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UNIVERSIDAD INTERAMERICANA

PARA EL DESARROLLO
CUATRIMESTRE 2021

RESPONSABILIDAD SOCIAL

TEMA:
CASO DE RESPONSABILIDAD SOCIAL

ALUMNO:

JOSE MANUEL PEREZ PERALTA

CATEDRATICO(A):

KARLA MARIANA MITRE

CIUDAD DEL CARMEN, CAMPECHE A 05 DE NOVIEMBRE DE 2021.


INTRODUCCION

El plástico es uno de los materiales que más usamos en nuestra vida diaria pero
también es uno de los que más tarda en descomponerse. Cada día el consumo de
plástico crece más hasta llegar a millones de toneladas y son muchos los que
desconocen la cantidad de años que tarda en descomponerse. Su desintegración
es muy lenta, lo que hace que sea un material tremendamente contaminante para
el planeta.

Dependiendo de la tipología y tamaño de cada plástico tarda entre 100 y 1.000


años en descomponerse. Peor es el caso de los plásticos que se tiran al mar,
que además de acabar con la vida de muchos animales, su tiempo de
descomposición es mayor que si estuviera en tierra firme.

El mar es una zona muy afectada por la invasión de los plásticos. Las partículas
flotantes de plástico se asemejan al zooplancton, lo que ocasiona que estos
deshechos acaben en los estómagos de las aves y animales marinos, siendo
estos un gran riesgo para la vida marina. Varias investigaciones han demostrado
que estos residuos afectan aproximadamente a 270 especies en todo el mundo.
Responsabilidad social
Objetivo: Identificar en ámbitos reales los beneficios de implementar y promover la
responsabilidad social en las empresas, con el propósito de tomar decisiones y
generar interrogantes orientadas al análisis y la reflexión de riesgos e impactos en
la estabilidad económica.

Instrucciones: Revisen el caso siguiente y generen cinco interrogantes sobre las


cuales se puedan abordar los efectos de la inversión para el bienestar ambiental y
cooperación internacional, buscando que se fomente aprendizaje y reflexión en
quienes reciban o respondan tales preguntas.

Situación

Una ONG (Organización No Gubernamental), como propósito de apoyo al bienestar


ambiental global, pretende lograr el compromiso y reducción de objetos plásticos en
la UE (Unión Europea). Sin embargo, el 60% de las industrias líderes comerciales
de la zona, se reúsan a firmar dicho tratado, debido a que “esa es su materia prima”.
Se pretende fortalecer un plan para la reducción de plásticos y encaminarse a su
erradicación.
Solución

Antes de iniciar con las preguntas hablare sobre este caso, sobre lo que ocurre en
todo el territorio mexicano.

El país produce siete millones de toneladas al año y miles de personas comen y


beben en envases de un solo uso que dejan tirados por las calles.

Actualmente la mercancía no se empaca en bolsas en los supermercados, pero el


filete sí, y el pescado, y los pepinos y las fresas. Eso con buena suerte. Lo peor es
cuando la carne se deposita en una bandeja de unicel, más contaminante aún, y se
le dan unas vueltas en láminas de plástico como si se tratara de una maleta en el
aeropuerto. De norte a sur, de las montañas a la playa, las calles siguen llenas de
estas bandejitas, de vasos y cubiertos desechables, de botellas de refrescos, de
envolturas de chuches. Y también en los parajes naturales más agrestes el viento
ha diseminado estos envases que se están devorando los ríos y los mares. Con
este panorama, las bolsas de plástico parecen un problema menor.
Los supermercados, los únicos que parecen acatar esta ley, han puesto a la venta
otras bolsas, de tela no tejida (polipropileno), en su mayoría de color verde y que
muchas veces llegan a casa rotas o a punto de romperse, o sea, prácticamente de
un solo uso. Lo del color no es un detalle vacío, porque ese tinte es más tóxico que
el azul, el rojo, o el blanco, pero las empresas lo piden así para hacerse las
ecológicas. “El pigmento verde deja más huella ambiental, pero es el tono que nos
encargan”, se excusa Víctor Posadas, director general de una fábrica de bolsas de
plástico en Toluca, la capital del Estado de México. “El color natural, el transparente,
es menos tóxico”, sostiene el responsable de Innovaplastix, donde estos días la
producción ha derivado a bolsas para cadáveres de la pandemia y vestimenta
plástica para sepultureros y otros profesionales en contacto directo con el
coronavirus. Los colores siempre han tenido importancia en la industria, porque
convencen o engañan al consumidor. “Las bolsas de color café ahora tienen más
aceptación porque la gente las confunde con las compostables”, explica Posadas.

