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Pachay Villamar Ana Gabriela

Un par de genes controla, en la mayoría de los mamíferos, el color


de la piel.

Los dos genes se conocen y tienen nombre: Agouti y Mc1R, y los mecanismos


moleculares de ambos determinan que un animal sea claro (de amarillo a rojizo) u
oscuro (de marrón a negro).

Pero en los perros resulta que está implicado un tercer gen que descubrieron hace
poco unos científicos estudiando el ADN de cientos de estos animales (sobre todo el
bóxer y el gran danés). Al tercer gen lo han llamado K -o locus K- y ha sorprendido
ahora a los investigadores porque es un gen pluriempleado: además de controlar el
color de la piel, actúa también en el sistema inmune natural, en su defensa contra los
microbios. Ya se sabía que este gen (CDB103) tiene las instrucciones para producir
una proteína del grupo denominado de las beta-defensinas, pero no se esperaba su
papel en la pigmentación de los perros.

El funcionamiento de los genes Agouti y Mc1R en la mayor parte de los mamíferos se


puede resumir así: la activación del Mc1R produce eumelanina, un pigmento negro o
marrón, mientras que su inhibición produce feomelanina (pigmento amarillo o rojizo).
El Agouti actúa precisamente frustrando la actuación de Mc1R. Así, cuando domina
éste último el animal es de color oscuro y cuando domina el primero, es claro. Y esto
depende de factores como la fase del ciclo de crecimiento del pelo o la posición de las
células en la piel del animal y el genotipo (el genoma específico del individuo).

El tercer gen, el K, descubierto y estudiado por Sophie I.Candille, Gregory S. Barsh
(ambos de la Universidad de Stanford, EE UU) y sus colegas, tiene tres alelos o
variaciones -negro, color café y amarillo- y actúa de modo similar al Agouti respecto
al Mc1R, el gen del color oscuro, pero con más eficacia. En sus experimentos,
además de analizar perros, han recurrido a ratones transgénicos usados como
modelo biológico, en los que han podido verificar las predominancias de color y los
patrones de coloración del pelo en el cuerpo.

Candille y sus colegas explican que se han centrado en esos mecanismos de


interrupción de los genes de los pigmentos porque se sabe desde hace tiempo que
"gran parte de la maquinaria molecular utilizada por el sistema pigmentario es
compartida u homóloga a los genes usados para otros procesos fisiológicos", escriben
en la revista Science. Por eso destacan la inesperada doble función del gen K,
implicado en el sistema inmune.

"En lugar de encontrar solamente el gen que estábamos buscando, hemos


descubierto algo más importante", afirma Barsh en un comunicado de Stanford.
"Hemos visto que una familia de proteínas no tiene una sola función, como creíamos,
y futuros estudios nos pueden indicar qué otras defensinas están implicadas en la
defensa del organismo frente a las enfermedades además de colorear la piel del
perro".
Pachay Villamar Ana Gabriela

Identifican un gen clave en las plantas para desarrollar cultivos


resistentes a enfermedades
Científicos de la Universidad de Edimburgo (Escocia, Reino Unido) han descubierto
un gen que podría ayudar a desarrollar cultivos resistentes a enfermedades. Los
científicos estudiaron cómo las plantas producen óxido nítrico cuando están bajo el
ataque de bacterias o virus. El óxido nítrico es una molécula esencial en la regulación
de numerosos procesos fisiológicos vegetales, se acumula en las células de la planta
y provoca una respuesta del sistema inmunológico de la planta. Desempeña un papel
crucial durante la señalización en las respuestas de defensa frente a patógenos.
Los investigadores utilizaron Arabidopsis para estudiar los genes que se activaron
cuando aumentaron los niveles de óxido nítrico. Encontraron que un gen previamente
desconocido, llamado SRG1, se activa rápidamente con el óxido nítrico y también se
activa durante la infección bacteriana. Otros estudios mostraron que SRG1 activa el
mecanismo de defensa de la planta al limitar la actividad de los genes que suprimen
la respuesta inmune. También encontraron que el óxido nítrico regula la respuesta
inmune, lo que garantiza que el sistema de defensa de la planta no reaccione en
exceso.
Los investigadores creen que es probable que se encuentren mecanismos similares
en muchas otras especies, y que sus hallazgos podrían permitir la comprensión de los
procesos fundamentales que subyacen a la regulación inmune. El estudio, publicado
en la revista Nature Communications, fue financiado por el BBSRC y la Fundación
Nacional de Ciencias Naturales de China.
El Profesor Gary Loake, de la Facultad de Ciencias Biológicas, reconoció que
“nuestros hallazgos proporcionan un eslabón perdido entre los mecanismos que
activan y suprimen la respuesta de la planta a la enfermedad. Nos sorprendió ver que
esto podría ser común a los humanos también”.

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