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Lección 1 EL HOMBRE DE LA CASA

1 / abril / 2023

Min. Abdiel Gómez Mercado

Porque Adán fue formado primero, después Eva


1 Timoteo 2:13, RV1960

OBJETIVO DEL TRIMESTRE

Reflexionar en el texto bíblico para descubrir la nueva masculinidad creada por el Evangelio,
que se contrapone al modelo “machista” que está arraigado en nuestra sociedad.

OBJETIVO DE LA LECCIÓN

Analizar las raíces de la violencia de género, como fundamento de la ideología machista


del varón.

INTRODUCCIÓN

La figura del machismo que aún predomina en nuestra sociedad es una cuestión de cultura.
Desde tiempos antiguos se implantó lo que se ha denominado “una sociedad patriarcal”,
basada en el dominio y superioridad del hombre sobre la mujer. Fue una cuestión de
género; es decir, por el solo hecho de ser varón se tenían privilegios y concesiones que la
mujer nunca alcanzaba. Desde el libro del Génesis, en donde se registra el principio de
todas las cosas, podemos notar esta situación, favorable para el género masculino.
Analicemos la bendición de Isaac sobre el que creía que era su primogénito: El olor de mi
hijo es como el de un campo bendecido por el Señor. Que Dios te conceda el rocío del cielo;
que de la riqueza de la tierra te dé trigo y vino en abundancia. Que te sirvan los pueblos;
que ante ti se inclinen las naciones. Que seas señor de tus hermanos; que ante ti se inclinen
los hijos de tu madre. Maldito sea el que te maldiga, y bendito el que te bendiga (Génesis
27:27-29, NVI).
En resumen: el primogénito recibía la bendición en lo material, el fruto de la tierra y
toda su abundancia. También recibía autoridad y superioridad por encima de sus hermanos
y una protección especial en contra de quien lo maldijera. Este tipo de bendiciones del padre
a su primogénito podemos verlas a lo largo del Antiguo Testamento (AT), pero siempre
sobre los hijos varones, nunca se le daba la bendición del primogénito a una mujer. Por el
contrario, las mujeres perdían todo derecho sobre las posesiones de su padre y quedaban
a expensas de la voluntad del marido o sus hermanos varones.
Ese escenario fue producto de una cultura regida por la autoridad de los varones:
una sociedad patriarcal. También podemos notar tal deferencia en las genealogías
registradas tanto en el AT como en el NT: están basadas en la descendencia de los hijos
varones y ocasionalmente se mencionan algunas mujeres, pero siempre en segundo
término. Esto se ratifica con el reclamo de Lea y Rachel sobre el trato injusto del que eran
objeto las mujeres de su tiempo: —¡Por nuestra parte está bien! De todos modos, nosotras
no heredaremos nada de las riquezas de nuestro padre. Él ha reducido nuestros derechos
a los mismos que tienen las mujeres extranjeras, y después de habernos vendido, derrochó
el dinero que tú le pagaste por nosotras (Génesis 31:14-15, NTV).
Todo este antecedente sociocultural y religioso hace que no nos sorprenda
demasiado la situación que viven las mujeres aún en la actualidad. Podemos mencionar las
mujeres de los pueblos indígenas de nuestro país y muchas mujeres del medio oriente
oprimidas por religiones radicales y extremistas. Sus derechos fundamentales son violados
y en muchas ocasiones se les trata como objetos y no como seres humanos.
Por lo anterior, se requiere una interpretación del texto de 1 Timoteo 2:13, apegada
al propósito original de Dios para la raza humana: hombre-mujer. El punto de partida es un
hecho innegable: Adán fue creado en primer lugar, luego la mujer.
“El hombre de la casa” es una frase que tiene implicaciones de autoridad,
prerrogativas y derechos exclusivos, otorgados por razón de género. Aparentemente por
una lógica natural de “derecho de antigüedad”, como diríamos en lenguaje coloquial.

ESTUDIO

I. “Y formó Dios al hombre”.


El problema surge por una mala interpretación del contexto en que fue escrito el relato
de la creación. Tenemos dos referentes, Génesis 1:27-30 y 2:7-23. En primera instancia
tenemos que reconocer que el primer capítulo de este libro no es una cronología de la
creación, sino una especie de oda o alabanza al poder creador de Dios. Por ello es que
se presentan aparentes contradicciones e incongruencias con lo que se relata en este
capítulo. Incluso, al contrastarlo con el capítulo 2, también se presentan algunas
inconsistencias. Por señalar alguna, note que en el capítulo 1 primero se crean los
animales terrestres, marinos y aves del cielo. Por el contrario, en el capítulo 2, se
menciona que todo esto surgió una vez que el hombre fue creado: no es bueno que el
hombre esté solo… formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los
cielos, y las trajo a Adán… (vv. 18-20).
Lo mismo ocurre con la creación de la mujer. En el capítulo 1 se menciona que Dios
creó al hombre, varón y hembra (v. 27) y podría entenderse que fue una acción
simultánea, lo cual no se narra así en el capítulo 2: Y de la costilla que Jehová Dios tomó
del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre (v. 22). Sin embargo, este dilema queda
resuelto al estudiar la raíz del hebreo “adam” que hace referencia al género humano:
hombre y mujer. Después se utilizó también como nombre propio (Génesis 4:25).
En conclusión, en el capítulo 1 se presenta el hecho de la creación del género
humano (adam), de forma general; mientras que en el capítulo 2 se describe el proceso
específico por medio del cual se dio origen a la humanidad: hombre-mujer. Lo destacable
aquí, es que la Biblia no los separa ni le da mayores beneficios o mejores características
al varón por encima de la mujer: “a imagen de Dios los creó”; es decir, ambos tenían la
imagen de Dios. Como ya sabemos, las diferencias surgieron después, a causa del
pecado en el Edén.