El asunto de los plásticos es toda una ceremonia de la confusión donde no solo


quedan atrapados los peces. El color despista, el reciclaje para la basura a veces
se vuelve inextricable y cualquiera pensaría que un plástico más denso, más
resistente es más nocivo para el medioambiente. “No es verdad”, asegura Posadas,
“y esas son las bolsas que, precisamente, están prohibiendo”. “Los fabricantes
deberíamos ponernos de acuerdo y hacer bolsas de alta densidad, que además
serían reutilizables. Y también deberíamos acordar los compuestos y los tintes en
la fabricación, porque eso facilitaría el trabajo cuando las tenemos que reciclar en
la fábrica, vengan de donde vengan”.

En México hay hasta 100 proyectos de iniciativas de ley para prohibir, sustituir o
reducir el consumo de plástico. Y 25 Estados con leyes ya aprobadas en la misma
dirección, según los datos de la Asociación Nacional de la Industria del Plástico
(ANIPAC). Pero una cosa es publicar las leyes y otra cumplirlas. No hay sanciones
y si las hubiera, coinciden varios de los que han hablado para este reportaje, la
corrupción a pie de calle se encargaría de solucionar eso.
“Si a una persona se le puede multar por el uso de las bolsas con 160.000 pesos,
llega un inspector y con 2.000 lo arregla”, dice uno de ellos. Con este panorama
parece casi imposible alcanzar las metas acordadas para 2025, para 2030 o 2050.
Esta última fecha es casi un ultimátum mundial: si para entonces no se han tomado
cartas en el asunto de forma responsable habrá más plásticos que peces en los
océanos.

La reconversión de la industria del plástico “no se puede hacer de un día para otro,
pero el periodo debe fijarse en 2025”, sostiene el presidente de ANIPAC, Aldimir
Torres Arenas. Y hace una autocrítica: “Hemos estado creando necesidades para
los productos que fabricamos, hemos sido irresponsables, también la
Administración y los ciudadanos. Todavía no estamos preparados para un gran
cambio, pero trabajamos para estar listos en 2025. Lo que está claro es que la tapa
de la leche no va a tener el mismo color. Hemos trabajado para la mercadotecnia”,
asegura. Torres no cree que la reconversión industrial del plástico signifique la
pérdida de empleos, sino una modificación de los productos. “Los plásticos no son
basura, solo un residuo en un lugar inadecuado”, dice. Y repite una frase que
quieren que cale en el imaginario común: “El plástico no ha sido el villano ni es ahora
el héroe [con la pandemia]. Simplemente es un excelente aliado cuando se usa
responsablemente”. Y cuando no se abusa, pero ninguna de esas dos cosas parece
estar a la vuelta de la esquina.

