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Parte 7 Volver al futuro

1.La puerta de salida


Conocer la realidad de la producción de alimentos, porque hay tantos malcomidos y
millones que mueren de hambre, es de alguna manera reconocer el respeto por nosotros
mismos y por todo lo que nos rodea día a día. La soberanía alimentaria donde se busca que
cada pueblo pueda definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo con sus
necesidades, dejando de lado su origen y bajo qué medios fueron producidos dichos
alimentos; este concepto complejo desde muchos ámbitos.
Myriam Gorban, una nutricionista respetada que vivió los cambios paradigmáticos del
estudio de los alimentos de las últimas décadas, como cuando la obesidad no era un
problema, En la actualidad vive el fervor de la dietoterapia y la nutrición funcional. Durante
1996, en una cumbre en la que se invitaba a pensar en los millones de hambrientos que hay
en un mundo que no para de producir comida y que se podía hacer para solucionarlo se
privilegiaban revoluciones culturales y políticas volviendo a las producciones del dibujo
"campestre".
Luego llegó la crisis del 2001 donde todo se fue en picada y una pérdida social, cultural y
ambiental, generaron desde entonces los pasos tímidos de la soberanía alimentaria
Argentina, aun así Gorban se mantiene optimista y cree firmemente que hay que recuperar
esa soberanía alimentaria, apostar a los campesinos, mercados locales, etc. Hacer un
cambio, darle importancia a la comida, para ella es 'tanto comes, tanto vales'.

2. Resucitar entre los muertos


¿Qué vamos a hacer cuando ya no tengamos suelos fértiles? ¿Qué vamos a hacer cuando
haya más enfermos que sanos? ¿Y cuando perdamos el reservorio genético natural por
haber apostado únicamente a especies vegetales y animales de diseño de laboratorio
multinacional? ¿Cuánto más vamos a soportar que los alimentos de todos los días estén
bajo sospecha mientras los naturales se vuelven un lujo de exportación o un producto sólo
al alcance de los afortunados? Las preguntas se escuchan en inglés, en francés, y en
español. Y las respuestas se construyen también en esos idiomas que hablan los chicos, los
jóvenes, hay que actuar antes de que sea tarde, dicen mientras aprenden cómo cultivar de
manera sustentable en un lugar que rebosa de vida, aunque se trate de un campo que, a la
luz del poder de la industria.
Un año después de haber pisado la primera granja industrial, de haber visto de cerca a las
víctimas de la producción intensiva de granos que todavía recuerdan el calor del cuerpo de
sus hijos muertos bajo los efectos de los plaguicidas, de haber pisado suelos polvorientos
en lo que debía ser un bosque; después de otra noche entera andando por esas rutas cuyo
paisaje son tierras desiertas de personas y animales, había llegado a Guadalupe Norte, un
paraje al norte de la provincia de Santa Fe para recorrer por primera vez un campo sano:
frutales rebalsados, verduras madurando en la huerta, flores, abejas, pájaros, mariposas,
espigas, caballos, perros, gallinas, patos, vacas, quesos, dulces, árboles. Olor a abono,
naturales. Allí, una pareja de campesinos canosos que parecen salidos de un cuadro
renacentista.
Caminar por el lugar es caminar por mil paisajes a la vez, todos repletos de luces y sonidos
particulares, árboles, flores, lagunas y aguadas, pájaros, abejas, mariposas, sapos. Hay
iguanas, yacarés, patos, gansos, palomas, pavos
reales, un avestruz, gallinas. Las aves comen granos, frutas, gusanos, bichos. Y las
personas comen huevos y aves que también venden a los vecinos de la zona. Además hay
cerdos que comen todo lo que nadie más quiere comer, como el suero que proviene de la
producción de quesos, una sustancia que, de otro modo, sería un desperdicio. Son cerdos
gordos, enormes, que con su bosta alimentan a su vez el biodigestor que da combustible a
las máquinas que se usan para trabajar la tierra, sembrar, cosechar, talar y calefaccionar y
brindar agua caliente a las casas. Porque, además de ser ciento por ciento orgánica, esta
granja tiene como objetivo no consumir petróleo, ni ninguna otra energía que no sea
renovable.
Entre 2000 y 2008, Eric Holt Giménez (un prestigioso investigador en agroecología) estudió
cómo luego del feroz paso del huracán Mitch en 1998, los cultivos agroecológicos de
Centroamérica habían resistido la devastación de una manera que no lo habían hecho los
cultivos convencionales, gracias a la humedad de los suelos y la fertilidad de la tierra que da
plantas menos vulnerables y permite una rápida recuperación. En 2008 se hizo en Cuba un
estudio similar luego del paso del huracán Ike, en el que se veía claramente cómo los
monocultivos industriales habían quedado completamente destrozados mientras que más
de la mitad de los agroecológicos se habían mantenido en pie.