II. “Adán, el primero; después Eva”.


Podemos decir que se trata de una lucha por el poder, similar a la que se suscitó entre
Jacob y Esaú desde el vientre de su madre (Génesis 25:21-26). Dicha lucha no terminó
con el nacimiento de los gemelos, continuó hasta el momento en que el mayor debía
recibir la bendición de su padre Isaac. La bendición al hijo mayor era muy apreciada; por
eso es sorprendente la displicencia con la que Esaú le vendió su primogenitura a Jacob,
por un plato de comida (Génesis 25:32).
En cierta forma, al haber sido creado en primer lugar, el hombre adquirió derechos
y prerrogativas sobre la mujer que le otorgan privilegios indiscutibles e imperdibles. Sin
embargo, desde una perspectiva evangélica, ser el primero no siempre resulta lo mejor.
Ser el primero no solo tiene privilegios sino también obligaciones que, en la mayoría de
los casos, se pasan por alto en un malentendido deseo de poder y posición de privilegio.
Tal fue el caso de Jacobo y Juan cuando pretendían tener una posición de autoridad y
poder sobre los demás discípulos. Jesús tuvo que aclararles: Y el que quiera ser el
primero entre ustedes deberá ser esclavo de los demás (Marcos 10:44, NTV).
En nuestra cultura, el hijo mayor tiene la obligación moral de cuidar y velar por el
bienestar de sus hermanos. La mayoría de las veces se cumple no por obligación sino
por un sincero amor y por un sentido de responsabilidad, a pesar de que ello conlleve
privaciones y sacrificios para el primogénito.

III. “El hombre de la casa”.


En la actualidad prevalece el deseo insano de sentirse “el hombre de la casa”, como si
ello significara que se puede gobernar la vida de su esposa e hijos, al grado de no
dejarlos hacer nada sin su permiso. Tal pareciera que dicho título -que, siendo honestos,
fue adquirido en forma arbitraria-, hiciera sentir al hombre como el más importante de su
casa; por lo que impone su autoridad sobre cada uno de sus habitantes.
Desde muy chicos, los varones aprenden que ellos son “el hombre de la casa” y
poco a poco esa idea transforma su perspectiva de vida; y se sitúan en un pedestal que
conforme pasa el tiempo resulta cada vez más difícil derribar. Resulta muy satisfactorio
para la mente machista el sentir que todos en su casa lo respetan y se rinden a sus
deseos y caprichos. Lo más lamentable es que en muchas ocasiones, esa posición se
afirma por medio de la violencia intrafamiliar, asumiendo una posición de dictador en la
que solo su voluntad es aceptada.
La respuesta evangélica es: Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que
quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor (Marcos 10:43, NTV).

ACTIVIDAD

1. En el grupo de varones, discutan acerca de las implicaciones negativas de la frase “el


hombre de la casa”.
2. Comparta con el grupo de varones las actitudes que ha tenido o sigue teniendo con su
familia, las cuales reflejan una mala comprensión de sentirse “el hombre de la casa”.
3. Elaboren una lista de pensamientos, actitudes y hechos que plasmen la comprensión
evangélica de ser “el hombre de la casa”. Asuma el compromiso de ajustarse a dicho
modelo como el hombre de su casa.

CONCLUSIÓN

Es necesario darle un nuevo sentido a la frase “el hombre de la casa”, desde una
perspectiva evangélica que considere los atributos y valores característicos del hombre
según el modelo de Jesús. Es urgente transformar nuestra manera de pensar para que
nuestro comportamiento y conductas marquen el rumbo de una nueva humanidad y
certifique que somos ciudadanos del reino de Dios.
Se requiere un “hombre de la casa” comprensivo, tolerante, inclusivo, cuyas
acciones sean movidas por el amor y la identidad con su esposa e hijos. Que sepa
concertar, tomar acuerdos y fomentar el respeto mutuo con sus seres queridos, que sea
el ejemplo a seguir. Un hombre del cual su familia se sienta orgullosa de llamarle de esa
manera. Un líder espiritual cuyo hogar sea dirigido por el Espíritu Santo y sostenido por
la roca eterna, Jesús.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:

● La Santa Biblia, RV1960.


● La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional.
● La Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente.

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