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P05/80042/00920
© FUOC • P05/80042/00920 Consumo y transformación social
Índice
Introducción .............................................................................................. 5
Objetivos ..................................................................................................... 7
Resumen ...................................................................................................... 33
Glosario ....................................................................................................... 36
Bibliografía ................................................................................................ 36
© FUOC • P05/80042/00920 5 Consumo y transformación social
Introducción
del consumo será, pues, uno de los elementos tratados en este último módu-
lo, que nos debe permitir reflexionar sobre quién tiene la responsabilidad de
reclamar los cambios sociales que se consideren necesarios en cada momento,
si los consumidores o las empresas.
Entender el consumo como una emoción también nos permitirá ir un poco más
allá de la consideración del consumo como consumo de objetos diferentes, y nos
ayudará a entender de qué manera algunos procesos que consideramos esencia-
les, como por ejemplo la identidad individual, vinculada a gustos distintos, y la
identidad social, relacionada con diferentes solidaridades categoriales (de género,
clase o cultura), son fenómenos vinculados al consumo. En la nueva sociedad de
consumo se enfatiza la diferencia, la diversidad, porque genera nuevos merca-
dos para el desarrollo de la economía capitalista. Al mismo tiempo que se crean
nuevas diferenciaciones sociales (más estilos de música diferentes, que proporcio-
nan sus respectivas identidades a los aficionados), resurgen antiguas diferencias,
que se convierten en diferencias identitarias aptas para los nuevos mercados de
consumo (como por ejemplo, la aceptación de la recuperación de las identidades
culturales amenazadas, largamente reclamada, pero nunca vista con tan buenos
ojos como hasta ahora, cuando se le ha encontrado otro sentido).
© FUOC • P05/80042/00920 7 Consumo y transformación social
Objetivos
3. Entender que, hoy por hoy, el consumo de nuevas tecnologías es una ne-
cesidad psicológica básica que transforma a los individuos tal y como los
hemos conocido hasta ahora.
Esta visión tan negativa, y tan característica de las grandes narrativas de la moder-
Grandes narrativas
nidad, no deja de ser problemática, porque presupone un ser humano verdadero
y esencial anulado por un ser humano pasivo, manipulado psicológicamente, El humanismo, el comunismo,
el fascismo o la ciencia positi-
presa fácil de la creación de falsas necesidades por parte de las grandes empresas, vista son algunas de las gran-
des narrativas sobre el ser
y por lo tanto oprimido y sometido por el mercado, que lo condena a vivir una humano.
seudovida individual. Esta visión, aunque contiene un cierto aroma de verdad,
deja de lado el carácter activo de las personas a la hora de utilizar sus posibilidades
de consumo para convertirse en participantes activos de la sociedad. El problema
es que la persona no se dejar manipular pasivamente, sino que participa activa-
mente de esta “manipulación”, creando vínculos y distinciones sociales (Bour-
dieu, 1979), relaciones y estatus que configuran una identidad buscada y deseada
activamente.
Poder
La crisis de esta visión negativa, de inspiración marxista y humanista, de la de-
nominada cultura de masas todavía se hace más patente con la aparición de la La distinción entre necesidades
reales y falsas del ser humano
llamda sociedad del conocimiento y su voz de la conciencia: el posmodernismo. nos hace caer en la trampa de
buscar a alguien que pueda
En el discurso posmoderno se insiste especialmente en criticar esta distinción proporcionarnos la verdad so-
entre necesidades reales y falsas del ser humano, pero no por esto se considera bre estas cuestiones y, por lo
tanto, nos somete otra vez a
que haya que dejar de lado la reflexión ética. Se considera que la moral no se nuevas redes de poder: la
primera, la ciencia.
puede imponer desde ninguna gran narrativa de tipo universal, es decir, apli-
© FUOC • P05/80042/00920 10 Consumo y transformación social
cable de la misma manera para siempre y para todo el mundo, sino que debe
partir de reflexiones situadas en los diferentes contextos locales. Así pues, tam-
bién habrá que pensar en una ética del consumo local, diversa y situada, que
nos ayude a jerarquizar, de manera diferente cada vez, las necesidades priori-
tarias en cada circunstancia. Como consecuencia de todo esto, aparece en los
estudios culturales una simpatía creciente por las formas populares del consu-
mo, entendidas ahora como recreación y resignificación activa, y no como
mera absorción de las directrices del mercado capitalista.
No es extraño, pues, que entre las preferencias de consumo más populares estén
las novedades tecnológicas. La tecnología ha reducido la importancia de la pro-
ducción, material y simbólicamente, y ha disminuido los costes de producción,
obviamente, pero también ha reducido el significado central que tenía la pro-
ducción para las personas. Además, ha puesto en primer plano el momento de
la creación, el conocimiento, como proceso central de la economía en un mun-
do globalizado, en donde los “pobres” se pueden hacer cargo de la producción,
un proceso que ensucia, y también es contaminante y poco enriquecedor, gra-
cias a las leyes internacionales sobre patentes y copyright que, de paso, otorgan
legitimidad cultural al desarrollo tecnológico.
