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Tema: “Guillermo de Ockham: la metafísica de las esencias, la teoría de los universales,

teoría ética.”

Elaborado por: (Sanchez Cordova Smit, Torres Espinoza Diogo, Cruz Vera Anahi)

INFORMACIÓN INVESTIGADA:

Biografía de Ockham

Se desconoce la fecha exacta del nacimiento de Guillermo de Ockham, (escrito también

Occam), que se sitúa, según lo que se puede deducir partiendo de los pocos acontecimientos

que conocemos de su vida, entre los años 1280, como pronto, y 1300, como muy tarde. Según

unos nació en el lugar llamado Ockham, en el condado de Surrey, al sur de Londres, mientras

que otros consideran que Ockham era simplemente su apellido. Se sabe que ingresó muy

joven en la orden mendicante de los franciscanos, y que realizó sus estudios en Oxford,

debiendo alcanzar el grado de bachiller en los años 1316-20; según unos, alcanzó también el

grado de "magister", llegando a enseñar lógica y teología en las escuelas franciscanas (en

París, precisan algunos) hasta el año 1323, en que fue convocado a Aviñón por la corte

pontificia, acusado de herejía. Otros, sin embargo, afirman que no consiguió el grado de

magister y que jamás se dedicó a la enseñanza, sino que continuó sus estudios en el ámbito de

las preocupaciones filosófico-teológicas de la orden franciscana, de donde proceden sus

primeros escritos polémicos y críticos sobre tales cuestiones. Todos, sin embargo, están de

acuerdo en que fue discípulo de Duns Scoto (natural de Edimburgo, estudió en las

universidades de Oxford y París, en las que fue también profesor de teología; fue trasladado,

al parecer por motivos políticos, al estudio franciscano de Colonia, donde moriría en 1308), lo

que implica retrasar casi al máximo la fecha de nacimiento de Ockham.

En el año 1323, J. Lutterrell, canciller de la universidad de Oxford, que había acusado a

Ockham de herejía, consigue que el papa Juan XXII convoque a éste a la corte papal,

entonces en Aviñón, para someterle al interrogatorio pertinente acerca de significado de sus

tesis, con el fin de juzgar su ortodoxia o heterodoxia. Durante varios años, en los que
permanece como prisionero de la corte, se trata el asunto, que parece terminar con una

sentencia benévola por parte del papa, sentencia que no satisface los deseos de Lutterrell. Los

acontecimientos políticos que tuvieron lugar entonces, entre el excomulgado emperador Luis

de Baviera y el papa Juan XXII a raíz de la disputa sobre la prevalencia del poder terrenal o

del poder espiritual, provoca la intervención de Guillermo de Occam en la disputa, la misma

que los franciscanos mantenían ya con el papado al respecto.

En 1327 es encargado por el general de la orden, Miguel de Cesena, que había acudido a

Aviñón, de analizar las tesis pontificias sobre el tema; viéndose amenazados ambos por los

defensores de las tesis papistas abandonan Aviñón y se refugian primero en Italia y luego, en

1328, bajo la protección de Luis de Baviera, siendo también ambos excomulgados. Tras la

muerte de Luis de Baviera, en 1347, y habiendo continuado su polémica con los papas

Benedicto XII y Clemente VI, tuvieron lugar algunos contactos para facilitar la sumisión de

Ockham al papa Clemente VI, sin que haya constancia de que la hubiera, o no, firmado. En

1349 muere en Múnich, al parecer a causa de la peste negra.

La presencia de Ockham en Aviñón marca un antes y un después en el conjunto de su obra

que queda así dividida en torno a dos períodos; el primero, anterior a su estancia en Aviñón,

está dominado por preocupaciones filosófico-teológicas; el segundo, que comienza con su

huida de Aviñón, por reflexiones filosófico-políticas. Pertenecen al primer período los

"Comentarios" a las Sentencias de Pedro Lombardo, cuyo contenido le valió la antipatía y

persecución de Luterrell, y el ser acusado de herejía. También la "Expositio super octo libros

physicorum" y la "Summa totius logicae" fueron escritas antes de 1327, sobre filosofía natural

el primero y sobre lógica el segundo. Entre las obras teológicas cabe destacar los "Quodlibeta

VII", con el tratamiento de cuestiones como la unicidad de Dios, la posibilidad o no,

defendida por Sto. Tomás, de que el alma sea la forma del cuerpo, la posibilidad de demostrar

la existencia de Dios, etc.. en consonancia con las posiciones mantenidas en los Comentarios.
Al segundo período pertenecen sus obras de polémica filosófica-política, centradas en torno a

la discusión de la prevalencia del poder terrenal o espiritual, entre las que cabe destacar

el "Compendium errorum Ioannis papae XXII" y el "Dialogus inter magistrum et discipulum

de imperatorum et pontificum potestate", a la que se considera la principal obra de este

período escrita por Ockham.

