema de la aparición de la so-
ciedad de consumo de masas, hay un cierto acuerdo sobre cómo ha surgido.
Las divergencias aparecen más bien a la hora de valorar sus efectos en térmi-
nos negativos o positivos para la humanidad. La sociedad de consumo es la
consecuencia de la expansión de la producción capitalista de mercancías, que
ha comportado una vasta acumulación de cultura material en forma de bie-
nes de consumo y de lugares de compra de ocio y de consumo, junto con la
aparición de las tecnologías de la información, que ha posibilitado su difusión
(Featherstone, 2000).
Algunos autores, como Jameson (1991), insisten en que la posmodernidad, como forma
cultural, es la consecuencia del desarrollo de la sociedad de consumo, o como dice él,
la lógica cultural del capitalismo tardío, de consumo o multinacional. En el mundo del
arte, la posmodernidad se expresaría en los siguientes términos: "La eliminación de la
frontera entre el arte y la vida cotidiana; el derrumbe de la distinción jerárquica entre la
cultura elevada y la cultura popular o de masas; una promiscuidad estilística que propicia
el eclecticismo y la mezcla de códigos; la parodia, el pastiche, la ironía, el carácter lúdico y
la celebración de la superficie –sin profundidad– de la cultura; [...]". (Featherstone, 2000,
p. 31)
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 13 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Sin embargo, lo más importante no es, en este punto, su lógica cultural, sino ¿Comprar pan o comprar
la manera en la que ha cambiado a las personas y sus actividades. Como en identidad?
Más obligatoriedad
"En la cultura de consumo contemporánea [el estilo de vida] denota individualidad, ex-
presión personal y una autoconciencia estilística. El cuerpo, la vestimenta, el habla, el
ocio, las preferencias en materia de comida y bebida, la casa, el automóvil, las vacaciones,
etc. Pueden considerarse indicadores del carácter individual del gusto y el sentido del
estilo del propietario o consumidor." (Featherstone, 1991)
Sociedad�industrial Sociedad�del�conocimiento
Este apartado constituye el grueso del presente módulo, y es una base necesaria
para entender los próximos módulos. Presentaremos al individuo no como un
producto natural de la evolución biológica de la especie, sino como un pro-
ducto histórico, fruto de las circunstancias en las que las sociedades occiden-
tales capitalistas deciden organizar sus economías. También hablaremos de las
diferencias entre la manera de vivir la individualidad en la modernidad y en la
posmodernidad. Para entender al individuo consumidor de nuestro presente,
será necesario entender que las dos formas de vida conviven, y lo hacen en el
seno de las mismas personas. De esta manera, se verá que los discursos sobre
los que cada cual modela su vida forman una mezcla de discursos modernos
y posmodernos y por este motivo parece que uno puede identificarse simultá-
neamente con el individuo de la modernidad y con el de la posmodernidad.
Esto puede deberse al hecho de que estemos en una etapa de transición entre
una época y la otra o bien a que la posmodernidad se establece basándose en la
modernidad y no puede concebirse como un corte radical, sino más bien como
una evolución de algo ya presente en el proyecto de la modernidad capitalista.
ciudadano griego o el cortesano de la Edad Media pueden ser ejemplos de esto. Desde que existe el individuo,
Sin embargo, no cabe duda de que se trata del periodo continuado más largo y empezaron las dificultades pa-
ra pensar lo que es social. ¿Có-
consistente de individualización. Un proceso que se inició en el Renacimien- mo existe lo que es social en
una sociedad formada por in-
to, con sus hombres totales, por decirlo de una manera contemporánea, la dividuos? ¿Es posible la convi-
vencia conceptual de individuo
aparición del ascetismo protestante, la llegada de la Ilustración y, finalmente, y sociedad?
la industrialización y la ruptura definitiva de los lazos intergeneracionales.