Son tres jóvenes que viven en Ciudad de México. Tienen catorce, trece y catorce años,
respetivamente, y en las entrevistas que les hicieron los autores de este módulo para un
estudio reciente sobre jóvenes y consumo de nuevas tecnologías nos comentaron que les
encanta entrar en páginas web de móviles. Los comparan, los valoran, los miden, los pe-
san, pero sobre todo los adoran y, a veces, los consiguen. Sin embargo, lo que les apasio-
na, en el fondo, no es el móvil en sí, ni sus funciones, cada vez más variadas y complejas,
sino el hecho de estar a la última moda, de saber qué pueden hacer, de descubrir cómo
funcionan, qué más pueden sacar. Lo que les apasiona, como a todos los consumidores
de tecnología, es la innovación: es convertirse en copartícipes de una nueva experiencia
intelectual.
brá tantos móviles como individuos, y de momento parece que sólo se libran Que nosotros recordemos, la
última tecnología que había
los extremos del desarrollo humano, es decir, la primera infancia y la extrema conseguido un nivel similar,
vejez, que son los pocos colectivos que quedan libres de móviles, pero no de prácticamente absoluto, de di-
fusión social, era el reloj de pul-
otros artefactos de control, como pueden ser los aparatos para escuchar y/o vi- sera. Y no podemos negar los
efectos que el reloj de pulsera
gilar a los bebés a distancia, las cámaras web situadas en guarderías o la telea- ha tenido en nuestra vida: indi-
sistencia domiciliaria, con aparatos que detectan todos los movimientos que vidualiza el tiempo y nos hace
a cada uno de nosotros, de
hace una persona mayor en su domicilio. manera claramente individual,
responsables de la gestión de
nuestro tiempo, el cual se con-
vierte en una posesión privada.
Como en el caso de otras tecnologías de la información y la comunicación, el
El tiempo pasa de ser de domi-
móvil también produce efectos a gran escala sobre las posibilidades que tienen nio público, una cuestión co-
lectiva, en la que los ritmos y
los individuos de pensarse a sí mismos: las rutinas son los mismos para
todos los miembros de la co-
munidad, a una cuestión indi-
1) Los móviles dan valor al individuo que los tiene. En este sentido, son un ele- vidual: cada uno tiene su
propio ritmo y se organiza el
mento de exhibición por parte del individuo, que le ayuda a mostrarse como tiempo individualmente, se-
gún sus circunstancias. Cada
miembro de un grupo y no como solitario. Gran parte del estatus de alguien lo uno de nosotros es responsa-
proporciona, actualmente, la multiplicidad de relaciones que puede mantener. ble de la gestión de su tiempo
y es quien ha de rendir cuentas
El móvil permite mostrarse como un yuppie de las relaciones, de las gestiones. de esto a los otros, justificarse
personalmente, por ejemplo, si
Mientras se espera a alguien, se habla con otra persona por el móvil. no se ha podido cumplir deter-
minado compromiso por “falta
de tiempo”, no se ha dedicado
2) El móvil es un paso más hacia la individualización de la comunicación. Es “bastante tiempo” a un deter-
minado asunto, o “se ha perdi-
un acto entre dos individuos (o más, en el caso de las llamadas múltiples), en el do el tiempo”. A partir del reloj
de pulsera, la organización so-
que no toma parte ninguna persona ajena al medio de comunicación. Ya que- cial deja de ser vista como la
dan lejos los tiempos del teléfono único para todo un barrio, cuando todo el entidad que gestiona el tiempo
y, por lo tanto, la responsable
mundo sabía quién llamaba, y pronto quedará lejos el teléfono de casa, que de los tiempos, de los momen-
tos, que los individuos pueden
hace participar a toda la familia de cada una de las llamadas de sus miembros. dedicar a sus actividades. El
tiempo pasó de ser el tiempo
objetivo de la comunidad a ser
3) El móvil representa la disponibilidad permanente de un individuo. Con el el tiempo subjetivo del indivi-
duo, pues es al individuo al que
móvil, se está accesible siempre. Ahora la comunicación interpersonal no es una “el tiempo le pasa volando”.
situación de un momento, sino un estado virtual permanente. En cualquier mo-
mento alguien te puede llamar. En este sentido, es una nueva forma de autocon-
trol. Siempre estás visible, es el nuevo panóptico, ya que cuando te llaman
tienes que rendir cuentas de dónde estás y de qué estás haciendo. Si no has po-
© FUOC • P05/80042/00920 12 Consumo y transformación social
4) El móvil también es una exigencia de controlar a los otros. También se les pide
que estén permanentemente accesibles. Si no localizas a alguien, cuando hablas
con él o con ella le pedirás una explicación sobre las razones de este hecho. Se es-
tablece un nuevo sistema de justificaciones legítimas: estar en un lugar público
(reunión, teatro, etc.) es una justificación razonable, mientras que desconectar el
móvil para querer estar solo evidencia un problema que hay que tratar.
