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Derechos y desafíos ensayo

El caso que presenta Karina Bidaseca (2011) sobre Estela la niña-mujer wichí en Argentina, pone de
manifiesto las tensiones entre los derechos universales de las mujeres y las tradiciones culturales
amparadas en el derecho propio de las comunidades indígenas. Luego de leer los argumentos de
todos y todas aún tengo cuestionamientos como mujer y madre de una niña, sobre lo que está en
juego. Entiendo que para mí asumir una postura frente a un hecho dentro de una cosmovisión que
es completamente ajena a mi realidad y tal vez por ello incomprensible hace tal vez
descontextualizada mi opinión, pero desde mi perspectiva una niña (sea indígena o no) no tiene la
completa comprensión del mundo que la rodea, si bien ha sido permeada por el contexto, por los
significados culturales de su familia y la sociedad, 10 años o 13 son muy pocos para construir su
mirada subjetiva y su posición objetiva sobre las decisiones que la afectan, de manera que su “voz”,
puede que no enuncie lo que realmente su ser quiere enunciar, sino más bien lo que su contexto y
las normas de su “comunidad” dictan. Personalmente creo que cuando se es niña es muy difícil saber
lo que es bueno o no para si misma, mientras que los adultos tienen intencionalidad en sus acciones,
las niñas y niños están en un proceso de aprendizaje y de descubrimiento, por esa razón por ejemplo
las madres o padres generalmente las cuidamos de los peligros del entorno.

Frente a la pregunta ¿La violencia contra las mujeres: ¿desafío de derechos o desafío cultural?

Paiva (citada por Bidaseca, 2011) resalta que la construcción teórica del concepto de género es parte
de un proceso social y académico distante a los Andes, donde la paridad es elemento fundamental
de la cosmovisión indígena, donde lo femenino y lo masculino se complementan y oponen a la vez
sin que eso represente superioridad masculina. Como lo defiende Segato (citada por Bidaseca, 2011)
las relaciones de género de los pueblos indígenas fueron desestructuradas con la colonización, el
control social precolombino frente a las relaciones de género fue reemplazado por el control de la
iglesia, la familia y el estado, predominantemente masculino (Barragán citada por Bidaseca, 2011),
de manera que la occidentalización y patriarcalización de los sistemas de género, ocurrieron de
manera paralela (Rivera, citada por Bidaseca, 2011).

Desde mi experiencia en la alta montaña andina he podido verificar lo que afirman las autoras,
especialmente en territorios indígenas Pastos las mujeres son poseedoras de valiosos
conocimientos y prácticas, por ejemplo relacionados con el uso de plantas medicinales, la partería
y el trabajo de la chagra (sistema andino de producción y saberes asociados a la agrobiodiversidad)
y la transmisión de conocimientos ancestrales a las nuevas generaciones mediante la tradición oral,
principalmente en los espacios de las chagras y en las tulpas (cocinas de leña), sin embargo sus
saberes generalmente son relegados al ámbito doméstico (privado), y tal como lo resalta Segato
(2014) el género moderno al instalase por la fuerza secuestró el poder político sobre el bien común
y convirtió lo doméstico en privado, con consecuencias fatales por la violencia contra las mujeres
(consecuencias modernas y producto de la modernidad), de manera que aún en territorios indígenas
que se consideran muy tradicionales y cuyos discursos resaltan la complementariedad, las mujeres
sufren distintos tipos de violencia y sus conocimientos no cuentan con el mismo reconocimiento
que los saberes políticos o económicos globales, que frecuentemente son asociados con los
hombres de la comunidad a quienes se les asignan liderazgos. Estoy de acuerdo con Paiva, para
quien más allá de suscribirse a una corriente feminista global, es prioritario para ella trabajar por la
dignidad de la mujer indígena y asumir el reto de la reivindicación de un “feminismo paritario
indígena” desarticulado por el colonialismo.

De la lectura de las experiencias que cuenta Segato (2014) es claro para mí que hoy en día para
mujeres indígenas y afroamericanas las luchas son dobles (o múltiples yo diría) defender a sus
territorios de los ataques externos y defenderse a sí mismas de la opresión al interior de sus
comunidades (y luchando en distintos frentes según su condición particular étnica, económica,
racial, rural, etc). Interesante la manera como la autora narra los cambios tan complejos que ha
sufrido en la historia la masculinidad en manos de la colonialidad, considerándolo un proceso
violentogénico, pues oprime a los hombres no-blancos en el frente externo y los empodera en la
aldea, obligando a reproducir y a exhibir la capacidad de control inherente a la posición de sujeto
masculina en el único lugar que quedaba, para restaurar la virilidad. Me pregunto si ese patrón fue
especialmente intenso en mi país y a razón de ello tenemos un machismo tan exacerbado. Es
interesante la conclusión de Segato de que los prejuicios morales que hoy percibidos como propios
de ‘la costumbre’ o ‘la tradición’ (combatidos desde el enfoque de derechos humanos) son en
realidad prejuicios, costumbres y tradiciones ya modernos, instalados por la colonial modernidad.

Sobre el artículo de Kemy Oyarzún (2010) debo decir que su narrativa en principio me resultó difícil
de leer, sin embargo me llamó mucho la atención el uso de palabras desconocidas para mí como
“matria” y “maternajes”, “sororidad”, entre otras que nutren mi comprensión de la discusión teórica
sobre género, soy muy interesantes los debates que ella plantea para nuestra región donde tenemos
“las múltiples disociaciones entre raza, territorialidad y género en los estados latinoamericanos que
se resisten a la interculturalidad y a la plurinacionalidad”.

Por lo tanto, mi respuesta a la pregunta es que se trata de un desafío principalmente de derechos,


pero que está inmerso en desafíos culturales locales, pues si bien no debemos generalizar la
situación de opresión hacia las mujeres es evidente que en todas partes y especialmente en el Sur
global se pelean diversas batallas por los derechos de todas, como seres desiguales y además
diferentes.

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