3. Alimentar el campo
Chaco tiene los campos más fértiles, pese a las denuncias y multas por desmontes ilegales
o por intoxicación a la población.
En la población urbana marginal los índices de pobreza y hambre crecen. Y comentarios
como que a la gente no le gusta trabajar y que las mujeres buscan el séptimo hijo para así
garantizarse el plan social más alto, se escuchan por todos lados. Chaco duerme en la
pobreza pero al mismo tiempo se erigen barrios privados en el norte de La Resistencia y el
Estado importa cada vez más comida que la que se consume en la provincia.
Y sin embargo es en esta provincia que se está dando una producción a contracorriente, y
han hallado cómo la política puede apoyar con subsidios a pequeños productores.
Si bien hay quienes dicen que la propuesta gubernamental se origina en un punto tramposo;
otros lo viven como protagonistas. Como Tonchi, que es uno de los más de 12 mil
productores que sobreviven al avance sojero y es también el presidente de uno de los 88
consorcios rurales de la región.
La propuesta que impulsan los consorcios se basa en generar un ámbito propicio para
volver a impulsar la asociación de productores pequeños y medianos. Para financiarse
utilizan una ley ( la ley de consorcios rurales) que los subsidia con el 75% del impuesto
inmobiliario de la provincia. Dejar de usar químicos, guardar sus propias semillas para no
comprar híbridas y comercializar a un precio justo, es parte de la propuesta que se traslada
acá.
Chaco tiene un conflicto territorial importante, tierras fiscales quedaron en manos de
grandes compañías. Muchas de estas tierras prácticamente regaladas, tenían personas
dentro, campesinos y comunidades indígenas. El proceso de venta de estas tierras avanzó
sobre la Constitución Nacional que había incluido, en la reforma de 1994, un artículo de
Reparación Histórica por medio del cual el Estado debía otorgar un millón de hectáreas a
las etnias originarias del Chaco. Pero según datos del Instituto de Colonización en 2005 no
se habían escriturado ni un cuarto de las tierras prometidas.
Es un error pensar que todos nacieron para vivir en las ciudades, pero todos piensan que
es mejor en la ciudad. Y eso se debe a años de desvalorizar a los productores, nadie quiere
morir de hambre o ser tratado de ignorante.

4. Es la ciencia, estúpido
La modernidad homogeniza culturas y diferencia y jerarquiza clases sociales. Así, con
violencia se impuso esta sociedad que cree que la ciencia es el único conocimiento posible,
por eso la semilla "mejorada" de laboratorio es tomada como una semilla infinitamente
superior.
Y si bien somos un gran planeta, no tenemos un menú muy amplio, de hecho el 90% del
sistema alimentario global se compone de menos de 120 platos y cuatro carnes.
Aplicar el conocimiento científico a la tierra, a la producción de alimentos y la biodiversidad
ha sido una gran equivocación. Porque el hombre conoce la tierra, conoce el clima, conoce
sus producciones, sabe cómo fortalece la naturaleza ante una dificultad que plantea el
medio. Pero un sistema perverso ha ido tomando cosas esenciales de la vida para
mecanizarse, con la lógica de la ganancia.
Hablar de un sistema productivo no es solo hablar de producción y trabajo, sino que tiene
que ver con la posibilidad que existan otras ideas de trabajo, éxito, realización, de ganancia
y demás.
Y es con este sistema que destruyen la tierra, el aire, el agua, hay tanto veneno que los que
se acercan se enferman .
En Chaco quedan al margen del sistema más de 40 mil indígenas, y más de 12 mil
productores que defienden una forma de vida diferente.
El sociólogo Guido Prividera plantea que el Plan Estratégico Agroalimentario es más
parecido al modelo agropecuario de la dictadura que a un modelo progresista de desarrollo,
y también la necesidad de un cambio ideológico que sacuda el campo desde su clase
media.

