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com/opinion/how-cardinal-burke-welcomed-home-a-gay-activist
http://info-caotica.blogspot.com.ar/2014/11/cuando-burke-recibio-un-activista-gay.html

Thu Oct 30, 2014 - 4:17 pm EST sábado, 1 de noviembre de 2014

How Cardinal Burke welcomed
homegay activist
Cardinal Raymond Leo Burke emerged from the
recent, tempestuous Extraordinary Synod on the
Family as a champion of orthodox Catholic
sexual morality just as Pope Francis has
removed him from the Church’s most senior
canon law posting.
However, if you sit across the Church
leadership’s widening cultural gap from the
former archbishop of St. Louis, as Alicia
Ambrosio, producer and host of Vatican
Connections on Canada’s Salt and Light
Television, evidently does, you see him as stuck
in “an ivory tower” cut off from “the messiness uno de esos católicos homosexuales, agradeciendo
of life” that homosexual Catholics contend with. al Cardenal Burke por ayudarlo a escapar, en vez
Now a testimony from one of those homosexual recuperar su ciudadanía católica.
Catholics has resurfaced on the Internet,
saluting Cardinal Burke for helping him to
escape, rather than live in, that so-called
messiness, and to reclaim his Catholic
birthright. day Athanasius."
Former homosexual activist Eric Hess, writing
three years ago in Celebrate Life magazine,
broke with several cherished dogmas of militant
homosexuality in recounting how he returned
like the Prodigal Son and found a warm
welcome from the man he once spurned.
Hess’ first heresy was to name the cause of his
homosexuality—a dreadful relationship with an
alcoholic father who frequently beat his mother
“in addition to threatening me and my brother.”
Hess writes how he reacted by looking for a
substitute father in his teens and thought he had
found one in a teacher until the latter took
advantage of his vulnerability to seduce him.
While this account dovetails with what
psychology had concluded by the mid-20th
century as an explanation for homosexuality and
a basis for treatment, fierce lobbying by the
homosexual lobby forced both the psychology
and psychiatry professions into suppressing it in
the mid-70s. Both groups now meekly toe the
line dictated by the gay lobby, which preaches,
without evidence, that homosexuality is innate,
and therefore immutable and untreatable.
But Hess goes further, ascribing to Pope Paul
Cuando Burke recibió a un activista
"gay"
El cardenal Raymond Leo Burke salió del reciente y
tempestuoso Sínodo Extraordinario Sobre la familia
como un campeón de la moral sexual católica
ortodoxa, justo cuando Francisco lo despidió del
puesto más alto de la Iglesia en Derecho Canónico.
Sin embargo, si usted se opone a la batalla cultural
planteada por el ex arzobispo de St. Louis, como
hace Alicia Ambrosio, productora y conductora de
“Vatican Connections” en el canal canadiense “Salt
and Light Television “, usted lo verá atrapado en una
"torre de marfil" aislado del "desorden de vida" con
el que lidian los católicos homosexuales.
Actualmente ha surgido en Internet el testimonio de
de dejarlo instalado, en el así llamado desorden, y a
El ex activista homosexual Eric Hess, que escribía
hace tres años en la revista Celebrate Life, rompió
con varios dogmas sagrados de la homosexualidad
militante al relatar cómo regresó como el hijo
pródigo y encontró una cálida bienvenida por parte
del hombre al que una vez despreció.
La primera herejía de Hess estaba en señalar la
causa de su homosexualidad: una relación terrible
con un padre alcohólico que frecuentemente
golpeaba a su madre, "además de amenazarme a
mí y a mi hermano”. Hess escribe cómo respondió a
esto buscando de un padre sustituto en su
adolescencia y pensó que lo había encontrado en
un maestro suyo, que se aprovechó de su
vulnerabilidad para seducirlo.
Si bien esto coincide con lo que la psicología había
concluido a mediados del siglo XX como 
explicación de la homosexualidad y base para el
tratamiento, la feroz presión ejercida por el lobby
homosexual obligó tanto a la psicología como a la
psiquiatría a suprimirla a mediados de los años 70.
Ambas profesiones ahora siguen mansamente la
línea dictada por el lobby gay, que dicta, sin
pruebas, que la homosexualidad es innata, y por lo
tanto inmutable e intratable.
Pero Hess va más allá, señalando que el Papa
Pablo VI había predicho que la píldora, al
desconectar la sexualidad de su propósito divino, ha
favorecido no sólo la homosexualidad, sino el
adulterio, el aborto y el uso de células madre
embrionarias: que todas son expresiones de las
personas reducidas a "objetos sexuales".
En 1995, después de cuatro años de tratar de
combinar la practica esporádica del culto católico
VI’s prediction that the Pill, by disconnecting
sexuality from its Divine purpose, promoted not
only homosexuality, but adultery, abortion, and
embryonic stem cell use—all expressions of
people reduced to “sexual objects.”
In 1995, after four years of trying to combine
sporadic Catholic worship with fulltime
homosexual cohabitation, Hess gave up, and
melodramatically “boxed up all my crucifixes
and Bibles and dropped them off at the office of
the bishop of La Crosse, Wisconsin with a letter
renouncing the Catholic faith.”