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 16 De la sociedad de consumo al consumo en persona
De hecho, como comenta Ibáñez, en la obra de Hobbes se perfilan por primera Sumisión y manipulación
vez las bases de lo que más tarde denominaremos individualismo metodológico,
Hay que fijarse en que el con-
es decir, la idea de que la sociedad es lo que resulta del conjunto de las carac- cepto de sumisión, tan aprecia-
terísticas de los miembros que la componen (Ibáñez, 1990, p. 27). Para Hob- do por la psicología social, só-
lo puede surgir de la idea de
bes, el gobierno es un simple árbitro social, alguien que dirime entre partes que el individuo es libre pre-
viamente a su condición de
autónomas, entre individuos que deben ser obligados a respetar las normas ser social. Una idea profunda-
mente nueva en su momento.
sociales. Más adelante se ha readaptado
en el mundo de la psicología
del consumidor como manipu-
Durante el siglo que sigue a la publicación del Leviatán y después, de hecho lación: el individuo libre que
es manipulado por las fuerzas
hasta nuestros días, el conocimiento de los mecanismos reguladores de la so- económicas del capitalismo.
ciedad pasó a ser el principal motivo de investigación y reflexión de la filosofía
y de lo que serán las ciencias sociales. La investigación de leyes sociales que
expliquen la conducta de los individuos es el gran motivador de la reflexión
social de la Ilustración. La polémica que desencadenó Hobbes duró siglos, y
sus visiones de la sociedad, así como sus posteriores desarrollos, fueron refor-
zados o criticados por distintos autores que aquí no podemos desarrollar (Loc-
ke, Hume, Bentham, Smith, etc.).
Rousseau persiste en la idea del contrato social, con el añadido de que efectiva-
mente, la sociedad pervierte la innata naturaleza humana, que es bondadosa.
El individuo es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo modifica, generando
la maldad que todos conocemos. Como se puede ver, incluso en las posiciones
más alejadas de Hobbes el individuo continúa siendo la unidad natural de la
vida humana para los ilustrados.
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 17 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Sólo la tradición historicista, que se puede considerar inaugurada por Montes- Herder y el culturalismo
quieu y Vico, pero que sin duda desarrolló Herder, permite distinguir un apar-
Una de las fuentes de las que
tado del debate en el que el individuo no es tan esencial como parece, y en el beberá el construccionismo so-
que la comunidad está por encima. Por otra parte, Kant también fue un defen- cial es la línea de pensamiento,
inaugurada por Herder, deno-
sor encarnizado del concepto de hombre como "agente libre" (Bauman, 2001). minada culturalismo.
A finales del siglo XVIII, el individuo ya era un gran problema. Como comenta
Bauman, constituía un problema para gestionar la sociedad: por ejemplo, para
los "ideólogos", los miembros del Instituto National (Antoine Destutt de Tracy,
por ejemplo) fundado en 1795 con el encargo de explorar los modos y las
maneras de formar el tipo adecuado de hombre ciudadano y de reglamentar
sus deseos.
Beck también comenta que a finales del siglo XVIII y principios del XIX emergió
con fuerza una exaltación de la subjetividad en la vida cotidiana: el romanti-
cismo. Fue una dramatización del amor romántico que creó no sólo una bio-
grafía individual, sino también una moral y un complejo emocional que ayu-
dó a crear a la pareja y su historia como opuestos a la sociedad. Las cartas de
amor y los diarios personales, artefactos culturales de aquel momento, ayuda-
ron a las personas a inventarse a sí mismas y a sus relaciones mediante el amor
(Beck y Beck-Gernsheim, 2002).
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 18 De la sociedad de consumo al consumo en persona
En la línea de los afectos podemos situar las propuestas de Elias (1989) sobre Lectura recomendada
el proceso de civilización. El surgimiento de las maneras, la moderación en la
La obra siguiente es altamen-
expresión emocional, la aparición de la intimidad y del miedo de la desnudez te recomendable para cual-
son muestras de cómo el individuo aparece en escena. Las maneras y la mode- quier estudiante avanzado de
psicología: N. Elias (1989).
ración, así como la intimidad, son pensadas y promovidas como una opción El proceso de la civilización:
investigaciones sociogenéticas
de respeto hacia los otros individuos, que como uno mismo, se tienen que
y psicogenéticas (ed. original
sentir cómodos en cualquier interacción y no deben ser molestados con nues- 1936). Ciudad de México:
Fondo de Cultura Económi-
tra presencia, que es una intromisión. Así, la intimidad y el pudor aparecen ca.
como mecanismos de separación de los cuerpos. A la sazón, el uno y el otro Muestra cómo la psicogéne-
sis y la sociogénesis avanzan
son individuos separados. juntas.
Elias establece un paralelismo entre la psicogénesis por la que tiene que pasar
cualquier persona de nuestra sociedad para convertirse en persona, un proceso
de socialización bastante comentado por los psicólogos evolutivos, con la so-
ciogénesis de la civilización occidental. Lo que muestra Elias es que los pasos
que debe recorrer un individuo occidental a lo largo de su vida para convertir-
se en persona son también los pasos que ha recorrido Occidente en el proceso
de "civilización".
