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INTRODUCCIÓN
Este trabajo ha sido preparado como una humilde aportación a la celebración del Centenario de la Obra
Bautista en México. Con motivo de esta celebración nos ha parecido oportuno recopilar algunos datos acerca
del fundador de la Obra, Rdo. Santiago Hickey.
Realmente nuestro trabajo es de recopilación. Nos hemos concretado a transcribir citas de documentos
referentes al Sr. Hickey, escritos por él y algunos de sus colaboradores.
Tenemos a la mano dos fuentes de inestimable valor: "The Centenial of the American Bible Society", por
Henry Otis Dwingt. New York. Macmillan Company 1916. Páginas 299 y 302, y varias partes de Bible
Society Record, órgano de la Sociedad Bíblica Americana en los años 1863 a 1866. Hacemos patente nuestro
agradecimiento al Dr. Wilbur Larson, Secretario para América Latina de la Sociedad Bautista Americana de
Misiones Internas de Nueva York, por su valiosa cooperación al conseguirnos este material de la Sociedad
Bíblica Americana. También agradecemos al Rdo. César O. Mascareñas, Pastor de la Iglesia Bautista
Emanuel de Los Angeles, California, por la traducción al español de este material. Sin la valiosa cooperación
de estos hermanos nuestro trabajo hubiera sido muy deficiente.
Nuestro deseo es que este humilde trabajo histórico sirva para que los bautistas de México demos gracias
a Dios por haber enviado providencialmente al Rdo. Santiago Hickey para que pusiera el fundamento de una
obra que hoy se levanta triunfante y gloriosa.
EL AUTOR

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Hickey El Fundador

RDO. SANTIAGO HICKEY


Realmente tenemos muy pocos datos acerca de la vida y obra del Rdo. Santiago Hickey, a quien muchos, y con razón,
han llamado Apóstol de México. No obstante, lo que tenemos es suficiente para darnos cuenta de la gran obra que realizó
como Agente de la Sociedad Bíblica Americana y como fundador de la Obra Bautista en México.
Nació en Sligo, Irlanda el 23 de septiembre de 1800. Fue educado para el sacerdocio católico romano. A los 21 años
contrajo matrimonio con una dama cristiana y muy piadosa por cuya influencia y la de una tía suya, se hizo protestante, e
ingresó en la Iglesia Episcopal en la cual estudió Teología. No estando conforme con las doctrinas de la Iglesia Episcopal
se separó de esa Iglesia y se hizo bautista. Principió a predicar en Limerick como ministro independiente. En compañía de
su hija Olivia, pues su esposa había muerto, fue al Canadá y después a Estados Unidos donde contrajo matrimonio con la
Srita. Isabel Cardwell. Predicó por treinta años en Pensilvania, Maryland, Missouri y Texas. En Texas trabajó como
agente de la American Tract Society por dieciocho meses. De Brownsville escribió a la Sociedad Bíblica Americana en
mayo de 1862 solicitando nombramiento como agente en México.

Obra Bíblica
Estando el Sr. Hickey en Texas, estalló la guerra de secesión en los Estados Unidos. No queriendo, debido a sus ideas
abolicionistas, tomar parte en la contienda, se fue hasta Brownsville frente a la ciudad mexicana de Matamoros, Tamps.
Sería muy extenso transcribir todos los extractos del Bible Society Record referentes a la obra bíblica del Sr. Hickey,
traducidos por Rdo. Mascareñas. Nos limitaremos a lo estrictamente necesario.
De Brownsville, el Sr. Hickey pasó a Matamoros, Tamps. y en esta ciudad principió su obra bíblica en nuestra patria.
Algo de lo que hizo se puede ver en el extracto de una carta que escribió a los secretarios de la Sociedad Bíblica, fechada
en abril 7 de 1862 en Matamoros.
Estimados Señores:
Me permito informarles que desde la última vez, he tenido varias peticiones por las Escrituras. Y hoy, he tenido dos
conversaciones muy interesantes con dos hombres acerca de la Biblia. Uno fue un hombre que vino por un Testamento o
una Biblia; y el otro, una persona que vino a platicar conmigo. A ambos les leí varios pasajes de la Palabra
explicándoselos, y ellos me oyeron con profunda atención. Le di una copia de "Decidme" a uno y una de "Kirwan" al
otro. Ambos parecieron profundamente impresionados con la necesidad de leer las Escrituras y tomarlas como guía, para
descartar completamente las opiniones o los dictados de cualquier hombre. Le dije a uno de ellos que el sacerdote estaba
opuesto a la lectura de la Biblia. El replicó con una seña muy significante "Yo no lo estoy" que era tanto como decir "Voy
a leerla". Pues bien, el amor de éste hombre por la Biblia resultó de leer una de aquellas que yo dejé en la prisión y los
fortines durante el sitio. Hace varios meses dejé, para el uso de soldados y prisioneros una Biblia en la prisión, otra en la
oficina de policía, en el hospital, el fortín de la prisión, fortines de caballería y de infantería, y el arsenal, y escuché que
fueron muy leídas, especialmente en la oficina de policía y en el fortín de la prisión. El otro caballero que vino a verme, es
un hombre de distinción y pensamientos profundos. Leyó con profunda atención aquellas porciones de la Palabra que se
le señalaron, y vio claramente los errores, de doctrina y práctica de aquel terrible sistema bajo el cual fue educado. Me
dejó con la más calurosa y aparentemente más sincera expresión de amistad, y le di mi último "Kirwan". Me sentí más
animado hoy que nunca desde que vine aquí; porque ahora espero que la poquita levadura está comenzando a obrar.
Como siempre en los lazos del Evangelio, muy sinceramente,
Santiago Hickey
(ex-colportor en Texas)
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El Sr. Tomás Westrup, recidente en Monterry, N. L. inducido por el Sr. Juan Guillermo Butler, escribió al Sr. Hickey
invitándolo a que fuera a aquella ciudad. El Sr. Hickey fue a Monterrey en noviembre de 1862. Recibió su nombramiento
como Agente de la Sociedad Bíblica Americana en febrero de 1863. Mencionaremos algunos incidentes notables.
Monterrey, N. L. — Hay seis o siete maestros de escuela a quienes creo debo dar Biblias. Sus salarios son pequeños,
y la posición importante que ellos ocupan justifica el sacrificio por el bien común. Hay varios individuos de influencia a
quienes también debo vender o dar Biblias, aún sacrificándome. Últimamente he viajado más de ciento diez millas para

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vender Biblias a dos hombres de influencia porque sabía que lo que ellos dijeron acerca de la Biblia en su vecindad sería
como ley y evangelio. En conversaciones anteriores con ambos les había yo mostrado varios de sus errores, y el valor y la
absoluta necesidad de la Biblia para cada familia. Después de un tiempo esta semilla rendirá su fruto en gran demanda de
Biblias y Testamentos. Bible Society Record. Diciembre de 1863.
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Saltillo y Parras Coah.
Estimado Hermano:
Acabo de regresar del que quizá sea el viaje más interesante que yo haya hecho jamás. Mis viajes son como los
sermones que un buen anciano Presbiteriano escuchaba en su iglesia: el último era siempre el mejor. Permítame
molestarle con una breve relación del viaje.
Comencé el 7 de agosto; llegué a Saltillo el segundo día, quedándome varios días y vendiendo diecinueve Biblias y
quince Testamentos; seguí a Parras; el segundo día llegué a un rancho, que la pobreza muy bien podía llamar suyo. Casi
parecía que no valía la pena que yo procurara venderles algo, pero por supuesto le hice la lucha. Encontré un anciano a
quien vendí un Testamento. Unos cuantos vinieron a ver, y vendí una Biblia. Seguí, y encontré un hombre que me
preguntó el precio; le dije; ocho reales. Aquí, permítame decir que en cualquier transacción pequeña los mexicanos nunca
mencionan el peso; hablan de reales (vuestra shilling), así dicen: siete reales, quince reales, veinte reales. Por una cosa o
por otra, el hombre se equivocó y creyó que yo había dicho ocho dólares. Me ofreció siete, que yo creía eran reales, pero
él quería decir dólares. Por supuesto, yo rehusé aceptar los supuestos siete dólares diciéndole lo que digo a otros en
circunstancias similares, que yo no podía cambiar el precio en un milésimo de centavo.
Así que nos separamos; pero luego vino a llamarme, y envió a su esposa por el dinero, y al recibirlo me lo comenzó a
contar, ocho dólares por la Biblia. Le pregunté por que tanto dinero, y él dijo: "Para pagar por el libro". "Mi buen señor",
le dije, "todo lo que yo quiero es un dólar"; (él me estaba pagando con monedas de a dólar) "y si me ofreciera otra cosa no
podría aceptarla. Mi precio es fijo; a jóvenes y ancianos, ricos y pobres, yo les vendo al mismo y uniforme precio". Usted
ha oído de nativos sorprendidos o admirados, pero si su deseo fuera verlos a perfección debía haber estado allí. Esto era
tan no mexicano y tan nuevo, que casi no podía creer la evidencia. Con esto se estableció mi carácter ante ellos, y mi fama
cundió, no sólo a los cuatro vientos del cielo, sino a los treinta y dos puntos cardinales de la brújula; y si hubiera noventa
y seis puntos más, hasta allá llegaría. Mi nuevo amigo se unió a mí como un colportor voluntario. Así pude vender doce
Biblias y siete Testamentos.
Había allí un maestro; no necesito decir que "pobre", porque cualquiera que ha estado en México sabe cuan
precariamente se les paga a los maestros de escuela. Llegando a su jacal (cabaña) y preguntando por el caballero letrado,
supe que estaba trabajando en la milpa. Sabiendo de la influencia que los maestros tienen aquí siempre procuro ganarlos a
mi lado; así que felicité a la esposa del maestro por la importancia y dignidad del oficio de su esposo, los vastos
beneficios que reporta a la sociedad, etc., y concluí pidiendo respetuosamente que aceptaran una Biblia como un humilde
tributo de respeto, etc. Cuando regresé, volví al rancho, y como llegué ya muy noche, tuve oportunidad de levantarme
muy temprano, y por supuesto, me di el honor de esperar al profesor, quien con muchos otros, estaban gozando aún de la
vida, al estilo mexicano. Pronto se levantó y me dio las gracias más sinceras por la Biblia, me insistió a que aceptara
algunos duraznos, y finalmente me envió un gallo, el cual yo obsequié a un amigo en Saltillo. Antes de dejar al maestro,
le hablé acerca de la lectura de las Escrituras a los que no podían leer, y etc., y me prometió hacerlo. Por la Divina
Providencia, espero verlo la próxima semana, ya que tengo que ir de nuevo a Parras pronto.
Después que dejé el rancho me encontré a un hombre montado en un burro. Le ofrecí una Biblia en venta, la que
inmediatamente compró, y dijo que había oído de un hombre que vendía libros baratos y que él había venido a comprar
algunos. Es un poquito fuera del camino, pero se puede ir, así y así y así. Me dirigí entonces al rancho, gemelo del que
dejaba, y allí vendí once Biblias y doce Testamentos; y al salir, uno de los rancheros que actuó como orador por todos, me
dio las gracias por mi cortesía, y bondad, y los grandes beneficios que confería a los habitantes de aquel lugar con mi
visita. Por supuesto, respondí al unánime, aunque informal, voto de gracias. Salí por un cañón que daba a un valle, y tuve
que cruzar rápidamente una hondonada, pues si no lo hacía, una lluvia torrencial la hubiera llenado impidiéndome el paso:
así fui a dar a un rancho propiedad de los hermanos Sánchez. Aquí había una capilla católica, y por razones de prudencia
no ofrecí un solo libro en venta dejándolo para un día no muy lejano en el futuro. No tengo tiempo para explicarlo en una
carta.
Pasé de allí, y por causa de las lluvias torrenciales los caminos estaban llenos de charcos y lodo, así que no pude
avanzar sino cuatro millas en todo un día. Adelante de mi iba una caravana y los hombres iban abriendo camino. Sin
embargo, actuando conforme a la sugestión del poeta:
"El mejor modo de hacer largo el día
es robarle unas horas a la noche".