Razón y fe

La posición que adoptará Occam respecto al tema de la relación entre la razón y la fe

supondrá no ya la distinción entre ambas y la concesión a cada una de un espacio particular de

aplicación, como había defendido santo Tomás, sino su radical distinción e independencia. La

razón no está ya al servicio de la fe, ni la fe necesita de la razón para esclarecer sus propios

dictados. La fe depende estrictamente de la revelación, por lo que la razón no tiene nada que

decir, no tiene nada que añadir ni quitar, nada que aclarar a la palabra divina. La razón, por su

parte, siendo una facultad otorgada por Dios al hombre, para ordenarse en este mundo, no

tiene nada que tomar de la fe: ha de recurrir a las otras facultades naturales y, exclusivamente

con ellas, obtener los conocimientos necesarios para la vida más perfecta posible del hombre.

La distinción entre la razón y la fe se convierte, por lo tanto, en separación, y aún en

oposición, entre ambas, lo que conducirá a Occam a una posición mística y "anti-teológica"

en los temas de la fe (el voluntarismo, caracterizado por la afirmación de la preeminencia de

la voluntad sobre el entendimiento), y a una posición radicalmente empirista en lo

concerniente a los temas de la razón. La autonomía de la razón con respecto a la fe

proclamada por santo Tomás se convierte en una independencia absoluta, lo que tiene

importantes consecuencias en el campo filosófico y teológico en el que se moverá Occam.

El análisis del conocimiento


Si San Agustín había explicado el tema del conocimiento con la doctrina de la iluminación, de

inspiración platónica, santo Tomás lo había hecho con la teoría de la abstracción, de raíz

aristotélica. En ambos casos el conocimiento representa el conocimiento de la esencia,

dejando al margen la individualidad y particularidad del objeto conocido. Occam se opondrá a

ambas explicaciones, rechazando la posibilidad de conocer directamente las esencias tanto

como la posibilidad de un conocimiento abstractivo, ofreciéndonos una explicación basada en

la intuición sensible, que nos permite entrar en contacto directamente con la realidad

individual y concreta, postura conocida con el nombre de nominalismo.

¿Conocemos directamente, pues, la realidad individual o conocemos sólo las esencias

universales? La intuición no es, para Occam, la captación directa por parte del sujeto de una

esencia, de una idea de tipo platónico, sino la relación directa del sujeto que conoce con el

objeto conocido, con la cosa. En este sentido, el conocimiento es algo que se ofrece de modo

directo e inmediato al individuo (no el resultado de una abstracción, de una elaboración del

entendimiento que culmina en un concepto); es algo, por lo tanto, presente, que queda

garantizado por la inmediatez, por la presencia de la cosa que es la causa inmediata de dicho

conocimiento, por el que se afirma en consecuencia la existencia de la cosa y del que

dependen también las relaciones entre las cosas.

El conocimiento abstractivo no es posible, porque lo universal no es real, no es algo que esté

presente. Los conceptos los formamos espontáneamente en el entendimiento, no a través del

proceso abstractivo descrito por Aristóteles y por santo Tomás. ¿Qué son los conceptos? No

pueden representar unas esencias que no tienen presencia ni existencia real: no son más que

signos de carácter lingüístico que se forman a partir de la experiencia, por generalización.

Distingue Occam dos tipos de signos: los naturales y los convencionales. Son signos naturales

los concebidos por la mente y, en este sentido, pueden ser llamados palabras mentales. Los

signos convencionales pueden ser de dos clases: proferidos y escritos, es decir pertenecientes
al lenguaje hablado o al lenguaje escrito. La función de los signos es hacer las veces de las

cosas que significan en el discurso, sustituirlas. En ningún momento representar esencias

inexistentes.