Hay que tener mucho cuidado de no hacer una lectura de "progreso" de las afirmaciones
de Elias. Éste afirma simplemente que el individuo en su proceso de socialización da los
mismos pasos que la sociedad en la que vive. De hecho, Piaget muestra un proceso similar
en el aprendizaje de los procesos de pensamiento avanzados. Sin embargo, a diferencia
de Elias, Piaget sí que hace una lectura etnocéntrica de sus hallazgos, y da a entender que
el razonamiento abstracto, característico del pensamiento científico, es efectivamente el
tipo de razonamiento al que tiene que llegar cualquier niño, independientemente de su
adscripción cultural. Esto llevó enseguida a considerar a los pueblos no escolarizados a
la manera occidental como menos desarrollados.
"Tras haber escupido en el pañuelo, es preciso doblarlo de inmediato sin mirarlo y me-
térselo en el bolsillo. Hay que tener mucho cuidado para no escupir jamás sobre las ves-
timentas propias o sobre las de los demás... Cuando vea uno en el suelo un gran esputo,
es preciso taparlo de inmediato con el pie. Si se observa un esputo sobre el vestido de
alguien no es educado decírselo, sino que hay que advertir a algún criado para que vaya
a quitarlo o, incluso, debe quitarlo uno mismo, sin que nadie lo note, puesto que la ho-
nestidad manda que no se haga nada que pueda poner en apuros o confundir a otro." (De
La Salle citado en Elias, 1989, p. 195)
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 19 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Lo que caracteriza cada una de estas líneas es el hecho de que muchos de estos
comportamientos se normativicen en una dirección muy concreta: la privati-
zación de estas actividades. Aumentan los escrúpulos y la sensibilidad hacia
estos actos, los cuales se tienen que hacer en privado o no deben hacerse. Más
adelante aparecerá la higiene como modo de legitimación científica de estas
normas sociales. Sin embargo, por ahora ha tenido lugar un cambio en la ma-
nera en que las personas se ven a sí mismas y a los demás. Los cambios en la
sensibilidad y la emotividad, que empiezan por la clase alta, se difunden en
toda la sociedad y crecen en importancia, porque estas regulaciones implican
la consideración estricta de las otras personas para forzar su cumplimiento.
Por lo tanto, tenemos dos aspectos básicos del proceso de civilización: el na-
cimiento de la intimidad y la privacidad que nos separan de los otros, y la
regulación y la disciplina, que nos hacen observar y recriminar a los otros su Tampones Tampax
"El sistema emotivo del individuo se transforma de acuerdo con los cambios de la socie-
dad y la transformación de las relaciones interhumanas: en la sociedad aumenta la can-
tidad de acciones y de individuos de los que dependen permanentemente las personas
y sus actos; en el individuo se convierte en costumbre la capacidad de prever las con-
secuencias de prolongadas cadenas de acciones. Y al igual que se transforman el com-
portamiento y el sistema emotivo del individuo, también cambian consecuentemente la
consideración recíproca que las persones se profesan: la imagen que el individuo tiene
del individuo se hace más matizada, más libre de emociones momentáneas, es decir se
'psicologiza'." (Elias, 1939, p. 484-485)
Como este proceso de "sensibilización" se inicia en las clases altas, en las mis-
mas surge la "necesidad" de regular la conducta del resto de la sociedad. Un
aspecto nuevo del control social: si hasta ahora lo que hacía la clase alta era,
básicamente, separarse de las clases bajas y recurrir a la fuerza como mecanis-
mo de protección, a partir de un momento determinado (la Edad Moderna)
la clase alta se involucra en la transformación física y psíquica de los compo-
nentes de toda la sociedad, para hacerlos a imagen y semejanza suya.