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Tuve éxito al vender cinco Biblias. Aquí una dama muy inteligente me preguntó: "No es esta la Biblia prohibida". Yo
contesté: "Sí, señora este es el mismo libro". Luego, leyendo varias porciones procedí a enseñarle que no debería
prohibirse, y que los que lo prohíben hojear, en su modo de pensar, están perfectamente correctos, ya que está
diametralmente opuesto a su punto de vista, etc. La dama compró dos Biblias, y unos días después, encontré a la misma
dama en Parras, y me pidió una Biblia para mostrarla a una amistad que quería que la comprara, pero no tuvo éxito. Yo la
vendí después.
Mientras estuve en Parras, llegué a la casa de un caballero muy respetado, que parecía estar ausente al momento.
Trabando conversación con tres damitas de la casa al hacer comentarios del Papado, la Biblia, etc. el dueño entró y
expresó su asentimiento a lo que yo había dicho, y compró una Biblia. Acababa yo de salir, cuando salió él tras de mí,
diciendo que quería otra Biblia más; porque al salir yo, había entrado su hermano, y me había llamado. Cuando le
entregué el libro me dijo: "¿No es esta la Biblia Protestante?" Yo contesté: "La Biblia es como el sol; no pertenece
exclusivamente a una nación o a una gente; es para todos". Oh, dijo: "Yo quería la Biblia Protestante"; y por supuesto
pagó por ella. Fui también a otro lugar en donde un caballero preguntó, al ofrecer yo en venta un Testamento (ya había
vendido todas las Biblias, en número de setenta y cuatro), "¿No es este el Testamento Americano?" "Sí, señor". "Bueno"
dijo él "yo quiero el Testamento Americano, no quiero el Papal"; así que compró uno. Todos eran mexicanos.
Estaba leyendo en una casa cuando unas cuantas gentes entraron, y para los recién llegados leí la parábola del Hijo
Pródigo. Una mujer pobre que estaba presente expresó su deseo por el libro. Le dije que salía la mañana siguiente, y
donde me iba a quedar esa noche. Casi al amanecer, llegó por su Testamento, y me pidió que le leyera un poco. Me
preguntó: "¿Tiene aquí la historia del Pródigo?" Le mostré en dónde estaba, le marque el lugar, y salí de allí. Lo antes
mencionado es sólo la relación de unos cuantos incidentes del viaje.
Como siempre en el evangelio, muy sinceramente,
Santiago Hickey
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EL SEÑOR HICKEY EN MÉXICO


Apreciación del Sr. Starr
Hemos recibido una interesante carta del Sr. Matthew W. Starr Jr., de Monterrey, concerniente a los trabajos del
Agente de esta Sociedad en México. Aunque no fue escrita para publicación, no podemos evitar el hacer algunos extractos
de la misma para beneficio de nuestros lectores. Después de algunas expresiones de grata alabanza acerca del Sr. Hickey,
prosigue diciendo:
Está haciendo un trabajo, en conexión con vuestra noble y generosa Sociedad, que con la bendición de Dios,
revolucionará enteramente este pueblo. La Biblia está introduciéndose en muchas familias, y no puede menos que hacer
un gran bien. La Sra. Hickey está vendiendo casi tantas Biblias como el Sr. Hickey, como sin duda el Sr. Hickey os lo ha
dicho en sus reportes. Unos días han pasado desde que vuestro Agente regresó de un viaje a San Luís Potosí. A su retorno,
como treinta leguas más allá de Saltillo, la caravana en la cual venía por razones de seguridad (cuyo dueño es un amigo
particular de él y de nuestra Causa) fue atacado por una banda de hombres armados, y el dueño de la caravana fue muerto
a balazos frente al Sr. Hickey y uno de los arrieros fue herido en el pecho, pero se piensa que se recobrará.
Inmediatamente después del asesinato del dueño, se abalanzaron hacia el vagón del Sr. Hickey, y su primera salutación
fue: "Sus armas y su dinero". El Sr. Hickey les aseguró que no poseía armas, sino una navaja de bolsillo. En eso, el
hombre bajó su rifle; sin embargo inmediatamente después muchos otros se le acercaron y con sus pistolas le apuntaron,
haciendo las mismas demandas, pero no recibieron nada pues el Sr. Hickey había guardado la mayor parte de su dinero en
un saco viejo atado debajo de su vagón, donde estaban sus utensilios de cocina y cosas de campo, etc., desde el principio
del ataque. El Sr. Hickey tuvo mucha dificultad para obtener el cadáver de aquel hombre desafortunado, para llevarlo a su
familia y a sus amigos que residían en Saltillo. Los bandidos decían que no debía llevarlo pero el Sr. Hickey insistió y
tuvo éxito, mandando adelante el cadáver y el hombre herido. El Sr. Hickey siguió con la caravana hasta llegar a Saltillo.
El hombre que fue muerto tenía como veintidós personas que dependían de él; siendo un hombre bueno y muy benévolo,
su pérdida fue muy sentida. Si pudiera ponerse un pequeño fondo a la disposición del Sr. Hickey para ayudar en casos
como éste y como él de la madre cuyo hijo fue muerto mientras viajaba con vuestro agente hace como un año, esto sería
una verdadera caridad. Considerando lo que tienen aquí, mucho se da por unos pocos. Vuestro Agente lo haría, y muchas
veces lo hace no comiendo, para poder asistir a los pobres y necesitados; ésta es su mayor falta, si le podemos llamar así.
Nunca he visto tal hombre; regresó a su hogar de este último viaje del cual hablo, comiendo pan de catorce días y poquito
más, pero feliz y aún gozoso. Hace dos días salió de nuevo para Saltillo y tal vez Parras donde estuvo hace unas cuantas
semanas y prometió volver llevando Biblias para los que no alcanzaron en su visita anterior. En esa región hay una gran
demanda de la Palabra, como sin duda vuestro Agente os ha informado. Hallo que estoy escribiendo mucho sin contestar
las preguntas de su carta del 2 de septiembre que tengo ante mí. En primer lugar me dice usted que desearía saber mis

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puntos de vista en cuanto a los prospectos de éxito en nuestro trabajo y la conveniencia de procurar ensancharlo. Yo diría
que hay que ensancharlo lo más posible con los hombres y medios a vuestra disposición. Ved como el camino se abre en
estos tiempos de tribulación. "La entrada de su Palabra da Luz" dice el Salmista. ¡Oh cuan cierto!, lo vemos ejemplificado
a nuestro derredor. Creo que vuestra mayor dificultad será encontrar la clase apropiada de hombres. Pocos están
capacitados, y pocos están dispuestos a ser preparados para este trabajo a fin de llevarlo a cabo con éxito.
No puedo menos que pensar que cuando el llamado sea hecho con urgencia muchos se levantarán: "Heme aquí,
envíame a mí‖. Hay aquí pocos al presente apropiados para ser colportores. Habrá algunos más después, cuando estén
más instruidos y probados, que podrán ser buenos y verdaderos obreros. El Sr. W. tiene un buen número que se reúne con
él dos veces por semana para instrucción, oración, y consejo.
Otro punto: me pregunta usted si no podría distribuirse y venderse más libros autorizando al Sr. Hickey para poner
algunos libros en las manos de personas responsables para su venta o distribución. Esto es lo que él ha estado haciendo ya
por algún tiempo, haciéndose él mismo responsable por todos los libros así colocados. Todas estas cosas han sido
discutidas entre nosotros muchas veces, vuestro Agente está verdaderamente ansioso de hacer todo lo que él puede.
BIBLE SOCIETY RECORD Vol. X No. 12 pp. 178-181 New York, Dic. 1865.
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Allende, China, N. L. – Penitenciaria de Monterrey.
A pesar de toda la oposición de los sacerdotes, el trabajo está avanzando y se siente un creciente deseo por la Palabra
y al igual por la predicación.
Antes de ser nombrado Agente, pasando un día hacia Allende, encontré un hombre en el camino, a quien di el tratado:
―El Acto de Fe‖. Para él fue algo extraño y nuevo, pero plugo al Señor bendecir su alma con él. Algunos meses después,
pasando por el mismo lugar, le vendí un Testamento, y tanto a su padre como a él, una Biblia. Ambos, espero y creo, se
han convertido. Si la madre no lo ha hecho, ciertamente no está lejos del reino; y lo mismo se puede decir de sus suegros,
y he oído el mismo reporte de cinco de sus amigos personales, y todo por medio de un solo tratado. Hace unos días, pasé
un día y una noche en su casa, y por casi dos horas le expuse la Escritura a este hombre, a sus padres y a su suegra, y muy
raras veces he tenido tan profundamente interesado auditorio. Otros más deberían haber oído, pero se los impidieron la
enfermedad, los apuros de negocios y la ausencia de algunos. Por medio de la influencia de este hombre vendí cinco
Biblias y dejé seis más para sus amigos ausentes. Ahora es un defensor de la Biblia; y anticipo el día en que, por la gracia
Divina, él sea un ministro capaz del Nuevo Testamento.
El padre compró una Biblia para sí, para poder leerla todo el tiempo. Estuvo aquí en Monterrey, y por supuesto fue
tratado con hospitalidad y cortesía cristiana, lo cual hizo una profunda impresión en él. En Aguajaxa el Sr. Scott le trató
de la misma manera, y todo le demostró algo de la obra práctica del Evangelio. Yendo hacia China últimamente, alcancé a
un hombre que se había caído de una carreta de bueyes y estaba incapacitado; le llevé a su casa, como seis millas, y la
impresión de sus familiares y amigos fue muy favorable, aparte de brindarme la oportunidad de predicar, y por supuesto
exponer y debatir. Dos de los hombres tenían sus Biblias. El último viernes Santo, acompañado de Tomás Westrup,
prediqué en la Prisión de Monterrey, a cuarenta y un prisioneros, distribuyendo porciones a todos los que podían leer.
El Domingo de Resurrección, acompañado del Sr. Starr y Tomás Westrup, prediqué de nuevo, y lo mismo hizo
Tomás Westrup; haciendo lo mismo el siguiente domingo, pero por las visitas de algunos, no pude hacerlo este último
domingo.
Esto era algo nuevo en México. Creo que el Evangelio nunca antes se había predicado en ninguna prisión en
México. El prefecto que me había negado el permiso de visitar la prisión tuvo que huir cuando llegaron las tropas
federales (liberales) y yo me valí de su ausencia para predicar y distribuir porciones de las Escrituras a los pobres
cautivos.
Antes ya había distribuido porciones en la prisión en Matamoros muchas veces, pero no había predicado allí.
Mientras estaba en la prisión el Domingo de Resurrección, envié a cuatro miembros de nuestra Iglesia nativa a
distribuir porciones de las Escrituras entre las tropas (liberales). Regalaron 214 porciones.
J. H.
(Santiago Hickey)
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Envío Monterrey y Matamoros - Extractos de una carta.
ESTIMADO HERMANO:
Desde el pasado marzo no he tenido el placer de saber de usted. Hace como un mes, una bolsa de correo fue enterrada
por el conductor de la diligencia, para evitar que cayera en las manos de Cortina. El camino ha estado bajo la vigilancia de
los hombres de Cortina, por más de tres meses, y sólo ocasionalmente recibimos comunicación por correo de Matamoros.
Toda clase de negocios está estancado; pero a pesar de ello, por merced infinita continúa el trabajo, y un deseo
creciente por la Palabra se siente en dondequiera que he estado. La cosecha está madurándose rápidamente, y necesitamos
principalmente obreros. La gente dice que ha sido obligada a permanecer ciega, y que desean ver la luz. Últimamente en
Morelos fui a casa cuyo dueño no tenía dinero, estaba muy pobre, y tenía todas las excusas mexicanas usuales. Hablé un
poco, y leí algunos pasajes. El le dijo a su esposa: "Ese es el libro que le abre los ojos a uno; cómpralo", lo que por
supuesto ella hizo. En otra casa en San Pedro, el dueño presentó las mismas excusas. Le hablé del valor y la importancia
de la Palabra, leyéndole porciones que apoyaban mis aseveraciones. Su esposa dijo: "Ese es el libro que un jefe de familia
debe tener", y el hombre cuyo pago por su trabajo se aplica a sus deudas, (las cuales, por el cuidado del amo, nunca se
acaban de pagar). Podía leer tolerablemente bien —cosa rara para un peón y poseía una mente muy superior. Entre otras
cosas preguntó: ¿Por qué se vende la Biblia tan barata? Un argumento en contra de la Biblia, aduce que si fuera un buen
libro, no se vendería tan barato. Le dije que la razón es que los buenos cristianos de los Estados Unidos, que nunca habían
visto a México, y que no tenían la más mínima esperanza de visitar algún día, habían pagado el año anterior más de $
500,000 para poder imprimir el libro para todo el mundo, y especialmente para México, para que cada hombre pueda leer
por sí mismo lo que Dios hizo y dijo para el pueblo. Le dije que todo hombre tiene derecho a la Palabra de Dios, tanto
como tiene derecho a la luz del sol, o al aire, o a la lluvia.
Esto le convenció, y le vendí un Testamento a crédito. Pero la mayor parte de mi crédito es como el del muchacho que
quería que alguien le prestara un centavo, y no se lo pidiera más. Muy raras son las veces que obsequio; no se vería bien
en México; pero les vendo a crédito, por lo que a veces me pagan, y a veces no. Como una cosa general, se me paga mejor
de lo que tendría derecho a esperar. Si se les diera, el Libro no sería respetado.
Quería ir a Matamoros, pero Cortina ha dado una proclama, diciendo que todo el que sea hallado en el camino
después del día 25 será tratado como espía. Estoy preparando un viaje hacia la parte superior del país, a Matehuala y Real
de Catorce, etc. Se me dijo ayer que los sacerdotes han ordenado que todas las Biblias y Testamentos sean llevadas a la
parroquia. Pero creo que muy pocos serán los que obedezcan. El poder sacerdotal ha recibido una herida mortal; sus días
en verdad están contados.
Siempre en el Evangelio, sinceramente suyo,
Santigo Hickey
BIBLE SOCIETY RECORD Vol. X No. 11 p. 163 N. Y. Noviembre 1865.
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San Luis Potosí. – Monterrey, N. L. Octubre 31, 1865.
ESTIMADO HERMANO:
Me proponía escribirle unas cuantas líneas rápidamente, de San Luis Potosí. Pero ahora, por la bondad de la
Providencia de gracia que me vigila para bien, en casa o fuera de ella, acabo de regresar a Monterrey, después de otro
viaje a Saltillo, a la feria, y le daré unos cuantos incidentes de mi viaje.
Mencioné en una carta anterior que, después de mi llegada a Saltillo, tuve que cambiar mi itinerario de Parras, a
donde intentaba ir, para dirigirme a San Luis Potosí, a 180 leguas de distancia de Saltillo. Hicimos el viaje de ida en diez
días y medio, y trece días de regreso. En el camino vendí 100 Biblias, 172 Testamentos y ocho porciones, aunque
viajamos muy rápido; pero lo hicimos durmiendo por cortos períodos y avanzando bastante en cada marcha, y comiendo
cosas viejas. El último pan que comí a mi regreso tenía más de doce días. No hubiera podido hacer ese trabajo en ese
tiempo, si no es por mi amigo, el jefe de una caravana de vagones, quien me prestó mulas para dejar descansar a los
caballos, y así yo podía detenerme en un rancho y vender, luego salir rápidamente a alcanzar al grupo, y parar de nuevo
donde quería, alcanzando a la caravana después, y así sucesivamente. El servicio que me rindió tal amigo, no podría
conseguirse por cuarenta dólares pero él no quiso aceptar ni un centavo. En verdad, la hospitalidad que recibí en ese viaje
de parte del Sr. Steel, un Americano, y el Sr. Moore, un Irlandés, y del jefe de la caravana, valía más de sesenta dólares.
En cuanto está en mí, trato de cultivar la amistad de cada hombre. La regla mexicana es una regla buena: ―Si no puedes
convertir a un hombre, no pelees con él‖. Y usted sabe que Chesterfield dijo que no iba a permitir que le ladrase un
perro en su Corte.