5. Traer hijos al mundo


La historia revolucionaria de Hugo Sentineo y Susana Edmoris, una familia dueña
empresaria de muebles, ha llevado a cabo un proyecto de transformación social deja al
descubierto que el cambio es posible.
En Carlos Kenn a 20 km de luján, se encuentra Caminos abiertos, una familia y granja
agroecológica con fruto de restaurante, Los Girasoles, proyecto que confluye la inclusión
social, el trabajo sustentable de la tierra y otras cosas maravillosas, donde viven más de 20
chicos sin hogar, surgió con la idea de la felicidad¿sos realmente feliz? Así comenzaron las
aventuras de esta pareja que comenzó vendiendo todo, adoptando tres chicos huérfanos y
mudándose al campo. El cambio radical en la vida de ambos, dos personas con la vida
hecha, dejando todo para que otros vivan mejor, los llevo a ello a también vivir mejor. El
éxito de este proyecto que integra una granja autoabastecida, animales y huerta, ha
cambiado la salud y estilo de vida de todos.
Al final de todo, Susana destaca la libertad, abundancia, tranquilidad, felicidad que tienen
los chicos, tienen tareas asignadas, hacen todo lo que les gusta, y aprenden. Al final del día
tienden a sorprenderse por todo lo que tienen ¿Como es esto tan fácil y mi familia se está
muriendo de hambre? La abundancia causa seguridad, también fuerza y entusiasmo para
no resignarse.

6. El lujo por los pobres


Los Girasoles, un restaurante la tercera pata de Caminos Abiertos. Lugar que fue creado
para turistas, contiene amplias variedades, se sirven entradas, comidas gourmet y postres,
todas recetas de chefs aclamados como Dolli Yrigoyen y Narda Lepes.
Todos los chicos fueron capacitados por los mismos, les suma posibilidades, futuros, tanto
de los chicos como la misma ciudad de Carlos Keen que se convirtió en un pueblo rural
funcional. Los chicos muchas veces buscan volver, La vida en La Ferrere o esos barrios no
es lo mismo, por lo que siempre se les da trabajo en el campo o el restaurante, porque no
hay dudas que una alternativa rural es mejor para estos chicos que no tuvieron nada fácil y
que les pasaron cosas horrorosas en las calles, muchos de ellos por muy poco podrían
haber quedado del lado que engrosa las estadísticas de pobreza, desigualdad, marginación
y hambre del área metropolitana.
Hugo y Susana creen que es importante que los chicos puedan participar, el chico allí está
en su casa participando y colaborando mientras incorpora el concepto de que él puede
ganar su propio sustento. Volviendo a la comida, estos chicos comen lo que quieren en una
variedad exquisita de opciones que les brindan lo que necesitan, les abre el panorama de
un mundo más justo, igualitario y generoso; porque un chico que sabe comer bien y acceder
a sus alimentos produciéndose o cocinandolos, no tienen dependencia de los alimentos
procesados que son dañinos para la salud.

7. La vida consciente
Trata del aprendizaje de Martiniano a partir del conocimiento de lo que comemos,explica
que debe existir una escuela consciente donde no solo enseñan los cortes de carne, los
puntos de cocción, etc. Sino que también de dónde vienen los productos, el esfuerzo que
hay detrás de cada papa por ejemplo, lo que implica criar y matar un cerdo, entre otras
muchas cosas. El piensa en una escuela consciente porque cree que el cambio no va a
venir desde la misma.
Martiniano es de los que cree que el cambio no va a venir desde la misma lógica de
mercado que nos ha traído, si no de la construcción de una nueva conciencia colectiva que
permita recuperar las nociones de derechos, obligaciones y justicia

8. Cerca de la revolución
Campesinos, y pequeños productores quieren quedarse a trabajar la tierra para producir
alimentos sanos, pero muchos no tienen como opción esto porque se los expulsó con
violencia y se los llevo a la pobreza y abandono, incluso en la ciudad se los margina en
barrios de pobreza y violencia, dependientes de planes sociales y subsidios.
Ahora bien, si fuimos uno de los paises capitalista del mundo con un sistema que incluia la
ganadería como pilar principal, deberiamos volver a reorientarnos en ese camino. Tenemos
conocimientos sobre el suelo y la tierra, y sobre producción. Lo que plantea Norma
Giarracca con esto, es que dejemos de pensarnos como consumidores sino como personas
que puedan ejercer una democracia más contundente. Debido a que es obvio que quien
consuma alimentos organicos o naturales que vengan en mano de productores pequeños,
está mas salvo de envenenarse que quienes contribuyen con las grandes empresas. De
todos modos, esta no seria una solucion en un pais como Argentina.
Se cree que cada nueva tecnologia debe ser adoptada para no perder el tren del
crecimiento y que así no se puede volver atras. Lo cierto es que es imposible dejar de
producir con esta logica, que solo sirve para el sistema industrial.
Cuando las personas entiendan que las grandes corporaciones agronegocio se estan
quedando con la fertilidad de la tierra, devastando nuestros recursos naturales.

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