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 20 De la sociedad de consumo al consumo en persona
"Con el orden individualista, los códigos de sangre se abandonan, la violencia pierde toda
dignidad o legitimidad social, los hombres renuncian masivamente al uso de la fuerza
privada para resolver sus desacuerdos. Así se acaba la función verdadera del proceso de
civilización: tal como demostró Tocqueville, a medida que los hombres se retiran en su
esfera privada y no se preocupan más que de sí mismos, reclaman al Estado para que les
asegure una protección más vigilante, más constante de su existencia. Esencialmente el
proceso de civilización aumenta las prerrogativas y el poder del Estado: el Estado policial
no es sólo el efecto de una dinámica autónoma del 'monstruo frío', es deseado por los
individuos aislados y pacíficos, aunque sea para denunciar regularmente su naturaleza
represiva y sus excesos. Multiplicación de las leyes penales, aumentos de los efectivos
y de los poderes de la policía, vigilancia sistemática de las poblaciones, son los efectos
ineluctables de una sociedad en la que la violencia es desvalorizada y en la que simul-
táneamente aumenta la necesidad de seguridad pública. El Estado moderno ha creado
un individuo apartado socialmente de sus semejantes, pero éste a su vez genera por su
aislamiento, su ausencia de belicosidad, y su miedo de la violencia, las condiciones cons-
tantes del aumento de la fuerza pública. Cuanto más los individuos se sienten libres de sí
mismos, mayor es la demanda de una protección regular, segura, por parte de los órganos
estatales; cuanto más se rechaza la brutalidad, más se requiere el incremento de las fuer-
zas de seguridad: la humanización de las costumbres puede, pues, interpretarse como un
proceso que busca desposeer al individuo de los principios refractarios a la hegemonía
del poder total, y al proyecto de poner a la sociedad bajo la tutela del Estado." (Ovejero,
1999, p. 158)
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 21 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Cambio de época
2.2. Posmodernidad e individuo
Esta época suele denominar-
se posmodernidad, pero tam-
bién se ha denominado sobre-
Como explicaremos a continuación, el individuo no sólo ha sobrevivido hasta modernidad, modernidad tar-
el fin de la modernidad, sino que además se ha exacerbado. En cambio, la día, segunda modernidad, mo-
dernidad reflexiva, capitalismo
razón ha cambiado considerablemente. adelantado, sociedad de con-
sumo, globalización neolibe-
ral, sociedad postindustrial, so-
ciedad de la información o del
Probablemente, la confusión y el debate que rodean al término posmodernidad conocimiento o de masas o de
responden a esta paradoja: mientras que algunos elementos de la moderni- las nuevas tecnologías, etc.
hay que reconocer, en primer lugar, que es difícil hablar por separado de los di-
ferentes aspectos de la posmodernidad, entre otras razones porque esta misma
posmodernidad en las ciencias sociales y humanas ha comportado una crítica
a las divisiones temáticas y disciplinarias tan características de la modernidad
(recordad que la razón moderna se caracteriza por ser clasificatoria). El posmo-
dernismo es, pues, un reconocimiento de la complejidad, de la importancia de
las relaciones, de las múltiples interconexiones entre los diferentes ámbitos de
la vida social. Por esta razón, la división siguiente no es "natural" ni "lógica",
sino simplemente pedagógica, aunque los argumentos de los otros apartados
se cruzarán constantemente.
Las promesas de la modernidad, según las cuales la ciencia nos llevaría al pro-
greso automático, no se han cumplido. Más bien ha sucedido lo contrario: he-
mos visto de qué es capaz la ciencia para promocionar la autodestrucción de
la especie. Este escepticismo en la capacidad de la ciencia para llevarnos a una
mejor vida ha hecho tambalear la ilusión moderna del progreso, que sostenía
que el mañana sería mejor que el hoy. En la posmodernidad la vivencia del
tiempo cambia. No hay progreso; por lo tanto, no hay linealidad y no es po-
sible concebir la historia como un movimiento teleológico, dirigido hacia una
finalidad preestablecida. Esto rompe la idea de la historia humana como una
continuidad e introduce la idea de un tiempo discontinuo, más azaroso, más
caótico, imprevisible y poco afín con la idea de que hay causas que conducen
fielmente a ciertas consecuencias históricas. Una visión más escéptica que la
moderna, un mundo en el que parece que las personas no tenemos control
sobre el futuro; por tanto, carecemos de medios de anticiparlo.
Tenemos como mínimo dos tiempos nuevos, y los dos son tiempos rápidos:
el de la innovación tecnológica y el del consumo. Los dos se aceleran mutua-
mente, como si de una carrera se tratara. Los productos se modifican constan-
temente; los consumidores reclaman innovaciones permanentemente. Es esta
otra velocidad del cambio, sumada a la falta de percepción de continuidad
histórica, la que provoca una sensación de provisionalidad permanente. Así
pues, se hace difícil para las personas pensar en proyectos, incluso de índole
personal, y todavía más es difícil, por no decir imposible, pensar en utopías,
como las que dirigieron los movimientos sociales de la modernidad.