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Estoy de nuevo por comenzar, si el Señor lo permite, un viaje a Parras, y me propongo, en la primera oportunidad,
visitar Zacatecas. Tengo necesidad de ir a Tamaulipas, pero las cosas están tan inciertas que por lo pronto me es
imposible. De camino a San Luis vendí una Biblia en un hogar a la vera del camino, al pasar. A la mañana siguiente antes
del amanecer, conforme salimos, un hombre vino galopando en su caballo a alcanzarme, para comprar una Biblia.
Había venido al rancho donde había visto la Biblia, regresando a casa volvió para seguirnos, y debe haber viajado
veintiuna milla antes del amanecer, para comprar una Biblia. Otro hombre, perteneciente a un grupo de siete u ocho a
quien alcanzamos en el camino, compró una Biblia e indujo a cinco a comprar Biblias; diciendo que en su pueblo
podríamos vender más Biblias pues pasaríamos por allí. Sin embargo, en vez de pasar por allí, tomamos otra ruta. Como a
las cinco de la tarde, el mismo hombre vino a nuestro campamento y compró tres Biblias más. Dijo que había esperado
nuestra llegada, en su pueblo, hasta mediodía, y viendo que habíamos tomado la otra ruta, se vino a donde estábamos para
comprar las Biblias, una distancia de once leguas.
Tuvo que viajar veintidós leguas por sus Biblias. Yo creía que había visto pobreza y harapos, perreras y pocilgas, pero
nada de lo que yo había visto se igualaba a la extrema pobreza y desgracia que vi en el hermoso Estado de San Luis
Potosí. En medio de un suelo de fertilidad 10nexhaustible, hambre: y en una tierra donde el algodón, la lana y la seda
podría cultivarse en cualquier cantidad, desnudez. Vendí varios libros, a crédito, hasta mi retorno. Cuando regresé, al
llegar a cobrar, algunos me dieron unos cuantos centavos, otros unos cuantos nuevos, unos no me dieron nada, pero
ofrecieron regresar los libros, lo que por supuesto yo rehusé aceptar, esperando que me pagaran en la próxima vuelta acá.
Como siempre, en el Evangelio, muy sinceramente suyo,
Santiago Hickey
BIBLE SOCIETY RECORD Vol. XI No. 1 p. 6 N. Y. Enero, 1866.
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Por Saltillo - Extracto de una carta del Sr. Hickey
Monterrey, N. L. Nov. 30, 1865
MI ESTIMADO HERMANO:
En mi carta de agosto mencioné que no quise ofrecer en venta libros en el rancho que pertenecía a uno de los
hermanos Sánchez, por razones de prudencia. Lo que ha pasado allí, desde esa vez, ha justificado mi conducta. El
sacerdote de allí, y otro de Saltillo, atacaron las Biblias que vendí en la vecindad, e indujeron, por temor, a dos hombres, a
entregar las suyas para ser quemadas, pero no ganaron mucho con ello, pues sólo allí vendí seis Biblias y siete
Testamentos por los dos que fueron quitados. El acto de los sacerdotes me dio la oportunidad de defender la Biblia y
hablar de la conducta cristiana y desinteresada de la gente Americana, que nunca ha visto a México, y contrastar sus actos
con los de los sacerdotes. El sacerdote... ordenó al Alcalde de uno de los ranchos arrestarme y traerme frente a él. Pero el
caballero olvidó que él no tenía tal autoridad. El alcalde no me amenazó en lo más mínimo. Hay en Saltillo varias… de
gente que viene a la verdad al leer las Escrituras. La esposa del Sr. C. su cuñada y una sirviente en la misma casa aparte
de su suegra y dos ancianos, y unos cuantos jóvenes, y la viuda de un soldado Americano: el soldado se casó aquí después
de la invasión de 1846, y murió algún tiempo después.
A una de estas mujeres, que estaba demasiado pobre para comprarla, le di una Biblia hace tres años, la cual el
sacerdote indujo a entregar para ser quemada. Le di otra, que prometió conservar, lo cual ha hecho hasta ahora. El
sacerdote vino a demandarle que entregara la Biblia y ella rehusó, ofreciendo cambiársela por la buena Biblia que él le
trajera. El sacerdote rehusó, y no la a vuelto a molestar. Otra mujer a quien yo di un Testamento, se le dijo que debía
obedecer a la Iglesia ciegamente: respondió que no obedecería a Iglesia o a hombre alguno ciegamente; que debería
primero saber por qué, y luego obedecería. El caballero no la molestó más.
Tan pronto como nuestro Padre Celestial nos envíe paz, me propongo si la Junta bajo la Divina Providencia, puede
verlo conmigo, enviar cuatro colpoltores, a Tamaulipas, los cuales irán sistemáticamente a través de todo el Estado,
distribuyendo las Escrituras por cada pueblo, hacienda y rancho. Miro hacia ese Estado como el faro de México: y en mi
visión, me apoyan Jacobo Carman y Tomás Sepúlveda, quienes, conmigo, han trabajado algo por allí. Jacobo Carman fue
enviado allí por el Sr. Thompson.
Santiago Hickey
BIBLE SOCIETY RECORD Vol. XI No. 3 p. 37 N. Y. Marzo de 1866.
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Zacatecas, Zac. - Monterrey, N. L. Febrero 28, 1866.
ESTIMADO HERMANO:
Acabo de regresar de un viaje a la ciudad de Zacatecas, la última aunque la más pequeña en importancia o interés. La
distancia de aquí es quizá 410 millas, y cuando fui y regresé en treinta y cuatro días, de los cuales cuatro fueron Días del
Señor y tres días de fiesta lo que dejó veintisiete días de trabajo; y en esos veintisiete días y viajé más de 800 millas y
vendí cincuenta y seis Biblias, 218 Testamentos y treinta y cuatro porciones. Dondequiera, la gente recibió la Palabra
gozosamente, y tuve que hablar varias veces. Me estoy preparando para regresar si es que no puedo ir a Matamoros,
diciéndole que me ordenaron que sacara las Biblias fuera del país. ¿ Qué diría usted ahora cuando le diga que exactamente
un año después de aquella fecha, he vendido, en el propio hogar del hombre que dio la orden cuarenta Biblias y sesenta
Testamentos, y que se me pidió predicara allí, pero por razones que abajo explico decliné la invitación?
¿Quién eres tú, oh gran montaña? En un rancho pequeño, vendí diecisiete Testamentos y elevé el estandarte de la
Cruz: hablé de ida, y prometí pasar un día del Señor en mi retorno, lo cual hice: juntando a la gente, hablé como tres
cuartos de hora a una atento auditorio de treinta personas, y por supuesto, si me es permitido regresar, les hablaré de
nuevo. Cuando llegué a Zacatecas, pregunté por un caballero muy distinguido de quien había escuchado menciones
honoríficas, y supe que estaba en la capital del condado: pero a mi retorno me hallé a sólo cinco millas de su lugar, y que
haciendo un rodeo de tres leguas podía verlo, y completar mis quince leguas reglamentarias al día.
Así que fui, lo vi, y sostuve una conversación interesantísima con él como por tres cuartos de hora. No podía
detenerme más, pues viajar en México es como ir en ferrocarril —debe uno llegar al lugar donde toma agua. Oí, mientras
estuve en Zacatecas, de un sacerdote reformado con que en este caballero tenía intimidad, y deseaba yo cerciorarme de su
real carácter, por ver si podríamos ganarlo; más me temo que no será posible. Este caballero, aparte de otros varios,
expresó el más ferviente deseo de tener un Ministro del Evangelio. Entre otras cosas dijo: "No tenemos Religión de
ninguna clase aquí". Y aludiendo a la pompa de las fiestas en Zacatecas le llamó idolatría. Iba a predicar en un pueblo
pequeño a mi regreso, pero me hallaba demasiado enfermo. Me atacó la influenza y una inflamación en los pulmones. La
cubierta de mi vagón se rompió con un fuerte viento en mi viaje de ida, y después de hablar, como siempre, fui a dormir
en el vagón, pero como la cubierta estaba rota, y la noche era muy fría, cojí un fuerte resfriado y estuve enfermo doce días
en el viaje de regreso. Estoy algo mejor, pero bastante lejos de estar bien, pero lo espero estar y continuar mi trabajo. Mi
vagón se rompió al llegar a Saltillo. Un amigo me prestó una carreta para traerme a la casa, y luego envié a traer el vagón.
Los caminos de México romperían un vagón hecho de acero de muelles. El tema de la conversación con el caballero de
Zacatecas se lo daré en otra carta, cuando ya esté bien, si la Providencia lo permite.
Como siempre en el Evangelio, muy sinceramente suyo,
Santiago Hickey
BIBLE SOCIETY RECORD Vol. 5 No. 5 p. 68 N. Y. Mayo de 1866.
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Monterrey y Saltillo - Monterrey, N. L. Mayo 21, 1866.
ESTIMADO HERMANO:
Desde mi última, las cosas aquí permanecen casi lo mismo; dificultades y peligros en todas direcciones; pero por
medio de la Providencia de gracia del Señor de la mies, el trabajo sigue su marcha; la Biblia crece en la estimación
pública y los sacerdotes siguen cayendo. En mis viajes de este mes tuve grande ánimo, a pesar de la pobreza de la gente
por la suspensión casi total de negocios, los préstamos forzados y las multas.
El Sr. Carman me dijo una anécdota muy interesante con la cual ahora le molesto. Su cuñado dio un Testamento a una
familia; y unos días después otra familia les visitó, incitándoles a quemar el libro, lo que hicieron echándolo en una
fogata. El día siguiente dos o tres jovencitas visitaron a la familia que había quemado el Testamento y mientras estaban
sentadas bajo un árbol cerca de la casa, una hoja a medio quemar fue traída por el viento hacia ellas. Una de las jóvenes
dijo: "es una carta de amor". Uno de los que habían quemado dijo: al cogerla, " es parte del Testamento que quemamos
ayer", y comenzando a leer, prorrumpió en llanto, diciendo: "Estas son palabras del Señor Jesucristo que hemos estado
quemando", y envió a Saltillo, por un nuevo Testamento, que doña Siriaca le mandó inmediatamente.
El Sr. Carman y Eugenio Sepúlveda están trabajando por la Unión Cristiana Foránea, y espero que harán una gran
obra, aunque las dificultades son muy grandes por todos lados.
Si doña Siriaca pudiera nombrarse como "Mujer Repartidora de Biblias" sería una ayuda valiosísima para el trabajo.
Creo que ella está verdaderamente convertida, y es devota y celosa de la verdad.