El rechazo de la explicación tomista del conocimiento (por vía de la abstracción, siguiendo a

Aristóteles) va asociado a la modificación de los presupuestos lógicos que se pueden aceptar

en el discurso filosófico, y a la elaboración de algunas propuestas metodológicas, entre las

que se suele destacar el principio de economía, también conocido como la "navaja de

Ockham", que supone el rechazo de lo superfluo, de lo que no aparezca de modo inmediato a

la intuición sensible, y la exigencia de simplicidad en la explicación de los sucesos reales, y

cuya formulación tradicional se presenta del modo siguiente: "no hay que multiplicar los entes

sin necesidad" (entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem).

LA CRITICA DE OCKHAM A LA METAFISICA

Ockham se niega a admitir como evidente otra cosa que aquello que o bien es dado en la

experiencia o bien es exigido necesariamente por los datos de la experiencia. La aplicación

radical de este principio lleva a Ockham a una crítica de la metafásica racional, incluyendo en

está tanto la teología racional como la psicología racional y la moral racional. Ockham no

encuentra ni una sola de esas demostraciones que le parezca concluyente; el esquema general

de su crítica es el siguiente:

Ockham admite como evidente no solo lo que es inmediatamente experimentado, sino

también todo aquello que se deduce necesariamente de ello; pero no aquello que se deduce

por aplicación -incluso por aplicación a conocimientos experimentales- de principios que se

consideran evidentes sin que puedan ser comprobados por la experiencia. Ahora bien, es

cierto que todas las demostraciones de la metafísica escolástica aplican principios de esta
índole; por lo tanto, no le será muy difícil a Ockham encontrar en cada una de ellas algún paso

que no será verdaderamente demostrativo.

Ockham, pues, no considera demostrable racionalmente ni la existencia de Dios, ni los

atributos de Dios, ni la inmortalidad del alma, ni nada de esa índole. La intención

fundamental, consciente y decidida de Ockham es liberar a la teología del aparato filosófico-

escolar que la aprisionaba declarando simplemente inconsistente este aparato.

 En metafísica Ockham defiende un concepto unívoco del ser. Ello significa que el "ser"

puede predicarse de Dios y de las criaturas, pero no significa que Dios y las criaturas sean

similares. Por el contrario, considera que son enteramente disimilares. Sin embargo, no ve

ningún inconveniente en predicar "ser" de cosas no similares, ya que para él "ser"

simplemente designa un concepto, y no una realidad de la que participen Dios y las criaturas.

Ockham no se opone estrictamente a la concepción agustiniana de un mundo de esencias

divinas. Sin embargo, mientras San Anselmo y los "realistas" tienden a considerar las ideas o

esencias (o "universales") como estando primariamente en la mente divina, y Santo Tomás

estima que constituyen la estructura inteligible que el alma aprehende por medio de la

abstracción, Ockham prescinde totalmente de la realidad (metafísica o meramente conceptual)

de las ideas o esencias. Dios no puede estar limitado por nada y las ideas o esencias,

cualquiera que sea el modo como se conciban, representan una limitación. En este sentido, la

afirmación de la omnipotencia divina constituye una clave fundamental en el pensamiento de

Ockham.

LAS TEORIAS UNIVERSALES

Conocido como "el príncipe de los nominalistas", Ockham niega la existencia de los

universales; ni siquiera se trata de abstracciones. Sólo existe el singular, los individuos, que

son captados por la intuición sensible de su realidad. Conocemos de modo directo, por la
experiencia, en una visión inmediata de la realidad. Los términos generales sólo denotan las

semejanzas que se advierten en los individuos. Al no darse más que el singular, los

universales no pueden hallarse dentro de las cosas. Los universales se reducen, pues, a

símbolos, a signos de las cosas. Ciertamente, a esta corriente de pensamiento se la denomina

nominalismo o terminismo. Pero el nominalismo de Ockham no debe identificarse con el de

Roscelino, simple flatus vocis, palabras vacías. Se trata más bien de un conceptualismo:

reducción del universal al concepto aparecido en la mente. Para Ockham, los universales son

términos (termino concepto) que significan cosas individuales y que las representan en las

proposiciones. No es Ockham el iniciador de esta corriente, aunque sí su más conocido

representante. Ya otros le habían precedido en el camino de eliminar algunas de las muchas

cosas que suprimiría su “navaja”. Pero el mismo achaca a estos autores su ambigüedad al

mantener en último término bastantes vestigios del resumió moderado, resistiéndose a negar

absolutamente la existencia de las ideas ejemplares divinas o algún tipo de base del universal

de los seres, mientras que él adopta una postura realmente nominalista, o mejor,

conceptualista, al afirmar que el universal es una elaboración mental.