Observad que, como explica Castany (1998), los valores de la modernidad gi- Lectura recomendada
raban en torno al esfuerzo personal como manera de conseguir el ascenso so-
R. Sennet (2000). La corro-
cial: el trabajo y el ahorro marcaban el camino moralmente deseable. Esto se sión del carácter (ed. original
conseguíay con una educación autoritaria, que creía en la disciplina y la nor- 1988). Barcelona: Anagrama.
Un libro esencial para enten-
malización para conseguir individuos con carácter. En la posmodernidad se der que en la posmodernidad
buscan más bien soluciones personalizadas, optativas, flexibles, descentraliza- ya no es necesario un indivi-
duo con carácter, sino flexi-
das. Se buscan individuos altamente adaptables. Pensad, por ejemplo, en la fa- ble, adaptable.
mosa movilidad laboral reclamada por los empresarios, que crean formas deor-
ganización alejadasde la burocracia vertical moderna y de los modelos cientí-
ficos del trabajo, capaces de explotar no sólo la mano de obra, sino también
el conocimiento, altamente cambiante.
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 24 De la sociedad de consumo al consumo en persona
En el campo de la vida cotidiana surge un interés por las pequeñas cosas de Menos Prozac y más
cada día que procede del abandono de las grandes cuestiones filosóficas. Si Platón
el futuro no es previsible y si vivimos en el cambio permanente, no hay que Incluso la filosofía se convier-
preocuparse por el Bien y por el Mal (en mayúsculas) entendidos como en los te en un best-seller, digno de
los mejores consumidores. No
diez mandamientos bíblicos, que nos dicen qué está bien y qué mal de una vez nos preocupa la respuesta de
la filosofia a las grandes pre-
por todas. Lo que hace falta es probar modelos éticos provisionales, vinculados guntas de la humanidad (quié-
nes somos, de dónde venimos,
a la situación, maneras de evaluar los comportamientos humanos que nos
adónde vamos), sino cómo
digan qué está bien y qué está mal en cada momento y en cada situación: el nos puede ayudar la filosofía,
como individuos, a vivir mejor.
bien y el mal (ahora en minúsculas) se relativizan.
Observad que los padres son mucho más tolerantes con las mentiras de sus hijos que
antes. Mentir ya no es un pecado, sino un comportamiento que hay que evaluar en cada
momento. Algunas mentiras pueden ser toleradas, algunas son poco importantes, otras
lo son más. Mentir ya no está mal siempre, sino que depende.
Algo similar sucede con la ciencia, por ejemplo, en la física y en las ciencias
humanas y sociales. No hay modelos definitivos de cómo se accede a la verdad
absoluta y universal, sino estrategias, a menudo paradójicas, para alcanzar de-
terminados conocimientos. No se busca la ortodoxia científica que nos asegu-
re el descubrimiento de la realidad, sino maneras de actuar que nos permitan
encontrar modelos que, pragmáticamente, funcionen, independientemente
de si son o no una representación fiel de una supuesta realidad que ahora ya
sabemos que es inasequible.
2.2.4. Sujeto
El sujeto moderno era un ser integrado, coherente, racional, autónomo, con Enfermedades
capacidad de tomar decisiones sobre su propia vida, con bastante agencia para posmodernas
crear proyectos de vida personales y familiares y esperar que se cumplieran. La anorexia es, ciertamente,
La vida moderna se caracteriza por ser lineal, fácilmente descrita como un iti- una enfermedad posmoderna,
al igual que la vigorexia. Re-
nerario por un camino recto, sin atajos fáciles, lento pero seguro. En la pos- flejos de una voluntad de con-
trol que sólo encuentra el pro-
modernidad esto ya no está claro. Por ejemplo, la educación no garantiza un pio cuerpo como espacio de la
realidad controlable.
trabajo bien remunerado, la fidelidad a la empresa no garantiza que no nos
despidan en la primera reestructuración de plantilla, y ni siquiera el matrimo-
nio es vivido como definitivo, aunque siguen haciéndose promesas según el Ejemplo
antiguo modelo. Por la misma razón, la identidad del sujeto moderno, pre-
Recordad que uno de los le-
tendidamente estable y coherente, se fragmenta en tantas identidades como mas de la cadena de grandes
situaciones se viven, con lo que resulta imposible vivirlas de manera coheren- almacenes El Corte Inglés es
"Somos especialistas en tí".
