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El comercio, el transporte y el turismo son los sectores más afectados por la pandemia del
coronavirus. Ante esta realidad –como se recomienda en un blog de los empleados del BID– es
vital que los gobiernos tomen medidas adecuadas para reducir su impacto en la economía y la
actividad económica.
Esta pandemia también está afectando seriamente a los procesos de integración, enardeciendo
los nacionalismos. Los gobiernos, en previsión a una posible escasez, buscan acaparar productos
con compras superiores a sus necesidades, o dejando de exportar, para incrementar sus stocks de
reserva.
De manera categórica, el director general de la OMC, Roberto Azevedo, sostuvo que «la
inevitable disminución del comercio y la producción tendrá consecuencias dolorosas para los
hogares y las empresas, aparte del sufrimiento humano causado por esta enfermedad».
Los primeros datos de la crisis comercial que se viene este 2020 y los próximos años no son
nada reconfortantes: En los dos primeros meses de este año China vio caer sus exportaciones en
un 17% y sus importaciones en 4%; las importaciones totales de los Estados Unidos
disminuyeron en 4%. En el mismo periodo, las exportaciones del Brasil se redujeron en 8,5% en
términos anuales.
Para la OMC estas cifras son preocupantes si se tiene en cuenta que el comercio mundial ya se
encontraba en plena desaceleración el 2019, año en que esta actividad solo creció en 1%,
comparado el 5% que fue el promedio de las dos últimas décadas.
Los bolivianos debemos estar conscientes de que esta crisis no solo afecta al país. El problema
es de todo el mundo, sin importar el nivel de especialización de los países. Además de la
reducción de los precios de commodities como el petróleo y minerales, los bienes
manufacturados son los más afectados porque son más vulnerables a las interrupciones súbitas,
por la ruptura de sus cadenas de suministros, y la mayor posibilidad de que los compradores
dejen de demandarlos, porque priorizarán otras adquisiciones.
Paz, 29% en Santa Cruz, 17% en Cochabamba y 23% en el resto de los departamentos. Por tipo
societario, el 80% es de empresas unipersonales, 19% de Responsabilidad Social Limitada
(S.R.L.) y 1% de Sociedad Anónima y otros. La composición por actividad económica es: 37%
en comercio, 13% en construcción, 10% en industria, 9% en servicios profesionales y técnicos, y
el restante 31% se concentra en otros sectores.
Ésta no es la primera crisis sanitaria que tiene la humanidad. Pasaron por nuestro planeta,
entre otras, las gripes españolas, asiática, SARS, y Ébola. Todas dejaron problemas económicos y
enseñanzas, como la de ahorrar dinero frente a la incertidumbre, lo que se traduce en reducir
nuestras compras.
La ideal y la que esperamos todos es que tras la caída se tenga una pronta recuperación,
dibujando una V en la gráfica estadística. Pero para que esto pueda hacerse realidad serán
necesarias políticas integrales, que tomen en cuenta los aspectos del cuidado de salud de los
bolivianos, y en lo económico comprendan lo fiscal, monetario, políticas comerciales, y refuerzos
a los procesos de integración.
– Analizar la posibilidad de reducir los aranceles para las importaciones y eliminar las barreras
no arancelarias para los equipos e insumos médicos. Crear una forma radical de combatir el
contrabando, promoviendo de esta forma la llamada liberalización comercial.
– El Gobierno debe crear más agencias de promoción de las exportaciones, que tenga entre sus
tareas buscar y abrir nuevos mercados para la actual y futura producción nacional, dando énfasis
a nuevos nichos especializados, como los de productos manufacturados o los cultivos libres de
pesticidas e insecticidas.
– Buscar las formas y los canales para promover la liberalización del comercio de servicio,
más –en esta época de pandemia– en el área concerniente de la medicina, superando las trabas
para alcanzar un fluido comercio internacional del país.
– Promover la economía digital, del startup (las compañías emergentes) y la Economía 4.0 de
promoción del talento humano y generar ciudades inteligentes, dejando de lado la economía
extractiva.