Cada año se producen en el mundo 400 millones de toneladas de plástico, con


China a la cabeza de la industria. México es responsable de siete millones, que dan
empleo directo a 193.000 personas y genera ventas por valor de 368.000 millones
de pesos. Todo ello supone el 3% del PIB manufacturero. Se exportan 4 millones
de toneladas y se reciclan más de un millón. El envase y el embalaje supone casi la
mitad (47%) de la producción, siempre con datos de ANIPAC.
“La moda de ser ecologistas. Bienvenida sea, pero a qué precio.” Porque si en lugar
de cambiar de hábitos solo se cambian los productos, lo único que se consigue es
trasladar el problema. Ahora se habla de bolsas hechas a base de hoja de plátano,
fécula de maíz, hueso de aguacate… “Cualquier solución que provenga de los
cultivos no es solución, porque el uso del suelo será insostenible y la deforestación
un riesgo probable. Algunas legislaciones también ofrecen falsas soluciones, como
alentar el uso de biodegradables, eso no funciona, porque la fórmula de consumo
sigue siendo la misma, usar y tirar, y lo que hay que hacer es reducir el
consumo, utilizar materiales que se puedan usar más de una vez, muchas veces”,
dice la especialista en Consumo y responsable de Cambio Climático de Greenpeace
en México, Ornella Garelli. El director general de Innovaplastix, en Toluca, añade
algo preocupante: “Hoy por hoy se contamina más haciendo plástico de maíz, no
solo por la producción del grano, agua, químicos, sino porque se gasta más energía
en la fabricación de 250 kilos de ese material que en 400 de película plástica
convencional. Lo mismo ocurre con las compostables. Las empresas no están
preparadas”, sostiene.

A continuación, planteo algunas preguntas orientadas al análisis y la reflexión de


riesgos e impactos en la estabilidad económica. Tal vez sea de acuerdo con lo que
ocurre en nuestro país, pero se aplica para todo el mundo.
1. ¿Estamos preparados para dejar completamente los plásticos?

Gabriela Jiménez recuerda el terremoto que sacudió México en 1985. Ella era
entonces una joven estudiante que compartió las calles con cientos de personas
que aquellos días no tenían techo ni agua. Entre muertos, edificios cercados y otros
que se derrumbaban, “importaba sobrevivir y el Gobierno distribuía agua potable en
botellas de plástico y en tetrabrik. Los cubiertos y los platos eran desechables,
porque no había agua para fregar. El camión que nos proveía de todo aquello
pasaba cada día”. Y los mexican os se acostumbraron a una forma cómoda y
aséptica de salir adelante buscando la alianza del plástico en momentos cruciales,
como antes señalaba el presidente de la industria. La segunda gran ola (o primera,
quizá) que señala Jiménez, ahora bióloga en el In stituto de Ecología de la UNAM,
es el éxodo del campo a la ciudad, “donde las distancias son muy largas y el tiempo
muy poco. Todo es rápido, se desayuna en el autobús, se come en la cafetería o en
la mesa del despacho, se toma el jugo por la calle, lo que importa es llegar pronto a
casa”. Y tener la ensalada en una caja transparente e impermeable. Los
apartamentos cada vez tienen unas cocinas más pequeñas

2. ¿Cómo afecta el estatus social en el uso de plásticos?

“Todo es cuestión de ir cambiando las costumbres”, “De conciencia y de difusión”,


aunque el mensaje no siempre llega donde tiene que llegar ni en el lenguaje
adecuado.

El cambio de hábitos no puede ser igual para todos, porque no es el mismo en la


actualidad. Mientras en las casas más humildes a muchos envases de plástico les
espera una doble o triple vida, en los barrios pudientes la modificación de las
costumbres viene asociada, en México y en París, en ocasiones a la moda.
3. ¿Los empaques biodegradables son la solución para el uso excesivo de
plásticos?

Esos nuevos productos son los que ahora se ven en los barrios más pudientes de
cualquier gran ciudad. México no es la excepción. Popotes de aguacate, envases
de comida de cartón, bolsas supuestamente biodegradables… Ellos pueden pagar
el sobreprecio de estos recipientes. Sin embargo, en la periferia, los vasos y platos
desechables ensucian las calles. ¿Quiénes están más preparados para dar el salto
a un mundo sin plástico en un país como México, en una ciudad como Ciudad de
México? “Contamina más el dinero”, los empaques ridículos: una mandarina pelada
y metida en un vaso, los libros envueltos en plástico en la Ciudad de México, todos
y cada uno de ellos, librería tras librería, un plátano en una bandeja de unicel… O
una maleta mil veces rodeada de la resistente lámina plástica. Por no hablar de las
dificultades de desenvolver un regalo: primero el papel, luego la caja, luego un
plástico para cada pieza, luego el plástico de burbujas de aire, luego las bridas que
abrazan las piezas… “El empaque es excesivo”, reconoce Torres Arenas, de
UNIPAC.