Les encanta buscar en la Red: fotos y postales de lugares que difícilmente visitarán; pági-
nas con información de sus artistas musicales preferidos; documentos sobre animales
exóticos o curiosos; trucos para avanzar pantallas o alcanzar mejores puntuaciones en los
videojuegos; o también, como no podía ser menos, pornografía.
Por otro lado, tienen una percepción del paso del tiempo más rápida. Consideran que lo que
pasó hace más de seis meses sucedió hace mucho tiempo. Por ejemplo, explicaron que tenían
una dirección electrónica y que la utilizaban desde hacía mucho tiempo. Cuando les pregun-
tamos cuánto, las respuestas oscilaban entre cuatro y nueve meses.
Al igual que las emociones son, por definición, temporales, breves y fuertes, el
consumo de nueva tecnología también lo es. Las empresas se lanzan a una ca-
rrera desenfrenada para seducir al consumidor con innovaciones constantes,
o al menos para convencerlo de que lo que ofrecen es nuevo (como hace
Microsoft con sus lanzamientos estrella de Windows nuevos cada dos años, con
diferencias prácticamente imperceptibles respecto a las versiones anteriores). Para
los consumidores jóvenes, el desenfrenado ritmo de aparición de los nuevos pro-
ductos provoca que su vida se mueva al ritmo del cambio permanente, aunque
realmente no puedan acceder a todas las versiones de los productos.
Por otra parte, las nuevas tecnologías también permiten asegurar al consumi-
dor la novedad permanente.
“El cansancio ante los mismos objetos de años, el aburrimiento ante los mismos vestidos,
los mismos muebles, las mismas alfombras, el mismo televisor, invita también a consu-
mir, no por supervivencia física, sino por cambiar de tercio, por abrirse a una cierta no-
vedad. El new look, el cambio de tinte, peinado, la operación de los ojos para no verse más
con gafas, con lentillas, las reformas constantes en la casa para que parezca distinta. Ese
afán de cambio que siempre lleva implícita la promesa de que lo nuevo será mejor, de que
en lo nuevo encontraremos lo que añorábamos. Puede entenderse que este afán de cam-
bio está ligado al deseo incesante de disfrutar de experiencias nuevas a través del consu-
mo, esas experiencias que puede ofrecer la economía a los seres humanos, siempre en
busca de la felicidad. Pero también puede entenderse como afán de novedad, en el sen-
tido que da a esta expresión Campbell, como esa indefinida capacidad de crear nuevos
deseos de objetos a la que da el nombre de ‘hedonismo imaginativo’. La motivación bá-
sica del consumismo, es el deseo de experimentar en realidad el placer que el consumidor
ya ha disfrutado en la imaginación. Sólo los nuevos productos parecen poder realizar esta
ambición, pero como ninguno lo logra, esperamos otros nuevos. Este juego dinámico en-
tre ilusión y realidad es la clave para entender el consumismo moderno. Los sueños no
son creados por la publicidad, el deseo de consumir no sería creado por los especialistas
en marketing, sino que el marketing sintonizaría con un profundo deseo interior, con el
perpetuo desajuste entre sueño y realidad. Por eso, el adjetivo calificativo ‘nuevo’ se ha
convertido en sinónimo de deseable sin necesidad de explicar por qué lo es: la novedad
aparece en sí misma como un valor indiscutible.” (Cortina, 2002, p. 84).
© FUOC • P05/80042/00920 14 Consumo y transformación social
Rebeca
Rebeca puede ir a fiestas, raves que localiza previamente por Internet gracias a su móvil.
Incluso sin tener crédito para hacer llamadas ni enviar mensajes, el móvil la convierte en
una persona permanentemente localizable pero libre, hasta el punto de que cuando le lla-
man sus padres o hermanos podría mentir y decir que está en cualquier otro lugar más ade-
cuado para sus catorce años, pero no lo hace. La tecnología ha cambiado la relación que
mantiene con sus padres, que se ha convertido en una relación de confianza que se traduce
en madurez personal.
Nuestro estilo de vida puede variar a lo largo de la vida según las diferentes situa-
ciones económicas en las que nos encontremos y los grupos con los que com-
partamos el espacio social; por lo tanto, no es una opción voluntaria del todo.
De la misma manera, la participación en las prácticas de consumo de nuevas
tecnologías no es plenamente libre, sino que se encuentra condicionada en
© FUOC • P05/80042/00920 15 Consumo y transformación social
Damián
Tiene diferentes identidades, entre las que salta como de una pantalla de ordenador a otra.
En todas se siente cómodo, y también se porta bien con los padres, los amigos y la familia.