te. Esto contribuye a crear una poderosa sensación de falta de control sobre
la propia vida, de manera que no es extraño que el sujeto posmoderno acabe
a menudo encontrando refugio espiritual en el propio cuerpo. El cuerpo es la
única certeza y, por lo tanto, lo que vale la pena mantener. Cuando el trabajo y
la producción ya no pueden ser el eje central de nuestra identidad por la exi-
gencia de flexibilidad, entonces sólo nos queda el consumo, que es una ma-
nera de proporcionar placer a nuestro cuerpo en nuestro presente. Por delan-
te de la igualdad entre personas, reclamación de los movimientos modernos
(empezando por la Ilustración), se pretende el reconocimiento de la unicidad
individual. El derecho a la igualdad que proclaman los derechos humanos ya
no se interpreta como derecho a vivir de la misma manera en un mundo feliz
donde todo el mundo estaría igual (recordad las utopías del comunismo y del
fascismo como versiones contrapuestas de un mismo deseo de igualdad), sino
como derecho a vivir la diferencia. Esta nueva diversidad de individuos pasa
por el consumo y no por el trabajo o por la construcción de un carácter fuerte.
inicio del capitalismo, pero que impedía su culminación como modelo econó-
mico, porque la moral puritana también ponía retricciones al placer, las cuales
son abolidas en la nueva sociedad de consumo.
Para acabar este punto sobre el individualismo, no está de más recordar al-
gunas nociones básicas de la psicología social construccionista. La existencia,
en el discurso y en la práctica cotidianos, de un supuesto individuo autóno-
mo y separado de la sociedad, es sobre todo una manera de disimular las re-
laciones de poder que construyen estos individuos. El individuo moderno y
posmoderno es una construcción social, bien real pero construcción social,
es decir, producto de nuestra sociedad, un producto concreto y particular de
un momento histórico determinado. Cuando la psicología social se centra en
los mecanismos de producción de los individuos modernos, se centra en las re-
laciones que las personas mantenemos entre nosotras; en cómo construimos
colectividades a partir de compartir símbolos y significados; en los discursos
que hacemos circular sobre nosotros mismos y sobre nuestra sociedad; y en
diferentes procesos psicosociales, como la percepción y la normalización, la
conformidad y la innovación, y las emociones y el consumo. Estos procesos
nos muestran cómo se forman los individuos en nuestra sociedad, qué quie-
re decir ser persona y cómo se regulan nuestros comportamientos, nuestros
pensamientos y nuestros deseos.
3. El arte de consumir
Hasta ahora nos hemos limitado a crear contexto. Ahora ya tenemos un cierto
contexto para comenzar a pensar en la psicología del consumidor: el individuo
posmoderno por excelencia. En este punto presentaremos, en primer lugar, lo
que la psicología del consumidor más clásica ha afirmado sobre la cuestión.
Se trata de una psicología del consumidor y no del consumo, es decir, centra-
da en el individuo concreto que tiene que tomar decisiones con respecto a su
consumo particular. Sin embargo, una psicología individual del consumidor
no satisface todas las expectativas que podemos depositar en la psicología so-
cial para que nos explique el fenómeno del consumo en nuestra sociedad. Por
esta razón, en este último punto introduciremos el fenómeno contemporáneo
del consumo de emociones para ejemplificar las dificultades a las que se enfrenta
una psicología del consumidor que no tenga en cuenta los elementos cultu-
rales, históricos y sociales que configuran la acción de consumir en nuestra
sociedad.
Desde un punto de vista clásico, el material que tenéis en las manos está mal Lecturas recomendadas
planteado. ¿Por qué tantas digresiones sobre los aspectos sociales del consu-
Si queréis algún material clá-
mo? ¿Por qué tanto interés por saber qué es, de dónde viene y qué efectos sico sobre la materia, adapta-
tiene la sociedad de consumo? ¿Por qué no vamos al grano y abordamos di- do a las condiciones de nues-
tro entorno, no dudéis en
rectamente el problema que más nos interesa, que es la toma de decisiones? consultar las obras siguientes,
las dos de Ismael Quintanilla,
Efectivamente, los estudios teóricos y empíricos de la psicología del consumi-
profesor de Psicología social
dor han ido dirigidos de manera casi exclusiva a entender el�proceso�de�toma de la Universidad de Valen-
cia.
de�decisión�del�consumidor. Sin embargo, esto configura únicamente una
I. Quintanilla (1997). Psico-
visión parcial del asunto, aunque es la que ha sido más desarrollada, por ser logía Económica. Madrid: Mc-
Graw-Hill.