Esta corriente no es fácil de caracterizar, ofreciendo la propia concepción de Ockham puntos

oscuros y difícilmente expresables en pocas palabras. La manera más sencilla es la vía

negativa, lo que niega esta opinión: la posición de Ockham supone la negación de todas las

cuestiones que en la filosofía medieval estaban ligadas de alguna manera a la concepción

platónico aristotélico-tomista de los universales. El individuo, e ser concreto, singular, se

afirma como única realidad existente con todas sus consecuencias. A partir de aquí:

 No tiene sentido la cuestión del principio de individuación (aquello que hace que una

esencia -universal- se concrete en un individuo, en una existencia particular).


 Carece igualmente de sentido la distinción esencia-existencia, materia-forma,

sustancia-accidentes.

 No hace falta el largo proceso cognoscitivo hasta llegar a la captación de lo universal.

 Desaparecen las ideas ejemplares, calificadas como de origen no cristiano por Ockham

y que, según él, lo único que hacen es limitar el poder de Dios, cuya omnipotencia

absoluta es suficiente base para el contintengismo radical de todo lo creado.

 Invalidez de las pruebas de la existencia de Dios que se apoyan también en lo

universal (esencia común, relación, causalidad, perfección…)

Hay en todo esto una clara apuesta por la simplificación, por la vuelta a lo sencillo, en

oposición a la complejidad en la que había caído la filosofía escolástica. Si me basta aquello

para explicar la realidad, no hay razón para recurrir a tantos intermediarios. (“No hay que

multiplicar los entes sin necesidad: Non sunt multiplicanda entia sine necessitate”).

Esta posición antimetafísca le lleva a elaborar una teoría universal como signo natural por el

que nos referimos a muchas cosas singulares y que funciona como un conocimiento concreto

que podemos utilizar en una proposición, “los animales son irracionales”, por ejemplo: en este

caso funciona como universal, pero su origen no es una esencia común, sino la comprobación

fáctica, de hecho, de que “éste es irracional, aquel es irracional”.

En el texto siguiente aparece con claridad el entronque teológico del problema de los

universales y una formulación concreta de la cuestión fundamental.

“Si el universal es una verdadera realidad fuera del alma.

A propósito de la identidad y distinción entre Dios y las criaturas, hay que plantear la

cuestión de si hay algo común unívoco a Dios y a la criatura, predicable esencialmente de

ambos. Mas como esta cuestión y otras muchas cosas que se han dicho y se dirán en las
cuestiones siguientes dependen de la naturaleza del unívoco y del universal, por eso, para

mayor claridad de lo dicho anteriormente y de lo que se dirá, propondré antes algunas

cuestiones sobre la naturaleza del unívoco y universal.

Acerca d este punto, pregunto, en primer lugar, si lo que recibe la denominación inmediata y

próximamente de la intención universal y del unívoco es una verdadera realidad fuera del

alma, intrínseca y esencial, a aquellos a los cuales es común y unívoco, distinta realmente de

ellos.

Ockham se opone a aquellos que afirman que lo universal es una realidad existente fuera del

alma, distinta a cada hombre singular, pero a la vez presente a él en su esencia (realismo

moderado):

Por eso yo sostengo, por el contrario, en esta cuestión, que ninguna cosa realmente distinta e

intrínseca a las cosas singulares les es universal o común. Tal realidad no habría que

ponerla más que para salvar la predicación esencial de una cosa respecto de otra, o para

salvar la ciencia de las cosas y las definiciones de ellas, que son las razones que aduce

Aristóteles en pro de la teoría de Platón. Ahora bien, la primera razón no vale, porque, por el

mismo hecho de que se pone esa realidad como intrínseca a la cosa y distinta de la cosa

singular, tiene que ser una parte suya; pero la parte no se puede predicar esencialmente de

la cosa, como ni la materia ni la forma se predican esencialmente del compuesto; por tanto,

si se predica esencialmente de la cosa, tendrá que suponer no por sí, sino por la cosa

singular. Ahora bien, tal suposición se puede salvar haciendo que se predique algo que no es

toda la cosa, ni parte suya; luego, para saber tal predicación no hace falta sostener que tal

predicado es una realidad distinta y, sin embargo, intrínseca a la cosa.