11
Ella misma hace como tres años llevó su Biblia al sacerdote par ser quemada; pero yo le di otra, y la tiene, y ha
rehusado desprenderse de ella; y no sólo esto, sino que tiene una hermana que ha dejado a Roma para siempre, y otra
hermana que se está preparando para hacer lo mismo.
BIBLE SOCIETY RECORD Sep. 1866 p. 133.
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San Fernando, Tamaulipas - Monterrey, N. L. Septiembre 26, 186G.
ESTIMADO HERMANO:
En mi última, de agosto 31, le informé que intentaba regresar por San Fernando, y lo acabo de hacer. Aunque el viaje
fue trabajoso y tedioso, es uno que será recordado, porque en él tuve el alto privilegio de elevar el estandarte de la cruz
por vez primera, dos veces en San Fernando, una vez en la Cruillas, y una vez en un rancho. El Día del Señor prediqué
dos veces en San Fernando, así abriendo la puerta del Evangelio allí y en Cruillas. Me oyeron con profunda atención, y
me dieron las gracias después de la reunión, aunque lo que dije, si lo hubiera dicho hace algunos años, me habría costado
la vida. La semilla sembrada aquí está comenzando a rendir sus benditos frutos. Hizo dos años en abril que traje la Biblia
a la ciudad y a Cruillas también, y cada lugar estaba listo para oír a mi retorno la exposición de las verdades gloriosas que
contiene. Ciertamente el campo está blanco para la siega; pero ¡ay! los obreros son pocos.
Un incidente muy placentero ocurrió durante mi estancia en San Fernando. Dejé algunas cosas para que me las
lavaran. Cuando las hubieron terminado, rehusaron aceptar el pago, diciendo: ―De qué valdría recibir el Evangelio, si no
lo probamos en nuestra conducta‖. La mujer que dijo esto tenía una Biblia y la estudiaba diariamente. Otro incidente,
aunque pequeño, mostró el espíritu que lo dictaba. Un hombre nos acompañó a cruzar el río, difícil de cruzar,
ayudándonos a subir la empinada ribera, y nos dirigió a su casa, para que nos detuviéramos allí. No vivía en San
Fernando. Hice arreglos para predicar en Morelos en mi próxima visita, y, para hacerlo corto, puedo decir que la verdad
se ha extendido en tal modo que puedo predicar en cualquier lugar en Tamaulipas o Nuevo León, sin la menor dificultad.
Ciertamente es un cambio poderoso. Unos años antes de que yo llegara, una persona quiso predicar en un pueblo cerca de
Monterrey, y hubiera sido asesinado en el mismo lugar, si no ha sido por el Dr. Young, que residía allí, y por unos
cuantos de sus amigos. ―¿No es mi palabra como fuego? dice el Señor, ¿y como el martillo que quiebra la roca en
pedazos?‖ En una carta anterior expresé mi temor de que hubiera muestras de infidelidad, cuando los hombres
descubrieron los errores del Papado, sin conocer o antes de ver la verdad. Conocí tres deístas profesantes. Uno se llamaba
a sí mismo Protestante. Le rogué que no tomara ese nombre, pues un Protestante era uno que creía la Biblia, tomándola
por su regla de fe y práctica, y contempla su salvación por medio de la redención y la justicia del Señor Jesucristo. Me
pareció verle molesto porque le negué el derecho al nombre de Protestante. Traté entonces de mostrarle a él y a otros
presentes, lo que la verdadera religión es, y a todos les pareció bien, menos al deísta. Tuve otra conversación muy
interesante con otro joven, que miraba a la Biblia con desdén, pero después de un rato fue muy notoriamente cambiando.
Por supuesto, yo le traté con la mayor cortesía tratando de mostrarle la causa de sus errores. De regreso, mi caballo
enfermó y no pudo llegar más allá de un rancho a donde llegamos una noche; el dueño del rancho me ofreció
cambiármelo por uno bueno, lo que acepté; me hospedó bondadosamente por tres días, y me obsequió una buena reata,
me remendó el chicote roto que llevaba, y no quiso aceptar compensación alguna. Para mí el hombre era un completo
extraño, pero él conocía a Tomás Sepúlveda. Una fuerte tormenta del norte, y los caminos malos, nos detuvieron. Cuando
entré al lugar de reunión en Cruillas, escuché a un hombre principal de la ciudad decir a otro: ―Mire cómo los ministros
Protestantes llevan su Biblia en la mano, y los sacerdotes nunca lo hacen‖. Para mí esto era muy sugestivo; pues tomé
especial cuidado de fortificar, con copiosas citas de las Escrituras todo lo que dije, a fin de que los oyentes aprendieran
que nuestra fe no descansa en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.
Como siempre en el Evangelio, muy sinceramente suyo,
BIBLE SOCIETY RECORD Vol. XI No. 12 p. 179 N. Y. Dic. 1866.
Santiago Hickey
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La Obra Bíblica del Sr. Hickey no estuvo exenta de peligros. El 11 de febrero de 1874, de la ciudad de Monterrey el
Sr. Walter Scott uno de los principales colaboradores del Sr. Hickey, escribió una carta muy interesante al Rdo. N. G.
Clark, Secretario de la Junta Americana de Comisionados para las Misiones Foráneas de Nueva York. Esta carta tuvo
como objeto señalar el lugar prominente que correspondía al Sr. Hickey. De ella extractamos lo siguiente:
―Con muy poco dinero en el bolsillo, hablando un español imperfecto, y confiando en una Providencia benigna iba de
casa en casa, predicando y distribuyendo tratados. En Monterrey puso el cimiento de una grande obra. Era maravilloso el
modo en que se ganaba amigos donde quiera, y le daban siempre algo para él o para su causa‖.

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―En cierta ocasión un americano, el Sr. Smith le habló preguntándole donde obtenía fondos para comprar los folletos
que distribuía. El contestó: ―Dios me los da‖. Entonces le dijo que fuera a visitarlo a la casa. Así lo hizo, recibiendo de él
20 pesos.
Muchas veces ha viajado a caballo la distancia de quince leguas para leer la Biblia a un pobre ciego: se regocijó de
hacerlo y con el tiempo educó a un joven que le leyera a este viejo, que falleció algunos años más tarde, fiel discípulo del
Salvador".
―Mr. Wm. Jolly le regaló un caballo de nombre ―Toby‖ que él apreciaba y cuidaba mucho. El caballo misionero de
México, como el Sr. Hickey le llamaba, correspondía al cariño. Sobre Toby, fue a la Laguna, una madriguera de ladrones,
les vendió todos los libros y más les hubiera vendido si los hubiera llevado, se le recibió y cuidó; y hasta le pusieron
guardia mientras dormía para protegerlo con su caballo. "Casi no hay hogar, sea mansión señorial o cabaña, que el Sr.
Hickey no haya visitado en esta frontera"; muchas fueron las privaciones que sufrió: el calor, el frío, el hambre y la sed,
más con todo iba en su caballo a los sesenta y cinco años como un joven de veinte, cabalgando sin armas, cuarenta o
cincuenta millas al día, bajo un ardoroso sol. En su entusiasmo olvidaba su edad, y si se le preguntaba si no lo cansaba la
silla, replicaba: "Nunca pienso en eso".
******
Por algunas razones que ignoramos el Sr. Hickey se vio en la necesidad de pedir permiso a las autoridades del Depto.
de Nuevo León para circular las Sagradas Escrituras. Dichas autoridades consultaron el asunto con el Gobierno Imperial
del Centro. A este respecto el Hno. H. T. Marroquín Exsecretario de la Agencia Bíblica en México, en su interesante
librito "La Obra Bíblica en México" págs. 29 y 30 transcribe tanto la comunicación del Gobierno de Nuevo León como la
contestación que dio el Gobierno Central y que a la letra dice:
Al margen superior izquierdo un membrete que dice:
"Imperio Mexicano". Prefectura Superior Política del Departamento de Nuevo León.
Al centro:
"Monterrey, Diciembre 28 de 1864.
Exmo. Sr.
―D. Santiago Hickey, agente de la Sociedad Bíblica Americana de Nueva York, ha presentado a esta Prefectura
dos obras, cuyos títulos tengo el honor de acompañar a V. E. para los efectos a que se contrae la ley que arregla el
uso de la prensa‖.
―Con motivo y en virtud de que el Sr. Hickey solicita se le autorice para expender esos libros en el Departamento
y otros más que piensa traer, he creído oportuno informar a V. E. que hace ya algún tiempo que los agentes de la
propaganda del Protestantismo, introducen en esta parte del imperio esa clase de libros que tienen por objeto
difundir máximas anticatólicas en el país. Y como esto puede causar graves perjuicios a nuestra religión en favor
de la cual S. M. el Emperador ha manifestado en diversas ocasiones un interés particular, espero que V. E. se
servirá darle cuenta con esta nota, para la resolución que a bien tuviere dictar‖.
―Reitero a V. E. mis protestas de atta. consideración y profundo respeto.
El Prefo. Supr. Político”.
Al margen izquierdo esta nota:
Número 3. Da cuenta con el título de dos obras presentadas por don Santiago Hickey para que autorice su
expendio.
Abajo, al margen izquierdo:
Exmo. Sr. Ministro de Gobernación, México.
Al margen superior izquierdo el escudo del Imperio y debajo de él:
"Ministro de Gobernación".
Al centro:
México, Enero 10 de 1865.
―Dada cuenta a S. M. el Emperador del oficio de N. L. fecha 28 del mes próximo pasado, en que consulta
sobre la autorización que solicita don Santiago Hickey para expender varias obras cuyos títulos adjunta N. L.; S.