Sin embargo, su vida cambia radicalmente dependiendo de si está en la escuela, en su casa,
en el cibercafé, en casa de amigos jugando con videojuegos, o en la sala de máquinas recrea-
tivas de su barrio. En la sala de máquinas es un bailarín experto (hay una máquina de bailar
que marca los pasos). En casa es un niño aislado, centrado en los videojuegos, a los que de-
dica muchas horas seguidas sin ver a nadie. Con sus amigos de la escuela es un competidor
feroz para obtener puntuaciones récord. En el cibercafé se conecta a la Red, sí, pero sólo ins-
trumentalmente. En realidad va a ver a los amigos, mayores que él, porque el ordenador de
su casa es mejor que los del cibercafé. Además, con algunos amigos comparte un secreto: está
escribiendo una novela de aventuras (ya lleva más de treinta páginas escritas) que querría lle-
gar a publicar, aunque su sueño es verla convertida en un videojuego. A pesar de todo esto,
el curso pasado suspendió cinco asignaturas, entre las que nos consta que se encuentran la
lengua española y la informática –¡qué gran absurdo del sistema educativo! Con su tía com-
parte la afición por las canciones de Silvio Rodríguez, pero con sus primos comparte la afición
por el grupo de rock mejicano Genitalica.
Gustavo
Le gusta ser especialista en el juego en red Age of empires porque sus padres no saben jugar,
no lo entienden y, además, consideran que es una pérdida de tiempo. En parte construye su
individualidad gracias a lo que le posibilita la tecnología, pero no por el simple hecho de es-
coger un juego incomprensible, sino porque en este juego su vida se extiende de manera
infinita, más allá de las restricciones paternas. En Age of empires escoge a los amigos y los
enemigos, decide si construye una ciudad o destruye otra, maquina estrategias para ganar
a personas a las que no ha visto nunca, etc.
Lo que le gusta a Gustavo es gobernar sus ciudades virtuales, conseguir que sus
sujetos sobrevivan y se desarrollen. La tecnología le ha proporcionado repen-
© FUOC • P05/80042/00920 17 Consumo y transformación social
tinamente lo que hasta ahora sólo era una promesa lejana de la sociedad a los
individuos: capacidad de elección y decisión prácticamente ilimitadas.
Rebeca
Rebeca entra en páginas web de ropa y comprueba los diferentes tipos de pantalones te-
janos que hay antes de ir a la tienda y probárselos para ver cómo le queda la ropa que, de
momento, no se ha podido comprar.
A Gustavo los juegos le permiten ser actor en una vida que le deja poco espacio para ac-
tuar. A Damián, la afición por los videojuegos, un incipiente interés por la programación
y el talento para descubrir errores en los juegos le llevan a convertirse en autor y a escribir
su propia aventura. A Rebeca la Red le permite ser, probarse ropa, asistir a fiestas, impri-
mir postales de paisajes que le gustaría conocer y aprender cosas sobre animales y plantas
que no puede ver directamente.
Todas las personas tenemos una capacidad cultural adquirida que nos prepara
Jóvenes y consumo
para el consumo, es decir, una serie de aptitudes sobre cómo hay que tratar los
productos de consumo, bien aprendida durante las primeras etapas de la so- Las dinámicas del ocio juvenil
ponen de manifiesto que, más
cialización. Además, gozamos de una serie de redes sociales (familia, amigos, que el ocio, lo que está en jue-
go es ser considerado joven
compañeros, etc.) que nos ayudan, que son nuestro apoyo. Ahora bien, pue- y la misma posibilidad de parti-
cipar en algún proceso de in-
den serlo tanto para ayudarnos a consumir como para ayudarnos a no hacerlo serción social (podéis ver,
y proporcionarnos alternativas. Las redes tecnológicas amplían este tipo de re- por ejemplo, Alegre y Herrera,
2000, o bien Miles, Cliff,
des sociales, multiplican su efecto, pero no nos dicen en qué dirección irán ni y Burr, 1998).
qué efectos concretos tendrán sobre nuestra vida. Lo que está claro es que di-
funden modelos de vida que antes eran de difícil acceso, y por este motivo
pueden tanto incitar al consumo compulsivo como a su resistencia.
Si la identidad se basa
Sin embargo, más allá de esto, ser un consumidor se ha convertido nuestra en el consumo,...
identidad dominante. El consumo ya es una manera de relacionarse entre las ... entonces no tener dinero te
convierte en todo un inútil.