NOTA: Santo Tomás decía que la esencia la formaban la materia más la forma y, por tanto,

amas se predican del compuesto, es decir, del sujeto, como esencia común o universal. Pero

cada una de ellas por separado no constituye la esencia.


Naturaleza de los conceptos universales:

En el apartado anterior hemos visto sobre todo qué no son los conceptos universales para

Ockham: no son realidades extramentales.

Pero interesa saber qué son positivamente, cuál es su naturaleza. Ockham contesta a esto

afirmando que los conceptos universales son signos de carácter lingüístico, son términos

concebidos, sólo existen en el alma y por eso los denomina “intenciones de alma”. Se trata de

signos naturales: significan de materia natural, no por arbitrio humano, algo distinto, y así

pueden suponer por otro en un enunciado o sentencia.

Ockham habla con frecuencia de la suposición como de la propiedad fundamental de los

términos. Él la define así:

…equivalente a la posición por otro, de suerte que cuando un término está en la proposición

por alguno supone por él… Así, en esta proposición el hombre es animal se denota que

Sócrates es verdaderamente animal, de suerte que resultaría verdadera si se formase esta

proposición: “esto es animal” señalando a Sócrates.

La suposición es, pues, la propiedad por la que los términos pueden ocupar el lugar de los

individuos significados por ellos en la proposición.

Es de saber pues, que así como según Boecio se dan tres clases de expresión, a saber, escrita,

oral y concebida, que sólo tiene existencia en el entendimiento, así se dan tres términos,

escrito, oral y concebido. El término escrito es una parte de una proposición descrita en

alguna materia corpórea, que se ve o s e puede ver con los ojos del cuerpo. El término oral

es una parte de la proposición pronunciada por alguien y que puede ser percibida por el

oído. El término concebido es una intención o pasión del alma que significa naturalmente

algo, y puede ser parte de una proposición mental y suponer por ello.
Para Ockham el universal es `particular en cuanto que es algo que existe en la mente, pero es

universal en cuanto es signo de muchos

LA TEORIA ETICA

En el ámbito de la Ética, fue partidario de la Teoría del Mando Divino, un enfoque

deontológico y absolutista de la Ética que considera que una acción es correcta si Dios ha

decretado que lo sea, y que un acto es obligatorio si y sólo si (y porque) es ordenado por Dios.

Así, en respuesta a la pregunta de Platón « ¿Es algo bueno porque Dios lo quiere, o Dios

quiere algo porque es bueno?», Ockham (en contra de la opinión mayoritaria) afirma

rotundamente lo primero. Desde su punto de vista, Dios no se ajusta a una norma de bondad

existente de forma independiente, sino que Dios mismo es la norma de bondad

La omnipotencia es la característica distintiva de Dios. Dios puede hacerlo todo, a excepción

de lo imposible. Pero lo único imposible para Dios es lo contradictorio lógicamente: hacer

algo y no hacerlo (simultáneamente).

De la omnipotencia se derivan varias consecuencias:

1. Contingencia de la creación: las leyes naturales son las que son por decisión

divina, y podrían ser otras en cualquier momento. Esta doctrina se opone al

ejemplarísmo de Agustín: Dios crea el mundo según Ideas eternas e inmutables.

Pero Dios puede cambiar sus Ideas, si así lo quiere.

2. Voluntarismo moral: los mandamientos morales son los que son por decisión

divina, pero podrían ser otros distintos. Frente a doctrina de Tomás de que la ley

moral se deduce racionalmente de la ley natural, Guillermo propone que ambas

leyes pueden ser diferentes si Dios así lo quiere.


3. La simplicidad es la regla que debe seguir la razón humana. Dado que nuestra

razón tiene un alcance limitado y que no hay leyes necesarias en la Creación, lo

mejor que podemos lograr es una descripción del mundo que sea lo más sencilla

posible. A este principio general se le denominó "navaja de ockham" por "cortar" o

"podar" de cualquier teoría todos aquellos elementos no apoyados en la

experiencia. Otro modo de ver este principio es: ante dos teorías igualmente

apoyadas por la experiencia, elegiremos a aquella que sea más sencilla; es decir

aquella que no incluya otros conceptos que los imprescindibles para explicar los

fenómenos experimentales.