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M. ha tenido a bien disponer que no hay razón legal alguna para prohibir la venta de los libros de que se trata
atendidos los principios de amplia tolerancia que profesa el gobierno actual.
El Ministro de Gobernación
Cortés Esparza
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El mismo Sr. Marroquín comenta el asunto de la siguiente manera: "Por convicción o por diplomacia, así se produjo
Maximiliano quien, cuando menos oficialmente no prohibió la entrada ni la circulación de las Escrituras en el país,
editadas por las Sociedades Bíblicas en el extranjero".
Antes de terminar lo referente a la Obra Bíblica del Sr. Hickey narraremos un incidente en el cual estuvo a punto de
perder la vida.
En su noble tarea de diseminar la Palabra de Dios, viajaba el Sr. Hickey entre Monterrey y Cadereyta, acompañado de
Tomás Sepúlveda, en los años amargos de la intervención francesa. En cierto lugar fue detenido por el coronel liberal
Ruperto Martínez, quien creyendo que el Sr. Hickey era francés pensó fusilarlo, lo que no hizo en el acto porque estaba
esperando un destacamento francés. Ordenó al Sr. Hickey que siguiera el camino y lo esperara en un lugar determinado.
El Sr. Hickey no atendió la orden; siguió el camino en compañía de Sepúlveda y después de haber caminado bastante,
Sepúlveda le recordó al Sr. Hickey la orden del coronel, pero ya era demasiado tarde y demasiado lejos para volver. Así
escapó de ser fusilado. Años después el coronel Ruperto Martínez creyó al Evangelio y cuando le narraron el incidente se
alegró de la desobediencia del Sr. Hickey.

Ministro Bautista
Que el Sr. Santiago Hickey fue un bautista y un ministro bautista nadie lo pone en duda. La obra que él fundó que ha
crecido maravillosamente y cuyo centenario celebramos en este año de 1962, es el mayor testimonio de lo que afirmamos.
Pero creemos oportuno transcribir algunos testimonios referentes al carácter religioso del fundador de la obra bautista en
México.
―Hasta 1861 el Rdo. Santiago Hickey, un ministro bautista de Texas, había estado distribuyendo activamente las
Escrituras y tratados entre los mexicanos junto al Río Bravo, ―The Centenial History of the American Bible Society‖, Por
Hnry Otis, Dwigt. pág. 219.
Don Tomás M. Westrup, su principal colaborador, nos dice: ―Era ministro ordenado bautista‖, firmísimo en sus
convicciones. El Cristiano Bautista 8 de Marzo de 1905.
―Yo tenía muchos deseos de conocer a un predicador que vivía en Matamoros, de quien me habló Butler… vino a
Monterrey dicho predicador, bautista… Llamábase Santiago Hickey… ―El Cristiano Bautista 1 de enero de 1960...‖
Persuadiendo a un ministro bautista que vivía en Matamoros, también exilado de Texas por abolicionista, a que
viniera a Monterrey lo que hizo en noviembre de 1862. De James Hickey y su esposa aprendí muchísimo, adopté sus
convicciones bautistas. ―Principios‖ Escritos de Tomás M. Westrup, publicados y comentados por su hijo, Enrique T.
Westrup. pág. 4.
―Se hizo bautista‖ Id. pág. 38.
Hacemos énfasis en el testimonio del carácter religioso del Sr. Hickey dado por el Sr. Tomás M. Wetrup porque este
señor, después que se hizo miembro de la Iglesia de los Discípulos en Monterrey, trató de menguar las convicciones
bautistas del Sr. Hickey, diciendo: ―que tenía más de discípulo‖ que de bautista.
―Principios‖ pág. 45.
Repetimos: Nadie puede poner en duda la fe bautista del Sr. Hickey.

Principios de Organización
Como hemos dicho, el Sr. Hickey llegó a Monterrey en noviembre de 1862. En esta ciudad encontró a varios
extranjeros evangélicos que, aunque dedicados a negocios seculares, tenían interés en la obra misionera. Desde luego el
Sr. Hickey procedió a organizar una sociedad misionera. Veamos lo que dice a la Sociedad Bíblica Americana.
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14
Monterrey, México - Septiembre 22 de 1863.
MUY APRECIADO SEÑOR:
Permítame invadir su valioso tiempo con una relación breve de lo que he estado tratando de hacer desde mi última a
usted del 24 de agosto. Aparte de visitar y de hablar he estado planeando con el señor Starr una Sociedad Misionera
Mexicana entre nosotros para dar mayor efectividad a nuestros esfuerzos misioneros al sistematizar nuestras labores, al
mismo tiempo que formamos un núcleo alrededor del cual más personas puedan unirse e impartir más vida y energía.
Me propongo que nuestro excelente amigo el Sr. S. sea presidente, el Dr. P. secretario; el Sr. J. y el Sr. W. misioneros;
y el Sr. S. y yo asistentes, para obrar conforme haya oportunidad. Mi intención es dividir la ciudad en cuatro distritos y
tener reuniones en cada uno tan a menudo como sea posible y procurar obtener toda la ayuda nacional posible. El Sr. J. es
un miembro de la Iglesia de Escocia, y lo que es infinitamente mejor un miembro activo y viviente de la Iglesia de Cristo.
El Sr. W., creo, es ya conocido de usted. Es a quien conseguí para traducir ―El Camino Perdido‖ y ―El pueblo en las
montañas‖ y se encuentra ahora traduciendo ―Venid a Jesús‖.
Los miembros de esta Sociedad Misionera partenecían a varias denominaciones Evangélicas. El Sr. Tomás M.
Westrup dice:
―Pronto organizamos la Sociedad Mexicana de Evangelización; prominentes entre los miembros estábamos; Hickey,
Starr, Pardee, Jolly, Butler, Westrup, (padre) y yo. El primero era bautista, firme pero no agresivo, pronto me le reuní. El
segundo era congregacional y también Pardee; médico homeópata y yerno de Starr. El cuarto, Jolly era presbiteriano de
Escocia, sujeto noble. Mi padre pertenecía a la Iglesia Establecida de Inglaterra‖.
Principios, pág. 30.

Las Primeras Reuniones


Tan pronto como el Sr. Hickey organizó la Sociedad Misionera Mexicana procedió a efectuar reuniones públicas.
Veamos lo que informa a la Sociedad Bíblica en la carta citada antes:
―En mi última carta mencioné haber tenido una reunión de mexicanos exclusivamente, cada día del Señor, y dije que
teníamos nueve o diez; ayer tuvimos trece, y al mismo tiempo el Sr. J. tuvo otra reunión en mi casa, donde estuvieron tres
mexicanos, dos de los cuales espero serán recordados en las iglesias protestantes futuras de Monterrey y sus alrededores.
Parecerá a usted extraño que haya dividido un grupo tan pequeño en dos reuniones. Le explicaré: esperando los tres que
vendrían a mi casa, había arreglado con el hermano W. que él fuera a la reunión y diera principio, mientras yo esperaba la
llegada de los otros a quienes yo tenía que llevar al salón. Pero el hermano W. enfermó de repente, y yo tuve que ir en su
lugar, dejando recado al hermano J. que permaneciera en casa, recibiera a los mexicanos y tuviera la reunión en mi hogar,
lo cual hizo. Después que yo terminé algunos comentarios en el capítulo trece de Lucas, principalmente en los versículos
tres y veinticuatro, uno de los hombres me pidió una exposición del capítulo 8 de Hebreos. Pero como yo pensé que había
dicho ya tanto como sería provechoso les pedí que me dispensasen, prometiendo hacerlo el siguiente Día del Señor. Si
todos los que estaban habituados a asistir hubieran estado presentes, hubiera sido el grupo de diesiseis.
Bible Society Record. Diciembre de 1863. pág. 190.
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El Sr. Hickey no nos da las fechas de estas primeras reuniones pero el Sr. Walter Scott dice: ―El Sr. Hickey estableció
una reunión dos veces por semana con clase bíblica y predicaba por las casas particulares. El día primero de marzo de
1863 pronunció el primer discurso protestante jamás oído aquí ante cerca de treinta oyentes a una cuadra de la catedral
sobre la plaza principal. Una tabla pintada por J. Barton colgada en la calle anunció esto al público. El domingo 8 de
marzo predicó de nuevo en la mañana, luego tuvo escuela dominical en la que se eligieron oficiales y maestros. El
domingo 19 de abril estableció una congregación doble, predicó en español por la mañana y en inglés por la noche‖.
Carta del Sr. Walter Scott al Rdo. N. G. Clark., D. F. Secretario de la Junta Americana de Comisionados para las misiones
Foráneas. Nueva York N. Y. Febrero 11 de 1874.
Hubo dificultades para encontrar casa donde tener las reuniones. A renglón seguido de la carta citada, el Señor Scott
dice: ―Por mucho tiempo después de ésta rara vez predicó por dos ocasiones en la misma casa, pues era echado de la casa
por persecución de fanáticos que trataban de lanzarlo de aquí o privarlo de su influencia; pero sin molestarle nada, como
fiel marinero al timón siguió firme‖.
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15
El Sr. Hickey antes de principiar reuniones públicas, presintió que tendrían algunas dificultades para encontrar casa.
Por tal motivo él y sus colaboradores dirigieron al Gobernador de Nuevo León la siguiente carta pidiendo el uso de una
escuela pública para tener los cultos los domingos.
Sr. Gobernador del Estado,
P r e s e n t e.
Eximo. Señor:
Los protestantes que al calce firmamos, con el mayor respeto suplican a V. E. les conceda el uso de una de las
escuelas públicas para ejercer nuestro culto en los días de domingo, entretanto logramos destinar un edificio a este fin.
Quedaremos muy agradecidos por este favor y creyendo razonable la súplica no dudamos obtenerlo de V. E. de quien
nos suscribimos obedientes adictos servidores, Q.S.N. Bn.
Monterrey, enero 16 de 1863.
Firma: James Hickey, T. M. Westrup, S. W. Barton, Juan Westrup, John W. Butler y diez y ocho personas más.
******
El Gobernador, D. Santiago Vidaurri, contestó en esta forma:
―Notifíquese a los protestantes que aunque el Gobierno no tiene ni puede facilitarles el uso de alguna de las escuelas
públicas de esta capital para ofrecer sus cultos protestantes, sin embargo como por las leyes es libre en el Estado el
ejercicio de cualquiera de ellos pueden si les conviene, establecer por su cuenta el instituto que solicitan. Archívese‖.
Vidaurri. Manuel C. Rejón, Srio.
(Publicado en la Revista ―La Luz‖ del 15 de Agosto de 1934 por el Dr. Alejandro Treviño).
Monterrey, enero 31 de 1863".
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Fundador de la Obra Bautista


En la ya varias veces citada carta dirigida por el Sr. Walter Scott al Rdo. N. G. Clark, encontramos lo siguiente:
―El Rdo. James Hickey fue el fundador de la Primera Iglesia Protestante en el Norte de México‖.
El Sr. Scott no nos dice que esta iglesia fue bautista. La llama Protestante. Pero no hay la más leve duda, que la iglesia
fundada por el Sr. Hickey fue bautista. Para probarlo recurramos al testimonio categórico del Sr. Tomás M. Westrup,
principal colaborador del Sr. Hickey. Ya nos hemos referido a la Sociedad Misionera fundada por el Sr. Hickey. Esta
Sociedad era adenominacional; es decir, no hacía trabajo para ninguna denominación. Ni siquiera hacía trabajo
interdenominacional. Se concretaba a distribuir la Biblia, folletos y libros y a predicar.
No obstante, el Sr. Hickey dio énfasis bautista a su predicación y enseñanzas.
―De James Hickey y su esposa aprendí muchísimo adopté sus convicciones bautistas y fui bautizado por él, el 30 de
enero de 1864‖.
Principios, pág. 4.
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El Sr. Westrup, pastor de la iglesia, fundada por Hickey, hablando de la llegada a Monterrey en 1865 de la Srita,
Melinda Rankin y sus relaciones con la iglesia dice:
―Ella se dio cuenta todo el tiempo de que éramos bautistas de comunión cerrada. Principios, pág. 37. ―Al año se
disolvió la Sociedad aludida porque nuestro apóstol quiso bautizar de una vez a unos convertidos que tenía… Dichos
convertidos del Sr. Hickey que quiso bautizar oponiéndose a la opinión de los demás miembros de la Sociedad de
Evangelización eran dos hermanos cuyo apellido era Uranga y sus nombres; José María del mayor, y del menor,
Arcadio... El día 30 de enero de 1864 bautizó por inmersión el Sr. Hickey aquellos dos hermanos y al que suscribe… y
organizó la iglesia después conocida como bautista de esta ciudad…".
Tomás M. Westrup. Principios, pág. 45.