That would be Bishop Raymond “Ivory Tower”
Burke. To Hess’ surprise and chagrin, Bishop
Burke responded kindly, saying he respected
Hess’ decision but would pray for his return. A
self-described “gay activist,” Hess was outraged
at the bishop’s “arrogance,” and wrote back to
accuse him of harassment and instruct him to
never write again. But Bishop Burke did write
again, one last, kind letter, promising to obey
Hess’ dictate, but also promising, “if I should
want to reconcile with the Church, he
would welcome me back with open arms.”
Of course, Hess was having none of this, he
thought, but when he told his lover three years
later, after a short but intense period of prayer
and discernment led by a parish priest, that he
needed to return to the Church, the lover
responded, “I knew all along that this day would
come. Do what you need to do to be happy.”
Hess then describes the wonderful welcome he
received. His parish priest heard his confession
and found him a Catholic family to live with
until he could find a new apartment. As for
Bishop Burke, when Hess called at his office to
reconcile, “he embraced me.” He also wondered
if Hess remembered the package of Catholic
objects he had left there in his anger, which, of
course, Hess did. The bishop had kept them, in
the belief that Hess would return, and now he
gave them back.
Hess recounts how he then considered—and
studied for—the priesthood but ultimately
concluded his vocation was to “faithfully live
the single life” in chastity.
But some “apostate” priests (mostly in their 50s
and 60s) still try to convince him, even from
within the Confessional, that God wanted him to
reactivate his homosexuality. These men were
not helping him, he writes. “As someone who
con la cohabitación homosexual de tiempo
completo, Hess se dio por vencido, y
dramáticamente guardó "en una caja de seguridad
de todos mis crucifijos y biblias y los dejó en la
oficina del obispo de La Crosse, Wisconsin, con una
carta de renuncia a la fe católica".
Ese obispo era Raymond "Torre de Marfil" Burke.
Para sorpresa y disgusto de Hess, el obispo Burke
le respondió amablemente, diciendo que respetaba
su decisión, pero que rezaría por su regreso. Un
Hess que se llamaba a si mismo "activista gay", se
indignó con el obispo por su "arrogancia", y le
escribió de nuevo acusándolo de acoso e
intimándolo a que nunca más le escriba. Pero el
obispo Burke insistió una vez más, con una última y
amable carta, prometiendo obedecer el pedido de
Hess, pero también prometiéndole que, "si quería
reconciliarme con la Iglesia, que él me daría la
bienvenida con los brazos abiertos."
Por supuesto, Hess no estaba en nada de esto.
Pero cuando le dijo a su amante tres años más
tarde, después de un corto pero intenso período de
oración y discernimiento dirigido por un sacerdote
de la parroquia, que necesitaba volver a la Iglesia,
este le respondió: "Sabía desde el principio que este
día llegaría. Haz lo que tengas que hacer para ser
feliz".
Hess luego describe la maravillosa bienvenida que
recibió. Su párroco oyó su confesión y le encontró
una familia católica para vivir con él hasta que pudo
encontrar un nuevo apartamento. En cuanto al
obispo Burke, cuando Hess llamó a su oficina para
reconciliarse con él, "él me abrazó". También le
preguntó si recordaba el paquete de objetos
católicos que en su enojo había dejado allí, que por
supuesto Hess recordaba. El obispo los había
guardado, creyendo que Hess volvería, y ahora se
los devolvió.
Hess relata cómo él consideró en ese momento -y
aun estudió- para ser sacerdote, pero finalmente
concluyó que su vocación era la de "vivir en
fidelidad la vida de soltero" en la castidad.
Sin embargo, algunos sacerdotes "apóstatas" (en su
mayoría en sus 50 y 60 años) todavía tratan de
convencerlo, incluso desde dentro del confesionario,
que Dios quería que él reviviera su homosexualidad.
Estos hombres no le ayudaban, él dice. "Como
alguien que sufrió el estado de pecado mortal
muchos años, les aseguro que no hay felicidad
fuera del orden moral."
El hombre que le ayudó fué su obispo, que le
permitió salir de la Iglesia para que pudiera regresar
a ella. "Mientras que algunos calumnian al
arzobispo Burke por su fidelidad a Dios, a la Iglesia
y a las almas, yo digo que  es un verdadero pastor
de los fieles y Atanasio de este tiempo", dice Hess.
"Yo digo que él sigue siendo mi mentor y que me
sigue inspirando. Aunque mi propio padre biológico
me rechazó, el Arzobispo Burke se convirtió en mi
padre espiritual, representando el amor de nuestro
Padre que está en los cielos".
suffered in the state of mortal sin for
many years, I assure you that there is
no happiness outside of the moral order.” 
The man who has helped him was his bishop,
who let him leave the Church so he could return
to it. “While some malign Archbishop Burke
for his fidelity to God, Church and all souls, I
say that he is a true shepherd of the faithful and
a present day Athanasius,” Hess wrote. “I tell
you that he remains a mentor and an inspiration
to me. Although my own biological father
rejected me, Archbishop Burke became
my spiritual father by lovingly representing our
Father in heaven.”