personas que intercambian regalos, van juntas al cine o a un concierto. Es una
© FUOC • P05/80042/00920 19 Consumo y transformación social
En este sentido, también hay que considerar que parece que la desventaja no es
sólo para el denominado Tercer Mundo, sino que en el Primer Mundo se necesi-
tan cada vez menos trabajadores para producir, gracias a las nuevas tecnologías,
y los que quedan tendrán contratos temporales y contratos basura. Da la sensa-
ción de que la riqueza y la pobreza se irán redistribuyendo: habrá una minoría
de personas cada vez más ricas, con un potencial de consumo desproporciona-
do, y una mayoría de personas cada vez más pobres, siempre en equilibrio por
encima de la sutil frontera que separa la inclusión de la exclusión en la sociedad
de consumo. Sin embargo, probablemente estas personas estarán repartidas de
manera más uniforme entre los diferentes países. Esto implicará una reducción
en las diferencias entre países y un aumento de las diferencias dentro de cada
país.
tismo sólo es una cara del problema; también hay que poder permitirse estos
programas y, lo que es más difícil, estar al día. El uso de nuevas tecnologías
forma a los sujetos activos y, por lo tanto, políticamente relevantes de nuestra
sociedad. Quedar fuera no significa solamente no poder ir a comprar virtual-
mente o no escribir una carta por correo electrónico, sino también dejar de en-
tender qué tipo de personas son las que te rodean. Es, simplemente, y la
metáfora resulta muy adecuada, quedar desconectado.
1.2.1. Inclusión
Las nuevas tecnologías nos incluyen en redes de relaciones por las que circula
¡ No a la guerra !
gran parte de la información política de cada momento. Por ejemplo, el 81,3%
de los usuarios catalanes de Internet utiliza el correo electrónico y el 37,5% El éxito de las movilizaciones
masivas del mes de abril del
utiliza el chat, una proporción más elevada que la que se encuentra en la ma- 2003 contra la guerra no se
podría haber producido sin las
yoría de los estudios internacionales (Castells y Díaz, 2001), y eso que todavía nuevas tecnologías, mediante
las cuales circuló la mayor par-
no hay datos del uso de chat mediante móviles, pero parece un fenómeno en te de la información.
alza. Cuando se tiene una dirección electrónica, se puede recibir mucho correo
basura (spam), pero también la persona se sitúa en la órbita de los amigos con
correo, y se puede integrar en una red de extensiones insospechadas.
1.2.2. Exclusión
Hay que subrayar otra vez la importancia de pensar que la exclusión de las
nuevas tecnologías es más un producto de la exclusión del consumo, una ex-
clusión económica, que una exclusión educativa.
Son conscientes de que el dominio de las nuevas tecnologías es importante y los tres lo
reflejan en su discurso. Sin embargo, mientras que los dos primeros van a escuelas priva-
das y, por lo tanto, tienen acceso a medios tecnológicos en su entorno inmediato, en el
caso del tercero, el hecho de asistir a una escuela pública lo sitúa inmediatamente en el
centro del problema, ya que muchos de sus compañeros no participan en este consumo.
Para Gustavo, su ordenador está obsoleto, pero sabe que al menos tiene uno, y también
que forma parte del 20% de chicos y chicas de su clase que tiene móvil.
Los que por razones económicas no puedan consumir nuevas tecnologías que-
darán excluidos, pero no de la sociedad, sino de sí mismos, porque las nuevas
tecnologías ofrecen formas de vida para uno mismo. Ofrecen a las personas
nuevas subjetividades, nuevas maneras de sentir y nuevos afectos.
A diferencia de lo que dicta generalmente el sentido común, que los medios En esta página web
encontraréis ejemplos de
de comunicación reproducen con la colaboración de algunos “expertos” en los proyectos de arquitectura
relacional de Rafael Lozano Hemmer, un
alienación juvenil, los grupos de jóvenes no son meros receptáculos de los es- artista que resignifica efímeramente los
espacios arquitectónicos mediante
el uso de nuevas tecnologías.
tándares estilísticos producidos por el teenage marketing, sino que participan ac- http://www.fundacion.telefonica.com/
at/rlh/proyecto.html
tivamente en su selección, recontextualización y resignificación. Los jóvenes
son realmente capaces de desarrollar mecanismos críticos a partir de los cuales
hacen interpretaciones libres y creativas de los elementos que el mercado
pone a su alcance.
Para acabar este primer apartado, haremos una reflexión final sobre la relación
entre consumo y nuevas tecnologías. Estas últimas modifican una de las con-
diciones que dificultaban el pleno despliegue de una sociedad de consumo
completa. Algunos productos no eran accesibles desde todas partes, las barre-
ras a la distribución, económicas y políticas, resultaban lo suficientemente efi-
caces como para impedir que determinados productos fueran distribuibles en
según qué lugares. Las tecnologías de la información y la comunicación ofre-
cen este acceso universal y constante a todos los productos (siempre que se
puedan pagar). El problema es que con esto, todo el tiempo y toda la actividad
social se encuentran dentro del consumo, son comerciales y productivos. El
estado de consumo permanente es posible. La trampa está en creer que el
consumo ilimitado es igual al desarrollo del proyecto de vida que se quiere,
por no hablar del problema de la sostenibilidad de este modelo.