4. Nominalismo: la definición de términos como "hombre" o "agua" es una lista

de características que conocemos por la experiencia. Frente al esencialismo de

tradición griega, que propone que "hombre" o "agua" nombran una característica

esencial, el nominalismo de Occam propone que estos términos nombran el

conjunto de características comunes a todos los individuos a reciben un mismo

nombre.

5. La intuición de las características sensibles de los seres individuales es el

fundamento de todo conocimiento. No admite la posibilidad de conocimiento

mediante la pura inteligencia (Platón) o mediante la abstracción realizada por el

entendimiento (Aristóteles).
VINCULACIÓN CON LO COTIDIANO:

La navaja de Ockham se basa en la idea de que, si hay varias explicaciones posibles para un

fenómeno, la explicación más simple es la más probable de ser verdadera, ya que las

explicaciones más complejas requieren más supuestos y son menos parsimoniosas. Esto se

debe a que las explicaciones más simples son más fáciles de entender y se ajustan mejor a la

lógica y a la experiencia común. Además, esta teoría también sugiere que, en ausencia de

pruebas que respalden una teoría más compleja, debemos optar por la explicación más simple.

En el campo de la ciencia, la navaja de Ockham es fundamental para la formulación de

hipótesis y teorías científicas. Los científicos utilizan esta teoría para eliminar las hipótesis

que no son necesarias para explicar un fenómeno, reduciendo así la complejidad de una teoría.

Esto les permite concentrarse en las explicaciones más plausibles y efectivas, lo que a su vez

puede conducir a nuevos descubrimientos y avances científicos.

En la medicina, la navaja de Ockham se utiliza para realizar diagnósticos precisos y evitar

pruebas innecesarias o invasivas. Los médicos utilizan esta teoría para eliminar las posibles

causas de una enfermedad o trastorno y centrarse en la explicación más simple que pueda

explicar los síntomas del paciente. Esto puede ayudar a los médicos a reducir el tiempo y los

recursos necesarios para diagnosticar y tratar una enfermedad, mejorando la eficiencia y

reduciendo el estrés en el paciente.

En la resolución de problemas en general, la navaja de Ockham se puede aplicar en una

amplia variedad de situaciones. Por ejemplo, en la reparación de un automóvil, el mecánico

puede aplicar la navaja de Ockham para determinar la causa más probable de un problema, en

lugar de realizar pruebas costosas y complejas en varios sistemas del vehículo. Esto puede

ahorrar tiempo y dinero, y permitir al mecánico solucionar el problema de manera más rápida

y eficiente.
En cuanto a la idea de que solo las entidades individuales existen realmente, esta teoría

sugiere que debemos centrarnos en las cosas concretas que podemos ver y experimentar en

lugar de preocuparnos por abstracciones abstractas. Esto puede ayudarnos a tomar decisiones

más informadas en la vida cotidiana, como decidir qué carrera seguir, qué actividades

disfrutamos más, y qué relaciones son más importantes para nosotros. Al centrarnos en lo que

es realmente importante, podemos vivir una vida más satisfactoria y plena.

En conclusión, la navaja de Ockham es una teoría que puede ser aplicada a una amplia

variedad de campos y situaciones de la vida cotidiana. Al centrarnos en la explicación más

simple y en las cosas concretas, podemos ahorrar tiempo y esfuerzo y tomar decisiones más

efectivas en nuestra vida diaria. Además, esta teoría nos recuerda la importancia de la

parsimonia y la lógica en la formulación de hipótesis y teorías, lo que puede conducir a

descubrimientos y avances significativos en muchos campos.


PREGUNTAS Y RESPUESTAS PARA LA EVALUCIÓN:
BIBLIOGRAFIA
http://recursostic.educacion.es/bachillerato/proyectofilosofia/web/f2docentes1.php?
id_ruta=18&id_etapa=1&id_autor=4#:~:text=Ockham%20afirma%20que%20caben
%20dos,una%20realidad%20actual%20y%20presente.
https://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/hf/soff_em_13.html
https://www.filosofia.net/materiales/tem/ockham.htm#:~:text=5.,los%20datos%20de
%20la%20experiencia.
https://repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/4967/2/guillermo-ockham-olga-
larre.pdf
https://classroom.google.com/w/NTQzNDg5ODExNzI4/t/all

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