Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PARA EL DESARROLLO
CUATRIMESTRE 2021
RESPONSABILIDAD SOCIAL
TEMA:
CASO DE RESPONSABILIDAD SOCIAL
ALUMNO:
CATEDRATICO(A):
El plástico es uno de los materiales que más usamos en nuestra vida diaria pero
también es uno de los que más tarda en descomponerse. Cada día el consumo de
plástico crece más hasta llegar a millones de toneladas y son muchos los que
desconocen la cantidad de años que tarda en descomponerse. Su desintegración
es muy lenta, lo que hace que sea un material tremendamente contaminante para
el planeta.
El mar es una zona muy afectada por la invasión de los plásticos. Las partículas
flotantes de plástico se asemejan al zooplancton, lo que ocasiona que estos
deshechos acaben en los estómagos de las aves y animales marinos, siendo
estos un gran riesgo para la vida marina. Varias investigaciones han demostrado
que estos residuos afectan aproximadamente a 270 especies en todo el mundo.
Responsabilidad social
Objetivo: Identificar en ámbitos reales los beneficios de implementar y promover la
responsabilidad social en las empresas, con el propósito de tomar decisiones y
generar interrogantes orientadas al análisis y la reflexión de riesgos e impactos en
la estabilidad económica.
Situación
Antes de iniciar con las preguntas hablare sobre este caso, sobre lo que ocurre en
todo el territorio mexicano.
En México hay hasta 100 proyectos de iniciativas de ley para prohibir, sustituir o
reducir el consumo de plástico. Y 25 Estados con leyes ya aprobadas en la misma
dirección, según los datos de la Asociación Nacional de la Industria del Plástico
(ANIPAC). Pero una cosa es publicar las leyes y otra cumplirlas. No hay sanciones
y si las hubiera, coinciden varios de los que han hablado para este reportaje, la
corrupción a pie de calle se encargaría de solucionar eso.
“Si a una persona se le puede multar por el uso de las bolsas con 160.000 pesos,
llega un inspector y con 2.000 lo arregla”, dice uno de ellos. Con este panorama
parece casi imposible alcanzar las metas acordadas para 2025, para 2030 o 2050.
Esta última fecha es casi un ultimátum mundial: si para entonces no se han tomado
cartas en el asunto de forma responsable habrá más plásticos que peces en los
océanos.
La reconversión de la industria del plástico “no se puede hacer de un día para otro,
pero el periodo debe fijarse en 2025”, sostiene el presidente de ANIPAC, Aldimir
Torres Arenas. Y hace una autocrítica: “Hemos estado creando necesidades para
los productos que fabricamos, hemos sido irresponsables, también la
Administración y los ciudadanos. Todavía no estamos preparados para un gran
cambio, pero trabajamos para estar listos en 2025. Lo que está claro es que la tapa
de la leche no va a tener el mismo color. Hemos trabajado para la mercadotecnia”,
asegura. Torres no cree que la reconversión industrial del plástico signifique la
pérdida de empleos, sino una modificación de los productos. “Los plásticos no son
basura, solo un residuo en un lugar inadecuado”, dice. Y repite una frase que
quieren que cale en el imaginario común: “El plástico no ha sido el villano ni es ahora
el héroe [con la pandemia]. Simplemente es un excelente aliado cuando se usa
responsablemente”. Y cuando no se abusa, pero ninguna de esas dos cosas parece
estar a la vuelta de la esquina.