© FUOC • P05/80042/00920 23 Consumo y transformación social
cada uno puede asumir, ahora sí, sea joven o no. Los movimientos sociales son
reabsorbidos a medida que se organizan, como pasa, por ejemplo, con el mo-
vimiento gay-lésbico, que a medida que se normaliza pierde peso político pero
lo gana económico. Hoy día cualquier grupo se puede comprar, se le pueden
vender productos hechos a medida, puede ser considerado un conjunto de con-
sumidores potenciales, tanto si son mujeres como niños o amantes de cualquier
género musical.
“El marketing y todos aquellos que se dedican a intentar vender artículos y medios cul-
turales están en crisis permanente porque los consumidores (especialmente los jóvenes)
no paran nunca de moverse. Las categorías o los límites del mercado son absolutamente
inestables (especialmente las categorías de la juventud), y hoy por hoy es virtualmente
imposible predecir los criterios del gusto del futuro (especialmente del gusto juvenil) […]
Las industrias culturales tendrían que ser vistas más bien como proveedoras de recursos
simbólicos –teniendo en cuenta así el único mundo cultural conocido por la mayoría de
jóvenes– y hay que entender que, entre estos recursos simbólicos, la experiencia, la iden-
tidad y la expresión juvenil son modeladas creativamente.” (Willis, 1998, p. 49)
El énfasis local para luchar contra la uniformidad no es, pues, una estrategia
inteligente para enfrentarse a la globalización capitalista. Aunque el discurso
de la etnicidad se puede comprender como una respuesta política lógica a la
globalización económica (Amin, 1999), es importante ver que al mismo tiem-
po le hace el juego. Si pensamos que los estados contemporáneos son mucho
menos numerosos que los grupos del mundo que pueden aspirar a un recono-
cimiento étnico, podemos deducir que la mayor parte de los estados son frag-
mentables territorialmente. Bauman (2001) desarrolla un argumento muy
sugerente en este sentido. Para él, nadie tendría que pensar que el incremento
de demandas de reconocimiento nacional va en detrimento del proceso de
globalización. Al contrario, el globalismo necesita estados pequeños, cada vez
más débiles, que sean incapaces de mostrar una oposición seria a la libre
circulación del capital.
Por ejemplo, la compañía McDonalds hace una campaña en la que “personaliza” las
hamburguesas y las elabora con formatos griego, hindú, mediterráneo, escandinavo, etc.
© FUOC • P05/80042/00920 26 Consumo y transformación social
En el caso de la ética del consumo, nos encontramos con dos posiciones dife- Lectura recomendada
rentes. Una de ellas considera que mediante el consumo responsable las perso-
Una buena visión global
nas podemos cambiar nuestra sociedad, ya que cada decisión de consumo de la sociedad de consumo,
enfocada desde el punto de
siempre es una opción en favor de una marca u otra, de unas prácticas u otras, vista de la ética, es el libro
siguiente:
de una identidad u otra. Por otra parte, hay quien considera que consumir siem-
A. Cortina (2002). Por una
pre será un mecanismo de perpetuación del capitalismo, que lo que hace falta Ética del consumo. Madrid:
Taurus.
hacer es cambiar el sistema y que la manera de hacerlo no es consumir de otra
manera, sino consumir menos o no hacerlo.
Desde la primera posición parece que son los consumidores, o sea, las personas
entendidas individualmente desde la óptica del consumo, las que tienen que
tomar las riendas del consumo y de la producción; ellas tienen en sus manos
las puertas de la economía y de la historia, porque toman las decisiones sobre
qué se consume, cómo, cuándo y dónde.
“Pero justamente porque todo has tiene su envés la pregunta decisiva es por qué todo an-
verso tiene su reverso, pregunta ante la que sólo cabe responder que la acción de consu-
mir y las formas de consumo están en manos de la libertad, que es realmente la esencia
humana. La cuestión es quién decide lo que se consume y lo que se produce, y quién de-
bería decidirlo. La cuestión no es tanto quién controla (Fukuyama), sino quién asume la
responsabilidad del consumo y la producción desde unos valores éticos que se proclaman
globalmente.” (Cortina, 2002, p. 28)
otro lado, toda decisión que se toma tiene lugar en un contexto discursivo en el
que los medios de comunicación desempeñan un papel importante, porque apor-
tan constantemente argumentos y elementos de problematización. Hay que te-
ner en cuenta que la libertad no puede considerarse en abstracto como una
característica esencial y no problemática del ser humano. Toda decisión se toma
siempre después de una consulta, implícita o explícita, más o menos consciente,
a las comunidades de referencia del individuo.