16
―Parece haber resfriado el ardor de la mayor parte de sus auxiliares el carácter bautista impreso en su obra por el Sr.
Hickey… Organizóse una Iglesia Bautista el mismo día que los hermanos Uranga y el que ésto escribe fuimos bautizados
por el Sr. Hickey, que fue el 30 de enero de 1864‖.
Los Bautistas de Nuevo León por Tomás M. Westrup. El Cristiano Bautista, 1 de enero de 1906.
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Estos trabajos dieron por resultado la organización de una iglesia el día 30 de enero de 1864 contando esta al fin del
mismo año 22 miembros. Aunque no tomó el nombre de iglesia bautista, todos sus principios fueron idénticos a los de
esta denominación‖.
Tomás M. Westrup y Erigido Sepúlveda. Reseña Histórica de la Introducción del Evangelio y desarrollo en México. Tip.
de la Misión Cristiana. 1905.
Ante afirmaciones tan claras y tan categóricas del Sr. Tomás M. Westrup, testigo ocular y actor prominente de
aquellos hechos, no hay duda de que Hickey fue el fundador de la obra Bautista.

Declaración de Fe
El 8 de mayo de 1865, el Sr. Tomás M. Westrup, pastor de la iglesia, el Sr. Hickey y el Sr. José María Uranga,
dirigieron al Sr. Gobernador del Estado de Nuevo León una comunicación exponiendo en forma condensada sus
creencias. La comunicación dice:
―Señor Gobernador:
Cumpliendo con lo prescrito, manifestamos a V. E. en la presente que nuestras reuniones tienen por objeto celebrar
los actos de nuestro culto cristiano. Íntimamente persuadidos, mediante la luz que el Santo Espíritu de Dios, por los
méritos de su Hijo, nos ha comunicado, de la verdad de las Sagradas Escrituras, y de lo necesario que son para que cada
uno estudiándolas comprenda y llene sus deberes, fundamos en ellas únicamente nuestras creencias y nuestras esperanzas.
―La Iglesia Cristiana de Monterrey‖ profesa una esperanza sin límites en el sacrificio divino del Hijo de Dios, una
creencia firme en la inutilidad de cuantas obras no nazcan de un corazón regenerado, y un deseo constante de que la ―luz
reluzca delante de los hombres, para que viendo sus buenas obras, glorifiquen a su Padre que está en los cielos‖.
El local que nos sirve para que juntos dirijamos a Dios nuestras preces se halla en la calle de Iturbide, Núm. 25, en la
esquina y creemos que ―en todo lugar‖ se puede y se debe leer y encarecer la palabra de Salvación, y levantar a Dios
nuestras manos puras y exentas de ira‖.
En representación de todos los miembros, y con el consentimiento suyo, firmamos esta respetuosa exposición, como
ministros del Evangelio y de la congregación.
Monterrey, mayo 8 de 1865.
(firmados) Santiago Hickey, T. M. Westrup, José María Uranga".
Publicado en La Luz de agosto 15 de 1939 por D. Alejandro Treviño.
******
La razón que se da para esta declaración de fe y para dar la dirección del local donde se tenían los cultos es,
simplemente para cumplir con lo prescrito. Tal vez, a causa de la guerra, se había promulgado alguna ley o decreto que
reglamentara las reuniones públicas celebradas en locales particulares.

El Rdo. Tomás M. Westrup, Pastor de la Iglesia


La iglesia de Monterrey fue organizada el 30 de Enero de 1864. Hemos dicho que el Sr. Hickey recibió su
nombramiento como Agente de la Sociedad Bíblica Americana en agosto de 1863. Con este carácter no podía ser pastor
de la iglesia pues los oficiales y obreros de las Sociedades Bíblicas deben hacer un trabajo bíblico sin distinción de
denominaciones.
El Sr. Hickey era un ministro bautista de convicciones firmes. A la vez que reconocía su deber para con la Sociedad
Bíblica Americana, no quiso dejar sin dirección la iglesia que había organizado.
―No quiso hacerse cargo, como pastor el primer mencionado (Hickey) por sus frecuentes ausencias largas y su
carácter de Agente de la Sociedad Bíblica Americana, e insistió en dejar la naciente iglesia a mi cuidado con anuencia de
todos‖. Tomás M. Westrup. Principios, pág. 46.

17
La iglesia se organizó el mismo día con los Hnos. Hickey, los Uranga y yo, que fui escogido como pastor con la
plegaria y la imposición de manos de Hickey. Tomás M. Westrup. Principios, pág. 4.
Así nos narra el Sr. Westrup como llegó a ser pastor de la iglesia de Monterrey. Hay mucho que decir acerca del Sr.
Westrup, pero no lo hacemos porque nuestro trabajo se concreta únicamente a la obra del Sr. Hickey.

El Fin
Llegó el año de 1866 y el 10 de diciembre de ese año el Rdo. Santiago Hickey fue a morar con el Señor a quien tan
abnegadamente había servido. Es mejor que dejemos la conmovedora narración de su partida al Bible Society Record.
―Mientras estas hojas van a la imprenta, nos ha sido informado melancólicamente de la muerte del finado Agente en
México. Su final dio testimonio de la verdad y el poder del Libro que él trabajó con tanto ahínco y éxito por circular. Nos
proponemos en el futuro insertar alguna noticia mejor acerca de su muerte tomada de las cartas que fueron recibidas
demasiado tarde para ser incluidas ahora‖.
******
El siguiente extracto es de una carta del Sr. Edward Downey de Bownsville, fechada el 8 de febrero de 1866. El Sr.
Hickey había ido a aquél lugar para conseguir libros enviados a él a cargo del Sr. Downey, en cuyo hogar él enfermó y
murió. Después de referirse brevemente a la enfermedad, el escritor añade este justo tributo a la fidelidad y el éxito de su
amigo:
―Solo nuestro Padre Celestial sabe cuánto bien vuestro Agente, el Sr. Hickey, ha hecho a México. No me importa
donde usted quiera en al menos dos Estados de México en el norte: Tamaulipas y Nuevo León. Allí encontrará una Biblia
o un Testamento en un jacal (cabaña mexicana) o en una mansión. Es maravilloso ver que clase de cambio se ha forjado
en ese país dentro de los seis años inmediatos. Los mexicanos han sido suplidos con la Palabra de Dios en su idioma, en la
mayor porción de dos estados. El camino se ha abierto ahora para la obra y si el Sr. Hickey hubiera tenido solamente los
medios necesarios el año pasado hubiera podido emplear con éxito a seis colportores. Quiera Dios bendecir la Sociedad
Bíblica y sostenerla; porque si nunca hubiera hecho mayor bien que lo que se ha hecho en México en los últimos seis
años, aún así se consideraría su obra como un éxito rotundo. Y cuánta alabanza merece su Agente, el Rev. Sr. Hickey, por
su actividad incansable, día tras día, noche tras noche, pasando con frecuencia varios días sin comer, y frecuentemente en
el mayor peligro de perder su misma vida. Pero grande también ha sido su fe en el Único que nunca está ausente en el
tiempo de necesidad.‖
―En el número pasado nos tocó la triste tarea de anunciar la muerte del Rev. Santiago Hickey, el fiel y exitoso Agente
en México de la Sociedad. Nuestros lectores, no dudamos, serán complacidos al saber los pormenores de su última
enfermedad. Pero, antes de darlos, sería tal vez interesante dar una mirada al trabajo que fue capacitado para hacer en este
nuevo, difícil y penoso campo.
El Sr. Hickey fue nombrado Agente de la Sociedad Bíblica Americana en México, en febrero de 1863. Antes había
sido empleado como colportor de la Sociedad Americana de Tratados, y en esa capacidad había circulado pocas Biblias y
algunas otras publicaciones religiosas.
La excelente Sríta. Melinda Rankin había distribuido también algunas Biblias que nuestra Sociedad le había dado para
tal propósito, pero su trabajo era principalmente local, así que podría llamársele propiamente nueva tierra.
El Sr. Hickey comenzó su trabajo con gran devoción y negación de sí mismo, y laboró fielmente en medio de muchas
privaciones y aún peligros. Aquellos que han leído sus interesantes cartas en el Record, han visto algo de las pruebas que
él ha tenido que sufrir aunque la prudencia y la delicadeza nos han inducido a no revelar algunos datos de mucho interés.
Pero el lector deberá recordar que la Agencia ha sido atacada durante toda la guerra que ha convulsionado ese país falto
de felicidad, y que durante este período, no sólo estaban ejército contra ejército siendo que el Agente estaría en contacto
con unos o con otros. Le fue quitado su caballo varias veces y había tal caos entre las gentes, que ni la vida ni la
propiedad, estaban a salvo. El señor Hickey prosiguió su camino en medio de todos estos peligros y dificultades. Era un
hombre de una fe fuerte, dependiendo grandemente en Dios, de una grande paciencia, y de la más profunda benevolencia.
Nuestro último número contenía un extracto de una carta del Esquire (caballero) Edward Downey, de Brownsville, en la
cual brevemente, pero correctamente, habla de los frutos de las labores del Sr. Hickey en México.
El señor Hickey fue de su casa en Monterrey, a buscar algunos libros que se le habían enviado a Brownsville,
llegando allí el 3 de noviembre. Diez días después enfermó de fiebre y resfriado y falleció el día 10 de diciembre. El Rev.
W. F. Baird escribió el 6 de diciembre: ―Su mente está muy clara, y tiene, por gracia, una esperanza muy confortadora y
bien fundada, de ir a su hogar con Dios‖.
Pero una carta posterior del Sr. Baird, fechada el 15 de diciembre, da una relación más detallada de las últimas horas
de nuestro hermano desaparecido.