Gabriela Jiménez recuerda el terremoto que sacudió México en 1985. Ella era
entonces una joven estudiante que compartió las calles con cientos de personas
que aquellos días no tenían techo ni agua. Entre muertos, edificios cercados y otros
que se derrumbaban, “importaba sobrevivir y el Gobierno distribuía agua potable en
botellas de plástico y en tetrabrik. Los cubiertos y los platos eran desechables,
porque no había agua para fregar. El camión que nos proveía de todo aquello
pasaba cada día”. Y los mexican os se acostumbraron a una forma cómoda y
aséptica de salir adelante buscando la alianza del plástico en momentos cruciales,
como antes señalaba el presidente de la industria. La segunda gran ola (o primera,
quizá) que señala Jiménez, ahora bióloga en el In stituto de Ecología de la UNAM,
es el éxodo del campo a la ciudad, “donde las distancias son muy largas y el tiempo
muy poco. Todo es rápido, se desayuna en el autobús, se come en la cafetería o en
la mesa del despacho, se toma el jugo por la calle, lo que importa es llegar pronto a
casa”. Y tener la ensalada en una caja transparente e impermeable. Los
apartamentos cada vez tienen unas cocinas más pequeñas
Esos nuevos productos son los que ahora se ven en los barrios más pudientes de
cualquier gran ciudad. México no es la excepción. Popotes de aguacate, envases
de comida de cartón, bolsas supuestamente biodegradables… Ellos pueden pagar
el sobreprecio de estos recipientes. Sin embargo, en la periferia, los vasos y platos
desechables ensucian las calles. ¿Quiénes están más preparados para dar el salto
a un mundo sin plástico en un país como México, en una ciudad como Ciudad de
México? “Contamina más el dinero”, los empaques ridículos: una mandarina pelada
y metida en un vaso, los libros envueltos en plástico en la Ciudad de México, todos
y cada uno de ellos, librería tras librería, un plátano en una bandeja de unicel… O
una maleta mil veces rodeada de la resistente lámina plástica. Por no hablar de las
dificultades de desenvolver un regalo: primero el papel, luego la caja, luego un
plástico para cada pieza, luego el plástico de burbujas de aire, luego las bridas que
abrazan las piezas… “El empaque es excesivo”, reconoce Torres Arenas, de
UNIPAC.
Quizá la solución venga con la fiscalidad como están haciendo en Europa, por
ejemplo. España acaba de anunciar un impuesto verde a los envases que supondrá,
según los cálculos del Gobierno, una recaudación anual de 724 millones de euros.
Y es uno de los países con la fiscalidad más baja en este sentido. Se plantean con
ello reducir un 15% la generación de residuos en todo el país. Cada año llegan a los
océanos 8 millones de toneladas de plástico, casi lo mismo que produce México. El
camino para seguir comiendo pescado en condiciones no será fácil.
5. ¿Qué pueden hacer las empresas para deshacernos de los plásticos?
En primer lugar: adoptar nuevos modelos de negocio que prioricen el reúso y los
sistemas de entrega que generen menos residuos.
Esto va desde crear nuevos sistemas de relleno y reúso, usar embalaje libre de
plástico, hasta inventar completamente nuevos sistemas de entrega y provisión de
productos.
Un ejemplo de esto sería que las compañías de paquetería para llevar, como Uber
Eats, entreguen los alimentos en recipientes que puedan ser regresados a los
proveedores de las comidas para que ahí los laven y los reutilicen en su próxima
entrega. En algunos países esto ya funciona.
En tercer lugar: Las compañías pueden rediseñar productos que utilicen menos
embalaje o ninguno. Esto funciona bien para productos de cuidado y limpieza
personal. Hay muchas marcas en el mundo que ya distribuyen masivamente
productos que no requieren empaques de plástico, pero ésta es una práctica más
común en negocios más pequeños o locales.
En México, por ejemplo, existe una iniciativa de tienda digital llamada Cero
Plástico que distribuye productos libres de plástico que pueden contribuir a que en
poco tiempo las y los consumidores tengan una vida completamente libre de
desechos de un sólo uso.
Conclusión
El mejor desecho es el que no se produce y tú tienes hoy la oportunidad de hacer
el cambio, se deben de prohibir los plásticos de un solo uso y haga responsable
a las marcas de los envases, empaques y embalajes que utilizan. Exigir a las marcas
reducción en su producción de plásticos.