También parece claro que la conciencia del consumidor sobre las repercusiones
éticas de su conducta no necesariamente se limita a los tópicos de quien paga man-
da o el cliente siempre tiene la razón. La ética del consumo no puede consistir sólo
en un catálogo de marcas apropiadas (con sello de conducta ética) o bien en el
ejercicio aislado del boicot particular a determinado producto por la razón que
sea. Una cosa son los derechos del consumidor y otra, sus compromisos hacia el
objeto consumido y los efectos de este consumo para su entorno. De momento,
es de sentido común que el consumidor tiene derechos, pero no queda claro si tie-
ne algún deber, o al menos esta cuestión parece optativa. Sin embargo, la simple
alusión a un tipo de deber al que esté vinculado el consumo hace que éste pierda
su encanto.
Muchas personas piensan que sólo nos falta preocuparnos por las desgracias ajenas,
Lectura recomendada
cuando ya tenemos bastante trabajo con las nuestras. Apenas disponemos del tiempo y
la energía necesarios para reclamar nuestros derechos de consumidor cuando son vulne- Un experimento
rados, y lo hacemos demasiado poco, para que nos quede tiempo para cuestionar elemen-
Podéis dar un vistazo
tos vinculados al consumo de manera más indirecta, como las generaciones futuras o a la lectura siguiente para
como la situación en el Tercer Mundo, que suele concebirse más como una desgracia aje- entender la relación entre
na que como una situación en la que podamos tener una cierta responsabilidad. La ges- altruismo y gestión del
tión del tiempo aparece como un eje fundamental para cualquier comportamiento ético: tiempo:
si tenemos tiempo, lo hacemos, si no, no. J. M. Darlei y C. Daniel
Batson (1973). From
Jerusalem to Jericho:
a study of situational and
En cualquier caso, las consideraciones que apelan al consumo responsable, dispositional variables
in helping behavior. Journal
o bien al comercio justo, continúan considerando de alguna manera que of Personality and Social
Psichology, 27(1).
la responsabilidad es individual y no de cariz eminentemente social. Una
La encontraréis traducida
concepción más social del consumo responsable requiere acciones tanto al castellano en la asignatura
Introducción a la psicología
desde prácticas cotidianas y de estilos de vida, como desde acciones colec- social
tivas, institucionales y civiles. (http://cv.uoc.edu/
continguts/
UW04_80006_00994/web/
main/m1/V1.html).
La segunda opción representa una opción política. Puesto que todos somos
consumidores, nuestra ética no puede estar basada únicamente en decisio-
nes individuales de comportamiento responsable que, a menudo, son im-
posibles simplemente porque el mercado, supuestamente libre, no lo es, y
no permite espacio para los productos que algunos consideramos éticos. El
consumidor es visto como un ciudadano que participa activamente en la
definición de su entorno mediante la práctica política y la intervención en
los espacios de decisión y manifestación colectivos.
© FUOC • P05/80042/00920 29 Consumo y transformación social
Relaciones de consumo
– Pero es igual. Lo miramos todo y seguro que encontramos algo que nos apetece. Pode-
mos llevar a mi nieto. Lo dejamos en el parque infantil, y a mi hija le hacemos un puente
de plata.
– No empieces con la cosa ética. Mira, te lo pongo fácil: si aumenta el consumo, aumenta
la demanda; si aumenta la demanda, crece la producción; a mayor producción, más pues-
tos de trabajo, más dinero, y la riqueza se va extendiendo hasta llegar al Tercer Mundo.
Con lo cual, además de pasar una tarde curioseándolo todo, nos ganamos un reconoci-
miento como benefactoras de la humanidad.
– O no; al aumentar la demanda, aumenta la productividad porque las empresas que pue-
den hacerlo usan tecnologías punteras y no necesitan contratar a nadie nuevo. Más bien
pueden recortar plantilla con tal de que los que queden produzcan más. Y, si contratan
a algún infeliz, es con uno de esos contratos basura que valen para unos meses y dan para
comer, y gracias. Y en vez de “beneficiar” a la humanidad, parece que aumenta la renta
per cápita y bajan las cifras del paro porque hay dos contratos basura en vez de uno dig-
no, pero no es verdad. Al Tercer Mundo, desde luego, no le llegan ni las sobras, porque
no son sus productos precisamente los que vamos a comprar, con las barreras comercia-
les, ni llegan. Por si faltara poco, la casa se llena de trastos. Cómo no, hay ya un ordena-
dor con su mesita, aparato de aire acondicionado, que hace un ruido infernal, pero a los
ecologistas esto del ruido no les preocupa, ni se sabe por qué, papeles de propaganda a
miles.
– ¿Y tener que amueblarla, limpiarla, pagar una contribución más alta, abrir otro frente
de burocracia? ¡Ni hablar!
– Pero eso da tono, mujer. Y para limpiar contratas a una inmigrante y le haces un favor.
Hasta, si quieres, le puedes pagar el mismo sueldo que le darías a una chica de aquí.