18
Damos los siguientes extractos:
Mi carta viene a usted cargada con la triste noticia de la muerte de nuestro hermano amado, Santiago Hickey. El
partió de esta vida a las 8 horas el pasado lunes por la mañana, 10 de los corrientes, y sus restos mortales fueron
conducidos a su descanso en paz a las 3:00 p.m. del mismo día. Estuvo consciente hasta el fin de su vida, pero no pudo
hablar mucho por algunas horas antes de su partida.
A menudo habló de su gran obra en México y me dio muchas solemnes y urgentes encomiendas de ir a Monterrey y
arreglar la continuación del trabajo. Siempre recordaré la mirada ansiosa que acompañara a sus peticiones antes de morir,
y a sus palabras de consejo, las cuales él siempre concluía diciendo: ―Recuerde eso, hermano‖; y a veces decía: ―Le
encomiendo no olvidar esta cosa.‖ No creo haber visto nunca un corazón más completamente casado con su trabajo. Me
hacía recordar al patriota heroico que daba sus órdenes antes de morir, concernientes a una causa por la cual él lo había
sacrificado todo, y estaba ahora por dar su vida en la última y más preciosa ofrenda ante el altar consagrado. El hermano
Hickey nació en la Iglesia Católica Romana, y fue educado particularmente para el sacerdocio, pero después de abrazar la
verdad tal como está en Cristo Jesús, su corazón ha sido inclinado y derramado hacia los que pertenecen a su fe anterior,
para que también ellos puedan ―probar y ver que el Señor es bueno‖. Entre los que estuvieron en su lecho de muerte,
estaba Tomás Sepúlveda, un mexicano convertido, y sin duda un verdadero cristiano. Cuan consolador fue para este
siervo de Dios, a punto de morir, tener frente a sus ojos el sello de la redención de México. En la noche del día del Señor,
yo estaba de pie junto a la cama del hermano Hickey, y dije a Tomás: ―Este buen hombre nos va a dejar.‖ ―Sí‖. Me
respondió con gran emoción. La Sra. Hickey le preguntó luego si no tenía temor por el Sr. Hickey. El dijo: ―Oh, no, esto
será bueno para el Sr. Hickey, él va al cielo.‖ Entonces Tomás se enjugó sus lágrimas y yéndose a un lado, tomó un
Testamento en Español y comenzó a leer. Después tomó una Biblia en Inglés y me la trajo, con su dedo apuntando al
versículo 4 del capítulo 21 de Revelación: ―Y limpiará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y no habrá más muerte, ni
tristeza, ni llanto ni habrá más dolor; porque las cosas anteriores son pasadas.‖ Después de que yo hube leído esta preciosa
declaración, él dijo: ―El Sr. Hickey muy pronto conocerá esto.‖ En verdad lo afectaba a uno el ser testigo del intenso
afecto que estos hermanos tenían el uno para con el otro. Entre las últimas palabras que se cruzaron, el hermano Hickey
dijo a Tomás: ―Que siga el trabajo‖. Entre los últimos susurros de nuestro hermano que partía, estaba este mensaje a los
conversos, mexicanos, que él expresó diciendo: ―No necesitáis darles el Evangelio, porque ya lo tienen, más dadles mi
última bendición de parte del Señor. Decidles que continúen el trabajo. ―¡Oh, cuanto le presionaba la salvación de México
en su fiel corazón, a punto de fallecer. Su lema, al morir fue: ―Seguid haciendo la obra!‖
******
A lo anterior, muy poco podríamos añadir. Aparte de la carta antes citada, hemos recibido otras que confirman
plenamente las aseveraciones del Sr. Downey, contenidas en el número anterior. El Sr. Matthew W. Starr, de Monterrey,
quien ha tenido intimidad con el Sr. Hickey desde el principio de sus labores, y a quien estamos en deuda en muchas
formas por su interés en nuestro trabajo y la valiosa información que él nos ha provisto, dice: ―Pienso, humanamente
hablando, que él ha hecho mayor bien en México que todos los demás juntos.‖
El Rdo. Tomás M. Westrup, sucesor en oficio del Sr. Hickey, escribiendo a la Sociedad Bíblica Americana, desde
Cadereyta, N. L., dice lo siguiente con respecto a los frutos de la obra realizada por el Apóstol de México.
Estoy en medio de una muy interesante congregación, compuesta de humildes y piadosos cristianos. Hace bien a mi
corazón ver cómo aman el oír la verdad. Muchos hay que hablan de Cristo, muchos más escuchan y tanto aquí como en
Monterrey, los preciosos frutos de la labor del hermano Hickey pueden verse y su obra permanece y crece, extendiéndose
como un joven árbol vigoroso, sobre el cual desciende el rocío de Hermón en bendición constante.
Y no es esto sólo en estos dos lugares; sino sobre todo el país. Y pensar lo que un pobre, débil y anciano extranjero,
en una tierra extraña, ha hecho aquí, por Cristo, quien lo fortaleció. ¡Cómo debiera esto animarnos! Gracias a Dios, estoy
seguro que lo hace, y lo seguirá haciendo, más y más, conforme a su gracia.
Bible Society Record. Vol. XII No. 12 pág. 17. Diciembre de 1867.
******
Otro valioso testimonio lo da la Srita. Melinda Rankin, que conoció al Sr. Hickey y fue testigo de sus trabajos.
―La distribución de la Biblia iba prosperando con excelentes resultados más en el apogeo de este avance murió el Sr.
Hickey, obrero útil, en diciembre de 1866. Algo más que un tributo pasajero merecía él por su incansable labor en la
distribución de la Palabra Verdadera entre la oscura gente de México. Un amigo de mucho valor se perdió para la causa
del Evangelio cuando este hombre fue llamado a descansar en lo alto.
Su nombre aún vive para las gentes las cuales trabajó. Por largo tiempo los valles y montes, por los que él pasó
trabajando, seguirán dando fruto de la preciosa semilla que él sembró. Veinte años entre los Mexicanos, pág. 111.

19
******
Testimonio del Dr. Henry Otis Dwigt.
México atrajo y rechazó al mismo tiempo los esfuerzos de suplir las Escrituras a sus habitantes. Hasta 1861 el Rev.
Santiago Hickey un ministro bautista de Texas, había estado distribuyendo activamente las Escrituras y tratados entre los
mexicanos junto al Río Bravo.
Cuando la guerra civil se encendió, el Rev. Hickey se fue de Texas a Monterrey, México, donde esperaba continuar
con su trabajo sin que se lo impidiera la situación en los Estados Unidos. Allí recibió donaciones ocasionales de Escrituras
de parte de la Sociedad, y puso en circulación como 900 volúmenes, vendiéndolos en su mayoría.
El celo y la devoción del Sr. Hickey condujo a la Junta a designarle Agente de la Sociedad en México a finales de
1862, esperando que residiera en la ciudad de México ........................................................................
................................................................................. El país estaba lleno de hombres de lucha: partidarios de los franceses,
partidarios de Juárez, y bandidos consuetudinarios; pero el Sr. Hickey no tenía temor de viajar. Sus excursiones
temerarias le llevaron a los Estados de Tamaulipas, Zacatecas, y San Luis Potosí. Lo maravilloso de sus aventuras fue que
dondequiera despertaba interés en la Biblia que llevaba. ―Pero los caminos, decía él mismo eran de tal clase que
romperían cualquier coche no fabricado de acero templado.‖
La fama de la Biblia se extendió por todo el país. El Sr. Hickey escribió en 1865: "Tan pronto como el Padre Celestial
envíe paz me propongo enviar cuatro colportores a Tamaulipas para distribuir las Escrituras en cada pueblo y rancho en el
Estado".
Pero esto no iba a suceder. Vez tras vez el Sr. Hickey tuvo que hacer la difícil travesía de 200 millas entre Monterrey
y Brownsville porque no había otra manera de obtener los libros que se le enviaban de Nueva York. A principios de 1866
sufrió un enfriamiento durante el viaje para obtener los libros y cayó enfermo de pulmonía en Brownsville por dos
semanas. Volvió al trabajo cuando todavía no estaba recuperado y casi al final de año volvió a tomar el mismo camino
para obtener más libros. La enfermedad siguió a su llegada a Brownsville, y el 10 de diciembre de 1866, este valiente
siervo de Cristo descansó de sus arduos trabajos.
La impresión que tal vida dejara en el país fue muy duradera. El General Lew Wallace pasó después por la región
donde el Sr. Hickey trabajó y quedo sorprendido del profundo respeto con que la gente guardaba su memoria. La razón
para este respeto era en parte el carácter elevado del hombre, pero principalmente la calidad del libro.
The Centennial History of the American Bible Society, págs. 299 y 300 The CacMillan Company, Nueva York, 1916.
******

Conclusión
Hemos tratado de reunir todos los datos posibles acerca de la vida del Rdo. Santiago Hickey.
Creemos haber probado que, aunque el Sr. Hickey dedicó sus actividades a la Obra Bíblica, cuando fundó la primera
iglesia de habla española en México, de acuerdo con sus convicciones denominacionales, le dio el carácter de Bautista.
La primera iglesia protestante fundada en México fue la iglesia Evangélica Alemana, fundada en la Ciudad de México
el año de 1859. Esta iglesia celebró su centenario en 1959.
La primera iglesia protestante de habla española fundada en México fue la Iglesia Cristiana, organizada por el Rdo.
Santiago Hickey en la Ciudad de Monterrey, N. L. el 30 de enero de 1864. Aunque no tomó el nombre de Bautista, según
los testimonios transcritos, lo era por la doctrina que profesaba.
Corresponde al Rdo. Santiago Hickey el honor y el privilegio de ser el fundador de la Obra Bautista en México .

20
APÉNDICE I
La Sociedad Bautista Americana de Misiones Internas en México
El S. Tomás M. Westrup nos relata como los Bautistas mexicanos se relacionaron con la Sociedad Bautista
Americana de Misiones Internas de Nueva York. Dejémosle la palabra:
Primeras relaciones con la S. B. A. de M. I. —Estando para terminar 1868 recibí del Rev. Dr. J. S. Backus, Secretario
Corresponsal de la Sociedad Bautista Americana de Misiones Internas, una carta y algunas publicaciones bautistas. Me
pidió informes acerca de la verdad de cierta comunicación recibida por dicha Sociedad del Sr. Riley, de quien antes he
hecho mención, en la cual les decía que una escuela paidobautista en Monterrey se había convertido en su totalidad.
Supongo no ser esto lo que dijo, sino lo que entendieron.
He dicho que no estábamos bien informados en cuanto a las bases de la fe bautista, pero al recibir aquellos tratados
del Dr. Backus las comprendí, y no siéndome ya posible trabajar con buena conciencia como había convenido con la
Srita. Rankin, que se había ido a los Estados Unidos, le escribí sin pérdida de tiempo dándole a saber mis firmes
convicciones bautistas y de que manera había llegado a tenerlas.
Como a mediados de 1869 recibí carta del Rev. Dr. Holdich, Srio. Corl. de la Soc. A. de la Biblia, de la que yo era
aún agente, en la que me dijo que la Sociedad no podía permitir que yo organizara iglesias bautistas, ni diera
prominencias alguna a los principios bautistas porque esto afectaba los ingresos pecuniarios de la Sociedad, por haber
dicho algunos que nada contribuirían mientras yo trabajase por los principios bautistas siendo agente de la Soc. B. A.
Resuelto a renunciar lo más pronto posible, contesté al Dr. Holdcich que me abstendría de la manera indicada por él
mientras desempeñase aquel cargo.
Todo esto me ponía en una posición algo difícil en mi trato con nuestras iglesias en N. L. Sabían que yo ya era
Bautista estricto. Generalmente pensaban como yo. En cuanto a los candidatos que luego deseaban que yo los bautizase,
invariablemente me negué, diciéndoles lo que había convenido con la Soc. B. A., y que el honor me obligaba a cumplir
mientras no estuviese libre del compromiso, y que entonces hablaría con toda claridad. Bautizó a varios candidatos, por
inmersión, otro ministro. D. Erigido Sepúlveda, que fue después presbiteriano declarado.
Por el mismo tiempo me invitó la Junta Ejecutiva de la Soc. B. A. de M. I. a visitarla a costa suya. Hice renuncia de la
Agencia Bíblica en enero 31 de 1870. Diez días después me puse en camino para Nueva York. Hallé en Nueva
Orleans a mi padre, que murió allí aquel año, a mi hermano Alfredo, y al Rev. J. B. Simmons, otro Secretario
corresponsal de la Sociedad que iba a ver. Este y yo fuimos juntos a Nueva York. Le presté los primeros $100 que
pagó a cuenta del valor de la propiedad en Raleigh, N. C. Conocida hoy por Universidad Shaw. Llevé a la
Sociedad $300 colectados de los Bautistas de México. Viendo la Sociedad que estábamos de acuerdo en todo lo
esencial arregló mi ordenación por la Iglesia Bautista de Strong Place Brooklyn, y mi vuelta a México con el
carácter de misionero bautista, pero esta se aplazó para que yo pudiese visitar a España en compañía del Rdo. Dr.
Hasley W. Knapp a petición de los hermanos de la Unión Misionera, a fin de que viéramos e informáramos sobre
el estado y la perspectiva de los bautistas en dicho país. Poco más de un mes estuve ausente de los Estados
Unidos. El día 30 de junio de 1870 llegué a Monterrey trayendo varias obras bautistas que traduje y publiqué.
Siete iglesias bautistas se relacionaron voluntariamente con la Sociedad Bautista Americana de Misiones
Internas en 1870, seis años después de haberse organizado la primera en Monterrey.
E1 Cristiano Bautista
1 de Marzo de 1906.
1 de Abril de 1906