el único punto de vista que interesa a las empresas, que tienen que ofrecer
I. Quintanilla (2002). Psico-
sus productos a los consumidores. Sea como sea, postergamos para otro mo- logía del consumidor. Madrid:
Prentice Hall (Pearson Educa-
mento la reflexión sobre para quién debe trabajar la psicología, y en concreto,
ción).
la psicología del consumidor. La opción de los autores de estos módulos está
dirigida a proporcionar a los consumidores elementos de comprensión de su/
nuestra situación que nos puedan servir para modificarla, si queremos. Ved también
3.1.2. Metodologías
En una encuesta sobre actitudes sólo podemos preguntar sobre el grado de acuerdo, me-
surable, con determinados ítems. Por ejemplo, ante las frases "el chocolate con avellana
aporta más energía", "el chocolate con avellana aumenta el riesgo de alergia", "la avellana
suaviza el gusto amargo del cacao" o "la avellana no me permite disfrutar plenamente
del chocolate". Con estas frases podemos expresar nuestro total acuerdo o desacuerdo a
partir de una escala. También podemos preguntar por la frecuencia de compra, por los
momentos en qué se consume, etc. Obviamente, podemos obtener mucha información
interesante, pero también corremos el riesgo de perder mucha, porque no puede apare-
cer nada que no hayamos preguntado previamente. Se hace difícil diseñar un envoltorio
atractivo o una campaña de publicidad sólo con esta información.
Grupos de discusión
De los grupos de discusión sacamos una información diferente. Por ejemplo, que los pro-
ductos antisépticos tienen que provocar escozor en la piel porque la gente cree que si
pica, cura, o bien porque así las madres se sienten más madres cuando pueden consolar
a los hijos soplando en la herida. También podemos saber que los paquetes de cereales
grandes, altos pero delgados, gustan a las madres porque les divierte ver a sus hijos pe-
queños sirviéndose de un paquete tan grande como ellos (Tuck, 1976). También podemos
descubrir que las consumidoras de arroz largo lo percibían como especial ("extranjero")
y que, por lo tanto, las situaba a ellas también como personas especiales, diferentes de
la masa, que consumía arroz "normal". O bien que determinada colonia masculina se
asociaba al romanticismo y a la caballerosidad. (Ibáñez, 1979)
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 30 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Los pantis, pues, nos acaban de mostrar lo incompleto que resulta cualquier
estudio que pretenda entender el consumo como una decisión de un individuo
aislado.
Como debéis recordar, al mencionar la obra de Norbert Elias en este módulo, Descontrol emocional
hemos dicho que el proceso de civilización y de constitución del individuo
Los parques temáticos, como
moderno requirieron el desarrollo de un control emocional. Las coacciones Port Aventura o Disneylandia,
externas se convirtieron en autocontrol de la expresión emocional, y esto dio son espacios en los cuales se
permite este "descontrol" cal-
lugar al nacimiento de un individuo moderno que se tenía que controlar a culado de las emociones. En
cambio, la mayor parte de tra-
sí mismo si quería demostrar que podía ser autónomo. En la sociedad postin- bajos no toleran nada pareci-
do.
dustrial, aunque el individualismo se exacerba, el control emocional se modi-
fica ligeramente, pero no desaparece, sino que simplemente se formaliza una
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 31 De la sociedad de consumo al consumo en persona
El turista posmoderno aspira a consumir autenticidad en sus viajes (pero sin Amor rápido
contraer la malaria). Durante el fin de semana el ejecutivo practica deportes
Aquí tenéis un anuncio encon-
de riesgo (calculados). Los viernes y sábados se busca un poco de amor rápido trado en la calle y en la Red:
en los bares y discotecas (si puede ser, con sexo seguro). Eulogio Bordas, en el "¿Queréis descubrir algo nue-
vo? Entonces ha llegado el
resumen de una conferencia dedicada a aconsejar la industria turística, afirma: momento de introduciros en el
Speed�Dating����
En el ambiente de una velada
"En esta conferencia el autor reflexiona sobre las implicaciones que comporta el fenó- agradable, 7�chicos�y�7�chicas
meno de la sociedad del sueño (o dream society) para la industria turística. Una vez supe- se�conocen�en�citas�de�7�mi-
rada la sociedad de la información, las sociedades occidentales tenderán cada vez más nutos.
hacia este tipo de sociedad, una sociedad cuyo componente emocional –los valores, las
Un�nuevo�concepto�simple
emociones y los sentimientos– adopta mucha más relevancia que el componente racio- y�divertido que os permite,
nal. El nuevo turista ya no busca servicios, sino que quiere experiencias que satisfagan mientras tomáis algo en uno
su sistema emocional." (Bordas, 2003) de los sitios de moda de Barce-
lona, conocer a un máximo de
gente en el tiempo mínimo".