4. Menciona una de las posibles soluciones para reducir el uso o fabricación


de plásticos desechables.

Quizá la solución venga con la fiscalidad como están haciendo en Europa, por
ejemplo. España acaba de anunciar un impuesto verde a los envases que supondrá,
según los cálculos del Gobierno, una recaudación anual de 724 millones de euros.
Y es uno de los países con la fiscalidad más baja en este sentido. Se plantean con
ello reducir un 15% la generación de residuos en todo el país. Cada año llegan a los
océanos 8 millones de toneladas de plástico, casi lo mismo que produce México. El
camino para seguir comiendo pescado en condiciones no será fácil.
5. ¿Qué pueden hacer las empresas para deshacernos de los plásticos?

En primer lugar: adoptar nuevos modelos de negocio que prioricen el reúso y los
sistemas de entrega que generen menos residuos.

Esto va desde crear nuevos sistemas de relleno y reúso, usar embalaje libre de
plástico, hasta inventar completamente nuevos sistemas de entrega y provisión de
productos.

Si las empresas en México se resisten a modificar sus sistemas de producción, aún


tenemos una opción: nuestro gobierno tiene la obligación de usar todos los recursos
a su alcance para garantizar el bien común.

En segundo lugar: hacer campañas de recolección de sus envases

Podemos ver en supermercados venden agua en envases pequeños que contienen


250, 500, 600 ml, etc. Nosotros mismos debemos de NO consumir esos productos
ya que la botellita que lo contiene es de un solo uso.

Un ejemplo de esto sería que las compañías de paquetería para llevar, como Uber
Eats, entreguen los alimentos en recipientes que puedan ser regresados a los
proveedores de las comidas para que ahí los laven y los reutilicen en su próxima
entrega. En algunos países esto ya funciona.

En tercer lugar: Las compañías pueden rediseñar productos que utilicen menos
embalaje o ninguno. Esto funciona bien para productos de cuidado y limpieza
personal. Hay muchas marcas en el mundo que ya distribuyen masivamente
productos que no requieren empaques de plástico, pero ésta es una práctica más
común en negocios más pequeños o locales.

En México, por ejemplo, existe una iniciativa de tienda digital llamada Cero
Plástico que distribuye productos libres de plástico que pueden contribuir a que en
poco tiempo las y los consumidores tengan una vida completamente libre de
desechos de un sólo uso.
Conclusión
El mejor desecho es el que no se produce y tú tienes hoy la oportunidad de hacer
el cambio, se deben de prohibir los plásticos de un solo uso y haga responsable
a las marcas de los envases, empaques y embalajes que utilizan. Exigir a las marcas
reducción en su producción de plásticos.

El modelo comercial que incluye el plástico desechable que producen las


corporaciones debe cambiar con urgencia. Las empresas ya no pueden ignorar el
problema y ampararse en los vacíos legales para evadir su responsabilidad. Es
urgente un cambio de hábitos donde la norma no sea comprar y tirar.
Bibliografía
Enguix, C. (2018). ainia.es. Obtenido de ainia.es:
https://www.ainia.es/tecnoalimentalia/consumidor/economia-circular-plastico/

fenieenergia. (20 de Febrero de 2019). Obtenido de fenieenergia:


https://www.fenieenergia.es/por-que-es-necesario-reducir-consumo-plastico/

Heinrichs, S. (15 de Marzo de 2019). Naciones unidas. Obtenido de


https://news.un.org/es/story/2019/03/1452961

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