21
APÉNDICE II
"Veinte Años entre los Mexicanos
Varios hermanos nos han pedido que demos nuestra opinión acerca del librito ―Veinte años entre los mexicanos‖,
escrito por la Srita. Melinda Rankin, primera misionera norteamericana que vino a la frontera norte de México. Este
librito ha sido publicado en español por la Casa de Publicaciones El Faro.
Al dar nuestra humilde opinión no tratamos de menospreciar la obra realizada por la Srita. Rankin. Ella fue la primera
mujer llamada por el Señor para evangelizar a los de habla española en el estado de Texas. Su obra merece respeto y
admiración.
El librito de la Srita. Rankin no es propiamente histórico en el sentido estricto de la palabra. Algunos de sus datos son
equivocados y otros son dudosos. Veámoslo:
Pag. 69 ―La Constitución, que abarcaba los principios de libertad de la gente mexicana, fue adoptada en febrero 8
de 1857‖. Lo de febrero 8 puede ser error de la Srita. Rankin, errata de imprenta en la obra en inglés, error del
traductor o errata de la impresión castellana. Pag. 148. Hablando de la evolución porfirista en contra del
presidente Juárez dice: ―y en el interior Díaz realizó una campaña que fracasó; siendo por fin derrotado y
obligado a huir a las montañas, donde pronto murió de una enfermedad‖. Cualquier alumno de primaria sabe que
Don Porfirio Díaz no murió en las montañas, que vivió muchos años y que gobernó en México hasta 1911 en que
fue derrotado por la revolución Maderista.
Pag. 127. ―El Rev. Henry C. Riley fue enviado a la ciudad de México por la Misión Americana Cristiana y
Foránea en 1869‖. En esa misma página y siguiendo la autora se atribuye el honor de haber influido en el ánimo
del Sr. Riley para que viniera a México. Puede ser. Pero el Sr. Riley no fue enviado en 1869. Veamos lo que
asienta ―La Verdad‖, órgano de la Iglesia Episcopal en México en su número correspondiente a enero 1 de 1878.
―Llegó a México el año de 1868 y se estableció en el Hotel Iturbide donde reunió a algunas personas en lo
particular y escribió el célebre folleto llamado ―La Verdadera Libertad‖.
¿Fue la Srita. Rankin la fundadora del Protestantismo en México? No. Pag. 35. ―En la primavera de 1852, creí
que había llegado la hora para comenzar mi trabajo con los mexicanos‖. ―Me propuse ir a Brownsville, un lugar
situado cerca de 60 millas por el Río contrario a Matamoros, México.‖ ¿Sesenta millas de Matamoros o del lugar
donde vivía? Esto indica que la Srita. Rankin comenzó su obra entre los texanos de origen mexicano. Para esa
fecha Texas se había incorporado a los Estados Unidos. Posiblemente ella fue la primera en evangelizar a los
texanos de origen mexicano, pero no a los mexicanos.
Pag. 36 ―Los padres estaban muy deseosos de que sus hijos aprendieran el idioma inglés y se americanizaran, y
así fue que mi escuela se hizo popular por ese lado.‖ Estos padres tenían razón al desear que sus hijos aprendieran
inglés y se americanizaran ya que Texas era un estado norteamericano. Estos texanos querían identificarse con su
nueva patria. La Srita. Rankin no nos dice la fecha en que llegó por primera vez a Monterrey, pero podemos
deducirla.
En la Pag. 100 dice: ―Permanecí en Nueva Orleans hasta mayo de 1866‖ y en la página 104 ―Abandoné
Monterrey en agosto de 1865‖. Esto indica que llegó a Monterrey tal vez en junio de ese año. No fundó la obra
protestante pues el Sr. Santiago Hickey llegó a la ciudad norteña en noviembre de 1862 y organizó una iglesia el
30 de enero de 1864.
Otro error histórico de la Srita. Rankin. Salió de Monterrey en agosto de 1865. En la página 110 de su libro dice:
―Tan pronto como se levantó la cuarentena en Brazos, tomé un barco para Nueva Orleans; y me fui por mar hasta
Nueva York, arribando el primero de octubre‖. En esa ciudad colectó dinero para la obra en Monterrey y nos dice
en la página 111. ―En mayo de 1866 ya tenía dinero suficiente para el desarrollo de mis planes y otra vez
emprendí el viaje a México... Al arribar a México me encontré con la república nueva, aunque en condición poco
estable.‖
Juárez había vuelto a la Capital, y la Ley y el orden fueron restablecidos lo mejor posible, a pesar de las
dificultades que abundaban en todo el país. Todos sabemos que en 1866 Juárez no había vuelto a la Capital, que
ese año era el segundo del llamado Imperio de Maximiliano que fue fusilado el 19 de junio de 1867 y que
después retornó Juárez a la capital. ¿Tardaría la Srita. Rankin, dos años en su viaje de Nueva York a Monterrey?
A su regreso en 1866 no pudo encontrar una república nueva ni a Juárez en la Capital. Esto prueba que la Srita.
Rankin no era muy exacta en sus datos históricos.
Pudiéramos referirnos a algunos errores geográficos del librito pero no lo creemos necesario.

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―Veinte Años entre los Mexicanos‖, no es una fuente histórica segura. Sus datos son imprecisos, ambiguos y
hasta inexactos. No obstante, su autora, la Srita. Melinda Rankin nos merece admiración y respeto por su obra.
Fue la primera dama que dedicó su vida a la evangelización, primero de los texanos de origen mexicano y
después de los mexicanos en la ciudad de Monterrey.
Cosme G. Montemayor
―La Luz‖. Mayo de 1960

23
APÉNDICE III
EL PRIMER CULTO FAMILIAR
En nuestro tiempo ya nadie discute la necesidad e importancia de los cultos familiares. El primer culto familiar se
tuvo en Cadereyta, N. L. Veamos lo que dice el Sr. Hickey a la Sociedad Bíblica Americana, en el Bible Society Record,
Diciembre de 1863.
―En mi primer visita a Cadereyta, providencialmente el caballero a cuya casa fui era norteamericano, residente y por
él supe que había una viuda en la ciudad que leía mucho la Biblia. La visité, fui recibido cortésmente, y después de alguna
conversación pregunté si había otras personas así en la ciudad. Ella me habló de una mujer pobre, costurera, que venía
ocasionalmente a leer en su Biblia por que ella no tenía una ni sabía donde conseguirla y además era muy pobre para
comprarla. Expresé deseos de verla. Enviaron por ella y vino pronto. Hablamos un poco y pronto me di cuenta era una
fumadora empedernida. Después de alguna conversación ella prometió dejar el hábito y ha guardado la promesa, siendo
bendecida al hacerlo; porque su salud que antes era precaria es ahora excelente y ella ha sido desde entonces una
misionera activa y celosa. Supongo que no necesito decir que le di una Biblia y que ella ha hecho buen uso de esa Biblia.
Creo que ella es la primera protestante mexicana que ha tenido oración familiar en su casa. Sus primeros esfuerzos por
establecer esta costumbre, quisiera describirlos. Sentada en una salea en el suelo, para leer la Biblia mientras su sobrino y
su sobrina se arrodillaron delante de ella y luego ella también se arrodilló, uniéndose todos para leer una oración que
estaba en un tratadito que yo le envié. Le dije que no había necesidad de que sus niños (ya algo crecidos) se arrodillaran
durante la lectura, y traté de mostrarle que debía aprender a orar y no conformarse con leer oraciones‖.
Al experimentar las grandes bendiciones de los cultos familiares recordemos a esta mujer iniciadora de esos cultos.
No sabemos su nombre, pero es seguro que está escrito en el Libro de la Vida.

24
APÉNDICE IV
MUJERES QUE AYUDARON AL SR. HICKEY
En la obra cristiana la mujer ha ocupado un lugar prominente. El Sr. Hickey, fundador de la Obra Bautista en México
fue ayudado en sus trabajos por algunas mujeres convertidas por su predicación y exposición de la Palabra de Dios.
Mencionaremos algunas de ellas.
Isabel Cardwell de Hickey. Esposa del ―Apóstol de México‖. Personalmente distribuía la Biblia. Ayudaba a su
esposo en la administración de la Agencia. Tenía sumo cuidado en empacar los libros en los cajones a fin de que no se
estropeasen en el transporte. A la muerte de su esposo, en Brownsville, Texas, entregó las cuentas de la Agencia al Dr.
Baird, representante de la Sociedad Bíblica Americana. Acompañada del Dr. Baird regresó a Monterrey para convencer a
don Tomas M. Westrup que aceptara el nombramiento de Agente.
Doña Siriaca. El Sr. Hickey no nos da su apellido. Vivió en Saltillo pues el Sr. Hickey, narrando un viaje a esa
ciudad nos habla de ella y sugiere que se le nombre ―Mujer Repartidora de Biblias‖. Dice de ellas: ―Si Doña Sirica
pudiera nombrarse ―Mujer Repartidora de Biblias‖ sería una ayuda valiosísima para el trabajo. Creo que ella está
verdaderamente convertida. Es devota y celosa de la verdad‖. Bible Society Record. Septiembre de 1866. Pag. 133.
Doña C. El Sr. Hickey no nos da el nombre y apellido de esta colaboradora, pero de ella dice lo siguiente: ―Doña C.
es la mujer que estaba orando por muchos años para que alguien fuera enviado para enseñarle la verdad; y le dijo al
hermano J. que ella creía que yo era esa persona enviada, Doña C. trajo a una sobrina suya anteayer para pedir un
Testamento, el cual le mandé ayer, pues no lo tenía antes. Esta sobrina era mi enemiga acérrima por causa de mis
convicciones religiosas, pero ahora va a venir a nuestra reunión. Todos los detalles del trabajo de Doña C. en unos meses,
desde Marzo, cuando recibió su Biblia llenarían un pequeño libro‖. Bible Society Record. Septiembre de 1866. Pag. 133.
Una viuda de Cadereyta. No tenemos su nombre y apellido. Es la misma que tuvo por primera vez el culto familiar
de oración en su casa lo cual mencionamos en el Apéndice III. El Sr. Hickey nos dice: ―ella ha sido desde entonces una
misionera activa y celosa‖. Bible Society Record. Septiembre de 1866. Pag. 133.
Soledad Rentería. Hermana de Concepción. El Sr. Westrup dice de ella: ―Algún tiempo antes emplearon los señores
Hickey y W. Scott a Soledad Rentería, fiel cristiana… en enseñar en una escuela de niñas en villa de Allende‖. Principios.
Pag. 49.
Concepción Rentería. Ella y su hermana Soledad fueron de Cadereyta, N. L. Cuando el Sr. Hickey fue por primera
vez a Cadereyta para distribuir Biblias encontró a estas dos hermanas y a otras mujeres que se convirtieron al Evangelio.
El Sr. Tomás M. Westrup dice de la colaboración de la Srita. Rentería con el Sr. Hickey: ―...así comenzó, breve pero
cordialísima, una amistad fructífera en resultados de bendición para muchos, pues Chonita acompañaba al hermano a
muchas casas y logró la conversión de muchos conocidos y parientes suyos. Algunos años después existió una iglesia de
unos treinta miembros, fruto principal de los trabajos de aquella. Aún fuera de Cadereyta, en Los Potreros, y Zabarado,
predicó con fruto y se bautizaron algunos. Fue una alma sedienta de la verdad y ansiosa para comunicarla. Sus
discusiones fueron frecuentes y llegó a disputar con el cura de su ciudad y lo abrumó con textos bíblicos. El éxito que
alcanzó animó a las mujeres bautistas de los Estados Unidos a nombrarla su misionera, la primera de varias que han
tenido. Prestó Chonita este servicio también en Monterrey, en algunos puntos de Coahuila, y finalmente en la Ciudad de
México... Su traslado a un mundo mejor fue digno de tal discípula, aunque profundamente sentida por todos sus amigos
que correspondimos a su gran cariño cristiano‖. Principios. Pag. 94.
Las mujeres bautistas de México deben recordar con amor a estas heroínas de la fe que pusieron los fundamentos de
la obra femenil en nuestra patria.

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