Como se puede ver, en estos momentos todo es consumible. El consumo se
ha convertido en el modelo de nuestras relaciones. Si antes el modelo eran las
relaciones de producción, ahora lo son las de consumo. La pareja tradicional
de la modernidad se regía por un pacto con respecto a la producción domés-
tica, por el cual la mujer se encargaba de la casa. La pareja de la posmoderni-
dad se consume mutuamente: la pareja perfecta es aquélla en la que cada uno
es capaz de satisfacer los deseos más íntimos del otro y, efectivamente, éstos
son los consejos que se dan en cadenas de televisión o revistas, como Cosmo-
politan: cuando las cosas vienen mal dadas, lo mejor es confesarse los deseos
secretos y satisfacerlos. Adivinad, para acabar, cuál fue el lema de la Asamblea
del Consejo Nacional de la Juventud de Cataluña que tuvo lugar en Premià
de Mar en mazo del 2003. ¡Muy bien, lo habéis adivinado! Era "¡Consume
compromiso!".
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 32 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Hemos pretendido mostrar que si algo tan individual como las emocio-
nes también se puede consumir, no queda ningún reducto para pensar
en el individuo consumidor en los términos en los que lo ha concebi-
do hasta ahora la psicología del consumidor. El consumo es una acción
social y si deseamos entenderlo, tenemos que analizarlo como tal.
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 33 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Resumen
Para poder poner en marcha este punto de vista psicosocial sobre el consumo
hemos tenido que contextualizar históricamente la aparición del consumo en
nuestra sociedad. Este contexto se ha presentado de dos maneras diferentes,
pero no tenéis que olvidar que se trata de dos caras de la misma moneda. Por
una parte, hemos presentado la aparición de las sociedades industriales, pri-
mero, y postindustriales, después. Por la otra, hemos explicado cómo los in-
dividuos han ido cambiando a medida que cambiaba la sociedad. Primero he-
mos comentado las características del individuo moderno como culminación
de la sociedad industrial y, en segundo lugar, hemos comentado las repercu-
siones que para este individuo moderno ha tenido la conversión de la sociedad
industrial en una sociedad del conocimiento, con un modo de producción ca-
pitalista postindustrial, centrado en el consumo, los servicios, las nuevas tec-
nologías y la globalización mundial, que lo han convertido en posmoderno.
Actividades
Propuestas�de�reflexión
1. Detectad, en vuestra vida cotidiana, especialmente en la laboral, los elementos que creéis
que todavía pertenecen a un modo de producción capitalista industrial y los que ya pertene-
cen a un modo de producción capitalista postindustrial.
2. Haced lo mismo, pero ahora con vuestra vida personal, con lo que es más íntimo y privado:
vuestra identidad. Detectad los elementos identitarios modernos que todavía os identifican
y comparadlos con los diferentes elementos posmodernos que también encontréis.
3. Haced una lista de las dos últimas cosas que hayáis comprado. Pensad en qué os ha hecho
comprar cada uno de estos elementos en concreto (pensad en el producto, en la marca, en
vuestras necesidades, en qué tipo de estilo de vida lleváis, etc.).
5. ¿Creéis que habéis consumido alguna emoción, últimamente? Intentad recordarlo pen-
sando en qué sentisteis exactamente y cuánto os costó. ¿Lo habéis compartido con otra per-
sona? Comparad lo que sentisteis y pensad el porqué de las semejanzas y las diferencias (para
hacerlo podéis tener en cuenta la diversidad de elementos que os ofrecen la clasificación de
los modelos teóricos que hemos comentado).
CC-BY-NC-ND • PID_00188223 36 De la sociedad de consumo al consumo en persona
Glosario
consumo m Acción de apropiarse de bienes y servicios mediante conductas económicas.
individuo moderno m Persona movida por objetivos racionales, motivada por la ética
del trabajo y centrada identitariamente en el trabajo, en torno al cual se configura una sola
identidad coherente orientada a la consecución de un proyecto vital.
individuo posmoderno m Persona movida por estados afectivos, motivada por la estética
del consumo, con la identidad descentrada y fragmentada, sin posibilidad de configurarse
un proyecto de vida.
Bibliografía
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