– Que no, que no quiero una casa más grande, y que a los inmigrantes a ver si los em-
pleamos también en otras cosas, que parece que no puedan hacer sino lo que otros no
quieren.” (Cortina, 2002, p. 11-12)
© FUOC • P05/80042/00920 30 Consumo y transformación social
“La obligación social del individuo de mostrarse racional lo lleva a justificar las acciones
cometidas como si haberlas emprendido dependiera únicamente de él o de ella. La con-
secuencia immediata de eso es la recreación pública de la ideología dominante. La su-
puesta libertad del individuo para resistir toda influencia hace que ésta pueda
reproducirse con toda tranquilidad. Como afirma Tomás Ibáñez, nos sometemos cons-
tantemente a situaciones que nos inducen a entrar en una esfera de poder con el fin de
evitar una serie de micropenalizaciones que quizá no son muy importantes tomadas una
por una, y que provocan microsumisiones libremente aceptadas. Esto explica el hecho
de que seamos las mismas personas las que construimos la ideología dominante sin que
ésta tenga que imponerse de manera masiva o macro. Como intentaban explicar las teo-
rías de la comunicación persuasiva, la ideología dominante no necesita ser absorbida me-
diante mecanismos ocultos de influencia subliminar o bien por medio de grandes aparatos
propagandísticos; sino que le basta con ser practicada en el día a día, la necesidad de justi-
ficación que siente un individuo ’libre’ ya hará el resto. Y recordad que los roles son un me-
canismo fundamental de esta construcción, el lugar que ocupamos en la sociedad provoca
una serie de microobligaciones ‘libremente aceptadas’ por el individuo que también pre-
suponen una determinada ideología.” (Feliu, 2001)
3.3.1. Igualdad
Entre los siglos XIX y XXI, la igualdad ha cambiado mucho. Concebida inicial-
mente como una plena igualdad que tenía que conducir a la creación de so-
ciedades utópicas perfectamente homogéneas en cuanto a condiciones de ‘Igualdad’, en árabe.
Derecho a la...
... autodeterminación
de los pueblos.
3.3.2. Libertad El problema de la libertad
de las colectividades continúa
siendo un problema no resuel-
La idea de libertad no ha sufrido este tipo de transformaciones. Desde el mis- to. Es un derecho no reconoci-
mo inicio de la proclamación de los derechos del ciudadano, en la República do por la mayoría de los países,
que sí que han reconocido el
Francesa surgida de la revolución, siempre ha hecho referencia a la libertad in- derecho a la libertad de sus in-
dividuos, siempre que no sea
dividual. Las tensiones en torno al valor de la libertad han ido, por lo tanto, de manera organizada y que
no pueda cuestionar las estruc-
en la dirección de matizarla en relación con la colectividad. ¿Hasta qué punto turas de los estados nación
la adscripción y la pertenencia a un determinado grupo pueden coartar la li- modernos. ¿Cuántas veces se
apela a la unidad de mercado
bertad individual? ¿Son igual de libres los que pertenecen a colectivos discri- para cuestionar este tipo de
reclamaciones?
minados que los que forman parte de grupos dominantes? Y en el interior de
un mismo grupo, como es el caso de las relaciones de género, ¿gozan sus
miembros de la misma libertad? ¿Pueden ejercer esta libertad de la misma ma-
nera dependiendo de la división del trabajo y de su posición social?
3.3.3. Fraternidad
Resumen
Propuestas de reflexión
1. Reflexionad sobre vuestras prácticas de consumo e intentad identificar sus rasgos. ¿Estáis
ante actos individuales o sociales? Haced este ejercicio pensando especialmente en vuestro
consumo de nuevas tecnologías, y mirad si presenta características diferentes del consumo
de otro tipo de productos.
2. Haced un pequeño ejercicio de interpretación semiótica, como el que hemos hecho so-
bre el móvil en el punto 1.1 de este módulo, pero con otra de las tecnologías de la infor-
mación y de la comunicación. Os pueden ayudar las pistas que encontraréis en esta
página web: http://www.aber.ac.uk/media/Documents/S4B/semiotic.html (hay una ver-
sión en español publicada en formato papel en Ecuador: D. Chandler [2001]. Semiótica
para principiantes. Quito: Abya-Yala).
3. En el punto 4.3 se os ha propuesto que la fraternidad puede ser un valor útil para resolver
algunos dilemas éticos de la sociedad de consumo. Una posible aplicación de esto tiene que ver
con cómo pensáis el don, es decir, el hecho de hacer regalos. Pensad en esto primero y después
consultad el punto “Solidaridad: la economía del don”, de Cortina (2002), p. 282-290.
Glosario
capacidad de consumo f Número de bienes a los que se tiene acceso si se dispone de los
medios económicos. Es potencial.
estilos de vida m pl División de las formas de vida de una sociedad basada en el consumo.
El estilo de vida se define a través de qué, cómo, cuándo y dónde se consume.
excluidos m pl Personas que no pueden acceder a los recursos económicos, políticos y so-
ciales que la sociedad de consumo pone a disposición de los miembros.
poder adquisitivo m Conjunto de los medios económicos necesarios para hacer efectiva
la capacidad de consumo.
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